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E ducación , eugenesia y progreso :
Biopoder y gubernamentalidad en Colombia
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E ducación , eugenesia y progreso :
Biopoder y gubernamentalidad en Colombia
(Compiladores)
Andrés Klaus Runge Peña y Bibiana Escobar García
Diego Alejandro Muñoz Gaviria
Jair Hernando Álvarez
Juan David Piñeres Sus
Alexander Hincapié García
Silvana Mejía
Juan Felipe Garcés Gómez
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“En la América, como lo dijo Alberdi,
‘gobernar es poblar’, pero poblar regenerando.”
Miguel Jiménez López, 1920, p. 39
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Contenido
Capítulo 1.....................................................................................................
El evolucionismo social y la sociobiología
especulativa en los autores de la degeneración
de la raza en Colombia (1900 y 1940).........................................
Capítulo 2..........................................................................................................
Educación, progreso y cuerpo en colombia
entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia...................................
Capítulo 3..........................................................................................................
El evolucionismo social, los problemas de la raza
y la educación en Colombia, primera mitad del siglo
XX: El cuerpo en las estrategias eugenésicas
de línea dura y línea blanda................................................................
Capítulo 4..........................................................................................................
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía
y educación activa en Colombia como alternativa
ante una “raza enferma”, primera mitad del siglo xx. ..........
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Capítulo 5..........................................................................................................
Instinto y normalización: el esfuerzo de
las pedagogías correccionales. Medellín,
primera mitad del siglo xx. ...........................................................
Capítulo 6..........................................................................................................
El sexo como verdad. Apuntes para una
historia de la educación sexual en Colombia.
Segunda mitad del siglo xx...................................................................
Capítulo 7..........................................................................................................
El debate sobre el lugar de la mujer en la
reproducción de la especie y las jerarquizaciones
de género en la década de los treintas
en Medellín (Colombia)..........................................................................
Capítulo 8..........................................................................................................
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911.
Una conferencia de Maria Rojas Tejada como
aporte a la historia de la educación
artística en Antioquia............................................................................
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Prólogo
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El evolucionismo social y la sociobiología
especulativa en los autores de la degeneración
de la raza en Colombia (1900 y 1940)a
Introducción
a
El presente escrito hace parte del proyecto de investigación “El concepto de
cuerpo en las escuelas normales de Antioquia entre 1920 y 1940: moral católica
y moral biológica”, que se lleva a cabo en la Universidad de Antioquia financiado
por el CODI y desarrollado por el grupo de investigación sobre Formación y
Antropología Pedagógica e Histórica –FORMAPH- de la Facultad de Educación
de la Universidad de Antioquia y reconocido ante Colciencias.
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blematización, o como diría Foucault, de actualización, que implica te-
matizar contextos de producción, circulación–vehiculización y apro-
piación de saberes. De esta forma, discursos de las ciencias sociales
como el evolucionismo social, se perfilan en el contexto histórico de
finales del siglo XIX y comienzos del XX, como uno de los portadores
de fórmulas mágicas capaces de dar respuesta de manera satisfactoria
para la época, a las preguntas que sobre la organización y orden social
circulaban en los escenarios, culturas y comunidades de los cientistas
sociales de la época. En este contexto, se consideraba que Colombia,
entendida como una de las naciones en condición de minoría de edad
(Spengler,2002,45-90), es decir, en tanto país periférico, tercermundis-
ta o subdesarrollado, requería para la explicación de intervención en
sus problemas sociales, de la apropiación que intelectuales colombia-
nos de la época hicieran de saberes modernos, que como el evolucio-
nismo social, circulaban en el mundo y que dejaban en las conciencias
colectivas ciertas sugestiones o creencias, que permitían la apuesta po-
lítica y educativa por estrategias de intervención, que como en el caso
de la regeneración de la raza, permitieran en los sujetos y sociedades
infantes la evolución o progreso.
El evolucionismo social se erige así como uno de los saberes de las
ciencias sociales que circulaban en la época, y que para el caso concre-
to colombiano, permitió mediante su apropiación la fundamentación
conceptual e ideológica de los llamados pensadores de la degeneración
de la raza. A continuación se procura realizar un breve acercamiento a
los postulados sociológicos, políticos y educativos del evolucionismo
social, para luego esbozar de manera general, la apropiación por parte
de los autores de la degeneración de la raza en Colombia.
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
“En sus primeros principios, Spencer se propone fundar la ley general de la evo-
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de formas homogéneas simples a formas heterogéneas complejas, es
decir, en la transformación de estilos o formas de vida estandarizadas
y mecánicas a condiciones multiformes y orgánicas. El ideal spenceria-
no de la adquisición desde los seres vivos (biológicos–sociales), de un
umbral o nivel evolutivo más complejo, que pudiese representar en lo
supra-orgánico la objetivación del ideal de progreso implica, desde su
base conceptual, y desde las imposibilidades cognitivas–heurísticas de
la época, la búsqueda de argumentos teóricos que ayudarán a entender
la forma como en lo social, un “todo organizado”, podía vivenciar y
alcanzar dinámicas evolutivas similares –más no iguales– a las experi-
mentadas por los seres orgánicos.
De esta forma, Spencer sostuvo como base de su teoría socioló-
gica evolucionista la analogía orgánica, es decir, la identificación para
ciertos fines de la sociedad con un organismo biológico2, símil, que
para el autor no era más que una analogía que debía ser transcendida,
en tanto la teoría sociológica pudiera explicar con argumentos y cate-
gorías más pertinentes3 dicha dinámica evolutiva. Para Spencer la ana-
logía del organismo social era un mero andamiaje para la comprensión
de su objeto de estudio. Al respecto el autor expresa:
Argumentos y categorías que posteriormente fueron dadas por las teorías de sistemas.
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
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ráneo, tenía una concepción diferente de la evolución biológi-
ca, y Spencer encontró su idea general de la evolución, como
integración por diferencia, antes de que Darwin hubiera ha-
blado de la evolución como pasaje de la homogeneidad a la
heterogeneidad. No obstante, ambos pensadores venían del
mismo ámbito de ideas y Spencer aprovechó a menudo las
argumentaciones de Darwin (Gurvitch, 1970, 186).
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
Con autores como: Walter Bagehot inglés (1826–1877), el cual propone como
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psicológico5, económico6, tecnológico7 y demográfico8, acogerán estos
postulados spencerianos, guardando con el iniciador del evolucionismo
que la disminución gradual de tierra libre (tierra que aún no se ha apropiado na-
die) es el factor básico del desarrollo evolutivo social.
Evolucionismo tecnológico: para Thorstein Veblen (1857–1929), la evolución so-
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
social, una diferencia específica a cerca del papel del “organismo social”,
aspecto que para estos autores era en sí una verdad concreta, es decir,
creían que en efecto la sociedad era equiparable a un organismo vivo.
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En el ámbito político el principio de no intervención parece ser
la consigna central de Spencer (Spencer, 1984), propia del liberalis-
mo en sus planteamientos más clásicos y neoliberales. Para el autor, la
naturaleza está conferida de una tendencia providencial para librarse
de los menos capaces y acoger a los mejor dotados. ¿Quiénes son los
mejores? Spencer dice que no son los superiores moralmente, sino pri-
mordialmente los más sanos y los más inteligentes, idea que recuerda
los argumentos de Smith y Ricardo acerca del nacionalismo e indivi-
dualismo metodológico. Dice Spencer:
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
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Spencer con los nuevos requisitos cientifistas de los positivistas lógi-
cos. Autores como Giddings y su idea socio-psicológica de la existen-
cia de una evolución mental, así como Cooley con sus ideas del nuevo
organicismo, permiten entender cual fue la pervivencia que las ideas
spencerianas, necesarias para el desarrollo del capitalismo, tuvieron al
interior de la tradición anglosajona.
Evolucionismo social y sociobiología especulativa en Colombia
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
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dades y el de la Iglesia, puesto que el poder de la Iglesia se había ma-
terializado desde 1886 y con especial énfasis en la reforma de Liborio
Zerda11, fueron las medidas y disposiciones legislativas y administra-
tivas las que afectaron el aparato y el sistema de instrucción. En esta
materia el Estado emitió la ley 39 de 1903 llamada también ley Uribe,
que debe su nombre al hecho de ser producida en la administración de
Antonio José Uribe12. Esta ley fue considerada ley orgánica, es decir,
ley general para todo el país, y pretendía organizar todos los proble-
mas visibles de la instrucción, desde los planes, los programas y los
métodos, hasta los maestros, su financiación, formación, organización,
pasando por los niños, el ciudadano, los padres de familia y acercado
de otro modo a la instrucción, entidades administrativas y políticas
como el municipio, el departamento y la nación. Esta totalidad pública
pretendía centralizar, organizar y modernizar la instrucción pública.
Las políticas de instrucción en el gobierno de Marroquín se orien-
taron, pues, en dos direcciones: por un lado, sobre el control moral,
ético y pedagógico que le fue dado a la Iglesia Católica y las comunida-
des católicas; y por el otro, sobre el control técnico, social, productivo
y organizativo del Estado. Con el apoyo estatal y legal, la Iglesia amplió
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Zerda, Liborio. “Reglamento para las escuelas primarias”. Revista de Instrucción
Pública de Colombia, Nº 7, Bogotá, 1893. Las continuidades y discontinuidades
entre esta reforma y la ley 39 de 1903 se pueden consultar en Sáenz, Javier; Salda-
rriaga, Oscar y Armando Ospina. Mirar la infancia: pedagogía, moral y modernidad en
Colombia, 1903-1946. Bogotá, Colciencias, Ediciones Foro Nacional por Colom-
bia y Universidad de Antioquia, 1997, Vol. 1, pp. 189-237.
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Antonio José Uribe (1869-1942). Abogado, diputado, profesor de derecho in-
ternacional. Fue ministro de educación en 1903. Escribió varios libros: Código de
instrucción pública (1911); La reforma administrativa de Colombia; La reforma escolar
y universitaria, en su memoria como ministro, se puede consultar la exposición
de motivos de la ley 39 de 1903. Entre los análisis más importantes de la ley 39
de 1903 y su decreto reglamentario consúltese los siguientes textos: Sáenz, Javier;
Saldarriaga, Óscar y Armando Ospina. Op. Cit. p. 43; Helg, Aline. La educación en
Colombia. 1918-1957. Una historia social y económica. Bogotá, Universidad Pedagógica
Nacional, segunda edición, 2001, p.48; Quiceno, Humberto. Pedagogía católica y
escuela activa. Ediciones Foro Nacional por Colombia, Bogotá, 1988, pp. 19-37.
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
Sobre un análisis de la relación moral, ética e Iglesia véase Sáenz, Javier; Saldarria-
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profesionales y la producción de cierta literatura urbana y pedagógica.
Por parte de la Iglesia, monseñor Herrera, Arzobispo de Bogotá,
era quien controlaba e inspeccionaba la educación: planes de estudio,
títulos, textos, comportamientos y decisiones políticas y morales. Los
Hermanos Cristianos de la Comunidad de la Salle pasaron a ser los
actores más activos respecto de la aplicación de las reformas educa-
tivas y morales14. Por parte de los conservadores encontramos en el
período además de su protagonista en el gobierno, Antonio José Uri-
be, la labor del pedagogo Martín Restrepo Mejía15. Este bloque de
pedagogía confesional en el poder, cubrió y controló la mayoría de
decisiones respecto a las políticas educativas en los primeros años del
siglo. En este período los liberales y los intelectuales pasaron a un
segundo lugar respecto de su injerencia en las políticas públicas en
general. Aun así, colaboraron con el gobierno y algunos con la Iglesia,
pero es sobre todo en la apertura de nuevos campos de saber, donde
es más importante su participación. En la segunda década del siglo se
destaca el papel de Agustín Nieto Caballero, fundador en 191416 del
Gimnasio Moderno de Bogotá. Los profesionales de las universida-
Francia. Su patrono Juan Bautista la Salle nació en Reims. Los Hermanos se des-
tacaron por su experiencia en colegios-seminarios, que luego se convirtieron en
Normales, en donde se especializaron en idiomas, educación técnica y en edu-
cación mecánica. Dominaron la educación primaria y normalista en Colombia
desde 1903 hasta 1935.
Martín Restrepo Mejía (1861-1936). Fue rector de la Universidad del Cauca y de
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
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presente y un futuro llenos de las inmensas posibilidades que
lo moderno permitiría alcanzar (Sáenz, Saldarriaga y Ospina,
1997, 7-8).
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
Mesa expresa: “Qué fue lo ocurrido hasta hoy en este país, como antes quedó ex-
preso para el siglo XIX. A principios del actual aún contendían en él tres escuelas
foráneas: la tomista, que regía imperialmente la enseñanza oficial y tuvo en Rafael
María Carrasquilla, caudillo de galana dicción y muchas luces, para la metafísica, y
en Julián Restrepo Hernández hábil comentador de lógica; el positivismo spence-
riano que continuó en la Universidad republicana con el eximio Tomás Eastman,
el tratadista Ignacio V. Espinosa y el educador Antonio José Iregui; y el grupo,
en fin, de muchachos centenaristas que leían fervorosamente a Bergson, Taine y
Boutroux; (…)” (LÓPEZ DE MESA, Luis. Escrutinio sociológico de la historia colom-
biana. p. 234).
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Así el evolucionismo social se perfila como la principal fuente
de argumentos y explicaciones que los autores de la degeneración de
la raza apropiaran, para la configuración de sus imaginarios sociales y
políticos racistas, definido por los profesores Javier Sáenz Obregón,
Óscar Saldarriaga y Armando Ospina como “sociobiología especulativa”
(Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997,19). Para Aline Helg, los pensado-
res de la degeneración de la raza, eran los jóvenes intelectuales de la ge-
neración del centenario, entre ellos: Miguel Jiménez López, Luis López
de Mesa, Calixto Torres Umaña, Simón Araújo, Jorge Bejarano, Lucas
Caballero, entre otros. Para esta autora, los pensadores de la degene-
ración de la raza consideraban que “las masa populares eran bárbaras
y peligrosas; no tenían nada de común con las élites cosmopolitas y
citadinas que estaban habituados a frecuentar ni con los europeos a los
que les gustaba compararse” (Helg, 2001, 111).
Estos pensadores asumen, desde las apropiaciones hechas al mo-
vimiento eugenésico mundial y latinoamericano, diferentes posturas
sobre la degeneración racial y la mejor forma de intervenirla. De esta
forma, para el médico conservador Miguel Jiménez López y los li-
berales Luis López de Mesa y Calixto Torres Umaña, el asunto de la
degeneración de la raza se encontraba altamente influenciado por con-
diciones genéticas y geográficas que hacían de nuestros nacionales una
versión deformada de los ideales estéticos, intelectuales y morales de
los pueblos europeos y anglosajones. De otro lado, los médicos Jorge
Bejarano y Alfonso Castro, en sus debates en torno a la degeneración
de la raza, defienden la existencia de condiciones sociales y culturales
que operan como causales de dicha degeneración, sin ser con ello par-
tidarios de posturas deterministas en relación con los aspectos gené-
ticos y geográficos, de allí que sus propuestas giren en torno a la idea
de escolarizar o alfabetizar al pueblo colombiano (Noguera, 2003, 26).
La condición de base de estas posturas siguen siendo las ideas evolu-
cionistas de la mejoría de la raza colombiana a la luz de argumentos
devenidos de cierta sociobiología especulativa.
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
Por otra parte, desde 1860 las teorías del evolucionismo social
del filósofo y pedagogo inglés Herbert Spencer, con sus nocio-
nes de lucha por la vida, supervivencia del más fuerte y selección
natural y social, dominaron las interpretaciones de los fenóme-
nos sociales del país (Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997, 80).
GÓN, Javier. El saber pedagógico en Colombia 1926 –1938. En: Revista de Educación
y Pedagogía No. 8 y 9. SÁENZ OBREGÓN, Javier. Reformas normalistas de la
primera mitad de siglo (1903–1946). En: Revista de Educación y Pedagogía, No. 14
y 15. SÁENZ OBREGÓN, Javier. Inspección, médico escolar y escuela defensiva en Co-
lombia 1905–1938. En: Revista de Educación y Pedagogía, No. 10 y 11. SÁENZ
OBREGÓN, Javier, SALDARRIAGA Óscar y OSPINA Armando. Mirar la infan-
cia: pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903–1946.
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ser un organismo en evolución, aún no ha alcanza estadios superiores
de su desarrollo, por ello se encuentra en minoría de edad. La metáfora
del organismo social, permite entonces decir, que nuestra sociedad, es
una sociedad infante, de la cual se debe desconfiar.
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
Conclusión
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diales, mirada hegemónica de la época que en su contextualización en
el país dio origen al pensamiento de los autores de la generación de la
raza y sus consecuentes estrategias de intervención o apuestas por la
regeneración racial.
Bibliografía
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El evolucionismo social y la sociobiología especulativa en los autores
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Educación, progreso y cuerpo en colombia
entre 1920 y 1940: el caso de Antioquiab
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El presente escrito hace parte del proyecto de investigación “El concepto de
cuerpo en las escuelas normales de Antioquia entre 1920 y 1940: moral católica y
moral biológica”, que se lleva a cabo en la Universidad de Antioquia, financiado
por el CODI y desarrollado por el grupo de investigación sobre Formación y
Antropología Pedagógica e Histórica – FORMAPH, de la Facultad de Educación
de la Universidad de Antioquia y reconocido ante Colciencias.
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A través de la historia han existido dos tendencias fuertes ante
la idea de progreso que se contraponen. Por un lado, está la creencia
dominante por parte de las diferentes culturas y la sustentación filosó-
fica de algunos autores, en que la naturaleza o el hombre tienen fases
de desarrollo a través de su historia, a saber, pasado, presente y futuro,
pero donde las últimas fases son superiores a las primeras (Protágoras,
Platón, Aristóteles, Lucrecio, Séneca, San Agustín, Jean Bodin, Isaac
Newton, Robert Boyle, Joseph Priestley, Comte, Hegel, Darwin, Marx,
Herbert Spencer, entre otros). Pero por otro lado, y en contraposición
a la anterior, se ha considerado que desde el presente de una época,
no hay nada que sea digno de nombrarse con el adjetivo de progreso
(Tocqueville, Burckhardt, Schopenhauer, Nietzsche, Weber, Sorel, W.
R. Inge, Spengler y Lombroso). Más bien se debe hablar de decaden-
cia, degeneración.
Dicha posición, en la cual se considera que la naturaleza y el hom-
bre tienen fases de desarrollo gradual a través de su historia, se ramifi-
ca a su vez en dos tendencias. Una de ellas considera al progreso como
una ley de la naturaleza que busca el perfeccionamiento gradual; y la
segunda, considera que es una ley divina que proviene del plan mismo
de las cosas en el universo y en la sociedad, y permite la perfección en
cada una de las etapas vividas tanto del hombre como de la naturaleza
misma. Es así como algunos autores de finales del siglo XIX y prin-
cipios del XX (Gobineau, Houston Stewart, Chamberlain y Madison
Grant), consideraban que el progreso era posible, pero sus bases es-
taban cimentadas en determinada raza. Sin embargo, cualquiera de las
dos posiciones que tienen como cimiento para sustentar su teoría en
una firme fe en el progreso, generando lo que Robert Nisbet denomi-
na como “dogma del progreso” (Nisbet, 1998:24).
