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música en Bolivia.
Una primera aproximación
Carlos Rosso Orozco
Resumen:
El artículo resume panorámicamente parte de la historia de la música en
Bolivia, recorriendo paso a paso la imbricación problemática y compleja de
las dos vertientes culturales centrales de la formación musical boliviana: la
música occidental y las diferentes expresiones culturales sonoras de las cul-
turas aborígenes que ocuparon el territorio boliviano, no sólo en el periodo
prehispánico, sino en el republicano y en el del siglo XX. El carácter proble-
mático de esta mezcla supuso la adopción de distintos enfoques y tomas de
posición, a veces enfrentados, jalonados por los nombres más importantes
de la composición y el estudio de las formas musicales bolivianas, respecto
de lo cual el autor recomienda guardar el necesario equilibrio y sindéresis.
Palabras clave: identidad cultural, identidad musical, música criolla, música
prehispánica.
Abstract: 153
Panoramically the article summarizes the history of music in Bolivia, going
step by step the problematic and complex interweaving of the two central
cultural aspects of musical training Bolivian western music and sound
different cultural expressions of indigenous cultures that occupied the
territory Bolivia, not only in the pre-Hispanic period, but in the Republican
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and the twentieth century. The problematic nature of this mixture led to
the adoption of different approaches and positions, sometimes conflicting,
marked by the biggest names Bolivian musical composition, for which the
author tries to keep the necessary balance and synderesis.
Key words: Cultural identity, musical identity, prehispanic music.
1. refleja fuertemente en la identidad
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de los pueblos.
Para hacer un recuento panorámico
de la música en Bolivia, será bue- Por otra parte, y en la línea de nues-
no empezar reflexionando acerca tras preocupaciones iniciales para
de cómo somos los bolivianos y de recordar de dónde venimos, habrá
dónde es que venimos en la historia; que reconocer que la historia de los
quizá esto nos ayude a comprender territorios que hoy son Bolivia se re-
nuestra manera de ser y cómo es que monta a muchos siglos antes y –dis-
podríamos entender mejor nuestra cútase cuanto se quiera– somos el
cultura musical. resultado no solo histórico sino tam-
bién geográfico de una sociedad que
Carlos Medinaceli1, en 1938, decía se formó aquí, que hoy es la Bolivia
cosas como esta: que conocemos y donde comparti-
En Bolivia (...) nuestra vida es neta- mos, como herederos comunes, esa
mente pasional. Obramos por impul- historia y este paisaje antiguos. Para
sos bruscos, indiscriminados, irre- los bolivianos, al fin de cuentas, el
flexivos, estimulados por una fuerza pasado no ha dejado de ser un pre-
instintiva que no es la dirección de sente y quién sabe si no radica allí
la voluntad consciente, sino el arrojo nuestra mayor fortaleza como grupo
calenturiento de la fuerza de la san- humano, aunque sea con los ‘impul-
gre. Por eso, tanto en religión como sos bruscos e irreflexivos’ a los que
en política, en arte como en comercio, alude Medinaceli.
seguimos obrando pasionalmente, sin
reflexión ni análisis. Nos apasiona-
mos lo mismo por un santo que por un
2.
caudillo (…) Vivimos una existencia De cómo aparecieron los primeros
pseudomorfótica: las formas externas seres humanos que habitaron estas
de nuestra vida son europeas, pero el tierras se sabe poco, y nada se pue-
contenido esencial con que llenamos, de afirmar categóricamente. Lo que
esas formas, es indígena. Ahí está el al respecto se ha escrito va desde ex-
conflicto de nuestra vida como nación plicaciones que tienen que ver con
(Medinaceli, 1938:119-120). relatos fantásticos hasta teorías que
sostienen la autoctonía del hombre
Cuan actual como inquietante resul- americano y por ende boliviano.
