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"Supongo que no lo es. Después de todo se te ve bastante bien.

" Harry
comentó luego de pensarlo un momento y luego agregó: "Nunca me
imaginé que te reconciliarías con él en vez de pelear luego de aquel
incidente."

"Bueno, soy una persona razonable." Hermione se encogió de hombros y


decidió que con eso se tendría que acabar la conversación.

Harry se fue un par de horas más tarde. Mientras caminaba hacía la


chimenea Hermione lo abrazó—como de costumbre—y Draco aprovechó
ese momento para hacer su aparición.

"¿Te vas, Potter? ¿Quizás querrías quedarte para cenar?" Preguntó él de


forma casual mientras se acercaba a Hermione y ponía un brazo alrededor
de su cintura con una actitud claramente posesiva; ella lo miró a la cara,
no podía creer lo que estaba escuchando.

Harry también se mostró sorprendido, pero su sorpresa pronto se


convirtió en cautela. "Me encantaría, pero tengo un asunto pendiente;
quizás en otra ocasión."

Con sospecha, se despidió de Hermione con el movimiento de una mano y


con un simple asentimiento hacia Draco. Draco aún mantenía su brazo
pegado al cuerpo de Hermione una vez que Harry ya se había ido, y ella se
quedó observando el punto de su desaparición al hablar: "En verdad
aprecio el esfuerzo, Draco, fue muy gentil de tu parte que lo invitaras,
pero realmente no me puedo imaginar una situación más tensa que
teneros a Harry y a ti en la misma mesa para una comida."

"No esperaba que aceptara si eso es lo que te preguntas."

"Estoy segura de que él sabía eso."—Hermione suspiró y,


cuidadosamente, quitó el brazo de Draco de su cintura para caminar
tranquilamente hacia el gran sofá en el que había estado sentada con su
amigo antes. Draco la siguió y se sentó en un sillón, lo suficientemente
cerca como para encararla.

"Hemos recibido invitaciones para el casamiento de tu primo. Mi madre


también ha sido invitada."

"¿Quieres ir?" Preguntó Hermione de forma desinteresada.

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"¿Tengo opción?" Preguntó Draco de la misma forma que Hermione.

"Por supuesto que la tienes, puedes excusarte y nadie te recordará tu


ausencia por los próximos treinta años. Yo, por otro lado, no tengo excusa
alguna para no asistir."

"Iré si tu vas." Contestó él simplemente.

"Odias a mis primos."

"No, tus primos me odian a mi; a mi simplemente no me importan en lo


más mínimo."—Explicó Draco con su habitual serenidad que otras
personas no demostrarían al hablar de algo así. —"Además, ¿importa?
También tendré que tolerarlos en cada festividad que quieras pasar con
ellos, y en cualquier otro encuentro de cualquier tipo."

Parecía algo natural y simple para él, pero para Hermione era otro asunto
para pensar una y otra y otra vez. Todo lo que decía era verdad, era real, y
era abrumador. Porque en verdad eran una familia, de una forma más
legal que sentimental por supuesto, pero aún así estaban comprometidos
en uno con el otro y Draco había asumido completamente el tener que ser
parte de su vida como su esposo. Y ella no podía decirle que no.

"Cierto, mejor acostumbrarse a ello." Hermione se quedó mirando en


silencio por un momento, preguntándose cómo resultaría acceder a sus
deseos y realmente intentar que todo funcionara entre ellos. Él no le
devolvió la mirada, estaba mirando en vez a la ventana, concentrado en
sus propios pensamientos.

Hermione quería, por el momento, dos cosas: primero, olvidarse de Ron, y


segundo, al menos amigarse con Draco, intentar y lograr el armado de una
relación con él. No sabía cual de sus metas era la más complicada. ¿Podría
olvidarse de Ron de una forma romántica? ¿Dejaría de amarlo algún día?
Sabía la respuesta a aquella última pregunta: no, definitivamente no;
nunca dejaría de quererlo, pero quizás si podría dejar de amarlo. Quizás si
le diera una oportunidad a Draco…

¿Pero sería justo darle a Draco una oportunidad con tal de olvidar a Ron?
Hermione no quería usarlo, no era su estilo hacer algo así. Aunque a Draco
no le molestaría, ya que él la usaba a ella también.

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'Aunque supongo que si gusta de mi. Si yo no le gustara, no estaríamos
aquí ahora mismo, no de esta forma.'

Incluso si le gustaba porque tenía que gustarle, ¿su actitud no debía verse
como algo positivo el que dejara de lado todo lo que le disgustaba de ella
y que hiciera un esfuerzo por estar a su lado? Ella estaba haciendo
exactamente lo mismo en realidad; cuando miraba a Draco no podía
pensar en él como alguien que odiara a los muggles, esclavizara elfos y
fuera simplemente un hombre deplorable, a pesar de que sabía que todo
aquello no estaba lejos de la realidad; lo que veía era a un joven, una
persona como ella, que era demasiado terco para pensar distinto, y aún
así ella sabía que Draco tenía un buen corazón en lo más profundo de su
ser.

Y es lo importante, ¿verdad? Ser bueno a pesar de todas las malas


cualidades que uno puede llegar a tener. Quizás él podría ser cambiado
con su buena influencia, quizás ella podía hacerle ver las cosas a su
manera, quizás él podría convertirse en una mejor persona. Quizás ella
podría ayudarlo—incluso si él no quería ser ayudado.

Draco tenía buenas cualidades, Hermione estaba segura de ello. Podía ser
muy amable, cómico—aunque su sentido del humor tenía tintes de
sarcasmo-, amaba a su madre incondicionalmente a pesar de todos los
errores que había cometido, no era partidario de la tortura a pesar de su
horrible crianza en el lado oscuro, podía ser paciente—aunque tenía un
límite, podía serlo cuando quería.

Era una cuestión de ver el lado positivo.

"¿Qué?" Preguntó Draco al darse cuenta de que Hermione lo observaba


detenidamente.

Ella se encogió de hombros y retiró su mirada de la suya, sonrojándose


levemente. "No es nada."

"¿Estás enojada?" Su tono era escéptico, entrecerró sus ojos con tal de
verla mejor.

"No, ¿por qué piensas eso?" Ella negó con la cabeza y lo volvió a mirar,
esta vez con asombro.

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"Porque esta es la primera vez que te veo sonrojarte y no es porque estés
enfadada." Draco sonrió de forma triunfante, logrando que Hermione se
sonrojara aún más y, antes de que ella pudiera replicar, él agregó: "¿Me
estabas comiendo con los ojos?"

"¡Por supuesto que no!"

"¡Si lo estabas!"

"¡No! Tan sólo me estaba preguntando algo."

"Esta bien, me estabas comiendo con los ojos y además te estabas


preguntando algo."—él volvió a sonreír, se levantó y se sentó junto a ella
en el sofá antes de que pudiera decir algo más. Hermione se movió para
tener más espacio personal. —"Por favor, cuéntame, ¿qué te estabas
preguntando?" dijo Draco con un tono juguetón.

"Tan sólo me estaba preguntando… si…"—Hermione vaciló, él parecía


estar de muy buen humor, pero sería mejor no jugar con fuego. —"¿Me
acompañarías a ver a una amiga?"

Sorprendido, Draco la observó con ojos inquisidores. No tenía idea de qué


estaba pasando por su cabeza, nunca se habría imaginado que ella quería
que él la acompañara a ver a un amigo; ¿y quién sería? De seguro no
Potter ni Weasley.

Hermione en realidad tuvo que idear algo bastante rápido. Era algo que
había pensado ya hacía bastante tiempo. Si Draco Malfoy aceptaba hacer
aquello—y se comportaba bien durante la visita—podrían llegar a tener
una oportunidad los dos.

"¿A quién?"

"Andrómeda Tonks."

"¿Andrómeda Tonks?" Preguntó él asombrado. ¿De quién estaba


hablando? El nombre Tonks le resultaba familiar, pero no podía
combinarlo con ninguna persona en particular. ¿Había un Tonks en
Hogwarts? No en Slytherin, eso seguro. Draco no recordaba a nadie de su
año de nombre Tonks.

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"Si, tu tía." Ella pronunció cada palabra con delicadeza, esperando una
actitud más reaccionaría viniendo de él.

Su primer pensamiento al escuchar la palabra "tía" fue Bellatrix Lestrange,


sólo medio segundo más tarde se dio cuenta de quién estaba hablando
Hermione: ¡Andrómeda Black! Se había olvidado completamente de que
su madre había tenido otra hermana; en verdad, toda su familia se había
olvidado de ella. En su infancia se le había prohibido pronunciar su
nombre.

El rostro de Draco repentinamente se puso muy pálido y tragó saliva


sonoramente al mirar a Hermione a los ojos. Ella quería que él conociera a
su tía, la exiliada, ¡y él ni siquiera estaba seguro de poder llamarla "tía"!
Jamás la había conocido, tan sólo se le había dicho a sus 7 u 8 años de
edad qué era lo que les sucedía a los traidores de sangre, y sus padres
habían puesto a aquella hermana de su madre como ejemplo. De no ser
por eso nunca en su vida se habría enterado de su existencia; y es que era
como si no existiera, como si jamás hubiese nacido… eso era el exilio. Por
aquello mismo el nombre "Andrómeda" no le resultaba familiar, tan sólo
lo había escuchado una vez en su vida, bueno, dos veces considerando
que Hermione acababa de mencionarlo.

"Bueno, ¿qué me dices?" Hermione insistió al ver que Draco se había


quedado mudo.

'Esto es una prueba, obviamente.' Pensó Draco; era absolutamente cruel,


por supuesto, y aún así, increíblemente brillante. ¿Pero cuales eran sus
intenciones? Se preguntó. De seguro quería ver su reacción. Bueno, su
silencio por más de un minuto ya le había dado algo que pensar.

"Si, seguro, iré." Dijo repentinamente, dándose cuenta de que no tenía


idea de qué tendría que hacer. '¿Realmente me obligara a hacerlo?
¿Debería preguntarle a mi madre? ¿Debería decirle? ¿Cómo reaccionará?'
de a poco empezaba a caer en la cuenta y a entrar en pánico, pero debía
mantener su compostura en frente de Hermione, así que apartó su mirada
de la de ella y se acomodó aún más en el sofá.

"¿En serio?" Preguntó una perpleja Hermione.

Le resultó muy difícil asentir con la cabeza, ni siquiera se atrevió a mirarla


a la cara porque de seguro descubriría la batalla que tenía en su cabeza,
así que cerró los ojos e intentó relajarse en el sillón.

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"No me molestará ir sola, sabes." Intentó ella otra vez, analizando qué
tanta voluntad tenía para no librarse de la propuesta cómo sabía que
quería hacer.

"Y a mi no me molestará ir contigo." Contestó Draco mientras suspiraba


internamente, manteniendo sus ojos cerrados al continuar con la misma
idea. '¿Por qué me está haciendo esto? ¡Me he comportado
extremadamente bien! Mi madre odiará la idea…'

"¿Estás seguro?" preguntó Hermione, asombrada aún.

Draco abrió los ojos lentamente y miró los de ella detenidamente; se lo


veía torturado pero determinado al mismo tiempo: "Si. Tan sólo no le
digas nada a mi madre sobre esto. Jamás debe enterarse."

Hermione, sin palabras, asintió con la cabeza. No esperaba que accediera


así nomás, pero lo que más le asombraba era el hecho de que estaba más
preocupado de que su madre se enterara en vez de preocuparse por tener
que encontrarse con una traidora de sangre—como él la llamaría—de su
propia familia.

Aquella misma noche le escribió una carta a Andrómeda preguntándole


qué pensaba sobre ver a Draco—y principalmente, qué le parecía que
Draco conociera a Teddy. Le aseguró que no había riesgo alguno, y le
explicó que necesitaba que Draco la conociera. Andrómeda,
desafortunadamente, tan sólo se enteró del casamiento de Hermione por
medio de la prensa, por lo tanto, Hermione razonó que estaría
absolutamente confundida por las expectativas que tenía, ¿pero qué más
debía decirle? ¿Mentir diciendo que Draco quería redimirse o algo así? En
verdad, era ella quien quería que él se redimiera. Sería una situación
incómoda, pero merecía la pena intentarlo.

Aquella noche tuvieron su primera cena como un matrimonio. Hermione


había sido la cocinera, habiéndose rehusado a permitir que los elfos
domésticos hicieran algo y, consecuentemente, molestando a Narcissa.
Pero tanto ella como Draco quedaron impresionados con su habilidad
para cocinar. Narcissa tuvo una mirada de disgusto en su rostro hasta que
probó los filetes de cerdo que Hermione había preparado. Aparentemente
era un inmenso honor que ella la felicitara por la comida.

Tras encontrarse solas una vez que Draco había decidido recluirse en su
habitación; Narcissa no quiso permitirle lavar los platos. Ya era

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suficientemente malo que hubiera cocinado, le explicó Narcissa, una dama
de sociedad jamás debía hacer tales cosas como cocinar y limpiar;
aparentemente Narcissa había dejado pasar el tema de la cocina por
haber escuchado que la forma de llegar al corazón de un hombre era a
través de su estomago, por lo que si la comida era lo suficientemente
buena de seguro a Draco le caería mejor; pero limpiar era algo que estaría
completamente fuera de lugar. Hermione no quería discutir con ella—
sinceramente no le importaba si era la primera Malfoy o Zabini en hacer
quehaceres—pero no podía permitir que lose elfos domésticos de
Narcissa hicieran trabajo de esclavos.

Fue de lo más difícil llegar a un acuerdo con ella pero aparentemente el


temor de que Hermione deshonrara el nombre y la sangre de la familia
hizo que Narcissa aceptara pagarles a los elfos por su trabajo. 'La próxima
vez quizás incluso logre que les dé vacaciones.' Pensó Hermione para sí
misma; estaba tan contenta con su pequeña victoria que se fue a la cama
con una sonrisa aquella noche.

Cuando despertó a la mañana siguiente, tomó su desayuno junto su


suegra, quien era una persona mañanera, a diferencia de su hijo, quien
dormía fácilmente hasta las 9 de la mañana o más aparentemente. Antes
de que Hermione partiera para la universidad, Narcissa le informó que
pasaría el resto del día en Inglaterra, y regresaría para cenar, así que Draco
y ella tendrían la casa para ambos por el resto del día. Aunque tampoco
sería mucho, ya que Hermione regresaría al mediodía y Draco
probablemente se iría luego de almorzar, y para cuando hubiera
regresado ya sería la hora de la cena. Hermione estaba agradecida por
aquel arreglo, de esa forma tendría toda la tarde—y la casa—para sí. No
recordaba cuando había sido la última vez que había estado realmente
sola.

Sus clases de la mañana fueron bastante buenas; lamentaba tener que irse
de Italia y cambiarse al sistema británico; aunque le resultaría más sencillo
por el idioma, se había acostumbrado al sistema italiano y le encantaba el
desafío. Antes de su mudanza con Draco, dedicaba todas sus tardes, luego
del almuerzo, a hacer sus traducciones y estudiar el idioma con más
profundización junto con su carrera. Y su familia era de gran ayuda. Se
percató de cuánto extrañaría vivir con ellos cuando volvió a su nueva casa
aquel día.

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La casa era hermosa—más allá de lo que dijera Narcissa—todo era nuevo
y lujoso, pero no podía verla como su hogar. Apenas había estado viviendo
allí por un día y sabía cuan rápido tendría que irse. ¡Y había tenido tantas
nuevas casas en el último año! El único lugar al que realmente podía
llamar su hogar era la casa de sus padres—actualmente abandonada luego
de un mes de cuarentena y otros tres en los que ella vivió en la comodidad
de la mansión de sus abuelos.

En los cinco meses que estuvo viviendo con su verdadera madre en


Inglaterra, en algún momento llegó a considerar a aquella mansión como
su hogar, pero eso hasta que se enteró de su compromiso con Draco
Malfoy y decidió no volver a tener nada que ver con su madre (en lo que
no tuvo éxito) y dejar la mansión Zabini; luego volvió a la casa de sus
padres; el día que pasó en la mansión Malfoy difícilmente podía ser
tomado en cuenta; y los cuatro meses que vivió con sus abuelos y el resto
de los herederos Zabini era un asunto distinto: se sintió como en su casa
luego del primer mes, pero aún no podía pensar que aquella mansión era
su hogar porque no tenía ningún derecho sobre ella, y nada de historia al
respecto tampoco. La primera semana se sintió como una completa
extraña, pero cuando logró conocer mejor a sus primos Illan y Marcus y a
sus tíos, sintió que la recibían con los brazos abiertos, y así fue.

'¿Llegaré a considerar a la mansión de los Malfoy como mi hogar algún


día?' Legalmente lo era, tenía el derecho sobre el lugar. ¿Pero algún día lo
sentiría así?

Colgó su abrigo y su bufanda en el perchero y se quitó los guantes luego


de entrar. Afuera estaba helado, en contraste con la cálida temperatura
de la casa. Caminó silenciosamente del pasillo hacia el estudio, dónde dejó
sus libros. No veía a Draco por ningún lado; no tenía ganas de buscarlo,
pero sintió que sería mejor hacerlo si quería llegar a tener una buena
relación con él.

"¿Draco?" llamó por el pasillo mientras caminaba hacia la sala de estar: no


estaba allí.

El contacto de una mano en su hombro la sobresaltó, y con un grito


ahogado se dio vuelta para verlo. Él se mostraba serio y expectante:
"¿Cómo estuvo tu día?" Preguntó muy cortésmente.

"Estuvo bien, muy bien." Ella asintió con la cabeza, reasegurando su


respuesta luego del pequeño susto. "¿Cómo estuvo tu mañana?"—antes

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de que él pudiera replicar, ella notó lo que tenía puesto—"Veo que aún no
ha terminado. ¿Qué haces en pijamas a las 12:15 del mediodía?"

"Por Merlín, suenas como mi madre. La única razón por la que bajé fue
porque te escuché llamar."

"Dejare pasar eso."—Dijo Hermione arqueando una ceja—"¿Me


acompañarás para almorzar o prefieres esperar hasta el último minuto
para prepararte para tus clases e irte?"

Entonces fue Draco quién arqueó una ceja, sorprendido por su actitud tan
directa y autoritaria; pero decidió aceptar y vestirse para almorzar. Quería
creer que Hermione estaba volviendo a ser como era antes—demostrando
aquella actitud que solía odiar tanto en sus años en Hogwarts y que,
además, le resultaba fascinante. Prefería a Hermione la mandona que a la
depresiva e histérica que le había disgustado tanto en los últimos meses.

"Andrómeda respondió tu carta."—Le comentó Draco a Hermione durante


el almuerzo. —"Llegó esta mañana, la lechuza me despertó rascando mi
ventana. Gracias a Merlín que mi madre no fue quien la recibió."

"Si te hubieras levantado antes no habría habido mucho riesgo."

"¿Cuál es tu problema con mis horarios? No es que tengas que estar aquí
para que te moleste, e incluso si lo estuvieras, ¿por qué te molestaría no
verme en toda la mañana?"

"No me molesta."—No pensaba responder a la última pregunta—"Tan


sólo me sorprende. Pensé que tendrías algo con qué entretenerte en vez
de dormir más que un niño."

"Dormir es de lo más relajante, para que sepas. Me despeja la mente


después de haber tenido que tolerarte el día anterior, y me prepara para
tener que verte durante el resto del día." Sonrió mientras observaba la
mirada penetrante de Hermione; era divertido molestarla. —"Pero si te
quedas una mañana, me levantaré a tiempo por si quieres entretenerme."

"Qué infantil eres."—Hermione hizo una pausa para suspirar y decidió


volver al tema anterior. —"¿Qué decía la carta?" No iba a dejar que
siguiera tocándole los nervios.

"¿Qué te hace pensar que he abierto? No estaba dirigida a mí."

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Algo sorprendida, ella se encogió de hombros. "Tan sólo me imaginé que
sería algo que harías."

"Se que no tienes un muy buen concepto de mi, pero al menos podrías
intentar disimularlo de vez en cuando." Dijo él con un leve gesto de
enfado.

"¡Está bien!"—Enfatizó Hermione mientras se levantaba de la silla


apresuradamente. —"¿Dónde la dejaste?"

"¿Estás tan apresurada por leerla que no puedes siquiera terminar una
comida con tu esposo?"—No es que le molestara, tan sólo intentaba jugar
con ella, para su entretenimiento y molestia de Hermione, quien sólo lo
miró con unos ojos para matar mientras esperaba una respuesta. —"Está
en mi habitación, en mi mesa de luz al lado de mi cama."—Notó que la
muchacha vacilaba y agregó: "Se te está permitido entrar, aunque no
puedas creerlo."

Draco creyó haberla visto sonrojarse levemente mientras se daba la vuelta


para dirigirse hacia su habitación. Regresó bastante rápida con la carta en
una mano. Sólo la abrió una vez que se sentó. Draco la observaba con
cautela mientras ella la leía; lo que fuera que dijera la carta, él estaba casi
seguro de que no le gustaría. Si su tía era una amante de muggles y amiga
de Hermione, de seguro no rechazaría una visita.

"Nos invita a cenar." Comentó Hermione luego de leerla.

"¿Cenar?"—Draco casi se ahoga en lo que había estado comiendo. No


había esperado una cena, quizás tan sólo el té de la tarde, ¡algo que no
implicaba más de una hora y media de visita! Pero una cena implicaba al
menos dos horas y media, en las cuales tendrían que hablar antes de que
se sirviera la cena, durante la cena, luego durante el postre, ¡y luego del
postre tendrían que hacer sobremesa con té o café!

"Aún puedes retractarte."

"Iré."—Dijo él entre dientes; y ella sonrió de forma desafiante. "¡¿Qué es


tan gracioso?"

"Tu lucha interna. ¿A qué le temes, Draco?"

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"No le temo a nada, querida." Enfatizó la última palabra, esperando que le
molestara, pero ella no mostró ningún signo de perturbación como solía
hacer cada vez que él la llamaba así. —"Tan sólo no estoy emocionado por
tener que ir a cenar con una mujer que no conozco, arriesgado la ira de mi
madre."

"¿No la has visto en tus 20 años? ¿En serio? ¿Ni siquiera una vez?"
Preguntó una sorprendida Hermione.

"Ni siquiera una vez. Todo vínculo fue cortado, a eso se le llama exilio.
Todo lo que se me ha dicho de ella es que deshonró a la familia casándose
con un sangre—con un hijo de muggles, y peor aún, tuvo su descendencia.
Está prohibido hablar de ella, así que el tema tan sólo se me mencionó
una vez como ejemplo a no seguir."— Negó con la cabeza con una mirada
de preocupación en su rostro. —"Si mi madre llegara a enterarse, no se de
ti, pero yo seré hombre muerto."

Hermione se quedó en silencio un momento, observándolo con


curiosidad; y luego preguntó: "¿No te interesa conocerla?"

"¿Debería interesarme?" Preguntó él, entre desinteresado y cauteloso


porque no quería responder mal.

"'¡Por Merlín, Malfoy! ¿No tienes juicio propio?"—Él abrió su boca para
replicar, pero Hermione lo detuvo antes de que pudiera, continuando con
lo que tenía en mente.—"No se sobre ti—por lo cual te estoy preguntando
pero no pareces siquiera darte cuenta de ello—pero cuando me dijeron
que tenía parientes, quise conocerlos, quise saber de dónde venía, cómo
era mi familia. Si alguno de los parientes de mi madre estuvieran vivos, me
encantaría poder conocerlos a pesar de las horribles historias de su
pasado." Hermione pausó por un momento en el que los dos se quedaron
en silencio, tan sólo mirándose el uno al otro, uno con interés en la
mirada, el otro expectante. "Cuando te dijeron que tenías una tía, ¿no
sentiste curiosidad y te preguntaste cómo sería?"

"No lo sé, fue hace mucho tiempo."—Se encogió de hombros, algo


incómodo. —"Quizás, supongo." Le resultaba complicado ponerse en el
lugar de Hermione, empatizar con ella y lo que pensaba sobre el
significado de ser una familia. Él no había tenido mucho contacto con los
pocos parientes que llegó a conocer. Su padre no tenía hermanos, sus
abuelos estaban todos muertos para cuando fue a Hogwarts, y su tía
Bellatrix… bueno, nunca le cayó demasiado bien, más bien solía temerle.

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"Supongo que no tuviste mucha familia con la que relacionarte, ¿huh? Tu
única familia en nuestra boda fue tu madre."

"Y 57 de nuestros invitados al casamientos eran parientes tuyos."

"Tengo muchos parientes; me gustaría poder conocerlos a todos tan bien


como conozco a Illan y a Marcus… e incluso a Ángela."

"¿Ángela es la muchacha delgada con trenzas que me dio una caja de


galletas y una nota de agradecimiento?"

"Si, esa misma. Le has caído bien desde que me obligaste a mudarme
aquí."

"Una buena muchacha, de seguro estaría en Slytherin si fuera a


Hogwarts."

"Estamos de acuerdo en lo de Slytherin."—La conversación se detuvo por


algunos minutos mientras continuaron comiendo. —"¿Qué deberíamos
decirle a tu madre sobre esta noche?"

"Le diremos que saldremos a cenar juntos. Remarcaremos la palabra


"juntos" para que asuma que es una ocasión especial para nosotros, de
seguro creerá que estamos arreglando nuestros problemas y de seguro
querrá pasar la noche en la mansión Malfoy para darnos privacidad a
nuestro regreso, sólo por si acaso."—Hermione arqueó una ceja, Draco
continuó divagando. —"Podría mandar a un elfo doméstico a espiarnos,
pero creo que puedo lidiar con ellos."

"¡No te voy a permitir lastimar a esas pobres criaturas tan sólo porque le
temes a tu madre!" Exclamó Hermione entre dientes. Draco tan sólo le
arqueó una ceja y se quedó mirándola mal.

"No pensaba hacerlo."—Desligó su mirada de la suya y ferozmente llamó a


los tres elfos domésticos que su madre había dejado en la casa para que
trabajaran. Los tres aparecieron al mismo tiempo, en el mismo segundo
que Draco los llamó.

"A vosotros tres os ordeno que no nos sigan bajo ninguna circunstancia
esta noche; si mi madre os ordena que hagáis eso, debéis decirle que
pedimos tener algo de privacidad, y que sería muy bueno para nuestra

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relación si no persistiera en sus deseos. Si se os obliga, venís a mí
directamente. Si os oponéis a mis deseos, los liberaré a todos."

Sus últimas palabras hicieron que los elfos literalmente temblaran con
miedo mientras asentían sus pequeñas cabezas. Instantáneamente
desaparecieron cuando Draco les dijo que podían irse. Que los elfos
temieran la libertad era algo que estaba más allá de la comprensión de
Hermione.

"Tu madre…"—Empezó a decir ella lenta y gentilmente. —"…puede


amenazarlos tanto como tu. No veo el punto de todo esto, ella se enterará
de un modo u otro si quiere hacerlo."

"Y podría amenazarlos por una tercera vez, sería un ciclo sin fin; por lo
tanto, ella no verá la razón para doblegar mi voluntad. Pero hará
preguntas, te lo aseguro."

"¿Y se supone que debo mentirle?"

"Mentir es una palabra muy fuerte, querida, quizás preferirías decir


"evadir la verdad"."

"Tu madre ya no puede públicamente decir que está prohibido tener


contacto con su hermana por su matrimonio con un hijo de muggles. No
creo que tengas que preocuparte tanto por ello, no debería molestarte
por nuestro encuentro."

"Lo que sucede dentro de la familia se queda dentro de la familia. Los


Malfoys no salen al público a hablar de sus problemas."

"Cómo sea, Draco; te esperaré a las 7:30 pm. Deberías hablar con tu
madre antes de irte a la universidad; estaba planeando venir a cenar."

Hermione negó con la cabeza mientras pensaba: 'Qué paranoico.' El resto


del almuerzo fue sorprendentemente bueno, no discutieron por nada, él
no intentó tocarle los nervios nuevamente, era impresionante cuan
civilizado podía ser cuando quería.

Ella tan sólo esperaba que su buena conducta durara hasta el final del día.

Draco parecía estar a punto de retractarse mientras se preparaban para ir


a la casa de Andrómeda aquella noche. Él hablaba como si estuviera muy

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confiado, pero su voluntad no parecía tan fuerte. Hermione se preguntó si
era realmente el miedo de la ira de su madre lo que lo hacía vacilar o si en
realidad era su aversión a los traidores de sangre—la cual trataba de
ocultad de ella—la razón por la que actuaba de aquella forma.

A pesar de sus conflictos internos y la paranoia de su madre, Draco hizo su


mejor esfuerzo para fingir indiferencia y, con un brazo alrededor de la
cintura de ella—del cual Hermione no se quejaba tan sólo con tal de tener
una coexistencia pacífica—Draco entró a la chimenea con ella. La red flú
los transportó en la casa de su tía. Antes de que sus ojos se encontraran
con la vista, sus oídos reconocieron algo que no escuchaba muy seguido:
el llanto de un bebé.

Cuando abrió los ojos—lo cual le tomó un poco más de lo normal—un


escalofrío le recorrió la espalda, ya que pensó que estaba viendo a
Bellatrix Lestrange. Pero ver que Hermione sonreía y caminaba hacia ella,
le aseguró que no se trataba de su tía muerta que había regresado del
inframundo con un niño llorón en sus brazos.

Andrómeda la saludó con mucho entusiasmo y le pasó al pequeño Teddy,


quien Hermione abrazó y besó efusivamente. El niño dejó de llorar una
vez que ella lo tomó en brazos y empezó a reír mientras le tiraba del
cabello y balbuceaba cosas inentendibles. Hermione apartó la vista del
pequeño para ver a Draco—quien estaba aún tratando de mantener su
compostura—siendo abrazado ferozmente por su tía. El pobre muchacho
no sabía qué esperar ni como reaccionar a tal demostración de afecto;
Hermione se percató de que no estaba acostumbrado a ese tipo de
actitud. Teddy la miró a la cara y siguió su línea de visión, entonces pareció
notar a Draco y cambió el color de su cabello para que igualara al de él
mientras lo señalaba y hacía un sonido de bebé.

"Es tu primo Draco; ¿puedes decir Draco?" le preguntó Hermione; el


pequeño Teddy no parecía estar escuchándola, y sólo se quedaba
observando a Draco abstraídamente, a quien Andrómeda estaba llevando
a través de la sala de estar para sentarlo en un sillón. El rostro de Draco ya
no mostraba indiferencia, en aquel momento se veía absolutamente
confundido y desesperado mientras le devolvía la mirada a Hermione,
suplicándole silenciosamente ayuda con sus ojos.

Hermione sonrió para si misma y los siguió. Se sentó al lado de Draco, con
Teddy en su falda—el cual estaba tratando de alcanzar el rostro de

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Draco—y Andrómeda se sentó en un sillón en frente de ellos. Ella había
estado halagando a Draco constantemente y haciéndole preguntas
personas desde que habían llegado. Draco la observaba con incredulidad y
tan sólo asentía la cabeza en respuesta; sólo cuando Teddy emitió un grito
de queja Draco apartó sus ojos del rostro de su tía para ver al niño en vez.

"¿Qué?" Sorprendido, le preguntó al bebé, el cual cambió el color de sus


ojos al de él cuando pudo finalmente ver los suyos de más cerca.

"Uh-ahh" contestó Teddy, ahora tratando de desprenderse de los brazos


de Hermione para ir con Draco.

"Quiere ir contigo, Draco." Andrómeda le dijo mientras Hermione se


quejaba a modo de juego de que Teddy la quería abandonar. Ella,
expectante, observó a Draco mientras Teddy luchaba por ir con él; si antes
Draco había estado desconcertado, ahora no había palabra alguna para
describir su estado mental.

"Uhm… Bien…?" Era más una pregunta que una respuesta; Hermione rió
para sus adentros y colocó al niño sobre la falda de Draco, lo instruyó para
que pusiera al menos una mano en su espalda con tal de prevenir que el
niño se cayera. Él observó a Teddy con curiosidad, y Teddy lo observó a él
con determinación e interés mientras hacía un esfuerzo por ponerse de
pie encima suyo y alcanzar su nariz; aparentemente quería saber cómo se
sentía tirar de ella.

"¿Por qué está haciendo esto?" preguntó Draco con un tono de voz
peculiar, producto de la investigación del infante.

"Quiere que digas 'quack', como un pato." Explicó Andrómeda.

"Uh-ahh." Confirmó Teddy.

"No voy a decir 'quack'." Su declaración hizo que el infante soltara su nariz
y riera alegremente mientras se dejaba caer para volver a sentarse en su
falda; ambas mujeres rieron también. Draco no las comprendía, la
situación parecía ser cómica, si, pero era extraña. Él nunca en toda su vida
había tenido que lidiar con un bebé, ni tampoco con aquella curiosa tía
suya que se parecía demasiado a Bellatrix y actuaba de una forma más
afectuosa con él de lo que hacía su propia madre.

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No parecía tan mala como para ser una traidora de sangre, reconoció
Draco. No es que estuviera de acuerdo con su elección para un esposo—y
posterior descendencia; pero parecía simpática. Aunque le resultaba un
poco incómodo que fuera tan cariñosa y que insistiera en saber más y más
sobre él, y persistiera en hacer preguntar poco adecuadas sobre tiempos
de los cuales él no tenía memoria alguna, ya fuera porque había sido muy
joven en aquella época o porque directamente no había nacido.

Fue así todo el tiempo durante la cena. Draco había tenido la esperanza de
que quizás su tía y su esposa pasarían el resto de la noche hablando la una
con la otra sobre sus cosas—después de todo eran mujeres—pero,
aparentemente, él era quien debía ser el centro de atención. Quizás si
Hermione no hubiese estado tan ocupada entreteniendo al infante
durante la mayor parte de la visita, la atención de Andrómeda habría sido
más equitativa.

Cuando finalmente llegó el momento de que Teddy se fuera a dormir,


Andrómeda los dejó solos por unos minutos. Draco lo envidiaba, él
también estaba exhausto pero no podía irse a la cama, tenía que quedarse
a tomar café antes de irse. Para su suerte, Hermione también parecía
estar cansada; ella bostezó con delicadeza una vez que Andrómeda y
Teddy estuvieron fuera de vista.

"Te gusta tanto aquel niño que podría apostar a que lo secuestrarías si
nadie estuviera mirando."

"Oh, ¡es que es tan adorable! ¿Viste que feliz que estaba de verme? Y no
es posible que me recuerde, ha pasado más de un año desde la última vez
que lo vi. ¡Ha crecido tanto!" Hermione sonrió al recordar la escena.—
"Verlo tan feliz me alegra el día."

"Entonces deberíamos invitarlo a casa seguido."

"¿Quieres invitarlo para que yo me entretenga? No se si considerarte


dulce y considerado o simplemente espeluznante."

"¿Sabes que considero espeluznante?"—Draco se acercó a ella para


susurrar en su oído—"Los intentos de aquella mujer por acercarse a mí."

"Tienes que tener en cuenta que tu eres la primera conexión que


Andrómeda a tenido con su familia en años, Draco. ¡Por más de 27 años
no ha sido parte de lo que una vez fue su todo! ¿Puedes imaginar lo que

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es eso? Que todo lo que tenías, todo lo que conocías y todos a quienes
conocías te dieran la espalda y se olvidaran de tu existencia…"

Draco lo consideró por un momento, pero no podía evitar concluir que


había sido una elección que había hecho ella por si misma; ella había
decidido qué hacer con su vida, tuvo la oportunidad de escoger con quién
compartir su vida. Hermione le replicó—de una forma apenas audible, con
una mirada de tristeza en su rostro—que el amor nunca podía ser
opcional.

"Simplemente… Simplemente no funciona así." Ella se encogió de


hombros, ahora recordando a Ron nuevamente. No había sabido de él
desde el sábado, cuando se fue luego del accidente. Harry le había dicho
que se había ido a la casa de sus padres, Hermione suspiró mientras se
preguntaba cómo estaría. Desafortunadamente, no era conveniente para
ninguno de los dos verse en aquel momento; aunque Hermione deseaba
verlo y hablarle, probablemente sería mejor que no lo hiciera.

Si había una cosa que Draco odiaba, era ver a Hermione triste por Ronald
Weasley; él sabía que no podía haber ninguna otra razón para que ella se
pusiera melancólica de repente por tan sólo mencionar las palabras
"amor" y "elección". Draco frunció el ceño y apartó su mirada de su rostro;
prefería que Hermione concentrara su atención en aquel primo suyo en
vez de pensar en aquel maldito Weasley.

El retorno de Andrómeda los apartó de sus pensamientos. Ella cerró la


puerta detrás de sí y anunció que Teddy finalmente se había quedado
dormido. Los tres se sentaron en la sala de estar alrededor de una mesa
baja dónde Andrómeda les ofreció té, café y galletas—como si el postre
no hubiese sido suficiente. El rostro de Hermione cambió inmediatamente
al verla llegar, sonriendo y ofreciéndose para ayudar. Draco, sin embargo,
sólo logró mantener una cara de indiferencia.

"Así que estáis casados." Su frase sorprendió a ambos; se percataron de


que de todos los temas que habían abarcado, aquel no había sido uno.
Draco notó los ojos de Andrómeda en su mano izquierda, aún vendada.—
"No ha sido fácil, ¿verdad?" preguntó ella, sin esperar realmente una
respuesta mientras les servía té.

"¿Cómo lo evitaste?" Preguntó Draco; recién se daba cuenta, ¡pero era tan
obvio! Aquel tipo de arreglos eran tradicionales en ambos lados de su
familia; no sólo su madre había tenido un matrimonio forzado, sino

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también su tía Bellatrix, y aquello significaba que Andrómeda debería
haber tenido uno también.

"No lo evité."—Contestó ella negando con la cabeza.—"En realidad estaba


más que entusiasmada por casarme con mi prometido, Niklaus Earnshaw;
¿queréis conocer mi historia, queridos?"

Hermione, quien tenía su boca ligeramente abierta por asombro, asintió


con la cabeza efusivamente. No había pensado que Andrómeda sabría
sobre el arreglo matrimonial que tenían, ¡su mente había estado tan
ocupada con otras cosas! ¿Qué pensaría Draco de aquello?—giró entonces
su rostro para observarlo, se lo veía bastante sereno, y Hermione podía
incluso jurar que también parecía sentir curiosidad.

"Fui criada sabiendo con quién me casaría, al igual que mis dos hermanas.
No lo veía muy seguido cuando éramos niños, pero nuestros padres se
aseguraban de que nos viéramos al menos cuatro veces al año para
acostumbrarnos el uno al otro. Sucedía lo mismo con mis hermanas,
aunque ambas tenían distintas reacciones respecto de sus prometidos.

