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9.

Acción colectiva, movimientos


sociales y sociedad civil
La agenda emergente de las ciencias sociales.
Conocimiento, crítica e intervención.
Memorias del 5 Congreso Nacional de Ciencias Sociales.

©Consejo Mexicano de las Ciencias Sociales


Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades
de la Universidad de Guadalajara

Primera edición, marzo 2016


ISBN: 978-0692664933

Coordinadores
Óscar F. Contreras Montellano
Hugo Torres Salazar
Consejo Mexicano de Ciencias Sociales
5° Congreso Nacional de Ciencias Sociales
“La agenda emergente de las ciencias sociales: Conocimiento, crítica e intervención”.

Los movimientos estudiantiles en el siglo XXI.


Ideología y configuraciones de los movimientos
estudiantiles en la actualidad

Marcos Terán Peralta

INTRODUCCIÓN
Los movimientos estudiantiles han sido paradigmáticos debido a las características de sus actores.
Dichas movilizaciones han mostrado ventajas y adelantos en las protestas y en las formas de organi-
zación. En el siglo pasado, hubo una serie de movilizaciones estudiantiles que encuentran su máxi-
ma expresión en la de 1968. Como continuación de esta movilización se produjo un radicalismo de
los antiguos actores en la década siguiente.
En el marco de un nuevo siglo, y las consecuencias observables de un nuevo modelo económico
existe una nueva forma de realización de los movimientos estudiantiles.
En el presente trabajo, se abordan los movimientos estudiantiles del siglo XXI, buscando sus con-
figuraciones y sus manifestaciones ideológicas. Se utilizará como marco teórico para dar sustento
a este trabajo, las teorías de la acción colectiva, de los actores sociales, de movimientos sociales,
específicamente Nuevos Movimientos Sociales, Movilización de Recursos y Enfoque de Oportu-
nidades Políticas. Posteriormente, se revisarán las características de los movimientos estudiantiles.
A continuación, y siendo que dentro de los movimientos sociales los contextos en los que se desa-
rrollan son esenciales, se analizan las condiciones económicas y sociopolíticas del presente siglo.
Finalmente, se analizarán en base a lo anterior la huelga de la UNAM de 1999, la condición del
sector estudiantil en La Otra Campaña y en la APPO, durante 2006. Se seguirá con la movilización
de #YoSoy132 y finalmente se analizarán las movilizaciones del IPN y de Ayotzinapa en el año 2014.
MARCO TEÓRICO
El respaldo teórico para la presente investigación parte de la teoría de acción colectiva y de actores
sociales, del cual parte, a su vez, la teoría de los movimientos sociales. Posteriormente se desarro-
llarán los aspectos teóricos de los movimientos sociales, y referente a esto las corrientes de Enfoque
de Oportunidades Políticas –que parte, a su vez de la teoría racionalista como la de Movilización

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de Recursos- y de los Nuevos Movimientos Sociales. Aunque estas dos corrientes parezcan antagó-
nicas en un primer momento, son necesarias para comprender el carácter multidimensional de los
movimientos estudiantiles a estudiar.
Después de estas precisiones de abordarán aspectos teóricos de los movimientos estudiantiles, entre
los que destacan los elementos que los dotan identidad, sus aspectos intersectoriales y su anatomía.
Dentro de esta última resaltan los factores ideológicos y organizacionales de dichos movimientos.
Finalmente, se abordará brevemente las teorías de los medios de comunicación utilizados desde los
movimientos sociales. Esto debido a la importancia actual de los medios y las TIC’s en las movili-
zaciones actuales.
Acción colectiva
Las acciones colectivas son “(…) todas aquellas prácticas en las que es posible identificar con mayor
o menor precisión a un cierto sujeto o actor social” (Cadena, 1991: 41). Si bien esta definición no
refiere completamente a los movimientos sociales, es importante comprender que se identifican a
los principales actores de los movimientos con las prácticas que realizan, dotándoles de un sentido.
Dentro de las características de la acción colectiva se encuentra que son diversas formas de resis-
tencia o sobrevivencia ante los efectos más destructivos de la crisis. Pueden, o no, responder a ten-
siones estructurales o inducidas. Sus características centrales son la desarticulación espontaneidad
y rapidez con la que se desactivan (Ibid).
Dentro de los elementos constitutivos de la acción colectiva pueden observarse, la presencia de
solidaridad –de los actores-, un sistema de actores determinado por los bandos del conflicto –inte-
grantes del movimiento y adversarios del mismo-, y la existencia de conflictos, siendo estos últimos
formas de interacción entre individuos, grupos, organizaciones y colectividades que implican en-
frentamientos por el acceso a recursos escasos y su distribución (De Pasquino, 1988; en Ramírez,
1991: p. 94). Estos elementos se materializan en los principios:
- De identidad. A través de los cuales existe un autorreconocimiento de un nosotros.
- De oposición. En el cual se sitúa al adversario y la oposición existente.
- De totalidad. Sistema de acción histórica en la que los adversarios se disputan el dominio.
La acción colectiva es la capacidad de la gente para conferir un sentido a la acción, se establecen
en el campo de las relaciones sociales. Poseen características morfológicas similares –en cuanto al
tiempo y el espacio-. Involucran a individuos y grupos simultáneamente. Son fenómenos empíricos,
entre los que se encuentran los movimientos sociales, las protestas, las huelgas, etc. Sin embargo,
son procesos sociales múltiples y heterogéneos (Giménez, 2004).
Las acciones colectivas, como tales, son realizadas por actores colectivos, quienes están dotados por
una identidad. Esta se caracteriza por tener una permanencia en el tiempo, estar unida a límites –los

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cuales distinguen a los actores de los demás sujetos- y requiere el conocimiento de otros actores
(Ibid).
Así, las acciones colectivas –poseedoras de un sentido-, se realizan a través de un conflicto. Son
realizadas por actores sociales, quienes al insertarse dentro de estas acciones son dotados de una
identidad entre sí, generando lazos de solidaridad frente un adversario en común.
Actores sociales.
La teoría de los actores sociales parte del concepto de acción social weberiano (Giménez, 2003).
Dentro de los parámetros fundamentales que definen a los actores sociales, se encuentran:
- Todo actor social se encuentra dotado de alguna forma de poder.
- Todo actor ocupa siempre una o varias posiciones en la estructura social.
- Ningún actor se concibe sino en interacción con otros, a distancia o en términos inme-
diatos.
- Todo actor social tiene una identidad.
- Todo actor social tiene un proyecto. Este punto se relaciona íntimamente con el anterior.
- Todo actor social se encuentra en constante socialización y aprendizaje, está siempre
haciéndose y nunca termina de configurarse definitivamente (Ibid).
Los actores sociales, que integran acciones colectivas, poseen la capacidad de atribuir los efectos
de sus acciones a sí mismos (Giménez, 2004). Esto es, volviéndose plenamente conscientes de su
actuar, y por lo tanto, de las intenciones buscadas.
Tomando como premisa que la acción social weberiana es toda aquella dotada de un sentido, los
actores sociales son el factor que permite la transformación de una acción social a un movimiento
social.
Una acción social se convierte en movimiento social cuando un cierto actor social consciente de ser
diferente a los otros e independiente del Estado y su partido político, se plantea luchar a través de las
organizaciones que se han constituido para ese efecto, por la obtención de ciertas demandas míni-
mas que pueden ir desde el reconocimiento a su organización, la dotación de servicios, etc. (Cadena,
1991: 41).
La importancia de los actores sociales dentro de los movimientos sociales es casi total, siendo los
primeros quienes realizan dichas movilizaciones, y quienes las dotan de los elementos ideológicos
y organizativos. Así, la importancia de la subjetividad de los actores –volviéndose colectiva- radica
en que a través de distintas experiencias culturales y tradicionales, generan una nueva concepción
de la realidad, la cual contiene elementos de las distintas elaboraciones que influyeron en él. Es así,
como el conjunto de los actores sociales realizan las elaboraciones ideológicas de los movimientos
(Bolos, 1991).

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Movimientos sociales
Un movimiento social es un fenómeno de acción colectiva, relativamente permanente. A través de
dicha acción se construyen espacios propios, los cuales parten de la elaboración de un proyecto. El
proyecto elaborado tiende a transgredir la normatividad, interpelar el orden establecido e incorpo-
rar algunos elementos tradicionales. Además de lo anterior, el proyecto responde a actores específi-
cos, es decir, no es globalizante con la sociedad en general, se vuelve excluyente con todos aquellos
que no tienen en común los intereses de los actores (Muro & Canto, 1991).
En un primer momento es necesario comprender que la elaboración de un proyecto es completa-
mente inherente a un movimiento social. En el radica la esencia de la movilización, atendido a los
intereses específicos de un grupo social en primera instancia. Estos proyectos en ocasiones apare-
cen como un planteamiento antiestatal, refiriéndose a ellos como no-estatal. Incluyen demandas,
ligadas a la vida cotidiana, y elementos utópicos (Ibid).
Existen tres tipos principales de proyectos: religioso, ético y político (Bolos, 1991). Los últimos
dos producen una separación social. El proyecto ético consiste en una transformación individual,
para él, “el sistema externo se transforma a través de la modificación de los individuos” (Ibid: 76),
rehuyendo, así , el enfrentamiento directo y reduciéndose a un aislamiento, que provoca, a su vez,
una pertenencia protegida (a través del secreto del movimiento); sin embargo, este asilamiento se
vuelve contraproducente, siendo un obstáculo para la inclusión de nuevos miembros. Por su parte,
el proyecto político confía en la liberación u transformación de la sociedad en determinado tipo,
reconstruyendo la misma a partir de vanguardias.
La legitimación social es un aspecto central de los movimientos sociales, ya que permiten diferen-
ciar entre el carácter político y social de éstos. Este último –ligado con las luchas populares- permite
diferenciarse de la participación política expresada en partidos y materializándose en contiendas
electorales y que presupone la conquista del poder (López, 1991).
Bolos (1991), identifica un Estado Naciente (EN) –intelectual y de vida cotidiana- que representa
el momento de ruptura, una modalidad específica de transformación, permanente y constante, que
sin embargo, varía de intensidad. Es en este Estado donde ocurre el movimiento constitutivo de un
movimiento social y que puede identificarse gracias a las preguntas ¿Quién?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? Y
¿Por qué?
El primer paso en la formación de un movimiento social radica en el reconocimiento de los actores
como tales Posteriormente, se diferencian del sistema externo en su relación con el movimiento. Un
movimiento social es un proceso histórico que comienza en el Estado Naciente para culminar en
la reconstrucción del momento cotidiano institucional roto a través del EN (Ibid). Es decir, es mo-
mentáneo, dura el tiempo en que persiste el conflicto por el cual inició, aunque en ocasiones muta

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hacia demandas más generales.


En 1991 Ramírez reconocía cuatro tipos principales de movimientos sociales, de acuerdo a sus
objetivos e intereses:
- Reaccionario. Tienen como objetivo restablecer aspectos (normas, leyes) abolidos o supe-
rados.
- Defensivo. Intentan el mantenimiento del status quo y sus instituciones. Son conocidos tam-
bién como movimientos conservadores y constituyen una respuesta a aquellas acciones previas (go-
bierno u otros grupos) que afectan a sus integrantes.
- Reindicativo. Poseen un carácter reformador. Intentan modificar algo, respetando el esque-
ma básico de funcionamiento del sistema. Son llamados también movimientos progresistas.
- Transformadores o revolucionarios. Se proponen rebasar el sistema.
Gracias a esta clasificación se rompe el imaginario colectivo de que todo movimiento social –espe-
cialmente los juveniles o estudiantiles- tienen como principal objetivo un cambio revolucionario.
Existen, además, características propias de los movimientos sociales que permiten tipificarlos y pos-
teriormente realizar un análisis, en base a diversos elementos (De Torrou, 1989; en Aranda, 2000):
- Valores.
- Formas de acción y organizaciones
- Constitución.
- Nuevas aspiraciones.
- Satisfacción de necesidades puestas en peligro.
Gracias a estas características y a la forma en que cada uno de los movimientos que se desarrollarán
posteriormente, se podrán identificar las diferentes características ideológicas y las formas en las
que se configuran en la actualidad.
El proyecto colectivo –eje central de todo movimiento social- es también un a base de la identidad
colectiva propia de dicho movimiento (Canto, 1991). Otros factores de identidad son los intereses y
objetivos, que respaldados por el ya mencionado proyecto, se fundan en concepciones ideológicas.
Para el presente trabajó se tomará la concepción de ideología de Sánchez Vázquez. Así, se tiene que
la ideología es un conjunto de ideas que tienen una función específica en favor de clase y que están
insuficientemente justificadas (Villoro, 1995).
Las identidades colectivas poseen “la capacidad de diferenciarse de su entorno, de definir sus pro-
pios límites, de situarse en el interior de un campo y de mantener en el tiempo el sentido de tal
diferencia y delimitación, es decir, de tener una ‘duración temporal”(De Sciola, 1993; en Giménez,
2004: 27). La importancia de las identidades colectivas radica en la necesidad de éstas para la iden-
tificación de los actores, y así, se generen los lazos de solidaridad requeridos para un movimiento

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social y las inherentes acciones que se llevan a cabo al interior de este.


La identidad colectiva, es compartida, interactiva y tiene que ver con los sistemas de acción. Suma-
do a esto, es cognitiva, ya que se relaciona con el rumbo de la acción en campos y medios, a través
de un lenguaje compartido, lo cual tiene como resultado la construcción de valores, que a su vez,
poseen un carácter emocional en la identidad colectiva (Giménez, 2004) Una de estas identidades
son las identidades de grupos. Estos se definen como un “conjunto de individuos en interacción
según reglas establecidas” (Ibid: 30). Estos grupos pueden ser homogéneos, amplios o inestables y
organizados o institucionalizados. La construcción de las identidades grupales se construye a través
de la construcción de la posibilidad de agentes sociales próximos de diferentes campos sociales; a la
construcción de identidades en sí mismos, y; a la formación de un modelo cultural propia.
Las identidades colectivas, que ayudan a identificar a distintos grupos, sufren cambios como con-
secuencia de los conflictos y las luchas. A pesar de que no se mencionarán como tal en el análisis
posterior, se considera de importancia el conocimiento del cambio de identidades ya que se expli-
can los cambios de diversos grupos, su escisión o su inclusión en otros, lo cual tiene importantes
repercusiones en los movimientos sociales. Esta tipología es presentada por Giménez (1992):
- Transformación. Es un proceso adaptativo y gradual que ocurre a través del tiempo.
- Mutación. Son cambios cualitativos en la identidad. Pueden darse por
o Diferenciación. (Fisión).
 División. Es la escisión de un grupo que ya tenía una identidad propia en sus
rasgos componentes.
 Proliferación. Es la formación de uno o más grupos con identidades nuevas,
a partir de un grupo-madre.
o Asimilación. (Fusión).
 Amalgamación. Se da con la unión de dos o más grupos con sus respectivas
identidades para crear una nueva.
 Integración. Es la pérdida de identidad de un grupo debido a la absorción de
otro, el cual, mantiene inalteradas su identidad.

Partiendo de las identidades colectivas de los grupos, se tiene la errónea idea de que en los movi-
mientos sociales solo se mueven los protagonistas oficialmente reconocidos por la prensa o por las
ciencias sociales Suponen “que como (…) ‘no se mueven’, pero sí aparecen como parte de la esce-
nografía esencial en los actos oficiales, entonces las mayorías se inclinan por el partido oficial y sus
centrales de masas y están dispuestos a expresar, por lo menos, su ‘consenso pasivo’” (López, 1991:
26).

