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Bernd F. W.

Springer
Universidad Autónoma de Barcelona
bernd.springer@uab.es

La comunicación intercultural y la enseñanza de lenguas.

Estimados organizadores y participantes de este II. Encuentro Práctico,

En primer lugar quiero dar las gracias por la invitación ya que significa un
gran honor para mí, sobre todo, porque no soy profesor de español sino de
alemán. Pero vivo en España, en la provincia de Barcelona y esta experiencia ha
sido fundamental para mi visión del trabajo de un profesor de lengua, porque
me ha enseñado, que aprender español y catalán no es suficiente para hacerme
entender de verdad con mis colegas en la universidad o con la familia de mi
mujer, que es española. Si hablo español o catalán pero pienso, siento y actuo
como un alemán es muy probable que no nos entendamos. Las destrezas
lingüísticas no son suficientes.
Así es, en breve, como he llegado al tema de la comunicación con personas
de otras lenguas y culturas, es decir, al tema de la comunicación intercultural y
su importancia para la enseñanza de lenguas, que es el tema sobre el que me han
invitado a hablar ante ustedes. A parte de ser un tema relativamente nuevo en
España, he podido observar en varias ocasiones que es un tema que recibe cierto
rechazo por parte de algunos profesores conservadores en las universidades
españolas, aunque el Instituto Cervantes, por ejemplo, ya lleva años
incorporando en su página web temas como “La inmigración y el enfoque
intercultural en la enseñanza de segundas lenguas en Europa”.
Para mí, este es un motivo más para dar las gracias a los organizadores por
su decisión de invitar a un profesor de alemán a dar una conferencia sobre un
tema que en España todavía no tiene muchos defensores.
¿Por qué es esto así?
Pues, en términos muy generales y resumiendo algunas tendencias
internacionales, se podría decir que hasta finales de los años 80 del siglo XX el
objetivo principal de la enseñanza de lenguas era la adquisición de una
competencia lingüística. Tradicionalmente se enseñaba el español o el alemán
como el latín o el griego, es decir, a base de gramática y de traducciones. En la
segunda mitad del siglo XX, en un mundo de creciente turismo internacional,
sorprendió la experiencia cada vez más frecuente de que muchos años de
enseñanza de inglés o de francés en la escuela y buenos conocimientos
gramaticales no garantizaban la capacidad de poder comunicarse en estas
lenguas.
En un mundo con cada vez más contactos internacionales, en un mundo de
1
medios de comunicación de masas y de la informática, el primer motivo para el
aprendizaje de lenguas extranjeras ya no era el deseo de poder leer la literatura
de otros pueblos en su versión original, como sugieren los estudios tradicionales
de un filología extranjera. Se trataba más bien de la necesidad de poder
comunicarse en directo con personas de otra lengua materna. Por eso, en los
años setenta y ochenta se iba completando el objetivo de alcanzar una
competencia lingüística mediante la obtención de una competencia
comunicativa. La gramática fue retirada a un segundo plano y el primer objetivo
era hablar, hablar y otra vez hablar. Pronto, algunos profesores recordaron que
también la escritura tiene una función esencial en el proceso de aprender una
lengua. Otros destacaron la importancia de las habilidades auditivas y también
hubo quien se acordó de que las palabras se aprenden mejor en su contexto y no
mediante listados y que por lo tanto la lectura de textos no es algo totalmente
anticuado.
Como siempre suele suceder con estos asuntos, unos hablaban de grandes
progresos en la enseñanza de lenguas mientras que otros hablaban de modas
que iban de un extremo a otro y seguramente la verdad estaba bien repartida en
ambas opiniones. El progreso necesita a veces un desvío a través de aquella
dialéctica de avanzar dos pasos para establecer un nuevo punto de vista (“todo
tiene que ser comunicativo” o “todo tiene que ser intercultural”) para después
poder dar un paso atrás y volver a la tarea permanente de encontrar un
nuevo equilibrio entre todos los aspectos relevantes de la enseñanza de
lenguas. Así, a la larga, y esta es mi esperanza, avanzamos quizá poco a poco si
estamos abiertos para nuevos aspectos y si a la vez tenemos en cuenta que
nuestros antepasados tampoco hacían un mal trabajo.
Destaco esto para no caer en el error de considerar el aspecto de la
interculturalidad, que a continuación voy a presentar, como la última moda con
la que todos tenemos que vestir el año que viene. Y sin embargo, creo que es
muy útil conocerlo y tenerlo en cuenta – como un aspecto más en el abanico de
las competencias del aprendizaje de lenguas extranjeras.
El tema de la interculturalidad ha adquirido importancia desde los años
ochenta y sobre todo en los años noventa por muchos motivos diferentes, entre
ellos la globalización y la creciente inmigración en Europa y EEUU. Pero sobre
todo se basa en una experiencia común: la comunicación con personas de otra
lengua materna es a la vez una comunicación con personas de otro trasfondo
cultural. Para la enseñanza de lenguas esto implica que no se puede conseguir
realmente la competencia comunicativa que tanto perseguimos desde hace una
generación si no tomamos en consideración una competencia intercultural,
porque no hay lengua sin cultura. Si las mismas palabras ya pueden tener un
significado muy diferente en varios contextos de la propia cultura - ¡cuánto más
pueden tenerlo en otra cultura!
Permítanme aclarar esto mediante una broma sobre el significado de las
2
palabras más simples de nuestras lenguas, las palabras “si” y “no”:

Cuando un diplomático dice “si” significa “quizás”, cuando dice “quizás”


significa “no” y cuando dice “no” es que no es un diplomático.

Una broma es sólo una broma, pero si ustedes participan en una


negociación en Japón y el interlocutor japonés dice en un castellano perfecto y
correcto: “Permítanme un tiempo para considerar esta cuestión” y usted no
entiende que en su cultura esto significa “no”, entonces usted le está obligando a
ser más claro y directo de lo que las buenas formas de su cultura le permiten.
La manera de rechazar o de alabar algo, de criticar o de decir “no lo tengo”
es muy diferente entre las culturas. Si dominamos la gramática y entendemos el
significado de las palabras y también el significado gramatical de las frases, pero
no su código cultural, no podremos comunicar. Hace poco, el escritor Christoph
Hein relató en un periódico alemán la escena siguiente1:

El está en una agencia de viajes en Singapur y pregunta por un viaje a


Alemania. La señora que le atiende sonrie: “¿A Alemania quiere ir usted? ¿Una
semana en esta temporada?” Sus ojos se hacen aún más grandes. Balancea la
cabeza. “Give me a moment” dice, va hacia la estantería, saca un archivador y
vuelve. “Tenemos Corea. O Japón. Allí puede esquiar!” También menciona Italia, un
día en Venecia, dos en Roma. El cliente menea la cabeza. “Desde Roma podría ir en
autobús a Alemania,” propone la señora. No quiere decirlo, no quiere decepcionar
a su cliente, pero este no entiende las señales y se queda sentado. Por lo tanto, ella
vuelve a ojear en el archivador. “¿Sabe qué? Mañana me informaré en las
companías aéreas”, dice ella. El cliente sigue sentado. “Mañana le llamaré”, dice
ella.
Lo que quiere decir es: No tengo ningún viaje de una semana a Alemania. Visite
Kyoto o Venecia o haga los 12.000 kilómetros desde Singapur hasta Alemania en
barco o en coche, si quiere, pero, por favor, váyase ahora.
Todo esto es lo que ella acaba de decir. Sólo de manera mucho más educada.

