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Más cerca de Jesús, preparados para prevenir y restaurar / Viviana Barrón de Olivares ...
[et.al.]; compilado por Viviana Barrón de Olivares; edición literaria a cargo de Estefanía
Papakiriacopulos; ilustrado por Joel Boyajian. ­- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Confeba, 2015.
48 p.: il. ; 22x15 cm. ­(Preparados para prevenir y restaurar / Viviana Barrón de Olivares; 1)
ISBN: 978-987-45816-0-0
1. Educación Cristiana. I. Barrón de Olivares, Viviana II. Barrón de Olivares, Viviana,comp.
III.Papakiriacopulos, Estefanía, ed. lit. IV. Boyajian, Joel, ilus.
CDD 268.4

Fecha de catalogación: 20/03/2015

Más cerca de Jesús, preparados para prevenir y restaurar

Autores: Miriam Barrón de Figueroa, Betty Kargus de Benigno, Jorge y Viviana Olivares, Carina
Videla.
Compiladora: Viviana Barrón.
Pre edición: Estefanía Papakiriacópulos.
Dibujos: Joel Boyajian.
Diseño gráfico: Soledad Mancuello.

© 2015 Red Nacional de Maestros de la Biblia. Confederación Evangélica Bautista

Impreso por Grancharoff Impresiones, Tel 4684-1551


www.grancharoff.com.

Redacción: Virrey Liniers 42, entrepiso. (1174) Buenos Aires.


Tel. 4864-2711.
Correo electrónico: maestrosdelabiblia@confeba.org.ar
www.confeba.org.ar

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Índice

Introducción:
El desafío de prevenir y restaurar (5)

Capítulo 1:
Fortaleciendo la identidad ( 11 )
− Por Jorge y Viviana Olivares
Capítulo 2:
Niños emocionalmente sanos ( 21 )
− Por Carina Videla
Capítulo 3:
Maestros sanos, maestros sanadores ( 31 )
− Por Betty Kargus de Benigno
Capítulo 4:
Nuevas generaciones, nuevas estrategias ( 41 )
− Por Miriam Barrón de Figueroa

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(5)

Introducción

El desafío de prevenir y restaurar


Ser maestros de niños y niñas hoy en día es una tarea muy compleja. Por
un lado, es muy gratificante y nos da la bendición de sembrar en otros. Pero
formar a otros también es un trabajo muy cansador y que trae mucha carga.
Es un trabajo duro, arduo, que requiere que uno “ponga mucho el cuerpo”.
No se puede hacer desde lejos: hay que estar ahí.
En algún sentido es como un trabajo de hormiga, ¡pero de hormiga muy
trabajadora! Los resultados se ven con el tiempo. Requiere mucha constan-
cia. Demanda mucho emocionalmente de nosotros, porque estamos ahí
frente a situaciones duras, dolorosas o crueles.
Tanto si alguien es maestro de escuela formal o de escuela bíblica o líder
de un grupo de niños en una iglesia, la situación de encontrarse con los
niños y niñas es una situación que nos demanda mucho, porque probable-
mente hay muchas cosas que pasan, que nos enojan, que nos ponen mal,
que nos angustian, que nos preocupan.
¡Ser maestras y maestros demanda mucho de nosotros!
En mi tarea con diferentes grupos de maestros, he notado que muchas
veces sienten que no pueden hacer casi nada: tienen mucha impotencia. Eso
surge por lo complejo de las situaciones con las que trabajamos.
Pero también hace difícil nuestra tarea la particularidad de lo que enseña-
mos. Se espera de quienes trabajan en el ámbito de la iglesia que tengamos
una coherencia mayor de la que se espera del docente de matemáticas o
de filosofía que no profesan ninguna fe. Es más cansador porque vos estás
enseñando la historia de “El buen samaritano”, y te vienen a pedir ayuda, ¿y
qué vas a hacer? ¿Vas a parar, a interrumpir para dar la ayuda, o vas a dar
bien la clase sin importar lo que el otro necesite?
Una universidad hizo este estudio: juntaron a un montón de estudiantes de
Teología y les pidieron que prepararan un sermón sobre el buen samaritano.
La mitad de la clase tenía que esperar en un edificio y caminar hacia el otro
edificio a hacer la presentación. En el trayecto, sin que ellos supieran que
era del equipo, uno se tiró al suelo como si estuviera herido para ver qué ha-
cían. Querían ver qué pasaba con la gente religiosa que va a enseñar sobre
la parábola del buen samaritano cuando se encuentra con un tipo tirado en
la calle. Algunos estaban tan nerviosos y ansiosos por la presentación aca-
démica que tenían que hacer que siguieron de largo. Hubo otros que hicie-
ron el esfuerzo, pero lamentablemente el porcentaje de los que se pusieron

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atrás fue mínimo. ¡Cuántas veces nos pasa! ¡Qué estrés es ser coherentes
cuando vamos a enseñar la Palabra de Dios!
Si vas a enseñar sobre la oración, el estudio bíblico, la evangelización,
milagros de Jesús o el tema que sea, se espera que, como buen docente,
estés a la altura de lo que vas a enseñar. Buena parte del estrés viene del
propio ministerio que realizamos.
Tendríamos que estar listos para no generar más heridas en las personas,
y eso no es relajante.
Creemos que ¡hay mucho que hacemos y más que podemos hacer!
Porque gracias a Dios, no dependemos de nosotros. Dependemos de la
obra del Espíritu Santo que nos dirige, nos guía, nos capacita. Con eso y
nuestra disposición, el Señor nos permite prevenir y restaurar: sanar he-
ridos.
Sin embargo, en algún sentido, pensar nuestro rol como maestros y
maestras con esta perspectiva implica dejar de lado las viejas herramientas
de la pedagogía clásica para dar una clase ordenada y prolija.
Sucede todavía hoy, sobre todo en la enseñanza bíblica, que ponemos
el peso en hacer una clase para la sociedad de hace 60
años atrás: todos los niños y niñas sentaditos, calladitos,
prestando atención, escuchando la historia, completando
> Porque gracias a la hojita, prolijos… ¡Los chicos de hoy en día no son así!
Dios, no dependemos
de nosotros. Depen-
Vemos a muchos maestros “desangrarse”, tratando de
demos de la obra del convertir a los chicos del siglo XXI en chicos de principios
Espíritu Santo que del siglo XX, y no se puede. ¡Vivimos en otro tiempo!
nos dirige, nos guía,
nos capacita. Creemos que hoy por hoy no tiene que importar tanto si
los alumnitos se portan bien en la clase. El foco para una
buena clase no es la conducta prolija —aunque tampoco
irnos al extremo de que sea un caos tal donde todos sal-
gan lastimados—.
Al momento de evaluar, los indicadores de evaluación que se usaban
tiempo atrás ya no nos sirven, son para otra época: que el chico esté sen-
tado y callado no quiere decir que esté aprendiendo; que haya silencio no
quiere decir que los chicos estén disfrutando lo que están haciendo; que
repitan de memoria no quiere decir que lo sepan o lo entiendan.
Hay otras cosas que se pueden tener en cuenta para ver que se está
haciendo una buena tarea como docente. Nuestro rol como docentes tras-
ciende mucho la típica tarea de ser buenos relatores de historias bíblicas.
Obviamente hay que saber hacerlo, pero ser un buen maestro es mucho
más que eso.
A través de este libro, queremos aportarte algunas otras herramientas

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Introducción ( 7 )

que los autores hemos ido aprendiendo con la práctica y la experiencia, que
permiten que el impacto de lo que hacemos sea mucho más a largo plazo, y
que también podamos frustrarnos menos.
Podemos tener un ojo puesto en el proceso que Dios
quiere hacer en la vida de nuestros alumnos, los chicos o
los jovencitos, sin estar solamente midiendo qué tan bien
se portan. *Estamos hablando
de trabajar en el
Como marco, es un cambio de modelo de enseñanza y cuidado pastoral
aprendizaje que lleva un proceso profundo de aprehensión de los niños,
que uno, que es un bicho de costumbre, tiene que hacer. adolescentes y
En general repetimos lo que hicieron con nosotros. adultos que Dios
pone a nuestro
Estamos hablando de trabajar en el cuidado pastoral de cuidado.
los niños, adolescentes y adultos que Dios pone a nuestro
cuidado.
Conociendo que lo que hacemos es desafiante, te ani-
mamos a crecer, a desafiarte, a buscar nuevas herramientas o tal vez recor-
dar algunas que conocés bien y no estás usando.
Nuestra oración es que el recorrido por las páginas de este libro pueda
llenarte de entusiasmo, expectativa de lo que Dios quiere hacer y de ideas
creativas para prevenir y restaurar. ¡A prepararse!

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( 11 )

CAPÍTULO 1
FORTALECIENDO por Jorge y
LA IDENTIDAD Viviana Olivares

1. Construyendo personas asertivas


La asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin
dejarse manipular y sin manipular a los demás. Es la capacidad de poner
límites a los demás y poder defenderse.
Si alguien quiere sobrepasar nuestros límites personales, ser asertivo es
defenderse sin agredir. Significa ser capaz de decir que algo no está bien,
que no estamos de acuerdo con que nos hagan algo, o no es justo, sin lasti-
mar a la otra persona.
Ser asertivo es, a veces, poder decir lo que uno piensa.
La falta de asertividad implica la incapacidad de decir que “no” frente a
algo que nos lastima o nos duele o simplemente nos incomoda.
Todos necesitamos desarrollar la asertividad o mejorarla, y más aún
cuando hemos sido heridos. Enseñar sobre ser asertivo es estratégico para
la prevención de abusos en la niñez. Un aspecto muy importante para la
prevención del abuso es que el niño pueda decir que no, que pueda ponerle
límites al mundo adulto.
Obviamente la prevención no depende sólo del niño: hay que cuidarlo del
entorno, porque de otra manera podría parecer que la culpa es de los niños.
Tiene que haber un entorno que contenga y acompañe. Sin embargo, es
muy importante que los niños y adolescentes sean capaces de decir que no.
En los adolescentes, la asertividad es fundamental en las
relaciones de noviazgo. Hay muchísimos noviazgos violen-
tos que después se traducen en matrimonios con violencia
conyugal, y muchas veces, una de las raíces del problema
es que la persona que sufre la victimización, en su mayoría *Todos necesitamos
las mujeres pero también los varones, no son asertivos: desarrollar la
no ponen límite a la agresión del otro, la toleran. Todo lo asertividad o
mejorarla, y más
opuesto a ser asertivos. aún cuando hemos
En la pastoral de adolescentes no suele trabajarse el sido heridos.
tema de la asertividad, no se tiene presente, no se enseña.
Es muy importante para evitar situaciones de victimiza-
ción en el presente y en el futuro también.