Si se trata de definir este concepto desde la ciencia y la tecnología,
nos encontramos con una fe en el progreso mucho más enconada,
ya que se concentra en la creencia firme de que el saber como tal, los
conocimientos técnicos y las herramientas con las que el hombre en-
frenta los problemas que plantea la naturaleza o el interés por convivir
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
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siglo XIX, el cual nos permitirá vislumbrar la otra cara de la moneda
–la degeneración–, aunque en el fondo esté sustentada la misma idea
de progreso como tal. Se trata de Cesare Lombroso.
En su trabajo como médico le correspondió realizar una autopsia
que le permitiría aportar a la solución de un problema que estaba en
los estudiosos de la medicina de la época: el temor a la degeneración, la
posibilidad de que la población europea no pudiera físicamente con las
demandas de la vida civilizada (para ampliar este tema, véase Herman,
1998, 115 y ss.). La autopsia era la de un famoso malhechor de apellido
Villela, quien había sido capturado y ejecutado y que se caracterizó por
ser el dolor de cabeza tanto de la población en general como de las
autoridades en particular. La descripción que hace Lombroso de dicho
cuerpo deja entrever la concepción moral y física para la clasificación
de las personas:
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
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la fe en la importancia intrínseca, en el valor inefable de
la vida en el universo” (Nisbet, 1998, 438).
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
Iglesia– que impiden este proceso, y que por tanto, impiden el progre-
so de la Patria. Para ello entonces, López de Mesa considera que los
cambios no deben ser instantáneos, más bien deben ser planteados
de manera tal, que a largo plazo se vean los resultados de las metas
propuestas, y que habría de utilizarse una de las instituciones que ha
servido como aparato ideológico al Estado: la escuela.
Si la idea es llegar a promover un cambio en la mentalidad del
pueblo, se tendría que generar una estrategia que permitiese cumplir el
cometido. Pero,
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al cuerpo en una pieza indispensable a través de su fuerza de trabajo y
sus capacidades motrices para el progreso del país que comienza su pro-
ceso de modernización. Aquí el progreso se vería como lo que Arturo
Escobar llamará “desarrollo”, al analizar el asunto de la antropología
de la modernidad a partir del discurso que pronunció en su posesión
el presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 1949, refiriéndose
precisamente a la pobreza y el desarrollo de las “áreas subdesarrolladas”
del planeta. Valdría la pena citar aquí el discurso arriba mencionado para
ilustrar un poco más la similitud entre lo que López de Mesa llama pro-
greso a través de la técnica, y lo que Arturo Escobar plantea a partir de
las palabras de Harry Truman con respecto al desarrollo:
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
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[...] apelando a las hipótesis emitidas por las escuelas europeas
de psiquiatría, influyentes en toda América Latina, Miguel
Jiménez López concluía que una raza débil había resultado
de la mezcla entre los colonizadores españoles, aventureros
inmorales, y los indígenas, ya degenerados antes de la colo-
nización. Diversos signos testimoniaban esta decadencia: el
aumento de la locura y de la criminalidad, la frecuencia de
guerras civiles, el recurso al suicidio, el alcoholismo y la sífilis
(Helg, 2001, 111 y ss.).
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
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diciones importantes: 1) que los municipios vecinos exoneraban de
impuestos a toda empresa que generara empleo; 2) el aprovechamiento
de los recursos naturales. En este periodo surgieron empresas como
la antes mencionada y otras como Coltejer, Cervecería Unión (Cer-
vunión), Compañía Colombiana de Tabaco (Coltabaco), Compañía
de Gaseosas Posada y Tobón (Postobón), Compañía de Chocolates,
Fábrica Nacional de Galletas y Confites (Noel), entre otras. De 1916
a 1928 la mano de obra era en su gran mayoría mujeres solteras, pues
la mujer casada debía dedicarse al cuidado de los hijos y al arreglo de
la casa, entonces muchas empresas utilizaron mano de obra femenina
e infantil, pues era de menor costo. El 62% de las obreras llegaban
de Medellín, pero no eran clasificadas como obreras que trabajan por
cuenta propia, eran más bien señoritas de almacenes, maestras de es-
cuela, telefonistas, etc., y el 38% restante provenía de diferentes zonas
del Departamento. Se pudo observar además, el problema del abando-
no del campo y el aumento de la población urbana, lo que significaba
el abandono de la agricultura. En el flujo migratorio a Medellín pre-
dominaban mujeres solas, esto se debió a excedentes de mano de obra
femenina en el campo y la fuente de empleo no sólo eran las fábricas
sino también el servicio doméstico y el comercio esencialmente, pero
se supo que muchas obreras seguían manteniendo su vínculo con el
lugar de procedencia (Botero, 2003, 162 p.).
El ingreso de la modernidad a la región antioqueña trajo consigo
la industrialización como uno de los elementos importantes donde se
puede materializar la idea de progreso con la idea de modernidad y
con el proceso de modernización. Pero este proceso trajo consigo si-
tuaciones no premeditadas, como lo fue el desplazamiento de muchos
campesinos a la ciudad en busca de mejores oportunidades económi-
cas y educativas, que si bien estaban dentro del imaginario colectivo
de la época, no se contó con el otro lado de la moneda, es decir, no
se imaginaron que con el crecimiento demográfico de la ciudad y el
cambio no sólo en Antioquia sino en general del país dejando de ser
rural a convertirse en urbano, permitió entonces que surgieran otros
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
fenómenos a la par que crecían las poblaciones urbanas, tal como su-
cedió en Medellín,
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esenciales: el embellecimiento o la estética, el de la higiene y el interés
por el comercio. En Antioquia entonces, se consideró por parte de
los médicos, salubristas e ingenieros, que era sano “todo lo que fuera
movimiento, aeración, penetración de luz, e insano todo aquello que
detuviera el libre movimiento del aire, del agua, de la luz” (Botero,
1996, 187-188).
Para ilustrar un poco más esta idea, es pertinente describir un
poco la modernización de la ciudad a partir de un factor que podría
denominarse natural: los incendios. El Parque Berrío tuvo la mayo-
ría de sus transformaciones a partir de este fenómeno, pues cada que
ocurría un insuceso de este tipo se buscaba la forma de construir una
edificación moderna en lugar de reconstruir la que había antes, y se
aprovechaba además para la ampliación de las calles.
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
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El Estado toma bajo su responsabilidad aquellos problemas
catalogados desde tiempo atrás como higiene pública y algu-
nos de los de la higiene privada, sin relación alguna con la re-
cuperación de la salud en caso de enfermedad. En el primer
campo se ubicaban las acciones relacionadas con la salubri-
dad de los puertos, el manejo de aguas servidas, el manejo de
algunos alimentos, el control de establecimientos públicos y
el seguimiento de las medidas preventivas diseñadas para el
control de algunas enfermedades epidémicas. En el segundo,
se incluían las acciones en el campo de la instrucción pública,
con el fin de inculcar en el pueblo los preceptos de urbani-
dad (Quevedo, Hernández, y Miranda, 1993, 173-177).
Conclusiones
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Educación, progreso y cuerpo en colombia entre 1920 y 1940: el caso de Antioquia
Referencias Bibliográficas
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nidades, Universidad del Valle, No.3, pp.141-169.
56
El evolucionismo social, los problemas de la raza
y la educación en Colombia, primera mitad del siglo
XX: El cuerpo en las estrategias eugenésicas de línea dura y línea blanda21
Desde la perspectiva de Zaratustra los hombres del presente son, sobre todo, una sola cosa:
criadores [Züchter] exitosos que han tenido la capacidad de hacer del hombre salvaje el último
hombre. Se sobreentiende que esto no podía haber ocurrido tan sólo por medios humanísti-
cos, doméstico-adiestro-educadores. Con la tesis del hombre como criador del hombre se hace
estallar el horizonte humanístico, en la medida en que el Humanismo nunca podrá ni le será
permitido pensar más allá de la pregunta por la domesticación y la educación: el humanista se da
al hombre como pretexto y aplica en él sus medios de domesticación, de doma, de formación,
convencido, como lo está, de la conexión necesaria entre el leer, el estar sentado y el apacigua-
miento.
Peter Sloterdijk, 1999, p. 39
El capitalismo […] socializó un primer objeto, que fue el cuerpo, en función de la fuerza laboral.
El control de la sociedad sobre los individuos no se opera simplemente por la conciencia o la
ideología sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo. Para la sociedad capitalista lo importante
era lo biológico, lo somático, lo corporal antes que nada. El cuerpo es una realidad biopolítica; la
medicina es una estrategia biopolítica.
Michel Foucault, 1996, p. 87
Ver página
23
57
En la América, como lo dijo Alberdi, ‘gobernar es poblar’, pero poblar regenerando.
Miguel Jiménez López, 1920, p. 39
Si lo indispensable es vivir, y si para ello no todas las condiciones de la perfecta vida pueden
lograrse, es necesario realizar aquella parte que está a nuestro alcance inmediato [...] Tengamos
por ahora los cuerpos sanos que el cruzamiento da, y esperemos que tarde o temprano vendrán a
alojarse en ellos mentes sanas.
Rafael Uribe Uribe, 1955, p. 189
Introducción
y ocuparon de una educación –activa– durante la primera mitad del siglo pasado
se pueden ubicar en dos grupos, a saber: los de orientación psicológica y los de
orientación sociológica. Los primeros, a su vez, se dividen en aquellos que propu-
sieron una educación laica como Agustín Nieto Caballero (1889-1975) y Gabriel
Anzola Gómez, y los que se ubicaron dentro de una psicología católica como
Miguel Jiménez López (1886-1965) y Rafael Bernal Jiménez (1898-1972). Dentro
de la orientación sociológica, por su parte, cabe mencionar a: José Francisco So-
carrás (1906-1996), Luis López de Mesa (1884-1967), Germán Arciniegas, Darío
Echandía y Gerardo Molina. Frente a este grupo de pensadores están los defen-
sores convencidos de la Pedagogía Católica, dentro de los que se cuentan Félix
Restrepo Mejía (1887-1965) y Eduardo Ospina.
La perfectibilidad (“perfectibilité”) es un concepto acuñado por Rousseau para de-
25
58
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
59
comportamiento, hábitos, gustos, modales, costumbres, valores mo-
dernos, formas de presentarse, tratos para con el cuerpo, entre otros28.
El trasfondo de este pensamiento era la concepción de que Co-
lombia, según el modelo de la civilización occidental europea que se
tenía como referente guía29, era todavía un país atrasado, no desarro-
llado, no modernizado, incivilizado, incluso en decadencia, que necesitaba,
por tanto, salir de dicha situación crítica y consolidarse como “una
gran nación moral” (Uribe Uribe, 1955, p. 191). Jiménez López decía
en ese mismo sentido: “Hay en todas las manifestaciones de nuestra
vida colectiva infinidad de caracteres psíquicos que denotan un esta-
60
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
La minoría de edad y estado infantil no sólo se tienen para las etapas evolutivas
30
del sujeto en términos de niñez y adolescencia, sino que además se refieren a con-
sideraciones geopolíticas y raciales, según las cuales nuestra nación, por ejemplo,
era considerada una nación menor de edad, comparada las sociedades avanzadas,
y por ello susceptible de ser intervenida y/o “ayudada” por esas sociedades mayo-
res de edad –como es lógico, con ideas como ésta se legitima a su manera el inter-
vencionismo–. Así, tanto la condición de minoría de edad (niñez y adolescencia)
de los sujetos individuales, de las etnias (indígenas, afros, mestizos) como de las
sociedades infantes lleva a la conformación de temporalidades y espacio panopti-
zados, en donde los que están inmersos se convierten en objetos de intervención
y de vigilancia, es decir, en objetos de una gestión controlada de sus vidas que
aún hoy se puede ver como un poder funcionando en el ámbito social contem-
poráneo –actualmente estas formas de infantilización se pueden ver funcionando
cuando entran en relación, por ejemplo, los discursos ecológicos y ambientalistas
y la situación de las comunidades indígenas–. Acerca de la idea de sociedad en
condición de minoría de edad o infante cf.: Spengler, 2002, pp. 45-90.
61
lo moderno, para legitimar como válidos, científicos y objetivos un con-
junto de saberes y prácticas pedagógicas, psicológicas, paidológicas,
higiénicas, biológicas, fisiológicas, médicas y eugenésicas [...] Se con-
cebía lo moderno como símbolo de nueva era que, más que construir
sobre el pasado, pretendía romper con lo viejo, con lo tradicional y con
lo clásico. Para los profetas de esta nueva era –joven, vigorosa, confia-
da–, sólo parecía existir un presente y un futuro llenos de las inmensas
posibilidades que lo moderno permitiría alcanzar” (Sáenz, Saldarriaga y
Ospina, 1997, pp. 7-8).
De esta manera, los programas de perfeccionamiento y sus ideales
de formación31 en la Colombia de los albores del siglo XX se configu-
raron en una franca y sutil oposición a una serie de amenazas y peligros
que la sociedad colombiana debía controlar y superar. Para decirlo de
otro modo, se presentaba ahora una profunda desconfianza frente al
pueblo colombiano, el cual se consideraba como la objetivación de la
decadencia. Gracias entonces a la entrada y apropiación de los saberes
modernos y a los nuevos ideales de formación y culturización huma-
nos, los problemas en torno a la imperfección, degeneración e infanti-
lización del pueblo colombiano adquirieron un papel determinante, al
configurarse como contra-imágenes que había que combatir32, y en contra de
López de Mesa decía, por ejemplo, que había que crear “un ideal de raza. Enseñar
31
al pueblo que tiene una misión histórica que cumplir; que cada acto de su vida
tiene que armonizarse con otros actos hacia algo superior [...] que cada pueblo,
realmente histórico, está formando día por día la conciencia humana universal [...]
Que el pueblo es una cultura o al menos un ideal, y no mera porción de raza o
parcela de territorio” (López de Mesa, 1926, p. 178).
“Del mismo modo que los ideales positivos se concretan en utopías soñadas y en
32
62
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
63
Un momento de gran relevancia en estos aspectos fue 1918-
1920 , ya que el supuesto estado de atraso cultural, de decadencia fi-
34
64
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
teorías fue el francés Joseph Arthur Gobineau, quien, en su escrito Ensayo sobre la
desigualdad de las razas humanas, se preocupó por la “evolución” –nacimiento, esplen-
dor, decadencia y muerte– de las civilizaciones. Este autor fue uno de los que pro-
puso que las mezclas raciales eran una forma muy importante para elevar el nivel
–cultural y biológico– de cualquier raza –apreciación que fue retomada en nuestro
país durante la primera mitad del siglo XX–. Según el punto de vista de este autor,
la degeneración de las razas se encuentra asociada con ciertas mezclas de sangre no
adecuadas. De allí la relación estrecha que plantea entre raza, racismo, eugenesia y
progreso, en donde la raza puede aparecer como factor de atraso y decadencia. En
Colombia el problema de la –degeneración– de la raza estuvo en boca de muchos
pensadores, políticos e intelectuales de la época y fue incluso tratado en el Congre-
so. Ello sirvió para que viera la luz la Ley 114 de 1922 sobre inmigración. Con esta
ley se exhortaba al mejoramiento de las condiciones raciales (étnicas, culturales,
sociales) tanto en un sentido físico como moral, mediante la promoción de la in-
migración de individuos y familias que tuvieran las características que se requería
–que las élites y el poder hegemónico requerían– para el eventual mejoramiento de
la raza colombiana. De acuerdo con esto, quedaba igualmente prohibida la entrada
a otros individuos y grupos que, por sus condiciones étnicas, orgánicas y sociales,
fueran considerados como un “problema” para el posible mejoramiento de la “raza
colombiana” y, por tanto, para el progreso de nuestro país. Eso significó, dentro de
la misma lógica, una mirada discriminatoria y excluyente para con ciertos grupos de
la misma sociedad (afros, indígenas y el pueblo en general).
Desde la biología es necesario citar a Darwin, quien en sus textos utilizaba la pa-
36
labra “progreso” para enunciar procesos que hoy bien se podrían nombrar como
evolución o desarrollo. Igualmente, se podría considerar que en Spencer también
hay esa mirada sociológica con respecto a una evolución social. De esta manera,
el siglo XIX tiene una fuerte relación con la idea de progreso a través de lo que se
denominó “evolución social” y “evolución biológica”, o como lo planteó Comte,
“ley del progreso”. Cf.: Comte, 1995.
Cf.: Escobar, 1998.
37
Acá hay que tener en cuenta, tal y como lo plantea Nisbet (1991), que la idea de
38
65
Lo que en este escrito queremos mostrar es cómo, para el caso
específico nuestro, y a partir de los discursos de estos intelectuales, el
cuerpo se convierte en un punto de articulación para la propuesta de
una serie de estrategias eugenésicas tanto de línea dura como de línea
blanda, a las que les subyacía, sobre todo, una particular apropiación
del evolucionismo social como pensamiento fundante39 –como “ideo-
logía”40– y en las que la educación –del cuerpo– entró a ocupar un
lugar estratégico41.
El evolucionismo social se erige así como uno de los saberes de las ciencias socia-
39
les fundamentales, de gran circulación durante la época, que, para el caso concre-
to colombiano, permitió, gracias a la apropiación de que fue objeto, la fundamen-
tación conceptual e ideológica de los llamados pensadores de la degeneración de
la raza.
Un aspecto de la “ideología” del racismo es que difunde ciertas visiones e ima-
40
ginarios que ayudan a que las desigualdades sociales se “naturalicen”. Para una
revisión actual del concepto de “ideología” véase: Žižek, 2004.
En esta misma línea temática se pueden consultar, entre otros, los trabajos de
41
66
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
tación colectiva para la explicación del devenir histórico, es situada, incluso desde
el mismo Comte, con una carga de cierta obligatoriedad para todo pensamiento
que se considere positivo; de allí que, a pesar de las diferencias existentes entre el
padre de la sociología y el iniciador del evolucionismo social, este último consiga
entender el progreso social desde la fusión entre los postulados de la ciencia so-
cial y la ciencia biológica, en el punto convergente de la ley de la evolución. “En
sus primeros principios, Spencer se propone fundar la ley general de la evolución
sobre los axiomas de la persistencia de la fuerza, de la indestructibilidad de la ma-
teria y de la continuidad del movimiento. La transformación de la fuerza y de la
materia por su movimiento lleva a la evolución, en la cual la materia se integra, el
movimiento se dispersa y se diferencia, en tanto que las fuerzas establecen equi-
librios variados. El proceso de evolución puede caracterizarse así como el pasaje
de una homogeneidad incoherente a una heterogeneidad coherente” (Gurvitch,
1970, p. 188).
67
to constante de transformación en el que formas –culturales– antiguas
se dejan para adquirirse otras nuevas. En este caso, el desarrollo se
basa entonces en la diferenciación e integración permanentes. Así, en
Spencer, ese llamado académico moderno-positivista de tematizar y
argumentar sobre la sociedad a la luz de la idea de progreso, encuentra
respuesta a partir de la suprema ley de todo devenir: la evolución.
Para el caso concreto de la evolución social, y partiendo para ello
de la similitud entre ésta evolución y la biológica, Spencer presenta las
siguientes líneas de razonamiento con respecto a la sociedad:
68
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
es un organismo”.
Argumentos y categorías que posteriormente fueron dadas por las teorías de sistemas.
46
69
3. En las sociedades y en los organismos la diferenciación progre-
siva de estructuras va acompañada de una diferenciación pro-
gresiva de funciones.