Supongo que la conversación original era en inglés. Supongo que no había


problemas lingüísticos. Pero algo fallaba en la comunicación. Y es que la señora,
por muy bien que hablara inglés, no dejaba de ser una singapuriana, no dejaba
de aplicar los códigos de su cultura y el cliente, por muy bien que entendiese el
inglés, no dejaba de ser un cliente alemán que esperaba una comunicación más
clara y menos ambígua.
Aquí topamos con la experiencia de que en un viaje por el mundo quizá
podamos cambiar las lenguas y expresarnos en 3, 5 o más lenguas diferentes –

1
FAZ 13. März 2005, Seite V2.
3
pero no podemos cambiar nuestra esencia cultural, nuestra manera de sentir, de
pensar, de observar, de valorar, de percibir el tiempo, el espacio y la gente.
Es esta experiencia la que me lleva a rechazar la teoría de una cultura
universal que defienden algunos investigadores de cultura y estrategas de
marketing estadounidenses. Esta teoría universalista dice lo siguiente:

La Globalización nos está dirigiendo hacia una cultura mundial cada vez
más homogénea, la cual nos abastece tanto en Madrid como en Nueva York, tanto
en Berlín como en Tokio o en Moscú de los mismos productos: El señor de los
anillos, Harry Potter, Mc. Donalds, Coca-Cola, Visa-Card, Microsoft, Epson, Sony etc.
En todas partes topamos con iconos que nos son familiares. La cultura-líder de este
proceso de globalización es evidentemente la estadounidense y si todos
aprendemos a hablar el inglés lo suficientemente bien - así nos hace creer la
conclusión - entonces también nos podremos comunicar en todo el mundo.

Primer comentario: Yo no quiero opinar sobre si esta idea es buena o mala,


sólo creo que confunde la economía con la cultura partiendo, además, de un
concepto muy superficial de la comunicación humana. No creo que esta visión
del futuro se haga realidad ni siquiera cuando un día lejano todo el mundo pueda
viajar por todo el planeta y esté conectado a Internet.
Segundo comentario: Estoy convencido de que llevamos en nuestra
esencia, como condición antropológica, un código cultural que no es una
herencia genética sino que depende de la cultura en la que hemos crecido y creo
que sólo una pequeña parte de este código cultural podrá coincidir con una
cultura mundial que quizá sea cada vez más homogénea.
En algunos círculos en EEUU se debate el dominio intelectual de esta
teoria de la cultura universal con otra teoría que yo, hasta ahora, rechazaba al
igual que la primera. Se trata de la tesis conservadora de Samuel Huntington del
choque de las civilizaciones. Sin embargo, la cuestión es, si se entiende esta tesis
como programa para el siglo XXI o si se entiende como advertencia para evitar
este conflicto. La verdad es, que en las últimas páginas de su libro, Huntington
presenta su tesis justamente en este sentido, como advertencia, no como
programa. Dice así:
“La seguridad del mundo requiere la aceptación de la
multiculturalidad a escala planetaria. (...) En un mundo de múltiples
civilizaciones, la vía constructiva es renunciar al universalismo, aceptar la
diversidad y buscar atributos comunes.”2
Hoy pienso, que Huntington se merece al menos el mérito de llamar la
atención sobre el potencial de conflictos que tienen su orígen en las diferencias
2
Samuel Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós 1997, 381f.
4
culturales. Una atención y prudencia que no tienen aquellos que reclaman el
planeta como objeto para aplicar un nuevo orden mundial y que confunden el
mundo con mercado libre donde no hay características culturales lo
suficientemente importantes para tenerlas en cuenta. Una atención y prudencia
que tampoco muestran aquellos que predican una sociedad multicultural donde
muchas culturas vivirían para siempre en paz y en harmonía y sin conflictos si
sólo hubiese un poco más de buena voluntad. La buena voluntad y la simpatía
con otros pueblos ayudan en la comunicación con personas de otras culturas –
eso es innegable. Pero la simpatía es muy caprichosa y arbitraria y en ella
aplicamos sólo nuestros propios criterios personales y culturales para valorar a
los otros y esto a menudo es insuficiente.
Por eso es importante aceptar primero el hecho de que los diferentes
códigos culturales pueden causar malentendidos, que a veces llegan a afectarnos
en el nivel emotivo de tal modo que afectan o incluso anulan nuestra simpatía y
buena voluntad iniciales.
La aceptación de las diferencias culturales sirve entonces para activar una
alta sensibilidad y empatía lo cual significa tomar como referente no nuestro
propio punto de vista sino el del otro.3 Esto puede causar inseguridad e
incertidumbre, pero sólo si llegamos a entender por qué el otro piensa,
habla y actúa tal y como lo hace, podremos adaptar nuestra comunicación
y nuestra conducta a la del otro y abrir así el camino para una comunicación
basada en la comprensión mutua.
Tercer comentario: creo, que los profesores de lengua tenemos una
responsabilidad especial en la preparación de nuestros alumnos o clientes
para los encuentros con otras culturas. Sin embargo, la gran mayoría de las
personas que aprenden una lengua extranjera no están preparadas para
comunicar con éxito con personas de otras culturas y sociedades por muy
buenas que sean sus notas en los exámenes de gramática o por muy moderna
que sea la didáctica comunicativa de sus manuales.
Como inicialmente ya he mencionado, no quiero desatar ninguna polémica
contra una de las didácticas modernas o tradicionales. Sólo quiero ponerles un
ejemplo. Un caso, ficticio, pero real. Inventado, pero compuesto de incidentes
críticos reales.
Dado que estamos aquí en Alemania, participando en un encuentro
práctico de profesores de español, quizá sea conveniente que les presente un
ejemplo práctico de un encuentro entre un español y un alemán. Es decir, no
hablamos de diferencias culturales entre personas de distintos continentes y de

3
Véase W.B. Gudykunst, “Toward a Theory of Effective Interpersonal and Intergroup Communication. An
Anxiety/Uncertainty Management (AUM) Perspectiva“, en: R.L. Wiseman y J. Koester (eds), Intercultural
Communication Competence, Londres, Sage 1993, 60.
5
culturas muy alejadas, sino que nos quedamos „en familia“, para decirlo de algún
modo, hablamos de „europeos“. En las guías para negociar con todo el mundo,
que se venden en EEUU, nos encontramos en el mismo capítulo, titulado: „La
comunicación con los europeos“. Todos somos europeos – con o sin constitución
- y en el centro de la construcción europea, en Bruselas, las situaciones como las
que les voy a presentar a continuación, pasan cada día miles de veces.
He excluido todo tipo de situación extrema o de estrés, tan frecuentes en la
vida real, y tampoco se trata de una situación de primer contacto entre los
interlocutores, ya que suelen ser mucho más complicadas. Quiero advertir que
estas situaciones ejemplares se parecen a veces a una caricatura, ya que intentan
concentrar muchos elementos que en la vida real se reparten en varias personas
y situaciones. Pero de ningún modo existe la intención de burlarse de uno u otro
interlocutor. Si ustedes sienten algún tipo de angustia por la concentración de
incidentes críticos o porque se identifican con la perspectiva española que se ve
poco comprendida por la perspectiva alemana o al revés – cosa que espero que
no pase – sería esta la meta-prueba de lo sensible que es el tema y de la facilidad
con que afecta a nuestros sentimientos y nuestra percepción cultural más básica.

