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La narración oral, un proceso de


comunicación: Garzón Céspedes
PATRICIA VELAZQUEZ YEBRA
Cuando Francisco Garzón Céspedes comienza a hablar, a contar una historia, todo el mundo
fija su mirada en la corpulenta figura del narrador, en sus gestos, en sus manos, en la voz
ronca que arranca sonrisas, exclamaciones; en la voz que atrapa desde la primera frase de una
singular historia que sólo él sabe contar.
Fue hace más de 10 años cuando Garzón Céspedes, de origen cubano, llegó a nuestro país
para trabajar en el campo de la narración oral escénica. Desde entonces, ha venido cada año
para organizar diversas actividades sobre la materia hasta 1995, tiempo en el que forjó toda
una escuela de narradores orales.
Ahora, a tres años de distancia, vuelve para dar comienzo a la Décima Muestra Internacional
de Narración Oral Escénica "Cuento con la ciudad", el Octavo Festival Iberoamericano de
Noé, el Séptimo Encuentro Teórico Internacional y el Octavo Encuentro Teórico
Iberoamericano, que se llevarán a cabo del 19 de julio al 2 de agosto en la sala Manuel M.
Ponce del Palacio de Bellas Artes y en la Capilla Alfonsina.
Organizados por la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica y el Centro
Nacional de Información y Promoción de la Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes,
los eventos conjuntarán a 72 profesionales de este género procedentes de Alemania,
Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Italia, México, Uruguay y Venezuela.
En entrevista con Garzón Céspedes, a quien se le considera el mejor contador de cuentos del
mundo, comenta que su propuesta consiste en una renovación de la narración oral a fin de
que tenga una presencia contemporánea.
"Entiendo la narración oral vista desde la oralidad y no desde la escritura, que ofrece la
posibilidad de alcanzar una maestría escénica, pero diferenciada tajantemente del teatro".
Para Garzón Céspedes es importante subrayar esto, ya que desde 1975, cuando por
casualidad comenzó a contar cuentos oralmente, la narración oral era vista de distinta
manera.
"Me doy cuenta que es, ante todo, un proceso de comunicación, que debe entenderse dentro
de la categoría de la oralidad y que un narrador oral contemporáneo debe tener la capacidad
de contar oralmente frente a todos los públicos, fundamentalmente adulto, y en cualquier
espacio escénico, más no teatral, ya que la escena es una categoría y el teatro es sólo una de
sus ramas".
Fue en 1975 cuando surge este proyecto en Cuba, con el propósito de formar al narrador
profesional que hasta entonces no existía, ya que contar es un término genérico y se trataba
de formar al narrador oral.
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"Hasta entonces contaban los cuenteros de la tribu y los cuentacuentos para niños, pero no
había un narrador oral capaz de contar en los grandes espacios escénicos y el adulto había
sido excluido de la narración oral como hecho artístico".
Añade que en 1982 cuando llegó por vez primera a nuestro país, ofreció algunas
presentaciones y talleres de narración oral, pero fue en 1986 cuando determinó que México
fuera el lugar esencial de donde se irradiara la narración oral hacia otros países de América y
del mundo, ya que se trata de un país culturalmente sólido y un punto de convergencia entre
norteamericanos, sudamericanos, caribeños, etc.
Al referirse al funcionamiento de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral
Escénica, expresa que tiene cuatro líneas de trabajo: docente, artística, teórica y comunitaria.
La primera contempla la impartición de más de 700 talleres básicos y de perfeccionamiento
en 10 países a lo largo de 23 años, por los que han desfilado más de 25,000 personas, en los
que se ofrecen materias como improvisación, voz, análisis de texto y proceso de ensayos,
lenguajes verbales y oralidad.
La línea artística se encarga de realizar las muestras, los ciclos y los festivales en diversas
ciudades del mundo, entre los que destaca el Festival del Cuento del Buen Humor, que se
hace cada año en México y en La Habana con los mejores narradores.
En cuanto a la línea teórica, se ocupa de producir textos teóricos, como "El arte escénico de
contar cuentos" y "Teoría y técnica de la narración oral escénica", realizados por Garzón
Céspedes, además de organizar encuentros teóricos para discutir las relaciones de la
narración oral escénica con la formación del niño, con la docencia o la terapéutica, con la
escena y la literatura, etc.
Finalmente, la línea comunitaria tiene como fin llevar esta expresión artística a la comunidad,
con presentaciones no sólo en teatros, sino en asilos, escuelas, hospitales, cárceles, etc.
"La narración oral no sólo es una propuesta artística, es una acción para que nuestras
sociedades disfruten el cuento oral y para que reflexionen sobre la importancia de la oralidad,
de la oralidad cotidiana, porque las cosas más importantes de la vida las aprendemos a través
de la conversación, nos llegan con la emoción y la experiencia de quien nos las cuenta, y esto
nos ayuda también a relacionarnos".
Por esta razón, Garzón Céspedes señala que no se considera un cuentero, porque es el de la
tribu, el que la sociedad produce intuitivamente; tampoco es un cuentacuentos porque dentro
de la terminología de la narración oral es el que cuenta historias para niños, y no puede ser
tampoco un cuentista, porque es el que escribe cuentos.
De esta manera, se define como un contador de cuentos. "Me enojo cuando en la prensa me
ponen cuentacuentos. Soy un narrador oral, un contador de historias, como aquella que dice:
Hoy por la mañana todos, absolutamente todos en la ciudad de México, se despertaron con
granos de azúcar en los labios, pero sólo se dieron cuenta aquellos que se besaron" (claro que
escrito pierde su fuerza, hay que verlo decir estas palabras en vivo y en directo).
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Finalmente, señala que el narrador oral no es aquel que construye físicamente las imágenes
de lo que se está diciendo, como en el teatro, sino lo que hace es sugerir las imágenes,
evocarlas o caricaturizarlas, cuyas fuentes son básicamente la vida cotidiana, así como las
noticias periodísticas, las tradiciones orales, las películas, las dramatizaciones televisivas y
radiales, la vida del narrador y la literatura, aunque no de manera literal, porque la realidad

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