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Introducción……………………………………………….
………………………………………………………….....2
Concepciones Generales
Concepción de texto y discurso………………..
………………………………………………………….....4
Concepción de
coherencia…………………………………………………………………………
……………7
La Coherencia pragmática…..
………………………………………………………………………….…….8
La coherencia de
contenido…………………………………………………………………………………..
.13
Concepción de
cohesión……………………………………………………………………………………
…....18
Mecanismos
léxicos………………………………………………………………………………………
………....20
Mecanismos
gramaticales………………………………………………………………………………
………22
1
La progresión
temática……………………………………………………………………………………
…….23
Conclusiones………………………………………………………………………
…………………………………….27
Referencias………………………………………………………………………
………………………………………29
1.Introducción:
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qué son, sus recursos, y qué papel juegan, tanto coherencia como
cohesión, en el desarrollo de un texto o discurso.
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considerado en los estudios, imprescindibles para comprender las
siguientes secciones, presentando la disyuntiva existente entre texto y
discurso. A lo que sumamos las concepciones generales de coherencia y
cohesión, con las que trabajan los distintos autores estudiados. En
segundo lugar, nos referiremos al objeto de estudio de forma más
específica, en los puntos 3 (coherencia) y 4 (cohesión). La concepción de
Coherencia la desarrollamos manera general, para luego introducirnos a
la coherencia de carácter pragmático y a la coherencia de contenido. De
cohesión presentamos también su definición y funcionalidad dentro del
texto, enfocándonos luego en sus mecanismos léxicos, gramaticales y
de progresión temática, considerados dentro de los estudios revisados.
2.Concepciones generales
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La reflexión sobre los conceptos texto y discurso ha sido analizada
desde diferentes orientaciones, que, sin embargo, constituyen un tema
aún no resuelto. En este apartado entregaremos algunas definiciones
que corresponden a distintas tradiciones respecto a la lingüística textual
y estudios discursivos.
Para Álvarez (2001) en su tradición latinoamericana, texto se
define a partir de los elementos lingüísticos organizados según reglas
estrictas de construcción, siendo así la unidad mayor construccional en
un individuo. Con esto, el autor introduce las reglas de textualización. Él
diferencia texto de discurso al plantear que, este último, es la emisión
concreta de un enunciado en una situación determinada, es decir, el
discurso es el texto más las condiciones de producción, pasando así a
considerar el campo de la enunciación. Sin embargo, el autor considera
que la caracterización de texto o discurso son, principalmente,
perspectivas de análisis que se pueden utilizar en un mismo objeto de
estudio. Siguiendo la línea latinoamericana, Calsamiglia y Tusón (1999)
coinciden con Álvarez al considerar el texto como una unidad
comunicativa, cuyo sentido se da al concretizar la organización e
interrelación de elementos verbales relacionados, a este entramado se
le denominará textura discursiva. Agregan que el texto, o la textura
discursiva, es un conjunto de operaciones de diverso orden constituido a
nivel semántico pragmático. Además, señalan que el significado en un
texto depende de: 1. el contenido, fruto de la combinación de los
componentes lingüísticos; 2. el sentido derivado del componente
extralingüístico.
Pasando a una tradición europea, Van Dijk (1980) considera
diferencias entre texto y discurso planteando que un discurso es una
unidad observacional, y la gramática, al poder sólo describir textos, da
una aproximación de las verdades empíricas de los discursos emitidos.
Así, una gramática del texto podrá dar explicaciones de ciertas
estructuras regulares y sistemáticas del tipo de discurso. El tipo de
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discurso se verifica por la continuidad de emisión o de hablante, y la
coherencia interpretada semántica y pragmáticamente, según se asigne
por los usuarios de la lengua. Un texto, en cambio, es más abstracto,
sostiene van Dijk en sus primeros postulados, es una construcción
teórica de elementos como la retórica y la estilística, entre otros.
