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Universidad Austral de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Pedagogía en Lenguaje y Comunicación
Seminario de Investigación

Nociones básicas de Coherencia y Cohesión en un texto


Carla Ramos Muñoz – Vanessa Parada Sepúlveda
Índice

Introducción……………………………………………….
………………………………………………………….....2

Concepciones Generales
Concepción de texto y discurso………………..
………………………………………………………….....4

Concepción general de coherencia y


cohesión………………………………………………….....5

Concepción de
coherencia…………………………………………………………………………
……………7

La Coherencia pragmática…..
………………………………………………………………………….…….8

La coherencia de
contenido…………………………………………………………………………………..
.13

Concepción de
cohesión……………………………………………………………………………………
…....18

Mecanismos
léxicos………………………………………………………………………………………
………....20

Mecanismos
gramaticales………………………………………………………………………………
………22

1
La progresión
temática……………………………………………………………………………………
…….23

Conclusiones………………………………………………………………………
…………………………………….27

Referencias………………………………………………………………………
………………………………………29

1.Introducción:

El presente artículo consiste en una investigación bibliográfica de los


estudios que, en el ámbito de la lingüística del texto, han realizado
variados autores, los cuales se han dedicado a establecer distintas
aproximaciones a los constituyentes del texto, de acuerdo a la
funcionalidad y los procedimientos posibles dentro de él. En esta línea
surgen diversas concepciones entre los estudiosos, que con sus
investigaciones otorgan visiones contradictorias o complementarias a los
distintos ámbitos de la disciplina.

Para esta revisión bibliográfica nuestro objeto de estudio son los


conceptos de coherencia y cohesión, como recursos de textualización en
la construcción de un discurso o texto. La discusión sobre estas reglas
en las distintas tendencias o escuelas, no ha llegado a un consenso
absoluto, lo que no ha permitido establecer los cánones fijos en cuanto a

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qué son, sus recursos, y qué papel juegan, tanto coherencia como
cohesión, en el desarrollo de un texto o discurso.

El objetivo de este artículo es rescatar los elementos y recursos que


distintas orientaciones pueden aportar al estudio de la textualidad de los
discursos. Mostrar cuáles, según nuestro criterio, son las nociones a
nivel general y panorámico que un interesado en el tema,
específicamente profesores del área de lenguaje y comunicación y
alumnos que se introducen en las nociones de construcción de textos,
deberían considerar al enfrentarse a las concepciones de coherencia y
cohesión. Es por esto que priorizamos en este artículo, una visión de
nivel más práctico que científico. Debemos dejar en claro que no
pretendemos ser tajantes en las acepciones que exponemos, sino por el
contrario queremos cimentar, partiendo desde un interés personal, un
estudio básico de esta teoría para trabajos posteriores en el mismo
ámbito, que tendrán relación con el proceso de enseñanza-aprendizaje
que realiza el profesor en el aula.

Entregaremos al lector las concepciones que se han desarrollado


respecto al tema, revisando distintas tradiciones con algunos de sus
respectivos autores: en la tradición latinoamericana comprendemos al
chileno Gerardo Álvarez, a las argentinas Helena Calsamiglia y Amparo
Tusón y a las autoras Ghio y Fernández, quienes presentan la tradición
anglosajona de Halliday y Hasan en español. Además de esta última
revisaremos al profesor George Yule. Por último, en la visión europea
consideramos a Teun van Dijk de la escuela de Praga, y Robert-Alain de
Beaugrande junto a Wolfgang Ulrich Dressler de España.

La investigación bibliográfica está organizado en tres unidades


generales, a través de las cuales desarrollaremos el tema. En primer
lugar entregaremos las nociones de texto y discurso que se han

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considerado en los estudios, imprescindibles para comprender las
siguientes secciones, presentando la disyuntiva existente entre texto y
discurso. A lo que sumamos las concepciones generales de coherencia y
cohesión, con las que trabajan los distintos autores estudiados. En
segundo lugar, nos referiremos al objeto de estudio de forma más
específica, en los puntos 3 (coherencia) y 4 (cohesión). La concepción de
Coherencia la desarrollamos manera general, para luego introducirnos a
la coherencia de carácter pragmático y a la coherencia de contenido. De
cohesión presentamos también su definición y funcionalidad dentro del
texto, enfocándonos luego en sus mecanismos léxicos, gramaticales y
de progresión temática, considerados dentro de los estudios revisados.

2.Concepciones generales

2.1. Concepción de texto y discurso:

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La reflexión sobre los conceptos texto y discurso ha sido analizada
desde diferentes orientaciones, que, sin embargo, constituyen un tema
aún no resuelto. En este apartado entregaremos algunas definiciones
que corresponden a distintas tradiciones respecto a la lingüística textual
y estudios discursivos.
Para Álvarez (2001) en su tradición latinoamericana, texto se
define a partir de los elementos lingüísticos organizados según reglas
estrictas de construcción, siendo así la unidad mayor construccional en
un individuo. Con esto, el autor introduce las reglas de textualización. Él
diferencia texto de discurso al plantear que, este último, es la emisión
concreta de un enunciado en una situación determinada, es decir, el
discurso es el texto más las condiciones de producción, pasando así a
considerar el campo de la enunciación. Sin embargo, el autor considera
que la caracterización de texto o discurso son, principalmente,
perspectivas de análisis que se pueden utilizar en un mismo objeto de
estudio. Siguiendo la línea latinoamericana, Calsamiglia y Tusón (1999)
coinciden con Álvarez al considerar el texto como una unidad
comunicativa, cuyo sentido se da al concretizar la organización e
interrelación de elementos verbales relacionados, a este entramado se
le denominará textura discursiva. Agregan que el texto, o la textura
discursiva, es un conjunto de operaciones de diverso orden constituido a
nivel semántico pragmático. Además, señalan que el significado en un
texto depende de: 1. el contenido, fruto de la combinación de los
componentes lingüísticos; 2. el sentido derivado del componente
extralingüístico.
Pasando a una tradición europea, Van Dijk (1980) considera
diferencias entre texto y discurso planteando que un discurso es una
unidad observacional, y la gramática, al poder sólo describir textos, da
una aproximación de las verdades empíricas de los discursos emitidos.
Así, una gramática del texto podrá dar explicaciones de ciertas
estructuras regulares y sistemáticas del tipo de discurso. El tipo de

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discurso se verifica por la continuidad de emisión o de hablante, y la
coherencia interpretada semántica y pragmáticamente, según se asigne
por los usuarios de la lengua. Un texto, en cambio, es más abstracto,
sostiene van Dijk en sus primeros postulados, es una construcción
teórica de elementos como la retórica y la estilística, entre otros.
Para Beaugrand y Dressler (1997), la disyuntiva por definir texto y
discurso, simplemente, no existe e incluso tratan esta discusión como un
pseudo-problema, pues, para los que discurso es texto, para otros, texto
es discurso, afirman los autores. Para ellos, texto (y discurso) es una
unidad comunicativa caracterizada por ser cualitativamente distinta a
otras unidades menores.