Bellatrix, como sabréis, era la mayor de nosotras. A ella nunca le importó


mucho su futuro esposo, pero lo aceptaba sin quejas, ya que para ella
casarse era un deber y, como era su deber, no veía necesidad alguna de
acostumbrarse a él—cada vez que Rodolphus Lestrange visitaba, ella ni
siquiera se molestaba en hablarle más de lo que se consideraba necesario.
No le importaba su forma de ser, ni siquiera intentó forjar una relación
con él, porque tenía claro que se casaría con él de todos modos, fuera
como fuera.

Narcissa siempre fue mucho más animada que Bellatrix, y en un principio


no le importaba tener que casarse con Lucius, pero dejaré su historia para
el final, porque yo voy justo en medio.

A diferencia de mis hermanas, yo era amiga de Niklaus. No era una


amistad muy íntima, pero ambos disfrutábamos pasar tiempo el uno con
el otro cada vez que nos veíamos. Él era muy bueno conmigo, y yo estaba
dispuesta a complacerlo en lo que quisiera, porque él era mi ideal para el
futuro; desde muy pequeña incluso ayudé a mi madre a escoger las
preparaciones para mi casamiento. Ella se enfadaba cada vez que quería
cambiar algo de tanto en tanto, pero a mi me hacía feliz imaginar y
planear cómo sería mi vida con él. En verdad, mi deseo no era casarme
específicamente con Niklaus, sino tener un esposo. Era la meta de mi vida;

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de haber sido otra persona, lo habría aceptado con el mismo entusiasmo,
incluso si él no gustaba de mí.

Bellatrix se casó con Rodolphus cuando tenía 16 años; yo en ese entonces


tenía 14 años y no podía esperar para seguir el mismo camino que ella;
aunque su matrimonio no parecía ser muy fructífero y a ella realmente no
parecía gustarle mucho su esposo. En aquel entonces no podía
comprender cómo podía ser tan indiferente mi hermana para con él, ya
que él nunca la maltrataba, siempre trataba de complacerla en todo lo
que quisiera—al menos en frente de mi familia. Sin embargo, ella jamás se
quejaba, y siempre se comportaba del modo que se le había enseñado
respecto a sus deberes de esposa.

Mi prometido y yo debíamos casarnos cuando él cumpliera 18 años; yo en


ese entonces tenía 17, y dos meses antes de mi boda ya estaba
estudiando catálogos de vestidos de casamiento casi todas las tardes
después de las clases. Me sentaba con mis compañeras y Narcissa—dos
años menor que yo—en un espacio de la sala común de Slytherin, dónde
analizábamos y discutíamos qué nos gustaba más para nuestras propias
ceremonias. Éramos muy niñas; Bellatrix, a diferencia de nosotras,
siempre prefirió concentrarse en sus estudios antes que soñar sobre el
futuro.

Pensé que el día de mi boda con Niklaus sería el día más feliz de mi vida, y
lo fue hasta la recepción. Lo menos esperado sucedió. Todos estábamos
reunidos en un hermoso prado, ya que la fiesta era en el exterior. Había
cientos de personas, creo que los invitados eran unos 450 o más, así que
podéis imaginaros el tamaño del sitio, la cantidad de mesas y sillas. Creo
que mi matrimonio fue el más caro que mis padres tuvieron que pagar; mi
madre siempre había estado muy complacida con mi actitud respecto a mi
compromiso, y por lo tanto quería recompensarme con la boda que yo
quería.

Quizás de no haber habido tanta gente, mi esposo no habría tenido ganas


de ir a los bosques con sus amigos para descansar de la fiesta. Yo estaba
tan ocupada hablando con mis propios amigos que ni siquiera me percaté
de su ausencia una vez que se fue. De haber conocido los riesgos de
aquellos bosques le habría pedido que no fuera. Aunque a decir verdad no
se si me habría escuchado.

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Aparentemente, mientras caminaban por el bosque, encontraron una
cueva. Se les dio por explorarla—a Niklaus siempre le gustó hacer ese tipo
de cosas—y así fueron. Nadie esperó encontrar a un hipogrifo allí;
normalmente no habría sido un gran problema para tres magos adultos,
pero resultó ser una hembra con un recién nacido, y el alcohol tampoco
ayudo mucho en el asunto. No tuvieron oportunidad alguna contra una
madre enfadada.

Creedme que no podéis imaginar mi desesperación cuando los


encontramos, habían sangrado hasta morir. Lloré por días. Estaba triste
por la muerte de Niklaus, pero mi depresión no era por amor. Veréis,
cuando uno pierde a un cónyuge en este tipo de arreglos matrimoniales,
es casi imposible conseguir otro. Yo tenía 17 años, ninguna familia de
sangre pura de nuestra clase social se habría molestado en comprometer
a uno de sus hijos conmigo—incluso si tenían uno disponible, lo cual
tampoco sería muy común ya a esa avanzada edad, pero podía suceder en
algunas extrañas circunstancias.

Así que la depresión fue por el hecho de que jamás tendría un esposo,
jamás volvería a casarme. Vi como toda mi vida se caía a pedazos al ver el
charco de sangre alrededor del cuerpo de Niklaus, no porque él hubiera
muerto, sino porque había perdido mi oportunidad para casarme,
¿comprendéis? Fue una forma de pensar muy egoísta y superficial. Pero,
bueno, de no haber sucedido aquello, jamás me habría enamorado de
Ted.

Creo que fue un mes después de mi casamiento; estaba en mi último año


en Hogwarts—al igual que él. Yo era una Slytherin, él un hufflepluf; nunca
le había prestado mucha atención, pero teníamos que encontrarnos en las
reuniones de los prefectos, y durante algunas rondas compartidas. Por lo
general yo era perfectamente capaz de mostrarme despreocupada e
indiferente—como la mayoría de los Slytherin hacen—pero mientras las
semanas pasaban, en vez de sentirme mejor, me sentía peor. Mis padres
estaban intentando lo imposible por conseguirme un nuevo esposo,
viajaron a cada país de Europa para conocer a las mejores familias; me di
cuenta de que su búsqueda era inútil.

Un día me encontré con Ted para hacer las rondas, y fue la primera vez en
mi vida que no pude contenerme más. Cualquiera se habría dado cuenta
de que estaba deprimida, no intentaba siquiera ocultarlo. Ted intentó
reconfortarme, y yo estaba tan pero tan deprimida que se lo permití; era

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algo absolutamente nuevo para mi, ¡estaba teniendo contacto un hijo de
muggles! No acabamos nuestra ronda aquel día. Llegué a conocerlo a
pesar de mis prejuicios hacia los de su tipo, y me di cuenta de que yo no le
disgustaba a él a pesar de los prejuicios que él sabía que yo tenía contra él
y todos los suyos; era como si no se lo tomara personalmente. En un
principio me enfadé conmigo misma, ya que se me había enseñado a odiar
a los muggles, y el problema era que no podía odiar a Ted.

Luego de unos días de luchar contra mis sentimientos, llegué a una


conclusión: no importaba. Nada importaba. ¿Por qué seguir la doctrina de
mi sangre cuando mi propia especie no hacía nada por mí? Había perdido
a mi esposo, y como se consideraba de mala suerte casarse con una bruja
que había perdido a su esposo en un matrimonio forzado, no habría sido
escogida por nadie de haberse dado el caso de que alguien estuviera
desesperado por una esposa.

Así que me permití enamorarme de Ted. Hicimos nuestro mejor esfuerzo


por ocultar nuestra relación hasta que nos graduamos. No podía decirle a
mis padres que me quería casar con él—aún tenían la ciega esperanza de
encontrarme un nuevo esposo—porque me habrían encerrado con tal de
evitarlo. Así que nos graduamos justo después de la graduación. Resultó
bastante irónico, ¿sabéis? Pasé la mayor parte de mi juventud planeando
una inmensa boda, y la mejor que tuve consistió de Ted, un sacerdote, y
yo.

Pero jamás me arrepentí de eso, todo lo que me importaba era mi amor


por Ted. Esa fue la razón por la cual nuestro casamiento no pudo haber
sido más perfecto, porque me estaba casando con el hombre que amaba.
Y me di cuenta de qué tan horrible había sido como persona, ya que nunca
había visto a Niklaus de esa forma, como una persona; no creo que jamás
hubiese podido amarlo como amé a Ted; tan sólo amaba lo que él sería
para mí; era una muchacha muy infantil y superficial, como os dije antes.

Al día siguiente, me encontré con mis padres y les expliqué lo que había
hecho. Narcissa estaba presente cuando les dije; ninguno podía creerlo.
Los tres se quedaron callados por no sé cuanto tiempo, hasta que mi
padre habló y dijo: "Junta todas tus pertenencias y vete. No quiero que
quede ningún rastro tuyo en esta casa."

Mi madre no sabía si llorar o mostrarme su espalda. La última cosa que me


dijo mi padre fue que tenía dos horas para dejar la mansión, y que no

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quería volver a verme jamás en su vida. Narcissa salió corriendo de la
habitación en llantos antes de que pudiera dedicarles mi último adiós a
mis padres.

Les pedí a los elfos domésticos que empacaran todo lo que poseía. Cuando
fui a mi habitación me encontré con Narcissa allí, llorando en mi cama.
Tuvimos nuestra última discusión allí. Solíamos ser muy buenas amigas,
tan amigas como pueden ser dos hermanas, ¿sabéis? Comprendí que su
enfado no era debido a lo que me hubiera casado con un muggle—no creo
que ella me considerara una traidora de sangre—pero porque ello
significaba que tendría que dejarla para siempre. Le expliqué lo que había
aprendido sobre el amor, el verdadero amor, ya que nunca se nos había
enseñado sobre eso. Y una de las últimas cosas que me dijo fue que no se
casaría con Lucius, sería su venganza contra nuestros padres por mi exilio;
su resistencia haría que todos murieran por la maldición de sangre, y si
ella sobrevivía entonces podría hacer como yo y casarse por amor. Tenía
tan sólo 14 años en aquel momento, siempre había sido del tipo
dramático.

"Bueno, ya sabéis que sucedió después."

Tanto Draco como Hermione estaban tan absortos en la historia que no


podían creer que hubiera terminado. Les dio un montón de cosas en que
pensar, y les permitió saber muchas cosas de las que no tenían idea sobre
Narcissa y su familia. Estuvieron sin palabras por un minuto entero hasta
que Andrómeda los instó a decir algo.

"¿Te arrepientes?" preguntó Draco luego de una pequeña vacilación;


Hermione no estaba preparada para hablar, parecía estar demasiado
comprometida con sus propios pensamientos.

"No, para nada. Es algo muy cruel de mi parte si lo piensas, ya que no me


arrepiento de que Niklaus haya muerto. Porque de no haber sucedido
aquello, jamás me habría enamorado de Ted. Lo que sí, me habría gustado
haber podido seguir en contacto con Narcissa, quería hablarle para poder
evitar sus planes—no quería que arriesgara su vida de aquella forma; y a
pesar de lo que me habían hecho mis padres, tampoco quería que ellos
murieran… pero fue su elección."

"No puedo imaginar a mi madre de la forma en que la describes."

22
"¿Ha cambiado mucho? Se casó con Lucius, así que supongo que al final
cambió de opinión."

"Si, pero el padre de mi padre murió en el proceso."

"Eso debió asustarla."—Andrómeda asintió con la cabeza y tomó un sorbo


de te.—"Pero estoy segura de que aún tiene algo de su juventud muy
adentro." Ella pausó para mirar a Hermione, quien parecía estar a
kilómetros de distancia.—"¿Estás bien, Hermione, querida?"

Hermione no respondió hasta que Draco le dio un leve codazo.


"¡Hermione!"

Sorprendida, ella miró a Andrómeda como si fuera la primera vez.—


"¿Qué?—si, si, estoy bien. Fue una muy buena historia, Andrómeda; pero
es que estoy tan cansada."—Entonces tomó el brazo de Draco y se
levantó, obligándolo a levantarse junto con ella.—"Es muy tarde, me temo
que debemos irnos."

Draco quedó aún más perplejo que su tía por la inesperada urgencia que
tenía Hermione por irse. Le agradeció un montón la invitación e insistió en
repetirlo en el futuro.

Cuando regresaron a la pequeña mansión italiana, Hermione corrió a su


habitación. Draco vaciló en seguirla.

Ver a Hermione tan abstraída en sí misma le resultaba perturbador a


Draco. Y los Malfoys no debían sentirse perturbados. Le hacía sentir
preocupación, y la preocupación lo abrumaba; no sabía cómo reaccionar
ante esta situación.

Desde que habían regresado de la casa de su tía—de lo cual ya habían


pasado cuatro noches—Hermione empezó a comportarse así. Apenas le
prestaba algo de atención, tenía que hablarle dos veces para que se diera
cuenta de que estaba siendo interpelada; se quedaba mirando fuera de las
ventanas por largos ratos, y ya ni siquiera parecía tener intenciones de ir a
visitar a su familia en la calle de en frente. Él le había preguntado si se
sentía enferma o algo así, y ya única respuesta que obtuvo fue una
negación con la cabeza.

Sus libros quedaban abiertos en su falda mientras observaba el horizonte,


parecía que no podía concentrarse ni para leer. Justamente el día anterior,

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Draco había intentado que Hermione le dijera algo comprándole un
brazalete de oro; se suponía que ella debía saltar de alegría y abrazarlo
por la felicidad—al fin y al cabo las mujeres amaban las joyas—pero no, no
Hermione; tan sólo se quedó mirando el objeto dorado y casi un minuto
más tarde se dignó a mirarlo a la cara y le agradeció con una sonrisa
forzada.

Al pasar los días, el temperamento de Draco decrecía considerablemente,


se sentía peculiarmente desesperado por saber qué estaba pasando por la
cabeza de la muchacha. Lo extraño era que ella no parecía estar
deprimida, ni siquiera triste o angustiada—lo cual era algo positivo, ya que
no había razón alguna para que se sintiera así—pero parecía estar
pensando demasiado.

Las únicas palabras que escuchaba de su boca últimamente eran "buenos


días" y "buenas noches", y eso sólo como respuesta a sus propios saludos
y despedidas. Incluso su madre había intentado hablarle, y así acabó con
un una rabieta—ya que no había logrado que Hermione hablara, concluyó
que él era culpable de alguna forma de lo que fuera que le estaba
sucediendo, por lo cual acabó reprendiéndolo.

En el cuarto día, Draco se sentía tan desesperado y desesperanzado que


decidió llamar a Blaise y pedirle ayuda—lo que en su mente era bastante
similar a hacer un trato con el diablo- Se suponía que los Malfoys debían
resolver sus problemas por sí mismos, pedir ayuda era algo vergonzoso.
¿Pero qué más podía hacer? No podía forzarla a hablar por más que
tuviera ganas de hacerlo.

La visita de Blaise no duró mucho, tan sólo quince minutos después de


haber entrado al estudio—el cual Hermione aparentemente había
proclamado como suyo sin anuncio alguno, ya que pasaba la mayor parte
de su tiempo allí sin hacer nada—salió con una expresión inescrutable en
su rostro.

"Me echó. Nunca antes me había hecho algo así."—Explicó Blaise, aún sin
poder creerlo él mismo.

"¿Qué pasó?"

"Nada. Ni siquiera me abrazó; apenas tenía la fuerza de sonreír cuando me


vio. ¿Estás seguro de que está alimentándose?"

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"Si, compartimos todas las comidas."—Draco incluso había empezado a
levantarse temprano con tal de acompañarla en el desayuno, cosa muy
extraña en él.

"Cuando le pregunté si tenía algún problema lo único que hizo fue negar
con la cabeza—ni siquiera me miró a la cara—y me dijo que tenía que
estudiar; cuando insistí me pidió específicamente que me fuera. Si no
vuelve a ser ella misma para mañana, haré que un sanador la revise,
Malfoy."

Draco ni siquiera se quejó de que Blaise actuara como si fuera su único y


exclusivo protector, al fin y al cabo había tenido la misma intención en
mente. Tan sólo un par de horas después de que Blaise se hubiese ido,
Draco decidió intentarlo una vez más. Estaban solos en la casa—la madre
de Draco estaba tan enfadada por la actitud de Hermione que dijo que no
podían continuar habitando la misma casa, y decidió quedarse en la
mansión Malfoy de Inglaterra hasta que ambos jóvenes adultos arreglaran
cualquiera fuera el problema que tenían.

"¿Cuál es tu problema, Granger?" Sus palabras salieron con un tono


agresivo, pero en realidad él estaba preocupado. A Hermione no pareció
importarle de todos modos, ni siquiera parecía estar prestándole
atención.

Él se acercó a ella de modo que la enfrentó en aquella silla en la que


estaba sentada, dejándola sin posibilidad de escapar al ponerse en una
posición que prácticamente la cubría. Su cercanía hizo que moviera su
rostro para verlo a la cara. No mostraba ni sorpresa ni temor por su
presencia, tan sólo lo observaba con una mirada llena de intriga.

Draco estuvo a punto de hacer la misma pregunta otra vez, y tan


ferozmente como antes, pero al mirar en sus profundos ojos marrones
vaciló—de alguna forma ahora era ella quien lo estaba intimidando a él.
No es que tuviera un aspecto tenebroso ni nada por el estilo, pero una
situación en la cual él no era quien tenía el control no iba con él.

"¿No me dirás? ¿Por favor?" Intentó otra vez, pero de una forma más
suave, y fijando sus ojos en los de ella, sin intención alguna de apartar la
mirada.

Hermione se quedó mirándolo tan concentrada en sus propios


pensamientos como lo había estado en los últimos días; ella escudriñó su

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rostro, cada uno de sus rasgos y palabras. Luego de un largo momento de
silencio, Hermione movió lentamente una de sus manos para llegar al
rostro de Draco y acariciar cuidadosamente el lado izquierdo de su cara.
Draco, absolutamente perplejo, abrió sus ojos un poco más de lo normal y
estuvo a punto de hablar otra vez, pero Hermione lo detuvo con sus
propias palabras.

"¿Qué soy para ti, Draco?" En contraste con la pregunta que había hecho
él primero, las palabras de ella salían bastante despacio y de una forma
considerablemente suave; su voz era muy delicada, no vaciló al hablar, y
aún así, parecía que tenía algún tipo de duda al hacerlo.

"Eres mi esposa." Cuando las palabras dejaron su boca, ella


inmediatamente retiró la mano de la cara de él y la dejó caer en su propia
falda junto a la otra. Asintió con la cabeza abstraídamente y movió su
cabeza en otra dirección con tal de no verlo a la cara otra vez. Pero Draco
no tenía pensado apartarse de su posición.

"¿Es eso lo que te ha estado molestando? ¿Qué pienso sobre ti?"

Hermione pareció vacilar antes de negar con la cabeza, pero lo hizo.

"¿Qué entonces?"—No hubo respuesta, así que lo intentó otra vez. —


"Mírame, por favor."

Draco había utilizado exactamente la misma frase en el casamiento de


ambos, ella lo recordó y suspiró sonoramente. Luego de un breve
momento, volvió a mirarlo a la cara.

"No quiero ser tu Bellatrix Lestrange o Niklaus Earnshaw."

"Estás haciendo una analogía bastante extraña."

Ella negó con la cabeza, con más determinación esta vez. —"No, es
exactamente así. Andrómeda añoraba tener un esposo y habría hecho
cualquier cosa por complacerlo y estar con él—eso es justamente lo que
haces tú conmigo."—hizo una pausa, durante la cual se quedó mirándolo a
los ojos; él se veía completamente confundido, y tan acomplejado como
se había mostrado al conocer a Andrómeda—"Y a Bellatrix no le
importaba tener un matrimonio sin amor, y tan sólo aceptaba sus deberes
sin amor alguno hacia la vida. Eso es lo que quieres que yo haga. Quieres

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una esposa de la forma que Andrómeda quería un esposo, y quieres que
tu esposa sea como Bellatrix."

El silencio conquistó todos los sonidos una vez más; Hermione no se veía
triste, pero si preocupada de algún modo, había un tinte de añoranza en
sus ojos, como si estuviera esperando que él hiciera algo, que dijera las
palabras correctas, estando o no de acuerdo con lo que decía ella. Draco
estaba aterrorizado.

"¡Por Merlín, Granger! No quiero que seas como nadie de mi familia,


especialmente como Bellatrix!" Sus palabras salieron disparadas
repentinamente, y él se mostraba perplejo y con una gran dificultad para
creer lo que había escuchado. —"Me gustas exactamente como eres."—
Negó con la cabeza—"Bueno, no exactamente de esta forma, pero me
gustas cuando eres… tu sabes… tu misma."

"¿No quieres que sea una esposa dedicada a ti? ¿Eso es lo que estás
diciendo?"

"No podrías serlo, Hermione. Eso nunca jamás sucederá, ni en un millón


de años. ¿Qué clase de ingenuo crees que soy?"—Sonrió por el propio
asombro de la idea—"Incluso si fuera tan crédulo e ingenuo, preferiría
morir antes que tenerte como si fuera s un modelo de Bellatrix."

"Pero fuiste criado para esperar eso."

"Si cumpliera todas las reglas por las que fui criado para seguir, estaríamos
viviendo infelizmente en la mansión Malfoy y estaríamos esperando como
mínimo a nuestro primero heredero."—En respuesta ella puso una
expresión inescrutable en su rostro y volvió a mover la cabeza para mirar a
otro lado; Draco entró en pánico, no podía perder esta oportunidad en la
que ella podía desahogarse con él. —"De todos modos no creo que te
importe mucho estar a la altura de mis expectativas."

Vacilante, Hermione se mordió el labio inferior antes de responder. "No


me importa."—entonces cerró los ojos e inhalo una gran bocanada de
aire. —"Y no me debería importar que tú estuvieras a la altura de mis
propias expectativas."—Volvió a mirarlo a los ojos entonces, mostrándose
algo preocupada. —"Pero quiero que tu estés a la altura de las mías."

"Suena injusto para mi."

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"Lo se. El problema es que no logro decidir cómo debería sentirme
respecto a esto."

"No puedes controlar tus sentimientos."

"Nadie puede. ¿Cómo es que eso no te molesta? ¿Cómo puedes estar tan
sereno y calmado con todo esto?"

"Es que no me molesta nada de esto, es así de simple."—Explicó él. —"Tu


problema es que todo te molesta."

"¡Pero te debería molestar! ¿No te gustaría tener la posibilidad de escoger


con quién pasar el resto de tu vida?"

"¿Es eso por lo que has estado enfurruñada estos días? ¿Por Weasley?"—
Dijo despectivamente, y prácticamente gritó: "¿¡No lo superarás algún
día!"

"Sólo responde mi pregunta, Draco."

"¿Qué importa? Todo lo que he querido jamás fue una cuestión de


elección. Ahora mismo desearía que no lo amarás, desearía que no te
entristecieras por no poder estar con él, quisiera que te olvidaras de él y
que yo pudiera ser lo suficientemente bueno para ti."

Hermione miró abajo a sus manos, las cuales repentinamente le


resultaban bastante interesantes; Draco estaba tratando de regular su
respiración mientras esperaba una réplica, pero ella no estaba segura de
qué decir.

"A mi si me importa… Porque desearía que no amarlo como lo amo,


desearía poder olvidarme de él, desearía que pudiéramos ser sólo
amigos—Ron y yo—y desearía no poder lastimarlo más de lo que ya he
hecho."—Hizo una pausa y vaciló por un largo rato al mirar a los severos y
expectantes ojos de Draco—"y desearía que pudiéramos amarnos el uno
al otro, tu y yo."

El rostro de Draco apenas mostró sorpresa alguna, sus ojos aún denotaban
una mirada dura, su boca estaba ligeramente abierta. Aquella era una de
las cosas que no había esperado oír, ¿qué era lo que debía decir en
respuesta a su deseo? Podía decirle que quería exactamente la misma
cosa—en verdad no le importaría amarla—aunque no le importaba tener

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un matrimonio sin amor, pero uno con amor tampoco sonaba mal. Draco
no sabía mucho sobre aquel tipo de amor, ya que nunca lo había
experimentado. Lo que sí podía decir con toda seguridad era que le
importaba de ella, lo que no podía creer era que se diera el mismo caso a
la inversa.

"Pero no te crees capaz de amarme."

"No he dicho eso."

"Pero es lo que te has estado preguntando todos estos días, ¿o no?


¿Cómo podrías amar a alguien como yo?"

"No, no es eso, Draco. Me he estado preguntando un montón de cosas,


pero esa no ha sido una de ellas. Sé que puedo quererte—puedo querer a
cualquiera—sin embargo, no se si podría enamorarme de ti… eso no
puedo saberlo con total seguridad."

"Ya no entiendo nada. ¿Qué demonios quieres que haga? He sido bueno
contigo, ¿o no? He permitido que te salgas con la tuya todo el tiempo, he
aceptado casi todo lo que has querido, ¡incluso le mentí a mi madre por ti!
Acepté vivir aquí con tal de que pudieras terminar tu cuatrimestre, y he
tolerado cuatro días enteros de esta molesta actitud tuya. No me importa
en lo más mínimo si no puedes amarme o enamorarte de mi, pero no
puedo tolerar que te encierres en ti mismas y lloriquees todo el tiempo
por quién o que no puedes tener; ¡me estás volviendo loco!"

"Bueno, no era mi intención enloquecerte, ¿está bien? Todo lo que


quiero… todo lo que quiero es llevarme bien contigo, eso es lo que
quiero."

"Pensé que nos estábamos llevando bien."

"Más o menos, supongo. Quizás nos estemos llevando tan bien como
podemos llevarnos."

"Entonces recuérdame, por favor, ¿cuál es el problema?"

"El problema es que todo entre nosotros es falso, Draco. Debemos fingir
afecto en público; en privado debemos tolerarnos el uno al otro a pesar de
nuestra carencia de amistad y afecto alguno. Debemos llevarnos bien tan
sólo porque estamos casados, no porque realmente queramos. No me

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malinterpretes, quiero llevarme bien contigo, y se que tú también lo
quieres así… ¿pero querrías llevarte bien conmigo si no estuviéramos
obligados a estar juntos?"

Su silencio fue toda la respuesta que recibió. ¿Qué podía responder él


después de todo? A Draco le gustaba ella, probablemente le gustaría más
si no estuviesen casados, pero en verdad, de no estar obligados a estar
juntos, él probablemente no se esforzaría tanto en ser bueno con ella.

"Ni siquiera te estoy preguntando si te gustaría en el caso de que fuera


hija de muggles, porque se que no se daría el caso… tan sólo te pregunto si
actuarías de la misma forma conmigo si todos estos arreglos de
matrimonios no existieran—tal y como no deberían existir según la ley. Si
yo tan sólo fuera la hermana de Blaise… ni siquiera estoy incluyendo a
Harry y a Ron en el tema… ¿entonces qué?"

"Si nada de esto existiera, si tan sólo fueras la hermana de Blaise… estoy
seguro de que Blaise ni siquiera me permitiría mirarte. Pero lo intentaría."

"¿Por qué lo intentarías?"

"Porque eres diferente de todo lo que conozco y de todo lo que deberías


ser; me gusta eso de ti." Sus palabras eran ciertas, en verdad, aquello era
justamente lo que más le atraía de ella: su tozudez para seguir lo que se le
impusiera, la bondad de su alma, su voz suave y ojos serenos, su actitud
calmada y segura de si misma respecto de cosas por las cuales otras
mujeres enloquecerían, sus astutas resoluciones, y su intrépida actitud
frente a cosas ante las cuales otros caerían rendidos. Draco estaba seguro
de que Hermione aún tenía todo eso dentro de sí a pesar de su actual
situación, en la cual se encontraba dependiendo de otros en vez de
teniendo a otros dependiendo de ella. Era normal, se imaginó Draco, ya
que Hermione no estaba viviendo una situación común y corriente.

Hermione lo observó silenciosamente por un rato, ponderando sus


palabras, luchando con sus propios pensamientos. Suspiró una vez más—
había estado haciendo eso bastante seguido últimamente—y decidió que
era tiempo de hacer una pregunta que la había estado molestando por un
tiempo ya: "¿Entonces por qué me rechazaste cuando te besé?"

'Oh…eso…' Inadvertidamente, Draco sintió un escalofrío; había tenido la


esperanza de que no recordara aquello. "Veras… yo… yo…"—al
encontrarse tartamudeando, tuvo que hacer un gran esfuerzo por

30
recomponerse. —"Estaba enfadado, ¿bien? Tu saliste de la nada y me
besaste cuando lo que más quería en ese momento era tenerte fuera de
mi vida."—Hermione se mostró con una mirada expectante e interesada
en su rostro; él prosiguió: "Pero ya han pasado cuatro meses de eso, ¡por
todos los cielos! Si yo fuera a guardarte rencor por cada vez que me has
hecho aquello mismo, no podría siquiera respirar el mismo aire que tu."

Sorpresivamente, Hermione sonrió con un tinte de timidez; lo más extraño


era que parecía estar sonriéndole a él. "Lo que estás diciendo es que te
hice lo mismo que tu me hiciste a mi."

Y fue el turno de Draco de sentirse abrumado por la verdad de las palabras


de Hermione; se dio cuenta de que tan acertada estaba, y cómo se habían
alejado por sus intentos de acercamiento. ¿Pero por qué tenía que ser
siempre él el problema? Enfadado, Draco apartó sus ojos de los de ella. No
porque estuviera enojado con ella, sino porque lo estaba consigo mismo.

"Tenías razón entonces."—Ella, sin embargo, no apartó sus ojos del rostro
de él, y continuó mostrando aquella pequeña sonrisa—"No somos tan
distintos como pensaba."

Eso logró llamar la atención de Draco, y así volvió a mirarla a la cara,


arqueando una ceja y preguntándose qué estaba pensando ella
exactamente. "¿Qué quieres decir?"

"Quiero decir que ambos podemos ser nuestros peores enemigos o todo
lo contrario si lo intentamos. Eso creo."

Hermione entonces se levantó de su silla y caminó hacia Draco—quien


estaba pasando por la complicada situación de aún intentar comprender
qué estaba sucediendo, y la miraba con perplejidad—y ella le ofreció su
mano derecha para que la tomara.

Draco tomó su mano y se levantó de su silla con un mismo movimiento.


Analizó cuidadosamente sus ojos, preguntándose qué era lo que debía
hacer a continuación. Lo suficientemente pronto, Hermione soltó su mano
y puso ambos brazos alrededor de su cuello para abrazarlo con fuerza,
presionando todo su cuerpo contra el de él.

"Esto es todo lo que quiero ahora."

31
"¿Qué haces?" La pregunta era directa, apropiada para la situación. Salió
de la boca de Draco. Últimamente le resultaba complicado habitar la
misma casa que su esposa.

Justo el día anterior, luego de días de preocuparse por ella, Hermione


simplemente le había pedido empezar desde cero, y además lo abrazó.
Nunca en sus vidas ella lo había abrazado; y no fue una actuación, ya que
no había nadie cerca como para que los viera. ¿Por qué lo había hecho?
Aparentemente habría sido un intento de acercarse a él, supuso Draco; sin
embargo, Draco no estaba dispuesto a jugar con su suerte, por lo cual lo
único que hizo fue abrazarla también—algo temeroso de tocarla—y no
hizo pregunta alguna.

Aquella mañana, al día siguiente, Draco conoció otra fase de Hermione de


la cual no tenía idea: parecía estar teniendo una rabieta.

Fueron sus gritos de furia los que llamaron su atención y le hicieron ir


directo a su dormitorio, en el cual Hermione estaba literalmente
caminando alrededor en círculos, viéndose lo suficientemente enfadada
como para romper algo.

"¡Se ha ido!" Dijo rotundamente, bastante fuerte. Por lo visto le estaba


costando no gritar. —"¡No puedo creer que se haya ido!" Explicó,
completamente exasperada.

"¿De qué hablas?"

Hermione cerró sus ojos y negó con la cabeza; respiró hondo, exhaló
sonoramente, y luego caminó hasta su cama para sentarse. —"Ron se ha
ido…"—Su voz pasó a ser un susurro, su rostro marcado por la tristeza
reprimida. —"…huyó de su casa, de nuestro mundo…"

Draco no dijo una palabra, no mostró signo alguno de sorpresa, como


tampoco preocupación ni interés; todo lo que hizo fue quedarse parado
allí y escucharla.

"…de toda la gente que conoce… sólo dejó una nota."

Hermione respiró otra vez, y ambos se quedaron en silencio hasta que ella
volvió a hablar, esta vez girando la cabeza con tal de ver a Draco a la cara.
"¿Debería estar enfadada o triste, Draco? No lo sé… Siento ambas cosas al
mismo tiempo."

32
Y ahora le estaba preguntando qué hacer y cómo sentirse al mismo
tiempo. Siempre había algo nuevo que aprender al vivir con ella. Quizás
era el momento de sentarse a su lado y confortarla, después eso era lo
que hacían los amigos. ¿O no?

"¿Por qué te molesta?" Le preguntó Draco mientras caminaba hacía ella


para sentarse a su lado en la cama.

"¡Porque ha pasado una semana, Draco! ¡Se fue hace una semana y recién
ahora me informan!"—Su tono se volvió áspero y agresivo de repente—
"Harry me mandó una carta… explicó que no me había dicho antes porque
pensaba que regresaría…"—y así nomás su voz se rompió, tornándose
absolutamente triste—"…y es mi culpa, se fue por mi…"—suspiró y luego
susurró: "…por lo que le hice…"

A pesar de que todo el asunto de intentar ser amigos era algo muy bueno
para ambos dos, a veces Draco deseaba que Hermione no compartiera ese
tipo de cosas con él. Hablar sobre Weasley siempre le hacía enfadar, ¿y
cómo podía evitar enojarse cuando se trataba de él? Especialmente
considerando que se le estaba recordando de algo que jamás debería
haber sucedido, y de tan sólo una semana.

"Estás mejor sin él." La voz le salió un poco más agresiva de lo que habría
querido, pero esa iba a ser la única respuesta que Hermione recibiría de
Draco. Y, además, era la mejor que podía darle, porque, en verdad, no
tenía nada mejor que decir.

"Estoy segura de que él está mejor sin mi."—Hermione se encogió de


hombros abstraídamente—"¿Pero tenía que abandonarlo todo por mi?"

Ella no esperaba una respuesta, y Draco no estaba dispuesto a darle una


tampoco. La situación sólo podía beneficiarlo. La dejaría hablar y
mantendría su boca cerrada por ahora, sería lo mejor… dejarla
desahogarse y luego explicarle cuan mejor sería su vida sin Weasley.

"Por supuesto que si."—Hermione se respondió a sí misma—"¿Qué mejor


que alejarse de todo e intentar olvidar los problemas? Yo lo hecho más de
una vez."

"Pero tus problemas te siguen."—Replicó Draco, fingiendo indiferencia,


pero en verdad, enfadado por sus propias palabras.

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"Problemas…"—Hermione suspiró y levantó su mentón para ver a Draco,
su voz ahora con un tinte de determinación. —"Problemas son lo que
hacemos de la vida."

El silencio reinó por largos segundos en los cuales Draco y Hermione se


miraban a la cara, uno de forma pensativa, el otro con prudencia.

"¿Estaría mal, Draco?"—Preguntó tímidamente ella, pero determinada al


mismo tiempo. —"¿Estaría mal si quisiera que me besaras ahora mismo?"
Draco apenas logró abrir un poco su boca para replicar algo, pero
Hermione le puso un dedo en los labios para que se quedara callado. —
"Sería injusto, ¿verdad? Porque lo que quiero ahora mismo es olvidarme
por completo de él, quiero olvidarlo de la misma forma que quiere
olvidarme él a mi."

"Lo olvidarás."—Le respondió Draco con seriedad, ignorando la pregunta


anterior. ¿Qué debía decir? La idea de besarla tan sólo porque quería
olvidarse de su ex novio no le parecía nada cómica; en verdad sería
injusto, tal como ella había dicho. ¿Pero estaría mal? Era extraño qué tan
poco atrayente le resultaba la situación en ese momento a Draco; a pesar
de querer aprovecharse de la confusión de Hermione, de sus divagaciones
y especialmente de su pedido. Pero se sintió culpable. Por alguna razón se
sintió así. —"Y te besaré cuando quieras. Pero sabes tan bien como yo que
un beso no te hará olvidarlo."

Hermione quedó sorprendida por las palabras de Draco; nuevamente no


había esperado que la rechazara, pero esta vez, a pesar de que era
doloroso en cierto modo, parecía ser lo más noble y correcto que el
muchacho podía hacer dada la situación. Lentamente Hermione apartó
sus ojos de los de Draco y pasó su mirada a sus propias manos. "¿Qué hará
que me olvide de él?"

"¿El tiempo?"

"¿El tiempo? ¿Quieres decir que 'el tiempo cura todas las heridas'?"—
Hermione sonrió sardónicamente, aún sin mirarlo a la cara. —"El tiempo
no cura ninguna herida, sólo les tira sal."

"¡Bien! Entonces nunca lo olvidarás, como sea."—Draco entonces se


levantó abruptamente y exclamó, exasperado: "¡Vivirás cada día de tu
vida llorando por una vida que nunca pudiste tener!"

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Hermione ignoró su arrebato y se paró para estar en frente suyo, con una
mirada severa en su rostro. "No lo haré."

"¿No lo harás?" Draco preguntó con la prudencia marcada en su voz.

Ella negó con la cabeza y se alejó de él, dirigiéndose a una inmensa


estantería en la cual había fotos y pequeñas ornamentaciones. Tomó tres
de ellas y procedió a tirarlas por la ventana—la cual por suerte ya estaba
abierta.

"Ya está. He acabado con él." Fue todo lo que dijo luego tirar todos los
regalos de Ron. La expresión de la cara de Draco era inescrutable, pero
Hermione estaba demasiado resuelta para que le pudiera importar. —"Me
desharé de todo lo que me ha dado, y luego iremos a la boda de Marcus."

Draco tan sólo asintió con la cabeza abstraídamente y dejó la habitación,


asumiendo que ya era tiempo de dejarla sola. Weasley tan sólo parecía
traerle problemas—ahora su esposa estaba arrojando cosas por la
ventana como si fuera una adolescente con problemas de temperamento.

'Bueno, supongo que eso es porque después de todo somos adolescentes.'


Pensó Draco; y es que no eran completamente adultos, a veces tenía que
recordarse eso a sí mismo. En verdad, ambos eran bastante jóvenes
cuando tuvieron que empezar a actuar como adultos; y ahora que
legalmente eran adultos, parecía que no podían evitar comportarse como
si fueran más jóvenes. ¿O quizás se estaban comportando como era
debido a aquella edad? No podía saberlo con seguridad; pero aún así, 20
años no eran demasiados.