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En general se nos enseñaba que había que hacer caso a todos los adultos.
Pero ¿cuál es el mensaje que recibe el niño? ¿Hay que hacer caso a todos
los adultos sólo por ser adultos? No les estamos dando una herramienta de
asertividad.
¿Cómo les enseñamos entonces a ser obedientes? Una cosa es enseñar la
obediencia y otra enseñar a defenderse.
Es necesario enseñar desde chicos que puedan expresar lo que sienten, lo
que piensan, que puedan decir que no, aunque nos moleste. Es un desafío
necesario. Enseñar a un hijo a ser asertivo es arriesgarte a que te cuestione,
que te pregunte por qué. Hay un hilo muy finito entre enseñar asertividad y
no ocupar el rol de autoridad que uno tiene. Hay que tener cuidado, porque
vemos padres abandónicos con sus hijos adolescentes, que hacen lo que
quieren, deciden todo, sin ningún límite. O niños que son jefes del hogar, y
no los padres; ellos deciden cosas que no pueden decidir. Ningún extremo
es útil: ni “me haces caso y te callas porque soy el adulto sin que puedas
cuestionar nada de nada”, ni “hacé lo que quieras porque no estoy dispuesto
a cuidarte”.

2. Cómo enseñar asertividad


La base para ser asertivo está en la manera de pensar las situaciones que
vivimos.
Para enseñar asertividad hay que revisar lo que uno cree y lo que pien-
sa, y enseñar a la persona a registrar su propio razonamiento e ideas: ser
capaces de poner en palabras lo que están pensando, cómo entienden la
situación. Esto también se conoce como “inteligencia emocional”.
Hay que ayudar a las personas a ser capaces de poner en palabras lo que
sienten. Muchas veces a los niños, niñas y adolescentes no se les da ese
espacio para hablar acerca de cómo se sienten o qué están pensando.
El desarrollo de un niño o una niña es como el discipulado: cuando empe-
zamos con un nuevo creyente tenemos que darle de comer
en la boca, pero la intención es formar un discípulo de Je-
sucristo que esté a la par nuestra.
Cuando estamos enseñando para la libertad pensamos
> Desarrollar la que el proceso final de esa persona va a ser un nivel de
asertividad es im-
madurez en el que se va a poder relacionar con Dios y con
portantísimo para
los demás. No deberíamos formar personas que digan “sí”
poder decir que
y “amén” a todo lo que dice cierto líder o pastor. Nuestra
no y para poder
tarea es formar personas que piensen, que se relacionen
decir que sí.
con Dios, que escuchen a Dios, responsables ante Dios,
sanas en sus relaciones.
La asertividad es un componente que ayuda a las per-

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Capítulo 1 / Fortaleciendo la identidad ( 13 )

sonas en ese proceso de maduración. Desarrollar la asertividad es impor-


tantísimo para poder decir que no y para poder decir que sí.

Algunas ideas que pueden ser útiles para enseñar:


→ Proceso de reestructuración cognitiva
Requiere que la persona tome conciencia de la importancia que tienen sus
creencias y que identifique sus propios pensamientos.
Se trata de volver a aprender cómo pensar las cosas y cómo entender
el mundo, porque uno no le pone límites a los demás cuando tiene algunas
“ideas irracionales”, como se las llama en los marcos teóricos. Son ideas
irracionales porque no tienen lógica, pero la persona las cree y eso funda-
menta su incapacidad de poner límites.
En Romanos 12.2 dice “que cambie la manera de pensar para que cam-
bie la manera de vivir”. La persona que es víctima o que ha sido herida en
alguna etapa de su vida y ha seguido herida en su manera de pensar, nece-
sita volver a aprender a pensar, volver a entender qué está bien y qué está
mal, qué es lo correcto y qué es lo incorrecto. Si crecimos en determinado
ámbito que nos victimizó, aprendimos como buenas cosas que son malas,
y después es difícil decir “esto está mal”. Llegamos al punto de decir “esto
está mal”, pero no sabemos qué hacer. La reestructuración cognitiva es otra
manera de referirse a sanar la manera de pensar.

Veamos como ejemplo dos ideas irracionales:


# Idea Irracional 1: “Es necesario obtener la apro-
bación y el cariño de todas las personas relevantes
para mí.”
Esta afirmación es imposible por varias razones. ¿Por qué alguien nos
ama o no nos ama? Es un misterio; no hay nada que yo pueda hacer para
ganar el amor de la otra persona, porque el amor es una decisión del otro,
no depende de mí. Puedo ser buenísimo, pero si no quieren amarme, no me
van a amar, por más que me porte bien.
Muchas personas se dejan victimizar por otros para que las amen. Allí
está la irracionalidad de querer el amor de todas las personas importantes:
con tal que me ame, que haga lo que quiera conmigo. Lo piensan los niños
y los adultos.
Si le digo que no a tal persona, no me va a querer más, no me va a apro-
bar y no me va a tener en cuenta, entonces le digo que sí. La idea que está
atrás es la idea irracional de que es necesario que los demás me aprueben
todo, y eso hace que yo sea incapaz de poner límites. Esa idea no está bien.
¿Quién es necesario que te apruebe? Dios. Y Dios ya nos ama, así que no
tenemos que hacer nada para ganar su amor.

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No es que hacemos un llamado a la rebeldía. Estamos pensando en tér-


minos de madurez: somos personas tan maduras que podemos oír a Dios,
saber lo que es la voluntad de Dios y cómo agradarlo.
Es muy importante que enseñemos asertividad en el marco de la libertad,
no como excusa para la rebeldía o para portarnos mal, pero tampoco para
que nos hagan hacer cosas que no son la voluntad de Dios.
Tenemos que aprender a hacer la voluntad de Dios, y también aceptar el
hecho de que es imposible que todos nos aprueben y que todos nos quie-
ran. Por más que nos esforcemos, no va a suceder, sobre todo con la gente
que nos quiere dañar, que nos va a seguir haciendo mal aunque hagamos
todo bien, con la excusa de que no somos lo suficientemente buenos. Esas
personas van a seguir haciendo daño para que los obedezcas. Esto también
sucede mucho con los niños y adolescentes: para que los padres los quieran
hacen cosas para darles el gusto, en un mal sentido que no tiene que ver
con ser cariñoso y saberse amado por sus padres, sino por querer comprar
el amor de sus padres.
Enseñar asertividad también es enseñar a escuchar a Dios y obedecerlo
siempre. La mejor asertividad que podemos tener allí es decirle sí y amén
a todo lo que Dios nos pida, y porque Dios lo pide, no para quedar bien con
alguien. Cuando hacemos las cosas para quedar bien con alguien, funciona
esta idea que nos lleva a ser menos asertivos.
# Idea Irracional 2: “Hay que ser totalmente com-
petente en todo lo que se emprenda y no permitirse
el más mínimo error” (perfeccionismo)
En nuestro idioma evangélico quiere decir ser excelentes, perfectos, exi-
tosos. ¿Entonces hay que ser mediocre? ¿Por qué es esta una idea irracio-
nal?
Porque es imposible hacer todo perfecto, errores siempre vamos a tener.
Si tenemos la presión interna de que nada nos puede salir mal, nos volve-
mos personas incapaces de poner límites. Para que todo esté perfecto hay
que trabajar las 24 horas antes de un evento, sin poder dormir.
¿No dijo Jesús en Mateo 5.48: “Sean perfectos, como vuestro Padre ce-
lestial es perfecto”? En términos bíblicos, perfecto es que cumpla el pro-
pósito para el cual fue diseñado. Buscar la excelencia y buscar hacer algo
perfecto implica que hicimos nuestro mejor esfuerzo, para obtener el mejor
resultado que podamos tener, lo que no significa que no vamos a tener
errores. Perfeccionismo es querer tener todo bajo control, que no se nos
escape ningún detalle para que nadie pueda decirnos que algo está mal. En
el fondo, el perfeccionismo es el temor a que descubran que somos huma-
nos y nos equivocamos.
Necesitamos elegir pensamientos alternativos a estos irracionales. Por
ejemplo, si el pensamiento irracional es “necesito, y es indispensable, que

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Capítulo 1 / Fortaleciendo la identidad ( 15 )

todos me aprueben y me amen”, el pensamiento alternativo sería “necesito


que me amen, pero es imposible que me amen todos y me aprueben; mi
vida vale más que la aprobación de los demás, y la aproba-
ción que vale es la de Dios”. Si sé que soy profundamente
amado por Dios, eso me da libertad para relacionarme
con sanidad con las demás personas. La base de aproba-
ción ya la tengo, y no necesito andar buscando migajas de * Buscar la excelencia
amor en la gente que me rodea. y buscar hacer
pe algo
rfecto im plica
hicimos nuestr que
Esto es muy fuerte en la adolescencia; muchas veces,
esfuerzo, parao mejor
para ser aprobados por sus compañeros, los chicos ne- el mejor resu obtener
gocian y aceptan muchas cosas. Hay que enseñarles podamos teneltado que
entonces cuál es la importancia o el lugar que tiene la no sig nif ica qur, lo que
vamos a tene e no
aprobación de los demás. Hay que enseñar a expresar r errores.
los pensamientos, tener un registro de lo que pensa-
mos, para pensar pensamientos alternativos a los irra-
cionales y aplicarlos a la vida. La sanidad pasa por ser capaces
de poder pensar de otro modo y de darse cuenta lo que no está bien.
Hay personas que sufren años de victimización en un trabajo, en un ma-
trimonio, en una congregación, hasta que un día dicen “¿por qué estoy su-
friendo esto?, ¿cuál es el beneficio que hay para mí, para el Reino?, ¿quién
se beneficia con esta situación?”
Posiblemente no se beneficie nadie más que el abusador, que tiene un dis-
frute en esa situación. Es necesario entonces que Dios revierta esos modos
de pensar de realidad para que podamos poner límites. Tenemos que desa-
rrollar espacios para que la persona pueda aprender a expresar lo que sien-
te. No hay que “obligar” al otro. Hay que darle al otro el espacio para que
decida lo que quiere. Podemos tener esa actitud, o decidir todo nosotros. Si
concentramos las decisiones, el otro no puede desarrollar la capacidad de
decidir o saber lo que quiere.
La asertividad es algo que tenemos que acompañar en el trabajo pastoral
que hacemos en el equipo, y fuera de ese tiempo, ayudar a las personas
a que expresen lo que quieren. Si después lo que queda no es bueno para
el grupo, tendremos que explicar por qué, pero no anular la posibilidad de
expresarse.