Para Beaugrand y Dressler (1997), la disyuntiva por definir texto y
discurso, simplemente, no existe e incluso tratan esta discusión como un
pseudo-problema, pues, para los que discurso es texto, para otros, texto
es discurso, afirman los autores. Para ellos, texto (y discurso) es una
unidad comunicativa caracterizada por ser cualitativamente distinta a
otras unidades menores.
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del primero. El receptor debe reconocer la intención, así, en los textos
existe información interactiva que guía la lectura. De esta forma, los
textos están modelados para seguir una línea de interpretación.
Beaugrande y Dressler (1997) tienen un modelo de procesamiento de la
información textual muy exigente en el que podemos encontrar siete
normas y tres criterios que regulan la comunicación en el texto. Las
siete normas son: coherencia y cohesión, intencionalidad y
aceptabilidad, situacionalidad e intertextualidad, y por último, la
informatividad. Son las normas de cohesión y coherencia las que nos
atañen al ser de un criterio estrictamente lingüístico.
3. Concepción coherencia:
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modo relevante, los componentes del mundo textual, esto es, la
configuración de los conceptos y de las relaciones que subyacen bajo la
superficie textual.
Por otro lado, George Yule (1996) considera la coherencia en el
discurso de interacción entre hablantes, de acuerdo a la organización de
estructura y contenido de lo que éstos quieren decir. Además deben
“empaquetar” (packge) sus mensajes en concordancia con lo que
piensan y escuchan, todo esto con el fin de lograr una forma coherente
en una conversación. Siguiendo con las autoras Calsamiglia y Tusón,
dentro de la coherencia, conciben la coherencia pragmática y la de
contenido, a continuación nos concentraremos en definir ambas
nociones.
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función es la interpersonal que tiene relación con la interacción social, la
segunda es la función textual que ayuda a crear y formar textos
apropiados, y la última de carácter ideacional, en donde se representan
experiencias personales de una forma coherente e ideal.
El comportamiento ideal también está explícito en Álvarez (2001)
cuando considera las tres Reglas de textualización como criterios de
adecuación en la construcción de un texto, pues, la primera llamada de
Recurrencia, tiene la finalidad de asegurar que en cada nueva oración
en el texto se retoma la idea del enunciado anterior. La segunda, de
Progresión asegura que en cada nuevo enunciado, además de ser
recurrente, debe traer consigo información nueva para la progresión de
la información en el texto. Y la tercera, de Conexión, cumple con el
objetivo de conectar, de forma relacional, tanto a los individuos como a
los hechos denotados en el texto o enunciado.
Centrándonos en Beaugrande y Dressler (1997), identificamos que la
superficie textual, desde el punto de vista del receptor, se estudia como
si estuviese compuesta por una configuración de dependencias
gramaticales, ya que en ella hay expresiones que se deben analizar
como indicios para activar los conceptos y dar continuidad al texto. Lo
principal es saber dirigir la atención hacia los puntos de acceso a la
información llamados centros de control textual.
Para estos autores, existen dos tipos de centros de control textual,
primarios y secundarios:
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Centros de control textual secundarios:
Estado: condición temporal de una entidad
Agente: fuerza de una entidad que realiza una acción y
modifica una situación
Entidad afectada: entidad cuya situación se modifica por un
acontecimiento en la que no aparece ni como agente ni
como instrumento
Relación: categoría residual para las relaciones fortuitas
como “padre-hijo”
Atributo: característica de una unidad
Localización: posición en el espacio de una entidad
Tiempo: posición temporal de una situación
Movimiento: cambio de localización
Instrumento: objeto que proporciona medios para que
suceda un acontecimiento
Forma: configuración
Parte: componente de la entidad
Sustancia: materiales que componen la entidad
Contención: localización de una entidad dentro de otra
Causa: regula la manera en que un acontecimiento influya
en las condiciones para que ocurra otro.
