Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Joan F. Mira
1/3
El familista amoral
Joan F. Mira
condición de las organizaciones con éxito es que los miembros deben tener confianza entre
ellos y lealtad a la organización misma. En una organización con moral alta, se supone que
harán sacrificios, incluso importantes, en favor de la organización. Pero, añadiré yo, en estas
tierras meridionales de Europa, ¿cuánta gente practica esta lealtad y hace este tipo de
sacrificios?
Más todavía. En una s.f.a., quienes ocupan un lugar de funcionario, como no sienten ninguna
identificación con las finalidades del organismo público, no trabajarán más de lo necesario para
conservar sus lugares o (si esto está dentro de sus posibilidades) conseguir una promoción. De
hecho, una posición oficial o una calificación especial serán consideradas armas para usarlas
en beneficio propio. En consecuencia, el familista amoral que ocupa un lugar o cargo público
aceptará un soborno, directo o indirecto, cuando piensa que no le pasará nada. Pero tanto si lo
acepta como si no, la gente del pueblo, de la ciudad o del país (con el mismo tipo de moral)
supondrán que lo hace. Y añadiré: no es extraño, por lo tanto, que alcaldes o presidentes de
diputación, públicamente reconocidos como sobornados y sobornables, corruptos y
corruptibles, sean objeto de cenas de homenaje por parte de sus conciudadanos. Bien cerca de
casa, tengo ejemplos insignes.
Y acabaremos con un resumen muy resumido de algunos otros rasgos definitorios. En una
s.f.a. los débiles favorecerán un régimen que mantenga el orden con mano fuerte (repasamos
la historia reciente…). En una s.f.a., la pretensión de cualquier persona o institución de ser
inspirado por el celo del interés público más que por la ventaja privada será considerada un
engaño. En una s.f.a. no habrá conexión entre los principios políticos abstractos (la ideología) y
el comportamiento concreto en la vida cotidiana. El familista amoral valorará las ganancias que
consigue la comunidad sólo si a él también lo benefician o no le perjudican: a menudo, medidas
que se toman en beneficio general provocarán la protesta de quienes piensan que no
participan, o no suficientemente. En una s.f.a. el votante depositará poca confianza en las
promesas de los partidos. En una s.f.a. se asumirá que cualquier grupo que ocupa el poder es
corrupto y lo hace en beneficio propio (“todos los políticos son iguales”... ¿no es cierto?). Y en
fin, no les aburriré más.
Curiosamente, o no curiosamente, los países del Europa del sur que son el espacio propio de
este tipo de sociedades, Portugal, Italia, Grecia, España (las iniciales de los cuales, PIGS,
tienen en inglés un significado poco halagador), circulan ahora con abundancia por la prensa
general y más todavía por la prensa económica: la Europa meridional, la de fiscalidad
irresponsable, la de los gobiernos ineficientes, la de la economía llamada sumergida, la del
fraude fiscal metódico, la del tan escaso y tan precario sentido cívico, la de la extensa
corrupción municipal y más que municipal, la del Estado-teta, y etcétera. No debe de ser
casualidad. Y más de un político, sociólogo, economista o predicador tendría que leer
atentamente el libro de Banfield.
2/3
El familista amoral
Joan F. Mira
3/3