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Si bien se terminó el uso de partido oficial existe una multitud de denuncias, predominantemente
por las redes sociales, de acarreados que son llevados a los actos oficiales como público y en ocasio-
nes, reciben un pago o alguna compensación. Aun así, no deja de ser erróneo considerar que estos
individuos dan su aceptación a las medidas tomadas por las clases que detentan el poder.
Al interior de los movimientos sociales –y previos a la transformación de identidades de Giménez-,
existen dos grupos principales. Uno de ellos, generalmente en el que se encuentran los activistas
con mayores apariciones en la prensa, son considerados líderes del movimiento. Son estos grupos
los que usualmente, también, tienen las reuniones con los representantes de las instituciones con las
que se produjo el enfrentamiento. Para que dichos líderes sean considerados por los responsables de
la toma de decisiones deben cumplir con cuatro condiciones (De Lipsky, 1968; en Dorantes, 2004):
1. Proveer y sostener una organización comprendida por gente con la cual pueden o no
compartir valores comunes.
2. Articular metas y diseñar estrategias para movilizar su exposición pública a través de
los medios masivos.
3. Maximizar el impacto de las terceras partes en el conflicto.
4. Tratar de optimizar las oportunidades de éxito entre aquellos que sean capaces de ga-
rantizar su objetivo.

El paso a la globalización neoliberal ha repercutido también en los intereses e ideologías de los


actores que conforman los movimientos estudiantiles. Atrás quedaron las investigaciones de movi-
mientos sociales en base al corporativismo priísta (obreros, campesinos y populares) (López, 1991).
En América Latina, a partir de la implementación del neoliberalismo, en la década de los 80’s, los
movimientos sociales tuvieron alcances globales y regionales. Sumado a lo anterior, adquirieron
una complejidad mayor, diferente a las particularidades regionales (Serbín, 1997). Así, se tienen
nuevas formas en las que se desarrollan los movimientos sociales, nuevos intereses, metas y conflic-
tos que detonan su formación.
Nuevos Movimientos Sociales
Los Nuevos Movimientos Sociales (NMS) son la consecuencia lógica de un cambio de proyecto.
Al pasar del Estado keynesiano al neoliberal, los movimientos sociales clásicos perdieron su efecto.
Esto, sumando al carácter globalizador del nuevo proyecto económico a partir de las tecnologías,
supone nuevos enemigos, en este caso, el proyecto de nación mismo. Del mismo modo, se mani-
fiestan como un síntoma y una posible solución de las contradicciones de una sociedad súper-bu-
rocrática (Aranda, 2000). Se determinan así, ya que son movilizaciones que se enfrentan a nuevos
conflictos y tensiones estructurales en el capitalismo avanzado.

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Los NMS dan la preferencia a los actos de la sociedad civil. Constituyen el medio y la fuente por el
que los movimientos sociales actuales desarrollan sus acciones. Además, no consideran al Estado y
los procesos políticos estructurales, pero sí el conocimiento de identidades, objetivos resultantes de
diversas formas de asociación y al activismo colectivo con carácter movilizador (Ibid).
Otra característica de este tipo de movimientos es que Los NMS son eminentemente sociales, es
decir, proponen una separación entre los movimientos sociales y los políticos, les interesa menos
lo político que el ámbito cultural, al que se considera el eje del Estilo de vida y los valores. Por otra
parte, su objetivo actual es una constante creación cultural y una lucha por la libertad existencial,
para así, oponerse a la colonización del tiempo de vida Se contrapone a viejos movimientos sociales
con carácter político que reclamaban al Estado o incluso perseguían al poder político (Ibid). Y es en
esta última característica donde los movimientos sociales en México no se insertan en su totalidad.
Como se verá posteriormente en la actualidad aún hay movimientos que le reclaman al Estado
por su actuación (Ayotzinapa, IPN, APPO), y en ocasiones, con fines políticos (#YoSoy132, UNAM
19999).
Las particularidades de las movilizaciones sociales en México frente a esta teoría radica en el gé-
nesis de la misma ya que fue originada en Europa, a partir de una experiencia gubernamental cen-
tralizada, reducidas a respuestas a nivel estatal y local, que encuentran solución a las demandas en
un lenguaje público y una cultura política, es decir, una democracia. Sin embargo, en los Estados
latinoamericanos, los movimientos locales rara vez tienen respuestas homogéneas, siendo las más
comunes, una represión estatal (Ibid).
Así, en México, los NMS encuentran su aparición a partir de 1968 –que tuvo sus antecedentes desde
1964-, en movimientos considerados antisistémicos. Esto debido a que “(…) sus demandas no eran
asimilables al sistema económico, político y cultural sin afectar sus fundamentos” (De la Garza, Ejea
& Macías, 2014: 16). A pesar de esto, en ocasiones aceptan concesiones menores a cambio de cesar
las movilizaciones, lo cual únicamente aplaza tensiones ya que los cuestionamientos de fondo no
son asimilables con el contexto actual.
En los Nuevos Movimientos Sociales de carácter transnacional “un actor colectivo constituido por
individuos que entienden poseer intereses afines y, por lo menos en lo que se refiere a una signifi-
cativa parte de su existencia social, una identidad común” (De Scott, 1990; en Serbín, 1997: 5). Esto
se observa en la capacidad de movilización masiva, que genera una presión para el cumplimiento
de sus demandas.
Los NMS plantean, así, nuevas cuestiones, alejándose de lo político –en México, de una forma tí-
mida- como temas de género, estilo de vida, ambiental, desigualdad social, etc. (Serbín, 1997), alu-
diendo a intereses más humanos.

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Movilización de recursos y Enfoque de Oportunidades Políticas


A fines del siglo XX, surgió la teoría de movilización de recursos para el estudio de los Movimientos
Sociales. Esta teoría rechaza los movimientos sociales como respuestas racionales y novedosas a
nuevas situaciones y oportunidades de la sociedad Por otra parte, toma a los movimientos como
formas innovadoras de participación política, ya que crea y toma nuevos recursos políticos dispo-
nibles en las modernas sociedades democráticas (Aranda, 2000).
La teoría de Movilización de recursos parte de teorías racionalistas que parten del campo económi-
co (De la Garza, et al. 2014). Dicha teoría presenta las limitaciones de un sustento teórico que sale
de la disciplina donde fue creada, en este caso
(...) al considerar que la conflictividad cambia al modificarse la estructura de oportunidades de los
actores y aunque se considera el concepto de ‘sostenedor por conciencia’ del movimiento, junto al
‘sostenedor por beneficios’, de cualquier forma tanto solidaridad como recursos sujetos al cálculo
racional (Ibid: 17).
Derivado de esta teoría y de algunas de las características de los movimientos sociales, ya mencio-
nados, como la formación de grupos de presión , y que algunos tienen objetivos precisos y surgen
como parte de procesos políticos, surgió el Enfoque de Oportunidades Políticas, el cual Políticas re-
presenta la afinación de un cuadro analítico. Dicho enfoque tiene como principal objetivo la nego-
ciación entre aquellos que se movilizan para aprovechar coyunturas y ventajas y quienes detentan
el poder político (Aranda, 2000).
El Enfoque de Oportunidades Políticas (EOP), le da importancia al Estado y sus instituciones. El
interés de este enfoque radica en las reacciones del Estado ante las movilizaciones (Ibid). Si bien
–como ya se mencionó- las teorías de los Nuevos Movimientos Sociales surgieron en Europa a
finales de la década de 1960, en América Latina aún existía el EOP (Ibid). Cabe aclarar aquí, las
particularidades del subcontinente y recordar el autoritarismo que sufrió el territorio durante gran
parte del siglo XX.
Aunque no se aparente de una forma teórica, existe una relación entre los nuevos movimientos so-
ciales y el sistema de partidos. Ésta radica en la influencia de los partidos de izquierda, de la cual se
derivan movimientos institucionalizados, que genera, a su vez, una separación entre los grupos que
prefieren mantenerse al margen de dichas instituciones y quienes se integran a ellas. Como ejemplo
de uno de esos movimientos se tiene al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el cual
abogaba por una lucha democrática, y posteriormente, logró su registro como partido político.
Así, a pesar de que la corriente teórica de los Nuevos Movimientos Sociales, apele a un desinterés
por los actos gubernamentales, y un alejamiento de los partidos políticos, se encuentra una relación
entre ambos en la realidad. Se llega, así, a una relación entre el viejo sistema político –en México- y

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los nuevos movimientos sociales


(…) los nuevos movimientos sociales son vistos como un producto de la unión del sistema tradicio-
nal y de un ciclo de protesta que provocó un elevado potencial de movilización, con un buen núme-
ro de nuevos marcos de acción colectiva. Como el ciclo de movilización de masas declinó, se dieron
aún ciertas oportunidades para que determinados movimientos emprendieran su organización, en
torno a temas más específicos (Ibid: 238).
Esta posibilidad de una mirada a los movimientos sociales desde un ámbito político, desde la teo-
ría de los NMS, se viene a completar con el Enfoque de Oportunidades Políticas. Bajo esta última
“es más fácil que surja un movimiento social cuando mejora la posición política de la oposición,
cuando se debilita la hegemonía institucional durante las crisis y cuando se restringe el uso de la
represión para afianzar el control estatal” (Ortega, 2010: 136).
Movimientos estudiantiles
Partiendo de la identidad de los movimientos sociales como los grupos que lo conforman –y el
lugar en que los actores inmersos en ellos se encuentran-, los movimientos estudiantiles son fácil-
mente identificables. Así se tiene que el estudiantil es un sector fácilmente definido. Posee fuerza
y capacidad de negociación y no depende de lo que sucede en la escuela. “Se trata entonces de un
movimiento social que, para existir, tiene que trascender su carácter sectorial” (López, 1991: 28).
Esto se puede observar en el momento en que los estudiantes comienzan a interactuar con la so-
ciedad civil, informando, invitando, boteando, etc. Del mismo modo una característica de estos
movimientos es el acercamiento a otros sectores (obreros, campesinos, populares, sindicales, etc.).
Para varios investigadores de los movimientos sociales en México, el estudiantil es considerado den-
tro de los llamados nuevos movimientos sociales, los cuales se caracterizan por ser organizaciones
sociales donde predomina una composición social heterogénea, una organización basada en un
liderazgo múltiple y una actitud eminentemente antiestatal (De Muro, 1994; en Aranda, 2000: 230).
Esta afirmación parte de los movimientos sociales ocurridos a nivel global durante la década de
1960, ya que dichos movimientos estudiantiles se volvieron el germen de nuevo tipo de movi-
mientos sociales, con nuevos intereses y demandas (Aranda, 2000). A pesar de que estos nuevos
movimientos sociales (ambientalista, por la paz, feminista, antinuclear y estudiantil) partían de las
características de los NMS, se enfrentaron ante los esquemas propios de los viejos movimientos.
Ellos (este tipo de movimientos) crecieron parcialmente fuera de los alineamientos y conflictos po-
líticos tradicionales, fueron condicionados por ellos, e interactuaron con actores políticos tradicio-
nales desde el principio. A pesar de una retórica antipolítica radical y de acciones ocasionalmente
dramáticas, sus líderes fueron actores políticos astutos que el sistema político les provee a ellos. De
hecho, podemos aprender más acerca de estos movimientos estudiando sus relaciones con el para-
digma político existente, que declarando acerca de su obsolescencia (Ibid: 236-237).

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Se puede decir, entonces, que los movimientos estudiantiles, al enfrentarse a las condiciones de los
movimientos sociales tradicionales continuaron actuando bajo las mismas estructuras políticas. Así,
se tiene, por ejemplo, que un número importante de líderes estudiantiles en la huelga de la UNAM
de 1986 -por las reformas del rector Carpizo-, laboraban en partidos políticos o eran funcionarios
del gobierno del Distrito Federal en 1999.
Una de las características de los movimientos estudiantiles es la identidad de sus actores como
grupo social. El movimiento surge predominantemente de la clase media, comprometida con una
transformación de la cultura, la sociedad y el sistema político. Sin embargo, una clase media que no
logra establecer alianzas con la clase obrera a pesar de sus intentos. Esto tiene como consecuencia
una nueva lógica política y social (Ibid). La falta de preparación política de los estudiantes, en oca-
siones es factor impide el actuar de diversos sectores en un mismo movimiento, requisito indispen-
sable para que el mismo trascienda, como ya se dijo anteriormente.
“(…) la llamada clase media encuentra que la ideología sirve para inventar, justificar y racionalizar
la realidad. Será un mecanismo de organización social, en donde se encontrarán ideas religiosas,
morales, sociales, económicas; en pocas palabras, todo un sistema cultural que es producto de una
historia extraña, de simulación y ocultamiento. Pero obviamente, no es sólo eso, sino que la ideología
de la clase media constituye todo un fenómeno social que expresa sentimientos, realidades políticas
y sociales y que, finalmente, es toda una forma de ser en la sociedad” (Careaga, 1977: 39).
Es por esto, que en los actores de los movimientos estudiantiles, se encuentran dichas particulari-
dades, propias de la clase social a la que pertenecen, y sin embargo, con las modificaciones propias
de sus aspectos juveniles y universitarios.
Las peticiones de los movimientos estudiantiles usualmente poseen dos caracteres principales: uno
gremial y otro de índole política. Este último es el predominante en Latinoamérica y resume los
anhelos de la libertad de las sociedades (Aranda, 2000). Gracias a esto y en base a todo lo anterior,
puede justificarse el hecho de que el movimiento estudiantil (en el cual radica el origen de la teoría
de los Nuevos Movimientos Sociales) pueda abordarse también desde sus demandas en el terreno
político (propio de las teorías de Movilización de Recursos y Enfoque de Oportunidades Políticas).
Cabe aclarar que “los enfoques estructurales sobre el movimiento estudiantil tiene pocas posibili-
dades, pues los estudiantes no constituyen una clase social definida por el lugar que ocupan en el
proceso de producción” (Ortega, 2010: 130). Así, los estudiantes tienen una composición hetero-
génea, que le da gran peso a la clase media. Del mismo modo, existe una indiferencia a la lucha de
clases como motor movilizador de los movimientos estudiantiles. Y es precisamente por esto que en
la actualidad no se observan con tanta continuidad las consignas de las movilizaciones de mediados
del siglo XX, que le daban tanto énfasis a la lucha de clases dándole predominancia al movimiento

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obrero y dejando de lado los otros sectores de las sociedad civil tendientes a las movilizaciones1.
Identidad del movimiento estudiantil
La escuela, el factor identitario de territorialidad de los estudiantes es importante en su desarrollo
como actores sociales, además. “Cada alumno es un sujeto pensante y cuestionador, que ya no se
conforma con los discursos ideológicos, sino que se prepara para descubrir la verdad y a la vez
construyendo su propia certeza para avanzar en su desarrollo” (Ibid: 243).
Los movimientos estudiantiles se producen a nivel superior y medio superior. Según datos del
INEGI, en el 2010 solo el 19.3% y el 16.5% de la población –mayor a 15 años- estudiaron al menos
un grado en los niveles educativos medio superior y superior, respectivamente. Esto quiere decir
que a pesar de la masificación de la educación superior que mencionan algunos autores (Ortega,
2010; Sevilla & Urban, 2008; Dorantes, 2004), la educación posterior a los niveles básicos siguen
siendo un privilegio. Privilegio al que sólo accede el 35.8% de la población, volviendo a este sector
una élite educativa.
Como parte de una élite, una gran parte de las coyunturas por las que parten los movimientos es-
tudiantiles son provocadas por modificaciones a su entorno, en este caso, la Universidad. Por esto
se tiene que los principales temas que producen al movilización estudiantil parte de reividicacines
por las reformas universitarias. Dentro de éstas se encuentra la promoción de una universidad
científica, la centralidad de la investigación en los procesos enseñanza-aprendizaje, la renovación de
métodos pedagógicos y una continua búsqueda por la democratización (Ortega, 2010: 142).
En base a esto, no puede ponerse en duda la importancia de la Universidad como un elemento im-
portante en las movilizaciones estudiantiles.
La función que ha desempeñado históricamente (la Universidad) (…) es: como centro de produc-
ción de ideología hegemonizadora al servicio de la clase dominante, perpetúa el <<capital simbó-
lico>> necesario para el mantenimiento de las estructuras sociales de dominio y la creación de un
capital social-racional funcional a la cohesión de la clase dominante (Sevilla & Urban, 2008: 62).
Así, la función esencial de la Universidad es la transmisión de la hegemonía de la clase dominante.
Respecto a esto, Althusser (1984) afirma que el fin último de los modos de producción –y su in-

1 En la década de 1970, el movimiento estudiantil en Sinaloa de los enfermos proclamaba


la tesis de la Universidad-fábrica, en la cual se abordaba la educación desde el punto de vista de
la Economía política de Marx. “Esta tesis tuvo una profunda influencia en las corrientes radicales,
que también surgieron en virtud de procesos semejantes al de los ‘enfermos’, en muchas otras
universidades: sus implicaciones son importantes en la medida en que consideran al estudiantado
como fracción del movimiento obrero y no simplemente como su aliado; pero supone también,
relegar los intereses particulares de los estudiantes (académicos, de democracia universitaria;
etcétera) por los intereses generales de la clase obrera” (De la Garza, et al., 2014: 104).

