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GUION PARA SEMANA SANTA

PARTE I
LA ÚLTIMA CENA
NARRADOR: Jesús y sus discípulos se hallaban reunidos en el salón que le
había preparado Heli. Sobre mesa en forma de E sin el palo de
en medio, humeaba el cordero Pascual, el Nazareno indico que
podía comenzarse el sacrificio.

Los apóstoles se echaron en las camas que rodeaban la mesa la


parte exterior; por la interior servían los criados la cena.

Jesús ocupo la silla del centro. Juan, el discípulo favorito y de


corazón generoso, se sentó a su derecha. Al lado de Juan se
sentaron Santiago el mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan:
Jaime, primo de Jesús por parte de su madre; Bartolomé y
Tomas el incrédulo, que no creyó en las llagas de Jesús hasta
tocarlas.

Poco después debía sentarse, junto a Tomas, Judas el traidor, el


hijo de la aldea de Iscarioth.

A la parte opuesta se sentaron junto a Jesús, Andrés, Judas


Tadeo, el discípulo más fiel; después Simón, Mateo, y por último,
Felipe, que no esperaba nada bueno del Nazareno.

En la mesa solo había tres platos. El del centro contenía el


cordero pascual. A la derecha un plato de yerbas amargas, a la
izquierda otro de yerbas dulces.

Heli había comenzado a trinchar el cordero, pues servía a la


mesa en honor a sus huéspedes, cuando Judas, azorado y como
el hombre a quien persigue de cerca el remordimiento, entro en el
cenáculo, Jesús dirigió una mirada de dulzura al discípulo que
acababa de verderle y Judas, sin atreverse a mirar al Maestro
divino, fue a sentarse a un extremo de la mesa, al lado de tomas

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el incrédulo. Jesús toco con sus labios el vino que le acababa de
servir Heli y luego rezo en voz baja el padre nuestro que estas en
los cielos…

Después comenzó la Santa Cena, el futuro mártir estaba triste.


De vez en cuando su dolorosa mirada se fijaba con amorosa
dulzura en aquel punado de seres que tanto debían padecer por
él.

Judas no apartaba sus ojos del plato, tenebrosos de encontrarse


con la mirada de su maestro. Por fin Jesús exhalo un doloroso
suspiro y rompió el silencio diciendo:

JESUS: En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar.

NARRADOR: Los discípulos se miraron los unos a los otros, manifestando el


asombro que les causaban las palabras de su Maestro. Aquellas
miradas, llenas de profunda tristeza, de universal asombro eran
muda preguntas que se dirigían. Aquellos corazones puros no
podían comprender tal maldad. ¡Vender a Cristo!, ¡vender a su
Maestro!...

Era posible, juan fue el primero que se levantó y dijo:

JUAN: Maestro, ¿seré yo por desgracia ese miserable que tú dices?

NARRADOR: Jesús respondió sencillamente:

JESUS: Tú, no eres.

NARRADOR: Después pregunto Pedro:

PEDRO: ¿Soy yo acaso? ¿Acaso me cabe a mí esta desgracia? ¿Seré yo


ese infame?

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NARRADOR: Judas hundido en su venganza, comía y callaba, Jesús continuo:

JESUS: El que mete conmigo la mano en el plato ese es el que me


entregara.

NARRADOR: Al decir Jesús estas palabras, se hallaban en el plato las manos


de tres discípulos. Los tres se miraron absortos; pero en ese
momento una sola frente se ruborizo; la de judas Iscariote.

NARRADOR: Cristo contemplo un momento la turbación del traidor y el


asombro de los leales, y dijo con su bondad nunca desmentida:

JESUS: El hijo del hombre ha de ser entregado, como está escrito; pero
hay de aquel por quien seré entregado; ¡más le valiera no haber
nacido!

NARRADOR: Todas las miradas se fijaron en el traidor Judas, porque era el


único que no había dirigido ninguna pregunta a Jesús. El
Iscariote conoció que era preciso decir algo que dejara
satisfechas aquellas miradas que encerraban una reconvención
muda. Revistiose la serenidad e incorporándose sobre la mesa,
pregunto con voz entera:

JUDAS: ¿Soy yo por ventura, Maestro?

NARRADOR: El nazareno detuvo un momento su dulce mirada en la ceñuda y


amenazadora frente de su discípulo. En sus ojos dulces y
amorosos apareció una lágrima y conque voz resonó hasta en lo
más recóndito de las almas de sus discípulos, dijo sencillamente:

JESUS: Tú lo has dicho, judas tú eres.

NARRADOR: Y Jesús entrego al traidor un trozo de pan, símbolo de la


reconciliación. Entonces judas arrojándolo con fuerza al suelo

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salió precipitadamente de la sala, arrancándose los cabellos y
gritando:

JUDAS: ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable!

NARRADOR: Hubo un momento de pausa. Aquella escena conmovió a los


discípulos. Jesús, tranquilo, y olvidando el peligro que le
anunciaba la rabia de Judas, partió el pan y distribuyéndole entre
sus discípulos les dijo:

JESUS: Tomad y comed esto es mi cuerpo.

NARRADOR: Después Jesús tomo el cáliz, aplico a él sus labios y lo entrego a


los discípulos diciendo:

JESUS: Tomad y bebed todos de él porque esta es mi sangre del nuevo


testamento que será derramada para el perdón de los pecados.

NARRADOR: Los discípulos bebieron. Cuando terminaron Jesús hizo una


segunda libación, ofreciéndoles después el cáliz a sus discípulos.
Jesús entonces bajo de la mesa y, quitándose el manto que
embarazaba sus brazos, se encamino con paso tranquilo a un
extremo de la sala en donde veiase una toalla de lienzo, dos
ánforas de cobre y un lebrillo del mismo metal.

Dos criados de Heli entregaron la toalla a Jesús, que se la ciño a


la cintura, dejando un extremo colgando como un delantal. El
nazareno se acercó a Pedro, y dijo:

JESUS: Amado Pedro, voy a lavarte los pies.

NARRADOR: Pedro le contesto:

PEDRO: ¿Qué tú me vas a lavar los pies, maestro…?

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NARRADOR: Y Jesús le contesto:

JESUS: Cuando el espíritu Santo, mande la luz de la inteligencia sabrás


porque hago esto. El que no me obedezca será excluido del
número de mis ovejas.

NARRADOR: Pedro, que amaba a Cristo entrañablemente, se dejó lavar los


pies, Jesús lavó uno por uno los pies de sus discípulos. Luego,
dejando el lienzo en su sitio y colocando el manto gris sobre sus
hombros, volvió a sentarse en la mesa y dijo de este modo:

JESUS: Amados míos, lo que yo he hecho con vosotros debéis hacerlo


con vuestros hermanos para ganar el reino de los cielos. En
verdad os digo: el ciervo no es mayor que su señor ni el enviado
es mayor que aquel que lo envió: si esto hacéis comprenderéis la
necesidad que tiene el hombre de humillarse ante sus
semejantes por pequeños que sean, bienaventurados seréis si
así lo hicisteis.

Hijos míos, aun permaneceré algunas horas con vosotros; mas


luego me buscareis y no me encontrareis, porque donde yo voy
vosotros no podéis venir. Un mandamiento nuevo os doy no lo
olvidéis nunca: amaos los unos a los otros como yo os he amado.
No separéis de vuestro corazón la caridad, que en eso os
conoceré desde arriba por mis discípulos jamás deis entrada en
vuestro corazón a la avaricia: tratad a los demás hombres como
queréis que ellos os traten, sed siempre hermanos todos.

NARRADOR: Jesús se detuvo, inclino su radiosa frente sobre el pecho y un


suspiro se escapó de sus labios. Pedro cuyo carácter era noble e
impetuoso no estaba conforme con la separación que acababa
de anunciarle el maestro, aprovechando aquella corta pausa,
exclamo:

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PEDRO: Señor, has dicho que donde tú vas no puedo seguirte. ¿Por qué
no puedo seguirte yo? Mi vida es tuya, dispón de ella, no creas
que temo al peligro. ¿Qué mayor gloria que morir por ti?

NARRADOR: Jesús contemplo con amorosa mirada a Pedro y le dijo,


enviándole una sonrisa llena de ternura.

JESUS: ¿Qué tu vida darás por mí? En verdad te digo que no cantara el
gallo esta noche sin que me hayas negado tres veces. La paz os
dejo y la paz os doy. No se turbe nuestro corazón ni se
acobardéis. Todos vosotros amados discípulos míos, padeceréis
mucho esta noche por mí porque está escrito: Heriré al pastor las
ovejas mi muerte está cercana pero cuando resucite os ensenare
el camino.

NARRADOR: La tristeza de los discípulos era inmensa. Jesús padre amoroso


veía aproximarse el instante terrible de la separación y las
lágrimas asomaban a sus ojos. Por fin un esfuerzo y,
levantándose del lecho dijo a sus discípulos con voz entera:

JESUS: Vamos, la hora se aproxima…

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P A R T E II
EL PRENDIMIENTO
Primera parte
NARRADOR: Jesús y sus discípulos salieron de Jerusalén por la puerta Doria,
y cruzando el torrente cedrón, tomaron el angosto sendero que
conduce al monte de los olivos. Serían las diez de la noche. El
viento soplaba frio, impetuoso, como bronco lamento de la
naturaleza, quebrándose en las rocas del valle de los cedros.

Los búhos entonaban su letrico canto desde el sepulcro de los


profetas. La luna, triste y pálida como nunca, comenzaba a elevar
a su frente por las espaldas del monte negro. Espesos
nubarrones recorrían el cielo anunciando una próxima tempestad.

Habían caminado como unos mil pasos del torrente cedrón


cuando Jesús se detuvo delante de una granja llamada
Getsemaní, entonces Jesús dijo:

JESUS: Simón, Bartolomé, Tadeo, Felipe, tomas, Andrés, mateo y


Santiago el menor; quedaos aquí en este cercado: yo voy a orar
allí (y extendió el brazo en dirección del monte).

NARRADOR: Después repuso.

JESUS: Velad y orad a fin de no caer en tentación, y vosotros, pedro,


Santiago y juan seguidme.

NARRADOR: Jesús seguido de sus tres discípulos favoritos, entro por un


agujero que había en la tapia de tierra que cercaba el jardín.
Después caminaron como unos sesenta pasos. Un rayo de luna
cayó sobre la frente del maestro. El galileo volvió a detenerse, y
dijo:

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JESUS: Vosotros que habéis seguido por todas partes, vosotros solo
podéis ver mi debilidad sin dudar. Esperadme aquí en estos
olivos, los más viejos del monte, os servirán esta noche de
tienda.

NARRADOR: Los apóstoles preguntaban:

APOSTOLES: Pues que, ¿nos dejas señor?

NARRADOR: Jesús extendió el brazo en dirección a una gruta cuya entrada se


hallaba medio oculta por la maleza.

JESUS: Yo voy allí.

NARRADOR: Jesús oraba con la frente hundida en el polvo cuando resonó en


los ámbitos de las grutas, el sonido de una trompeta. Las
bóvedas se estremecieron, cuando el eco de la trompeta se
perdió en los ámbitos de la gruta, se oyó una voz poderosa que
decía:

ANGEL MALO: Hijo de los hombres, escuchen la voz del que tiene la llave de la
eternidad; oíd la palabra de aquel que enfrenta la furia de los
mares y torna en céfiro blando el devastador aliento del huracán;
escuchad el acento del que da la luz el sol fruto de los campos,
aroma a las flores; oíd la palabra del ser infinito que presta llamas
al infierno y poder a la muerte, y si existe bajo la azul inmensidad
una criatura que quiera morir por el género humano, si hay un
hombre que se atreva a soportar la muerte más dolorosa que
sufrió ser alguno desde el justo Abel hasta el presente, si hay una
criatura que quiera aparecer ante la presencia de Dios, que
corresponda, el eterno lo espera.

