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HISTORIA DEL RELOJ DEL BANCO NACION

Oscar Enrique Jones

Al festejarse el centenario de la Revolución de Mayo, la población


de Trelew había dejado para las futuras generaciones el Kiosko de la
Plaza Independencia y la Estatua de la Libertad. Deseaban realizar algo
similar para el Centenario de la Independencia, y decidieron erigir una
torre con un reloj público.
La primera mención a un reloj público, se ha encontrado en el Y
Drafod del 29 de noviembre de 1907, bajo el título “La hora en Trelew”:
“Saber la hora exacta es un conflicto diario, y es motivo de apuros
y trastornos para el comerciante, el obrero y el empleado, y hasta creo
que más de una vez habrá ocasionado algún disgustillo conyugal.”
“En efecto, el Correo tiene una hora, el Banco otra, el Ferrocarril
otra y cada vecino se da el lujo de tener en su casa un meridiano por el
cual se arregla hasta el cronómetro norteamericano de cinco pesos de
costo.”
“Aquí, cuando casi cada mes se hacen subscripciones y colectas para
fiestas, comidas, obsequios, iglesias, etc., cosas todas que no son
indispensables, nadie ha pensado en hacer algo para dotar de reloj
público a esta población, la más importante del Sud Argentino; con el
dinero reunido en lo que va del año, para los objetos expresados había
de sobra para construir una torre (en el terreno municipal), comprar y
colocar en ella un buen reloj público. Al público entregamos la idea; de
los vecinos progresistas y de la Municipalidad solicitamos su
realización.”
En esa época, los relojes eran caros y no muy difundidos. Pocas
casas tenían relojes de pared y muy pocas personas contaban con relojes
de bolsillo. Pero era muy difícil que marcaran la misma hora.
Las oficinas públicas se regían por la hora de su propio reloj, y
el reloj de la Oficina de Correos no coincidía con el de la Estación de
Ferrocarril. Varias veces ocurrió que las cartas destinadas a Puerto
Madryn llegaban a la Estación después que había partido el tren.
Pablo Lo Presti rescató para Tela de Rayón un artículo del
periódico El Chubut (dirigido por Ellis Thurtell) del 28 de agosto de
1908. Para subsanar el desacuerdo de los relojes de la población, el
periódico organiza una suscripción con el fin de comprar un reloj e
instalarlo en el centro de la plaza pública. El dinero sería recaudado
en la imprenta “La Atlántida”, propietaria del periódico y semanalmente
se publicaría la lista de donantes. Solo hubo 3 aportantes y el desánimo
del periódico le hizo declarar que los habitantes de Trelew no
ambicionaban el progreso....
La hora oficial para toda la República Argentina fue decretada el
25 de noviembre de 1894 y correspondía al horario del Observatorio
Nacional de Córdoba. Antes de ese momento cada población utilizaba su
propia hora local. Esta hora era provista por los distintos
observatorios e incluso por las estaciones de ferrocarril. En algunas
ciudades se utilizaba más de una hora debido a que la estación de
ferrocarril local utilizaba la hora del ramal terminal mientras que el
resto del pueblo utilizaba la hora correspondiente para ese meridiano.
En 1920 la Argentina adhiere a la Convención Internacional del Huso
Horario, y adopta el huso horario 4 al Oeste de Greenwich (GMT-4) que
corresponde a la latitud de 60º. Si bien la diferencia horaria entre los
puntos más alejados en latitud del país es de 84 minutos (por lo que el
país abarcaría más de un huso horario), se prefirió dar prioridad a una
unificación horaria a costa de trastornos en lugares prácticamente
desiertos en aquella época.
En nuestro caso particular, vemos en los diarios locales que en
mayo de 1916 el Gobierno Nacional ordenó transmitir telegráficamente,
dos veces por semana, la Hora Oficial a todas las Oficinas de Correos y
Telégrafos. Esta oficina local debía retransmitirla a la Compañía
Mercantil Chubut, a la Relojería Vicca, a la Estación de Ferrocarril y
al Banco de la Nación Argentina.
