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Semiología.

La semiología es aún una ciencia en construcción. Estudia fenómenos significantes, objetos de


sentidos, sistemas de significación, lenguajes, discursos y los procesos a ellos asociados: la
producción e interpretación. Toda producción e interpretación del sentido constituye una práctica
significante. La peculiaridad del enfoque semiótico responde al siguiente interrogante ¿por qué y
cómo en una determinada sociedad ocurre algo mediante una imagen, un conjunto de palabras,
un gesto, un objeto, un comportamiento.
Actualmente, la semiología es una copia exacta del saber lingüístico. Sin embargo, este saber se
aplicará a objetos no lingüísticos. No hay una certeza acerca de si los conceptos que la semiología
toma de la lingüística permanecerán intactos o tendrá que abandonar en algún momento el
modelo lingüístico.
Los conceptos de que se vale la semiología para el análisis de la masa de hechos significantes se
trata de un principio de clasificación. Dichos conceptos son: Lengua/Habla,
Significado/Significante, Sistema/Sintagma, Denotación/Connotación.

Lengua y habla.
Estos conceptos dicotómicos saussurianos encuentran su definición plena en un proceso dialéctico
que los une: no hay lengua sin habla y no hay habla fuera de la lengua.
Saussure consideraba que el lenguaje posee una naturaleza multiforme y heteróclita, cuya unidad
participa de lo físico, lo fisiológico y lo psíquico, lo social e individual. Por esta razón, a primera
vista el lenguaje se presenta como un todo inclasificable. Sin embargo, Saussure extrae de ese
todo heteróclito un puro objeto social, la lengua, frente al cual el habla recubre la parte
puramente individual del lenguaje.
La lengua es el lenguaje menos la palabra: es a la vez una institución social y un sistema de valores.
En cuanto institución social, el individuo no puede crearla ni modificarla, es un contrato colectivo
al cual los hablantes deben someterse para comunicarse. La lengua existe de una manera perfecta
y completa únicamente sobre una masa hablante, un individuo posee solamente un conocimiento
parcial de esta.
En cuanto sistema de valores, la lengua está constituida por cierto número de elementos, en la
que ocupan un lugar, diferencialmente, otros valores correlativos. En este sentido, los signos que
conforman la lengua se asemejan a las monedas: puesto que una moneda vale para un bien que se
desea adquirir, pero vale también respecto de otras unidades monetarias que tienen un valor más
fuerte o más débil. Tanto el aspecto institucional como el sistemático de la lengua están
evidentemente ligados, por ser un sistema de valores contractuales (inmotivados), resiste a las
modificaciones del individuo aislado y, como consecuencia, es una institución social.
Frente a la lengua, de carácter social, el habla es esencialmente un acto individual de selección y
actualización. Está constituida por todas las combinaciones posibles que el hablante puede
realizar, valiéndose del código del lenguaje para expresar un pensamiento personal. También el
habla está formado por mecanismos psicofísicos, que cada hablante posee, que permiten
exteriorizar dichas combinaciones. La cualidad combinatoria del habla es posible gracias al retorno
de los signos lingüísticos idénticos, puesto que estos se repiten de un discurso a otro y en un
mismo discurso, cada signo se convierte en un elemento de la lengua; porque el habla es
esencialmente una combinatoria: corresponde a un acto individual y no a una creación pura.
No podría existir una lingüística del habla, porque toda habla, a partir del momento en que se la
aprehende como proceso de comunicación, pasa a ser lengua.

Hjelmslev no modificó la concepción saussuriana de lengua y habla, sino que la formalizó. En la


lengua, que sigue oponiéndose al habla, Hjelmslev distingue tres planos:
1) el Esquema, que es la lengua en cuanto forma pura. Es el concepto saussuriano de lengua en el
sentido más riguroso.
2) la Norma, que es la lengua como forma material, definida por cierta realización social, pero
independientemente todavía de toda modificación a causa de la ejecución. Por ejemplo, como se
pronuncia una letra.
3) el Uso, que es la lengua en cuanto conjunto de hábitos de una sociedad dada, por ejemplo, las
variaciones regionales de la pronunciación.
Entre habla, uso, norma y esquema las relaciones de determinación son variadas: la norma
determina el uso y el habla; el uso determina el habla, pero también es determinado por ella; el
esquema es determinado a la vez por el habla, el uso y la norma.
Puesto que Hjelmslev considera que la norma es una pura abstracción metodológica y el habla una
simple concreción, aparece una nueva forma dicotómica: Esquema/Uso que reemplaza a
lengua/habla. Esta reformulación formaliza el concepto de lengua bajo el nombre de esquema, y
el de habla en favor de un concepto más social, el uso.