Posibilidad: reúne las condiciones suficientes, pero no
necesarias, para que ocurra un acontecimiento.
Razón: relación que se establece cuando una acción es el
resultado esperable de un acontecimiento anterior.
Propósito: cuando se planea que suceda un acontecimiento
a partir de la concretización de uno anterior.
Percepción: operaciones de identidades creadas
sensorialmente durante las que el conocimiento se integra
mediante los órganos sensoriales.
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Cognición: almacenamiento, organización y utilización del
conocimiento mediante entidades creadas sensorialmente.
Emoción: estado experiencial con respecto a una entidad
creada sensorialmente
Volición: actividad de desear mediante una entidad creada
sensorialmente
Reconocimiento: emparejamiento exitoso entre percepción y
conocimiento previo
Posesión: una entidad creada sensorialmente se cree
predominante y controla.
Ejemplo: miembro de una clase que hereda todos los rasgos
no cancelados de la clase a la pertenece
Especificación: relación entre una superclase y una subclase
con una afirmación de los rasgos más restringidos de la
última.
Cantidad: concepto numérico de medida
Modalidad: concepto de necesidad, probabilidad, posibilidad
o supuestos
Significancia: significado simbólico asignado a una entidad
Valor: asignación del equivalente de una entidad en
términos de otras entidades
Equivalencia: igualdad, correspondencia
Oposición: lo contrario de equivalencia
Correferencia: expresiones diferentes activan la misma
entidad
Repetición: relación en que la misma expresión reactiva un
concepto, pero no necesariamente con las misma
referencialidad.
(Beaugrand y Dressler, 1997: 149-150-151)
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Asimismo, de Beaugrand y Dressler (1997) establecen una serie de
operadores que especifican el estatuto de la vinculación, entre los que
indican:
La fuerza de la vinculación:
a. operador de determinación (marca los componentes necesarios en
la configuración de la identidad de conceptos)
b. operador de prototipicalización (marcar los componentes que sean
frecuentes en una relación)
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conexión es el término en donde se incluyen los nexos que permiten la
relación entre enunciados. Él plantea que en esta regla existen dos tipos
de conexión, la implícita y la explícita, siendo ésta última la que
Bernárdez explica como innecesaria si se contara con un nivel de
contextualización mayor. En este sentido, Álvarez apunta a la relación,
como lo hacen Calsamiglia y Tusón, que se pueda establecer en el texto,
debido a que ésta, está sujeta al mundo textual de los interlocutores.
Álvarez distingue dos tipos de relaciones:
1. La semántica, dada por el saber sobre el mundo real, y que por tanto,
no necesita explicitación, en ella encontramos:
-Relación parte-todo:
-Relación continente-contenido:
-Relación acción-instrumento:
-Relación de posesión:
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(4) “Juan pasa por un mal momento. Sus acciones se han
desvalorizado”
(Álvarez, 2001)
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referente que es Pedro, y por último, que, gracias al marco de
conocimiento, ambas acciones pertenecen a una acción mayor que es
comer en un local.
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representan el tema de un texto y constituyen la síntesis del contenido.
Van Dijk (1980) introduce el término coherencia proposicional, y
sostiene que, al ser las proposiciones las oraciones de un discurso, el
sentido de estas oraciones configuran las secuencias proposicionales, las
que a su vez, forman el tema o asunto de un discurso. En este sentido,
la coherencia lineal que van Dijk plantea está formada por la coherencia
proposicional. Así, en el texto se pueden establecer las
macroproposiciones, en un nivel global y las microproposiciones, en un
nivel local. Van Dijk (1980) establece entre ellas una relación de
implicación que manifiestan una unidad de contenido común. De este
modo, las macroproposiciones son proposiciones que se derivan del
contenido explícito de las microproposiciones, y de los conocimientos
implícitos. Las macroproposiciones están en un orden de jerarquía en el
texto, aquellas que están en un nivel más alto son las macroestructuras,
las cuales dan coherencia al texto al ser una representación del tema en
general como la columna vertebral. Las macroproposiciones tienen
relación con los párrafos y títulos, tienden a agruparse y a distinguirse a
partir de disposiciones externas como la puntuación, la separación entre
líneas, subrayados y tipografías, de este modo es posible la
interpretación de la información según la intención del productor.