2.2. Concepción general de coherencia y cohesión:

Álvarez (2001) define la construcción de un texto coherente a través


de la coherencia y la cohesión, como dos aspectos que son parte de la
competencia textual. Éstos deben desarrollarse a nivel de emisor y
receptor con el fin de construir textos bien formados. Ambos conceptos
se rigen y definen por tres reglas de textualización: de recurrencia, de
progresión y de conexión. Calsamiglia y Tusón (1999), en cambio,
trabajan los conceptos relacionados por inclusión, no como
equivalencias (como plantea Álvarez), pues coherencia incluye la
cohesión, cada uno con sus determinados procedimientos por los cuales
se les reconoce. Van Dijk (1980), por su parte, se refiere sólo al
concepto de coherencia y desde el ámbito específicamente semántico.
Señala dos clases de coherencia respecto a la funcionalidad: coherencia
lineal y coherencia proposicional. Beaugrand y Dressler (1997) por su
parte, se dirigen a un ámbito no tan explícito en los otros autores, ya
que ellos consideran que coherencia y cohesión son productos de una
actividad cultural intencionada. Esta intencionalidad se genera en el
emisor para que el receptor comprenda respecto a las metas y planes

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del primero. El receptor debe reconocer la intención, así, en los textos
existe información interactiva que guía la lectura. De esta forma, los
textos están modelados para seguir una línea de interpretación.
Beaugrande y Dressler (1997) tienen un modelo de procesamiento de la
información textual muy exigente en el que podemos encontrar siete
normas y tres criterios que regulan la comunicación en el texto. Las
siete normas son: coherencia y cohesión, intencionalidad y
aceptabilidad, situacionalidad e intertextualidad, y por último, la
informatividad. Son las normas de cohesión y coherencia las que nos
atañen al ser de un criterio estrictamente lingüístico.
3. Concepción coherencia:

Álvarez (2001) define coherencia y cohesión por separado,


entendiendo por coherencia el aspecto mental-conceptual de la relación
que se postula entre los hechos denotados entre los interpretantes. Van
Dijk (1980) señala que la coherencia (y la cohesión) se genera a partir
de las relaciones aceptadas en las secuencias a nivel semántico.
Calsamiglia y Tusón (1999) no están lejos de la concepción de Álvarez,
debido a que entienden coherencia en un sentido más extenso
(diferencia que se hará notar con sus postulados de cohesión), pues
incluye las relaciones pragmáticas y las relaciones semánticas
intratextuales. Desde su perspectiva, estas autoras, se refieren al
significado del texto en su totalidad: la coherencia “Alude a la
estabilidad y la consistencia temática subyacente, asociada a la
macroestructura (contenido), a la superestructura (esquema de
organización) del texto, a su anclaje enunciativo (protagonistas, tiempo,
espacio) y a las inferencias que activan los hablantes” (Calsamiglia,
Tusón. 1999: 222).
Beaugrand y Dressler (1997), coinciden con las autoras argentinas
respecto a sus consideraciones generales, pues para ellos, la coherencia
regula la posibilidad de que sean accesibles entre sí, e interactúen de un

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modo relevante, los componentes del mundo textual, esto es, la
configuración de los conceptos y de las relaciones que subyacen bajo la
superficie textual.
Por otro lado, George Yule (1996) considera la coherencia en el
discurso de interacción entre hablantes, de acuerdo a la organización de
estructura y contenido de lo que éstos quieren decir. Además deben
“empaquetar” (packge) sus mensajes en concordancia con lo que
piensan y escuchan, todo esto con el fin de lograr una forma coherente
en una conversación. Siguiendo con las autoras Calsamiglia y Tusón,
dentro de la coherencia, conciben la coherencia pragmática y la de
contenido, a continuación nos concentraremos en definir ambas
nociones.

3.1. La coherencia pragmática:

Para referirse a esta concepción de coherencia, las autoras


Calsamiglia y Tusón citan a Brown y Yule (1983 en Calsamiglia y Tusón,
1999), quienes relacionan el concepto con los procesos de intención de
los hablantes, la consecución de unos fines, con las inferencias y con el
tipo de contexto en que se sitúa el mensaje. Entonces, los hablantes son
los dotados de dar coherencia a frases sueltas, incompletas, y a textos
de toda índole. La base de esto se denomina presunción de coherencia,
esto es, que se presume que tanto emisor como receptor están bajo un
comportamiento racional (coherente) e ideal. Yule, por su parte,
considera esta característica de lo ideal en una de sus tres funciones
respecto a hablante y escritor en cuanto al uso del lenguaje. La primera

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función es la interpersonal que tiene relación con la interacción social, la
segunda es la función textual que ayuda a crear y formar textos
apropiados, y la última de carácter ideacional, en donde se representan
experiencias personales de una forma coherente e ideal.
El comportamiento ideal también está explícito en Álvarez (2001)
cuando considera las tres Reglas de textualización como criterios de
adecuación en la construcción de un texto, pues, la primera llamada de
Recurrencia, tiene la finalidad de asegurar que en cada nueva oración
en el texto se retoma la idea del enunciado anterior. La segunda, de
Progresión asegura que en cada nuevo enunciado, además de ser
recurrente, debe traer consigo información nueva para la progresión de
la información en el texto. Y la tercera, de Conexión, cumple con el
objetivo de conectar, de forma relacional, tanto a los individuos como a
los hechos denotados en el texto o enunciado.
Centrándonos en Beaugrande y Dressler (1997), identificamos que la
superficie textual, desde el punto de vista del receptor, se estudia como
si estuviese compuesta por una configuración de dependencias
gramaticales, ya que en ella hay expresiones que se deben analizar
como indicios para activar los conceptos y dar continuidad al texto. Lo
principal es saber dirigir la atención hacia los puntos de acceso a la
información llamados centros de control textual.
Para estos autores, existen dos tipos de centros de control textual,
primarios y secundarios:

