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El príncipe de la luna y las rosas

Sam K. Lyon
II .01 II
"Piérdete en la belleza que te rodea, las rosas, la noche, la
oscuridad, las incontables estrellas, y los murmullos que te
arrullan".

— Sam.

II Querida Luna II
Eres sumamente hermosa. Mirarte cada noche es como un sueño,
y no encontrarte me mantiene despierto. Iluminas la oscura y fría
noche, escuchas mis lamentos y consuelas cada uno de mis
llantos, sería estúpido de mi parte no amarte.

¿Qué me has hecho, querida Luna?

Llevas muchos años frente a mí, pero jamás me había percatado


de tu presencia. Lamento que me hayas observado con otros
astros, nunca llegue a amarlos, nunca, ninguno era tan hermoso
como tú lo eres ahora y como siempre lo has sido. Fui un
completo estúpido al no percatarme de tu brillante presencia. Lo
siento. Espero que me perdones alguna noche.

No, por favor, no te ocultes en las tinieblas, no me tortures de


esa manera, extrañarte cada mañana es tortura suficiente. Seré
honesto, no quiero enamorarme de tu deslumbrante belleza, y es
tarde para decir semejante falsedad, y muy temprano para trazar
mí camino a tu lado. No me importa que el Sol sea más brillante,
o que pueda verlo más tiempo. Estoy loco por tu manera de
iluminar la oscuridad, tal vez no sea la más cálida, últimamente
he convivido con tempestades ¿por qué no enamorarme de una
tan magnífica como tú?

No me interesa la cantidad de astros en la inmensidad del


espacio, solo tengo ojos para contemplarte a ti, solo tengo
tiempo para pensar en tus imperfecciones, solo tengo
imaginación para dibujar mi camino a tu lado, y solo puedo amar
un astro tan resplandeciente como tú.
II Las galaxias en la Tierra. II
Campos repletos de rosas rojas, prados y bosques, pero hay un
lugar en lo más profundo de mi alma, un pequeño jardín. Mi
lugar perfecto para pasar el resto de mis días. 

Con el paso de los años ha sido el hogar de todo tipo de flores,


margaritas, girasoles, hortensias, tulipanes, claveles, árboles, y
arbustos. Cuide de cada una de ellas, cuide que siempre tuvieran
agua, les di un espacio en mi vida y las protegí con mi corazón,
sin darme cuenta, comenzaron a crecer de una manera curiosa,
obstruyeron el crecimiento de mis rosas, aquellas rosas que jamás
había visto entre todo ese conjunto de plantas. Decidí arrancarlo.
Desde la raíz. Fue una completa mierda. Estaba clavado en mi
alma.
Arranque todas aquellas plantas que crecieron a base de envidia,
hipocresía y egoísmo, me libre de un gran peso, y mi atención se
volvió a aquellas rosas tan extrañamente hermosas. 

Si algún día sigues aquí podre mostrártelo. Son montañas


pintadas de color marrón, kilómetros y kilómetros sin color, pero
a lo lejos, detrás de toda esa niebla. Hay dos árboles. Uno de
ellos, el más grande, se encuentra rodeado de pasto, pequeñas
florecillas se asoman para ocupar su sombra gigantesca. El árbol
pequeño tiene unas grandes raíces, esta rodeado de seis rosas ,
cada una de un color, y tamaño diferente. Es curioso, a lo lejos,
los colores no poseen sentido alguno. 

Hay una rosa azul con espinas rojas, nunca la subestimes, es


jodidamente peligrosa, pero bastante magnífica. Una lila con
pétalos suaves, y sensibles a cualquier contacto o brisa.  Una gris
con apariencia de estar marchita todo el tiempo, rara vez mira
hacia el sol y sonríe. Una amarilla, siempre sonriente, totalmente
brillante, como el sol, es como salida de un cuento de hadas. Una
blanca totalmente fuerte por fuera, pero increíblemente sensible
en el fondo . Por supuesto, las rosas que adornan a su árbol,
unas rosas negras.

Ese lugar es dueño de mis días, mis risas, mis llantos, mis
sonrisas, y mis noches. Es mi galaxia.
II Déjame amarte II
No pude evitar sonreír al verte más cerca de mi ventana. Mi
corazón esta a punto de salir de mi pecho, puedo sentirlo
golpear con fuerza contra mi tórax. ¿Tu tortura ha terminado?¿ya
puedo amarte mi hermosa luna?

Pensar que te tengo a escasos metros me hace querer vomitar.


Déjame amarte. No creo poder aguantar más. Prometo amarte
con todas mis fuerzas, admirare cada una de tus imperfecciones,
adorare cada preciado momento y me fascinare por cada uno de
tus logros. Por favor. Déjame amarte.

