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CLÍNICAS
I, TEST PROYECTIVOS
3. Por otra parte la interpretación de los datos no puede hacerse sin la referencia
a una teoría sistemática subyacente que puede servirnos de soporte para formular
hipótesis aproximativas a la verdadera significación de los índices obtenidos y nos
permite deducir conclusiones. La mera acumulación de datos, incluso su formulación
estadística, de poco nos va a servir si no disponemos de una «teoría de la técnica» de
interpretación, que a su vez pueda incluirse dentro del marco general de la
psicodinamia y psicopatología. La formulación estadística es una insustituible
herramienta de investigación. Pero la comprensión de los fenómenos psíquicos
supone algo más que la reducción a factores que cada vez vemos menos
independientes cuando se «comprenden» los procesos subyacentes a ellos (inde-
pendencia que sería un requisito importante del análisis factorial).
La múltiple determinación de la conducta humana y nuestra aún escasa
comprensión de la misma nos obliga a aunar todo tipo de esfuerzos y a no rechazar
ninguno de los aportes que desde cualquier vertiente científica (sea experimentalista, sea
psicoanalítica o psicodinámica) sirva de complementación a la comprensión del
fenómeno psíquico.
En la investigación psicodiagnóstica se llega a la necesidad de esta
complementaridad que permite el pluralismo científico cuando tratamos de
reconstruir la psicodinamia del paciente.
A pesar de la aparente divergencia, si nos planteamos la posibilidad de una zona
común donde polarizar el interés de la investigación podemos fácilmente llegar a un
sistemático denominador común, cuyo territorio aún está casi inexplorado y que
constituye el fundamento teórico de los test de diagnóstico. Podemos enunciarlo así:
el desarrollo y organización de la personalidad se ven reflejados en el desarrollo y
organización del pensamiento. «La teoría de los procesos del pensamiento (Rapaport,
1978) (4) es uno de los campos menos explorados en la psicología académica, así como
en el psicoanálisis... Sin embargo, la teoría de los procesos del pensamiento no sólo es
el fundamento de los test psicodiagnósticos, sino también un vasto dominio de la teoría
en la cual los test psicodiagnósticos son la herramienta elegida para la investigación
empírica.»
*
La obra de J. Exner constituye un prometedor y gigantesco esfuerzo de reunificación e integración de
los distintos sistemas de Rorschach. Pero como buen investigador, no da por saturado el campo, y menos
aún en su vertiente dinámica (14).
o no exitosa, según lo hayan sido las experiencias emocionales más tempranas entre el
hijo-contenido y la madre-continente capaz de filtrar y despojar a aquél de la angustia y
caos intolerables facilitándole la capacidad de fantasear, soñar y pensar... «El
pensamiento depende de la introyección exitosa del pecho bueno que es originalmente
responsable del desempeño de la función alfa» (que sería el aparato para convertir las
experiencias emocionales en pensamientos) (17). Si la mente puede mantener una idea
nueva puede crecer aprendiendo.
Pero en tanto que nueva supone un cambió y puede ser intolerable por todo lo
que incluye de disruptivo (ansiedad catastrófica) surgiendo entonces los trastornos de la
capacidad para pensar: elementos beta (experiencias emociales no cambiadas en
pensamientos), mundo de antipensamiento (super-yo psicótico «moral» omnipotente),
reversión de la perspectiva, ataques contra el vínculo (splitting patológico). Más que
defensas contra la ansiedad son fallos o trastornos del aparato o ataques a la capacidad
de pensar. Son varias formas de mentiras, que destruyen a la verdad y la reemplazan por
moralidad.
A.2. Otro elemento indicador del nivel de organización del yo es verificar el grado de
desarrollo libidinal, si la vivencia de identidad diferenciada y la identificación
sexual se han logrado y de qué modo. Estos datos pueden detectarse tanto por el análisis
del contenido (verbalizaciones o expresiones referidas a contenidos de tipo oral, anal,
genital) como por la descripción o construcción del objeto por cuanto que a nivel
simbólico se le hace asumir las características del significado asignado y desplazado
desde el objeto original. Por lo general, las respuestas que aluden y reconocen el
simbolismo sexual específico de los estímulos, la diferenciación entre objetos especí-
ficos y genéricos que posibilitan la relación con el objeto total en el que coexisten
aspectos positivos y agresivos, que incluyen una buena integración vitalista de los
determinantes... son respuestas que nos ponen en contacto con identificaciones flexibles
y estables, vitalizadas y sexualmente definidas (18). Cuanto más precisa es la
descripción del objeto y su diferenciación en rasgos definidos, más diferenciado y
desarrollado es el yo (8).
A.4. Sistema propio de valores: Cuando se puede discriminar con claridad lo bueno de
lo malo dentro de la mente, también se pueden diferenciar los aspectos positivos de los
negativos en el estímulo. Esta diferenciación de aspectos idealizados-persecutorios se
puede adaptar a la realidad del objeto o establecerse sólo de un modo convencional,
porque otro lo dice, no porque el sujeto lo ve. En este caso fracasa la capacidad de
establecer un propio sistema de valores, y así lo traduce en la respuesta al recurrir a
tópicos culturales o circunstanciales sustitutorios de los criterios personales. El Conde
Drácula, Mazinger, Supermán, el Dios de Moisés, etc., suelen ser, por ejemplo,
representantes del super-yo arcaico omnipotente más que del propio super-yo sano y
maduro.