Centros de control textual primarios:


 Objetos: entidades conceptuales con identidad y constitución
estable
 Situaciones: configuraciones de objeto en estados habituales
 Acontecimientos: elementos que modifican una situación
 Acciones: acontecimiento intencionado

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Centros de control textual secundarios:
 Estado: condición temporal de una entidad
 Agente: fuerza de una entidad que realiza una acción y
modifica una situación
 Entidad afectada: entidad cuya situación se modifica por un
acontecimiento en la que no aparece ni como agente ni
como instrumento
 Relación: categoría residual para las relaciones fortuitas
como “padre-hijo”
 Atributo: característica de una unidad
 Localización: posición en el espacio de una entidad
 Tiempo: posición temporal de una situación
 Movimiento: cambio de localización
 Instrumento: objeto que proporciona medios para que
suceda un acontecimiento
 Forma: configuración
 Parte: componente de la entidad
 Sustancia: materiales que componen la entidad
 Contención: localización de una entidad dentro de otra
 Causa: regula la manera en que un acontecimiento influya
en las condiciones para que ocurra otro.
 Posibilidad: reúne las condiciones suficientes, pero no
necesarias, para que ocurra un acontecimiento.
 Razón: relación que se establece cuando una acción es el
resultado esperable de un acontecimiento anterior.
 Propósito: cuando se planea que suceda un acontecimiento
a partir de la concretización de uno anterior.
 Percepción: operaciones de identidades creadas
sensorialmente durante las que el conocimiento se integra
mediante los órganos sensoriales.

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 Cognición: almacenamiento, organización y utilización del
conocimiento mediante entidades creadas sensorialmente.
 Emoción: estado experiencial con respecto a una entidad
creada sensorialmente
 Volición: actividad de desear mediante una entidad creada
sensorialmente
 Reconocimiento: emparejamiento exitoso entre percepción y
conocimiento previo
 Posesión: una entidad creada sensorialmente se cree
predominante y controla.
 Ejemplo: miembro de una clase que hereda todos los rasgos
no cancelados de la clase a la pertenece
 Especificación: relación entre una superclase y una subclase
con una afirmación de los rasgos más restringidos de la
última.
 Cantidad: concepto numérico de medida
 Modalidad: concepto de necesidad, probabilidad, posibilidad
o supuestos
 Significancia: significado simbólico asignado a una entidad
 Valor: asignación del equivalente de una entidad en
términos de otras entidades
 Equivalencia: igualdad, correspondencia
 Oposición: lo contrario de equivalencia
 Correferencia: expresiones diferentes activan la misma
entidad
 Repetición: relación en que la misma expresión reactiva un
concepto, pero no necesariamente con las misma
referencialidad.
(Beaugrand y Dressler, 1997: 149-150-151)

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Asimismo, de Beaugrand y Dressler (1997) establecen una serie de
operadores que especifican el estatuto de la vinculación, entre los que
indican:

La fuerza de la vinculación:
a. operador de determinación (marca los componentes necesarios en
la configuración de la identidad de conceptos)
b. operador de prototipicalización (marcar los componentes que sean
frecuentes en una relación)

Las vinculaciones que incluyen fronteras:


a. operador de iniciación (señala la entidad que se acaba de crear)
b. operador de conclusión
c. operador de entrada (para una entidad que opera sobre sí misma)
d. operador de salida (indica lo contrario al de entrada)

Los que señalizan las vinculaciones aproximativas:


a. operador de proximidad (marca las relaciones en las que es
relevante la distancia)
b. operador de proyección (señala las relaciones posibles o
contingentes, pero no verdaderas en el mundo textual)

Calsamiglia y Tusón (1999), apuntan que Bernárdez entiende la


coherencia como un mecanismo de autorregulación de sistemas en
interacción de forma dinámica. Para él, se debe llegar a un estado
estable en dónde surjan el mínimo de diferencias entre lo emitido y lo
comprendido. Así, a mayor grado de contextualización del texto, menos
serán los indicadores presentes en el mismo texto que sustenten la
coherencia, y viceversa. Sobre estos indicadores también se refiere
Álvarez (2001). Para él, se sitúan en la Regla de Conexión, y afirma que

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conexión es el término en donde se incluyen los nexos que permiten la
relación entre enunciados. Él plantea que en esta regla existen dos tipos
de conexión, la implícita y la explícita, siendo ésta última la que
Bernárdez explica como innecesaria si se contara con un nivel de
contextualización mayor. En este sentido, Álvarez apunta a la relación,
como lo hacen Calsamiglia y Tusón, que se pueda establecer en el texto,
debido a que ésta, está sujeta al mundo textual de los interlocutores.
Álvarez distingue dos tipos de relaciones:
1. La semántica, dada por el saber sobre el mundo real, y que por tanto,
no necesita explicitación, en ella encontramos:

 -Relación parte-todo:

(1)“Juan entró a su pieza. Encendió la estufa y se tendió en el sofá”


los interpretantes saben que tanto la estufa y el sofá están
comprendidos en la pieza de Juan.

 -Relación continente-contenido:

(2)“El gato volcó la botella. Todo el líquido se derramó sobre la


alfombra” el interpretante sabe que la botella no estaba vacía, y
por lo tanto se derramó.

 -Relación acción-instrumento:

(3)“A. Hay que sacar el clavo. B. ¿Trajiste el martillo?” el


interpretante sabe que para sacar el clavo se necesita de un
instrumento (el martillo)

 -Relación de posesión:

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(4) “Juan pasa por un mal momento. Sus acciones se han
desvalorizado”
(Álvarez, 2001)

2. La relación (implícita o explícitamente) que el enunciador establece


entre dos o más oraciones:

(5) “Juan se enfermó. Habrá que suspender la reunión”


(Álvarez,
2001 )

Esta misma relación, van Dijk (1980) la denomina causal y afirma


que en ella la causa de los hechos se entiende intuitivamente. Un evento
causante hace que otro siga necesariamente. La condición reside en que
para el hablante haya una conexión entre el primer y el segundo hecho
denotado, conexión a la que se refiere Álvarez (2001).

