Augusto Quintana se aseguró de encontrarse en un alto nivel de
pulcritud antes de ir a la reunión con el Dr Sichersand. Aunque vestía con camisa manga larga y vaqueros, se esmeraba para dar a todos sus movimientos una rigidez militar clásica, al estilo prusiano, que combinada con un alto grado de limpieza, esperaba que produjese una buena impresión. Tomó el Ascensor de Seguridad e indicó al operador manual que marcase el último piso. El ascensor tardó unos dos minutos en recorrer el trecho que mediaba entre planta baja y el piso 78 del enorme rascacielos que se alzaba como uno de los más altos de la Ciudad de Maracaibo y que era la sede de la Dirección General de Seguridad de la Confederación de Estados Sudamericanos. Quintana salió y viró a la derecha para toparse con un guardia que sostenía un Fusil R4 de fabricación sudafricana. El esbirro era moreno y debía pasar los 50 años de edad. Se paró firme sin dirigirle una sola mirada. Quintana sonrió para sus adentros. El Dr. Sichersand no era muy visitado; no porque nadie lo requiriese sino porque cualquier concurrente debía cumplir con un nivel de prioridades muy alto para poder pautar, por lo menos, una conversación. De este modo; era muy probable que Quintana fuese la única visita programada para aquél atareado día; 12 de abril del 2083; esa era la razón por la cual, el guardia de mediana edad se había cuadrado automáticamente. Ya sabían quién era. El hombre; sin decir nada; colocó la mano en un panel de identificación decadactilar permitiendo la apertura de la puerta principal. Un olor a incienso penetró en el olfato de Quintana. El recinto, consistía en una especie de Oficialía de Guardia. El Auxiliar de Guardia, en atuendos civiles, se mantenía de pie detrás de un escritorio que iba de una pared a otra. Detrás del mismo había relojes digitales con los distintos usos horarios del mundo. En el fondo derecho de la recepción había un pendón de tela negro en sobre el que se representaba un mapamundi azul claro y redondo; los continentes estaban representados en color azul oscuro; en el centro del mapamundi se encontraba representada la cara interna de una mira de francotirador en adquisición de un blanco. Era el Escudo de la Dirección de Seguridad del Estado. En otro pendón, estaba representada la bandera de la Confederación de Estados Suramericanos. Era una bandera sencilla: consistía en un Sol Dorado, al estilo de las primeras enseñas de la independencia americana, sobre un fondo de Color Azul eléctrico. En el centro de ambos pendones había una puerta blindada. El Auxiliar de La Oficialía de Guardia se cuadró ante Quevedo y saludó militarmente al tiempo que Quevedo le respondía el saludo; colocó las huellas en el panel decadáctilar y la puerta se abrió dando lugar a un conjunto de pasillos que estaban repletos de hombres con equipo completo y poder de fuego suficiente para superar a una compañía de militares regulares; los hombres llevaban una especie de uniforme civil que consistía en franelas de polo, cada una, con imágenes alusivas a equipos de futbol europeos diferentes y pantalones chinos grises, negros o marrones. Quevedo hizo un rápido cálculo y dedujo que debían de haber más o menos doce. Todos con fusiles de asalto INSAS y ametralladoras ligeras MINIMI. Uno de ellos llevaba un Casco de Kevlar forrado con tela de camuflaje que estaba lleno de escritos con marcador de pizarra indeleble entre los cuales resaltaba la palabra “BIG COJONES”. Otro sostenía por el collar a un bellísimo pastor belga Malinois identificado como Chips. Quevedo supuso que estos eran especialistas civiles del Grupo de Revisión Técnica. El que llevaba el perro, dijo: .- Hacer Alto.- Y todos se cuadraron. .- Conti-NUAR, personal.- Repuso Quevedo.