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herente explotación- es la reproducción de los mismos. Las clases que detentan el poder político
(Estatal), hacen uso de los aparatos del Estado (represivos e ideológicos) para este fin.
Los aparatos ideológicos del Estado son “(…) ciertos números de realidades que se presentan al
observador bajo la forma de instituciones precisas y especializadas” (Ibid: 109). Dentro de éstos
AIE se encuentran los religiosos, los escolares, los familiares, los jurídicos, los políticos, los sindi-
cales, los de información y los culturales (Ibid: 109-110). Si bien tienen una aparente pluralidad, y
la mayor parte de estos pertenecen al ámbito privado (propio de la sociedad civil), encuentran su
unificación en la ideología dominante que transmiten. Los AIE funcionan de un modo preponde-
rantemente ideológico, pero secundariamente, de una forma represiva (solo en casos de extremos y
de una forma muy suave, en ocasiones, simbólica). No existe ningún aparato puramente represivo
o ideológico.
Así, Althusser extiende lo dicho por Sevilla & Urban (2008) no solo a la universidad, sino a todo el
aparato educativo como transmisor de dicha ideología hegemónica.
La escuela recibe a los niños de todas las clases de sociales desde los jardines infantiles y desde ese
momento –tanto con nuevos como con viejos métodos- les inculca durante muchos años los años
en que el niño es más ‘vulnerable’ y está aprisionado entre el aparato ideológico familiar y el escolar
–‘saberes prácticos’ tomados de la ideología dominante (el idioma materno, el cálculo, la historia,
las ciencias, la literatura) o simplemente la ideología dominante en estado puro (moral, educación
cívica, filosofía) (Ibid: 118).
Se tiene, entonces, que el sistema educativo, en tanto es un aparato ideológico del Estado reproduce
la ideología de las clases que detentan el poder. Del mismo modo, que en México, la educación de
niveles más altos que el básico son un privilegio entre la población. El mismo Althusser (1984),
realiza una breve, pero muy útil, tipología de los roles sociales entre la población dependiendo del
nivel educativo al que llegó.
i. Producción. Son trabajadores y productores, tienen el papel de explotados.
ii. Cargos medianos. Son funcionarios, empleados y pequeños burgueses, cumplen el
papel de agentes de la explotación.
iii. Intelectuales del trabajador colectivo. Son aquellos que llegan a la cumbre del sistema
educativo. Tienen el papel de ser agentes de la represión o agentes profesionales de
la ideología.
Así, se llega a la conclusión de que los pocos que llegan a los niveles superiores de la educación –se-
gún Althusser- se vuelven agentes de la represión.
Al respecto Hernández afirma la riqueza del termino radica en la “pluralidad de funciones y anta-
gonismos de aparatos ideológicos que estructuran y legitiman diferentes sistemas de poder” (1991:
135). Recupera también a Foucoult y a Freire para interpelar las aportaciones de Althusser en el

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sentido de una deconstrucción del discurso hegemónico por parte de los individuos –en nuestro
caso, estudiantes-. “Cuando el sujeto decodifica el discurso que lo interpela, descubre en él nuevos
significados, y posibilita la construcción de un discurso crítico alternativo que se retroalimenta en
sus prácticas (praxis) para transformar su realidad” (Ibid: 135). De aquí se desprende que la ideo-
logía no solo son procesos sociales que determinan un conocimiento falso de la realidad, sino que
puede contribuir a la transformación de la misma.
Por otra parte, una de las particularidades de los movimientos estudiantiles es la continua reno-
vación de sus integrantes, trayendo como consecuencia diferentes formas de asumir el activismo
(Aranda, 2000). Existe una serie de medios gracias a los cuales estos integrantes –renovados conti-
nuamente- consiguen su identificación en el movimiento (Ibid):
- Exterior constitutivo. Recibe la influencia del exterior, a partir de una insatisfacción existen-
cial y una protesta emocional contra un medio hostil. La suma de ambas genera diferentes manifes-
taciones de subculturas que trastocan los estereotipos imperantes.
- Problemas generacionales. El estudiantil es un sector social que manifiesta la crisis, a partir
de la protesta de una generación de jóvenes, “(…) evidenciando (…) su negativa a mantenerse aisla-
dos y sin voz propia, sino rebelándose en contra de la fatalidad de no poder ser, y de no contar con
palabra ni lugar para verdaderamente vivir” (Ibid: 244).
- Hostilidad de ambiente social. Genera lazos de solidaridad contra el enemigo, lo cual genera
una cohesión, a partir de la negación de la identidad del movimiento estudiantil, que ante tal ame-
naza genera una cultura de resistencia.
- Jóvenes para los que el medio social no es favorable. A partir de la inseguridad, la falta de
confianza, los complejos y la exclusión a la que se encuentran.
- A contracorriente de subculturas urbanas. La identidad del movimiento surge a partir de
dinámicas propias de la comunidad estudiantil. Así, afianzan sus posiciones aún a falta de partici-
pación por la mayor parte del estudiantado. Sin embargo, a raíz de las características propias de la
crisis de identidades propias de la posmodernidad, los límites entre las identidades propias de los
individuos –en este caso de los estudiantes- se desdibujan en todas aquellas propias de la sociedad
en general (Giménez, 2004).
- Asambleas. Son espacios propios para el comunitarismo y lugares de convivencia de jóvenes
con diversas adscripciones culturales, integrados todos por sus demandas.
- Ruptura generacional en el ámbito de la política. Esto genera un movimiento al interior de
la sociedad civil. Además, dicha ruptura está representada por el cambio de valores que persiguen
los estudiantes, a partir de la defensa de la sociedad civil, que a su vez, deviene de un sentimiento
de agravio moral contra toda la generación de jóvenes (estudiantes). Sin embargo, hecho de una

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ruptura generacional, no implica el escape al sistema político, como se demuestra entre los distintos
líderes estudiantiles que son cooptados por partidos políticos. El hecho de existir agravios contra
los jóvenes estudiantes, y que estos hechos sean la coyuntura para movimientos estudiantiles, son
una constante.
- Buscan rescatar atributos positivos de la organización civil. Esto se realiza a través de diferen-
tes acciones. Se rechazan la corrupción, la hipocresía y los malos manejos. Se utiliza la crítica como
principal instrumento de cuestionamiento. Se tiene desconfianza en las autoridades y en cualquier
forma de imposición.
- La identidad se define en la lucha conjunta de acciones y movilizaciones. Estas formas de
integración social genera nuevas formas de solidaridad y de actitudes asociativas.
- Identificación con
o Excluidos
o Dominados
o Explotados
Los estudiantes poseen los mismos sentimientos y justifican y legitiman las acciones
de protesta y rebeldía.
Son características peculiares de los movimientos estudiantiles la imaginación juvenil, los diversos
métodos de acción y la representación de los problemas y los propósitos que persigue. Buscando
así liberar a la sociedad civil del autoritarismo estatal y la democratización de la vida política y de
la sociedad (Aranda, 2000). Existen, además, aportaciones de los movimientos estudiantiles a las
movilizaciones sociales, como en su momento (década de 1960) fueron las brigadas de acción, las
pintas, la repartición de volantes, el boteo, etc., y posteriormente las plataformas virtuales, el uso de
hashtags, el uso de celulares, videos, fotografías, etc.
Los movimientos universitarios poseen la reputación de un compromiso con la lucha social, ade-
más de tener un gran peso simbólico. Todo esto se logra a partir de la misión trascendental de los
estudiantes, entre las que se encuentran una amplia libertad de investigación; un prestigio moral y
cultural; una presencia numérica, debido a la masificación universitaria; la defensa de la educación
universal, y; la crítica y preservación del conocimiento (Ortega, 2010).
Sin embargo, como ya se dijo anteriormente, además de las posibilidades que le otorga a esta élite su
condición como estudiante de niveles superiores, la única forma de que su movimiento trascienda
es salir de los límites de la institución. Sin embargo, en este punto de su formación “los estudiantes
están confinados a una situación de segregación temporal mientras esperan la asunción de un papel
funcional que puede ser el de los explotados o el de los explotadores” (Sevilla & Urban, 2008: 67).
Así, mientras los individuos estudian, es la única vez en su vida en que se encontrarán reunidos,

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esto tiene como una de sus consecuencias el hecho de una formación de una conciencia colectiva.
“Los estudiantes no son una clase, si no que se encuentran situados en una condición temporal: son
trabajadores intelectuales aprendices que apenas cobran conciencia de sí en cuanto a comunidad
ya se dispersan y quedan neutralizados. Pero en el breve interludio de su preparación forman un
grupo compacto que ha demostrado un enorme impulso político país tras país. La masificación de
la universidad y las nuevas funciones productoras que han ido adquiriendo la educación superior
y por ende los estudiantes, les confieren como colectivo, una potencialidad en aumento” (Ibid: 67).
Ahora, el movimiento estudiantil paradigmático en México es el ocurrido en 1968, los nuevos cam-
bios en los movimientos estudiantiles del nuevo siglo, requieren nuevos elementos para su análisis.
A pesar del resurgimiento –en potencia- del movimiento estudiantil, ya que las nuevas generacio-
nes estudiantiles son futuros sujetos en potencia, no tienen experiencias acumuladas de sus ante-
cesores. Esto tiene como resultado la necesidad de conocer la historia para no repetirla, conocer
aciertos, errores, victorias y derrotas (De la Garza et al., 2014). Esto debido a que los movimientos
estudiantiles de la década de 1970 tuvieron las experiencias de la década anterior. Los movimientos
que se estudiarán (a excepción del de 1999) se realizan ante una brecha en la movilización impor-
tante del sector estudiantil.
A pesar de lo anterior, sin embargo, y aprovechando los paradigmas mencionados, existe a lo largo
de los diferentes movimientos estudiantiles un regreso a las lejanas enseñanzas de los movimientos
sociales (estudiantiles y de otros sectores, en México o en América Latina). Estos momentos, llama-
dos detonantes de memoria son “aquellos acontecimientos o procesos históricos donde se concen-
tran las encrucijadas de la memoria y que sirven de detonantes para la expresión del pasado y las
posiciones de los diferentes grupos” (Allier, 2009: 301).
Estos detonantes de memoria, ocurren bajo miras sentimentales. Así, se tiene que “el estudiante se
rebela al principio de una manera emocional; después estudia los fenómenos históricos y su con-
ciencia política se hace mucho más intelectual. Su radicalismo va en función de su sociedad opresi-
va y marginal (…)” (Careaga, 1977: 139-140).
Carácter intersectorial del movimiento estudiantil.
Como ya se dijo, el movimiento estudiantil tiene que trascender los límites académicos a los que se
ve inicialmente sometido para lograr causar un impacto en la sociedad civil. El conjunto de accio-
nes de los movimientos estudiantiles, es detonado por un descontento, el cual es multiplicado por
otros movimientos, adquiriendo así un carácter intersectorial, que culmina en una politización de
la sociedad (Aranda, 2000).
El carácter intersectorial de dichos movimientos, surgió a partir de mediados del siglo XX, ante
el radicalismo de los jóvenes después de 1968 y la movilización de sectores populares, obreros y
campesinos. Por ejemplo Puebla (estudiantes y campesinos), Oaxaca, movimiento ferrocarrilero,

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electricista, etc.
Aquel movimiento obrero sufrió la influencia del estudiantil, primero por la represión en contra
de los estudiantes en el 68, aunque en ese momento pocos obreros se unieron al estudiantil, pero el
impacto de un movimiento sobre la sociedad o bien sobre otro agrupamiento no se mide exclusi-
vamente por sus relaciones cara a cara, sino también como parte del impacto sobre una sociedad
asimilado en forma diferenciada por cada clase social (De la Garza et al., 2014: 18).
En la actualidad, como se verá a lo largo del trabajo, continúan las alianzas de los diferentes secto-
res. Se encontrarán, entonces con la participación del sector estudiantil en movimientos como La
Otra Campaña, o la APPO, y la participación de sindicatos, campesinos, o movimientos populares
en las movilizaciones estudiantiles.
Medios de comunicación y movimientos sociales.
La importancia de los medios de comunicación en el desarrollo de los movimientos sociales es
sumamente importante. Desde los medios tradicionales como los folletos, periódicos, radios y te-
levisiones, la difusión de las demandas y acciones de los movimientos sociales, son un factor im-
portante en el grado de legitimación que logren y el consecuente cumplimiento de sus demandas.
A pesar de que en la actualidad la web 2.0 ha cumplido un papel importante en el desenvolvimiento
de los movimientos sociales contemporáneos, los medios tradicionales aún son de importancia en
la población.
Medios de información tradicionales.
La importancia de los medios de comunicación (o información, ya que no existe una retroali-
mentación de parte del receptor) poseen un fuerte impacto educativo como agentes de educación
informal en la vida cotidiana, a través de la culturación y de procesos de transmisión de prácticas,
símbolos y valores, elementos importantes en la familia (Parejo, 2010). Los medios de comunica-
ción sustituyen formas tradicionales de relación en las redes sociales (Ibid). Estos procesos ayudan
a fortalecer los procesos de socialización2 iniciadas por la familia en la etapa primaria o en la etapa
secundaria en la que se desarrolla el sujeto en su vida cotidiana3.