El 28 de setiembre de 1929, leemos en El Avisador Comercial, que
“el Director General de Correos y Telégrafos ha firmado una resolución
disponiendo que todas las oficinas telegráficas del país reciban a hora
determinada la transmisión horaria del meridiano de Córdoba”.
En la sesión del 28 de marzo de 1916, el Concejo Municipal de
Trelew aprobó la Ordenanza Nº 51 nombrando la Comisión Pro Festejos del
Centenario de la Jura de la Independencia. En los considerandos decía:
“que el día 9 de julio del corriente año es el aniversario de nuestra
emancipación política, cuyo Centenario es un deber de esta Corporación
el recordarlo con espíritu patriótico, rememorando tan magno
acontecimiento de la Historia Nacional, propendiendo por tales medios a
despertar en la juventud y mantener latente en el pueblo, la fraternidad
y civismo que en todos los tiempos a distinguido a los Argentinos, como
también conceptúa un sagrado deber y necesario rendir en la recordada
fecha, los justos homenajes a los preclaros patricios que nos legaron
una Patria libre, base de la prosperidad, grandeza y cultura que se
encuentra hoy la República Argentina”.
Por esta Ordenanza, fueron designados los siguientes ciudadanos:
Emilio H. Cerrutti, como Presidente, y Dr. Juan Carlos Basaldúa, Dr.
Justo Bergadá Mugica, Dr. Ernesto J. Cano, Dr. Severo Soria, Teniente
Coronel Eduardo E. Conesa, Daniel V. Ochoa, Luis M. Costa, Ramón F.
Soria, Ángel Bottaro, Capitán Pedro Belzunce, Antonio Charmet, José T.
Sánchez, Miguel A. Tamburini, Esteban Miranda, Marcial Pecoraro y Henry
Evan Jones. Al mismo tiempo la Comisión quedó autorizada a invertir
hasta la cantidad de $ 1.000 m/n por cuenta de la Municipalidad,
pudiendo si lo creía necesario, solicitar la cooperación del vecindario.
Desde un comienzo la meta era el reloj público.
Por lo publicado en los periódicos locales, sabemos que
primeramente se pensó instalar el reloj en la plaza y luego se eligió el
terreno propiedad de la Municipalidad, frente a la plaza. En junio de
1916, se dice que el arquitecto Ernesto Yzetta ya había ejecutado el
plano correspondiente para la torre del reloj, con una altura de 29
metros.
Los festejos del 9 de Julio de 1916, comenzaron en la noche del día
viernes 7, con una velada Literario-Musical en el Teatro Verdi, en cuya
apertura el Presidente de la Comisión del Centenario pronunció un
elocuente discurso. El día 8 por la tarde se inauguró una Kermes cuyo
premio principal era un automóvil Ford, para allegar fondos para la
Torre Reloj a instalarse frente a la Plaza. El día 9 se realizó una
procesión cívica hacia la Estatua de la Libertad, encabezada por las
escuelas de la localidad. En horas de la tarde se colocó la piedra
fundamental de la Torre del Reloj. El discurso ofreciendo la obra a la
Municipalidad en nombre de la Comisión del Centenario, fue pronunciado
por el Dr. Justo Bergadá Mujica. Estaba previsto culminar con un
espectáculo de fuegos artificiales, que no pudo desarrollarse pues
arribaron tarde a Trelew.
El Balance de los fondos recolectados indica que el comercio y
vecindario aportó $ 5.663 y el producto del Bazar y rifas llegó a $
4.353,30 haciendo un total de $ 10.016,30 y el total de gastos,
incluyendo la compra del automóvil ascendió a $ 5.281,09 arrojando un
saldo positivo de $ 4.735,21
En el libro de Actas de la Municipalidad de Trelew, con fecha 11 de
enero de 1917, figura el Inventario General de las pertenencias
Municipales. En la parte Muebles y útiles. Materiales y herramientas:
figuran los artículos pertenecientes a la “Comisión Pro Edificación
Torre Centenario”: Fuegos artificiales. Artículos varios Bazar.
La construcción de la Torre Reloj se fue atrasando, pero
periódicamente se recaudaban fondos con ese fin con diversas funciones a
beneficio. También se publicaban quejas de la falta de uniformidad en
los diversos relojes de la población y pedían “la hora de verdad”.
