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crónica r e s e ña s

Internet y de McDonald’s es una franja a un escritor que se está lanzando al escribiendo, pero poesía, género que
homogénea que recorre el planeta. ruedo. Hay ­desafortunadamente más subyace en la eficacia de las imágenes,
No obstante, aunque no hay men- erratas y descuidos de los que suele el ritmo verbal y la contención que
ción explícita a una realidad política haber en un libro bien curado. Si ya administra en cada línea de su texto.
colombiana, las emociones y expe- es una proeza publicar cuentos hoy en Por eso no sorprende que el autor
riencias vitales de los protagonistas día, ¿por qué no hacerlo de manera del prólogo sea Jaime Jaramillo Es-
están atrincheradas, sofocadas. Nos juiciosa y diligente? cobar (X-504), director del Taller de
encontramos frente a una literatura Poesía de la Biblioteca Pública Piloto
de emergencia. Las circunstancias de Ignacio Zuleta Lleras al que asiste Valderrama Santamaría,
lo que está pasando en el afuera de los y que lo animó a escribir este libro,
individuos recreados por Fernández de gran valor por su “franqueza con-
(el conflicto armado, por ejemplo) fesional” y su propósito ilustrativo y
son ruidos de fondo, casi impercep-
tibles pero muy poderosos. Como un
Sentir que es un didáctico.
El libro se divide en dos partes. En
zumbido incesante de balas en el aire, “soplo” la vida la primera, Valderrama cuenta su vida
la desazón de los protagonistas de El en el popular barrio Aranjuez donde
siguiente, por favor no tiene tregua. La verdad sin calzones se inició en la droga a los catorce años,
Aquí la rebeldía no es aparente y la Crónica de los submundos su ingreso, recaída y retorno a La Co-
respuesta común es el hastío. Ya no es juan guillermo valderrama munidad. En la segunda parte ofrece
una generación politizada en el estricto santamaría una galería de retratos de sus compa-
sentido partidista: han visto y sentido Instituto Tecnológico Metropolitano ñeros y compañeras –que llegaban a
violencia de sobra en el entorno y no (ITM), Medellín, 1.ª ed., 2008, 2.ª ed., la Casa de las Muñecas– y terapistas,
se dan el lujo de alimentar demasiadas 2009, 355 págs. tan expresivos y reales que cualquier
esperanzas. Y así viven, y así los plas- lector puede identificarse con ellos,
ma Íos Fernández en sus cuentos. La l a pa r a d o ja subyace en esta aunque no haya habitado jamás en
cotidianidad consiste en “levantarse extensa crónica testimonial de un ex- los submundos descritos. Se les palpan
y volver a empezar, e introducirse en drogadicto. La Comunidad Terapéutica las cicatrices, las pocas carnes, los ojos
esa mortuoria rutina de ir y venir, lenta Medellín donde el protagonista pasó hundidos y el temblor que los carac-
e idiota, en que se convierte la vida” dos largas temporadas, colindaba con teriza. Los hay con alma de asesinos
(pág. 60), como la describe Adrián, el la cárcel de máxima seguridad de y entrañables, como el Torero, que
protagonista del cuento de la segunda Itagüí (“ellos permanecían encarce- pasó de ser llamado ‘El prodigio de
parte “Tan triste como bella”. lados al frente nuestro por vendernos Pereira’ a ‘Basuquillo de América’. Y
su mercancía, y nosotros recluidos al entre abogados, homosexuales, jalado-
frente suyo por comprársela”, pág. 14). res de carros, odontólogos, prostitutas,
Gracias al Niño Dios empezó a soplar maestros, ingenieros, reos ausentes,
basuco en el barrio Aranjuez donde etc., la “fauna” del lugar que describe
aprendió a tallar figuras del pesebre el narrador, llegó un matrimonio de
en el taller familiar. Y después de ha- encuadernadores consumado en el
ber tocado fondo tras veinte años de vicio; finalmente él, que presumía de
consumo, se convirtió en modelo de ser fumador social, abandonó el trata-
La Comunidad. miento; mientras ella perseveró para
Las razones de su liderazgo natural recuperar a sus hijos adolescentes, que
las encontramos en este libro que tiene estaban limpios. Una de las historias
la fuerza del testimonio y el mérito de más fuertes.