En cuanto al conocimiento que tienen los interlocutores para


enfrentarse a un texto, van Dijk (1980) sostiene la noción de marco
definiéndolo como el conjunto de conocimientos convencionales, como
un todo que debe tener el lector. De esta forma, es posible concebir que
dos proposiciones son coherentes y así ayudan a la coherencia global
del texto. Para aclarar presentamos el siguiente ejemplo

(6) “Pedro pidió una hamburguesa y se fue sin pagar”

Entendemos que estas dos proposiciones “Pedro pidió una


hamburguesa” y “se fue sin pagar” son coherentes porque como
lectores sabemos: que la primera proposición es determinante que se
realice para que exista la segunda proposición, que existe sólo un

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referente que es Pedro, y por último, que, gracias al marco de
conocimiento, ambas acciones pertenecen a una acción mayor que es
comer en un local.

En esta misma línea, Yule (1996) considera la coherencia a través del


usuario de la lengua, pues lo que está dicho o escrito tendrá sentido en
términos de su relación normal que establece con situaciones o cosas
del diario vivir. Des esta manera, el autor pone énfasis en la familiaridad
y el conocimiento como base para la coherencia. A esto, debemos
sumarle los esquemas culturales que propone Yule, éstos son las
estructuras de conocimiento que tiene cada individuo con el cual es
capaz de hacer sentido sobre el mundo y está culturalmente
determinado. Los esquemas culturales están determinados por el
contexto de las experiencias básicas del sujeto, es por esta razón que
algo considerado bueno en el esquema de una persona puede resultar
malo en el esquema de otra.

3.2. La coherencia de contenido:

Para el análisis del contenido, Calsamiglia y Tusón (1999) recurren a


van Dijk (1980) quien propone el concepto de macroestructuras, las
cuales son entendidas como unidades superiores del contenido que

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representan el tema de un texto y constituyen la síntesis del contenido.
Van Dijk (1980) introduce el término coherencia proposicional, y
sostiene que, al ser las proposiciones las oraciones de un discurso, el
sentido de estas oraciones configuran las secuencias proposicionales, las
que a su vez, forman el tema o asunto de un discurso. En este sentido,
la coherencia lineal que van Dijk plantea está formada por la coherencia
proposicional. Así, en el texto se pueden establecer las
macroproposiciones, en un nivel global y las microproposiciones, en un
nivel local. Van Dijk (1980) establece entre ellas una relación de
implicación que manifiestan una unidad de contenido común. De este
modo, las macroproposiciones son proposiciones que se derivan del
contenido explícito de las microproposiciones, y de los conocimientos
implícitos. Las macroproposiciones están en un orden de jerarquía en el
texto, aquellas que están en un nivel más alto son las macroestructuras,
las cuales dan coherencia al texto al ser una representación del tema en
general como la columna vertebral. Las macroproposiciones tienen
relación con los párrafos y títulos, tienden a agruparse y a distinguirse a
partir de disposiciones externas como la puntuación, la separación entre
líneas, subrayados y tipografías, de este modo es posible la
interpretación de la información según la intención del productor.

Álvarez (2001) refiere a los niveles macroestructural y


microestructural de un texto de una forma más imprecisa, ya que él
simplemente señala que ambos niveles son parte de la relación que se
establece entre las reglas de textualización; si bien coincide con las
autoras al afirmar el objeto de estudio de cada una: macroestructural
para referirse a las exigencias de la coherencia global en un texto y
microestructural para las relaciones dentro de la oración de un texto. En
este sentido, van Dijk (1980) afirma que la macroestructura de un
discurso sólo se puede construir si éste se considera aceptable a nivel
de coherencia, la que se obtiene al captar el sentido de las oraciones de

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dicho discurso. Esto le permite pasar al plano de las
macroproposiciones, pues éstas, son las proposiciones que forman la
macroestructura, y por último agrega que, es posible la relación entre la
micro y macro estructura a través de la proyección semántica, cuyas
reglas son las macrorreglas que se caracterizan porque reducen la
información y tienen una naturaleza organizativa.

Asimismo, en la línea de van Dijk, Beaugrand y Dressler (1997)


afirman que un texto tiene sentido siempre y cuando el conocimiento
activado por las expresiones que lo componen construya continuidad de
sentido, la cual sirve de base para la coherencia. Lo contrario a que un
texto sea coherente, continúan los autores, se manifiesta
evidentemente, en lo contrariedad de la continuidad del sentido, es
decir, al sinsentido del que puede ser víctima un texto, ya sea por el
desajuste en la organización de los conceptos o por las relaciones
expresadas y el conocimiento previo del mundo de los receptores. Por lo
tanto podemos definir coherencia, apuntan Beaugrand y Dressler, como
la “regulación de la posibilidad de que los conceptos y las relaciones que
subyacen bajo la superficie textual sean accesibles entre si e interactúen
de un modo relevante” (Beaugrand y Dressler, 1997:135). Las relaciones
a las que se refieren los autores, que subyacen en el texto son las que
conforman el mundo textual y no tienen como exigencia coincidir
uniformemente con el mundo real. Ahora bien, al mundo textual están
muy relacionados los procesos cognitivos, apuntan Beaugrand y Dressler
(1997), aportando aquella información que no es posible rescatar de la
información literal en un texto.
De este modo, es casi inconcebible pensar en la dificultad que
podríamos tener para entender y describir el conocimiento sin
relacionarlo de manera constante con expresiones lingüísticas. Esto se
puede verificar cuando entendemos el término concepto. Un concepto

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operativo, se define como una configuración de conocimiento que puede
activarse de manera consistente y homogénea.

Por otra parte, van Dijk (1980) sostiene que existen tres tipos de
macrorreglas que recuperan y regulan la información:
1. Supresión: en una secuencia de proposiciones, se suprimen todas
las que no sean presuposiciones de las proposiciones siguientes.
2. Generalización: se construye una proposición que contenga los
conceptos de las anteriores proposiciones.
3. Construcción: se construye una proposición que denote el mismo
hecho que denotan la totalidad de las proposiciones, y se sustituye
por la secuencia original.

Las autoras Calsamiglia y Tusón (1999), comprenden estas tres


macrorreglas, agregando una cuarta:
4. Integración: se trata de integrar las ideas de tres o más
enunciados en uno, que incluya todo, manteniendo el significado.

