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HALicina: un potente antibiótico

descubierto gracias a una


inteligencia artificial
HAL, la inteligencia artificial de la película „2001: una odisea del espacio’, ha
inspirado el nombre de un nuevo antibiótico, la halicina. Se ha descubierto
gracias a un algoritmo de aprendizaje automático (deep learning). Se publican
en Cell pruebas que apuntan a que es uno de los antibióticos más potentes
conocidos. En ratones se ha demostrado su actividad actibacteriana contra
superbacterias resistentes a antibióticos, como Clostridium
difficile y Acinetobacter baumannii, así como otras bacterias de gran interés
biomédico, como Mycobacterium tuberculosis y varias cepas
de Enterobacteriaceae. La inteligencia artificial ha descubierto otros candidatos
a antibióticos, pero aún están en estudio.
El trabajo está liderado por Regina Barzilay y James J. Collins, ambos en el
MIT (Boston, EEUU). Se partió de una base de datos de 2560 moléculas (2335
sin repeticiones), de las que 232 (7.97%) mostraban actividad antibiótica;
se entrenó una red neuronal “profunda” (deep learning) con dicha base de
datos para que aprendiera a correlacionar la estructura atómica y molecular
(representada en forma de grafo tridimensional) con su actividad antibacteriana
contra Escherichia coli (determinada en laboratorio). Luego se usó esta
inteligencia artificial para explorar una base de datos de 6111 moléculas
candidatas a fármacos para humanos (en diferentes estados de investigación).
Así se descubrió la actividad antibiótica de SU3327, rebautizado halicina, un
fármaco que se desarrolló para tratar la diabetes, pero que se descartó antes
de llegar a la práctica clínica. Usando experimentos de laboratorio con ratones
se descubrió que era un potente antibiótico de amplio espectro (a pesar de que
su estructura química es muy diferente a la de otros antibióticos).
El algoritmo se ha usado para explorar 107 millones de compuestos de la base
de datos ZINC15 (que contiene ∼1.5 miles de millones); se han descubierto 23
antibióticos potenciales; entre ellos destacan dos que parecen muy
prometedores (ZINC000100032716 y ZINC000225434673). Su estudio
experimental en laboratorio está en curso. Sin lugar a dudas, la búsqueda
automática de fármacos y antibióticos mediante herramientas de inteligencia
artificial revolucionará la biomedicina. Por ello habrá que estar al tanto de sus
futuros éxitos. El artículo pionero es Jonathan M. Stokes, Kevin Yang, …,
James J. Collins, ”A Deep Learning Approach to Antibiotic Discovery,” Cell
180(4): P688–702.E13 (20 Feb 2020).
doi: https://doi.org/10.1016/j.cell.2020.01.021
El descubrimiento de nuevos antibióticos es imprescindible para combatir la
resistencia bacteriana. Pero los métodos convencionales son muy costosos, lo
que desincentiva al sector privado. Además, la mayoría de los nuevos
antibióticos son muy similares entre sí a nivel químico. La búsqueda automática
de fármacos en bases de datos de moléculas parece un camino prometedor,
casi imprescindible. Para ello se necesitan enfoques novedosos, como el
aprendizaje automático (machine learning). Por supuesto, la idea no es nueva,
y se llevan décadas investigando en quimioinformática para la predicción de
propiedades y funciones moleculares.
El aprendizaje profundo está de moda, por eso se ha empezado a usar en la
búsqueda de antibióticos desde hace un par de años. Para que la metodología
sea exitosa, los modelos de redes neuronales in silico deben combinarse con
enfoques analíticos y experimentales in vivo. En el nuevo artículo se ha
aplicado un modelo de red neuronal profunda para predecir la inhibición del
crecimiento de Escherichia coli usando un conjunto de 2335 moléculas
del Drug Repurposing Hub (una base de datos cuyo objetivo es el
reposicionamiento de fármacos). La halicina (antes llamada SU3327) es un
inhibidor de la proteína quinasa N-terminal de c-Jun (JNK); esta sustancia ha
resultado ser un potente inhibidor del crecimiento de E. coli aunque tiene una
estructura molecular muy diferente a otros antibióticos conocidos. La
investigación in vitro y con modelos murinos in vivo ha revelado que la halicina
tambén es un potente inhibidor del crecimiento de un amplio espectro de
patógenos.
Los detalles del algoritmo de aprendizaje de profundo usado se pueden
consultar en el artículo publicado en Cell (que es de acceso gratuito). El
algoritmo seleccionó 99 moléculas entre las 2335 de la base de datos de
búsqueda. Se probaron en laboratorio y se confirmó que 51 de ellas inhibían el
crecimiento de E. coli. Las puntuaciones más altas según la inteligencia
artificial correlacionan con una mayor probabilidad de inhibición del crecimiento;
entre las 63 moléculas con puntuaciones más bajas solo 2 mostraban actividad
inhibidora del crecimiento. Se entrenó una segunda red neuronal profunda para
que identificara la toxicidad de estas moléculas. Se aplicó a las 51 moléculas
para buscar la que presentaba menor toxicidad. Así relució la halicina
cual pepita de oro. Pero solo se había logrado el primer paso; el siguiente era
demostrarlo en laboratorio.
Los estudios clínicos mostraron que la halicina es un antibiótico bactericida de
amplio espectro. Como su estructura molecular es muy diferente a la de otros
antibióticos, se cree que podría funcionar a través de un mecanismo de acción
poco común. La hipótesis de los autores es que disipa el gradiente de protones
(ΔpH) a través de la membrana, lo que penaliza la función de algunas proteínas
transmembrana e inhibe el crecimiento. Los estudios in vitro parecen confirmar
esta hipótesis, aunque hay que seguir investigando en los detalles del
mecanismo. Así, lo autores proponen que la halicina podría esquivar los
mecanismos de resistencia bacteriana más comunes.
La inteligencia artificial ha sido aplicada a un conjunto más grande de
moléculas, 107 349 233 moléculas de la base de datos ZINC15. Tras 4 días de
cómputo se obtuvieron 6820 moléculas con puntuación mayor de 0.7, y 1070
moléculas con mayor de 0.9. Se compararon (usando la métrica de semejanza
molecular de Tanimoto) con todos los antibióticos conocidos, con el objetivo de
identificar las moléculas antibacterianas con una estructura lo más diferente
posible a ellos. Así se identificaron 23 compuestos que eran inhibidores de E.
coli; se estudió si también inhibían el crecimiento de alguna otra bacteria (al
menos una entre S. aureus, Klebsiella pneumoniae, A. baumannii, y P.
aeruginosa); así se redujo el conjunto a solo 8 moléculas. Dos de estas
moléculas, ZINC000100032716 y ZINC000225434673, mostraron una potente
actividad inhibidora de amplio espectro. Su estudio detallado in vivo en
modelos murinos está en curso.
En resumen, el nuevo artículo es solo una prueba de concepto; no sé si la
halicina acabará llegando a la clínica, espero que sí. Para mí lo más relevante
de este nuevo trabajo es que sugiere que la predicción automática de nuevos
fármacos mediante inteligencias artificiales podría revolucionar el campo de la
farmacología. Por supuesto, el aprendizaje automático no es la panacea para
todo; su utilidad depende del conjunto de entrenamiento seleccionado, así
como de otros detalles computacionales. Aún así, los avances en la
quimioinformática aplicada a la biomedicina me parecen apasionantes.

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