la escritura limpia, espontánea, sin más
pretensiones que compartir la expe-
Al final del libro el autor escribe riencia con quienes estén pasando por
un epílogo en el que nos explica por la misma enfermedad, adictos o fami-
qué escribe, y comenta: “He dicho liares. Y habrá sido eficaz esta terapia
siempre que escribo un poco como de escritura porque el libro tuvo dos
hablo, que empecé a escribir las mis- ediciones del ITM y una nueva, en
mas historias que solía contarles a un 2013, de Aguilar. Todo porque sin ser
grupo […] historias burdas, exagera- un libro de autoayuda, les ofrece algún
das, deliberadamente falsas, historias consuelo a quienes están inmersos en
para impresionar, para marcar la raya” ese infierno; al menos el autor logró
(pág. 127). Y bueno, es verdad. salir y a los 48 años se dedica a dar
Posdata: hay que anotar que en esta charlas en los colegios para desesti-
publicación de Editorial Babilonia las mular la curiosidad de los jóvenes por
labores de edición y corrección son de- probar la droga o, si ya lo hicieron,
ficientes, lo que no le ayuda para nada para que piensen en dejarla. Siguió

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r e s e ña s crónica
Es cuando la crónica de personaje, de Antioquia, 2.ª ed., 2005) de José el pillo que había perdido la cuenta de
escrita a ras del suelo (como diría el Alejandro Castaño Hoyos, cuya in- sus muertos y tras especializarse en la
brasileño António Cândido) alza el mersión en ese antro del vicio le valió cárcel, terminó convertido en respeta-
vuelo literario. el Premio Casa de las Américas. Pero do líder del centro.
También queda en la memoria mientras el periodista tiene que asumir En estos tiempos de búsqueda de
urbana esta indagación en la suerte la identidad de un habitante de calle paz y reconciliación, este libro ofrece
de tantos hombres y mujeres víctimas durante las horas que se lo permiten casos fehacientes de reinserción social,
del narcotráfico que sentó sus reales en sus pulmones, siguiendo la técnica del de perdón, olvido y dignificación sin
Medellín a finales de los años setenta, periodismo gonzo, ‘Juangui’ lo experi- pasar por el aparato judicial. El primer
cuando el protagonista de la historia mentó en dosis diarias durante veinte círculo que tiene que aceptarlos es el
empezó sus “vueltas” en las tiendas del años, hasta que reaccionó después de familiar, y cuando los pacientes logran
barrio para comprarle basucos a los una fiesta en la que se ‘sopló’ mil ba- superar los nueve meses de la terapia
malandros, que luego se convertirían sucos. reciben el certificado que los acredita
en el ejército de sicarios de la banda de La misma editorial, ITM , publicó como ciudadanos respetables. Vuelven
los Priscos, al mando del Patrón en esa el Diario de un pillo (2008) de Luis a vivir en sociedad, pero de cada diez,
zona de Medellín. Así mismo, quedan Guillermo Peña Restrepo, basado nueve recaen.
las huellas de la transformación urbana en los diarios de un sujeto que hizo Juan Guillermo Valderrama, que en
que produjo el narcotráfico paisa, ca- casting para la película de Víctor Ga- una entrevista al periódico El Mundo
paz de convertir sencillas casas de una viria, Sumas y restas (2005). El propio en mayo de 2012 contó que había vis-
planta, en un barrio de estrato 3 como Gaviria ya se había adentrado en estos to morir 29 de los 30 compañeros con
Aranjuez, en edificios de dudoso gusto, submundos con El pelaíto que no duró quienes compartió en La Comunidad,
cuyos vidrios vibraban con las motos nada (Planeta, 1991) y Alonso Salazar llevó un diario donde anotaba los ru-
y los autos flamantes que circulaban Jaramillo con No nacimos pa’ semilla tinas y hechos excepcionales ocurridos
por las ahuecadas calles. Y el cambio (Cinep, 1990) sobre menores engan- en esa finca de “no recreo”, los diálo-
de fisonomía llegó también con altares chados al vicio y a la criminalidad. gos, las anécdotas y hasta los chistes de
a la Virgen María Auxiliadora, patrona sus compañeros, generalmente crueles.