ta ser hoy este aserto. A esta altura
154 del siglo XXI algunas cosas pudieron
haber cambiado, es cierto, pero en
Acerca de la procedencia de los po-
bladores de nuestro territorio andi-
el fondo Medinaceli sigue teniendo no, Enrique Finot sostiene:
razón: los bolivianos seguimos sien- Sobre el origen de los primitivos po-
do así, como él lo percibió entonces. bladores de la meseta andina, hay
Esta manera de ser se refleja natural- dos teorías contradictorias que, a
mente en nuestras maneras de ‘ha- nuestro juicio, no se excluyen, sino
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cer música’, habida cuenta de que la que se complementan: la que les asig-
música es una elaboración cultural na una procedencia oceánica y la que
cuya fuerza espiritual y simbólica se les supone procedencia amazónica o
2. Prólogo al libro de G. Francovich “Toynbee, Heidegger y Whitehead” edit. Plus Ultra pag 11. Buenos Aires 1973.
3. Adolfo Costa du Rels, escritor e intelectual boliviano (1891-1980)
un presente”; bien podríamos imagi- des o ritos. Más bien es otro esfuer-
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narnos un mundo sonoro andino que zo más para garantizar una buena
hasta ahora se siente o se presiente cosecha y para que la vida continúe.
en el viento, en las montañas, en las Y para que este esfuerzo sea eficaz,
planicies interminables del altiplano, hay que prepararse, hay que ensa-
en fin, en nuestro entorno cotidiano yar para lograr la combinación más
que, aunque atravesado por cientos perfecta. Esta preparación comienza
de años de civilizaciones diversas, no con el enfrentamiento con el Sirinu:
ha dejado de ser para nosotros, sor- se trata, nuevamente, de un medir
prendentemente familiar. Y, en esta de fuerzas… [ con la naturaleza]
línea de pensamiento, pareciera per- (Berg, 2005:126).
tinente citar a Jaime Mendoza cuan-
Es que estamos hablando, justamen-
do dice:4
te, de música ‘mística y panteísta’;
Yo creo que allí palpita [en la mú- que está más allá de lo que ahora
sica andina] el alma no sólo en la se entiende tan simplemente como
raza actual de aymaras y quechuas música para el entretenimiento. Por
de Bolivia, sino de otra u otras que lo demás, esta música fue, y sigue
le antecedieron en el macizo andi- siendo, el producto de civilizaciones
no. En ese tono se entrevé una leja- irremediablemente atravesadas por
nía incalculable. Su misma sencillez el paisaje, ya sea sereno, frío, incon-
paréceme encerrar una estupenda mensurable o misterioso, como es el
profundidad. Más aún: no sólo se paisaje andino boliviano. Los tiwana-
me representa como un grito hu- cotas, los aimaras o los quechuas ha-
mano, sino brotando de la tierra bitaron este paisaje y su música, de
–de la pachamama- cual un canto tal manera concebida, sigue sonan-
de las rocas cuajadas de metales… do, seguramente, como sonó enton-
(Mendoza, 2002:64-65). ces. ¡Quién lo sabe!
El compositor boliviano Alberto Villal-
pando, a su vez, describe así este mun- 4.
do sonoro: “En la amplitud del paisaje
Siguiendo la historia, sabemos que
emerge el ruido del viento sin ubicui- tras el desmembramiento de la cul-
dad alguna, pareciendo a veces que tura de Tiwanaku y la vigencia de
persigue al silencio y otras que es per- los señoríos aymaras se produjo la
156 seguido por él (Villalpando, 2002a:X).
Tampoco resulta casual que Hans
expansión inka, que resultó ser la in-
mediata anterior a la llegada de los
van den Berg, al describir la música españoles.
actual de los aymaras en sus ritos Acerca de la música de los incas se tie-
agrícolas, afirme por su lado que: ne más noticias, aunque siempre insu-
Tocar música [entre los aymaras] ficientes para una mejor comprensión
dentro del contexto de las activida- estética. Varios estudiosos del tema
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la música de esos pueblos, tan brutal- que llenamos, esas formas, [será] in-
mente sometidos y tan curiosamente dígena”, citando una vez más a Me-
evangelizados? dinaceli.
