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Derecho Penal I
4-B Semiescolarizado
e). El miedo grave, cuando éste ofusque el entendimiento de tal manera, que el
activo pierda su voluntad de actuar y obre, por ende, sin discernimiento.
Las circunstancias que se mencionan en los cuatro últimos incisos de esta fracción
sólo obrarán como causa de inimputabilidad cuando anulen la capacidad del
sujeto para comprender la ilicitud de su conducta y poderse determinar conforme a
tal comprensión.
b). Ejecutar un hecho que no es delictuoso, sino por circunstancias del ofendido, si
el ejecutor las 4 ignoraba inculpablemente al tiempo de obrar;
c). Causar un daño por mero accidente, sin dolo ni culpa, ejecutando un hecho
lícito;
e). La legítima defensa de la persona, honor, derechos o bienes del activo; así
como de la persona, honor, derechos o bienes de otro; entendiéndose que se
encuentra en tal hipótesis quien rechace una agresión actual, real, violenta e
ilegítima que genere un peligro inminente.
VI.- Los que dolosamente presten ayuda o auxilien a otro para su comisión;
VII.- Los que con posterioridad a su ejecución auxilien al delincuente, en
cumplimiento de una promesa anterior al delito y
VIII.- los que sin acuerdo previo, intervengan con otros en su comisión, cuando no
se pueda precisar el resultado que cada quien produjo.
Para los sujetos a que se refieren las fracciones VI, VII y VIII, se aplicará la
punibilidad dispuesta por el artículo 64 bis de este Código.
Bienes Individuales: de tipo material como es todo aquello que tiene valor
monetario, como por ejemplo las propiedades o bienes patrimoniales, y de tipo
inmaterial, como la vida, la salud, la libertad, el honor).
2) Que el titular del bien tenga capacidad jurídica para disponer libremente del
mismo, y
3) Que el consentimiento sea expreso o tácito y sin que medie algún vicio; o bien,
que el hecho se realice en circunstancias tales que permitan fundadamente
presumir que, de haberse consultado al titular, éste lo hubiese otorgado.
La redacción del artículo 93 del Código de Penal del Distrito Federal, hasta antes
de su reciente reforma, publicada en el Diario Oficial 13-I-1984, era la siguiente:
“El perdón o el consentimiento del ofendido extingue la acción penal, cuando
concurran estos requisitos: I. que el delito no se pueda perseguir sin previa
querella; que el perdón se conceda antes de formularse conclusiones por el
Ministerio Público, y que se otorgue por el ofendido o por la persona que
reconozca éste ante la autoridad como su legítimo representante o por quien
acredite legalmente serlo, o en su defecto, por tutor especial que designe el juez
que conoce del delito”. El perdón y el consentimiento del ofendido son causas
extintivas de la acción penal exclusivamente en aquellos delitos que se persiguen
por querella necesaria. Excepcionalmente, el perdón puede extinguir inclusive las
sanciones ya impuestas, como en el caso del delito de adulterio (artículo 276 del
Código de Penal del Distrito Federal). Los delitos perseguibles por querella
necesaria son, entre otros: rapto, estupro, injurias, difamación, calumnia, golpes
simples (artículo 263 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal); daños en propiedad ajena por imprudencia (artículo 62 del Código de
Penal del Distrito Federal); adulterio, robo o fraude entre ascendientes y
descendientes, robo o fraude entre cónyuges o determinados parientes, abuso de
confianza, y ciertas lesiones, incluidas en el artículo 289 del Código de Penal del
Distrito Federal. Puede estimarse que el consentimiento del ofendido alude a un
acto anterior o coincidente de la comisión del factum delictual, mediante el cual el
afectado por sus perjuicios consensua, expresa o tácitamente, su ejecución. El
perdón es un acto (en sus variantes de judicial o extrajudicial) posterior al delito,
por lo que el ofendido hace remisión o exterioriza su voluntad de que no se
comience o no se prosiga el procedimiento contra el encartado. El consentimiento
del ofendido no es un medio extintivo de la responsabilidad penal, en sentido
estricto, sino más bien, como sostiene García Ramírez, una causa excluyente de
incriminación, a título de atipicidad o de licitud, que impide – ab initio -, la
integración del delito. Por contra, el perdón (paragonable, en alguna manera, con
el requisito de procedibilidad de la querella) del legitimado para otorgarlo (ya sea
el ofendido, la víctima o un tercero) pone fin a la pretensión y, excepcionalmente
(caso, ya señalado del adulterio, artículo 276 del Código de Penal del Distrito
Federal), a la ejecución de la pena.
2) Que el titular del bien tenga capacidad jurídica para disponer libremente del
mismo, y
3) Que el consentimiento sea expreso o tácito y sin que medie algún vicio; o bien,
que el hecho se realice en circunstancias tales que permitan fundadamente
presumir que, de haberse consultado al titular, éste lo hubiese otorgado.
Los tipos abiertos pueden ser estudiados en relación a dos aspectos: su ubicación
en la teoría del delito y su relación con el principio de legalidad (su determinación
legal) en éste último caso al igual que las leyes penales en blanco, el límite de lo
admisible desde el punto de vista constitucional sólo operará sobrepasado en
aquellos casos en que el tipo legal no contenga el núcleo fundamental de la
materia de la prohibición y, por tanto, la complementación ya no sea sólo
cuantitativa sino eminentemente cualitativa.