JESUS: Señor, mi cuerpo se halla dispuesto al sacrificio perezca mi carne


en pedazos, si mi dolorosa muerte ha de salvar al género
humano.

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NARRADOR: Entonces la bóveda de la gruta se abrió como para dar paso a las
palabras del futuro mártir. Un rayo de luz esplendorosa descendió
de los cielos. Aquella luz baño con sus divinos rayos el cuerpo de
Jesús que permanecía orando con el rostro en pesado a la tierra.
Aquel rayo de luz celestial lleno de valor el corazón de Jesús. Se
puso en pie y dijo con tranquilo acento:

JESUS: Cúmplase lo que de arriba emana: estoy dispuesto.

NARRADOR: Entonces se abrió la tierra y se apareció en la gruta el arcángel


tentador llevaba el traje blanco de los esenios y la sonrisa irónica
de los réprobos brillaba en sus labios.

ANGEL MALO: Aquí estamos, por segunda vez venimos a ofrecerte nuestra
protección: tu hora se aproxima ¿estas resuelto a morir por salvar
las iniquidades del género humano?

NARRADOR: Respondió tranquilamente.

JESUS: Si, mi sangre lavara el pecado nefando de la humanidad y su


cruz será la llave de la redención.

ANGEL MALO: ¿Vas a echar sobre tus hombros el crimen de Caín?

JESUS: Si, cargare con todos los crímenes de la humanidad.

ANGEL MALO: Escucha pues la sangrienta historia de esa raza que quieres
salvar con tu sangre inocente y dime después si es digna de tan
heroico sacrificio. Crucemos sin detenernos por un inmenso mar
de sangre que cubren las gigantescas olas del diluvio universal y
toda la historia está llena de crímenes, tentaciones, homicidios,
robos, adulterios, guerras y odios. La sangre de los hombres ha
ensuciado todos los lugares de la tierra con la tuya ¡oh Jesús!
Manchara en breve la cumbre del Gólgota y, ¿por esa raza de

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incestuosos, de fratricidas, de verdugos y designios vas a
sacrificarte? (sueltan una terrible carcajada).
NARRADOR: En la frente de Jesús broto una gota de sudor aquella gota era
roja, el nazareno estaba sudando sangre, alzo los ojos al cielo y
juntando las manos en ademan suplicante murmuro esta frase:

JESUS: ¡Dios mío, cúmplase tu voluntad señor! Hágase como deseas!

ANGELES MALOS: ¿Y no desprecias a esa raza?

UNA VOZ SONORA: Jerusalén, Jerusalén, prepárate a presenciar la muerte del


justo. Su dolor será inmenso, su agonía dolorosa, su
muerte cruel, pero su sangre purificara el género humano.

NARRADOR: Jesús callo de rodillas y se puso a orar. Una tercera gota de


sudor de sangre mancho su frente. La bóveda de la gruta volvió a
abrirse. La cruz del cielo baño por segunda vez el cuerpo del
mártir.

ANGELES BUENOS: Tu dolor sublime, tu sangre dará la paz al universo. ¡Gloria


a Jesús en la tierra! ¡Gloria al señor en los cielos!

(Aquí se entona un canto)

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EL PRENDIMIENTO
Segunda parte
NARRADOR: Retrocedamos algunas horas. Tomemos la narración desde el
momento que judas arrojando el pan que Jesús le había
entregado salió desesperadamente del cenáculo arrancándose
los cabellos y gritando soy un miserable como hemos dicho la
casa de Heli solo distanciaba unos 200 pasos del palacio de
Anas, donde se habían reunido los jueces para esperar al traidor
en el vestíbulo se hallaban algunos soldados calentándose
alrededor de un ancho bracero.

Se hallaba un largo corredor alumbrando con telas resinosas


colocadas en unas abrazaderas de hierro en las paredes.
Después, alzando una pesada de paño de tiro, se entraba en el
salón de ceremonias del pontífice Anas.

Judas echando sobre el banco, se mordía los labios de rabia


hasta por fin se bajó del banco y, dirigiéndose al Malco le dijo:

JUDAS: Ya es hora, vamos.

NARRADOR: Malco entro en el salón y dijo a Anas:

MALCO: Judas dice que ya es el momento.

ANCIANOS: Atenle y vayan por él.

MALCO: Voy a atarte.

JUDAS: ¿A mí?

MALCO: ¡Si, a ti! ¿Qué te extraña?

JUDAS: Eso es faltar al trato, eso es una traición.

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MALCO: ¡He! Menos voces, mi ilustre amo, no falta a lo prometido. Te he
dicho que cuando Jesús de nazareth este en nuestro poder serás
libre, pero hasta entonces tu no respondes de él.

NARRADOR: Judas conociendo que toda resistencia sería inútil, se detiene.


Pues ya algunos comenzaban a amenazarle con las lanzas se
dejó atar. La nocturna partida que llevaba la vergonzosa comisión
de prender a prender, salió del palacio de Anas. Delante iba
judas atado y Malco llevando cogido el cabo de los cordones con
la mano derecha. Después seguían cuatro criados del pontífice
con antorchas encendidas y fuertes garrotes en la mano.

CENTURION: ¿Qué sucede?

JUDAS: Allí veo al hombre a quien buscamos, desatadme, para que


puede acercadme a él.

CENTURION: Pero allí veo a dos hombres ¿Quién de ellos es?

JUDAS: Aquel quien yo de un beso en la mejilla ese es, aprendedle.

NARRADOR: Malco desato a judas y este avanzo algunos pasos. Jesús se


levantó como para esperarle. El apóstol traidor llego hasta donde
estaba su maestro y le dijo con acento cariñoso.

JUDAS: Dios te guarde maestro.

JESUS: Amigo, ¿a qué has venido?

NARRADOR: Judas rodeo con sus brazos el cuello de Jesús y estampo un


beso cariñoso en la mejilla de aquel, a quien acababa de vender
tan miserablemente.

JESUS: Judas, ¿con beso entregas al hijo del hombre?

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NARRADOR: Jesús viendo el tropel que se acercaba, pregunto con cariñoso
acento:

JESUS: ¿A quién buscáis?

NARRADOR: Malco y algunos ancianos le contestaron.

MALCO: A Jesús el nazareno.

NARRADOR: Dijo con majestad cristo, avanzando un paso.

JESUS: Yo soy.

NARRADOR: los soldados retrocedieron como si aquella voz le hubiera herido


mortalmente en el pecho.

JESUS: ¿A quién buscáis?

MALCO: A Jesús de Nazareth.

NARRADOR: Jesús avanzo otro paso y dijo:

JESUS: Os he dicho que yo soy, si me buscan a mí, dejad a estos.

NARRADOR: En este momento, Malco con los cordeles en la mano izquierda


se acercó a Jesús y él puso la mano izquierda en el hombro.
Pedro no pudo soportar el atrevimiento de aquel miserable y
sacando la espada, asesto una terrible cuchillada a Malco.
Algunos soldados apelaron a la fuga, temiendo, sin duda que los
demás tomaran parte en la refriega. El centurión romano desnudo
la espada y dijo con toda la fuerza de sus pulmones.

CENTURION: Sois soldados de tiberio y huir delante de un hombre ¡cobardes!


¡Hay de aquel que no cumpla con su deber! La pena de muerte
caerá sobre sus espaldas.

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NARRADOR: Esta amenaza detuvo a los fugitivos, que se agruparon alrededor
del centurión. Mientras tanto, Jesús había dicho a pedro:

JESUS: Vuelve tu espada a la vaina, el cáliz que me ha dado mi Padre


acaso no lo he de beber, además recuerda que el que a hierro
mata a hierro muere.

NARRADOR: Después se inclinó al suelo, puso su mano sobre la herida de


Malco y le dijo:

JESUS: Levántate. Como a un ladrón me habéis venido a aprehenderme


con espadas y con palos, y cuando estaba con vosotros
ensenando en el templo, no me aprehendías. Mas es preciso que
se cumplan las escrituras.

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P A R T E III
EL JUICIO
VIERNES SANTO
NARRADOR: Caifás desempeñaba el ano de la muerte de Jesús, las funciones
del sumo sacerdote de Jerusalén, pero por deferencia su suegro
Anas, cuya edad era muy avanzada, se convino que tan pronto
como Jesús cayera en manos de sus perseguidores fuera
conducido a casa de este último. Anas, pues estaba esperando al
Galileo, y la dignidad del sumo pontífice de que se hallaba
revestido aquella noche, le daba derecho a preguntar todo cuanto
creyera conveniente en el asunto, del falso profeta. Un
sacrificador del templo que había ido con la comitiva llamado
Esaú, entro en el salón gritando:

ESAU: ¡Ahí viene, ahí le traen! Ese hombre indudablemente es un


profeta, porque ante sus palabras los hombres caen, cuando se
queja, el trueno responde a sus lamentos.

ANAS: ¡Eh! Arrojad a ese loco, que no me moleste con sus necedades, y
si está vendido al Galileo, que lo azoten pasadas las fiestas de
los ázimos.

NARRADOR: El pobre Esaú fue sacado de mala manera del salón por los
criados del pontífice. Restablecido un poco el orden, Anas mando
condujeran a Jesús a su presencia. Anas era un viejo de setenta
años, extremadamente flaco y pálido como un cadáver. Su frente
deprimida, su cara larga, barba blanca y puntiaguda, le daban un
aspecto de crueldad. Sus ojos eran pequeños y de un azul claro y
feo. Los gritos de ¡Abrid paso! ¡Jesús, falso profeta, el
ambaucador, el hechicero! Y otros mil insultos que los servidores
del suegro del pontífice tributaban al Nazareno a la puerta de la
calle, cesaron de repente apenas unos de los servidores de Anas
se presentó a decir que su señor esperaba al reo. Todos los

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presentes fijaron su rencorosa mirada en el manso cordero que
tenían delante. El rostro de Jesús estaba desnudo, su manto
hecho jirones, su turba purísima manchada de sangre. Anas
viendo al futuro mártir, sintió rebosar de odio…

ANAS: ¿Eres tu Jesús de Nazareth?

JESUS: ¿Por qué me preguntas a mí? Preguntad a los que me han oído
lo que yo les he ensene, ellos saben bien lo que yo les he dicho.

NARRADOR: Apenas la dulce voz de Jesús acabo de pronunciar las anteriores


palabras, el miserable Malco, que se hallaba a su lado, levanto la
mano y le dio una terrible bofetada. Jesús cayó al suelo; Jesús se
levantó y dijo estas palabras, cuya mansedumbre no puede
enaltecer a la altura que merecen, dirigiéndose al verdugo.

JESUS: Si hable mal muéstrame en qué, pero si solo he hablado bien


dime ¿Por qué me pegas?

NARRADOR: La humildad de Jesús irrito de tal modo a Anas, que


levantándose de su sitial y olvidando la compostura que le
imponía el cargo que desempeñaba, comenzó a gritar:

ANAS: ¡Llevadle, llevadle a casa de Caifás! Allí está reunido el tribunal,


allí esperan los testigos que le acusan. Yo no quiero ver ante mi
presencia a ese miserable.