Déjame demostrarte que puedo amarte tal y como te lo mereces,


de una manera perfecta. Podre no ser un príncipe de brillante
armadura, y perdóname por interrumpir tu larga espera pero no
creo que portar una armadura sea diferente a estar cubierto de
papel aluminio. 

Un muro entre tú y yo. Sin embargo, puedo sentirte del otro


lado. Haz despejado el cielo, ahora puedo verte con claridad. Tan
cerca que casi puedo tocarte o tan lejos que es más difícil
imaginarte con cada uno de tus detalles.

Sueño con sentir tu cálida respiración mezclarse con la mía, estar


tan cerca de tu rostro para poder memorizar cada uno de tus
lunares, y encontrar tu alma escondida detrás de tus ojos,
apuesto a que ocultas un universo de estrellas rojas.  
II Rosa Gris II
Su color nunca logró negar su apariencia, y su apariencia
concordaba con su color. Combinación perfecta para una rosa
muerta, sus pétalos caídos dicen más que mil palabras. 

La primera vez que la vi, escuche sus gritos, una voz desgarradora
pidiendo ayuda, pude sentir sus respiraciones ahogándose en su
propio mar de lágrimas. El hecho de encontrarla sin vida, me hizo
querer devolvérsela así que comencé a amarla, le di todo el amor
que un ser humano puede entregarle a una rosa. Gota por gota.
Empecé con un "cuídate", seguí con un "te quiero" y termine con
un "te amo". Estuve a su lado mientras volvía a la vida. sentí cada
uno de sus pétalos abrirse hasta volver a su belleza
incomprensible. A veces se marchita, es su manera de pedir agua.
Gota a gota, florece pétalo por pétalo.

Esta rosa muere para vivir más. Cada vez que me agradece el
amor que le dí, internamente muero por decirle que sólo fue el
reflejo del amor que ella me dio a mí. 

Es impresionante apreciar cada vez que florece de entre todos


sus pétalos caídos y su mar de lágrimas que alguna vez la
ahogo.  

II Rosa Lila II

Mil uno, mil dos, mil tres, mil cuatro, mil cinco, mil seis, mil siete...
Siete millones... Siete billones... y aún me falta contar más
estrellas. Entre las miles de millones de noches, encontré a la
compañera perfecta para descubrir nuevas constelaciones. 
Imagina esto. Sentarte a un lado de una maravillosa rosa de color
lila a sentir la brisa acariciando tu rostro y leer con voz suave y
profunda cualquier libro, cualquier texto, cualquier poema,
cualquier oración, o cualquier palabra. Sabes que lees para ser
escuchado por una rosa y no para aprobar la clase de español. 

El sol avanza y poco a poco se acerca al borde de la tierra, los


colores se mezclan en el cielo, naranja, rosa, amarillo, el azul
desaparece conforme pasan los segundos... y hay un color lila
apoderándose de nuestro cielo. Lo que tu sientes al ver ese color
en el cielo, es lo que yo siento al ver a mi rosa pintando mu
alma. Observamos el atardecer, como el ardiente sol se oculta
detrás de las montañas dejando colores y sensaciones a su paso.
Al caer la oscura y fría noche descubres que es adornada por
estrellas, estrellas que forman constelaciones, y constelaciones
que forman galaxias, todo aquello que las luces de la ciudad no
te dejan apreciar. Mirando el cielo, contamos estrellas y
dibujamos nuestras propias constelaciones, conforme pasan las
horas nos damos cuenta de que cualquier historia es más
interesante debajo de ese cielo estrellado.

El sol regresa con lágrimas y sonrisas escondidas detrás de los


mismoS colores con sensaciones diferentes. Hay muchas maneras
de mirar al cielo, descubrí mi favorita, sentir aquellos colores con
pétalos enredados en tus manos, sin darte cuenta sonríes, tus
ojos brillan y una extraño sentimiento se establece en tu cuerpo,
volteas y ves a una maravillosa rosa de color lila sosteniendo tu
mano con la misma sonrisa y con la misma mirada pero con un
paradigma diferente.
II Príncipes y princesas II
Nos contaron todos aquellos cuentos de hadas donde la princesa
era encerrada en una torre para ser rescatada por un príncipe y
vivían felices para siempre. Han pasado los años y ahora las
princesas se dejan rescatar por cualquier imbécil cubierto de
aluminio mientras los príncipes buscan la atención de una perra.
Conforme pasa el tiempo el concepto de "amor" es cada vez
más... extraño, y más difícil de ser encontrado. Nos dijeron que
para el amor verdadero no importaba la edad, el color, o el físico,
sino que sentías tu corazón latir con fuerza cada vez que tus
brillaban. Esta lección sufrió percances cuando surgieron nuevos
nombres, perra, puta, imbécil... 

Entonces, ¿qué es el amor? 

