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Frase celebre dicha por el Filósofo Griego Sócrates (470-399 a.d.C) En la
que él mismo expresa con esta frase si conciencia sobre su propia
ignorancia, aunque no existe prueba escrita de que fue Sócrates el
autor de esta frase, más sin embargo en el libro Apología de Sócrates
escrito por su discípulo Platón expone una versión del discurso de
defensa de Sócrates ante los tribunales atenienses tras ser
sentenciado a muerte, Platón expresa que la filosofía de Sócrates se
basa en la admisión de su ignorancia, pues la sabiduría procede del
reconocimiento de dicha ignorancia, tal como lo dice su frase “solo sé
que no se nada”.
Al analizar esta frase nos damos cuenta que la filosofía de Sócrates
consistía en que la sabiduría no se basaba en hacer conocimiento de
algo, sino que declaraba su ignorancia sobre diferentes saberes. Así
Sócrates no se declaraba como el portador de conocimiento sino como
alguien con la voluntad de aprender cada día más.
Al entrar en un mar de pensamientos se llega a un punto en que no
sabemos a ciencia cierta la que el Filósofo Griego quería dar a
entender, pero si podemos tener una idea de esto, ya que este dicho
propone que un individuo ni es sabio por naturaleza y no tiene la
verdad absoluta de un todo, esto demuestra la importancia de que
éste tenga la disponibilidad y voluntad de aprender, así como de
aprender nuevos saberes.
Antes de comenzar a analizar este ducho famoso, podría haber dicho
“solo se que no se nada, con respecto a esta frase” más ahora, podría
decir que al no saber nada, y estar abierta a conocer más a fondo de
ella, tengo más conocimientos de ella.
Asimismo, se trata de tomas en posición en la que una persona
reconoce los límites de su conocimiento sobre algún tema
determinado, buscando aprender constantemente, evitando hablar
como si conociera todo, cuando se ignora el contenido del mismo.
Como conclusión, tenemos que aprender puede ser una forma de vida,
en la cual el individuo admite que hay límites para todo aquello que
realmente puede saber, estando dispuesta a adquirir nuevos
conocimientos y a mejorar cada día.
Para finalizar, el ignorante cree saberlo todo, cree tener la razón he,
incluso, es ignorante de su propia ignorancia. Por el contrario, el sabio
reconoce que aún hay mucho por aprender de los otros y del entorno,
si desea ampliar sus conocimientos y ganar nuevas perspectivas sobre
un tema.
El hecho de reconocer que los conocimientos no tienen límites, que no
todo está plasmado o dicho, es lo que separa a los sabios de los
verdaderos ignorantes.