Tan sólo unas pocas horas atrás Hermione había proclamado haber
terminado con Weasley, algo que le habría alegrado el día a Draco de ser
cierto; pero él sabía que no era así, ya que tan sólo había estado hablando
por furia, y ahora, para empeorar las cosas, Hermione estaba en la
recepción de una boda, viendo a un montón de gente feliz luego de una
alegre ceremonia. Ella probablemente, no, Hermione seguramente
envidiaba a la novia de su primo, quien amaba a Marcus y quería estar
casada con él, serían felices juntos, ambos. Cómo deseaba Draco poder
darle algo así a Hermione, al menos eso, pero todo lo que parecía poder
darle últimamente era miseria, incluso cuando intentaba ser mejor para
ella.

35
Draco, después de todo, había estado con ella aquel día. Por el momento,
habían entrado al lugar de la ceremonia donde él había notado que la
sonrisa de Hermione era fingida, ya que no combinaba con la melancolía
de sus ojos, algo de lo cual probablemente muchos no se percatarían,
pero Draco sabía qué era exactamente lo que estaba pasando por su
cabeza.

Cuando el novio y la novia habían pronunciado el encantamiento que los


uniría para siempre, Draco había tenido que abrazar a Hermione,
teniéndola lo más cerca posible en un intento de evitar que se pusiera a
llorar, porque estaba seguro de que no serían sólo unas pocas lágrimas las
que derramaría, sino un río de ellas. Por suerte Hermione aceptó su
cercanía y luchó contra su propio acongojo.

Una vez terminada la ceremonia e iniciados los festejos que le seguían,


Hermione parecía estar compuesta otra vez, sonriendo como si estuviera
bien de verdad, hablando animadamente con gente que conocía y
cortésmente rechazando a los hombres que le pedían que bailara con ellos
porque sería demasiado para tolerar.

"No está bien, ¿verdad?" Le preguntó Blaise a Draco, ya liberado de sus


deberes en la toma de fotografías. Hermione estaba a unos pocos metros
hablando con algunos de sus parientes.

"¿Te diste cuenta?"

"La conozco. Me imaginé que no se tomaría esto muy bien y reconozco sus
intentos de aparentar algo que no siente."

"Caracortada le dijo esta mañana que la comadreja huyó."

"Ya era tiempo."

"Estaba tan enfadada que quiso besarme."

"¿Y la besaste?"

"No, no me pareció correcto."—Explicó, como si las mismas palabras le


resultaran extrañas saliendo de su boca. —"Sé que es irónico; la
oportunidad más conveniente que se me presenta, eso es exactamente lo
que no tomaré."

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"Quien sabe, quizás si tomaste la oportunidad que mas les convenía a
ambos."

Sin embargo, solamente Hermione podía decidir aquello. Ella aceptó bailar
con su hermano, Draco se había esperado eso; Blaise era una de las pocas
personas a las cuales no les podía decir "no". ¿Aceptaría bailar con él? Se
preguntó. Sorprendentemente, luego de bailar con su hermano por lo que
pareció una eternidad, no rechazó a Draco.

"No tienes por qué hacer esto para demostrar algo, sabes."

"No pensaba demostrar nada."—Respondió ella con sinceridad,


mostrándole una sonrisa débil.

"Pensé que no te gustaba mucho bailar."—Comentó él una vez que


empezaron un vals.

"Había estado bailando con Blaise por como media hora una vez que me
preguntaste."

"Pero rechazaste a todos los otros hombres."

"Porque pensé que estaría mal bailar con cualquier otro hombre sin haber
hecho antes con mi esposo."—pausó para mirarlo a los ojos y agregó,
pensativa: "Pensé que nunca me lo pedirías cuando Blaise vino a mi."

"Tampoco es que pudieras rehusarte a algo que te pida él."

"Seguramente no."—Al decir aquello, rió de corazón. —"Eres muy bueno


en esto, por cierto."

"¿Mejor que tu hermano?"

"¿Importa?"

"Supongo que no."—Él dejó de hablar y continuaron bailando; luego de un


rato, Draco comentó: "Sabes, no iba a pedírtelo hasta que te vi bailando
con él."

"¿Esto es una competición entre vosotros dos?"—Hermione arqueó una


ceja al pensarlo.

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"No. Lo que quiero decir es que no pensé que quisieras bailar conmigo
porque habías rechazado muchas invitaciones antes de la suya."

"¿Cómo vamos a lograr algo si continuamos comportándonos de esta


forma?"—Se preguntó Hermione en voz alta una vez que ambos se
detuvieron.

"¿Qué quieres lograr?"

Hermione tomó su brazo mientras caminaban a su mesa. —"Te lo dije,


quiero que seamos amigos."

"¿Cómo empezamos?"

"Ya hemos empezado."—Le sonrió, genuinamente por lo visto. —"Me


gusta cuando eres así."

"¿Así como?"

"Simple, eso es todo. Me gusta cuando no actúas, cuando no pretendes


que te gusto; me gusta cuando eres tú mismo y te comportas acorde a
ello, gentil y amable, pero no demasiado."

"¿Eso es todo?" Preguntó Draco con prudentemente.

"Si, supongo que lo es. Aunque también me gustaría saber más sobre ti."

"Pregunta lo que quieras."

"Uhm…"—Hermione se esforzó en pensar en algo adecuado, y entonces


preguntó: "¿Dónde aprendiste a bailar así?"

"Mi madre me enseñó cuando era pequeño. Teníamos mucho tiempo libre
antes de que fuera a Hogwarts. Probablemente sucedió lo mismo con tu
madre y tu hermano; ¿quién te enseñó a ti?"

"Mi padre." Hermione entonces miró abajo, a sus manos; y al decir


aquello, una repentina tristeza se hizo notar en su voz, pero se apresuró
en dejar los malos pensamientos de lado y prosiguió: "Era excelente; pero
fue hace mucho tiempo… Blaise me ayudó a recordar los movimientos y
los pasos correctos."

"Te recordó bien."

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"Gracias."—Dijo ella y pausó por un momento, pensativa mientras
observaba a la gente bailando otro vals en la pista de baile. —"Que tal si…
¿qué tal si nos vamos?"

"¿De qué hablas?"

"Ven." Hermione tomó la mano de Draco y lo obligó a levantarse junto con


ella. —"Te mostraré algo."

Esta vez, mientras se apuraba a su lado para salir del salón y corrían por
los inmensos corredores de aquella mansión, dirigiéndose al exterior,
Draco no tenía idea de qué estaba pensando su esposa. Habían estado
sólo tres horas en la fiesta, el sol se estaba poniendo y estaba helado
afuera, había nieve por todos los campos y los árboles que rodeaban el
lugar estaban congelados y no tenían hojas. Una vez afuera, Draco pensó
que Hermione se dirigiría a su propia mansión—la cual estaba justo en
frente—pero en vez continuó corriendo en dirección contraria. Él corrió
junto a ella hasta que no hubo más árboles ni piedras que esquivar.
Acabaron justo en frente de un precipicio, y en el horizonte se podía ver
como se estaba poniendo el sol, pintando el panorama de colores rojizos.

"Esto…"-Empezó él, jadeando por el frío y la actividad física. —"¿Esto es lo


que querías mostrarme?" Entonces apuntó al horizonte, a aquel cielo rojo
y amarillo, mientras se dejaba caer sentado en la nieve, al lado de ella.

Hermione asintió con la cabeza en respuesta. "¿No te gusta más que un


montón de ente hablando y bailando valses?"

"Mucho más."—Reconoció Draco con una sonrisa. —"Es una gran vista."

"Solía venir aquí cuando me sentía deprimida."

"¿Estás deprimida ahora?"

"No, no lo estoy."—Hermione negó con la cabeza y luego se giró para


verlo a la cara. —"Tan sólo quería compartir esto contigo, eso es todo."

"Nunca me habría imaginado que preferirías compartir esto conmigo que


estar en la mansión Zabini rodeada por tu familiar y otro centenar de
personas que no conoces."

"Bueno, este es el tipo de cosas que hacen los amigos."

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"¿Has venido aquí con tus amigos antes?"

"Una o dos veces, si. Quería que vieran esto."

El silencio predominó por unos minutos mientras ambos observaban el


hermoso horizonte, oyendo no más que la respiración del otro y el gentil
silbido del viento invernal. Fue Draco quien, luego de un largo rato,
rompió el silencio.

"Pero no estás bien."

Sus palabras la dejaron perpleja, y se tomó un prolongado momento antes


de contestar, aún mirando al cielo. "A pesar de todo lo que ha sucedido
entre él y yo, aún somos amigos. Nuestra amistad siempre ha sido lo
suficientemente fuerte como para superar cualquier problema; ese es el
motivo por el cual no puedo comprender que se fuera así. Es como si se
hubiera rendido… como si se hubiera rendido en nuestra amistad."

Nuevamente, Draco no sabía cómo comportarse apropiadamente en esta


situación; tan sólo unos pocos meses atrás se habría aprovechado de ella,
pero ahora parecía haber adquirido una conciencia, y aquella pequeña
molestia no lo dejaría en paz.

Tercera Parte: Cuando entra la Luz.

Mis pesadillas empezaron otra vez en una fría noche de diciembre. No era
culpa de nadie, tan sólo la época del año. Muy pronto tendría que
enfrentar el aniversario de un año de la muerte de mis padres. Así que mi
mente me recordaba el accidente, mostrándome las más horrendas
imágenes que uno pudiera imaginar.

Aunque había algo positivo en la situación: Estaba peleando contra la


depresión en vez de dejarme caer en ella. Los horribles recuerdos jamás se
irían, la culpa y el arrepentimiento llegarían a la superficie de vez en
cuando, pero no estaba dispuesta a quedarme tirada en la cama sintiendo
lástima, ni tampoco quería apoyarme en el hombro de nadie para llorar.
Quería seguir adelante con mi vida, quería vivir, quería concentrarme en
mi carrera y perdonar a mi madre.

La primera vez, sin embargo, no fue nada fácil. Luego de meses de


finalmente lograr dormir durante toda la noche, me desperté gritando.

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Cuando Draco abrió la puerta de mi habitación aquella noche, mis ojos
estaban inundados con lágrimas que caían por todo mi rostro.

Ni siquiera tocó a la puerta, tan sólo entró y encendió la luz (ya que los
anteriores dueños de la casa eran muggles, no se habían hecho arreglos
para quitar la electricidad, y a Draco le resultó peculiarmente útil), con su
varita en la mano.

"¿Mal sueño?" Fue todo lo que preguntó una vez que se aseguró de que
no había intruso alguno en mi habitación. Asentí con la cabeza mientras
secaba mi rostro con mis manos.

"¿Quieres contarme?" Me había acostumbrado a la actitud amable y


cortés de Draco, la cual se había vuelto una costumbre aquellos días.
Especialmente cuando se percató de que yo necesitaba que se comportara
de esa forma. Me sentí agradecida por tenerlo cuando caminó hacia mí y
se sentó a mi lado para escucharme aquella noche.

"Estaba en el coche, en el asiento trasero."—Lentamente levanté mi


mentón para mirar a su cara, no parecía estar cansado, lo había
despertado por completo. —"En frente estaban mis padres, mi padre
conduciendo, mamá hablándole."—No quise continuar mirándolo a la cara
cuando dije lo que sucedió después: "Un camión apareció de repente en
frente nuestro, no había forma de que papá pudiera esquivarlo."

"Pudo haber sido un recuerdo."

Asentí con la cabeza y me abracé a mis piernas. "¿Crees que hayan


sufrido?"—Pregunté en un abstraído susurro. —"Debe sonar horrible,
pero espero que hayan tenido un paro cardíaco antes de la colisión. Sólo
con tal de que no hayan sentido el choque."

Draco no me respondió, apenas comprendía de qué estaba hablando;


había leído sobre automóviles, camiones y cosas por el estilo en uno de
sus libros sobre muggles, pero eso no quería decir que comprendiera por
completo la clase de problemas que se me pasaban por la cabeza.

"Lamento haberte despertado, Draco."

"No hay problema. Aunque me alegra que mi madre se haya quedado en


la mansión Malfoy esta noche, no le habría gustado mucho despertarse a
las 3 de la mañana."

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Demasiado abrumada como para que me importara, me acerqué
silenciosamente a él, permitiéndole poner un brazo en mis hombros y
dejando que mi cabeza descansara contra un lado de su pecho. Era la
primera vez en nuestras vidas que le permitía consolarme de esa forma,
pero de alguna forma me había acostumbrado a tenerlo alrededor, y
aunque no éramos amigos íntimos, podíamos vivir confortablemente el
uno con el otro; en el lapso de un mes logramos dejar de lado nuestras
diferencias con tal de poder convivir.

No era que no discutiéramos de vez en cuando, no vivíamos en una


absoluta armonía y felicidad, pero podíamos tolerarnos mutuamente, y
eso era un gran avance. El tema era que ambos queríamos dejar el pasado
atrás y seguir adelante con nuestras vidas.

Pasaron varios minutos y yo no tenía intención alguna de volver a dormir;


Draco, sin embargo, empezaba a cabecear. Sentí curiosidad mientras
escuchaba los silencios de la noche, ¿estaría mal que lo dejara dormir en
mi cama? ¿Se haría la idea equivocada? No parecía estar lo
suficientemente despierto como para hacer otra cosa que irse al mundo
de los sueños, y yo no quería estar sola aquella noche.

No iba a olvidar los rostros pálidos de mis padres, estaba segura de que
sería todo lo que vería una vez que cerrara los ojos. Mi madre biológica
había sido quien me había ayudado en las primeras semanas luego del
accidente, cuando apenas podía dormir por una hora entera por mis
pesadillas; ella se acostaba a mi lado cada noche con tal de que pudiera
sentirme más segura. Mucho más adelante, sintiéndome mejor,
despertaba sola y me iba a la habitación de mi hermano si me sentía
demasiado mal como para dormir sola. No podía ir con ninguno de ellos
en aquel momento, y Draco no podía ser una opción tan mala.

Así que lentamente tomé mi varita mágica—la cual estaba en mi mesa de


noche—y susurré un hechizo para apagar las luces; Draco abrió sus ojos
por completo cuando hice eso, e hizo un movimiento para levantarse y
dejarme sola, pero yo lo tomé por la manga de sus pijamas para
detenerlo.

"¿No te quedarás conmigo esta noche?" Le pregunté en una voz muy baja,
como si hubiera alguien más en la casa que pudiera oírnos.

Lo tomé por sorpresa al preguntar eso, incluso en la oscuridad podía ver


su expresión de perplejidad.

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"No quiero dormir sola esta noche."—Le expliqué en un susurro,
agradecida de que la luz estuviera apagada, así no podía verme sonrojada.

"Está bien." Respondió él mientras se dejaba caer en la cama, su espalda


en el acolchado, su rostro observándome con una mirada inquisitiva
mientras cubría su cuerpo con sábanas y frazadas.

"Hace mucho frío." Le expliqué, asegurándome de que comprendiera que


quería que se quedara. Entonces me acosté a su lado bajo las sábanas,
mirándolo a los ojos bajo la luz de la luna que venía de las inmensas
ventanas de mi habitación.

"No sé cómo haré para dormir ahora." Me dijo él, tan inseguro como se
veía.

Suspiré y le di la espalda, un tanto decepcionado, un tanto enfadada.


"Vete a tu dormitorio si quieres, no me importa."

Supuse que se levantaría y se iría pero, en vez, sentí como se acercaba a


mi cuerpo y me abrazaba cuidadosamente desde atrás; sentí su frente en
mi nuca y su aliento haciéndome cosquillas cuando habló: "Pero podía
acostumbrarme a esto."

Sonreí para mi misma y me di vuelta para verlo a la cara, su brazo aún


estaba a mí alrededor; me acomodé de modo que pude recostarme contra
su pecho. Ninguno de los dos dijo más nada aquella noche, él se durmió
bastante rápido, y yo me quedé callada mientras escuchaba el gentil latido
de su corazón y el susurro de su respiración.

En verdad era muy agradable tenerlo cerca; podía estar con mi hermano
toda mi vida, mucho menos todas las noches. Tampoco a mi madre.

No me sentía culpable por tenerlo ahí conmigo, no quería creer que lo


estaba usando para sentirme más segura. Tan sólo me permití sentirme
bien en sus brazos, y luego de una larga hora, u horas quizás, me dormí
también.

Ninguna pesadilla me aterrorizó en aquel segundo intento, no soñé nada


en realidad. Y, cuando desperté en la mañana, mis ojos se encontraron
con los de Draco.

"¿Qué sucede?" Pregunté con curiosidad.

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"Me estaba preguntando si me gritarías por estar aquí."

"¿Por qué haría eso? Te pedí que te quedaras."

"Ese es el problema. No estaba seguro de si estabas consciente de lo que


estabas pidiendo."

"¡Lo estaba!"—Le dije un tanto enfadada—"Estaba asustada. Solía ir con


Blaise cuando tenía pesadillas, pero…" Me encogí de hombros y no
terminé mi oración.

"Puedo dormir contigo cuando quieras."—Me sonrió y se levantó de la


cama. —"Espero que te acostumbres."

Entonces salió de la habitación sin volver a mirarme a la cara; por suerte,


porque estaba sonrojada.

No mucho más tarde de que hubiera cerrado la puerta me fui a mi baño


privado para tomar una larga y relajante ducha. Luego de terminar de
vestirme, encontré a Draco en la sala de estar, tocando un hermoso
soneto en el piano. Era algo que hacía de vez en cuando, tenía una gran
habilidad y disfrutaba de hacerlo. Escuché una gran variedad de música
saliendo de aquel piano, algunas melodías eran tristes, otras alegres, otras
oscuras, pero todas eran siempre bellas para escuchar.

Me senté silenciosamente en un sillón para observarlo mientras tocaba, él


no hizo señal alguna de percatarse de mi presencia hasta que aplaudí una
vez que terminó de tocar. Draco se dio vuelta en su asiento para verme y
sonrió.

"Eres buen público."

"Siempre es agradable que toques el piano."—Le devolví la sonrisa con


una propia y luego agregué: "¿Quieres almorzar con mi familia hoy?"

"¿Dos días seguidos?" Preguntó, apenas pudiendo evitar hacer una mala
cara.

"¿Ya no estás enojada con ella?"

"Siempre estaré enojada con ella en algún grado, pero no puedo


rechazarla por siempre." Me encogí de hombros, él me observó con
curiosidad en la mirada.

44
"No tenemos que ir si no quieres; podemos darle una buena excusa."

"No creo que ya nos queden excusas que dar."—De hecho, ya habíamos
dado bastantes en las últimas cuatro semanas. —"Será mejor que lo
hagamos de una vez de todos modos."

No sólo quise decir que quería perdonar a mi madre, sino también que
quería olvidarme de Ron. Aún me sentía triste y enfadada con él, era difícil
no pensar en él, pero me había acostumbrado bastante a su ausencia en
mi vida.

Draco nunca hacía comentario alguno cuando me mostraba molesta por


Ron, parecía que era algo que le incomodaba bastante; supuse que tenía
sus razones. Pero él siempre estaba a mi lado, como Blaise, y acabé
apreciando eso.

Por supuesto, Draco no era nada como Blaise; es decir, no era como un
hermano para mí, a pesar de lo posesivo y protector que era conmigo. No
era afectuoso, era casi tan respetuoso conmigo como lo sería con un
extraño.

Nuestras vidas eran bastante simples, nuestra rutina diaria consistía en


levantarnos, ir a nuestras clases, y almorzar o cenar juntos la mayoría de
los días. Muchas veces después de sus clases, Draco iría a Inglaterra para
controlar los negocios de su familia, y llegaría muy tarde para cenar. No
era difícil vivir con él ya que apenas nos veíamos durante el día. Los fines
de semana, sin embargo, pasábamos largas horas juntos estudiando en la
biblioteca; quedé muy sorprendida al principio por su capacidad de
concentración, recordando que no era tan sencillo estudiar cuando estaba
en Hogwarts y tenía a Ron y a Harry a mi lado.

Y no pasaba una semana entera en la que no tuviéramos que ir a visitar a


mi familia, fuera para almorzar o para cenar. Draco se comportaba
sorprendentemente bien, incluso si su madre no nos acompañaba.

Narcissa Malfoy no se había podido acostumbrar a la vida en Italia, así que


básicamente iba de un país al otro, pasando la mayor parte de su tiempo
en Londres, dónde aún participaba de varios eventos sociales, a los cuales
Draco y yo apenas podíamos evitar asistir.

Fue justo después de una de las fiestas de su madre que, creo, empecé a
sentir algo por él.

45
Sucedió una noche luego de una de las fiestas de su madre. Nunca me
gustaron las reuniones de la alta sociedad, siempre repletas de cientos de
snobs, muchos de ellos "ex" mortífagos o las esposas e hijos de ellos.
Básicamente no tenía nadie con quien hablar; lo cómico era que todas
esas personas me veían como si fuera uno de ellos, mientras que yo me
sentía como la oveja negra. Las mujeres mayores en especial me adoraban
a pesar de ser tan estrictas y criadas a la antigua; podrían pasar toda la
jornada hablando de qué tan maravillosa era la esposa del hijo de Narcissa
Malfoy, probablemente cansadas de tantos años de tener que halagar a
Draco en frente de Narcissa.

Las mujeres de mediana edad, aquellas de la edad de mi madre, no


perdían el tiempo halagándome a la cara, parecían tener un gusto en
aconsejarme sobre mi matrimonio, notando que no era tan fructífero
como debería ser. Apenas podía tolerar escuchar las pláticas sobre sus
propios matrimonios de ya 20 a 30 años. La mayoría de la gente sabía (o al
menos asumía) que nuestro matrimonio había sido arreglado, pero nadie
se atrevía a comentar aquel detalle, al menos no de forma directa. Aún
así, siempre sabía cuando se referían a eso, y ellas sabían que yo me daba
cuenta.

"Me casé con mi querido Jonathan cuando tenía 16, todas tenemos que
pasar por eso, querida. Él era tan guapo en aquella época, eso realmente
ayudó." La señora Rottemberg me dijo, siempre con un Martini en una
mano, mientras con la otra hacía señas constantemente para enfatizar lo
que decía. Su vestido rojo de seda estaba encantado para brillar con cada
movimiento que hacía. "Tuvimos tres hermosos niños; te imaginarás que
la mezcla de sus genes con los míos… bueno, no fue difícil encontrarles
buenas parejas.

Estar obligada a estar rodeada de tantas mujeres charlatanas y ruidosas


me hacía envidiar a Draco, quien tan sólo se juntaba con los hombros,
hablando de negocios o de quidditch. Nunca parecía pasarla mal en
aquellas fiestas y reuniones, probablemente estaba bastante
acostumbrado, pero de seguro no tenía que tolerar todos los consejos
maritales e historias de hijos que yo tenía que aguantar.

Y también estaba el problema de que mi madre siempre estaba invitada, y


por supuesto, siempre asistía a las reuniones sociales de Narcissa (al igual
que Narcissa asistía a las de mi madre). Bueno, se aseguraba de hablar
sobre me con toda persona con la que se encontrara, asegurándose

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especialmente de que yo lo notara, y llamando la atención hacia mi, lo
cual últimamente me llevaba a pedirle hablar en privado con ella con tal
de suplicarle que dejara de hacerlo y subsecuentemente aceptar su
súplica de perdón. Al menos no teníamos que sentarnos en la misma mesa
siempre, normalmente ella estaba con la gente de su edad, mientras
Draco y yo por lo general nos sentábamos con gente de nuestra edad.
Aunque no puedo decir si es mejor o peor sentarse con ex Slytherins o sus
padres, pero al menos mis antiguos compañeros se comportaban conmigo
como si fuera uno de ellos en vez de maltratarme por haber estado en
Gryffindor. Las chicas incluso actuaban como si les cayera bien y quisieran
ser mis amigas, diciendo que nos deberíamos juntar alguna vez, lo cual por
suerte jamás sucedía, ya que nunca se esforzaban por hacerlo en realidad.

"Y resultó que tenía dos meses de embarazo…" Todas las muchachas de
mi edad parecían estar ansiosas por tener hijos, siendo tan jóvenes como
de 18 a 20 años; desde mi punto de vista, 22 años sería una edad más
razonable para pensar en tener hijos, ¿pero a los 18? Algunas chicas
habían quedado embarazadas justo después de graduarse de Hogwarts-o
cualquier otra escuela a la que hubiesen ido; me costaba comprender
cómo era posible que aquella fuera la única meta de sus vidas: tener hijos.
Incluso parecían creer que era un deber. A veces, al pasar tiempo con ellos
en esos antiguos salones de las mansiones, vestida en caros y anticuados
vestidos, podía imaginarme con facilidad que estaba en el siglo XVIII o XIX,
en un tiempo en el cual habría tenido mucho más sentido escuchar a una
niña de 18 años hablando de lo gratificante que es ser una madre.

Aunque fueran víctimas de su propia educación, ¿cómo no podían ver que


había más en la vida que criar a los herederos de sus esposos? ¿Cómo no
podían tener mayores expectativas en la vida que ser madres que se
quedaban en casa, teniendo suficiente dinero como para comprar una
isla? A veces, cuando les explicaba que quería tener una carrera y trabajar
en vez de tener hijos, me contestaban con unas caras de perplejidad tan
impresionantes que tenía que dejarlas de lado por un momento tan sólo
para asegurarme de que no había viajado en el tiempo.

En verdad, era un tema por cual no quería hacerme mucho problema, no


quería pensar en eso, en tener hijos. Siempre había querido uno o dos,
pero al hacer aquellos planes, estaba con Ron; y me preguntaba si al
menos uno de nuestros hijos heredaría su cabello rojo o sus ojos azules, si
tendría varones o niñas, si Ron quería una familia tan grande como la suya
(lo cual yo no quería). La vida, sin embargo, normalmente no resulta de la

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forma que uno espera, y acabé casada con Draco Malfoy, a quien ya no
odiaba, incluso logré que llegara a importarme, tenerle cierto afecto, pero
no podía decir que estaba enamorada de él ni que lo amaba; el amor tomó
mucho más tiempo.

Así que, en vez de escuchar a un montón de mujeres hablando sobre tener


hijos, obviamente me hacía pensar sobre un tema que quería evitar,
haciéndome a su vez detestar las reuniones sociales que organizaban
Narcissa o mi madre, o cualquier otra a la que se nos invitara, hasta el
punto en el que una vez llegué a gritar de lo nerviosa que estaba,
obligando a Draco que nos excusara con su madre, en forma de súplica.

Es que ya había tenido un día lo suficientemente duro, apenas dormí y


tuve un examen muy difícil en la universidad (el cual hice a la perfección).
Estaba absolutamente agotada cuando llegué a casa, y luego de
felicitarme por mi examen, Draco me dice que su madre nos esperaba
aquella noche a las 8 para su tan anticipado baile de invierno; incluso me
había mandado un vestido nuevo y joyas para usar.

"¡No, Draco! ¡No puedo! ¡Tan sólo ha pasado una semana desde el último,
y necesito al menos un mes entero para recuperarme!"

"¿Qué pasó en el último? Parecías estar bien."

"Pero no lo estaba, me sentía miserable. ¡No puedo soportar seis horas de


charla con docenas de chicas embarazadas, cientos de madres jóvenes, y
miles de adultas que parecen creer que es su deber aconsejarme sobre mi
propio matrimonio! Dile a tu madre que no iré."

Draco, viendo como unas lágrimas empezaban a caer de mis ojos, y qué
tan exasperada estaba, aceptó y pasó una hora entera rogándole a su
madre que nos permitiera no asistir; me di cuenta de que tan difícil fue
para él hacer eso, y se lo agradecí un montón; realmente apreciaba aquel
lado suyo, especialmente cuando prefería escoger mi salud mental por
encima de los caprichos de su madre.

Al lograr que se nos excusara de ese baile, no habría forma de evitar la


cena de gala que le seguía en el calendario social. Por suerte nos sentamos
en una mesa con gente de todas las edades, permitiéndonos escoger con
quién hablar, y yo decidí tomar parte en la charla de negocios de Draco; a
las otras mujeres les resultó muy curioso que me interesara en tales temas

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a una tan temprana edad y, viendo que no estaban tan bien informadas
como yo, eventualmente me dejaron fuera de sus propias conversaciones.

Creo que lo único que me gusta de las cenas de gala es la comida y el


baile, bailar con mi hermano (que era raro de ver en una de las reuniones
de Narcissa, siempre con excusas tipo "No tengo pareja") o con Draco;
aunque la mejor parte de todo era el final, cuando por fin podíamos irnos.

A pesar de lo tarde que era, aquella noche me fui con una sonrisa de
triunfo y, cuando llegamos a casa, me dejé caer en un sofá y dije:
"Sobreviví, lo logré."

Y Draco se veía más cansado que yo.

"Pareciera que te han estado tratando de persuadir para tener hijos toda
la noche."—Le comenté desde mi lugar en un gran sofá de la sala de estar
de nuestra casa italiana; lo observé mientras se quitaba su abrigo.

"Me han hablado de eso desde mis 13 años, se podría decir que ya estoy
bastante acostumbrado."

Me había imaginado algo así, después de todo él era parte de toda esa
gente cuyo único pensamiento era procrear y tener más y más dinero; de
hecho, Draco tenía el deber de tener al menos un heredero varón para
continuar con el nombre de la familia. Así que me pregunté por qué
siempre había sido tan respetuoso conmigo, nunca tratando de
convencerme de cooperar en ese aspecto, nunca siquiera insinuando que
hablaríamos de ello algún día, a diferencia de su madre, que ya tenía la
idea de que tendríamos hijos como si estuviera escrito en piedra.

"¿Por qué nunca has intentado…? quiero decir, nunca me has


preguntando… tu sabes, sobre tener un hijo."—Me encogí de hombros y
lo miré a los ojos. —"¿Es que no quieres?"

"Debería querer, ¿no crees?" Draco suspiró y se dejó caer en un sillón en


frente mío. —"¿Qué dirías si te lo pidiera?"—Al decir eso sonrió
irónicamente, pero sin dejar de mostrarse cansado como estaba. —"Me
darías una bofetada, o quizás te daría un ataque de risa."

Al escuchar aquello, sentí que mis mejillas se sonrojaban rápidamente.


"No… ¡Por supuesto que no!"—Exclamé, algo molesta por la idea que
tenía sobre mí. —"Supongo que tan sólo diría que no."

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"Exacto. Así que, si ya sé la respuesta, ¿por qué molestarme en
preguntar?"

"Porque para ti es como un deber, ¿o no? Eres el último Malfoy que


queda."

"No me recuerdes eso, por favor."—Dijo él con un largo suspiro, mirando


ahora al techo y luego lentamente cerrando sus ojos mientras dejaba que
su espalda descansara contra el sillón. —"No es mi deber, al menos no
desde mi punto de vista; los deberes deberían ser escogidos, libremente
escogidos, ¿no lo crees? Y por lo que se, nada ni nadie puede obligarme a
cumplir con esa expectativa familiar; a eso sí que no me pueden obligar."

"Así que… ¿no quieres ser padre?"

Mi pregunta lo hizo abrir sus ojos y lentamente girar su cabeza para


mirarme a los ojos con una expresión tan prudente como curiosa.

"Debería ser padre ya, como la mayoría de los hombres de mi edad."—


Estuve a punto de decirle que eso no respondía mi pregunta, pero el
prosiguió: "Debería tener hijos y continuar con el nombre y honor de la
familia… pero…"—Respiró profundamente antes de decir lo que seguía:
"Pero realmente no le veo el punto, especialmente si mi esposa no esta
dispuesta a colaborar."

"Aún no respondes mi pregunta, Draco. ¿Quieres o no quieres ser padre?"

"Supongo que no. Tener un hijo significaría tener más responsabilidad,


toda una nueva vida para proteger, alguien que criar, alguien que me
tendría como modelo a seguir… ¿y qué vería? ¿En qué se convertiría? No
me parece que esté listo para tomar parte en eso. Así que, a menos que
algún día llegues a la conclusión de que quieres tener un hijo conmigo, no
me trataré de persuadirte de ello."

Quedé perpleja por la sinceridad e impresionante lógica de sus palabras;


me di cuenta entonces que él no era como el resto de las personas de
nuestra edad que había conocido en estas reuniones sociales; Draco no lo
decía directamente, pero se podía asumir que ser un padre para él en
verdad significaba algo más que continuar con el nombre de la familia; él
no quería ser como los otros hombres que dejaban a sus hijos al cuidado
de sus esposas y niñeras mientras se ocupaban únicamente de sus
negocios. Él quería significar algo más para sus hijos, quería ser un buen

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padre y tomar parte de la vida de ellos. Y estaba asustado, estado porque
pensaba que no podría llegar a ser lo suficientemente bueno.

"Bien."—Dije luego de una larga pausa, sacándole una mirada prudente


otra vez con mi actitud dudosa y mis mejillas sonrojadas. —"Tengo otra
pregunta."

"¿Qué?"

"Por lo visto no te preocupa mucho tener hijos, no te importa demasiado


ser el último Malfoy en la tierra."—Creí verlo hacer una cara de disgusto al
decir aquello. —"Lo entiendo, y me impresiona bastante, pero lo que me
sorprende más es que tu no… tu no…"—Estaba decidida a preguntarle,
pero no podía evitar tartamudear y sonrojarme aún más. —"No pareces
tener las mismas necesidades que la mayoría de los hombres tienen."

Draco comprendió inmediatamente lo que decía y se sonrojó


automáticamente al escucharme, pero no se sonrojaba por vergüenza sino
por enfado. "Si tengo las mismas necesidades que cualquier hombre,
Granger."—Me miró con unos ojos mortíferos al decir eso. —"Pero resulta
que soy extremadamente respetuoso de ti, como habrás notado."

"¿Eso eso porque… porque no te atraigo?" Ese pensamiento me había


estado dando vueltas en la cabeza por un largo rato; llegué a pensar que a
Draco ni siquiera le parecía linda, o que quizás era tan repugnante que él
ni siquiera consideraría tocarme, pero siempre recibía mensajes confusos;
a veces pensaba que me deseaba, otras que no. Era extraño en verdad,
que pudiera ser tan respetuoso, aunque no le daba exactamente otra
opción, pero podría haber intentado algo.

"¿Hablas en serio?"

Asentí con la cabeza expectantemente.

"De todas las chicas con las que mis padres me pudieron haber
comprometido, debes ser la más rara."

Quedé muda ante sus palabras, sin lograr comprender por completo a
dónde quería llegar con eso; y él continuó hablando:

"Me has atraído desde la primera vez que te vi."

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"¿Estás hablando en serio?" Enfaticé la pregunta, arqueando una ceja al
mismo tiempo.

"En serio."—Asintió con la cabeza seriamente. —"Siempre te consideré


linda, y me enfadé bastante al averiguar que eras hija de muggles. A pesar
de que no habría podido tenerte aunque fueras de sangre pura… lo cual
en realidad eras, y además resultaste ser mi prometida. La vida puede ser
bastante irónica, ¿no crees?"

"¿Estás de broma, Malfoy? ¿Con el cabello inmanejable, los colmillos


gigantes y la pila de libros que cargaba?"

"Siempre fuiste única, me gusta eso."

"Wow." Fue todo lo que pude murmurar luego de escuchar una


declaración tan impactante. Nunca en un millón de años me habría
imaginado que Draco Malfoy gustaba de mí cuando éramos niños.

"Así que, si quieres que conteste tu pregunta más directamente, te lo diré


a la cara: si te deseo, tan sólo estoy esperando que tu sientas lo mismo.
Porque se que algún día lo sentirás, ¿qué otra opción tienes?"

Me sonrojé nuevamente, un poco molesta por su insinuación. "Te superas


día a día." Le dije sarcásticamente.

"¿Por qué lo dices? ¿Porque puedo ser paciente?"

"No, no sólo por eso, sino también porque nunca has tratado de forzarme
de ningún modo, apenas has insinuado algo una o dos veces, pero nunca
intentaste… y eres un hombre, ¿y puedes ser paciente? Es… simplemente
es extraño. Eso es todo."

"Nunca te obligaría a hacer algo que no quieres, Hermione."—Se mostró


preocupado al decir aquello, pensando quizás que yo creía lo peor de él.
—"¿Realmente piensas eso de mi?"

"¡No! Por supuesto que no. Tan sólo trataba de comprender cómo puedes
ser tan paciente y sereno…"

"En realidad es bastante simple."—Se encogió de hombros con


indiferencia. —"Lo que no conoces no puede hacerte daño."

"¿Quieres decir que tu nunca…?"

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"No."—Arqueó una ceja, demostrando que era una respuesta bastante
obvia. —"¿Tu?"

"No."—Negué con la cabeza y miré abajo, a mis manos. —"Nunca llegué


tan lejos."

Draco rió un poco y me miró con ojos divertidos. "Tenemos un matrimonio


medieval perfecto, ¿no crees? Ambos somos célibes y casados contra
nuestro juicio y voluntad."

"Lo más curioso es que te resulte entretenido." Le dije prudentemente.

"Es entretenido. No estaba contento pensando que Weasley había


tomado a mi esposa."

Mis mejillas tomaron un color rojizo más intenso y entonces decidí dejar
de mirarlo a la cara, y preferiblemente concentrar mi vista en una pared
lejana.

"Ahora que has tocado el tema…"

"No."

"Bien, tan sólo quería asegurarme. Pero si cambias de opinión, sabes


donde encontrarme. Buenas noches."

No lo seguí cuando se fue, tan sólo supe que se había ido al escuchar el
cerrar de la puerta. Quedé sola entonces, pensando y reconsiderando
todo lo que había pensando sobre mi esposo, quien había resultado ser
más humano de lo que pensaba que podía ser.

Y entonces pensé que teníamos la posibilidad de ser felices el uno con el


otro.

Siempre podía sorprenderme al conversar con él; siempre había algo


nuevo e inesperado sobre él que podía descubrir, aunque tuviera ciertos
límites. Draco no era un libro abierto, pero a veces dejaba algo en la
superficie para que yo descifrara, y mis conclusiones me hacían apegarme
más a él.

Su ausencia a veces me tocaba los nervios; me di cuenta de que nos


íbamos viendo menos y menos los días de semana. Luego de un mes me

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dio, Draco empezó a ausentarse en algunas comidas, fuera el almuerzo, la
cena, o incluso ambas en un mismo día, explicando que estaba demasiado
ocupado. Draco repartía una buena parte de su tiempo trabajando en la
compañía de su familia, la cual manejaba junto con su madre.

Así que de vez en cuando me encontraban sentada absolutamente sola en


la mesa para comer. Luego de haber estado rodeada de tanta gente por
tanto tiempo, me resultaba bastante extraño y no podía acostumbrarme,
así que empecé a visitar a mi familia italiana más seguido. Pero quedarme
con ellos para comer me hacía considerar cómo sería mi vida en la
mansión Malfoy cuando me mudara allí, para lo cual sólo me quedaban
unas pocas semanas. Ciertamente no tendría el tiempo de ir a Italia dos
veces al día o cuando fuera que me sintiera sola, y era seguro que Draco
tendría que ocuparse aún más de su trabajo.

