Está en la página 1de 1

Resulta extraño comentar que cada poco tiempo pienso en la muerte, qué

soy, de dónde vengo y a dónde voy son un total de cosas que, en fin, no
puedo evitar preguntarme. A veces me he quedado pensando en qué sería
equivalente a un elemento que resultase ser autodestructivo, pues si existe
un gran valle llamado depresión, debo preguntar si existe acaso un gran
valle llamado también autodestrucción.
En algunas ocasiones he creído que este gran botón de destrucción es el
amor, pues no existe nada más puro, que nos haga sentir flotando y que nos
de la sensación de que somos los seres más felices del mundo, ni tampoco
nada más doloroso como sería el caso de perder a un ser por quien
sentimos dicha pasión. El amor, por ejemplo, que siente un amigo hacia otro
cuando estos se han llevado perfectamente bien desde que se conocieron y
que tienen una relación sumamente perfecta en que comparten
absolutamente todos sus sentimientos y que se quieren de la forma más
pura y duradera que desde mi experiencia he visto existir, cuando uno de
ellos muere sobre el otro recae un fuerte sentimiento de pérdida, dolor, un
sentimiento de quedar perdido en las profundidades de ese océano en que
nosotros solo teníamos a ese amigo y que ahora ya no tenemos. Queda, en
resumen, ese amigo perdido en las grandes profundidades del valle de los
sentimientos. Ocurre a su vez, imagino, cuando basándose en una relación
de amistad surge un sentimiento de amor de uno hacia el otro individuo,
pues nos encontramos con que más gravemente, el amigo que ahora ya no
está es el amigo que básicamente se convirtió en nuestro todo. Finalmente
veo que ocurre lo mismo con los sentimientos de unos padres que han
perdido a su hijo, un ser al que criaron, al que educaron y al que ya no
volverán a tocar nunca más. Un ser que nació de las entrañas de la madre,
en dónde se gestó durante nueve meses.
Ahora esa persona que poco a poco se convierte en el centro de nuestras
vidas desaparece y es entonces cuando conocemos la espada de Damocles
que resulta ser el amor. ¿Porqué considero de vital importancia comentar
esto de aquí? Básicamente porque e amor es como un baile perfectamente
coreografiado en el que se cometen errores que pueden superarse, pero en
el que cuando la pareja de baile cae, se acaba la danza, simbolizando la
caída de la espada sobre nosotros como un arma desgarradora que nos
destruye sin piedad. Así, el pelo de crin de caballo que sostenía la espada
de Damocles se rompe, dejando que aquello tan puro que sentimos durante
un tiempo y que nos hacía rebosar de alegría y felicidad, se convierte en un
sentimiento tan desgarrador que nos destruye hasta no dejar nada de lo
que nosotros fuimos en algún instante de nuestras vidas.

También podría gustarte