4. La evolución crea para las sociedades y para los organismos diferen-
cias de estructura y de función que se hacen posibles unas a otras.
5. Así como un organismo viviente puede ser considerado como una
nación de unidades que viven individualmente, así una nación de
seres humanos puede ser considerada como un organismo.
De acuerdo con los planteamientos de Darwin, la evolución actúa sobre los seres
47
70
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
71
último cuarto del siglo XIX; éste le dio, a su vez, una cierta unidad
a la sociología. Lo que discutían sobre todo los sociólogos era cuál
podía considerarse como la interpretación más adecuada de la evolu-
ción –que para el mismo Spencer no era algo claro–. El debate solía
centrarse en la identificación del factor predominante responsable de
la evolución de la sociedad. Así, un autor como Durkheim, en su
texto La división del trabajo social, siguiendo la hipótesis spenceriana
del paso de una sociedad militar a una industrial, propone la idea
evolucionista de la existencia de dos tipos de solidaridades: la soli-
daridad mecánica, propia de sociedades tradicionales o primitivas,
y la orgánica, propia de sociedades complejas o avanzadas48. De otro
lado, tendencias sociológicas como el darwinismo social49, el evolu-
72
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
73
3. En un organismo las partes existen para beneficio del todo, y
en una sociedad el todo existe meramente para beneficio del
individuo.
74
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
75
Inglaterra en donde con mayor fuerza se apropiaron de las ideas spen-
cerianas hasta casi la tercera década del siglo XX –contexto histórico,
geográfico y social, en el cual las apuestas de futuro se dieron como
implementación del sistema económico y político capitalista, con la
colaboración de saberes modernos que, como el evolucionismo social,
habrían de permitir legitimar las nuevas prácticas y representaciones
sociales que configuraban lo que Max Weber había definido como “es-
píritu capitalista”56 –. Spencer mismo consideraba que la realización de
dicha evolución no era siempre accesible a todas las manifestaciones
colectivas e individuales del ser humano, y por ello expuso la existencia
de ciertas perturbaciones que alteran la línea recta de la evolución57:
76
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
77
niños, para atender las escuelas, hay que preocuparse por formar, cui-
dar, construir o educar el yo, es decir, la persona en una forma total:
cuerpo, alma, sentidos, mente, corazón y sentimientos.
Muchas de las ideas del evolucionismo social llegaron a nuestro
país aproximadamente entre los años 1860 y 1934. Acá, el evolucio-
nismo social se perfiló entonces como una de las principales fuentes
de argumentos y explicaciones de la que se apropiaron los autores de
la degeneración de la raza para la configuración de sus imaginarios
sociales y de sus políticas racistas, elitistas, clasistas, etc. Con todo ello
se buscaba confirmar, además, que, como lo dice López de Mesa, la
“teoría de que la humanidad por la acción genial de unos cuantos con-
ductores tiene su parte de verdad [...] la democracia bien entendida es
un sistema de selección que conduce a hacer posible la actuación de
los más capaces [...] Es, pues, el verdadero conductor de pueblos un
producto de selección que encarna las tendencias de su raza y las im-
pulsa por sus dotes geniales” (López de Mesa, 1915, p. 304). Pasemos
ahora a ver algunos de los planteamientos básicos de los autores de la
degeneración de la raza.
78
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
1925 a 1930. Liderada por Rafael Bernal Jiménez, sobrino de Miguel Jiménez Ló-
pez y para ese entonces Director de Instrucción Pública de ese departamento, la
reforma educativa estaba encaminada hacia una serie de mejoras de y mediante la
educación. Dentro de las pretensiones fundamentales estaba combatir los proble-
mas de pobreza –material y espiritual– y de debilidad física de los alumnos, y en ello
un punto muy importante lo marco la higiene escolar y, junto con ella, el estableci-
miento de los restaurantes y médicos escolares (Cf.: Helg, 1987, p. 122 y ss.). En un
“mensaje al magisterio nacional”, Bernal Jiménez esboza los temas del programa
que habrán de ser tratados para mejorar la educación y dignificar la labor del maes-
tro. En tercer lugar de la agenda aparece “la escuela y la nacionalidad”, y como parte
de ello está el numeral acerca de “la escuela colombiana frente a los problemas de
la raza, del medio físico peculiar y de la edad histórica de nuestra nacionalidad”.
En cuarto lugar aparece “el problema de la higiene y de la vigorización de la raza”.
Como primer punto por tratar dentro de esta temática está el de la “escuela defensi-
va”. Preguntas planteadas aquí son: “¿Qué debe hacer la escuela para la vigorización
de la raza?”, “¿Cómo podría desarrollarse una intensa campaña a favor del aseo
popular y del mejoramiento de las condiciones higiénicas de las masas? (La alimen-
tación, el vestido, las costumbres)”. Como segundo punto por tratar dentro de esa
temática estaría “la colaboración del médico en la acción educativa y defensiva de
la escuela”, y como tercero y cuarto punto de esta temática están: “Educación y
campañas antialcohólicas” y “educación física” (Bernal Jiménez, 1949, pp. 64, 65 y
66; 181 y ss.; cf.: Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997).
79
o cambio progresivo de la raza nativa por los fenotipos europeos a
través de la inmigración de extranjeros, y, por el lado brasileño, en el
estudio de las condiciones socioculturales, entre ellas, la educación61,
que eran susceptibles de ser transformadas y mejoradas con su con-
secuente impacto en la “evolución” positiva de los nacionales. Estas
dos posturas han sido denominadas en el ámbito mundial como la
línea dura de la genética o postura mendelina, característica de países
como Estados Unidos, Alemania e Inglaterra (contexto de influencia
de las ideas spencerianas) y la línea genética blanda o postura neo-
lamarckiana62, característica de países Latinoamericanos como Brasil
y Cuba. Ambas posturas tuvieron también su espacio en nuestro país;
una muestra fehaciente de ello fue precisamente el debate suscitado en
torno a la degeneración de la raza.
60
Cf.: Noguera, 2003, p. 25.
61
Recientemente, Peter Sloterdijk, en su libro: Regeln für den Menschenpark. Ein Ant-
wortschreiben zu Heideggers Brief (1999), revivió polémicamente el debate sobre los
aspectos eugenésicos implícitos o detrás del Humanismo. Humanizarse fue aden-
trarse en las letras, crear una sociedad literaria selecta que hoy en día se ha vuelto
cuestionable en su forma de formación erudita y escolástica, pero cuya pretensión
sigue estando viva como “desalvajizamiento” y domesticación del hombre por
medios artificiales, es decir, antropotécnicos o eugenésicos.
62
Recordemos que Lamarck (1744-1829) le adjudicaba a los organismos un instinto
o impulso hacia el perfeccionamiento que siempre tendía hacia la consolidación de
estructuras cada vez más complejas. La evolución en este caso se da como realiza-
ción de las exigencias de adaptación al entorno. Los comportamientos adaptativos
fungen entonces como condicionantes del cambio corporal y orgánico de los seres.
80
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
81
son, a mi ver, base suficiente para admitir que –colectivamente– los
habitantes de esta zona somos el eslabón de un proceso degenerativo que viene ela-
borándose de tiempo atrás64” (Jiménez López, 1920, p. 32).
Cuando el médico Miguel Jiménez López presentó en el Tercer
Congreso Nacional de Médicos su ponencia titulada “Nuestras razas
decaen. El deber actual de la ciencia”, su preocupación estaba centrada
en la decadencia de la raza colombiana tanto desde el punto de vista
físico como psíquico. La inferioridad fisiológica y mental del pueblo
colombiano era el producto de un defectuoso e inadecuado proceso
de hibridación y mestizaje que se podía percibir en la pequeña estatura
de los nuestros comparada con la mayoría de los europeos, la mala
nutrición, la sífilis, el alcoholismo, la belicosidad, los comportamien-
tos inmorales, la criminalidad, la prostitución infantil, el sectarismo y
fanatismo político, la poca actividad intelectual, la baja producción de
ideas, el carácter imitativo predominante, la falta de ejercicio corporal,
las deficiencias corporales, entre otros; factores estos que fueron los
que, de manera comparativa, daban cuenta de una degeneración de la
raza, específicamente del pueblo65. Jiménez López habla entonces de
una degeneración física manifestada a través de distintos signos anató-
micos, fisiológicos y patológicos, y de una degeneración psíquica, a las
La cursiva es nuestra.
64
82
cuales les atribuye causas de distinto orden que van desde la alimenta-
ción y el clima hasta factores como la higiene y la miseria.
Jiménez López es radical en lo que se refiere al proceso de degene-
ración y atraso constante, pues, desde su punto de vista, no se podía ha-
blar simplemente de estancamiento o algo parecido. Anclado a la lógica
de la evolución y del progreso, para este autor todo estancamiento era
ya de por sí un atraso con respecto a quienes sí estaban en permanente
desarrollo, ya que, según él, la ley de la regresión era implacable y la po-
sición histórica de una colectividad es siempre relativa a la evolución de
las demás66. Lo particular de todo lo anterior es el recurrente papel que
entran a cumplir los parámetros europeos acerca del “hombre normal”
como referentes guías –“como promedio de la especie humana” (Jimé-
nez López, 1920, p. 12)– y como criterios para determinar que es lo de-
generado o no. Se habla entonces, frente a la altura y al peso corporales,
de lo alto y robusto como lo mejor y, por tanto, como índice de lo desa-
rrollado, lo saludable y lo normal. Además de la degeneración entendi-
da como desviación enfermiza de un tipo primitivo67, se habla de otras
degeneraciones reproducidas a través del mito –hoy en día adjudicado a
los denominados latinos– de la emotividad excesiva y la sexualidad des-
enfrenada, en tanto muestras patológicas de un “hipo-funcionamiento
tiroideano” (Jiménez López, 1920, p. 19).
Como terapéutica a los problemas físicos y psíquicos menciona-
dos Miguel Jiménez López propuso que las acciones estuvieran dirigi-
das hacia el fortalecimiento de: la alimentación, la higiene pública, los
ejercicios corporales, la regulación y reglamentación del trabajo de las
Este es uno de los puntos más problemáticos de las teorías sobre el determinismo
67
83
clases jornaleras, la cultura y educación corporales, las luchas antialco-
hólicas y las medidas contra los vagos, desocupados y parásitos sociales68.
Además de la enseñanza de la higiene en las escuelas y de los ejercicios
corporales, Jiménez López estuvo también a favor de la inmigración de
europeos y norteamericanos, asunto que vio como la principal estrategia
eugenésica. Así lo decía: “La inmigración de sangre blanca, bien escogi-
da y reglamentada como debe hacerse, es para los países en desarrollo,
un elemento incomparable de población, de progreso, de producción
y de estabilidad política y social. Una corriente de inmigración europea
suficientemente numerosa iría ahogando poco a poco la sangre aborigen
y la sangre negra, que son, en opinión de los sociólogos que nos han
estudiado, un elemento permanente de atraso y de regresión en nuestro
continente” (Jiménez López, 1920a, pp. 74-75). Ante la inevitable deca-
dencia y degeneración de la raza dada en términos biológicos, la solución
sólo podía ser la inmigración de europeos blancos y el rejuvenecimiento
con “sangre fresca” (Jiménez López). Dicho con otras palabras: en la
medida en que el mal estaba ya en el cuerpo, en el bios, las soluciones no
podían ser simplemente sociales (educación, higiene, lucha contra la mise-
ria, protecciones laborales, mejoramiento de las condiciones sociales de
vida). Por ello Jiménez López ve entonces en la inmigración el asunto
principal contra la degeneración de la raza en Colombia. Al igual que
en López de Mesa, salta a la vista acá una “ideología” pro-inmigratoria,
basada en los saberes modernos (medicina, psicología, antropología,
craneometría, etc.) y en ciertos estereotipos raciales, y muy ligada a una
biopolítica y eugenesia de la población.
Como se puede inferir, con Jiménez López el cuerpo, gracias a su
fuerza de trabajo, a sus capacidades motrices y a su carácter funcional,
se convierte en una pieza indispensable para el progreso de este país
que comenzaba su proceso de modernización. A la luz de su mirada
médico-moralista, el cuerpo aparece como el signo más fehaciente, o
84
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
saber: uno general y uno que él denomina “escolar” (Jiménez López, 1928, p.
234). “La educación física, en su sentido más general, abarca todos aquellos cono-
cimientos y cuidados que tienen como fin el total y perfecto desarrollo orgánico.
85
definiciones que para la época circulaban en las instituciones educati-
vas del país sobre la educación física era la siguiente: “hemos de anti-
cipar que la educación física, en su sentido más general, abarca todos
aquellos conocimientos y cuidados que tienen como fin el total y per-
fecto desarrollo orgánico”. Este correcto desarrollo orgánico requería
de la formación de los sujetos en los campos de la salud, la higiene y la
profilaxis; elementos muy importantes para la época y que aún conser-
van su lugar de relevancia. Al respecto dice el autor: “el aseo personal y
las reglas profilácticas contra las enfermedades comunes en la infancia
y en la juventud son, así mismo, un capítulo muy importante de la edu-
cación física”. Así, como propósito muy importante de esa educación
práctica o de esa educación para la acción estaría el fomento de una
cultura –educación– física, entendida como educación del cuerpo en
general, ya que con ella, según Jiménez López, se estaría dando inicio
desde muy temprano a una formación de la personalidad (en tanto
voluntad disciplinada y autónoma que se ejercita en la acción).
Para el profesor Jiménez López en la base de la educación de la
niñez hay un aspecto que reivindicar, a saber: el movimiento o activi-
dad intensa como condición de la naturaleza de esta etapa. Una vez
promovida, se podría gestar en el infante un correcto desarrollo de la
Así es que debe comprender, desde los principios de la puericultura antes del
nacimiento y aun antes de la procreación, hasta las reglas para la adquisición de
las destrezas manuales y sensoriales más elevadas. En ella tienen cabida [...] todo
lo que dice relación al alimento [...] preceptos que la Higiene dicta [...] El aseo
personal y las reglas profilácticas contra las enfermedades comunes en la infancia
y en la juventud” (Jiménez López, 1928, p. 233). En su sentido amplio la edu-
cación física abarcaría para este autor todo lo concerniente a la puericultura, las
manualidades, la educación sensorial, la dietética, la higiene y cuidado de la salud,
la educación muscular, los deportes, ejercicios y actividades musculares ordena-
das. Frente a este concepto amplio, el autor propone el de una educación física en
sentido escolar que tiene como preocupación “el buen desarrollo de los músculos
y del esqueleto” (Jiménez López, 1928, p. 234) y que se basa fundamentalmente
en el ejercicio.
86
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
87
simultáneamente diversos movimientos naturales, como marchas de
ritmo variable, lo cual es conocido como introducción a la educación
militar. Ejercicios nutritivos: pretenden activar las principales funcio-
nes vitales a partir de movimientos respiratorios metódicos. Ejercicios
educativos de los órganos locomotores: su cometido es hacer entrar en
juego la mayor cantidad de grupos musculares y con ellos la búsqueda
de un desarrollo corporal simétrico. Ejercicios de destreza: Hacen in-
tervenir ya ciertas maniobras de precisión, las actitudes de equilibrio y
algunos movimientos que deben vencer dificultades graduadas, lo cual
permite la formación del sujeto en tanto obtención de habilidades de
coordinación y ubicación.
En conclusión, para Jiménez López la inmigración de razas, fun-
damentalmente blancas, y la promoción de una cultura y educación del
cuerpo se constituyeron en dos de los pilares fundamentales para la
posible implementación de estrategias eugenésicas para con el pueblo
colombiano. Es decir, que en este autor se encuentran las dos ten-
dencias eugenésicas anteriormente mencionadas: la de línea dura, en
sus políticas de inmigración y la de línea blanda, en sus ideas sobre la
educación física.
88
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
Para López de Mesa “abrir una brecha infinita entre funciones vitales y espíritu,
71
89
elementos antropo-geográficos, los ‘factores ecéticos’ [...] obedecemos
a la función primordial de la inteligencia humana, que es la de prever
para vencer, la de concebir un plan estratégico de lucha. La política de
los Estados, la educación especialmente, la orientación económica, la
selección de la progenie en parte y la constitución de estados mayores
culturales, en algo siquiera, se imponen ineluctablemente” (López de
Mesa, 1970, p. 165). En López de Mesa se configura así una concep-
ción de raza ya no puramente en términos biológicos, sino también en
términos culturales, a saber: como espíritu y nacionalidad. En ese senti-
do, para él no había propiamente degeneración, sino peligros que eran,
específicamente, provenientes de un exterior. Al respecto sostenía: “La
evolución de las ciencias, el comercio, las industrias y artes menores nos
permite esclarecer muchos temas abstrusos: La detención del progreso
en ciertas etapas que obedece a condiciones externas a veces, cambio de
clima, invasión de otros pueblos, desviación de las rutas comerciales, o
a incidentes íntimos, como mala distribución de la riqueza, mala organi-
zación del trabajo, endemias o epidemias y revoluciones, puede también
adscribirse en algunos casos a una limitación temporal de la potencia
psíquica de los humanos en ese período, con fatiga o agotamiento de los
recursos mentales” (López de Mesa, 1970, 26-27).
López de Mesa, vocero y defensor de esos discursos modernistas,
desarrollistas y perfeccionistas, si bien no compartía con Miguel Jimé-
nez López la tesis radical acerca del proceso de degeneración de la raza,
sí tenía una idea escéptica frente a esta última, sin con ello querer decir
que dicha situación estaba por fuera de una solución racional. López
de Mesa partía de un estado de imperfección del pueblo colombiano
que era susceptible de ser mejorado. Sus apreciaciones estaban basadas
en los aportes de los saberes modernos como la biología, la sicología,
la fisiología, la higiene, el evolucionismo, y tenían como imágenes refe-
renciales las instituciones modernas, los discursos sobre la renovación
racial y nacional del país y los conocimientos de las ciencias modernas.
Frente a este supuesto estado de depravación social y anomalía étnico-
cultural, la sociedad debía buscar, según este autor, todos los medios
90
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
de corte eugenésico se hacen evidentes, cuando dice, por ejemplo: “Un cultivo de
la familia, no sólo en su educación social, sino, también, en su vigor genético, es
aceptable y conveniente, puede aun autorizar una vigilancia del Estado en cuanto
a la salud de los cónyuges y el divorcio, cuando ocurra el disimulo engañoso de
91
nuestros males, porque poseemos vicios de constitución y de educa-
ción que a ellos nos conducen y que dentro de ellos nos sujetan” (Ló-
pez de Mesa, 1918, pp. 68-69). La propuesta de López de Mesa parte
de que se deben propiciar las condiciones para contar con una pobla-
ción instruida, favorable a la innovación y al cambio, y capacitada para
explotar las riquezas de la Nación; y por ello se debe, además, facilitar
como estrategia la inmigración de extranjeros que ayuden a lograr este
objetivo73. Todo lo cual debe redundar, igualmente, en la implantación
de estrategias eugenésicas que utilicen la escuela como trampolín para
cumplir sus objetivos. Para poder perfeccionarse como raza, el pueblo
colombiano estaba llamado a someterse así a un Estado biocrático –
en el sentido de Foucault y de López de Mesa74– y a un conjunto de
prácticas y técnicas eugenésicas de selección en las que también había
cabida para la educación como práctica selectiva.
