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La palabra identidad proviene del latín identĭtas y hace referencia al conjunto de

rasgos propios de un individuo o de una comunidad, los cuales caracterizan al


sujeto o a la colectividad frente a los otros. El término también alude a la
conciencia que la persona posee de si misma y que la convierte en alguien distinta a
los demás.
Podemos considerarla como una necesidad básica del ser humano, busca
incesantemente responder a la clásica pregunta que todos tarde o temprano nos
hacemos, ¿quiénes somos? Es una respuesta que casi nunca es satisfecha por
completo, ya que nuestra identidad es algo que evoluciona con el tiempo y es
influenciada por los cambios de nuestra historia vital.
Nuestra identidad no escapa a la fuerza que ejerce el concepto que tenemos acerca del
mundo que nos rodea, concepto que se mueve de acuerdo a la época y el lugar en
donde habitamos.
Buscamos encontrar un sentimiento interno de unidad a la vez que queremos marcar
bien la diferencia con el resto de las personas. Buscamos la autorrealización, el ir más
allá,  el sentirnos importantes.
La baja tolerancia a la frustración así como la resistencia al cambio hace que
el sentimiento de identidad tambalee, los cambios son percibidos como una
amenaza, generando dolor por la necesidad de seguridad.
La identidad se va formando gracias a la identificación del sujeto con aquellas
personas que son relevantes en su vida. El sujeto logra captar su YO como una
instancia organizada que logra diferenciarse de su ambiente, teniendo la capacidad de
mantener la continuidad y seguir siendo la misma en la sucesión de cambios.
Ciertos autores consideran que  el sentimiento de identidad está vinculado al desarrollo
psicosexual y destacan dos aspectos:
* la semejanza consigo mismo
* diferencias con los otros que surgen al compararse con el resto de las personas
Otros autores nos dicen que el sentimiento de identidad está determinado por las
sensaciones y que la imagen corporal es la base.
También se vincula el sentimiento de identidad con la unidad del individuo en el
tiempo.
Más allá de las distintas posturas teóricas la identidad es un tema que atrapa y que
constituye uno de los pilares de interés para la psicología, el saber quiénes somos, cuál
es nuestro propósito, cómo diferenciarnos y ser especiales, es un tema que despierta
nuestra curiosidad.
En este breve post les entregué sólo una ínfima visión de este tema tan amplio, no
dejen de buscar las respuestas aunque éstas permanezcan siendo un enigma, lo que
importa es el recorrido, el proceso y no el final.

Hoy en día, debido a los vertiginosos cambios que se suceden en la sociedad, el problema de
la identidad es una preocupación para muchos.
El cuestionamiento sobre quiénes somos, qué papel nos corresponde en el mundo, el sentido
de la vida, la fe, las contradicciones sociales y la forma en que nos vinculamos con los demás,
debería ser prioritario.
Hasta qué punto estamos condicionados por la educación, el medio ambiente, las modas, la
publicidad, los rumores y hasta dónde somos nosotros mismos.
La identidad es la capacidad de sentirse uno mismo a pesar de los sucesivos cambios y poder
mantenerse estable en situaciones difíciles.
Los cambios son necesarios porque si no hay cambios no hay crecimiento ni desarrollo
personal.
La poca tolerancia a la frustración y la resistencia al cambio hace que el sentimiento de
identidad se resienta provocando angustia por la necesidad de seguridad y de que todo
permanezca igual, porque esos cambios son vistos como una amenaza de pérdida de la
identidad.
Todo cambio implica dudas y compromiso y la necesidad de afrontar consecuencias; y esta
situación provoca dudas y ansiedad.
En un mundo donde prevalece la confusión y donde los medios de comunicación avasallan
con un gran caudal de información, a veces contradictoria, que no se puede asimilar ni
sintetizar, se produce la alienación de la identidad que impulsa a adherirse a ideologías de
otros para sentirse más seguro y poder huir del caos.
El hecho de tener que pasar por períodos de desorganización de las estructuras de
pensamiento puede ser, sin embargo, productivo, cuando permite adoptar una nueva
identidad en forma creativa eligiendo lo que es auténtico y lo que enriquece a la persona.
La identidad es una experiencia constante de autoconocimiento constante a través de las
circunstancias de la vida.
Ericsson afirma que la identidad es el sentimiento persistente de mismidad que al mismo
tiempo comparte ciertas características esenciales con otros.
La identidad es un proceso que resulta de la asimilación de las identificaciones de la infancia.
El logro de la identidad en primer lugar depende del vínculo con la madre y con la familia,
mientras la identidad madura se subordina al desarrollo del yo, apoyado por la comunidad.
La tarea del yo es ir seleccionando las identificaciones significativas en un proceso continuo y
progresivo que se debería definir al finalizar la adolescencia.
El sujeto logra captar su yo como una instancia organizada que se puede diferenciar de su
ambiente y que tiene la capacidad de mantener la continuidad y seguir siendo la misma en la
sucesión de cambios.
Algunos autores sostienen que el sentimiento de identidad se relaciona con el desarrollo
psicosexual, destacando dos aspectos, uno es la semejanza consigo mismo, y el otro, las
diferencias con los otros que surgen al compararse con los demás, de modo que le permita
sentirse integrado y organizado como un todo con características únicas.
Greenacre, nos señala que el rostro y los genitales son los aspectos más significativos para el
reconocimiento de uno mismo y del otro.
Los que estudiaron el autismo y la simbiosis llegaron a la conclusión que el sentimiento de
identidad está determinado por las sensaciones, y que la imagen corporal es la base.
Otros autores vinculan el sentimiento de identidad con la unidad del individuo en el tiempo.
Grinberg lo relaciona con los duelos por la pérdida de objetos y de partes del self.
El self se basa en la continuidad y semejanza de las fantasías relacionadas con las
sensaciones corporales, en las ansiedades y demás emociones, en la relación con el mundo
externo y el superyo (instancia psíquica que representa el deber ser), en los mecanismos de
defensas y en las identificaciones individuales que se han asimilado en el proceso de
introyección y proyección.
Erikson señala que en la actualidad el estudio de la identidad se ha vuelto tan importante
como lo fue en su momento la sexualidad para Freud.

