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AUTONOMÍA TECNOLÓGICA Y POLITIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD NUCLEAR.

UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ANTROPOLOGÍA A LAS MANERAS DE


HACER Y DE PENSAR LA POLÍTICA EN LA COMISIÓN NACIONAL DE
ENERGÍA ATÓMICA (1972-1973)

Fernández Larcher, A.
CONICET – UBA (Instituto de Ciencias Antropológicas – Facultad de Filosofía y
Letras)

Resumen
En la primera mitad de la década de 1970, la Comisión Nacional de
Energía Atómica (CNEA) fue escenario de animados debates sobre el rumbo
que debía seguir la actividad nuclear en el país para fomentar el desarrollo
local y garantizar la autonomía y la independencia tecnológicas en ese campo.
A través de las experiencias y recuerdos de varios de sus protagonistas,
este trabajo propone una contribución desde la antropología al estudio de las
relaciones entre ciencia, tecnología y política en la CNEA y a las formas que
adoptó la participación del personal en el período señalado. Dos objetivos
guían la presentación: por un lado, discutir con la visión arraigada en el sentido
común sobre la supuesta “neutralidad ideológica” de las instituciones
tecnocientíficas, concebidas como ambientes no "politizados" donde las
dimensiones política y técnica se representan de manera escindida. Por otro
lado, poner en cuestión el relativo "aislamiento" atribuido a la CNEA en relación
a los contextos sociopolíticos más amplios.
A fin de explorar los sentidos y las maneras de hacer y de pensar a la
política en la Comisión, el trabajo examina comparativamente dos sucesos que
marcaron un hito en la trayectoria institucional a comienzos de los años
setenta: la discusión sobre el tipo de tecnología a utilizar en la construcción de
la segunda central nucleoeléctrica argentina (1972-1973) y los debates
organizados en 1973 por el Consejo Coordinador (COCO) para reestructurar
los objetivos de la CNEA y redefinir algunos aspectos de la política nuclear.

Abstract
In the first half of the 1970s, the National Atomic Energy Commission
(CNEA) was the scene of lively debates about the course of nuclear activity in
the country as a mean to promote local development and guarantee
technological autonomy and independence in that field.
Through the experiences and memories of several of its protagonists,
this paper proposes a contribution from Anthropology to the study of the
relations between science, technology and politics in the CNEA and to the forms
that the participation of the personnel took in the indicated period.
Two objectives guide the presentation: on the one hand, to discuss the
vision rooted in common sense about the supposed "ideological neutrality" of
the techno-scientific institutions, conceived as not "politicized" environments
where the political and technical dimensions are represented in a split. On the
other hand, call into question the relative "isolation" attributed to the CNEA in
relation to broader sociopolitical contexts.

1
In order to explore the senses and ways of doing and thinking about
politics in the Commission, the paper examines comparatively two events that
marked a milestone in the institutional trajectory in the early 1970s: the
discussion on the type of technology to use in the construction of the second
argentine nuclear power plant (1972-1973) and the debates organized in 1973
by the Coordinating Council (COCO) to restructure the objectives of the CNEA
and redefine some aspects of nuclear policy.

I. Introducción

“Desde la Escuela de Frankfurt en adelante, la concepción de la [ciencia y la] tecnología como


[instancias neutrales y apolíticas] se ha vuelto conceptualmente caduca e insostenible”
(Roca, 2008: 1)

A casi cuatro décadas de la publicación de Latour y Woolgar, La vida en


el laboratorio… (1979), y del impacto que produjo su enfoque constructivista en
el abordaje de los hechos y del quehacer científico, resulta difícil sustentar hoy
la idea de que la ciencia y la tecnología constituyan esferas de relaciones
autónomas o escindidas de la sociedad. Tanto la tradición más epistemológica
de la sociología y la antropología de la ciencia como el campo multidisciplinario
de los estudios CTS en América Latina,1 han orientado sus esfuerzos en
sustituir la metáfora de la ruptura necesaria entre ciencia y sociedad por otra
metáfora a partir de la cual sea posible representar y repensar sus vínculos
(Latour, 2012).
Ya desde mediados del siglo XX, la movilización masiva de científicos
para trabajar en pos de objetivos nacionales y el surgimiento de la llamada “big
science”, evidenciaron la función social y política de la ciencia y la tecnología y
la imposibilidad de concebirlas como prácticas neutrales o de valor meramente
instrumental.2 En los últimos años, el “credo neutralista” (Bourdieu, 2014) fue
perdiendo adeptos y –como indica Vaccarezza para el caso latinoamericano- la
reflexión sobre la ciencia y la tecnología se configuró como un pensamiento
ligado a la producción de políticas científico-tecnológicas (Vaccarezza, 1998).
En este sentido –advierte Salomon- “tal vez debamos admitir que el inicio en la
política de la ciencia moderna estaba [inscrito en su mismo origen] intelectual,
ya que ese saber que prometía aplicaciones y se proclamaba útil a la sociedad
nunca podía dejar indiferentes a las instancias políticas” (Salomon, 2008: 174).
Pero si los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología dieron cuenta
de la estrecha relación de ambas actividades con el poder político al examinar
en la región los procesos de institucionalización, profesionalización y expansión
de las prácticas tecnocientíficas,3 poco se ha escrito todavía sobre la política
1
Para una aproximación al estado del campo de los Estudios Sociales de la Ciencia y la
Tecnología en América Latina, ver Vaccarezza, L. (1998) y Kreimer, P. (2007).
2
Como refiere Salomon, la ciencia “ya no es disociable de la función que cumple ni del poder
que ejerce como discurso y práctica política” (Salomon, 2008: 178).
3
Para el caso argentino, ver Feld, A. 2015.

