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ÍNDICE

MANUEL LORENZO DE VIDAURRE......................................................................................................4


ANDRES DE SANTA CRUZ.................................................................................................................10
ANDRES DE SANTA CRUZ: PRESIDENCIA DE BOLIVIA..................................................................10
OBRAS ADMINISTRATIVAS..........................................................................................................11
LEY Nº 08: DEL 08-10-1940 – RESTOS DEL MARISCAL ANDRÉS DE SANTA CRUZ........................11
CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA............................................................................................12
EL ANDAR DE LA CONFEDERACION.............................................................................................12
EL FIN DE LA CONFEDERACION....................................................................................................12
MANUEL LORENZO DE VIDAURRE

Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada fue


el primer presidente de la Corte Suprema de
Justicia, alto cargo que ejerció en tres
oportunidades. No obstante, su dialéctica y
sicópata personalidad –por contradictoria y
arrebatada conducta–, ha sido considerado
por algunos de sus biógrafos como el Padre
del Derecho Peruano. Como historiadores
profesionales del derecho, nos vemos en la
obligación intelectual de revisar y anotar
apuntes objetivos, imparciales, jurídicos y
políticos de este brillante e ingenioso
personaje, cuya creatividad colindaba con la
locura. Sin duda, se le pudo llamar
afectivamente con el apelativo de “el loco Vidaurre”.

Manuel Lorenzo nació en Lima el 20 de mayo de 1773. Sus padres


fueron el coronel Antonio Basilio de Vidaurre de la Parra y doña Manuela
Catalina de Encalada y Mirones. Como hijo de un alto oficial del rey tuvo
una especial y esmerada educación. Se formó en el exclusivo colegio
mayor de San Carlos y luego en el convictorio carolino, regentado,
entonces, por el abogado eclesiástico Toribio Rodríguez de Mendoza,
donde se tituló de abogado en 1796, a los 23 años. El Convictorio se
había fusionado con los colegios mayores de San Felipe y San Martín, los
que formaban parte de la UMSM, y, en este contexto, el ilustre prócer
chachapoyano modernizó la enseñanza del derecho, frente al
conservadurismo que aún reinaba en la propia universidad. Gracias al
desprendimiento del rector, los egresados más destacados pasaban a
dictar cátedra. De Vidaurre fue uno de ellos y, en tal condición, maestro
de José Faustino Sánchez–Carrión Rodríguez, quien, años después, le
abriría las puertas con el Libertador Simón Bolívar y Palacios.

Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada pasó a estudiar


jurisprudencia en la UMSM, donde obtuvo el doctorado en leyes y
cánones, a los 29 años, en 1802. En pleno ejercicio de la profesión, fue
uno de los pocos limeños incorporados en el Colegio de Abogados de
Lima (CAL), fundado en julio de 1804. Este ente corporativo inició su
actividad en 1808 con su primer decano José Antonio de Oquendo y con
Vicente Morales y Duárez como primer diputado. Dicho sea de paso, por
estos años comienzan las excentricidades de librepensador de nuestro
personaje, por lo que fue acusado ante el Tribunal de la Santa
Inquisición. Para disipar dudas sobre su fe, ostentó en extremo su
piedad, llegando, de igual manera, a comportamientos aún más
excéntricos.

A pesar de esta situación, en honor a la verdad histórica y jurídica,


debemos reconocer que De Vidaurre, sin abandonar su profunda
fidelidad al rey, cuestionó la administración de justicia por parte de la
Audiencia de Lima y planteó algunos correctivos, en favor de los
litigantes. Sin duda, ello no fue del agrado del virrey José Fernando de
Abascal (marqués de la Concordia), quien, para evitar que este reclamo
tomara cuerpo en la sociedad virreinal, le invitó a viajar a España, en
1810, para que sea nombrado como abogado en algún cargo del reino. Y
así fue. El 29 de diciembre del mismo año, recibió su despacho como
oidor de la Real Audiencia de Cusco.

En Cádiz, mientras esperaba el nombramiento, De Vidaurre


aprovechó para concluir su tratado sobre la forma de política y gobierno
virreinal, al cual intituló Plan del Perú (1810). Obra inspirada en las ideas
del ilustre jurista español Juan de Solórzano y Pereira, gran compilador
de la legislación indiana, oidor en Lima y autor de la Política Indiana
(Madrid, 1648).