B.1. Los puntos de referencia espacial de los objetos.—Expresiones como: más cerca,
más lejos, enorme, mínimo, gigante, más bajo, arriba, desde abajo, en lo alto; es
horrible, me gusta verlo de lejos..., etcétera; están hablando del lugar donde se coloca al
objeto con relación al sujeto; de las actitudes de acercamiento o de distancia, de agrado
o de desagrado, activas o pasivas, de hipervaloración o de desvalorización, etc.
B-3. Otras veces el tipo de vínculo predominante se deduce de los tipos de contenidos
preferentes (orales, anales...), asociados a la forma en la que se expresan: Los gestos
posturales, signos preverbales, redundancias, ruidos, manipulaciones, actuaciones... No
sólo el qué, sino el cómo y el cuándo. Serían el equivalente a los «estímulos» verbales,
o de expresión (Liberman 1972) (20): Frío, distante, de acción, retentivo, narrativo,
dramático, dramatizados.., y quo suelen ser característicos de los distintos cuadros
diagnósticos.
B.4. Por último todos estos datos referentes al tipo fundamental de vínculo objetal
pueden y deben de verificarse a través del análisis transferencial de la relación
interpersonal durante la exploración. Por ejemplo, el lenguaje puede ser preciosista,
lleno de colorido y satisfacer las exigencias del más fino y brillante estilo literario y, sin
embargo, transferencialmente cuesta mucho entenderle, mantener la comunicación
afectiva, o apenas se puede evitar la distracción. La ocultación del interior, o la escisión
psicótica del yo pueden estar detrás de la hojarasca de las palabras.
RESUMEN
El Psicodiagnóstico está aún en sus comienzos. Nos queda mucho por conocer acerca
del objeto de su estudio: el psiquismo humano. Pero sus resultados son ya sorprendentes
e incuestionables: Como herramienta de investigación científica, como método de
exploración clínica, como analizador de las diferencias individuales y de grupo,
etcétera. Nos ofrece segmentos de conducta, tanto en vertical como en transversal,
cargados de información acerca de la naturaleza humana. El acceso a la cara oculta de la
personalidad —el inconsciente— nos es posible en Psicodiagnóstico, gracias sobre todo
a las Técnicas Proyectivas. Constituye su aporte más importante.
La interpretación de los datos de los test de diagnóstico no puede hacerse fuera
del contexto total de la «situación de test» en la que se incluyen los registros clínicos,
los datos socio-ambientales, la relación interpersonal examinado-examinador y los
límites propios de cada test.
Tan importante como tomar en cuenta el contexto total es la necesaria referencia
a una teoría básica sistematizada acerca de los procesos subyacentes a los datos del test.
Sin ella, tendríamos una acumulación de registros, pero no una interpretación
significativa de los mismos. En otras palabras, tan necesario como el conocimiento de la
Técnica (por ejemplo, del Rorschach, T.A.T., Gráficos, etc.), es la formación y
conocimiento por parte del estudioso de Psicodiagnóstico de una Teoría de la Técnica
en la que ésta se sustente y a partir de la cual puedan ser significativos sus resultados.
En nuestro caso, para el estudio del inconsciente puede servirnos de base la
teoría dinámica o psicoanalítica. No se trata de superponer la técnica de diván a la
técnica de interpretación de las láminas, narraciones o dibujos. Supone diferentes tipos
de encuadre, relación, finalidad y actitud interna, tanto en la comprensión de una
entrevista o sesión como en la interpretación de un protocolo. Las fantasías básicas
pueden tomar distinto medio de expresión, verbal o preverbal; sintomático, gráfico,
gestual, etc., pero son las mismas en el diván, las láminas, los síntomas neuróticos o los
dibujos.
Para lograr esa verificación nos queda un largo camino por recorrer todavía.
Pero es inquietante y prometedor. La complejidad de los fenómenos psicodinámicos tal
como aparecen en las Técnicas Proyectivas no puede justificar nunca su rechazo, sino el
interés y el estímulo en su investigación empírica al contrastarlo complementariamente
con la clínica y con otros sistemas de interpretación.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) Freud, S.: «Estudios sobre la histeria» (.1895). «Las Neuropsicosis de defensa»
(1894). «Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa» (1896).
«Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia», Schreber (1911). Obras
completas. Madrid, Bíbliot. Nueva, 1967.
(4) Rapaport, D.: «El modelo psicoanalítico, la teoría del pensamiento y las técnicas
proyectivas». B. Aires, Hormé, 1978, pág. 144.
(11) Freud, S.: «Psicopatología de la vida cotidiana». Obras compl., vol. I, página 748,
Madrid. Biblioteca Nueva, 1967.
(13) Freud, S.: «Tótem y tabú». Obr. compl., II, pág. 511 y ss. Madrid. Biblioteca
Nueva, 1968.
(14) Exner, J. E.: «Sistema comprensivo del Rorschach». Madrid. Pablo del Río, 1978.
(15) Freud, S.: «Más allá del principio del placer». «El yo y el ello». «Inhibición,
síntoma y angustia». Obras completas. Madrid, Biblioteca Nueva, 1968.