Tipos de respuesta asertiva


Hay cinco tipos de respuestas asertivas:
I. Asertividad positiva: Es la posibilidad de decir lo bueno de
los demás y de reconocer lo bueno de otros. Es una respuesta que no se es-
timula mucho, porque en nuestra cultura se cree que el “piola” es el cínico, el
que se burla, el que encuentra el defecto en los demás. Eso es una herida de
la cultura, porque en realidad lo más sano es poder reconocer lo bueno que

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hay en los demás también. La expresión adecuada de lo bueno y lo valioso


de las otras personas habla de la propia asertividad: estoy tan bien conmigo
mismo y con la aprobación que Dios me da, que no pierdo nada elogiando
al otro. Estoy seguro de quién soy, y si puedo reconocer algo bueno en el
otro, no cambio, sino que crezco.
II. Respuesta asertiva elemental: Decir lo que nos gusta,
lo que nos corresponde, lo que queremos, y poder expresarlo. Se trata de
comunicar nuestros propios intereses y derechos.
III. Asertividad empática: Se trata de una situación de diálogo
en la que logramos ponernos de acuerdo con otro, siendo capaces de reco-
nocer lo que el otro quiere, y plantear entonces lo que nosotros queremos.
La base es también reconocer los deseos del otro, registrar lo que quiere, y
a partir de ahí compartir.
IV. Respuesta asertiva ascendente: Elevación gradual de
la firmeza de la respuesta asertiva. Más que una forma de respuesta es una
pauta de comportamiento. Es la capacidad de ir creciendo en nuestra aser-
tividad de manera que se vuelva una pauta que nos salga “naturalmente”.
Lo asertivo es poner límites, y la asertividad se aprende al ir creciendo en
nuestra capacidad de poner límites, llegar a un punto de ser capaz de poner
límites sin dañar al otro.
Como maestros de niños, a veces no somos asertivos y dejamos que se
abusen de nosotros. Tenemos que aprender a poner límites a los niños sin
hacer un escándalo. Hay que ser capaces de tener control de la situación. La
asertividad tiene que ver con un proceso de equilibrio. Si para que los chicos
me quieran, tengo que dejar que hagan lo que quieran, no estoy siendo un
buen maestro, porque yo estoy para enseñarles. Los chicos nos quieren si
sabemos guiarlos con autoridad.
V. Asertividad subjetiva: Descripción, sin condenar, del com-
portamiento del otro, construcción de los propios sentimientos y expresión
de lo que se quiere del otro, poder describir lo que el otro está haciendo
pero sin acusar. Ser capaces de describir lo que está haciendo y lo que uno
tiene que hacer: “yo espero esto de vos, espero que te calmes y después
hablemos”.
La asertividad es un componente clave en la restaura-
ción de personas heridas. Cuando se sufre algún tipo de
violencia o se crece en un contexto adverso, muchas veces
> Cuando se su- no se sabe ser asertivo. Puede ser el que tolera todo, o el
fre algún tipo de que grita por nada; ninguno de los dos está siendo aser-
violencia o se crece tivo. Hay personas que, por las circunstancias en las que
en un contexto crecieron, aprendieron a estar a la defensiva, y ser más
adverso, muchas
veces no se sabe rápidas para obtener una ventaja antes que el otro gane.
ser asertivo. Hay que enseñar a ser asertivos de una manera sana, y
no ser personas que abusan de los demás. Tenemos que

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Capítulo 1 / Fortaleciendo la identidad ( 17 )

ayudar a la gente, y eso es un proceso.

3. El desafío de trabajar en un proceso


“El que era ladrón deje de robar y trabaje ha-
ciendo algo provechoso con sus manos así podrá
compartir con el que no tiene nada.” Efesios 4.28 PDT.
Efesios 4:28 resulta claro para explicar lo que es el proceso de sanidad.
¿Cuáles son las etapas en este versículo?
Primera etapa: un ladrón. Segunda etapa: que deje de robar. Tercera eta-
pa: que trabaje haciendo algo provechoso. Última etapa: para compartir.
Una persona que está herida, o en pecado, roba. Pablo dice que deje de
robar. Muchas veces, en nuestros procesos de evangelización y discipula-
do, queremos que el que pecaba, deje de pecar, y allí termina todo. Pero el
desafío es que la persona que estaba muy herida, o que no estaba tan sana,
pase a estar en cero, y después se involucre un poco más (“trabaje con sus
manos”), que haga algo. En este caso, por ejemplo, el que robaba obtenía
las cosas de un modo ilegal; ahora, que las obtenga de un modo legal. Pablo
dice que vaya al otro extremo: si antes robaba, que ahora le dé a la gente,
que trabaje para poder compartir con el que no tiene nada. El proceso de
restauración es poder pasar de no tener nada a llegar a tener para compartir
al que no tiene nada y evitar que caiga en el robo.
Tenemos que ver el proceso de sanar corazones heridos como un proceso
amplio. No somos sólo la persona que da la clase de escuela bíblica, o tiene
el grupito de discipulado de célula y está enseñando el material que le dieron
en la iglesia. Es más; es ayudar a la persona, como pastores, desde la ense-
ñanza, a hacer un proceso de sanidad, y en ese proceso, que está a cargo
del Espíritu Santo, a nosotros nos va a tocar un poquito.
En principio lo necesario es darse cuenta qué está bien y qué está mal.
Ya sea que el niño o el adolescente estén haciendo algo mal, como que sus
padres, o adultos responsables de su cuidado estén haciendo algo malo.
Que puedan saber lo que está bien y lo que está mal en los vínculos, lo que
es pecado. Saber la verdad de la situación.
Luego, habrá que sanar las heridas que produce la situación. Sanar la au-
toestima, acompañar para que pueda salir de esa situación reconociendo su
valor personal. Aprenderá a perdonar a los que lo han herido, para no caer
en la venganza. Cuando renuncia a vengarse de la situación de sufrimiento
que ha tenido, evita que haya amargura.
A partir de esa sanidad la persona puede proyectarse hacia el futuro y ser
capaz de bendecir a otros.
La meta es que vaya al otro extremo de haber sufrido heridas en su co-

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( 18 ) Preparados para prevenir y restaurar

razón: ser capaz de sanar y bendecir a otras personas. Es un proceso que


involucra actividades de discipulado que atraviesan la vida de una persona.
No es la meta para el proyecto anual de la escuela bíblica; es una meta a
largo plazo. La actividad de los maestros es cansadora, pero lo interesante
es tener en mente un proceso de largo plazo que Dios quiere hacer con las
personas. Entender que lo que yo puedo aportar quizá no resuelve todo,
pero es un aporte en ese proceso que Dios quiere hacer a largo plazo.
Uno de los problemas de la escuela es que todo se
piensa de marzo a diciembre, y en diciembre se acabó
el mundo. En realidad, en los procesos de discipulado las
cosas se logran con muchos “diciembres”. Si uno entien-
> La actividad desa-
los
de que su inversión está en un proceso más a largo pla-
maestros es can
dora, pero lo inte- zo, eso también nos ayuda a manejar las pequeñas frus-
resante es tener en traciones que vamos teniendo, porque inevitablemente
mente un proceso hay cosas que no salen como esperamos: los chicos se
de largo plazo que portaron peor de lo que esperábamos, llovió cuando te-
Dios quiere hacer
con las personas. níamos una actividad al aire libre, faltó un maestro y no
nos avisó; esas cosas siempre pasan.
Si podemos tener nuestra mirada puesta en el proceso
de Dios en el largo plazo con las personas, eso nos ayuda a poner en pers-
pectiva esta “tragedia” de hoy. Esto nos ayuda a tener una visión de Reino:
no se trata sólo de lo que hacemos en nuestra clase, sino del proceso de
Dios con esa persona y a dónde la quiere ir llevando. Al tener esta mirada
podemos plantearnos ciertos sacrificios porque valen la pena; eso tiene que
ver con la asertividad.
Si entiendes que Dios te reclutó para que trabajaras en un proceso de
largo plazo, hay cosas que vas a hacer con la mente en el objetivo al que
estás yendo. Si tenemos en vista el proceso, podemos hacer un montón de
sacrificios, pero sabiendo que valen la pena. Si entendemos el ministerio
en términos de procesos de sanidad vamos a poder ayudar a cada chico,
joven y adulto, a desarrollarse en el próximo nivel. Quizás vamos a tolerar
algo porque está desarrollando un aspecto de la asertividad que el otro no
necesita.
Hebreos 12.2 dice que Jesús, por el gozo puesto delante de él, soportó la
cruz. Es difícil soportar el trabajo con la gente, en cualquier nivel, si Dios no
nos muestra hacia dónde estamos yendo, porque la gente desgasta, frustra,
sobrecarga. Hay que preguntarle al Señor: “¿Cuál es el gozo puesto delante
de mí para ese ministerio en el que estoy ocupado?” ¿Hacia dónde quiere
llevarte Dios? ¿Qué es lo que Dios quiere hacer con esas personas que puso
a tu cuidado, ya sea un grupo, una iglesia, una clase, un grado, una escuela?
¿Qué es lo que Dios quiere hacer con ellos? Tener eso en mente es poder
también tener en el corazón las herramientas para enfrentar los desafíos
cotidianos que se nos van presentando. El gozo delante de Jesús no era la

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Capítulo 1 / Fortaleciendo la identidad ( 19 )

cruz, sino lo que venía después de la cruz. No hay victoria


sin batalla, y no hay gloria sin cruz. Lo importante es no
enfocarse ahora en todo el sufrimiento, sino en lo que vie-
ne después. Pensando en eso es que podemos soportar *Si tenemos en
el dolor de ahora, pensando en la victoria de la resurrec- vista el proceso,
podemos hacer
ción, en la eternidad y que el Señor pasó por la cruz no un montón de
por la cruz en sí misma. sacrif icios, pero
sabiendo que valen
¡Que Dios ponga tu mirada en el largo plazo la pena.
mientras transitas el día a día de tu ministerio!