Empero, esta nueva distinción entre lengua y habla propuesta por Hjelmslev no deja de plantear
ciertos problemas. Uno de ellos, es el de la relación entre el habla y el sintagma (estereotipos). El
habla, puede ser definida como una combinación variada de signos recurrentes, es decir, que
pueden repetirse a lo largo de un discurso o entre diferentes discursos. Sin embargo, en el nivel
de la lengua existen ciertos sintagmas fijados: el umbral que separa la lengua del habla puede ser
frágil, porque está constituido por “cierto grado de combinación”. Si estos estereotipos
pertenecen a la lengua, y no al habla; y si está comprobado que muchos sistemas semiológicos los
utilizan mucho, es necesario prever una lingüística del sintagma, necesaria para todas las
escrituras fuertemente estereotipadas.
Desde un punto de vista semiológico, hay una necesidad de aceptar la existencia de sintagmas y
variaciones no significativas que a pesar de ello son lingüísticas. Esta lingüística, que Saussure no
previó, puede cobrar importancia en todos los aspectos en que predominan los sintagmas fijados
o estereotipos, cosa que sucede en todos los lenguajes de masas cada vez que variaciones no
significantes forman un corpus de significantes segundos. Por ejemplo, en el lenguaje del teatro, el
acento campesino forma parte de un código, sin el cual no se podría percibir el mensaje de
“ruralidad”.

Perspectivas semiológicas
Existe una hipótesis de que la dicotomía entre lengua y habla postulada por De Saussure está
inspirada en un debate entre Durkheim y Tarde. Dicha hipótesis sostiene que la concepción de
lengua de Saussure provendría de la concepción de Durkheim de conciencia colectiva, y su
concepción de habla sería una concesión de las ideas de Tarde acerca de lo individual. Sin
embargo, esta hipótesis ha perdido su actualidad, puesto que la lingüística desarrolló, en la idea
saussuriana, el aspecto de sistema de valores, lo que lleva a aceptar la necesidad de un análisis
inmanente de la institución lingüística. En síntesis, en la sociología no se encontrará el mejor
desarrollo de la noción lengua/habla, sino desde la filosofía. Merleau-Ponty fue el primer filósofo
francés que se interesó por Saussure, adoptando su célebre dicotomía bajo la forma de una
oposición entre palabra hablante (intención significativa en estado naciente) y palabra hablada
(“tesoro” de la lengua), y ampliando el concepto al postular que todo proceso presupone un
sistema. En este sentido, también se ha elaborado una oposición fundamental para la historia
entre acontecimiento y estructura.
Por último, el carácter inconsciente que toma la lengua en los que extraen de ella su habla,
postulado por Saussure, reaparece en Levi Strauss cuando afirma que los contenidos no son los
inconscientes sino las formas, es decir, la función simbólica lo que lleva a describir de una manera
nueva el imaginario colectivo, no por sus “temas” sino por sus formas y sus funciones. En otras
palabras, por sus significantes más que por sus significados.
Es claro hasta qué punto es rica la noción de lengua/habla, que es susceptible de aplicarse a
objetos extralingüísticos y metalingüísticos. La semiología toma esta dicotomía para aplicarlos a
comunicaciones cuya sustancia no es verbal.

La distinción entre lengua y habla consiste en el aspecto central del análisis lingüístico, pero no es
posible aplicar tal dicotomía al análisis de objetos, imágenes o comportamientos que aún no han
sido analizados semánticamente. Por esta razón se dice que la semiología todavía es una ciencia
en construcción, hasta que tales sistemas de signos hayan sido reconstruidos empíricamente. Sin
embargo, esta dicotomía puede aplicarse a algunos de estos supuestos sistemas de signos, y
puede preverse que cierta clase de hechos pertenecen a la categoría de lengua y otros a la
categoría de habla. Hay que tener en cuenta que en este proceso semiológico, mediante el cual se
intenta significar un sistema a partir de conceptos lingüísticos, nada nos asegura de que dichos
conceptos permanecerán intactos cuando sean aplicados a objetos no lingüísticos. Por ejemplo: en
el caso de la moda, puede distinguirse un ámbito de la lengua y otro del habla. En cuanto al
primero, estaría compuesto por la ropa escrita, es decir, descrita por una revista de moda que
constituye un conjunto sistemático de signos y de reglas: una lengua en estado puro. Sin embargo,
esta “lengua indumentaria” no proviene de una masa hablante, sino de un grupo de decisión que
elabora voluntariamente el código. Aquí está el primer desliz de la aplicación de los conceptos
saussurianos a objetos no lingüísticos. En cuanto al habla, estaría representada por la capacidad
combinatoria de los elementos de la lengua indumentaria que poseen los usuarios de la moda.

La extensión semiológica del concepto lengua/habla no deja de plantear ciertos problemas donde
se hace imposible seguir el modelo lingüístico y se hace necesario remodelarlo. El primer
problema concierne al origen del sistema, es decir, a la dialéctica misma de la lengua y el habla.
Puesto que en la mayoría de los sistemas semiológicos la lengua es elaborada no por una masa
hablante sino por un “grupo de decisión”. En este sentido, puede decirse que en la mayoría de las
lenguas semiológicas el signo es verdaderamente arbitrario, puesto que es fundado de una
manera artificial mediante una decisión unilateral. Se trata de lenguajes fabricados.

Segundo problema: desproporción entre los volúmenes de lengua y habla.

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