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Las pintas en el Ángel de la Independencia, en el marco de la manifestación que

mujeres realizaron en agosto pasado para expresar su hartazgo ante la violencia que
padecen sin que exista repercusión o castigo alguno, encendió la polémica en torno a
los monumentos históricos y su razón de ser.

Hay quienes los defienden como entes casi sagrados de la memoria, cuya existencia
debería ser intocada. En el lado opuesto, están quienes los ven como espacios de
apropiación presente, símbolos estratégicos para levantar la voz y hacerse escuchar
por las autoridades.

Al respecto, el historiador y crítico de arte Cuauhtémoc Medina, parafraseando al


también crítico y escritor Carlos Monsiváis, reflexiona que los monumentos
históricos son adornos urbanos, objetos de simbolismo social y político inmediato y,
en cierta manera, "obras de arte frecuentemente fallidas en el largo plazo. En esa
dimensión, es claro que son multifacéticos y hay posibilidades amplias respecto de
ellos, el ‘tener que’ o ‘deber que’ hacer con ellos es absurdo”.

En medio de esta polémica, días después de la protesta, un grupo sui generis se hizo
escuchar y, con él, una mesura en la condena: el Colectivo Restauradoras con
Glitter, que aglutina a diversas profesionistas vinculadas con la preservación de los
monumentos históricos: restauradoras, arqueólogas, arquitectas, etcétera.

En entrevista, la arqueóloga Dinna Esparza, una de las voceras del colectivo,


explica: "De ninguna manera (el colectivo) promueve la destrucción del patrimonio,
pero entendemos que el patrimonio se puede resignificar, y que las pintas son un
grito desesperado por una cuestión que ha sido desatendida por años, que se volvió
un problema de Estado y que se ha ensañado con la mujeres".

Al día siguiente de la manifestación, el gobierno capitalino tapió la columna, bajo el


argumento del arranque del plan de restauración de los monumentos de la avenida
Reforma. Al cierre de esta edición de Obras aún no se había recibido respuesta del
arquitecto Gabriel Mérigo, responsable de este plan.

El Colectivo Restauradoras, que hacia finales de agosto sumaba 650 integrantes,


pidió al gobierno de Claudia Sheinbaum la autorización para hacer un registro "con
la metodología académica propia de nuestros diferentes ramos de estudio", a fin de
conformar una memoria colectiva que sea pública.

Aunque es de rutina realizar un registro previo a una intervención, la arqueóloga


explica que se trata de "crear una memoria colectiva desde la población civil".

La especialista subraya que la exigencia es que las pintas queden como un


"recordatorio" para la sociedad y el Estado de que el problema de violencia contra
las mujeres "es grave y se debe dar una solución rápida. No queremos que se limpie
solamente el Ángel como una manera de dar carpetazo al asunto como se ha hecho
en el pasado".

Esparza cuestiona por qué sí se aceptan las pintas cuando se trata de festejos de
partidos de futbol u otro tipo de manifestaciones que no tienen que ver con la
violencia de la mujer, y responde: "Es por esa invisibilidad que se da a la situación
de violencia de las mujeres".

Más información: La CDMX ya tiene un Consejo en pro de su patrimonio


arquitectónico
Por su parte, Medina considera que el debate en torno a los monumentos "es sobre la
legitimidad de un gobierno y sobre la importancia que tienen las vidas y la justicia
en relación a la legitimidad de ese gobierno".

Aun contra sus propias convicciones en torno a la no conveniencia de justificar las


manifestaciones de ataque y violencia, admite: "Este caso tiene que enmarcarse
como algo muy significativo, pues hay un consenso importante de que la
destructividad durante la manifestación era necesaria".

Y agrega: esa destrucción "ha sido validada como no había visto que se validara una
destrucción artística en muchos años, y la voz de las restauradoras no es
despreciable" y, a final de cuentas, "no hay manera de validar tampoco que los
monumentos no tengan que ser destruidos".

Restauración pendiente

El gobierno local inició, en julio pasado, un plan de restauración de los monumentos


históricos ubicados en la avenida Paseo de la Reforma, entre el Eje 2 Norte y la
glorieta del Ángel de la Independencia.

Como parte de este programa, se limpiarán, repondrán y restaurarán el monumento a


Cuauhtémoc, la Victoria Alada, 72 esculturas de próceres con pedestal, 62 copones
de bronce y 284 metros de bancas de cantera.

En el caso de la columna de la Independencia también se estudiarán, con detalle, los


daños ocasionados por el sismo del 19 de septiembre de 2017, entre los que destacan
grietas, fisuras y apertura de las juntas. Para estos trabajos se cuenta con un
presupuesto de entre 10 y 13 millones de pesos.

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