2 Giddens define la socialización como “el proceso por el cual la criatura indefensa se va
convirtiendo gradualmente en una persona consciente de sí misma, con conocimientos y dies-
tra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido (…) Desde el momento en que nace,
el niño tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de su
cuidado” (2000: 53).
3 Echeverry identifica dos etapas de la socialización. “La llamada primaria que ocurre en
los primeros años de vida y que se orienta a la internalización del mundo objetivo –los padres
y quienes están a su alrededor-, y la secundaria, o sea, aquella que se da hasta la muerte y que se
orienta hacia la interiorización de submundos institucionales específicos diferentes a la familia,
tales como la escuela, el vecindario, los medios de comunicación, el Estado, etc., con los cuales el

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A través de estas formas de socialización los medios sustituyen formas tradicionales de relación en
las redes sociales (IbidI). Es así, como los medios de comunicación ayudan a legitimar a los mo-
vimientos sociales, mediantes la difusión de sus demandas, que –en México- están regularmente
relacionadas con necesidades políticas.
La presencia de los medios de comunicación en la política provoca la mediatización del espacio
público (Ibid). Esto, sumado a las políticas económicas actuales y a la lógica a la que conllevan pro-
ducen efectos importantes en dichos medios de información.
Ante el contexto político y económico actual, los medios de comunicación poseen la misma lógica
que el mercado: la competencia. Esto tiene como consecuencia que los contenidos se supediten a
lo que más vende, favoreciendo el espectáculo y entretenimiento más que a la información. Ya que
los contenidos referentes a la política no venden, son banalizados y rara vez abordados. En cambio,
la nota roja, que es redituable, tiene como principales consecuencias la banalización de la violencia
y la propagación de la sensación de un ambiente hostil (Álvarez, 2005). Se llega así, entonces que a
pesar de la necesidad de hacer llegar su mensaje por los medios de información tradicionales a la
mayoría de la población, la lógica de éstos causa la banalización del mismo, y por lo tanto, un des-
interés hacia los movimientos.
Esta dificultad se suma a la imposición de pseudointelectuales desde los mismos medios. Hay que
recordar, que los medios de comunicación siguen siendo un aparto ideológico del Estado, y por
lo tanto, propensos a reproducir la ideología de las clases dominantes. Estos intelectuales son la
nueva nobleza del Estado, una élite ilustrada en oposición al vulgo. Tienen su origen en la empresa
privada, partiendo de la división de tareas entre lo manual y lo intelectual. Son responsables de la
creación de la justificación de la supremacía de los dominadores, aceptada ellos y por los domina-
dos (Ibid). Estos, son la nueva nobleza del Estado, una élite ilustrada en oposición al vulgo. Tienen
su origen en la empresa privada, partiendo de la división de tareas entre lo manual y lo intelectual.
Son responsables de la creación de la justificación de la supremacía de los dominadores, aceptada
ellos y por los dominados.
Así, la banalización de los medios, sumado a los intelectuales que apelan a la ideología de las clases
que detentan el poder –y por esto sus intereses- representa un importante obstáculo para los movi-
mientos. Como ejemplo, se tiene la represión por parte de la Policía Federal en San Salvador Atenco
en el 2006. La continua escena en la que los protestantes golpean a un elemento de seguridad y las

individuo establece algún tipo de relación, ya sea social, laboral, afectiva, religiosa o recreativa que
contribuye a formar el ‘sujeto’ concreto” (1988: 195). La socialización secundaria ayuda a fortalecer
o modifica –dependiendo de cómo se de- la socialización primaria en la que se desarrollaron los
individuos.

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afirmaciones de los conductores e intelectuales de que era necesario el uso de la fuerza pública die-
ron legitimidad a la represión.
A pesar de estos obstáculos los movimientos aún consideran la importancia de los medios tradicio-
nales siendo éstos los que llegan a la mayor cantidad de habitantes
Los movimientos políticos sienten que deben confiar en las comunicaciones en gran escala para
importar, para decir quiénes son y lo que se proponen a públicos en los que intentan influir (…). Los
medios masivos definen el significado público de los movimientos, o ignorándolos, los privan de un
significado mayor (De Gitlin 1986; en Dorantes, 2004: 185).
Redes sociales (Web 2.0).
Si bien existen una importancia de los medios de información tradicionales ya que gran parte de la
población tiene acceso a ellos4, en la actualidad los avances tecnológicos han generado nuevas pla-
taformas de comunicación. A través de estas plataformas los movimientos sociales –mayormente
estudiantiles por el carácter de sus actores y su relación con las tecnologías- han generado nuevas
formas de interacción.
En la actualidad, la llegada de la web 2.0 ha revolucionado las interacciones que se producen en
Internet. Se ha superado el escenario –propio de la web 1.0- en el que no existía una retroalimen-
tación en el mensaje, haciendo una comunicación lineal. La web 2.0, que hizo su aparición desde
2004, ha enfocado su atención en los social medias, entre los que se encuentran las plataformas de
Flirck, YouTube, Twitter y Facebook. Característica de estas plataformas es el hecho del prosumismo,
por medio del cual, los usuarios se vuelven productores y consumidores de mercancías digitales
(Treré & Cargnelutti, 2004). Estas mercancías digitales son sí la información de los usuarios –datos
privados que son usados, evaluados y comercializados-. Ocasionando así un bombardeo publici-
tario a los usuarios, de acuerdo a la información filtrada para ser enviado solo lo que les interesa
(Amador, 2014).
La lógica que permea la web 2.0 –y por lo tanto a las redes sociales- obedece a la globalización neo-
liberal imperante. En este último aspecto, además, sirve como un factor de dominación, a través de
los nuevos intereses de dicho proyecto económico –a desarrollar más adelante-. Dentro de estos in-
tereses, la importancia de una cultura informática –a través de una alfabetización digital-, permite
que gran parte del dominio hegemónico se produzca vía Internet (García, et al., 2008).
La red social se define como la web que permite servicios de una forma individual, a través de la
construcción de un perfil público (o semipúblico) desde un sistema cerrado, la articulación de una

4 Según datos del INEGI del año 2010, el 97.5% de la población tiene acceso a energía eléc-
trica en su vivienda. Esto quiere decir que aún existen lugares a los que no se tiene acceso, por lo
tanto, no puede hablarse de poseer los aparatos necesarios para la información diaria.

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lista de usuarios para interactuar y visionar y cruzar las listas de conexiones y las demás hechas por
otros en el sistema (De Ellison, en Trére & Cargnelutti, 2004). La plataforma de redes sociales más
popular en la actualidad es Facebook y Twitter, en el trabajo solo se tratará lo correspondiente a la
primera.
Facebook, creada en el 2004, es una plataforma social con una estructura compleja. Una de sus
características principales es la vigilancia como norma, a través de Inicio. Sumado a esto, la interac-
ción entre los usuarios es opcional (Amador, 2014). Es por medio de ese Inicio por el que cada uno
de los usuarios ve lo que sus amigos suben, comparte, comentan, etc.
Este hecho se concretiza en la rastreabilidad de los usuarios, que radica en el hecho de que estos
publican todo sobre su vida diaria, formando un panóptico en cada nodo. Formando así, una red
vigilante de 115 millones de usuarios (Ibid). Así, se llega a la conclusión de que dichas plataformas
–redes sociales- representan, también, herramientas para vigilar a los usuarios, la explotación de
mano de obra gratuita con fines de lucro y una mayor corporativización de los espacios digitales
(De Zimmer, 2008; en Treré & Cargnelutti, 2014).
Otra de las configuraciones de la plataforma, es la imposibilidad de sostener un debate ordenado y
mantenido en el tiempo (Treré & Cargenlutti, 2014). Este hecho es importante, ya que no existen,
entonces, viabilidades concretas en cuanto a participación y consecuentemente organización o ac-
ción.
Por otra, parte, y de ahí la importancia de esta red social, es que América Latina es el mejor mercado
para el desarrollo de Facebook. De este subcontinente, además, la Ciudad de México es una de las 10
ciudades con mayor número de usuarios en el mundo.
Otras de las posibilidades, que ha generado la web 2.0, han sido los portales alternativos de interac-
ción. Portales como Animal político, el 5antuario, Regeneración, Redgeneración o El blog del narco,
entre otros, son alternativas que permiten salir del duopolio televisivo para el acceso a la informa-
ción. Además de propiciar la posibilidad de comentar las notas –usualmente bajo la plataforma de
Facebook- , e incluso aportar información a los portales. Por ejemplo, el 5antuario trabajaba a través
de un colectivo de internautas quienes subían información a dicho blog5.

5 Ruy 5algado o el 5anto, en el 2012, administrador de dicho blog, y quien compartía videos
en YouTube sobre la información publicada, subió a dicho portal un video en el que hacía refer-
encia a amenazas por parte del Estado. Al no saber nada sobre él, se comenzó con una pequeña
campaña bajo la pregunta ¿Dónde está Ruy 5algado? Se detuvo la actividad en el portal y surgió
el blog de Regeneración, para darle continuidad al proyecto. Después de un tiempo, se borraron
todos los videos del canal de YouTube del 5antuario, menos en aquel en el que Ruy denunciaba las
amenazas, al mismo tiempo se subió un video –que únicamente tiene audio- de cerca de 3 horas,
en el que afirma que fue detenido. A su regreso, dio por terminada la función de El 5antuario.

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Partiendo de estas nuevas posibilidades dadas por dichas plataformas, los movimientos sociales –
especialmente los estudiantiles- han hecho uso de éstos en la actualidad. El 2011, por ejemplo, fue
un año marcado por movimientos sociales y protestas, caracterizadas por formas de movilización
y de acción que otorgan un lugar fundamental a las tecnologías digitales y a las redes sociales (Treré
& Cargnelutti, 2014).En México, por ejemplo, el movimiento paradigmático en el uso de las plata-
formas que ofrece la web 2.0, fue el movimiento #YoSoy132, que se analizará más adelante.
Sin embargo, el activismo a través de las redes sociales posee un carácter ambivalente (Ibid). Por
un lado se defiende la facilidad de participación de individuos con limitada experiencia política
a través de amigos, lo cual genera una conciencia compartida entre los activistas que entienden la
situación en la que viven, y así, hacer que otros en la lucha tengan estímulos para hacer lo mismo.
Además, se fortalece la movilización al observar a otros que se suman a la protesta, la cual aumenta
la percepción de que será un éxito (Ibid). Por último, se reducen las barreras al participar, y ayudan
a organizar aspectos prácticos de las acciones. Del otro lado existen los riesgos del click-activismo en
el que se defiende la postura de que a través de las redes sociales únicamente se da apoyo por medio
de likes o de compartir información, disminuyendo así, la participación real en las movilizaciones
(Ibid).
Por otra parte, aparecen caracteres aparentemente antagónicos entre las características propias de
los movimientos sociales y la lógica de las redes sociales. Estas últimas se basan en la acción indivi-
dual, por lo cual entra en conflicto con la conformación de una identidad colectiva, además, pueden
desafiar, en vez de ayudar, a la capacidad creadora colectiva de los movimientos, la cual surge a su
vez de dicha identidad colectiva (Ibid).
Esto se confirma, con los obstáculos ya mencionados para lograr la formación de un debate orga-
nizado, esto impide la participación coherente que se materialice en la acción y organización de los
movimientos. Por otro lado y debido al carácter mismo de las movilizaciones, éstas son propensas
a una vigilancia más intensa que en movimientos anteriores o que no le den predominancia a las
redes sociales.
La web 2.0 aumenta las posibilidades de los procesos comunicativos, sin embargo, no implican una
inherente participación de los activistas en estas plataformas. Algunos le dan uso lineal (lógica de
web 1.0), es decir, como simple medio de información (Ibid: 187). Esto ocurre, a su vez, por un di-
lema al que se enfrentan las organizaciones, entre el deseo de mantener el control de los mensajes
y la dinámica general de descentralización de la comunicación por internet. Como resultado, los
movimientos suelen dejar de lado los aspectos más interactivos de la tecnología en pro de las ac-

Actualmente, dicho portal ha reiniciado desde Japón.

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ciones offline (Ibid).


Sumado a lo anterior, se tiene la accesibilidad misma a la web. Si bien en México el número de
viviendas con computadoras ha aumentado significativamente, según datos del INEGI, en el 2010
solo el 29.4% de los hogares poseía uno. Esto permite decir que los movimientos estudiantiles en
México suelen realizarse desde una doble élite dentro de los jóvenes. Por un lado se tiene a la élite
que puede cursar la Universidad, y por otro lado –aunque con las prácticas escolares se vuelve cada
vez más inherente- el acceso a computadoras. Tomando en cuenta que estos jóvenes procederán a
ocupar puestos de altos niveles en organizaciones, instancias gubernamentales, económicas, etc., y
que muchos de estos líderes obtienen sus primeras experiencias en los movimientos estudiantiles,
es importante estudiar éstos.
CONTEXTO
Partiendo de la premisa de que los movimientos sociales parten de coyunturas, es necesario cono-
cer las condiciones en las que se dieron dichos rompimientos. Por esto, y aprovechando el breve
lapso de tiempo a estudiar, se hará un breve bosquejo de las condiciones contextuales en las que
sucedieron. La relevancia de las políticas neoliberales y la alternancia política son sumamente im-
portantes en el desarrollo de los movimientos.
Contexto económico.
El cambio de modelo económico del Estado benefactor al neoliberalismo comenzó desde la década
de 1960. Este cambio inició con la llamada reconversión industrial, ésta
Tenía como objetivos (…) trasladar a los países periféricos todas aquellas empresas manufactureras
que, por sus características distintivas de uso intensivo de mano de obra, altos niveles de contamina-
ción y grandes requerimientos de materias primas, eran más rentables, con su traslado en la obten-
ción de ganancias (García, et al., 2008: 36).
Al concretarse esta reconversión industrial, y posterior de los experimentos en Chile y Argentina
(con las dictaduras de Pinochet y Videla respectivamente), las medidas neoliberales se implantaron
en los principales países anglosajones, E.U.A e Inglaterra. A partir de las administraciones de Mar-
garet Thatcher y Ronald Reagan, se buscó una reorganización ideológica en pro del neoliberalismo
a nivel mundial. Basándose en la premisa anglosajona de que “no puede existir democracia sin
capitalismo”, se estableció una firme voluntad internacionalista, a partir de una “expansión mundial
del proyecto de capitalismo democrático en clave neoliberal” (Fair, 2008: 4).
Después de la implementación de las recetas neoliberales en estos países, y a la crisis económica
mundial, se crearon organismos internacionales que se encargaron de aplicar dicha voluntad inter-
nacionalista. En América Latina, por ejemplo, y debido al endeudamiento de los países latinoame-
ricanos por la crisis, estos pidieron prestado a organismos internacionales como el FMI, los cuales

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exigieron la implementación de medidas para acceder a fondos. Dentro de estas medidas se en-
cuentra la estabilidad macroeconómica a través de la reorganización del Estado y la sociedad (Ibid).
La reorganización se realiza “a través de políticas de privatización de empresas estatales, desregula-
rización de mercados internos, apertura radical de economías al capital transnacional y construc-
ción del gasto público social” (De Ezcurra, 1998; en Fair, 2008: 4). Posteriormente, la teoría neoli-
beral comienza a llamarse globalización, este último aspecto se ve como un proceso inevitable en
el discurso, y exige el complimiento de reglas para formar parte de él. Si los países pobres aprueban
y aplican las receta neoliberal, habrá una llegada masiva de capitales. “Esto permitiría a sus países
insertarse en el mundo; acceder al crecimiento de sus economías y mediante un efecto ‘derrame’
basado en la ‘mano invisible’ del mercado, generar un ‘desarrollo sustentable’ que se distribuirá a
todos los habitantes del planeta” (Fair, 2008: 4).
Este efecto de derrame ha sido el principal sustento del neoliberalismo, foco de muchos discursos
en los que no deja de proclamarse que la riqueza, eventualmente, llegará a todas las clases sociales.
El principal contratiempo de dicha teoría, y siguiendo la analogía de una pirámide de copas en las
que se vierte líquido, es que, aún en la actualidad, las primeras copas en las que se vierte tal, no han
encontrado el punto en el que están llenas, razón por la cual, el efecto derrame no se concreta.
Esta globalización, es una fase de acelerada transición en la sociedad humana, caracterizada, en
el mercado por una directriz reguladora internacional (Serbín, 1997). A pesar de ser llamada así,
Bautista (2008), afirma que la globalización en la que vivimos, es la tercera que ha sucedido, y los
factores que la caracterizan son:
- Papel de las nuevas tecnologías.
- Aparición de empresas globales.
- Mayor internacionalización de los mercados financieros.
- Desregulación en países miembros de OCDE.
- Incremento de comercio intraindustrial.
- Apertura de países ajenos a la OCDE.
- Nuevos tipos de organización flexible de producción.
(De Armando Kuri, 2003; en Bautista, 2008).
La globalización es (…) la mundialización de lo peor (…). No supone una homogeneización en el
acceso a la tecnología o al mundo globalizado sino la influencia de un pequeño número de naciones
dominantes sobre el conjunto de mercados financieros nacionales. Bajo ésta palabra se esconde una
política que pretende universalizar los intereses particulares y la tradición política y económica de
las potencias dominantes, especialmente la de E.E.U.U. y extender un modelo económico y cultural
que favorece exclusivamente a dichas potencias y que aparece como deber ser, como norma a lo que
adherirse o resignarse (Álvarez, 2005: 123).