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dicho discurso. Esto le permite pasar al plano de las
macroproposiciones, pues éstas, son las proposiciones que forman la
macroestructura, y por último agrega que, es posible la relación entre la
micro y macro estructura a través de la proyección semántica, cuyas
reglas son las macrorreglas que se caracterizan porque reducen la
información y tienen una naturaleza organizativa.
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operativo, se define como una configuración de conocimiento que puede
activarse de manera consistente y homogénea.
Por otra parte, van Dijk (1980) sostiene que existen tres tipos de
macrorreglas que recuperan y regulan la información:
1. Supresión: en una secuencia de proposiciones, se suprimen todas
las que no sean presuposiciones de las proposiciones siguientes.
2. Generalización: se construye una proposición que contenga los
conceptos de las anteriores proposiciones.
3. Construcción: se construye una proposición que denote el mismo
hecho que denotan la totalidad de las proposiciones, y se sustituye
por la secuencia original.
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Los conceptos contienen distintos elementos de conocimiento,
sostienen los autores españoles, según las condiciones de activación de
cada uno, además, mantienen relaciones constantes entre sus propios
componentes. Esto lo hacen a través de la operación fuerza de
vinculación que puede estar expresada en: el conocimiento
determinado (componentes esenciales de la identidad del concepto), el
conocimiento prototípico (componentes útiles para determinados
aspectos del concepto) y el conocimiento accidental (componentes que
se usan en ejemplos causales).
Por otro lado, los autores reconocen la capacidad que tienen los
conceptos de descomponerse en unidades más básicas, por ejemplo, es
razonable aceptar que el concepto “nacer” se compone de unidades
menores como “realización de acciones sexuales”, “concepción en el
vientre materno” y “traer a la vida”, a esta operación se le denomina
descomposición.
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Endel Tulving (1972), citan los autores, aportaron con dos
operaciones situadas en el ámbito del almacenamiento y utilización del
conocimiento. La memoria episódica, que contiene los recursos de la
experiencia del individuo, se enfrenta a la memoria semántica, en
donde se reflejan los modelos generales inherentes a la organización del
conocimiento.
Sería posible que un elemento tenga una cantidad mayor de
posibilidades de configuración formal, o que una sola configuración
debería recuperarse literalmente cada vez que se requiera. Beaugrand y
Dressler llaman a esto economía de almacenamiento, sin embargo,
esta economía sería poco beneficiosa para optar a una economía de
búsqueda de los elementos. Por lo antes mencionado, se propone una
negociación que equipare ambas economías.
Siguiendo con el almacenamiento de la información, los autores
destacan entre las operaciones los patrones globales que se
almacenan como bloques unitarios debido a su enorme utilidad en áreas
heterogéneas y ayudan a reducir la complejidad de un texto. En primer
lugar están los marcos, que contienen conocimiento de sentido común
de algunos conceptos prototípicos e indican qué elementos se
relacionan entre sí. En segundo lugar se encuentran los esquemas, que
son patrones de acontecimientos y estados integrados en secuencias
vinculadas por relaciones de causalidad y de proximidad temporal.
Debido a su orden temporal, los esquemas permiten generar hipótesis
sobre lo que seguirá en el texto. Los planes, en tercer lugar, son
patrones globales de acontecimientos que conducen a una meta
intencionada. Y en cuarto lugar, los guiones, son operaciones estables
activados con frecuencia para especificar los roles que deberían realizar
los participantes en cada momento.
