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Diario LA LEY, nº 9591, de 11 de marzo de 2020, Nº 9591, 11 de mar.

de 2020, Editorial Wolters Kluwer

DOCTRINA

El recurso de revisión del art. 454 bis LEC bajo el prisma de la STC del
Pleno de 28 de enero de 2020
Alberto Martínez de Santos

Letrado de la Administración de Justicia

Resumen: La reciente publicación de la STC del Pleno de 28 de enero de 2020, que se suma a las de 17
de marzo de 2016, 21 de junio de 2018 y 14 de marzo de 2019 generaliza el recurso de revisión contra los
decretos de los Letrados de la Administración Justicia en todos los órdenes jurisdiccionales. Sin embargo y
como veremos en este trabajo, pese a la singularidad de los dos supuestos del proceso civil que se
sometieron a las cuestiones internas de inconstitucionalidad —jura de cuentas e incidente en ejecución de
sentencia del art.706 LEC—, las consecuencias de los pronunciamientos del Tribunal Constitucional afectan
a todas las resoluciones que se dicten por los Letrados de la Administración y en particular a las diligencias
de ordenación, que deberán poder ser impugnadas en revisión.

Desde el año 2016 el Tribunal Constitucional ha dictado cuatro sentencias en las que afirma que al legislador le
queda vedado la exclusión de una manera absoluta e incondicionada de la posibilidad de recurso judicial contra los
decretos de los letrados de la Administración de Justicia, ya que supondría admitir la existencia de un sector
inmune a la potestad jurisdiccional, que no se compadecería con el derecho a la tutela judicial efectiva y que
conduciría a privar al justiciable de su derecho a que una decisión procesal sea examinada y revisada por quien
estaría investido de jurisdicción, esto es, por el juez o tribunal. El problema es que a las nulidades parciales que se
han declarado, no han seguido las correspondientes reformas legislativas y esa situación obliga a integrar los
pronunciamientos del Tribunal Constitucional en cada uno de los procesos, porque el derecho a la tutela judicial
efectiva también comprende el de la inexistencia de dilaciones indebidas y, por tanto, el de evitar recursos con
dicha finalidad.

I. UN ESPACIO INMUNE AL CONTROL JURISDICCIONAL: LA STC DEL PLENO DE 28 DE


ENERO DE 2020

La STC del Pleno de 28 de enero de 2020, pendiente de publicación en el Boletín Oficial del Estado, estima una
cuestión interna de inconstitucionalidad y, en su virtud, declara la inconstitucionalidad y nulidad del art. 454 bis.1,

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párrafo primero, LEC en la redacción dada por la Ley 37/2011, de 10 de octubre, de medidas de agilización
procesal y que es del siguiente tenor literal: «1. Contra el decreto resolutivo de la reposición no se dará recurso
alguno, sin perjuicio de reproducir la cuestión, necesariamente, en la primera audiencia ante el tribunal tras la
toma de la decisión y, si no fuera posible por el estado de los autos, se podrá solicitar mediante escrito antes de
que se dicte la resolución definitiva para que se solvente en ella».

Se suma este último pronunciamiento a la STC del Pleno de 17 de marzo de 2016 (BOE 22 de abril de 2016) que
declaró la inconstitucionalidad del art. 102 bis.2 LJCA; a la STC del Pleno de 21 de junio de 2018 (BOE 25 de
julio de 2018) que hizo la misma declaración respecto al art.188 LRJS y, a la STC del Pleno de 14 de marzo de
2019 (BOE 15 de abril de 2019) que declaró la inconstitucionalidad y nulidad del párrafo tercero del art. 34.2 LEC
y del inciso «y tercero» del párrafo segundo y del párrafo cuarto del art. 35.2 LEC, indicando que en tanto el
legislador no se pronunciase al respecto, el recurso judicial procedente frente al decreto del Letrado de la
Administración de Justicia en la jura de cuentas sería el de revisión al que se refiere el art. 454 bis LEC.

En la Sentencia de 28 de enero de 2020 se resume la doctrina del Tribunal Constitucional sobre el asunto
indicando que se había creado un régimen de impugnación de las decisiones de los Letrados de la Administración
de Justicia generador de un espacio inmune al control jurisdiccional y, tal y como se hizo en las ocasiones
precedentes en tanto el legislador no se pronunciase al respecto, el recurso judicial procedente frente al decreto
resolutivo de la reposición habría de ser el directo de revisión al que se refería el propio art. 454 bis LEC.