De visita en Barcelona

Imaginemos al Sr. Anton Schmidt de Düsseldorf de visita en Barcelona con el


Señor Francesc Puyols. Ambos son comerciales del sector textil y se conocen
desde hace muchos años. Entre ellos no parece haber problemas lingüísticos ya
que el señor Puyols estuvo trabajando en Alemania durante 4 años y
consiguientemente conoce a los alemanes y habla al alemán muy bien. El Sr.
Schmidt también habla un poco el español ya que ha estado varias veces en
Mallorca y en la Costa Brava. Ambos sienten que cada uno conoce bien la cultura
del otro y están convencidos de que las diferencias culturales se pueden
controlar fácilmente mediante un poco de buena voluntad. El Sr. Schmidt viene a
Barcelona para hablar con el Sr. Puyols un miércoles de la primavera del año
2005 sobre compras de moda y una representación en la Feria de Moda “Igedo”
en Düsseldorf. Al Sr. Schmidt le hubiera gustado salir con el primer avión para
estar en Barcelona a las 09:15 horas y volar a casa por la noche el mismo día, ya
que en las últimas semanas mucha documentación laboral se ha ido acumulando
sobre su mesa y además su hijo de 5 años está en la cama con fiebre. Pero de
todas formas el Sr. Schmidt sabe que en España se requiere más tiempo para
negociar que en Alemania y por eso llegará el martes por la noche y volverá el
jueves por la mañana.
El Sr. Puyols va a recoger al Sr. Schmidt al aeropuerto el martes a las 21:15
6
horas, hecho que es una agradable sorpresa para este último.4 ¿Cómo hay que
saludarse? El Sr. Schmidt sabe que a los españoles les gusta mucho recibirse con
dos besos, pero claro, no entre hombres. ¿Quizá un abrazo? Pero en ese
momento el Sr. Puyols ya le ha recibido encajando su mano y le pregunta cómo
le ha ido el vuelo.5 Casi en ese mismo instante el Sr. Puyols tira la colilla al suelo6,
coge la maleta del Sr. Schmidt y dice: “Venga, yo te la llevo. Mi coche está allí
fuera.” El Sr. Schmidt contesta: “No es necesario.”7 Pero el Sr. Puyols ya está de
camino hacia el coche y el Sr. Schmidt va detrás.
Justo delante de la terminal está el coche del Sr. Puyols y el motor todavía está
en marcha. Un buen Audi A3, pero con el parachoques un poco marcado de
golpes y ralladas.8 Los dos señores suben al coche y se marchan. Mientras tanto
el Sr. Puyols le hace muchas preguntas: ¿Cómo te va la vida? ¿Cómo está tu
familia? ¿Cómo va en el trabajo? ¿Cómo le va al Sr. Kampe? ¿Sigue el Sr. Müller
todavía en la empresa?9
De repente el Sr. Schmidt mueve el pie de tal forma como si quisiera frenar. Un
peatón se encuentra en el paso de cebra pero se ha parado y deja pasar el

4
Esto no sería muy habitual en Alemania, ya que a esa hora el Sr. Schmidt ya haría tiempo que
estaría con su familia. En Alemania se suelen separar de manera clara la vida laboral de la
privada.
5
Aunque se ha escogido una forma de bienvenida que existe en ambos países, es decir darse la
mano, todavía existen diferencias en la forma.
En Alemania se suelen abrazar entre buenos amigos, pero en el mundo de los negocios muchos
alemanes intentan dar la mano educadamente. Ambas formas de dar la bienvenida se
distinguen por sus diferentes objetivos: cordialidad con los amigos, educación y corrección en
el mundo laboral. Esta distinción de objetivos no es tan fuerte en España. Aquí, tanto en la vida
privada como en el mundo de los negocios predomina el mismo objetivo primario: reducir
distanciamiento.
Esto se puede reflejar al ofrecer la mano derecha al otro y darle una amigable palmadita en el
brazo o la espalda.
6
En Alemania está muy mal visto tirar la colilla al suelo dentro de cualquier edificio y ni siquiera se
tira la ceniza del cigarrillo al suelo.
7
En Alemania se acostumbra a preguntar lo siguiente: “¿Te ayudo?” y se suele esperar a que el
otro acepte la ayuda o no. Es decir, la cordialidad se expresa en Alemania respetando la
voluntad del otro, mientras que en España a menudo no dejamos la opción de elegir para que
no haya duda alguna de nuestra disposición a ayudar.
8
Debido a razones medioambientales en Alemania se acostumbra a parar el motor siempre que
se realiza una parada que dure más de un minuto. Además se considera el coche como un bien,
casi una reliquia, en la que no pueden haber ralladas y mucho menos si es de una marca cara.
9
Mientras en España es normal hablar de toda una serie de temas ya durante los primeros
minutos de un encuentro, incluso saltando de uno a otro, en Alemania se inicia una
conversación a menudo con más calma y se suele responder más o menos a fondo a cada una
de las preguntas antes de proseguir a la siguiente. Contrariamente, lo que se espera en
España es una respuesta rápida a cada una de esas preguntas ya que pertenecen al mismo
ritual de bienvenida. De la pregunta “¿Qué tal?” a veces incluso no se espera respuesta,
costumbre que daría a muchos alemanes la impresión de cierta superficialidad. “Qué tal?” -
“Wie geht’s?” se considera en Alemania una pregunta y se espera (normalmente) una
respuesta, mientras que en España a menudo se considera una fórmula de bienvenida a la que
no hace falta contestar.
7
coche.10
“El Sr. Kampe? Pues con él salí a tomar una cerveza hace poco. Parece que le van
muy bien las cosas”, dice Sr. Schmidt.11
El Sr. Puyols pregunta si ha comido algo en el avión y el Sr. Schmidt niega la
pregunta.
“Entonces debes estar muy hambriento. Conozco un buen restaurante
justamente cerca del hotel. ¿Qué te parece, vamos a cenar allí?”12 El Sr. Schmidt
le echa un vistazo al reloj.13 Antes de embarcar, a las 17:30 horas ya había
cenado, pero no quiere ser maleducado y responde que ‘sí’. Llevan la maleta al
hotel y el Sr. Schmidt se pone rápidamente ropa nueva. En Alemania hacía más
frío pero en Barcelona uno no necesita llevar jersey. El Sr. Schmidt se encuentra
bien, ya que en este clima mediterráneo a las 22 horas todavía hace calor y se
puede ir en mangas de camisa. Duda un momento sobre ponerse sandalias o no,
pero él ya sabe que los españoles hacen mucha broma sobre alemanes con
sandalias y calcetines blancos. Por eso decide olvidarse de las sandalias, se pone
rápidamente una corbata bien coloreada y ya está preparado.14 Los dos señores
se dirigen hacia la Plaza Real donde hay preciosas palmeras y muchos
restaurantes, todos vacíos, pero el Sr. Puyols va directamente a uno delante del
cual hay una cola de 20 metros.15 Mientras tanto el Sr. Puyols habla sobre
campeonato del Barça, sobre la noticia del embarazo de la princesa de Asturias,