Por último, la herencia es (un modelo procedimental de
conocimiento) el traspaso de conocimiento entre elementos de tipo o
subtipos similares. Beaugrand Y Dressler (1997) sostienen que existen
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tres tipos: 1. Ejemplo: hereda las características de la clase (grupo de
entidades que comparten algunas características en común) a la que
pertenece. 2. Subclase: hereda de las superclases, en las que hay sólo
características que permiten una caracterización restringida de ellas. 3.
Analogías: se hereda otras características mediante analogías
establecidas entre sí, esto es que, si dos entidades pertenezcan a
distintas clases pueden ser compatibles en algunas distinciones.
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4. Concepción de cohesión:
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la que debe contener por lo menos una cláusula dependiente (de
Beaugrande y Dressler. 1997)
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y los elementos que los componen son microestados del sistema textual.
(de Beaugrande y Dressler. 1997:92)
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Álvarez trabaja estos elementos formales de conexión oracional, a
un nivel microestructural, al igual que Calsamiglia y Tusón, quienes
enfatizan el rol de la cohesión como estructurador de las relaciones
semánticas, que se manifiesta a un nivel local, tomando en cuenta las
microproposiciones (Mp), planteadas por van Dijk, quien por su parte
estudia estos enlaces textuales desde una concepción cognoscitiva, la
que reconoce como coherencia lineal.
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e. Sustitución por calificaciones valorativas.
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b’. Relación semántica basada en marcos y guiones mentales que
permiten relacionar elementos léxicos y entenderlos como un
conjunto unitario.
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En este ámbito, se estudia la deíxis textual: en donde las formas
deícticas actúan en función endofórica, en el interior del texto. Los
elementos lingüísticos con esta función se denominan pro-formas, son
elementos breves que ocupan un lugar dentro del texto, y recuperan su
significado en otro lugar del mismo. Éstos cumplen una función
sustantiva, adjetiva o adverbial, en deícticos verbales de tiempo y
persona. A todo esto se le llama co-referencia endofórica con
orientaciones en el espacio/tiempo anterior (anáfora), o en
espacio/tiempo posterior (catáfora).
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En este sentido, de Beaugrande y Dressler (1997) aportan con su
apreciación de que uno de los ejes cohesivos son el tiempo y aspecto de
las formas verbales, que nos proporcionan la distinción entre pasado,
presente y futuro, que son relativos según la situación de recepción o
producción del texto, continuidad frente a discontinuidad, anterioridad
frente a posterioridad, y acontecimiento finalizado frente a
acontecimiento no finalizado; éstas últimas utilizadas con respecto al
modo de relacionar los acontecimientos pertenecientes al mundo textual
(Beaugrane y Dressler, 1997). De lo que se desprende que la cohesión
de la superficie textual, se basa en la coherencia que se presupone al
mundo textual, cuya textualidad descansa, a su vez, en la continuidad
de los elementos (acontecimientos o situaciones relacionadas entre sí)
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tema alternadamente; y progresión por temas entrelazados, basada en
la anterior, pero en donde los dos temas o más se manifiestan de forma
paralela, entrelazándose entre sí.
Para las autoras Elsa Ghio y María Delia Fernández, a través del
enfoque de Halliday, los conceptos de Tema y Rema pertenecen al
sistema temático que organiza la información en las cláusulas al igual
que el sistema de jerarquización de la información. En este sentido, el
Tema organiza la cláusula para determinar cuál es el contexto local en
relación con el contexto general del texto que se está utilizando, y es,
por tanto, el punto de partida según lo que ha sido dicho antes, de esta
forma, se llamará Rema todo lo que siga en el mensaje luego del Tema.
El desarrollo temático del Tema en un texto se puede establecer como 1.