https://www.gitanos.org/publicaciones/guiapromocionmujeres/pdf/03.pdf
La identidad es el sentimiento de mismidad personal, o sea el conjunto de cualidades
esenciales que distinguen una persona de otra.

Lo individual y único, hace a una persona y crece con ella, porque cada cambio en la vida hay
que incorporarlo a esa identidad para lograr la adaptación.

No es lo mismo ser hijo único que tener un hermano y esa condición puede llegar a perturbar
mucho a un niño, al punto de producir un retroceso en su desarrollo, como volver a mojar la
cama después de haber adquirido el control.
Perder al esposo después de muchos años de convivencia puede ser devastador. El viudo o
la viuda dejan de ser cónyuges, parejas y compañeros o compañeras y tienen que aprender a
vivir solos.

La identidad tiene incorporados los roles y cada rol que se pierde o se gana la modifica.

Perder el trabajo no es lo único que se sufre, porque también se pierde la identidad de ser una
persona con trabajo.

Cada cambio en la vida modifica la actitud vital y la persona comienza a comportarse de


manera diferente.

Los cambios en la conducta son la punta del iceberg, porque también internamente esa nueva
circunstancia no deseada o esperada puede alterar los tejidos y los órganos; porque cada
pensamiento es también una molécula.

Para poder ayudar a alguien que tiene un problema hay que llegar a conocer las causas
originales que llevaron a esa persona a cambiar su actitud mental y también su biología.

Cada persona responde de una manera diferente frente a los estímulos que se le presentan y
tiene una determinada actitud frente a las contingencias. Por esta razón es necesario, además
de atender el problema puntual que la perturba, conocer cual es su forma habitual de vivir las
experiencias.

Captar la individualidad de una persona es descubrir su dinámica vital, cuál es su


característica única, intransferible y singular que hace de ella alguien diferente.

Esa peculiaridad la hace vivir su vida a su manera y también cuando se enferme lo hará a su
modo. Porque no hay enfermedades sino enfermos.

Los problemas de identidad alcanzan el sistema inmunológico y una identidad lábil expresa
esa condición también con el cuerpo.

La falta de firmeza en las convicciones también se manifiesta. Con la forma de pararnos, de


dar la mano, con el volumen de nuestra voz, o la marcha nos identificamos.

Un cambio de actitud y de comportamiento modifica la identidad y los cambios en la


identidad modifican la conducta.