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Así, bajo un discurso de paridad de oportunidades entre las naciones, y los grupos sociales al inte-
rior de éstas, se encuentra con países globalizadores y globalizados, donde los primeros imponen
una hegemonía en los segundos (Bautista, 2008). Por su parte, el mismo autor reconoce las caracte-
rísticas de la política económica neoliberal, las cuales son un Estado mínimo; el mercado como una
alternativa preferente al Estado; la asignación y utilización de recursos, según precios de mercados
que deben ser parecidos a precios internacionales, y; una política nacional en la cual los problemas
económicos internos y fronteras nacionales no deben actuar como obstáculos.
Estos últimos son las características que aplican los Estados que ingresan al panorama neoliberal
internacional, sin embargo, en ese panorama existen reglas internacionales, en las cuales se desdi-
bujan las fronteras de los países y se rigen bajo el dominio de los organismos financieros internacio-
nales. Dentro de estas reglas se encuentran una menor injerencia estatal en la economía, una libre
política cambiara, una desregulación y libertad de mercado, la supresión de las barreras proteccio-
nistas, el recorte por parte de los Estados en el gasto social, la privatización de empresas públicas,
liberalización de telecomunicaciones, el aumento de flujos de capital y la apertura de fronteras a
la competencia internacional (Ibid). La implementación de estas medidas, en pro del acceso a los
recursos que otorgan organismos como el FMI, el BM, o la OMC, se realizan en desigualdad de
condiciones entre los países participantes.
México en el neoliberalismo.
La entrada formal de México en el neoliberalismo sucedió en la década de 1980, bajo el mandato
presidencial de Miguel de la Madrid. Partió de la incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), afiliado a la Organización Mundial de Comercio. Posteriormente,
y debido a la deuda que México tenía hacia E.U.A., obtuvo financiamiento a través de organismos
internacionales (FMI y BM), los cuales hicieron que el país firmara cartas de intención, en las que
México se comprometía a continuar con las políticas neoliberales (Méndez, 1998).
Dentro de estas cartas de intención, los gobiernos que aceptaban las recetas de los organismos fi-
nancieros internacionales se comprometían impulsar las reformas necesarias para ser compatibles
con el modelo neoliberal. Sin embargo “la aplicación del modelo neoliberal en México no ha per-
mitido que el desarrollo socioeconómico del país se traduzca en mejores condiciones de vida para
un mayor número de mexicanos” (Ibid: 71). Esto se debe a que “la política económica neoliberal
mexicana es: centralizada, incompleta, injusta y depende en exceso del capital extranjero” (Ibid: 67).
La aplicación de las medidas contenidas en las cartas de intención, aceptadas por los gobiernos
mexicanos, han generado descontento entre el ancho de la población. Esto se debe a que las pro-
mesas dichas en los discursos –por ejemplo la analogía del derrame- no se han cumplido. Dentro

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de estas promesas, a nivel mundial, se encuentra el discurso de un cambio por la democracia, sin
embargo, esta última no ha demostrado que es posible mejorar el nivel de vida de los ciudadanos,
debido al Estado débil imperante. Este último se limita a los procesos electorales, no logra garanti-
zar los derechos políticos, y parte del neoliberalismo (Parejo, 2010).
Por otra parte, la apertura de los mercados –consecuencia del neoliberalismo- ha tenido como
consecuencia que más de la mitad de la población subsista de actividades de carácter informal, lo
cual le da importancia a los movimientos sociales en el medio urbano popular (Ortega, 2010). Esto
es consecuencia, a su vez, de que ahora los precios no compiten a nivel nacional –que ya de por sí
encontraba desigualdad de condiciones- sino a nivel internacional. Es decir, ahora un productor
local debe competir con productores de todo el mundo, y adaptar sus precios –tomando en cuenta
las condiciones en las que produce- a ella.
Las empresas transnacionales, nuevos monstruos que respaldados en las medidas neoliberales bus-
can su expansión, compiten contra los pequeños productores locales. Así, el libre mercado interna-
cional –consecuencia del neoliberalismo- busca despojar a los campesinos de sus tierras, a través de
argumentos como que los campesinos destruyen la naturaleza, y la búsqueda de eficacia de cultivos
(Barkin, 1998).
Un ejemplo de esto es Tabasco en la década de 1980, donde “el estado no estaba bien preparado para
el desplome de las barreas arancelarias en la década de 1980, que llevó a sus productos a competir
con artículos menos costosos provenientes del norte del Río Bravo” (Grayson, 2006: 20). Y casos
como este se encuentran en gran parte del país, con consecuencias diversas. El caso paradigmático
del levantamiento zapatista en Chiapas es el más significativo.
Impacto en la educación superior.
El impacto que ha tenido el neoliberalismo en las condiciones laborales ha llegado hasta la Uni-
versidad. Corolario de esto es un remplazo gradual de los profesores a tiempo completo por con-
diciones de tiempo parcial, flexibilizados, ante un trabajo precario, y sin seguridad laboral (Ortega,
2010).
Sin embargo, además de las condiciones laborales, la Universidad como institución educativa de
nivel superior está bajo la mira del neoliberalismo. “El neoliberalismo, a través de las políticas edu-
cativas que propugnan los organismos globales, no piden reformas; exige un cambio a fondo, lo que
pone en crisis a la escuela actual” (De García et al., 2008: 44-45). El interés de este cambio radica,
sin embargo, en la educación superior, ya que no hay mucho interés en la educación básica, además
de homogeneizar sus contenidos. “La educación en el nivel básico nunca constituirá un mercado
rentable, pues no representa una oportunidad económica” (De Gerard, 2003; en Ibid: 45).
En el plano global actual, y las crecientes innovaciones científicas y tecnológicas han hecho del co-

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nocimiento una mercancía. La sociedad del conocimiento


(…) surge de la traslación del conocimiento de riqueza basado en el control y manejo de los medios
de producción materiales, tal como en su momento fueron las materias primas, al desarrollo de
una sociedad educada con un alto índice de conocimientos aplicativos, es decir un capital humano
pensante (Ibid: 38-39).
Se tiene entonces a la Universidad, como la institución dotadora de esa nueva mercancía, y el Es-
tado como formador de la institución. La educación pública, en particular, está ante la ideología de
grupos hegemónicos, para ellos “el papel fundamental de la enseñanza es dotar a los estudiantes
de los conocimientos necesarios para competir en un mundo marcado por un cambio constante”
(De Apple, 2002: 19; en Ibid: 44). Por otra parte, ante esta ideología, el perfil del docente debe ser
de calidad internacional, dejando de lado las particularidades regionales; estos docentes, además de
enseñar, deben producir conocimiento e investigar (Ibid).
Las demandas que hacen los organismos internacionales a la educación de los países que están in-
mersos en el panorama neoliberal se dividen en generales y particulares (Ibid):
- En lo general
o La educación no es un bien común, por lo tanto, debe comercializarse.
o Que se ajuste a estándares globales, establecidos (acreditación de carreras).
o Que se generen institutos o centros de investigación, que junto con la industria, ge-
neren conocimientos nuevos, susceptibles de ser vendidos y patentados.
o Crecimiento de desarrollo basado en necesidades del sector productivo.
o Que compitan con otras instituciones por beneficios: Recursos, etc.
- En lo particular.
o Que genere un hombre de acuerdo a las necesidades de la sociedad del conocimien-
to.
o Olvidar humanidades y artes, concentrándose en generar personas que ingresen rá-
pidamente en la producción.
o Personas con habilidades que le permitan ser competitivo pero no tantas que las
convierta en un riesgo.
Cabe aquí la aclaración de la diferencia entre lo dicho en este apartado con la tesis de la universi-
dad-fábrica anteriormente mencionada que predominaba durante la década de 1970. En esta últi-
ma, los estudiantes se veían así mismos como una facción del movimiento obrero, delegando así a
los demás sectores de las clases explotadas (De la Garza et al., 2014), sin embargo, en la actualidad
son los estudiantes mismos la mercancía a tratar, tomada como capital humano para el desarrollo
de los intereses del proyecto neoliberal.

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Ortega (2010), pone como ejemplo de esto la página web del colectivo Edufactory, a través de la
cual se le da la centralidad a los movimientos estudiantiles en los movimientos sociales. Ya que
estos refutan el papel de la Universidad como factoría, que proporciona un servicio ante un ca-
pitalismo cognitivo. Sino que le otorgan a la Universidad un papel central en la disputa política,
orientando sus subjetividades a la composición política de clase “categoría analítica que daría cuenta
de la correlación de fuerzas en el campo de disputas políticas por las subjetividades” (Ibid: 139). Es
en este campo en el que tienen un papel central tanto los intelectuales como los estudiantes. Las
universidades deben proveer de alternativas del neoliberalismo. Su papel en la globalización es el
de formadoras de capital humano, un discurso parecido al nazi y que es una visión respaldad por el
Banco Mundial (Ávila-fuentemayor, 2005).

Así, se ponen de relieve las consecuencias del neoliberalismo en las universidades públicas, y con-
secuentemente, de los estudiantes. Por un lado, se tiene el cambio de fondo de las universidades,
dirigiendo los estudios de las mismas en base a las demandas del mercado –tomando como éstas los
conocimientos que necesita-. Por otro lado, y debido a las modificaciones en cuestionas laborales,
los jóvenes se encuentran ante la incertidumbre de qué sucederá en el momento en el que terminen
sus estudios universitarios.
A su vez, como consecuencia de esto, se obtiene un abandono escolar, lo cual se debe a la necesidad
de mano de obra y a la imposibilidad de pagar lo estudios de los jóvenes (Bautista, 2008). Por otro
lado, quienes continúan con sus estudios, y al ver el panorama en el que se encuentran, prologan
sus estudios, provocando una masificación de posgraduados. Tomando el conocimiento como mer-
cancía, y poniendo a éste en las leyes del mercado, el aumento de posgraduados genera, a su vez,
mayor incertidumbre laboral. Esto mantiene una permanente desconfianza e inconformidad entre
una gran parte de los estudiantes universitarios.
Contexto sociopolítico.
Si bien, la aplicación de las medidas neoliberales por el Estado mexicano han tenido grandes re-
percusiones sociales y ha generado elementos que han afectado a la educación universitaria y a la
seguridad laboral –lo cual proporciona condiciones para el desarrollo de los movimientos estu-
diantiles-, las condiciones políticas y sociales también aporta condiciones. Una de las formas de
comprobar esto, desde el ámbito político es que cuatro de los movimientos a estudiar ocurren pre-
vios a elecciones presidenciales (UNAM 1999, APPO, La Otra Campaña y #YoSoy132).
Alternancia política.
Uno de los sucesos más importantes sucedidos en el inicio del siglo –y milenio- fue el fin de la he-
gemonía del PRI. Después de más de 70 años de mantener la presidencia, un partido de oposición

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llegó al poder.
(El régimen priísta) podría calificarse de esencialmente autoritario pero relativamente flexible y
‘benigno’, pues para ejercer y mantener su dominación recurrió en mayor medida que otros autori-
tarismos a la institucionalidad política (formalmente democrática aunque autoritaria en la práctica)
y en mucho menor grado a la represión directa (Crespo, 2000: 35).
Llegó el fin de lo que Mario Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta” (El país, 1990). El preludio
ocurrido a partir de la crisis económica de 1982, la ruptura del PRI en 1987, que provocó el fortale-
cimiento de la oposición (Crespo, 2000). El fin del partido oficial que se fortaleció tras la ineficacia
mostrada por el gobierno en el terremoto de 1985 y las ilegítimas elecciones presidenciales, cuando
se cayó el sistema. Fue en estas últimas cuando el próximo Vicente Fox protestó contra el fraude
presidencial y de gubernatura que le afectó.
Junto con otros panistas acompañó a representantes del Frente Democrático Nacional, incluyendo
a Cuauhtémoc Cárdenas, a los sótanos de la Cámara de Diputados para abrir personalmente los
paquetes electorales, y con ellos encaró a los soldados que resguardaba las boletas. De éstos dijo Fox
que ‘se encontraban allí no para defender a la nación, sino al sistema y al Presidente de la Repúbli-
ca’. En su campaña electoral para gobernar Guanajuato fue víctima de un fraude electoral priísta y
enfrentó este hecho con una importante resistencia civil, con multitudinarias movilizaciones y un
intento de huelga de hambre. Como parlamentario, Fox enfrentó a Salinas en varios aspectos, llegan-
do incluso a colocarse en sus orejas unas hojas de papel en franca burla al Presidente de la República
(Martínez, 2002: 249).
La importancia de la alternancia política, y del presentido fin del PRI en la presidencia fue una co-
yuntura importante en los movimientos sociales de la época. Como se verá, la huelga de la UNAM
en 1999 tuvo algunos rasgos electorales, en vísperas de las elecciones presidenciales.
Desilusión panista.
Al llegar a la presidencia, Fox intentó un rompimiento con los presidentes anteriores. Utilizó lo
que Allier (2009) llama memoria del elogio, la cual consiste en recordar los aspectos positivos de las
movilizaciones. En base a este uso de la memoria, Fox no dejó de mencionar que su presidencia,
fue el corolario del periodo democrático en México, iniciadas en 1968. En base a esto se dedicó a la
búsqueda de los culpables de los crímenes de Estado realizados en los gobiernos priístas.
Así, en la administración foxista, se creó Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del
Pasado (FEMOSPP). Esta Fiscalía, generó acusaciones por genocidio, a una serie de funcionarios,
entre los que destaca Luis Echeverría, por los sucesos ocurridos el 2 de octubre de 1968 y el 10 de
junio de 1971. La Fiscalía, sin embargo, terminó sus funciones en el 2007, sin ninguna sentencia
condenatoria (Ibid).
Este hecho mostró –como lo haría a lo largo de su mandato- que si bien se condenaban las accio-