MALCO: Vamos falso profeta, y cuidado con la lengua en presencia del


pontífice, si no quieres que mi mano acaricie tu mejilla por
segunda vez.

NARRADOR: Entonces un soldado coloco una cana en las manos de Jesús


pasándola bárbaramente por los cordeles que sujetaban las
muñecas.

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GUION PARA SEMANA SANTA
MALCO: Ya tiene cetro; vamos a que el pontífice le ponga la corona
(soltando una carcajada).

NARRADOR: Mientras tanto, en casa de Caifás, poseídos de una mezquina


pasión de venganza, se hallaban reunidos una multitud de
ancianos, escribas, sacerdotes y fariseos. Nicodemus se hallaba
también en aquella asamblea, esperaba al Nazareno, de que se
había nombrado defensor en secreto de vez en cuando los ojos
de Caifás se encontraban con impasible figura de Nicodemus. Allí
estaban también los falsos testigos. El Nazareno por fin llego a la
casa del pontífice Caifás, dos discípulos entraron también
confundidos entre la muchedumbre. En este momento
Nicodemus busco en el salón a un amigo que se pusiera como el
de parte de Jesús. José de Arimatea que acaba de llegar, aunque
no había sido citado, levanto el extremo de la capa, haciendo al
mismo tiempo una seña de inteligencia. Aquellos dos hombres se
habían comprendido, dijo en voz baja Nicodemus a José de
Arimatea…

NICODEMUS: Aquí va a cometerse una infamia.

JOSE: Tal creo y estoy dispuesto a la defensa.

NICODEMUS: ¡Hay amigo creo que todo será en vano!...

NARRADOR: El gentío que rodeaba la casa del pontífice era inmenso. Se iba a
juzgar a un profeta, a un Dios; esto era curioso. Caifás clavo sus
negros ojos en Jesús, el sumo sacerdote, que tenía unos
cuarenta años de edad, y cuyas facciones extremadamente
pronunciadas tenían algo de ferocidad, vestía una túnica blanca y
un ancho manto de color Jacinto con franjas de oro que cubrían
sus espaldas. Sobre su pecho brillaba el Ephad del sacerdote y
en la cabeza descansaba la tiara del Pontífice. Era el tercer poder
de Jerusalén, gobernador después de Pilatos, Tetrarca después
de Herodes.

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GUION PARA SEMANA SANTA
CAIFAS: Acercadme a ese embaucador.

NARRADOR: Los soldados obedecieron.

CAIFAS: Óyeme falso profeta y respóndeme sin turbarte. Habla como lo


hacías en las sinagogas y en Galilea, detesto a los hipócritas…

NARRADOR: Nicodemus irritado del bárbaro tratamiento que daba a Jesús,


avanzo dos pasos con ademan altivo, y dijo:

NICODEMUS: Caifás, este hombre está acusado pero no condenado. Manda a


tus servidores que le respeten, que le desaten, que le concedan
el derecho de defenderse con libertad; de lo contrario, la ley de
nuestros mayores se verá esta noche hollada a los pies de esos
miserables.

NARRADOR: José de Arimatea avanzo también, y dijo con dignidad:

JOSE: Pido lo mismo que mi compañero Nicodemus.

NARRADOR: En el salón se levantó un murmullo de aprobación. Entre los


espectadores se oyeron algunas voces favorables a Jesús. El
pontífice impuso silencio y mando a los soldados que se
separaran seis pasos del acusado. Después se sentó con
ademan altanero. La pantera se preparaba para la lucha, giro los
ojos en derredor, buscando los miserables testigos que debían
ayudarle; reinaba un momento de silencio, Jesús se hallaba de
pie delante del tirano, pálido, con la mirada dulcemente fija en un
punto de la sala donde sus dos discípulos favoritos, pedro y juan.
Caifás llamo a los testigos. Caifás llamo a los testigos algunos
hombres se presentaron delante del tribunal. Nicodemus, al ver a
aquellos hombres, no pudo sujetar la indignación que le
inspiraba, y avanzando un paso dijo…

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GUION PARA SEMANA SANTA
NICODEMUS: Caifás, nos des crédito a esos hombres, piensa que Jesús, en
vez de ser un falso profeta, puede ser un enviado de nuestro
Dios, un elegido del Santo de los Santos.

CAIFAS: Nada bueno saldrá de Galilea, han dicho las escrituras, y Jesús
es Galileo.

NICODEMUS: Sí, pero Jesús ha nacido en Belén, y la escritura dice: saldrá un


profeta de la raza de David y de la ciudad de David...

CAIFAS; ¿Eres tu defensor de este hombre?

NICODEMUS: Soy fariseo, respeto la ley. Si Jesús es culpable medidle con la


misma medida que a los demás hombres. La ley debe ser recta
como la torre de David. Firme como las rocas del Sinaí.

NARRADOR: Caifás dominado por la cólera, se puso de pie por segunda vez
diciendo:

CAIFAS: Hablen ustedes, ¿Qué saben de este embaucador?

TESTIGOS: Nosotros lo hemos oído decir: yo destruiré el templo de Jerusalén


hecho de mano de hombre y en tres días yo edificare otro no
hecho por manos de los hombres.

CAIFAS: ¿No respondes a lo que estos atestiguan en tu contra?

PUEBLO: Que hable, que se defienda… (Gritan todos al mismo tiempo).

CAIFAS: ¿Eres tú el hijo de Dios bendito?

JESUS: Yo soy. Y en verdad te digo que un día veras al hijo del hombre
sentado a la diestra del poder de Dios y lo verán venir desde las
nubes del cielo.

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GUION PARA SEMANA SANTA
CAIFAS: ¡Ha blasfemado!, ¡ha blasfemado! Para que necesitamos
testigos, ustedes han escuchado la blasfemia, ¿Qué os parece?

PUEBLO: ¡Es reo de muerte! ¡Es reo de muerte!

CAIFAS: Llévenlo a la presencia de Pilatos que él le condene, yo no debo


mancharme con su pecado.

CLAUDIA Y PILATO
NARRADOR: Retrocedamos. El sol acababa de nacer, sus purísimos rayos
caían como una lluvia de oro sobre los mármoles bruñidos de la
ciudadela Antonia y la cilíndrica Torre de David. Poncio Pilato se
paseaba inquieto, en esto abriose una puerta y apareció una
mujer joven y hermosa…

PONCIO: ¿Eres tu Claudia? ¿A qué debo la fortuna de verte tan


temprano?, (Poncio toma una de las manos de su esposa) estas
conmovida, pálida ¿Qué tienes?

CLAUDIA: ¡Ah! Poncio he tenido un sueño horrible, espantoso, pero lo más


particular, lo más extraño es que he soñado despierta.

PILATOS: Desecha tus temores, esposa mía (sonriendo) yo bien sé que


esta triste ciudad de Jerusalén no es muy de tu agrado, pero
¿Qué quieres? Tu pariente Tiberio dice que necesita un hombre
como yo, represente en Israel y es preciso conformarse a vivir en
este desierto hasta el día que se apiade de nosotros.

CLAUDIA: No es eso, Poncio. Lo que en este momento me sobresalta, lo


que me aflige, es un sacrilegio, un desicio, una cosa horrible,
espantosa, que van a cometer los sacerdotes y que no quiero
que tú sanciones con tu aprobación.

PILATOS: Claudia mía, tus palabras me admiran; te ruego, pues, que te


expliques.
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GUION PARA SEMANA SANTA
CLAUDIA: ¿Conoces tú a Jesús Nazareno?

PILATOS: ¡Ah! sí, ese galileo que recorre las tribus curando enfermos, ese
hombre extraordinario que predica una ley nueva, el que dice que
los hombres son hermanos, que el ultimo será el primero en el
reino de su padre y que se yo cuantas cosas más. Cuyo
significado no comprendo, pero ¿Qué tiene que ver ese hombre
con tu sobresalto?

CLAUDIA: Pues bien, Jesús ha sido preso esta noche por tus soldados y
jamás hombre alguno se visto tan cruelmente maltratado. ¿Desde
cuándo los hijos de Tiberio escupen al rostro y arrancan las
barbas de sus indefensos prisioneros?

PILATOS: ¿Cómo sabes tú eso? ¿Acaso has salido de la ciudadela?

CLAUDIA: No, ya te he dicho que he tenido un sueño horrible (Pilato sonríe).

CLAUDIA: ¿Dudas de mis palabras?

PILATOS: No creo en los sueños, querida Claudia.

CLAUDIA: Yo he visto a través de las paredes de mi recamara una horda de


hombres feroces que armados de lanzas y palos saltan por la
puerta de las aguas a las doce estos hombres de consejo.
Llegaron al monte de los olivos. Allí estaba Jesús orando, como
de costumbre. Al verle se arrojaron sobre el cómo lobos
hambrientos, Jesús con su inquebrantable mansedumbre, se dejó
atar las manos a la espalda luego le condujeron a la ciudad a la
casa del pontífice por el camino, las burlas sangrientas, los
crueles golpes se prodigaron con un lujo criminal. Jesús lo sufría
todo, diciendo con su dulcísima voz “perdónalos, Padre mío, no
saben lo que hacen”. ¡Poncio, Poncio! ¡En Jerusalén va a
cometerse un crimen espantoso. La sangre del inocente Galileo
caerá sobre tu nombre, mancillándole eternamente. Tú eres juez

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GUION PARA SEMANA SANTA
romano, solo tú tienes derecho de vida y muerte sobre los judíos;
yo vengo a rogarte que no seas cómplice de tan nefasto crimen.

PILATOS: Desecha tus temores. Tú lo has dicho, todo eso no es otra cosa
que un sueño, pero si este sueño fuera una realidad, te juro que
yo defenderé a Jesús para que no haya conspiración contra
Tiberio.

CLAUDIA: No olvides que tengo tu palabra.

PILATOS: Confía la sentencia de Jesús, si no resulta enemigo del imperio,


no se firmara, y en prueba de ello te entrego mi anillo.

NARRADOR: Pilatos se quita una gruesa sortija del dedo, en cuya piedra se
hallaba grabada la cabeza de Tiberio y un águila con las alas
desplegadas y se la entregó a su esposa.

PILATOS: ¿Estas contenta?

CLAUDIA: ¡Oh si Poncio mío, estoy contenta! Porque voy a evitarte una
infamia…

NARRADOR: Claudia observando que su esposo sonreís, continuo…

CLAUDIA: ¿Dudas todavía de la realidad de mis sueños?

PILATOS: Siempre has tenido una imaginación sonadora.

NARRADOR: Apenas Poncio Pilato acaba de decir estas palabras cuando


Cayo Appio, centurión de la guardia pretoriana, entro en el
camarín. Cayo Appio era español, como Pilato y los dos hijos de
Tarragona. El gobernador tenía en Cayo un amigo leal y un
súbdito fiel.

PONCIO: ¿Qué ocurre Cayo?

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GUION PARA SEMANA SANTA
CENTURION: Señor, los sacerdotes te traen un reo para que lo juzgues.

CLAUDIA: Ese que viene es Jesús nazareno; mi sueño era una revelación.

NARRADOR: En este momento llegaron hasta el cuarto las confusas voces del
pueblo, que pedía justicia desde la plaza.

PONCIO: ¡Cayo! Abre todas las puertas del palacio. ¡Que entren esas
hienas!