Si elaboramos emocionalmente los cambios de la vida que rechazamos, y los aceptamos,


podremos incorporarlos a nuestra identidad para poder seguir viviendo normalmente de otra
manera

¿Quién soy yo? Esta pregunta es frecuente pero la respuesta


es tan inusual que se podría considerar una pregunta retórica.
Es una pregunta que nos solemos hacer con regularidad cuando
nos sentimos inseguros o no sabemos cómo tomar las riendas
de nuestra vida.
No obstante, este artículo no pretende ser un ensayo filosófico
existencial sobre el ser, ni pretende dar una respuesta
trascendental que te hará reinventarte. Simplemente mostraré
lo que la Psicología tiene que decir sobre la identidad y
cómo ésta determina en gran parte nuestra conducta.
Identidad: algo que nos define
Con un simple vistazo a diferentes perfiles en las redes
sociales podemos ver las pequeñas descripciones que hacemos
de nosotros mismos. Hay quien se define como estudiante,
futbolista, reportero, cinéfilo; mientras que otros se definirán
como una persona alegre, simpática, divertida, curiosa,
pasional, etc.
Como puede observarse, estos dos tipos de definiciones son las
más comunes y presentan una diferencia fundamental entre
ellas. Unas personas se definen por los grupos de los que
forman parte, mientras que otras se definen por sus rasgos
personales. La Psicología define el autoconcepto, el yo o “self”
como un mismo constructo formado por dos identidades
diferentes: La identidad personal y la identidad social.
La identidad social
La identidad social define al yo (el autoconcepto) en términos
de los grupos de pertenencia. Tenemos tantas identidades
sociales como grupos a los que sentimos que pertenecemos. Por
tanto, los grupos de pertenencia determinan el grupo un
aspecto importante del autoconcepto, para algunas personas lo
más importantes.
Pongamos como ejemplo a un famoso cantante latino. Ricky
Martin forma parte de numerosos roles, y él mismo podría
definirse como hombre, artista, moreno, cantante, homosexual,
millonario, hijo, latinoamericano, padre, etc. Él podría definirse
con cualquiera de ellos, peroseleccionará identificarse
con aquellos adjetivos que sienta que le diferencian más
y le aportan un valor diferencial al resto.
Otro ejemplo representativo lo podemos ver en las pequeñas
biografías que cada uno de nosotros tenemos en la red social
Twitter. Definirse en base a los grupos de pertenencia es tan
humano como juzgar a otras personas en función de su atuendo
y conducta no verbal.
Al formar una parte tan amplia de nuestro autoconcepto, de
forma irremediable, los grupos determinan nuestra
autoestima. Recordemos que la autoestima es una valoración
emocional-afectiva que realizamos de nuestro propio
autoconcepto. Por ello definirse en base a grupos de alto estatus
social supondrá una alta autoestima, mientras que quienes
formen parte de grupos poco valorados socialmente, tendrán
que utilizar estrategias de apoyo en la identidad personal para
lidiar el decremento en su valoración.
De esta forma vemos el alto impacto que tienen en nuestra
autoestima y autoconcepto, los distintos grupos a los que
pertenecemos.
Efectos de la identidad social
En el artículo en que hablamos sobre estereotipos, prejuicios
y discriminación, mencionamos la teoría de la identidad social de
Tajfel en la que se revelaron los efectos categorización social en
las relaciones intergrupales en forma de prejuicios, estereotipos
y conducta discriminatoria.
Tajfel demostró que el mero hecho de identificarse a un
grupo y considerarse distinto a otros daba lugar a un
trato diferenciado ya que afecta al proceso cognitivo de
la percepción, aumentando la magnitud de las similitudes con
aquellos del mismo grupo y las diferencias con aquellos que no
forman parte de nuestro grupo de pertenencia. Este efecto
perceptivo es conocido en psicología social como el efecto de
la doble acentuación.
Como hemos señalado antes, la identidad social y
autoestima se encuentran estrechamente relacionadas.
Parte de nuestra autoestima depende de la valoración de los
grupos de pertenencia. Si el grupo de pertenencia nos gusta,
nos gustamos. “Brillar con el reflejo de la gloria” de otros. Nos
identificamos con los logros del grupo o alguno de sus individuos
y esto se ve reflejado en un estado de ánimo y autoestima
positivo. Este efecto se puede ver ampliamente en la afición por
el fútbol.
Cuando el equipo que resulta ganador es el nuestro, salimos
orgullosos a la calle identificados con el éxito de nuestro equipo
y nos lo atribuimos a nosotros mismo, ya que forman parte de
nuestra identidad ¿Acaso vieron a alguien poco emocionado con
el hecho de sentirse español cuando Iniesta nos dio la victoria
en ese maravilloso verano de 2010?
La identidad personal
La identidad social define al yo (y el autoconcepto) en términos
de relaciones sociales y rasgos idiosincráticos (yo soy diferente
a otros). Tenemos tantos “yoes” como relaciones en las que
estamos involucrados y características idiosincráticas que
creemos poseer. 
Pero ¿qué es lo que nos diferencia de los demás cuando
formamos parte de un mismo grupo? Aquí entran en juego
nuestros rasgos, actitudes, habilidades y demás
características que nos auto-atribuimos. Aquellos que se
definen por su simpatía, solidaridad, tranquilidad o valentía;
tienen una identidad personal de mayor dimensión que la social.
Esto puede deberse a que sus grupos de pertenencia no les
hacen sentirse bien por su bajo estatus social, o simplemente la
individualidad de estas personas es reflejada mejor por sus
atributos y que por sus roles sociales.
Estoy seguro de que a medida que leías este artículo, intentabas
saber con qué identidad te das a conocer a los demás cuando te
presentas. Puedes ir más lejos, sabes que la base de la
promoción de la imagen de uno mismo es mantener unos
niveles de autoestima altos. Así que cuida y cultiva aquellos
grupos o rasgos con los que te definas y con los que
quieres que el mundo te conozca, ya que si te defines con
ellos significa que tienen un alto valor emocional para ti. No hay
nada más gratificante que conocerse a uno mismo.