Van Dijk considera también el nivel de superestructura en un texto, y


sostiene que se define de acuerdo a categorías y reglas de formación. Es
así como se refiere a la ordenación de las macroestructuras del texto y
las relaciones jerárquicas del mismo. La superestructura, continúa van
Dijk, “ordenará las macroproposiciones y determinará si el discurso es o
no es completo, así como qué información es necesaria para llenar las
respectivas categorías” (1980: 5)

Beaugrand y Dressler (1997) concentran sus estudios de coherencia


en operaciones, procedimentales, que la apoyan y la optimizan en
términos de unidades básicas y cognitivas como se expone a
continuación:

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Los conceptos contienen distintos elementos de conocimiento,
sostienen los autores españoles, según las condiciones de activación de
cada uno, además, mantienen relaciones constantes entre sus propios
componentes. Esto lo hacen a través de la operación fuerza de
vinculación que puede estar expresada en: el conocimiento
determinado (componentes esenciales de la identidad del concepto), el
conocimiento prototípico (componentes útiles para determinados
aspectos del concepto) y el conocimiento accidental (componentes que
se usan en ejemplos causales).
Por otro lado, los autores reconocen la capacidad que tienen los
conceptos de descomponerse en unidades más básicas, por ejemplo, es
razonable aceptar que el concepto “nacer” se compone de unidades
menores como “realización de acciones sexuales”, “concepción en el
vientre materno” y “traer a la vida”, a esta operación se le denomina
descomposición.

Ahora bien, cuando utilizamos enunciados en encuentros


comunicativos, sostienen los autores, activamos los conceptos y las
relaciones que correspondan realizar. Lo hacemos como un trabajo
mental en el almacenamiento activo. Además es posible afirmar,
comentan Beaugrande y Dressler, que una vez activados algunos
elementos de conocimiento, activamos, también, otros elementos
cercanos que están asociados a la memoria con el primer elemento, esta
es la llamada operación de activación generalizada. La activación
generalizada funciona entre los elementos activados explícitamente y
los activados por la memoria por sí sola, de esta forma, la activación
ayuda a enriquecer el texto o la interpretación de él. En términos de
productor de un texto, esta actividad opera exteriorizando los conceptos
e instaurándolos como expresiones de lenguaje natural. Desde el ámbito
del receptor, este fenómeno ayuda a la construcción de asociaciones
elaboradas, a generar predicciones o hipótesis, entre otros.

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Endel Tulving (1972), citan los autores, aportaron con dos
operaciones situadas en el ámbito del almacenamiento y utilización del
conocimiento. La memoria episódica, que contiene los recursos de la
experiencia del individuo, se enfrenta a la memoria semántica, en
donde se reflejan los modelos generales inherentes a la organización del
conocimiento.
Sería posible que un elemento tenga una cantidad mayor de
posibilidades de configuración formal, o que una sola configuración
debería recuperarse literalmente cada vez que se requiera. Beaugrand y
Dressler llaman a esto economía de almacenamiento, sin embargo,
esta economía sería poco beneficiosa para optar a una economía de
búsqueda de los elementos. Por lo antes mencionado, se propone una
negociación que equipare ambas economías.
Siguiendo con el almacenamiento de la información, los autores
destacan entre las operaciones los patrones globales que se
almacenan como bloques unitarios debido a su enorme utilidad en áreas
heterogéneas y ayudan a reducir la complejidad de un texto. En primer
lugar están los marcos, que contienen conocimiento de sentido común
de algunos conceptos prototípicos e indican qué elementos se
relacionan entre sí. En segundo lugar se encuentran los esquemas, que
son patrones de acontecimientos y estados integrados en secuencias
vinculadas por relaciones de causalidad y de proximidad temporal.
Debido a su orden temporal, los esquemas permiten generar hipótesis
sobre lo que seguirá en el texto. Los planes, en tercer lugar, son
patrones globales de acontecimientos que conducen a una meta
intencionada. Y en cuarto lugar, los guiones, son operaciones estables
activados con frecuencia para especificar los roles que deberían realizar
los participantes en cada momento.
Por último, la herencia es (un modelo procedimental de
conocimiento) el traspaso de conocimiento entre elementos de tipo o
subtipos similares. Beaugrand Y Dressler (1997) sostienen que existen

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tres tipos: 1. Ejemplo: hereda las características de la clase (grupo de
entidades que comparten algunas características en común) a la que
pertenece. 2. Subclase: hereda de las superclases, en las que hay sólo
características que permiten una caracterización restringida de ellas. 3.
Analogías: se hereda otras características mediante analogías
establecidas entre sí, esto es que, si dos entidades pertenezcan a
distintas clases pueden ser compatibles en algunas distinciones.

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4. Concepción de cohesión:

Dentro de la investigación del discurso, George Yule (1996),


reconoce que existen intereses en el estudio en la estructura de textos
(bien formados), enfocándose en unidades como el tema, elementos de
organización, y conexiones (entre frases) del texto; unidades que
conforman la cohesión del discurso. Por otra parte, el estudio de la
cohesión corresponde, según Elsa Ghio y María Delia Fernández (2005),
al análisis de los recursos empleados en el procesamiento de textos,
pensando, de acuerdo a Halliday, en el texto como algo dinámico en el
que el significado se va construyendo, proceso dentro del cual la
cohesión toma relevancia, permitiendo un flujo direccionado en la
decodificación de tal significado.
La cohesión para Calsamiglia y Tusón (1999), al igual que para
Álvarez, es el elemento de organización más importante de mantención
de la coherencia del texto, la que se distingue a un nivel superficial, por
lo que es posible demarcar cómo operan sus mecanismos. Al referirnos a
la superficie del texto lo hacemos desde la concepción de Beaugrande y
Dressler (1997), quienes consideran que la cohesión posibilita la
continuidad de los elementos del texto, de acuerdo más que todo al
funcionamiento del sistema sintáctico, que asigna pautas de
estructuración a esta superficie textual. En ella que encontramos
estructuras lingüísticas que facilitan el análisis de la cohesión del texto,
éstas corresponden a unidades sintácticas que poseen patrones de
dependencia gramatical evidente, que poseen cohesión interna y de
relación con otras unidades. De ellas, los autores distinguen tres,
primero se refieren al sintagma, compuesto de un núcleo y un elemento
modificador que depende del primero, luego mencionan a la cláusula,
que posee al menos un sustantivo o sintagma nominal en concordancia
con un verbo o sintagma verbal, y en el tercer sitio ubican a la oración,

22
la que debe contener por lo menos una cláusula dependiente (de
Beaugrande y Dressler. 1997)

La mantención de la cohesión se basa en el conjunto de enlaces


intratextuales que se utilizan. Álvarez (2001) propone que este aspecto
formal gramatical se rige por las reglas de textualización recurrencia,
progresión y conexión, que se utilizan dependiendo de la coherencia que
el texto exija, de acuerdo de la competencia textual de los
interlocutores. Para las argentinas Calsamiglia y Tusón (1999), la
cohesión sirve al mantenimiento del referente, a través de
procedimientos léxicos, gramaticales, temáticos (progresión temática),
marcadores y conectores, los que desarróllamelos más adelante.
También de Beaugrande y Dressler se refieren a las unidades y
mecanismos de cohesión según sus aspectos vinculantes y de
mantenimiento del referente, pero desde un enfoque mucho más
cognoscitivo, estudiando el aspecto procedimental de construcción y
decodificación del texto.