NARRADOR: Cayo corrió a ejecutar las ordenes de su señor, Claudia salió de


la recamara, pero ante recordó a su esposo que él había dado su
palabra de respetar la vida de Jesús, pocos momentos después
volvió a aparecer Cayo Appio, los gritos continuaban con doble
furia.

CENTURION: Los jueces del sanedrín, los sacerdotes y los fariseos, se niegan
a entrar en el palacio; porque no quieren manchar su conciencia
entrando en el día de Pascua en la casa de un hombre que adora
a los dioses del Olimpo.

PONCIO: Miserables hipócritas ¡Raza despreciable y vil!, que toca las


trompetas para dar un miserable denario de cobre al
menesteroso, y roba en silencio un talento hebreo al que no
tiene.

NARRADOR: Como en ese momento los gritos de ¡justicia, que salga el


gobernador! ¡Que se asome Poncio Pilatos! Llegaban con fuerzas
a sus oídos, continuo:

PONCIO: Está bien, ya ellos no quieren venir hasta mí, yo iré hasta ellos,
Cayo, forma mi guardia pretoriana en las gradas del palacio, mi
trono ambulante bajo el primer pórtico, y pon dos
portaestandartes; al pie de esos perros rabiosos.

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GUION PARA SEMANA SANTA
NARRADOR: Cayo obedeció a su señor, aquellos soldados, graves
amenazadores con la piel de leopardo sobre las espaldas, de
bruñida coraza y el estandarte con el águila imperial, inspiraban
respeto. Pronto cundió la noticia de que el juez romano iba a
representarse. Jesús mientras tanto, se hallaba en la mitad de la
plaza, sufriendo los insultos y los golpes del populacho. Por fin
apareció Pilato bajo los pórticos de su palacio, sentado. En rico
sillón de oro, que conducían cuatro esclavos. Poncio Pilatos
extendió por la plaza un pequeño bastón de oro que llevaba en la
mano, como indicando que quería hablar. Un silencio profundo se
extendió por la plaza. El gobernador abarco con una mirada de
desprecio aquella muchedumbre y luego dirigiéndose otro de
compasión al reo. Dijo con voz eterna y sonora:

PONCIO: Pueblo que vienes a interrumpir el dulce sueno de la mañana a tu


juez, ¿Qué quieres?

PUEBLO: ¡Justicia! ¡La cruz para Jesús nazareno! (exclamaron mil voces a
un tiempo)

PONCIO: ¿De qué delito acusáis a este hombre? Pero os prevengo que no
quiero que habléis todos a la vez, que tome uno de vosotros la
palabra y los demás que guarden silencio.

NARRADOR: Entre los sacerdotes hubo un momento de vacilación, buscando


el que debía exponer ante el juez los crímenes imaginarios del
Nazareno. Por fin eligieron al hombre que se prestó a tan
degradante comisión.

ANAS: Juez romano, el pueblo pide justicia y la espera de ti, porque solo
tú tienes derecho de vida y muerte sobre los súbditos del ilustre
Tiberio. Este hombre es el hijo del carpintero José y de María,
todos le conocemos perfectamente. Dice sin embargo, que es el
Rey de Judá, hijo de Dios y que se yo cuantos sacrilegios más,
que no son decorosos recordar. Hace tres años que recorre las

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GUION PARA SEMANA SANTA
tribus embaucando a las gentes sencillas, no respeta la ley de
nuestros mayores y cura en sábado las dolencias del prójimo.
Esto como vez merece la muerte, y eso espera de ti el pueblo
que llena la plaza.

PONCIO: Si Jesús no ha cometido más crímenes que los que acaban de


relatar, yo, que represento a Roma, no le hallo culpa suficiente
para castigarle.

CAIFAS: Es un malhechor, un conspirador, un blasfemo, (acercándose a


las gradas) si no fuera un criminal no te lo hubiéramos traído.

PONCIO: Si ese hombre peco contra vuestra ley, juzgadle vosotros ¿Qué
tiene que ver Roma con vuestras cuestiones religiosas? Os tolera
vuestro templo, os permite que recéis en vuestras sinagogas, y
nada más juzgadle vosotros.

CAIFAS: La pena de muerte bien lo sabes, Pilatos os la habéis reservado


vosotros como derecho de conquista, nosotros no podemos
sentenciar a Jesús y su delito merece la muerte.

PONCIO: Pues bien, acusadle de crímenes que merezcan la cruz; estoy


dispuesto a oírlos hablad, pero todo lo que me habéis dicho no
vale ni siquiera la pena de que mis soldados permanezcan con la
lanza en el hombro un cuarto de hora.

CAIFAS: Pilatos, con lo que te hemos dicho de sobra, tienes para


sentenciar a Jesús. Recuerda que tiberio ha declarado reos de
muerte en cruz afrentosa a todos los hechiceros y este hombre
cura endemoniados y hace otros miles de sortilegios. ¿No falta a
lo que tu señor prescribe?

PILATOS: Cayo, que hagan subir al pretorio a Jesús.

CENTURION: Marco trae acá a ese hombre.

25
GUION PARA SEMANA SANTA
MARCO: Pilatos mi señor, te espera… sigue mis pasos.

NARRADOR: Jesús siguió al mensajero con paso tranquilo Poncio estuvo


contemplando algunos segundos la mansedumbre del Nazareno.
En los divinos ojos de Jesús, habla tal bondad que el juez
romano no pudo menos que murmurar en voz baja…

PONCIO: (Diciendo en voz baja) este hombre no puede ser criminal, lleva
escrito en el rostro la belleza de su alma. (Dirigiéndose a Jesús)
¿Eres tu rey de los judíos?

JESUS: ¿Dices eso por ti mismo o te lo ha dicho otro de mí?

NARRADOR: Pilatos medito un momento porque la voz de Jesús había


producido en su alma una dulce sensación…

PILATOS: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación y los pontífices te han puesto en


mis manos. ¿Qué has hecho para que deseen tu muerte con tan
tenaz empeño?

JESUS: Mi reino no es de este mundo: no debe pues, inspirar recelo a tu


señor, si de este mundo fuera, mis ministros pelearían para que
no fuera entregado a los judíos.

PONCIO: ¿Eres tu rey?

JESUS: Tú dices que lo soy, yo para eso nací: más vengo a reinar en el
corazón de los justos, a transmitirles la luz divina de la gracia y
de la verdad. Todo aquel que ame la verdad, que escuche mi
voz.

PONCIO: ¿Pero? ¿Qué verdad es esa de la que me hablas?

NARRADOR: Jesús no respondió. Entonces el juez romano, dirigiéndose al


pueblo, dijo levantando la voz:

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GUION PARA SEMANA SANTA
PONCIO: Ningún delito encuentro en este hombre.

NARRADOR: La opinión de Pilatos irrito a los fariseos, que comenzaron de


nuevo a lanzar maldiciones.

CAIFAS: Medita lo que dices, Jesús ha ejercido en Galilea toda clase de


sacrilegios.
PILATOS: ¿Es galileo Jesús?

CAIFAS: Si, de Nazaret.

PONCIO: Pues entonces llevadle a Herodes, tetrarca de Galilea, que se


halla en su palacio de Jerusalén con motivo de las fiestas de
Pascua; que le juzgue el, decídselo de mi parte.

NARRADOR: Herodes Antipas, el matador del Bautista, se hallaba en este


palacio cuando uno de sus servidores fue a decirle que Pilato, el
juez romano, él enviaba a Jesús nazareno para que le juzgara.

Herodes tenía vivos deseos de conocer a Jesús, cuya fama había


llegado a sus oídos. Mando que le introdujeran al reo y a sus
acusadores a su presencia. El galileo, que durante la noche
anterior y parte de la mañana no había levantado sus ojos del
suelo, sin abandonar ni un solo momento su admirable
mansedumbre, tan pronto como vio delante de el al asesino del
Bautista fijo en el su mirada llena de reconvención. Herodes
mantuvo aquella mirada por un momento y luego dijo:

HERODES: No podéis pensaros respetables sacerdotes, lo que os agradezco


el que me presentáis a este hombre; hace tiempo que la fama de
sus milagros resuena en mis oídos y deseo vivamente ver por
mis propios ojos uno de esos prodigios que trae alborotados a los
sencillos habitantes de Zabulón. Acércate, profeta y no temas, y
puesto de los prodigios están en tus manos, muéstrame tus
habilidades. Confunde mi poca fe. Vamos haz un milagro.

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GUION PARA SEMANA SANTA
NARRADOR: Jesús dirigió una mirada de compasión al tetrarca y guardo
silencio.

HERODES: ¿Eres mudo por ventura? ¿Por qué no hablas? ¿Por qué no me
confundes? Asómate a esa ventana, desde donde se ve la
cilíndrica torre de David, y dile que te salude.

NARRADOR: Jesús guardo silencio, despreciando las exigencias de Herodes.

HERODES: ¿Olvidas que soy el tetrarca de Galilea… (Exclamo Herodes lleno


de cólera) y que tu silencio puede costarte caro? La muerte….

NARRADOR: El nazareno sonrió dulcemente.

HERODES: ¡Miserable! Desprecias mis amenazas, ¿estás loco? Haz un


prodigio o de lo contrario, el rigor de mi cólera caerá sobre tu
cabeza.

NARRADOR: El mártir permaneció impasible y mudo con la mirada fija en el


rostro del tetrarca. Hubo un momento de pausa. Herodes
continúo:

HERODES: Hago mal en irritarme contigo. Sin duda, ilustre rey me cree
inferior a tu persona y me desprecias. Es justo, pero debo
advertirte que yo, no solamente me hallo dispuesto a perdonarte
y aclamarte por mi señor sino que prometo adorarte como a un
Dios si logras resucitar a tu noble abuelo David.

NARRADOR: Jesús nada respondió. Entonces Caifás, avanzo unos pasos y


colocándose junto al reo, exclamo:

CAIFAS: Ilustre tetrarca, este hombre es un embaucador; tú le ofreces una


corona por un milagro y no lo hace.

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GUION PARA SEMANA SANTA
HERODES: ¡Bah! ¿Para qué necesita Jesús la corona? ¿No la lleva de
espinas sobre la frente? ¿Qué falta le hace el cetro? ¿No lo tiene
de cana entre sus manos? Solo le falta la túnica blanca de los
reyes de teatro. ¡Esaú! Dadle a Jesús nazareno la túnica y
llevadle a Pilatos para que coloque en sus hombros el manto
purpura de los emperadores.

NARRADOR: Después bajando del trono, abandono la sala de la justicia,


mandando que se llevaran a aquel hombre. Pilato se creyó libre
del grave compromiso de sentenciar a Jesús. Cuando oyó
pronunciar su nombre en la plaza y con disgusto y asombro vio
que le traían por segunda vez a Jesús. Cayo Appio entro a
decirle que un criado de Herodes deseaba hablarle.

CENTURION: Señor un criado de Herodes quiere hablarte.

PILATOS: ¿Qué quieren de mí esos furiosos?

CENTURION: El tetrarca te envía a Jesús.

PILATOS: ¿Por qué no lo juzga? ¿Por qué no lo sentencia?

CENTURION: Sin duda, no le encuentra delito de ello.

PILATOS: Está bien, que entre ese hombre.

NARRADOR: Poco después, el criado de Herodes se hallaba en presencia del


gobernador.

ESAU: Mi amo me envía para decirte que te agradece el que le hallas


enviado a Jesús nazareno, y que desde ese momento, te ruega
des al olvido todo lo pasado y le reconozcas como un amigo y
súbdito fiel y leal de Augusto Tiberio.