Por su parte el crecimiento de Trelew, se reflejaba en el intenso
movimiento que mostraba el Banco de la Nación Argentina.
Esta sucursal se creó por Resolución del 12 de abril de 1899,
comenzando a funcionar en Rawson el 31 de mayo de ese año y siendo
Lincoln Howard su primer Gerente. La terrible inundación de julio de ese
año destruyó gran parte de Rawson y obligó al Gobierno a trasladarse a
Trelew. El Banco de la Nación Argentina también lo hizo y el 2 de
octubre de 1899 abrió sus puertas en la casa de Lewis Jones, en Italia
esquina pasaje Salta.
Después de cinco años, se alquiló un edificio de piedra en Av.
Fontana y 25 de Mayo. Esta propiedad pertenecía a Edward J. Williams y
en noviembre de 1910 se realizaron trabajos de refacción y ampliación
del edificio, colocando a ambos lados de la puerta de acceso unas placas
de bronce con el nombre del banco. Estas placas lamentablemente fueron
robadas en la madrugada del domingo 27 de setiembre de 2009.
En 1920 se hacía evidente que el desarrollo particular y comercial
de Trelew, requería de un nuevo edificio. Por ello el Banco adquirió la
propiedad por la suma de $ 50.000 y poco después, por resolución del 17
de junio de 1920, las autoridades del Banco de la Nación Argentina
aprobaron la construcción de edificios para varias sucursales
patagónicas, entre ellas Trelew, en base a un proyecto del arquitecto
Juan Ochoa.
Por Acta Nº 6115 del 4 de agosto de 1921 el Directorio del Banco de
la Nación Argentina autorizó “al Señor Gerente de la Sucursal Trelew
para arrendar por un año, con opción al mayor tiempo que el Banco pueda
necesitar para la terminación del edificio propio, y a razón de
doscientos pesos mensuales ($200), la casa de propiedad del Señor
Berretta”. Rápidamente se procedió a realizar la demolición del viejo
edificio e iniciar la construcción del que aún tenemos en la esquina de
Avenida Fontana y 25 de Mayo.
A pesar de una huelga de los obreros que construían el Banco, a
fines de noviembre de 1922 la obra estuvo terminada y el lunes 4 de
diciembre se inauguró el nuevo edificio.
Al iniciarse la obra del Banco de la Nación Argentina, surgió la
iniciativa que el pueblo de Trelew donara el reloj y que éste fuera
colocado en una Torre Reloj sobre el edificio del Banco de la Nación.
Nos cuenta Matthew Henry Jones en su libro “TRELEW, un desafío
patagónico” que este ofrecimiento, en principio fue rechazado por el
Directorio, argumentando que se debían modificar los planos que tenían
para construir varias sucursales en distintas partes del país. Ante esta
negativa las fuerzas vivas de la localidad se reunieron y solicitaron al
H. Concejo Municipal, cuya presidencia ejercía el Sr. José María Poch,
que telegrafiase a dicho Directorio solicitando una reconsideración a lo
resuelto, a la vez que el Sr. J. M. Poch encomendó a su amigo, Sr.
Emilio H. Cerrutti, quien había sido ascendido a inspector general, para
que en forma personal, se interesara del asunto.
El 11 de setiembre de 1922 el Presidente del Concejo, José María
Poch, solicitó licencia por el término de un mes, para trasladarse a
Buenos Aires, quedando como Presidente Interino Ángel M. Bottaro. Una de
las gestiones a realizar era con el Directorio del Banco de la Nación
Argentina para insistir que aceptaran la instalación del reloj público.
A raíz de estas gestiones, para el 6 de octubre de 1922, el
Presidente Municipal comunicó al pueblo que, debido a las exitosas
gestiones del Sr. Emilio H. Cerrutti ante el directorio del Banco de la
Nación, el reloj público ofrecido sería colocado en el edificio que se
estaba construyendo. Los trabajos para levantar la torre se reiniciaron
el 15 de octubre, ocurriendo el 20 del mismo mes, un accidente al obrero
Antonio Mauri. Este accidente casi le costó la vida, pues cayó desde una
altura de 10 metros, fracturándose un brazo y produciéndose contusiones
de importancia en diversas partes del cuerpo que obligaron a
hospitalizarlo por varias semanas. Jamás se repuso de este accidente y
falleció algunos años más tarde.
