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En contra:

- ADICCIÓN:
En un estudio, los investigadores les pidieron a consumidores dependientes de marihuana
(en promedio, unos cinco cigarrillos diarios) que manipularan objetos sin relevancia por un
lado (como lápices o gomas de borrar) y objetos asociados al consumo de marihuana por el
otro (una pipa o papeles para armar cigarrillos). Los participantes reportaron que tener en
las manos la pipa o los papeles (usualmente llamados “sedas”) les incrementaba el apetito
(uno de los efectos de la marihuana), los ponía excesivamente ansiosos y les generaba el
deseo de consumir la sustancia, algo que no ocurría cuando manipulaban los otros objetos
(Lundahl y Greenwald, 2015). Los últimos dos síntomas, que eran vividos como algo
displacentero por los participantes, desaparecían inmediatamente si estos recibían una
administración oral de la sustancia psicoactiva de la marihuana (THC). Este breve y sencillo
experimento nos muestra que el consumo prolongado de una droga va generando hábitos
que, Ejemplo de habito que genera una potencial adicción incluso sin que la persona se dé
cuenta, favorecen la repetición o el incremento de conductas relacionadas al consumo de
drogas. Es decir, el mismo consumo crea condiciones de riesgo para la adicción, haciendo
que objetos del ambiente que eran inocuos se conviertan en potentes disparadores de la
búsqueda y consumo de sustancias.

A este último factor lo llamamos “aprendizaje” y su nombre se debe al experimento que


realizó el ruso Iván Petróvich Pávlov hace más de cien años, quien observó que los perros
de su laboratorio producían saliva si se les enseñaba que después de hacer sonar una
campana se los alimentaba. Al igual que las pipas o el papel para armar cigarrillos,
inicialmente la campana era un estímulo neutro, que luego de relacionarse con una
recompensa (comida, en el caso de los perros, o marihuana en el de las personas) pasaba
a convertirse en un estímulo condicionado.

Lundahl, L. H. y Greenwald, M. K. (2015). “Effect of Oral THC Pretreatment on Marijuana Cue- induced
Responses in Cannabis Dependent Volunteers”
Nota de: Ricardo Pautassi, Licenciado en Psicología y Doctor en Ciencias Biológicas. Investigador del
CONICET y Profesor en la Universidad Nacional de Córdoba

Las drogas que interactúan directamente con el sistema de recompensa (alcohol, cocaína,
marihuana, nicotina) son percibidas por el cerebro adolescente como extremadamente
placenteras, lo cual causa una atenuación en la capacidad de percibir las consecuencias
negativas del consumo, algo fundamental en el aprendizaje de la moderación.
Se estima que el 9% de los usuarios que se iniciaron en el consumo tendrán algún
problema de dependencia con la marihuana a lo largo de su vida, aunque es pertinente
contextualizarlo y mencionar que este es un riesgo mucho menor que el asociado al
consumo de alcohol o tabaco (Hall, 2015). El riesgo de entrar en un consumo adictivo de
marihuana se reduce al 2% luego de un año de consumo ocasional y aumenta al 6%
después de diez años en la misma modalidad. Pero si el consumo es diario y varias veces al
día, el riesgo aumenta a un 50%. Recordemos que la adicción es un fenómeno complejo
donde interactúan múltiples factores y no sólo la sustancia en sí.

LOS EFECTOS
Los efectos no deseados más frecuentes pueden ser aumento del ritmo cardíaco,
cansancio, paranoia, ansiedad, depresión e irritabilidad, además de voraces asaltos a
heladeras. Pero cuando se lo consume en gran cantidad y en poco tiempo, puede producir
efectos todavía más antipáticos, como vómitos y hasta pérdida del conocimiento por una
caída de la presión arterial.
El consumo de cannabis en personas con problemas cardiovasculares podría aumentar el
riesgo de sufrir un infarto de corazón o un accidente cerebro-vascular, por lo que se les
recomienda evitarlo.

DAÑO DE FUMAR
Por ejemplo, al fumarse en pipa, bong o en cigarro (más conocido como “porro” en
Argentina), la combustión generada por el fuego libera sustancias que son nocivas para el
tracto respiratorio, lo cual puede generar inflamación, tos, bronquitis y cáncer de pulmón si
este hábito se mantiene a lo largo de muchos años.

