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RESUMEN
Introducción.
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los puntos de partida analíticos con los que se ha abordado en las últimas
décadas los movimientos sociales y las movilizaciones ocurridas en el mundo.
En el caso del enfoque europeo los enfoques con los que se analiza la identidad
colectiva se distinguen genéricamente con base en grandes corrientes de análisis
en torno a las cuales, según Quiroga (2013 p 31)
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pone en tela de juicio un sistema de poder propuesto por Alain Touraine (1990,
1997, 2003); de las expresiones cercanas a la psicología social en el terreno de la
producción simbólica al interior de la vida cotidiana, que implica el desarrollo de
una identidad colectiva (Melucci 1980, 1994) y la versión neomarxista de Claus
Offe (1988) que considera al movimiento social como explicitación de un conflicto
social, en esta corriente se distinguen a aquellos teóricos vinculados a los
movimientos sociales urbanos y con carácter histórico estructural.
En esta misma dirección en la síntesis que propone Candón Mena (2012) afirma la
“teoría de la movilización de recursos” (TMR) y los “nuevos movimientos sociales”
(NMS) son los principales referentes teóricos para en análisis de la acción
colectiva, y lo explica del siguiente modo: “Mientras la primera explica los
movimientos más pragmáticos y las organizaciones más profesionalizadas en el
contexto de los EE.UU., la segunda se centra en los aspectos culturales y en la
influencia del Estado del bienestar propia del contexto europeo” (s/n).
Planteamiento.
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de pensamiento de la modernidad, a partir del punto cero imaginario como el
fulcro1 -o punto de apoyo- del eurocentrismo taxativo de la modernidad.
Como hemos dicho, con fines de análisis en esta ponencia retomamos las ideas
propuestas por los autores citados (Castro-Gómez 2005 y de Sousa Santos 2006)
para plantear una discrepancia inicial que convierte a la teoria de la movilización
de recursos y de la accion colectiva utilizada en la la teoria de los nuevos
movimientos sociales en “un conjunto de teorías ciegas, que vuelven la práctica
social invisible” (de Sousa-Santos, 2006: 16).
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la quinta lógica propuesta por de Sousa Santos (2010) la lógica productivista, al
ser analizada desde el individualismo metodológico y la teoría elección racional
como principio explicativo –universalizado, transversalizado y naturalizado- del
comportamiento, nos permite señalar la activa producción en lo que respecta a
universos epistémicos que han sido negados e invisibilizados por la modernidad y
que, sostenemos, son el fundamento de “los otros modos de hacer con otros”
(Zibechi, 2015) que no pueden ni deben ser reducidos ni constreñidos al horizonte
de visibilidad que les invisibiliza de la modernidad-colonial.
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residual, como reminiscencias, “estadios anteriores” o evoluciones particulares de
una (post) modernidad que se representa a sí misma como camino único y
finalidad irrevocable. De ahí afirmamos la pertinencia de enunciar y comprender
desde la transmodernidad en el sentido que Dussel (2005) lo propone:
En la búsqueda por comprender eso que se esconde detrás y debajo –por utilizar
la metáfora espacial de Zibechi- del momento insurreccional, no desde la jaula
epistémica que impone la monocultura de la elección racional y esa definición de
acción colectiva, sino desde los diferentes proyectos epistémicos y políticos -que
se hacen visibles en el espacio tiempo de la movilización- y que, de acuerdo con
Zibechi (2006) muestran su interioridad y develan los aspectos ocultos de la
sociabilidad que se basa <<en la organización tradicional de parentesco y
territorialidad>> (p. 17). Recuperamos la propuesta Floriberto Díaz y de Jaime
Martínez Luna quienes, tal como lo afirma Arturo Guerrero (2015) crearon por
separado la perspectiva de la “comunalidad” y retomamos el planteamiento de
Silvia Rivera Cusicanqui (Ecuador to the World 10, nov. 2016) sobre la existencia
de otra episteme, -episteme indígena- comprendida como otra atmósfera cognitiva
que reconoce sujetos en el mundo no humano, en la que existe una relación entre
la mano y el cerebro que emana del sembrar, cosechar y de hacer rituales de la
que emana Otra relación con los alimentos, y en la que la comunidad es un
entorno epistémico de conocimiento en grupo, de procesos de conocer y hacer, de
saber hacer con otros.