No quería vivir sola en la mansión Malfoy, y no estaba dispuesta a ser


dejada de lado. Cuando quise discutir el tema con Draco, sin embargo,
todo el asunto dio una vuelta inesperada.

"No quiero pasar el 80% de mi tiempo libre sola en la mansión Malfoy,


Draco. No lo soportaré. No podré ver a mi familia seguido, y ni siquiera
tendré a los elfos domésticos para hablar ya que tu madre les ha
prohibido acercarse a mi si no es por una emergencia, y tu estás
empezando a mostrar señales de una adicción al trabajo."—Le dije,
mirándolo directo a los ojos. —"Puedo pasar las mañanas en clase, puedo
pasar las tardes leyendo y estudiando, pero…"

"Comprendo."—Él me interrumpió, su voz seria, su mirada determinada y


a la vez indiferente. —"No tienes que mudarte conmigo si no quieres.
Puedes olvidarte de nuestro trato, quédate donde quieras."

Sonaba sincero y resuelto, me ofrecía libertad, algo que había olvidado


haber dejado en sus manos desde que me acostumbré a vivir con él. Y así
me vi con sentimientos encontrados: por un lado pensé que ya no le
importaba, y como lo que quería era pedirle que pasar más tiempo
conmigo y menos en el trabajo, sus palabras me hirieron un poco; pero,
por otro lado, pensé que quizás, por lo que se veía en sus ojos, tan sólo
quería complacerme, hacer lo que le pareciera mejor para mi.

"No me importa si quieres quedarte en esta casa, la compré por ti de


todos modos."

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No le contesté, no le di ninguna explicación, todo lo que hice fue pararme
en frente suyo, acercarme más a él y besarlo en los labios. Esa vez, sin
embargo, él me devolvió el beso y no tuve intenciones de apartarlo. Sentí
sus labios suaves besándome tan bruscamente como yo lo había besado a
él. Era apasionado, sus manos se encaminaban por mi espalda y las mías
pronto se encontraron alrededor de su cuello. Sentí su aliento en mi boca
y de alguna forma acabamos recostados en un sofá, besándonos de una
forma que jamás habíamos experimentado juntos. Y se sintió bien—no me
sentí culpable, no pensé en Ron, tan sólo me permití perderme en sus
labios, en su abrazo y sus caricias; y él parecía perderse en mí también. No
fuimos más lejos que eso, no estoy segura de que lo hubiera permitido,
pero lo que nos interrumpió no fue mi voluntad, sino la llegada de mi
suegra. El sofá en el que estábamos se encontraba justo en frente de la
chimenea, la cual resultaba ser el lugar por el que llegó.

Lo primero que vio al llegar fue a su hijo encima de mí, besándome


apasionadamente. Cuando Draco la escuchó llegar, se apartó
inmediatamente de mí.

"¡Madre!" Dijo abruptamente con su respiración entrecortada, su rostro


sonrojado, y con una expresión de terror en su rostro.

Su madre, sin embargo, se mostró tan seria e indiferente como de


costumbre; habló en una voz muy severa al entrar a la sala de estar. "Es
absolutamente alentador ver que os estáis llevando así de bien, queridos,
sin embargo, os aconsejaría hacer eso en un dormitorio, en una cama si es
posible. Sino me veré forzada a tirar algunos muebles."

"Lo siento tanto, Señora Malfoy, en realidad no estábamos…"—Narcissa


arqueó una ceja, yo estaba tartamudeando y me veía aún más
avergonzada que Draco.—"No fue más que un beso."

"Aún así, es mejor en un dormitorio, querida. Recuerda que eres una


dama y debes comportarte como tal."

"Ha sido mi culpa, madre. Tendremos más cuidado la próxima vez."

Decidí dejarlos entonces y evitarlos a ambos por el resto del día


encerrándome en mi habitación. Me preguntaba qué estaría pensando
Draco, ¿qué impresión le había dejado? ¿Habrá pensado que lo deseaba?
¿Que me gustaba? ¿Que lo amaba? ¿Se habrá quedado con ganas de más?

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¿O habrá pensando que tan sólo lo besé por estar agradecida de haber
quedado desligada del trato?

Luego de un par de horas de estar acostada sola en mi cama con mis


pensamientos, escuché a Draco tocando una sonata en el piano; sabía que
era él porque reconocía su forma de tocar, el tiempo entre nota y nota, la
pasión que ponía cada vez que sus dedos tocaban una tecla, y la
brusquedad de su actual humor. Esperando encontrarlo solo, dejé mi
habitación y bajé las escaleras, atravesé el corredor y luego entré a la sala
de estar.

Draco dejó de tocar una vez que me vio entrar a la habitación.

"No tenías por qué detenerte."

"Oh, por supuesto que sí." Me contradijo él, sus ojos centelleando,
demostrando de alguna forma que quería significar algo completamente
distinto.

"Me gustaría que hubieras continuado." Le sonreí tímidamente, siguiendo


las líneas de su pensamiento. "De no haber habido ninguna interrupción."

No me respondió y, en vez, empezó a tocar otra vez, esta vez algo más
suave. Me senté a su lado en el piano, haciéndolo parar otra vez. Draco
movió su cabeza para verme a la cara, cuestionándome con los ojos.

"No quise decir que quería dejarte, no me molesta vivir contigo. Lo que si
me molesta es pasar tanto tiempo sola cuando tu podrías estar aquí y
acompañarme."

"¿Desde cuando te interesa mi compañía?"

"No lo se."—Me encogí de hombros. —"Es que estoy tan acostumbrada


que ahora es raro no tenerte en la cena para charlar, o verte estudiar
cerca de mí en la librería. Supongo que no tienes mucho tiempo para
sentirte solo, ¿verdad?"

"No, realmente no."

"Bueno, yo si. Y tu ni siquiera has terminado tu carrera aún y ya estás


adicto al trabajo."

"Estoy segura de que tu también lo estarás algún día también."

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"Es muy probable. Sobretodo si no tengo nada mejor que hacer."

"No me imaginaría que pudieras pensar que hay algo más en la vida que
estudiar y trabajar."

"¿Entonces por qué crees que te besé?"

"¿Porque soy absolutamente guapo y ya no podías aguantarte?"

"¿Eres guapo?"—Lo miré con fingida curiosidad e impresión. —"No lo


había notado." Le dije de forma juguetona, con un tono burlón.

Eso lo hizo reír, yo sonreí.

"Te besé porque vi algo en ti más allá de tus lindos rasgos."

De repente su rostro cambió a uno de absoluta seriedad, apartó su mirada


de la mía y se movió para levantarse y alejarse de mí.

"¿Qué sucede, Draco?" Le pregunté, completamente confundida; no había


nada en aquella frase mía que pudiera haberlo ofendido.

"No soy tan bueno, no deberías ilusionarte."

"¿De qué hablas?"

"No importa; tan sólo olvídalo."

Y así dejó la habitación; yo me quedé preguntándome qué le estaba


sucediendo. Pero no estaba dispuesta a ser dejada de lado de esa forma,
así que no mucho después me levanté y lo seguí. Lo encontré en las
escaleras, seguramente encaminándose a su dormitorio.

"Draco…"

"Sé que opinas distinto, pero realmente no necesito una discusión ahora."

"Tan sólo dime si dije algo para que te enojaras."

"No, no hiciste nada. No estoy enojado contigo."

"¿Entonces por qué no podemos estar bien?"—Le pregunté con un tono


de súplica, el cual pareció hacerle reconsiderar su conducta. —"Hace tan

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sólo unas horas pensé que habíamos dado un paso adelante en vez de uno
atrás; ¿no era eso lo que querías? ¿No es bueno para los dos?"

Se quedó en silencio por un momento, mirándome pensativamente. Tomó


una gran bocanada de aire antes de responder: "¿Qué tal si lo que crees
bueno es en realidad… malo?"

"¿Cómo puede ser malo? Estamos casados, sólo nos tenemos el uno al
otro, y cuando intento que las cosas funcionen entre nosotros, tu…"

"No me refería a eso."—Me interrumpió. —"Tan sólo quiero decir que no


deberías creer que soy una buena persona. No quiero que te
decepciones."

"Creo saber qué esperar de ti, Draco. Y también sé que eres bueno, incluso
si no quieres demostrarlo, tienes una buena alma."

"Y yo me conozco mejor, así que te aconsejo que no creas de otra forma.
No soy ningún santo."

"Se que no lo eres, yo tampoco soy perfecta, Draco. Pero te acepto de


todos modos."

"¿Por qué?"

"Porque tu me aceptas como soy también y, como te dije antes, se que


eres una buena persona. No eres perfecto, como cualquier otro ser
humano, pero puedes ser bueno y eres bueno."

Me acerqué más a él y acaricié su mejilla cuidadosamente; su mirada era


inescrutable.

"No creo ser lo suficientemente bueno para ti."

"¿Y yo lo soy para ti? No puedo pensar en ese tipo de cosas ahora mismo;
no me importa en realidad. Lo que importa es este momento, Draco,
ahora mismo. Quizás no nos amamos, quizás tan sólo seremos amigos, tal
vez tan sólo gustamos el uno del otro, pero lo bueno es que no nos
odiamos, podemos vivir juntos, podemos cooperar y coexistir…"

"Eres demasiado buena para mi, Hermione."—Habló con sinceridad, y a su


vez con la misma seriedad de antes. —"Y lamento que hayas acabado
conmigo, mereces a alguien mejor."

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"Normalmente no piensas tan mal de ti mismo, Draco. ¿Qué te sucede?"

Draco entonces suspiró y lentamente levantó una mano para apartar un


mechón de mi cabello que estaba en mi cara. "Siempre pienso de esta
forma, por lo general no lo demuestro, pero es lo que veo y creo." Luego
de un momento de silencio, dejó caer su mano y usó la otra para
levantarse la manga de un brazo, mostrando una inmensa cicatriz; la
cicatriz que le había quedado después de la muerte de Voldermort.

"Esto siempre me recordará de ello, y debería servirte de recordatorio a ti


también."

Lenta y precavidamente acaricié la cicatriz en su brazo con un dedo,


apartando mi mirada de sus ojos. "No tuviste opción."

"Nunca he tenido opción."

"Y por eso te puedo perdonar, Draco."—Entonces lo miré al rostro,


demostrándole la honestidad de mis palabras con los ojos.

"No entiendes."

"Explícamelo entonces. ¿Qué intentas decirme?"

"Trato de que comprendas que no deberías sobreestimarme, Hermione.


No me beses porque crees que soy bueno, porque no lo soy, al menos no
de la forma que quieres creer que soy. Soy tu esposo, y siempre querré lo
mejor para ti, pero ese es mi deber. Y si eso significa que vivirás a 10 mil
kilómetros de mi, entonces estaré bien siempre y cuando te haga feliz."

Era bastante contradictorio que me dijera que no era una buena persona y
al mismo tiempo que explicara que le interesaba mi felicidad; diciendo
además que mi felicidad era un deber, como si su tarea fuera
complacerme de cualquier forma que quisiera. Algo a lo que no había
estado dispuesto cuando nos casamos hace medio año. Era interesante y
confuso verlo comportarse de esa forma, porque tenía que asumir que
estaba ocultando algo, algo que lo estaba molestando, haciéndolo sentirse
culpable, haciéndole buscar redención.

"Y… ¿qué tal si… qué tal si quiero hacerte feliz también?" Le pregunté con
curiosidad. No podía explicarme cuál era su problema, y me di cuenta de

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que no estaba dispuesto a decírmelo. Y no quería que se sintiera
miserable.

"No es así, Hermione. No soy quien hubieras elegido para hacer feliz, no
soy quien quieres y nunca lo seré."—Su tonó se volvía más y más brusco a
medida que pronunciaba cada palabra, pero en ningún momento quiso
intimidarme de ninguna forma. —"No… no dejes que nada de esto te
confunda. Esto no es más que una cuestión de hábito, te has
acostumbrado a estar cerca de mí, me has aceptado de la forma que soy y
yo te he aceptado de la forma que eres, pero…"—Entonces hizo una pausa
para suspirar, y su voz se volvió algo más cálida nuevamente. —"Pero no
estamos enamorados, tan sólo quisiste besarme con tal de intentarlo, y yo
te beso porque me gusta hacerlo. Podemos ir aún más lejos y, aún así, no
me amarás. No de esta forma, tan sólo por intentarlo."

Era sin duda un suceso muy extraño, pero había sucedido: se había abierto
conmigo, había compartido sus sentimientos conmigo; y había dicho casi
las mismas cosas que habían pasado por mi cabeza una y otra vez en el
último tiempo. E, irónicamente, eso hacía que me gustara; eso hizo que
me gustara lo suficiente como para besarlo—y no tan sólo con tal de
intentarlo como él había dicho, sino porque realmente, en aquel
momento, me gustaba. Me gustaba porque había intentado mostrarme su
verdadera forma de ser, porque había compartido algo íntimo conmigo,
porque me había aconsejado sobre algo que creía malo para mi, porque
quería lo mejor para mi, porque me respetaba y me aceptaba tal y como
era a pesar de todo lo que le había hecho pasar.

"No, Draco."—Negué con la cabeza y sonreí. —"Quiero que seas feliz, y te


amaré por amarte, porque puedo amarte y tu puedes amarme también."

Draco se quedó mirándome en silencio con un rostro un tanto escéptico.


En ese mismo instante otro beso se habría visto bien luego de decir algo
así, pero las circunstancias no parecían hacerlo correcto, así tan sólo tomé
una de sus manos y la sostuve con fuerza.

"¿Qué es esto, Hermione? ¿Se supone que debo ser tu reemplazo para
Weasley ahora?"

"No, por supuesto que no."—Le dije con un tinte de enfado en mi voz. —
"Mira, Draco, ahora mismo te considero mi amigo, y te quiero como a un
amigo. Me importas y quiero lo mejor para ti también, tanto como tu
quieres para mi."—Le mostré una sonrisa de aliento y apreté un poco su

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mano. —"No quiero apresurar las cosas, tan sólo estoy diciendo que me
gustas y que podemos ser felices. ¿No lo crees tú también? Hace meses
me pediste que creyera, tanto antes como después de que nos casáramos.
Me pediste que creyera en ti y yo no quería hacerlo, pero ahora mismo
creo en ti, y también creo en mi misma."

"¿Eres feliz cuando estás conmigo?" Su voz era un tanto incrédula, y la


prudencia se notaba evidente en sus ojos mientras me cuestionaba con la
mirada.

"Soy feliz cuando me hablas, cuando compartes tus sentimientos conmigo


y cuando tratas de hacerme sonreír."—Tomé su otra mano y me acerqué
un poco más a él. —"También soy feliz cuando tocas el piano, cuando me
acompañas a aquellas fiestas y reuniones, incluso a esas a las que no estás
obligado a asistir, y también soy feliz cuando quieres reconfortarme y
cuando te veo sonreír."

Mi pequeño discurso, aparentemente, lo dejó confundido, y lo


suficientemente acomplejado como para no hablar por un extenso minuto
en el que me preguntaba qué podía estar pasando por su cabeza. Lo que
más quería en ese momento era que sonriera y que me besara. Después
de todo acababa de confesarle que me gustaba, ¿no debería responder
positivamente como cualquier otro muchacho en aquella peculiar
situación? Pero no, no Draco, él era tan diferente de los otros como yo.
Único en su especie, tal y como me había descripto a mi.

Y, de hecho, no me besó. Se desprendió de mis manos y, en vez, me


abrazó suavemente. A pesar de que estaba un tanto sorprendida por su
reacción, le devolví el abrazo y no dije nada más. Tan sólo nos quedamos
ahí por un largo rato, sintiendo la palpitación y la respiración el uno del
otro mientras nos preguntábamos distintas cosas. No puedo decir en qué
pensaría él, creí ver culpa en sus ojos; pero sé que yo me quedé pensando
cuando sería él el primero en besarme y yo quien le devolvería el
sentimiento.

El día que más temía había llegado: el primer aniversario de la muerte de


mis padres. Había sido en este mismo día que había estado demasiado
enferma como para que mis padres me mantuvieran en nuestra casa, y
decidieron llevarme al hospital… no mucho más tarde ambos estaban
muertos.

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No quería despertar aquel día, pero, como todos los días, lo hice. Me
desperté temprano, a las 4:20 am de hecho. Había estado tomando una
poción para dormir sin soñar para poder pasar la noche últimamente, así
que no me despertó una pesadilla, pero el fuerte soplar del viento y un
inmenso sentimiento de angustia que no me permitía volver a dormir.

Vi el reloj en mi mesa de noche y conté las horas. Imaginé que


exactamente hacía un año, mis padres me habrían llevado al auto dentro
de unas dos horas más, a las 6 de la mañana, muriendo alrededor de las 7.

¿Por qué tuvieron que morir? Me pregunté otra vez, al igual que había
estado haciendo todo el último año. Eran buenas personas, no habían
hecho ningún mal a nadie, no merecían tener un destino tan horrible.
Habían sido personas felices con vidas alegres, ayudaban a otras, vivían y
creían en paz.

Lloré silenciosamente en mi almohada por algunos minutos mientras


pasaban aquellos pensamientos por mi mente. Hacía mucho tiempo que
estaba cansada de llorar, pero justo en ese momento, en aquel día, no
parecía mal hacerlo.

Después de lavarme la cara en mi baño privado, decidí ir abajo. No iba a


volver a dormir, y no quería bajo ningún concepto perturbar el sueño de
Draco.

Horas más tarde él despertó y me encontró en la sala de estar,


observando el campo de nieve en que nuestros jardines se habían
convertido.

Draco ya estaba completamente vestido de una forma elegante y listo


para salir.

"Buenos días."—Lo saludé.—"¿A dónde vas tan temprano?"

"Los dos vamos a ir al cementerio de tu familia."

Quedé sorprendida de que se acordara, and también de que estuviera


preparado para salir a las 9 de la mañana mientras yo estaba sentada en
un sofá con un aspecto horrendo. Suspiré lamentosamente, no estaba
segura de qué hacer; quería ir, pero al mismo tiempo sabía que no sería
capaz de tolerarlo. No quería ver a mi madre allí, no quería escuchar el
discurso de mi abuelo en conmemoración de mi padre, su hijo; no quería

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tener a todo el mundo vigilándome, esperando que cayera al piso y me
largara a llorar. Quería confrontar la tumba de mi padre sola, quería estar
sola con mi dolor y mis recuerdos, no quería tolerar el afecto de mi
familia. Pero sabía que también me sentiría culpable si no iba.

Así que fui, y todos los que pensé que estarían allí, estaban presentes,
incluyendo a mi madre y a Narcissa Malfoy. Me pareció bastante
insultante que estuvieran allí puesto que, de no haber sido por ellas, mis
padres podrían seguir con vida. Era confuso pensar sobre ello, en realidad,
sólo pensar cómo serían las cosas de distintas para mi si aquellas mujeres
no hubiesen hecho un contrato tan diabólico.

Si mi madre no me hubiese puesto bajo una maldición para que me casara


con Draco, mi padre probablemente no la habría dejado. Entonces habría
sido criada como una bruja de sangre pura, habría vivido en una inmensa
mansión, habría crecido junto con mi hermano, incluso podría haber
tenido más hermanos. Incluso podría haber acabado en Slytherin en vez
de Gryffindor, quizás ni siquiera habría conocido a Harry y a Ron. Y, quizás
lo más importante, nunca habría conocido a mi otra madre, la mujer con
la que mi padre reemplazó a mi madre biológica. No sabía qué pensar de
eso, ella era la más dulce y amable mujer del mundo, y siempre pensaré
en ella como mi madre, incluso si no lo era realmente.

Pero queriéndola como la quise, no podía pensar que mereciera la pena


conocerla, tenerla como mi madre, si eso significaba que tenía que morir.
Porque si mi padre no hubiese dejado a mi verdadera madre,
probablemente no la hubiera conocido, y así, yo tampoco. Y de todas las
personas involucradas en la situación, ella sin duda era la que menos tenía
que ver con lo sucedido, la que no podía ver qué vendría, la más inocente
e indefensa, ya que había sido una muggle.

¿Así qué a quién tenía que culpar? ¿A mi padre por dejar a mi verdadera
madre e involucrar a una mujer inocente que aprendí a querer como a
ninguna otra en una situación en la cual no se podía defender? ¿O a mi
madre por empezar todo eso? En verdad, ninguno de los dos había
manejado la situación bien. Mi verdadera madre por obvias razones, mi
padre porque pudo haber escogido otros métodos, pudo haber utilizado la
magia para defenderse—lo cual no hizo sólo para no ser encontrado—
pudo haber aceptado que no había salida luego de investigar durante 16
años, pudo haber decidido rendirse y permitir que mi verdadera madre

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me encontrara para que nos pudiera proteger a todos. Pero él había sido
incluso más terco que yo, y su terquedad lo dejó dos metros bajo tierra.

El tema es que, en realidad, no podía culpar a ninguno de ellos, porque


también sabía que no habían querido hacerme ningún daño. Mi madre
debido a su crianza, mi padre debido a la suya. En el final, a pesar de que
hicieron todo mal, en realidad siempre quisieron lo mejor para mí.

Por ello le permití a mi madre sostenerme mientras escuchaba el discurso


de mi abuelo, a pesar del rencor que le tenía. Pero eso también acepté las
condolencias de Narcissa, a pesar de no estar absolutamente segura de
que sus palabras igualaran a sus sentimientos.

Me quedé allí sola en el cementerio una vez que todos se fueron; toda mi
familia—incluyendo a Narcissa y a Draco—se fue a almorzar, pero yo no
quería acompañarlos y me entendieron. Necesitaba estar un momento
sola, necesitaba estar sola con mis sentimientos.

Mi madre yacía al lado de mi padre en el cementerio Zabini, había sido


una batalla difícil de ganar, porque ella había sido una muggle, y jamás
había habido un muggle en aquel cementerio. Era un lugar inmenso con
cientos y cientos de tumbas, y mi madre no debía estar allí, porque no
sólo no era una Zabini, sino porque también era una muggle. Alegué que
ella había sido la verdadera acompañante de mi padre en su vida, que
había sido quien me había criado y querido como mi madre, y que merecía
yacer al lado de él por siempre, incluso si aquel lugar se suponía que
estaba allí para mi verdadera madre.

Fue una batalla muy difícil de ganar, pero al final mis abuelos aceptaron mi
petición, y concluyeron que mi madre biológica tendría un lugar al lado de
la tumba de Blaise. Era algo bastante enfermizo en mi opinión, pero ya
tenían reservados lugares para todos los hombres Zabini y sus esposas que
estaban vivos. No quería ni ver esas tumbas, era horrible pensar que algún
día serían ocupadas.

Me resultó bastante pacífico estar allí, tanto que me senté allí en frente de
las tumbas de mis padres por horas, sólo pensando sobre ellos,
recordándolos. Pasando por mis mejores recuerdos sobre ellos. Al pasar el
tiempo, empecé a sentirme mejor. No era que la angustia se hubieran ido,
ni que me sintiera satisfecha, pero de alguna forma pude sentir que el
dolor se iba y que algún día podría encontrar paz.

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Fue como a las 3 de la tarde que Draco decidió que era hora de ir a
buscarme. Sólo fui consciente de su presencia cuando sentí su mano en mi
hombro.

"Hermione, hacen menos cinco grados centígrados aquí y han pasado


horas…"

"Si, será mejor que me vaya."—Me di cuenta entonces de que no sentía


mis piernas ni mis pies. Moví mi cuello muy lentamente para mirarlo
desde allí abajo.—"Creo que necesito ayuda."

Él, muy gentilmente, me ayudó a levantarme por la cintura para que


pudiera usar su cuerpo como soporte para caminar. Nos apareció a
nuestra casa donde el calor de la chimenea nos dio la bienvenida. Draco
me ayudó a quitarme mi abrigo y yo, con gusto, me senté en frente del
fuego. Había una taza de chocolate caliente y algunas galletas servidas en
la mesa de café en frente del sofá en el que estaba sentada.

"¿Cómo te sientes?" Me preguntó él mientras se sentaba a mi lado.

Me tomé un momento para responderle, observando el fuego más que


viéndolo a él. "No puedo sentirme bien, pero tampoco me siento
horrible."—Hice una pausa para beber de mi taza, y luego proseguí.—"No
pensé que me ayudaría estar allí y escuchar a mi abuelo y ver sus tumbas…
sabes."

Draco no dijo nada y, en cambio, nos sentamos en un silencio agradable.


Luego de eternos minutos de observar el fuego, hablé otra vez: "No creo
que alguna vez vaya a dejar de extrañarlos y de sentir pena por sus
muertes, no creo que alguna vez vaya a superar que hayan fallecido, pero
siento que puedo seguir con mi vida."

"Puedes." Dijo él en concordancia conmigo, asintiendo con la cabeza como


para acentuar su asentimiento.

Entonces me moví para verlo a la cara y le sonreí débilmente. "Gracias por


acompañarme, Draco. Ahora me siento culpable por no haberte
acompañado al funeral de tu padre."

"Fue mejor que no estuvieras ahí, créeme."

Temí preguntar, asustada por la respuesta que obtendría.

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"Lo siento."—Lo miré profundamente a los ojos, mi voz suplicante.—
"Siento tanto lo que sucedió, debería haber…"

"Hermione…"—Él me interrumpió antes de que pudiera terminar mi


oración—"Nada de esto ha sido nuestra culpa, sino la de nuestros padres.
Al menos en mi parte de la familia este tipo de arreglos son normales,
todos sabían en qué se estaban metiendo… excepto tu padre, por
supuesto, que nunca quiso que nada de esto sucediera."

"Pero aún así, Draco, cometí el mismo error que mi padre. No quería
admitir lo que tenía entre manos, no quería reconocer lo que sucedería,
quería creer tanto que había una forma de escapar de todo esto que me
cegué y acabé por creérmelo, y por ello, por mi terquedad…"

"No, Hermione."—Draco me interrumpió otra vez, de una forma tan


tranquila y determinada que no parecía acorde a la situación—"No te
culpo, así que realmente no deberías culparte a ti misma. Todos pudimos
haber actuado de otra forma, pudimos haber escogido mejores métodos,
y todos cometimos errores… pero esto… esta cosa en la que nos metieron
era demasiado grande, y nosotros no éramos más que—aún lo somos en
realidad—adolescentes."

Habló con palabras de sabiduría, sorprendiéndome una vez más.

"¿Me perdonarías, Draco? ¿Alguna vez me perdonarás por no haber


aceptado antes?"

En vez de contestarme con palabras, me contestó con un beso. Se acercó


a mí, inclinándose levemente, y me besó con suavidad en los labios. De
nuestros pocos besos, nunca había sentido un toque tan tierno viniendo
de él, por lo general era violento y necesitado, pero no esta vez, esta vez
fue dulce y gentil, y me gustó.

Cerré mis ojos y lentamente abrí un poco los labios, y pronto sentí su
mano en la parte trasera de mi cabeza, acariciando mi cabello; su otra
mano pronto se encontró en mi espalda, y las mías en la suya.

Nuestro beso, esta vez, sin embargo, sólo duró unos pocos segundos, pero
fue dulce, fue tierno, fue adorable. Abrí mis ojos cuando él se apartó de
mi, y lo vi observándome, no con lujuria en sus ojos, no con
arrepentimiento ni agonía, furia u odio, sino con lo que quería interpretar
como amor.

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Casi le pregunto ahí si me amaba, pero pensándolo mejor sabía que no era
así. Tan sólo me había demostrado que le gustaba, y estaba segura en ese
momento de que era verdad, podía verlo en sus ojos, no era un acto. Le
gustaba, y de alguna forma, yo también gustaba de él.

"No fue tu culpa." Me dijo luego de una prolongada pausa en la cual sólo
nos habíamos estado mirando el uno al otro.

No fue mucho después de esa frase que lo volví a besar, esta vez con
pasión, y él me contestó con la misma fuerza, un gran contraste con el
beso que habíamos compartido antes, pues éste ahora era necesitado en
ambas partes involucradas.

Y fue en ese mismo día que, luego de estar casados por medio año,
consumamos nuestro matrimonio.

La pasión siempre conlleva problemas; o al menos eso aprendí, sin


importar que esté ligada a la furia, dicha o lujuria.

No sé si fue lo más inteligente que pudimos hacer, pero lo hicimos.


Éramos jóvenes y estúpidos, como algunos dirían, aunque éramos lo
suficientemente grandes. Pero no tuvimos cuidado. Tengo por seguro que
yo no estaba pensando correctamente al momento.

Aunque si sé que lo disfruté; ambos lo disfrutamos. Fue muy lindo en un


sentido; Draco fue muy amable, y ambos fuimos apasionados, sabiendo y
sin saber al mismo tiempo en lo que nos estábamos metiendo.

Desperté horas más tarde en su dormitorio, él estaba a mi lado,


durmiendo sonoramente. La conciencia se me hizo presente enseguida, de
hecho pensé que todo había sido un sueño, pero cuando vi su torso
desnudo bajo las sábanas de su cama, entré en pánico.

Reprimí un grito agudo cubriendo mi boca con una mano y despertando a


Draco al mismo tiempo. Él abrió sus ojos y lo primero que vio fue mi cara
consternada de horror. Su rostro adormecido pronto cambió a uno lleno
de confusión.

"¿Qué sucede?" Preguntó Draco mientras se sentaba lentamente en su


cama, dejando tranquilamente que las sábanas cayeran para revelar su
pecho desnudo. Yo tenía demasiado temor para contestarle, y todo lo que

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hice fue apresurarme en salir de la cama, arropándome con cuidado con
una sábana, y corrí fuera de la habitación.

Con un dejo de torpeza llegué a mi propio dormitorio, tropezándome dos


veces con mis pies. Lo primero que hice cuando llegué allí fue buscar mi
agenda, rogando todo el tiempo que mis cálculos mentales fueran
correctos. Me comporté tan atolondrada como me veía y busqué en
docenas de cajones para encontrar el maldito objeto que buscaba; fue mi
pánico lo que no me permitía pensar adecuadamente, pues encontré mi
agenda en el único lugar donde siempre la guardaba.

Al ir página tras página, Draco abrió la puerta de mi habitación, sin


siquiera molestarse en golpear. Se posicionó con su espalda contra la
puerta y me miró con una ceja arqueada, aparentemente sólo tenía una
bata puesta.

Lo ignoré y suspiré aliviada. Tenía razón.

"No puedo estar embarazada. No estoy en mi período de ovulación." Le


expliqué, ya que tenía una mirada expectante en su rostro.

"Oh, así que era eso." Draco también pareció aliviado y sonrió.

"¿Qué quieres decir con que era eso? ¿Por qué pensabas que tenía tanto
miedo?"

"Pensé que te habías arrepentido, eso es todo."

Me encontré sonrojándome entonces, porque, en verdad, ni siquiera


había pensado en eso, en lo que habíamos hecho. A pesar de sentirme un
tanto adolorida, me gustó, pero como me sentía como una completa
idiota por permitir que mis emociones controlaran mis acciones en vez de
mi cerebro, no pude responderle a la primera.

"Y también pensé que ya habíamos superado el asunto de sonrojarnos. En


serio, Hermione, ya era hora, ¿no crees? Lo habríamos hecho algún día."

No me tomé bien sus palabras, ya que me resultó bastante grosero de su


parte decir algo así, más allá de que fuera verdad o no. Además, ¿por qué
no le importaba que pudiera haber quedado embarazada?

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"¿Es por eso que tú… es por eso que lo hicimos? ¿Porque debíamos
hacerlo algún día?" Le pregunté con furia en mi voz; mi actitud no lo
sorprendió, y me miró con una gran seriedad al replicarme.

"Lo hicimos porque quisimos. Nadie te forzó, nadie nos forzó."

Draco no lo comprendía, no entendía lo que le estaba preguntando.


Quería escucharle decir que había significado algo para él, algo más que
un deber como parecía creer que era cuando dijo que era algo que
debíamos hacer.

Y por supuesto, él quería hacerlo, era un hombre después de todo. Y de


haber quedado embarazada, habría sido excelente para él, porque habría
significado cumplir uno de sus deberes, incluso si no le importaba tanto
como ya me había dicho antes.

Me sentí estresada de repente, sintiéndome estúpida por creer en algo


que había sido no más que una ilusión. Él no me amaba, tan sólo me había
deseado; aparentemente le importaba, quería que fuera feliz, comprendía
eso, pero no parecía—al momento—ser mucho más que eso. Aún así me
permití a mi misma creer otra cosa en un momento de pasión, en un
momento en el que no estaba pensando bien. Pero al mismo tiempo, ¿no
había sido lo mismo para mí? Yo tampoco estaba enamorada de él, tan
sólo lo había deseado… fue un momento de pasión; al final pareciera que
fue lo mismo para ambos. Pero eso no me hacía sentir mejor.

Le di la espalda y sequé una lágrima de mi rostro, pidiéndole que se fuera.


No escuché su salida, y por supuesto, él estaba ahí cuando volví a darme
vuelta.

"¿Cuál es tu problema?" Me preguntó otra vez, mostrándose


tremendamente serio, en el mismo lugar en el que estaba antes, su voz un
tanto severa, sus ojos penetrantes.

"Mi problema…"—Empecé a decir lentamente, con un tanto de enojo


haciéndose evidente en mi voz. —"…es que cometimos un error."—Hice
una pequeña pausa, y reconsideré lo que dije antes de que él pudiera
replicarme. —"No. Yo cometí un error, tú tan sólo actuaste como debías.
Eres igual que cualquier otro muchacho u hombre de alta sociedad sangre
pura."

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Él podía sentir la agonía detrás de mis palabras y la furia esparciéndose
por todo mi ser. No se mostraba sorprendido sin embargo, ni parecía
demostrar ningún tipo de arrepentimiento, condolencia o sensibilidad, tal
y como era normal en él, justamente lo que no me gustaba de él.

"¿Qué esperabas?"—Me preguntó luego de una corta pausa, aún


atravesándome con sus ojos, pero manteniendo un tono de voz calmo. —
"Soy lo que soy, soy quien soy." Draco se acercó más hacia mí
rápidamente para verme desde más cerca, cara a cara. Sólo había un
escritorio separándonos cuando se detuvo. —"Has sabido esto desde el
primer día."

Era verdad, todo lo que decía era verdad, y tan sólo hacía que me doliera
más todo. Sabía que él era de la alta sociedad purasangre, y que sólo le
importaban los negocios y mantener su estatus, sabía que pensaba en mí
más como un deber que como una amiga, incluso si muy dentro quería
amarme; sabía que había actuado por lujuria, al igual que había hecho yo,
y sabía que no lo lamentaba. Sin embargo, yo no podía evitar sentirme mal
por ello.

"¿Por qué todo tiene que ser tan complicado, Draco?" Le pregunté con
una voz suplicante, ya sin verle a la cara, ni siquiera demostrando mi
enojo.

"Tú lo estás haciendo difícil, Hermione. Si tan sólo pudieras aceptar quien
eres…"

"¿Qué se supone que significa eso?" Le pregunté mirándolo a la cara,


ahora atravesándolo yo con los ojos.

"Quiero decir que aún crees que no estás en tu lugar, en dónde


perteneces; pero si lo estás."

"¿Lo estoy?" Me pregunté a mi misma en un susurro. Era cierto lo que


había dicho; a pesar del hecho de que amaba a mi familia, apenas podía
pensar en mi misma como una Zabini; y sinceramente no podía permitir
que la gente me llamara Malfoy. Siempre me sentí fuera de lugar cuando
asistía a eventos de alta sociedad, no me sentía parte de ellos, pero lo
era… y todos los demás me veían como tal, a pesar de que la mayoría me
odiaba, o al menos solía hacerlo.

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"No tienes que sentirte mal por esto…"-Me dijo él intentando asegurarme
que estaba en lo correcto. —"Es normal, es lo que todo el mundo hace, es
lo que debía suceder."

En cierto modo estaba en lo cierto otra vez. Era lo que todo el mundo
hacía, era natural… ¿pero debía suceder? ¿Teníamos que hacerlo porque
todas las demás parejas casadas—enamoradas o no—lo hacían? ¿Eran la
lujuria y la procreación tan importantes como el amor? No podía pensar
así, más allá de que fuera uno de ellos, no podía simplemente dormir con
mi esposo porque era lo que se suponía que debía hacer, no podía tener
sus hijos porque era lo que se esperaba de mí. Era ya bastante difícil
actuar como si nos amáramos el uno al otro, jugando con nuestras mentes
tanto en público como en privado. ¿O no era así?

"Entonces, ¿qué quieres de mí ahora? ¿Somos amigos con derechos?"—


Pregunté lamentosamente, algo devastada por mis propias palabras y
pensamientos. —"Hace no mucho te dije que te consideraba mi amigo…
ahora hemos cruzado la raya… pero debía suceder…"—Miré abajo, al
suelo, sintiéndome extremadamente incómoda y, al mismo tiempo,
sintiendo pena por mí misma, porque, de hecho, esta no era la vida que
quería. No quería estar con él porque debía, quería estar con él por
amarlo, porque podía enamorarme de él… pero su crianza lo estaba
haciendo muy difícil. Todos estos eventos no eran más que un obstáculo
en nuestra relación en vez de ser un paso adelante.

Mis pensamientos me impidieron darme cuenta de que Draco se estaba


acercando poco a poco hacia mí. Pronto sentí su mano acariciando mi
cabello, y me di cuenta de que estaba apenas a unos centímetros de
distancia de mi persona; había estado pensando tanto en mi misma que ni
siquiera me di cuenta de su acercamiento.

"¿Por qué te arrepientes?"

"Porque no me quieres."

Él se tomó un largo rato para contestar, probablemente intentando


decidir qué era lo mejor que podía decir en esa situación. La mano que
había estado acariciando mi cabello pronto cayó a su lado y él suspiró
exasperadamente.

"Si te quiero."

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Lo miré con escepticismo, demostrando que no le creía con mi expresión
facial. "¿Acaso sabes siquiera lo que es el amor?" Le pregunté de forma
desafiante.

"El amor es el sentimiento de querer estar con alguien para siempre,


sentir aprecio por esa persona, sentir afecto y atracción… me siento así
por ti; ¿acaso eso no es amor?"

"Tan sólo estás diciendo que te gusto y que me quieres como amiga, o
amante. Eso no es lo que quiero para mi vida, Draco…"-Suspiré y
lentamente negué con la cabeza. —"Ni para la tuya."

"¿Entonces qué es el amor?"

"El amor… es como un apego que resulta de apreciar profundamente la


bondad del otro."—Me encogí de hombros al decir eso—"Es una cuestión
de valores, es cuestión de concentrarse en lo bueno de una persona y
compartir tus sentimientos con esa persona…es respeto y generosidad…y
también, una elección personal. No escogimos casarnos; ¿pero podremos
escoger amarnos?" Ya ni siquiera conocía la respuesta a esa pregunta.