Manuel Lorenzo asume con pasión fidelista su trabajo de oidor


hasta 1822. Primero, en Cusco de 1811 a 1815. Luego, como
consecuencia de algunas desavenencias con el virrey, viaja de nuevo a
España y se le transfiere a la Real Audiencia de Puerto Príncipe hasta
1820, y, por último, le cambiaron a la Audiencia de Galicia, cargo que no
ocupó por trasladarse a Estados Unidos de América en 1822. Se instala
en Filadelfia, donde decide publicar su Plan del Perú (1823). Sin temor a
equivocarnos, es casi seguro que De Vidaurre reescribió su obra, habida
cuenta que abandonó su fidelismo ya que el contenido de su Plan..., es
radicalmente revolucionario, anticlerical y promotor de las nuevas ideas
científicas y libertarias que resonaban en los salones europeos no
españoles. Con justa razón, uno de sus más brillantes biógrafos, el
egregio historiador Jorge Guillermo Leguía, apuntó: “Su cerebro era
francés; su corazón, genuinamente español”.

Fue así como Manuel Lorenzo pasó de fidelista a independentista o,


mejor aún, en las palabras del mismo Leguía: “Vidaurre (es el) nuevo
Coloso de Rodas, asienta un pie en la Colonia otro en la República”. En
efecto, fue obsecuente con los virreyes y la autoridad real, de ahí que
rechazó al movimiento separatista del brigadier Mateo García
Pumacahua (1814), siendo oidor de la Real Audiencia del Cusco, aunque
no le combatió, lo que originó el disgusto del virrey. Empero, desde
1822, revivió en él “su cerebro francés y su gestión enciclopedista”,
recordando a su maestro Rodríguez de Mendoza.

Lo más importante fue el provecho que De Vidaurre sacó de su Plan


del Perú. Se la dedicó al Libertador Bolívar, quien, ese mismo año,
llegaba al Perú (1 de setiembre) y solicitaba poderes absolutos para
consumar la libertad de América. Para contactarse con el ilustre
caraqueño, utilizó a su antiguo discípulo carolino y egregio jurista
Sánchez-Carrión Rodríguez, quien, en su calidad de constituyente de
1822, había viajado a Quito, para solicitar a Bolívar que viniera al país y,
por tanto, gozaba de la confianza y amistad de éste. Algo más, en la
dedicatoria, Manuel Lorenzo, apunta, quizá de manera premonitoria,
sobre su propia contradicción: “Los viajes y los años hacen variar o
modificar las opiniones”. En efecto, dieciséis años después, escribió su
obra Vidaurre contra Vidaurre (1839), que, en verdad, es la más clara
expresión de su profunda dialéctica y permanente conducta
saltimbanqui. Es así como estuvo con el rey y contra el rey, con Bolívar y
contra Bolívar, a quien todo se lo debía, con Gamarra y contra Gamarra.
Su conducta contra Bolívar la quiso justificar al escribir: “Libertador le
adoro, tirano le aborrezco”.

Su relación con Bolívar le dio la oportunidad para destacarse como un


hombre de leyes, y también, al término de la misma, corroborar su
permanente diletantismo. La historia comenzó cuando el Libertador creó
la primera Corte Superior en el país, la de Trujillo, el 11 de abril de 1824.
Por recomendación de Sánchez–Carrión invitó a De Vidaurre a instalarla.
Sentimiento que se acrecentó un año después, cuando Bolívar le nombró
como primer presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República,
que fue creada mediante el Decreto Nº 79, de noviembre de 1825. Con
este nombramiento, el Libertador rindió un sentido homenaje y recuerdo
a su ex ministro José Faustino, quien había fallecido cinco meses antes.
De paso sea dicho, que el primer fiscal supremo fue el abogado José
María Galdeano, quien, años después, en 1838, sería el segundo
abogado que ejerció el mando supremo de la nación. Asimismo, la Corte
Suprema aprobó la orden de Bolívar de fusilar al conde y ex ministro
Juan Félix Berindoaga y Palomares y al anciano José Terón por traición a
la patria, el 27 de febrero de 1826, tal como lo apunta el jurista Juan
Vicente Ugarte del Pino. Fue el inicio del sometimiento del Poder Judicial
al Poder Ejecutivo.
Manuel Lorenzo, por encargo de Bolívar, representó al Perú ante el
Congreso Anfictiónico de Panamá, certamen que había sido convocado
desde Lima, el 7 de diciembre de 1824, con las firmas de Bolívar y
Sánchez–Carrión. Le acompañó el abogado Manuel Pérez de Tudela.
Sendos juristas tuvieron destacada actuación en la creación de la
Confederación de los Andes, sueño integracionista bolivariano, que se
concretó con la firma del Tratado de Unión, Liga y Confederación, el 15
de julio de 1826.