2
producida desde y dentro de los organismos de investigación y desarrollo (I+D)
y sobre la participación de sus planteles en dicho proceso. En otros términos,
poco se ha reflexionado aún sobre las trayectorias institucionales y sobre la
función que en ellas desempeñaron (y desempeñan en la actualidad) sus
miembros.
En el caso argentino, esa tendencia pareció revertirse de modo parcial
en los últimos años, con el surgimiento de un modesto corpus de publicaciones
académicas sobre algunas entidades del polo tecnocientífico nacional como el
INTA (Gárgano 2010, 2011, 2014, 2015), el CONICET (Beckerman 2009, 2010;
Feld 2015) y la CNEA (Gaggioli 2003; Marzorati 2003, 2011; Hurtado 2005,
2009, 2012; 2014; Spivak 2010, 2015; Fernández Larcher 2013, 2015a, 2015b;
Rodríguez 2014) que –desde perspectivas teóricas y metodológicas diversas-
indagaron aspectos singulares en sus trayectorias como la constitución en su
seno de “tradiciones”,4 “culturas”5 o “ideologías tecnológicas”6 que, en algunos
casos, mantuvieron una autonomía relativa respecto de las políticas sectoriales
impulsadas desde el Estado.
A partir de un análisis histórico y etnográfico,7 este trabajo plantea una
aproximación al estudio de las relaciones entre ciencia, tecnología y política en
la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en la primera mitad de los
años ‘70. El tema forma parte de un proyecto doctoral en curso que examina las
características que adoptó esa relación entre 1950 y 1994 y las experiencias de
politización8 del personal que tuvieron lugar en ese período.9

4
En su estudio sobre la conmemoración del cincuenta aniversario del Instituto Balseiro, Ana
Spivak (2010) analiza cómo a lo largo de la celebración se expresaron sentidos de tradición y
comunidad, ligados al pasado y al presente de dicha institución tecnocientífica.
5
En sus trabajos sobre la CNEA, Hurtado (2005-2014) utiliza la noción de “cultura” para referir
al conjunto de valores y prácticas institucionales que dieron su idiosincrasia al organismo.
6
En su artículo referido a la polémica por el combustible para la central Embalse, Maqueda y
Scheuer (2014) emplean el concepto de “ideología tecnológica” para aludir al conjunto de ideas
fundamentales del personal de la CNEA “basadas en la inserción de la actividad nuclear en el
desarrollo nacional y en la autonomía tecnológica” (Maqueda y Scheuer, 2014: 5).
7
Rosana Guber (2012) define a la etnografía como un enfoque, un método y el producto textual
de los quehaceres del antropólogo, donde se articulan la teoría y los datos etnográficos.
Como enfoque, la etnografía “constituye una concepción y práctica de conocimiento que busca
comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros. [Como método], es
el conjunto de actividades –[encuestas, observación participante, entrevistas no dirigidas, etc.]-
que suele designarse como “trabajo de campo”, cuyo resultado se emplea como evidencia para
la descripción” (Guber, 2012: 16-19).
8
Utilizo las comillas (“”) para resaltar en el texto las expresiones o categorías que figuran en la
bibliografía consultada sobre la CNEA, escrita tanto por autores externos como por aquellos
vinculados profesionalmente a la institución. El uso de las cursivas o itálicas hará referencia,
por su parte, a las categorías nativas de los actores sobre los que trata el artículo.
9
La investigación triangula datos provenientes de bibliografía específica sobre la CNEA,
fuentes y documentos institucionales y material reunido en una serie de entrevistas y de
charlas informales mantenidas con un grupo de profesionales en actividad y desvinculados del
organismo. (Me refiero, concretamente, a los intercambios con un grupo de trabajadores, en su
mayoría hombres entre los 60 y los 75 años. Los encuentros con ellos fueron realizados entre
2010 y 2015, en dos instancias diversas: la primera, en el marco de mis actividades como
becaria de la CNEA, en el Grupo de Gestión del Conocimiento Nuclear (2009-2012); la
segunda, como parte del trabajo de campo que realizo con mayor sistematicidad desde 2013, a

3
El interés de la presentación estará dirigido a explorar –en situaciones
concretas- las formas de expresión de la política en CNEA, a partir de las
acciones realizadas por algunos de sus miembros. A través de los recuerdos y
las experiencias de sus protagonistas,10 se indagarán los motivos que llevaron a
un sector de los profesionales y técnicos a politizar su actividad, en un ámbito
caracterizado tradicionalmente por su “apoliticismo” (Mariscotti, 1987; Marzorati,
2003).
Dos objetivos guiarán la ponencia: por un lado, comprender la dimensión
social y política de la práctica profesional en la CNEA y, por otro, cuestionar su
relativo "aislamiento" de los contextos sociopolíticos más amplios. A fin de
analizar las maneras de hacer y de pensar a la política en la Comisión, el
artículo examinará comparativamente dos sucesos que marcaron un hito en la
trayectoria institucional a comienzos de los años ‘70: la discusión sobre el tipo
de tecnología a utilizar en la construcción de la segunda central nucleoeléctrica
argentina (1972-1973) y los debates organizados en 1973 por el Consejo
Coordinador (COCO) para reestructurar los objetivos institucionales y redefinir
algunos aspectos de la política nuclear vigente.

II. Breve mención a los debates sobre desarrollo, independencia y


autonomía científico-tecnológica en Argentina a comienzos de los
setenta.

Para comprender el sentido y el alcance de las acciones realizadas por


el personal de la CNEA entre 1972 y 1973, es preciso situarlas en el contexto
general de las discusiones que, desde fines de la década del ‘60 y principios de
los setenta, influyeron sobre las representaciones y las prácticas asociadas con
la actividad científico-tecnológica en el país.11 Una aproximación a los debates
que en aquellos años se dirimieron públicamente en el sector sobre los límites
y las posibilidades del desarrollo local, el sentido social de la práctica
tecnocientífica y su relación con la política y la ideología, permitirá poner en
cuestión la idea –presente en parte de la literatura institucional- sobre el
“relativo aislamiento” atribuido a la CNEA de los contextos sociopolíticos más
amplios (Hurtado, 2005).

raíz de la obtención de una beca doctoral del CONICET para estudiar las relaciones entre
ciencia, tecnología y política en dicho organismo).
10
A fin de preservar el anonimato de mis interlocutores, he optado por reemplazar sus
verdaderos nombres por otros ficticios.
11
Dichas discusiones formaron parte de los debates y la actividad política que –en el período
señalado- atravesaron las distintas esferas de la vida social. En la visión de Gilman, los años
sesenta/setenta constituyeron una época caracterizada por “la percepción [extendida] de una
transformación inevitable y deseada del universo de las instituciones, de la subjetividad, del
arte y la cultura” (Gilman, 2012: 40). Como apunta la autora, la singularidad del período se
expresó en la convicción de que un cambio radical, en todos los órdenes, era inminente, al
tiempo que la política -de corte decididamente revolucionario- se tornaba dadora de sentido y
signaba los debates sobre la utilidad y el valor o disvalor social de las prácticas y producciones
culturales.