"Me importas, te respeto, te he dado todo lo que me has pedido y veo lo


bueno de ti y lo aprecio. ¿Cómo es que no te quiero entonces?"

"Pero eso no es algo que has elegido; es un deber que me respetes, que te
importe, complacerme y demás. Tú nunca elegiste nada de eso, te ha sido
impuesto por tu crianza."

"Estoy eligiendo ahora." Dijo él, completamente determinado, con una


seria expresión en su rostro.

"¿Lo estás?"—Pregunté cansinamente, con una gran cantidad de


escepticismo en mi voz y sintiéndome bajoneada. —"No te engañes a ti
mismo, Draco. Puedes creer lo que estás diciendo, pero sólo porque me
consideras uno de los tuyos."

"Eres una de los míos."

"Y otra vez, ahí estás equivocado. Pude haber nacido en tu misma clase
social, pude haber sido criada como uno de los tuyos en los primeros años
de mi vida… pero la mayor parte de mi vida fui criada como una muggle, y
luego me consideré hija de tales… y como tal, no puedo tolerar que se

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separe a la gente por su sangre como si fuéramos animales, ¿sabes? Soy
de sangre pura, pero no podría importarme menos."—Hice una pause
para tomar aire y observé sus ojos en silencio por un corto momento.
Noté que estaba cansándose tanto como yo. —"Es como si tu gente nos
considerara caballos de crianza, nos casan para conseguir una unión
fructífera que llevará a un mejor estado económico y demás, y se supone
que debemos tener hijos para continuar con el ciclo sin fin de la vida y
continuar nuestra sangre."

"Estamos de acuerdo en eso; sin duda alguna somos como caballos de


crianza."—Él dijo eso con una sardónica sonrisa, encontrándolo más
cómico que horrible. —"Pero sé a dónde estás yendo, y estás equivocada."

"¿En qué?"

"No te quiero porque eres una de mi clase; te quiero porque eres tú,
porque eres tú misma; porque eres única para mí."

"No."—Negué con la cabeza, desafiando sus palabras, contradiciéndolo. —


"No dirías eso si yo fuera hija de muggles o una squib… o simplemente una
muggle. ¿Qué tal si no tuviera nada de magia? ¿Me mirarías siquiera?"

"Tendrías magia incluso si fueras muggle."

Me besó entonces, suavemente en los labios antes de que pudiera decir


nada. Fue tierno, dulce y me gustó. Me sentí confundida, pero me gustó
de todos modos. No duró mucho, no lo rechacé, pero no podía
comprender por completo lo que estaba sucediendo en mi mente.

Me había encantado lo que había dicho, adoraba la forma de comportarse


que acababa de demostrar, pero de todos modos tenía mis dudas
respecto de todo lo que había dicho, sobre querer a otra persona, sobre
los valores. Era verdad que me respetaba, lo había probado en varias
ocasiones; era cierto que le importaba, de seguro se sentía atraído por
mí—al menos físicamente; y por lo general me daba todo lo que quería…
pero respecto de los valores, de la moral… ya no sabía qué pensar sobre
eso. Era seguro que no teníamos los mismos valores, incluso si había dicho
que gustaba de mi porque yo era única para él, no compartíamos las
mismas creencias, no teníamos un plan en común para nuestra
convivencia, para nuestro futuro. Sin embargo, podía ver la bondad en él,
y supongo que él también podía verla en mí… ¿pero era suficiente? ¿Eso
significaba que estaba enamorada de él? ¿Significaba que podía estar

73
enamorada? ¿Que todo entre nosotros estaba bien? ¿Que todo lo que
hacíamos estaba bien? ¿Que él, de hecho, me quería como decía
quererme?

"Serás única…"—Empezó a decir lentamente luego de terminar el beso. —


"…pero también eres de mi especie; somos humanos, Hermione. Así que
pienses lo que pienses, somos de la misma clase."

Comprendí lo que quiso decir entonces, y ello me permitió responder a


unas cuantas preguntas en mi mente. Podía amarlo si pensaba de esa
forma, si podía ver que había más en la gente que sangre y dinero. Sabía
que él era bueno, sabía que podía serlo, pero no estaba segura de si podía
ser bueno más allá de su clase social… queriendo decir que él no veía el
mundo de la forma que yo si lo veía. Y lo que acababa de decir, si era
verdad, probaba que si podía hacerlo.

"¿Entonces por qué te importa tanto la pureza de la sangre?" Le pregunté


reconsiderando sus palabras, conocía la respuesta a esa pregunta, pero no
lograba comprender por qué le importaba tanto… ¿qué tal si fuéramos
mestizos? ¿Qué era tan importante si al fin y al cabo ambos éramos
personas?

"¿Puedes imaginar un mundo sin magia?"—Preguntó él con simpleza, y


luego respondió a su propia pregunta antes de que yo pudiera asentir dos
veces con la cabeza. —"Por supuesto que puedes, pues viviste en un
mundo así. Bueno, yo no. Y es seguro que no quiero uno. La pureza de
nuestra sangre asegura que la magia seguirá de generación en generación
y que nosotros, los magos y brujas, continuaremos existiendo; que
nuestro mundo continuará existiendo."

"Sin embargo, los muggles también pueden tener niños magos, al igual
que los sangre pura pueden tener squibs."

"Si, y eso sólo prueba mi punto. Los muggles pueden tener hijos con magia
porque, en algún momento, hubo un mago o una bruja en el árbol
genealógico de la familia. Eso significa que nuestros genes, los genes
mágicos, son recesivos. Tomemos tu caso, asumiendo que fueras una hija
de muggles, habrías tenido un ancestro mago hará cien años, eso son al
menos 4 generaciones de distancia; así, si los magos se mezclan con los
muggles, en vez de crear más magos, se crearán más muggles. Los squibs,
por otro lado, son un error genético, una malformación de algún tipo."

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No me gustaba su punto de vista a pesar de que lo comprendía; y también
estaba de acuerdo con que no quería que la magia desapareciera. Pero
eso no significaba que estuviera en lo correcto respecto del gen mágico
recesivo.

"Nada de lo que estás diciendo ha sido probado, Draco. Conozco a varias


personas que son producto tanto de un mago como de un muggle. Aquel
gen recesivo del que hablas puede ser real para algunas personas, pero no
para todos. Al igual que un mago puede tener un muggle al procrear con
otro muggle, dos sangre pura pueden tener un squib, y los squibs no son
malformaciones… son personas que simplemente no tienen el gen mágico.
Creo que es como la fiebre amarilla, algunas personas la tuvieran y
sobrevivieron, otros tantos no. Somos los descendientes de los
sobrevivientes de esa enfermedad, somos genéticamente más fuertes que
aquellos que murieron; por ello… otros magos y brujas que tienen niños
con muggles, terminan teniendo muggles por ese gen recesivo, mientras
que otros tuvieron un gen dominante."

"Eso tampoco está probado."—Explicó él de forma pensante. —"Pero,


quien sabe, puede que tengas tanta razón como yo."—Draco entonces
sonrió y habló con un tono de voz juguetón. —"Deberíamos experimentar.
Si tenemos 7 varones y son todos magos, entonces mi teoría será
correcta."

"¿Eso como probaría qué?"—Le pregunté con una ceja arqueada. —"¿Y
por qué tendríamos 7 varones?"

"Quiero un equipo de quidditch."—Respondió más seriamente de lo que


había esperado. —"Los Malfoys."

No podía decidirme entre reír o alejarme atemorizada. —"Tienes que


estar de broma."

"Sólo piénsalo: empezaría a entrenarlos desde muy pequeños, les


enseñaré cómo volar. Cuando tengan edad suficiente los mandaremos a
una escuela de entrenamiento para perfeccionar sus habilidades, y cuando
entren en Hogwarts, tendremos 7 hijos que ya podrán desenvolverse sin
nuestro dinero."

Era probablemente la idea más ridícula que había oído en mi vida. En


ningún momento quité la expresión escéptica de mi rostro. "¿Y tendrían
que ser varones? ¿Qué tal si fueran niñas?"

75
"Espero que sean sólo varones, las niñas no deberían jugar al quidditch, es
demasiado peligroso."

No sabía si lo estaba diciendo por machista o por sobreprotector. Quizás


se veía como un padre sobreprotector para una niña. Entonces me
imaginé que sería muy cómico ver a Draco lidiando con tres o cuatro
niñas. Me podía imaginar las situaciones más graciosas, y sus cabellos
rubios tornándose blancos por el estrés.

Me pregunté aquella noche, sola en mi habitación, ¿qué clase de padre


sería? No era la primera vez que lo hacía, pero en aquel momento, pensé
que podía tener hijos. No siete como él decía—estaba esperando que eso
hubiese sido una broma—pero quizás si dos o tres, como siempre había
querido antes de que mi vida con Draco empezara.

Me encontré teniendo una gran dificultad para dormir aquella noche,


pensando una y otra vez sobre eso. Curiosamente, haber hablado con
Draco me hizo pensar más en tener un hijo que todas las mujeres que me
molestaban con el tema durante aquellos horrendos encuentros de alta
sociedad; él, por otro lado, me había hecho incluso llegar a considerarlo…
sobre todo después de lo que habíamos hecho. Y estaba segura de una
cosa: nuestra conversación no había terminado.

No era demasiado tarde cuando llamé a su puerta. Él se levantó para


responder y me dejó pasar, observándome de forma curiosa.

"¿Quieres dormir aquí esta noche?" Preguntó él, entre esperanzado y


escéptico.

Sólo había ido hasta allí para hablar, pero viendo que sólo estaba usando
mi camisón y una bata, Draco pudo haber pensado distinto.

"Sólo necesito algo de ti."

"¿Qué?" Preguntó con cautela.

"Prueba… necesito que me pruebes que valoras la vida tanto como yo."

Se mostró terriblemente serio y no vaciló antes de responder: "Esta bien."

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Justo después de decir eso, se alejó de mí para entrar a su guardarropas.
Le tomó sólo un momento regresar para enfrentarme otra vez, tenía
medias en una mano y un papel en blanco en la otra.

"Elfos domésticos." Los llamó y pronto se vieron tres elfos que trabajaban
en la casa apareciendo a su lado, ellos se inclinaron en silencio.

Sorprendentemente, Draco le dio a cada uno una media. "Sois todos libres
ahora. Haced lo que queráis con vuestras vidas; hay 50 galeones en cada
media para que sobreviváis hasta encontrar una nueva forma de vida."

Nadie podría decir quién estaba más sorprendido: los elfos o yo. Las
pobres criaturas empezaron a llorar, dos de ellas se inclinaron hasta que
sus cabezas tocaron el piso, mientras que el otro se arrodilló en frente
nuestro y nos agradeció profusamente. Sólo ese se fue, mientras que los
otros dos no dejaban de llorar, suplicando misericordia… no querían irse.

"Podéis empezar una nueva vida… tenéis libre albedrío ahora… ¡eso es
bueno!" ¿Cómo es que no podéis verlo?" Pregunté exasperada y
preocupada.

"Siempre hemos vivido para servir a los Malfoy."

"Es lo que somos."

Explicaron aquello entre lágrimas. Estaba demasiado impresionada por sus


palabras, se sentían heridos, se sentían abandonados. Se sentían como
objetos con un propósito que se les había arrebatado.

"Aquí tienes."—Miré entonces a Draco, quien me estaba dando aquel


papel blanco que había estado sosteniendo. Era una cheque en blanco."

"Escribe cualquier cantidad que quieras para hacer algo para ellos. Puedes
hacer un refugio de algún tipo para estas criaturas. Puedes enseñarles lo
que crees que deberían ser sus vidas."

Entre los llantos y súplicas de aquellas pobres criaturas, me di cuenta de


que el efecto de la bondad, de la generosidad orientada a otro es
profundo. Te permite introducirte en el mundo de otra persona y te abre
para que puedas recibir su bondad. Te permite amar a la otra persona… y
estaba pensando que justamente en ese momento podía estar
enamorándome de él. Pero, al mismo tiempo, me di cuenta de que no le

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había dado nada yo a él. Y dar conlleva a amar… así que, ¿cómo podía él
amarme? ¿Cómo podía llegar a enamorarse de mí alguna vez? Porque eso
era lo que yo quería, lo que necesitaba de él… quería que estuviera
enamorado de mí.

Una vez acabadas las festividades nos mudamos a la mansión Malfoy. No


estaba encantada de vivir allí—era una casa que apenas podía llegar a
gustarme—pero quería ver el lado bueno: iba porque quería, porque lo
elegí. Al mudarme de vuelta con Draco a la residencia Malfoy, quería
demostrarle que quería estar con él, especialmente considerando que
Draco me dijo que se había anulado el trato.

Mientras que mi familia italiana no estaba de lo más contenta de que me


mudara al Reino Unido, mi madre y mi hermano estaban de lo más felices,
y también lo estaba Harry. Era extraño no pasar las fiestas con Harry y Ron
luego de haberlo hecho por tantos años, especialmente considerando que
no se encontraba por ningún lado a Ron. Un hecho que no me alegraba en
nada el día cuando se suponía que debía estar contenta—al pasar navidad
y año nuevo con toda mi familia en Italia, incluyendo a Draco y a su
madre. Pero estaba empezando una nueva fase de mi vida con Draco, y no
le iba a permitir saber que estaba preocupada por Ron.

Y, de algún modo, a pesar de que Ron no podía ser una amenaza para él
por varias razones, Draco no podía tolerar oír su nombre.

"Estuve con Harry el otro día." Le comenté a mi hermano una tarde que
estábamos paseando por un parque cerca de mi nueva residencia.

A Blaise no le interesaba en lo más mínimo Harry, como no le importaba


demostrar, pero de todos modos si le interesaba todo lo que hacía yo y
así, a diferencia de Draco, Blaise podía seguir cualquier tema que se me
ocurriera.

"¿Lo pasaste bien con él?"

"Si, siempre lo pasamos bien juntos."

"¿Pero…?"

Y, como si hubiésemos vivido todas nuestras vidas juntos, él sabía


exactamente cuando estaba pensando algo distinto de lo que decía, o

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cuando quería explicar las cosas con mayor determinación. Él también
sabía que no necesitaba insistir demasiado para que le dijera las cosas.

"Está preocupado por Ron… no se presentó para las fiestas… ¡Lo cual es
ridículo! Ha pasado más de un mes, comprendo perfectamente que no
quiera verme más; ¡pero eso no significa que no pueda pasar las fiestas
con su familia! O al menos enviarles una maldita tarjeta, sabes."

Por sólo un momento, por sólo una mirada, creía haber visto un signo de
incomodidad en el rostro de Blaise, pero cuando habló, aquella apariencia
ya se había ido. "Estás preocupada por él."

"Por supuesto que sí." Le contesté. Estaba al tanto que a mi hermano


tampoco le gustaba el tema de conversación, y que estaba incómodo.
Pero él era la única persona además de Harry con quien podía compartir
mi preocupación por Ron.

"Es mi amigo… no creo que lo que haya pasado entre nosotros debiera de
haber cambiado eso… incluso si no es lo mismo para él." Suspiré con
tristeza. "Me importa de él, quizás ya no esté enamorada de él pero me
importa muchísimo."

Mi última frase pareció alegrarlo un poco, ya que mostró una sonrisa


triunfante, sólo por algunos segundos; y su tono era alegre también—
aunque escéptico al mismo tiempo—cuando volvió a hablar: "¿No estás
enamorada de él?"

Aunque era claramente una pregunta, parecía más una afirmación.


Comprendía que él sólo quería lo que era mejor para mi, y para él eso
significaba que estar enamorada de Ron no me haría ningún bien. Y creía
exactamente lo mismo pero, como siempre me recordaba a mí misma, el
amor no es algo que se puede elegir sentir o no sentir.

"No… no creo estarlo." Le respondí sin certeza, y procedí a cuestionarme a


mi misma.

"Lo quiero, como un amigo, como siempre lo he querido. Me importa, y


no le deseo nada más que felicidad… pero ya no siento la necesidad de
estar con él en un sentido romántico. Quiero decir que sí deseo que
regrese a mí como un amigo, como solíamos ser hasta hace no mucho."

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"¿Y estás actualmente enamorada de otra persona?" me preguntó en un
tono juguetón, actuando como un niño de escuela buscando chismes.

De haber sido ese el caso, de haber sido ambos niños de escuela con vidas
simples y con no mucho más que cotilleos para contar, probablemente me
habría encontrado sonrojada en frente de él, tartamudeando, sin saber
realmente qué decir… o como evadir la pregunta.

Pero no éramos tan jóvenes, no éramos superficiales y, a pesar de que


había algo de juego en su voz, sabía que me estaba preguntando algo
bastante serio, y sinceramente ni yo misma conocía la respuesta a esa
pregunta.

"Si quiero a Draco." Le expliqué cuidadosamente, mirando a mi hermano a


los ojos. "¿Pero cómo puedo saber si estoy enamorada de él?"

Blaise, quien parecía bastante conforme con que la conversación hubiese


tomado otro curso, mostró una media sonrisa y colocó su brazo alrededor
de mi hombro de una forma protectora y afectuosa.—"No he estado
enamorado varias veces, pero no es algo racional. Sólo lo sabes cuándo lo
sientes…"

"…y no puedes describirlo bien." Terminé por él.

Él negó con la cabeza y sonrió, probablemente recordando algo que le


había sucedido a él mismo. "¿Puedes describir lo que sientes por él?"

"Puedo."—Dije encogiéndome de hombros. —"Supongo que eso significa


que no estoy muy enamorada de él."

"Pero tienes dudas."

Asentí silenciosamente con la cabeza y dejé caer mi cabeza sobre el


costado izquierdo de su pecho. No me sentía incómoda teniendo aquella
conversación con mi hermano, era una que tenía normalmente conmigo
misma cuando tenía tiempo para estar sola.

Después de todo, mi primera experiencia de enamoramiento fue con


Viktor Krum, o eso pensé en aquél momento. Me gustaba, pero más que
nada porque él gustaba de mí, y nunca nadie me había demostrado eso.
Estábamos mejor como amigos, sin embargo, porque a decir verdad, no
estaba enamorada de él. Fue su obsesión conmigo lo que llamó mi

80
atención. Fue lo que me hizo pensar que yo también lo quería. Aún así, me
di cuenta de que realmente no tenía sentimientos románticos para con él.

Después de Viktor vino Ron. De hecho, me gusta decir que tuvimos una
hermosa relación. Tomó mucho más para empezar de lo que debería
haber tomado. Parecía que tendríamos un futuro, pero ese futuro nunca
llegó. Tuvimos nuestras subidas y bajadas, como cualquier otra pareja,
pero al final acabamos mejor como amigos. Mi relación con él, sin
embargo, es la única en la que puedo decir por seguro que estaba
enamorada de él—incluso si fue por un breve período de tiempo—y fue
alguien a quien elegí; elegí estar con él, y él eligió estar conmigo. Eso—
pensaba yo—era lo que lo convertía en amor.

Draco era un tema totalmente distinto. Me tomó un año entero empezar


a pensar—ni siquiera estaba segura sobre si estábamos enamorados o no.
En principio sólo me importaba de él (algo que también tomó mucho
tiempo en desarrollarse), más tarde pude decir que medio como que nos
hicimos amigos, y mucho después, cuando definitivamente cruzamos los
límites de la amistad, no podía decir cuáles eran mis sentimientos
realmente. No estaba segura, algo había cambiado entre nosotros y era
bueno, pero no podía estar segura de que nuestros sentimientos fueran
reales.

¿No debería uno estar seguro de sentir algo tan profundo como el amor?
Draco sería mi tercera experiencia, pero estando en una situación
completamente distinta, sin lugar para tener elección, teniéndolo sólo a él
y sólo pudiendo estar con él, me hacía preguntarme si mis sentimientos
estaban bien. Si ambos estábamos bien… si es que tenía algún sentido que
pudiera enamorarme de él luego de un año de estar casados, luego de casi
un año de negación, luego de consumar nuestro matrimonio y discutir
sobre eso y otras cosas tan importantes como el amor y los valores…

A veces se me hacía muy difícil concluir que no importaba si él no estaba


enamorado de mí, que no importaba si todo lo que hacíamos, todo lo que
compartíamos no era por amor pero simplemente por pasión y necesidad.
Porque quería que importara, quería que todo significara algo.

Y así, concluí que si estábamos casados e íbamos a permanecer casados


por y para siempre, tenía que asegurarme de que nuestra relación se
desarrollara de una buena forma. En otras palabras, estaba
definitivamente dispuesta a dejar de lado mis opiniones, mis

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preocupaciones y miedos, y simplemente pensar en él como alguien a
quien quería, como alguien con quien quería estar.

Haría mi parte, del mismo modo que él hizo la suya.

Mi primera decisión fue compartir un dormitorio con él, y así pasar todas
las noches a su lado. Lo menos que se puede decir es que Draco estaba
impresionado cuando escuchó mi propuesta, pero no tuvo ninguna
objeción. Y, de hecho, ninguno de los dos tenía nada de qué quejarse,
ambos disfrutábamos pasar nuestras noches juntos. A veces me
acurrucaba a su lado, a veces él besaba mi cuello y nos perdíamos el uno
en el otro… era un lindo hábito que teníamos de vez en cuando.

Una mañana, más tarde en Enero, me desperté primero y con sueño aún,
me quedé mirando su pacífica expresión facial mientras dormía. Parecía
feliz, pensé, y eso me hizo feliz a mí también, porque quería que él fuera
feliz, fuera mi amigo, mi amante, o el indicado. Lo merecía, al igual que yo.

Mientras la conciencia me daba la bienvenida, me acerqué más a él en la


cama y planté un suave beso en sus labios. Él abrió los ojos y me observó
de forma inquisitiva.

"No quería despertarte."

"No me molesta."—Respondió él luego de un largo bostezo—"¿Entonces


qué pensabas hacer?" Draco sonrió de una forma juguetona y se sentó
para verme a la cara en otra posición; ya parecía estar completamente
despierto.

Reí fuerte al pensarlo y me senté en frente de él, cuidadosamente


cubriendo la mitad superior de mi cuerpo con una sábana. "Quería
empezar el día con un beso, eso es todo. Puede ser nuestra nueva rutina
de ahora en adelante."

"Suena bien." Me besó entonces con fuerza en los labios y me tiró hacia la
cama en el mismo movimiento. Le respondí el beso, dejándome llevar
profundamente por él, cerrando mis ojos y enredando mis dedos en su
sedoso cabello mientras él presionaba su cuerpo contra el mío. Sólo lo
detuve porque necesitaba respirar.

"Eso es suficiente como saludo mañanero." Dije con una risa. "Tenemos
que irnos."

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Empezamos a ir juntos a la universidad ese semestre, era lo que habíamos
acordado, aunque Draco me dijo que podía elegir cualquier universidad
que quisiera, no me molestaba ir a la misma que él; no significaba que
tuviéramos que vernos todo el tiempo porque estudiábamos distintas
materias de distintas carreras, ni siquiera íbamos a clase en el mismo
edificio. Como sólo íbamos de mañana, sólo nos veíamos cuando
entrábamos y cuando salíamos.

Mi primer día en mi nueva facultad fue bastante distinto del primero que
tuve en Italia, más que nada porque el grupo había empezado medio año
antes y todos hablábamos inglés y sólo inglés. No era un grupo muy
grande, así todos pudieron conocerme, y así me convertí en la clásica
"chica nueva"; la que todos quieren conocer porque es algo nuevo y
brillante.

Todos eran agradables, al igual que mis antiguos compañeros de clase;


algunos me reconocieron por ser amiga de Harry, otros por estar casada
con Draco, muy pocos por haber ido a Hogwarts. Pero siempre había
alguien que no me conocía; y si ese alguien era un muchacho que
resultaba estar interesado en mí… bueno, podía ser vergonzoso.

"Así que, ¿qué te parece salir después de clases?" Me preguntó Gerard


Courel mientras me acompañaba al aula donde tendríamos la última
materia del día.

"¿Todos?" Pregunté esperando que quisiera decir que saliéramos como


grupo, y así no tendría que decir que estaba casada.

"No, sólo tú y yo."

No era la primera vez que sucedía; en Italia había tenido más de una
proposición de ese estilo; en aquel momento, sin embargo, estaba
bastante enfadada por estar casada con Draco Malfoy. Y en aquello
momentos ni siquiera decía que estaba casada, más bien encontraba una
excusa diciendo que estaba viendo a alguien, esperando que todos
pensaran que tenia novio.

Nunca pude comprender cómo era que no se hacían una idea


simplemente por ver mi mano izquierda: tenía una bella alianza de oro
con una inmensa piedra preciosa. Los chicos probablemente no creían que
estuviera casada, quizás simplemente pensaban que era otro anillo en la
mano de una chica rica; pero ese era el único anillo que usaba. Los

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hombros, después de todo, no iban directamente a mirar la mano
izquierda de una mujer, eso lo hacíamos nosotras.

"No creo que a mi esposo le guste la idea."

Mostré una media sonrisa ante su expresión de "tienes que estar


bromeando". Levanté mi mano en el aire y le mostré el anillo para probar
mi punto.

Su vista enseguida cambió de mi mano a mi plano estómago, y luego de


vuelta a mi rostro. Comprendí lo que estaba pensando, era lo que todo el
mundo pensaba cuando les decía que estaba casada—eso si no eran pura
sangres de alta sociedad que sabían en secreto sobre los matrimonios
arreglados—él simplemente pensó que tenía que estar loca o embarazada
para estar casada a mi edad.

"Y no, no estoy embarazada."

Pensé que quizás, si no estuviera casada con mi esposo, probablemente


habría aceptado su oferta, podríamos haber salido… podríamos haber
tenido un futuro juntos. Era lo mismo que pensaba una y otra y otra vez
cada vez que algo así sucedía, cada vez que un hombre me invitaba a salir.

Aquella vez, sin embargo, algo era diferente: Me sentí un tanto


avergonzada por estar casada...algo que a la gente le resultaba tan
extraño para mi edad, y algo sobre lo que no estaba enfadada. No estaba
enfadada por no poder salir con quien quisiera, no estaba enojada por
estar ligada a mi esposo, a Draco, para siempre…

Quizás se podría decir que había encontrado paz. Había llegado a aceptar
la situación completamente, llegando tan lejos como para aceptar a
Draco, en su totalidad, incluso las partes que no me gustaban. Al igual que
él había hecho conmigo.

Quedé convencida de ello cuando lo encontré esperándome fuera del


aula, esperando porque ambos nos íbamos a ir juntos.

Me sentí feliz cuando lo vi allí, sabiendo que me esperaba, sabiendo que


quería estar conmigo. Era algo que apenas empezaba a notar, pero me
resultó adorable verlo después de 5 horas de estar separados.

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Y, mientras lo besaba forzosamente en los labios, decidida a ignorar las
miradas de mis compañeros de clase, me di cuenta de lo felices que
podíamos ser juntos.

"¿Esto también será una rutina?" Me preguntó con ese peculiar tono
juguetón mientras caminábamos por los corredores de la universidad.

"Podría serlo. Aunque realmente no tienes que esperarme todos los días,
Draco."

"No fue mucho tiempo."

"Tus clases terminan 20 minutos antes que las mías todos los días. No es
que no lo aprecie, pero no es justo para ti."

"No me importa esperarte."

Estaba segura de que podía esperar una eternidad si era necesario. Me lo


había demostrado muchas veces en el pasado: me esperó para que
aceptara nuestro contrato matrimonial, esperó que me calmara para
poder comportarme civilmente con él, me esperó para consumar nuestro
matrimonio… él siempre había esperado por mí; esa era justamente una
de las cosas que me aseguraba que tenía una buena alma, que era en
verdad bueno: porque esperaba.

Sabía que esperaría para siempre, incluso si se le acababa la paciencia,


incluso si se enfermaba y hartaba alguna vez y decidía amenazarme para
obtener lo que quería. No era difícil quererlo si uno simplemente pensaba
en su lado bueno.

No era difícil ser feliz, sonreír y besarlo cada vez que lo veía. Pensé sobre
eso, si pensaba sobre cuán bueno había sido conmigo a pesar de mis
consideraciones respecto de nuestra alianza.

"¿Qué estás pensando?" Me preguntó con curiosidad mientras me veía


pensando en mi propio mundo. Aún caminábamos juntos.

"Me estaba preguntando cuantas chicas te habrán invitado a salir con ellas
desde que nos casamos."

Draco se quedó pensativo por un largo minuto antes de responder.


"Alrededor de seis o siete creo, al menos directamente. Supongo que las

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otras lo insinuaron cuando me preguntaron si mi anillo significaba que
estaba comprometido o algo así."

"Debieron de haber quedado muy decepcionadas cuando les dijiste que


estabas casado, ¿no?"

"Supongo." Al decir eso se encogió de hombros, restándole importancia al


asunto.

"¿Eso no te hizo pensar, Draco?"

"¿Pensar qué?"

"Que si no estuviéramos casados podríamos estar viendo a quien sea que


quisiéramos."

La idea le hizo pensar automáticamente en Ron, por lo visto; lo supuse por


el repentino gesto de enfado en su rostro, pero no estaba dispuesta a
permitir que la conversación tomara ese curso.

"A lo que me refiero es… ¿nunca te sentiste atraído por alguna de esas
chicas que te pidieron salir? ¿No te diste cuenta de que nunca podrías
besarla, y no te enfadaste por ello?

"No soy como tú, Hermione. No paso cada hora de mi vida pensando
cómo habrían podido ser las cosas, o como podrían ser. Resulta que creo
que la vida a tomado su curso natural—sé tú piensas seriamente lo
contrario, pero yo lo creo así."

Draco simplemente aceptaba la vida de la forma que se le había


presentado. Él era más indiferente y práctico. No le importaba el amor, o
eso había oído yo, pero cuando aparecía, lo aceptaba de buen agrado. Al
mismo tiempo no le importaba si yo estaba enamorada de él, o si él lo
estaba de mí, porque desde su punto de vista, por su crianza, eso
realmente no tenía importancia; aunque era medio rebelde en asuntos de
familia, al igual que yo. Pero su rebeldía no significaba que no le importara
cumplir con lo que se esperaba de él respecto de su matrimonio… de
nuestro matrimonio.

"No estás respondiendo a mi pregunta."

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Él suspiró. "No, nunca me he sentido atraído hacía nadie que no fueras
tú."

"Y ahora mientes." Dije—"Puedes decirme, no me molestaré."

Lo pensó por un largo momento antes de responder con un suspiro. "Si,


una o dos veces, supongo; cuando estabas viviendo con tu familia en
Italia. Pero no tenía sentido preocuparme por eso… así no me importaba
mucho, supongo."

"¿Cómo fueron para ti esos cuatro meses que estuvimos separados?"

"En un principio estaba enfadado, tuve tiempo para lidiar con la muerte de
mi padre… y me tomó semanas sentirme mejor. Me concentré más que
nada en mi carrera, y empecé a tomar parte en los asuntos de la compañía
con mi madre, así que tenía la cabeza bastante ocupada… había decidido
rendirme entonces, pero… bueno, sabes lo que sucedió después."

"¿Rendirte… te refieres a mí? ¿A nosotros?" Pregunté con timidez.

"Me refiero a mis sueños; supongo que eso te incluye a ti."

"¿Cómo soy parte de tus sueños?" Estaba más interesada que antes,
nunca habíamos discutido algo así, algo que nos implicaba a nosotros y a
un futuro, un futuro juntos.

"Bueno, siempre me imaginé que tendría una esposa y que pasaríamos


nuestras vidas juntos, empezar una familia y todo, tu sabes."

"¿Tu sueño es empezar una familia? ¿Eso es lo que quieres para tu vida?"
Había esperado que dijera algo sobre dinero y poder y más dinero. "Hace
unas semanas me dijiste que no querías niños."

"No." Él negó con la cabeza con determinación—"Te dije que no quería la


responsabilidad, y que no quería presionarte para tener descendencia con
tal de cumplir con un deber familiar. Si espero, algún día, tener hijos
contigo."

Sorprendida por su confesión, lo observé inquisitivamente. "¿Y por qué?"


Asumí que había cambiado de opinión sobre cumplir con los deberes
familiares, o que quizás estaba determinado a continuar el nombre de la
familia o simplemente quería hacer feliz a su madre.

87
"Porque te amo."

Obviamente me dejó sin palabras. Mi corazón pareció omitir un latido, y


me quedé mirándolo con los ojos muy abiertos por la impresión. Ambos
nos detuvimos en aquel momento. Él arqueó sus cejas.

Era la segunda vez que lo decía, en realidad, la primera vez siendo


simplemente el resultado de una discusión. Esta vez, sin embargo, él lo
había dicho en un contexto completamente distinto… y era un contexto
muy especial en verdad.

Por ello, mi caso peculiar en el cual quería a mi esposo impuesto pero no


sabía si estaba enamorada de él y viceversa, era particularmente
complicado. Considerando que Draco tenía muy poca experiencia en esos
asuntos—probablemente menos aún que yo—apenas podía creer que
supiera de qué estaba hablando cuando dijo que me amaba.

Pasó una mano por su cabello y preguntó: "¿Por qué no puedes creerme?"

"Es sólo que… no comprendo cómo. ¿Cómo puede ser? Nunca he hecho
nada para que me amaras."

Los corredores del a facultad estaban llenos de gente, algunos corriendo


en una u otra dirección, otros caminando tranquilamente. Todos parecían
ignorar la situación que ocurría entre mi esposo y yo.

"Has sido tú misma, eso es razón suficiente."

Podía ver que Draco se estaba impacientando, pero esa era su forma de
ser. Eso no significaba que estuviera mintiendo, le era imposible mentir
cuando se enfadaba.

Así que ignoré su repentina molestia y busqué su mano para tomarla y


continué caminando con él a mi lado.

"Está bien."

"¿Está bien?" preguntó Draco.

"Si, está bien." Le di a su mano un gentil apretón y le sonreí. Él me sonrió a


mí también, sabía que podía ver algo de conflictividad interna en mis ojos.
Estaba agradecida de que decidiera ignorarlo. Draco apretó mi mano y
caminamos hacia la salida del edificio.

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Estuve entre dos sentimientos entonces—estaba feliz porque él había
dicho algo tan lindo, y confundida porque no sabía ya qué debía pensar y
sentir.

Y la vida, como de costumbre, siempre toma un curso inesperado. Un


curso que experimenté no mucho más tarde.

Al ser una señora de la mansión Malfoy, aparentemente tenía deberes,


obligaciones como decían Narcissa Malfoy y mi madre.

Una tarde de Febrero estábamos cenando en la mansión Zabini con


nuestras madres. La comida estaba bien, como de costumbre, la
conversación relativamente bien, pero luego de un rato de estar
escuchando el cotilleo de esas dos mujeres sobre gente que no conocía o
no me importaba, empecé a prestar menos y menos atención, mirando
cada tanto a mi esposo—que se sentaba justo en frente mío—cada tanto:
él parecía estar haciendo lo mismo que yo.

Se veía tan pálido. Era natural, considerando el color de su piel y el hecho


de que estábamos en invierno, y se acababa de recuperar de un terrible
resfriado—necesitó dos fuertes pociones para superarlo. De todos modos
me preocupaba. A veces, cuando estábamos solos, me daba cuenta de
que se veía débil y frágil, pero en el momento que notaba que lo estaba
mirando, de alguna forma cambiaba su expresión facial para verse casi
perfecto otra vez, mostrando una gentil sonrisa e invitándome a
acompañarlo en lo que fuera que estuviera haciendo.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando una única frase salida de


la boca de mi madre atrapó mi atención.

"Estoy segura de que Hermione lo hará maravillosamente; será el evento


del año."

Me atraganté con mi puré de patatas. "¿Disculpen?" Dije—"¿De qué estáis


hablando?"

"Sobre tu debut como anfitriona, querida. ¿No estabas escuchando?"


Preguntó Narcissa mientras que al mismo tiempo arqueaba una delicada
ceja.

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Al no importarme mi carencia de interés por su conversación, no me sentí
avergonzada como les habría gustado cuando respondí con una simple
negativa.

"No, a decir verdad no. Tampoco sabía que fuera a dar una fiesta."—Dije
arqueando una ceja también; no me gustaba la idea de ser anfitriona de
nada. Al decir eso, noté la mueca en el rostro de la señora Malfoy, el
suspiro viniendo de la boca de mi madre, y la sutil táctica que estaba
utilizando Draco para no intervenir en la conversación: poner tanta
comida como pudiera en su boca y, al mismo tiempo, ser lo
suficientemente cuidadoso como para no verse mal educado.

"El término correcto sería 'ser anfitriona de un evento social', querida."


Explicó mi madre, muy cuidadosamente, temiendo mi posible reacción.

"¿Y por qué haría eso?"

"Porque es una tradición, querida. Lo usual es ser anfitriona después de la


luna de miel, sabes, pero tuvimos un año tan complicado que no pudo
suceder. Ahora es tiempo de que hagas tu debut en la sociedad."

Todos en la mesa sabían que yo no era ninguna fanática de las tradiciones,


y cuanto ánimo tenía con tal de no seguirlas. Draco aceptaba mi actitud, y
la mayoría de las veces incluso parecía gustarle; mi madre estaba
resignada con el tema, pero intentaba convencerme lo mejor posible de
todos modos; Narcissa Malfoy, sin embargo, no parecía percatarse del
todo, y tenía una tendencia a hablarme sobre tradiciones familiares como
si me gustaran tanto como a ella.

"¿No se supone que los debuts en sociedad se hacen cuando una


muchacha tiene 17 o 18 años? ¿Y sin estar casada? Creo que ya no puedo
hacer eso."

Fue el turno de Narcissa de suspirar exasperada, y el momento en que mi


madre se conmocionaba como solía hacerlo cada vez que hablábamos de
algo que me había perdido.

"Oh, es algo completamente distinto, querido. Estás hablando de tu


presentación formal en sociedad, tu debut." Suspiró dramáticamente y
negó con la cabeza.

90
"Tenía tantas ganas de presentarte yo misma, al igual que mi madre había
hecho conmigo, es una de las tradiciones familiares más antiguas…
recuerdo que empecé a planear tu debut incluso antes de que nacieras…"

"¿Más o menos al mismo tiempo que planeaste mi matrimonio, madre?"


Le pregunté con sarcasmo en mi voz. Ella continuó hablando como si no la
hubiese interrumpido.

"…pero no pudo suceder, una verdadera lástima, habría sido maravilloso."

"Si, habría sido escoltada por mi dulce Draco, y luego habrían anunciado
su compromiso."

Mi madre asintió con la cabeza y me explicó: "Nosotros, en el mundo de


los magos, tenemos la costumbre de anunciar los compromisos
formalmente en el baile de debutantes todos los años. A diferencia del
funcionamiento del mundo muggle, donde las jóvenes simplemente son
presentadas en sociedad como muchachas listas para comprometerse, o
al menos eso tengo entendido que hacen."