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nes de los gobiernos priístas, la nueva administración no haría nada para juzgar los actos. Así, la
administración panista, si bien de otro color, no cambió y continúo con los proyectos neoliberales
iniciados por el anterior “partido oficial”.
Desafuero de López Obrador.
Una de las cosas que caracterizó al sexenio de Vicente Fox fue el incremento del número de or-
ganizaciones de la sociedad civil. Una de las más relevantes, para el objeto de estudio del presente
trabajo, fue la movilización ocasionada por el proceso de desafuero del entonces jefe de gobierno
Andrés Manuel López Obrador. La proximidad de las elecciones presidenciales del 2006 fue un
factor importante en el desarrollo de este movimiento.
Este proceso de desafuero comenzó con una serie de escándalos a funcionarios del D.F. Eso co-
menzó en el 2004, cuando el secretario de finanzas de López Obrador, Gustavo Ponce Meléndez fue
filmado en un lujoso casino de Las Vegas, mientras derrochaba una gran cantidad de dólares en una
mesa de juego (Grayson, 2006).
Sumado a lo anterior, en un programa en vivo de Víctor López Trujillo, éste transmitió videos en
los que René Bejarano Martínez –principal operador político de AMLO cuando este último era jefe
de gobierno- metía miles de dólares en su portafolio y bolsillos. “Este dinero era entregado por un
sombrío empresario argentino que tenía vínculos cercanos con personajes importantes del Partido
de la Revolución Democrática (PRD) de López Obrador” (Ibid: 9).
Posteriormente, se presentó una demanda con el motivo de la expropiación de terrenos en Santa
Fe. Aparentemente hubo una orden para la suspensión de las obras, sin embargo, se continuó con
la construcción, lo cual, motivó que se culpara al entonces Jefe de Gobierno, y posteriormente la
petición de desafuero para poder juzgar a AMLO.
El 2004, después de un regateo legal, los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
cerraron filas con sus contrapartes del Partido Acción Nacional (PAN) (…). Gracias a esta alianza, la
Cámara de Diputados, con 360 votos a favor y 127 en contra, aprobó el desafuero –el término formal
para despojar al jefe de gobierno de su protección legal. La estridente protesta nacional y extranjera
en contra de esta insigne maniobra obligó al primer mandatario a capitulas y reconocer el derecho
de López Obrador a aspirar al puesto más alta del país (Ibid: 9).
Posteriormente, el 29 de agosto de 2004, tuvo lugar una marcha en contra del proceso de desafuero
que sufría López Obrador. Entre los asistentes a la marcha se encontraban los diversos sectores
favorecidos por las políticas implementadas por el jefe de gobierno: ciudadanos de edad avanzada,
conjuntos musicales de ciegos, madres solteras, becarios que provenían de colonias pobres, alum-
nos de escuelas preparatorias creadas, alumnos de la UACM, líderes de organizaciones laborales,
integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el Sindicato Único de Trabajadores de la
Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) y organizaciones vecinales (Ibid: 16-17).

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En dicha marcha, además, López Obrador aprovechó para lanzar su candidatura a la presidencia
de la república.
Al término de la marcha –en la que se estimaron más de medio millón de personas- AMLO dio
a conocer su proyecto alternativo de nación, el cual consiste en 20 puntos. Todo lo expresó en un
discurso que duró alrededor de 50 minutos. Aludiendo también a las elecciones de 2006 afirmó:
“Sea quien sea el candidato a la Presidencia para 2006, debemos tener un proyecto para transformar
México” (La Jornada: 2004).
En medio de ataques a las clases beneficiadas por los procesos neoliberales, explicó brevemente los
20 postulados que comprenden su proyecto alternativo de nación:
1. Recuperar lo mejor de la historia.
2. El nuevo proyecto de nación.
3. Potenciar el sector energético.
4. Vías para reactivar la economía.
5. Al rescate del campo.
6. Pagar la deuda con los indígenas.
7. Medidas en favor de la justicia social.
8. La reforma laboral que se necesita.
9. Las claves de la educación pública.
10. Inversión en la cultura.
11. No al autoritarismo.
12. Los espacios del Ejército.
13. EL combate a la delincuencia.
14. Política exterior apegada a principios.
15. Relación de respeto con EU.
16. Política de austeridad a todo nivel.
17. Lucha contra la corrupción.
18. Cancelar privilegios fiscales.
19. Transparentar el caso Fobaproa.
20. Un nuevo pacto social.
La asistencia a la marcha, según afirmaron los asistentes llenaron tres veces el Zócalo a su máxima
capacidad. A las 10:00 a.m. llegaron 300 autobuses, de los cuales bajaron 12 mil tabasqueños, listos
para asistir a la marcha. Se escucharon, además, consignas con tintes bélicos: “Si hay desafuero ha-
brá guerra: no nos vamos a dejar ni nos vamos a rajar”. Sumado a esto, se leían playeras que decían
“Guerra quieren, guerra tendrán” (Áviles, 2004).

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La marcha tuvo grandes características proselitistas, había “playeras, pegotes, encendedores, globos,
banderas, placas alusivas, paliacates y hasta ropa para perro, todos de color amarillo y negro, se
vendieron al por mayor durante la marcha en contra del desafuero” (Salgado & Gómez, 2014)”. Los
productos fueron elaborados por los comités distritales del PRD, y algunos, por iniciativa propia de
los vendedores ambulantes.
Posteriormente “el 24 de abril de 2005, más de un millón de partidarios participaron en una ‘marcha
del silencio’ para protestar por el desafuero” (Grayson, 2006: 18). Esta marcha también estuvo pla-
gada de proselitismo. A pesar de la diferencia de datos de asistentes, al término de la protesta López
Obrador propuso el regreso al Estado de bienestar y pidió el compromiso de la gente en 3 puntos
principales (Bolaños, 2005):
1. Convencer a más gente hasta lograr la transformación política, social, económica y cultural
“que nos hemos propuesto”.
2. Evitar la provocación y orientar todas las acciones del movimiento de resistencia civil por
la vía pacífica.
3. Seguir defendiendo el derecho del pueblo a elegir libremente a sus gobernantes.
En el mismo discurso, afirmó que se ofreció una fianza por 2 mil pesos, no pedida por él. Además
de la afirmación de que es un ataque contra la democracia, ya que se intenta impedir que él se pon-
ga en las boletas electorales. Dentro del discurso habló también de que se tiene que aprovechar la
globalización, no padecerla, recordó su proyecto alternativo de nación. Finalmente afirmó que al día
siguiente regresaría a sus funciones de Jefe de Gobierno (Ibid).
Esta marcha del silencio tuvo repercusiones a nivel nacional y estatal. Se realizaron protestas en
Veracruz, Chiapas, Baja California, Sonora, Sinaloa, Yucatán, Tamaulipas y Monterrey (La Jornada:
2005). A nivel internacional, principalmente en ciudades europeas, fueron lideradas principalmen-
te por estudiantes, en su mayoría estudiantes de posgrado en las universidades más prestigiosas
del mundo. Los mismos, elaboraron una carta de denuncia, la cual planean entregar a todos los
gobiernos posibles y al Parlamento Europeo. En la carta se afirma que si bien no se está a favor de
AMLO, se defiende la democracia y se ve como un impedimento para el correcto desarrollo de la
misma, el desafuero del candidato (Tejeda, 2005). En Barcelona, por ejemplo, José Saramago dirigió
la protesta (Ibid).
López Obrador abrió 15 preparatorias gratuitas. Además, abrió la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México (UACM) en la delegación Iztapalapa. “La orientación a favor de López Obrador
de casi todos los 840 profesores, así como los antecedentes sociales de los alumnos sugieren que los
graduados de la UACM serán los partidarios leales del Peje en su lucha contra la élite” (Grayson,
2006: 204). Entonces, se tiene que los estudiantes beneficiarios de las escuelas que abrió durante su

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administración López Obrador, fueron elementos que participaron activamente en las movilizacio-
nes.
Crisis electoral 2006.
Una de las razones por las que se detuvo el proceso de desafuero fue que las protestas a nivel nacio-
nal –e incluso a nivel internacional- incrementaban la popularidad del candidato por el PRD (Ibid).
La gran popularidad de dicho personaje tuvo como repercusión unas elecciones presidenciales
controversiales.
Con el triunfo del candidato de Acción Nacional, López Obrador y su equipo protestaron por un
presunto fraude electoral. “¡Voto por voto, casilla por casilla! Fue la consigna escuchada en el tiem-
po posterior a las elecciones. Incluso se realizó un plantón en el Zócalo de la capital del país, AMLO
se autoproclamó presidente legítimo de la nación, e incluso se realizó una película en la cual, se
denunciaba –y demostraba- el fraude electoral.
Ante esta falta de legitimación, el primer acto de gobierno que realizó Felipe Calderón –un nuevo
presidente del país- fue declarar la guerra al narcotráfico. Así, se sacó al ejército de los cuarteles
hacia las poblaciones con mayor índice de violencia del narcotráfico del país. El resultado fue, en
efecto, una guerra, enfrentamientos armados, una carrera armamentista y muertes de civiles.
Regreso del priísmo.
Ante un panorama de guerra civil imperante en gran parte del país, las elecciones presidenciales del
2012, suponían un nuevo reto para la población. La ineficacia de los gobiernos panistas fueron un
factor importante en los resultados de la misma, dándole el triunfo al PRI.
El candidato vencedor, Enrique Peña Nieto, aún después de toda una campaña de desprestigio ganó
las elecciones presidenciales. Desde la toma de protesta, realizada el primero de diciembre de 2012,
blindando San Lázaro y con enfrentamientos entre protestantes y fuerzas de seguridad, Peña Nieto
impulsó un paquete de reformas estructurales. Formó el Pacto por México en el cual se incluían las
tres principales fuerzas políticas del país (PRI, PAN, PRD). Bajo el manto de este pacto, se aproba-
ron rápidamente dichas reformas, las cuales tenían un claro contenido neoliberal.
HUELGA DE LA UNAM 1999.
Los movimientos estudiantiles de la década de 1990, representa una transición entre los movimien-
tos tradicionales y los movimientos que adoptan las demandas propias del nuevo milenio (Aranda,
2000). El conflicto de la UNAM ocurrido en 1999 implicó rasgos propios del neoliberalismo, su-
mados a la influencia del sistema político mexicano, debido a las elecciones presidenciales que se
esperaban, las cuales tendrían como resultado el final de la hegemonía del PRI.
Dentro del contexto social, se tenía el crecimiento de la población urbana, la masificación de la
educación superior pública, y el sismo de 1985. En este último se mostró una población más plural

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y actuante, frente a la incompetencia del gobierno federal y local para actuar ante los damnificados.
Sumado a esto, las condiciones sociales de pobreza, delincuencia, etc., comenzaba a terminar con la
hegemonía del partido oficial (Dorantes, 2004).
La huelga de la UNAM de 1999, ha sido la más larga de la historia, con una duración de 10 meses.
Los inicios de esa huelga se haya en las medidas neoliberales ya descritas con anterioridad. El rec-
tor Francisco Barnés presentó un documento, llamado Universidad responsable, sociedad solidaria
(Ocampo & Ríos, 1999). En dicho documento, el rector pone de manifiesto la necesidad –derivada
de la autonomía de la Universidad- de una autofinanciación de la universidad por parte de los es-
tudiantes, aumentando el precio simbólico de las cuotas. Este incremento de cuotas se realizó aún
después de las experiencias pasadas. “Existían numerosos precedentes históricos que alertaban
sobre el riesgo [de] aumentar las colegiaturas ya que la mayoría de los intentos de reformar el regla-
mento correspondiente había derivado en conflictos estudiantiles” (Dorantes, 2004: 153).
La imposición del rector, fue tomada por los estudiantes como un agravio a sus derechos. Esto se
justifica por dos razones principales, por una parte se tiene lo dicho anteriormente, y por otro, el
discurso acerca de la gratuidad de la educación pública, en la cual se incluye la Universidad pública
(Ibid).
Existen nueve momentos para generar una reflexión a lo largo del movimiento (Rodiles, 2004).
1. Febrero-marzo. Intento de diálogo por parte de los alumnos con autoridades, negativa de
éstas. Movilización de estudiantes por posibilidad de aprobación del Reglamento General de Pagos,
los grupos estudiantiles CEU y REU se opusieron al nuevo reglamento. Los estudiantes plantean un
primer pliego petitorio en el que se incluyen cuatro demandas principales: 1) el regreso del pase au-
tomático a la licenciatura; b) la desaparición del examen único de ingreso al bachillerato; c) Que no
se imponga el examen único de egreso, y; d) la derogación de las reformas al Reglamento General
de Pagos (Ocampo & Ríos, 1999).
2. 16 de marzo-20 de abril. Aprobación del nuevo Reglamento General de Pagos, continúa la
negativa al diálogo por parte de las autoridades. Finalmente, estalla la huelga, y a partir de las orga-
nizaciones estudiantiles preexistentes, se forma el Consejo General de Huelga.
3. Mayo-junio. Se aprueban los cuatro puntos del pliego petitorio de alumnos. Se presenta,
además, el apoyo de otros sectores de la sociedad. Dentro de estos sectores se hayan muestras de
apoyo –incluso en asistencia a las marchas- se realizan por parte de los maestros de la Coordinado-
ra Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de los estudiantes y trabajadores del Institu-
to Politécnico Nacional, de Chapingo, de la Universidad Pedagógica Nacional, la Escuela Nacional
de Antropología e Historia, electricistas e incuso el Colegio de Bachilleres (Ortiz, 1999).
4. Radicalización del CGH. El CGH, organismo que reúne a las distintas organizaciones estu-

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diantiles cae en manos de los ultras, miembros radicales, pertenecientes al BUI. En esta etapa del
movimiento no existen las condiciones para que se realice un reencuentro entre los estudiantes
disidentes y las autoridades universitarias.
5. Julio. El presidente Zedillo incentiva al CGH a devolver las instalaciones. El organismo es-
tudiantil, denuncia un posible desalojo violento.
6. Agosto-septiembre. El CGH boicotea los trámites de inscripción. Se produce un enfrenta-
miento, en el cual chocan los estudiantes, saldo rojo. Se produce así, una división en el seno del
Consejo. Por un lado los moderados (organizaciones democráticas que son cercanas al PRD) y por
el otro los ultras.
7. Octubre-noviembre. Existe una divergencia entre las medidas a tomar por los estudiantes
por un lado las posturas a favor, y por el otro, en contra. Durante este periodo se empantanan las
negociaciones entre autoridades y disidentes.
8. CGH rechaza la propuesta del rector. Se logra la renuncia del rector Barnés y se elige a Ra-
món de la Fuente. Éste organiza un plebiscito en el que gana la postura del rector para culminar
con la huelga, esto ocasiona, sin embargo una división entre los integrantes del CGH y como con-
secuencia se entregan algunos planteles.
Al ser elegido como nuevo rector, De la Fuente reaccionó de dos maneras diferentes. Por un lado,
se mostró como un interlocutor con el CGH, ya que aceptó los seis puntos del y pliego petitorio y
ofreció la creación de un Consejo Resolutivo. Sin embargo, mientras hacía esto, se giraron órdenes
de aprehensión contra más de cien integrantes del movimiento. Esta forma de actuar recuerda a
la misma estrategia de Echeverría en los setenta, cuando ofrecía la apertura democrática hacia los
movimientos sociales –obreros, estudiantiles, etc.- mientras ejercía una represión selectiva para
desactivar, gradualmente las movilizaciones (De la Garza et al., 2014).
9. Febrero. Entrada de la PFP a la Universidad. Ocurre, así, una manifestación espontánea de
cientos de personas contra la entrada de la policía.
El corolario de las acciones de las autoridades universitarias, federales y del GD, el 7 de febrero a las 6:30
a.m. inició el operativo participaron: 2, 260 elementos de la PFP (Policía Federal preventiva) tomaron
CU, 70 ministerios públicos y 1,200 elementos de la SSP del DF apoyaron el operativo sin entrar en las
instalaciones de la UNAM, detienen a 632 estudiantes, los trasladaron a 17 autobuses de la PGR (Rodiles,
2014: 199).
El movimiento de la UNAM de 1999 no sobrepasó sus demandas universitarias –aumento de cuo-
tas estudiantiles detenido-, no se derramó en la sociedad civil (De la Garza, et al., 2014). La huelga
detuvo los planes privatizadores de la UNAM, sin embargo, no logró conformar al estudiantado
como actor político (Rodiles, 2014).