En este contexto, hay que resaltar las diferencias que tuvo De Vidaurre
con el Libertador en la concepción del derecho internacional público, las
que fueron abiertas y llegaron al extremo de la indiscreción. Sobre el
particular, Leguía apunta: “Su indiscreción daba malos ratos a Bolívar,
quien en una carta le escribió: No sea usted tan amigo de publicar sus
ideas con franqueza excesiva, por no decir imprudente. Un diplomático
debe ser todo reserva, misterios y doblez. Por el contrario, es usted un
hombre de cristal diáfano como el aire; no quiero decir que es usted tan
ligero, aunque me parece usted tan céfiro. No digo más por no pelear
con usted; pero el amigo Tudela lleva muchas recomendaciones, para
que las diga a usted verbo a verbo, cara a cara, cuando y como se
presente la ocasión”.

Al regresar al país, De Vidaurre se encontró con dos hechos


consumados. Uno, con la Constitución Vitalicia o Bolivariana que había
sido promulgada en mayo del mismo año, para ser ratificada con
posterioridad. Esta Charta sirvió para que los enemigos políticos de
Bolívar le calificaran de tirano. El principal instigador fue el clérigo y
abogado Francisco Xavier de Luna Pizarro, quien se encontraba
desterrado y dirigía a la primera generación de liberales, conformada,
entre otros, por el abogado Francisco Javier Mariátegui. Dos, con su
nombramiento como director del Convictorio de San Carlos, institución a
la que le cambió de nombre por el de Bolívar, en homenaje al Libertador.
En su política educativa dispuso la creación de la primera cátedra de
derecho público y constitucional, que recayó en el abogado Antonio
Amézaga. Aparentemente, la relación entre el Libertador y Manuel
Lorenzo continuaba igual.

Tanto así que Bolívar, conocedor del espíritu anticlerical, moderno,


científico y revolucionario de De Vidaurre, le comisionó la preparación de
los códigos. Presidió, entonces, un grupo de trabajo de 12 juristas. No
obstante el esfuerzo de Manuel Lorenzo, la comisión no concluyó su
trabajo, por lo que éste preparó algunos apuntes y proyectos por su
cuenta, los que, años después, los amplió, corrigió y publicó. Empero, las
cosas cambiarían después que el Libertador dejó el Perú el 3 de
setiembre de 1826, viajando a Colombia, para nunca más regresar. De
Vidaurre se unió a los adversarios de Bolívar, poniendo de manifiesto,
una vez más, su personalidad contradictoria y dialéctica. En
consecuencia, de áulico bolivariano pasó a ser rabioso anti bolivarista.

Los liberales motivaron al pueblo para expulsar a las tropas


grancolombianas que el Libertador había dejado en el país. Con el
triunfo popular (27 de enero de 1827) se instaló la Junta de Gobierno
que presidió el general Andrés de Santa Cruz. Manuel Lorenzo
desempeñó el ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, del 30 de
enero al 16 de mayo de 1827. Luego, fue elegido diputado por Lima y
presidente del Congreso Constituyente, del 4 de julio al 4 de agosto del
mismo año. Poco tiempo después, se le implicó en una conspiración, por
lo que fue desaforado y deportado, en mayo de 1828. Aprovechó,
entonces, para viajar a Estados Unidos de América y Europa.