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GUION PARA SEMANA SANTA
PILATOS: Di a tu amo que puede contar desde ahora con mi amistad como
conto en otro tiempo y que me sentiré muy honrado, si me cuenta
entre el número de sus amigos. Pero, ¿Por qué vuelve a
remitirme a Jesús? ¿Por qué no le juzga? ¿Por qué no le juzga
el, siendo galileo?

ESAU: Porque mi amo cree que ese hombre, más que un criminal es un
loco.

PUEBLO: ¡Pilato! ¡Que salga el gobernador! ¡Que sentencie al galileo, la


cruz para el nazareno! (gritaban la alborotada muchedumbre
desde la plaza desgraciadamente).

NARRADOR: Poncio se estremeció, aquellos gritos levantaban un eco doloroso


en su conciencia. Ya lo hemos dicho: Pilato era débil y su
debilidad iba mancharle con un borrón indeleble.

PILATOS: ¡Oh! Esas hienas acabaran por devorar al indefenso cordero que
ha caído en sus manos.

NARRADOR: Y diciendo esto se encamino a la azotea de su palacio desde


donde hablaba con su pueblo.

PILATOS: ¡Israelitas! ¿Qué queréis de mí?

PUEBLO: ¡La muerte, el Gólgota, la cruz para el nazareno, la cruz para ese
hombre!

PILATOS: Me habéis presentado a ese hombre como pervertidor del pueblo


y ved que preguntado yo delante de vosotros y no halle en el
culpa alguna de aquellas que le acusáis; os remití a Herodes y
tampoco el tetrarca le cree culpable si nada se ha probado que
merezca la muerte, ¿Por qué le queréis matar así?, le soltare
después de haberle azotado. Cayo: haz azotar al nazareno.

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GUION PARA SEMANA SANTA
P A R T E IV
VIA CRUCIS DEL VIERNES SANTO
1ª ESTACIÓN.
Jesús condenado a muerte.
PILATOS: ¡Sacerdotes de Jerusalén! ¡pu3blo de Israel! Pongan atención a mis
palabras. Ustedes me han traído a este Jesús de Nazareth; lo acusan
de alborotar al pueblo. Sin embargo, yo no he encontrado ningún
delito en él. Lo envíe al rey Herodes; y el tampoco encontró ningún
delito en él. Por consiguiente, me veo obligado a dejarlo en libertad.

CAIFAS: ¡Te equivocas Pilatos! Si tú lo dejas en libertad, no eres amigo de


Cesar. Este hombre, Jesús de Nazareth lleva ya tres años alborotando
al pueblo; miles de personas lo siguen, miles de personas estas de
parte de él. Y hace algunos días, esa gente, aquí en Jerusalén, acaba
de proclamarlo Rey de los judíos. Pusieron sus mantos en el camino,
cortaron ramos de los árboles y lo proclamaron rey de Israel, rey de los
judíos. Y en el imperio romano, no puede haber dos reyes; o el Cesar
de Roma, o Jesús de Nazareth Rey de los judíos. Y si te pones de
parte de Jesús de Nazareth, estarás en contra del cesar de Roma; y él
te condenara como enemigo suyo.

PILATOS: Entonces, ¿Qué quieren que haga con Jesús de Nazareth, rey de los
judíos?

CAIFAS: Crucifícalo, yo Caifás con la autoridad que tengo, proclamo que no


tenemos más rey que el Cesar. ¡A Jesús crucifícalo!

LEPROSO: ¡No hagas eso Pilatos! ¡Jesús de Nazareth es inocente de toda


culpa! El cura a los enfermos, y ayuda a los pobres; él hace
milagros a favor de los ciegos, de los paralíticos, a favor de los
leprosos. Miren: yo era un leproso; desde que era un niño, mi
cuerpo estaba lleno de lepra. Y Jesús de Nazareth hizo un

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GUION PARA SEMANA SANTA
milagro, y me curo: vean mi piel, vean mi cuerpo, vean mis
manos, vean mi cara; ya no tengo lepra. ¿Es esto un delito?
¿Vas a condenar a Jesús de Nazareth, por haberme curado de
mi lepra? Jesús de Nazareth es inocente, Pilatos. ¡Déjalo en
libertad!

CAIFAS: ¡Cállense la boca! ¡Usted no tiene derecho a hablar delante de las


autoridades! Es cierto que Jesús de Nazareth curo a muchos
enfermos; es cierto que dio vista a los ciegos, que abrió los oídos a los
sordos, que soltó la lengua a los mudos. Es cierto que curo a
paralíticos y leprosos como usted. Pero todo eso lo hizo no por el
poder de Dios, sino por el poder del demonio, de belcebú, príncipe de
los demonios. Y por eso debe morir Jesús, porque esta poseído por el
espíritu de satanás.

FARISEO: Pilatos, en nombre de la ley de Moisés, en nombre de la ley de


nuestros padres, pido que Jesús de Nazareth sea crucificado. Yo soy
fariseo, hijo de fariseos, conozco la ley y soy guardián de la ley. Este
hombre, Jesús de Nazareth ha violado la ley del sábado, haciendo
curaciones en el día del sábado; ha ido en contra de las costumbres de
nuestros mayores que nos obligan al ayuno y a la penitencia, porque el
Jesús de Nazareth, se ha dedicado a comer y a beber en compañía de
los publicanos y los pecadores que están fuera de la ley. Y si algunos
de los de aquí presentes declara inocente a Jesús de Nazareth, se
hará cómplice de él; estará en contra de la ley de Moisés, de las leyes
del Sinaí. ¡Pido en, nombre de la ley de Moisés que Jesús de Nazareth
sea crucificado!

ESCRIBA: Pilatos en nombre de las tradiciones más sagradas. Crucifica a Jesús


de Nazareth. Jesús de Nazareth ha violado las escrituras y la tradición
de los judíos, yo soy escriba, y conozco bien lar tradición de nuestros
mayores. Y este hombre Jesús de Nazareth, ha despreciado la alianza
de nuestro padre Jacob, por querer establecer una nueva alianza con
Dios. ¿A nombre de quién? ¿Qué acaso Jesús de Nazareth, es más
grande que nuestro padre Jacob?, ha despreciado los sacrificios del

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GUION PARA SEMANA SANTA
templo de Jerusalén, diciendo que se puede rendir culto a Dios en
cualquier lugar profano. Más aun, se ha atrevido a decir que
destruyamos el templo de Jerusalén, porque él es capaz de
reconstruirlo en tres días. Si en tres días, cuando nuestros
antepasados tardaron más de 40 años en construirlo. ¿No es esto una
blasfemia? ¿No es esto una violación a las tradiciones más sagradas
de nuestro pueblo, de nuestra raza? Pilatos si nos condenas a muerte
a Jesús de Nazareth, estarás violando las tradiciones de nuestro
pueblo judío, del pueblo de Israel.

PILATOS: Repito que no he encontrado en él, delito alguno. Miren, les propongo
lo siguiente: es costumbre que en la fiesta de la pascua se deje en
libertad a un prisionero. Tenemos a un hombre llamado Barrabas que
fue hecho prisionero, por ser asaltante en los caminos. Escojan
ustedes; ¿a quién quieren que deje en libertad, a Barrabás o Jesús de
Nazareth?

PUEBLO: Deja libre a Barrabas, ¡condena a muerte a Jesús de Nazareth!

PILATOS: Repito que no he encontrado ningún delito en Jesús de Nazareth.

PUEBLO: Crucifícalo, ¡que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros


hijos!

PILATOS: (Mientras se lava las manos) yo no me hago responsable de la muerte


de este hombre. Allá ustedes. ¡Ustedes responderán por la sangre
derramada de Jesús de Nazareth!

PUEBLO: Crucifícalo, ¡que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros


hijos!

SOLDADO: Jesús de Nazareth ha sido condenado a morir en la cruz. La


sentencia debe cumplirse de inmediato ¡pongámonos en marcha!

33
GUION PARA SEMANA SANTA
2ª Estación. Jesús carga su cruz.
SOLDADO 2: Conforme a la ley romana, el condenado a morir en la cruz, debe
cargar con su cruz, ¡aquí está tu cruz Jesús de Nazareth!
¡Cárgala sobre tus hombros!

ANAS: Conforme a las leyes judías, debías morir apedreado, o arrojado desde
lo alto del templo, Jesús de Nazareth. Pero vas a morir conforme a las
leyes romanas: morirás crucificado. Es la ley romana la que te juzga y
la que te condena. Será la ley romana y las autoridades romanas las
que se manchen con tu sangre, debo estar limpio de toda mancha para
poder ofrecer los sacrificios en el templo de Jerusalén para estas
fiestas de pascua. En esta forma, yo quedo limpio de tu sangre, Jesús
de Nazareth, porque eres juzgado y condenado no por la ley judía sino
por las leyes romanas, ¡carga tu cruz Jesús de Nazareth! ¡Carga tu
cruz romana que me deja limpio de toda mancha!

ESCRIBA: Según las sagradas escrituras, el Mesías debía salvar a Israel;


hacer de Israel la nación más poderosa del mundo. ¿No que tú
eras el Mesías, Jesús de Nazareth? ¿No que eras el enviado de
Dios? Quisiste ser el Mesías, de los pobres, ¡pues carga tu cruz,
Jesús de Nazareth! ¡Carga tu cruz Mesías de los ciegos, Mesías
de los pobres, Mesías de los leprosos! ¡Carga tu cruz Mesías de
los pecadores!

FARISEO 2: ¡Carga tu cruz, Jesús de Nazareth! Tú dijiste que nosotros los


fariseos le impedimos al pueblo el camino al cielo; pues carga tu
cruz, camino del infierno. Tú dijiste que nosotros los fariseos
hacíamos de nuestros discípulos, discípulos del demonio, ¡pues
carga tú Cruz abandonado de todos los discípulos! Tú dijiste que
nosotros los fariseos estábamos ciegos y que éramos guías
ciegos: pues abre bien los ojos para no caer por el camino, con tu
cura a cuestas. Tunos llamaste a los fariseos, malditos e hijos del
pecado; carga ahora con tu cruz de pecador y asesino. Tú nos
dijiste a los fariseos que estábamos sucios y corrompidos en

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GUION PARA SEMANA SANTA
nuestro interior, pues procura no ensuciarnos ahora con tu
sangre de condenado a muerte. Tú nos llamaste a los fariseos,
sepulcros blanqueados llenos de corrupción y podredumbre:
¡mírate ahora como estas, lleno de saliva que te arrojan los
soldados, lleno de tierra, de sangre, lleno de muerte! Tu nos
llamaste a los fariseos asesinos de profetas; ¡pues carga tu cruz
Jesús de Nazareth; carga tu cruz de asaltante, de asesino. Jesús
de Nazareth; ahora estas pagando todas las injurias que nos
dijiste a nosotros, los fariseos del pueblo de Israel.

SOLDADO 2: La sentencia de muerte se debe de cumplir ¡Adelante hacia el


calvario!

3ª ESTACIÓN.
Jesús cae por primera vez.
LEPROSO: ¡Miren ya se cayó! ¡ya se desmayó! ¡Cuidado con la cruz: le va a
caer encima y lo va a aplastar! (se acerca a Jesús y le sostiene la
cruz) vamos a ayudarle, vamos a levantarlo. ¡Traigan agua,
porque ya no puede seguir caminando!