Al inaugurarse el edificio, se comentó en la prensa local que el
reloj sería puesto en marcha para el día de Año Nuevo.
Suponemos que la Municipalidad de Trelew debió aportar el reloj y
además abonar al Banco de la Nación Argentina el costo adicional de
construir la torre reloj.
En la sesión del Concejo Municipal del 1º de febrero de 1923, se
acuerda “abonar la suma de $ 2.080,66 m/n de c/l, en concepto de saldo
que falta para cubrir el costo del reloj público colocado en la torre
del edificio del Banco de la Nación Argentina, y de cuya conservación y
administración se encargará la citada institución”.
Pero parece que de parte del Banco de la Nación no estaba tan claro
sobre quién recaería la obligación de cuidarlo y de reponer las lámparas
eléctricas que de noche iluminaban su esfera. Debido a ello, no tardaron
en presentarse las primeras discusiones al respecto, entre el Municipio
y el Banco, sin que las diferencias fuesen solucionadas.
Todas las sucursales del Banco de la Nación Argentina llevaban un
Libro de Gerencia donde se anotaban las principales novedades del Banco,
la apertura de nuevos comercios en la población y detalles sobre la
producción local. Al remodelarse el edificio de la Sucursal Trelew en
1999, se debió retirar la papelería acumulada durante tantos años.
Lamentablemente no se conservaron los Libros de Gerencia, con lo cual se
ha perdido parte de la historia del Banco y de Trelew. Se intentó buscar
información en la Casa Central del Banco de la Nación, pero los libros
de Actas del Directorio no registran la ampliación de obra ni la
instalación del reloj.
Al poco tiempo de estar instalado el reloj, comenzaron los
problemas en el pueblo por la falta de sincronización con el reloj de la
estación. Resultaba muy común perder el tren si se ajustaban al reloj de
la torre del banco.
El 23 de noviembre de 1923 el Dr. Simón Kantor escribe en el diario
El Pueblo una jocosa nota titulada Los dos rivales... en la que dice:
“Has de saber, que el reloj montado en una torre de mi pueblo, me
es infiel. Su inconstancia es la prueba de su hermosura. Tu lector, pues
te presumo inteligente, podrás así deducir que la hermosura del reloj de
la torre de mi pueblo, no ha dejado por cierto de serle gravosa al
erario.”
............................
“Me engaña de un modo impío e insospechado, y cuando más me sonríe,
más perfidia guarda en su antro complicado contra mi.
“Diez minutos todos los días, me vale su retraso. Y un hombre que
todos los días retrasa su existencia en tal medida, no puede ser un
hombre exacto.
“Sabrás también lector valiente que en la estación del ferrocarril
de mi pueblo hay igualmente un reloj.
“Este rivaliza con aquel y aquel con este y ambos rivalizan con el
público.
...........................
“Cuando el de la torre marca las 8, el de la estación de manera
descomedida y hasta burlona, anuncia las 8 y 10.
“Como en los asuntos políticos, ambos tienen sus partidarios.
...........................
“No crees tu, lector prudente, que alguno de los dos relojes de mi
cuento, es un reloj de capricho, o que uno no sea más caprichoso que el
otro?
“Aparte de ello, no crees también que tu intervención interesada
pero noble, puede influir de manera pacífica y liviana en la
reconciliación de ambos?
“Dulce lector, te lo juro, y encierra mi juramento una verdad
escueta que la enuncio de manera blanda y sin malicia: yo te juro que si
consigues colocarlos en buena armonía, esa armonía hará que los
habitantes de mi pueblo equilibren su vida a través del tiempo, por lo
menos en la medida de diez minutos.”