No nos ocuparemos en estas apresuradas reflexiones ni de la fundamentación de la sentencia —como hemos visto
ya había pronunciamientos anteriores que indicaban cual sería el resultado final de la cuestión interna de
inconstitucionalidad—, ni del proceso de ejecución que motivó la demanda de amparo, pues la dificultad en la
aplicación del art.706 LEC es directamente proporcional a la claridad de los fallos de las sentencias de que se
trate (instancia, apelación o casación) y, permítanme la licencia, pero el número de recursos que puedan
concederse en el proceso de ejecución no garantizará un mejor cumplimiento, ni tan siquiera el efectivo
cumplimiento. De hecho, como bien saben quiénes alguna vez han tenido la ocasión (otros quizá, afirmen, la
desgracia) de encontrarse inmersos en una ejecución del art.706 LEC, convendrán en que es una singularidad que
hubiera merecido una técnica legislativa más depurada, pues no es difícil que se pretenda reproducir el proceso de
declaración en aquella y nunca faltan intentos en ese sentido por alguna de las partes (siempre son varias y con
intereses contrapuestos aunque ocupen la misma posición procesal).

Sí que llama la atención que en la sentencia que nos ocupa se aluda a la necesidad de descartar la eventualidad
de que existan supuestos en los que la decisión del Letrado de la Administración de Justicia, excluida por el
legislador del recurso de revisión ante el juez o tribunal concierna a cuestiones relevantes en el marco del proceso,
que afectaría a la función jurisdiccional reservada en exclusiva a jueces y magistrados (art. 117.3 CE), a quienes
compete dispensar la tutela judicial efectiva sin indefensión que garantiza el art. 24.1 CE; y escribo que llama la
atención porque no se cita ningún supuesto, aunque tampoco podría hacerlo, porque en realidad no hay ese
espacio inmune al control jurisdiccional.

El verdadero interrogante a solventar es el de cómo afectarán al proceso civil las


sentencias del TC de 2019 y 2020 y cómo se articulará el régimen de los recursos
ordinarios

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Pero dejando al margen estas disquisiciones, el verdadero interrogante a solventar sería el de cómo afectarán al
proceso civil —en particular a la jura de cuentas y a la ejecución—, las Sentencias del Tribunal Constitucional de
2019 y 2020 y, sobre todo cómo se articulará el régimen de los recursos ordinarios, porque la nulidad parcial de la
reforma del año 2011 únicamente duplica, en principio, las posibilidades de impugnación.

II. EL RECURSO DE REVISIÓN EN LA JURA DE CUENTAS

La antes citada STC del Pleno de 14 de marzo de 2019 (BOE 15 de abril de 2019) estimó una cuestión interna de
inconstitucionalidad y, declaró la inconstitucionalidad y nulidad del párrafo tercero del art. 34.2 LEC y del inciso «y
tercero» del párrafo segundo y del párrafo cuarto del art. 35.2 LEC, en la redacción dada por la Ley 13/2009, de
3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la implantación de la nueva oficina judicial .

Esta declaración de nulidad no solo afectó a la «sentencia que pudiere recaer en juicio ordinario ulterior», que
desapareció de los arts. 34 y 35 LEC, sino a la doctrina jurisprudencial sobre el ámbito de la jura de cuentas, los
requisitos del recurso de revisión y la resolución de la conocida como «cuestión compleja».

Esto es, la renacida intervención judicial nos ha devuelto a la STS, Sala 1ª, 611/2008, 19 de junio de 2008
(ECLI:ES:TS:2008:4138) y a los límites de la posibilidad de combatir en un juicio declarativo ulterior el resultado
del previo procedimiento de jura de cuentas. La doctrina jurisprudencial reconocía la posibilidad de excepcionar el
pago, la prescripción, y el hecho de no haberse devengado en el pleito los honorarios o parte de ellos
impugnándolos como excesivos, posibilidad que sin embargo no podría interpretarse «en un sentido tan amplio
como para admitir que estas alegaciones se extiendan a la genérica impugnación de honorarios indebidos
puesto que el debate y la determinación de los mismos, con la amplitud que esa calificación supone, excedería
del limitado ámbito de los medios de defensa» admisibles en el marco del proceso sumarial de que se trata.