4
En su artículo “Las primeras reflexiones sobre la ciencia y la tecnología
en la Argentina…” (2011), Feld examina el modo en que a fines de los sesenta
y principios de los setenta, “la ciencia y la tecnología fueron retematizadas en la
arena pública como un asunto estratégico” (Feld, 2011: 185). Como subraya la
autora, en aquellos años se puso en evidencia cierto “malestar” con la forma en
que estaban organizadas las actividades científicas y tecnológicas y, en
particular, una preocupación común por imaginar modos de intervención para
modificar el papel que debían desempeñar dichas actividades en los procesos
de desarrollo nacional y latinoamericano.
En la misma línea, Harriague, Quilici y Sbaffoni (2006) aluden al proceso
de renovación de ideas que se expresó en la emergencia de perspectivas
analíticas como la “teoría de la dependencia”,12 y en la adhesión de amplios
sectores de la población en general y de la intelectualidad en particular a un
nuevo paradigma socio-técnico basado en “la aplicación de los conocimientos a
la resolución de problemas concretos y en la necesidad de superar situaciones
de subdesarrollo y frenar la “desnacionalización” del aparato productivo”
(Harriague et al, 2006: 4).
Todas esas ideas confluyeron en lo que más adelante se conocería
como el programa de Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y
Desarrollo (PLACTED), cuyos principales exponentes fueron Jorge Sabato,13
Amílcar Herrera, Oscar Varsavsky y Rolando García. En la visión de Hurtado
(2011), se trató de un “área de reflexión crítica de una concepción “alienada” de
las actividades de CyT, que además se propuso desplazar el centro de gravedad
de los debates –dominados por reflexiones “epistemológicas”- hacia el terreno
de la ideología [y] las políticas [tecnocientíficas] para los países de la región”
(Hurtado, 2011: 24). A pesar de la coexistencia de posiciones heterogéneas
dentro del PLACTED, sus miembros compartieron la preocupación por romper
los lazos de la dependencia tecnológica con los países centrales, a fin de lograr
autonomía de decisión respecto al rumbo que debía seguir la política científica
argentina.

12
“El discurso de la dependencia [ya] era parte del clima cultural propio de la segunda mitad de
la década del ‘60 y la primera del ‘70 en la Argentina. Este se convirtió en un concepto teórico
omnicomprensivo que ocupó un lugar central en las discusiones [políticas de la época]. Hablar
de países dependientes, economías dependientes, tecnología dependiente, o de dependencia
intelectual se convirtió en el plano de fondo, en el marco sobre el cual se contextualizaban
muchas discusiones sobre las principales problemáticas que aquejaban a toda la región” (Diez,
2009: 76).
En su tesis sobre el “dependentismo” en el campo académico argentino, Agustina Diez (2009)
argumenta que la noción de dependencia fue caracterizada como un nuevo tipo de dominación
“que ocurría bajo ciertas condiciones [históricas], como resultado de la estructura internacional
del subdesarrollo” (Diez, 2009: 75).
Como explica Feld, los “dependentistas” refutaron las teorías de la modernización y propusieron
“un modelo integrado de desarrollo, en el cual desarrollo y subdesarrollo eran vistos como dos
caras de una misma moneda, y no como etapas sucesivas de un modelo universal” (Feld;
2011: 200).
13
Físico y tecnólogo argentino, investigador en metalurgia nuclear de la CNEA.

5
La vocación de desarrollar una capacidad propia -como la definía Sabato
(1980)- tuvo su primera efectivización en CNEA a fines de los años cincuenta,
cuando se decidió la compra del primer reactor experimental argentino (RA-
1).14 En la perspectiva del tecnólogo, esa capacidad –vinculada al logro de la
autonomía tecnológica- se consolidó hacia mediados de la década del ‘60. En
aquellos años –según Hurtado- la Comisión forjó los rasgos de su “cultura
institucional” sobre la base de tres premisas fundamentales: “el desarrollo de
una capacidad tecnológica autónoma,15 la conformación de una industria
nacional y la búsqueda de liderazgo [en la región]” (Hurtado, 2012: 207).16
Como advierten Maqueda y Scheuer en su trabajo sobre la polémica por
el combustible para la central Embalse (2014),

“Los caminos para lograr la autonomía generaron discusiones internas en la


CNEA basadas en las disyuntivas entre construir todo en el país17 o abrir los
paquetes tecnológicos y fabricar localmente [sólo aquello que] que significara
[un aporte para el] desarrollo nuclear y la industria nacional.18 A principios de la
década de 1970 esa ideología (…) estaba profundamente arraigada entre el
personal de la Comisión” (Maqueda y Scheuer, 2014: 5).

En el próximo apartado veremos qué aspectos de esas discusiones se


hicieron presentes en los casos escogidos para el análisis.

III. Presentación de los casos de análisis

Como señalamos en la Introducción al texto, los casos que se analizarán


en este trabajo fueron seleccionados por su capacidad de ilustrar las relaciones
entre ciencia, tecnología y política en la CNEA a partir de las acciones que –
entre 1972 y 1973- llevó adelante una parte de su plantel decidido a transformar
a la energía nuclear en un asunto de interés nacional y público. En este
apartado propongo una breve descripción de los debates institucionales que
tuvieron lugar en aquellos años para explorar el modo en que las prácticas de
los profesionales y técnicos de la Comisión se politizaron a comienzos de los
’70.

14
“Nosotros decíamos: “la mitad de la importancia de lo que hacemos es hacer las cosas”, es
decir, no ser pasivos sino activos” (Sabato, 1980).
15
“El primer objetivo de la política nuclear argentina ha sido construir una capacidad de decisión
autónoma. La autonomía sólo puede concretarse si se posee el adecuado “know-how” para
elegir y decidir. Dicha capacidad ni cae del cielo ni puede importarse: debe ser construida”
(Sabato, citado en Harriague et al, 2006: 7).
16
Convertidas en metas para el organismo, las tres premisas constituirían los pilares de una
“tecnopolítica nuclear”, entendida como “la práctica estratégica de diseñar o usar la tecnología
para constituir, encarnar o impulsar objetivos políticos” (Hurtado, 2012: 203).
17
Según los autores, a esa opción solía denominársela “construcción de un reactor celeste y
blanco”.
18
Un análisis de las tensiones producidas en CNEA por las discusiones entre las dos
alternativas y quienes las propiciaban puede verse en Fernández, J. 2010: “Importación de
tecnologías capital-intensivas en contextos periféricos: el caso de Atucha I (1964-1974)”.