Si bien López de Mesa no se expresa extensa y explícitamente
en torno al papel del cuerpo y de la educación del cuerpo de cara a
la situación de degeneración y posible regeneración de la raza en Co-
lombia, aventuramos acá, no obstante, la hipótesis de que éste aparece
con frecuencia como un punto de referencia muy importante, como
graves perturbaciones que hagan posible una nueva generación enferma” (López
de Mesa, 1926, p. 110).
73
“Su democracia puede hacerle descuidar la prudente vigilancia de su constitución ra-
cial, y no atender a la inmigración como problema étnico y cultural, pues no debemos
olvidar que las grandes civilizaciones son el producto de fusión de dos razas que se
compenetran y fecundan en un medio propicio” (López de Mesa, 1926, p. 192).
74
“También es un error llamar democracia al socialismo o al sovietismo. Es un abuso
de etimologías y una mentira institucional. La corriente que engloba estas tendencia
más o menos desordenadas pudiera llamarse sencillamente biocracia, el gobierno de
la vida, el derecho a vivir, y a vivir lo mejor posible, que invocan las masas del prole-
tariado universal. No es el derecho del trabajo contra el capital, no es el derecho del
trabajador a su ganancia, sustancialmente es el grito de la vida que quiere vivir [...] Es
la afirmación de la existencia en su conservación, en su recreo, en su procreación y
en su perfeccionamiento” (López de Mesa, 1926, pp. 146-147).
92
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
93
y de subordinación de fuerzas que le dan el triunfo” (López de Mesa,
1926, p. 184). Con lo que acá la acción organizada adquiere un carác-
ter racional, teleológico y utilitarista. Por eso, en López de Mesa la
acción legítima es aquella que obedece a un fin que en el hombre ha
de ser obedecer a un plan racional, al genio o intelecto como principio
organizador. Así pues, el principio de la acción ordenada se debe ma-
nifestar en todo: en el cuerpo bien dispuesto, vigoroso, disciplinado75,
auto-controlado y sano, en el espíritu racional, calculador y organiza-
dor, e incluso en las naciones76 –en el libro “Nosotros” este autor llega
incluso a proponer, con esa pretensión civilizatoria frente al cuerpo,
la asistencia a escuelas para aprender “estilos elegantes de andar, sen-
tarse y estar de pies”77–. De allí también las connotaciones negativas
del escepticismo y la inacción, entendidos como “dos estados que se
corresponden e igualmente apocan el espíritu hasta colocarlo en una
depresiva inferioridad. Ante el enigma del universo y el dolor de la vida
consciente el hombre busca el refugio de los placeres, el silencio supre-
mo de la muerte o la noble expansión de sus energías en algún empeño
laudable: en la acción que afirma su personalidad, la eleva y ennoblece”
(López de Mesa, 1915a, p. 418).
94
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
78
Cf.: Castro, 1915, 1915a. En la recopilación Los problemas de la raza en Colombia no
hay escritos de este autor, pero, se puede decir, estuvo al tanto de estos asuntos,
según sus vínculos y artículos en la revista Cultura.
79
Cf.: Bejarano, 1920.
95
timismo –denominado por Castro como meliorismo–, giraran en torno
a la idea de escolarizar o alfabetizar al pueblo colombiano80. “No esta-
mos perdidos, ni mucho menos” –dice Castro–. Nuestra raza apenas
ha empezado a formarse; de suerte que le falta por cumplir gran parte
de su evolución, aquélla precisamente en que las especies, en virtud de
una ley de vida, eliminan las toxinas y defectos adquiridos por heren-
cia, para surgir al fin, después de una trayectoria de años o de siglos, en
plena madurez de desarrollo, potentes y perfectas [...] Nuestros defec-
tos del presente, si sabemos analizarlos y encauzarlos como es debido,
serán las grandes cualidades del mañana [...] Se deben buscar senderos
de bien, aprovechando las enseñanzas de la práctica, y ayudar a la na-
turaleza en su obra eliminadora de lo podrido que llevamos dentro”
(Castro, 1915, p. 101). En ese sentido y al igual que en otros autores,
para él la higiene y la educación se constituyen en los medios más ade-
cuados para sacar adelante al país, y no tanto las mezcla raciales.
Este autor hace un llamado entonces a que se le preste una mayor
atención a la infancia y a sus condiciones sociales y materiales de vida.
Igualmente llama la atención sobre la necesidad de una reforma radical
de la educación y de la instrucción pública. Para tal propósito habría
que comenzar, según él, por “hermosear la escuela” (Castro, 1915, p.
108), de manera que una suerte de ambiente nuevo influya y pula el es-
píritu del niño, pues como lo dice Bernal Jiménez: “Ningún educador
podrá perder de vista que la generación de los niños colombianos son
producto de un mestizaje en el cual conviven los imperativos ancestra-
les de muy diversas razas, y que muchas de las contradictorias tenden-
cias de su temperamento tendrán en esta conjunción su explicación
más adecuada [...] en los componentes aborígenes hallará el educador
diversos aportes, muchos de ellos no bien definidos aún en sus lindes
territoriales y raciales [...] La eliminación de los elementos perjudiciales
o viles y la exaltación de los elementos nobles y limpios dentro de ese
96
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
97
es adecuada. Así lo dice: “No es lógico ni convincente que nosotros
queramos sujetar nuestra fisiología, dependiente del clima, presión at-
mosférica, etc., a las normas de lo que sucede en el hombre europeo”
(Bejarano, 1920, p. 210). Concluye así este autor que no es tiempo de
universalizar las tesis de la degeneración de la raza, ya que, según él, ha-
cen falta todavía muchos estudios sobre el cuerpo –su fisiología– que
permitan hablar con mayor certitud, es decir, con mejores datos, de lo
que han sido sus procesos de decadencia o de adaptación. Por eso, “el
estudio de las razas fundado en caracteres morfológicos y que prescin-
den de las influencias innegables del medio ambiente, carecen de todo
valor y consideración” (Bejarano, 1920, p. 231). Ligada a estas insufi-
ciencias investigativas, resulta la crítica de Bejarano a las dificultades
de una definición del concepto de raza. Pone en duda por eso la idea
de un origen puro y dice que es precisamente por el ambiente –por lo
externo– que los grupos humanos tienden a adaptarse y a parecerse
entre ellos; “gracias a la influencia de condiciones idénticas de vida,
adquieren algún día un tipo común resultante de tantos factores como
moldean la especie” (Bejarano, 1920, p. 231). Es decir, los factores ex-
ternos aparecen acá como co-causales de ciertas formas específicas de
evolución, con lo que “la” evolución queda enmarcada así dentro de
una dinámica de corte epigenético81.
Para finalizar esta parte es importante resaltar que si hubo un
común denominador dentro de todas estas posturas este consistió en
la idea de que sólo mediante la educación se podía sacar adelante al
país y conseguir así un estado de civilización.
81
La estructuración epigenética del ser humano se refiere al hecho de que los seres
humanos no se encuentran insoslayablemente determinados ni por su propio de-
sarrollo natural, ni por su origen metafísico o religioso, sino por sus propias prác-
ticas. Es decir, que los individuos tienen que determinarse a sí mismos mediante
su interacción con el mundo, transformándose a sí mismos y transformándolo.
98
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
A modo de conclusión
99
tir de la cual se determinan aspectos de una naturaleza interna de los
individuos–.
El debate en torno a la degeneración de la raza, que estuvo tam-
bién ligado a una politización de la controversia en torno a los fines de
la educación pública, consiguió incidir sobre la educación de la época
con la configuración de cuatro tipos de escuela, a saber: la escuela
para la defensa de la raza, la escuela examinadora, la escuela pedago-
gizadora [sic] y la escuela para la democratización de la cultura82. El
punto en común de estas tendencias serán las ideas eugenésicas y las
prácticas del examen, representadas por campañas higienistas y antial-
cohólicas, restaurantes escolares, hasta controles médicos constantes,
con el fin de hacer de la escuela la punta de lanza de la lucha masiva
contra la propagación de “factores hereditarios negativos”, frontera
de combate contra las endemias y las patologías, y, en general, espacio
propicio para tomar control del desarrollo fisiológico y orgánico de la
infancia colombiana y de sus familias. La estrategia higienista permitió
entonces la articulación del tema de la degeneración de la raza con la
educación; claro está, ampliando la higienización del plano corporal al
espiritual. De allí que examinar cuerpos y almas, uno por uno, fuera el
principal cometido de las intervenciones morales católicas y biológicas
de la época. Higienizar será por ello una de las principales estrategias
para la recuperación del pueblo colombiano. La idea de pensar el pro-
blema de la higiene a comienzos de siglo como un estrategia sugiere
que las medidas higiénicas implementadas por la época constituyeron
una red de discursos y prácticas que se fueron dirigiendo sobre la po-
blación, principalmente la población más pobre y, en particular, la ni-
ñez, con el propósito de, antes que mejorar las condiciones de vida,
ejercer el control y el gobierno. Dicho en otras palabras, pensar la
higiene como parte de una estrategia eugenésica implica reconocerle
un papel más allá (o más acá) de la obvia, en tanto necesidad que ten-
82
Cf.: Noguera, 2003, p. 237.
100
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
101
de ciertas imágenes modernas del cuerpo y de normas sobre su salud
y enfermedad, fueron posibles también gracias al papel estratégico y
mediador que cumplieron la escuela y la educación. Éstas imágenes y
normas se constituyeron en la base para la comprensión, ubicación y
percepción –de sí– de los individuos en la sociedad. Sabido es que los
límites entre enfermedad y salud del cuerpo no han sido estables dentro
de la medicina misma; sin embargo, esta última no ha dejado de ser una
de las instancias fundamentales en la producción de una serie de normas
y regulaciones que se extienden desde lo legislativo hasta otros ámbitos
sociales (por ejemplo, la educación pública, la política social, la eugene-
sia, el derecho laboral, entre otras), fomentando e imponiendo con ello
una cierta imagen del ser humano ideal y contribuyendo a dar así una
cierta idea de regularidad, control, seguridad, etc. Mediante una forma
de vida saludable, mediante el movimiento, la actividad y el cuidado del
cuerpo se habrían de llevar al hombre a que estuviera nuevamente con
su fuerza natural. Para perfeccionarse el hombre debía volver sobre su
naturaleza, sobre su cuerpo, su fuerza, su actividad y su salud, y exigirle
al cuerpo mismo una actividad dirigida concientemente.
El principio de la actividad, y ligado a ello, la idea del cuerpo ac-
tivo, disciplinado y saludable, quedan articulados a las premisas de la
concepción de progreso. En ese sentido, toda actividad que no cayera
en la agitación debía tener una meta definida y estar referida a un tiem-
po. Lo que se alcanza a ver, es que el concepto de cuerpo que se tiene
acá es el de un simple material, una naturaleza funcional y un medio de
producción. Así, el proceso de industrialización y de modernización
en Colombia se encuentra en relación directa con la estrategia educa-
tiva de cualificación del cuerpo para la producción y el rendimiento.
Homogenización y formación de “cuerpos dóciles” –individuales y
poblacionales– capaces de autocontrol, auto-regulación, auto-manu-
tención, se convierten entonces en las grandes consignas. Por eso, den-
tro de esa lógica civilizatoria una “prudencia infinita al servicio de una
firme voluntad de perfeccionamiento y de una clara conciencia de sus
destinos es la mayor garantía de progreso real para un pueblo” (López
de Mesa, 1926, pp. 197-198).
102
El evolucionismo social, los problemas de la raza y la educación en Colombia
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Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y
educación activa en Colombia como alternativa ante
una “raza enferma”, primera mitad del siglo xx84
107
nacional. En Colombia la pedagogía activa se generalizó a finales de
los veinte y mediados de los treinta y en su seno se desarrollaron nu-
merosas ideas y planteamientos pedagógicos novedosos que redunda-
ron en propuestas de reforma y proyectos teórico-prácticos. La im-
portancia de este movimiento de comienzos del siglo XX radica en
haber tratado de romper con la concepción tradicionalista, pasiva y
jerárquico-autoritaria de la educación, en haber asumido una posición
crítica frente a la “vieja escuela” (denominada también escuela tradi-
cional) y en haber propuesto una nueva manera de mirar la infancia y
su educación, basada ahora en el respeto y preocupación por el niño y
en el fomento de su formación mediante la actividad.
En el contexto colombiano, tal fue el caso del Gimnasio Moder-
no de Bogotá, fundado por Agustín Nieto Caballero (1889-1975) en
1914; institución que marca el momento fundante –el “mito fundacio-
nal”85– de la escuela nueva en Colombia y en Suramérica (e.g. HERRE-
RA, 1999: 17, NIETO CABALLERO, 1979: 9). Así, en concordancia
con los planteamientos e ideas orientadoras del movimiento activo o
escolanovista de comienzos de siglo, la pedagogía en Colombia cam-
bió su mirada frente al sujeto en formación y reivindicó, como premisa
fundamental, la actividad del alumno:
Aquí comparto con Sáenz Obregón, Saldarriaga y Ospina la tesis de que los pri-
85
108
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
de pedagogía activa pudo consolidarse como tal gracias a una serie de ideas orien-
tadoras en las que el niño entró a cumplir un papel determinante. De allí precisa-
mente el término “paidocentrismo” (escuela, educación y contenidos ajustados y
centrados en el niño, en sus intereses y necesidades) como modo general de carac-
terizar a este movimiento con sus diferentes orientaciones, variantes, tendencias,
enfoques, modelos, experiencias y aplicaciones.
109
llevaron a una reforma educativa de carácter eugenésico, a una edu-
cación eugenésica con la cual se buscaba atender al propósito de esta
última tanto en su sentido positivo, a saber: “reunir tantas influencias
como puedan ser razonablemente empleadas para hacer que las clases
útiles de la comunidad contribuyan, más que lo que ahora correspon-
de por su proporción, a formar la próxima generación” (GALTON,
1988: 167), como en su sentido negativo, es decir, como política res-
trictiva87, que, en palabras de López de Mesa, vendría expresada del
siguiente modo:
110
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
111
discurso hegemónico de la Iglesia Católica hizo que los discursos en
torno a lo que podríamos denominar moral biológica (SÁENZ, SAL-
DARRIAGA Y OSPINA, 1997) y su impacto en la escuela fueran
apropiados por la iglesia y por los intelectuales de corte conservador,
con las debidas matizaciones y recortes del caso. El caso de las Escue-
las Normales es una prueba fehaciente de ello: un espacio híbrido en
donde los saberes modernos estaban puestos al servicio de los ideales
y pretensiones de la religión cristiana y de la Iglesia.
Fue precisamente la incidencia en el ámbito nacional de estos
grupos hegemónicos lo que marcó la confrontación, y no pocas ve-
ces, hibridación, de una “moral católica” y una “moral biológica” en
la educación y en la instrucción pública. Además de las ideas que aquí
se pusieron en juego, desde el punto de vista institucional y legislativo,
también la Ley Uribe cumplió un papel determinante, según lo plan-
tean Sáenz, Saldarriaga y Ospina:
112
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
113
estatal sobre la higiene social como función de la educación pública
hizo aparecer una serie de instrumentos que permitieron poner límites
a los derechos atribuibles a la Iglesia por mediación divina, para situar
el gobierno de las familias en el terreno de lo mundano, así como en la
órbita estatal, eso sí, desde el saber médico.
Otro punto igualmente interesante fue que la peste de gripe de
1918 en Santafé de Bogotá, como acontecimiento, elevó el papel de-
terminante del saber médico e higienista en la ‘cuestión social’ del país
(NOGUERA, 2003). El dispositivo de la medicalización fue muy efi-
ciente en el sentido de delimitar los intereses públicos y los fines so-
ciales, porque pasó a ser una necesidad nacional. De esta manera, en la
década del veinte, la medicalización fue entendida como una extensión
de la obra cristiana, evitando ser rechazada como un peligro al domi-
nio eclesiástico sobre las familias, que a pesar de todo siguió siendo
hegemónica.
Esto hasta que, a partir de la Ley 56 de 1927, se separa el Mi-
nisterio de Educación del de la Salud Pública y paulatinamente se va
alejando también el médico de la escuela, para, finalmente en 1934,
desaparecer su actuación directa en la escuela, no sin antes dejar una
huella importante dentro del saber pedagógico y en la historia de las
instituciones educativas.
114
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
115
de una imagen pesimista tanto del estado de la raza como de la infancia
de nuestro país; autores que, en concordancia con lo anterior, promo-
vieron un activismo anti-degenerativo89:
116
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
117
puro– y un control pedagogizante de todo lo perturbador: la “escuela
defensiva y medicalizadora”. Aislar al niño de un entorno amenazador
y perjudicial y entrar en una relación directa con él, tal es pues la pre-
tensión de la actividad educativa. Cabe recordar acá a Decroly –quien
visitó nuestro país durante ese tiempo– y su concepción de la educa-
ción como un medio de defensa de la infancia de cara a los peligros
tanto de la herencia como del ambiente. Se trata ahora no solo del
“siglo de los niños”, tal y como lo propugnara Ellen Key, sino del siglo
de la educación eugenésica.
118
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
119
una visión no tan pesimista del pueblo colombiano en cuestiones de
herencia racial, pero sí trágica. En ese sentido, lo que llama la atención
y hace evidente la marca de la ideología del progreso es la concepción
de una condición humana como algo incompleto asociada al destino
trágico de nuestros pueblos:
120
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
121
el escepticismo y la inacción son dos estados que se corres-
ponden e igualmente apocan el espíritu hasta colocarlo en una
depresiva inferioridad. Ante el enigma del universo y el dolor
de la vida consciente el hombre busca el refugio de los place-
res, el silencio supremo de la muerte o la noble expansión de
sus energías en algún empeño laudable: en la acción que afir-
ma su personalidad, la eleva y ennoblece (LÓPEZ DE MESA,
1915b: 418).
122
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
De allí que la pedagogía no sea vista con buenos ojos si tan sólo
tiene como función el ayudar a que haya una adaptación a lo actual,
pues dicho estado no sólo se conservará como pasado, sino que siem-
pre será juzgado como algo no perfecto en relación con una perfec-
ción o con algo considerado como mejor:
123
La vida es una pendiente hacia el futuro, dentro y fuera de
nuestro ser. El supremo interés vital está en el mañana, en los
pliegues deliciosamente misteriosos de la contingencia futu-
ra. El ensayo de vivir en el pasado, que en parte solicitan las
religiones, o en el presente, como el hedonismo de las civili-
zaciones fatigadas de su obra proclaman, ha sido siempre un
peligro irreductible (LÓPEZ DE MESA, 1926: 74).
tiene por objeto preparar para la vida– mas se olvida a menudo que aquí la materia
prima no es materia muerta como en las otras artes: no es piedra, no es madera,
no es lienzo… Aquí la materia vive, es materia pensante, es el niño, es el hombre.
Esto significa que el artista —el maestro— no puede, no debe, dominarla por
completo. Hay que respetar en ella su propia esencia: estudiarla para desentrañar
lo bello que contenga, para colaborar con ella, modelándola sin violentarla, sin
quebrarla jamás” (NIETO CABALLERO, 1915: 343-344).