igualdad/diferenciación, continuidad/discontinuidad, uno/múltiple, entre otras. Así, la


singularidad, la unicidad, la exclusividad y la continuidad en el tiempo, serían propiedades
inherentes a la identidad. Según estos autores: "Todos/as nos sabemos la misma persona que
fuimos en el pasado pero al tiempo nos reconocemos como cambiadas y diferentes". Estos
mismos autores, proponían que los mecanismos básicos de la entidad eran dos: la identificación y
la diferenciación. La identificación nos garantizaría la seguridad de saber quiénes somos y la
diferenciación nos evitaría confundirnos con los demás. Para inferir estos mecanismos, Iñigo y
Lupicinio se basaron en los estudios de diferenciación de M. Dupont según los cuales, cuando una
persona tiene que estimar, por ejemplo, cuál es la distancia que le separa de otra persona, la
estimaría más o menos mayor dependiendo de su punto de referencia con respecto a esa persona.
A la hora de abordar el estudio de la Identidad, se pueden encontrar estudios de dos perspectivas:
desde lo individual y desde lo social. Es decir, se puede estudiar la Identidad desde explicaciones
que emanan causalmente desde el "individuo" como organismo que es y se siente diferente al
resto, o desde lo social, que sería como ese individuo se relaciona con el entorno y quiere
identificarse o diferenciarse de su grupo social, es decir, como experimenta el individuo ese "yo
soy" en relación al grupo o al "nosotros": a) Estudios de la Identidad desde "lo individual":
encontraríamos explicaciones biologicistas (Eysenck y Wilson), internalistas (Psicoanálisis),
fenomenológicas (humanismo y psicología positiva) y narrativas (la importancia del lenguaje y
Chomsky) b) Estudios de la Identidad desde "lo social": el origen de la psicología social (K. Lewin,
1935) y sus aportaciones posteriores en relación con el estudio de la Identidad (Tajfel, Reicher,
Mead y Goffman). Finalmente, como apunte importante, pues también lo señalaban Iñigo y
Lucipino en su estudio, el concepto de Identidad tiene que entenderse siempre en el momento
histórico y en el grupo social en el que se genera, es decir, es relativo. Nuestra concepción de
Identidad, nuestra experiencia de "ser persona" es relativamente moderna, posterior a la idea que
tenían en la Edad Media. Según Norbert Elias (1987), refiriéndose al concepto de identidad desde
la época clásica al Renacimiento: "en la praxis social de la Antigüedad Clásica, la identidad grupal
del ser humano particular, su identidad como nosotros, vosotros y ellos, todavía desempeñaba,
comparada con la identidad como yo, un papel demasiado importante para que pudiera surgir la
necesidad de un término universal que representara al ser humano particular como una criatura
casi desprovista del grupo social". Desde la Antropología, se ha visto también como este concepto
varía también diferentes culturas (Gergen, 1991, 1994).

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