Un príncipe se enamoró de un caballero de ojos verdes, sintió


todo el concepto de amor verdadero, lo entendió, pero cuando
volvió al reino orgullosamente tomado de la mano de su
caballero en busca de su final feliz. Fue exiliado por su padre y
aquel caballero fue asesinado. El príncipe no comprendía el
rechazo, repetía la misma frase una y otra vez:
"... para el amor verdadero no importaba la edad, el color, o el
físico, es simplemente amor..." ¿cuál fue el problema?...

Buscó a su caballero por mar y tierra pero jamás lo encontró. Sin


nada más que hacer o algún lugar a donde ir, volvió con su
padre donde fue obligado a rescatar a una princesa, tal y como
debía ser, pero en lugar de un "vivieron felices por siempre"
siguió viviendo nunca pudo amar a una princesa porque el
mismo corazón que latía con fuerza cada vez que miraba a su
caballero, se ahogo en el momento en el que esos ojos verdes se
cerraron.
II Árbol de rosas negras II
Recuerdo haber caminado bajo el intenso sol, sentí como mi piel
ardía en llamas cada vez con mayor intensidad y observé como el
final se dispersaba a lo lejos. Mi cuerpo se volvió más pesado, me
vi obligado a arrastrarme en inmenso desierto, sediento y
desesperado por llegar a ningún lado. Seguí arrastrándome. Mis
párpados amenazaron con cerrarse para ya no volver a abrirse
jamás. No pude detenerlos. Estaba destinado a arder bajo las
intensas llamas del mismísimo infierno hasta la muerte. 

Abrí los ojos con lentitud debajo de una cálida sombra en el


momento justo en el que un pétalo de color negro caía y bailaba
con la suave brisa, pero una voz demasiado peculiar captó mi
absoluta atención, murmuraba algo, se distinguía cada palabra
con perfecta claridad, me percate de sus leves caricias en mi
cabeza, tal y como solía hacerlo mi madre, repetía una y otra vez:
"tranquilo... shh... todo va a estar bien..." no pude evitar sentirme
relajado, era como, estar en casa. El desierto, el calor infernal y la
sed se borraron de mi mente. Sin darme cuenta. En ese preciso
instante. Convertí a ese árbol de rosas negras y gigantescas alas
blancas en mi hogar, en mi cálido hogar. 

Pasaron las horas y se convirtieron en años donde las tormentas


y los desiertos nunca volvieron a ser un problema, porque esas
alas blancas, no las atraviesa ni una sola bala. Creo firmemente en
que el la mismísima madre naturaleza vestida de blanco y negro,
pero sobre todo, cubierta de hierro. Protectora de tempestades y
sobre todo de El Hombre Vestido de Negro. Representación
misma de que "mi hogar" no es un lugar, sino un par de ojos
sonrientes y la misma voz haciéndome soñar. Es por eso que las
rosas y yo siempre volvemos a su sombra a reír y llorar, pero
sobre todo a escuchar, cada noche, cada cielo pintado de
diferentes colores, pero siempre la misma voz. 
II El Hombre Vestido de Negro II
—¡Lo volví a ver! ¡está aquí!— grité con el mismo temor de
noches anteriores. Después de haberlo visto por primera vez,
incluso cuando escape de él, me persiguió en mis pesadillas y
siempre estuvo presente durante los momentos más difíciles, sólo
atormentándome. Verlo de nuevo, frente a frente, mirar a través
de sus ojos, sigue siendo aterrador, parece que nunca dejaré de
temerle.

—Shh... tranquilo... solo fue una estúpida pesadilla— respondió


con la misma voz cálida que alumbraba mis días, aquella que me
tranquilizaba cada vez que me despertaba temblando de miedo a
caer en la misma trampa, pero está vez no funciono, esta vez no
fue una pesadilla. 
—No... y-yo... estoy seguro d-de que lo v-vi... es aún más grande
y-y... más aterrador—logre explicar y me aferre a ella con todas
mis fuerzas, mis lágrimas resbalaban por mis mejillas y ella me
cubrió con sus alas de aquel hombre. 

—¿Quiso atraparte?— Su tono de voz cambió por completo a


uno preocupado y angustiado. Mi mundo cayó en pedazos al
escucharle, tan preocupada, pero ambas sabemos que lo mejor
que podemos hacer es temer a aquel hombre vestido de negro.

—No... e-él... q-quería llevarse a mi rosa lila— mi voz se quebró.


Verlo de pie a un lado de esa maravillosa rosa, me convirtieron
en el mismo chico inofensivo y débil de años atrás. Esa jodida
imagen, él con su enormes y afiladas garras tomándola del tallo
sin la delicadeza que ella se merece para arrancarlo como si
fuera... nada. Totalmente consciente de que sus raíces se
aferraban débilmente de mi alma.      

—Él... ¿él lo logro?— vernos en el mismo estado, en llanto, me


recuerda que somos nuestro hogar. Sus lágrimas resbalaron en
mi piel quemando cada rincón y atravesando mi pecho para
destrozar mi corazón. 