Mi madre continuó hablando: "Pero, como no pudiste tener tu debut, lo


que te queda es ser anfitriona de tu primer evento social. Podrás escoger
todo lo que quieras, ¡absolutamente todo! Incluso el tema del evento…
¿no te hace ilusión?"

La mueca de disgusto de mi rostro pareció ser respuesta suficiente a su


última pregunta, ya que ambas continuaron hablando, prácticamente
ignorándome a pesar de que en realidad estaban hablando sobre mí.

"Por supuesto que te ayudaremos con cualquier duda que tengas, querida,
pero todo el trabajo quedará como tuyo, ya que el crédito debe ser tuyo y
sólo tuyo."

"Estoy segura de que estarías más emocionada por esto de haber tenido
tu debut, querida; pero ya verás cuan agradable es cuando finalmente
realizas tu primer evento."

"Y cuando todos los periódicos empiezan a hablar de ello…"

"¡Por semanas! Especialmente luego de que otros eventos se realizan y los


comparan con el tuyo…"

91
"…diciendo cuan mejor fue…"

"…y preguntándose cuándo será el próximo."

Justo cuando estaba a punto de preguntar qué tal si no quiero hacerlo,


Draco decidió intervenir antes de que las cosas se tornaran feas.

"Estoy seguro de que lo harás excelente, Hermione." Me mostró una


mirada suplicante.

Comprendí que no quería que empezara una pelea y, a pesar de que


estaba de humor para discutir, preferí seguir su liderazgo; aunque no iba a
acabarse allí.

"Hablaremos de eso más tarde." Murmuré y miré a Draco. Me quedé


tocando con la cuchara mi postre sin mucho interés.

Ambas mujeres empezaron a planear mi aparente fiesta luego de que


Draco yo termináramos nuestro postre y nos excusáramos para hablar en
privado. Cuando estuvimos en un sitio más seguro—es decir que nuestras
madres no podían oírnos—resignada me senté en un sofá, crucé mis
brazos sobre mi pecho y esperé a que él hablara.

"¿Y bien? ¿Me vas a convencer de llevar a cabo esa atrocidad?"

Él suspiró y se pasó una mano por el cabello, se sentó a mi lado. Cuando


habló, su voz era suave y cansina, "Lo llamas atrocidad como si fuera una
masacre de elfos domésticos."

"Ese es otro tema, estoy segura de que la comida de esos eventos no es


cocinada por humanos." Fruncí el ceño. "¿Y por qué te importa tanto a ti?
Pensé que tampoco te gustaban las tradiciones."

"Algunas me gustan, otras no." Se encogió de hombros. "La mayoría no


me importan… pero, Hermione, no tienes idea de en qué te estás
metiendo al no querer hacer esto."

"Eso me resulta familiar." Arquee una ceja. "¿Ahora me vas a decir que
hay algún tipo de maldición para aquellas mujeres que no son anfitrionas
de eventos sociales?"

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"No, por supuesto que no." Se lo vio pensativo por un momento, y luego
agregó: "Al menos ninguna que yo conozca… a lo que de seguro te
enfrentarías es a la ira de mi madre, y debo aconsejarte que no lo hagas."

"No le temo a tu madre, Draco."

"Se que no, pero yo sí; y si no estás de acuerdo con esto, a mí también me
saldrá caro."

"¿Cómo? Tu eres su persona preferida en el mundo, sinceramente dudo


que te fuera a hacer algún daño."

"No estoy hablando de daño físico, Hermione, estoy hablando de daño


psicológico. No nos dejará en paz hasta que esto acabe, y no será
agradable."

"Estoy segura de que no será tan malo como tener que planear una fiesta
para cientos de persona que no conozco o no quiero conocer, o para
gente que conozco y no me agrada en lo más mínimo, y tener que estar
parada por una hora entera en la entrada dándole la bienvenida a los
invitados, y luego pasar las siguientes 4 o 6 horas hablando con todos los
invitados sobre el clima, preguntando cómo están sus familias y si la
comida es suficientemente buena para ellos o no."

"Sólo sería una vez, Hermione, ¡vamos! Además, yo estaría a tu lado todo
el tiempo, no tendrás que hacerlo sola."

"Por supuesto que estarías todo el tiempo conmigo si yo accediera a ser


anfitriona. Ya es bastante aburrido asistir a los eventos sociales de
nuestras familias, pero ser anfitriona de uno sería diez veces peor." Dije
con furia.

Draco no parecía impacientarse, comparado con mi poca paciencia. "De


todos modos no vamos a todos los eventos a los que nos invitan, excepto
por los de caridad."

"Eso es porque son los únicos que merecen la pena."

"Podrías invitar a toda tu familia, y quiero decir a todos tus parientes."


Intentó usar un tono persuasivo conmigo, pero no funcionó.

"Todavía no logras convencerme."

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"¿Cómo puedo convencerte entonces?"

"¿Por qué te importa tanto? No es más que una tradición tonta."

"No para mi madre."

"Estoy segura de que sobrevivirá a que su nuera no sea anfitriona de su


propia fiesta."

"Ese es el problema: no sobrevivirá, al menos no socialmente; y su status


social es su vida." Suspiró y negó con la cabeza lentamente. —"Si no lo
haces por ella, ¿sería mucho pedir que lo hicieras por mí?"

"¿Tanto significa para ti?" Miré a sus ojos profundamente, aquellos ojos
que parecían haber perdido el brillo que una vez tuvieron.

"Si hace feliz a mi madre." Explicó él y sonrió débilmente mientras tomaba


una de mis manos.

"No me hará feliz a mí." Murmuré; y una idea se me vino a la mente: "Pero
si hacerla feliz te hace feliz… entonces podrías ayudarme."

"¿Con qué?"

"¡Con absolutamente todo! Desde escoger los arreglos florares hasta las
servilletas rosadas, el tipo de música e incluso la posición de los asientos
para los comensales."

Noté que Draco estaba sonrojado por la vergüenza, y sus ojos mostraban
signos tanto de miedo como de confusión. Cuando habló, sus palabras
salieron con un tartamudeo. "Pero… ¡pero esas son cosas de mujeres!"

"¿Quién dice?" Crucé mis brazos sobre mi pecho y lo miré con ojos
penetrantes.

"¡La tradición!"

"¡No me importan las tradiciones! Estoy harta de ellas, y no voy a tolerar


otro deber impuesto. Si tu, sin embargo, quieres que lo haga, lo haré sólo
por ti—por única vez—y sólo si tu cooperas conmigo."

Draco cerró sus ojos y se pasó las manos por la cabeza por un momento.
Su réplica salió como un suspiro de derrota. "Está bien, pero nadie debe

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saber sobre esto, y quiero decir nadie. Ni mi madre, ni tu madre, ni tu
hermano, nadie."

"Es lo justo." Asentí con la cabeza y sonreí. Me acerqué a él y lo abracé,


Draco me abrazó también y acarició mi cabello; nos habríamos besado
entonces, de no haber sido porque le dio un ataque de tos.

Me sentía inútil cada vez que eso sucedía, viéndolo toser de esa forma, a
punto de desgarrarse la garganta; todo lo que podía hacer era acariciar su
espalda de forma calmante.

"Estoy bien." Dijo él una vez que pudo recuperar su aliento.

"No, no lo estás." Dije. "Tienes que ver a un sanador."

"No necesito un sanador, una poción más fuerte será suficiente."

Pero esa poción no funcionó, ni la que le siguió. Para cuando estábamos


planeando juntos mi fiesta en secreto, apenas podía concentrarme en los
temas. A veces, cuando estudiaba, me quedaría observando su figura
cansada, Draco se veía casi viejo, tenía círculos oscuros bajo los ojos, no
tenía apetito para comer, y apenas tenía la fuerza para levantarse todas
las mañanas. Y recientemente había notado que a veces tenía que
apoyarse en mi hombro cuando caminábamos juntos.

Temí que estuviera deprimiéndose, ya que tenía todos los síntomas. Eran
los mismos que tuve yo cuando mis padres murieron.

Marzo se acercaba y mi preocupación por Draco me hizo olvidar a


cualquier otra persona que debería importarme. Su madre me acompañó
en eso y ambas empezamos a cuidar a Draco como si fuera un niño
pequeño enfermo. Pensé que sería mejor hablar con él antes de forzarlo a
ver a un sanador, como Narcissa y yo queríamos hacer.

Así, un día lo encontré en el estudio de su padre—el misterioso estudio en


el que desaparecía por horas. Finalmente me había permitido ver el
estudio luego de una pequeña discusión que tuvimos. Fue un intento de
demostrarme que no había nada allí que pudiera serme de utilidad para la
Orden, y me dio libre acceso para poder entrar siempre que quisiera…

Él estaba leyendo un libro detrás del escritorio de su padre, concentrado


en su lectura como una persona mayor haría. De no haberse visto tan

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enfermo, habría encontrado la imagen bastante atractiva. Pero su aspecto
pálido y enfermizo me preocupaba. Intentaba pensar que estaba siendo
paranoica, pero no podía evitar imaginarme que algo estaba mal.

"¿Qué sucede?" Me preguntó una vez que finalmente apartó la mirada de


su libro. Me observó con curiosidad.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Le pregunté por curiosidad. "Hay cientos de


habitaciones en la mansión y tú eliges venir justo aquí, a este tenebroso
estudio de tu padre…"

Draco se encogió de hombros y frunció un tanto el ceño. "No era todo


sobre mortífagos lo que trataba aquí, también trabajaba sobre las finanzas
de la familia, manejaba nuestras empresas desde aquí, probablemente
incluyo haya planeado nuestro matrimonio desde esta habitación."

"¿Lo extrañas?" Le pregunté, cuestionándome si esa podría ser la razón


por su aparente depresión.

"A veces, supongo." Se volvió a encoger de hombros.

"¿Por eso has estado así estas últimas semanas, Draco?"

"¿De qué hablas?"

"Has estado tan enfermo… no pareces estar mejorando y ni siquiera


quieres ver a un sanador… casi no comes, apenas puedes dormir de
noche, tienes la garganta roja por tus ataques de tos que tienes al menos
dos veces a la semana…" Miré suplicantemente a sus ojos.

"No estás bien… Draco… ¿estás deprimido? ¿Es eso?"

"Es sólo un resfriado, Hermione." Replicó cansino.

"¡No puedes tener el mismo resfriado por un mes entero, Draco! Sólo
dime la verdad, ¿estás deprimido o no?"

"Aparentemente puedo, y no, no estoy deprimido. ¿Por qué lo estaría?"

"Tienes los síntomas de un mago deprimido."

"No, no los tengo." Dijo con terquedad.

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"¡Si los tienes!" Grité, dejando caer mis brazos a mis costados. "Draco,
comes tan poco como es posible, no puedes dormir dos horas seguidas, ni
siquiera tienes la fuerza para tocarme ya, y te quedas por largas horas en
estos lugares oscuros, leyendo los libros antiguos de tu padre… ¿y ni
siquiera puedes admitir que no te sientes bien? ¿Qué sucede entonces?
¿Cuál es el problema? ¿Soy yo?"

"Estás siendo paranoica." Él arqueó una ceja y se levantó de su silla, puso


sus manos sobre la mesa para poder sostenerse, y caminó hacia mí.

"No, no eres tú, no soy yo, no es nada, en serio. Nada más que un
resfriado, tu también lo has tenido."

Estando tan cerca, pude notar que su respiración a través de su boca era
irregular. Fruncí el ceño. No me gustaba como se estaban tornando las
cosas.

"Mi resfrío no fue nada comparado con el tuyo, no reaccionamos de la


misma forma… Con sólo una poción me sentí mejor; tú ya has tomado seis
o siete. Tu salud sólo parece mejorar por unos pocos días, y luego quedas
tan enfermo como antes, si no peor. ¿Qué sucede, Draco? ¿Por qué haces
esto?"

"¿Hacer qué?" Su pregunta salió con tal debilidad…

"No te permites mejorar."

Él suspiró y volvió a su silla, tirándose sobre ella. "Veré a un sanador si eso


te hace sentir mejor, ¿bien?"

"Bien, íbamos a obligarte a ver uno mañana si no hubieras accedido solo."


Le sonreí y me levanté de mi silla para acercarme a él. "Pero estará todo
bien si te curas de lo que sea que tengas, Draco." Le susurré suavemente y
me senté en su falda para besarlo con ternura en los labios.

No noté la mirada de horror en sus ojos, ni su buen intento de ocultar el


libro que había estado leyendo mientras yo lo abrazaba amorosamente.

Parte IV: La vida no es más que un espejo, y para ver lo que hay fuera,
primero debes ver dentro de ti.

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Hermione estaba sentada en el piso de su más antiguo dormitorio en la
mansión de su madre. Estaba decorado en escalas de color rosado.
Juguetes de niña y muñecos de peluche estaban alineados en distintas
estanterías y sobre otras había libritos de cuentos.

En el centro de la habitación había una cuna de madera pintada de blanco


con pequeñas flores pintadas alrededor. Había algunos cuadros en las
paredes, uno de un unicornio, otro de un castillo, y otros de paisajes
cubiertos con docenas de mariposas voladoras. Los armarios estaban
llenos de ropas de bebé muy bien dobladas, sin haber sido tocadas en 18
años. Había cofres de juguetes, muchos de ellos mágicos, la mayoría no le
traía recuerdos.

Ella se sentaría allí de tanto en tanto intentando recordar las memorias de


su infancia, pero ninguna llegaba. Las pocas cosas que le resultaban
familiares, no sabía si en verdad las recordaba o simplemente intentaba
hacerlo; podía haber sido simplemente su imaginación, porque podía
verse como una bebé jugando allí, usando esos hermosos vestidos,
durmiendo en esa anormalmente grande cuna… pero no era más que un
truco de su imaginación.

Aquel era uno de esos días en el que quería recordar algo.

Habían pasado un par de horas cuando Blaise la encontró en aquella


habitación, y fue de puntillas. Se sentó en silencio a su lado, no la consoló,
sino que, en vez, hizo lo que ella y se sentó con sus rodillas al pecho y su
espalda contra la pared.

Pasó un rato antes de que uno de ellos hablara.

"¿Hay algo que pueda hacer por ti?" Blaise preguntó con suavidad. No
necesitaba verla para saber que estaba encogiéndose de hombros, no
necesitaba verla a la cara para saber qué estaba sucediendo en su cabeza
en ese momento, y comprendía la respuesta a pesar de que no respondía
su pregunta directamente.

"Desearía poder recordar algo." Dijo ella en un susurro.

"¿Eso te ayudará de algo?"—Preguntó él. —"Recuerdo esta habitación,


pero no tengo ningún buen recuerdo para compartir contigo."

"No necesito tus recuerdos, necesito los míos."

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Él suspiró y continuó en el mismo lugar. "Podríamos ver algunas
fotografías; nuestra madre tiene muchas de ti en esta habitación, álbumes
enteros."

"Creo que ya las he visto todas." Su respuesta fue corta pero el dolor en su
voz sólo lo lastimaría más si mirara a su adolorida expresión facial.

"Desearía que las cosas fueran distintas."

"¿No lo deseamos todos?" Blaise sintió que se encogía de hombros en


respuesta. Se veía incómodo, lo cual no era normal en él; él siempre
parecía confidente, fuerte, imperturbable, sereno… pero ahora penas
podía mirar a su hermana a los ojos. "He estado deseando que las cosas
fueran distintas por ya más de un año; pero mis deseos han cambiado de
tiempo en tiempo… parece que ahora los que tuve primero están
regresando para torturarme."

"No es culpa tuya."

"No, es su culpa." Dijo ella de forma cansina, cansada de escucharlo,


cansada de pensarlo, cansada de razonarlo. "Pero las cosas podrían haber
sido distintas, siempre hay algo que pudo haber sido hecho para prevenir
aquello. Hay miles de cosas de las que podría pensar… cosas que podría
haber hecho."

"No eres la única."

"Todo el mundo parece creer saber mejor que yo, lo que es mejor para mi,
lo que debería hacer, lo que no debería hacer… y cada paso que tomo
parece ser erróneo."

"Nuestra madre sabe lo que es mejor para ti, pero eso no significa que tu
no. Tan sólo has intentado llevar tu vida tu misma, no hay nada de malo
con eso."

"Sólo que he lastimado a quienes quiero."

"Eso no es cierto."

"Puedes decirlo tantas veces como quieras, pero no me lo creeré."

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"Como gustes."—Él suspiró. Movió la cabeza para verla a la cara. Dolía ver
a sus ojos, pero tenía que hacerlo. El dolor era tan visible que rompía su
corazón.

"¿Me dirás sobre qué hablasteis vosotros dos aquella última vez?" Su voz
era de alguna forma suplicante y le reclamaba a Blaise que le dijera lo que
había sucedido en la habitación aquella noche. Pero Blaise era lo
suficientemente fuerte como para no rendirse, incluso si verla le rompía el
corazón, incluso si lo que sabía lo estaba carcomiendo por dentro.

"No puedo decirte aún." Fue su única respuesta. Evitar la conversación se


hacía más y más difícil mientras pasaban los días.

Sin embargo, Hermione esperaba aquella respuesta. Así que retiró su


mirada de los ojos de él y miró al suelo, a la suave alfombra blanco sobre
la cual sus pies descansaban.

"Odio cuando dices aún."—dijo ella en un susurro bajo—"Significa que


estás esperando algo, y lo que sea que eso sea… lo que sea que sea sé que
será malo."

"Probablemente." Cansinamente lo reconoció y se levantó del suelo.


Blaise la observó con traumados ojos por un momento antes de hablar
otra vez: "Potter te está esperando."

Hermione levantó el mentón y lo observó con ojos inquisitivos. Blaise


había estado allí con ella por quien sabe cuánto tiempo, ¿y en todo ese
tiempo sabía que Harry había llegado y la estaba esperando? En
circunstancias normales se habría peleado con Blaise por hacer eso,
habrían discutido y ella le habría preguntado por qué tenía tan malos
modales con su amigo. Pero aquel día se dio cuenta de que no tenía la
fuerza para pelear, ni para importarle.

"Dile que venga." Dijo ella.

Blaise dejó la habitación sin otra palabra, y sólo unos minutos más tarde
Harry entró. Hermione no se levantó para recibirlo; sólo tornó la cabeza
para enfrentarlo y le mostró una débil sonrisa.

Harry se veía preocupado e incómodo. Se quedó parado en la entrada por


un momento, observando la habitación, luego a Hermione. La vista de su
amiga no le permitió sonreír en retorno, a pesar de que sabía qué esperar

100
cuando decidió visitarla. A pesar de querer actuar de una forma más
alegre para que Hermione pudiera pensar en algo distinto por un
momento.

"Puedes sentarte…"—empezó a decir lentamente ella—"a excepción que


prefieras quedarte allí parado."

Su respuesta llegó en pasos rápidos; caminó hacia ella y se sentó en el


mismo lugar que Blaise había ocupado sólo momentos antes. Abrió su
boca para decir algo pero ninguna palabra salió. Hermione se lo quedó
mirando de forma inquisitiva, preguntándose si tenía que ordenarle que
hablara, y entonces se dio cuenta de cuál era el problema: ella.

"Entiendo que debo ser un desastre." Dijo ella suavemente y suspiró en la


misma forma. A decir verdad, a Hermione ya no le importaba cómo se veía
en estos días. No se había molestado en intentar peinar su cabello, ni
siquiera se puso un poco de maquillaje, y se vestía con las viejas ropas de
Draco para jugar quidditch, las cuales le quedaban excesivamente
grandes.

"No…" Intentó mentir. —"Te ves… es sólo que… me recuerdas del tiempo
que estuvimos de campamento, tratando de escapar de Voldermort y sus
mortífagos."

Era un tema que a ella no le gustaba discutir, mucho menos recordar en


un momento en el que tenía mayores cosas de las que preocuparse. "Tus
ojos están tan rojos… Hermione… ¿cuánto tiempo ha pasado esta vez?"

"No llevo la cuenta." Dijo Hermione de forma pensativa mientras


observaba una de las grandes ventanas de su antigua habitación. "El sol se
está poniendo, así que supongo que habrá pasado un día."

"No puedes leer por 24 horas seguidas, Hermione, incluso si eres capaz de
recordar todo lo que lees… no es bueno para tu salud."

"No me importa."

"Tu…" Él estaba a punto de decir 'obsesión' pero cambió de idea,


"…investigación sería mucho más fructífera si te permitieras dormir más
de una hora… en una cama… y… ¿has comido algo?"

101
"He estado comiendo."—Dijo ella. —"A pesar de que en verdad no tengo
ganas."

"Eso es bueno, ahora si intentaras no sólo comer, sino también dormir


como una persona normal…"

"No tengo el tiempo." Ella lo interrumpió y lo miró desesperada. "No sé


cuánto tiempo tengo… nadie lo sabe."

"Mira… Hermione, la primavera ya casi está aquí, apuesto a que…"

"Eso es lo que él dijo." Hermione lo interrumpió otra vez con su voz


temblorosa e intentó reprimir las lágrimas que se formaban rápidamente
alrededor de sus ojos. "Él dijo que se sentiría mejor para cuando llegara la
primavera. Que el clima cálido y el aire suave…" Hermione se limpió las
lágrimas que caían por sus mejillas.

Y Harry decidió cambiar de tema, aunque sabía que no serviría de nada,


porque todo en su vida, todo lo que hacía, estaba ligado a lo que sucedía
con Draco.

"Así que, ¿qué estás haciendo aquí?"

"Pensando. A veces vengo aquí a pensar… a reorganizar mis


pensamientos… mi investigación, mi… todo." Ella suspiró. "Por lo general
cuando no puedo continuar leyendo, a pesar de querer… mis ojos duelen
mucho y… no puedo concentrarme… no puedo ver bien las letras… pensé
que quizás si venía aquí por un rato y trataba de pensar en otra cosa…
entonces me sentiría mejor para poder continuar leyendo. Pero no puedo
aclarar mi mente, y no puedo recordar nada, para nada."

"Recordarías lo que has estado leyendo si durmieras en vez de sentarte


aquí y mirar la nada."

"No, si recuerdo lo que he estado leyendo, simplemente porque sé que no


he leído nada que me sirviera." Se encogió de hombros. "Lo que quiero
decir es que no recuerdo nada de esta habitación."

"Eso no es raro."

"Pero quiero recordar." Ella se quejó con una voz cansina y adolorida,
abrazando sus piernas más cerca de su pecho por confort.

102
Harry vaciló, pero se movió un poquito más cerca a ella y le pasó un brazo
alrededor de los hombros, esperando confortarla también. Ella no pareció
percatarse de su tacto, y Harry pensó que era una buena reacción, porque
últimamente ella rechazaba lisa y llanamente a quienquiera que quisiera
tocarla, incluso si no era más que un intento de hacerla sentir mejor.

"Debería sentirme como en casa aquí." Hermione explicó luego de una


larga pausa. "Quiero sentirme como en casa… pero no puedo hacerlo sin
él."

"Por eso no has estado en la mansión Malfoy últimamente." Dijo Harry.

Ella asintió con la cabeza. "Todo allí me recuerda a él y no me puedo


concentrar. No puedo siquiera conciliar el sueño en ninguna habitación
porque no lo tengo a mi lado…"

Hermione hizo otra pausa. "… así que vine aquí esperando sentirme
mejor… así puedo investigar mejor."

Harry la observó pensativamente. "¿Tienes miedo de dormir?"

La muchacha asintió con la cabeza y lo miró a los ojos. "Tengo miedo de


despertar y que alguien me diga que… que se acabó… que no pudo
continuar más."

Ella asintió con la cabeza y lo miró a los ojos. "Temo que despertaré y
alguien me dirá… que se ha acabado… que Draco no pudo continuar."

"No está tan mal, Hermione. Al menos eso me han dicho. "

Sus ojos pronto cambiaron a una mezcla de furia y dolor. "¿Tan mal?
Harry, ¡no ha estado mejorando en lo más mínimo! Ningún tratamiento
funciona, ninguna poción, nada funciona. Sus pulmones se están
achicando, ¡por Merlín!"—Hermione estaba casi gritando en este punto.
—"Y ha pasado un mes, un mes entero en el cual no ha despertado… y eso
en San Mungos, ¡el mejor hospital para enfermedades mágicas que hay en
el continente!"

Harry no se movió, no se sintió intimidado, tan sólo se sintió peor por ella.

"Supongo que, a veces, desafortunadamente, es el temor de perder a


alguien lo que te hace darte cuenta de cuánto quieres en realidad a esa

103
persona." Harry dijo gentilmente. Le echó una mirada a su amiga, no
quería que se desmoronara. "Y es ese temor lo que te impide de hacer
cosas que normalmente harías, como visitarlo en vez de quedarte en tu
casa leyendo."

"Lo dices como si no fuera algo útil." Ella se quejó cansinamente. "He
estado investigando por él desde que se descubrió el problema… creo que
es más útil que quedarse a su lado todos los días, observándolo…
esperando que abra sus ojos otra vez… como hace su madre."

"Estoy segura de que encontrarás algo, Hermione, pero no de esta forma.


O tomas una poción para dormir y duermes ocho horas seguidas, o vas y
lo visitas, pero tiene que ser esta noche. Lo que sea que escojas será
mejor que quedarse en este lugar temiendo lo que sucederá luego."

"Lo sé." Dijo ella adolorida.

"¿Qué harás?"

"No lo sé… supongo que quiero verlo… ha pasado más de una semana
desde la última vez que lo vi… pero es tan doloroso verlo acostado allí… y
su madre siempre a su lado…"

"Puedo hacer arreglos para que su madre deje su lado por esta noche, ella
necesita dormir en una cama tanto como tú."

"Narcissa nunca lo deja… sólo cuando los sanadores intentan nuevas cosas
en él, y sólo si es realmente necesario."

"Se irá si prometes cuidarlo esta noche."

"¿Cómo puede estar tan seguro?" preguntó una Hermione escéptica.

"Fui bien informado por tu familia. Confía en mí."

Hermione se quedó mirándolo pensativa, él mostró una débil pero


reconfortante sonrisa; ella sospechaba algo.

"Mi madre te mandó aquí." Ella lo acusó.

"Vine por mí mismo, pero sí hablamos por un rato antes de que Blaise me
dijera que podía verte. Ella cree que te hará bien visitarlo."

104
"Puede que tenga razón…" Hermione se encogió de hombros. "Quizás si
hago lo que me aconseja por esta vez… algo bueno saldrá de ello."
Hermione suspiró y agregó: "No es que espere que despierte pronto."

"No pierdas la esperanza, Hermione."

"Esperanza es todo lo que me queda." Ella puso sus manos en el piso


como apoyo para levantarse. Parecía ser un gran esfuerzo para Hermione,
ya que Harry tuvo que ayudarla tomándola del brazo para prevenir que
cayera.

Ambos dejaron la habitación sin decir una palabra, Hermione se apoyó en


Harry mientras caminaban por los pasillos de la mansión, haciendo su
camino hacia la sala de estar donde estaban esperando la madre de
Hermione y Blaise.

"Irá." Anunció Harry.

La mujer mayor sonrió aliviada y se acercó a su hija para darle un abrazo.


Habían pasado varios días desde que Hermione había dejado la casa; su
comportamiento sólo lograba preocuparla. Los únicos lugares a los que
usualmente asistía eran la librería, un baño y su antiguo dormitorio.
Hermione había pasado su tiempo trabajando diligentemente en su
investigación sin fin; incluso mientras comía, algo que tampoco duraba lo
suficiente, ya que comía sobre sus libros en la librería.

"Me alegra tanto, mi querida." Hyppolyta sonrió gentilmente a Harry.


"Muchas gracias."

"Es sólo por esta noche." Explicó una muy cansada Hermione, "Regresaré
por la mañana."

"Lo que mejor te parezca, querida." Dijo Hyppolyta mientras acariciaba el


costado del rostro de su hija. "Te he preparado una mochila con ropa
limpia sólo por si quieres quedarte toda la noche."

"Gracias." Contestó Hermione con un tanto de timidez, yéndose con


Harry.

Blaise observó a Harry con resentimiento mientras guiaba a Hermione


hacia la chimenea; había logrado en menos de media hora lo que Blaise no
había podido hacer en días.

105
Narcissa Malfoy no se veía perfectamente elegante últimamente; tenía su
cabello suelto, sin ningún arreglo, como si no tuviera vida. Era una mujer
hermosa y nunca necesitó mucho maquillaje, pero hoy en día apenas se
molestaba en ponerse lápiz labial siquiera, ni en cubrir las ojeras que ya
empezaban a notársele.

De todos modos, muy pocas personas podían verla en ese estado, ya que
casi nunca dejaba a su hijo. Narcissa había convertido, prácticamente, la
habitación de hospital de Draco en su propia suite de hotel, donde podía
observar a su hijo todo el día, y vigilar a los sanadores experimentando
con nuevas pociones en él.

Aquella noche, cuando Hermione y Harry llegaron, Narcissa no estaba de


buen humor. Por un lado quería reprender a su nuera por no pasarse más
a menudo. Y, por el otro lado, no quería dejar a Draco; temía hacerlo.
¿Qué tal si despertaba y ella no estaba allí con él? ¿Qué tal si su estado
empeoraba?

Pero Hyppolyta había hablado con ella aquel día temprano y la convenció
de que le haría bien pasar una noche en la mansión Malfoy, su hogar, el
cual no había visitado desde que su hijo había caído en un estado de
inconsciencia. También sería bueno para Hermione verlo, le había dicho, y
quizás inclusive para él, aunque nadie sabía si es que Draco podía sentir a
la gente a su alrededor.

Ella no podía evitar sentir algo de amargura al pensar en Hermione: desde


que Draco había caído inconsciente, Hermione apenas lo visitaba. Era
como si Draco no le importara, como si a ella no le afectara. Y Narcissa
estaba segura de que él la necesitaba a Hermione, y que le gustaría
tenerla cerca, incluso si estaba en un sueño sin fin.

Las pocas veces que la muchacha se había dignado en ir a verlo, apenas se


había quedado por unos pocos minutos. No parecía ser capaz de tolerar la
situación. Quizás no tenía esperanza, pero Narcissa no podía pensar así,
porque ella si tenía esperanza, sabía que su hijo despertaría y que se
pondría mejor; la esperanza era lo único que le quedaba.

Cuando entraron a la habitación, sin embargo, la furia de Narcissa contra


Hermione decreció inmensamente. Sólo por verla a la cara, Narcissa
dedujo que Hermione se veía muerta por dentro, y su exterior no era
mucho mejor. La muchacha no habló al entrar a la habitación, y mientras

106
Harry Potter saludó a Narcissa, Hermione sólo observaba a Draco en un
estado que parecía de hipnotismo.

Harry tuvo que sacudirla para que volviera a la realidad.

"¡Hermione!"—Cuando llamó su nombre, pareció llamar su atención, y


ella, abruptamente, tornó su cabeza para verlo a la cara, su rustro la
apresuraba a hacer algo, y, un momento más tarde, se dio cuenta de que
había estado ignorando a su suegra desde que entraron en la habitación.

"Mrs. Malfoy, lo siento. Buenas tardes." La saludo ella de una forma


lamentable, casi asustada de mirarla a la cara.

"Hermione." Dijo la mujer mayor, intentando sonar tan calmada como era
posible. —"Pareces estar agotada, ¿estás segura de que quieres hacer
esto?"

Hermione respondió asintiendo con la cabeza, aunque con una voz


insegura. —"Si, seguro; traje algunos libros para leer."

La muchacha no parecía haber comprendido lo que implicaba la pregunta


de Narcissa, y esta suspiró dramáticamente. Era obvio que la niña estaba
bastante devastada; y así, Narcissa se preguntó si realmente era lo mejor
dejarla quedarse sola con Draco.

"No es que algo vaya a suceder de todos modos." Agregó Hermione en


una voz monótona.

"No digas eso," La reprendió Narcissa con furia. "Lo último que mi hijo
necesita es que perdamos la esperanza."

"No he perdido la esperanza," contestó ella con voz cansina. "Habría


dejado mi investigación hace mucho tiempo de haberla perdido."

Narcissa suspiró suavemente y negó con la cabeza. —"No hay nada que
puedas descubrir que los sanadores no hayan intentado ya, querida."

Eso era lo que todos le decían, y Harry tomó la oportunidad para


intervenir antes de que Hermione perdiera el temperamento por oír
aquello otra vez, que es lo que solía suceder por lo general.

"Hermione, ¿por qué no vas a tomar una ducha y te relajas? Te hará


bien."—Él la animó mostrándole la puerta del baño. —"Tienes todo lo que

107
necesitas en tu cartera. Dejaré la mochila con tus libros en aquél sillón allí
y me iré antes de que termines, ¿bien?"

La muchacha, Narcissa notó, parecía responderle a ese muchacho como si


fuera un robot, era algo mecánico. Ella simplemente fue al baño sin
murmurar una sola palabra. Y parecía que era algo que su propia familia
no había logrado hacer en días. Su nuera se veía mucho peor que la misma
Narcissa.

"Apesta," Comentó la mujer mayor. "La última vez que la vi al menos


intentaba arreglar su cabello; o al menos dejaba que su madre lo hiciera,
supongo."

"No lo está llevando bien, señora Malfoy. No sé cómo se mantiene


despierta últimamente; se pasa todo el día leyendo."

"Si, Hyppolyta me dijo que la encontró incontables veces dormida encima


de una pila de libros en su biblioteca."—Ella suspiró dramáticamente y
agregó: "La pobre cree que puede más que los sanadores de este
hospital."

"Hermione es inteligente y testadura; puede acabar sorprendiéndonos a


todos."

"Esperemos que así sea; pero prefiero confiar en los sanadores que en
aquella pobre muchacha obsesionada."

En el baño, Hermione no podía oír las voces de afuera; aunque no es que


le importara lo que tuvieran que decir sobre ella. Ella ya sabía, y sólo
viendo su imagen en el espejo se podía imaginar cuanta conversación
podía crear en estos días. Hermione no recordaba cuándo había sido la
última vez que se había mirado en el espejo, y no le gustaba la imagen que
la observaba desde allí.

'Parezco una vagabunda.' Pensó irónicamente.

Lentamente ella se desvistió, notando que sus ropas estaban


horrendamente arrugadas y no tenían un aroma mejor que su aspecto.
Normalmente habría sentido vergüenza, pero a ese punto ya no podía
importarle demasiado. Era extraño en ella, pero su actitud indiferente era
mejor que sus anteriores estados de depresión; al menos ahora estaba

108
intentando trabajar por un bien mayor en vez de sentirse mal por sí misma
y odiar su vida.

Hermione entró en la ducha y se quedó parada allí por largos minutos


sintiendo el agua caliente corriendo por su espalda. Notó que su madre
había empacado su shampoo y acondicionador preferido, a Hermione le
resultó bastante curioso que recordara cuáles eran sus marcas y estilos
preferidos; también empacó la loción para el cabello que utilizaba para
poder peinar sus rulos. Su padre probablemente haya pensado que
querría verse bien para Draco, a pesar de que él no iba a despertar para
verla.

Curiosamente, no sólo empacó un cambio de ropa para el día siguiente,


sino también uno de sus camisones y su bata a juego. Aparentemente, ella
pensó que Hermione sería capaz de dormir aquella noche.

Hermione se encogió de hombros y se puso el camisón una vez que acabó


con su larga ducha; quizás podría intentarlo. También se puso la loción en
el cabello y—sentándose enfrente del gran espejo que tenía el baño—
empezó a formar los rulos que solía mostrar cuando se sentía mejor. Se
sentía bien verse mejor, se dio cuenta, y también sentirse… fresca, había
pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así. Pero eso no
significaba que se sintiera precisamente bien. Lentamente, mientras
Hermione peinaba su cabello mechón por mechón en lentos y delicados
movimientos, se percató de que sólo estaba haciendo eso para postergar
su salida del baño, estaba postergando ver a Draco.

Inhaló profundamente cuando se encontró enfrentada a la puerta, una


mano en el mango, un nudo en su garganta. Era horrible para ella tener
que verlo en aquel estado, pero tenía que hacerlo, e iba a hacerlo.
Además, a él probablemente le gustaría tenerla a su lado, aunque dudaba
de que fuera capaz de percatarse. Los sanadores habían sido muy claros al
respecto: él no podía sentir ni escuchar nada. Sus signos vitales eran tan
pobres que tenía una magia especial en su cuerpo para mantenerlo
respirando. Para que pudiera mantenerse con vida.

Sacudiendo su cabeza en un intento de alejar los malos pensamientos, ella


abrió la puerta y lentamente caminó por la habitación. Harry y Narcissa ya
se habían ido, estaba sola con Draco; no lo había estado en mucho
tiempo. Quizás estaba sería su oportunidad de arreglar las cosas, aunque
sería inútil—inútil para él.

109
Así que ella fue hacia el sillón que estaba justo al lado de su cama y se
sentó. Hermione observó su rostro por largos minutos: parecía estar
dormido, se veía tan pacífico, y respirando tan suavemente… si tan sólo
eso fuese verdad. Hermione notó que él tenía sus brazos sobre las sábanas
de su cama, y así sus manos estaban disponibles para ser tomadas;
Hermione había visto a Narcissa tomando su mano izquierda cada vez que
ella venía de visita. '¿Servirá de algo? ¿O tan sólo dolerá más no sentir su
respuesta a mi contacto?'

Justo después de pensar aquello, ella estuvo a punto de hablarle, de


pedirle que mostrara alguna señal de si podía escucharla, pero la idea era
ridícula, tenía que aceptar eso de una vez por todas. Eso, sin embargo, no
iba impedirle hablarle; Draco podría no escucharla, pero ella podía
escucharse a sí misma.

"Supongo que no puedes oírme, como dicen."—empezó ella a decir


despacio, observando su rostro con esperanza muerta. —"Pero debo
hablarte de todos modos, más allá de que no escuches."

Ella suspiró y, lentamente, tomó una de las manos de Draco. Estaba fría y
sin respuesta, pero al menos no estaba tan fría como la de un cadáver, eso
era todo lo que importaba ahora: que estaba vivo, y que había
posibilidades de que sobreviviera.

"Lamento no haber venido más a menudo; supongo que no te importa si


no te puedes dar cuenta de si estoy aquí o no, pero tengo una buena
excusa: espero encontrar una forma de curarte. Sé lo que dirías; que es
algo muy tonto de hacer, que es inútil, que no soy una médica y que sólo
porque tuve las mejores notas en la escuela no significa que seré capaz de
encontrar algo que los sanadores de este hospital no hayan encontrado
ya."—Ella volvió a suspirar.

"Eso es lo que todos me dicen, incluso Harry y Blaise, y esos dos siempre
han apoyado mis más locas ideas. Bueno, supongo que siempre fue más
bien una obligación para Blaise, pero Harry… Harry debería creer en mí,
hemos pasado tantas cosas juntos…"

Hermione hizo una pausa y se quedó mirando silenciosamente a Draco por


un momento, como si esperara que algo sucediera, al menos que frunciera
el ceño por escucharla hablar de Harry Potter, pero, por supuesto, nada
sucedió.

