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SIGLOS IXº Y Xº
Bruscamente, alrededor del año 800, un abundante material documentario se constituye; esclarece
la historia de los campos, hasta aquí desesperadamente obscura. La mayor parte de estos textos
fueron redactados bajo el mandato administrativo de los soberanos carolingios, que querían renovar
en sus Estados el cultivo y los procedimientos de administración. Es por esta razón que se
encuentran localizados en las provincias del Imperio los más fuertemente sometidos a la influencia
real: la Lombardía, el valle del Rin, los viejos países francos de Neustrie y de Austrusie. Fuera de
estas regiones, las fuentes escritas resultan escasas.
Un único manuscrito, que se ha datado del primer tercio del siglo IX, ha librado el texto de una
larga sucesión de prescripciones, que sus editores han dividido en setenta párrafos. Concierne la
gestión de los dominios reales. Pero el soberano que lo hizo redactar no es nombrado. ¿Se trata de
Carlomagno antes de su coronamiento imperial –y el acta en este caso valdría para el conjunto del
reino franco-, o bien de su hijo Luis cuando era rey de Aquitania entre 794 y 813, lo que restringiría
a esta provincia el alcance del capitular? El debate está abierto (se encontrará la exposición de la
controversia y su bibliografía en F. L. GANSHOF, La Belgique carolingienne, Bruxelles, 1958, p.
162). En todo caso es seguro que esta acta no pretendía innovar. Era un llamado a los buenos usos.
Documento muy preciso, de un indiscutible valor.
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I. La intención real es clara: vigilar los administradores delegados que, lejos del amo, administran
una vasta porción de su patrimonio. Hay que impedirles hacer fortuna, distribuir a sus amigos los
bienes que se le han confiado, explotar a los campesinos y artesanos del dominio. Se toca aquí a una
de las dificultades mayores de la economía señorial de la Alta Edad Madia. Las fortunas
territoriales eran inmensas y, en el estado de las técnicas de circulación, desmesuradamente
dispersas. ¿Cómo mantener en riendas a los administradores?
II. Gran cantidad de domésticos en cada uno de los dominios, que hay que alimentar, vigilar, pero
que hacen la riqueza principal: trabajadores especializados, mujeres que fabrican tejidos, gañanes
de arado, esclavos colocados en explotaciones particulares que el amo equipa en animales de tiro.
El lugar de la labranza parece restringido. La ganadería cuenta mucho en los dominios reales:
proporciona los animales de cultivo, el cuero y la lana que constituyen con la madera las materias
primas fundamentales, y sobre todo los caballos de combate y la carne, alimento principal de los
guerreros. El bosque, en fin representa una riqueza, protegida contra las rozas, las depredaciones,
los `progresos de las roturaciones; porque él engorda los cerdos y procura los animales de caza: la
caza, como la pesca, continúan siendo actividades alimenticias primordiales.
3. ¿Qué son para el rey estos dominios? En primer lugar de (gîles) refugios bien provistos, donde se
encontrará carne, granos, vestidos, para él y su séquito. Además centros de abastecimientos para el
ejército y sus expediciones anuales. En seguida reservas de víveres donde sacar cuando las
provisiones faltan en otro lado. El rey espera en fin sacar de ellos algunos ingresos en moneda.
4. La economía del dominio se abre en efecto normalmente al comercio. Compras de semilla y de
vino, venta del excedente de las cosechas. El mercado, donde los campesinos dependientes pueden
cambiar una parte de su producción contra los denarios necesarios para los tributos, nunca es muy
alejado.
1. Queremos que nuestros grandes dominios, que hemos constituido para satisfacer nuestras
necesidades, estén integralmente a nuestro servicio y no del de otros hombres.