—No... yo la defendí. Con todas mis fuerzas— me separé de ella


para mirarla a los ojos y demostrarle que decía la verdad, hice
todo lo que pude. No pude evitar sollozar al recordar con
exactitud cada una de mis palabras y el esfuerzo gigantesco que
tuve que hacer para no romperme mientras las pronunciaba.

"—Hace tiempo que no te veía. Que sorpresa encontrarte


admirando mi atardecer, espero no decepcionarte, pero
retrocede, vas a regresar a tu maldito infierno con las manos
vacías.— giró con lentitud y me observo, sin decir nada, avanzo
un paso hacía a mi. Cerré mis puños para detener el temblor en
mis manos, no podía notarlo o me haría pedazos y lograría
exactamente lo que él quería, tomar la vida de mi rosa lila, mi
cielo estrellado. 
—¿Viniste aquí por una rosa? Creo que no entiendes mi
presencia. Yo cuido de cada una de ellas, podrán estar
marchitándose pero siguen estando bajo mi protección, mañana
el sol saldrá  de nuevo y    florecerán aún más preciosas de lo que
ya eran. Ahora vete.— me observó durante unos cuantos
segundos más y desapareció sin decir absolutamente nada.
Camine para llegar con mi rosa lila y me senté a su lado, como
siempre, su apariencia era parecida a la de "Mi rosa muerta", sin
vida, y lloré a su lado, esperando que reaccionara, pero nada
ocurrió."

Él día que conocí al Hombre Vestido de Negro, fue el peor día de


mi vida, el más aterrador, y doloroso que he vivido. Cada vez que
lo veo en mis pesadillas recuerdo con claridad aquel terrible día,
sus garras clavadas en mis hombros tratando de convencerme de
unirme a él es su inframundo sin vida... No pude soportar la idea
de que se llevara a alguna de mis rosas fue, igual de aterrador,
por eso busque busque la fuerza en lo profundo de mis miedos y
nos defendí. 

— Shh... Shh... Aquí estoy... estás a salvo ahora— su voz cálida


regreso y me arrullo hasta que mis párpados de cerraron. Hogar
dulce hogar.

II Rosa Azul II
El sol reflejado en el océano, y aquel intenso color azul que con
sólo mirarlo te das cuenta de lo magnífico que es. El intenso
color del mar nos ha demostrado que puede ser hostil y hermoso
a la vez.  Una bestia, o un paraíso, ambos mezclándose y
ahogándose dentro de kilómetros y kilómetros de agua.  

En aquella noche sin estrellas, encontré a mi mar azul. No hizo lo


que cualquier otra rosa habría hecho para tranquilizar mi llanto,
no me repitió: "tranquilo vas a estar bien", ni me dijo que las
estrellas saldrían tarde o temprano, hizo algo completamente
inesperado. Me mostró lo fascinante que puede ser la oscuridad.
Los armoniosos sonidos que se ocultan detrás de la luz en un
noche estrellada. La oscuridad que se reflejo en mis ojos como
miedo, cambió por un intenso color azul.

Aquella sus espinas se enredaron en mis manos y sangraron. A la


mañana siguiente me Di cuenta que sus espinas estaban teñidas
de un fuerte color rojo, mientras que mis manos estaban
cubiertas de heridas. Con el tiempo las heridas se convirtieron en
cicatrices. Me creo capaz de decirte que amo a esa rosa con cada
una de las cicatrices en mis manos.

En todas esas veces que pasamos juntos descubrí que, ella


pretendía ser una rosa roja, una rosa común y corriente, igual a
todas las demás. En sus espinas no sólo estaba la sangre de
todos los que intentaron arrancarla de la tierra, sino también su
propia sangre al intentar ser algo que no es. Pero aún ahora, no
comprendo porque quería esconder su magnífico color en un
campo de rosas rojas. Me salvó. Y me enseñó. La mayoría de las
cosas que sé. Por eso me atrevo a decirle que sus espinas no son
y nunca fueron un defecto, sino un escudo de todos los imbéciles
que no saben amar.
II La noche sin estrellas II
Hace tres mil trescientas cuarenta y dos noches surgió la noche
sin estrellas y, lloré, estaba oscuro, hacía frío, no había nadie a mi
lado, no rosa gris, no árbol de rosas negras, no rosa lila, es decir,
sin hogar y sin cielo estrellado.

Mi llanto llamo la atención de un ser omnipotente, se acercó a mi


en silencio con la mirada fija en el suelo, puso sus manos en mis
hombros y clavo unas afiladas garras en ellos, giré para mirarlo a
la cara pero no había nada, la oscuridad me impedía mirarlo con
claridad. 