10
En Alemania los peatones tienen absoluta preferencia al encontrarse en el paso de cebra y de
hecho esto es aceptado completamente por los propios conductores en su inmensa mayoría. Es
más bien cuestión del derecho que tiene cada uno (así que los peatones en Alemania no suelen
parar antes de cruzar el paso de cebra para dejar pasar el coche), mientras que en algunas
ciudades grandes de España es cuestión de negociar el derecho de paso mediante unas miradas
entre conductor y peatón.
11
Decir “iremos a tomar una cerveza algún día” significa en Alemania (entre hombres – las
mujeres irían “a tomar un café”) que en esa ocasión uno podrá disfrutar de la oportunidad de
hablar sobre temas privados o personales y le confiere mucha más intimidad a la relación.
Seguramente, el Sr. Schmidt quiere dar a entender que él es una persona con quien se puede
“ir a tomar una cerveza” pero el Sr. Puyols no se debe haber dado cuenta ya que en la
comunicación española ese tipo de diferenciación entre comunicación empresarial y privada no
está prevista de manera tan clara.
12
Según las normas de comunicación alemanas usar “tu” no sería de costumbre en este contexto,
todo lo contrario. Primero hay que “ir a tomar una cerveza”, iniciar una amistad privada y ofrecerse
el “tu”. A cambio, en España uno puede tutear a una persona si la conoce desde hace tiempo.
13
Mirar el reloj, en esta ocasión significa: ¿Todavía están abiertos los restaurantes? A partir de las
22 o 23 horas muchos restaurantes en Alemania cierran la cocina donde se realizan los platos
calientes.
14
Mientras en España la moda en el mundo de los negocios es algo más conservadora e incluso
se evitan colores chillones, en Alemania se tiende a llevar corbatas chillonas. Esto a menudo
llama la atención de los españoles, sobre todo cuando ven las noticias alemanas, hecho que
tiene en ellos una connotación negativa.
15
En Alemania es absolutamente desagradable tener que hacer cola delante de un restaurante.
Eso casi nunca sucede en Alemania. En ese caso, se decidiría ir a otro restaurante. Mientras
los alemanes están muy orientados hacia la eficiencia y desean no perder el tiempo, a los
españoles les parece normal tener que hacer cola delante del cine, del restaurante o en otras
ocasiones. Además, la cola parece indicar, que este restaurante debe ser muy bueno.
8
sobre una nueva línea de metro16 y finalmente, tras media hora, ya han ido
avanzando hasta esperar en la entrada del Restaurante. El Sr. Schmidt ve una
gran mesa para 6 personas al lado de la ventana y solamente hay dos personas
que la ocupan.
“Allí todavía hay sitio libre”, dice él. Pero el Sr. Puyols no responde.17 Tras unos
instantes aparece el camarero y los guía hacia una mesa justamente al lado de la
barra, donde se encuentra el televisor retransmitiendo un partido de fútbol. El
Sr. Schmidt pregunta quién está jugando. El Barça contra el Chelsea.18 El Sr.
Schmidt mira un momento hacia la pantalla mientras el Sr. Puyols le echa un
vistazo a la carta y a la vez comenta el partido y decide que tomará rape.19
Entonces viene el camarero y trae pan, aceite, tomates y sal y da unas
explicaciones sobre los platos que ya no están en la carta. El Sr. Schmidt no le
puede entender bien debido a que la televisión está un poco alta y le dice con voz
amable: “¿Podría bajar un poco el volumen del televisor, por favor? Está tan alto
que uno casi no puede conversar.”20