6
La polémica por el tipo de combustible para la central Embalse (1972-
1973), será reconstruida a partir del artículo de los físicos E. Maqueda y W.
Scheuer “Una batalla por la autonomía tecnológica…” (2014), y de la
documentación histórica que acompaña y fundamenta parte de su trabajo.19 El
mismo tiene valor testimonial, en la medida en que sus dos autores fueron
protagonistas directos de los hechos narrados: Scheuer como presidente de la
APCNEA20 entre 1972 y 1973; y Maqueda como miembro de la Comisión
Directiva (CD) de la Asociación.
Los hechos referidos al COCO (1973), en tanto, se examinarán a través
de fuentes y documentos institucionales de la época, y de una serie de
entrevistas con profesionales que, en algunos casos, participaron activamente
en las mesas de trabajo organizadas por el Consejo Coordinador para
reestructurar los objetivos de la CNEA y redefinir aspectos de la política nuclear
vigente.

IIIa. La polémica Uranio natural vs. Uranio enriquecido

Comenzaré por el debate concerniente al tipo de combustible que debía


emplearse en la segunda central nucleoeléctrica. En el texto citado de Maqueda
y Scheuer, se reseñan los acontecimientos que tuvieron lugar en la CNEA entre
julio del ‘72 y marzo del ‘73 con motivo de dicha polémica. En aquellos meses,
afirman los autores, la Asociación de Profesionales de la Comisión (APCNEA)
jugó un papel destacado en la controversia, al liderar una campaña orientada a
expresar públicamente su convicción de que -en el estado de desarrollo técnico
e industrial en que se encontraba el país- la opción por el Uranio natural era la
más conveniente para garantizar la continuidad e independencia del programa
argentino de desarrollo nuclear (Maqueda y Scheuer, 2014).
A comienzos de 1972 –tras conocerse la resolución favorable del Poder
Ejecutivo- la CNEA anunció la instalación en Córdoba de una central que
duplicaría la potencia de Atucha I y sería construida con una participación del
50% de la industria e ingeniería nacional. De acuerdo con Hurtado (2009),
durante el proceso de negociación por Embalse, el presidente de facto Lanusse
y un sector importante del Ejército respaldaron la oferta de un reactor de Uranio
enriquecido de la firma norteamericana Westinghouse.21 El conocimiento de

19
Me refiero al material del “Repositorio”, sitio de acceso libre en el que generosamente los
autores han reunido entre otros documentos: “actas de reuniones de la APCNEA, algunos de
sus boletines y comunicados de prensa, copias de solicitadas publicadas en diarios de
circulación nacional, notas personales sobre entrevistas, etc.” (Maqueda y Scheuer, 2015: 1).
Dicho espacio funciona como una suerte de anexo al texto y puede ser consultado en la
siguiente página web: https://uranionaturalvsenriquecido.wordpress.com/repositorio/
20
Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (APCNEA). Fue
creada el 18 de abril de 1966 por un grupo de investigadores y tecnólogos de la CNEA y, desde
el año 2005, cuenta con Personería Gremial.
21
En una de las Solicitadas de la APCNEA publicadas en el Diario Clarín, los profesionales
denunciaron la existencia de un “Informe Confidencial” anónimo “que [circuló] profusamente –

7
ese dato y la falta de una definición institucional sobre la línea tecnológica que
debía priorizarse, motivaron la actuación de los profesionales de CNEA para
quienes la decisión a tomar sobre el tipo de combustible poseía un carácter
“eminentemente político, [pues] de ella dependía que la integración de la
energía nuclear en el esquema energético nacional constituyese un aporte
positivo para el desarrollo [del] país o se convirtiese en un instrumento más del
subdesarrollo y la dependencia política y económica” (Scheuer, 1973).22
En una de las reuniones mantenidas entre Scheuer y Quihillalt23 a fines
de 1972, el entonces presidente de la APCNEA justificaba ante el marino las
razones que habían impulsado a los profesionales de la Comisión a publicar
una solicitada en el diario Clarín en defensa de la línea de reactores de Uranio
natural y agua pesada:24

“[La CNEA] anunció que no iba a elevar [un informe] con opinión [al Poder
Ejecutivo], dejando así libre el campo a todo el mundo. En particular a los que
favorecen el enriquecido. Nosotros salimos a llenar [ese] vacío, a balancear a
los favorecedores del enriquecido. Creemos que al no elevar [un informe] con
definición, se deja el campo demasiado abierto y esto podría decidir finalmente
por una línea que la CNEA no crea la más conveniente” (Scheuer, Reunión con
Quihillalt, 25/10/1972).

En la misma reunión, Scheuer aclara a Quihillalt que la disputa “Uranio


natural vs. Uranio enriquecido” fue percibida y tratada desde el inicio por los
socios de la APCNEA como un tema “político” antes que meramente “técnico”:

“Ayer usted sostuvo que la politización de la cuestión era perjudicial para la


negociación. Nosotros sostuvimos desde el comienzo que la cuestión era
política, en el sentido elevado de la palabra” (Scheuer, Reunión con Quihillalt,
25/10/1972).25

A diferencia de lo que había ocurrido con Atucha I, la discusión sobre el


tipo de reactor que debía adquirirse para la central de Río Tercero, fue objeto
de un acalorado debate que trascendió pronto las fronteras institucionales y
tomó estado público, a través de la intervención de “asociaciones gremiales,
universidades, medios, agrupaciones políticas y hasta una fracción importante
del hombre de la calle” (Maqueda y Scheuer, 2014: 1).
Como apunta Maqueda en un trabajo previo (2009):

“La discusión pública que se suscitó bajo el lema “Uranio natural vs. Uranio
enriquecido” involucró a toda la sociedad y condujo a un pronunciamiento
decisivo a favor de la autonomía tecnológica en materia nuclear. Desde mi

incluso en organismos oficiales- [y pretendió] justificar la conveniencia del uso de uranio


enriquecido como combustible para la Central Córdoba” (Solicitada, Diario Clarín, 7/09/1972).
22
El subrayado es original.
23
Presidente de la CNEA entre 1955 y 1973, reemplazado un año en su función por el
contraalmirante Helio López (1958-1960), durante el gobierno de Frondizi.
24
La solicitada se publicó el 9 de septiembre de 1972 y es uno de los documentos disponibles
para la consulta en el “Repositorio”.
25
El subrayado es mío.