De Beaugrande y Dressler explicitan las relaciones que hacemos


entre las unidades lingüísticas, al decodificarlas como unidades
diferentes relacionadas, proporcionándonos finalmente una noción de
texto como unidad mayor. Estas relaciones se configuran dentro de una
red de nudos llamados estados gramaticales (funciones de los
elementos), vinculados mediante dependencias gramaticales. Para
trasladarse de un estado a otro, el lector debe identificar el vínculo de
conexión, cuya decodificación responde a las expectativas y estrategias
de éste, por lo que el enlace debe facilitar la interpretación de la
interrelación. Así las redes se construyen preferentemente según reglas
gramaticales que guíen el procedimiento de utilización, y por lo tanto de
decodificación. De acuerdo a esto, de Beaugrande y Dressler afirman
que el sintagma, la cláusula y la oración son macroestados gramaticales,

23
y los elementos que los componen son microestados del sistema textual.
(de Beaugrande y Dressler. 1997:92)

En esta red de dependencia gramatical (macroestado) los


componentes interpretados son, primero, lo literal (sintagmas, formas
verbales, artículos, etc.), luego el orden temporal de los componentes, y
finalmente la función (estado) de ellos. Pero en un texto extenso, los
elementos no pueden retenerse en la memoria del lector, por lo que es
necesario que durante su desarrollo existan componentes que activen
los elementos antes mencionados, según sea necesario, lo que
mantendrá la cohesión entre los referentes de los macroestados. Así “los
elementos y patrones utilizados previamente en el discurso puedan
reutilizarse, modificarse o comprimirse” (Beaugrande y Dressler,
1997:98). Para esto los autores se refieren a diferentes mecanismos
como la repetición, la sustitución, la elisión y la conexión, recursos que
Calsamiglia y Tusón, al igual que Álvarez, desarrollan de manera más
clara y a los que suman otros.

Calsamiglia y Tusón (1999) consideran que los elementos


cohesivos como los de sustitución, elisión y repetición, otorgan la
posibilidad de mantener la coherencia dentro del texto, al igual que los
conectores. Estos últimos, dentro de las reglas de textualización de
Álvarez (2001), integran la regla de Conexión y marcadores textuales.
Así también, encontramos diferencias en los procedimientos de
repetición y sustitución, que para Calsamiglia y Tusón forman parte de
los mecanismos léxicos de cohesión, y que Álvarez reconoce se utilizan
de acuerdo a la regla de recurrencia, para la mantención del referente
dentro del texto, sumando a estos los procedimientos anafóricos y de
elipsis. Todo esto por una distinción en la clasificación de los elementos
según el enfoque de sus estudios, más cognoscitivo en las primeras y
más formales en el último.

24
Álvarez trabaja estos elementos formales de conexión oracional, a
un nivel microestructural, al igual que Calsamiglia y Tusón, quienes
enfatizan el rol de la cohesión como estructurador de las relaciones
semánticas, que se manifiesta a un nivel local, tomando en cuenta las
microproposiciones (Mp), planteadas por van Dijk, quien por su parte
estudia estos enlaces textuales desde una concepción cognoscitiva, la
que reconoce como coherencia lineal.

4.1. Mecanismos léxicos.

Los mecanismos léxicos ayudan a mantener la referencia, los que


para Calsamiglia y Tusón (1999) son primordialmente mecanismos de
reiteración, que se utilizan cuando existe una disminución de referencia
por el distanciamiento de su aparición. Entre los cuales se mencionan los
de:

a. Repetición (exacta o parcial), manteniendo el referente por medio


de la repetición del sujeto o el elemento nombrado.
b. Sustitución por sinónimos o cuasi sinónimos (palabras, sintagmas,
etc.)
c. Sustitución por hipónimos o hiperónimos y por antónimos.

(7) “un único artista = un único pintor”.


(8) “artrópodos y moluscos = estos organismos”.
(Calsamiglia y Tusón 1999:231)
d. Sustitución por metáfora o metonimia.

(9) “un proyectil mágico - una droga capaz de acabar con la


patología sin producir efectos no deseados”.

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e. Sustitución por calificaciones valorativas.

(10) “terremoto = catástrofe.


(11) “aborto = asesinato”.

f. Sustitución por proformas léxicas, que reitera el referente por


medio de palabras generales que reemplazan a otras más
específicas.

(12) “Los aliados desembarcaron en Normandía el día 6 de junio


de 1944. Este hecho […]”
(Calsamiglia y Tusón 1999:232)

Estas últimas, las formas pronominales, suelen utilizarse, según de


Beaugrande y Dressler, en la interacción comunicativa cotidiana, puesto
que ayudan a economizar o simplificar la superficie textual, al igual que
la elisión.
También existen los mecanismos que se establecen relaciones
semánticas entre los lexemas, los que destacamos a continuación:

a. Relación entre los lexemas basada en algún rasgo semántico


común (en el sistema de la lengua).

(13) muebles, mesitas, estantes = muebles = equipamiento de la


casa.

b. Relación semántica basada en el conocimiento del mundo


compartido por los interlocutores.

(14) Bachelet = Presidenta de Chile.


(15) Tía Juanita = la morenita coja, del pasaje de atrás.

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b’. Relación semántica basada en marcos y guiones mentales que
permiten relacionar elementos léxicos y entenderlos como un
conjunto unitario.

De esta manera, es posible observar que los procedimientos léxicos de


sustitución entregan un espacio al hablante de incorporar su propia
visión en el texto, como lo expresan Calsamiglia y Tusón (1999).

