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Desde los primeros daguerrotipos hasta las actuales selfies e imágenes digitales, la

fotografía ha sido un medio que nos permite extender nuestro sentido de la visa ade-
más de guiarla y enmarcar la realidad desde o hacia distintas formas de mirar. En la
actualidad estamos rodeados más que nunca de imágenes de todo tipo, y no sólo eso,
gracias a los avances tecnológicos cada vez es más fácil tener acceso a tecnologías
que nos permiten capturar fotografías. Por desgracia, aunque todo estamos expuestos
a una gran cantidad de imágenes y podemos producirlas de igual manera, no todas
las personas tienen una buena cultura visual.
En primer lugar habría que comprender el valor mismo de la fotografía, esta
nos permite tener acceso a mirar cosas que de otra manera no podríamos, ya sea
porque nuestros ojos no nos lo permiten como en el caso de la estela que deja la luz
de un auto en movimiento durante una noche oscura captada por un tiempo de ex-
posición largo, o porque nuestro ángulo de visión no es tan abierto como el de otros
animales (El lente de 50 mm es el que tiene el ángulo de visión más parecido al
nuestro, pero también podemos usar lentes de gran angular, ojos de pescado o tele-
objetivos). Además nos permite tener acceso a lugares a los que no cualquiera puede
llegar como el fondo de una cueva. Incluso, gracias a la fotografía, podemos saber
cómo eran lugares y personas que ya no existen como el caso del Titanic.
Dicho lo anterior, hay que hacernos conscientes de que lo que aparece foto-
grafiado y la fotografía en sí no son lo mismo, puesto que el objeto real ya no está
tal como aparece retratado, y la foto no es ese objeto sino un fragmento de material
fotosensible o una serie de pixeles en un monitor. La confusión entre el objeto re-
presentado y la representación suele ser difícil de notar y nos evidencia otro pro-
blema: el del fotomontaje. En este caso se abren problemas ya que mucha gente
puede pensar que si existe una fotografía es porque eso que aparece sucedió de ver-
dad, sin embargo, esto más que un problema puede entenderse como una gran cua-
lidad que tiene la fotografía de re-crear la realidad, además de representarla.
Pero ¿Qué tanto la realidad puede ser representada fotográficamente? Sabe-
mos que, aunque el objeto retratado sea real y esté en un contexto que sucedió de
verdad, la simple decisión de retratar ese objeto y no otro ya está influyendo en la
forma en que se mira la realidad a través de la fotografía. Y no sólo eso, mediante el
ángulo, el encuadre y la composición el fotógrafo puede contarnos o hacernos ver
las cosas desde una perspectiva muy específica que, sin necesidad de manipular la
imagen, termina por darnos una narrativa concreta de la realidad. Un personaje visto
desde un ángulo de contra-picada, por ejemplo, puede parecer grande y poderoso.
De igual manera que, si decidimos usar un plano detalle o un primerísimo plano en
el que el contexto no esté presente el resultado será muy distinto al de un plano
general donde podamos contextualizar la acción.
Hoy en día tenemos la oportunidad de interactuar con la imagen como consu-
midores y productores (en algunos ámbitos se habla del prosumidor como un actor
de la sociedad actual), por eso es de suma importancia que podamos alfabetizarnos
a nivel visual, de esta manera podremos interactuar mejor con el medio, la realidad
y la imagen. ¿Será que desde la imagen podremos impulsar el nuevo paradigma de
la sociedad?

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