En esa dirección, vale la pena señalar brevemente los componentes analíticos del
término de la acción colectiva concebido desde la monocultura racional que, tanto
en la perspectiva interaccionista como en la funcionalista se desarrolla en el marco
del debate entre la visión de la función-disfunción social del comportamiento
colectivo y las ideas acerca de los procesos que tienden a una transformación de
las bases del sistema. Y comprender, en ese contexto, hasta que punto la
monocultura de la teoría de la elección racional determina la reflexión y la
comprensión de la acción colectiva al ser entendida como una respuesta reactiva
ante las crisis y transformaciones sociales y/o ante las normas y valores, en el
marco del pensamiento binario individuo-colectividad. Así, en la teoría de la
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movilización de recursos (Jenkins 1983, Obershall 1987, Tilly 1978) que parte del
análisis de las organizaciones y no de los individuos, tiene como enfoque principal
es el del análisis de la eficacia con la que emplean los recursos de que disponen
para alcanzar sus objetivos. Siguiendo el trabajo de Jiménez Solares (2007)
Si “el discurso es el proceso a través del cual la realidad social llega a ser, si es la
articulación del conocimiento y el poder, de lo visible y lo expresable” (Escobar
2007: 77) entonces no es irrelevante mostrar cómo, en la definición corrientemente
aceptada para analizar la acción colectiva y la organización de los colectivos
humanos como individuos egoístas que calculan los beneficios de su cooperación
– misma premisa de la teoría de juegos y el neoinstitucionalismo- hay una
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producción activa de no existencia de aquellas prácticas de vida común que dan
pie a la existencia de espacios colectivos como espacios de reproducción de la
vida que están creando otras organizaciones u otros “modos de hacer” (Zibechi,
2015: 55-79). Pero no se trata sólo de concebir un esquema de pensamiento que
permita pensar más allá de la monocultura racional sino de avanzar en dirección
de una decolonialidad epistémica que nos permita replantear la forma de entender
y de producir conocimiento y transformar “no sólo los contenidos sino los términos
mismos de la conversación.” (Escobar, 2003, p.13).
De ahí que la propuesta que presenta Maricela Svampa (2008) “Sin ánimo de
ontologización alguna” (p.11) respecto a las movilizaciones que van configurando
movimientos sociales en AL, nos permite avanzar en la dirección que queremos y
necesitamos. En efecto, al mostrar la autora que los movimientos sociales en AL
poseen una dinámica organizacional y confrontacional propia que está basada en
una propia definición la territorialidad -concebida como habitat y comunidad de
vida-; la combinación de la acción directa con la acción institucional en la
confrontación; la democracia asamblearia y una tendencia a la autonomía. Y que
se oponen al discurso ecoeficientista y al modelo de desarrollo monocultural y
destructivo, y la exigencia de desmercantilización de los llamados “bienes
comunes”. (p.p 9-17)
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En esa dirección, la propuesta –exploratoria- que aquí presentamos es simple, en
síntesis se trata de que más que pensar que el movimiento social es el tiempo
espacio de insurgencia que articula de manera espontánea la acción de
individualidades, comprenderlos, siempre siguiendo a Zibechi, como el espacio-
tiempo que hace visibles los espacio-tiempos interiores, que resultan invisibles en
la cotidianidad de la dominación. (2006 p.p 17-18). Que son esos espacio-tiempos
interiores –lo que se esconde detrás y debajo- que se articulan en los elementos
constitutivos de la comunalidad (su inmanencia) y que la comunalidad es mucho
más que un concepto, por lo que hay que entenderlo como un todo vivido en la
espiral que propone Guerrero (2015: 126) “El suelo que se pisa, la organización de
la gente que pisa ese suelo, lo que esta gente hace y lo que logra (es decir, los
pilares: territorio/autoridad/trabajo/fiesta)”.
