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La Necesidad, el deseo y la demanda.

J Dor

Primeras experiencias de satisfacción. Hambre – llanto.

1. El hambre, necesidad, que genera una tensión es llamada Necesidad Pura. El objeto que se le propone para
la satisfacción le es propuesto sin que él lo busque y sin que tenga una representación psíquica de él. Esto
genera un placer inmediato y esto reduce la tensión. Esto deja una huella mnémica de esa experiencia, es la
representación del proceso pulsional.

2. Cuando reaparece el estado de tensión, la imagen percepción del objeto y la huella mnémica son
catectizadas. Después de la primera experiencia de satisfacción, hablamos de Necesidad Ligada a una
representación mnémica de satisfacción. Aquí hay una confusión entre el objeto representado de la
satisfacción primera y el objeto real capaz de brindar una satisfacción presente.

En un primer momento el niño tiende a satisfacerse por medio de la satisfacción alucinatoria, después cuando
se dan repetidas experiencias, el niño puede distinguir una de otra.

Correlativamente el niño va a utilizar la imagen mnémica para orientar su búsqueda en la realidad para
satisfacer la pulsión.

El deseo nace de una nueva carga psíquica de una huella mnémica de satisfacción que está ligada a la
identificación de una excitación pulsional.

La imagen mnémica puede ser catectizada nuevamente por la moción pulsional gracias a la primera asociación
que se produjo en el psíquico. Este fenómeno es un proceso dinámico ya que puede anticipar la satisfacción a
través de la alucinación. La esencia del deseo puede buscarse en ese dinamismo que encuentra su modelo en
la primera experiencia de satisfacción. También permite orientar dinámicamente al sujeto en su búsqueda de
un objeto capaz de bridar esa satisfacción. Así no existe una verdadera satisfacción del deseo en la realidad.

La única realidad en la dimensión del deseo es la realidad psíquica. Es la pulsión la que encuentra o no un
objeto de satisfacción en la realidad y puede hacerlo precisamente en función del deseo, ya que moviliza al
sujeto hacia el objeto pulsional, pero como tal el deseo no tiene objeto en la realidad.

Diferencia entre pulsión y necesidad. La necesidad es una función biológica ordenada y la pulsión está
sometida a la constancia del empuje.

El objeto de una pulsión que sería susceptible de cumplir con esta función, no puede ser el objeto de la
necesidad. El único objeto capaz de responder a esta propiedad no es otro que el objeto del deseo, llamado
por Lacan Objeto A, objeto del deseo y objeto causa del deseo a la vez, objeto perdido. Por lo tanto el objeto A
en tanto que eternamente faltante inscribe la presencia de un hueco que cualquier objeto podrá ocupar. Así
según Lacan objeto de esta índole puede encontrar su lugar en el principio de satisfacción de una pulsión
siempre y cuando aceptemos que la pulsión puede dar la vuelta a la manera de un circuito. El fin de la pulsión
no es otra que el circuito de retorno de la pulsión hacia su fuente. Lo que permite comprender como puede
satisfacerse una pulsión sin llegar a su fin.

El deseo solo puede nacer en una relación con el otro. El espacio de esa experiencia le brinda al deseo no solo
la condición de posibilidad de génesis sino también la de su inevitable repetición. La dimensión del deseo
contribuirá a garantizarle al niño cautivo de un organismo dependiente del orden de la necesidad la
promoción del estadio de objeto al de sujeto. El deseo solo se inscribe en el registro de una relación simbólica
con el otro y a través del deseo del otro. El otro es quien atribuye un sentido a las manifestaciones corporales
que toman el valor de signos. En estas manifestaciones no hay intencionalidad por parte del niño. Si esas
manifestaciones toman un sentido para el otro es porque se ha ubicado al niño desde un comienzo en un
universo de comunicación en donde la intervención el otro constituye una respuesta a algo que previamente
se ha considerado como una demanda.

El proceso de la primera experiencia de satisfacción continúa cuando la madre responde con el objeto de la
necesidad. El niño reacciona a la asimilación del objeto con una distensión orgánica relacionada con la
satisfacción de la necesidad. La distensión orgánica tiene para la madre el valor de un mensaje como si el niño
le dirigiera un testimonio de reconocimiento que se basa en el deseo que la madre confirió al niño y si éste
queda inscripto en el universo del deseo del otro en la medida en que está prisionero de los significantes del
otro. A esta distensión orgánica se agregan los gestos y palabras con los que responde la madre haciendo
gozar verdaderamente al niño. Recién en este momento de la experiencia de satisfacción el niño es capaz de
desear por medio de una demanda dirigida al otro.

Con esta demanda se inicia la comunicación simbólica con el otro que posteriormente culminara a través de la
metáfora del nombre del padre en el dominio del lenguaje articulado. Con esta demanda el niño da prueba de
su ingreso al universo del deseo, el cual según Lacan siempre se inscribe entre la demanda y la necesidad.

La demanda como expresión del deseo es doble más allá de la demanda de satisfacción de la necesidad se
perfila la demanda de algo extra, que es ante todo demanda de amor, en la que el niño quiere ser el único
objeto de deseo del otro que satisface sus necesidades. Ese deseo del deseo del otro se encarna en el deseo
de un reencuentro con la satisfacción originaria en donde el niño recibió satisfacción bajo la forma de goce sin
haberlo pedido ni esperado. El carácter de este goce proviene de su inmediatez con respecto a la primera
experiencia de satisfacción en donde precisamente no está mediatizado por una demanda. A partir de la
segunda experiencia de satisfacción la mediación de la demanda confronta al niño con el orden de la perdida.

En este segundo momento el niño está sometido al sentido y se ve obligado a formular una demanda para
hacer escuchar su deseo, a intentar significar lo que desea. Pero la mediación de la nominación introduce una
inadecuación entre lo que se desea fundamentalmente y lo que la demanda deja escuchar, generando la
imposibilidad del reencuentro del primer goce con otro.

A través de la demanda del deseo se estructura como deseo de un objeto imposible mas allá del objeto de la
necesidad. Además de circunscribir un lugar apto para ser ocupado por cualquier objeto tales objetos nunca
serán más que objetos sustitutivos del objeto faltante. El deseo que se separa de la necesidad inscribe al niño
en una relación indefectible con el deseo del otro. El niño presiente que el deseo del otro sufre de la misma
falta que el suyo y gracias a eso puede constituirse como un objeto potencial del deseo del otro.

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