4.2. Mecanismos gramaticales

Los mecanismos gramaticales consisten en el mantenimiento por medio


de procedimientos gramaticales que, según Calsamiglia y Tusón, se
logran a través de:

1. La referencia deíctica, que utiliza elementos lingüísticos que


alcanzan sus significados plenos anclados en una situación
enunciativa. Se consideran aquí los adverbios posesivos,
demostrativos, indefinidos, verbos, determinantes, pronombres
personales. Dentro de la que las autoras identifican diferencias
formales, por lo que las dividen en las referencias espacio-
temporales y aquellas que cumplen una referencia anafórica.
1.1 La referencia anafórica se logra mediante elementos
referenciales que remiten a otros dentro del texto,
utilizándose tanto catafórica (espacio/tiempo posterior)
como anafóricamente (orientaciones en el espacio/tiempo
anterior).
1.2 La referencia léxica, es el mecanismo que utilizamos al
introducir temas nuevos parafraseándolo.

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En este ámbito, se estudia la deíxis textual: en donde las formas
deícticas actúan en función endofórica, en el interior del texto. Los
elementos lingüísticos con esta función se denominan pro-formas, son
elementos breves que ocupan un lugar dentro del texto, y recuperan su
significado en otro lugar del mismo. Éstos cumplen una función
sustantiva, adjetiva o adverbial, en deícticos verbales de tiempo y
persona. A todo esto se le llama co-referencia endofórica con
orientaciones en el espacio/tiempo anterior (anáfora), o en
espacio/tiempo posterior (catáfora).

4.3. La progresión temática

Para de Beaugrande y Dressler, la progresión temática es la


actualización que se logra en el texto, mediante los recursos antes
mencionados, utilizándose mayormente los de co-referencia endofórica,
en la tarea de mantener activado el referente. Así, mediante la catáfora
y la anáfora, se ayuda a construir la correferencia entre las unidades del
texto, al encontrarse los elementos del texto distanciados de su
referente. La catáfora ayuda a que la información textual progrese, y a
demás, dicen los autores, ejerce una influencia notable para que los
lectores se adentren al relato, por lo que quien construye un texto a de
tenerlo presente además como herramienta de motivación. (Beaugrande
y Dressler, 1997:108)

La progresión temática se hace presente también en los estudios


de Calsamiglia y Tusón (1999), así como en Álvarez (2001), los cuales
mencionan las concepciones de tema y rema, que nacen dentro del
Círculo de Praga. Aspecto que van Dijk (1980) introduce dentro de la
coherencia lineal, que considera las relaciones entre oraciones como
secuencias textuales, las que se dan a un nivel semántico, dentro de lo
que estudia tema y rema, como una forma de distribuir la información.

28
En este sentido, de Beaugrande y Dressler (1997) aportan con su
apreciación de que uno de los ejes cohesivos son el tiempo y aspecto de
las formas verbales, que nos proporcionan la distinción entre pasado,
presente y futuro, que son relativos según la situación de recepción o
producción del texto, continuidad frente a discontinuidad, anterioridad
frente a posterioridad, y acontecimiento finalizado frente a
acontecimiento no finalizado; éstas últimas utilizadas con respecto al
modo de relacionar los acontecimientos pertenecientes al mundo textual
(Beaugrane y Dressler, 1997). De lo que se desprende que la cohesión
de la superficie textual, se basa en la coherencia que se presupone al
mundo textual, cuya textualidad descansa, a su vez, en la continuidad
de los elementos (acontecimientos o situaciones relacionadas entre sí)

Calsamiglia y Tusón estipulan que este procedimiento permite que


la información del texto se desarrolle a través de un modelo lineal, en el
que se parte de una información presupuesta y compartida que se
activa, luego se incorpora elementos nuevos que hacen avanzar el
contenido textual, y finalmente se llega a una conclusión en cuanto a la
información.

Es así que la cohesión da a las oraciones, párrafos y al texto en


general, la unión temática, a través de este recurso que mantendrá el
contenido del texto sin caer en la monotonía, entregando información
nueva (Rema) conectada con el tema, que de acuerdo a la progresión
lineal propuesta por Calsamiglia y Tusón (1999), se convertirá en el
siguiente tema; no así con la progresión de tema constante que da a un
Tema único distintos remas. Álvarez (2001) propone otros tipos de
progresión, que son: progresión por tema fragmentado, donde el Tema
inicial da origen a cada una de sus partes, lo que se sustentaría en la
progresión de tema constante mencionado antes; progresión por tema
disociado, que requiere de dos o más locutores que desarrollarán el

29
tema alternadamente; y progresión por temas entrelazados, basada en
la anterior, pero en donde los dos temas o más se manifiestan de forma
paralela, entrelazándose entre sí.
Para las autoras Elsa Ghio y María Delia Fernández, a través del
enfoque de Halliday, los conceptos de Tema y Rema pertenecen al
sistema temático que organiza la información en las cláusulas al igual
que el sistema de jerarquización de la información. En este sentido, el
Tema organiza la cláusula para determinar cuál es el contexto local en
relación con el contexto general del texto que se está utilizando, y es,
por tanto, el punto de partida según lo que ha sido dicho antes, de esta
forma, se llamará Rema todo lo que siga en el mensaje luego del Tema.
El desarrollo temático del Tema en un texto se puede establecer como 1.
Tema tópico, que es el estadio ideacional y obligatorio, se puede dar en
el participante que se describe en la cláusula, en una circunstancia o en
el proceso, 2. Tema interpersonal, desde el punto de vista del hablante,
el cual cuando puede estar presente de forma finita, a través de un
pronombre relativo, un vocativo, un adjunto realizado por un adverbio, o
cláusulas mentales de primera o segunda persona, y como 3. Tema
textual, que se sitúan antes del tema interpersonal, se concretiza en
conjunciones estructurales que relacionan dos cláusulas de manera que
marque una coordinación, conjunciones que marcan una dependencia
entre cláusulas, relativos que relacionan una cláusula dependiente con
otra, conjuntivos que establecen cohesión con el discurso anterior, y, los
continuativos que indican una relación con el discurso previo.
La conexión, que Álvarez considera como una regla de
textualización por sí sola, Calsamiglia y Tusón la conciben como parte de
los mecanismos marcadores y conectores. La conexión da la posibilidad
de generar relaciones explícitas entre segmentos textuales. Para estas
autoras, los conectores unen de formas diversas (simples, compuestas,
conjunciones, adverbios y locuciones, sintagmas nominales,
preposicionales o verbales). En este sentido ambos autores están de