8
punto de vista no hubo, ni antes ni después un tema de alto contenido técnico
que atrajera y comprometiera de esa manera a la opinión pública” (Maqueda,
2009: 66).

Tanto dentro de la CNEA como en sus distintas intervenciones fuera del


organismo,26 la Asociación de Profesionales manifestó las razones que la
inclinaban a favor de la línea de reactores de uranio natural. La postura de sus
socios quedó plasmada en el llamado “Documento Base”,27 elaborado por una
Subcomisión (SC) “ad-hoc” encargada de fundamentar técnica y políticamente
la preferencia por aquella tecnología. El siguiente fragmento, sintetiza la visión
de los profesionales, sustentada en las premisas de la autonomía tecnológica y
la independencia económica:

“…la adopción de Uranio enriquecido como combustible implica, por un lapso


indefinido la dependencia estrecha de un único proveedor (Estados Unidos) lo
cual afecta directamente el control del servicio eléctrico [y puede ser causa] de
presiones políticas y económicas. [Argentina debe] optar por una línea acorde
con el principio fundamental de pleno control de los recursos energéticos
nacionales, tanto naturales como producidos en reactores nucleares. [En tal
sentido], la línea de Uranio natural, [permitirá] mantener la continuidad de los
importantes avances científico-tecnológicos logrados por la CNEA en el manejo
del combustible [y abrir] las puertas a una industria nuclear de múltiples efectos
beneficiosos para nuestra economía” (Documento Base; 11/08/1972).

Las sucesivas postergaciones en la toma de decisión del gobierno militar,


intensificaron las acciones de la APCNEA cuyo fin radicó en “clarificar a la
opinión pública [y] puntualizar que intereses contrarios a las necesidades
nacionales pretendían confundirla, igual que a los poderes [de turno], frente a
una decisión de innegables connotaciones políticas” (Solicitada, Diario Clarín,
7/09/1972).28
No nos extenderemos aquí en las repercusiones y el curso que tomó la
polémica29 y dedicaremos los últimos párrafos de esta sección a examinar su
desenlace. Como advierten Scheuer y Maqueda (2014), la persistente acción
de los profesionales de CNEA y el apoyo público logrado en los meses que
duró la “campaña”, inclinaron la decisión del Poder Ejecutivo a favor de la línea
de reactores de Uranio natural. El 14 de marzo de 1973, a tres días de las

26
A través de distintas solicitadas en los diarios; de su participación en conferencias y mesas
redondas para discutir el tema en universidades y en ámbitos como la CGE (Confederación
Económica Argentina), la AFA (Asociación Física Argentina), etc. Para más detalles sobre el
desempeño público de la APCNEA, ver:
https://uranionaturalvsenriquecido.wordpress.com/repositorio/
27
Documento titulado: “La Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía
Atómica y la Política Nuclear Argentina” y dado a conocer en agosto de 1972 (11/08/1972). Ver
“Repositorio”: https://uranionaturalvsenriquecido.files.wordpress.com/2015/11/2015-12-03_4.pdf
28
En su segunda Solicitada, los miembros de APCNEA identifican a los actores enfrentados en
el debate con “los sectores que desean una planificación energética en el marco de una política
nacional y [los] que favorecen a los monopolios extranjeros, cuyo accionar determina la
dependencia y el subdesarrollo” (Solicitada, Diario Clarín, 29/11/1972).
29
Una síntesis de estos temas puede verse en el trabajo de Scheuer y Maqueda (2014).

9
elecciones que consagraron la fórmula Cámpora - Solano Lima, “la Junta Militar
resolvió que el Uranio natural era el que más se ajustaba a la conveniencia
nacional, conforme a la opción promovida por la APCNEA” (Maqueda y
Scheuer, 2014: 12).
Poco tiempo más tarde, el 31 de mayo, en ocasión de la renovación de
autoridades de la Asociación, su presidente saliente, W. Scheuer, exclamaba:

“es una satisfacción [señalar] que esta Comisión Directiva cree haber contado –
como ninguna anterior- con el apoyo múltiple de numerosos asociados. Sin él,
hubiese sido imposible para la APCNEA desempeñar el relevante rol que tuvo
en la cuestión del tipo de combustible. (…) [Dicha cuestión] brindó un ejemplo
significativo [de unidad entre los profesionales]: los grupos de trabajo se
integraron con socios de diversas posiciones partidistas e ideológicas, todos
animados de un profundo sentido nacional; el motor se llamó ‘nacional’.
Conviene no engañarse: la cuestión del combustible fue –con todo- una fácil,
relativamente simple. Vendrán otras de la misma índole o de índole más
compleja. Será ese el momento de recordar que en la unidad de los
profesionales de la CNEA alrededor de un objetivo netamente nacional ha
estado su fuerza” (Scheuer, 1973).30

Concluimos la sección con otro fragmento extraído de un Boletín de la


APCNEA, que ofrece un sugestivo balance de lo actuado por la Asociación en
los meses que duró la polémica:

“Las controversias a lo largo de [estos] siete u ocho últimos meses no fueron,


ciertamente, episodios de una competencia deportiva, sino de un proceso de
afirmación argentina. [Bien] valdría la pena escribir su historia: no es frecuente
que los pequeños consigan perturbar el juego de los grandes. Se ha ganado
una batalla, pero no la guerra” (Boletín APCNEA, N°21, marzo de 1973).

IIIb. La experiencia institucional del Consejo Coordinador (COCO)

“Un Plan Nuclear debe ser el compromiso de todos los trabajadores de la CNEA con el
pueblo para la realización de una política nuclear que genere los máximos beneficios políticos,
31
sociales, culturales y económicos para el país”

El 15 de junio de 1973, a sólo tres días de su nombramiento como


interventor de la CNEA, Iraolagoitía32 convocó a los representantes de las
distintas organizaciones del personal de la Comisión para solicitarles que
elaborasen un informe de situación sobre la realidad institucional.33 Dicho
Informe propuso algunas líneas de acción para definir una política y un plan
30
El subrayado es mío.
31
CNEA. Informe sobre la Central Nuclear II. 3 de agosto de 1973, p. 6.
32
Pedro Iraolagoitía fue el primer presidente y hombre de la Marina a cargo de la CNEA (1952-
1955). Como advierte uno mis entrevistados, “Iraola había sido edecán de Perón y existía entre
ambos una relación estrecha. Cuando se produce el golpe de 1955, Iraolagoitía renuncia a su
puesto en CNEA, en un gesto de lealtad hacia Perón. Por eso, en el ’73, Perón lo nombra
interventor”.
33
Un análisis de los sucesos que tuvieron lugar en la CNEA bajo el tercer gobierno peronista
(1973-1976), puede verse en Fernández Larcher, A. 2015b.