16
Estos serían los temas más frecuentes durante esos días en Barcelona. ¿También lo serían en
Alemania?
17
En Alemania es completamente normal, tanto en bares como en restaurantes, sentarse en una
mesa donde ya hay alguien sentado. Se acostumbra a preguntar: “¿Está libre?” - “Ist hier noch
frei?”. Esto no quiere decir que se debe mantener una conversación con las demás personas
de la misma mesa. Muy a menudo basta con saludar amigablemente al llegar y al dejar el local.
Aprovecho esta ocasión para añadir que en Alemania las mesas acostumbran a ser más
grandes y puede ser que incluso estando sentados en la misma mesa, estén alejados como si
fuera en un restaurante español con mesas separadas.
18
El nivel de ruido en un restaurante en España (a no ser que se trate de un restaurante chino) es
casi siempre más elevado que en Alemania. A ello se atribuye que a veces hay un televisor
encendido, que el camarero está poniendo un plato sobre el otro al sacarlos del lavaplatos, y a
que la gente habla muy alto hasta que uno mismo tiene que hablar más alto para que le
puedan entender. Mientras el “Ruido” es algo a lo que uno llega a acostumbrarse en las
grandes ciudades españolas, en Alemania “Krach” – la traducción de ‘ruido’ - se considera
algo que hay que apagar o terminar en seguida o al menos se puede esperar de otra gente que
lo hagan.
19
Es bastante normal en España hacer más de una cosa a la vez. Este fenómeno se denomina
policronía. Los alemanes de lo contrario aprenden a hacer “una cosa detrás de la otra” desde
que empiezan a educarse. Estos tienen una tendencia extremadamente monochronista.
Siguiendo esta norma de comportamiento puede ser, según el contexto, que no prestarle
atención al otro mientras está hablando sea percibido como de mala educación.
20
El Sr. Schmidt ha hecho algo que en su cultura es habitual: ha expresado de forma amable,
pero abierta y directa una molestia. Pero precisamente este acto de habla (speech act), es
decir, practicar la crítica, es una situación de alta complejidad culturalmente codificada. La
forma española de realizar una crítica es más indirecta y inarticulada, además se basa en que
el receptor entiende ese juego de alusión indirecta y reacciona. Muy a menudo se deja una
frase sin acabar al 50% y se termina con la inserción de un gesto que deja adivinar al otro lo
que en realidad quiere decir. Esto no funcionaría en Alemania. La cultura conversacional de los
alemanes es altamente explícita, uno habla casi del mismo modo que escribe. Las frases son
completas y no dejan casi nada pendiente para la interpretación del otro. Se pueden introducir
gestos pero no añaden más información, sino más bien tienen la función de enfatizar. Toda la
información completa se encuentra en la frase y de esta misma manera es como se lleva a
cabo una crítica. En una conversación española esto resultaría brusco y de mala educación.
9
Entonces sólo pide una ensalada.21 El Sr. Puyols le pregunta si no va a pedir un
segundo plato. Le recomendaría el rape. Durante todo el rato el Sr. Puyols mueve
nerviosamente el pie y el Sr. Schmidt se pregunta por qué está enfadado.22 De
todas formas él no quiere rape, una ensalada es suficiente. Cuando el camarero
ya les ha servido el vino, el Sr. Schmidt eleva la copa y dice: “Salud”, prueba el
vino y dice: “Hm, está rico.”23 Mira la botella: Penedès. El Sr. Puyols le comenta
dónde se encuentra este lugar. A diferencia del vino, el agua no le gusta
demasiado al Sr. Schmidt y ruega al camarero que le traiga agua con gas.24
Cuando el camarero les trae la ensalada, el Sr. Schmidt despliega su servilleta,
dice “buen provecho” y sigue escuchando las explicaciones del Sr. Puyols sobre
vinos.25 Más tarde, el Sr. Puyols le pregunta si no le gustaría quizá probar un
poco de su rape. El Sr. Schmidt lo rechaza amablemente.26 Mientras tanto
empieza a hablar de la feria “Igedo”27 y sobre los cambios que este año iban a
tener lugar en comparación con el año anterior. Comentario del Sr. Puyols: “El
rape está buenísimo.”28 El Sr. Schmidt entiende este comentario como una crítica
21
No hace falta pedir varios platos en un restaurante alemán. Muy a menudo una gran ensalada
vale como plato único. Sobre todo a partir de las 22h la mayoría de los alemanes no están
acostumbrados a comer varios platos.
22
En España mucha gente está acostumbrada a mover nerviosamente el pie, parece ser un signo
de nerviosidad y que es completamente normal. En Alemania esto es una señal de nerviosidad
agresiva. Quien lo hace transmite: “Mi paciencia está a punto de llegar a su límite.”
23
A muchos alemanes les gusta hacer un chinchín a la hora de consumir vino o cerveza. Se
considera un acto que crea un ambiente social ameno dentro de una serie de actos para
reducir el distanciamiento entre la gente. Según el contexto este gesto puede resultar
obligatorio. En España también se hace, pero no tan a menudo, ya que se aplican otras formas
de reducir el distanciamiento.
24
A menudo el gusto es cuestión de costumbre. Muchos alemanes piensan que el agua sin gas
sabe reposada, de poco sabor, aburrida, sosa. Por el contrario muchos españoles no
entienden, cómo se pueden llenar de tanto gas a la hora de comer, ya que lo encuentran poco
digestible y cuando están en Alemania hacen todo lo posible para conseguir agua sin gas.
25
Igual que con el primer trago de vino o cerveza se dice “Prost” – “salud”, al comenzar a comer
en Alemania se dice obligatoriamente “buen provecho” – “guten Appetit”, al menos en un
restaurante.
26
En general, cuando los alemanes preguntan algo, lo hacen una sola vez y el ‘no’ significa ‘no’ y
el ‘si’ significa ‘si’. A cambio en España es frecuente dejarse invitar varias veces antes de
probar o de repetir. Por lo tanto, para el Sr. Schmidt el tema se acabó, pero para el Sr. Puyols
no era necesariamente así.
27
En la cultura conversacional alemana se suelen afrontar las interrupciones ambientales de la
conversación o a la sensación de inseguridad mediante un giro temático hacia los temas
objetivos o hacia la materia técnica en cuestión. Si aquí se consigue un consenso en la
materia, entonces la visión común de la materia sirve como punto de salida para desarrollar
más confianza y un trato más confidencial, lo cual implica normalmente un cambio posterior de
temas de conversación. Pero a los españoles esta sucesión de primero la materia o el asunto y
después la confianza, les parece a menudo “frío” y distanciado, ya que la estrategias de
conversación españolas empiezan normalmente con el intento de reducir la distancia social y
de crear confianza para poder llegar más tarde sobre esta base a los temas técnicos o de
materia.
28
En España se suele hacer uso de esta forma de superlativo con mucha más frecuencia que en
Alemania, donde dirían en este contexto: “Der Fisch ist wirklich gut.” Es por esta razón que el
uso del superlativo le llama la atención al Sr. Schmidt.
10
por no haberlo pedido. Empieza a sentirse inseguro: ‘¿Ha sido de mala educación
no pedir el rape? Quizá ha sido por el rape que el Sr. Puyols me ha traído a este
restaurante aunque estuviera lleno. Da igual, ya no lo puedo cambiar,’ piensa y
sigue hablando sobre la Igedo, mientras mira el plato del Sr. Puyols, que está
cortando unas patatas.29 En ese momento suena de golpe un grito proveniente
del televisor: Goooool! Todos miran hacia el televisor y comentan la repetición
del gol de Ronaldinho. El Sr. Puyols comenta que su hijo también juega en un
club de fútbol y que Ronaldinho es su ídolo.30
“Por cierto, ¿seguro que no quiere probar un poco del rape?” El Sr. Schmidt
piensa: ‘si pruebo el rape y afirmo lo bueno que está entonces el Sr. Puyols me
preguntará si no quiero que pida otro y entonces tendré que justificar por qué
no quiero tomar rape.’ Así que dice: “No gracias.” Pero de todas formas se siente
un poco inseguro con su negativa y ve que el pie del Sr. Puyols se sigue
moviendo nerviosamente. Piensa que ha hecho algo mal. Por eso duda un
momento y dice: “Por cierto, lo que quería decir sobre la Igedo …”31 y explica los
cambios que va a haber este año. En este momento el Sr. Puyols ve que el Sr.
Schmidt no ha probado el pan y pregunta, si no le gusta el pan.32 “Sí, sí”, dice el
Sr. Schmidt y en el mismo momento se pregunta cómo puede decir eso si ni
siquiera lo ha probado. En ese mismo instante se da cuenta de que el tema de la
Igedo no le interesa demasiado al Sr. Puyols y se calla, sobre todo al ver que este
sigue moviendo nerviosamente el pie.
Después de la comida el Sr. Puyols pide un café y coñac y reacciona con una cara
de ligera decepción al ver que el Sr. Schmidt renuncia a ambas cosas.33
“Seguramente debes estar cansado después del día de trabajo con vuelo y todo.”
29
En Alemania forma parte de las buenas maneras no partir las patatas con el cuchillo, sino con el
tenedor. (Por lo contrario, en Inglaterra no se debe partir nada sobre el plato con el tenedor.)
Estas costumbres de mesa son bastante formales e importantes en Alemania y también se
procura no tocar nada en el plato con las manos.
30
Evidentemente el Sr. Puyols intenta aquí, según las estrategias de conversación de su cultura,
cambiar de tema para dejar el tema “frío” del asunto de la feria y dirigirse hacia un tema más
personal, más “ameno”.
31
Otra vez la estrategia alemana: ¿Cómo tratar con la inseguridad? Volver al tema técnico u
objetivo. Por otro lado, el Sr. Puyols habrá notado negativamente que el Sr. Schmidt no ha
aceptado su oferta de dirigirse hacia un ambiente más personal.
32
El pan tiene en Alemania una función distinta de la que tiene en España. Salvo con sopas, el
pan nunca tiene la función de acompañar la comida como lo hacen las patatas o el arroz, sino
que el pan con mantequilla y queso o embutido o mermelada es la base del desayuno o del
“pan de noche”, que es la expresión alemana para la cena (Abendbrot). Se parece al bocadillo
en España, pero éste tiene a menudo la función de alimentar entre las comidas.
33
A no ser que uno quiera trabajar durante toda la noche, en Alemania no se suele tomar café por
la noche. Tampoco es tan frecuente como en España beber algún licor, whisky o coñac después
de la comida (solamente en ocasiones muy especiales o solemnes). Por el contrario, en Alemania
a veces se suele tomar un Schnaps (que es como un orujo) antes de comer para aumentar el
apetito.
Probablemente el Sr. Puyols estaría más a gusto si el Sr. Schmidt le acompañara en este paso de
completar la cena. En cambio, así puede tener la impresión de que el Sr. Schmidt quiere
terminar la cena.
11
Y aunque ya tiene reservada la cita con el Sr. Schmidt para las 9:00 horas de la
mañana siguiente, le añade: “Quizá no deberíamos encontrarnos mañana antes
de las once o las doce para que no tengas que darte prisa por la mañana. ¿Qué te
parece?”
El Sr. Schmidt que está acostumbrado a estar a las 8:30 horas en el despacho,
igual que su colega, y a hacer la pausa del mediodía a las 12 horas, piensa en el
viejo consejo: When in Rome, do as Romans do, y dice: “De acuerdo.”
Llega el momento de pagar: el Sr. Puyols piensa que a los alemanes les gusta
siempre pagar por separado y piensa que lo mejor será dividir la factura entre
dos, pero el Sr. Schmidt dice: “Esto es gasto de empresa”, y coge la factura,34 el
importe de la cual es de 84 euros. El Sr. Schmidt pone 100 euros y le dice al
camarero: “Cobre 90 euros.”
Al volver el camarero, ve 16 euros de cambio en el plato y el Sr. Schmidt se
asombra: “¿Aquí no quieren la propina?”35
Fuera del restaurante el Sr. Puyols dice: “Te llevo al hotel.” “No es necesario, ya
lo encontraré” le replica el Sr. Schmidt. “Me queda casi de camino”, añade el Sr.
Puyols y el Sr. Schmidt dice: “Pues, bueno.”36
Después de despedirse delante del hotel el Sr. Schmidt va a su habitación y
empieza a notar una sensación de angustia: “Realmente es muy simpático el Sr.
Puyols, me recoge del aeropuerto y me lleva al hotel. Pero en cierto modo es un
poco superficial, no se puede tener una conversación profunda con él. Ya
veremos cómo irá mañana. ¡Pero a partir de las 12 horas! ¡Dios mío! ¡Estos
españoles!”
Mientras tanto el Sr. Puyols va subiendo Las Ramblas y piensa: “En el fondo es
majo, el Sr. Schmidt, pero típicamente alemán. Son un poco fríos. Ya veremos lo
que pasará mañana”.37