LEVITA: ¡Alto ahí! ¡Que nadie se acerque, que nadie lo toque! Jesús de
Nazareth está manchado de pecado; esta impuro; y aquella persona
que lo toque quedara manchado con el pecado de este hombre.
Estamos en la fiesta de la Pascua; y ninguna persona que este,
manchada de pecado puede celebrar la fiesta.

LEPROSO: Este hombre, Jesús de Nazareth, me curo de mi lepra; ahora él


está sufriendo injustamente, si el me ayudo a mi ¿Por qué no le
puedo ayudar yo a él? ¿Quién es usted para impedirlo?

LEVITA: Yo soy un levita, descendiente legítimo de la tribu de Levi. Y mi vida


está consagrada a los servicios religiosos en el Templo de Jerusalén. Y
este hombre Jesús de Nazareth predico al pueblo en contra de
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GUION PARA SEMANA SANTA
nosotros, los levitas, en su parábola del buen samaritano; ahí habla de
un hombre herido por ladrones que no pudo ser auxiliado ni por un
sacerdote del templo ni por un levita que pasaban por el mismo
camino. El que auxilio al herido fue un samaritano; y según Jesús de
Nazareth, fue ese samaritano el único de los tres que alcanzo la
misericordia de Dios.

LEPROSO: ¡Claro que sí! Ese samaritano fue el único que alcanzo la
misericordia de Dios, porque amo a su prójimo y amar al prójimo
es amar a Dios y no hacer caso del prójimo es no hacer caso de
Dios.

LEVITA: ¡Eso es falso, completamente falso! Los sacerdotes y levitas


trabajamos en el templo, en los sacrificios que día a día se ofrecen a
Dios altísimo. Estas funciones sagradas nos exigen estar limpios de
pecado, limpios de toda mancha para poder ofrecer los sacrificios. Y el
tocar a un pobre, a un enfermo, a un leproso, a un herido, nos mancha,
nos quita la pureza legal necesaria para estos oficios sagrados. ¡la ley
de nuestros padres nos prohíbe acercarnos a personas manchadas de
pecado! Por lo tanto, aquel que toque con sus manos a este pecador,
Jesús de Nazareth, a este condenado a muerte, se manchara con su
pecado. Y no podrá celebrar la fiesta de la Pascua.

LEPROSO: Usted hermano levita, cumpla con sus obligaciones; no se


acerque a los pobres, ni a los leprosos, ni a los heridos, ni a los
pecadores, para no mancharse. Yo solo sé, que antes yo estaba
lleno de lepra, y este hombre Jesús de Nazareth me curo; él está
herido, necesita de mí y ni usted ni nadie sobre la tierra me
pueden impedir ayudarlo, así como el me ayudo a mí. Así que
hágase a un lado, por favor, (empuja a un lado al levita; se
acerca a Jesús; toma la cruz y lo ayuda a levantarse).

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GUION PARA SEMANA SANTA
SOLDADO 3: El reo ya está en condiciones de seguir adelante. La sentencia de
muerte se debe cumplir. ¡Adelante hacia el calvario!

4ª ESTACIÓN.
Jesús encuentra a su Madre.
MADRE DE JESUS: ¡Jesús de Nazareth, Jesús Hijo mío: Yo soy tu madre! ¿me
oyes? Soy tu madre. Mis ojos ya no tienen lágrimas para
llorar; mi corazón está destrozado por lo que han hecho
contigo, carne de mi carne, sangre de mi sangre. Sigue
hasta el final, hijo mío; no traiciones la fe que nos has
predicado. Recuerda a los siete hermanos Macabeos a
quienes quisieron hacer renegar de su fe; uno a uno fueron
martirizados en presencia de su madre; y su madre los
animaba uno por uno a dar su vida antes que renegar de su
fe. Yo también hago lo mismo, aquí estoy a tu lado; y si así
fuera la voluntad de Dios, a tu lado quiero morir. Pero no
traiciones la fe que nos has predicado.

ANAS: (Dirigiéndose al pueblo) ¡Es la madre de Jesús de Nazareth! En las


bodas de Cana de Galilea, ella le pidió a su hijo que transformara el
agua en vino. Y su hijo hizo el milagro; y hubo vino, mucho vino, seis
tinajas de piedra llenas de vino para que todo mundo estuviera alegre.
¡Anda mujer! ¿Por qué no le pides ahora que vuelva a hacer el mismo
milagro? ¡Necesitamos vino, mucho vino para festejar la muerte del
Rey de los Judíos!

MADRE DE JESUS: Ya el anciano Simeón en el Templo de Jerusalén me había


profetizado lo que ahora está sucediendo: que serias signo
de contradicción, que harías caer a muchos y a otros
levantarse; Que la fuerza del Altísimo estaría sobre ti para
humillar a los soberbios, para derribar de su trono a los
poderosos y exaltarías a los pobres y humildes; que los
ricos los dejarías con las manos vacías y calmarías el
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GUION PARA SEMANA SANTA
hambre de los pobres. Tú diste de comer a los hambrientos,
curaste a los enfermos, perdonaste a los pecadores y
llevaste a los pobres la esperanza de salvación. Y por eso
ahora los poderosos te van a matar. Jesús hijo mío: no
traiciones la fe que nos has predicado.

ANAS: Dile a tu hijo que repita el milagro de las Bodas de Cana, necesitamos
vino, mucho vino, para celebrar como caen los poderosos, para ver
como son exaltados los pobres y humildes. Queremos festejar lo que
estamos contemplando: como muere la esperanza, la salvación de los
enfermos y pecadores.

MADRE DE JESUS: Hijo mío, los fuertes y poderosos te han torturado, te han
martirizado; y ahora te van a matar. Sin embargo, tu poder
va más allá de la muerte. Yo sé que después de mucho
volverás a la vida; y realizaras en todos nosotros, en los
pobres del mundo entero, tu obra de salvación. Jesús de
Nazareth, Jesús hijo del Altísimo, Jesús hijo mío ¡que Dios
te acompañe!

ANAS: ¡Soldados aparten a esta mujer! ¡Quiere impedir que se cumpla la


sentencia de muerte en contra de su hijo!

SOLDADO 4: ¡Apártate mujer! Ya no es hora de llorar lo que la ley ha


ordenado. La sentencia de muerte se debe de cumplir. ¡Adelante
hacia el Calvario!

5ª ESTACIÓN.
Simón de Cirene ayuda a Jesús.
CENTURION: El condenado a muerte ya no tiene fuerzas para cargar con su
cruz. Es costumbre que el reo cargue su cruz hasta el sitio donde
será crucificado. Pero en este caso, no es posible, pues este
hombre Jesús de Nazareth ha perdido mucha sangre, y se
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GUION PARA SEMANA SANTA
encuentra ya muy débil. Por consiguiente, deberá ser ayudado
por otra persona. (Empieza a buscar entre el pueblo) ¡Atención,
soldados! Llamen para acá a ese hombre que viene de trabajar
en el campo. (Los soldados cumplen la orden, y a empujones
acercan a Simón de Cirene) Tu ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?

SIMON: Me llamo Simón de Cirene. Soy campesino. Vengo de trabajar la tierra;


tengo dos hijos: Alejandro y Rufo.

SOLDADO 5: ¿Conoces a este hombre, Jesús de Nazareth?

SIMON: He oído hablar de él; ha ayudado a mucha gente necesitada: a


leprosos, a enfermos, a ciegos y paralíticos. Desde hace tiempo oí
decir que las autoridades lo andaban buscando para matarlo, pues
decían que andaba alborotando al pueblo.

SOLDADO 5: Tu estas fuerte, y el apenas puede cargar la cruz. ¡Vas a tener


que ayudarlo!

SIMON: Señor, no puedo hacerlo. Yo trabajo, y soy una persona honrada; yo no


soy ningún delincuente para andar cargando una cruz. Más aun, mi
religión judía me impide acercarme a delincuentes y malhechores, y
menos a cargar la cruz de ellos porque quedaría manchado con el
pecado de ellos. Y para poder celebrar la fiesta de la Pascua, necesito
estar limpio de todo pecado, de toda mancha.

SOLDADO 5: ¡A mí no me importan las creencias de tu religión judía! Yo soy


romano y de religión romana. Este hombre no puede cargar con
su cruz, o mando que los guardias te den cien azotes. Y entonces
ciertamente no podrás celebrar tu fiesta de Pascua. (Simón duda
un momento; por fin, de mala gana carga la cruz de Jesús sobre
sus propios hombros).

SOLDADO 5: Simón de Cirene ayudara a Jesús a cargar la cruz. ¡Adelante


hacia el calvario!

39
GUION PARA SEMANA SANTA

6ª ESTACIÓN.
La Verónica encuentra a Jesús y piadosa limpia
su rostro. Las mujeres tratan de impedirlo sin
lograrlo.
VERONICA: ¡Mira Judith! ¡Ahí está el maestro! ¡Mira como viene! ¡Azotado,
coronado de espinas, abandonado por sus apóstoles! ¡Apenas
puede caminar! Ahí está María, su madre, acompañando al hijo
en sus sufrimientos. ¡Todos lo han abandonado! Mira Judith:
entra en esa casa, y pide un vaso de agua para el maestro.

JUDITH: ¡Está prohibido por las costumbres de Pascua! Si te acercas a un


asesino, a un pordiosero o a un leproso, y le das un vaso de agua, o lo
tocas con las manos o con el vestido, quedas manchado con su
pecado. Y está obligada a irte a purificar al Templo para poder celebrar
la Pascua.

VERONICA: ¡Ya lo sé! ¡Nuestras costumbres judías nos impiden acercarnos a


los más necesitados!

JUDITH: ¡Así es! ¡No podemos ayudar a Jesús de Nazareth! Los que son
pobres, enfermos o delincuentes están en pecado; Dios los ha
castigado; y cargan ese castigo, de padres a hijos, de generación en
generación, hasta que no se purifiquen en el Templo y hagan
penitencia. Cada uno tiene que expiar su propio pecado. Si tu ayudar a
Jesús de Nazareth, el no podrá expiar completamente su pecado, y
además tu quedaras manchada con el pecado de él.

VERONICA: Pues Jesús de Nazareth, nuestro maestro, predico todo lo


contrario: que para ser perdonados de nuestros pecados,
debemos perdonar al prójimo; que si no das de comer al
hambriento, si no das de beber al sediento, que si no ayudas al

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GUION PARA SEMANA SANTA
encarcelado, tus pecados no te son perdonados. ¡y yo también lo
creo! Yo estoy segura de que si ayudo a los necesitados, Dios
me perdonara mis pecados.

RAQUEL: No insistas, Verónica; Jesús de Nazareth está en pecado, está


manchado de sangre, está condenado por las autoridades; y si te
acercas a él, tú también te mancharas con su pecado.

VERONICA: ¡Eso no es cierto! Si tu padre o tu madre están enfermos,


manchados, ¿no te acercas a ellos y los ayudas? Si alguno de
tus hermanos esta golpeado, lleno de sangre ¿no te acercas y le
ayudas? Jesús, el divino maestro, está sufriendo; y yo no puedo
quedarme aquí, sin hacer nada. ¡Voy a ayudarlo!

RAQUEL: ¿Te has vuelto loca, Verónica? ¿Qué vas a hacer?

VERONICA: Mira como tiene su cara llena de sangre, de salivazos, de tierra y


de sudor; le voy a limpiar el rostro. Yo sé que es el Mesías; y está
sufriendo a manos de sus perseguidores; voy a limpiarle el rostro
con este sudario.