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Se pueden observar, entonces, características peculiares sobre este movimiento. En primer lugar,
como todos los movimientos sociales, con un coyuntura, la cual fue, en este caso, la aprobación de
las reformas al Reglamento General de Pagos, privatizadoras e impuestas. Así, el principal agravio
de los estudiantes fue, en una primera instancia, la falta de consulta hacia la comunidad universi-
taria.
Bajo la óptica de los Nuevos Movimientos Sociales, y aún con el impulso de que el movimiento de
1986-1987 había logrado detener las reformas del rector Carpizo, los estudiantes formaron uno.
Se luchaba contra la privatización de la escuela, una de las peticiones de la firma de tratados con
organismos financieros internacionales, y que era uno de los requisitos para la entrada del neoli-
beralismo a México. Así, se luchaba por un derecho constitucional, la gratuidad de la educación
impartida por el Estado.
Sin embargo, y a pesar de la lucha por derechos civiles –característica de los Nuevos Movimientos
Sociales-, también se encuentran rasgos propios de una movilización de recursos y del Enfoque de
Oportunidades Políticas. Los grupos con relaciones cercanas al PRD, así como los antiguos líderes
estudiantiles que se encontraban en las filas del Partido de la Revolución Democrática, ilustran este
carácter.
La importancia de este aspecto, radica en que los estudiantes son uno de los sectores que se conside-
ran como prioritarios dentro de las filas del partido de izauierda. Basta con recordar que eran uno
de los principales grupos considerados por Cárdenas. Por otra parte, la cercanía de las elecciones,
tanto presidenciales, como de jefe de gobierno del D.F. ilustran la importancia de tener buenas re-
laciones con el movimiento estudiantil para lograr simpatizantes, y así, votos.
En cuanto a la estructura del movimiento, la conformación del Consejo General de Huelga presenta
la unión de dos corrientes principales. Por un lado se tiene a los moderados, afines con el PRD, al-
gunos de los cuales militaban en sus filas, y los ultras, o megaultras¸ quienes eran la facción radical
del mismo.
El partidismo de los primeros, sumado a la intransigencia de los segundos por el diálogo, culmina-
ron en escisiones importantes al interior del órgano rector de los partistas. Los ataques mutuos, que
incluían, amenazas, agresiones, secuestros, descalificaciones, entre otros, lograron que al final, los
estudiantes se separaran por sus bandos, y le resto fuerza al movimiento.
Esta pérdida de fuerza entre los estudiantes, fue un factor importante en la toma de las instalaciones
por parte de elementos de la policía federal preventiva, violando, una vez más, la autonomía de la
universidad.
Se tiene entonces, que un conglomerado de grupos con diversas ideologías, y posturas, sobre la
actuación de un movimiento, generan escisiones en algún momento, dentro de la organización.

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La pérdida de cohesión entre los líderes culminó con la represión selectiva de los activistas más
notables, y con los obstáculos de acercarse a diversos sectores de la población para lograr un mayor
impacto.
La Otra Campaña
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional apareció el primer día del año 1994, el mismo día que
entraría en vigor el TLCAN. Esta movilización inauguró un nuevo ciclo de protesta anticapitalista,
posterior a la caída del muro de Berlín en 1989 (Aguirre, 2012).
Entre 1994 y 2005, su éxito político fue parcial. Ya que lograron sobrevivir y crearon estructuras
que, de facto, eran autónomas. Y obtuvieron también una gran admiración y un gran apoyo inter-
nacionales. Pero cuando marcharon hacia la Ciudad de México en 2001, tratando de conseguir que
el Parlamento mexicano reconociera formalmente esa autonomía de las comunidades indígenas, se
toparon con un muro, a pesar de la amplitud y el vigor de sus apoyos tanto dentro del propio México,
como en todo el mundo (Wallerstein, 2008: 232).
Ante estos obstáculos, se realizaron entre junio, julio, agosto y septiembre de 2005, una serie de re-
uniones que culminarían en la organización de La Otra Campaña. Iniciativa que se ha replanteado
con La Sexta y que continúa creciendo a lo largo del territorio nacional (Aguirre, 2013). En total
se realizaron seis reuniones, con distintos sectores de la población. Fue en la última a la que asis-
tieron organizaciones indígenas, magisteriales, estudiantiles, sociales, culturales y contraculturales
(Alonso, 2006).
La Otra Campaña, sintetiza la postura del neozapatismo de mirar desde y hacia abajo y a la izquier-
da:
(…) al mirar hacia abajo, la mirada neozapatista mira no para buscar la armonía sino el conflicto, no
los logros y conquistas sino las ruinas y los escombros que han dejado dichos logros, no la memoria
tersa y ordenada sino las contramemorias reprimidas, ahogadas, sofocadas y silenciadas, no la his-
toria lineal, pacífica y falsamente amable, sino la contrahistoria inestable y rasposa que irrumpe al
pasar el cepillo de la historia, a contrapelo de los hechos investigados (Aguirre, 2012: 54).
Mirada hacia la izquierda que permite hacer evidente el conflicto, la contradicción y el lado malo
de la realidad, que también deberá ser una mirada desde la izquierda, y por ende una mirada que
hace aflorar esa negatividad siempre presento en los hechos, fenómenos y procesos humanos, para
evidenciar también y potenciar conscientemente su dimensión transformadora (Ibid: 55).

Y frente a estas posturas ideológicas, se lanza La Otra Campaña, la cual tiene como principal obje-
tivos, la participación de toda la sociedad.
En un primer momento, La Otra Campaña es parte de una reorganización de los objetivos inme-
diatos de las comunidades zapatistas, sin embargo, contiene una gran diferencia. En primer lugar,
se trata de salir de las fronteras de Chiapas hacia todo México. Esto para crear una gran alianza de

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todas las fuerzas populares de México, para pedir dos demandas principales. Por un lado, que las
autonomías de facto podrían instalarse en otras partes del país, y en segundo lugar, que esta fuerza
combinada de distintas comunidades autónomas tuviera el suficiente poder para presionar al Estado
mexicano y hacer que se reconozcan jurídicamente (Wallerstein, 2008: 236).
La Otra Campaña se realizó en la coyuntura de una de las elecciones más controversiales -2006-, de
las cuales ya se habló. El movimiento se distanció de los partidos políticos, y a lo largo de La Otra
Campaña, si bien no llamaba a boicotear las elecciones, tampoco lo hacía para votar por el PRD, o
simplemente para no ir a votar (Ibid).
Esta movilización, además, identificó como al principal enemigo al neoliberalismo, siendo uno de
los motivos por los que se han realizado acciones perjudiciales para el ancho de la población, en
favor de los privilegios de unos pocos. Se lanza a través de La Otra Campaña, entonces, un movi-
miento contra el capitalismo neoliberal, un movimiento que busca ser incluyente, así, en el ámbito
que compete al presente escrito, se les da un lugar a los intelectuales dentro del movimiento
[La Otra Campaña] (…) redefine el papel de los intelectuales dentro del movimiento. (…) el intelec-
tual deja de ser el supuesto depositario de todo el saber y de la omniconsciencia, para convertirse en
un compañero que, sencillamente, pone las herramientas intelectuales que ha adquirido y de las que
dispone, al servicio del autoanálisis y del trabajo teórico global del movimiento. Pues como lo habían
planteado también los compañeros zapatistas, su “teoría” es su propia práctica, lo que entre otros
posibles significados, quiere decir también que el saber y la teoría brotan de múltiples fuentes, todas
igualmente legítimas, y todas también necesarias, y por ende, esa teoría o reflexión, que sin duda re-
quieren de manera central los movimientos, brotará tanto del ejercicio decantado de reflexión de su
propia práctica, llevado a cabo por todo el conjunto de sus miembros, como también del intercambio
de experiencias entre todos esos miembros, igual que de la observación atenta de la realidad (que no
es tampoco patrimonio exclusivo de nadie) o también y finalmente, de la contribución específica de
los intelectuales (Aguirre, 2012: 64).
Tomando en cuenta que los estudiantes universitarios son una élite, es posible extender este presu-
puesto a ellos. Así, luchan desde sus trincheras con armas teóricas.
En La Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005), el EZLN, invita a gran parte de la población
a participar con ellos en una nueva forma de hacer política:
Invitamos a los indígenas, obreros, campesinos, maestros, estudiantes, amas de casa, colonos, peque-
ños propietarios, pequeños comerciantes, microempresarios, jubilados, discapacitados, religiosos y
religiosas, científicos, artistas, intelectuales, jóvenes, mujeres, ancianos, homosexuales y lesbianas,
niños y niñas, para que, de manera individual o colectiva, participen directamente con los zapatistas
en esta CAMPAÑA NACIONAL para la construcción de otra forma de hacer política, de un progra-
ma de lucha nacional y de izquierda, y por una nueva Constitución (p. 37).
Y específicamente a los estudiantes, dice: “(…) hay estudiantes que no dejan que se privatice la edu-

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cación y luchan porque sea gratuita y popular y científica, o sea que no cobren, que toda la gente
pueda aprender, y que en las escuelas no enseñen tarugadas (Ibid: 26)”.
A grandes rasgos, La Otra Campaña, a partir de su inclusión, promueve que la población se sume a
otra forma de hacer política, mostrándolo con el inicio de ésta en medio de las contiendas políticas.
Por otra parte, se anima a que cada sector luche contra el neoliberalismo, en favor de la realización
de éste nuevo proyecto, desde sus trincheras, aportando lo que le compete a cada uno de los grupos.

La Otra Campaña, al ser una propuesta del EZLN, no cabe duda que entra en el marco de los Nue-
vos Movimientos sociales. Este movimiento no busca el poder, ni el protagonismo, busca un total
cambio del proyecto estructural al que se ha sometido el país. Busca, también, un respeto por la
diversidad de la especie humana, del ambiente y de las culturas.
En cuanto a la participación del sector estudiantil a este movimiento, se observa de una forma muy
definida la intersectorialidad de este. No es un movimiento meramente estudiantil, sin embargo, a
través de los intelectuales actúa la academia, y a través de los estudiantes, se impide la privatización
de la universidad o el cambio de programas de estudios en pro de los intereses de los grandes capi-
tales. El sector estudiantil, lucha entonces con las armas que tiene a su alcance, y contra los obstá-
culos –productos de un enemigo en común- al que se enfrenta directamente.
Otro hecho a resaltar, es que al incluirse en un movimiento maduro y concretado, el sector estu-
diantil posee una ideología y una organización fuertes, claras y funcionales. Agregándose a los
propios del EZLN a través de La Otra Campaña.
Asamblea de Pueblos de los Pueblos de Oaxaca.
A partir de 1972, en Oaxaca, comenzaron a observarse alianzas entre estudiantes y otros sectores en
una diversa cantidad de movilizaciones, entre las que se encontraban la toma de tierras, los conflic-
tos de choferes urbanos, el Movimiento Revolucionario del Magisterio (M.R.M.) y la Central Cam-
pesina Independiente (C.C.I.). Como culminación de estas alianzas, en 1972, se formó la Coalición
Obrero Campesino Estudiantil de Oaxaca (COCEO). Esta nueva organización tuvo actividades en
movimientos populares como la Federación de Transportistas Electricistas de la República Mexica-
na, y el Movimiento Sindical Ferrocarrilero (De la Garza et al., 2014).
El conflicto que compete al trabajo, sin embargo, es resultado de una serie de aspectos políticos,
entre acuerdos de las élites gobernantes (Ramírez, 2010). Durante un plantón organizado por los
maestros inmersos en la Sección 22 del SNTE, en la fracción de la CNTE, se desalojó, en base a re-
presión, a los miembros del sector magisterial.
Como consecuencia de esto, y en protesta por ello, se unieron cerca de 350 organizaciones, entre
indígenas, campesinas, estudiantiles y de la sociedad en general, formando así, la Asamblea Popular

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de los Pueblos de Oaxaca (Ávila, 2015). El movimiento se basaba en dos demandas principales, la
renuncia del gobernador represor Ulises Ruiz y el aumento salarial pedido por los maestros (Ra-
mírez, 2010).
Dentro de las movilizaciones a las que recurrió la APPO, se dieron 7 megamarchas, toma de sedes
de poderes del estado, toma simbólica de oficinas públicas, paros cívicos y sindicales, bloqueos
de carreteras, tomas de casetas, bloqueo al Aeropuerto Internacional, toma masiva de medios de
comunicación, boicot de La Guelaguetza, plantones permanentes en el Senado, la Cámara de Dipu-
tados, en la Casa de Gobierno, la marcha caminata a la ciudad de México y las barricadas “(…) sím-
bolo del movimiento, que a fines del mes de agosto se extenderían a prácticamente toda la ciudad,
con el objetivo de impedir los desplazamientos de grupos parapoliciacos identificados más tarde
como ‘caravanas de la muerte’” (Ávila, 2015: 228)
En palabras de Ramírez, sin embargo
La APPO le quitó la bandera de la protesta a la [Sección] 22 y la arrastró a una confrontación total,
a excepción del último momento en que los líderes magisteriales destituyeron a su líder radical y
pusieron a un negociador que sacó a la sección del rumbo de colisión (2010: 68).
El mismo autor refiere que debido a la coyuntura de las elecciones presidenciales del 2006, se formó
a la APPO como proselitismo. Así, de acuerdo con él, mientras el gobernador priísta, represor, ne-
gociaba con el presidente panista, AMLO influía en el movimiento, en pro del radicalismo. Si bien
eso es lo que dice el autor, y no se poseen los medios para comprobarlo, lo que no cabe duda es de
las ventajas con fines electorales que los diferentes actores buscaban.
Por otra parte, el sector estudiantil, actuó otorgando las instalaciones universitarias, principalmente
de la UABJO al movimiento. Así, Radio Universidad se volvió uno de los medios de comunicación
más importantes entre los integrantes del movimiento y entre aquellos que montaban guardia en
las barricadas.
El foco de insurrección de la Universidad se puso de relieve en la batalla entre la APPO y miembros
de la policía. Ganando la batalla los primeros. Sin embargo, bajo la continua represión de autori-
dades federales y grupos parapoliciacos, la intensidad del movimiento fue disminuyendo gradual-
mente.