-----

34
Aquí está la trampa de los estereotipos: el Sr. Puyols cree saber cómo se comportan los
alemanes e intenta comportarse como tal. Por otro lado, el Sr. Schmidt, que bien sabe que en
algunas partes de España no se paga por separado ni en el restaurante, podría ver confirmado
el prejuicio del catalán tacaño.
35
Mientras en Alemania se suele redondear la suma hacia arriba y decírsela al camarero, en otros
países como España se considera esto poco discreto. Aquí el camarero trae la diferencia en un
platito y el cliente decidirá cuánto quiere dejar en el platito. Por otro lado, pertenece al ritual
alemán que el camarero dé las gracias al cliente, lo que falta a veces en el ritual español,
cuando el cliente se levanta y se va.
36
Quizá el hotel no queda de camino a casa del Sr. Puyols y este esperaba otra respuesta tipo:
“Gracias, pero no hace falta”. Pero la mayoría de los alemanes no están acostumbrados a dar
tantas vueltas en la conversación para tomar una decisión simple. A menudos ‘si’ es ‘si’ y’no’ es
‘no.
37
Aquí no se trata en absoluto de si esta percepción es justa o no, sino sólo de que a menudo se
instala.
12
Con ello ya se ha llegado a un punto muy crítico: el Sr. Puyols ya no ve al
Sr. Schmidt como el individuo Anton Schmidt sino que le ve como a un alemán y
el Sr. Schmidt tampoco ve al Sr. Puyols como la persona Francesc Puyols sino
como a un típico español – ni mucho menos como a un catalán. Es decir, el
encuentro entre Anton Schmidt y Francesc Puyols está a punto de convertirse en
un encuentro entre dos estereotipos, en otras palabras entre un „cabeza-
cuadrada prepotente“ y uno de „esos latinos poco serios y poco cumplidores“.
Pero de hecho, todavía ni siquiera ha empezado la verdadera negociación
con todos sus puntos conflictivos y ya aparecen los primeros malos indicios. Al
llegar al primer punto conflictivo el Sr. Puyols probablemente pensará: ‘estos
alemanes son nada flexibles’ e intentará forzar al Sr. Schmidt a que sea flexible. A
cambio, el Sr. Schmidt pensará algo como: ‘uno no puede confiar
verdaderamente en estos españoles y en los catalanes mucho menos, ya que
siempre quieren volver a negociarlo todo posteriormente. Si no tenemos un
contrato plenamente detallado, no habrá negocio.’
De esta manera hay muchas posibilidades de que al día siguiente no se
llegue a un acuerdo beneficioso para ambas partes. Y está claro que no se trata
de problemas gramaticales o temas similares del tradicional aprendizaje de
idiomas. Los consiguientes malentendidos causarán estrés en ambas partes y
cada uno atribuirá la responsabilidad al otro. Pero no al otro como individuo
sino al otro como “el alemán” o “el español” o “el catalán”.
Llegado este punto, no quiero seguir con el posible rumbo de este
encuentro, sino darme prisa para responder al desagrado que probablemente
habrá aparecido durante la presentación de mi caso. Sería de extrañar si no
hubiera alguién que no se puede identificar con el representante de su
nacionalidad. Habrá españoles que han pensado: „Yo no tiro las colillas al suelo“
o „yo también freno para peatones“. Y habrá alemanes que piensan: „Yo no
habría cenado a les 17:30 horas“ o „Yo también habría ido al aeropuerto para
recoger al Señor Puyols“. Y a lo mejor habrá incluso españoles que se
identifiquen más con la perspectiva alemana y al revés y que pensarán: „Ya no
somos así, los tiempos han cambiado, esos son viejos estereotipos.“ O profesores
que piensan: „Esta es una imagen no adecuada de los españoles o alemanes.“
Podemos resumir este desagrado en dos expresiones de la misma crítica:
1) Yo no soy así = no todos los españoles son así = son sólo estereotipos
2) Yo no soy así = no todos los españoles son así = una imagen equivocada de
España

Voy a contestar primero a la segunda crítica. El reproche de transmitir una


imagen equivocada de España provoca la pregunta sobre la imagen correcta de
España. En vez de dar una respuesta teórica, permítanme mencionar una
13
experiencia personal.
Llevo casi 3 años viviendo en un pueblo a 40 kilómetros en el norte de
Barcelona después de haber vivido varios años en la capital catalana. Según lo
que algunos dicen en mi pueblo, uno no se puede fiar de la gente de Barcelona.
Son „gente de la ciudad“, „ricos“, „corruptos“, „más superficiales“, „viven para el
ocio“, „no son gente sincera“ etc. Pero según alguna gente que vive en un pueblo
aún más al norte del mío, ya cerca de los Pirineos, uno no se puede fiar de la
gente que vive en mi pueblo porque ya no son los de antes, porque ahora viene
mucha gente de la capital a vivir allí. Además, los que vienen son más
„castellanos“. Déjenme citar a unos estudiantes de Besalú en el Prepirineo
(Garrotxa):
„Yo encuentro que hacia Barcelona es más 'castellà', que no aquí; los pueblos
'de pagès' son más catalanes. Parte de Tarragona y de Lleida ya tienen límites con
lo de fuera, ¿no?; hablan el catalán, pero ya lo hablan un poco diferente que el
catalán digamos normal ¿no? ... Quiero decir que como tienen más conexión con los
de fuera, se sienten catalanes, pero ya no tanto como los que estamos más
arrinconados hacia aquí, que cuesta más de llegar ...“38

Aquí vemos una clara noción de ser más o menos catalán. Más catalanidad
es identificada con las comarcas rurales, con el interior, las montañas, donde no
hay imigración castellano-hablante, donde conservan más las tradiciones
„catalanas“ y hablan un catalán „más catalán“. Las provincias de Barcelona,
Lérida y Tarragona cuentan óbviamente como „menos catalanas“ que la
provincia de Girona. Pero dentro de esta última hay otra vez diferencias entre
los de la montaña y los de la plana. Entre los de la montaña se dicen: „De
l'Empordà, ni gent ni bestiar - Del Empordà, ni gente ni ganado“. Entre los de la
plana se dicen: „Cerdà i home de bé no pot ser – de la Cerdanya y hombre de
bien no puede ser.“39
Pero entre los de la plana existe a su vez la distinción entre campesinos y
pescadores, considerados los últimos como gentes más pobres, que viven al día y
tienen un trabajo nocturno, vividores que van mucho a la taverna, donde
malgastan su dinero, son despreocupados, liberales y solidarios, mientras que
los campesinos son considerados más cerrados, tacaños, interesados,
responsables, previsores y ricos.
Cuando hablamos de „los catalanes“, todas estas distinciones desaparecen.
Las mismas distinciones entre ciudad y campo, entre la montaña y la plana las
podemos encontrar en la mayoría de las autonomías de España y las distinciones
entre el litoral y el interior, entre castellano-hablantes y otras lenguas las
podemos encontrar también en la Comunidad Valenciana, en las Baleares, en el
País Vasco y en Galicia. Pero cuando hablamos de „los españoles“, todas estas
38
Andrés Barrera González, La dialéctica de la identidad en Cataluña. Un estudio de Antropología Social, 160.
39
La dialéctica de la identidad en Cataluña, 184.
14
distinciones desaparecen otra vez.
Dado este polifacetismo y esta variedad social y cultural en España (y que
igualmente existe en Alemania, Francia o Italia), no es posible transmitir una
imagen „correcta“ en el sentido de que todos los españoles o todos los
alemanes pudieran verse adecuadamente reflejados en ella.
De repente, casi sin querer, nos topamos con las últimas cuestiones: ¿No
existe, pues, ninguna identidad española? ¿Qué es entonces la cultura española, o
la alemana? Es decir, en última consecuencia, ¿qué es la cultura?
Esta última pregunta es imposible de contestar, al menos hoy y aquí. Ya en
los años sesenta algunos investigadores americanos identificaron más de 250
significados diferentes de lo que puede ser una cultura. Cualquier intento teórico
de llegar a una definición aceptada por todo el mundo estaría condenado a
fracasar. Más práctico es, en nuestro contexto, volver a considerar otra vez la
perspectiva de los estudiantes de Besalú:

„Yo encuentro que hacia Barcelona es más 'castellà', que no aquí; los pueblos
'de pagès' son más catalanes. Parte de Tarragona y de Lleida ya tienen límites con
lo de fuera, ¿no?; hablan el catalán, pero ya lo hablan un poco diferente que el
catalán digamos normal ¿no? ... Quiero decir que como tienen más conexión con los
de fuera, se sienten catalanes, pero ya no tanto como los que estamos más
arrinconados hacia aquí, que cuesta más de llegar ...“

Evidentemente, aquí se distingue un núcleo o un centro de la identidad


catalana de una franja intermedia y de una periferia que tiene límites con „lo de
fuera“. Independientemente de si esta percepción se acerca a la realidad o no,
sirve para recordar unas características de las grandes culturas. Las culturas no
son cajones o container en el sentido de que todo lo que cabe en este cajón o
container debe ser igual. Las culturas entran en contacto con otras culturas, se
influyen mutuamente y normalmente los territorios „que tienen límites con lo de
fuera“, como dicen los estudiantes, reciben más influencias de fuera, hecho que
tiene importantes consecuencias para su identidad. No es necesario que una
cultura tenga un centro como el Vaticano en Roma o una capital como París,
pero siempre es probable que en sus periferias las culturas sean un poco más
difuminadas, es decir, diferentes.
Cualquier imagen de la cultura española o de la cultura alemana es
necesariamente una generalización de una serie de hechos políticos, históricos,
geográficos, lingüísticos o sociológicos interpretados como decisivos y
determinantes para estas culturas y siempre habrá personas que, con toda
razón, podrán decir: esta imagen no coincide con mi experiencia.
Un ejemplo: en el 1998 la media del consumo de cerveza en España fue de
66,4 litros por persona, mientras que en Alemania fueron 131 litros por cabeza.
Unas cifras que coinciden completamente con los estereotipos. Sin embargo, en
15
Baviera (que es el land al que pertenece Würzburg) se consumía mucho más,
200 litros por persona, y en Sajonia se consumía 180 litros. Por lo tanto, para
que saliese matemáticamente la media de 131 litros para toda Alemania, por
lógica debían de haber regiones donde el consumo fue muy inferior, acercándose
a la media de España. Si un negociante de una de estas regiones, digamos por
ejemplo de la región vinícola de la Mosela, viajara al sur de España, donde la
media del consumo de cerveza era de 78 litros por cabeza, el más alto de España,
encontraría que allí se consume más cerveza que en casa. Los estereotipos sólo
son estereotipos.
¿Debemos, en consecuencia, dejar de hablar de las culturas española o
alemana porque no hace más que producir estereotipos? No. Es verdad que
cualquier manera de enseñar algo de la historia o del presente, de la mentalidad
o de las costumbres, de la geografía o de la política en España o en Alemania es
una abstracción y por lo tanto alimenta los prejuícios y los estereotipos. Pero si
no queremos prescindir de enseñar la cultura junto con la lengua – y no
podemos prescindir de ello porque no hay lengua sin cultura – entonces no
podemos evitar los estereotipos. Y no pasa nada, porque los estereotipos tienen
una función vital: simplifican la realidad hasta unos niveles comprensibles y
manejables. La realidad es siempre tan compleja, que no podríamos
orientarnos en ella si no fuese a través de simplificaciones. Sobre todo en el
extranjero no podemos vivir sin prejuicios y estereotipos, pero siempre
debemos tener en cuenta que la realidad tiene la tenaz tendencia a
sorprendernos. El estereotipo de los alemanes y la cerveza no es malo en si,
porque puede servir para orientarnos en algunas regiones de Alemania que sí
tienen una distinguida cultura de la cerveza en detrimento de una cultura del
vino. Pero no podemos esperar que todo habitante de Baviera consuma 200
litros de cerveza al año.

Como ustedes pueden ver, me estoy tomando muy en serio el argumento


que algunos suelen alegar en contra de la competencia intercultural como uno
de los objetivos de la enseñanza de lenguas. Aquel argumento que dice:
informaciones sobre la cultura extranjera en cuestión sólo sirven para crear
estereotipos y esto no hace más que dificultar la comunicación. Esto no es
verdad. Todos los investigadores coinciden en que el mayor conocimiento de la
cultura del otro ayuda a una mayor comprensión del otro y a la vez está claro
que si llegamos a entender por qué el otro piensa, habla y actua tal y como lo
hace, esto nos ayuda a adaptar nuestra comunicación y nuestra conducta a la
suya y a abrir así el camino para una comunicación basada en la comprensión
mutua. La cuestión no puede ser: cultura - ¿si o no? La cuestión es ¿cómo
enseñar la cultura de tal modo que ayude para la comunicación
intercultural?
Aquí no tardo en identificar un método que no debe aplicarse en la
16
enseñanza intercultural aunque muchos libros y cursos lo hagan. Me refiero a los
así llamados „dos and taboos“, a aquellas reglas de conducta que dicen: cuando
estas con alemanes o españoles, haz esto y aquello y no hagas aquello otro.
Justamente este es el tipo de información que la mayoría de los clientes buscan.
Parece que la inseguridad y la incertidumbre que implican una negociación en
otra cultura o con gente de otras culturas exigen una información del tipo: „dime
cómo son y cómo se negocia con ellos“. ¡Justamente este tipo de información está
prohibida! Hay que tener en cuenta que un alemán que visita a un cliente en
Barcelona o en Madrid no se comporta igual que cuando habla con un cliente
alemán en Berlín y viceversa. Por lo tanto, lo primero es, estar abierto para
una situación desconocida en vez de prepararse para unos estereotipos de
personas y situaciones que así no van a presentarse. La realidad será diferente
de los tópicos porque se establecerá cada vez de nuevo entre un interlocutor de
la cultura A y otro de la cultura B. Este nuevo tipo de comunicación, que no sería
ni típicamente española ni típicamente alemana, establecerá – durante el
proceso de la comunicación - una nueva cultura C y ésta es la auténtica inter-
cultura.

Para prepararnos para este tipo de situaciones no ayuda saber, cuándo


murió Lutero, después de qué batallas realizó Bismarck la unificación alemana y
dónde está la casa natal de Karl Marx. Pero sí que sirve entender que en
Alemania existen tradiciones y mentalidades católicas y protestantes, que hay
grandes diferencias culturales entre el norte y el sur y que durante 45 años una
parte de la población ha sido educada en un estado comunista y la otra en una
sociedad capitalista. También es útil saber, porque es mejor no hacer chistes
sobre judíos en Alemania y que a las 14:30 horas uno no puede ir a un
restaurante para comer a mediodía.
Las culturas son sistemas que se han formado durante muchos siglos o
incluso milenios. La historia de una cultura puede explicar muchos detalles del
presente, pero no debemos confundirla con una lista de fechas de las batallas o
con resumenes de los libros más importantes.
También, para sumergirnos en una cultura, podemos empezar con lo
visible, con el presente y la lengua. Lo visible es la estructura superficial de una
cultura. Lo visible es la expresión y el signo de un sistema de normas y valores
que están arraigados en las estructuras profundas de una cultura. La estructura

17
superficial se puede observar y describir. De este modo llegamos a ver las
diferencias visibles con otras culturas. Cuando intentamos explicar el „porqué“
de la estructura superficial, es decir, cuando intentamos explicar lo visible,
indagamos en la estructura profunda y en la historia de una cultura. Allí
encontramos los valores dominantes en una sociedad y finalmente, aún más
profundo, llegamos a los conceptos básicos de una cultura.
Permítanme citar un ejemplo, un caso real.