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( 23 )

CAPÍTULO 2
Niños emocionalmente por Carina
SANOS Videla

1. El mundo de las emociones


Las emociones, aun las “negativas”, nos ayudan a relacionarnos. Por ellas
podemos adaptarnos al mundo que nos rodea y a las situaciones que tene-
mos que vivir.
Aprender a manejar nuestras emociones para que no nos controlen es un
desafío muy grande. Y enseñar a controlar las emociones es clave.

“Es la mente la que crea el mundo que nos rodea


y aun cuando nos encontramos juntos, parados en
la misma pradera, mis ojos nunca verán lo que
los tuyos contemplan y mi corazón nunca se agi-
tará con las emociones que conmueven al tuyo”.
George Gissing (novelista inglés).

La importancia de las emociones


En este tiempo es muy común escuchar frases como “lo
importante es sentirte siempre bien. No importa lo que *Aprender a
piensen los demás o a quién perjudiques, mientras vos te manejar nuestras
sientas bien”. emociones para que
no nos controlen
Nada más erróneo y egoísta que pensar de esta mane- es un desafío muy
ra. Ponernos en primer lugar en ese extremo está fuera grande. Y enseñar
a controlar las
del propósito de Dios, que nos invita a amar a nuestro emociones es clave.
prójimo como a nosotros mismos.
Si solamente queremos sentirnos bien podemos caer
en el error de tratar de evitar emociones “negativas” o darles rienda suelta
de diferentes maneras. A veces se niegan las emociones negativas y se
busca anestesiar el dolor con alcohol, drogas o medicamentos. Otras veces
se trata de evitar enfrentar la realidad y se evade a través de cualquier tipo
de adicción: comida, deporte, trabajo, compras, sexo, etc. En algunos casos
se buscan actividades peligrosas que nos provoquen fuertes descargas de
adrenalina o simplemente nos lastimen.
No hay emociones malas o buenas, sino negativas o positivas, adecuadas
o inadecuadas según el momento, el lugar y la manera en que nos afectan.
Por ejemplo, el miedo, ante una situación que pone en peligro nuestra

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( 24 ) Preparados para prevenir y restaurar

vida, nos permite protegernos. En ese momento es positivo. El miedo a la


crítica de los demás nos impide hacer muchas cosas y nos desgasta cons-
tantemente, por lo que en esas situaciones es negativo.
Parte de nuestra tarea como maestros y maestras es ayudar a los niños a
desarrollar su capacidad de ser emocionalmente sanos.
El poder de las emociones
Como maestros tenemos la obligación de poder conocer sobre este tema,
en primer lugar para tratar con nuestras emociones, y en segundo lugar
para poder ministrar, ayudar a nuestros niños y orientar a los padres que
muchas veces se sienten frustrados.
Las emociones o sentimientos son muy importantes en nuestra vida:
• Reflejan lo que sentimos internamente: bronca, frus-
tración, miedos.
En el aula había una niña muy tímida, pero muy efusiva. Gritaba, no se que-
daba sentada, siempre llamaba la atención.
Cuando terminé de dar un taller sobre las emociones, me dijo:
— Seño, ¿te puedo contar algo? Mi papá está por morirse. Tengo miedo
de quedarme sola, y tengo bronca porque me voy a quedar con mi mamá,
y ella no me trata bien.
Esta niña sentía bronca y tristeza al mismo tiempo y no sabía cómo ma-
nejar la situación. Cuando le comenté que yo también tenía a mi papá grave,
me dijo:
—No se te nota triste; siempre tienes una sonrisa.
Hablamos un rato. Le ayudé a pensar que nos hace bien hablar de lo que
sentimos. Tenemos que hablar, de lo contrario, los demás no pueden enten-
dernos por más que gritemos y queramos llamar la atención. Si tenemos
bronca, no nos lastimemos, hablemos con alguien, pidamos ayuda.
• Nos permiten darnos cuenta de nuestros pensa-
mientos y actitudes, y nos ayudan a cambiarlos
cuando es necesario.
Cuando expresamos nuestras emociones, es posible descubrir lo que pen-
samos sobre nosotros mismos. Nuestra manera de pensar marca cómo
vamos a actuar ante los demás.
El año anterior, un niño presentó rabietas con gran ira. Incluso una vez su
mamá vino a buscarlo y lo abrazó por la espalda para poder sacarlo. Los
compañeros se quedaron con miedo y no querían juntarse con él al año
siguiente. Cuando había trabajos en grupo, él no quería participar porque
decía que no lo querían. Los chicos señalaban que él no quería juntarse con
ellos, que él se discriminaba. Entonces le pedí al grupo que le dijeran que

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Capítulo 2 / Niños emocionalmente sanos ( 25 )

lo necesitaban para hacer los dibujos, porque dibujaba muy bien. Él aceptó
e hizo grandes aportes al trabajo. Cuando terminaron estaban todos felices
por lo que habían logrado. Aprendimos a no poner rótulos, aceptarnos y
darnos la oportunidad de que nos conozcan con nuestras virtudes y nues-
tras falencias.
Aun cuando tengamos un momento de estallido de emociones negativas,
podemos sobreponernos y construir una sana relación con los demás.
• Facilitan nuestra interacción con otros
Por ejemplo, el enojo nos indica que algo nos está molestando y nos motiva
a solucionarlo, por eso es que tenemos que verbalizarlo.
El miedo nos sirve para reconocer que nos enfrentamos a una situación
que puede ser peligrosa y nos ayuda a protegernos.
La tristeza nos señala que estamos frente a un hecho doloroso y nos im-
pulsa a una reorganización.
La alegría destaca circunstancias placenteras y benéficas y nos estimula
a buscar otras similares.
Expresar abierta y adecuadamente nuestras emociones nos ayuda a rela-
cionarnos mejor, porque facilita una mayor intimidad con los otros. Ayuda a
que otras personas nos conozcan mejor y puedan entendernos con mayor
facilidad. Además contribuye a que los demás sepan qué actitud tomar fren-
te a nosotros en momentos en los que nos sentimos mal.
Cuando no expresamos nuestras emociones, las personas tienden a supo-
ner o adivinar lo que nos sucede y esto puede generar conflictos.
Una vez, durante una charla sobre las emociones, hice
una pregunta: “¿qué nos hace sentir tristes en casa y en
la escuela?” Casi todos coincidieron que en casa se sen-
tían tristes por la separación de los padres, cuando había
discusión entre la familia, por la muerte de una persona o
* Cuando no
expresamos nues-
mascota, cuando uno de los padres se iba de la casa y no tras emociones, las
sabían nada de él o ella. En la escuela, cuando los dejaban personas tienden a
de lado, los insultaban, no los aceptaban como eran, los suponer o adivinar
molestaban. lo que nos sucede y
esto puede generar
Aprendimos que tenemos que comunicar lo que senti- conf lictos.
mos, pedir perdón y saber qué le molesta al otro para no
hacerlo, y hacerle sentir al otro que lo que piensa no es lo
que nosotros pensamos de él. Por ejemplo, un niño dijo
que lo ponía triste que no lo aceptaran como era en un grupo. Un compa-
ñero le contestó:
— Nosotros te aceptamos como sos, pero vos no querés estar con noso-
tros cuando te invitamos a estudiar o jugar.

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( 26 ) Preparados para prevenir y restaurar

Hablar nos permite comunicarnos y saber si lo que pensamos de los de-


más es lo que ellos en verdad piensan, y no sólo lo que nosotros creemos.
Cada persona vive y expresa sus sentimientos de una forma muy perso-
nal. Esto sucede por su carga genética y por las experiencias vividas, que
hacen que perciba e interprete la realidad de manera diferente a los demás.
Por eso una misma situación puede ser vivida de diferentes maneras. Un
niño comentó que había muerto su perro y todos comenzaron a reírse. Paré
la risa y expliqué que a veces llegamos a querer a un perro o mascota como
a alguien más de la familia, y su partida nos duele. A algunos les afecta
mucho y a otros no, según el vínculo afectivo que hayan tenido con esa
mascota. Aprendimos a no minimizar lo que siente el otro.
Es muy importante resaltar que nadie puede obligarnos a tener determi-
nadas emociones. Una persona puede hacer o decir ciertas cosas, incluso
con la intención de hacernos sentir mal. Pero el malestar no surge de la
conducta de la persona, sino de lo que nosotros pensamos de su conducta,
de sus palabras y de nosotros mismos.
Por ejemplo, una persona nos dice que somos tontos. Si le creemos y
pensamos que tiene razón, podemos sentirnos devaluados o humillados,
actuar como tontos, o enojarnos e incluso hasta pegarle a esa persona. Pero
si nos decimos: “esa es su opinión, pero yo sé que no soy tonto y no vale la
pena darle importancia a lo que dice”, vamos a sentirnos tranquilos, y esas
palabras no van a herir nuestro corazón ni van a anidar en nuestra mente
haciéndonos sentir miserables.
Una niña se me acercó llorando. Me contó que desde el año pasado sus
compañeras le decían que era tonta y fea. Yo le pregunté: “¿y lo sos?” Con-
testó que no, y le dije que lo más importante era lo que ella pensaba, y
que ella era única, especial e irrepetible. Además era muy sensible a las
necesidades de los demás, y eso hacía que una persona se viera hermosa.
“Sí, seño”, contestó, secándose las lágrimas, y me abrazó. Las chicas que le
habían dicho eso le pidieron perdón y prometieron no decírselo más. No se
habían dado cuenta cuánto daño podían provocar en la otra persona. Apren-
dimos a saber qué pienso yo de mí mismo, y que hay palabras que matan y
otras que edifican y dan valor a las personas.