En el destierro tuvo la paz y tranquilidad suficientes para revisar,


corregir y ampliar su obra codificadora que le encargó Bolívar y que no
pudo terminar. Escribió un Código Penal, un Código Eclesiástico y un
Código Civil para la República. El primero fue editado en Boston en 1828
y estuvo dedicado al Congreso Constituyente del Perú y al ministro de
Relaciones Exteriores de Chile. Fue el primer corpus iuris punitivo escrito
por un sudamericano, aunque no se llegó a oficializar por las
extravagancias que contenía respecto a las penas, como por ejemplo,
que el asesino sería condenado a llevar colgada del pecho la calavera de
su víctima. El segundo, aparece en 1830, ad portas de retornar al Perú. Y
el tercero sólo fue esquematizado y vería la luz, una vez terminado, en
1834 y 1836. Fue publicado en tres volúmenes: I) Personas; II) Dominios
y Contratos: y III) Últimas voluntades. En estos tres libros, De Vidaurre
introduce concepciones jurídicas revolucionarias, como el matrimonio
civil, que tiraban al traste con la legislación española (Derecho Indiano)
que todavía se aplicaba en el Perú. Él sostenía que “el Estado debía
darse los códigos propios de su organización política”.
Lamentablemente, en 1836, Santa Cruz, presidente de la Confederación
Perú–Boliviana, no tomó en cuenta este Código y, por el contrario,
impuso los códigos bolivianos en el país.

De Vidaurre regresó de su destierro en 1830 y fue incorporado a la Corte


Suprema en calidad de Vocal por la administración del general Agustín
Gamarra (1829–1833), a quien aplaudió, no obstante su autoritarismo e
ilicitudes. Es más, en 1831 y 1832 fue su ministro de Gobierno y
Relaciones Exteriores. En suma, fue un “gamarrano” más, al extremo de
llegar a aplicar una política que se caracterizó por sus expresiones de:
“Libertad bajo ciertas condiciones” o “Callen las leyes para salvar las
leyes”, es decir, socio de la dictadura y del militarismo. Después, sin
empacho alguno, rechazó a Gamarra y se adhirió al nuevo gobierno del
mariscal Luis José de Orbegoso (1834–1835), con lo que volvería a ser
presidente de la Corte Suprema en 1834. Desde ahí activó su labor
codificadora civil con el apoyo de los doctores –vocales supremos
Nicolás de Araníbar, Justo Figuerola y Manuel Pérez Tudela, encargados
de revisar el proyecto vidaurrino.

Casi al final de su vida, y haciendo gala de su diaéctica personalidad,


encontramos a Manuel Lorenzo apoyando al general Andrés de Santa
Cruz, quien impulsaba la Confederación Perú–Boliviana y, en este
contexto, le encargó trabajos especiales para el Congreso Constituyente
que había convocado, el mismo que se llevó a cabo en Tacna, en 1837.
El producto ue la Constitución de 1837, llamada también Pacto de Tacna
(1 de mayo). Sin duda, como pago por este servicio, De Vidaurre fue
nombrado de nuevo Vocal de la Corte Suprema, y luego presidente de
ella. De esta manera, reiteraba su apego al militarismo, autoitarismo y a
la dictadura. Sin duda, Orbegoso y Sana Cruz eran mejores que
Gamarra, pero el boliviano sufría de la enfermedad de querer ser otro
Bolívar. En consecuencia, Manuel Lorenzo también se echó en los brazos
de Santa Cruz, al igual como lo hizo con el Libertador. Sendos caudillos
eran militaristas y amigos de la dictadura o el poder omnímodo. El cargo
lo perdió al fracasar el proyecto santacrucino en 1839, amén de ser
perseguido por Gamarra, quien con el apoyo del ejército chileno
destruyó la confederación al vencer a Santa Cruz, y no perdonó la
traición de De Vidaurre.

Fue entonces cuando Manuel Lorenzo abandonó la política y se dedicó al


ejercicio profesional de la defensa. Demostrando una vez más su
carácter apasionado y contradictorio, publicó su opúsculo Vidaurre
contra Vidaurre (1839), obra paradójica en que presenta al De Vidaurre
“audaz y liberal”, que es sucedido por el De Vidaurre “arrepentido y
conservador”. De esta manera, el “espíritu de transición entre la Colonia
y la República” –como el historiador Leguía llama a Manuel Lorenzo–
tuvo la inmensa suerte de vivir plenamente ambos tiempos, como
subraya el historiador José Agustín de la Puente Candamo.
Los abogados limeños quisieron reivindicarle y le eligieron decano de la
Orden, en 1840. Como tal, volvió a levantar los pendones de la libertad,
la justicia y el derecho. Criticó la nueva Constitución de 1839, llamada
también de Huancayo, promulgada por el segundo régimen gamarrano
(10 de noviembre). Dicho sea de paso, una de las peores cartas magnas
que ha tenido el país: autoritaria, centralista y militarista. Política que
antes había defendido Manuel Lorenzo.