ALARMANTE, FUMAR EN LA ADOLESCENCIA


La marihuana pasó de ser un tabú subversivo a ser algo percibido como cool,
especialmente entre los más jóvenes. Esto es grave no porque lo digan los adultos atávicos
mala onda, sino porque así lo demuestran las investigaciones. El informe “Análisis del
consumo de marihuana en población escolar”, publicado en 2016 por el Observatorio
Argentino de Drogas (OAD), refleja que el 16% de los adolescentes de escuela secundaria
consumió marihuana alguna vez en su vida, de los cuales el 79% continuó haciéndolo de
manera ocasional o frecuente.

A favor:
MALA MIRADA:
La marihuana, se observa cómo en América su uso social y ritual logró su instalación hacia
el siglo XVIII. Como era utilizada sobre todo por nativos, curanderos, esclavos y sectores
marginales, cargaba con una mirada de desprecio por parte de sectores sociales
posicionados y ligados al poder (Mansilla y Beltrán, 2014).
En esta misma línea, en la actual ciudad de Río de Janeiro (Brasil), a mediados del siglo XIX
fumar pango (marihuana) era multado. Las razones no eran otras que las de intentar
desalentar prácticas consideradas denigrantes por estar ligadas a esclavos que habían
ingresado, varios años antes, semillas de cannabis provenientes de Angola (África).
En Argentina sucedió algo similar ya que, si bien la prohibición legal de la marihuana fue
posterior, en el siglo XIX fumarla era considerado, por la sociedad dominante de
descendencia europea, “cosa de negros”, justamente porque fue esa población la que
ingresó a nuestro país la práctica de su consumo fumado.

PERMISIÓN
En noviembre de 2016, más de veinte estados permiten el uso medicinal de marihuana, y
los estados de Colorado, Washington, Oregon y Alaska tienen autorizada su venta no sólo
para uso medicinal sino también recreativo. Con los años avanza en ese país una apertura
a través de la cual los estados no intervienen prohibiendo el uso de la marihuana sino
ensayando distintos tipos de marcos normativo-regulatorios que permiten el consumo de
esta sustancia a mayores de edad. También se observa una tendencia a un menor
intervencionismo hacia Latinoamérica en lo que a políticas públicas sobre consumo
personal de drogas se refiere. Pero no hay que confundirse pensando que esta apertura
significa que, para la política actual, el uso de ciertas drogas pasó de ser una mala práctica
a ser una buena práctica. El cambio de posición se explica desde la idea de que ciertos
efectos indeseados del prohibicionismo trajeron consecuencias más negativas que el
propio consumo de sustancias.

LEGALIZACIONES
A partir de 2014 se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la producción,
distribución y venta de marihuana.
Chile, que en diciembre de 2015 autorizó el cannabis para uso medicinal, quitándolo de la
lista de las drogas prohibidas e incorporándolo a la de drogas controladas.
En Argentina, en el llamado “Fallo Arriola” de la Corte Suprema de Justicia (2009), se
determinó, en un caso particular, que la tenencia de drogas para uso personal no debe ser
sancionada penalmente porque iría en contra de los derechos que otorga la Constitución
Nacional.

ABSURDAS PROHIBICIONES EN LA ANTIGÜEDAD


Sin embargo, en 1484 el papa Inocencio VIII prohibió el cultivo por asociar la planta con la
brujería

Ante estos hechos, resulta vital identificar cómo la legislación actual del cannabis es un
mero vestigio de una historia plagada de intereses imperialistas, racismo y xenofobia; en
lugar de estar centrada en la salud de la población y ser construida a partir de un análisis
de la evidencia científica, se cimienta en valores morales e intereses socioeconómicos
heredados del siglo XVIII.

NO HAY REGISTROS DE MUERTES


En algunas ocasiones, el cannabis puede producir sensaciones un poco desagradables,
aunque raramente catastróficas (no se ha registrado ningún caso de muerte por
sobredosis)
(Hall, 2015).

