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El País

VIOLENCIA MACHISTA
Violaciones impunes en Dinamarca
Amnistía Internacional afirma que en ese país la violencia sexual está muy extendida, se denuncia
poco y los juicios rara vez acaban en condena

Manifestación del 8M en
Copenhague con varias pancartas que hacen alusión al consentimiento y el 'No es no'. MAUD
LERVIK EFE

Isabel Valdés
Madrid 21 MAR 2019 - 17:20 CET
Una noche de agosto de 2017, Kirstine Holst dormía en una habitación del piso de un amigo en
Copenhague cuando este la despertó. Quería sexo. Ella dijo que no. Él se puso encima, la agarró
del cuello y la violó. Cuenta al teléfono que no sabe cuánto tiempo duró: “Pero hubo mucha
violencia, mucho dolor, le pedí que parara muchas veces y, en un momento dado, dejé de hacer
nada”. Varias marcas azules sobre el pecho fueron algunas de las huellas de aquella violencia. Dos
días y medio después, decidió denunciar. Hoy no lo haría, le costó cuatro intentos poner aquella
denuncia: "Fue un obstáculo tras otro". Después, el proceso judicial fue “horrible” y el agresor fue
absuelto porque la violación, para la justicia danesa, no pudo probarse “más allá de toda duda
razonable”. Nadie la avisó de aquella sentencia. "Humillante", "difícil" y "vergonzante", repite en
su relato.

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El caso de esta periodista de 39 años no es aislado, según el último informe de Amnistía
Internacional sobre violencia sexual en el país nórdico —¡Queremos respeto y justicia! Superar los
obstáculos de la justicia para las supervivientes de violación en Dinamarca—. Asegura que la
“reputación” danesa en materia de igualdad es más un espejismo que una realidad, a pesar de que
encabeza las listas en otros ámbitos. Por ejemplo, dice el documento, “ocupó el segundo lugar
después de Suecia en el índice de igualdad de género de 2017, que examina áreas como el trabajo,
el dinero y la salud”, pero también "tiene una de las tasas de violación más altas de Europa". "Los
mitos y estereotipos de género arraigados y generalizados provocan una impunidad endémica de
los violadores”, destaca. Un estudio de la Agencia de Derechos Fundamentales sobre la violencia
contra las mujeres en la UE de 2014 reveló que Dinamarca tenía la prevalencia más alta de
violaciones entre mujeres y niñas a partir de 15 años (19% de las mujeres y niñas entrevistadas), y
entre las más bajas en cuanto a las denuncias presentadas a la policía (7%).
En Dinamarca, los mitos y estereotipos de género causan una impunidad endémica de los
violadores
Según la investigación de Amnistía, que habla de una “cultura de la violación extendida”, la
situación en este país con 5,7 millones de habitantes no ha cambiado y las cifras oficiales no se
acercan a lo que realmente ocurre: “Alrededor de 5.100 mujeres al año son sometidas a violación
o intento de violación, según el Ministerio de Justicia de Dinamarca”. Sin embargo, la investigación
de la Universidad del Sur de Dinamarca estima que esta cifra puede haber llegado a las 24.000 en
2017. “Las estadísticas oficiales de ese mismo año solo recogen 890 violaciones denunciadas y, de
estas, 535 acabaron en juicio y solo 94 en condena para el agresor”. En España, con 46,5 millones
de habitantes, el pasado año hubo 1.702 denuncias por agresión sexual con penetración y 12.109
de otras agresiones y abusos sin penetración.
Leyes desfasadas, prejuicios dentro del sistema judicial, una deficiente respuesta policial y la falta
de una aplicación homogénea del protocolo para estos casos generan falta de confianza de las
víctimas tanto en la justicia como en la policía, según la ONG. Tienen miedo a no ser creídas y a ser
culpadas de su propia violación, por lo que baja el índice tanto de denuncias como de condenas. La
historia de Holst lo ejemplifica: “Pasé por muchos obstáculos para poner aquella denuncia.
Primero, la policía estaba muy ocupada con otros temas, después no había agentes especializados
en violencia sexual, cuando conseguí que me escucharan, el oficial que me atendió me avisó de
que podría ir a la cárcel por mentir y que no esperara que mi caso fuese a juicio porque yo conocía
al hombre que me violó y si conoces a tu agresor, el caso se pone difícil desde el principio”. Aquel
agente la derivó a otra comisaría, en un pueblo a 20 kilómetros del suyo, Fredericia, en el centro
del país. Hasta allí condujo llorando y consiguió, por fin, denunciar.
La investigación para este informe de Amnistía se basó en entrevistas a 18 mujeres y niñas
mayores de 15 años (entre las que se encuentra Kirstine Holst), 11 ONG, dos abogados, un
profesor de derecho, tres representantes del Consejo de Prevención del Delito, dos expertos de
los Centros para Víctimas de Agresión Sexual, 11 representantes de las autoridades
gubernamentales y un análisis de sentencias de los tribunales de distrito daneses (de mayo de
2017 a mayo de 2018) y las decisiones de la Fiscalía para cerrar las investigaciones sobre

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denuncias falsas (de diciembre de 2017 a mayo de 2018). Y confirma que “el proceso de denuncia
y sus consecuencias suelen resultarles sumamente traumáticos a las supervivientes”.
Cambios educativos y legislativos
La organización internacional insta a las autoridades danesas a que pongan en marcha cambios
educativos (en las escuelas e institutos y para todos aquellos que tienen relación con la víctima,
desde policías hasta magistrados) y legislativos y aceleren aquellos que ya han comenzado, como
el grupo de expertos que el Gobierno danés creó hace poco para dar apoyo y tratamiento
profesional a las víctimas de violación. "La educación es esencial y urgente", dice Holst. "Pero
también son necesarios cambios en el sistema y en las leyes, unas que no pongan el foco en cosas
como cuánto te resistes o qué ropa llevas y que se base en el consentimiento, en el respeto a
nuestro cuerpo".
Según el Convenio de Estambul, que el país nórdico fue uno de los primeros en ratificar, en 2014,
el mismo año que lo hizo España, cualquier acto de naturaleza sexual no consentido debe ser
clasificado como delito. Pero, como en España, la legislación sigue sin ajustarse a las directrices del
texto europeo y los delitos sexuales se basan en la intimidación, la violencia y en si la víctima pudo
o no resistirse, pero no en el consentimiento (solo ocho países europeos tienen leyes basadas en
él). Amnistía alerta de que el criterio de la resistencia física de la víctima es "profundamente
problemático". "Los expertos han reconocido que la parálisis involuntaria o bloqueo es una
respuesta fisiológica y psicológica a la agresión sexual muy común". Estos mismos expertos
añaden que centrarse en este aspecto "afecta no solo a la denuncia de las violaciones, sino
también a la sensibilización en general sobre la violencia sexual, aspectos, ambos, que son clave
para prevenir las violaciones y abordar la impunidad". Además, resistirse, en ocasiones puede
llevar a la muerte.
Esa modificación de las leyes parece estar un poco más cerca. El primer ministro danés, Lars Løkke,
se pronunció al respecto la semana pasada en una entrevista en la televisión danesa en torno al
Día Internacional de la Mujer: "El sexo sin consentimiento es violación", dijo. "Ojalá se entendiese
así", espeta Holst: "La responsabilidad de la violación debe recaer solo en quien la comete".
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