En Oaxaca, como pudo constatarse en un principio, las coaliciones intersectoriales poseen una
historia de más de treinta años. Basándonos en eso, no cabe duda de la importancia del sector es-
tudiantil, en proporcionar –y manejar- los diversos medios de comunicación, tan importantes para
el desarrollo del movimiento.
Si bien, este movimiento tampoco buscó la obtención del poder, si se aparece como movimiento an-

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tiestatal. Esto, a partir de la exigencia de la renuncia del gobernador represor. Otra peculiaridad del
movimiento recae en la represión del Estado, apareciendo en los grupos parapoliciacos y policías
federales reprimiendo y asesinando a miembros del movimiento.
Ante este ataque de un gobierno priísta represor, la coyuntura de las elecciones presidenciales cau-
saron una negociación entre los actores políticos. Eso, sumado a la capitalización del candidato de
izquierda, confirman un enfoque de oportunidades políticas. Esto último, intentando observando a
los movilizados como votos, en pro de sus causas partidistas.
#YoSoy132.
Al igual que los dos movimientos anteriormente mencionados, #YoSoy132 aparece durante la co-
yuntura de unas elecciones presidenciales. Este movimiento, a diferencia de los otros 2, encuentra
su desarrollo a lo largo del proceso de campaña de los candidatos.
Así, se tiene, por ejemplo, que al inicio de las campañas presidenciales casi el 50% del electorado
estaba compuesto por electores switchers, entendiendo estos como “quienes no han decidido por
quién votar y están viendo a dos o más candidatos y sus temas” (Galindo & González, 2013: 22). Y
el día de las elecciones, el 1 de julio de 2012, se identificaban 40% de votantes switchers (Ibid).
En el marco de las campañas presidenciales, el 11 de mayo de 2015, el candidato por la coalición
formada por el PRI y por el PVEM asistió a impartir una conferencia en la Universidad Iberoame-
ricana. A esta Universidad ya habían asistido, e impartido igualmente conferencias, los candidatos
López Obrador y Quadri.
Anteriormente, los medios de comunicación habían anunciado que entre los estudiantes se estaba
preparando una protesta contra el candidato, el equipo de EPN lo sabía, y aun así se decidió por
asistir a la Universidad (González, 2013). Ante esta inminente protesta, el equipo de EPN llevó a un
grupo de simpatizantes, acarreados.
Así, a la llegada del candidato se mezclaban una serie de gritos entre “¡Asesino!”, “¡Atenco no se olvi-
da!” y “¡Peña, Peña!”. Dentro de los simpatizantes llevados, por el equipo del candidato se encontra-
ban copetes de plástico y ectivistas. Estos últimos provenientes del @ectivismo, una Red de Jóvenes
con Peña Nieto, fundada en 2009 y con fines a promoverlo en las redes sociales (Ibid).
A la culminación de la conferencia (en la que aceptó la responsabilidad, de la represión en San Sal-
vador Atenco, en el 2006), el candidato canceló una entrevista que tenía programada en la Radio de
la Universidad. Es de todos sabido, que en vista del acoso estudiantil, EPN se escondió un momento
en los baños de la Universidad.
El detonante de la movilización se realizó ante el dispositivo de control de daños aplicado por el
equipo del candidato, los funcionarios correligionarios y los medios de comunicación (Ibid). Este
control de daños, se basó en la deslegitimación de las protestas, la tergiversación de los hechos, la

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minimización del acontecimiento, la revaloración de la candidatura, la identificación de los res-


ponsables (aquí se elaboró una mente detrás de la movilización, encontrando ésta en AMLO), y la
represión de los manifestantes en otras protestas fuera de la Universidad.
Consecuencia de dicho control de daños, sumado al apoyo del duopolio televisivo (Televisa y
TvAzteca) causó tal agravio entre los estudiantes que estos respondieron de una forma contun-
dente. Aprovechando todos los elementos de la juventud universitaria en la actualidad, descritos
anteriormente, 131 estudiantes de la Universidad Iberoamericana subieron un video a la plataforma
YouTube. Con este video, demostraban que no eran acarreados, mostrando todos sus respectivas
credenciales que de la Universidad.
A partir de ese momento se formó un campo de batalla en las redes sociales. El # son la muestra
de la predominancia de las redes en esta movilización, dentro del movimiento #YoSoy132. Esto
provocó una serie de protestas a nivel nacional, sumado a aquellas en cualquier lugar en el que se
presentaba el candidato priísta.
La gran mayoría de estas marchas, fueron el resultado de la coordinación de estudiantes de diversas
instituciones vía redes sociales. En un principio, cada una de las Universitarias, se organizaba a tra-
vés de asambleas y comisiones encargadas de todos los aspectos que se creían necesarios. Teniendo
como consecuencia, la formación de las asambleas generales. A estas asambleas, llegarían dos vo-
ceros de cada universidad, quienes representarían lo discutido y decidido en las asambleas de sus
respectivas universidades.
Posteriormente se constituiría el Consejo General del #YoSoy132, el cual se mostró como el máxi-
mo organismo del movimiento.
Este consejo se reunirá en (…) asambleas generales para proponer, votar y aceptar o rechazar accio-
nes realizadas por el movimiento y bajo su nombre, como marchas, comunicados, posicionamientos
políticos, estrategias, etc. Los voceros apuntados deberían de ser rotativos en su cargo para así evitar
protagonismos y liderazgos individuales y de esta manera asegurar que el movimiento se mantuvie-
ra igualitario (Galindo y González, 2013: 147).
Y respecto al ingreso de alguna universidad en este máximo organismo del movimiento, se forma-
lizaba a través de un proceso establecido:
Si los estudiantes de alguna universidad se interesaban en unirse oficialmente al movimiento y ser
representados con voz y voto dentro de sus asambleas generales, ellos deberían iniciar una asamblea
local, con grupos de trabajo, o comisiones especializadas en las áreas que ellos consideraban im-
portantes, tomar sus acuerdos entre ellos, elegir a sus dos voceros representativos y registrarlos por
internet en la página web del #YoSoy132 en días previos a la realización de alguna asamblea general
(Ibid: 147).
La institucionalización del movimiento, sin embargo, se volvió contraproducente, al perder su ca-

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rácter espontáneo e independiente.

En un inicio #YoSoy132¸se centraba en la democratización de los medios de comunicación,


encontrando alternativas en diversas plataformas de la web 2.0, entre las que se encontraban las
redes sociales y los portales alternativos de información. Esto trajo como consecuencia, sin embar-
go, la presencia del click-activismo, en donde “simples acciones online constituyen un tipo fugaz y
superficial de participación” (Treré & Cargnelutti, 2014: 186). Como consecuencia de éste, además,
se genera una construcción de lazos débiles de los participantes en la acción, los cuales no son sufi-
cientes para motivar a éstos a salir a las calles. Otros aspectos a discutir son el cambio de la política
real, la amenaza de la vigilancia y la represión, a las que son propensas estas formas de activismo.
Esto fue cada vez más observable conforme se incrementaban los días postelectorales, disminuyen-
do la fuerza del movimiento cada vez más.
Por otra parte, al partir de la coyuntura electoral, los actores secundarios –políticos-, adquirieron
una estrategia de oportunidades políticas. Así, se aprovecharon de la disminución de la aceptación
de EPN y se relacionó, directamente a AMLO con el movimiento, debido a que este candidato era
de izquierda.
#YoSoy132, buscaba incidir en la política, en un viejo sistema electoral. Si bien, apareció con pro-
puestas culturales, por un cambio de conciencia, etc., no es posible alejar al movimiento del proceso
electoral. Además, de nuevo, existe el ejemplo de que los actores políticos, en segundo plano, se
aprovechan del movimiento con fines proselitistas.
Los intentos de apartidismo e independencia del movimiento, hizo que las organizaciones que bus-
caran establecer lazos con ellos fueran rechazadas. Evitar la intersectorialidad del movimiento evitó
la trascendencia del mismo. Tanto así, que se debilitó enormemente al pasar las elecciones presi-
denciales.
HUELGA DEL INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL.
A finales del año 2014, las autoridades del Consejo General del Instituto Politécnico Nacional, apro-
baron una serie de reformas. Dentro de estas reformas, se haya cambios al plan de estudios de dicho
instituto.
Como consecuencia de esto, los estudiantes realizaron una serie de movilizaciones y huelgas, en
las que demandaban la renuncia de la directora, la consulta de los alumnos y la derogación de las
reformas aprobadas. Según los estudiantes, las consecuencias que tendrían estos cambios en el plan
de estudios, se enfocarían en la mera producción de mano de obra barata.
La movilización vio muestras de apoyo de parte de la UNAM, de la UAM y de la UACM, sumado a
muestras de apoyo por parte de otras universidades del país. Las formas de protestar entre los estu-

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diantes se realizaron a través de asambleas de cada una de las escuelas, teniendo un representante,
en una asamblea general.
Se produjo una serie de encuentros entre funcionarios de gobierno –incluso el secretario de Gober-
nación- y estudiantes para la solución del problema. Se despidió a la directora del IPN, y se buscó
la formación de un Congreso Nacional Politécnico, para decidir democráticamente las nuevas nor-
matividades que rijan al movimiento.
Este movimiento, el primero en los que se estudian en el presente trabajo que no se realiza bajo una
coyuntura electoral, no puede entrar en el marco de los Nuevos Movimientos Sociales. Si bien, ata-
ca al sistema neoliberal, que encuentra su expresión en la tecnificación de la educación impartida,
realiza reclamaciones al Estado.
Ideológicamente, sus peticiones son puntales y sin trascendencia intersectorial, al ser sus deman-
das propias del ámbito académico. Mediáticamente, este movimiento disminuyó fuertemente en
sus inicios, debido a los sucesos de Guerrero.
Ayotzinapa.
El 26 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero, se realizaba un evento del DIF, institución regida
por la esposa del alcalde, María de los Ángeles Pineda. Ese mismo día, estudiantes de la Escuela
Normal Rural Raúl Isidro Burgos, boteaban para conseguir recursos para su escuela. En el mismo
lugar, pasaba un camión con el equipo de futbol de tercera división Los Avispones.
En algún momento, la Policía Municipal de Iguala, cercó, disparó, y arrestó a los estudiantes y a los
transeúntes. Como resultado, hubo una serie de asesinatos y desapariciones. Poco tiempo después
aparecía un cadáver, sin rostro, sin ojos. Era el cuerpo de Julio César Mondragón, uno de los nor-
malistas que fueron levantados por la policía municipal.
Desaparecieron 43 estudiantes, se han encontrado los cadáveres de dos. Según investigaciones, la
Policía Municipal entregó a los estudiantes al grupo narcotraficante Guerreros Unidos. Se han ge-
nerado una multitud de versiones.
Inmediatamente, y aprovechando la coyuntura del movimiento estudiantil del IPN se organizaron
protestas por la aparición de los estudiantes. Con consignas que recuerdan a las dichas por las
otrora madres de la Plaza de Mayo, se escuchaba continuamente “¡Vivos se los llevaron, vivos los
queremos!”.
Los compañeros y los padres de los estudiantes de la Escuela Normal donde estudiaron Lucio Ca-
bañas y Genaro Vázquez, realizaron una organización y diversas brigadas en busca de apoyo a
lo largo y ancho del país. Se realizaron conferencias, manifestaciones, demandas, investigaciones,
búsquedas. Efecto colateral de estas últimas, pusieron al descubierto las consecuencias de la guerra
civil iniciada por Felipe Calderón en busca de legitimidad, encontrando gran cantidad de fosas co-

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munes, cantidad de cuerpos, y ninguno perteneciente a los 43 normalistas.


Sergio Aguayo (2015) afirma que en la actualidad existen dos Estados. El Estado legal y el Estado
del narcotráfico. Estados que cuando se unen (el alcalde de Iguala en el momento de lo sucedido
tenía estrechos nexos con el narcotráfico) ocurren esta serie de sucesos.
El movimiento por la búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa, predominantemente estudian-
til, sin embargo, teniendo a sus padres como los principales actores, realiza un rompimiento teórico.
No se busca la obtención del poder, tampoco se busca una correlación de obtención de beneficios o
el cambio de conciencia por el cambio de un sistema.
La desaparición de los normalistas, y la forma tal en que se han encubierto las acciones, ponen
de relevancia una violencia de Estado. Estado que no es capaz de cumplir con sus funciones más
elementales. Corolario de la violencia iniciada que tuvo como máxima realización la masacre en
Tlatelolco en 1968 (Ibid).
Conclusiones
En los movimientos estudiantiles se encuentran una serie de cambios en el espacio de 16 años.
Desde las formas de organización, con la entrada de la web 2.0 y las plataformas propias de es-
tas, teniendo como consecuencia, una coordinación y participación debilitada en ocasiones por el
click-activismo. Formas de organización, que sin embargo, aún corresponde a una élite en sentido
de acceso a dichas tecnologías.
Los estudiantes, predominantemente universitarios, también corresponden a una élite educativa,
ya que existe una gran cantidad que no tiene acceso a la educación superior, lo cual les da una serie
de roles sociales, un ejemplo es la explicada por Althusser. Los conocimientos adquiridos por los
universitarios son puestos en práctica en sus formas de organización, cambiantes también por este
sentido.
Los movimientos estudiantiles, parten de una coyuntura para su realización. Coyunturas, que en
cuatro de los seis casos brevemente analizados, son en el escenario de las elecciones presidencia-
les. Si bien en el sistema político mexicano, es el momento en el que se pone mayor atención a las
movilizaciones, en ocasiones también son usadas bajo intereses políticos. El intentar evitar estas
posiciones, y buscar una independencia incluso de otro tipo de organizaciones, puede causar como
consecuencia la intrascendencia de la movilización, como en el caso de #YoSoy132.
Desde el punto de vista ideológico, se muestran ideologías no definidas a lo largo de los movimien-
tos, variantes en cuanto a los momentos del movimiento, a los actores y a las coyunturas del mismo.
La más sólida aparece en La Otra Campaña y en el movimiento producto de la desaparición de los
43 normalistas.
Pese al imaginario colectivo, bajo la frase de Salvador Allende “Ser joven y no ser revolucionario es

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una contradicción hasta biológica”, se encuentra en que según la tipología recuperada, no todos los
movimientos son tales. En el caso del movimiento de la UNAM en 1999 y del Politécnico en 2014,
por ejemplo, se busca la conservación de los esquemas educativos, evitando los cambios productos
del neoliberalismo (incremento de cuotas y modificaciones del plan de estudio respectivamente).
El movimiento de #YoSoy132y de la APPO cae en el paradigma de los movimientos reformistas.
Al intentar un cambio en las elecciones, y la democratización de los medios de comunicación, y; la
renuncia de un gobernador y el incremento salarial.
La Otra Campaña, apela por una lucha desde las distintas trincheras contra el neoliberalismo. Sien-
do así, el paradigma de los Nuevos Movimientos Sociales en la actualidad. En el movimiento de la
UNAM, se tiene confrontaciones con el Estado, como consecuencia del neoliberalismo, pero tam-
bién bajo una movilización de recursos en cuanto a sus actores principales por la cooptación del
PRD hacia ellos.
La excepción de la lógica de los movimientos estudiantiles estudiados, y las teorías utilizadas, resul-
tan en la desaparición de los estudiantes normalistas. Si bien, las normales rurales son un obstáculo
para los intereses del neoliberalismo, no se atacó a la institución como tal. La violencia del Estado
hacia los estudiantes, es consecuencia de lo que muchos llaman un narcoestado. Un Estado en el
que los funcionarios tienen estrechas relaciones con el crimen organizado y encubre las acciones de
éste. Además, utiliza a las fuerzas bajo su mando para reprimir, incontables ejemplos encontramos,
mencionando la represión de San Salvador Atenco y la masacre en Tlatlaya por poner un ejemplo.
Represión que a los estudiantes que se muestra en la detención de normalistas michoacanos a prin-
cipios de diciembre del año pasado.
Las configuraciones de los movimientos estudiantiles como vanguardia han cambiado, igualmente
su ideología, e incluso la identidad de sus participantes. Sin embargo, parece un retorno a una re-
presión gubernamental, un retroceso que recuerda los inicios de la segunda mitad del siglo pasado.

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