Quevedo se desplazó a través del pasillo central. Había varios
pendones propagandísticos a los lados con un tamaño considerable. En uno de ellos, figuraba, un guerrero inca, rubio y de ojos azules, alzando los brazos hacia El Sol: “Hacia el Imperio de los Mil Años”. En otro cartel, aparecía el Dr. Meléndez Quijada saludando con la mano abierta y el brazo extendido hacia adelante, sonriendo de oreja a oreja; el cartel rezaba en la parte inferior: “Con El Jefe o Contra el Jefe”. Más allá, aparecía otro cartel en donde figuraban, en la más alta calidad, diversas obras de desarrollo industrial adelantadas por la iniciativa privada, pero bajo la dirección de la Confederación del Sur; en el afiche se podía leer: “Nacional-Justicialismo, la solución para los pueblos latinoamericanos”. Justo al lado; otra imagen propagandística, que tenía el sello de las Fuerzas Armadas de los Estados Confederados Sudamericanos, reflejaba un grupo de combatientes especiales con los fusiles al aire y equipados con alta gama de “hardware” militar para fuerzas especiales; vestían de civil, con franelas y vaqueros, sonreían; algunos llevaban barbas tan largas que parecían náufragos. En la parte inferior del cartel rezaba como sigue: “¡Firmes con El Doctor Meléndez! ¡De frente con el Proceso Revolucionario!”. Quevedo pasó a través de una puerta de vidrio y les hizo una seña a los escoltas de Sichersand para que se ahorrasen las formalidades militares. En lugar de ello, les preguntó, qué donde estaba El Jefe... .- Lo está esperando, mi Capitán; está arriba.- Le respondió un enano, con cara de goajiro. Quevedo subió las escaleras enérgicamente y se plantó detrás de una oficina que parecía más un consultorio médico que el despacho de un director de un servicio de seguridad; Quevedo esperó a que le abrieran desde adentro; no tardaron mucho. Una secretaria apretó un botón y Quevedo empujó la puerta de madera. Quevedo, saludó a la secretaria y cruzó la recepción. El Doctor Sichersand estaba sentado en su propio despacho, leyendo unos documentos, tenía la puerta abierta. Observó a Quevedo por encima de los lentes con unos ojos tan azules como el canal de la mancha y sonrió. .- Quevedo, hijo mío; pasa adelante y siéntate... .- Coño, Doctor; me costó encontrarlo en todo este laberinto.- Dijo Quevedo con su acento de Venezuela.- Aunque déjeme decirle algo, le falta seguridad... Sichersand se rio como lo haría un abuelo. .- Quevedo, sabía que no me iría sin una de tus bromas... Quevedo se alzó de hombros, sonriendo. El Doctor Sichersand le ofreció un Tabaco Cohíba a la vez que sacaba uno y lo encendía como un experto degustador: girándolo mientras le daba fuego. Quevedo aceptó de buena gana el Tabaco; le arrancó la parte posterior con los dientes y lo encendió. Sabía a chocolate. .- ¿Cómo es que dicen ustedes los Venezolanos? ¿Conchale? Conchale, Quevedo; tiempo sin verte, hijo...- El Dr. Sichersand, que era natural del Uruguay hablaba con un español perfecto, sin ningún tipo de acentos; modismos, coloquialismos ni imprecaciones. No era un español como el de las películas tampoco. Quevedo escuchó a Sichersand pensando que allí estaba el ideal de Andrés Bello para la lengua castellana. Quevedo recordó la última vez que estaba con Sichersand; trabajaban juntos; hasta que El Comando Superior decidió enviar a Sichersand a otras funciones. .- No nos veíamos desde lo de Managua... ¿Se acuerda Doctor? .- He de decirte que volveremos a trabajar juntos. Sichersand le mostró una foto a Quevedo y comenzó a dar caladas a su tabaco. La foto mostraba a un hombre corpulento, trigueño, con bigote y el cabello liso; se daba un aire a Charles Bronson. .- ¿Sabes quién es ese? .- Desconozco; Doctor. .- Es nuestro mayor aliado en Centro-América por los momentos.