En julio de 1924 vemos en el periódico El Pueblo un artículo
titulado “Reloj cansado” donde se quejaban que el reloj había estado
parado durante casi un día, causando muchos trastornos a la población
que se había acostumbrado a su consulta regular. Pocos días después
también se quejaban que no estaba iluminado, dificultando su uso durante
la noche.
La señora Marina Josefa González Merino de Roldán (que cumplió 100
años el 19 de marzo de 2010), recordaba que al poco tiempo de instalado
el reloj, una noche falló el sistema de sonería y estuvo varias horas
tocando las campanas y a partir de ese momento enmudeció. Esa falla
motivó que se retiraran los engranajes de la sonería, que estuvieron por
muchos años cerca del reloj, aunque ahora se ignora su destino.
En setiembre de 1926 aparece una nueva crítica titulada “Reloj que
no cumple” donde decían: “lo malo es que tiene en sus venas dineros
comunales, que les fueron inyectados, con la buena intención de que
Trelew tuviera hora oficial”. Al mes siguiente una nueva crítica “Se
necesita un relojero”, donde planteaban: “Al principio encantaba, tocaba
campanas, tenía luces y lo que era más maravilloso, andaba bien. Luego
quedó mudo, no se iluminó más, ... hasta que un día señaló una hora
falsa. Se necesita un relojero que entienda de relojería”
En marzo, junio y setiembre de 1929 se plantea que el reloj público
no cumple con su función: adelanta, atrasa o muestra horas distintas en
cada cara.
El 23 de noviembre de 1929 El Avisador Comercial publica un corto
artículo titulado El Reloj del Banco:
“Mudo, paralítico, el reloj del Banco de la Nación, constituye todo
un exponente representativo de la gran apatía que va, lenta, pero
segura, apoderándose de nuestros cuerpos.
“Ayer, con campanadas y luces, desempeñaba siempre su papel de
regularizador cronométrico, para la vida de los pobladores de Trelew.
“Cumplía con su deber.
“Enfermo, llevaba una vida irregular, atrasando o adelantando a su
sabor, para terminar en la dulzura de la inactividad.
“Solo falta que la comuna de Trelew le mande gravar un epitafio que
diga: Aquí yace un reloj, muerto por incomprensión!”
En la prensa local se había publicado, al surgir la idea de
instalar un reloj público, que este sería colocado en la plaza, luego se
propuso erigir una torre para el reloj en el terreno de propiedad
municipal, frente a la plaza y se preparó el plano correspondiente. Pero
nunca se publicó que pensaba instalarse sobre el edificio Municipal,
cuyo proyecto fue realizado recién en 1929 y aprobado en la reunión del
21 de marzo de 1930. El reloj del Banco Nación funcionaba desde
diciembre de 1922.
En el Museo Pueblo de Luis se encuentra el plano del proyecto del
edificio Municipal. Vemos en él, que sobre la entrada principal tendría
una torre, con una altura total de 35 metros, que luciría un reloj de 4
cuadrantes ubicado a los 16 metros. Este era un nuevo reloj, pues el
anterior ya estaba instalado en el Banco de la Nación desde hacía varios
años. Los problemas de funcionamiento que fueran resaltados por la
prensa le habían quitado la confianza popular y se pensaba en uno nuevo.
Al no construirse el segundo piso del edificio Municipal, tampoco se
construyó la torre y quedó en el olvido un nuevo reloj público.
En el periódico El Pueblo del 27 de enero de 1933, apareció un
artículo titulado “Un reloj original” que decía:
“Cuando a pedido del pueblo, el Poder Ejecutivo estableció con el
más alto criterio, una sucursal del Banco de la Nación, dicha medida fue
recibida con el aplauso que merecen las obras dignas y meritorias que
hacen honor a los gobiernos.
“Trelew demostró su gratitud contribuyendo de su peculio propio a
la colocación de un Reloj en la torre del edificio cuya arquitectura
bien puede enorgullecernos por su estética.
“Se recolectó una suma suficiente para el caso.
“Pero resulta que dicho Reloj está enfermo.
“Padece de esa falta de ecuación que en nuestro meridiano se llama
“fracaso”.
“Sus campanas son mudas de nacimiento. Y sus agujas marcan de todo
menos la hora exacta que debe primar en una institución reguladora y
grande comercialmente hablando como lo es el Banco de la Nación”.