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acuerdo con la importancia del contexto o marco (Minsky 1975 en
Álvarez 2001) que proporciona la información situacional que reduce las
opciones para precisar la relación que se desea comunicar.
Para de Beaugrande y Dressler , la conexión o uso de conectores,
es “quizás el mecanismo más evidente entre los diversos
acontecimientos y situaciones que concurren en un texto” (Beaugrande
y Dressler, 1997:122). Entre los que destaca cuatro procedimientos de
conexión:
a. La conjunción, que equipara elementos con alguna
característica común dentro del mundo textual, como el que
ambos sean verdaderos.
b. La disyunción, que opone elementos, como el que ambos no
puedan ser verdaderos a la vez en el mundo textual.
c. La adversación, la cual equipara elementos incompatibles en
el mundo textual, como una causa que provoca un efecto
inesperado.
d. La subordinación, que ordena jerárquicamente a los
elementos, como el que sean verdaderos sólo si cumplen
ciertas condiciones (precondición/acontecimientos,
causa/efecto, etc.)
(Beaugrande y Dressler, 1997:122)

Los conectores anteriores son, por su condición, indicios


superficiales dentro del texto.
La utilización de conectores juega un papel importante en la elección
de formatos sintácticos a utilizar dentro del texto, ya que pueden sugerir
o imponer la interpretación de las secuencias que relaciona. Es así como
la elección de los mecanismos a utilizar, según de Beaugrande y
Dressler, nace de la intencionalidad del productor del texto, y su
interpretación, de la aceptabilidad del receptor, todo esto de acuerdo a
la cohesión, la coherencia y la informatividad del texto. Interacción en la

31
que claramente “existe una negociación, clarificada, según estos
autores, en la utilización de las proformas y la elipsis, que ponen en
juego la claridad y el nivel de procesamiento en la decodificación
textual.” (Beaugrande y Dressler, 1997:132-133)

5. Conclusión

32
De acuerdo al estudio de los diferentes autores, representativos de
las tradiciones latinoamericana, anglosajona y europea, a los que hemos
tenido acceso, es posible mencionar, en torno al objetivo de nuestro
artículo, cuáles son las nociones a nivel general que necesitamos para la
comprensión de la coherencia y la cohesión y su enseñanza en el aula.

Comenzaremos por la concepción de texto que aceptamos válida


para nuestros fines. Concebimos texto en su dimensión comunicativa,
como una unidad que toma sentido en la organización y relación de sus
elementos, y por lo mismo, es importante el concepto de textura
discursiva que plantean Calsamiglia y Tusón. Esto último porque para el
profesor es relevante manejar una noción de texto en su ámbito más
concreto. En este sentido, las autoras lo estudian respecto a las
relaciones posibles de múltiples elementos. Por otro lado, no se puede
aislar la noción de texto del aspecto cognoscitivo, pues es donde
coexisten la coherencia y cohesión.

Precisando un poco más, creemos que cuando el profesor aplique


estos contenidos, es necesario explicar la constitución más abstracta
del texto, esto es, considerar como parte de su estructura la situación en
donde se desarrolla el texto, que a su vez se enmarca en un
determinado contexto. Además, hay que entender el texto en sus
relaciones más concretas, entonces, es necesario ayudar al lector a
activar ciertos esquemas mentales que complementarán su significado.

El concepto de coherencia lo entendemos como todo aquello que


permite a los hablantes entender el texto en un contexto determinado.
Es decir, aquellas relaciones conceptuales que se desarrollan en la
mente de los hablantes, las que están determinadas por los sistemas
sociales y culturales de cada persona. De esta forma, es posible

33
comprender las múltiples interpretaciones que de un texto nacen. Es en
este ámbito que negamos, que sea una exigencia totalitaria, la
existencia de una relación de complicidad entre el enunciador de un
texto y el receptor de éste, para que se logre un entendimiento del
enunciado. Sin embargo, sabemos que es necesario que el lector maneje
ciertas claves a la hora de enfrentar un texto elaborado, en su mayoría,
con tecnicismos de alguna especialidad en específico. El lector no
necesita completamente de dicha complicidad, por la existencia de la
cohesión dentro del texto, que ayuda al lector no especializado a
comprender a grandes rasgos el tema. La cohesión es un aspecto formal
que se hace presente en la superficie textual, e identificable a través de
marcas textuales específicas que dan coherencia al texto. Estas marcas
textuales léxico-gramaticales se desarrollan en aspectos literales,
acorde a un orden temporal específico, que contribuye al desarrollo
pertinente del texto, cumpliendo, de este modo, una función
determinada en cada posición textual. Por lo tanto, la cohesión configura
las relaciones a un nivel semántico de la textura discursiva.

Consecuentemente, son las marcas textuales o reglas de


textualización de la cohesión, las que conforman el aprendizaje de los
alumnos a nivel de contenido en la enseñanza que entrega el profesor.
Una vez que los alumnos han integrado los elementos fundamentales de
la cohesión tendrán mayores posibilidades de construir un texto
coherente. Al ser la cohesión un rasgo identificable en la superficie del
texto, los alumnos recurrirán a ella como herramientas de construcción
de acuerdo a la intención que se tiene al elaborar un enunciado, lo que
está directamente relacionada con la coherencia textual. De esta forma,
es posible afirmar que la coherencia es una competencia lingüística que
se logra con la internalización y práctica de las herramientas cohesivas.

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Referencias:

 Álvarez, Gerardo. 2001. Textos y Discursos. Introducción a la


lingüística del texto.
Ed.: Universidad de Concepción. Concepción, Chile.

 Beaugrande, Robert-Alain de y Dressler, Wolfgang Ulrich. 1997.


Introducción a la linguística del texto. Ed.: Ariel. Barcelona,
España.

 Calsamiglia, Helena y Tusón, Amparo. 1999. Las cosas del decir.


Manual de análisis del discurso. “La textura discursiva”. Ed.: Ariel.
Barcelona, España.

 Ghio, Elsa y Fernandez, María Delia. 2005. Manual de Lingüística


sistemico funcional. El enfoque de M. A. K. Halliday y R. Hasan.
Universidad Nacional del Litorial: Santa Fe.

 Van Dijk, Teun. 1980. Desarrollo y problemática de la gramática


del texto. Conferencia I

35
 Van Dijk, Teun. 1980. Macroestructuras semánticas. Conferencia II

 Yule, George. 1996. Pragmatics. “Discourse and culture”. Ed.:


Oxford University Press. Inglaterra.

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