—Si me acompañas, te librarás de todo lo que te atormenta—


me erizo la piel escuchar semejantes palabras, mis manos
comenzaron a temblar sin control, y mi cuerpo se negó a correr
lejos de aquellas garras. Mi dolor era tan intenso que no se me
ocurría ninguna otra solución para deshacerme de él, entonces
sus palabras comenzaron a convencerme.

—¿Quién eres?— pregunte algo asustado buscando descifrar su


rostro en aquella oscuridad, no comprendía porque me asustaba
tanto ese sujeto si nunca en mi vida lo había visto ni escuchado,
¿qué lo hacía tan aterrador?. Pero si era mi solución estaba más
que dispuesto a escucharlo 

— En este momento, soy el indicado para liberarte de todo tu


dolor— dijo mientras me empujaba para caminar, no sabía hacía
donde iba pero con cada paso que daba me sentía más cerca
de... morir. 

— ¡Detente!— gritó una voz detrás de mi y me detuve, sin saber


de quien era aquella voz. Un tallo resbalo entre mis dedos y se
enredo entre ellos, cerré mi mano y mi sangre comenzó a escurrir
en mi brazo. Corrimos sin detenernos hasta que nos quedamos
sin aliento. 

— ¿Tenías alguna idea de qué estabas apunto de hacer?— no


soltó mi mano en ningún momento,y sus espinas me lastimaban,
mi mano me comenzó a arder por el intenso dolor, pero su
agarre era firme, tenía la suficiente fuerza como para no dejarme
ir. Acababa de destruir, tal vez, mi única oportunidad para
solucionarlo.

— ¿Y tú quién eres como para detenerme?— intente escapar de


sus espinas pero fue imposible, no iba a dejarme ir ni porque
utilizará toda mi fuerza en su contra —¡Sueltame! ¡quiero
terminar con esta mierda!— con mi otra mano intente quitar sus
espinas, seguía siendo imposible, mierda, ¡necesito que me
suelte!.

— ¿Llamas mierda a tu vida? Cualquier estupidez que estés


pensando, nunca será la solución— enredo sus espinas en mis
manos y apretó su agarre, la sangre siguió brotando de manera
desenfrenada.

— ¡Me estás lastimando!— dije en un intento de escapar de su


alcance y lograr mi objetivo, pero ella tiro de mi con más fuerza.

— Prefiero lastimarte a dejarte morir— dijo con firmeza.

— Y a ti, ¡¿qué mierdas te importa?!— no lograba comprender


porque le preocupaba tanto lo que yo quisiera hacer conmigo, mi
vida, yo decido si terminar con ella o no.

— No eres yo como para saber si me importa o no, pero ten por


seguro que no te dejaré ir, así que esfuerzate todo lo que
quieras, no morirás está noche— no necesité más para dejar de
escapar de ella. Segundo a segundo comencé a relajarme, al igual
que su agarre, sus espinas soltaron una de mis manos, dejando
rastro de sangre en ella. Nos sentamos pero mi mano se negaba
a soltar el resto de sus espinas, entonces ella tampoco me soltó.

— Aún tengo miedo de esta oscuridad— me recargue en su


hombro, aún cuando no nos conocíamos del todo, me sentía a
salvo a su lado, era como si, lo peor ya hubiera ocurrido y las
cosas dejarían de ser como lo eran antes, sólo que aún dolía,
dolía mucho.  

— Que esta noche no este pintada de estrellas no significa que


sea tu última noche— sentí como se suavizaba su voz. Mi mano
seguía entrelazada en sus espinas, y la sangre seguía brotando de
ella, estoy seguro que sus espinas deben de estar cubiertas de
rojo, entonces es una rosa azul con espinas rojas.

— ¿Por qué me detuviste si no nos conocemos?— me intrigaba


saber porque se comportaba así conmigo si nunca nos habíamos
visto ¿por qué le importaba tanto la vida de un completo
extraño? No me amaba como para detenerme, y no me conocía
como para saber si quiera mi nombre.
— Mañana, la claridad regresará y entonces podrás conocerme,
sólo, sé paciente ¿si?—unas pocas lágrimas lograron escapar de
mis ojos y resbalaron por mi rostro, el miedo seguía ahí, no sabía
si a la mitad de la noche me abandonaría y no la volvería a ver
jamás, estaría solo de nuevo, la simple idea de desvanecerme en
la oscuridad me hacía pedazos. 

— La falta de estrellas en esta noche logra que nos demos


cuenta de los sonidos que la inundan, guarda silencio y quédate
quieto, escucha— ciertamente, la noche estaba llena de sonidos
armónicos, preste atención hasta que mis párpados hinchados no
pudieron más con el cansancio y me quede profundamente
dormido.        

II ¿Existe algo peor que la muerte? II


Hay cosas peores que la muerte.
¿Cómo te lo explico?
La tortura y el sufrimiento son capaces de deshacerse,
Incluso del más fuerte.
Cualquiera puede destruirte sin mancharse las manos,
Alguien podrá pisarte sin sentir lástima alguna,
Todos podrán arrollarte pero,
Nadie se quedara a arrullarte hasta que te quedes dormido.