- Sichersand hizo una pausa mientras saboreaba el enorme puro; cuando volvió hablar, estaba soltando humo como un tubo de escape y Quevedo casi esperaba que soltase chispas también.- Se llama Miguel Adolfo Calero; por los momentos está en la mira del gobierno hondureño y de los norteamericanos... el gobierno hondureño, junto con El Salvador, Belice y Guatemala están forjando una sólida alianza... se están uniendo, sí; pero en contra de nosotros que somos los abanderados de la Unidad Latinoamericana... .- El Presidente Lovera nos aseguró que México estaba por iniciar un Proceso Nacional-Revolucionario como el que adelantamos nosotros y se mostró abierto ante la perspectiva de ingresar a nuestra Confederación como socio económico; cuando esto sea así, habremos consolidado el triángulo económico Cuba-Venezuela- México que servirá para acelerar el desarrollo de nuestras fuerzas productivas a niveles insospechados con la utilización del excedente petrolero... .- Los yanquis quieren volver a avivar las llamas de la narco-guerra en México para tener una excusa para aumentar su presencia militar, en virtud de que México aún es, en la práctica, un aliado de Estados Unidos; al mismo tiempo, quieren crear un bloque centroamericano para aislar a México de nosotros... Quevedo dejó que El Doctor se explayase en su explicación geopolítica; lo mejor tratar de hacerse un cuadro más o menos factible de la realidad; Quevedo, que era un hombre de acción, altamente práctico y lúcido, decidió hacer su propio análisis y contrastarlo con el de Sichersand a la brevedad. .- Estoy entendido, mi doctor... continúe usted.- Dijo mientras arrojaba humo con olor a cacao.- Puedo inferir, que los yanquis sienten que su control sobre México y sobre Centro-América; es la única forma de frenar a la Confederación del Sur... .- Claro hijo, desde que América del Sur se convirtió en solo Estado; sus políticas de subyugación y de explotación hubieron de ser abortadas... y aunque aún nos superan en términos técnicos y militares, se han tenido que quedar de brazos cruzados por aquí... por lo menos mientras se mantengan enfrascados en esa Guerra contra Irán que los está desangrando porque es imposible que ellos puedan cubrir una extensión tan grande; ni siquiera con mercenarios... el Libano, Iraq y Siria, pertenecen políticamente hablando a Irán... allá no van a triunfar y aquí no van a atreverse a atacarnos porque saben que podría significar su fin; hijo, cuando los británicos empezaron su declive, estaban en el apogeo de su Imperio; ciertamente, está comenzando el declive de la civilización de estilo norteamericano... .- Ellos sienten que no pueden permitir que México y Centro- América, queden federados en el Estado Latinoamericano que soñó Bolívar, que soñó Sandino y que soñó Perón. Un Estado que sea la resurrección del Imperio Solar del Tiahuanaco. Estados Unidos no es una Nación de estilo Europeo. Cuando hablo de estilo Europeo, me refiero a una Nación como lo fue España, Inglaterra en su momento y Alemania; Los yanquis nunca han sido una Nación con una Idea clara de Estado; una Tradición; una Idea clara del posicionamiento del Poder... esto se debe a que Estados Unidos en su formación, no fue más que una frontera ¿qué estaba allende a esa frontera? La nada; no había estado capaz de frenar su expansión; no había necesidad de desarrollar una Tradición Política ni un estilo de conquista; básicamente era todo de ellos... así que, esos sonrientes protestantes sonrieron y dijeron, Lets Take It; así fue como efectuaron un exterminio étnico sobre los indios nativos y como le robaron a México más de la mitad de su territorio... .- Esta es la primera vez que los Estados Unidos, están cerca, de tener frontera con un verdadero enemigo; con una Comunidad Organizada como ellos y dispuesta hacer lo que sea para acabar con su enemigo existencial.