Manuel Lorenzo contrajo nupcias con Francisca Rivera. Tuvieron siete


hijos. Su notoriedad de homre talentoso no fue menor que su fama de
gran amante. Se caracterizó por ser “un hombre disipado desde el punto
de vista sexual. Sus amantes se cuentan por docenas. En el amor, se ha
dicho, fue tan voluble como en la política”. De Vidaurre no jugó de niño;
sus libros fueron sus juguetes. Fue un erudito epicúreo y, a decir de
Leguía, la sapiencia y los goces sensuales de la alcoba y de la mesa lo
seducían. Sobre él, el abogado Guillermo Ramírez y Berríos ha publicado
una interesante biografía y nosotros escribimos un artículo en la revista
Justicia, Política y Ley, Nº 16, 1992, pp. 40-42. Manuel Lorenzo de
Vidaurre y Encalada falleció el 9 de marzo de 1841, a los 68 años de
edad. El salón principal del Palacio de Justicia lleva su nombre como
homenaje a su trayectoria como magistrado, aunque cuestionado.

ANDRES DE SANTA CRUZ

“Para la historiografía boliviana y parte de


la peruana Santa Cruz es un personaje
sobresaliente, considerado un gran líder,
vencedor de la independencia, hábil
político y administrador. Para los
bolivianos en particular es el caudillo que
llevó a su nación a una época de máximo
apogeo, que nunca más ha vuelto a tener.”

Andrés de Santa Cruz nació el 5 de diciembre de 1792 en la ciudad de


La Paz (Bolivia). Noble criollo miembro de la Orden de Santiago, natural
de Huamanga, hoy Ayacucho (Perú), y por Juana Basilia Calahumana
heredera de una rica familia mestiza que decía descender de los incas y
que ostentaba el cacicazgo del pueblo de Huarina (Bolivia), cerca del
lago Titicaca En 1824 estuvo en la batalla de Junín como Jefe de estado
mayor. Fue ascendido a general de división; alcanzó el grado de Gran
Mariscal del Perú, honor no alcanzado por ningún otro boliviano. Se
incorporó al ejército español en el mismo regimiento que comandaba su
padre, que le concedió el grado de alférez. Luego, pasó a revistar bajo
las órdenes del brigadier José Manuel de Goyeneche con el rango de
ayudante de campo.  Como miembro de las tropas españolas combatió
a los ejércitos patriotas en las batallas de Potosí, Sipe Sipe, Viloma y
Cinti, y en 1816 se le concedió el grado de teniente coronel. En el
combate de La Tablada, en Tarija, cayó prisionero de los ejércitos
independentistas y fue trasladado a Buenos Aires, desde donde huyó a
Lima para reincorporarse al ejército español, y nuevamente fue hecho
prisionero por el ejército argentino en la batalla de Cerro de Pasco.

ANDRES DE SANTA CRUZ: PRESIDENCIA DE BOLIVIA


 Fue elegido presidente provisional de Bolivia en 1829 a la que
gobernó por casi z años (fue elegido Presidente Constitucional en
1831 y reelegido en 1835.
 Fue presidente de Bolivia en el periodo: 24 de mayo de 1829 – 17
de febrero de 1839
 Otorgó al país unas leyes propias, manteniendo el Código Penal
español de 1821.
 Fue elegido presidente provisional de Bolivia en 1829 a la que
gobernó por casi z años (fue elegido Presidente Constitucional en
1831 y reelegido en 1835.