Es más sencillo odiarte,


Que amarte,
Es más fácil arder en llamas,
Que vencerlas,
Es menos complicado ser orgulloso,
Que decir “lo siento”,
Es más ligera una sonrisa,
Que una lágrima.

Hay cosas peores que la muerte.

Presenciar cada ladrillo caer del lugar que solías construir,


El mundo arrancándote los nombres escritos en tu piel
Aquellos que te convirtieron en lo que solías ser,
Los insensibles robando tu alma con un simple suspiro,
Cada tatuaje en tu corazón siendo rasgado por las garras
insensatas del universo.

Hay cosas peores que la muerte.

Te han quitado todo. No tienes nada.


Nada de lo que solías amar.
Ningún lugar donde te solías refugiar.
¿Aún no me crees?

Arrancaron cada pétalo de esa hermosa rosa que solías cuidar.


¿Crees que al universo le importa tu felicidad?
El sol sigue saliendo, y la luz sigue convirtiéndose en oscuridad.
Y tú ¿Eres feliz?
Cortaron aquel árbol que te protegía del ardiente sol.
Aquel que te arrullaba hasta que comenzaras a soñar.
¿Aún puedes dormir?
La luna que solía iluminar tu fría y sombría cama,
Se ha ido.
Dime ¿Hace frío?
Tuvieron que tapar la luz del sol para desaparecer a tu “hermosa
luna”.
¿Lo extrañas?

Primero, te quiebras.
Segundo, estas en pedazos.
Tercero, ardes en llamas.
Cuarto, eres ceniza.
Quinto, el viento sopla.
¿La muerte es lo peor?

Déjame explicarte.
“La muerte es liberación”
Muchas almas sufren incluso la muerte,
Pero afirman que es mejor cortar la vena en tu cuello.

Corta la vena en tu cuello.

Jamás podrás amar.


Jamás podrás cuidar las más hermosas rosas.
Jamás podrás llorar.
Jamás podrás sonreír.
Jamás podrás reír en la sombra de un árbol.
Jamás sufrirás.
Jamás gritarás.
Jamás te fascinaras con la inmensidad del espacio.
En pocas palabras, te robarás tu oportunidad de vivir.
“Hay que sufrir para saber que es vivir”
Tienes razón. No hay nada peor que la muerte
II Recuéstate II
Ven. Recuéstate a mi lado a contemplar la inmensidad del
espacio, cuéntame sobre todas las estrellas que has visto a lo
largo de los años, muéstrame aquellos lugares que han
maravillado a tus preciosos ojos, y señala cada constelación que
haya logrado hacer sonreír a tus perfectos labios.

Después de todo este tiempo, nadie ha resuelto cada uno de tus


misterios, ni siquiera yo. Ayer, no me percate ellos, hoy quiero
saber de quién me estoy enamorando, aun cuando llevo años
viéndote crecer, no estoy seguro de que hay detrás de tu
perfecta sonrisa.

¿Ya te dije que eres hermosa mi querida luna?

Cada una de tus facciones, cada gesto, tu forma de hablar, tu


cabello con ese color tan singular, tus ojos llenos de creatividad,
tus manos, tu voz, tu risa, tus "imperfecciones" que cada vez son
más perfectas, tu rostro, tu forma de caminar, incluso tu forma de
parpadear, y tú, solamente tú, con todos y cada uno de tus
detalles que aún no puedo asimilar.

¿Alguna noche me dejaras amarte? ¿Alguna noche dejaras de


iluminar el cielo de los demás solo para deleitarme a mí con tu
preciosa luz?

Aún te extraño cada mañana, el sol es el protagonista de todos


los días, pero es muy agradable encontrarte a su lado de vez en
cuando. Al verte ahí no puedo evitar perderme en tu magnífica
perfección. La mejor parte del día es cuando la luz ardiente del
sol se convierte en oscuridad, la oscuridad se convierte en una
fría y sombría noche, y tú te haces presente entre las tinieblas,
con tu magnífica luz y deslumbrante belleza. Cada noche te ves
sumamente hermosa...

II Lo siento Mamá II
Lo siento mamá. Te aseguro que trate evitarlo, pero todo sucedió
tan rápido que ni siquiera me percate de lo que estaba
ocurriendo. Intente eliminar cualquier clase sentimientos, e
intente de convencerme de que solo era cariño, o admiración,
pero no. Me gustaba un chico.

Estoy asustado. No sé cómo le explicare a papá mi terrible amor,


ni siquiera sé cuál será tu reacción cuando leas esta carta. Muero
por demostrarle todo mi amor a aquel chico de ojos color
esmeralda. Tal vez debería arrepentirme, mamá, correr lejos y
olvidarme de él, buscar a una linda chica y casarme con ella para
tener la aprobación de papá. Es sólo que, no puedo imaginarme
mirando a ningún otro par de ojos. 