124
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
125
estado de imperfección y mejorarse. Sin embargo, había que cambiar
la educación:
Referencias bibliográficas
126
Actividad vs. agitación: eugenesia, pedagogía y educación activa en Colombia
127
128
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías
correccionales. Medellín, primera mitad del siglo xx92
Introducción
129
Más que ver en esta alma los restos reactivados de una ideo-
logía, reconocerías en ella más bien el correlato actual de
cierta tecnología del poder sobre el cuerpo. No se debería
decir que el alma es una ilusión, o un efecto ideológico. Pero
sí que existe, que tiene una realidad, que está producida per-
manentemente en torno, en la superficie y en el interior del
cuerpo por el funcionamiento de un poder que se ejerce so-
bre aquellos a quienes se castiga, de una manera más general
sobre aquellos a quienes se vigila, se educa y corrige, sobre
los locos, los niños, los colegiales, los colonizados, sobre
aquellos a quienes se sujeta a un aparato de producción y
se controla a lo largo de toda su existencia. Realidad histó-
rica de esa alma, que a diferencia del alma representada por
la teología cristiana, no nace culpable y castigable, sino que
nace más bien de procedimientos de castigo, de vigilancia,
de pena y de coacción. Esta alma real e incorpórea no es
en absoluto sustancia; es el elemento en el que se articulan
los efectos de determinado tipo de poder y la referencia de
un saber, el engranaje por el cual las relaciones de saber dan
lugar a un saber posible, y el saber prolonga y refuerza los
efectos del poder (FOUCAULT, GGG)93.
Siglo XXI.
La noción de instinto va a aparecer como elemento central en toda la psiquiatría
94
del siglo XIX desde sus comienzos. Pero, es sobre la base de un poder sobre la
vida (FOUCAULT, 2006) donde se puede entender que esta noción emerja auspi-
ciada por la biología o, más precisamente, por sus líneas evolucionistas. Así, el ins-
tinto podría ser una especie de evidencia de la vida como expresión automática,
como proliferación incesante. De hecho, si se acude a una relación entre instinto
130
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
131
En este apartado se muestran algunos discursos que en Colom-
bia, particularmente en Medellín en la primera mitad del siglo XX,
circularon en torno del instinto, se preocuparon con empeño por un
mundo pasional que, mientras más discriminado y singularizado, más
eficiente en la producción de los sujetos o si se quiere, en la objetiva-
ción de los individuos. Se exploran, en ese sentido, diferentes enuncia-
dos: por un lado se retoma lo dicho por los autores de la degeneración
de la raza quienes desde una tecnología eugénica se preocuparon por
el problema de la herencia, la purificación de la raza y la corrección del
sistema instintivo humano a partir de un proyecto de depuración racial
(SÁENZ, SALDARRIAGA Y OSPINA, 1997)97. Estos autores desde
un evolucionismo social y un conservadurismo político, lograron arti-
cular el discurso médico en este caso con las pretensiones pedagógicas
y morales de la iglesia católica; de este modo, lo patológico, la herencia
y la adaptación permitieron apoyar científicamente la doctrina católica
sobre la naturaleza humana. El otro discurso lo constituye la pedago-
gía reeducativa de los padres Terciarios Capuchinos, quienes tuvieron
a su cargo, en la primera mitad del siglo pasado, varias instituciones
correccionales en el país. Alrededor de 1951 esta congregación asume
la antigua Casa de Menores y la convierte al mismo tiempo en la Es-
cuela de Trabajo San José, institución que trabajaba (hoy en día todavía
lo hace) en la reeducación y corrección de menores.
132
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
Los niños, los jóvenes sobre todo, tienen una imperiosa ne-
cesidad de actividad. Hay que orientarlos hacia una piedad
activa; las obras de apostolado, bajo formas a su alcance,
permiten a su generosidad el gastarse. Si sus jóvenes e im-
pacientes energías no se conquistan y se emplean en el bien,
no por eso quedarían inactivas: se malgastarían en bagatelas
o se pondrán al servicio del mal (PADRES TERCIARIOS
CAPUCHINOS, 1949: 14)99.
133
La manera de conquistar las impacientes y pueriles energías juve-
niles, no es distinta de la propuesta de López de Mesa, en uno y otro
la capacidad para controlar esa imperiosa necesidad de actividad, que
puede llamarse igualmente agitación, es el camino de un intelecto es-
clarecido, iluminado. Parecerían enunciados totalmente dispersos, sin
embargo están articulados a discursos similares, independientemente
de que el uno venga de un laico y el otro lo exprese un religioso. Pre-
cisamente, una de las características de la iglesia (SÁENZ, SALDA-
RRIAGA Y OSPINA, 1997)100 católica ha sido su habilidad para in-
corporar lo dicho por discursos aparentemente opuestos y escandidos.
Nótese lo siguiente, en la propuesta del religioso se trata de sujetar
esas fuerzas y transformarlas en el bien, en el caso de López de Mesa
la acción se corresponde con una actividad consustancial a la vida, por
cuanto “la vida misma es la fuente de la moral”. Esta actividad, sobre
la cual se expresa el autor, “no es una actividad que quiere imponer
una fuerza cualquiera, sino una fuerza benéfica, simpática […] Es be-
néfica cuando tiende a proteger a la especie; luego la moral es fuerza
misma vital en cuanto tiende a perdurar. Moral es lo que protege los
destinos de la especie […] La moral es, pues, como una isonomía de
las fuerzas vitales” (LÓPEZ DE MESA, 1926: 217-218)101. En ambos
casos se solapa una estrategia similar, la moral se desliza como volun-
tad incesante y deja al mismo nivel a la eugenesia y a la educación que,
en una combinatoria compleja, podrían entenderse a un tiempo como
reeducación.
Es necesario entonces plantear la relación entre acción y moral,
toda vez que la moral surge del ser mismo y su actividad, de su fuerza.
100
SÁENZ, Javier, SALDARRIAGA, Oscar y OSPINA, Armando (1997). Mirar la
infancia: pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903-1946. Colombia,
Colciencias, Foro Nacional por Colombia, Uniandes, Universidad de Antioquia.
101
LÓPEZ DE MESA, Luis (1926) Civilización contemporánea. París, Agencia
Mundial de Librería 14, Rue de Saints-Pères.
134
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
102
LÓPEZ DE MESA, Luis (1926) Civilización contemporánea. París, Agencia
Mundial de Librería 14, Rue de Saints-Pères.
135
no se inquieta por lo que le pueda ocurrir el día de mañana,
mientras que el hombre culto y la mentalidad evolucionada,
reconoce el deber moral en que está de pensar en el porve-
nir y procurarse una vejez tranquila y descansada (PADRES
TERCIARIOS CAPUCHINOS, 1946)103.
Esa pugna entre fuerzas que atravesó los discursos sobre la edu-
cación en general, y las pedagogías correccionales en particular, fue
utilizando una cadena de estrategias, y fue conformando un campo de
enunciados que tomó para sí toda una serie de metáforas que tenían
por función ampliar la división entre adentro y afuera. El sujeto, en
estos discursos, va quedando instalado como una subjetividad viva,
instintiva, como un cuerpo sobre el cual se dan por hecho y se natura-
Bogotá.
136
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
104
VILA, Pablo (1915) “Algunas consideraciones sobre el hábito y el instinto”. En
Revista Cultura, Nº 8, Vol. 2. Bogotá.
105
VILA, Pablo (1915) “Algunas consideraciones sobre el hábito y el instinto”. En
Revista Cultura, Nº 8, Vol. 2. Bogotá.
137
a las cuales hay que huirles, pero también reeducarlas, mantenerlas en
orden para que no alteren la vida del sujeto. Así, puede ser retomado
un artículo de la revista El Sembrador de 1949, en este lugar los Ter-
ciarios Capuchinos muestran que la educabilidad de las pasiones y su
dominio son necesarios para el vencimiento de sí. Igualmente aparece
una de las primeras metáforas de las potencias (instintivas) que reto-
maremos: la tempestad. Para decirlo de un modo distinto, la tempestad
describe, metaforiza a las pasiones, aparece como una categoría utiliza-
da para descifrar los instintos:
106
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El Sembrador, Nº 36 y 37.
La Estrella.
138
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
107
LÓPEZ DE MESA, Luis (1926). Civilización contemporánea. París, Agencia
Mundial de Librería 14, Rue de Saints-Pères.
108
BUTLER, Judith (2002). Cuerpos que importan. Sobre los limites materiales y
discursivos del sexo. Buenos Aires, Paidós.
139
instinto funciona como la mejor arma en esa determinación por hacer
retornar las ovejas descarriadas (ya sea la raza, ya sea el anormal, ya sea
ese niño con tendencias delincuenciales).
Las desviaciones del instinto producen, pues, distintas marcas:
una raza degenerada (LÓPEZ DE MESA, 1915)109; una desviación
asociada a la psicopatología (PADRES TERCIARIOS CAPUCHI-
NOS, 1952)110: el alcoholismo, la homosexualidad usualmente com-
prendida como una especie de hermafroditismo interior; delincuen-
cia y degeneración: el instinto del delincuente implica su ausencia de
remordimiento. En todas estas fabricaciones, el discurso corrector y
su voluntad para la enmienda han producido múltiples formas de su-
jeción de los individuos. De este modo, la metáfora de las potencias
ocupa un lugar importante, debido a que vuelve potente, esta es su
ambigüedad, el discurso correccional y reeducativo: el instinto como
acontecimiento de saber, al mostrarse en cuanto parte de un discurso
verdadero, tiende a producir unos efectos de poder:
2. Disciplinar es ejercitar
109
LÓPEZ DE MESA, Luis (1915). “El problema del alcoholismo y su posible so-
lución”. En: Revista Cultura, Nº 12, Vol. 2. Bogotá.
110
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1952). En: Alborada, revista ilustrada
de la obra de reeducación de menores. Año I. Nº 10. Medellín.
111
FOUCAULT, Michel (2002) Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Bs As,
Siglo XXI.
140
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
112
NIETO CABALLERO, Agustín (1919) Dos discursos. Bogotá, Casa Editorial de
Arboleda & Valencia.
113
LÓPEZ DE MESA, Luis (1915). “El problema del alcoholismo y su posible so-
lución”. En: Revista Cultura, Nº 12, Vol. 2. Bogotá.
141
El mismo autor, quien fue uno de los que más incursionó en lo
que podríamos llamar la reflexión sobre los géneros, expresa: “[...] Y
como la educación ha diferenciado el espíritu de cada sexo aún más de
lo que la naturaleza lo dispuso, este complemento que nos trae el amor
se torna útil a más de placentero” (LÓPEZ DE MESA, 1916: 452)114.
Como puede ser visto, el discurso de los intelectuales obsesionados
con la raza persigue a toda costa los comportamientos, examina sin
restricción alguna los modos de vivir, el ámbito mismo de la experien-
cia. El instinto o si se quiere, la subjetividad (que no subjetivación)
permite que al individuo se lo objetive sin cansancio.
La educación como control de los instintos va a permitir esta-
blecer un paso, un punto de dispersión entre ambos discursos de la
degeneración y de la reeducación: por una lado, los autores de la de la
degeneración, si bien hablando desde la ciencia, realizaban prescripcio-
nes morales y fusionaban enunciados católicos (LÓPEZ DE MESA,
1926)115; por el otro, los seguidores de Luis Amigó fundamentaron
su práctica correctiva en la ciencia (Padres Terciarios Capuchinos,
1949)116 y por ese camino también intentaron una regeneración y una
reeducación centrada en su gran mayoría en la criminalística. Así pues,
el análisis histórico empieza a mostrar el movimiento que va de la eu-
genesia y el amor cristiano en estos autores de la raza, a la reeducación
a través de lo cristiano en la pedagogía reeducativa.
Otro punto importante para comprender las relaciones entre dis-
ciplinar y ejercitar lo constituye la escuela misma como medio del buen
encauzamiento. La vía privilegiada para esto fue formular la institución
114
LÓPEZ DE MESA, Luis (1916). “Ideales de la vida”. En: Revista Cultura, Nº 12,
Vol. 2. Bogotá.
115
LÓPEZ DE MESA, Luis (1926). Civilización contemporánea. París, Agencia
Mundial de Librería 14, Rue de Saints-Pères.
116
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El Sembrador. Nº 36 y 37.
La Estrella.
142
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
117
NIETO CABALLERO, Agustín (1919). Dos discursos. Bogotá, Casa Editorial de
Arboleda & Valencia.
143
Por Ordenanza 8 de 1920, la Casa de Menores y Escuela de Trabajo
San José cambió el modelo correccional de corte punitivo, centrado en
el castigo penal, por un modelo que asume las propuestas de educación
de anormales de Europa y Estados Unidos (YARZA y RODRÏGUEZ,
2004)118. Este nuevo modelo va a permitir que más adelante los Padres
Terciarios Capuchinos continúen con el trabajo en la Casa de Menores.
Ahora bien ¿qué importancia tiene esto para la comprensión de esa otra
objetivación discursiva llamada maestro? Si volvemos sobre los primeros
años del siglo pasado, vemos cómo al maestro se le adjudica un lugar
como guía, pero no cualquier guía, sino uno capaz de lidiar con el mun-
do caótico, su lugar es el de un experto ordenador:
118
YARZA, Alexander, RODRÍGUEZ, Lorena (2004). “Pedagogía, idiotas y anor-
males: una historia de la pedagogía de anormales en Colombia, 1870 – 1930. En:
Alternativas, serie: Espacio Pedagógico, Nº 35–36.
119
LOZANO Y LOZANO, Fabio (1915). “El maestro del libertador”. En: Revista
Cultura, Nº 9, Vol. 2. Bogotá.
144
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
120
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El Sembrador. Nº 36 y 37.
La Estrella.
121
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1952). En: Alborada, Nº 1 y 2. Medellín.
122
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1952). En: Alborada, Nº 1 y 2. Medellín.
123
El discurso sobre la protección sigue manteniéndose hoy en día y hace parte de
todo el sistema nacional de bienestar familiar que se encuentra en manos del Ins-
tituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF.
145
y desviados. Se retomarán algunos elementos de esta propuesta con
el objetivo de mostrar ciertas formas sobresalientes para la objetiva-
ción de los individuos o, para decirlo en otras palabras, unos proce-
sos de subjetivación claros. La primera forma de objetivación de los
individuos es la observación, técnica sobre la cual insisten con fuerza
los autores amigonianos, de este modo, los sujetos son producidos
por la mirada que fija unos contornos como su condición de posibi-
lidad. Otra de las técnicas incluida en estos procesos de subjetivación
es el trabajo considerado como un “medio poderosísimo de educa-
ción: “Sin el espíritu del trabajo no hay sino pecados y vicios porque
la ociosidad es la maestra de todos los vicios, y la mayoría de nuestros
muchachos habían aprendido a comer del `negocio´ y no del trabajo”.
Otro elemento viene dado por los tiempos de la reforma, esta tempo-
ralidad asegura unas marcas algunas veces transitorias y otras no tanto,
en este orden de ideas, el periodo de encauzamiento se restringe a los
más “díscolos”, el de afianzamiento se aplica a los “enmendables” y el
de robustecimiento a los “mejorados”. Díscolos, enmendables y mejo-
rados son los apellidos implantados sobre esos individuos subjetivados
como anormales y desviados. Una última forma de objetivación reto-
mada tiene que ver con el “grupo alpino”, un grupo de alpinismo en el
cual los jóvenes participan. Los Terciarios Capuchinos aseguran que se
trata de un medio muy eficaz para la autoeducación, sobretodo porque
impulsa el “gobierno de los alumnos por los alumnos”.
Para finalizar, el estudio de las pedagogías correccionales está di-
rigido a iluminar su esfuerzo, es decir, su voluntad por producir una
verdad. Estudiar las pedagogías correccionales es interrogar la verdad
sobre la que históricamente nos hemos postrado, esa sí que la peda-
gogía histórica, distanciada de una historia clásica de la educación y
en estrecha relación con el legado crítico de la Ilustración es, leída a
partir del horizonte propuesto por Foucault un nuevo éthos filosófico
consistente en “una crítica de lo que decimos, pensamos y hacemos, a
través de una ontología histórica de nosotros mismos” (FOUCAULT,
146
Instinto y normalización: el esfuerzo de las pedagogías correccionales
1994: 347)124. Este nuevo éthos puede ser comprendido de acuerdo con
dos movimientos: por un lado constituye una actitud límite, es decir,
no opera en el registro del afuera o del adentro, más bien se mantiene
en las fronteras; por el otro, esa actitud histórico – crítica es a un tiem-
po actitud experimental, abandona todos los proyectos que pretenden
ser globales y radicales. En esta línea de ideas, el ejercicio propuesto
por Foucault ya no supone, como en la formulación kantiana de la
Aufklärung, una crítica inmanente y trascendental, no busca los uni-
versales sino las contingencias, en sus palabras: “[...] no tiene como fin
hacer posible una metafísica: es una crítica genealógica en su finalidad
y arqueológica en su método” (FOUCAULT, 1994: 348)
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Nº 34 y 35. La Estrella. Esta revista, fundada en 1946, perteneció a los Ter-
ciarios Capuchinos y circuló por todos los departamentos de Colombia. De
igual modo se la podía encontrar en Perú, Ecuador, Argentina, España e
Italia.
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El sembrador,
Nº 36 y 37. La Estrella.
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YARZA, Alexander, RODRÍGUEZ, Lorena (2004). “Pedagogía, idio-
tas y anormales: una historia de la pedagogía de anormales en Colombia,
1870 – 193”. En: Alternativas, serie: Espacio Pedagógico, Nº 35–36.
148
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la
educación sexual en Colombia. Segunda mitad del siglo xx
Y ya que de psicología se trata, ¿qué nos dice la peculiar de los homosexuales? Ellos la
tienen, y muy rica y muy diferente, ya que resulta de los dos sexos y de estados conflicti-
vos biológicos y sociales, que en mucho la independizan y diferencian. Constituyen una
francmasonería en todo el mundo, que los capacita para el feliz éxito social, para la entrada
en las carreras esquivas, el arte, por ejemplo, a que son muy adictos, y en el cual descuellan
debido, tal vez, a la capacidad de observar el detalle, que tiene la mujer, combinada con el
don de generalización y de síntesis, que el hombre posee.
149
ven para establecer los trazos y los apuntes para una historia de la edu-
cación sexual en Colombia, son fuentes diversas que posibilitan hallar
las dispersiones en registros diferentes que no se deducen de un núcleo
único, ni tienen las mismas delimitaciones de objeto pero que se en-
cuentran ejerciendo coacciones sobre los cuerpos. Por ende, la unidad
de esas dispersiones no está en la coherencia de sus enunciados, ni en
cómo una a otra se complementan, sino más bien, en su positividad y
en los efectos que producen. Dígase entonces que esos efectos pro-
ducidos son efectos de verdad, en tanto que, ligados a los discursos,
estratégicamente, se presentan a sí mismos como verdaderos.
150
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
125
¿Palabra mágica o performativa? Butler (2000) afirma que “el género es una com-
plejidad cuya totalidad se pospone permanentemente, nunca aparece completo
en una determinada coyuntura en el tiempo”, pero además, el género siguiendo, a
Butler y a Amícola (2003), es performativo (crea lo que nombra a fuerza de reite-
ración), y responde a una estructura imitativa que se soporta en las marcas que el
mismo género quiere imponer y en las “exageraciones” que luchan por hacer de
los signos evidencias claras, transitivas y coherentes. Por ende, decir “es una niña”
es un esfuerzo por tornar los signos absolutamente inteligibles e intentan reactua-
lizar “la matriz heterosexual” (Butler, 2002), en ese esfuerzo por hacerla aparecer,
siempre, como “lo natural”.