8. Cergio Prudencio, compositor boliviano actual, es uno de los más serios investigadores de la música tradicional en Bolivia.
Creador y Director de la Orquesta de Instrumentos Nativos
Cuando hablamos de la música co- Lo cierto es que esto de la “música
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lonial, la cosa es –ya se dijo algo al barroca misional boliviana” que tanto
respecto– cuanto menos inquietante. entusiasmo ha despertado en los últi-
Por una parte, y si usamos el con- mos años y que ha merecido, incluso,
cepto de música colonial barroca un importante escaparate internacio-
catedralicia, la historia no pareciera nal, como es el Festival Internacional
ser tan dramática, porque estaría- de Música de Moxos y Chiquitos, da
mos refiriéndonos a lo que se hizo, para discutir mucho, sobre todo si se
musicalmente, en las catedrales de trata de hablar de ‘música boliviana’.
Sucre y, eventualmente, en Potosí, Esto sin entrar en valoraciones que
La Paz o Cochabamba. Esta cultura resultan ser materia de otro análisis
musical se desarrolló principalmente que no tiene que ver con cuanto ve-
en esas ciudades donde la influencia nimos aquí diciendo. Porque tampo-
europea era contrastada con culturas co se trata de desmerecer el valor de
que, como la aymara o la quechua, esta música y su actualidad innega-
fueron siempre muy fuertes y frente ble, sobre todo porque al ser música
a las cuales los españoles debieron, que se conserva evidentemente escri-
al menos, transar y buscar contactos ta, a la manera tradicional universal,
de igual a igual, por decirlo de alguna es posible estudiarla, valorarla, com-
manera. pararla y finalmente difundirla entre
Pero no ocurrió lo mismo en las los interesados, cosa que han hecho
tierras bajas –como también ya lo y vienen haciendo, con pertinencia,
dijimos– donde se habla de ‘reduc- varios musicólogos bolivianos y ex-
ciones’, donde se transaba poco y se tranjeros9. Es necesario, pese a todo,
imponía más; en las tierras bajas las hacer estas consideraciones, aunque
culturas originarias fueron tratadas más no sea para no obrar, una vez
como ‘bárbaras’: “sin ley, sin rey, sin más, “sin reflexión y análisis, apasio-
fe, sin historia” (Tomichá, 2009) nándonos lo mismo por un santo que
por un caudillo…” (Medinaceli) y sin
Cergio Prudencio se pregunta, una ánimo de restar valor a una música
vez más: en beneficio de otra.
[...] ¿cómo habrá sonado la música de
ellos, [ la de los pueblos de las tierras
bajas] esa brotada de su propia visión
7.
Al fundarse la República, en 1825,
160 del universo? Porque –convengamos–
“el idioma es un privilegio, un don luego del triunfo de los criollos en las
guerras de la independencia, empie-
extraordinario y una deuda, un com-
promiso de por vida”. ¿No es acaso la za nuestra complicada vida política,
música un idioma, en lenguaje?, ¿un que al decir pesimista de Arnade no
privilegio?, ¿un don extraordinario?, será sino “una terrible y espantosa
¿una deuda?, ¿un compromiso de por historia” (Arnade, 1982: 230). Qui-
vida?; también la de los indios, se en- zá no es tan evidente la sentencia de
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tiende, o entiende al menos quien ad- Arnade, pero lo cierto es que esta
mita sinceramente nuestra diversidad nuestra dramática historia no permi-
(Prudencio, 2002:86). tió, por lo menos al principio, la for-
9. Nos referimos, por ejemplo, al trabajo realizado por Carlos Seoane, Piotr Nawrot y varios otros musicólogos y estudiosos del
tema.