2. Aprendizaje emocional
¿Qué podemos hacer como maestros y maestras para ayudar a nuestros
niños, niñas y adolescentes a aprender a expresar sus emociones?
Se trata de una tarea cotidiana que requiere prestar mucha atención. Al-
gunas sugerencias prácticas:
* Buscar la dirección de Dios.
* Escuchar.

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Capítulo 2 / Niños emocionalmente sanos ( 27 )

* Dar una cuota de confianza a lo que el niño está diciendo.


* Averiguar y reflexionar con el niño.
* Interferir interesándonos por la situación.
* No minimizar lo que el niño siente.
* Memorizar versículos para ministrar a nuestros niños.
* Mostrar afecto y contención.
* Mostrar nuestras emociones, no ocultarlas. Que vean que nosotros a
veces también nos sentimos tristes, enojados, contentos, etc.
* Buscar a Dios en oración para poder aconsejar.
* Repetir una regla de oro: “si lastimo a alguien o me lastimo yo,
no lo digo, no lo hago”.
Hoy más que nunca nuestra sociedad necesita líderes que tengan la ca-
pacidad de controlar sus emociones y ser guiados por Dios para ministrar
vidas, las vidas que Dios nos ha encomendado.

¿Qué hacer? ¿Cuál es nuestra decisión?


Debemos pedir a Dios sabiduría en todo lo que hacemos,
aprender a detectar y aceptar nuestras emociones para po-
der manejarlas y no ser manejados por ellas. Así podremos
ministrar a nuestros niños.
> Hoy más que nunca
También es necesario aprender a expresar nuestras nuestra sociedad
emociones correctamente, eligiendo la persona adecuada, necesita líderes que
tengan la capacidad de
el momento y lugar correcto y la forma de hacerlo. controlar sus emo-
ciones y ser guiados
Cuando expresamos una emoción, es importante hacerlo por Dios para ministrar
en primera persona (“yo me siento”) y no atacar o culpar vidas, las vidas que Dios
al otro, lo que causa daño en la otra persona y bronca y nos ha encomendado.
frustración en nosotros.
También es necesario ser claros y concisos, sin dar mu-
chas vueltas, para que los demás entiendan fácilmente lo que estamos ex-
presando, sin ser históricos e histéricos.
Tenemos que saber que hay circunstancias que pueden dejar marcas pro-
fundas e invisibles en los niños. Situaciones como el divorcio de los padres;
mala relación de los padres una vez que ya están divorciados; convertirse
en el botín de guerra de los padres separados; adicción a las drogas; abuso
de alcohol; abuso sexual; ser maltratados por el nuevo cónyuge de su padre
separado; maltrato físico y emocional; la muerte de cualquiera de sus pa-
dres; etc. Todo esto causa estrés emocional en los niños. En estos casos hay
que ministrar al niño y brindar apoyo a la familia.

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( 28 ) Preparados para prevenir y restaurar

El dominio propio es fundamental, ya que es la capacidad que nos permite


controlarnos a nosotros mismos y a nuestras emociones, y que éstas no
nos controlen a nosotros, sacándonos la posibilidad de elegir lo que quere-
mos hacer en cada momento de nuestra vida.
Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra vida, ya que de las
pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia.
Tenemos la importante posibilidad de ser felices o infelices, a pesar de
los acontecimientos externos, porque tenemos un Dios que hace todas las
cosas nuevas y tiene lo mejor para nosotros, por eso podemos decir que lo
mejor está por venir.
“Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse”
(Proverbios 25.28).
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y
de dominio propio” (2 Timoteo 1.7).
Es necesario que liberemos nuestras emociones dolo-
rosas y aceptemos que los hechos del pasado no cam-
* Es necesario que biarán, pero sí lo hará nuestra actitud hacia ellos en el
liberemos nuestras presente. Conoceremos también que Dios tiene cuidado
emociones dolorosas de nuestras vidas en momentos de angustia y dolor, por-
y aceptemos que los que Dios consuela por medio de su Espíritu Santo.
hechos del pasado
no cambiarán, pero “Olvidarás tu aflicción, como aguas que han pasado las
sí lo hará nuestra recordarás. Tu vida será más radiante que el mediodía y
actitud hacia ellos hasta la oscuridad será como la mañana” (Job 11.16-17).
en el presente.

Preguntas de reflexión frente a un problema:

¿?- ¿Qué es lo que puedo aprender en esta situación?


¿?- ¿Qué es lo que aún falta por mejorar?
¿?- ¿Qué estoy dispuesto a hacer para mejorarlo?
¿?- ¿Qué estoy dispuesto a dejar de lado para hacer lo que
Dios me indica?
¿?- ¿Cómo puedo buscar más de Dios para saber su propósito
para mi vida?
¿?- ¿Hice algo de lo que luego me arrepentí por no haber podido
controlar mis emociones?
¿?- ¿Qué aprendí de la experiencia?
¿?- ¿Qué no volvería a hacer?

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Capítulo 2 / Niños emocionalmente sanos ( 29 )

Algunos versículos para tener en cuenta y recordar ante diversas


emociones
Alegría: “Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas;
todo mi ser se llena de confianza.” Salmos 16.9. NVI
Agradecimiento: “Entren por sus puertas con acción de gracias;
vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nom-
bre. Porque el SEÑOR es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad per-
manece para siempre.” Salmos 100.4-5. NVI
Tristeza: “Luego Nehemías añadió: Ya pueden irse. Coman bien, tomen
bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque
este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, pues el gozo
del Señor es nuestra fortaleza.” Nehemías 8.10. NVI
Soledad: “El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su
lado está para librarlos.” Salmos 34.7. NVI
Miedo: “Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que
en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mun-
do hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el
amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no
ha sido perfeccionado en el amor.” 1 Juan 4.17-18. NVI
Mucha preocupación por las cosas: “Por eso les digo: No se
preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se
vestirán…Así que no se preocupen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué
beberemos?’ o ‘¿Con qué nos vestiremos?’ Porque los paganos andan tras
todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más
bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas les serán añadidas…” Mateo 25.34. NVI
Nervios o ansiedad: “…echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros.” 1 Pedro 5.7 RV60
Celos: “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad
consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.” Filipenses 2.3. NVI
Enojo con alguien o algo: “La respuesta amable calma el enojo,
pero la agresiva echa leña al fuego.” Proverbios 15.1. NVI
Te has dado por vencido: “Yo les he dicho estas cosas para que
en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo
he vencido al mundo.” Juan 16.33. NVI
Tentación: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos
un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe
que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de com-
padecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo
de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémo-

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( 30 ) Preparados para prevenir y restaurar

nos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar


la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” Hebreos
4.14-16. NVI
Tristeza por el fallecimiento de un ser
querido: “…no queremos que ignoren lo que va a pa-
sar con los que ya han muerto, para que no se entristez-
can como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no
> Hay una frasemuy
muy creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios re-
conocida, pero
real: “No le digas a sucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él…
Dios cuán grande Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado,
es tu problema; dile seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para en-
a tu problema cuán
grande es Dios”. contrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el
¡TENEMOS UN DIOS Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros
PODEROSO! con estas palabras.” 1 Tesalonicenses 4.13-18. NVI
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses
4.13. Este versículo se refiere a que podemos resolver
cualquier prueba o situación que venga a nuestras vidas, porque mayor es
el que está en nosotros que el que está en el mundo.
Hay una frase muy conocida, pero muy real: “No le digas a Dios cuán
grande es tu problema; dile a tu problema cuán grande es Dios”. ¡Tenemos
un Dios poderoso!

3. Para seguir aprendiendo


Hay mucho material didáctico, actividades, juegos, libros que podemos con-
sultar en Internet.
Aquí dejo algunas sugerencias:
→ Crianza positiva:
http://crianzapositiva.org/juegos-y-materiales-educativos/
→ Alcanzando la Inteligencia emocional:
http://www.aie.com.mx
→ Free Libros:
http://www.freelibros.org/religion/el-maestro-de-las-emociones-augusto-cury.
→ Crecimiento y Bienestar emocional:
http://www.crecimiento-y-bienestar-emocional.com/importancia-emociones.html

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CAPÍTULO 3
Maestros sanos, por Betty Kargus
MAESTROS SANADORES de Benigno

1. Una mirada a la realidad que nos rodea


La niña estaba jugando en el patio del jardín de Infantes mientras la maestra
observaba a sus alumnos. De pronto la niña se acercó, se sentó al lado de
su maestra y le dijo:
—No sé para qué nací yo.
La maestra, sorprendida, le dijo:
— ¿Cómo para qué naciste? Sos una hermosa niña de cinco años, estás
sana, podés jugar, venir al Jardín…
Interrumpiendo, la niña contestó:
—Yo nací para “embromarle” (para no usar la palabra que dijo) la vida a
mi mamá.
Los niños que concurren a las diferentes actividades de la iglesia sue-
len presentar reacciones inesperadas y comportamientos dificultosos muy
variados. Muchas veces estas actitudes perturban el desarrollo de lo que
tenemos programado o impiden obtener los resultados esperados.
Los problemas que se presentan en nuestra tarea tienen orígenes muy
diferentes, dependiendo de las experiencias vividas por el alumno en su
hogar, la educación y los valores transmitidos tanto por la familia, como por
la escuela o la comunidad.
Lo cierto es que con cada una de estas actitudes y comportamientos, el
niño nos está comunicando algo que debemos discernir y tratar de orientar
desde la tarea pastoral para que, con el obrar de Cristo en sus vidas y nues-
tro consejo, podamos guiarle a una vida sana y plena, evitando que acarree
heridas, marcas, rencores que perjudicarán su desarrollo armónico en el
futuro.
Esa es la tarea del maestro. Los fariseos cuestionaban que Jesús comiera
con los cobradores de impuestos: “Jesús les contestó: —Los que están
buenos y sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Yo no he venido
a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se vuelvan a Dios”
Lucas 5.31-32. DHH.
Vivimos en una sociedad donde las familias sufren. La pobreza, la infideli-
dad, el egoísmo, el afán por lo material, la intolerancia, la violencia, han ido

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( 34 ) Preparados para prevenir y restaurar

deteriorando a las familias. Muchos alumnos fueron concebidos sin ser de-
seados; es más, sienten que llegaron para entorpecer la vida a sus padres. Y
a veces ni siquiera eso. Sólo hay una madre adolescente, un padre ausente
y unos abuelos que hacen lo que pueden y como pueden.
En medio de estas realidades crecen los niños, niñas y
preadolescentes vapuleados por los adultos, los medios
de comunicación, los amigos, la falta de valores positivos.
¡La realidad es que Dios los puso en nuestras manos!
*¿Estamostarea
preparados
? Están aquí, en nuestra iglesia, en nuestras actividades.
para esta
*¿Hemosrassido sanados
experien- La tarea del maestro de hoy en día no es simple, y cada
de nuest
cias vividas en el vez se torna más difícil. No se trata solamente de enseñar
pasado para poder
sanar a otros? una canción, una historia bíblica, un versículo. Estamos
* ¿En qué condiciones llamados a prevenir y sanar. Pero aquí surgen preguntas:
debe estar un maes- ¿Estamos preparados para esta tarea? ¿Hemos sido sa-
tro para ser apto para
esta tarea? nados de nuestras experiencias vividas en el pasado para
poder sanar a otros? ¿En qué condiciones debe estar un
maestro para ser apto para esta tarea?
Nos encontramos entonces con dos caras de la realidad: gran parte de
los niños o adolescentes que vienen con necesidad de sanar su interior de
heridas o marcas ya recibidas, y a la vez maestros que deben estar sanos
para poder desarrollar esta tarea.

