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El siglo XIX trajo consigo una serie de grandes cambios sociales, económicos y

políticos que significaron fuertes cambios en la vida, pensamiento y arte del hombre. En
la segunda mitad del siglo XIX se desarrollan dos movimientos artísticos y literarios
que suponen un quiebre con respecto al arte que ya estaba impuesto, el Romanticismo y,
a su vez, refleja la realidad social del momento; estos son el Realismo y Naturalismo.

Los fuertes acontecimientos sociales que se produjeron, tales como la


Revolución Industrial, supusieron un cambio radical en la organización social, política y
económica de los países europeos. El dinero cobra mayor importancia, viéndose
beneficiado por el nacimiento de un nuevo sistema económico, el Capitalismo. Esto
conlleva un “movimiento” de clases sociales, la burguesía se “eleva” alcanzando
prestigio, riquezas y poder; la aristocracia pierde valor e importancia, desapareciendo
casi por completo de los acontecimientos históricos; por otro lado, nace una nueva clase
social, la clase media u obrera, la cual busca independizarse y ganar independencia
económica. También, las ciudades sufren una urbanización, conteniendo mayor cantidad
de personas, creándose barrios “industriales”, para la clase obrera, desarrollándose una
nueva arquitectura más económica y otra más moderna la cual es impulsada por la
burguesía.

Los hechos del momento mantienen una estrecha relación con los sentimientos y
emociones que experimenta e impulsa al hombre hacia el arte Realista. Existe un
deslindamiento con el pasado y, específicamente con su arte. Se pretende una nueva
literatura y un arte en general enfocado en el presente, lo que ocurre en el ahora,
haciendo hincapié en el hombre actual. Se produce, de esta forma, un fuerte rechazo
hacia el arte romántico, siendo este el “motor” para la creación de estos nuevos
movimientos. Se desprecia el enajenamiento, llegando a la conclusión de que el cambio
se efectúa teniendo total y plena conciencia de lo que ocurre. Esto conduce al hombre
hacia una constante y profunda desilusión y frustración, sentimientos oscuros que
denotan su vida, su situación y posición social y el sentimiento de que la felicidad no se
puede alcanzar, cayendo en el pesimismo total.

El Realismo y Naturalismo pueden verse como las dos “caras” del mismo
movimiento, dos etapas. La primera naciendo como rechazo del Romanticismo e
impulsada por los acontecimientos sociales que crearon un nuevo sentir en el ser;
mientras que la segunda, habiendo gestado la frustración y pesimismo, pretende
representar con la mayor verosimilitud la situación social. Así se produce una evolución
desde la necesidad de plasmar la psicología del individuo a través del desarrollo de los
personajes, hacia un desarrollo de los acontecimientos y hechos que le suceden.

Así, el Realismo crea personajes “antihéroes”, cuyas acciones y emociones se


asemejan por completo con la realidad, siendo personajes estereotipados (aristócrata,
burgués, empleada, mercader, entre otros) que representan las distintas clases sociales.
A su vez, abundan las descripciones detalladas, escenarios complejos que crean la
sensación de verosimilitud.

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