JUDITH: ¡No lo hagas Verónica! ¡No te acerques a él! Si lo haces, te mancharas


con su pecado; si lo haces, iras en contra de nuestras tradiciones, en
contra de la ley, en contra del Templo. ¡Verónica no lo hagas!
!Veronicaaaaaaa! (Judith trata de detener a Verónica; esta se escapa,
se acerca a Jesús y le limpia el rostro; al recoger el sudario, encuentra
dibujado en el mismo sudario el rostro de Jesús).

VERONICA: (Mostrando el sudario al pueblo) Vean el rostro de Jesús de


Nazareth en este sudario. ¡Él es el Mesías! Es cierto lo que
predicaba: que el perdón de los pecados se obtiene ayudando a
los pobres, a los más necesitados. ¡Dios ha hecho el milagro!
Dios ha demostrado que la salvación de nosotros viene cuando
ayudamos a nuestro prójimo.

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GUION PARA SEMANA SANTA
SOLDADO: ¡Guarden silencio mujeres! Dejen que el reo continúe su camino.
La sentencia de muerte se debe de cumplir ¡Adelante hacia el
Calvario!

7ª ESTACIÓN.
Jesús cae por segunda vez.
SOLDADO: ¡Alto! El reo acaba de caer por segunda vez; debemos esperar
mientras se repone.

ANCIANO DEL SANEDRIN: Es la segunda vez que caes, Jesús de


Nazareth. Tú nos difamaste a los ancianos del
pueblo, a los ancianos del Sanedrín. Paga, pues
el pecado que cometiste contra nosotros…
¡Atención israelitas de Jerusalén! Recuerden
aquella tarde cuando Jesús de Nazareth estaba
enseñando en el Templo de Jerusalén. Los
escribas; los fariseos y los ancianos del
Sanedrín le llevamos a aquella mujer
sorprendida en adulterio para que el la juzgara.
Y el no acato la ley de Moisés que condena a
muerte en adulterio; más aún, nos echó en cara
nuestros propios pecados, y dijo: El que esté
libre de pecado que tire la primera piedra. Es
claro que todos tenemos pecados, y por eso
ninguno de nosotros se atrevió a apedrear a
aquella mujer.

ANCIANA: Yo también tengo tu edad, anciano del Sanedrín. Y bien también


te puedo decir que Jesús de Nazareth obro con justicia al no
condenar a aquella mujer adúltera. Porque todos ustedes los
escribas y fariseos y los doctores de la ley, castigan el adulterio
solamente en la mujer, pero lo perdonan en los hombres. Y para
que veas que no miento, responde a mi pregunta: ¿Por qué un
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GUION PARA SEMANA SANTA
hombre puede adulterar y no lo matan a pedradas? ¿Por qué la
ley protege solamente a los hombres y no protege también a las
mujeres?

ANCIANO DEL SANEDRIN: ¡Mujer, cierra la boca y no hables más! Nuestras


leyes prohíben el que una mujer hable en
público. Delante de Dios es mayor el pecado de
una mujer del pueblo, que el pecado de uno de
nosotros, los miembros del Sanedrín; ¿Por qué?
Porque nosotros tenemos la voz de la sabiduría
y de la experiencia; nosotros somos la autoridad
suprema del pueblo de Israel. Y Jesús de
Nazareth, no hizo caso de nuestra autoridad ni
de nuestros méritos; y en vez de condenar el
pecado de aquella mujer ignorante, mujer
pecadora del pueblo, nos juzgó a nosotros y nos
puso en evidencia delante del pueblo de
Jerusalén.

ANCIANA 2 Repito que Jesús de Nazareth tuvo razón. Con autoridad o sin
autoridad, con experiencia o sin experiencia, los hombres y
mujeres somos hijos de Dios; y delante de Dios, las mujeres
tenemos los mismos derechos que los hombres. Dios creo a
Adán y Eva, al hombre y a la mujer para que formaran una misma
carne, una misma sangre delante de Dios y del universo entero,
para obtener la misma misericordia por parte de Dios tanto los
hombres como nosotras las mujeres.

ANCIANA 3: Yo estoy totalmente de acuerdo con lo que dice ella. Las leyes de
Moisés que ustedes enseñan no nos protegen a nosotras las
mujeres, solamente protegen a los hombres. Y lo demuestro: el
pecado de adulterio es el mismo pecado cuando lo comete un
hombre que cuando lo comete una mujer; ¿no es verdad?
entonces el castigo debería ser el mismo para el hombre y para
la mujer. ¡Pero no es así! Y lo que pasa es que si un hombre

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GUION PARA SEMANA SANTA
casado se mete con otra mujer que no es la suya, no le hacen
nada; pero si una mujer casada se mete con un hombre que no
es el suyo, la matan a pedradas, ¿es justa esta desigualdad?
¿Por qué a la mujer si la castigan, y al hombre no?

ANCIANA1: Y por eso odian a Jesús de Nazareth, porque Jesús de Nazareth


quiere que las leyes protejan no solamente a los hombres sino
también a las mujeres.

ANCIANA 2: Y por eso mismo Jesús de Nazareth no quiso condenar aquella


mujer adúltera que le llevaron para que la juzgara. No la condeno
porque quiso demostrar que la misericordia de Dios persona lo
mismo al hombre que a la mujer.

ANCIANA 3: Y la autoridad que tienen ustedes en el Sanedrín, no sirve de


nada para alcanzar la misericordia de Dios. Y ya lo dijo Jesús de
Nazareth: que los publicanos y los pecadores y las prostitutas, si,
las mujeres de mala vida alcanzaran el perdón y la misericordia
de Dios primero que todos ustedes los ancianos del Sanedrín.
porque los pecadores y pecadoras son humildes y se han
arrepentido de sus pecados; en cambio ustedes, los ancianos del
Sanedrín,, se confían en la autoridad que tienen, y no quieren
reconocer tantos pecados que tienen, y no quieren reconocerlos
porque están llenos de orgullo.

ANCIANO DEL SANEDRIN: ¡Eso que acaban de decir, es falsedad y


mentira! Eso es lo que ha venido predicando
este hombre Jesús de Nazareth, y por eso
mismo, Dios que es justo Juez lo está
condenando a él y nos está dando la razón a
nosotros los ancianos del Sanedrín. ¡Dios te
castiga ahora, Jesús de Nazareth, por haber
querido condenarnos! ¡Dios está castigando tu
soberbia al levantarte en contra de la ley de
Moisés y a favor de esta mujer pecadora! Está

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GUION PARA SEMANA SANTA
castigando tu orgullo que se levantó en contra
de nosotros los ancianos del Sanedrín, los
ancianos de Israel.

SOLDADO: Ya guarde silencio, ya no aumente el sufrimiento de este hombre.


¡Soldados levanten al reo y ayúdenlo para que siga su camino!
La sentencia de muerte se debe de cumplir: Adelante hacia el
calvario.

8ª ESTACIÓN.
Jesús encuentra a las piadosas mujeres.
MA. MAGDALENA: ¡No es posible! ¡Miren como viene Jesús el maestro! El que
perdono mis pecados, el que me saco los demonios que yo
tenía dentro; ¡miren como lo han atormentado! Jesús de
Nazareth, Maestro: yo soy María Magdalena, María la que
era una pecadora pública. Tú me perdonaste mis pecados,
tú me devolviste la dignidad que yo había perdido delante
de todos. ¡No es posible que te estén atormentando en esa
forma!

MADRE DE SANTIAGO: Mi hijo Santiago es uno de sus apóstoles. Yo conozco


bien la predicción de Jesús de Nazareth; y él nos
defendió siempre a las mujeres de Israel. Nuestras
costumbres dicen que las mujeres no deben participar
en los servicios de la comunidad; y él nos pedía que
trabajáramos a favor del pueblo en compañía de sus
apóstoles. Nuestras costumbres les permiten a los
hombres la poligamia; Jesús de Nazareth predico el
matrimonio del hombre con una sola mujer. Los
fariseos y escribas no respetan los bienes de las
viudas y de los huérfanos; y Jesús de Nazareth nos
defendió en contra de los fariseos. Nuestras
costumbres no perdonan el adulterio en la mujer, pero
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GUION PARA SEMANA SANTA
si lo perdonan en el hombre; y Jesús de Nazareth
perdono públicamente a aquella mujer adúltera, en el
Templo de Jerusalén. Por eso ahora te han
condenado a muerte: por haber defendido los
derechos de las mujeres de Israel.

JESUS: ¡Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y pos
sus hijos. Porque vendrán días en que se dirá: Dichosas las que no
tuvieron hijos, dichosos los vientres que no concibieron y los pechos
que no amamantaron. Entonces la gente comenzara a decir a los
cerros: ¡caigan sobre nosotros!
Y dirán a las colinas ¡escóndanos! Porque si eso hacen con el árbol
verde ¿Qué no harán pues con el seco?

ANCIANA: Es verdad lo que acaba de decir Jesús de Nazareth: el pecado que


estamos cometiendo contra el hijo de Dios, tendrá un castigo: esta
ciudad de Jerusalén, será castigada, será maldita. Dentro de pocos
años, esta ciudad de Jerusalén, estará en guerra contra los romanos. Y
los romanos vencerán la guerra, pondrán un cerco alrededor de esta
ciudad de Jerusalén para no dejar pasar ni agua ni alimentos. Y la
gente que se queda en la ciudad, morirá de enfermedades, de hambre,
de sed; y los perros de la calle se comerán los cadáveres de nuestros
difuntos.

ANCIANA 4: Y habrá mujeres que preferirán comerse ellas mismas el cadáver


de sus hijos, antes que se lo coman los perros de la calle.
Morirán todos los habitantes de esta ciudad de Jerusalén, y
destruirán la ciudad en tal forma, que tumbaran todas las casas,
echaran por tierra el Templo de Jerusalén, ¡Jerusalén, Jerusalén!
La sangre de Jesús de Nazareth caerá sobre ti, por haber
condenado a muerte al Mesías, al Hijo del Altísimo.

ANCIANA 5: ¡Jesús de Nazareth ten compasión de nosotras las mujeres de


Jerusalén! ¡tú eres el Mesías!, y tu sangre inocente caerá como
una maldición sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Nuestro

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GUION PARA SEMANA SANTA
Templo de Jerusalén tan grande y tan hermoso será, totalmente
destruido, será incendiado. ¿Por qué? Porque nuestros
sacerdotes del Templo no quisieron reconocerte como Mesías, y
te condenaron a muerte como blasfemo y pecador. ¡que va a
pasar con nuestra ciudad de Jerusalén, la ciudad santa? Que
será totalmente destruida, y no quedara piedra sobre piedra; y
miles y miles de nosotras las mujeres vamos a morir aplastadas
bajo los escombros. ¡Qué horror! Tu sangre inocente caerá sobre
nosotros como una maldición que se desborda de generación en
generación. Jesús de Nazareth: ¡ten compasión de nosotras, las
mujeres de Jerusalén!

SOLDADO: ¡Apártense del camino mujeres! Y dejen avanzar la procesión. La


sentencia de muerte se debe de cumplir. ¡Adelante hacia el
calvario!

9ª ESTACIÓN. Jesús cae por tercera vez.