Hall, W. (2015). “What has Research over the Past Two Decades Revealed about the Adverse Health Effects of
Recreational Cannabis Use?”. Addiction, 110(1): 19-35

LA PENALIZACIÓN
Las terribles consecuencias de ser sometido a un proceso legal por tener un par de plantas
de marihuana no pueden aportar nada positivo al futuro personal, laboral y social de
ninguna persona, al punto que, claramente, ese proceso puede ser mucho más negativo
para el usuario y para la sociedad que cualquier consecuencia del uso de la sustancia en sí
mismo, lo que presenta una situación actual ubicada de lleno en el campo de lo absurdo

Nota de Ezequiel Arrieta, Médico y Becario Doctoral del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología
Vegetal (IMBIV-CONICET).

CONSUMO REGULADO EN PAÍSES COMO URUGUAY


POLÍTICAS DE REDUCCIÓN DE DAÑOS
De esta manera, el gobierno uruguayo descriminalizó la posesión, el uso y el autocultivo de
marihuana, al mismo tiempo que se encarga de la producción y distribución de un producto
de calidad conocida mediante una red de farmacias adheridas que comercializan cannabis
para uso recreacional y medicinal. Los interesados en adquirir el producto deben ser
mayores de edad y sólo deben registrarse en el IRCCA, pudiendo comprar una cantidad no
mayor a los 40 gramos mensuales (un frasco de café grande, aproximadamente).
SI NO HAY REGULACIÓN NO SE SABE QUÉ SE ESTÁ CONSUMIENDO
Parecería que la prohibición ha desplazado el consumo de drogas clásicas y conocidas
hacia otras de componentes novedosos no siempre conocidos o identificables.
Esto hace que las personas nunca sepan lo que en realidad están consumiendo, añadiendo
vulnerabilidad a una situación ya de por sí vulnerable.

LA ESTIGMATIZACIÓN
La prohibición puso inevitablemente al consumidor de drogas en el lugar de delincuente.
En el caso de la ley de drogas de Argentina, el consumidor de sustancias ilegales, al
transgredir dicha ley, está obligado a hacer algún tipo de tratamiento o proceso
psicoeducativo. Nótese que aclaro “ilegales”, porque esto mismo no pasa con el alcohólico,
el dependiente de nicotina o de adicciones “no tóxicas” como el juego, el sexo, el trabajo o
las compras.

CANNABIS MEDICINAL
La marihuana (la planta) tiene una combinación de más de cuatrocientos químicos, dentro
de estos hay un grupo llamado “cannabinoides”, entre los que se encuentra el “THC”, y
otros que no son psicoactivos pero que resultan interesantes por poseer propiedades
medicinales, como el cannabidiol (CBD), el cannabicromeno (CBC), el cannabidivarino
(CBDV), el cannabigerol (CBG) y el cannabinol (CBN).

Ejemplos:
El Nabiximol (un spray bucal con igual contenido de THC y CBD) ha demostrado ser efectivo
para reducir la espasticidad y el dolor asociados a los espasmos en pacientes con
esclerosis múltiple resistente al tratamiento.
El uso de cannabinoides para aliviar el dolor crónico ha exhibido muy buenos resultados
cuando se lo asocia a otros medicamentos, siendo la marihuana fumada la forma más
eficaz (y si es vaporizada se pueden obtener los mismos beneficios pero sin los riesgos de
la combustión). Esto es importante porque permite reducir el uso de fármacos analgésicos
que presenten reacciones adversas poco deseables, como adicción o sobredosis en el caso
de los opioides.
Para el tratamiento de las náuseas y los vómitos derivados de la quimioterapia, la
utilización de cannabinoides –tanto fumados como ingeridos en forma de cápsulas– es una
de las primeras aplicaciones medicinales estudiadas rigurosamente.
Algunos estudios han demostrado que fumar marihuana aumenta el apetito, causa
ganancia de peso, mejora el estado de ánimo y la calidad de vida en pacientes con
VIH/SIDA. El aumento del apetito también se puede lograr mediante la ingesta de
dronabinol por vía oral.
Por ejemplo, los pacientes con epilepsia refractaria, al ser tratados con CBD puro o su
asociación con THC, mostraron una reducción de la frecuencia de sus convulsiones.
También existen indicios de mejora de los síntomas en pacientes con Alzheimer y
Parkinson (con reducciones interesantes en los temblores) cuando consumen cannabis.

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