Mañana le diré todo lo que me hace sentir con su simple


presencia. Moriré si me dice que no puede amarme porque,
mierda, si tan sólo pudieras mirar el brillante color de sus ojos,
entenderías mi sentir. Desgraciadamente no puedo convertirme
en una estrella para brillar a su lado.

Hace muchos años me contaste toda clase de cuentos donde los


príncipes peleaban con dragones para rescatar a una princesa.
Hoy lo entiendo todo, querías enseñarme que siempre debo
luchar por aquello que amo. El problema es que, no es una
princesa, es un enorme astro que ilumina cada una de mis
noches. Mamá... Si tan solo supieras...

Me enamore de la luz que entraba por mi ventana cada vez que


la oscuridad se hacía presente. Recuerdo todas las veces que
pensé en él, las millones de veces que apareció en mis sueños, y
las miles de veces que me imagino a su lado, te las diría, pero
son cifras incontables. 

Si te decepcione, querida madre, de verdad lo siento, no era mi


intención hacerlo, pero así son las cosas, estoy perdidamente
enamorado de una de las estrellas más grandes del universo y
luchare por poder brillar algún día a su lado. 
II Consecuencias II
El cielo era gris, parecía que una gran tormenta se aproximaba.
Decidí que la pasaría bajo mi árbol de rosas negras, acompañado
por la rosa azul, mi rosa lila, y mi rosa gris, refugiándonos de
cualquier amenaza mientras contábamos historias. Les contaría
como finalmente le declare mi amor a la luna y como resultaron
las cosas después de haber pronunciado esas dos simples
palabras, también les diría lo preocupado me encontraba por la
carta que le había enviado a mi madre. 

Miles de cosas ocupaban mis pensamientos durante esa larga


caminata que cada vez me parecía más eterna e interminable.
Miré a mi alrededor pero nada se veía familiar, era como sí
estuviera caminando en un lugar totalmente desconocido, seguí
caminando, y la tormenta no tardo en caer con una fuerza
gigantesca. Mis latidos aumentaban, y mi preocupación
comenzaba a crecer conforme el tiempo avanzaba, entonces corrí,
tenía que llegar y rápido, asegurarme de que mi jardín estaba a
salvo de la fuerte tormenta.    

Kilómetros y más kilómetros, seguía corriendo, pero no se


terminaba el camino, era interminable. Sentí como mi cuerpo se
debilitaba hasta que tropecé con una jodida piedra, caí sobre el
lodo y no pude evitar quedarme ahí, no lo comprendía, ellos
estaban aquí, todo estaba aquí. Volví a mirar a mi alrededor en
busca de alguna señal, algo que me dijera que estaba cerca, pero
no había nada, solo una silueta... parecía un hombre. Me puse de
pie, y me acerque a él con cautela, con cada paso que daba en
su dirección lograba apreciar más su rostro. Cuando llegué a su
lado y pude verlo con total claridad, me resultó totalmente
familiar. Era uno de los mejores amigos de mi padre. Volteó para
verme y una sonrisa de formó en su rostro. 

— ¿Qué haces aquí, Cristián? ¿No ves que hay una tormenta?
Mírate, estás cubierto de lodo. Ven. Yo te llevo.— dijo sin
preocupación alguna, no parecía sorprendido de verme. Pude
apreciar que llevaba unas botas cubiertas de lodo, como sí llevara
mucho tiempo caminando en este lugar. Lo tome del brazo con
fuerza para que me mirara.

— La verdadera pregunta es... ¿Qué haces tu aquí? ¿Cómo


conoces este lugar?— me miro nervioso y no pude evitar
recordar lo que me dijo la rosa azul: "un gran mentiroso nunca se
muestra nervioso", este tipo ocultaba algo, y pensar que el sabía
el paradero de mi jardín, despertaban un inmenso deseo de
cortarle la garganta en dos. 

—¿Qué le hiciste a mi jardín?—no pude esperar cualquier mentira


estúpida que se le pudiera ocurrir para justificar su presencia,
quería respuestas, necesitaba respuestas. 

—Tranquilízate, Cristián. Mira a tu alrededor, este lugar puede ser


el escenario perfecto para gigantescos prados con rosas
muchísimo más hermosas que las que habían— no hizo falta
mirar a mi alrededor, había recorrido tantas veces esas montañas
que sabía a la perfección que en ellas podrías construir una puta
ciudad sin problema alguno, por esa razón, nunca había dejado
que alguien las viera."El hombre destruye todo lo que le parece
hermoso para construir lo que le parece necesario", me lo dijo mi
rosa gris. 
—¿Alguna vez las viste? ¡¿A mis rosas?!— tensé mi mandíbula
tratando de contener mi increíble deseo de tomarlo por el cuello
y asfixiarlo. 