de los sicarios que en el barrio caían Gracias al registro detallado tenemos
como moscas, en razón de tres diarios, un retrato vívido de esa cotidianidad
por lo que el párroco vio el negocio y de los personajes “mitológicos” que
en una sala de velación al lado de la atrajeron su atención. De ahí el hiper­
iglesia. realismo de esta crónica, que solo se
Por el contrario, sitios como “La puede contar desde adentro, y pade-
Ye”, el expendio de basuco y perico ciendo cada minuto la ansiedad del
más cotizado de la ciudad quedó bo- adicto en proceso de desintoxicación,
rrado del mapa y solo lo recuerda el cuando tocan fondo. Si no aguantan,
protagonista de nuestra historia cuan- vuelven a la calle a consumir droga,
do al centro de rehabilitación llega la alcohol y a pagar prostitutas para que
dueña del lugar, doña Amparo, vestida los arropen un poco y les armen los
con traje de noche, maquillada y en- basucos, día y noche, ante el imposible
vuelta en esa fragancia de pachulí que placer sexual.
le permitió reconocerla, acompañando Valderrama narra con dignidad y
a su “hija”, perdida y travestida en la elegancia, sin rozar siquiera el melo-
droga. drama barato, tan común en este tipo
La verdad sin calzones ofrece otra Si como dice el semiólogo Armando de relatos, ni caer en la autocompasión.
mirada a la violencia urbana de la ciu- Silva, experto en imaginarios urbanos, Como buen aprendiz de la terapia de
dad estigmatizada durante las décadas las crónicas y reportajes constituyen choque que se aplica en estos centros,
de los ochenta y noventa por su alto archivos urbanos para conocer el revela lo mejor y lo peor de su con-
índice de homicidios producto del desarrollo de una ciudad, también fun- dición humana, de sus compañeros y
narcotráfico y del sicariato, y que ha cionan como álbumes de ciudadanos terapistas, tan vulnerables como los
sido narrada desde el punto de vista de excluidos, marginales, outsiders eli- recién llegados. Sabiamente adminis-
los victimarios y sus víctimas, mas no minados en operaciones de “limpieza tra el suspenso por la recaída que no
desde las vivencias de los drogadictos social”, que apenas dejan huella entre falta, y aligera la tensión acumulada
–al mismo tiempo víctimas y victima- los suyos. Las voces de los miembros por tantas historias fallidas con anéc-
rios– habitantes de las profundidades de La Comunidad recogidas por el dotas teñidas del desopilante humor
(literalmente, de “las cuevas” de barrio autor, y la suya propia, dan prueba de paisa. A latigazos se describe ‘Juangui’
Triste, Niquitao, Guayaquil y Naran- que sí existieron, aunque no hayan sido al comienzo de su relato autobio-
jal), de quienes poco se han ocupado ciudadanos ejemplares porque hay que gráfico: “Pareciera que me hubiera
los cronistas y novelistas. Quizá la medirlos con otra vara moral. Incluso, embalsamado un médico de tiempos
crónica más c­ ercana es la titulada La se presentan metamorfosis asombrosas faraónicos, no con pócimas milagro-
isla de Morgan (Editorial Universidad en algunos de estos personajes, como sas sino con basuco. Se me momificó

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narrativa r e s e ña s

el cerebro y preservé inalterada mi comparación con Borges, de la que casi contarle un sueño en el que alguien la
inmadurez mental. No pasó igual con nadie puede salir bien librado. buscaba para matarla y lo único que te-
mi cuerpo y menos aún con mi rostro, En un acto de misericordia, tal vez nía para reconocerla eran los trazos de
que evidenciaban el paso, no de dos sea recomendable ahorrarle a Arango su escritura a mano. Delgado termina
décadas, sino de dos siglos (…) Sin la comparación con Borges. También poniéndole ejercicios de escritura y al
exagerar, en lugar de un humano flaco es legítimo pasar por alto la posibilidad final descubre la satisfacción que le da
parecía un esqueleto gordo” (pág. 34). de leer su novela dentro de la tradición ese curioso placer voyerista.