Y, comprender que ese Nosotros comunal que se recrea –en diversas formas y
desde proyectos político-epistemicos de la transmodernidad- es también un
entorno cognitivo que engloba sujetos no humanos y una relación mano-cerebro
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vinculada a la siembra, la cosecha y los alimentos y los rituales en la inminencia
de lo sagrado. Por lo que constituye, en efecto, otra episteme –otro conocimiento y
otro modo de conocer- y otra ontología. Como lo afirma Martinez Luna: “Somos
comunalidad, lo opuesto a la individualidad, somos territorio comunal, no
propiedad privada; somos compartencia, no competencia; somos politeísmo, no
monoteísmo. Somos intercambio, no negocio; diversidad, no igualdad, aunque a
nombre de la igualdad también se nos oprima. Somos interdependientes, no
libres.” (2009 p. 17)
Pensar, por ejemplo, es toda esa “tipología de las asambleas realmente existentes
que hoy atraviesan los movimientos sociales y las acciones colectivas en América
Latina” (2008 p.15) en las diversas fuentes de construcción de autonomías y los
acuerdos de los otros mundos desde la exterioridad alternativa de la modernidad,
la monocultura del tiempo lineal, y la elección racional.
Hacerlo, nos obliga a dejar la protectora red de la teoría establecida y a ampliar los
márgenes de la disciplina, para avanzar peligrosamente al filo de todos los
espacios posibles sobre una realidad aun no nombrada. ¿Cómo habitar un
espacio así, y -al mismo tiempo- cómo no hacerlo? de las infinitas posiciones
posibles, de todos los territorios… solo uno es habitable: andar como el funámbulo
que nos recuerda Genet, con el riesgo de caer, sobre el alambre. Planteando las
preguntas que presenta claramente Escobar (2015) desde las cuales se originan
las propias bases del pensar: ¿con quién, cómo y desde dónde pensamos? ¿Con
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qué propósitos? ¿Qué significa pensar con otros – […] (Escobar 2015 p. 9) Para
no quedarnos atascados en la torre de marfil del pensamiento crítico que se
imagina como una luz que se lanza desde fuera y en un lugar distante para
iluminar mejor el aquí y el ahora, sino dar ese paso que avanza cuidadosamente
hacia atrás, en el caminar del reconocer-desconocer los parámetros en los que se
sostiene la legitimidad de la disciplina y los “cánones de las ciencias sociales” que
se presentan como referentes para determinar la validez de lo que puede ser o no
considerado como conocimiento.
BIBLIOGRAFÍA:
CANDÓN Mena José 2012 Los Movimientos Sociales ayer y hoy. Una
aproximación teórica Actas II Jornadas sobre Movimientos Sociales, disponible en
https://www.academia.edu/12362641/Los_Movimientos_Sociales_ayer_y_hoy._Un
a_aproximación_teórica
CASTRO-GÓMEZ Santiago (2005) La hybris del punto cero: ciencia, raza e
ilustración en la Nueva Granada (1750-1816) Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Recuperado de
http://www.ceapedi.com.ar/imagenes/biblioteca/libros/157.pdf
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(2009) Filosofía de la liberación http://www.olimon.org/uan/filosofos-
dussel.pdf revisado en marzo 2016
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MARTINEZ Luna Jaime (2009) Eso que llaman comunalidad. Colección diálogos,
Pueblos originarios de Oaxaca, Conaculta, México.
ZIBECHI, Raul (2006) Dispersar el poder - la ed. - Buenos Aires: Tinta Limón 208
p. ; 20x14 cm. (Pensar en movimiento; 3) ISBN 9S7-71GR9·C,-2
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