No obstante, tampoco habría una carencia total y absoluta del efecto negativo propio a la cosa juzgada material y,
no podrían reproducirse en el juicio ordinario las excepciones propias del juicio previo de naturaleza ejecutiva,
admitiéndose exclusivamente la alegación de aquello que no pudo formularse en éste por exceder del ámbito de su
cognición reducida. En definitiva, el hecho de que se acudiera a la vía ordinaria debería responder a una verdadera
necesidad de examinar cuestiones complejas o ajenas al objeto del expediente de jura de cuentas (único caso en
que sería posible)

Y dicho esto: ¿modificó el pronunciamiento del Tribunal Constitucional la naturaleza de la jura de cuentas? La
facilidad con la que se introduce el recurso de revisión contra el decreto del Letrado de la Administración de
Justicia no puede hacernos olvidar que también es doctrina consolidada de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo
que aunque este recurso sea ordinario, y devolutivo, coloca al órgano que resuelve en segundo lugar en la misma
posición procesal del que lo hizo el primero, si bien, no cabrá entender que sea posible utilizarlo para sustituir la
labor realizada por el Letrado de la Administración de Justicia mediante un nuevo juicio de mejor criterio por el
Tribunal porque ello, además de no ajustarse a la propia naturaleza de la actividad procesal realizada, desvirtuaría
la «ratio» de la reforma legal ya que en lugar de simplificar la materia, se produciría el efecto contrario de
multiplicar el trabajo de la oficina judicial, y probablemente, sin descargar de forma efectiva la carga del titular del
órgano jurisdiccional.

Lo anterior no obstaría a que mediante el recurso de revisión pueda someterse al control del Tribunal, además de
las infracciones de índole procesal, los casos de arbitrariedad o de irrazonabilidad, y dentro de ellos la
desproporcionalidad, por cuanto afectan al derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE).

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La función revisora se contraería a los casos en que el decreto infringiera normas


procesales o incurriera en arbitrariedad, irrazonabilidad o falta de proporción

En definitiva, la función revisora se contraería a los casos en que el decreto infringiera normas procesales o
incurriera en arbitrariedad, irrazonabilidad o falta de proporción. Pero ¿estos condicionantes, propios de las
tasaciones de costas, pueden afectar a los recursos de revisión en las juras de cuentas? Dado que hablamos de
la posibilidad de evitar un proceso declarativo posterior, es probable que la regla general sea la de la interposición
del recurso de revisión, si bien con el riesgo que ello supone para la ulterior acción, pues una cosa que el auto del
art.454 bis LEC deba atender al contenido del decreto y otra muy distinta que eso, según cada proceso, sea
también otra regla general. Piénsese, por ejemplo, en la excepción de pago que no se alegó en la impugnación y
que luego se formula en la revisión o, en un recurso que revise la estimación o la desestimación de la impugnación
que se hizo en el decreto. En tales casos ¿cabría luego discutir tales particulares en un proceso declarativo?

Importa destacar que este recurso de revisión deberá integrarse con el ordenamiento vigente (la redacción de los
arts.34 y 35 LEC anterior al año 2009 solo preveía una intervención del Juez mediante el dictado de un auto y la
remisión al declarativo posterior) y en particular con la reforma del año 2015, que modificó el art.438 LEC y
permite que las partes se pronuncien sobre la pertinencia de la celebración de la vista, pudiendo dictarse sentencia
si ninguna de las partes la solicitase y el tribunal no considerase procedente su celebración.

Como vemos no habría diferencia entre la jura de cuentas y un juicio verbal sin vista (un decreto y una resolución
judicial en los dos casos) y si damos un paso más la consecuencia inmediata del relato que precede sería que la
«cuestión compleja» no tendría por qué examinarse en un juicio declarativo posterior (ATS, Sala 1ª, 20 de
septiembre de 2011, ROJ: ATS 9983/2011) y, ello tanto si la impugnación a la jura se produjera en el proceso
declarativo, como en el de ejecución, porque la citada STC de 14 de marzo de 2019 incurrió en un evidente error
cuando afirmó que la exclusión de la revisión judicial tampoco quedaría salvada en el art. 34 LEC por el hecho de
que el decreto resolutorio no prejuzgase, ni siguiera parcialmente, la sentencia que pudiere recaer en juicio
ordinario ulterior: «Lo que este inciso postula es la completa independencia entre lo que se resuelva en el
procedimiento de reclamación de honorarios del abogado y lo que pueda decidirse en un eventual juicio
declarativo posterior, que dependerá de que alguna de las partes ponga en práctica dicha posibilidad». Y eso no
es cierto. No había una completa independencia, antes al contrario, la dependencia era completa y de ahí que los
arts. 34 y 35 LEC dejaran abierta la posibilidad de acudir al proceso declarativo según el resultado del
requerimiento y de la impugnación.