2. Buscando alternativas superadoras


Maestros sanos
Cada persona que recibió a Cristo ha tenido una experiencia de vida dife-
rente. Algunos nacieron y crecieron en un ámbito cristiano, otros llegaron
al nuevo nacimiento de mayores. Más allá de eso todos tenemos infinidad
de situaciones particulares vividas, algunas satisfactorias y constructivas,
y otras que son totalmente lo contrario. Esto incluye también a los nacidos
en familias cristianas y aún a líderes de la iglesia. Todos sufrimos. Lo que
vivimos influye en nosotros. Tiene consecuencia en nuestra vida.
Es sumamente importante que el maestro pueda hacer un examen a su
interior y ver qué cosas de su pasado han dejado heridas, dolores, rencores,
etc. Para esto se necesita valor, ya que nos resulta fácil ver los problemas
en los otros, pero no es así cuando nos enfrentamos a nosotros mismos.
Citaremos algunas de las cosas que podremos haber vivido. Son sólo a
modo de ejemplo; puede haber muchas más. Podemos marcar aquellas que
describan nuestra experiencia o agregar otras:
□ Sobreprotección
□ Desamparo

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Capítulo 3 / Maestros sanos, maestros sanadores ( 35 )

□ Comparación con otros


□ Extrema necesidad
□ Falta de límites
□ Falta de afecto
□ Burla
□ Desprecio
□ Malos tratos
□ Abusos físicos
□ Abusos verbales
□ Sobrenombres ofensivos
□ Falta de orden
□ Inestabilidad
□ Problemas frecuentes de salud
□ Pecados sin confesar
□ Problemas de aprendizaje
□ Otras que podrías agregar a esta lista
Estas experiencias dejan marcas en nuestras vidas, a no ser que el Señor
tome control de ellas y permitamos que las sane por su gracia y su poder.

Estas marcas pueden traer consecuencias. Enumeraremos algunas:


¾ Baja autoestima, inseguridad
¾ Sensación de que no podemos
¾ Sensación de que podemos todo solos
¾ Sentir que no necesitamos del otro
¾ Problemas de comunicación
¾ Desconfianza
¾ Miedo a entablar relaciones
¾ Falta de sujeción a la autoridad
¾ Reacciones agresivas u ofensivas
¾ Tendencia a la rivalidad y la murmuración
¾ Molestia frente a los logros de otros
¾ Inactividad, falta de compromiso

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( 36 ) Preparados para prevenir y restaurar

¾ Irresponsabilidad
¾ Desorden
¾ Creer que los otros tienen algo contra nosotros
¾ Otras
Las secuelas de experiencias no sanadas afectan la tarea del maestro de
una u otra manera, así como el trabajo en equipo, la armonía y la relación
con los que nos lideran. También limitan la tarea de prevenir y sanar en la
vida de nuestros alumnos.
Es por eso que debemos presentarnos ante Dios, pedirle que él traiga a
nuestra mente aquellas cosas que necesitan ser sanadas y someternos a su
tratamiento en una comunión íntima y permanente con nuestro amoroso
Padre, que lo que más desea es nuestro bienestar.
Jesús dijo de sí mismo en Lucas 4.18-19 DHH:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar
la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos
y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el
año favorable del Señor.”
Posiblemente necesitemos ayuda de una persona con autoridad espiri-
tual que nos guíe en este proceso de sanidad y libertad. ¿Quiere decir que
no podemos ser maestros hasta que no estemos completamente sanos?
Gracias a Dios, no es así. Jesús usó y dio autoridad a hombres en quienes
todavía tenía que trabajar mucho, y lo mismo pasa con nosotros. Lo que él
espera es que nos humillemos, nos rindamos y nos postremos delante de él,
que reconozcamos lo que debe ser sanado, renunciemos a nuestro pasado,
confesemos nuestro pecado y nos sometamos al proceso de transforma-
ción que él quiere hacer con nosotros.
Pero la sanidad del maestro no tiene que ver sólo con experiencias del
pasado; también se puede ver afectada por actitudes o decisiones del pre-
sente.
La deformación de los valores de la sociedad actual
quiere confundir a la iglesia. Hay muchos cambios, pero
los principios de Dios no han variado y el llamado a la
> Posiblemente santidad sigue vigente, como así también el buscar en
necesitemos ayuda Dios la sabiduría que necesitamos para tomar decisiones
de una persona con correctas en todas las áreas de nuestra vida: afectiva,
autoridad espiritual económica, laboral, estudios, compañía, entretenimientos,
que nos guíe en este
proceso de sanidad y diversión, ministerial, familiar.
libertad. Las decisiones del presente afectarán nuestro futuro. Si
hoy sabemos someternos a los planes de Dios, tal como
los describe Isaías, “así también hace sus planes el Señor

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Capítulo 3 / Maestros sanos, maestros sanadores ( 37 )

todopoderoso. Él tiene planes admirables, y los lleva a cabo


con gran sabiduría” (Isaías 28.29 DHH), nuestro futuro será
sano y gozaremos de mayor fuerza, salud y autoridad para
la tarea con nuestros alumnos.
Si queremos ser maestros sanos y aptos para afectar la
* Si queremos ver
cambios durade-
vida de los alumnos, debemos tener en claro el llamado de ros en la vida de
Dios para esta tarea, nuestro compromiso ante él, nuestra nuestros alumnos,
disposición a que Dios trabaje en nuestras experiencias éstos deben venir
desde adentro; de
vividas y en nuestras secuelas, y trabajar para seguir cre- otra manera serán
ciendo en santidad y en el poder del Espíritu Santo. superficiales y no
permanecerán.
Este es un proceso que nunca termina pero que no debe
detenerse. Así también podremos entender el proceso de
Dios en la vida de los niños y adolescentes que él pone en
nuestras manos.
Sembrando en nuestros niños, niñas y adolescentes
Presentamos a continuación algunas ideas prácticas para nuestra
tarea con los niños, niñas y adolescentes.
• Edificar sobre la Roca
Nuestra principal misión es brindarles el mensaje de salvación y guiarles
a que reciban a Cristo como Señor de sus vidas; de esta manera estare-
mos construyendo sobre la roca. No lograremos mucho si queremos ayudar
a los niños que vienen con situaciones problemáticas de sus hogares o con
experiencias que han dañado sus vidas sin que tengan a Cristo como su
centro. Estaríamos construyendo sobre arena. Si queremos ver cambios
duraderos en la vida de nuestros alumnos, éstos deben venir desde adentro;
de otra manera serán superficiales y no permanecerán.
Es como la diferencia entre el árbol de navidad que muchos llenan de
adornos, pero que son puestos desde afuera, y no tienen vida ni sustento;
y un árbol de naranjas, que da un fruto que tiene que ver con la savia que
corre por dentro de sus ramas, con un proceso más lento pero que tiene
vida. Dios no quiere vidas “adornadas” con buenos modales, palabras y
canciones repetidas sólo por imitación. Él quiere vidas que se unan a la “vid
verdadera” para que sus frutos permanezcan (Juan 15.4-5).
• Conocerlos bien
Esta es otra tarea fundamental del maestro: conocer a los niños, niñas y
adolescentes. Saber sobre su familia, su escuela, sus gustos, sus pasatiem-
pos, etc. Para esto el contacto del maestro con sus alumnos debe ir más allá
que el de un simple oyente en medio de un grupo de chicos. Es importante
el contacto personal con el alumno para que podamos conocerle mejor y
entablar una relación más cercana, con una comunicación más fluida. Esto
nos abrirá puertas al interior de nuestro alumno, y así éste sabrá que su

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( 38 ) Preparados para prevenir y restaurar

maestro se interesa por él y que puede confiarle lo que le sucede. Las acti-
vidades recreativas también permiten establecer una relación más cercana
con nuestros alumnos.
• Enseñar la Biblia
Los niños que reciben a Cristo necesitan crecer en la fe. Si el niño que
viene con heridas a nuestra actividad recibe una formación cristiana sóli-
da, tendrá más herramientas para sanar. A aquellos que aún no han vivido
situaciones tan difíciles, les dará armas para enfrentar con fortaleza lo que
les toque vivir. Es la mejor manera de prevenir. Cuando hablamos de for-
mación cristiana sólida, nos referimos a programas que contemplen todos
los aspectos de la vida cristiana, enseñanzas que no queden sólo en una
historia bíblica sino que dejen una aplicación para la vida y que permitan
crecer como hijos de Dios.
• Orar por ellos
Otra tarea importante del maestro es orar por sus alumnos. Cada cosa
que veamos en ellos debemos presentársela a Dios para que él nos dé dis-
cernimiento, gracia y sabiduría. Habrá situaciones más simples y otras más
complejas en la vida de nuestros alumnos. Con algunas podremos ayudar-
les, pero habrá otras que se nos escaparán de las manos y sólo nos quedará
orar por ellos.
• Pedir ayuda
Habrá situaciones que requerirán de personas con más experiencia, e
incluso de profesionales. Por eso el maestro que quiere ayudar a sanar las
heridas de sus alumnos debe saber pedir ayuda y compartir los motivos de
oración de manera confidente a algún intercesor.
• Mantenerse actualizado
La capacitación y la preparación del maestro le ayudarán a enfrentar
esta delicada tarea de prevenir y sanar. Es importante saber cuáles son las
oportunidades que hay a nuestro alcance y aprovecharlas
para alcanzar una capacitación que nos ayude a desarro-
llar mejor nuestra tarea. Las oportunidades pueden ser a
través de entidades cristianas que tienen programas de
> Nuestra tarea capacitación, pero también la búsqueda en libros y artícu-
es espiritual y con los de buenas fuentes, ya sea en revistas o por Internet,
trascendencia eterna. para estar informados sobre las problemáticas que viven
Esto merece que la
hagamos poniendo lo nuestros alumnos.
mejor de nosot ros, y No pueden faltar dedicación, tiempo y esfuerzo. No es-
la coloquemos entre
nuestras priorid ades. tamos llamados a entretener un rato a los chicos. Nuestra
tarea es espiritual y con trascendencia eterna. Esto me-
rece que la hagamos poniendo lo mejor de nosotros, y la
coloquemos entre nuestras prioridades.