2. Que nuestra domesticidad sea bien tratada y no sea conducida a la pobreza por nadie…
8. Que nuestros intendentes se encarguen de nuestras viñas, que sean de su oficio, que las hagan
trabajar bien, que coloquen el vino en buenos recipientes y que estén atentos diligentemente a que no
se estropee de ninguna manera. Si hay que procurarse otro vino, que lo hagan comprar en un lugar de
donde puedan conducirlo a nuestros dominios. Y si adviene que sea comprado este vino más del
necesario, que nos lo adviertan a fin de que expresemos nuestra voluntad sobre esta situación. Que
destinen a nuestro uso el producto de las cepas de nuestras viñas. Que coloquen en nuestras
cavas/bodegas las rentas de nuestros dominios que deben librar vino…
23. En cada dominio, nuestros delegados criarán vacas, cerdos, ovejas, cabras, chivos, tanto como
puedan. Y no deben faltar de ninguna manera. Que haya además vacas confiadas a nuestros esclavos
para que cumplan su servicio, sin que por esto sea disminuido el efectivo de los establos y de los
arados destinados al servicio del amo. Cuando harán las entregas de carnes que tomen bueyes
cojos/estropeados pero no enfermos, vacas y caballos no sarnosos y otros animales sanos. Y como lo
hemos dicho, que el efectivo de los establos y de los arados que no disminuya por esto…
28. Queremos que, cada año, en Cuaresma, el domingo de ramos, velen según nuestras
prescripciones por traer el dinero proveniente de nuestros beneficios, después que habremos sabido
el monto de aquel año de nuestros beneficios…
30. Queremos que, del total de las cosechas, hagan apartar lo que debe ser destinado/asignado a
nuestro servicio; que aparten de la misma manera lo que debe ser cargado sobre los carros del
ejército, tanto por la servidumbre de las casas como por los pastores, y que sepan cuánto han
utilizado para esto…
31. Que de la misma manera coloquen aparte cada año lo que deben dar a los prebendados y a los
gineceos/talleres de mujeres, que le distribuyan en tiempo oportuno y que sepan decirnos lo que han
hecho de ello y de donde esto proviene.
32. Que cada delegado tenga presente tener siempre la mejor semilla; por compra o por otro medio.
33. Cuando todo será así repartido, sembrado y recolectado, lo que quedará del conjunto de las
cosechas será guardado, para ser según nuestras órdenes vendido o conservado…
36. Que nuestros bosques y nuestras florestas sean bien vigilados; que hagan desbrozar los lugares
que deben serlo, pero que no permitan a los campos [de cultivo] incrementarse a costa de los
bosques; donde los bosques deban estar, que no permitan cortarlos o deteriorarlos; que custodien
bien en nuestras florestas a los animales de caza, que mantengan bien, para nuestro uso, a los
cazadores de pájaros y a los gavilanes, y que cobren diligentemente las tasas por estos bienes. Y si
los administradores, nuestros intendentes y sus hombres, llevan a sus cerdos a engordar en nuestro
bosque, que sean los primeros en entregar el diezmo para dar el buen ejemplo, y que en seguida los
otros hombres paguen el diezmo enteramente…
45. Que cada administrador tenga en su oficio buenos obreros, es decir herreros, orfebres o plateros,
zapateros, curtidores, carpinteros, fabricantes de escudos, pescadores, adiestradores de pájaros,
fabricantes de jabón, de los que saben hacer cerveza, sidra o sidra a base de peras, u otras bebidas sin
alcohol, panaderos que hagan pancitos para nuestro uso, los que saben hacer redes para la caza, la
pesca y para coger los enjambres…
54. Que cada administrador vele por que nuestra domesticidad se aplique bien a su trabajo y no vaya
a perder su tiempo en los mercados…
60. Que de ninguna manera se nombren administradores a hombres poderosos, sino a hombres de
condición mediana, que sean fieles.
Capitulaire de villis et curtis (éd. A. Boretius ) dans M. G. H . Leges, Capitularia regum Francorum,
I, 1881, pp. 83-89.
[Capitulaire: ordenanzas reales]
LOS POLIPTICOS
Se llamaba así a los inventarios más completos, los que analizan los elementos de cada villa y que
registran las cargas de los mansos después de las encuestas con los terrazgueros. Actas auténticas,
utilizadas en justicia para defender los derechos del amo, estos escritos se multiplicaron en el siglo
IX, bajo la orden de los soberanos, protectores de los establecimientos religiosos, en función también
de la reforma monástica de 817, después por la necesidad de reconstruir señoríos después de las
incursiones normandas. Un buen número de entre ellos ha sido conservado, sea bajo forma de
segmentos integrados en descripciones más recientes, sea, más o menos mutilado, en su estado
original. Citemos los de las abadías de Saint-Armand, de Saint-Bertín (844-848), de Saint-Rémi de
Reims (861), de Lobbes, en Hainaut (868), de Lorsch, en Rhénenie, de Prüm, que fue redactado
después de la invasión normanda de 892. Pero el más antiguo, el más célebre y uno de los más ricos,
fue establecido bajo la orden del abad de Saint-Germain-de-Près Irminon, entre 806 y 829, después
magistralmente editado por Benjemin Guérerd en 1844.