¿Qué impide ahora formular en la impugnación una compensación de créditos? o ¿por qué razón no cabría la
posibilidad de ventilar en la jura la relación de arrendamiento de servicios con el abogado del art. 35.2 tercer
párrafo LEC mediante la aportación de documental? A mi entender la introducción de un recurso de revisión en un
expediente que terminaba, no con un decreto, sino con un proceso declarativo, abre la puerta a una indeseable
confusión, dado que su interposición puede provocar que se ventile en el incidente que nos ocupa cualquier óbice y
que no deba esperarse al repetido proceso declarativo.

III. El recurso de revisión contra los decretos y las diligencias de ordenación de los Letrados
de la Administración de Justicia

En los términos en los que se ha pronunciado el Tribunal Constitucional en la Sentencia de 28 de enero, el recurso

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judicial procedente frente al decreto del letrado de la Administración de Justicia resolutivo de la reposición habrá
de ser el directo de revisión al que se refiere el art. 454 bis LEC, aunque eso no sea lo que dice el mandato, pues
solo permite tal recurso contra los decretos por los que se ponga fin al procedimiento o impidan su continuación y
en aquellos casos en que expresamente se prevea.

Y antes de seguir permítanme una segunda licencia. Dice el Tribunal Constitucional en esta sentencia que en el
proceso de ejecución, no resultaría posible identificar una resolución judicial definitiva que, a semejanza de lo que
sucede en el proceso de declaración, se pronuncie sobre las pretensiones planteadas por las partes ya que, por
su propia naturaleza ejecutiva, su finalización normal se produciría ex lege cuando se constatase que se habría
satisfecho completamente al acreedor ( art. 570 LEC); pero esta resolución del letrado de la Administración de
Justicia no resolvería pretensiones, sino que declararía un estado de cosas y acordaría en consecuencia, si
procediera, el archivo del procedimiento. Por otra parte, en la eventualidad de que ambas partes se atribuyesen
recíprocamente la responsabilidad por la inejecución de la sentencia, se alejaría la virtualidad real de una futura
«resolución definitiva» en la que se solventase el problema de inejecución planteado.

Dos simples apuntes: en el proceso de ejecución la pretensión se aclara, si es necesario, en el trámite de


oposición y a partir de ese momento solo queda el estricto cumplimiento del título (no habría ulteriores
pretensiones ajenas al mismo) y, por esa razón, cuando se impugna por alguna de las partes el decreto del art.570
LEC no se ventila ninguna pretensión sino la satisfacción con arreglo al título ejecutivo; en caso contrario no
estaríamos hablando de un proceso de ejecución, sino de la reproducción del proceso declarativo.

Hecha la acotación y puesto que los casos en los que expresamente se prevea la revisión ahora pasan a ser todos
¿tiene algún sentido el previo dictado de un decreto resolviendo la reposición, cuando de lo que se trata en
realidad es que no exista un espacio inmune al control judicial?

Es admisible la interposición de un recurso directo de revisión contra una diligencia de


ordenación

Entiendo que no y además tolera esa interpretación el art.451.1 LEC, cuando dispone que contra las diligencias de
ordenación y decretos no definitivos cabrá recurso de reposición ante el Letrado de la Administración de Justicia
que dictó la resolución recurrida, excepto en los casos en que la ley prevea recurso directo de revisión. Como
quiera que esa salvaguarda ha desaparecido («en los casos en que la ley prevea recurso directo de revisión») es
admisible la interposición de un recurso directo de revisión contra una diligencia de ordenación y es más, a no otra
conclusión conduce la doctrina del Tribunal Constitucional, la propia lógica y una larga experiencia en el análisis de
la fundamentación de los recursos de reposición de trámite que se intentan.