Tema tópico, que es el estadio ideacional y obligatorio, se puede dar en
el participante que se describe en la cláusula, en una circunstancia o en
el proceso, 2. Tema interpersonal, desde el punto de vista del hablante,
el cual cuando puede estar presente de forma finita, a través de un
pronombre relativo, un vocativo, un adjunto realizado por un adverbio, o
cláusulas mentales de primera o segunda persona, y como 3. Tema
textual, que se sitúan antes del tema interpersonal, se concretiza en
conjunciones estructurales que relacionan dos cláusulas de manera que
marque una coordinación, conjunciones que marcan una dependencia
entre cláusulas, relativos que relacionan una cláusula dependiente con
otra, conjuntivos que establecen cohesión con el discurso anterior, y, los
continuativos que indican una relación con el discurso previo.
La conexión, que Álvarez considera como una regla de
textualización por sí sola, Calsamiglia y Tusón la conciben como parte de
los mecanismos marcadores y conectores. La conexión da la posibilidad
de generar relaciones explícitas entre segmentos textuales. Para estas
autoras, los conectores unen de formas diversas (simples, compuestas,
conjunciones, adverbios y locuciones, sintagmas nominales,
preposicionales o verbales). En este sentido ambos autores están de
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acuerdo con la importancia del contexto o marco (Minsky 1975 en
Álvarez 2001) que proporciona la información situacional que reduce las
opciones para precisar la relación que se desea comunicar.
Para de Beaugrande y Dressler , la conexión o uso de conectores,
es “quizás el mecanismo más evidente entre los diversos
acontecimientos y situaciones que concurren en un texto” (Beaugrande
y Dressler, 1997:122). Entre los que destaca cuatro procedimientos de
conexión:
a. La conjunción, que equipara elementos con alguna
característica común dentro del mundo textual, como el que
ambos sean verdaderos.
b. La disyunción, que opone elementos, como el que ambos no
puedan ser verdaderos a la vez en el mundo textual.
c. La adversación, la cual equipara elementos incompatibles en
el mundo textual, como una causa que provoca un efecto
inesperado.
d. La subordinación, que ordena jerárquicamente a los
elementos, como el que sean verdaderos sólo si cumplen
ciertas condiciones (precondición/acontecimientos,
causa/efecto, etc.)
(Beaugrande y Dressler, 1997:122)
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que claramente “existe una negociación, clarificada, según estos
autores, en la utilización de las proformas y la elipsis, que ponen en
juego la claridad y el nivel de procesamiento en la decodificación
textual.” (Beaugrande y Dressler, 1997:132-133)
5. Conclusión
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De acuerdo al estudio de los diferentes autores, representativos de
las tradiciones latinoamericana, anglosajona y europea, a los que hemos
tenido acceso, es posible mencionar, en torno al objetivo de nuestro
artículo, cuáles son las nociones a nivel general que necesitamos para la
comprensión de la coherencia y la cohesión y su enseñanza en el aula.
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comprender las múltiples interpretaciones que de un texto nacen. Es en
este ámbito que negamos, que sea una exigencia totalitaria, la
existencia de una relación de complicidad entre el enunciador de un
texto y el receptor de éste, para que se logre un entendimiento del
enunciado. Sin embargo, sabemos que es necesario que el lector maneje
ciertas claves a la hora de enfrentar un texto elaborado, en su mayoría,
con tecnicismos de alguna especialidad en específico. El lector no
necesita completamente de dicha complicidad, por la existencia de la
cohesión dentro del texto, que ayuda al lector no especializado a
comprender a grandes rasgos el tema. La cohesión es un aspecto formal
que se hace presente en la superficie textual, e identificable a través de
marcas textuales específicas que dan coherencia al texto. Estas marcas
textuales léxico-gramaticales se desarrollan en aspectos literales,
acorde a un orden temporal específico, que contribuye al desarrollo
pertinente del texto, cumpliendo, de este modo, una función
determinada en cada posición textual. Por lo tanto, la cohesión configura
las relaciones a un nivel semántico de la textura discursiva.
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Referencias:
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Van Dijk, Teun. 1980. Macroestructuras semánticas. Conferencia II
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