126
Cabría esperar que el cuerpo fuese más “ambiguo” por lo menos a lo que a “sexo”
se refiere, pues el uso lingüístico lo es exageradamente, no tanto porque se acepte
que “el sexo” de X no es determinable, sino porque las “gónadas” y el “falo de
tres centímetros en una persona de tres años, no permiten automáticamente, por
lo menos en el registro del lenguaje, aceptar que se esté hablando de un “seudo-
hermafroditismo”. Habría que indagar por la voluntad, no sólo médica, de ins-
cribir ese cuerpo como un cuerpo de niña, no porque no sea posible que así sea,
sino porque no es claro desde el lenguaje por qué lo es.
151
adecuación de los labios y de la vagina. Está operación le devolvería a X
el estado que la partera le descubrió/asignó en el momento del parto y
que la madre “aceptó sin mayores complicaciones”.
Pertrechada con el diagnóstico, la madre se puso en la tarea de ges-
tionar la operación y el tratamiento hormonal que se le prescribió a su
hija, pero que no era posible darle porque el estado para dichos casos
requiere la aprobación de la persona sobre la cual se va a realizar la opera-
ción. Así, los médicos del ISS se negaron a “intervenir” lo que ellos mis-
mos diagnosticaron, aduciendo que lo establecido por la jurisprudencia
de la Corte Constitucional, no les permite realizar la intervención a peti-
ción de la madre. La Corte Constitucional entonces, torna “ambigua” la
patria potestad, en tanto afirma que se debe esperar hasta “la pubertad”
para que “el paciente” tome la decisión sobre su cuerpo. Cabría cuestio-
nar si “el paciente” realmente tiene autonomía hermenéutica sobre los
significados de su cuerpo. Al parecer eso sería evidente, pero el curso que
tomó este caso vuelve inestable dicha autonomía.
La madre de X, “consternada” por las imposibilidades legales que
oponen los médicos y los funcionarios del ISS, se decide a formular una
acción de tutela, pues consideraba que a su hija se le estaban vulnerando
diversos derechos, incluido, el “incomprendido” derecho al libre desa-
rrollo de la personalidad, que funciona al limite de la incoherencia. En
este caso en particular, pareciera que el derecho al libre desarrollo de la
personalidad dependiera del criterio de la madre, implantado por la ver-
dad de “los expertos” de la medicina. Su hija, dirá la madre, tiene derecho
“a que sea definida su sexualidad a tiempo para su normal desarrollo
personal y social” (Sentencia SU-337/99). Y ella, en condición de madre
pues el padre de la “niña” falleció, puede definir esa sexualidad con ayuda
de los “expertos” del ISS, si el estado falla a su favor en defensa de “los
derechos” de X. La madre se enfrentará al sistema, a través del sistema
mismo (recurso de la acción de tutela), dirigiéndose como blanco de su
ataque al ICBF y a la Defensoría del Pueblo, pues son ellos (las institucio-
nes) los que pueden ordenar que “los “derechos” de X sean reconocidos
(sostendrá la señora en su empeño por encontrar culpables, no se sabe
muy bien de qué, pero al fin y al cabo, culpables de algo).
152
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
153
caso ambos tipos de gónadas. Por su parte, el ‘seudoherma-
froditismo femenino’ tiene lugar cuando individuo posee ca-
riotipo femenino (46, XX) y gónadas femeninas (ovario) pero
“ha sufrido algún grado de virilización antes del nacimiento, es
decir una hembra virilizada. En cambio, el ‘seudohermafrodi-
tismo masculino’ hace referencia a un individuo que presenta
gónadas masculinas (testículos) y tiene “un cariotipo masculi-
no normal 46, XY la mayoría de las veces, o con alguna altera-
ción en los cromosomas sexuales (X o Y), no se ha virilizado
normalmente. Es decir un macho mal virilizado (SU-337/99).
154
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
155
corregir hasta los tres años, entonces, ¿se podría pensar que lo que hay
que corregir no necesita corrección por su ambigüedad, en tanto que, esa
ambigüedad si no se opera se afirmaría en algo que no se deja modificar,
por lo tanto, lo que se corregiría no es la ambigüedad sino la afirmación
de algo que no se desea o que no está conforme con la mirada médica o
de los parientes del caso?
A las preguntas antecedidas, necesariamente, le sobrevendrán las
respuestas/ataques de los expertos. Al respecto, el documento, previen-
do los interrogantes informa que la operación de asignación de sexo es
compleja, por lo cual no debe ser tomada por un médico individual sino
por “un equipo multidisciplinario integrado por pediatra, urólogo, endo-
crinólogo pediatra, genetista, ginecólogo y psiquiatra”. Es decir, no debe
ser tomada por un solo experto, pero debe reinscribirse en el campo de
la medicina, un profesional en medicina no es suficiente, pero varios tal
vez si, pues entre ellos se puede llegar a consensos o por “democracia”
médica a “decidir” lo más conveniente. Léase con detalle lo siguiente:
128
Se habla de ecuación sexo/género/sexualidad/deseo, porque una indagación más
afondo podría mostrar que esa construcción del sexo que pasa por “lo natural”,
necesariamente, debe ligarse al género, a la sexualidad y al deseo, para poder reins-
cribir el binarismo (del sexo y del género), dentro de la matriz heterosexual. Si el
sexo (entendido como naturaleza) y si el género (concebido como cultura), no se
disocian, en tanto el sexo debe estar asegurado antes de los tres años por medio
de la performatividad del género, entonces, necesariamente, la sexualidad/deseo,
si no falla lo que es difícil de “modificar” después de esos tres años, es una sexua-
lidad/deseo, “naturalmente” heterosexual.
156
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
157
negativo” sobre los padres, “aunque estemos en una socie-
dad cada vez más cambiante y abierta a la flexibilidad de
los roles de género”. Por tal razón, “pedir a los padres que
pospongan cualquier intervención que defina las cosas no es
fácil en nuestro medio”. Además, en un contexto machista
como el colombiano, agrega el interviniente, “donde la au-
toestima se tiende a ligar tanto al pene y su tamaño”, un niño
que tenga un falo pequeño debido a la ambigüedad sexual,
será marginado y “necesita muchísimo apoyo para no sufrir”.
Igualmente los padecimientos de una niña son también gran-
des ya que al “percibirse tan diferente y rara puede también
disparar la depresión, sentimientos de anomalía, inadecua-
ción, tendencia al aislamiento y la introversión, y en algunos
casos a la introyección del rechazo social que puede llevar a
la ideación suicida” (Sentencia SU-337/99)
158
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
159
desde distintos lugares sin ser esos lugares, necesariamente, compati-
bles, excepto en su voluntad de hetero-sexualización. Ahora bien, si
dicha voluntad aún no parecía evidente, aunque evidente es el lenguaje
hetero-normativo con el que se exponen los argumentos al respecto
del caso X, después de múltiples “idas y vueltas” sobre “el problema”,
hay propuestas “conciliadoras” que manifiestan un interés en unir la
“complejidad” de esos casos a distintas dimensiones del ser huma-
no, en función de “comprender” todo lo implicado en las situaciones
donde se manifiesta la “diversidad” sexual. Así se apresuran a resumir
afirmando que:
2. Disquisiciones
160
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
161
cer, a quién hay que “operar”, cuándo y bajo qué condiciones. No sólo
se opera para “perfeccionar” lo que la naturaleza hizo, sino también
para que se tenga claro cómo debe llamarse, vestirse y considerarse
al sujeto de la intervención (el documento de la Corte Constitucional
así lo va a registrar). Se podría oponer a lo que se viene desarrollan-
do que situar una matriz heterosexual como condición epistemoló-
gica previa a toda “operación social” es impreciso, irrelevante, misti-
ficador y activista. No obstante, ¿no son los criterios de neutralidad,
que nunca son neutros pues son determinados por un “pensamiento
mayoritario” (Eribon, 2004), criterios de descalificación epistémica
para todo aquel argumento que se situé por fuera de la “neutralidad
impuesta”? ¿Suponer que la heterosexualidad siempre habla desde un
criterio “objetivo”, no es automáticamente, catalogar todo lo que no
reitera la heterosexualidad como erróneo? Si se desconfía de la hetero-
normatividad, es precisamente por la capacidad de los discursos que
la soportan de “aparecer ingenuamente” donde, supuestamente, no
son necesarios. ¿Dónde aparece la hetero-normatividad? Allí donde
se puede hablar “desprevenidamente” y a manera de “ejemplo” acer-
ca de la homosexualidad. Pregúntese algo más ¿con qué propósito
aparece como “ejemplo” la homosexualidad en una discusión acerca
del hermafroditismo? ¿Qué es lo que vuelve y se ínstala como norma
allí donde la “tolerancia” es invocada? ¿Es exagerado suponer que la
homosexualidad se toma como ejemplo, justamente en una discusión
sobre el hermafroditismo, pues la homosexualidad misma, aun no deja
de ser en los imaginarios sociales “un hermafroditismo del alma”? Si
el hermafroditismo se define como ‘un problema’, ‘un trastorno’, ‘una
enfermedad’, ‘un fallo’ y si a la homosexualidad se sitúa como ilustra-
ción de un fenómeno que está sometido a diversas valoraciones, y que
tratado en el mismo espacio se torna colindante con el hermafroditis-
mo, ¿no se está, nuevamente, resituando al homosexualismo dentro
del campo de los problemas, trastornos, enfermedades y fallos que las
valoraciones han venido “despenalizando”? La insistencia sigue siendo
clasificadora, se dice que la “experiencia” de la sexualidad es diversa y
162
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
163
si se pudiese hacer de ella un “articulo” prescindible? O ¿si se pudiese
establecer los limites que hacen recordar a “nuestra verdad” su carácter
provisionalmente estratégico? Las preguntas que fungen aquí desde
un comienzo no son preguntas dirigidas a las instituciones religiosas,
aunque ellas estarían ocupando una plaza en las instancias de “control”
de la realidad (Llamas, 1998). La función de dichas preguntas tendría
más relación con la necesidad epistemológica de debilitar toda posi-
ción ontológica con respecto al saber y al conocimiento. Entendiendo
que entre estos dos hay una imbricación permanente en la que, de ma-
nera recíproca, se producen y se hacen proliferar en distintos puntos.
Si el conocimiento es lo que se produce a través de una serie de mo-
vimientos delimitados que establecen formulaciones lógicas, formales
y que se reconocen como parte del lenguaje de la ciencia, el saber por
su parte, es el desplazamiento de ideas, concepciones y “verdades” a
través de lo que se constituye como sociedad y cultura. Tómese un
ejemplo, Laqueur (1994) ha sostenido que la biología bien puede esta-
blecer la diferencia “real” de los cuerpos. El cuerpo se expresa en unas
diferencias que no son solamente visibles, sino que también establecen
las formas de lo no evidente y que solo la indagación científica podría
demostrar. Con esto, tendría que reconocerse que la diferencia es “un
hecho” extra-lingüístico irrefutable, o por lo menos, él se apresura a
aclarar que no tiene interés en refutar dicha diferencia. Por otro lado,
sostiene que Foucault y las feministas post-estructuralistas han vuel-
to inestable los conceptos de hombre y de mujer, inestabilidad que
necesariamente debe darse, pues lo que en términos biologicistas se
defiende como “sexo”, no tiene nada que no se haya reivindicado an-
tes como género. Sin embargo, Laqueur se asegura de deslizar que las
luchas contemporáneas que se instalan en la ecuación sexo/género,
amparándose en las condiciones del lenguaje, parecen haber olvidado
que el cuerpo es cuerpo vivo y que independiente a “las realidades”
que el lenguaje instituya e independiente a la inestabilidad de los con-
ceptos de hombre y mujer, hay cuerpos que deben soportar cierto tipo
de opresiones, sanciones y coacciones derivadas de la diferencia. Por
164
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
165
Cuando el determinismo hizo del sexo, asignado en los polos ma-
cho y hembra, la categoría universal para designar el destino de una ana-
tomía, cifró en esa marca la vida y el vivir de la humanidad, condenán-
dola a repetir incansablemente un juego dirigido a resolver la diferencia
entre uno y otro. La medicina, el derecho, la pedagogía y la religión se
encargaron de administrar ese capital obtenido después de hacer hablar
a las cosas y de hacerles decir, de manera perenne, lo que se espera que
ellas digan. Ya Foucault (2002) advirtió que poner el sexo como algo
del orden de lo real es obviar un juego encaminado a legitimar cualquier
asignación que se haga con respecto a él, anexándole propiedades espe-
cíficas y caracteres absolutos. El sexo, sin mayor dificultad devino, en el
sistema natural hombre y mujer, con todas las leyes que los hacen y los
constriñen a representar las formas que emanan de ese poder que los
distingue, los formula y los diseña. Ser hombre, o ser mujer, a propósito
del caso X, se manifestaría en esa impostura conservadora, como la ar-
monía entre la biología y la dirección lógica que ésta señala.
El caso X es un pretexto, que por momentos sonroja y dibuja una
tímida sonrisa en el rostro de quién lee la sentencia SU-337/99 de la
Corte Constitucional, cuando se advierten las discusiones que generó
y las imbricaciones entre saber y conocimiento de experto. La volun-
tad y la determinación por la verdad del sexo es clara, no ameritaría
discutirlo demasiado pues el mismo texto siempre está expresando “la
urgencia” de tomar una decisión, pues el tiempo transcurre y el caso
X necesita que su sexo sea determinado, pareciese que no se estuviera
muy lejos de los casos de hermafroditismo que Foucault (2002) re-
toma para sus análisis en “Los anormales”, específicamente, el autor
menciona que en el siglo XVII cuando de hermafroditas se trataba, los
argumentos esgrimían que la naturaleza había dividido a los humanos
en dos, varón y hembra (esto mismo dirá uno de los expertos citados
en el documento de la Corte Constitucional), por ende:
Si alguien tiene los dos sexos a la vez, hay que tenerlo y repu-
tarlo como monstruo. Por otra parte, como el hermafrodita
166
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
167
maestro, a partir de sus observaciones en el medio escolar,
debía referirle al médico los alumnos que consideraba casos
de anormalidad, para que éste realizará el diagnostico cien-
tífico. Era el médico quien tomaba la decisión final acerca
de la causa, el tipo y los alcances de la enfermedad, sobre la
institución o el grupo segregado en el cual debía ubicarse el
alumno, así como de las formas de tratamiento orgánico, in-
telectual, moral y social que se debían prestar en estos casos
(Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997: 231-232).
Referencias bibliográficas
168
El sexo como verdad. Apuntes para una historia de la educación sexual en Colombia
169
170
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de
la especie y las jerarquizaciones de género en la década
de los treintas en Medellín (Colombia)128
128
El presente trabajo es uno de los resultados de la investigación “El concepto de
cuerpo en las Escuelas Normales de Antioquia entre 1920-1940: moral católica y
moral biológica” financiada por el CODI de la Universidad de Antioquia.
171
bursátiles y en un mayor volumen en la panza” (De Greiff, 1985:27),
había mucho más que eso. Era un centro de desarrollo industrial y co-
mercial, es innegable, se emprendían colosales construcciones de Igle-
sias y monasterios, pero también contaba con centros de estudio en los
cuales circulaban saberes y disciplinas que nos conectan con discusio-
nes interesantes sobre la modernización y la introducción de saberes
modernos en Antioquia y Colombia. Pretendemos mostrar cómo el
ingreso de saberes modernos en poco contribuyó al mejoramiento de
las condiciones vitales de las mujeres en la Medellín de las cuatro pri-
meras décadas del siglo XX, todo lo contrario, en muchas ocasiones
estos saberes se usaron para legitimar la situación de la mujer y su
circunscripción a la esfera del hogar, a la maternidad y, en términos
más amplios, a actividades donde ‘cuidara’ o protegiera a otros, como
maestra de infantes, enfermera, secretaria, religiosa, etc.
Para poner en evidencia las relaciones de subordinación de la
mujer con las ciencias y los saberes modernos que se introdujeron a
Colombia y, en especial Antioquia, podemos hacer una lectura de un
debate entre el médico Wenceslao Montoya129 y el “connotado histo-
riador, periodista, filósofo y erudito” (Montoya, 1930:1142) Julio César
García130, quienes debatían públicamente sobre el rol de la mujer en la
129
Wenceslao Montoya: Heliconia (Antioquia, Colombia), 1889 – Medellín (Antio-
quia, Colombia), 1971. Médico, educador, cuentista, poeta y novelista. Profesor
de la Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia y colaborador del pe-
riódico El Colombiano. Obras publicadas: Tricocefalosis (1922); Orgullo y amor
(1923); La fiera (1927); Notas mágicas (1928); Compendio de biología general y
fisiología comparada (1938); Compendio de higiene escolar (1946); Abismo flo-
recido (1948); Maravillas de la vida (1965)
130
En 1913 recibió doctorado en Filosofía y Letras en el Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario, con tesis laureada. Fue profesor de la Universidad de Antio-
quia. Allí fue Decano de la Facultad de Derecho en 1938 director de la Escuela de
Filosofía y Letras en 1939; Director General del Bachillerato en 1941 y Director
del Liceo Antioqueño en 1945 y 1946. Fue periodista, diputado a la Asamblea
de Antioquia, miembro de la Cámara de Representantes, director de Educación
172
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
Pública del Departamento de Antioquia, rector del Colegio Nacional de San Bar-
tolomé en 1948. En ese mismo año fue Rector de la Escuela Normal Superior
(hoy Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia). Planteó la universidad
nocturna, iniciando así la Universidad La Gran Colombia en 1951. Murió el 15 de
junio de 1959.
173
mente a la complicidad con el crimen, ajena a toda ley. Estas imágenes
pasaron a la literatura, y de ella, al cine y la televisión. Tampoco faltan
los especialistas en salud pública y los expertos en desarrollo y políticas
públicas, que criminalicen a la mujer, y en especial a la mujer joven,
por emprender una maternidad en condiciones económicas, sociales y
culturales que, según los expertos, contribuyen a la continuidad de la
pobreza en los países del tercer mundo, como si las opciones de vida
de las adolescentes fueran más peligrosas que las políticas económi-
cas trasnacionales. El ejercicio histórico emprendido, entonces, intenta
mostrar que, tanto ayer como hoy, y a pesar de los esfuerzos del fe-
minismo en Colombia, la mujer sigue siendo nombrada y jerarquizada
desde saberes que se resisten a asumir una perspectiva de género.
Este ejercicio histórico también tiene un sesgo irónico, pretende-
mos desplegar una amplia sonrisa frente a quienes insisten en que las
condiciones de la mujer han cambiado radicalmente, pues no pueden
ver como, tanto ayer como hoy y a pesar de los esfuerzos del feminis-
mo, las múltiples estrategias culturales y comerciales que pretenden
hacer de la maternidad el supremo acto de la mujer siguen imperando.
Continuamos reproduciendo un modelo de lo femenino centrado en
la maternidad, en la fecundidad biológica, en la producción de nueva
vida sin importar las condiciones de la vida de quien “da la vida” (en
los dos sentidos de esta expresión). No pretendemos decir que todo
siga igual, que nada haya cambiado, que estos casi 80 años que nos
separan del texto discutido hayan pasado en vano, dejamos este juicio
para el lector o lectora de este modesto ejercicio historiográfico. Lo
que nos es imposible dejar de decir, es que en el debate, en los autores
citados, no hay una sola voz femenina. Esa ausencia, ese silencio, para
nosotros, exigen un grito que nos haga presentes.