No se sorprendan por estas afirmaciones, porque si discrepan de la posibilidad revisar una diligencia de
ordenación, piensen no solo en la nulidad del art. 225.6º LEC, sino en que una interpretación rigurosa de los arts.
206.2.1ª y 545. 6 y 7 LEC permite reducir el ámbito de aplicación de las citadas diligencias a la simple unión de
escritos o de actos de comunicación, porque mientras el primero indica que se dictará diligencia de ordenación
cuando la resolución tenga por objeto dar a los autos el curso que la ley establezca, los dos apartados del art. 545
LEC precisan que adoptarán la forma de decreto las resoluciones que determinen los bienes del ejecutado a los
que haya de extenderse el despacho de la ejecución y aquellas otras que se señalen en esta ley, dictándose
diligencias de ordenación solo cuando no proceda resolver por decreto.

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En otro sentido sucede que no se distingue en la práctica el acto por su naturaleza, ni por su contenido, sino por la
forma de la resolución (auto, decreto, providencia y diligencia de ordenación) y la afectación desfavorable del art.
448 LEC se confunde con demasiada frecuencia con la tutela judicial efectiva del art. 24 CE. De la suma de estos
dos elementos solo resultan impugnaciones dilatorias o, apelaciones abreviadas (el recurso de revisión contra los
decretos de los Letrados de la Administración de Justicia); aseveración que sería igualmente válida para el
proceso declarativo. Y en este sentido paradigmático es el caso de la mejora de embargo del art. 612 LEC, que
permite la interposición de un recurso de revisión sin que la traba haya agotado sus efectos — de hecho, en el
plazo de cinco días ni tan siquiera se habrá practicado, por ejemplo, la anotación preventiva en el Registro de la
Propiedad— y sin que, evidentemente, sea posible apreciar ningún cambio de circunstancias.

Por esa razón la función del recurso de revisión era la de controlar las posibles desviaciones que se hubieran
podido producir por interpretaciones ilógicas, contrarias a la norma o a la jurisprudencia sobre la materia, todo ello
en orden a poder obtener la parte la correspondiente tutela judicial (1) y ello sin olvidar, en palabras del mismo
Tribunal Constitucional, que la simple discrepancia de las partes con una resolución judicial, aun fundada en otra
interpretación posible de la legalidad aplicada, incluso por plausible que ésta resultare, no convertiría el
correspondiente razonamiento judicial en arbitrario o manifiestamente irrazonable ni, menos aún, obligaría a dicho
Tribunal a elegir entre las interpretaciones posibles cuál sería la que debería prevalecer (2) .

Nos encontraríamos en consecuencia con dos regímenes distintos:

— El recurso de revisión contra los decretos en los que la ley prevé expresamente la posibilidad de interponerlo.

En nota a pie encontrarán un listado sobre los decretos que, según la ley, podrían revisarse en el proceso de
ejecución, pero vuelvo a hacer una advertencia (3) . Estos listados de resoluciones cuando se extraen de su
contexto ceden ante la realidad del proceso y la defectuosa técnica legislativa, de tal modo que en ocasiones el
recurso carece de sentido, mientras que en otras habrá que acudir a alguna clase de rectificación. Así tenemos
que, por ejemplo, contra el decreto de liberación del art. 693 LEC no cabrá recurso alguno y en consecuencia no
aparecerá en esos listados de decretos revisables, pero si lo hacen el decreto de suspensión del art. 531 LEC
(que no suele dictarse) y el de aprobación del art. 639 LEC (en el que no habrá gravamen dada la previa audiencia
de las partes sobre la valoración que luego se aprueba). Ni que decir tiene que por las cautelas del legislador del
año 2009 y los reproches de toda la doctrina, en la práctica y por una analogía que no hace falta explicar con el
art. 570 LEC, se concede recurso directo de revisión contra el citado decreto del art. 693.3 LEC.