En el momento de instalarse el reloj en la torre del Banco de la
Nación Argentina, existían en Trelew varias relojerías: Nicolás T.
Pietre, Roberto Vogdt, Carlos Vicca, Eduardo Meani y Fidel de Miguel
Abad. No sabemos cual de ellos llegó a mantenerlo, pero en 1933 se
radicó en la población el oficial relojero Irineo Roldán, que al poco
tiempo tomó a su cargo el mantenimiento del reloj, y lo realizó durante
varios años.
En una publicación del Banco de la Nación Argentina, titulada:
“Acción, presencia y testimonio en la construcción del país. Sucursales
en las Provincias” realizaron una entrevista a Irineo Roldán: “a nuestra
pregunta acerca si funcionaba el carrillón, nos indicó que al principio
sí, pero pronto se descompuso: una falla en el mecanismo hacía frecuente
que se trabara y no detuviera su sonido: "Hace unos cincuenta años —
recuerda— se trabó y quedó tocando la noche entera, despertando al
vecindario. Allá por 1935 —prosigue— le hice una reparación general que
costó $ 7.000". Actualmente, personal del mismo Banco de la Nación
Argentina se encarga de su funcionamiento. En cuanto a los deterioros en
sus cuadrantes, según testimonio del mismo Sr. Roldan, débense a la
costumbre que hace tiempo existía, para fin de año, de efectuar
disparos; obvio es señalar sobre qué blanco...”
El semanario El Pueblo de Trelew publica un artículo el 14 de mayo
de 1943, bajo el título “Campanas Argentinas”. En él comenta que un
lector se acercó al Director para solicitarle que sugiera a la comisión
de Fiestas Patrias y al Gerente del Banco de la Nación Argentina José R.
Olmedo, que “en oportunidad de nuestra efeméride patria sean hechadas a
vuelo las campanas de la torre ubicada en la institución bancaria. La
gran parte de la población ha olvidado el sonido de esas campanas y
muchos jamás las han sentido. Que sea su repiquetear un llamado a los
corazones de los argentinos en estos momentos de incertidumbre mundial”.
No hay constancia que esto haya ocurrido.
El 7 de octubre de 1944 El Avisador Comercial, bajo el título “Un
reloj público que solo sirve de ornamento”, se queja que el reloj no
está funcionando e insiste en su reparación e iluminación antes de la
visita de personalidades oficiales que concurrirán a la inauguración del
Monumento a Roca que se realizará en Rawson (la inauguración estaba
prevista para el 12 de octubre).
El mismo periódico titula el 23 de diciembre: “Reanudó su marcha el
reloj del Banco”, aclarando “Los trabajos de compostura del citado reloj
fueron confiados al experto relojero señor Irineo Roldán, de la casa
Bianchi Bones”.
En 1968/69 Irineo Roldán realiza un mantenimiento importante en el
reloj y luego en 1974 propone al Banco de la Nación, realizar una caja
vidriada para protegerlo de la suciedad y tapar la entrada de palomas
con alambre tejido. El Banco no acepta el presupuesto por considerarlo
muy elevado y contrata a Josué Acosta que solo realiza una limpieza del
reloj e incrementa la pesa para que funcione.
En 1994 realizó una reparación el relojero Arvon Davies. Reemplazó
bujes, reparó la parte de cuadrantes y un mantenimiento general que es
normal en cualquier reloj, pues sufre desgaste por el paso del tiempo.
Arvon ha comentado que antes de comenzar su trabajo tomó
fotografías del estado en que se encontraba el reloj, no tenía el
sistema de sonería y había una soga atada al martillo de las campanas,
según le explicaron, para hacerlas sonar en fechas importantes.
Cuando se comenzó a restaurar el edificio del Banco de la Nación
Argentina, se decidió reparar también el antiguo reloj, y este trabajo
se encargó al maestro relojero Edelmiro Tomich, que había trabajado como
ayudante de Irineo Roldán aproximadamente en 1960 y por un tiempo había
subido a darle cuerda. Durante 8 meses realizó un trabajo de
mantenimiento silencioso junto a su ayudante Osvaldo Morejón, para que
funcionara nuevamente. Además le adosó un sistema de sonería, para que
al reinaugurarse el edificio el 8 de octubre de 1999, también sonaran
las campanas del reloj.