El ‘debate’ Montoya-García
174
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
175
autor continúa la tradición de valorar a la mujer de forma exclusiva
por su condición de madre), rebate los argumentos de García sobre el
puesto asignado por la ciencia a la mujer en la reproducción humana
y las implicaciones éticas que de ahí pueden derivarse, por ejemplo,
“el precepto moral que impone al hijo la obligación, en igualdad de
circunstancias, de prestar asistencia al Padre primero que a la Madre”
(Montoya, 1930:1144). Montoya plantea que los argumentos de García
son de tres tipos: unos históricos, otros de la tradición literaria y los
demás científicos, incluso plantea que los científicos son, en algunos
casos, tomados de su conferencia sobre la herencia del año anterior.
Se atreve a decir, entonces, que García llevó a extremos las alusiones
hechas por él a la partenogénesis y que de allí sacó conclusiones inade-
cuadas que hacen aún más inadecuadas sus posturas éticas y jurídicas
sobre la mujer.
Montoya (1930:1142) señala que García argumenta desde la his-
toria de la humanidad cuando escribe “La Antigüedad consideró a la
Madre como creadora de la nueva vida y transmisora del alma. Los
Arios hacían residir el poder reproductor exclusivamente en el Padre, y
los Vedas llaman al Fuego sagrado causa de la posteridad masculina”.
Argumento histórico que pone en evidencia la contradicción en que
incurre García en este párrafo y que Montoya no deja de señalar, no
sin antes dejar en claro que solo conoce una versión de la conferencia
cedida por García y sin corregir. Montoya, de igual modo, indica la
explicación que García ofrece sobre las Euménides de Esquilo, en su
recurso a la literatura griega, y el modo cómo esta trilogía “marca el
tránsito de la civilización occidental a la idea de que en la reproducción
representa el Hombre el papel activo y la Madre el de simple susten-
tadora del germen sembrado en sus entrañas” (Montoya, 1930:1142),
al mostrar como se pasa de la “venganza de sangre” a la “justicia” en
un ciudad, una justicia formal y basada en derecho. Estos dos tipos de
argumentos esgrimidos por García, el histórico y el literario, apenas
son considerados por Montoya, pero a partir de la lectura de las Eu-
ménides y del argumento según el cual Orestes cumplió con su deber
176
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
177
Esta aseveración produjo la reacción de Montoya, quien sin amba-
ges declara que la partenogénesis que trató de explicar en su conferen-
cia no implicaba las consecuencias que García critica. Montoya insis-
te, entonces, que así no pueda defenderse la partenogénesis, tampoco
puede defenderse que “de acuerdo con el principio de preminencia
masculina en la etiología del nuevo ser, tenemos el precepto moral que
impone al hijo la obligación, en igualdad de circunstancias, de prestar
asistencia al Padre primero que a la Madre” (Montoya, 1930:1144),
pues con partenogénesis o no, la mujer también tiene un rol en la re-
producción humana que no se puede desconocer, un rol activo.
Montoya (1930:1143) propone que no era su intención reducir a
“casi a nada en la reproducción” a los hombres, al exponer los fenó-
menos y las investigaciones sobre la partenogénesis. Insiste en que “si
hay elemento fecundante, por mínimo que sea en sí o en su modo de
obrar, ya no puede hablarse de Partenogénesis sino de fecundación”
(Montoya, 1930:1143) y el asunto por considerar es qué rol tiene cada
sexo en ello. Montoya insiste en que su trabajo es sobre la reproduc-
ción, en todas las especies, y las implicaciones que pueda tener para
comprender mejor la reproducción humana.
En defensa de las investigaciones sobre partenogénesis, Montoya
(1930:1143) indica que “GODLEWISKI, KUPELWIESER, BATAI-
LLION, HERLANT, DELAGE, LOEB, H. LAMS, MATHEWS (En
mayúsculas en el texto original) han emprendido investigaciones que
han logrado ‘con éxito las fecundaciones heterogéneas dichas, entre
animales de diversa especie, a Delage, Baitallion y otros científicos les
atribuye haber logrado la “partenogénesis artificial, por medios físico-
químicos, eléctricos o traumáticos. Puncionando huevos de rana, no
fecundados, con finas agujas, en presencia de sangre, linfa, suero san-
guíneo u otras substancias orgánicas, los han hecho desarrollar, hasta
dar el ser adulto”. En cuanto a Mathews, sostiene Montoya, “ha ob-
servado que la menor sacudida provoca la segmentación en Óvulos
no fecundados de Asterias.” Todas estas autoridades internacionales,
todos estos científicos, se convierten en los argumentos contra la des-
178
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
179
Siguiendo su línea argumental, Montoya (1930:1146), en la línea
del recurso a la biología, trae a colación el trabajo del “profesor de
Biología en la Universidad de Leningrado, camarada A. W. Nemilow”,
quién “sostiene con vehemencia la equipotencialidad de los sexos y
sólo a desigual repartición de la carga biológica atribuye que la Mujer
aparezca a la saga del Hombre en los países de formas sociales que él
considera atrasadas”. Aquí, podemos observar que Montoya introduce
factores sociales y políticos a los argumentos biológicos, los que sin
embargo no dejan de ser soportados en la legitimidad científica y la
autoridad de la fuente. Montoya, observa en un comentario mordaz,
que estas convicciones del “sabio bolsheviki” en su libro La tragedia
biológica de la mujer, “no impide al mismo que en la división del trabajo
reproductivo el Gameto masculino es activo y movible, en tanto que a
la Mujer ha correspondido la parte pasiva y sólo actúa como una incu-
badora en la que brota la nueva vida”.
Montoya, luego de presentar la partenogénesis, el hermafrodi-
tismo y los argumentos sociales y biológicos, parece tomar postura
cuando interpreta los roles de los sexos en la reproducción humana en
términos más bien morales, los cuales, leídos desprevenidamente, pa-
recen reivindicar a la mujer cuando en realidad establece una jerarquía
pseudo-biológica que determina las acciones morales de la mujer y su
puesto en la sociedad. Me permito citar su argumento por extenso:
180
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
181
Establecida la instancia desde donde se critica a García, eminente-
mente científica y experimental, cabe un último argumento: “No me
explico por qué, al establecer, fundada en una premisa falsa, el precepto
de que el hijo atienda primero al Padre que a la Madre, no se cayó en la
cuenta de que, en muchísimas ocasiones, el hijo que tal hiciera, dejaría
perecer o sacrificaría a su verdadera e innegable Madre, por socorrer
a un hipotético o falso Padre.” Un argumento de repulsión a la tesis
de García que no apela al “sentimiento” (Montoya, 1930:1145), dice
Montoya, “sino que tal repulsión la dicta algo ingénito, íntimamente
arraigado en el alma de cada uno de nosotros y que, por lo mismo que
brota espontánea e irresistiblemente, debe ser la expresión cierta de la
razón y la verdad”. Una razón y verdad que impone atención a la cien-
cia y darle la espalda aún al mismísimo Santo Tomás, pues éste aunque
“haya sido uno de los mayores Santos y Sabios, no tenía por qué con-
ocer los modernos trabajos Biológicos, que echan por tierra la supu-
esta primacía masculina en la reproducción” (Montoya, 1930:1145).
A lo que se permite concluir Montoya: “En aquellos tiempos todavía
imperaba, más o menos atenuada, la idea de la interioridad de la Mujer
en todos los campos y se la consideraba objeto digno de desprecio y
aún de maldición”. Sin embargo, la mujer de la que habla Montoya es
aquella que en la Maternidad alcanza su santidad, dignidad y enaltec-
imiento. Concluye Montoya con un párrafo rotundo:
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El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
183
Se puede mostrar, a la altura de esta presentación, que Montoya
responde a criterios de la época para asignar a la mujer un lugar ‘na-
tural’ en la sociedad, su rol de madre. Si bien es cierto que asigna una
valoración positiva de las mujeres, esta valoración se circunscribe a su
maternidad, una maternidad en la que desarrolla la mujer su poten-
cialidad biológica y cumple con los deberes asignados por Dios. Esta
asignación ‘científica’ del rol de la mujer se complementa con las ideas
que por esos tiempos rondaban sobre la educación de la mujer y sus
derechos políticos y económicos, los cuales se estaban empezando a
transformar.
Si la ‘naturaleza’ de la mujer se resuelve en su maternidad, si sólo
se hacen mujeres en su maternidad y con ello adquieren su ‘lugar’ en
la sociedad, no debe extrañar que para la época “la formación de la
mujer debe partir del hogar para volver al hogar” (Helg, 2001:270), que
la mujer sea “preparada preferentemente para la vida doméstica, para
el cumplimiento de la misión primordial que Dios de la otorgado. La
mujer es educadora por naturaleza, la formadora natural de los hijos”.
Como el objetivo para la época era “restaurar el hogar cristiano”, se
imponía educar para que las mujeres desarrollaran su ‘instinto’ ma-
terno, es decir, “el sentido vigilante y tierno de las madres, la solíci-
ta preocupación de la prole, la conciencia educadora de las esposas”,
pues “la mujer y el hombre tienen una misión distinta en la vida y en la
cultura”. Pero aún las posiciones más abiertas, aquellas que ven las mu-
jeres en escenarios distintos al hogar, insisten en que todo lo que ha-
gan las mujeres lo hagan para el beneficio de sus hijos y familias. Aun
aquellos que defienden “La igualdad de la educación para el hombre
y la mujer (dentro de una relativa adaptación), realizaría esta obra de
equidad y de justicia, de reparación y emancipación social, que aspira
a cimentar la sociedad sobre la igualdad de los sexos para mayor felici-
dad del país” (El Colombiano, 1928), insisten en que esa educación de la
mujer debe estar orientada adecuadamente pues ellas tienen como mi-
sión la formación del “corazón y plasma el cerebro de la primera edad;
que modela desde la cuna la inteligencia, los sentimientos y el carácter
184
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
185
orden que debe imperar en las relaciones sociales. Incluso, la perma-
nencia de los óvulos en su lugar de fecundación se asimila al pudor
que debe informar la conducta femenina. Montoya sostiene que estas
conclusiones suyas son abusos metafóricos, pero no duda en lamentar
cómo se ataca al pudor cuando esta virtud tiene una “raigambre científi-
camente biológica” (Montoya, 1930:1146).
Como podemos observar, por tanto, la partenogénesis y el her-
mafroditismo, en cuanto son categorías biológicas y médicas, además,
permiten la construcción de discursos y prácticas sobre las jerarquías
entre los sexos. Discursos y prácticas que se legitiman en la cientificidad
de las disciplinas que soportan estos argumentos a favor de un ‘prin-
cipio ético’ pretendidamente universal que privilegia al padre sobre la
madre en situaciones de riesgo iguales. En el caso de la partenogénesis,
el asunto es que prevalece lo femenino en la reproducción, García y
Montoya coinciden en que pone al hombre en situación desventajosa
en la reproducción humana, de lo cual podría derivarse la peligrosa
idea de una precaria valoración social del hombre, argumento que no
acoge por completo Montoya. En el caso del hermafroditismo, el pro-
blema planteado en términos biológicos conduce a revisar la posibili-
dad de un ‘equilibrio entre los sexos’, lo que no parece aceptar García
y que Montoya encuentra apenas digno de atención, merced al buen
número de pruebas experimentales que lo apoyan. Resulta interesante,
en el marco de la discusión, los argumentos del científico soviético en
los cuales las condiciones sociales se expresan en la biología y llegan a
determinar las funciones sociales de la mujer en una sociedad.
Finalmente, nos referimos a un elemento que puede pasar inad-
vertido, pero que es el argumento final y quizá más importante de
nuestra presentación. La ciencia no solo puede ser usada para naturali-
zar una forma de habitar el mundo que privilegia un sexo sobre otros,
para la jerarquización de sexos, sino que también sirve para determinar
que es en la reproducción de la especie donde expresamos nuestra
esencia como machos o hembras. Esta equivalencia entre sexo/repro-
ducción/humanidad nos pone en la pista de estrategias de saber que
186
El debate sobre el lugar de la mujer en la reproducción de la especie
Bibliografía
187
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ge Lopez Sanín. Año I. Medellín, septiembre 27 de 1930. No. 30.
188
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911.
Una conferencia de Maria Rojas Tejada como aporte a la
historia de la educación artística en Antioquia131
Asistimos a los comienzos de esta venturosa evolución que sin cumplirse todavía por to-
das partes, tropieza con resistencias numerosas. Los timoratos y los reaccionarios de todos
los países hacen cuanto pueden para contrariar las tendencias de los innovadores [...]
Pero estas resistencias serán vanas: el impulso está dado y ya asoma el día en que la escuela
sea, como debe de ser en realidad, el centro de todas las actividades sociales; donde el arte,
la ciencia y el trabajo manual ocupen el lugar que les corresponde.
María Rojas Tejada
Introducción
131
El presente análisis se inscribe en la investigación “La apropiación de la Escuela
Nueva en el saber pedagógico colombiano: una mirada a la Escuela Normal de
Institutores de Antioquia 1925-1945”. CODI, Grupo Formaph, 2007.
189
un programa general de contenidos. Este encargo se le entregó a María
Rojas Tejada, quien elaboró un programa para su enseñanza, y abrió
sus preocupaciones para comenzar a pensar sobre el tema del arte en
la escuela. Producto de este proceso, se redacta una conferencia, leí-
da en la sesión solemne que el liceo Pedagógico de Yarumal celebró
el día 20 de julio de 1910 y publicada por la Revista de Instrucción
Pública Antioqueña en noviembre de 1911. En el texto encontramos
alusiones a la importancia del cultivo de los sentimientos superiores,
entre los que se cuentan la cultura del entendimiento, la cultura de la
voluntad, y la introducción última, gracias a las pedagogías modernas,
de la cultura de la sensibilidad. Esta sería justificada por el proceso de
escolarización de la sensibilidad estética infantil, obrera y campesina,
los procesos de estetización de la escuela, la formación de ciudadanos
morales y acordes al progreso de la nación, además de la enseñanza
de nuevas representaciones de la realidad. Éste escrito corresponde
a unos antecedentes, en Colombia, de la Educación Artística como
herramienta civilizadora, orientadora de progreso y como camino para
la felicidad del individuo. La presente visibilización de la autora y la
apertura para el análisis, se hace pertinente en un clima que insiste en
situar los antecedentes de la Educación Artística en el país, en las Es-
cuelas de Artes y Oficios.
María Rojas Tejada se cuenta como alguien que “[...] ha sido prác-
ticamente borrado de la memoria histórica de la pedagogía colombia-
na, por efecto de varios procedimientos de exclusión que han carac-
terizado el saber pedagógico en Colombia desde hace más de ochenta
años” (Saldarriaga, 2003, 91-92). Es por eso que entre la diversidad
existente de historias de la educación colombiana, es mencionada úni-
camente por Bohórquez Casallas (1956, 508), en medio de una larga
lista que enumera los maestros insignes de Antioquia, y en La historia
de la instrucción pública en Antioquia de Julio César García (1962, 93),
190
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
191
nantes durante la primera mitad del siglo XIX. Se menciona además
que el expresidente Carlos E. Restrepo la nombró primera conferen-
cista mujer en la historia de Colombia. Él mismo, en 1930, presidió
la “Legión Femenina de Instrucción Popular”, de la que formó parte
nuestra educadora. Entre los escritos es de importante mención una
conferencia (Feminismo) de Rojas Tejada en Pereira, durante 1927, en
la que la autora reclama una educación más equitativa para hombres y
mujeres, en un tiempo en que debíamos conformarnos con estudios
y oficios como la docencia en los que se perpetuaran las tareas do-
mésticas y maternales. Lucy M. Cohen (2001, 128) comenta que fue
maestra, en el Colegio de María, de Rosenda Torres, a su vez primera
mujer nombrada en el Ministerio de Educación Nacional, sección se-
gunda. Otros (Agenda Cultural de la Universidad de Antioquia, 2005,
13; Lola G. Luna, 1987), hacen énfasis en su militancia feminista y en
las dificultades que esto le trajo. Es importante mencionar, en el marco
de la historia de la educación y la pedagogía en Colombia, habla de ella
como la persona que trajo a Colombia el método Montessori, y como
feminista expulsada de Yarumal, en donde dirigía el Colegio de María.
Por último, nos parece importante hacer énfasis en la afirmación
de Patricia Londoño Vega (1995), según la cual a María Rojas Tejada
se le debe la introducción del método Montessori a Colombia, en con-
cordancia con la situación social privilegiada que anotábamos a través
de los datos citados por otras autoras.
192
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
193
la función otorgada socialmente. La historia de la educación artística
cumpliría el papel de legitimar la disciplina, el conocimiento que pro-
duce y los sujetos de su enseñanza, al confirmar su trayectoria.
Esta historia no debe apuntar a un afán de reconocimiento, que
produciría una historia exaltadora de los discursos hegemónicos, los
educadores ejemplares, los antecedentes de leyes y decretos, etc. “una
historia de mármoles y bronces sobre batallas y efemérides escolares”
(Cucuzza, citado por Hernández, 2003, 56). Más bien se propone con-
tribuir entender la realidad contemporánea por medio del estudio his-
tórico, examinar las teorías pedagógicas en relación con la Educación
Artística y ocuparse del proceso interno de definición, acción y cambio
del currículo. Para ello no debe partirse de una definición de Educa-
ción Artística, sino que precisamente se observan sus redefiniciones y
reconceptualizaciones en el transcurso de la historia, casi siempre en
función de la vinculación entre formas de saber y estrategias de poder,
para regular concepciones y prácticas en relación con la realización de
un determinado modelo social. Así también, bajo “el amplio paraguas
del Arte” (Ibíd., 59) se alojan posiciones que constituyen una práctica
social y que contribuyen a los efectos socialmente reguladores.
En concordancia con lo anterior, Arthur Efland (1990) observa
que las formas en que se manifiesta la educación artística han estado
condicionadas por las creencias y valores concernientes al arte por par-
te de quienes defienden su enseñanza en diferentes momentos histó-
ricos. En el pasado, la educación artística no constituía algo ingenuo,
sino que tenía fines sociales, morales y económicos, en un contexto en
el cual el aprendizaje del dibujo estaba vinculado con cuestiones que
iban más allá de su relación con el campo de arte y apuntaba a prepa-
rar los sujetos para nuevas funciones sociales, concepciones sobre la
realidad, nuevos cambios políticos y económicos, etc.
Datos biográficos
194
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
195
círculo de intelectuales de la época, la invitó para dar una conferen-
cia en el Teatro Bolívar (Ibíd.) con acceso para la comunidad general
y cuya presentación realizó Carlos E. Restrepo (antes de llegar a ser
presidente de Colombia), quien afirmó que Rojas Tejada se había “[...]
atrevido a ocupar, por primera vez entre nosotros, el sillón de la mujer
conferencista [...]” (Mora de Soto, Op. Cit.), debido a que se trataba al
parecer de la primera conferencia que dictaba una mujer en Colombia.
Según Catalina Reyes, al término de la conferencia de la señorita María
Rojas Tejada, el doctor Restrepo calificó la conferencia de ser el “pri-
mer capítulo de feminismo militante” (Reyes Cárdenas, 1996).
