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SOBRE EL FUTURO DE LAS FARC

02 Dic

En su columna Clepsidra de la fecha, el señor General Álvaro Valencia Tovar plantea unas válidas
inquietudes a Rodrigo Londoño Echeverry, alias Timochenko, como nuevo cabecilla de la
organización narcoterrorista Farc[1].

Con el mismo lenguaje humanista que lo caracterizó en su larga carrera militar y posteriormente
como candidato presidencial y ahora hombre de letras, el señor General Valencia Tovar busca una
aproximación al ser humano que encarna Londoño Echeverry y su comprensión de la insensatez de
proseguir una ‘guerra revolucionaria’, cuando ante su pueblo y ante el mundo la guerrilla
ideológica se ha convertido en caterva de narcotraficantes y asesinos[2].

Hay algo fundamental que los colombianos deben tener en cuenta, tanto el General Valencia
Tovar, como lo han hecho en infinidad de ocasiones los componentes del alto mando militar, se
han dirigido con términos reconciliatorios buscando la anhelada paz a quienes han sido
considerados los ‘intelectuales’ de las Farc, desde los mismos tiempos de Marquetalia en 1964,
como con Jacobo Arenas, Alfonso Cano, ahora Timochenko, llamados que se extendieron a Iván
Márquez, Simón Trinidad y otros que han salido de las filas de la Juventud Comunista JUCO a
conformar las estructuras de la banda criminal.

Con la diáfana claridad del guerrero que avizora el campo de batalla, el General Valencia Tovar
advierte a Londoño Echeverry que llegar a la cabeza de los despojos agónicos de lo que fue y dejó
de ser implica enorme responsabilidad ante su pueblo, sus hombres, su patria, la historia, para
conminarlo a que toma la decisión más lógica, renunciar a la guerra y recibir el reconocimiento de
sus compatriotas y sus propios combatientes por cerrar el capítulo macabro de sangre y horror[3].

Ojalá Londoño Echeverry tome la decisión lógica por el bien de la patria y no haga oídos sordos a
ese clamor del pueblo colombiano y de la comunidad internacional como lo hiciera su antecesor,
quien por el contrario mediante su ‘Plan Renacer’ prolongó el dolor y el sufrimiento de la nación,
teniendo como colofón el vil asesinato de cuatro uniformados cautivos por más de diez años, con
lo quedó manifiesta la degradación moral a que han llegado las Farc.

Quienes persisten en el camino errado no tienen otro futuro que el encontrado por sus
predecesores, desde Ernesto Guevara, alias el Ché, que murió intentando incendiar la pradera,
hasta Alfonso Cano que jamás vio su renacer, sino que contempló atónito el acelerado decaer de
la organización narcoterrorista. La lucha armada no tiene futuro.
Por ahora es previsible que sin otro objetivo que el de nutrirse del narcotráfico y del tráfico de
armas para el combate, las Farc seguirán su proyecto quimérico de tomar el poder por la vía
armada. A “Timochenko”, un hombre formado en el pensamiento marxista-leninista en la antigua
URSS, lo caracterizan tres aspectos, que lo acercan a Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”, el jefe
histórico del grupo, muerto de muerte natural hace 3 años: a) una radicalización profunda de la
lucha armada; b) una personalidad anacrónica, que le impide reconocer que su combate ha
perdido fundamento ideológico y que carece de apoyo popular; c) tras la debilidad política que
representa este grupo en el país, el recurso al terrorismo y el narcotráfico son sus combustibles
para la lucha[4].

[1] VALENCIA TOVAR, Álvaro. ¿Qué son hoy las Farc? ¿Cuál es su futuro? Clepsidra. Opinión. El
Tiempo.  Viernes 2 de diciembre de 2011. Pág. 27.

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