mación de una verdadera identidad y total intolerancia. En un clima así
cultural nacional. En efecto, durante no es fácil que las manifestaciones
todo el siglo XIX el país no terminó artísticas, o musicales en este caso,
de construirse; es más, fue un siglo encuentren el espacio propicio para
de caos político y social; recién tras desarrollarse. Por lo demás, se sabe
la guerra del Pacífico (1879) y las que el arte en general, y por lo tanto
luchas federalistas de fin de siglo se la música, reflejan siempre los esta-
percibió la urgencia de construir, de dos de ánimo de las sociedades pero
una vez por todas, la nación. a través de individualidades, y hasta
Ahora bien, se sabe que la música, en este momento no podemos citar mú-
la historia de la humanidad, ha refle- sicos que representen un lenguaje
jado siempre evidencias muy claras a musical boliviano. Y no cometemos
la hora de observar cómo se constru- injusticia con personalidades como
yen las identidades de las naciones. Modesta Sanjinés, Adolfo Ballivián
Es por eso que al hacer un recuento o el propio Norberto Luna, compo-
de nuestra historia musical observa- sitores decimonónicos cuya obra es
mos, de entrada no más, el resulta- más o menos conocida pero que, así
do de las contradicciones sociales y y todo, no pareciera ser representati-
políticas de nuestra vida nacional: va de una personalidad musical que
una historia de mestizajes no resuel- pudiera identificarse, precisamente,
tos, de identidades pendientes, de como boliviana.
recelos y desconfianzas, de amores
y desafíos. Una historia difícil, por 8.
tanto una construcción cultural tam-
Así llegamos al siglo XX. La nación
bién difícil, puesto que antes de las
no terminó de construirse, los pro-
culturas son las sociedades, ya que
blemas sociales se ahondaron hasta
las culturas son creaciones colecti-
convertirse en un verdadero ‘cal-
vas que se manifiestan sólo cuando
do de cultivo’ de más odios y dife-
los grupos que forman las sociedades
rencias. En este ambiente difícil, la
son capaces de transmitir, de gene-
música se manifestaba de maneras
ración en generación, los mismos
diferentes. Por un lado, la Iglesia Ca-
usos y costumbres, los mitos y sus
tólica seguía apadrinando la práctica
religiones, las obras de arte y su ma-
musical que tanto le había servido
nera propia de ser naciones. Es una
al momento de la catequización de
cuestión, en fin, que nadie puede mi-
nimizar, porque se trata de una lucha
las colonias. Continuaba siendo una
música utilitaria, resabios de las ca-
161
que involucra, además de lo cultural,
pillas y escolanías de la colonia. En
el terreno de lo espiritual, de lo so-
esos primeros años del siglo XX se
cial, de lo económico, y de lo políti-
oye hablar todavía de Maestros de
co y por eso termina siendo tan dura
Capilla en Sucre, en La Paz, o en
como evidente.
Cochabamba y Santa Cruz, pero lo
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El siglo XIX para Bolivia –y para que se conoce es, francamente, poco
casi toda Sudamérica, hay que de- relevante, y eso ya es sintomático a
cirlo en justicia, aunque no como la hora de hacer recuentos. No es di-
consuelo– es un caos total de desgo- fícil imaginarse, sin embargo, que lo
biernos, revoluciones, caudillismos que ellos hacían tenía la influencia
europea que campeaba en general en aunque fuera, finalmente, lo que ha-
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14.M. Alandia y J. Parrado publican un catálogo importante de sus composiciones. En Tinkasos, Revista de Ciencias Sociales
(PIEB) No 14 pag. 152-153. Junio de 2003. La Paz- Bolivia.
factura. Viscarra Monje fue, sin lugar va York. Hacia 1951 fue Director de
a dudas, un personaje representativo la Orquesta Sinfónica Nacional en La
en la historia de la música boliviana Paz y luego se fue a Los Ángeles, don-
de la primera mitad del siglo XX. de vivió hasta su muerte, en 2005.