En junio de 2006 se publica en el diario Jornada que el reloj
estuvo un mes fuera de servicio por la rotura de un eje y fue reparado
por Edelmiro Tomich.
El diario El Chubut del 22 de octubre de 2009 nos dice: “Tras más
de cuatro años detenido, comenzaron nuevamente su marcha ayer a las
15:00 las agujas del histórico y emblemático reloj ubicado en la torre
del Banco Nación de Trelew. La reparación es de prueba y fue realizada
por el relojero Arvon Davies, con colaboración de su ayudante Edgardo
Martínez”.
“¿Quién más indicado que Davies para repararlo?, si lo hace por
amor y recuerda que “con ese reloj yo iba a trabajar, a jugar al fútbol,
no tenía reloj cuando era chico”, por lo que prefiere no cobrar
honorarios con tal que funcione”.
“Dice que “la primera vez que lo reparé fue en el 94’, que lo
hicimos todo nuevo. Se reparó toda la parte de cuadrantes y toda la
parte de marcha que estaba mal, mojado, se hizo todo ese trabajo que es
normal en cualquier tipo de reloj, sufre un desgaste”.
“Ahora lo arreglé y funciona a prueba, faltando sólo unos finos
detalles para que sea permanente. “Puede durar cien años más en la forma
en que está, hoy -por ayer- lo pusimos en hora a las 15:00, está
funcionando y necesitamos ir reparando partes que nosotros le habíamos
hecho y las cambiaron”, piezas que se fabrican en la ciudad”.

El reloj y su constructor
La maquinaria del reloj tiene una dimensión aproximada de un metro
por un metro y el movimiento se logra con una pesa de aproximadamente 20
kilogramos, que hace de motor. La cuerda que la sostiene pasa por una
polea en el techo y desciende hasta el piso. El recorrido de la pesa es
corto, pues el reloj está montado sobre el tanque de agua de la
Institución Bancaria y se le debe dar cuerda 2 veces por semana.
No se recordaba la procedencia del reloj, había opiniones que era
importado, de origen inglés o alemán, pero Irineo Roldán había comentado
a sus hijos que el reloj era de fabricación argentina.
Cuando Arvon Davies reparó el reloj en 2009, comentó que en el
péndulo estaba gravado “A. C. – 1911 – AZUL” pero que no ubicaba quien
era el fabricante.
A partir de este dato, consulté sin resultados con un diario de
Azul, con la Biblioteca Ronco de Azul, con historiadores de Azul y con
relojeros de antigüedades de Buenos Aires. Navegué por Internet hasta
encontrar la firma Serviclock que mantiene y repara relojes de torre, y
ante mi consulta respondieron: “Hubo un relojero que fabricó relojes de
torre en Azul, se llamaba Agustín Calderaro y sus descendientes tienen
aún una relojería en Azul”. La búsqueda había terminado, solo faltaba
conocer detalles del relojero.
El nieto de Agustín Calderaro lleva el mismo nombre y respondió
amablemente que el abuelo nació en Italia, en San Constantino de Rivello
(Provincia de Potenza) y vino al país en 1896 solo, con pasaje prestado,
y tiempo más tarde, una vez instalado en Azul, trajo a su familia
compuesta, en ese momento por su esposa y cuatro hijos (3 mujeres y 1
varón). Agustín Calderaro falleció en 1945.
Existe un folleto de propaganda de la relojería, que dice:
Casa Calderaro
Fundada 1896
Fábrica de relojes para torres.
Para Iglesias, Conventos, escuelas, Municipalidades, Bancos
y demás Edificios Públicos

A. Calderaro e Hijos
Relojeros mecánicos
Avenida 25 de Mayo 624/28 U.T. 593 Azul (Buenos Aires) Rep. Argentina

Relojes de precisión y de lujo, con y sin sonerías.


Relojes de muestra para relojeros.