Hay en Villeneuve un manso de amo [señorial], con habitaciones y otras construcciones en número
suficiente. Ciento setenta y dos bonniers [medida agraria (más grande que un arpende)] que pueden
ser sembrados con ochocientos muids [muid: Antigua medida de capacidad utilizada para los
líquidos, granos y otras materias secas cuyo valor variaba siguiendo las regiones y la naturaleza de
las mercaderías que deben medirse…tonel]. Hay noventa y un arpendes de viñas, donde se pueden
cosechar mil muids, ciento setenta arpendes de prado, donde se pueden obtener ciento setenta
carretas de heno. Hay tres (fariniers) trigales cuyo censo rinde cuatrocientos cincuenta muids de
granos. Hay otro que no está censado. Hay un bosque de cuatro leguas de contorno, donde pueden
engordarse quinientos cerdos.
Hay una iglesia bien construida con todo su mobiliario, con una habitación y otras construcciones
en número suficiente. De ella dependen tres mansos. Hay, repartidos entre el sacerdote y sus
hombres, veinte y siete bonniers de tierra arable y una ansange [Medida de superficie], diez y siete
arpendes de viña, veinte y cinco arpendes de prado. De ellos provienen, como “regalo”, un caballo.
Ella labra para el servicio del amo nueve perches [Medida de longitud variando entre 16 y 25 pies /
Medida de superficie, sobreentendido “perche” cuadrada] y un ansange, y dos perches para los
trigos de primavera, y ella cerca cuatro perches de prado…
Actard, colono y su mujer colona, llamada Éligilde, hombres de Saint Germain, tinen con ellos seis
niños Aget, Teudo, Siméon, Adalside, Dieudonné, Électard. Tienen un manso libre que comprende
cinco bonniers de tierra arable y dos ansanges, cuatro arpendes de viña, cuatro arpendes y dos
ansanges, cuatro arpendes de viña, cuatro arpendes y medio de prado. Entrega para la hueste cuatro
pesos de plata, y el otro año dos pesos para la entrega de carne, y el tercer año, para la entrega de
forraje, una oveja con el cordero. Dos muids de vino por el derecho de paisson [Derecho de hacer
pastar los cerdos en los bosques], cuatro denarios por el uso del bosque; por el carro, una medida de
leña, cincuenta tablillas [para techos]. Labra para los trigos de invierno cuatro perches. Las
prestaciones personales en animales de tiro y en brazos, tanto como le será demandado. Tres gallinas,
quince huevos. Él cerca cuatro perches de prado…
... Adalgarius, esclavo de Saint Germain, y su mujer colona, llamada Hairbolde, hombres de Saint
Germain. Aquél tiene un manso servil. Hadvoud, esclavo, y su mujer, esclava, llamada Guinigilde,
hombres de Saint Germain, tienen con ellos cinco niños: Frothard, Girouard, Airolde, Advis,
Éligilde. Aquellos dos tienen un manso libre que contiene un bonnier y medio de tierra arable, tres
cuartos de arpendes de viña, cinco arpendes y medio de prado. Hace en la viña cuatro arpendes.
Entrega por la paisson tres muids de vino, un setier [Medida para los granos y las materias secas,
cuyo valor depende del lugar y de la materia medida (alr. 150 litros para el trigo en Paris] de
mostaza, cincuenta mimbres, tres gallinas, quince huevos. Los servicios de brazos en el lugar donde
son demandados. Y la mujer esclava hace la sarga con la lana del amo, y ceba las aves cada vez que
se le pide.
Ermenold, colono se Saint Germain, y su mujer, esclava; Foucaud, esclavo, y su mujer esclava,
llamada Ragentisme, hombres de Saint Germain. Aquellos dos tienen un manso servil que contiene
dos bonniers, un ansange y medio de tierra arable, un arpende de viña, dos arpendes y medio de
prado. Debe la misma cosa que el precedente. La mujer esclava y su madre hacen la sarga y ceban las
aves cada vez que se les demanda.
Georgs Duby. L’économie rurale et la vie des campagnes dans l’Occident médiéval. Paris, Aubier
Éditions Montaige, 1962, p. 277-280 y 284-288.
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Polyptyque de l’abbaye de Saint-Germain-des-Près (éd. A. Longnon), Paris, 1886, pp. 218 y 230.
Robert BOUTRUCHE. Señorío y Feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia. Buenos
Aires, Siglo XXI, 1973, p. 276-278.