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El infierno abierto
al novohispano.

Las penas del infierno

en el contexto de la
pintura escatológica novohispana.
Tesis que para optar por el grado de
Licenciado en Historia presenta
Abraham Crispín Villavicen-
cio García, asesorado por
la doctora Gisela von
Wobeser Hoepfner.

Universidad Nacional
Autónoma de México

Facultad de
Filosofía
y Letras

MMIX

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novohispano

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novohispano

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Abre el infierno su boca,

y siempre la tiene abierta,
por si tan terrible puerta
a que temas te provoca.

Ya es tu corazón de roca,
si al ver el bosquejo esquivo
de este teatro tan nocivo
no te amedrentas: y es cierto,
que no entra allá cuando muerto,
quien lo teme cuando vivo.

Pablo Señeri

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novohispano

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 AGRADECiMiENTOS
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Antes de abrir “las fauces del infierno novo-
hispano”, quiero agradecer a quienes fueron par-
tícipes, voluntarios e involuntarios, en el proceso
de este trabajo. En primer lugar, agradezco pro-
fundamente a todos los miembros del proyecto La
concepción del más allá en Nueva España, siglos
XVI al XVIII, dirigido por las doctoras Gisela von
Wobeser y Martha Fernández, investigadoras del
Instituto de Investigaciones Históricas y del Insti-
tuto de Investigaciones Estéticas, respectivamen-
te, y al que privilegiadamente pertenezco. Dicho
seminario inició, hace más de seis años, una se-
rie de reuniones para tratar temas de religiosidad,
creencias y prácticas escatológicas en Nueva Espa-
ña. Estas sesiones de trabajo se convirtieron en un
consistente foro de discusión académica, en cuyo
seno pude presentar y someter a críticas construc-
tivas esta investigación.

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 el infierno abierto al
novohispano
Agradezco a la doctora Gisela von
Wobeser sus palabras de aliento,
viii el rigor que me ha enseñado y las
incontables y fascinantes horas de
charla. Asimismo le agradezco que
haya aceptado dirigir esta tesis, sus
pacientes y pertinentes comentarios
y correcciones, así como las opor-
tunidades académicas y la amistad
que me ha brindado a lo largo de
estos años de trabajo compartido.
Mi reconocimiento y admiración
para ella.
A la doctora Martha Fernán-
dez quiero agradecer la motivación
que despertó en mí para consagrar-
me académicamente a la historia
del arte. Cuando cursé el primer
semestre de la licenciatura, por ca-
sualidad, inscribí su cátedra como
materia optativa. Desde ese mo-
mento jamás abandoné el amor por
el arte novohispano que la doctora
Fernández irradia y me contagió.
Además debo agradecerle la con-
fianza que ha depositado en mí y
la invitación que me extendió hace
una sextina de años para colabo-
rar, como alumno fundador, en “el
seminario del más allá”, manera
como lúdica y afectivamente llama-
mos a nuestro grupo de trabajo.
Especial gratitud extiendo a la
maestra Berta Gilabert, responsable
en parte de mi actual fascinación
por el mal, los diablos y el infierno.
Sus lecturas, anotaciones, rayones,
tachones y eruditas enseñanzas
fueron fundamentales durante el
desarrollo de esta investigación.
Siempre ha sido una delicia charlar
de temas académicos y extra acadé-
micos con ella. Al doctor Pedro Án-
geles agradezco me haya permitido
consultar el acervo del Archivo Fo-
tográfico Manuel Toussaint, del
Instituto de Investigaciones Estéti-
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cas, así como los razonados y ati-
nados comentarios que me dirigió
cuando formulaba los protocolos
de esta tesis.
Además el proyecto La concep-
ción del más allá en Nueva España,
siglos XVI al XVIII fue auspiciado
por el programa de Apoyo a Pro-
yectos de Investigación e Innova-
ción Tecnológica (PAPIIT), a través
de la Dirección General de Asuntos
del Personal Académico de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de
México. A estas instancias agradez-
co los estímulos económicos que
me fueron otorgados para realizar
parte de la presente investigación.
Asimismo agradezco a la doc-
tora Alejandra González Leyva y a
la doctora Guadalupe Avilez Mo-
reno, ya que ambas, junto a la doc-
tora Fernández, fueron las tres pie-
dras angulares que cimentaron el
edificio de mi formación histórico-
artística. Doy también las gracias al
maestro Rogelio Ruíz Gomar, por
sus clases invaluables; al doctor Jai-
me Morera por sus atenciones con
“el seminario del más allá”.
A los distinguidos sinodales
que aceptaron evaluar esta tesis: a
la doctora Clara Bargellini y nue-
vamente a la doctora Fernández, al
maestro Ruíz Gomar y a la maestra
Gilabert.
Agradezco las enseñanzas de
la doctora Julieta Lizaola, de la doc-
tora María Antonia González Vale-
rio y del doctor Enrique Hülsz, los
tres del Colegio de Filosofía de la
Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM.

Al Centro de Cultura Casa
Lamm, por la paciencia y el honor
que me ha otorgado. A la Academia
Mexicana de la Historia. Al Gru-
po A.C.J. de la Ciudad de México
(YMCA), con especial cariño a la
Unidad Sur y a su Programa Social-
Cultural.A todos mis alumnos.
En un registro personal, agra-
dezco a mi familia: a mis difuntos
abuelos, a mi padre, a mis herma-
nos Paulina, Isaac y Evelia, y con
especial cariño a mi madre, Evelia
Villavicencio, a quien debo en mu-
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agradecimientos
cho mi vocación humanística, im-
pulsora de cultura y acérrima ene-
miga del Demonio. A todos ellos ix
dedico este trabajo.
Por último, no puedo omitir a
mis amigos de toda la vida: Eva, In-
grid y Citlalli; Marco, Oscar y Liz;
Iván (Ob); Tepeu; Judith Chavelas;
Alex y Karito. A los amigos del Café
Plaza, a quienes consta muchas ho-
ras de esfuerzo para este trabajo:
Omar y Daniela; Frida, Andrea,
Ulises y Tonantzin, e Irma, Javier y
Claudia. A todos gracias.