Teófilo Vargas (1866-1961) fue un Compuso una impresionante canti-
músico que se dedicó con denuedo dad de obras sinfónicas, de cámara,
a dirigir los coros y, eventualmente, para piano y, sobre todo, música para
las orquestas que él mismo organi- el cine. Lamentablemente en Bolivia
zaba en su ciudad natal, Cochabam- se conoce poco de su música.
ba. Su música se desarrolla entre lo Años más tarde, Gustavo Navarre
criollo popular y lo ‘culto’, por así (1936-2005), un músico paceño, en-
decirlo. Dejó escrita su obra musi- sayó, allá por los años sesenta, pro-
cal en cuatro extensos tomos, lo que puestas musicales retadoras. Fue
permite una observación más certe- profesor y director del Conservatorio
ra de su obra, que, por cierto, entre Nacional de Música durante muchos
su transitar entre lo culto y lo po- años. Dueño de una sólida formación
pular pretende, de pronto, hacer uso musical (estudió en el Conservatorio
de formas incásicas, como el yaraví, Nacional en La Paz y luego en Pa-
formas criollas, como el zapateado, rís con el famoso Henri Ditilleux) y
el pasacalle y las cuecas y bailecitos; con una sincera vocación de ‘hacer
de pronto incursiona en la música sa- Bolivia’, compuso música de elegan-
cra y también en formas líricas que te factura, con estructuras formales
él llama ‘melodramas’. Acerca de la bien elaboradas –por cierto mucho
estética musical de Vargas hay poco más importantes que las usadas por
que decir, él sigue, más o menos, la los compositores bolivianos anterio-
misma idea de los compositores de res– que, haciendo gala de una so-
su tiempo: esa denodada búsqueda noridad cuidadosamente concebida,
de crear un arte ‘nacional’ buscando logran momentos de gran belleza.
raíces en la música prehispánica o en En su estética musical se aventuró a
evocaciones de la canción popular seguir modelos europeos neorro-
o folclórica. mánticos, sin pretender por
Jaime Mendoza Nava ello substraerse a la pre-
(1925-2005), fue otro sencia inevitable de la
compositor y pianista sonoridad andina de to-
boliviano que estudió
música en Europa y
das maneras presente
en su música, aunque
167
Estados Unidos de siempre dentro de un
Norteamérica con re- rigor tonal y estruc-
nombrados músicos de tural que quisiera ca-
alta talla profesional: Na- racterizar un lenguaje
dia Boulanger, Alfred Cor- propio, muy personal. Su
obra incluye una sinfonía
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17.C.P. fue invitado al Donaueschinger Musiktage en 1999. Este Festival anual está considerado como uno de los festivales
alemanes de música contemporánea más importantes del mundo.
18.Antes de su viaje a Alemania, C.P. había llevado su orquesta y su idea a Suiza, a Australia y a la Argentina.
19. “El concepto “música superior” se refiere a la altura del pensamiento, a la hondura del sentimiento y a la maestría de la téc-
nica; alude principalmente a las grandes formas (…). La expresión “música culta” se relaciona con el esfuerzo de los estudios
e indica también una jerarquía elevada con el énfasis en la tecnica”. Carlos Vega Revista musical chilena. v.51 n.188 Santia-
go jul. 1997 “Mesomúsica: un ensayo sobre la música de todos”.
tores de la ‘diáspora’, de los que por poco, dejar de referirnos a la música
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una u otra razón viven fuera del país; folclórica y popular que, por supues-
algo ya dijimos acerca de Mendoza to, también se practica en Bolivia,
Nava, pero hace falta referirnos a quien sabe con mucho más éxito y
Hugo Patiño, Agustín Fernández, Ed- aceptación general y seguramente
gar Alandia, Jorge Ibáñez, José Luis con un sello de identidad más evi-
Prudencio y otros. Porque, como dente que en el caso de la ‘música
también anotaba Medinaceli, citando culta’, por lo menos hablando a pri-
a Amiel,20 “El paisaje es un estado del mera vista. Pero éste es un tema que
alma. La belleza no está en el dintor- merece consideraciones particulares
no. Está en el hombre”. más extensas a las que, igualmente,
Y si pretendemos hablar de perso- nos referiremos en la ya anunciada
nalidad musical, no podremos, tam- segunda parte del ensayo.
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