En 1910 fue Directora del Colegio María de Yarumal en Antioquia
por peticiones del pedagogo y jurista Pedro Pablo Betancourt Villegas,
quien fuera su fundador en 1906 y el presidente del Liceo Pedagógico de
Yarumal en 1911. Allí Rojas encaminó sus esfuerzos a promover un mo-
vimiento cultural para que las mujeres se convirtieran en protagonistas
de la historia como formadoras de los pueblos. También promovía que
las mujeres se desenvolvieran como compañeras y no como esclavas de
los hombres (Angulo Mira, Op. Cit., 76). Sobre su pensamiento pedagó-
gico y las propuestas feministas se ampliará más adelante.
Según una publicación de la Agenda Cultural de la Universidad de
Antioquia, la fundación de un Centro Cultural para mujeres durante
1914 en Yarumal, le valió a María Rojas Tejada la acusación de femi-
nista, en un municipio que al parecer había estado en desacuerdo con
el doctor Betancourt sobre la idea de fundar un Colegio para mujeres,
porque según los habitantes del municipio las niñas debían permanecer
en su casa. Esta tensión la habría obligado a abandonar sus funciones
en el Colegio de María. Una versión diferente sobre la finalización de
labores en esta institución, dice que Rojas Tejada abandonó Yarumal
para viajar a Estados Unidos y Europa a seguir sus aprendizajes sobre
pedagogía, psicología y economía doméstica en varias universidades;
se especializó en estas ramas y dejó varias obras inéditas al respecto
(Ibíd., 26). Luego viajó a Pereira donde fundó el Centro o Instituto de
Cultura Femenina. En 1917 viajó a Estados Unidos para continuar
196
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
132
Las referencias al Liceo que se presentan a continuación, son tomadas directamente
de un informe de Pedro Pablo Betancourt (1911, 905), quien junto con Rojas Tejada
y Miguel Roberto Téllez, fue uno de los representantes en Antioquia (Palacio M.
y Nieto L., 1994, 15) de la pedagogía activa apoyada en los principios de Decroly,
Rousseau, Montessori, Ferrière, Claparede, Dewey y W. James, y que comenzaba a
realizar cuestionamientos y luchas frente a la tradición de la pedagogía católica, a la
cabeza de Agustín Nieto Caballero (Quiceno, 2004, Helg, 1984, 68)
133
Durante la sesión que se describe en este informe (7 de agosto de 1911), Rojas
Tejada fue elegida vicepresidente del Liceo (Tejada Córdoba, 1912, 1009)
197
institución. Gracias al informe rendido por su presidente, Pedro Pablo
Betancourt, podemos traer a colación algunos datos sobre él.
El Liceo Pedagógico de Yarumal se constituyó como el primero
del Departamento de Antioquia. Se diferenciaba de la Sociedad Peda-
gógica de Medellín, que incluso fue fundada un año más tarde y estaba
conformado por una junta especial, a su vez compuesta por delegados
elegidos por los docentes que asistían al Liceo. Sus fines se concen-
traban en la educación física, moral e intelectual de los asistentes, así
como en la dirección de los destinos de la educación en Colombia, o
al menos en el departamento. A la fecha del informe del doctor Be-
tancourt (1911), esta institución contaba con setenta y un miembros
activos, que se reunían una vez por semestre para la elección de digna-
tarios, y una vez por mes para la presentación, análisis y producción es-
crita en torno a diversos temas de interés educativo. Según Aline Helg
(1984, 105), los liceos pedagógicos formaban parte de una legislación
que en 1916 quería “reunir los cuerpos de profesores colombianos en
una estructura general, con el fin de promover el cumplimiento de la
legislación de 1903-1904 así como el debate de los problemas de la Ins-
trucción Pública. En la provincia se reunirían los “Liceos Pedagógicos”
una vez por mes; en el departamental habría “Asambleas Pedagógicas”
una vez al año. Y cada cuatro años habría un “Congreso Pedagógi-
co Nacional”. Este sería entonces el que únicamente sesionó en 1917
(Helg, ibíd.; Sáenz, Saldarriaga y Ospina, óp. Cit., 384). Su actividad in-
telectual era constante, como muestra el reporte de los acontecimien-
tos que rodearon la conferencia de Rojas Tejada sobre el cultivo de la
cultura de la sensibilidad en el niño, a saber: la clase magistral de dibujo
de la señorita Angélica Fernández el 5 de marzo (Betancourt, óp. Cit.
1911, 907), la comisión entregada a Rojas Tejada sobre la enseñanza
de dicha materia (desempeñada el 9 de abril), que versaba sobre la im-
portancia de la materia, los fines, etc., el programa general de trabajos
manuales entregado por las señoritas Leonisa Posada y Teresa Bernal
el 21 de agosto, las reformas al programa presentadas el 4 de septiem-
bre, etc. Esta enumeración tomada de los informes de los inspectores
198
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
199
Análisis de la conferencia “leída en la sesión solemne que el Li-
ceo Pedagógico de Yarumal celebró el día 20 de julio de 1910” 134
134
Revista de Instrucción Pública Antioqueña. Año IV, número 40. Medellín,
200
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
“El siglo XIX se mostró interesado en los sentidos por cuanto sus
percepciones incidían en el entendimiento y la moral, pero no forjó
una doctrina sistemática para su empleo”135. Es ésta razón de peso para
que María Rojas Tejada proponga una serie de reflexiones que intentan
orientar las nuevas valoraciones de lo estético al interior de la escuela.
Al inicio de la conferencia, la autora alude a las funciones de la
pedagogía como cultivadora de los sentimientos superiores: la cultu-
ra del entendimiento, comprendida por las facultades intelectuales; la
cultura de la voluntad, que distingue las buenas acciones y la cultura
de la sensibilidad, que comprende la facultad de sentir lo bello. Esos
deberían ser los fines a los que se dirige el pensamiento humano a tra-
vés de la labor educativa: la verdad, el bien y la belleza, como “cuerdas
del alma” que, juntas, logran una educación integral. El propósito del
escrito es contribuir en la introducción de la educación estética en los
programas escolares, e intentar con estos fundamentos otorgarle una
posición similar a la que en el momento ocupaban la formación inte-
lectual y moral:
201
Esta alusión a la actividad de la pedagogía y a sus nuevos intereses
se refiere a las corrientes pedagógicas modernas que comenzaban a
circular en Colombia durante la época (Saldarriaga, 2003; Sáenz, Salda-
rriaga y Ospina, Op. cit.; Quiceno Castrillón, 2004; Herrera, 1999; Helg,
1984): “Los adelantos realizados en estos últimos años en la ciencia de
la educación, han sido aún más portentosos que los progresos mate-
riales del mundo civilizado” (Tejada, Op. cit., 914). Es posible concluir
entonces, a partir de lo dicho por la autora, que fueron los modernos
sistemas de instrucción los que posibilitaron el ingreso oficial de la
educación artística en la escuela, al intentar pensar el cultivo del senti-
do de lo bello junto al intelecto y la voluntad. Coinciden así, la intro-
ducción de la enseñanza artística en las escuelas con el cambio de los
antiguos sistemas de educación.
Al referirse a éstos antiguos sistemas, la autora alude a diversas
concepciones y métodos, entre los que se cuenta la traducción maqui-
nal de signos en sonidos, la copia de paisajes y escenas sin significación
y la enseñanza dogmática que emplea libros de texto en la enseñanza.
Como alternativas derivadas de la “feliz innovación” se mencionan la
enseñanza objetiva, el método de la imitación natural que permite la
espontaneidad y la libre expresión del niño y el estudio razonado del
mundo. En estos presupuestos se manifiesta una contextualización de
los métodos pestalozzianos para el ámbito específico de la educación
artística, en el sentido de restringir el uso de láminas para la enseñan-
za del arte y del sentido de lo bello. La formación de esta cultura de
la sensibilidad, requiere un proceso de estetización de la educación y
de la escuela que eduque y forme el sentimiento de lo bello, posesión
inherente de la naturaleza humana. Ese sentido natural de lo bello es
lo que no debe supeditarse a la razón y a lo físico, privilegiados tra-
dicionalmente por otros sistemas de enseñanza. Formar sujetos con
cultura sensible apuntaría a crear sentimientos refinados necesarios
a toda persona en la vida social y de familia, “[...] adornados con la
naturalidad y elegancia en el porte, los movimientos y la conversa-
ción, maneras admirables de la cortesanía.” (Ibíd., 915). Un sujeto así
202
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
203
se le hubiese inspirado a las bellezas naturales (Rojas Tejada,
Op. cit., 918)
Orientaciones metodológicas
204
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
205
Otro referente para estas concepciones, citado directamente por
la autora, corresponde a las propuestas pedagógicas contemporáneas
a su conferencia, llevadas a cabo en Alemania, Francia, Inglaterra, Bél-
gica, Suiza y Estados Unidos. Éstas consisten en direccionar la obser-
vación de la naturaleza en diferentes fases de la educación, mediante
excursiones escolares, colonias viajeras y de vacaciones, entre otras:
“El estudio de las maravillas de la naturaleza, la lectura del gran poema épi-
co que el dedo de Dios ha escrito sobre la corteza de la tierra –como dice uno de
los más avanzados pedagogos modernos– fortifica, realza y ennoblece
los sentimientos del niño (Rojas Tejada, Op. cit., 916).
En segundo lugar, se debe mostrar al niño la belleza del mundo
a través de las producciones artísticas humanas. Entre las obras hu-
manas que se deben estudiar para aprender el amor por lo bello y la
naturaleza, se encontraría el estudio de las ciencias físico – naturales.
Este ejercitaría convenientemente la facultad de sentir y sería necesario
para el cultivo de los sentimientos estéticos. Es el hombre culto, docto,
por oposición al trabajador manual, ignorante e indocto, quien puede
contemplar los espectáculos de la naturaleza. El individuo ignorante
no logrará sentir las palpitaciones del “alma de las cosas”. En esta
muestra de las obras humanas conviene animar a los niños para cultiva
huertos, ya que esto implica una doble educación: científica y estética.
Además de estas ciencias, para conmover su sensibilidad, alimen-
tar la imaginación y desarrollar las facultades estéticas de los niños, se
les debe mostrar, inclusive desde la cuna, la música, la poesía, imáge-
nes y leerle cuentos. Estas son manifestaciones artísticas menos “com-
plicadas y sabias” que las citadas anteriormente. Así se le enseñara a
servirse de sus ojos, para comprender lo que le rodea y sus manos y
palabras para expresarse, además de perfeccionar el oído. Las reco-
mendaciones hechas por la autora, se encuentran emparentadas con la
llamada “recepción pedagógica del sensualismo”. El intento de siste-
matización del cultivo de los sentimientos estéticos, presente en esta
conferencia, estaría ligado con “[...] el primer paso de un gran progra-
ma que evolucionaría convencido dela importancia de oler, oír, gustar,
206
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
Moral y felicidad
207
el hablar, el conducirse, la obligación moral subalterna; cultivar lo bello,
en tanto facultad inherente al alma humana, se convierte en fuente
de vida, valor, nobleza, razón sagrada de amar y respetar la vida y los
hombres o algo que no sea nosotros. Pero, además, se anuda con un
interés político explícito: “[...] debe conservar la educación esto en el
alma nacional.” (Rojas Tejada, Op. cit., 920). El arte como un medio o
método de enseñar fortalece también la inteligencia y la moral, favo-
rece el entendimiento, el crecimiento, el progreso del niño. Asimismo,
se erige como un mecanismo de división de lo anormal y lo normal.
En tanto el vicio remite a la fealdad del alma y el mal es una cosa fea
“[...] es por esto por lo que es necesario llevar al niño de la admiración
de la naturaleza y del arte, a la admiración de lo bello en la naturaleza
moral.” (Ibíd., 921). En síntesis normalización de la infancia por medio
de la estética, del arte, articulada en planteamientos morales que desa-
rrollarían aquel individuo feliz:
208
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
ocupa bien sus ratos de ocio y logra volver sin esfuerzo a sus oficios.
Son alegrías saludables y opuestas a la perversión en las costumbres.
En ese sentido el arte y la música poseen una acción moralizadora que
debe ser tenida en cuenta en la escuela, ya que por el placer que permi-
te y la cultura estética que promueve permite resultados visibles en la
disciplina. Con ese fin, el repertorio debe contemplar cantos alusivos
a la patria, la felicidad, el orden, y poesías que lo lleven “al mundo del
ensueño y del ideal”. Más que la contemplación y amor por lo bello
en la naturaleza, se va volviendo importante enseñar al niño todo lo
“bueno y noble que brilla en el fondo del alma humana”, de una belle-
za superior a la de la naturaleza: “Las cosas incorpóreas, dice Platón,
son más grandes y más bellas que las corpóreas, aunque sólo á los ojos
de la razón” (ibíd., 921).
209
poderes sobre el cuerpo, poderes que producen saber, sujetos, formas
de socialización, conceptos, instrumentos, etc.): “[...] pequeños ardides
dotados de un gran poder de difusión, condicionamientos sutiles, de
apariencia inocente, pero en extremo sospechosos, dispositivos que
obedecen a inconfesables economías, o que persiguen coerciones sin
grandeza [...]” (Foucault: 1989, 142).
Una micro-política económica del gusto y la percepción, de la apre-
ciación estética sobre el mundo, sobre sí mismo, sobre la belleza y
lo bello, se intenta introducir en la escuela de la Pedagogía Activa. El
arte-sensibilidad vendrá a configurar al interior del espacio escolar una
zona de normalización sutilizada mediante el empleo del color, del
ejercicio, del contacto con las formas de la naturaleza, la expresión de
las sensaciones. María Rojas será un punto de argumentación en esta
red de estetización progresiva e incesante que comienza a penetrar el
discurso y la práctica pedagógica en Colombia: Es observable cómo
el cuerpo y la sensibilidad del alma infantil (por extensión, del alma
nacional) estarían marcados por el desarrollo del sentido artístico y por la
búsqueda de lo bello, y por cómo la educación estética se convierte en
una forma “agradable” de disciplina. Así pues se puede aseverar que
“[...] la enseñanza del dibujo prepara al niño para las luchas pacíficas
del trabajo, es factor importantísimo para el adelanto de las industrias
y contribuye, por consiguiente, al crecimiento de la riqueza nacional
[...]” y la música a su vez tiene una “[...] acción moralizadora, promueve
la cultura estética y tiene resultados benéficos en la disciplina.” (Rojas
Tejada, Op. cit., 920).
210
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
211
Al año siguiente, según referencia de Santiago Londoño en Histo-
ria de la pintura y el grabado en Antioquia (1995), aparece un artículo escri-
to por Rojas Tejada para la revista Acción Cultural, titulado “Enseñanza
de dibujo”. Según Londoño, es posible que María Rojas Tejada fuese
alumna de pintura de Francisco Antonio Cano, lo que daría una idea
de los antecedentes de su interés por el arte.
Desafortunadamente no hay alusiones precisas sobre la época o
el lugar de estos supuestos estudios de arte, aunque se sabe que el
Instituto de Bellas Artes de Medellín, donde el maestro enseñó, fue
fundado en 1910 y que el maestro Cano era oriundo de Yarumal. Fal-
taría comprobar si Rojas Tejada fue su alumna en este Instituto o en
las clases particulares que daba el pintor. En el artículo citado, la au-
tora defiende la enseñanza de las artes en las escuelas básicas, y apoya
la enseñanza del dibujo para casi todas las personas, ya que este “[...]
corrige la dureza que las ocupaciones del obrero comunican al espíritu
[...]”; en esa medida el arte forma “el hábito de ver bien”, “el amor
por lo bello”, da “rigor a la inteligencia” y educa “la mano y el ojo”.
Para María el arte no debía seguir concibiéndose en la escuela como un
pasatiempo. Propone también que se cambien los métodos tradicionales
para enseñar el dibujo y cita a varios pedagogos para apoyarse y plan-
tear métodos de enseñanza (Londoño Vélez, 1995, 158). En palabras
de la autora:
212
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
Conclusión
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216
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Tejada
217
218
Autores
Capítulo 1
Diego Alejandro Muñoz Gaviria
Sociólogo de la Universidad de San Buenaventura (USB) Medellín, Especialista
en Contextualización Psicosocial del Crimen, Magíster en Psicología, y aspiran-
te al título de Doctor en Ciencias Sociales: Niñez y Juventud de la Universidad
de Manizales y el CINDE. Director del Grupo Interdisciplinario de Estudios
Pedagógicos de la facultad de Educación de la USB Medellín, y Miembro del
Grupo de Investigación Formaph de la Universidad de Antioquia.
Capítulo 2
Jair Hernando Álvarez Torres
Licenciado en Filosofía de la Universidad de Antioquia y Estudiante de Doc-
torado en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, seccional Me-
dellín. Docente e Investigador de la Universidad de Antioquia y la Univer-
sidad de San Buenaventura. Miembro de los grupos de investigación sobre
Formación y Antropología Pedagógica e Histórica –FORMAPH- y Grupo
Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos –GIDEP
Capítulo 3
Andrés Klaus Runge Peña
Licenciado en Educación: inglés-español de la Universidad de Antioquia. Doctor
en Ciencia de la Educación de la Universidad Libre de Berlín. Profesor de Peda-
gogía y Antropología Pedagógica de la U. de A. y Coordinador del Grupo de In-
vestigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica – Formaph.
219
Diego Alejandro Muñoz Gaviria
Sociólogo, Especialista en Contextualización Psicosocial del Crimen. Magíster
en Psicología Social y Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales: Niñez y
Juventud. Docente investigador de la Universidad de Antioquia, Jefe de la Línea
de investigación en Desarrollo Humano y Contextos Educativos de la Facultad
de Educación de la Universidad de San Buenaventura, coordinador del Grupo
Interdisciplinario de Estudios pedagógicos (GIDEP) de la facultad de Educación
de la USB y miembro del Grupo de Investigación sobre Formación y Antropo-
logía Pedagógica e Histórica–Formaph.
Capítulo 4
Andrés Klaus Runge Peña
Licenciado en Educación: Inglés-Español de la Universidad de Antioquia,
Doctor en Ciencia de la Educación de la Universidad Libre de Berlín, Pro-
fesor de Pedagogía y Antropología Pedagógica de la U. de A. y Coordinador
del Grupo de Investigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e
Histórica —Formaph—.
Capítulo 5
Juan David Piñeres Sus
Psicólogo, Magíster en psicología social. Candidato a Doctor en Educación.
Facultad de Educación, Universidad de Antioquia. Integrante del Grupo de
Investigaciones sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica
-FORMAPH-, Medellín-Colombia.
Capítulo 6
Alexander Hincapié García
220
tura; candidato a Doctor en Educación, Línea de Pedagogía e Historia de
las Prácticas Pedagógicas, Universidad de Antioquia y pregrado en Filosofía
(en curso), Universidad de Antioquia. Integrante del Grupo de Investigacio-
nes sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica -FORMAPH-,
Medellín-Colombia.
Capítulo 7
Juan Felipe Garcés Gómez
Filósofo. Estudiante del doctorado en Educación Estudios Interculturales.
Jefe del Departamento de Pedagogía, Facultad de Educación, Universidad
de Antioquia. Integrante del Grupo de Investigaciones sobre Formación y
Antropología Pedagógica e Histórica -FORMAPH-, Medellín-Colombia.
Capítulo 8
Silvana Andrea Mejía
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222
Dibujo, moral, sensibilidad y progreso en 1911. Una conferencia de Maria Rojas Teja-
da...
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