OBRAS ADMINISTRATIVAS
 Fundador de la Universidad Mayor de San Andrés.
 Creó el colegio de medicina de La Paz, el colegio nacional de
ciencias y el Colegio Militar de Bolivia.
 Creó el colegio de medicina de La Paz, el colegio nacional de
ciencias y el Colegio Militar de Bolivia.
 Fomentó los cultivos de trigo y caña de azúcar, así como la
exportación de lana de oveja y algodón.
 Adaptó el Código Civil de Napoleón y el proyecto del Código Penal
del diputado español Calatrava, y la formación del Código de
Enjuiciamientos y de los códigos Mercantil y Minero, por
comisiones especiales a cuyas sesiones a veces concurrió.
LEY Nº 08: DEL 08-10-1940 – RESTOS DEL MARISCAL
ANDRÉS DE SANTA CRUZ
 Artículo 1°. — El Poder Ejecutivo mandará repatriar los restos
del Mariscal Andrés de Santa Cruz, presidente de Bolivia y
Protector de la Confederación Perú – Boliviana.
 Artículo 2°. — Destinase la suma de cien mil bolivianos para las
erogaciones que demandará el cumplimiento del artículo
precedente y doscientos mil bolivianos para la publicación de los
documentos inéditos del Archivo Andrés de Santa Cruz.
 Artículo 3°. — El Ministerio de Educación convocará a un
certamen, instituyendo un premio de veinte mil bolivianos para la
mejor obra biográfica del Mariscal de Zepita.
 Artículo 4°. — Las erogaciones se imputarán al ítem 57
“Servicio de Obligaciones del Estado” del Presupuesto Nacional
vigente.
 Artículo 5°. — Para perpetuar su memoria, se erigirá un
monumento, en la ciudad de La Paz, en la Plaza a construirse en
la avenida que lleva su nombre que se denominará “Plaza de la
Confederación”.
 Artículo 6°. — Se vota la suma de quinientos mil bolivianos en
el Presupuesto de la gestión de 1914 y otra suma igual en el
correspondiente a 1942 para la realización de esta obra.

CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA

 En 1836, tras derrotar a sus opositores batalla de Socabaya,


propició la creación de la Confederación Perú-Boliviana, la misma
que constaba de tres estados:
 Estado Nor Peruano con capital en Lima, Estado Sur Peruano, con
capital en Tacna y el Estado Boliviano. Santa Cruz.
 Se nombró Supremo Protector de la Confederación y mantuvo la
presidencia del Estado Boliviano.

EL ANDAR DE LA CONFEDERACION
Santa Cruz asumió el cargo de protector de la Confederación Perú-
Boliviana en 1836. Luego de haber sido presidente de la República del
Perú (1827) y mientras era presidente de la República de Bolivia (1829-
1839) Las reformas y los logros alcanzados en Bolivia por Santa Cruz lo
llevaron a poner en marcha su antiguo proyecto en 1835.

 La confederación tuvo una existencia de tres años.

 Aunque su comienzo institucional surgió con la declaración de su


constitución en 1837, su vigencia dató desde 1836 de facto.

 Con el término de la Guerra entre Salaverry y Santa Cruz hasta


1839 con la disolución hecha por Agustín Gamarra debido a la
guerra declarada por el gobierno de Chile, la Confederación
Argentina y los peruanos contrarios al proyecto de Santa Cruz.

 El Ejército Unido Restaurador, formado por tropas chilenas y


peruanas bajo los mandos del general Manuel Bulnes y del
mariscal Agustín Gamarra.

 Derrotan a las tropas de la Confederación en la Batalla de Yungay


el 20 de enero de 1839.

EL FIN DE LA CONFEDERACION
Al estar en contra de la confederación, Agustín Gamarra participó de la
campaña restauradora. Contando con el decidido y valioso apoyo de
Chile los restauradores peruanos obtuvieron la victoria la Batalla de
Yungay, que derivó en el derrocamiento de Santa Cruz como protector
del estado binacional. Santa Cruz huyó apresuradamente hacia Lima,
adonde llegó tras cuatro días de cabalgata. Con lágrimas en los ojos
informó a unos pocos amigos la derrota que había sufrido.

 Pero no se dio por vencido y marchó hacia Arequipa con el


propósito de subir a Bolivia y comenzar una guerra de
reconquista.

 Pero al llegar a Arequipa se enteró que los generales bolivianos


Ballivián y Velasco se habían sublevado contra él. Viendo pues,
todo perdido, renunció a todo su poder el 20 de febrero de 1839 y
se dirigió al puerto de Islay acompañado por algunos oficiales
leales.

 Finalmente, tras pasar algún tiempo en Guayaquil y Quito


intentando volver al Perú fue luego apresado y mantenido
prisionero en Chile, generando las protestas de los gobiernos de
Ecuador, Francia e Inglaterra por lo que fue desterrado a Europa.

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