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Capítulo 3 / Maestros sanos, maestros sanadores ( 39 )

• Tener fe en las promesas de Dios


Convicción de que su Palabra no vuelve vacía. Muchas veces no ve-
remos los frutos que quisiéramos, pero la Palabra de Dios sembrada en
las vidas de nuestros alumnos, aunque no la veamos, en algún momento
germinará.
Érika iba de niña a una Hora Feliz. Pasó el tiempo, la actividad no se hizo
más. Ella creció, y lo único que le quedó fue una Biblia que nunca dejó de
leer y que la llevaba a recordar lo aprendido. Ya grande, con su profesión de
kinesióloga, recibió la terrible noticia de la muerte de su único hermano en
un accidente de moto. Érika buscó refugio en nuestra iglesia. Se acordaba
de todo lo que le habían enseñado. Nos contó que en su adolescencia acom-
pañaba a su madre a la iglesia católica. Ella nunca quiso arrodillarse frente
a las imágenes porque se acordaba de la historia del becerro de oro y de
cómo Dios se indignó con su pueblo por haberlo adorado. Hoy, confirmada
en la fe a tan sólo un año de la pérdida de su hermano, ella da testimonio
del fruto de lo aprendido en su niñez. No se cansa de contar a sus pacientes
cómo Dios sanó su dolor, y ya ha traído a varios a los pies de Cristo.
¡Eso es prevenir! Es actuar antes de que las cosas pasen, pero confiando
en que el poder está en Dios y su Palabra y que nosotros somos los instru-
mentos escogidos para prevenir y sanar.

3. Aceptando el desafío
¿Cómo nos encontramos para realizar la tarea que Dios nos ha encomen-
dado?
Nuestro desafío personal:
• Sanar. Buscar a Dios por sobre todas las cosas, y exponernos, en una
íntima relación con él, a su tratamiento de sanidad y liberación de nuestras
experiencias vividas en el pasado.
• Prevenir. Vivir una vida de santidad y con decisiones sabias que nos
permitan crecer y desarrollarnos dentro de los planes de Dios para nuestra
vida.
• Renovar nuestro compromiso frente a la tarea del maestro que Dios
quiere usar para prevenir y sanar la vida de nuestros alumnos, así como
también renovarnos en nuestra capacitación, actualización, información y
preparación con nuevas estrategias.

El desafío hacia nuestros alumnos:


• Guiarles a los pies de Cristo.
• Conocerles más, entrar en su mundo y ganarnos su confianza para

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( 40 ) Preparados para prevenir y restaurar

que puedan abrirse y de esa manera ayudarles a sanar sus heridas desde
temprana edad, antes que con el correr de los años sea más difícil.
• Brindarles una formación cristiana sólida que les permi-
ta crecer espiritualmente y prevenir situaciones perjudiciales en el futuro.

4. Para seguir aprendiendo


→ www.ministerioinfantil.com
→ Sanos por la Palabra.
Jorge Himitian, Editorial Logos.
→ Tres pasos adelante, dos para atrás.
Charles Swindoll, Editorial Betania.
→ Sanidad del alma herida.
Arline de Westmeier, Editorial Unilit.
→ Más que maestros.
Betty de Constance, Publicaciones Alianza.
→ El campo de batalla de la mente para niños.
Joyce Meyer, Casa Creación.
→ Siete necesidades básicas del niño.
John Drescher, Mundo Hispano.
→ Conozcamos al alumno.
C. H. Benson, Editorial Caribe.
→ Los niños que tienes en tus manos.
Waldo A. Latrach Silva, Editorial Clie.
→ Revista Niñez. LAPEN - Año 37, N° 1 al 4, y otros.

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CAPÍTULO 4
Nuevas generaciones, por Miriam Barrón
NUEVAS ESTRATEGIAS de Figueroa

El título de este capítulo es “Nuevas generaciones, nuevas estrategias”.


Se me ocurre pensar que las generaciones siempre son nuevas, que las per-
sonas van creciendo y pasando de una etapa a otra, y los que trabajamos
con niños siempre recibimos a nuevos niños. La diferencia está en que esta
generación sí es NUEVA, con mayúscula. Es distinta, piensa distinto y ve las
cosas de maneras distintas…y ahí se nos queman los papeles. Veamos un
poquito más de cerca.

1. Los niños y niñas de hoy


Sea cual sea la generación, la responsabilidad del creci-
miento de los niños es de sus padres. Si comenzamos por
aquí, nos encontraremos con toda la problemática familiar
actual. En la teoría los padres deben ser responsables por * La diferencia
sus hijos, pero no siempre sucede así. está en que esta
Las realidades que vemos día a día son muy variadas. generación sí es
Tampoco podemos quedarnos con que “todo está mal”, que NUEVA, con ma-
los chicos están solos, que nadie los ayuda y estancarnos yúscula.
en las quejas y múltiples lamentos. Nosotros, la Iglesia de
Dios, sus manos y sus pies aquí en la tierra, tenemos fun-
ciones que no podemos eludir y debemos buscar de alguna
forma la manera de servir a los más pequeños en todo lo que podamos. Po-
dríamos escribir un tratado de páginas y páginas sobre esto, pero vamos a
abocarnos a la educación cristiana y a lo que podemos suplir desde nuestro
lugar de “enseñar”.
Además de la realidad social que circunda a los niños de hoy, ellos tienen
características particulares que los diferencian de las generaciones anterio-
res.
“Son producto de una crianza muy estimulada, con mucho reco-
nocimiento y grandes posibilidades de cambio. Esto ha provocado
en ellos una necesidad de zapping permanente, que se suma a su
capacidad multitasking producto de una plasticidad cerebral ma-
yor. Así, entonces, su forma de divertirse es con Internet, celular,
televisor y videojuegos, todo junto y al mismo tiempo. Su poder de
realizar varias tareas simultáneamente (capacidad multitasking) lo

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( 44 ) Preparados para prevenir y restaurar

trasladan también a toda su vida. Tienen una gran atención dis-


tribuida, a la que se suma su necesidad de zapping. El resultado
es que necesitan cambiar su atención en tiempos breves. Saltan,
digámoslo así, de un tema al otro y abarcan varias informaciones
simultáneamente. Poseen otra noción acerca del tiempo y el espa-
cio, y su pensamiento pasó de ser secuencial a funcionar en red. Si
nos detenemos a observarlos descubriremos a los niños pendien-
tes de los mensajes en su MSN, hablando por celular oralmente,
o a través de mensajes de texto, escuchando música que bajan
de algún programa de computadora y mirando el televisor como
supervisando el programa que se está pasando. Pareciera ser que
les resulta imperioso realizar varias tareas al mismo tiempo y bus-
car la entrada constante de información. Este comportamiento va
desarrollando en ellos una alternancia entre los estados internos
de excitación y aquietamiento. A veces esa conducta de atarse a
los medios reemplaza la vida afectiva y las relaciones personales,
transformándose de esta manera el deseo y la curiosidad en una
necesidad de estimulación. Así son ellos, y probablemente donde
más se producen los conflictos que estas características provocan
sea en el ámbito educativo”.1
Te sugiero que vuelvas a leer el párrafo anterior con más detenimiento.
Y… ¿qué hacemos? ¿Es cierto que esta generación no es igual a ningu-
na otra? ¿Entonces por qué queremos seguir enseñándole igual que como
aprendimos nosotros?
La idea de un aula tranquila con todos los niños sentados y haciendo las
mismas cosas parece un tanto imposible. Nos encontramos con niños que
se aburren, o que están constantemente inquietos, o no atienden, y pensa-
mos que la culpa es de los padres, de la sociedad, del hermano tal o cual.
Debemos tomar en cuenta y seriamente el análisis de la realidad de los
niños de hoy desde una mirada más abierta que la tradicional.
Los niños tienen que desarrollar saberes, valores y competencias cristia-
nas, necesitan conocer a Dios y afianzarse en el cuerpo de Cristo, “poseer”
el templo como un lugar propio y seguro donde se sientan felices de estar y
puedan desarrollarse plenamente.
Tenemos que adaptar nuestra forma de ver la enseñanza a ellos y no
pretender que ellos se adapten a nosotros. Debemos ser como niños, como
dijo Jesús: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un
niño, no entrará en él.” Marcos 10.15 RV60.
Una de las características de la niñez que se ha perdido es la alegría. La

1 Tomado de la Revista Iberoamericana de Educación / Revista Ibero-americana de


Educação (ISSN: 1681-5653)