En estas impugnaciones con previo pronunciamiento del Letrado de la Administración de Justicia, el trámite de
admisión del art. 454 bis 2 LEC debería ser riguroso, porque la petición de revisión no autorizaría una corrección
generalizada del correspondiente decreto para adaptarlo o modificarlo al criterio de cada recurrente, sino que
debería ser un medio de impugnación en el que se valoraría la existencia de infracciones legales, con arreglo a los
elementos de juicio que se tuvieron en cuenta en el momento del dictado del citado decreto. Será posible hacer
aclaraciones, precisiones o alegaciones siempre que tuvieran que ver con la supuesta infracción cometida, pero en
modo alguno, podrán reproducirse cuestiones ya ventiladas en las que no hubiese infracción alguna, ni menos aún
convertir el trámite en una apelación abreviada (art. 458.1 LEC en relación con el art. 454 bis 3 LEC). Dicho de
otra forma: no serviría reproducir la misma fundamentación contenida en el recurso de reposición sin atender a lo
resuelto en el decreto.

Tampoco sería dable que por la vía del recurso de revisión se trajeran a conocimiento hechos nuevos que no
pudieron tenerse en cuenta en el momento del dictado del decreto o, que no se formularon, porque bajo esa
premisa, la afectación desfavorable del art. 448.1 LEC sería provocada por la impugnante y no por el Letrado de
la A. de Justicia.

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La revisión no sería una segunda oportunidad de tal modo que si el recurrente no hizo uso de la previa reposición
en los casos en que así obligue la ley, no cabrá luego que empleé el primero para impugnar lo que debió ser
objeto del segundo. En estos casos debería inadmitirse sin otro trámite el recurso de revisión.

— El recurso de revisión contra las diligencias de ordenación y los decretos en los que la ley no prevé
expresamente la posibilidad de interponerlo.

En estos supuestos se aplicarían los requisitos de admisibilidad de los arts. 454 bis 2 y 448 LEC y así en el
recurso deberá citarse la infracción en que la resolución hubiera incurrido y, deberá justificarse la afectación
desfavorable, pero no solo en relación al contenido de la resolución sino al del propio proceso, pues es probable
que en no pocas ocasiones el recurso trate sobre alguna cuestión ya resuelta anteriormente. Esto es, lo que no
sería admisible es que con ocasión de un recurso de revisión se pretendiera combatir una resolución anterior
consentida por el recurrente o, que tratara de volver a discutirse lo solventado en una revisión precedente.

Por lo mismo no sería bastante la cita genérica de una infracción, ni la socorrida alusión al art.24 CE; habrá que
explicar qué se impugna, su razón o fundamentación y cómo la resolución atacada «afecta desfavorablemente» al
impugnante ( art. 448.1 LEC). ¿Esto qué quiere decir? Algo tan sencillo como que el ejecutante deberá explicar,
por ejemplo, porque la negativa a practicar una diligencia de investigación ya realizada implicaría una infracción o,
la del embargo de una cuenta bancaria carente de saldo.

Por último, en todos los casos deberá cumplirse el requisito del depósito de la Disposición Adicional 15ª LOPJ,
porque ya no habría dudas sobre su aplicación a las diligencias de ordenación (4) . Aunque lo más preocupante
sea ahora la desatención generalizada del mandato gracias a una consolidada doctrina del Tribunal Supremo sobre
la subsanación del defecto, en la que se obvia la consignación hasta que el Juzgado requiere, convirtiendo el
defecto en una omisión y por tanto insubsanable; y, desde luego no será posible otorgar plazos de subsanación
cuando no estemos ante un acto defectuosamente realizado sino ante un acto omitido, distinción que tiene en
cuenta una adecuada relación entre el cumplimiento de las formalidades y requisitos procesales y el respeto al
derecho a la tutela judicial efectiva, siempre bajo la consideración de que la subsanación no será incompatible con
la obligación de cumplir oportunamente los requisitos y presupuestos procesales, y de que no se impone una
interpretación favorable al derecho a la tutela judicial que determine la ineficacia de tales requisitos y presupuestos
(5) .