Una empresa multinacional alemana envió a uno de sus empleados, el señor


Stamm, a trabajar durante dos años en la sucursal de Barcelona. El jefe de esta
sucursal era un hombre elegante, siempre bien vestido, conductor de un BMW y
siempre con buenos modales. Sin embargo, el señor Stamm encontró que su
manera de tratar a la secretaria y a los empleados era diferente de lo que estaba
acostumbrado de Alemania, sin que supiera explicar claramente porqué.
Pero en todo caso, con él el jefe de la sucursal se mostró siempre muy amable y
ayudó al señor Stamm a encontrar un piso y un parking. Pocas semanas después de
haberse instalado allí con su mujer, el señor Stamm invita al jefe de la sucursal, a
la secretaria y a los cuatro empleados a una cena en su casa. Se ve que el jefe de la
sucursal se lo tomó mal y se mostró un poco más distante durante los próximos
días sin que el señor Stamm llegara a saber porqué.

El señor Stamm actuó como es normal en su cultura. Pero el jefe de la


sucursal no estaba precisamente encantado al verse rebajado al mismo nivel que
la secretaria y los otros empleados. Había esperado una invitación por separado
para él y su mujer.

Para comprender mejor estos pequeños conflictos diários entre personas


de diferentes culturas nos ayuda la imagen del iceberg:

1) Atributos culturales visibles

2) Comportamiento: visible,
pero no siempre comprensible

3) Valores: no saltan a la vista y


a menudo son inconscientes

4) Condiciones básicas de la
cultura: invisibles e inconscientes

18
Los atributos visibles forman normalmente el aspecto menos complicado.
Por ejemplo, la moda y el coche del jefe. El comportamiento del jefe en el trabajo,
su estilo de tratar a la secretaria también es visible, pero no siempre
comprensible para una persona de fuera. Este comportamiento está dirigido por
unos valores, por ejemplo su concepto de jerarquía e igualdad y sus ideas sobre
el trato entre hombre y mujer. Este sistema de valores, que puede ser un cóctel
personal del jefe o puede ser típico de la capa social de su familia, está, a su vez,
condicionado por unas condiciones básicas de su cultura como son, por ejemplo,
el concepto de la naturaleza humana, el concepto de espacio y del tiempo. El
concepto de espacio en EEUU es otro que en Japón, el concepto de tiempo en
Nepal es otro que en Nueva York, la ética protestante del trabajo que considera
el trabajo un valor en sí mismo es otra que la idea católica de Tomás de Aquino
que dice que trabajamos para vivir y no al revés. Todo esto no lo haremos
desaparecer sólo porque todo el mundo hable inglés.

Nosotros en Europa estamos profundamente influidos por el cristianismo


y la racionalidad secular. Pero otras partes del mundo no conocen nuestra
tradición de la secularización y de un estado láico. En consecuencia tendremos
que aceptar que sus habitantes tengan otras ideas sobre privacidad,
individualismo o felicidad.
Naturalmente no entramos frecuentemente en un diálogo profundo con
personas de otras culturas sobre los diferentes conceptos de la naturaleza
humana. Pero a menudo podemos tener la ocasión de vernos afectados por las
consecuencias de ellos: unos comportamientos que no podemos entender, una
reacciones que parecen ofendernos, unas decisiones que se basan en valores
diferentes.
Para la comunicación con otras culturas necesitamos empatía y tolerancia.
Empatía no es lo mismo que simpatía y tolerancia no es lo mismo que
indiferencia frente a otros valores. Empatía es la capacidad de poder ver el
mundo con los ojos del otro. Esto ayuda a entender que otro concepto del
mundo es posible sin tener que ser malo u ofensivo. Tolerancia significa tener
valores propios pero diferentes y poder aceptar que el otro tenga los suyos. Esto
es incompatible con cualquier valoración del tipo: “ellos son menos avanzados”.
Valorar una cultura con el criterio del progreso occidental no es otra cosa que
decir: hay un camino común para todas las culturas y vosotros váis atrasados,
por lo tanto nuestra cultura es superior y con ello nuestros valores, es decir, en
última consecuencia nosotros mismos somos superiores. We are the best!

Para terminar, permítanme citar a una persona que hasta hace poco ni yo
mismo esperaba poder citar en este contexto: el Papa Benedicto XVI. Dijo en un
debate intelectual con el filósofo Jürgen Habermas, publicado el 1 de mayo en la
Vanguardia lo siguiente:
19
„A mi entender, hoy en día la interculturalidad es una dimensión
imprescindible de la discusión en torno a cuestiones fundamentales de la
naturaleza humana, que no puede dirimirse únicamente dentro del cristianismo ni
de la tradición racionalista occidental. (...) En otras palabras, no existe una
definición del mundo, ni racional, ni ética ni religiosa con la que todos estén de
acuerdo y que pueda servir de soporte para todas las culturas; o por lo menos
actualmente es inalcanzable. Por eso mismo, esa ética denominada 'global'
tampoco pasa de ser una mera abstracción.“40

Todas estas tradiciones diferentes, los diferentes conceptos de la


naturaleza humana, las maneras diferentes de percibir el mundo, toda la
dimensión invisible de una cultura – todo esto se refleja en la lengua. La lengua
pone a nuestra disposición varios registros lingüísticos, expresiones, proverbios
etc. para expresar nuestro punto de vista cultural e individual. O para decirlo de
otra manera: cada idioma es un mundo. Cada idioma es el mundo, el universo
entero, con su geología y su botánica, con su catálogo completo de pasiones
humanas, de nombres de animales, de metáforas, de sueños y también de lo que
no existe. Cada idioma tiene su perspectiva e interpretación propias del
universo. Esta es su cultura. No hay lengua sin cultura.
Borges, en su poema „Al idioma alemán“ lo expresó de forma mucho más
bonita de lo que yo fuera capaz:
Mi destino es la lengua castellana,
El bronce de Francisco de Quevedo, (...)
Pero a ti, dulce lengua de Alemania,
Te he elegido y buscado, solitario.
A través de vigilias y gramáticas,
De la jungla de las declinaciones,
Del diccionario, que no acierta nunca
Con el matiz preciso, fui acercándome.(...)
Tú, lengua de Alemania, eres tu obra
Capital: el amor entrelazado
De las voces compuestas, las vocales
Abiertas, los sonidos que permiten
El estudioso hexámetro del griego
Y tu rumor de selvas y de noches. (...)

No aprendemos realmente una lengua si no aprendemos a ver el mundo a


través de sus ojos. No aprendemos realmente una lengua si no entendemos la
cultura que se refleja en ella, que es ella. Y tampoco aprendemos una lengua si

40
La Vanguardia, 1 de mayo, pág. 29.
20
no aprendemos como piensa, siente y actua la gente que expresa su condición
humana con precisamente estas palabras y no con otras.
Una mayor incorporación de los aspectos de la comunicación intercultural
en la enseñanza de lenguas nos ayudaría a:

• entender que en su más profunda esencia la lengua y la comunicación


humana tienen un código cultural, es decir, que somos esencialmente
seres culturales;
• entendernos mejor a nosotros mismos y a nuestra propia cultura;
• entender mejor otras culturas y personas;
• sentirnos más seguros en el contacto con extranjeros e imigrantes;
• tener más éxito en la comunicación privada y profesional;
• revisar prejuicios, crecer personalmente y estar mejor preparado para el
diálogo con otras culturas

Muchas gracias por su atención.

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