Y si de exagerar se trata, los personajes de la llamada novela de artista ya que, Si la novela de Arango fuera una
se ganan un campeonato: “Mi papá era aunque gran parte de la obra gira en novela lograda, al lado de una perma-
más amarrado que una encomienda torno a un hombre que escribe una nente ironía, tendría que tener una
para Turbo” (pág. 188), “los paisas a novela, en ella falta el motivo clásico permanente tensión erótica. Es difícil
la hora de comprar somos más duros del conflicto del artista con la sociedad. sentirla, aunque en algún momento
que carne de cabeza; somos capaces de Acaso sea más justo empezar una –chiste demasiado evidente para mi
pedirle rebaja hasta a un termómetro” lectura desde ceros y decir que se trata gusto– Delgado quiera decir “texto”
(pág. 195). O las imágenes y los juegos de una novela sobre un profesor de lite- y termine diciendo “sexo”. En cierto
de palabras que le inyectan poesía a las ratura hispanoamericana y de escritura pasaje de la novela se habla de un
escenas más sórdidas: “Era una especie creativa en una universidad norteame- proyecto para escribir una versión
de templo de metamorfosis en donde ricana que tiene una obsesión erótica y del Quijote en la que Alonso Quija-
los ladrones soñaban con ser buenos, platónica con sus estudiantes mujeres no no se enloquezca por leer libros
y los buenos con ser bandidos” (pág. a las que le encanta ver escribiendo. de caballería, sino por leer literatura
220), refiriéndose al bar El Suave en Una de las características de la no- pornográfica. La idea, que también
Guayaquil. vela de Arango es que tiende a partir suena a Woody Allen, no se desarrolla
Cortes tragicómicos para no incitar de elementos que parecen un anuncio en ninguna parte (pág. 120).
al lector a cortarse la vena con la so- de algo que apunta hacia lo sublime y
bredosis que contiene cada página. Y que luego se desinflan en banalidades.
es que como dice Jaramillo Escobar, El título mismo hace pensar en diver-
la antigua picaresca antioqueña es aún sas cosmogonías, y que en realidad se
reconocible en estos relatos, y por eso, refiere a un cuadro de Courbet, no
entre risas y lágrimas, “puede enviciar queda justificado por la historia que
a la lectura”. se cuenta.
Parodiando el tango de Gardel y La novela se abre con la imagen de
el título del libro de Juan José Hoyos, una mujer que empieza a ejecutar una
maestro de cronistas en Medellín, aquí extraña danza en la mitad de una calle,
los personajes han visto pasar la vida como si hubiera entrado en trance. Al
como un soplo, pero no precisamente final sabemos que solo estaba tratan-
poético. do de espantar una abeja que la había
hecho entrar en un estado de pánico.
Maryluz Vallejo M. La escena solo tiene sentido si logra La historia de la abeja no finaliza en
leerse en clave de caricatura. Lo mis- el descubrimiento de que la presunta
mo ocurre con la grandilocuencia que danza de Regina no es el resultado de
hay en el personaje principal, Máxi- alguna posesión extraña –que debería
La novela de mo Delgado, célibe atormentado por
deseos eróticos insatisfechos, digno a
estrellar a Delgado contra la realidad–,
sino termina llevándolo a hacer una se-
un voyerista ratos de una mala imitación de alguna rie de elucubraciones librescas sobres
película de Woody Allen, que se con- las abejas y la sexualidad femenina.
El origen del mundo suela mirando a sus alumnas mientras “Virgilio –escribe– vivió en tiempos en
gustavo arango resuelven los ejercicios que él les pone que se creía que las abejas eran asexua-
Ediciones B, Grupo Z, México, 2010, en la clase de escritura creativa como das y les dio una explicación moral a
187 págs. escribir diez minutos sin parar, desa- los ataques. Aristóteles decía que las
rrollar un texto a partir de una frase mujeres, después de estar con un hom-
la reciente novela de Gustavo como “alguien está sentado” o sacar bre, emanaban un olor almizclado que
Arango, El origen del mundo, puede palabras de una palabra determinada atraía y excitaba a las abejas” (pág. 78).
considerarse como una novela sobre jugando con las letras. El desenlace de esa escena apunta
la creación literaria, es decir, estamos El placer de ver mujeres escribien- a una posible caricatura de un erudito,
ante literatura sobre la literatura. La do le había sido revelado a Delgado incapaz de aproximarse a las mujeres
incursión en ese género implica un años antes a la escena que da comien- que desea, lo que lo lleva a resignarse
doble riesgo. De un lado, éste se apunta zo a la novela por una mujer llamada al voyerismo y a las especulaciones
a lectores normalmente más exigentes Aimée, a quien le había dado clases librescas. Sin embargo, la tensión entre
que el lector medio. Además, y eso es lo de español y quien le había regalado esos dos mundos es algo que solo se
más arriesgado, el autor se expone a la un argumento para una historia al explota a medias. Además, hay muchas

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