110
Hermione inhaló profundamente y continuó. "De todos modos, ha pasado
cosa de un mes y no he encontrado nada útil aún. Pero no he perdido la
esperanza, y no planeo hacerlo, debes saber eso. No me rendiré." Le
aseguró, apretando su mano con fuerza y sin obtener respuesta de él.

"He leído casi todos los libros de pociones de tanto la mansión Malfoy
como Zabini. He leído los libros oscuros que tu madre me permitió ver en
tu casa… pero aún así, nada que sirva para el problema con tus pulmones.
Supongo que los demás tienen razón sobre ello, ¿de qué sirve leer cientos
de libros sobre pociones? No encontraré nada que los sanadores no sepan
ya… supongo que entiendo eso… y aún así continúo intentando, ¿te
parece que sea estúpido de mi parte?"

Su pregunta fue dejada sin respuesta, no había esperado menos. —


"Supongo que tu respuesta sería que si."—Suspiró con tristeza y luego
bajó la parte superior de su cuerpo para recostarse en la cama, la cual era
lo suficientemente grande como para no tener contacto físico con él. —
"Extraño tus respuestas, tus respuestas retóricas, tu sarcasmo… tu voz,
todo tu ser, en verdad…"—Hermione se percató de que hablarle era
mucho más sencillo de lo que había pensado; dolía hacerlo, pero lo haría
de todos modos, podía hacerlo.

"Es cómo me dijo Harry hoy temprano… a veces hace falta esto para darse
cuenta de cuánto se quiere a alguien… por desgracia. Y no es justo,
¿sabes? Ahora estoy aquí diciéndote todo lo que siento y tú ni siquiera
puedes escucharme… pero no continuaré con ello… no de esta forma. Te
diré que te amo cuando despiertes, ¿de acuerdo?"

No esperó una respuesta, pero decidió interpretar la suave respiración de


Draco como un sí. "Porque despertarás, y te sentirás mejor también."
Agregó con determinación en su voz, la esperanza lentamente haciéndose
lugar entre los rasgos de su rostro.

"Aún me pregunto qué estabas pensando al arruinar una poción, no es


digno de ti hacer algo así… nunca lo fue. Pero supongo que estabas bajo
presión en ese entonces, y yo no fui de mucha ayuda, ¿o sí?"—Comentó
ella con tristeza—"Eso, sin embargo, no te excusa de no haberte hecho
controles cada tanto como hice yo luego del accidente. Eso fue
simplemente estúpido. Tan estúpido como hacer una poción de ánimo
mortífera."

111
"¿Y eso era para mí o para ti? Aún me pregunto eso. Por lo que los
investigadores pudieron descubrir, no era una poción de ánimo normal,
sino una muy poderosa; no pudieron descubrir todos los ingredientes,
pero supieron cual arruinó todo: la esencia de bellevalia. Pensó que debía
iniciar mi investigación con esa planta, ¿sabes? Y lo hice… por supuesto,
los sanadores ya sabían mucho más que yo cuando vine aquí a
comentarles cuales eran las contra-pociones para el veneno de esa planta,
y ya lo habían probado todo en ti."

"Bueno, no creo ser mucho mejor que ellos, pero sí creo que hay algo que
puedo descubrir para ayudarte; es sólo un sentimiento, o quizás es sólo
que logré conocerte mejor de lo que crees en estos últimos meses… y
hasta ahora, tengo algo que me ha servido de mi investigación: sé que no
aprendiste esa poción de ninguno de los libros de pociones que usamos en
Hogwarts, ni los libros de pociones de la mansión Malfoy. Y, no pensé que
me sirvieran de algo y así fue, pero tampoco me fueron útiles los libros de
la mansión de mi familia. La mayor parte de los ingredientes de una
poción de ánimo fueron utilizados, eso seguro, pero hay rastros de otros
ingredientes encontrados que no son de esa poción exactamente… así
que, mientras todos asumieron que era una poción de ánimo muy
poderosa, yo pienso que debería asumir que no lo era, o al menos, que si
era una poción de ánimo, era de tu propia invención, no una normal que
puedes encontrar en cualquier libro… ¿pero cómo puedo luchar contra
algo que tú hiciste? Algo de lo que apenas tengo detalles."

"Lo bueno es que sé qué ingredientes usaste; simplemente porque


regresé a la casa de mis padres y chequeé los ingredientes que dejaste allí,
además de los que aparecieron en el expediente del caso… bueno, todos
eran los mismos, pero de todos modos, algunos no es comunes. Como
algunas escamas y esencias… lo hablé con mi familia, incluso con tu
madre, pero todos llegaron a la misma conclusión: tuviste un mes entero
antes de caer en este… este estado para decirnos algo que pudiera tener
alguna relevancia. Y todo lo que sabemos exactamente fue cuando
empezó tu problema, incluso tu. Así que, si los ingredientes tenían alguna
relevancia, ¿por qué no decir algo, Draco? ¿Por qué?"

Aquel por qué hacía eco en su mente, pasaba siempre lo mismo cada vez
que pensaba sobre aquellas cosas una y otra vez. ¿Por qué no se había
molestado en cooperar con la investigación? Él admitió lo que había
hecho, dio detalles, dijo cual pudo haber sido su error, explicó la poción…
no dijo de dónde la había sacado, sin embargo; a veces, cuando Draco

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estaba despierto y estaban intentando descubrir cuál era su problema,
Hermione creía de tanto en tanto que él no parecía querer sentirse mejor.
Pero era una idea tonta, ¿por qué no querría sentirse mejor?

Al final, todo parecía estar plagado de por qués. Preguntas para las que
Hermione no tenía respuestas.

"En que lío te has metido, Draco."—Susurró Hermione con tristeza


mientras, lentamente, movía su otra mano al costado de su rostro y lo
acariciaba gentilmente. —"Será mejor que te recuperes."—Ella reprendió
a su forma inconsciente. —"Necesito que salgas de esto… y tu madre. Ella
quedaría devastada si te rindieras… y yo también."

"Encontraré algo para ayudarte." Dijo ella en voz alta, más que nada para
auto-asegurarse.

Minutos más tarde, Hermione decidió dejar de observar la forma


durmiente de Draco y tomó un par de libros de su bolso. Eran los últimos
tres libros de pociones que había encontrado en la mansión Zabini. Hasta
ahora, ella no creía que sería de ninguna utilidad abrirlos; eran bastante
viejos, así que podrían ser de algún uso, pero había pensado lo mismo
sobre los últimos 200 libros que había leído.

Aún así, ella abrió el primero y ojeó las páginas con rapidez; encontrando
nada de relevancia para el caso. Lo mismo sucedió con el segundo libro, y
para cuando empezó el tercero, ya había llegado a su punto de
culminación: Hermione ya no podía leer, simplemente, en verdad
necesitaba dormir.

Miró al reloj, ya eran las dos de la mañana, y luego miró a la cama que las
enfermeras habían hecho para ella al otro lado de la habitación. Se veía
cálida y suave, pero Hermione dudó que fuera de alguna utilidad acostarse
allí. Quitando su vista de aquella cama, miró a Draco otra vez, y concluyó
que había espacio para ambos en esa cama.

No es que fuera una extraña, después de todo ella era su esposa y, tenía el
derecho de compartir una cama con su esposo si quería. Era posible que
no rompiera ninguna regla si se acostaba a su lado… quizás incluso la
ayudaría a dormir.

Y así, Hermione, cuidadosamente hizo su camino hacia la cama y apoyó su


cabeza contra el pecho de Draco, al igual que había hecho tantas veces en

113
el pasado. Era algo que extrañaba terriblemente; quizás era justo lo que
necesitaba, incluso si le dolía que él no la abrazara. Besó su pecho,
inhalando su aroma mientras, con delicadeza, ponía el brazo de él
alrededor de su cintura.

Le tomó un largo rato dormirse, pero cuando lo hizo, un sueño vino a su


mente. Hermione se vio a sí misma y a Draco juntos en un salón desierto,
ambos vestidos en sus mejores ropas de baile, estaban danzando un vals.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó él con calma en su voz, sus ojos mostraban
consternación.

"¿No puedo bailar con mi esposo?" Preguntó ella con ironía.

"No deberías estar aquí."—Explicó él con cansancio. "No deberías estar


viendo esto."

"¿Qué más hay que ver además de ti?"

"No deberías estar aquí."—Repitió, esta vez con su voz monótona.

"¿Por qué no? ¡Por Merlín! Malfoy, ¿no puedes darme una sola respuesta
que tenga sentido? Esta también es mi casa, tengo el derecho de estar
aquí, y puedo ver lo que sea que quiera."—Exclamó Hermione. —"Puedo
hacer lo que quiera."

"Has hecho lo que has querido; y mira cómo nos dejaste."

Dejaron de bailar en ese mismo punto, Hermione sintió un desborde de


dolor por sus palabras; Draco no se veía afectado en lo más mínimo; se
veía como una marioneta sin vida. Sus ojos eran monótonos, no tenían
aquel brillo familiar, ni su actitud arrogante, ni su seguridad en sí mismo,
ni alegría, ni amor… nada; se veía vacío, sin vida.

"¿Cómo puedes decir eso?" Preguntó Hermione, peleando contra sus


lágrimas. —"¡Nos estaba yendo muy bien!"

"Viniste demasiado pronto, pero no tengo problema con eso."—Él sonrió.


Era aquella sonrisa que implicaba que él sabía algo que ella no, que algo
malo sucedería.

114
"¿De qué estás hablando?" Hermione cuestionó mientras lentamente se
alejaba de él. Él caminó hacia ella como un cazador haría con su presa; una
presa que no tendría oportunidad alguna si intentaba huir.

"Nada que quisieras probar."—Replicó Draco, pero esa réplica no


respondía a su pregunta. De hecho, ninguna de sus preguntas estaban
siendo respondidas.

La respiración de Hermione era agitada, su espalda chocó contra una


columna y se detuvo su retirada. Draco la estaba acechando, y pronto
estaba en frente de ella; sus rostros estaban a centímetros el uno del otro.
Hermione sintió miedo, algo que no había sentido por su esposo en
mucho tiempo.

"Te quedarás conmigo de ahora en adelante." Dijo él con una sonrisa


demoníaca apareciéndose en su bello rostro.

"¿Qué te ha sucedido, Draco?" susurró Hermione, sintiendo una repentina


necesidad de alcanzar su rostro y acariciarlo.

Pero antes de que pudiera hacerlo, despertó.

Ya era de mañana, notó adormecida. Suspiró al darse cuenta de lo que


había sucedido, y Hermione no estaba segura de si lo hacía por alivio o por
arrepentimiento, porque había sido muy agradable ver a Draco despierto
y bien, pero al mismo tiempo había sentido temor por él al final de su
sueño.

Lo miró, lo escuchó respirar suavemente y encontró tranquilidad en ello:


seguía vivo. Sentada en su cama, Hermione pensó en su sueño otra vez,
sintiendo la urgencia de recordar cada parte, y sintiendo también un
fuerte deja vu de repente. ¿Había tenido ese sueño antes? La pregunta
estuvo presente en su mente por el resto del día.

Hermione se sentía descansada, había pasado mucho tiempo desde la


última vez, y ahora desgraciadamente tenía que salir de la cama. Se quedó
mirando un rato a Draco. Una de las razones por las cuales había estado
evitando visitarlo era que le resultaba muy difícil dejarlo. Odiaba verlo
acostado allí de esa forma.

115
"Lo siento, Draco, pero me tengo que ir." Se inclinó hacia él y lo besó
tiernamente en los labios. Era horriblemente doloroso besar sus labios
gélidos, pero muy dentro quería creer que él podía sentirlo.

"Es por un bien mayor, créeme." Ella susurró y luego fue hacia el baño
para cambiarse.

Una vez fuera del baño, con ropas limpias y lista para irse, se encontró con
un sanador escribiendo rápidamente en la historia clínica de Draco. Ella
conocía a ese hombre, y no le gustaba para nada.

"Doctor Chambers." Hermione lo saludó de forma ácida, sin molestarse en


ocultar el desagrado y el agror en su voz, ni el odio en sus ojos.

"Señora Malfoy; buen día" El hombre mayor la saludó sin asombrarse por
el comportamiento de Hermione hacia él; tampoco parecía importarle.
"Veo que se está yendo; ¿pasó una buena noche?"

"¿Por qué está usted aquí?" Le preguntó ella, ignorando su patético


intento de ser cortés. "Solicitamos especialmente no tenerlo como
sanador de mi esposo."

"El Señor Malfoy, sin embargo, no tenía problema alguno en tenerme


como su sanador de cabecera." Respondió él con indiferencia mientras
examinaba la historia de Draco.

"Claro, luego él cayó en un coma."—Dijo Hermione secamente. —


"Obviamente no tenía mucho que decir." Era para enfurecerse, sólo ver a
ese hombre hacía que su sangre hirviera. Él había tenido la gran idea de
petrificar a Draco para impedir que su enfermedad empeorara.

La solución era para proveer a los sanadores con más tiempo para llegar a
una mejor teoría y solución para la enfermedad. El problema se dio
cuando le dieron la poción para quitar la petrificación. La poción no
funcionó, e hizo que la situación empeorara. Ello resultó en que los
sanadores no pudieran despertarlo. Hermione había estado furiosa.

"Fue la mejor solución que teníamos para impedir que sus pulmones
continuaran achicándose, Señora Malfoy, y debo recordarle que el mismo
Señor Malfoy estuvo de acuerdo." Dijo él de forma defensiva. Sonrió
tímidamente y continuó, "Además, tuvimos éxito en impedir que sus
pulmones continuaran achicándose a una gran velocidad."

116
"Y eso es lo mejor que habéis logrado en más de un mes." Hermione
respondió, apenas capaz de reprimir su angustia al hablar de la condición
de Draco. Su furia la ayudó a mantenerse tranquila. "¿Dónde está la
doctora Winfrey? Me cae mejor que usted."

"No trabaja hoy, la estoy reemplazando." Respondió el hombre de forma


indiferente. Era el típico caso de un doctor al que no le importaban sus
pacientes, y eso era lo que Hermione odiaba más de él.

Sólo la llegada de Narcissa Malfoy impidió que Hermione continuara


discutiendo con aquel sanador. Ella se fue del hospital inmediatamente,
dejando la poco amistosa charla a su suegra, quien tenía las misma forma
de pensar en mente.

Durante todo el camino a la casa de su madre, ella pensó de la cara de


Draco en su sueño, ¿a qué le recordaba ese sueño? Hermione decidió que
su sueño había sido importante, y así, iba a analizarlo pedazo a pedazo si
era necesario.

"¿Pudo haber sido Draco hablándome?" Le preguntó a su madre una vez


que terminó de contarle lo sucedido. En verdad, ella apenas podía creer
algo de ese tipo, pero de alguna forma quería que fuera posible. "¿Crees
que podía comunicarse conmigo mientras dormía a su lado?"

Hyppolyta no se veía como siempre en ese momento, básicamente


porque no sabía qué decir. Su hija se veía tan esperanzada cuando le
contó su sueño, que no quería devastarla con la verdad, ni quería darle
falsas esperanzas.

"No puedo saberlo con seguridad, querida. ¿Quién sabe siquiera si ese
tipo de magia es real?"

"¿Pero podría serlo?" Hermione insistió otra vez, comportándose como


una niña pequeña quien realmente creía que su madre tenía todas las
respuestas. "¿No tienes ninguna idea al respecto?"

"Desearía poder decirte que sí; pero me temo que no, querida, no lo sé. Ni
tampoco jamás había oído de algo así, parece bastante…"

"¿Ridículo? Propuso Hermione, rechinando los dientes al decirlo.

"No creo que sea una locura, Hermione, sólo… inusual."

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La joven muchacha se mostró pensativa por un momento, observando la
nada mientras pensaba sobre ello una vez más. Hyppolyta encontró
confort viendo su rostro tan determinado, no se veía ni enfadada ni triste;
su hija sólo parecía estar planeando algo grande, muy dentro de su
cabeza. Incluso parecía estar a punto de sonreír.

"Inusual me suena bien. Después de todo, lo que sea que esté pasando
con Draco no es para nada usual."

Y entonces, Hermione se levantó, mostrándose encerrada en sí misma


mientras se alejaba de su madre, yendo a la biblioteca. Hyppolyta observó
su espalda mientras su hija dejaba la habitación y reprimió un suspiro;
preocupada estaba, pero quizás sería bueno para Hermione concentrar su
atención en lo que fuera que tenía en mente, porque, lo que fuese que
fuera, sonaba mejor que su anterior plan.

Cuando Hermione entró en la biblioteca, no fue directo hacia un libro


como normalmente hacía; en vez, tomó una hoja de papel y una pluma
para escribir, y así, empezó:

'No deberías estar aquí, no deberías estar viendo esto.' En ese momento le
había parecido que él quería que ella se fuera.

'Viniste demasiado pronto, pero eso no es ningún problema para mí.' Esa
oración era la que más molestaba a Hermione, porque había sido allí que
Draco la había asustado en su sueño.

'Te quedarás conmigo de ahora en adelante.' Escribió luego. Aquellas


frases no decían mucho si estaban separadas, pero todas juntas le daban
escalofríos a Hermione.

A primera vista uno podía saber que Draco en verdad le estaba hablando:
primero advirtiéndole, diciendo que estaba haciendo algo mal, que tenía
que salir. Segundo cambiando de opinión y diciendo que estaba bien con
ello, y tercero que…

"¿Que me quiere llevar con él? Se preguntó en voz alta. En verdad era un
pensamiento escalofriante; si uno consideraba que Draco en verdad le
estaba diciendo que lo acompañara. Eso no podía ser bueno, ¿o sí? Eso
era lo que más la había asustado, lo que implicaba con sus palabras.

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Hermione ponderó sus posibilidades entonces. ¿Podía ser que Draco le
estuviera diciendo que estaba enferma? No pensó que eso fuera así, su
último chequeo había sido justo después de que Draco cayera en un coma,
ella estaba en buena salud.

Su imaginación la llevó al lugar en el que se habían encontrado: un salón


de baile. Le recordaba al baile que nunca fue, aquel que habían estado
planeando juntos en secreto. El que ella iba a llevar a cabo en la mansión
Malfoy.

'Mansión Malfoy' Escribió luego, ya que parecía importante. El lugar le


recordaba de aquella mansión después de todo. Y entonces, otra idea que
había estado dándole vueltas por la cabeza regresó: ¿Qué tal si todo lo
que veía era de verdad? ¿Qué tal si Draco estaba atascado en aquel lugar?
¿Qué tal si ella de alguna forma se metió en su cabeza y lo vio? Realmente
lo vio… Eso significaría que en verdad le habló, que le advirtió… ¿y que
luego quería que se quedara con él?

Dejó la pluma, de repente sintiéndose muy fría. Era horrible, realmente


horrible.

"No te corresponde estar aquí." Dijo para sí misma en su susurro bajo, y


luego lo escribió en la hoja.

"¿No me corresponde estar en la mansión Malfoy?" Hermione se


preguntó mientras leía todas las oraciones otra vez. "Eso no tiene mucho
sentido."

¿O quizás no le correspondía estar dentro de su cabeza? O… quizás… ¿No


le correspondía estar haciendo aquello? Quizás lo que Draco le estaba
diciendo era que no se metiese en problemas, o que no se molestara con
esa búsqueda. Pero no quería creerlo. Si Draco le estaba hablando en
código, era porque no podía hablar de ninguna otra manera, y por lo
tanto, no podía pensar de esas oraciones como parecían ser a primera
vista. Debía haber algo más.

Tal vez no había sido más que un sueño y ella simplemente quería que
fuese más que eso; suspiró.

'Mansión Malfoy' Concentró sus ojos en esas palabras, y un nuevo rostro


se le vino a la mente: Narcissa Malfoy; ¿podría ella ayudarla? Hermione
creyó que sería mejor no decirle sobre el sueño, simplemente no parecía

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correcto, al menos no para ella. Pero tal vez aquel sueño había sido una
señal de que ir a un Malfoy ayudaría.

Así que Hermione se levantó y salió de la biblioteca sin decir una palabra.
Volvería a San Mungos sola, y no temía hacerlo por primera vez en
semanas. Nada en su camino la detendría, ni nadie… excepto una persona.

"¿Qué haces?" Hermione escuchó la voz grave de Blaise saliendo de detrás


suyo, entonces giró su cuello levemente para verlo parado fuera de una
habitación con una mirada sospechosa en su rostro.

"Necesito hablar con la señora Malfoy." Contestó ella con una ceja
arqueada, observándolo con ojos inquisitivos. "¿Tienes algún problema
con ello?"

La gente a su alrededor no se estaba comportando de forma normal, se


percató ella. "¿Y qué si lo tengo?" Preguntó Blaise.

Hermione se dio media vuelta para enfrentarlo cara a cara. ¿Estaba


intentando pelearse con ella? Eso sí que era algo nuevo, y no tenía ningún
sentido.

"¿Cuál es tu problema?"

Él no le respondió, pero sus ojos furiosos estaban observándola


detenidamente.

"¿A qué estás jugando?" Intentó preguntar ella otra vez, pero no esperaba
una respuesta. Hermione le dio la espalda y caminó hacia la puerta; pero
Blaise se apareció en frente de ella, impidiéndole avanzar.

"¿A qué estás jugando tú?" Blaise le preguntó mientras ella intentaba
alejarse de él. "No estás actuando como siempre."

"¿No lo estoy?" Preguntó ella con incredulidad. "¿Y tú sí?"

"Si." Él asintió con la cabeza, y puso sus manos en los hombros de ella.

"Te estás comportando como un imbécil, sal de mi camino, Blaise."

Él no pestañeó, ni se movió ni un milímetro. Todo lo que hizo Blaise fue


cruzarse de brazos y observarla con sus ojos desafiantes.

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"Sinceramente no tengo tiempo para esto." Dijo Hermione.

"¿Qué es esto?" Preguntó él de forma burlona, exasperándola aún más.


Sin embargo, su rostro cambió de burlón a serio cuando volvió a hablar:
"Llegas aquí tarde en la mañana; te quedas por alrededor de una hora y ya
estás lista para irte otra vez. Ayer no podías salir de casa por ti misma. Así
que, ¿qué es esto?"

"Podía irme, tan sólo no tenía ganas."—Replicó Hermione simplemente.


—"Pero eso no es asunto tuyo, ¿o sí?"

"No intentes jugar con cosas que no puedes manejar." Le advirtió Blaise
antes de desaparecer y permitirle moverse otra vez.

Hermione se quedó observando el lugar vacio, pestañeando con fuerza.


¿Acababa de discutir con él por nada? Negó con la cabeza y caminó fuerza
de la mansión. Hermione no tenía idea de qué estaba sucediendo en la
cabeza de Blaise, pero tenía cosas más importantes que atender.

De regreso en San Mungos, Hermione pasó por varios pasillos, ignorando


la gente a su alrededor mientras caminaba hacia la habitación de Draco.
De alguna forma, su determinación le permitía concentrarse sólo en lo que
tenía en mente, y así, no se permitió decaer por tener que ver a Draco
otra vez.

Sin embargo, una vez llegada al pasillo correcto, su corazón casi se para
cuando sus ojos se encontraron con una vista sin igual. No podía ser
bueno, pensó, no… no podía serlo, ¿o sí?

Por la primera vez en su vida vio a Narcissa Malfoy y a Andrómeda Tonks


juntas. Estaban paradas frente a la puerta de la habitación de Draco,
abrazándose la una a la otra. Narcissa parecía estar luchando contra sus
lágrimas, al igual que Andrómeda.

Con temor a moverse, con temor a hablar, los peores miedos de Hermione
le sobrevinieron y cayó a sus rodillas; desesperanzada observó a ambas
mujeres. ¿Qué había sucedido?

"Señora Malfoy." Una enfermera estaba a su lado e intentó ayudarla a


levantarse, pero Hermione no se movió ni un centímetro de su posición,
sentada en el piso.

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"Draco… Draco…" Murmuró, con lágrimas cayendo rápidamente por su
rostro.

"Señora Malfoy, por favor…"

Andrómeda y Narcissa se percataron de que Hermione estaba presente


cuando escucharon la voz de la enfermera, y ambas mujeres se dieron
vuelta para mirarla. Narcissa estaba particularmente sorprendida, y
rápidamente sacó un pañuelo para secarse los ojos. Andrómeda, sin
embargo, caminó hacia Hermione y puso una mano en su hombro.

"Está bien, querida. Draco está bien… bueno, tan bien como puede estar
ahora."

Hermione miró a Andrómeda a la cara con nueva esperanza en sus ojos.


"¿Qué sucedió?"

"Nada, tesoro, nada." Dijo Andrómeda mientras secaba una lágrima. "Es
sólo que Narcissa y yo nos reunimos después de mucho tiempo… quería
aprovechar esta oportunidad para verla y ayudarla en este momento tan
complicado en su vida."

"Oh…" Dijo Hermione. Que tonta, pensó; había asumido lo peor que
podría haber ocurrido como para que ambas hermanas se reunieran otra
vez.

"Los sanadores están haciéndole otro examen a Draco, así que no


podemos entrar ahora mismo."

Andrómeda la ayudó a levantarse junto con la enfermera, quien se fue


luego.

"¿Qué están haciendo hoy?" preguntó Hermione, secándose sus propias


lágrimas.

"Honestamente no tengo idea." Respondió su suegra. "Han hecho la


misma poción otra vez, esta vez cambiaron un par de ingredientes
esperando que funcione de la forma que quieren. Tienen otras dos
pociones hechas; es las sexta vez, querida, desearía poder creer que esta
vez funcionará."

122
"No digas eso, Cissy." Su hermana intentó darle ánimos. "Encontrarán
algo. Tienen que hacerlo."

Era extraño verlas a ambas. Estaban agarradas de la mano, Andrómeda


estaba confortando a Narcissa. Parecía que todo entre ellas había sido
dejado atrás, todos los prejuicios de Narcissa y el dolor de Andrómeda…
era algo impresionante de ver.

La hizo pensar en su propia familia… y una persona en especial le vino a la


mente: Harry. No estarían emparentados por la sangre, pero Harry era
parte de su familia. Sabía que Harry podría ayudarla, al igual que ella lo
había ayudado a él montones de veces. Inmediatamente descartó a
Narcissa, no sería de ninguna ayuda. Narcissa no tenía la fuerza para
escuchar sus ideas. Narcissa habría encontrado sus ideas tontas e
incoherentes. Pero Harry… Harry tenía que creer en ella.

Si había alguien en el mundo que creía en ella y en sus habilidades era él. Y
en ese momento, Hermione necesitaba a Harry más que a nadie. Incluso si
no tenía las respuestas que buscaba, lo que sí tenía era la aptitud para
ayudarla a organizar sus pensamientos.

Hermione tenía algo muy claro en su mente: cada problema tiene una
solución. Guiada por esa lógica, jamás dejaría su búsqueda de respuestas.
Respuestas a preguntas tales como: ¿por qué Draco había enfermado y
ella no? ¿Qué era lo que estaba deteriorando su sistema? ¿Por qué no
despertaba? ¿Y cómo sucedió?

Siempre había sido buena para encontrar respuestas por sí misma, pero
también admitía que sus amigos habían sido de mucha ayuda dándole
ideas sin siquiera intentarlo. Así que llamó a Harry para que la ayudara. El
muchacho estaba muy inseguro de lo que ella esperaba de él, pero aún
así, de poder, ayudaría. Todo lo que podía hacer, sin embargo, era
escuchar sus ideas sobre un misterioso sueño que probablemente no
significaba nada.

"Estábamos bailando, y él me decía una y otra vez que no debía estar allí,
que había arruinado todo y tenía que quedarme con él. Era medio feo." Le
explicó. Harry no parecía estar nada entretenido; ¿qué podía decir en
verdad? Sonaba como un sueño normal, como cualquier otro, lleno de las
inseguridades y temores de Hermione.

"Crees que…¿intentaba decirte algo?" Preguntó, inseguro sobre qué decir.

123
"¿Por qué todo el mundo cree que es una locura?" Le preguntó Hermione,
exasperada. Era tan injusto que nadie le creyera. "Tú, de todas las
personas, deberías entender. Quiero decir, ¡por Merlín! ¡Solías tener
sueños como este sobre Voldermort!"

"No eran sueños exactamente, era como si pudiera leer su mente


mientras dormía. Teníamos un lazo mágico…"

"Bueno, yo también tengo un lazo mágico con Draco." Le mostró a Harry


su alianza de casamiento al decir eso. "Se supone que puedo sentirlo,
saber dónde está en todo momento… y saber cuándo está en peligro."

"¿Sientes que esté en peligro?" Era una pregunta tonta, ya que todo el
mundo sabía que Draco luchaba por su vida día a día. Pero le dio a
Hermione algo sobre qué pensar.

"De hecho, no. Tan sólo… me resulta más complicado sentir nuestro lazo
últimamente, como si se estuviera alejando…"

"Y no has tenido más sueños." Dijo él.

"No, y he intentado tenerlos durmiendo, si es que eso te preguntas."


Agregó Hermione.

"¿Le consultaste a tu madre sobre el lazo? Puede que ella sepa algo."
Sugirió Harry.

"No más que Narcissa; mis padres no tuvieron ese lazo. Y Narcissa
tampoco pudo darme demasiada información." Dijo Hermione.

Harry se quedó en silencio por un momento mientras ojeaba las notas


sobre el sueño de Hermione. Juntas decían algo que podía parecer
desagradable, eso era cierto. ¿Pero qué tal si no se suponía que estuvieran
todas juntas?

"Asumamos que este lazo implica que puedes leer la mente de Malfoy en
sus sueños."

"No es una mala idea, ni siquiera pensé en eso." Hermione se dio cuenta
de que probablemente necesitaba dormir más, porque no era algo difícil
de idear.

124
"Así que no estaba hablándote a ti, simplemente estaba soñando." Dijo
Harry.

"Lo que quieres decir es que este sueño no significa nada." Dijo ella en
silencioso enfado.

"Bueno, no puedo estar seguro de ello, Hermione. Pero no quiero darte


falsas esperanzas."

Hermione, sin embargo, aún sentía en su corazón que algo faltaba. Algo
importante. 'No deberías estar aquí' Draco le había dicho… y no era la
primera vez que lo hacía. La vez anterior, ella lo había encontrado leyendo
un libro; Hermione no recordaba muy bien dónde había sido, o por qué lo
había dicho, pero el recuerdo de él diciéndolo cada vez se hacía más claro
en su mente. ¿Qué libro había estado leyendo? ¿Era un libro? Entonces lo
recordó: ¡el libro negro! El que no podía abrir porque no tenía sangre
Malfoy en sus venas… pero, quizás… quizás con el cuerpo de Draco… quien
sabe.

"¡Muchas gracias, Harry!" Hermione exclamó de repente, una brillante


sonrisa en su rostro. "Ya sé qué hacer."

"De nada, supongo." Harry se encogió de hombros, ya que no tenía idea


de qué sucedía con su amiga.

Lo que tenía que hacer ahora Hermione era encontrar aquel libro, ¿dónde
podría haberlo dejado? Hermione primero chequeó el estudio de Lucius,
el último lugar en el que lo había visto. Ese estudio era un desastre, se
había asegurado de que quedara así la primera hace tiempo, la primera
vez que Draco cayó enfermo fue el primer lugar a dónde fue a buscar
respuestas. Eso también le recordó que el libro no estaba allí, habría
recordado algo de haberlo visto antes.

Así que buscó en el dormitorio de ambos, la biblioteca, incluso en las


cocinas, pero no pudo encontrarlo. Incluso intentó convocarlo con el
hechizo Accio, pero no sirvió de nada. El libro probablemente no estaba en
la casa, o no podía ser invocado.

Se sintió decepcionada. Su última esperanza era Narcissa Malfoy y la


posibilidad de que supiera algo sobre el libro, alguna forma de
encontrarlo. Respecto a cómo abrirlo… encontraría una respuesta para
ello luego.

125
Narcisa estaba, como de costumbre, en la habitación de hospital de Draco,
al lado de su hijo, tejiendo algo pacientemente.

"Oh, hola Hermione, querida." La saludó con una agradable sonrisa, como
si fueran familia; a Hermione le gustaba cuan unidas habían llegado a ser,
lo suficiente como para compartir secretos y temores, lo suficiente para
ser en verdad una familia.

"Narcissa, necesito tu ayuda."

"¿Qué sucede?" Preguntó ella inmediatamente, insegura de qué pensar.


Era extraño que Hermione pidiera ayuda.

"Necesito encontrar un libro…" Dijo Hermione, pero fue interrumpida


antes en la mitad de su oración.

"Has visto absolutamente todos los libros en la mansión, querida.


Honestamente no sé cómo puedo ayudarte ya."

"No, no todos los libros. Hay un libro del que Draco me habló… dijo que
había sido pasado de Malfoy a Malfoy de generación en generación,
contiene pociones y hechizos…"—Hermione intentó con todas sus fuerzas
recordar todo lo que Draco le había dicho sobre aquel libro sin revelar las
circunstancias en las cuales lo había hecho.—"Sólo puede ser abierto por
alguien con sangre Malfoy."

"El libro de Acastus." Narcissa razonó con una mirada suspicaz. "¿Qué te
hace pensar que puedes abrir ese libro? ¿Estás embarazada?"

"No, por supuesto que no." Hermione replicó y se sonrojó levemente.


"Pero pensé que quizás podría intentar abrirlo usando la sangre de Draco."
Respondió ella, vacilante.

Narcissa suspiró gravemente y negó con la cabeza de forma lenta. "Ya he


intentado eso sin resultados positivos."

Hermione dejó caer sus rodillas al suelo entonces, ya que su esperanza


había sido destruida. Observó a su suegra con su rostro en blanco y una
mirada incierta en sus ojos. ¿Qué haría si no podía abrir ese libro? Draco
había sido muy claro: sólo un Malfoy de sangre puede abrir ese libro. El
Ministerio había intentado hacerlo montones de veces y nunca había
logrado ver más allá de su tapa.

126
"¿Estás completamente segura de que es el último Malfoy?" Preguntó
Hermione a Narcissa.

La mujer asintió con la cabeza. "Lo he pensado también, y he estudiado el


árbol genealógico. Los Malfoy sólo han tenido descendientes masculinos
cada generación por los últimos cinco siglos. Muchos murieron sin hijos,
así que es básicamente una línea recta; el último es Draco.

"Si tan sólo aquel libro pudiera comprender eso." Comentó Hermione de
forma lastimosa, y una idea le vino a la mente. ¿Qué tal si el libro podía
entender? Podía no tener un alma, pero era capaz de cambiar para
protegerse de ojos enemigos, era capaz de proteger su legado, y ahora
mismo, Draco era parte de ese legado, el último. "¿Puedes mostrarme el
libro?" Preguntó Hermione, sus ojos curiosos por su idea.

Narcissa abrió un cajón a su lado y tomó el pequeño libro negro, se veía


igual que meses atrás. Su tapa negra, sus viejas hojas mostrando un color
parecido al marrón, y ninguna inscripción de ningún tipo que pudiera
verse. Hermione tomó el libro de las manos de su suegra y se sentó en la
cama de Draco.

"Si no te abres, Draco morirá, y el apellido Malfoy morirá con él. Protege
tu legado y muéstrame lo que le ha hecho esto."

Ambas mujeres se sorprendieron cuando el libro se abrió por sí mismo y


empezó a pasar sus hojas en blanco hasta que se detuvo. Las páginas en
blanco empezaron lentamente a mostrar una escritura en tinta negra, de a
poco se iban formando letras, y las letras se convertían en palabras.

"¡Por Merlín! ¡No puedo creerlo!" exclamó Narcissa con un grito ahogado,
sin aliento. Con sus ojos abiertos como platos, miró el libro, asombrada a
más no poder. "¿Estás segura de que no estás embarazada?" Preguntó con
curiosidad. Sólo Narcissa podía pensar en algo así en un momento como
ese.

"Estoy segura." Murmuró Hermione mientras leía lo que el libro le había


revelado.

"Veneno de lirio, es una muerte lenta y dolorosa. Una sustancia imposible


de rastrear." Leyó Hermione.

127
"Y bastante poco común, debo añadir. Fue prohibida por el Ministerio
hace siglos. ¿Cómo llegó a las manos de Draco? Estoy segura de que no
tenemos en casa." Declaró Narcissa.

Hermione negó con la cabeza, estaba de acuerdo. "No, los sanadores


buscaron venenos y cosas así, no pudieron encontrar nada que lo dejara
en este estado."

Minutos más tarde, Hermione estaba informando a los sanadores de su


descubrimiento. No le hicieron más preguntas de las necesarias, y así,
empezaron a tratarlo para curar el envenenamiento por lirio. Aún así, le
tomó tres días despertar.

Hermione estaba allí el día que despertó, y también estaba Narcissa.


Ninguna quería hablar de lo que realmente estaban pensando: ¿por qué
Draco había hecho eso? ¿Había tenido razón Hermione cuando pensó que
estaba deprimido? ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué hacer algo tan egoísta
y horrible como intentar tomar su propia vida?

Muy lentamente, Draco abrió sus ojos. Lo primero que vio fue el techo
blanco de la clínica. Su madre ahogó un grito de emoción y apretó con
más fuerza la mano que le estaba sosteniendo. "¿Draco?" Preguntó.

"Madre." Respondió él lentamente, y luego miró a Hermione. "Hermione."

Hermione, a pesar de estar feliz por verlo despertar, no sonrió. Todo en lo


que podía pensar era en su creciente furia interior: ¿Por qué? ¿Por qué?
Esa era la pregunta que daba vueltas alrededor de su mente una y otra y
otra vez. Y aunque no creía que fuera lo mejor que podía hacer en aquel
momento, le hizo a Draco la pregunta que no querría oír.

"¿Por qué lo hiciste, Draco? ¿Por qué te envenenaste?" Preguntó con furia
en su voz y tristeza al mismo tiempo.

"¡Hermione!" Dijo Narcissa con un tono represor. "No necesitamos hablar


de eso ahora."

"A decir verdad, no estoy de acuerdo." Replicó Hermione en su mejor


estilo de sábelo-todo, sus ojos estaban apagados, no tenían brillo alguno
mientras los observaba a ambos. "No creo que pueda quedarme aquí
mucho más tiempo si continúo preguntándome lo mismo una y otra y otra
vez."

128
"Lo siento, Hermione, madre." Dijo Draco, e inmediatamente pidió algo,
ya que le costaba mucho hablar. Hermione no creyó que lo sintiera, pero
no era el momento para discutir. Tan sólo quería respuestas.

Mientras bebía el agua, Hermione esperó pacientemente a que terminara.