—Y-yo me deshice de ellas— solté su brazo y no pude


contenerme más, lo tome del cuello y lo levante del suelo, sentí
como las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos, quería
matar a ese sujeto, me arrebato mi hogar— Lo lamento, Cristián
— alcanzó a pronunciar con el poco aire que le quedaba, quería
quitarle la puta vida con mis propias manos. 

— ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Quién eres tú como para


arrebatármelas?!— aumente la intensidad en mi agarre, y él
comenzó a patalear mientras intentaba quitar mi mano de su
cuello sin éxito alguno —¡Nadie!¡No eres nadie!— grité con todas
mis fuerzas y finalmente se me escaparon un par de lágrimas. Lo
solté, cayo en el lodo, y comenzó a respirar frenéticamente. 

Sentí una punzada en el pecho con solo imaginar como


arrancaron a cada una de mis rosas, o como tiraron a mi
gigantesco árbol de rosas negras. Tal vez gritaban mi nombre en
busca de ayuda, o tal vez pelearon para defenderse, o
simplemente se dejaron arrancar sin piedad alguna. No lo sabía.
Si habían estado esperando por mí para defenderlos, y yo estaba
pensando en mi amor por la luna en lugar de estar ahí para ellos,
no iba a perdonármelo nunca. Deje que los arrancaran, deje que
se los llevaran lejos, no los protegí como les prometí que lo haría.
Tenía esperanza de mi árbol de rosas negras llegaría a cubrirme y
repetirme que todo estaría bien, o que la rosa azul vendría a
decirme que me equivoque pero que necesitaba hacer algo al
respecto, o que mi rosa gris me mostraría que las cosas tienen
que estar jodidas para que después estuvieran mejor, o que mi
rosa lila despejaría el cielo y colorearía las estrellas para empezar
a contarlas, pero, sabía que sin importar que tanta esperanza
tuviera, eso ya no iba a suceder. Tal vez nunca. 
— Tu padre... me pidió que lo hiciera— dijo con voz débil, lo
miré sin saber que pesar ante sus palabras —Tu hermana, no esta
bien, deberías ir a verla—no tuvo que decir más para
convencerme de que tenía que ir a buscarla.

Corrí hasta que llegué al pequeño lugar donde jugábamos


cuando eramos pequeños y ahí estaba, sentada viendo a la nada.
Me senté a su lado tratando de recuperar el aire, y la miré, vi su
rostro, bajo sus ojos habían dos medias lunas de color negro,
parecía no haber dormido por mucho tiempo, sus labios estaban
secos, sus ojos se veían cansados, ya no era la niña que solía ser. 

— Lo hizo— su mirada seguía perdida en la nada. Trate de


comprender a que ser refería, pero no podía dejar de pensar en
todo lo que me habían arrebatado, con solo pensarlo un nudo se
formaba en mi garganta... no lo volvería a ver. Tal vez a ella
también le arrebataron todo lo que amaba, por eso se
encontraba en ese estado.

— También sucedió lo mismo contigo ¿por eso luces así?—


preste atención en todos su movimientos pero no se movía ni un
solo centímetro, solo se lograba apreciar su pecho subiendo y
bajando con dificultad. 

— Mamá dijo que estoy enferma— dijo en un murmullo, parecía


que incluso hablar le resultaba increíblemente difícil —Dice que
tu también lo estás—me miro con tristeza —Supongo que es un
sinónimo de estar enamorado, porque ambos lo estábamos—
entendí de que estaba hablando, estas eran las consecuencias de
mi carta, de lo que ambos le dijimos a mamá. 

— No es cierto. No estas enferma. Es pura mierda— trate de


convencerla. No estábamos enfermos, y me valía una mierda lo
que los demás pensaran, pero era muy diferente ser tratado
como si realmente lo estuviéramos. 
— Lo que digas, no importa, lo hecho, hecho esta— dijo una voz
detrás de mí. Voltee para ver de quien se trataba pero un golpe
me tomo por sorpresa y termine en el suelo. Sentí como me
tomaban de los brazos y los juntaban detrás de mi espalda. Me
levantaron del suelo con mucha fuerza, mi cabeza empezó a dar
vueltas, me di cuenta de que no estaba pensando con claridad
cuando vi a la rosa azul mirándome con desaprobación absoluta,
me estire para alcanzarla, quería decirle lo mucho que lamentaba
no haberla protegido, pero algo me empujaba hacía atrás y me
obligaba a caminar lejos de ella, volví a intentarlo, era imposible.
Comencé a creer aquello que siempre me había aterrado. El
destino, no nos quería juntos. No quería ceder contra ese
pensamiento estúpido pero, ya no tenía fuerzas para seguir
luchando contra él.                 

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