10
nuclear, inspirados en dos de las ideas rectoras de la época: la “liberación” y el
“interés popular”.34 En esta sección, la atención estará dirigida a recuperar los
fundamentos de esa nueva política, forjada al calor de las transformaciones que
-a nivel social, cultural y económico- impulsó el gobierno peronista (1973-1976).
Alrededor de un centenar de profesionales y técnicos, participaron en los
Grupos de Trabajo creados para estudiar los diversos aspectos del problema,
pues se partía de la presunción de que nadie estaba “mejor capacitado que el
personal de la [CNEA para] proponer la adecuación del sector al cumplimiento
de los objetivos emergentes de un Plan Nuclear”.35 Para los trabajadores, ese
proyecto debía enmarcarse en una política orientada a lograr un desarrollo
independiente y a satisfacer la demanda local de abastecimiento de energía
eléctrica, como parte de un “Plan Energético Nacional” encuadrado en los
objetivos de independencia económica y soberanía política.36
Quienes redactaron el Informe, sostuvieron que el éxito del programa,
dependería –entre otros factores- de la posibilidad de llevar a cabo una
verdadera reforma en la estructura de la Comisión, que asegurase la máxima
representación y participación del personal en la planificación institucional. Con
ese objeto, el 29 de junio de 1973, se organizó el “Consejo Coordinador
(COCO)” para estudiar la reestructuración de la CNEA y conciliar los objetivos
institucionales con las metas de desarrollo fijadas por el nuevo gobierno.37
El llamado a participar del “COCO” se extendió a profesionales,
administrativos y técnicos de todas las dependencias y regionales de la
Comisión.38 Alrededor de 250 agentes colaboraron en forma esporádica o
permanente con las más de veinte Mesas de trabajo, creadas para discutir el
rumbo que debía adoptar el organismo ante la nueva coyuntura política.39

34
CNEA. Informe sobre la Central Nuclear II. 3 de agosto de 1973.
35
CNEA. Informe sobre la Central Nuclear II, op. cit, p. III.
36
Según el Informe, la implementación de dicha estrategia se realizaría a través de la
explotación de los recursos uraníferos del país; el monopolio estatal de los yacimientos de
mineral radiactivo y las plantas industriales vinculadas a las distintas etapas del ciclo de
combustible; la promoción de una infraestructura de I+D para favorecer el desarrollo de
capacidades “autónomas”; y la adopción de una línea de reactores de potencia que garantizara
la participación de la industria, la tecnología y la ingeniería nacionales en el diseño y la
ejecución de proyectos.
37
Para una aproximación al contexto de surgimiento de la experiencia del Consejo Coordinador
(COCO) en CNEA, ver Fernández Larcher, A. 2015a: “Entre la “mística” y la “politización”.
Análisis de las tensiones interpretativas sobre la memoria institucional de la CNEA (1973)”.
38
Entre octubre y diciembre de 1973, “personal obrero, administrativo, técnico y científico,
reunido en una misma mesa de trabajo, pudo volcar sus inquietudes y opiniones sobre los
distintos temas [propuestos por el Consejo Coordinador]. Además, se sumó la concurrencia de
representantes del interior del país: Bariloche, Mendoza, Salta, Patagonia, Huemul, Malargüe,
Córdoba, hecho sin precedentes en la CNEA”. CNEA. “Anteproyecto”, Resultados producidos
por las Mesas de Trabajo del Consejo Coordinador. Buenos Aires, CNEA. 1° diciembre 1973, p.
2.
39
Las mesas de trabajo fueron concebidas en función de las áreas, las actividades y temáticas
prioritarias definidas por la CNEA. Entre ellas, destacan: la mesa dedicada a estudiar la política
nuclear; la mesa de ciclo de combustible; la mesa de industria nacional; la de reprocesamiento;
la de ingeniería, etc. En este capítulo, nos referiremos principalmente a los resultados que
arrojó la primera de las mesas señaladas.

11
El primero de diciembre, tras dos meses de debates, los organizadores
del Consejo elevaron a las autoridades los resultados del estudio. Entre ellos,
destaca un documento elaborado por la Mesa dedicada al análisis de la política
nuclear. El texto describe los problemas políticos identificados por el personal
de la CNEA y el modo en que se concibió –en aquel momento- la posibilidad de
esbozar una política sectorial.
Dichos “problemas” fueron clasificados en tres tipos: 1) los de la política
interna de CNEA; 2) los de la política institucional y su relación con los
intereses del Estado; y 3) los de la política nuclear y el esfuerzo argentino por
cortar los lazos de “dependencia tecnológica” con los países centrales.
Sobre el primer punto, los trabajadores denunciaron la existencia de una
grave crisis en la Comisión debida, principalmente, al fuerte arraigo que –desde
fines de los sesenta y principios de los setenta- habían alcanzado la ideología
“desarrollista” y su defensa de la “autonomía productiva”.40 En la visión del
personal, el desarrollismo consistió en una pseudo-política orientada a resolver
sólo necesidades “coyunturales”, alejadas del objetivo principal de la CNEA que
suponía adquirir el dominio completo e independiente de la tecnología y la
ingeniería nucleares.41
El segundo punto –la definición de una política institucional en base a los
requerimientos energéticos nacionales- respondió a la voluntad de liberar al
país de la “dependencia” en ese campo. Si bien la autonomía de decisión y la
autonomía productiva eran premisas necesarias para consolidar una política
independiente en naciones periféricas como la nuestra, quienes intervinieron en
el debate consideraron que no bastaban para superar el problema coyuntural
de la demanda de energía.42
Respecto del último punto, el objetivo de la política de liberación
propugnada por quienes participaron del COCO, radicó en cortar los lazos de la
dependencia tecnológica con potencias como Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña o Canadá, para fomentar la producción nacional. En ese entonces,
recuerda uno de mis entrevistados, “los impulsores del Consejo eran partidarios
de la idea –hoy tal vez ingenua- de construir un reactor celeste y blanco”.43
Otro de los temas abordados en las Mesas de trabajo fue el de la
coparticipación del personal en la planificación, dirección y control de gestión
de la CNEA. De acuerdo con el documento elaborado por la Mesa 7, el
dispositivo privilegiado para garantizar la intervención de los trabajadores en

