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Facultad de Humanidades- Unas

Didáctica general

Alumno: Gabriel Jansen

Trabajo Practico N°2

El siguiente trabajo responde a las consignas propuestas en la guía de lectura del texto del
autor Angulo Rasco.

Hay que aclarar en un primer momento que la misma definición de acción educativa como
practica social de Angulo Rasco es también una crítica y una comparación para con la
teoría de la acción tecnológica. El autor describe a ambas para lograr dar con una definición
precisa de la práctica social. En un primer momento al definir la teoría de la acción
tecnológica, se muestra como esta, no es adecuada para la práctica educativa ya que por un
lado, tiende siempre a ser una práctica dogmática que no tiene en cuenta por ejemplo las
particularidades de la preparación de los curriculum y de las practicas concretas de
enseñanza.

Sumado a esto, la teoría tecnológica impone un ideal técnico a la práctica educativa que
clausura su auto comprensión comunicativa y emancipadora, y que pretende cerrar
definitivamente las posibilidades prácticas y criticas del campo curricular que están en
estado moribundo. Para el autor esto solo podría cambiar si se asume la esencial
constitución de la práctica de la acción educativa y si la construcción teórica emerge como
conocimiento elaborado sobre el acontecer practico de la acción.

En este sentido al definir a la acción educativa como práctica social, el autor afirma que
estas prácticas sociales son más abiertas a la reflexión, a la sensibilidad de las
particularidades de la acción y que tiene siempre en cuenta la interpretación de los diversos
participantes en el proceso de aprendizaje. Este potencial reflexivo y abierto de la práctica
social, que es una de sus características, estaría también acompañado por la incertidumbre o
duda, que sería el elemento esencial a la hora de desplazar el planteamiento de las
decisiones técnicas establecidas.
Por otro lado, lo que el autor denomina como conocimiento práctico del profesor, está
conformado por el posicionamiento que tenga este último también en su práctica educativa,
es decir, aquí Rasco establece que esos espacios sociales de comunicación que son los
espacios educativos, están conformados por los procesos educativos y las actuaciones de
acuerdo a la interacción de respuestas activas y no mecánicas de los sujetos a las demandas
interactivas de los otros sujetos y del medio educativo general.

Este conocimiento práctico, necesario, también está determinado reflexivamente por la


toma de conciencia de los diversos contextos de interacción. Esto último, como dije más
arriba, toma en cuenta las particularidades del contexto, las realidades concretas de
enseñanza y son estos condicionamientos lo que dan sentido a la práctica.

Lo dicho hasta aquí está relacionado con lo que autor analiza como el marco interpretativo
de la práctica educativa, es decir, es el marco interpretativo de la acción lo que nos permite
pensar a estos espacios educativos, como espacios problema, que ayudan a determinar los
limites posibles de la acción y como se llevara a cabo el análisis de los problemas. El
conocimiento práctico de los profesores actuaría en este sentido como demarcador de las
tomas de decisiones que le ayudarían al planteamiento de diferentes didácticas para llevar a
cabo. Al revés de los dogmatismos que intentan imponer las teorías tecnológicas, los juicios
situacionales resultarían de mayor importancia que los tipos de conocimientos teóricos.

Como aclara Rasco, los modelos lineales y racionalistas de planificación de la actuación no


resuelven los problemas de la acción, sino que los aplazan, devolviendo además una
imagen falseada de las auténticas exigencias, complejidades y dificultades de la acción
educativa. El conocimiento práctico al cual hace referencia el autor, también daría paso a
una crítica a la aplicación lineal y técnica de los currilum escolares. En todo este complejo
proceso, la capacidad reflexiva del profesor y el juicio profesional correspondiente, son las
variables que sin duda tienen el peso más considerable en la práctica educativa como
practica social.

Los condicionantes subjetivos hacen referencia a la dimensión ética de la práctica social, al


carácter ético de las acciones y decisiones coherentes con los fines educativos. Se establece
así una relación entre norma moral y práctica docente, de tal manera que cada acción
educativa dentro de un marco institucional determinado permite seleccionar principios
prácticos a través de los cuales la moral se plasma en acción, regulando toda la práctica
docente.

En efecto, tal distinción nos permite repensar a la evaluación como práctica social y
política, y no meramente técnica con pretensiones de neutralidad y objetividad. Y a partir
de esta concepción, incorporar al concepto de calidad los problemas que hoy constituyen
nuestro contexto de aplicación y de utilización de las prácticas educativas. La calidad
educativa reside en el valor educativo de los procesos, y no en los productos conseguidos.
El autor remarca que despegarse de la visión tecnológica de los fines-medios de la práctica
educativa, nos llevaría a tomar en cuenta la practicidad y la legitimidad de los principios de
procedimiento a los que da lugar, y en los que se explicita; al fin y al cabo, una norma ética
en la práctica educativa, indica modos de relacionarse y conducirse entre los seres
humanos.

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