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Mery Carolina Mosquera

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ICB

MITO DEL CARRO ALADO

Alegoría que utiliza Platón para describir las partes del alma y el afán humano por el
conocimiento y el ser.
Explica que la misión del alma es la de vigilar y proteger a todo lo inanimado.
Aparece en el diálogo de Platón, el Fedro, obra en la que el filósofo tratará el tema del
amor, pero también de la muerte, del destino del alma, de la belleza o de la ética. Para
explicar su visión del alma, conduce un carro tirado por dos caballos, uno bueno y uno
malo, que vendrían a ser la parte irascible y la parte concupiscible. El auriga, tiene serias
dificultades para guiar a los caballos, que se debaten entre el bien y el mal, igual que
ocurre en el alma humana. El auriga, o la razón, ha de llevar al ser humano hacia la
verdad, hacia la luz, lo que no será fácil, teniendo en cuenta el conflicto entre los dos
caballos, que quieren ir en direcciones opuestas, lo mismo que sucede en el interior del
alma humana.
La parte más excelente del alma humana es semejante a la mente de los dioses y, como la
de ellos, se nutre del conocimiento.
Solo el alma divina puede ascender sin problemas hacia los cielos, ya que los caballos que
las guían son buenos debido a que su alimento, es la sabiduría. En cambio, el alma
humana, es guiada por dos caballos que viven en conflicto, por lo que guiarla por el
camino del bien, puede ser una ardua y fatigosa tarea.

La llanura de la verdad
La llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es
el que viene del prado que allí hay, y el que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma,
de él se nutre. Así es, pues, el precepto de Adrastea. Cualquier alma, que, en el séquito de
lo divino, haya vislumbrado algo de lo verdadero, estará indemne hasta el próximo giro y,
siempre que haga lo mismo, estará libre de daño. Pero cuando, por no haber podido
seguirlo, no lo ha visto, y por cualquier azaroso suceso se va gravitando llena de olvido y
dejadez, debido a este lastre, pierde las alas y cae a tierra".
Para Platón lo corporal se ve inferior y poca cosa frente al mundo del espíritu. El alma es el
verdadero yo del ser humano. Es espiritual e inmortal, pues cuando el cuerpo se destruye
en la muerte, el alma abandona sus restos miserables y emigra hacia un más allá donde
recibirá premios o castigos según su comportamiento en la vida anterior.
En la estructura del alma pueden advertirse tres partes o elementos: la pasional, la
concupiscible y la racional. En unas almas predomina una parte y en otras otra.
Esta distinción entre los tipos de alma, según predomine en ella uno u otro elemento.
Aquellos en los que predomina lo racional son los filósofos, los de apasionado carácter
deben ser los guardianes, y los otros, los voluptuosos y amantes de lo material y la
riqueza, los trabajadores. En la ciudad justa ideal de la politeia platónica, cada individuo
ocuparía el lugar que merece por la composición de su alma.
Ahora bien, esta es solo una derivación curiosa y anecdótica de su teoría anímica.

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