Sin embargo, dice el Tribunal Supremo que la ley no pretende que la exigencia de este depósito acabe erigiéndose
en un obstáculo excesivo al ejercicio del derecho a la tutela jurisdiccional (art. 24.1 CE), de modo que obliga al
órgano judicial que ha dictado la resolución susceptible de ser impugnada a advertir a las partes de «la necesidad
de constitución de depósito para recurrir así como la forma de efectuarlo» (apartado 6, párrafo primero in fine,
de la disposición adicional decimoquinta LOPJ). Y antes de decretar la inadmisión a trámite del recurso, se
garantiza a la parte recurrente «que hubiere incurrido en defecto, omisión o error en la constitución del depósito»
la apertura de un plazo de dos días, añade la norma, «para la subsanación del defecto, con aportación en su
caso de documentación acreditativa» (apartado 7, párrafo segundo). Sólo en caso de que la parte incumpla ese
requerimiento, precisa la norma, «se dictará auto que ponga fin al trámite del recurso» (apartado 7, último
párrafo, de la disposición adicional decimoquinta LOPJ) (6) .

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(1)
Por todos, AATS, Sala 1ª, 17 de junio de 2014 (ECLI:ES:TS:2014:5384A) y de 13 de mayo de 2014 (ECLI:ES:TS:2014:4393A).

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(2) STC, 108/2013, 6 de mayo de 2013 (ECLI:ES:TC:2013:108)

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(3) En lo que se refiere al proceso de ejecución PERÉZ DAUDÍ refiere los siguientes. Decreto de inadmisión en la oposición a la
ejecución provisional cuando no se indican medidas alternativas ni se ofrece caución (art. 528 LEC), suspensión de la
ejecución provisional (art. 531 LEC); decreto con medidas ejecutivas al inicio de la ejecución (art. 551 LEC); oposición por
pluspetición (art. 558.2 LEC); resoluciones del Letrado de la Administración de Justicia contradictorias con el título judicial (art.
563 LEC); decreto acordando el fin de la ejecución (art. 570 LEC); decreto requiriendo la manifestación de bienes del
ejecutado, realizando el apercibimiento de sanciones o imponiendo multas coercitivas (art. 589 LEC); decreto acordando la
entrega directa del embargo de sueldos y pensiones (art. 607 LEC); decreto resolviendo sobre la mejora, reducción y
modificación del embargo (art. 612 LEC); decreto autorizando la enajenación o gravamen de participaciones en la empresa o
de ésta en otras, bienes o cualesquiera otros que por su naturaleza o importancia hubiere expresamente señalado el Secretario
Judicial (art. 631 LEC); decreto resolviendo la impugnación a la cuenta final presentada por el administrador judicial (art. 633
LEC); decreto determinando la valoración definitiva de los bienes embargados a efectos de la ejecución (art. 639 LEC); decreto
aprobando el remate de la subasta de bienes muebles que sea inferior al 30% del valor de tasación (art. 650.4 LEC); decreto
aprobando el remate de la subasta de bienes inmuebles que sea inferior al 50% del valor de tasación (art. 670.4 LEC); decreto
aprobando o rectificando las cuentas presentadas anualmente por el acreedor que hubiera obtenido la administración para
pago (art. 678.2 LEC); decreto aprobando las cuentas presentadas por el acreedor hipotecario que hubiera obtenido la
administración de la finca o bien hipotecado (art. 690.3 LEC); decreto acordando el embargo de bienes del ejecutado (art. 700
LEC) y decreto aprobando la cantidad que debe depositar el ejecutado cuando el ejecutante opte por encargar el hacer no
personalísimo a un tercero (art. 706.2. LEC) (PERÉZ DAUDÍ, Vicente. La revisión de los Decretos del Secretario Judicial por
el Tribunal. Diario La Ley, N.o 7511, Sección Doctrina, 17 Nov. 2010, Año XXXI, LA LEY 14177/2010).

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(4)
El apartado 4 de la citada disposición dispone: «Asimismo, para la interposición de recursos contra resoluciones dictadas por
el Juez o Tribunal que no pongan fin al proceso ni impidan su continuación en cualquier instancia será precisa la
consignación como depósito de 25 euros. El mismo importe deberá consignar quien recurra en revisión las resoluciones
dictadas por el Letrado de la A. de Justicia» y mientras para unos, nada dice sobre las diligencias de ordenación y no cabría
exigirlo, para otros sería bastante la referencia al Tribunal del que el Letrado de la A. de Justicia formaría parte.

Ver Texto

(5) STS, Sala 1ª, 360/2018, 15 de junio de 2018 (ECLI:ES:TS:2018:2187).

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(6) Por todos ATS, Sala 1ª, 11 de diciembre de 2019 ( ECLI:ES:TS:2019:13305A).

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