40
Para una crítica de las concepciones “desarrollistas” en Ciencia y Economía, ver Varsavsky,
O. 2007. Ciencia, Política y Cientificismo.
41
“Lo estratégico es en la política nuclear, la creación, consolidación y dominio de la tecnología
nuclear. Es decir, es saber y poder construir centrales nucleares, elementos combustibles y
agua pesada. Lo coyuntural, es resolver el problema que crea la demanda de energía eléctrica:
la compra de centrales, etc.”. CNEA. “Anteproyecto”, op. cit., p. 25.
42
En la perspectiva de los trabajadores, esas “autonomías” significaban, en definitiva, que
Argentina sólo tenía la capacidad de determinar qué tipo de central convenía comprar y cuáles
eran los suministros que se debían proveer. Ibídem, p. 12.
43
Primera entrevista con Oscar, Doctor en Física con más de 40 años de trayectoria en la
CNEA. 14 de febrero de 2014.

12
los asuntos institucionales fue la codecisión, que promovía su participación en
los órganos directivos, a través del voto. Asimismo, se apuntaba la necesidad
de que la cogestión fuera hecha de abajo hacia arriba, partiendo de las
unidades de trabajo existentes.44
Las conclusiones del documento ilustran de qué manera las
reivindicaciones del personal se inscribieron en el marco más amplio de las
experiencias “combativas” de la clase trabajadora:

“El camino recorrido en pos de la Liberación Nacional y Social, a lo largo de años


de lucha, ha cimentado en los trabajadores una tradición política, económica y
social que los habilita para participar activamente de la vida de las instituciones
en todos sus [espacios directivos]. Por lo tanto, el sistema que buscamos para la
CNEA [deberá impulsar] la inserción del Personal en la totalidad de los ámbitos
de discusión y toma de decisiones”.45

Para muchos de los profesionales y técnicos implicados en su


organización, “el COCO fue una experiencia única”,46 que trascendió los
debates sobre la política interna y sectorial y puso en juego otros sentidos de lo
político, asociados a la función de la actividad científico-tecnológica y al
compromiso que debían asumir los trabajadores ante los procesos de cambio.
Según Oscar,47

“El Consejo articuló una propuesta sólida desde el punto de vista estratégico y
técnico [y] se organizó con el espíritu de generosidad de la época… Esa
generosidad se vio reflejada en que varios de sus participantes, sacrificaron sus
intereses y bienestar en función de la mejora [del organismo]. En otras palabras,
hubo gente que se propuso modificar aspectos de la estructura organizacional,
siendo consciente de que dicha modificación sería en perjuicio de su propio
grupo de trabajo… Además, fue una experiencia profundamente democrática,
que se planteó terminar con la burocracia institucional”.

La generosidad y el sacrificio en pos de un interés colectivo, se relacionan


con la mirada de Adolfo sobre el “Consejo Coordinador”. Para el químico, se
trató de una instancia que “sirvió para que nosotros expresáramos, como
trabajadores de la CNEA, una opinión sobre qué hacer en el nuevo contexto”:

“El COCO fue [algo] que se creó en la interface entre el “mundo moderado” de la
Comisión y [los] tipos pensantes, que eran los sectores más “radicalizados”… Un
tipo que te dice “¡Pará, pará, pará! ¿No te parece que la conducción de una
entidad como la nuclear tendría que ser un tema central de análisis y definir los
criterios de quiénes tienen que ser los dirigentes; con qué conceptos de
solidaridad, de respeto por el prójimo, de atención de las necesidades de los
trabajadores?””48

44
CNEA. “Mecanismos de participación del personal…”, 1973.
45
Ibídem, p. 31.
46
Entrevista con Aníbal, Doctor en Física, actualmente, retirado de la Comisión. 12 de agosto
de 2013.
47
Entrevista con Oscar, op. cit.
48
Primera entrevista con Adolfo, Licenciado en Química y profesional de la CNEA entre 1968 y
1976, año en que fue secuestrado y trasladado ilegalmente a dependencias de la Marina,

13
Los recuerdos sobre el “COCO” y su repercusión en la CNEA son
disímiles y objeto de “tensiones interpretativas” (Spivak y Gárgano, 2014) entre
los profesionales consultados. Así, mientras Oscar y Adolfo reivindican su
carácter estratégico y democrático, Rubén y Sergio cuestionan la experiencia –
desde el punto de vista técnico- y la definen como un proyecto o iniciativa del
“personal”, a tono con el clima de efervescencia política que signó el retorno del
peronismo al gobierno.49 En palabras de Rubén,50

“Cuando asume Cámpora, acá se hace una especie de efervescencia que,


evidentemente, estaba latente, porque si no, no se explica, y se generan cosas.
Y una de las cosas que se genera, son las llamadas Mesas de trabajo ¿Qué
eran las Mesas de trabajo? Bueno, “A ver, qué se hace…” Suponete: Esta es la
Gerencia de Ambientales, entonces, se hacía una Mesa de trabajo para discutir
todo, desde el que limpiaba hasta el gerente, todos discutiendo qué había que
hacer en Ambientales para la “nueva Argentina”; esa que se iba a crear y qué se
yo…
Algunos casos, pareció –por lo menos de los que yo vi- pareció al principio que
iban por buen camino. Pero después, pasa como en las Asambleas de la
facultad, ¿viste? Se empieza a derivar y a derivar, a derivar, a derivar, y
entonces los que tienen ganas de hacer algo se cansan y se van. Y quedan los
tipos a los que les gusta escucharse; y dale… Entonces, no pasaba nada…
¡Pero aparecían “los iluminados”! Porque ahí aparecen “los iluminados”: Tipos
que querían hacer el mundo cuadrado. ¡El globo terráqueo, cuadrado!… ¡Y el
globo terráqueo no es cuadrado!…”

Sergio,51 en tanto, señala que

“En el ’73 se da un análisis crítico de hacia dónde tenía que ir la Comisión…


Bueno, ahí la problemática convocó a gran parte del personal y esta discusión se
transformó rápidamente –o estuvo teñida rápidamente- de discusiones políticas
de otro tipo… Digamos… Las cosas se fijaban también en función del
posicionamiento político”.