SADUCEO: ¡Vean a Jesús de Nazareth! Es la tercera vez que cae por tierra!
Ya no tienes fuerzas. Apenas si puede caminar. ¡Escúchenme
habitantes de Jerusalén! Soy saduceo, y pertenezco al grupo de
los Saduceos. Juan el bautista nos injurio y nos condenó
llamándonos “raza de víboras”. Nos echó en cara el defender
nuestra fe en nuestro padre Abraham. Y nos amenazó y nos dijo
que el árbol de los saduceos estaba a punto de ser derribado por
el Mesías, por Jesús de Nazareth. Y yo le pregunto ¿Cuál árbol
cayó primero? ¿Dónde está juan el bautista? ¡Murió degollado
por los caprichos de una mujer! Donde está el Mesías anunciado
por juan bautista! ¡Mírenlo ahí en el suelo condenado como un
delincuente! ¿Cuál árbol cayó primero? ¿El de los saduceos, o el
de Jesús de Nazareth?

LEPROSO: A todo árbol se le conoce por sus frutos; y vean las obras que
Jesús de Nazareth ha hecho: curo a los sordos, dio la vista a los
ciegos, alivio a los paralíticos, quito la lepra a los leprosos. Y si

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GUION PARA SEMANA SANTA
no lo creen, mírenme a mí, yo fui leproso desde niño, viví treinta
años carcomido por la lepra. Y Jesús de Nazareth, me la quito;
desde entonces, ya puedo trabajar, ya puedo ir por todas partes
sin que nadie huya de mi o me desprecie. ¡Estos han sido los
frutos, estas han sido las obras de Jesús de Nazareth! Y yo les
pregunto a ustedes, los saduceos: ¿Cuáles son los frutos, cuáles
son sus obras a favor del pueblo?

SADUCEO: ¡Cállense la boca! ¡Usted no es más que un pobre, un ignorante,


usted no tiene derecho a hablar delante del pueblo de Jerusalén!
Yo también soy saduceo; y añado algo a lo que dijo mi hermano
saduceo. Jesús de Nazareth predico la resurrección de los
muertos, hizo creer al pueblo que existe una vida después de la
muerte; y nosotros los saduceos, no creemos en esa
resurrección predicada por Jesús de Nazareth. Y yo le pregunto:
Moisés, Abraham o nuestro Padre Jacob ¿Cuándo hablaron de
resurrección? Jamás hablaron de ella. ¿Acaso este Jesús de
Nazareth es mayor que nuestros patriarcas y profetas? ¿Acaso
Dios altísimo lo ha glorificado más que a ellos? Has caído por
tercera vez, Jesús de Nazareth: ¿es eso resucitar? ¿Es eso tener
una nueva vida? Estas a punto de morir crucificado: ¿esa es la
forma como Dios Altísimo te está glorificando? ¡Te has
equivocado Jesús de Nazareth! Tú propia muerte nos da la razón
a nosotros los Saduceos: muere con tu resurrección y vida nueva
de blasfemo y delincuente. ¡Déjanos a nosotros los saduceos
vivir la única vida que existe: la de este mundo en que estamos
viviendo plenamente nuestra propia vida!

SOLDADOS: Ustedes los saduceos igual que los ancianos del Sanedrín, no
han dejado de injuriar a este hombre. ¡ya déjenlo en paz!
¡Soldados! Ayuden al reo a ponerse de pie, y que empiece a
caminar. La sentencia de muerte se debe de cumplir ¡adelante
hacia el calvario!

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GUION PARA SEMANA SANTA
10ª y 11ª ESTACIÓN.
Jesús es despojado de sus vestiduras.
SOLDADO: (Clavando la mano izquierda del ladrón) A ver si ahora con esta
mano izquierda va a seguir robando; a ver si esta mano izquierda
sigue guardando el dinero y las joyas ajenas. ¡Ahora pagaras tus
culpas asaltante, ladrón! Ahora le toca el turno a la mano
derecha: mira cómo va a quedar esta mano de asesino y
delincuente mira cómo se llena de sangre. ¡Ojala que esta sangre
de tu mano derecha sea capaz de lavar la sangre de tantas y
tantas víctimas que asesinaste por los caminos y los montes para
poder robar.

SOLDADO: (Clavando el pie izquierdo), con este pie siempre estuvo listo para
correr y saltar, para huir cuando robabas. ¡Mira cómo se queda
ahora, quieto, inmóvil clavado a la cruz. Y este pie derecho que
nunca quiso guiarte por el camino de la honradez, de la rectitud.
Que pague ahora el haberte precipitado en el abismo de la
delincuencia!

JESUS: Padre, perdónalos no saben lo que hacen.

(Una vez crucificado, los soldados clavan sobre la cruz el letrero “Jesús de
Nazareth Rey de los Judíos”. Levantan la cruz, la fijan al suelo, en medio de las
otras cruces donde están amarrados los ladrones).

CAIFAS: Pilatos, ¿Por qué escribiste “Rey de los Judíos”? Nosotros no tenemos
más rey que el Cesar de Roma. Cambia ese letrero. ¡Escribe uno que
diga “El que se dice rey de los Judíos”.

PILATOS: ¡Ya basta con sus exigencias! Lo que escribí escrito esta.

(Los soldados toman el manto de Jesús y lo rasgan en cuatro partes y se lo


distribuyen; toman la túnica, y al ver que es de una sola pieza, dice el soldado)

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GUION PARA SEMANA SANTA
SOLDADO 10: La túnica es de una sola pieza, no la rompamos; más vale que
echemos suerte para ver a quien le toca.

12ª ESTACIÓN.
Jesús muere en la Cruz.
Muerte descendimiento y sepultura de Jesús. Aparece juan Evangelista pidiéndole
a Jesús ser custodiado de su Madre y Jesús nos hace hijos de María. Aparecen
fariseos, escribas burlándose del poder atribuido a Jesús. También salen a escena
los ladrones, uno exigiéndole que muestre su poder y el otro ganándose el cielo.

Intervienen en el acto:

 JUAN EVANGELISTA.
 JESUS.
 ANAS.
 LADRON MALO.
 ESCRIBA 1.
 FARISEO 1.
 SOLDADO 10.

Padre nuestro…
Gloria…

JUAN EVANGELISTA: Maestro, aquí esta juan. Tu discípulo amado; aquí


está también tu Madre María. Maestro: una cosa te
pido. Te la suplico de todo corazón; pase lo que pase,
no permitas que ella se quede sola en la vida. Perdió
a su esposo José, está a punto de perderte a ti, su
único hijo, no hay nadie que vele por ella, ¿Quién la
acompañara en su vejez? Maestro permíteme el que
la pueda acompañar, velar por ella todo el resto de
sus días.

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GUION PARA SEMANA SANTA
JESUS: Mujer, ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu Madre.

ANAS: Habitantes de Jerusalén, contemplen a Jesús de Nazareth en la cruz,


salvo a otros, pero el mismo no puede salvarse. Si acaso es el Rey de
Israel, que baje de la cruz y creeremos en él.

FARISEO 1: Si al Cristo, al Rey de Israel lo viéramos ahora bajar de la Cruz


entonces si creeríamos. ¿Puso su confianza en Dios? Pues que
Dios lo salve ahora si de veras lo quiere, Jesús muchas veces se
proclamó hijo de Dios, y nombro a Dios como si fuera su Padre.

MAL LADRON: Si tú eres el Cristo, ¡Sálvate a ti mismo y sálvanos también a


nosotros!

BUEN LADRON: Ni tu que estas bajo el mismo suplicio ¿tienes temor de


Dios? Nosotros con toda razón estamos sufriendo el justo
castigo de lo que hemos hecho, pero este hombre nada
malo ha hecho.

JESUS: En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

ANAS: ¡Baja de la cruz, Jesús de Nazareth! Para que creamos en ti. ¡Anda,
baja de la Cruz!

JESUS: Eloi, Eloi, Lamma Sabactani… Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has
abandonado?

ESCRIBA 1: Oigan todos, este hombre está llamando a Elías.

FARISEO 2: ¡Déjalo! Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.

JESUS: Tengo sed.

(Un soldado corre a mojar un trapo en un jarro con vinagre; lo pone en la punta de
la lanza y lo acerca a los labios de Jesús. Jesús lo prueba).

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GUION PARA SEMANA SANTA
JESUS: Todo se ha cumplido. ¡Padre mío, en tus manos encomiendo mi
espíritu! (Jesús muere)

TODOS: ¡Está temblando! ¡Está temblando!

SOLDADO: Verdaderamente este hombre era inocente. ¡Era el Hijo de Dios!

13ª y 14ª ESTACIÓN.


Jesús es bajado de la Cruz y sepultado.
(Un soldado se acerca a los crucificados con un palo y golpea en las piernas a los
ladrones; estos gritan llenos de dolor hasta que agonizan y mueren. Se acercan
después a Jesús para hacer lo mismo con él, pero un soldado lo detiene).

SOLDADO: ¡Alto! A Jesús no le rompas ningún hueso, porque ya está


muerto, ábrele mejor el costado con una lanza para asegurarnos
que en verdad ha muerto.

(El soldado toma la lanza y abre el costado izquierdo de Jesús. Hecho esto, bajan
los tres cuerpos de las cruces.

FIN.

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GUION PARA SEMANA SANTA
Entrevista con Dios
(Fragmento)

Autor: Anónimo. Versión libre de Wilfrido Muñiz Ruiz.

Ni aun el día de mi muerte olvide que era reportero. Tome papel y lápiz y
pedí a Dios la gracia de una entrevista. El acepto con una sonrisa.

DIOS: ¡Con que quieres entrevistarme!


PERIODISTA: Bueno, si es que tienes tiempo.
DIOS: Mi tiempo es la eternidad y alcanza para todo.
PERIODISTA: Señor, ¡Que envidia!
DIOS: ¿Qué preguntas vas a hacerme?
PERIODISTA: ¿Qué es lo que más te divierte de los hombres?
DIOS: Que primero pierden la salud con tal de tener dinero, y después
pierden el dinero para recuperar la salud. Que viven cada día
como si nunca fueran a morir y mueren como si nunca hubieran
vivido. Que viven cuestionando y queriendo entender a su Dios,
pero no se entienden ellos mismos.
PERIODISTA: Señor, ¿Qué te agrada más, que te amen o que te teman?
DIOS: Si tú eres padre, ya conoces la respuesta.
PERIODISTA: ¿Qué piensas de la mujer?
DIOS: Puedes escribir que soy feminista. Yo cree a la mujer. ¡Son mis
hijas!
PERIODISTA: Señor, el mundo está plagado de guerras, corrupción, odios,
contaminación, ¿Por qué nos has dejado solos?
DIOS: No es Dios quien se olvida de los hombres, es el hombre quien
se aleja de Dios.

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GUION PARA SEMANA SANTA
PERIODISTA: ¿Y los niños Señor? ¿Qué les espera a los niños en el mundo
que les heredaremos?
DIOS: De ellos es el Reino de los cielos. ¡Dejad que se acerquen a mí y
no los contaminen con su mal ejemplo!.
PERIODISTA: Señor, ¿hay esperanza para la humanidad?
DIOS: la solución está en sus manos, ámense unos a otros, como los
amo yo….

Quise hacer más preguntas, pero mis ojos tropezaron con sus ojos y sus labios
me sonrieron con dulzura. Lentamente guarde la libreta: Renuncie a preguntar.
Finalmente, yo ya estaba muerto y nadie en la tierra leería la entrevista.

DIRECTORIO

Responsable:
Pbro. Adulfo Reyes Reyes, Parroco.
Coordinadores Generales:
Gererdo Raul Muñiz Ruiz, Soledad Muñiz Ruiz.

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