Campanas, timbres y cuerdas metálicas para relojes de torre.
Relojes funcionando por la electricidad.
Relojes con sonería y repique de campanas.
Relojes de horas y medias u horas y cuartos, con y sin repetición.
Reguladores de precisión con y sin transmisión eléctrica.
* * * * * * *
Se sabe que este emprendedor inmigrante había traído con él moldes
de relojes hechos en madera. Su diseño era italiano. Al comienzo la
relojería se llamó “Casa Calderaro” y luego, cuando los hijos pudieron
ayudarlo en sus tareas, se aclaraba de “A. Calderaro e hijos”. Los hijos
varones fueron José y Agustín.
La instalación de las máquinas vendidas era realizada por José que
viajaba con su cuñado Domingo Yanuale. Posiblemente ellos estuvieron en
Trelew en diciembre de 1922 realizando el montaje.
Existe una fotografía tomada desde la esquina de Av. Fontana e
Italia en la cual se ve el viejo Bar Sportman y el Banco de la Nación.
Al observar el reloj se nota la falta de las agujas y una persona
trabajando. Era el montador.
José Calderaro se desvinculó de la firma para radicarse en Buenos
Aires, y continuó su vida laboral en la firma CRONOS, empresa dedicada a
la fabricación de relojes de control de personal.
El comercio de Azul lo continuó Agustín, casado con Rosa Cordero
pero dedicado solamente a la venta y reparación de relojes de uso
personal, no del tipo para torres.
Actualmente la relojería Calderaro continúa dirigida por Rosa
Cordero y sus hijos Alicia Mabel y Agustín Calderaro (nieto) y
parcialmente se están incorporando los tres hijos de éste último:
Agustín, Ramiro y Marina.
No se tienen datos de la cantidad de relojes fabricados por
Calderaro, ni donde se encuentran. Con seguridad se sabe que en Azul hay
3 de ellos (en la Catedral, en el edificio de PAMI y en la relojería
Calderaro, este último con cuadrante de 24 horas) de los cuales funciona
solamente el de la Catedral, aunque lo han modificado parcialmente. Se
debe agregar el de la Iglesia del Rosario de Chivilcoy, otro en Suipacha
y el de Trelew.

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Referencias
EL AVISADOR COMERCIAL. Colección Periódico de Biblioteca Agustín
Álvarez.
EL PUEBLO. Colección Periódico de Biblioteca Agustín Álvarez.
JORNADA, 11/07/1981. Un reloj cansado.
JORNADA, 01/06/1999. Cumplió ayer cien años la sucursal del Banco
Nación.
EL CHUBUT, 11/09/1999. Funciona el reloj del Banco Nación.
EL CHUBUT, 08/10/1999. Los responsables de arreglar el reloj. Edelmiro
Tomich, relojero y Osvaldo Morejón, artesano.
EL CHUBUT, 31/12/1999. Edelmiro Tomich, relojero. Personajes de Trelew a
las puertas de un nuevo siglo.
JORNADA, 06/08/2000. El reloj de Trelew tiene quien le de cuerda.
EL CHUBUT, 09/09/2002. Reconocimiento a Edelmiro Tomich. Gracias a el,
el reloj del Banco Nación esta funcionando desde hace tres años.
JORNADA, 16/06/2006. Volvió a funcionar el reloj del Banco Nación.
EL CHUBUT, 22/10/2009. Marchan nuevamente las agujas del histórico reloj
del Banco Nación.
EL CHUBUT, 25/10/2009. El hombre del reloj del Banco Nación.
TELA DE RAYON, 28/09/2010. La hora en Trelew.
Matthew Henry Jones. TRELEW, un desafío Patagónico, Tomo III pag. 89 y
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Comunicación con Agustín Calderaro
Afiche de la Casa Calderaro
BANCO DE LA NACIÓN ARGENTINA. Acción, presencia y testimonio en la
construcción del país. Sucursales en las Provincias. Capítulo
Sucursal Trelew. Buenos Aires. 1983
BANCO DE LA NACIÓN ARGENTINA. Libro de Actas del Directorio, Casa
Central.

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