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Capítulo 4 / Nuevas generaciones, nuevas estrategias ( 45 )

mayoría de las situaciones que viven nuestros niños hace que muchas ve-
ces los veamos afligidos o preocupados; a veces saben por qué y a veces
no. Si bien podríamos hacer un análisis más profundo de esto, lo que nos
interesa destacar es que el tiempo que ellos estén con nosotros debería ser
un tiempo “alegre”. Tener este objetivo en mente nos va a ayudar a revisar
si en nuestras actividades lo importante es la actividad en sí misma o las
personas. Si cuidamos demasiado no cambiar nada de lo planeado o nos
ajustamos a las necesidades de los niños. Si podemos ir y venir cambiando
el programa cuándo y cómo lo necesitamos, o no. Si priorizamos el cuidado
y orden del lugar antes que a los niños; si preparamos los lugares para ellos.
En la práctica, esto último se traduce en que antes de cada actividad con
niños revisemos el lugar donde vamos a estar con “ojos de niño”: qué cosas
pueden caerse, romperse, sustraerse, etc. Qué elementos son necesarios y
cuáles no. De qué podemos prescindir y qué debemos tener a mano. En qué
lugar hay algo que implique peligro y cómo lo solucionamos…
A menudo, nuestros templos no están preparados para
recibir a los niños y dedicamos mucho tiempo a “llamarles
la atención” sobre lo que no deben hacer en vez de evitar-
nos esos problemas quitando del medio lo que sabemos
> Lo importante es
que puede generarlos. Por ejemplo, cuando usamos con que cada actividad
los niños el templo propiamente dicho (lugar de los cultos que planteamos
generales) donde me congrego, no queremos que puedan con los niños debe
acceder a la batería, ni a los instrumentos de la plataforma, estar planif icada y
y los tapamos con unas lonas. Al estar tapados, los chicos organizada de una
del barrio, que en su mayoría vienen solos a la iglesia, no manera f lexible.
van a destaparlos y tocarlos. Los miran y siguen de largo
con sus actividades; pierden importancia cuando no los
tienen a la vista, y la tentación de ir a ver de qué se trata
se va. Podemos mencionar muchos ejemplos más.

2. Nuevas generaciones, nuevas ideas


Lo importante es que cada actividad que planteamos con los niños debe es-
tar planificada y organizada de una manera flexible. Es decir, si observamos
sobre la marcha que debemos suprimir o agregar algo, tenemos que tener la
libertad de hacerlo y a su vez debemos tener alternativas para implementar
otra acción en el momento si vemos que lo que presentamos no les gusta
o les aburre. Desde nuestra perspectiva adulta, lo que hemos preparado
puede parecernos genial, dedicamos tiempo y trabajo y quizás nos costó
dinero hacerlo. Pero si no atrae a los chicos, si no sirve para que aprendan
y estén bien, no sirve. Es preferible cambiar a tiempo algo que vemos que
no funciona y no continuar obligándolos a que hagan tal o cual cosa porque
ya la tenemos preparada.
Muchas veces los manuales para maestros traen determinadas activida-

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( 46 ) Preparados para prevenir y restaurar

des para hacer con los niños. Cuando conocemos al grupo con el que traba-
jamos podemos observar de antemano si esas actividades pueden gustarles
o no. ¡Cambiar la actividad que propone el manual no es un delito! Nuestros
niños deben ser lo más importante para nosotros y no la actividad en sí. Por
ejemplo, si sabemos que son niños muy inquietos, o de determinada con-
dición escolar empobrecida, no podemos plantear muchas actividades de
lectura y escritura, porque aunque por su edad cronológica deberían saber
leer y escribir bien, por su realidad observamos que esto no es así. En estos
casos es mejor enseñar mediante juegos, en base a la verdad bíblica que
queremos desarrollar, cambiando totalmente la actividad tradicional.
Si tenemos en cuenta la necesidad de zapping de la cual
habla el artículo que leímos al principio, podríamos plan-
tear las clases bíblicas desde esta perspectiva. Presentar
actividades variadas y seguidas que requieran cambios:
* Nuestros niños de lugar, de compañero, de posición, de materiales. Hacer
deben ser lo más actividades cortas y diferentes que apunten al logro de los
importante para objetivos que nos planteamos.
nosotros y no la
actividad en sí. Sobre este tema hay una teoría que se utiliza en las es-
cuelas y que puede ayudarnos: la teoría de las inteligencias
múltiples. Resumiendo en forma muy sencilla, esta teoría
supone, por diversos estudios e investigaciones, que no to-
dos aprendemos de la misma manera y que cada persona
tiene ocho tipos de inteligencias, algunas más desarrolladas que otras por
diversos motivos. Llevando esto a la clase, podríamos decir que si pre-
sentamos distintas actividades que abarquen diferentes inteligencias, nos
“aseguraríamos” de algún modo que todos aprendan. Las inteligencias se
refieren a diferentes capacidades: poder aprender a través de la música, del
juego, de las actividades manuales, de la dramatización, del movimiento, de
la escritura, etc.
También podemos preparar las clases en base a talleres cortos; esto es
de mucha utilidad para niños de zonas desfavorables o grupos numerosos.
No necesitamos tantos maestros y sí podemos conseguir algunos ayudan-
tes que acompañen a los niños en sus recorridos por los talleres.
Podemos preparar tres o cuatro estaciones o talleres con el mismo tema
pero con diferentes actividades: en uno trabajarán con la historia bíblica, en
otro aprenderán un texto de memoria, en otro harán algún trabajo manual,
y otro puede ser un taller de juego o de extensión a la comunidad —donde
se preparen para ayudar a otros y para las tareas fuera del templo—.
Así los niños recorren los talleres en un período de tiempo estipulado —
entre 15 y 20 minutos en cada uno—. Cada niño forma parte de un grupo
de su misma edad y tiene un acompañante que lo guía por el recorrido. En
cada taller hay un maestro que recibe a los niños de cada grupo y desarrolla
la misma actividad una y otra vez hasta completar todos los grupos.

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Capítulo 4 / Nuevas generaciones, nuevas estrategias ( 47 )

De esta forma, cada maestro prepara una actividad y la repite —seguramente


variará algunas cosas de acuerdo a las edades—, los niños participan de todos
los talleres, interactúan con cada maestro en un tiempo breve y cambian de acti-
vidad permanentemente.
También es muy interesante planificar tiempos de recreación con los niños. Al
reunirnos con los maestros para armar los programas podemos plantear mo-
mentos de forma mensual donde sólo nos ocupemos de jugar o armar diferentes
competencias, que se anuncien con anticipación y generen expectativa en los
niños.
Las redes sociales también nos ayudan mucho si sabemos usarlas y enseña-
mos a usarlas bien. Nos permiten estar en contacto en la semana, recordar las
actividades, saludarnos en los cumpleaños y conocer más a los niños. Quizás no
es recomendable que los niños participen en redes abiertas, pero si nos informa-
mos bien podemos ayudar a los padres y a los niños a utilizarlas adecuadamen-
te y a disminuir los peligros que pueden surgir en las redes. Si solamente nos
ponemos en contra sin conocer por qué y para qué, nuestra posición no sirve y
no enseña, sólo genera controversias y nos acarrea enemigos. Además muchos
chicos vienen solos a la iglesia y es probable que sus padres ni siquiera sepan que
ellos participan en redes sociales desde el celular o la computadora. A través de
las redes podemos mantener el contacto en la semana y estar un poco más cerca
del mundo de los niños de hoy.
Muchas veces nos ocupamos sólo de preparar enseñanzas bíblicas y nos olvi-
damos que enseñamos más con la forma en que tratamos a los niños que con la
clase en sí. Todo el tiempo estamos siendo observados. La clase más bonita pue-
de opacarse por un enojo, un grito o un maltrato. Aunque tratemos de arreglarlo
luego, en el corazón del niño quedará más el recuerdo de cómo lo tratamos que
de lo que le llevamos para hacer.

3. Niños protagonistas
Los niños son parte de la iglesia y podemos tenerlos en cuenta para todas las
actividades, de acuerdo a sus posibilidades. Si decidimos salir a predicar a la pla-
za, los niños pueden participar preparando regalitos, folletos o tarjetas que ellos
mismos llevarán a los niños de la plaza, por ejemplo, siempre con la ayuda de los
mayores y el permiso de sus padres.
Muchas veces nos “enojamos” porque las personas no hablan a otros de Jesús
cuando son adultos, pero no les hemos enseñado cómo hacerlo desde pequeños.
Podemos entrenarlos desde chicos y llevarlos a evangelizar con nosotros. Prac-
ticar primero en la clase, en el taller, en el templo, frente a los compañeros, para
luego salir a hablar a otros. Si no se acostumbran desde pequeños, es más difícil
que puedan hacerlo cuando sean grandes.
En todo momento venir al templo debe ser una fiesta, no una obligación, ¡aún
para nosotros! Encontrarnos con los hermanos y con el Padre debe ser lo que

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( 48 ) Preparados para prevenir y restaurar

nos anime a ir al templo, y debemos transmitir eso a los


niños. “¡Qué bueno que viniste!”, “¡cuánto hace que no te
> En todo momen- veía!”, son frases mejor recibidas que “llegaste tarde, per-
to venir al templo diste el concurso”. No quiere decir que la puntualidad no
debe ser una sea importante, pero la mayoría de las veces no depende
Fiesta, no una del niño estar a horario. Cuidemos lo que decimos a los
obligación, ¡aún niños y tengamos en cuenta las impresiones que hacemos
para nosotros!
en sus mentes. ¿Qué estamos sembrando?, ¿qué imagen
damos del cuerpo de Cristo?
Enseñemos a adultos, jóvenes y niños a tratarse bien, a
ser amables, comprensivos, a tener misericordia, saber perdonar y pedir
perdón…entonces seremos una iglesia como la de Hechos: “Al ver los mila-
gros y las maravillas que hacían los apóstoles, la gente se quedaba asom-
brada. Los seguidores de Jesús compartían unos con otros lo que tenían.
Vendían sus propiedades y repartían el dinero entre todos. A cada uno le
daban según lo que necesitaba. Además, todos los días iban al templo y
celebraban la Cena del Señor, y compartían la comida con cariño y alegría.
Juntos alababan a Dios, y todos en la ciudad los querían. Cada día el Señor
hacía que muchos creyeran en él y se salvaran. De ese modo, el grupo de
sus seguidores se iba haciendo cada vez más grande.” Hechos 2.43-47.
TLA.
Que Dios bendiga tu vida, tu ministerio y te dé creatividad
para ser y hacer más allá de lo que imaginas con y por los niños
que Dios puso en tus manos para ministrarles, para darles de
Dios a ellos. ¡Él es Fiell!
“Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá
perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva” Filipenses 1.6. TLA.

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