Los dichos de Rubén y Sergio, ilustran cómo la agitación social del


período tiñó políticamente las discusiones en las Mesas de trabajo del “Consejo
Coordinador”. En el mismo sentido, se expresa Miguel, para quien

donde permaneció detenido por espacio de un mes junto a otros trabajadores de la Comisión.
Luego, fue puesto a disposición del PEN y reubicado en la cárcel de Devoto, de donde logró
salir en octubre de 1976 a condición de abandonar el país. 22 de octubre de 2014.
49
El 25 de mayo de 1973, el triunfo de la fórmula Cámpora-Solano Lima puso fin a dieciocho
años de proscripción del peronismo. Como explican diversos autores (De Riz 1987; Nievas
2000; Romero 2003; Svampa 2003), la asunción a la presidencia de Héctor Cámpora, estuvo
precedida por un ciclo de movilización y protesta social contra la autodenominada “Revolución
Argentina” (1966-1973), que forzó la decisión militar de abrir paso a una nueva etapa
constitucional. En la visión de Maristella Svampa (2003), la “primavera camporista” se
caracterizó por la imagen de una sociedad movilizada que asoció el retorno de Perón con la
posibilidad de introducir cambios de tipo estructural en el rumbo económico y sociopolítico del
país.
50
Entrevista con Rubén, Ing. Mecánico, con más de 35 años de trayectoria en la Comisión y,
actualmente, retirado del organismo. 6 de junio de 2013.
51
Entrevista con Sergio, Ingeniero Agrónomo, actualmente retirado de la CNEA. 29 de enero
de 2013.

14
“el COCO no tuvo un rol significativo en la CNEA, ni el peso que normalmente le
atribuyen… Fue realizado para liberar la olla a presión; para permitir la
participación del personal luego de años de dictadura. Los que concurrieron a las
Mesas, estaban decididos a jugar un rol político; nada más”.52

Los acontecimientos analizados a raíz de la organización del “Consejo”,


ponen de relieve la centralidad que –en 1973- adquirió la política en CNEA, al
permear muchas de las dimensiones de la vida institucional. Más allá del valor
“positivo” o “negativo” con que fue juzgada esa experiencia, hay consenso entre
los profesionales consultados en señalarla como un momento de inflexión en la
trayectoria del organismo, que puso en cuestión su tradicional estructura y
promovió una mayor democratización o participación del personal en los
procesos de planificación y toma de decisiones.
En el próximo apartado propongo, a modo de reflexión final, una lectura
comparativa de los casos para analizar los modos diversos de hacer y de
pensar a la política en CNEA, a partir de la consideración de los contextos
políticos en los que tuvieron lugar ambas polémicas; los actores que las
protagonizaron; sus motivaciones y las consecuencias de sus actos a nivel
institucional.

IV. Análisis comparativo de los casos y reflexiones finales

Los episodios narrados permiten observar de qué manera las prácticas


de un sector del personal de la Comisión se politizaron a comienzos de los ’70
y transformaron a la energía nuclear en un asunto de interés público. En ambos
casos, la referencia a la política fue explícita y pareció tornarse una dimensión
más de las actividades institucionales. Tanto la polémica por el combustible
para la central Embalse como los debates organizados en las Mesas del COCO,
pusieron de manifiesto el trasfondo político de las decisiones tecnológicas que
–en aquellos años- se orientaron a la defensa de objetivos nacionales y al logro
de la autonomía tecnocientífica y económica. Pero si en ese período la política
tiñó las discusiones del personal de la CNEA, en cada uno de los casos tuvo
una connotación diferente de acuerdo con los contextos de la realidad nacional.
En 1972, bajo el gobierno militar de Levingston (1971-1973), la campaña
liderada por la APCNEA a favor del Uranio natural, constituyó una muestra del
involucramiento de los profesionales en las decisiones sobre política nuclear,
con el fin de apoyar un desarrollo tecnológico independiente. Para los
protagonistas de la polémica “Uranio natural vs. Uranio enriquecido”, la política
alcanzó en aquel momento un sentido elevado, alejada de lo partidario y con un
fin “superior” vinculado a la defensa de lo nacional.

52
Entrevista con Miguel, Ingeniero con más de 40 años de trayectoria en la CNEA. 1 de
octubre de 2014.

15
El COCO, en cambio, mostró otra cara de la politización. En primer
término, las discusiones organizadas en sus Mesas de trabajo no fueron
protagonizadas únicamente por los profesionales de CNEA, sino que ampliaron
la participación al resto del personal y tuvieron un efecto democratizador. Por
otra parte, en este episodio puede hablarse de un “ingreso de la política” en la
Comisión, a diferencia de la discusión relativa a Embalse donde los hechos
políticos se gestaron dentro del organismo y alcanzaron estado público. Por
ello, puede asociarse más al COCO con cuestiones de política partidaria, en un
contexto de gran efervescencia y movilización social, signado por el retorno del
peronismo al gobierno. Las cuestiones de política partidaria aludidas y el
carácter del debate ideológico, pueden ejemplificarse con los dichos de Sergio,
quien señala: “era un momento donde la discusión dejaba muchas veces de
tener que ver con lo que debíamos tratar internamente, que era la política
científica…”.53

A partir de las fuentes y los relatos de mis interlocutores, he intentado


mostrar que la política fue –en el período estudiado- una dimensión básica de
las prácticas sociales y las experiencias de los trabajadores de la CNEA
(Grimberg, 2009) que puso en juego una diversidad de sentidos sobre su
actividad laboral y la función que la institución debía asumir ante la sociedad.
Los hechos presentados relativizan la visión de las entidades tecnocientíficas
como ambientes no politizados o espacios donde la política y la técnica se
representan de manera escindida y ponen en cuestión el "aislamiento"
generalmente atribuido a la CNEA en relación a los contextos sociopolíticos
más amplios.
La reseña histórica, enriquecida con el trabajo etnográfico, ha intentado
además revalorizar las acciones del personal y señalar su impacto sobre la
trayectoria del organismo.

53
Entrevista con Sergio, Op. Cit.

16
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