No parecía querer hacerlo. Una vez vaciado el vaso, lo colocó encima de la
mesa de noche al lado de la cama. Observando a Hermione, esperó unos
pocos segundos antes de continuar con su discurso.

"¿Qué crees que hice?" Preguntó.

"Intentaste suicidarte con lirio." Dijo Hermione, mientras Narcisa


cambiaba su vista de su hijo hacia Hermione con sorpresa y shock por la
franqueza de lo dicho.

Draco se quedó en silencio por un momento. "Bueno, no es tan así."

"¿Cómo? La poción estaba en tu libro, tu eres el único capaz de abrirlo."

"¿Abriste el libro?" Preguntó sorprendido, "¿y te mostró la poción?"

"Se lo pedí muy bien y me permitió ver qué estaba dañándote. Pero no
cambies el tema, Draco. ¿Por qué lo hiciste?" Hermione obviamente no
estaba con mucha paciencia.

Él suspiró con cansancio y cerró sus ojos por un momento, pensando cuál
era la mejor forma de explicar lo que hizo. "No era una poción
exactamente, era más bien una maldición."

"¿Qué es lo que tenéis los Malfoys con las maldiciones?" Hermione


exclamó con furia, cruzando sus brazos sobre su pecho; era realmente
ridículo.

Draco ignoró su pregunta y continuó: "Mi estado durmiente fue producto


de utilizar lirio, si, pero no lo usé para matarme; lo usé para… ocultar… a…
algo."

"Eso tiene mucho sentido, usar una sustancia mortal para ocultar algo y
tomar tu vida al mismo tiempo." Dijo Hermione dirigiendo una furiosa
mirada a Draco.

El hombre suspiró y apartó su tímida mirada de la cara de Hermione. "No


estaba intentando matarme, fue tan sólo un efecto secundario."

129
"No comprendo, Draco."—Narcissa los interrumpió—"Si fue tan sólo un
efecto secundario, ¿cómo es que no nos dijiste qué te estaba haciendo
daño? Pudiste haber prevenido todo esto."

"No, madre, no podía." Respondió él, mirando sus manos en vez del
preocupado rostro de su madre. "Hice algo que no debería haber salido a
la luz."

"¿Qué quieres decir?" Preguntó Hermione otra vez.

"Ahora que estoy despierto, ya se ha acabado de todos modos; me odiarás


por lo que he hecho." Su tono mantenía remordimiento.

"No te odio, Draco, tan sólo pienso que eres un idiota." Replicó Hermione,
ya sin furia, decidiendo que era suficiente por ahora. Tarde o temprano
tendría las respuestas que buscaba.

Recién una semana más tarde Draco estuvo lo suficientemente fuerte


como para regresar a casa. En todo ese tiempo, Hermione determinó que
sería mejor seguir el consejo de Narcissa y no intentar conseguir
información de él. Hermione decidió esperar hasta que estuviera lo
suficientemente fuerte como para volver a ser un ser racional, si es que
alguna vez podría.

Y, a decir verdad, una parte de Hermione no quería saber qué era lo que
Draco había hecho exactamente. ¿Qué era tan terrible como para tener
que ser ocultado? Ella prefería imaginarse que era algo tonto, alguno de
esos objetos tenebrosos que los Malfoy cuidaban tanto, algo que no le era
relevante a ella, algo que no le haría odiarlo, como él había dicho. Incluso
si era algo que podía ayudar a la Orden, no quería saberlo.

Así que, lo primero que quiso hacer cuando finalmente estuvieron solos,
fue besarlo; besarlo como no pudo hacerlo en todos esos meses que había
estado enfermo. Sentir sus labios cálidos encima de los de ella, su suave
piel contra su cuerpo, y el deseo que ambos compartían.

Acostada en la cama de ambos, Hermione se quedó mirando a Draco. Él


tenía los ojos cerrados, probablemente a punto de dormirse. Estaba más
delgado que antes, ya que había estado siendo alimentado con la ayuda
de una máquina por todo el tiempo que estuvo en el hospital. Hermione
no podía olvidar esos tres meses de desesperación, y cuán difícil había
sido encontrar una cura. Sentía rencor, pero no quería mostrarlo, ya que

130
se acababa de percatar de que amaba a Draco, realmente lo amaba, y el
temor a perderlo la asustaba. Así que no quería discutir, pero aún así,
tenía algo en su cabeza que necesitaba salir a la luz.

"Draco…" Ella lo sacudió ligeramente, intentando impedir que se


durmiera. "Despierta."

"Estoy muy cansado, Hermione."

"Despierta de todos modos." Ella insistió.

Él frunció el ceño y abrió sus ojos lentamente. "¿Te das cuenta de que
hemos tenido sexo justo después de que fuera dado de alta? No puedo
hacerlo otra vez." Se quejó.

"No es eso."—Dijo ella de forma cansina.—"Tan sólo quería decirte algo."

"¿Qué?"

"Te amo, Draco. Me tomó mucho tiempo percatarme, y no quiero


perderte. ¿Entiendes?"

En respuesta, él se acercó a ella y la besó con fuerza en los labios. Cuando


se rompió el beso, Draco estudió el rostro de Hermione por un momento.
"No estés triste, estoy bien ahora."

"Hiciste algo muy estúpido, por alguna razón que de seguro es estúpida
también. ¿Cómo sé que no lo harás otra vez?"

"Acabas de decir que me amas, Hermione… no pensé que fuera digno de


tu amor, y aún no lo creo… pero ahora que sé que me amas… pelearé por
ti."

"¿Qué quieres decir con que pelearás por mí? Ya me tienes." Inquirió ella,
confundida. Eso era algo nuevo.

"Pero estoy a punto de perderte otra vez." Explicó él con un suspiro.

"¿Cómo?" Preguntó Hermione, sorprendida por sus palabras.

"Hice algo malo… algo a lo que esperaba no sobrevivir con tal de no tener
que enfrentarlo." Dijo él.

131
"Dijiste que ocultaste algo."—Razonó Hermione, "¿Cuán malo puede ser?
¿Evasión de impuestos quizás?"

"El asunto es que… no oculté algo, oculté a alguien." Confesó él, y pronto
los ojos de Hermione se llenaron de comprensión.

"Ron." Dijo con un grito ahogado, una mano cubriendo su boca.

Draco asintió con la cabeza y esperó que se le gritara o golpeara. Pero


Hermione no dijo nada, tan sólo se quedó mirándolo en shock, y ese shock
luego se convirtió en decepción, una decepción que le rompió el corazón a
él. Pero no podía ser comparado con la desesperación y el dolor que había
en sus ojos.

"Hicimos el amor… te dije que te amaba…" Hermione murmuró,


observándolo con una mirada que le rompía el corazón.—"y ahora me
dices… ¿Que le hiciste algo a Ron?"

"No podía ocultártelo más." Explicó Draco, ya sin esperar que ella lo
comprendiera, ¿pero qué más podía decir?

"¡Bastardo!" Le gritó con una sola lágrima recorriendo su rostro; era la


primera vez en mucho tiempo que Draco la hacía llorar. "¿Dónde está?"

"No lo sé."—Respondió él con seriedad, completamente ignorando el grito


de Hermione.—"No lo hice solo. Tuve ayuda… pero lo encontraré."

"¿Quién te ayudó?" Preguntó ella con furia.

"No puedo decírtelo." Contestó él con culpa.

"Si realmente te importo aunque sea un poco, de lo cual estoy segura que
no es así, me dirás quien más estuvo en esto contigo y yo me encargaré
del resto, lo encontraré sin tu ayuda."

"No puedo." Insistió él.

Hermione se quedó callada por un momento mientras intentaba calmarse;


respiraba hondo, adentro y afuera. Cerró los ojos e intentó pensar por un
momento. Si Draco estaba diciendo la verdad, que alguien había estado en
esto con él, ¿realmente importaba quién era? Quizás, no, todo lo
contrario, de seguro haría una diferencia, podría darle pistas. No podía ser
Narcissa, porque habría sabido que había causado que Draco cayera

132
enfermo, no podía ser su propia madre, porque ella quería nietos… así que
tenía que ser…

"Blaise." Razonó Hermione. Tenía sentido, ¿en quién más podía Draco
confiar? ¿Quién más también odiaba a Ron? ¿Y quién sino él había sido
tan misterioso respecto de la enfermedad de Draco y la desaparición de
Ron?"

Draco asintió con la cabeza e intentó proteger a su amigo lo mejor que


pudo. "Pero fue todo una idea mía."

"Eres un idiota." Murmuró Hermione y se levantó de la cama, se vistió


dándole la espalda a Draco todo el tiempo, y luego se fue de la habitación
en silenciosa furia.

Lo siguiente era ir a la mansión Zabini. Allí llamó a Blaise, pero se encontró


con su madre.

"¿Qué sucede, querida? Pareces preocupada." Comentó Hyppolyta.

"Necesito ver a Blaise en seguida, madre." Hermione dijo, omitiendo los


saludos requeridos.

"¿Puedo saber por qué? Pareciera que quieres cortarle la cabeza. ¿Qué
hizo?" Preguntó su madre.

"Él sabía, madre; sabía lo que Draco había hecho y no dijo nada." Dijo
Hermione, como si su madre supiera de qué estaba hablando.

Era triste pero cierto. Blaise se había convertido en el mayor mentiroso.


Ella no quería creerlo, ya que era su adorado hermano; pero los hermanos
también podían ser traidores.

"Así que, me imagino que ya lo sabes." Era Blaise quien habló, apareció de
la nada a espaldas de Hermione.

Hermione se dio vuelta para encararlo. Estaba furiosa, lo suficiente como


para darle una bofetada en la cara, pero había algo peligroso en la actitud
de Blaise, ella sólo se quedó mirándolo con furia. "No puedo creer que tú
de todas las personas pudieras hacer algo así. Confié en ti, Blaise."

Blaise negó con la cabeza y suspiró. No quería tener esa conversación. "Lo
hice por ti, lo necesitabas fuera de tu vida."

133
"No intentes de excusarte."—Dijo ella con un dejo de debilidad.—"Sólo
dime dónde está Ron."

"Acaba de encontrar su camino a casa. Está con sus padres en este


momento." Dijo él sin arrepentimiento alguno.

"¿Dónde lo tenías?" Preguntó ella.

"No lo tenía en ningún lugar en particular, tan sólo lo dejé en una ciudad
lejos sin magia ni medios." Reconoció Blaise.

Hermione observó asombrada a su hermano, con su rostro en blanco. Aún


no podía creer que hubiese hecho algo tan horrible. Dejar a Ron, que no
sabía nada sobre muggles, sin magia, solo en una ciudad desconocida. Eso
era más que cruel. "Pudo haber muerto de hambre, ¡pudo haber muerto
por el frío!"

"No, lo dejé en un refugio para pobres." Explicó Blaise. "Todo el mundo


pensó que estaba loco, buscando varitas mágicas y magia, así que
eventualmente fue llevado a un psiquiátrico. Sin embargo, se lo trató bien
allí."

"Nunca pensé que pudieras superar a Draco, pero resulta que tú eres el
mayor bastardo, Blaise." Su furia se notaba en cada palabra que decía.

Blaise suspiró y asintió con la cabeza. "Tienes razón en eso." Luego se


retiró, dejando a Hermione a solas con su madre.

Hyppolyta tenía una mano cubriendo su boca. Observó el lugar dónde


había estado Blaise, y luego a Hermione. Eventualmente, caminó hacia su
hija y puso una sola mano en el hombro de ella. "¿Estarás bien, querida?"
Le preguntó.

"No puedo creer nada de esto, madre."

Hyppolyta puso sus brazos alrededor de su cuerpo y la abrazó. "Yo


tampoco." Dijo.

Hermione no tenía idea de cómo reaccionarían los Weasley cuando la


vieran, tampoco sabía si le permitirían entrar a la casa, pero tenía que
intentarlo. Tenía que ver a Ron. Tenía que disculparse por todo; por lo que

134
Draco había hecho, por no buscarlo, por creer que se había ido por
voluntad propia, y por estar enfadada con él.

Así que fue allí, a la casa de Ron. Había pasado mucho tiempo desde la
última vez que había estado ahí. Era curioso ver cómo habían acabado las
cosas, su vida había sido un desastre, y ahora allí estaba ella, en un lugar
que le traía tan buenos recuerdos.

Si tan sólo hubiese podido ir más seguido. ¿Pero cómo podía enfrentar a
Molly Weasley? ¿Y a Ginny? Además, las cosas con Ron siempre habían
sido complicadas.

Así que allí estaba ella, en la puerta delantera. Tan sólo le tomaría unos
pocos golpes que alguien abriera la puerta; diablos, ellos probablemente
ya sabían que ella estaba ahí, y tan sólo esperaban su señal. Hermione
suspiró profundamente, ya que se olvidó de respirar por un momento. Se
percató de que su corazón latía más fuerte de lo habitual, y que el puño
que haría contacto con la puerta también estaba temblando.

"Puedo hacerlo." Se dijo a sí misma.

Y así, golpeó dos veces la puerta con sus manos temblorosas. Esperó
algunos segundos que parecieron minutos.

Para su alivio, fue George quien abrió la puerta.

"¡Hermione!" Exclamó sorprendido. —"Ha pasado mucho tiempo." El


hombre parecía incómodo, inseguro de qué decir, algo bastante extraño
en él. Aunque, a decir verdad, él había cambiado un montón desde que su
gemelo había muerto. A Hermione no le pareció extraño que no la invitara
a pasar.

"Me alegra verte, George."—Dijo ella tímidamente, y entonces, con un


leve tartamudeo, agregó: "Necesito ver a Ron."

George suspiró y se quedó pensando un momento. Lo que fuera que


tuviera que decir lo estaba molestando. Hermione no esperaba menos.
"Mira, Hermione, siempre es agradable verte… pero no creo que mi
familia esté… dispuesta a verte aún."

135
"No sabía lo que mi hermano y esposo habían hecho hasta hace una
hora."—Ella explicó con una voz tristona. —"Y necesito ver a Ron, tengo
que disculparme con él y ver si está bien."

"Aún así, Hermione, estás íntimamente relacionada con…"

Hermione lo interrumpió de improvisto. "Me rehúso a ser reconocida


como una Malfoy o una hermana de Blaise Zabini ahora mismo, George. Y
no creo que alguna vez pueda volver a estar cerca de ellos, por ahora."
Viendo que él estaba vacilando, Hermione agregó en una voz suplicante:
"Por favor, George."

George se sintió débil cuando escuchó su "por favor", simplemente no era


posible resistirse a algo así, al menos para él. De todos modos se figuró
que era lo correcto a hacer.

"Muy bien, entra, pero debo advertirte que no te gustará lo que verás."

Ambos caminaron a través de la sala de estar, estaba desierta. Pasaron


por la cocina, donde algo se estaba cocinando, pero no había nadie
trabajando allí; antes de que pudieran llegar a las escaleras, Ginny
apareció de la nada.

"¿Qué demonios estás haciendo tú aquí?" Dijo ella con una voz
amenazante, viéndose tan furiosa como era posible.

"Tranquila, Ginny." George la reprimió.

"Estoy aquí para ver a Ron, Ginny. Cualquier problema que hayamos
podido tener…" Hermione fue interrumpida por la joven pelirroja antes de
que pudiera terminar su oración.

"¿Problema? ¿Estás al tanto de lo que tu esposo y hermano le hicieron a


Ron? Eso no es un problema; ¡es tan horrible que ni siquiera tiene
nombre!"

"Lo sé." Reconoció Hermione, "Pero no tuve nada que ver con ello. Me
acabo de enterar hoy."

"No es su culpa, Ginny. Sabes cómo funcionan los Slytherins." George


intentó defender a Hermione del ataque verbal de su pequeña hermana.

136
"¡Pero ella eligió a Malfoy por encima de Ron! ¿Cómo puedes estar de su
lado?" La furia de Ginny no sólo era evidente en su voz, sino también en su
mirada oscurecida.

"Si esto es una cuestión de posturas, Hermione siempre ha estado de


nuestro lado, y tú sabes eso." George desafió a su hermana a
contradecirlo mientras su dura mirada colisionaba con la de ella.
Aparentemente, a pesar de su enfado, Ginny no quería desafiar a su
hermano mayor, ni tampoco podía negar la verdad de sus palabras.
Hermione podía estar casada con un Malfoy, pero su lealtad a su causa era
innegable. Sin intenciones de reconciliarse con su amiga, y sin otra
palabra, Ginny se retiró, dejando a George y a Hermione a solas.

"Lamento eso, Hermione." Él se disculpó.

Ella se encogió de hombros y le mostró una sonrisa débil. "Me gustaría


que Ginny yo pudiéramos ser amigas otra vez, pero eso no será posible si
no puede comprender que estoy con Draco por un motivo."

Por supuesto que había un motivo, y por no haberles dicho cuál era el
verdadero, les había estado mintiendo. George, como el resto de su
familia, pensaba que se había casado por amor, un amor infantil y
estúpido. Ron era el único Weasley que conocía la verdad, y por lo tanto,
era el único que podía comprenderla.

"¿Estás? Pensé que lo ibas a dejar." Inquirió George.

"Si, lo estoy dejando… otra vez." Respondió ella con tristeza.

Ron estaba en su habitación. Cuando llegaron ahí, él estaba acostado en


su cama, y su madre estaba allí con él, tomándolo de la mano y
acariciándole la cabeza con la otra mano.

"¡Hermione!" Dijo ella sorprendida, y luego de un momento, sus ojos se


endurecieron y su boca se mostró de forma insegura. "No estoy segura de
que seas bienvenida aquí."

Hermione estaba a punto de disculparse con ella, pero Ron habló primero,
impidiéndolo.

"Hermione…"—Él estaba muy sorprendido de verla, lo suficiente como


para levantarse y caminar hacia ella a pesar de las quejas de su madre.

137
"¡Me alegro tanto de verte!" Ron la abrazó, asombrando a todos en la
habitación.

No la odiaba; ello le resultó curioso a Hermione. Ron, el Ron que ella


recordaba habría despotricado y delirado en el mismo minuto en que la
hubiese visto.

"Me alegra tanto que estés bien."—Dijo ella mientras lo abrazaba, no


quería dejarlo ir, se sentía muy bien estar en sus brazos otra vez después
de tanto tiempo, después de tantos problemas, después de tanto enfado.
Estaba tan complacida de poder inhalar su aroma, sentir sus fuertes
brazos a su alrededor. Le recordaba de mejores tiempos, tiempo que
siempre asociaría con la casa de los Weasley y con Ron mismo. Pero,
incluso si no lo quería de forma romántica, si lo quería como amigo, uno
de sus mejores amigos.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó por curiosidad, ya que no había esperado


verla.

"Tenía que verte…"—Explicó, apenas capaz de hablar por la vergüenza,


"También tenía que disculparme… ¡todo ha sido mi culpa!"—Hermione
exclamó con furia y tristeza. Ignorando a las otras dos personas que
estaban en la habitación, prosiguió: "De no haberte besado, Draco jamás
se habría dado cuenta, y no habría querido cobrar venganza."

"¿Todo esto fue por un beso?" Molly preguntó asombrada, con sus
grandes ojos marrones muy abiertos. Como la mayoría de la familia
Weasley, ella no conocía las verdaderas razones por las cuales Hermione
se había casado con Draco, ni sobre la maldición que ambos compartían.
Tener ciertos tipos de contacto afectivo con otras personas resultaría en
daño físico.

Hermione asintió con la cabeza, avergonzada de sí misma, y Ron dijo: "Eso


pensé." Y, mientras lentamente intentaba dejar a su amiga, continuó:
"Mamá, ¿puedes darnos un momento? Tú también, George."

George se fue inmediatamente con una pequeña sonrisa en su rostro,


pero Molly vacilaba, imaginándose todo un nuevo escenario. "¿Esto
significa que dejarás a tu esposo, querida?" Preguntó esperanzada.

A Hermione le habría encantado poder decir que sí sin mentir, ser capaz
de dejarlo por la atrocidad que había hecho, ya que había sido mucho

138
peor que cualquier cosa que hubiese hecho antes: no sólo había
traicionado su confianza, sino que además ella se sentía usada. Ni siquiera
sabía qué era peor.

"Me gustaría poder, Señora Weasley."—Replicó Hermione, esperando que


la mujer mayor no hiciera más preguntas. De algún modo, aunque no
comprendía a Hermione por completo, si comprendió algo, y así suspiró y
dejó la habitación cerrando la puerta tras su salida.

Así que los dos jóvenes amigos fueron dejados solos. Había algo curioso
sobre la mirada de Ron mientras observaba a Hermione, no parecía
desearla, no parecía tener ningún tipo de resentimiento contra ella
tampoco… sólo parecía estar feliz de verla.

"Algo ha cambiado en ti." –Dijo Hermione con curiosidad de su voz. –"Y no


estoy segura de si es bueno o malo."

"Es bueno, Hermione, créeme." Respondió él con una gran sonrisa.

"Sé que Draco y Blaise te secuestraron… pero no sé cómo; Blaise me dijo


que te dejó en una ciudad desconocida sin magia ni medios. ¿Qué hiciste?
¿Cómo regresaste?"

"Déjame contarte desde el principio, ven, siéntate." Se sentó en su cama e


invitó a Hermione a hacer lo mismo; ella lo siguió y se sentó también.
Entonces, él empezó a explicar:

"Justo después de nuestro episodio, no regresé a casa, sino que salí a


caminar, de alguna forma tu hermano y Malfoy me encontraron, no me
dieron la oportunidad de defenderme –y honestamente, de todos modos
eran dos contra uno. Lo próximo que supe era que estaba sentado en una
silla, completamente atado, y Zabini me observaba con una sonrisa de
suficiencia, tu sabes, como de costumbre."

"No puedo creer que Blaise hiciera algo así." Dijo Hermione con algo de
tristeza en su voz.

"Me puso un hechizo silenciador, así que estaba mudo. Luego de


despertar, Zabini se quedó observándome por un momento, y luego de
que se fuera, me percaté de que también tenía un hechizo paralizador, ya
que no me podía mover… de todos modos, horas más tarde, tanto Zabini
como Malfoy aparecieron en frente mío. Todo lo que recuerdo es que

139
Malfoy me dijo algo así como "Nunca tocarás a mi esposa. Jamás." Y
Zabini me dejó inconsciente. Luego desperté en un callejón desierto; no
tenía mi varita mágica, no tenía dinero… todo lo que tenía eran las ropas
que estaba usando." Hizo una pausa y luego de unos pocos segundos,
continuó, "Por cierto, puedes decirle a tu esposo o a tu hermano que me
devuelvan mi varita mágica."

"Me aseguraré de que la recuperes." Hermione asintió con la cabeza y lo


animó a proseguir.

"Pero no fue tan malo porque había un refugio para muggles cerca. Fui allí
y empecé a hacer preguntas… nadie había visto lo que me sucedió.
Empecé a perder la cabeza. Obviamente lo primero que hice fue
preguntas por magos, el mundo mágico y como podrás imaginarte… la
gente allí pensaba que estaba más que loco. Valena, una de las voluntarias
del refugio se percató de que nunca antes me había visto y que no parecía
una persona sin hogar; mis ropas estaban limpias, mis zapatos no tenían
agujeros. No sé por qué pero pensó que pertenecía a un culto y que
necesitaba ayuda, así que llamó a servicios sociales y me llevaron a este
edificio del que no podía salir, estaba lleno de gente loca."

"Un psiquiátrico." Dijo Hermione con su voz llena de culpa.

"Si, así era como lo llamaban. De todos modos, tenían un acento extraño,
así que me imaginé que debía estar en un país distinto o en una parte
desconocida del Reino Unido. Pasé no sé cuantas semanas allí hasta que
decidieron dejarme ir; estaría loco, pero no era un peligro para mí mismo
ni para otros, así que me dejaron ir."

"¿Y entonces? Estuviste fuera por meses, ¿qué hiciste luego de que te
dejaran ir?" Preguntó Hermione.

"El asunto es que, mientras estaba allí, esta muchacha Valena me visitó
varias veces. Verás, tiene algo por los pobres y necesitados… y se ofreció a
ayudarme. Antes de que pudiera darme cuenta, estaba enamorado de
ella, Hermione, y no podía dejarla. Le expliqué que era un mago, y que la
magia existía, pero ella pensó que estaba loco, así que me cuidó en su
propia casa; ¡pude vivir con una muggle y aprender todo tipo de cosas de
muggles! No te lo creerías si te lo dijera…"

Mientras Ron continuaba hablando sobre esa muchacha Valena, Hermione


se sintió confundida. Quizás porque una parte de ella era lo

140
suficientemente egoísta como para querer que Ron continuara amándola,
quizás porque no quería compartirlo. Por otro lado, era algo bueno que
Ron tuviera alguien que cuidó de él, y alguien a quien realmente podía
amar y ser amado por esa persona.

"No pude encontrar nada de magia en ese lugar, y aún así, era feliz. Ayer
vi a Zabini otra vez, no estaba sonriendo como la última vez, tan sólo me
observó con sus ojos llenos de odio y me dijo que era hora de regresar a
casa. Lo próximo que supe fue que estaba parado en frente de mi casa."
Terminó Ron.

"Blaise me dijo que habías encontrado tu camino de vuelta a casa, no


sabía que en realidad él te había llevado hasta aquí." Agregó Hermione.

"Necesito pedirte un favor, Hermione." Dijo Ron con ansiedad en su voz y


gestos.

"Lo que sea." Dijo ella.

"Necesito que le preguntes a Zabini dónde vive Valena, él sabía dónde


estaba todo el tiempo, él sabía dónde buscarme… él sabe, Hermione, y
necesito regresar con Valena. Podré demostrarle que yo tenía razón, que
la magia existe, y ella estará de acuerdo en quedarse conmigo."

Hermione le mostró una sonrisa débil y asintió con la cabeza. No quería


hablar con su hermano, pero lo haría por Ron. Lo triste era que sintió que
estaba perdiendo a su amigo otra vez; así que lo abrazó con fuerza de
repente.

"Lo haré por ti." Dijo con suavidad mientras acariciaba su mejilla.

Ron la tomó en sus brazos otra vez y ella lo sostuvo con fuerza. Sus manos
subían y bajaban por la espalda de Hermione como si intentara darle
ánimos. De algún modo sintió una tormenta interna. Se notaba
ligeramente en su comportamiento que nada era como debía ser. Además
del hecho que al hablar sobre su hermano o su esposo su disgusto era
evidente, Ron sintió que había algo más.

"¿Qué sucede, Hermione?" Preguntó con cautela.

Ella lo dejó muy lentamente, y miró a su rostro con ojos lagrimosos. "Le
dije a Draco que lo amaba, en verdad me enamoré de él, Ron. Y ahora

141
tengo el corazón roto por lo que te hizo… no sólo te secuestró y te dejó sin
medios en un lugar desconocido, ¡sino que también me traicionó! Me
había prometido que no te lastimaría… y me hizo enamorarme de él y
ahora esto…"

Él se quedó en silencio por un momento, pensativo. ¿Qué podía decir


realmente? Hermione tenía razón, se sentía traicionada y era justo, su
esposo y su hermano no habían cambiado desde Hogwarts. Eran los
mismos estafadores, cobardes. Pero Hermione tenía el corazón roto, y
Ron no podía tolerar eso, la visión de una deprimida Hermione; lo último
que quería para ella era que fuera infeliz, especialmente considerando
que estaba tirando por la ventana su única posibilidad de ser feliz.

"Bueno… si tuviera que pensar como un Slytherin, tendría que decir que
fue fiel a su promesa, porque técnicamente no me lastimó."—Él intentó
razonar, aunque no estaba contento con su propia explicación.

"Las personas normales no son Slytherins." Dijo Hermione con furia. Luego
de una corta pausa, agregó: "¿Presentarás… presentarás una denuncia
contra ellos? Lo comprendería totalmente si lo hicieras."

"No creo que vaya a hacerlo."—Dijo él con una pequeña sonrisa. —


"Primero de todo, de no haberme hecho eso, jamás habría conocido a
Valena. Ella es el amor de mi vida, Hermione."—Sus ojos brillaban con
alegría cuando decía el nombre de la muchacha. —"Y segundo de todo, no
creo que pueda poner a tu esposo ni a tu hermano en la cárcel, más allá
de que lo merezcan…"

"¿Estás seguro?" Preguntó Hermione con sentimientos encontrados.

"Son tu familia, te guste o no."—Él explicó. —"Verás… si uno de mis


hermanos hiciera algo estúpido, tampoco querría que fueran a la cárcel,
más allá de que se lo merecieran. A menos que fueran peligrosos, por
supuesto… pero no creo que Malfoy y Zabini sean peligrosos, no es que
me hayan torturado."

Hermione suspiró y lentamente negó con la cabeza; Ron era demasiado


bueno para ser real. Con un poco de vergüenza, luego dijo: "Mi madre
quiere que te ofrezca dinero, tanto como quieras, en caso de que cambies
de opinión y decidas presentar una denuncia. No estoy de acuerdo con los
sobornos, pero creo que deberías tomar el dinero, es lo justo."

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"No puedo tomar tu dinero." Simplemente le dijo. Era una cuestión de
honor, y eso no podía ser ignorado.

"Considéralo una compensación." Entonces ella tomó un cheque en


blanco de su bolsillo y se lo mostró a él. Hermione lamentaba sus
palabras, ya que sonaba como una Slytherin. Pero era necesario. "Puedes
usar el dinero para comprarle algo lindo a Valena."

Él, sin embargo, rechazó el cheque. "Tengo un trabajo, puedo comprarle lo


que quiera. Gracias, pero no gracias."

Ron estaba resuelto a no tomar el dinero de los Zabinis, y Hermione


respetaba eso, a pesar de que pensó que se sentiría mejor si él hubiera
tomado el cheque, al igual que su madre. Ella quería creer que su madre
no sólo se sentía mal por el peligro legal en el que su hijo se había metido,
pero también porque lo que hizo estuvo mal. Pero su madre era una
Slytherin también, así que, quien sabe, quizás no pensaba que estaba mal
hacer algo así. Su madre, en muchos aspectos, aún era un misterio para
ella.

Hermione se retiró esa tarde con una calidez en el pecho que no había
sentido en mucho tiempo. Se percató de cuanto había extrañado a su
amigo, y de cuanto lo necesitaba. La idea de tenerlo de vuelta la hacía
sonreír a pesar de su corazón roto.

Regresó a la casa de su madre, la mansión Zabini, donde decidió que


viviría por ahora. Se rehusaba a pensar que era la mansión de su hermano,
aunque él era su heredero, porque hacerlo le impediría vivir allí.
Hermione, a pesar de querer un montón a su hermano, no podía
perdonarlo por lo que hizo, y le tomaría mucho tiempo hacerlo. No le
gustaba mucho la idea de verlo todos los días, pero era una casa grande,
podía evitarlo. Al menos él no intentaba hablarle, como hacía Draco.

Si, allí estaba él cuando ella regresó a la casa. Tenía un bouquet de flores
en su mano; eran rosas blancas, sus preferidas. Pero eso no la emocionó ni
un poco. Ningún regalo haría que lo perdonara.

"Por favor, Hermione, déjame hablar contigo." Fue eso lo primero que dijo
cuando ella lo vio. Hermione estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero
decidió que era una adulta, y tenía que comportarse como tal. En este
caso, ser una adulta significaba hablarle y echarlo al mismo tiempo.

143
"No quiero verte ni escucharte, Draco." Dijo ella simplemente, sin lágrimas
ni temores, nada más que sus insensibles palabras saliendo de su boca.

"Lo entiendo, pero nosotros…" Su argumento fue interrumpido


rápidamente.

"Estamos unidos el uno al otro,"—Ella dijo por él. —"Y esa es la única
razón por la cual deberíamos estar juntos, lo sé. No puedo divorciarme de
ti, ¿así que te imaginaste que te perdonaría porque no hay nadie más a
quien pueda ir? Piénsalo mejor. Prefiero morir sola que estar contigo
ahora mismo."

Draco dejó caer el bouquet, cayó a sus pies. Las palabras de Hermione lo
destrozaron, pero no iba a demostrarlo. No iba a hacer como ella, no iba a
retroceder, quería avanzar, sin importar cuánto tiempo le tomase. "No me
rendiré, Hermione. A pesar de lo que puedas pensar, te amo y eso no
cambiará."

"Si me amaras, me habrías dicho lo que hiciste en el momento que te


percataste que me amabas." Dijo ella.

"Puedes comprender que las cosas no son tan sencillas. Y el problema


ahora no es si te amo o no, es sólo tu furia contra mí." Dijo él.

Él tenía razón sobre eso; Hermione sabía que Draco la amaba; tan sólo no
le importaba en ese momento. El problema eran sus propios sentimientos.
¿Cómo podía querer a alguien como él? ¿Cómo podría perdonarlo?
¿Merecía perdón? ¿Había perdón en su propio corazón? No en ese
momento.

"¿Realmente esperas que te perdone sólo porque me traes flores y dices


que lo sientes?" Hermione se veía como una bruja a punto de hacer un
daño serio.

"No, pero debía intentarlo." Él contestó simplemente mientras se


inclinaba para recoger las flores a sus pies. Al hacerlo, se levantó y caminó
hacia Hermione; ella tenía sus brazos cruzados sobre su pecho, y el ceño
fruncido. "Acepta esto por lo que es, un regalo." Dijo él.

"No quiero tus flores, tampoco quiero tus disculpas. Deberías empezar por
disculparte con Ron, luego podríamos hablar." Hermione trataba a su
esposo como el malcriado, impenitente hombre que era.

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Draco hizo una mueca de desagrado, no estaba esperando ese pedido. Y
no estaba dispuesto a hacer algo así.

"Él te besó, te tocó, ¿y tú esperas que me disculpe por no haberlo


matado?" Dijo él seguro de sí mismo.

"De hecho, si." Replicó Hermione. Por supuesto que esperaba que se
disculpara, no había un balance entre una cosa y la otra. No podía
reaccionar de la forma que hizo sólo por un beso.

"Entonces terminamos de hablar." Él tiró las flores, y se alejó caminando.


Hermione lo observó resentida todo el camino.

Al desaparecer en la chimenea, Hermione se dio cuenta de que aquella


sería una pelea complicada. Lo peor de todo era que ninguno de los dos
podía ganar. Se sintió ansiosa y deprimida luego de que se fuera, porque
era una decisión difícil continuar peleando, porque se sentía traicionada, y
porque sus sentimientos hacia él no habían cambiado.

Su madre entró a la habitación minutos más tarde, y encontró a Hermione


sentada en un sillón con un bouquet de rosas blancas en una mano, y un
único pétalo en la otra. Sus ojos estaban cansados mientras observaba el
pétalo; apenas se percató de la presencia de su madre.

"Debo advertirte, querida; estás creando un mal hábito al pelear con tu


esposo." Le dijo ella con seriedad.

Hermione se tomó un momento para contestar, reprimiendo un suspiro.


Tener cualquier tipo de conversación con su madre no siempre era
sencillo. Cuando se tenía que hablar de algo, era mejor pelear fuego con
fuego. "¿Perdonas a mi papá por haberme secuestrado?" Preguntó ella.

"Comprendo sus razones por haberlo hecho, pero no puedo perdonarlo


por haber causado tanto dolor." Replicó Hyppolyta, dándose cuenta de la
verdad en las palabras de su hija, aunque sin permitirse dejar de lado sus
creencias respecto al desastre cometido por su hijo y Draco. "Sin embargo,
no puedes comparar lo que hizo tu padre con lo que hizo tu esposo."

Al moverse más cerca de su hijo, Hyppolyta se percató de que había un


montón de pétalos de rosa en el piso, cerca de los pies de Hermione.
Parecía que se estaba preguntando si alguien la amaba o no.

145
"Claro, una de las grandes diferencias es que tú podías alejarte de él; no os
casasteis con una maldición, así que pudiste volver a casarte otras seis
veces sin mayores problemas. Yo, por otro lado, no puedo dejarlo para
siempre. Estoy ligada a él por siempre." Dijo Hermione con amargura en
su voz.

"Sin embargo, nunca me casé por amor." Dijo Hyppolyta, y se sentó al lado
de su hija en el sillón. Desde esa posición, acarició su cabeza y sonrió. "Tu
hermano y tú sois la mayor recompensa que jamás tendré."

Hermione levantó la cabeza para verla a la cara y le mostró una media


sonrisa. "Gracias."

Hyppolyta tomó la mano de su hija y la apretó gentilmente mientras


sonreía. "Ahora sólo espero que te reconcilies con tu hermano. No puedo
tolerar verlo de esta forma… tan distante, tan enfadado."

"No tiene ningún derecho a estar enfadado." Dijo Hermione. Ella era quien
tenía todo el derecho a estar enfadada y decepcionada. ¿Por qué tenía
que estar él enfadado? ¿Por haber sido atrapado? Él había colaborado con
Draco para hacer algo tan horrible como secuestrar a su mejor amigo, y
tenía suerte de que Ron no fuera a denunciarlo ante las autoridades. Así
que, él debería estar feliz de haberse salido con la suya.

"Bueno, sus planes fueron frustrados. De seguro puedes comprender


eso."—Dijo Hyppolyta de forma pensativa. Hermione quería que su madre
estuviera de su lado, no intentando proteger a Blaise. ¿Pero cómo podría
ella interponerse entre esos dos? Cuando era una cuestión de ambos,
Hermione se sentía fuera de lugar, a pesar de que la habían recibido en la
familia con los brazos abiertos, y su madre jamás mostraba preferencias
por ninguno de sus dos hijos. Pero, aún así, por más de 16 años habían
estado sólo ellos dos, así que era difícil sentir que pertenecía a un círculo
tan pequeño. "¿Al menos intentarás hablar con él, querida?"

"Debo hablar con él." Replicó Hermione con una voz cansada, ya que era
algo que realmente no quería hacer. "Ron me pidió información que sólo
Blaise puede darme. Y además quiere de regreso su varita."

"Ya que las autoridades aún no han venido aquí, ¿supongo que aceptó
nuestro pequeño regalo?" Preguntó su madre con alivio.

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"No, de hecho no lo hizo. Tiene demasiado orgullo."—Hermione consideró
por segunda vez en ese día, que en verdad estaba sonando demasiado
como una Slytherin. "Pero no tienes de qué preocuparte; no presentará
una denuncia porque está enamorado."

"Oh, querida, ¿quieres decir que aún…?" Hyppolyta fue interrumpida


inmediatamente por su hija.

"No, no de mí. De una chica muggle que lo cuidó mientras estuvo fuera."
Sonaba como si Hermione lo dijera con un tinte de lamentación, como si le
lastimara decirlo. Hyppolyta notó eso, y le preocupó lo suficiente como
para hablar de ello. Después de todo, la felicidad de su hija era uno de los
temas más relevantes de su vida.

"Querida, ¿aún estás enamorada de él?" Preguntó.

Hermione negó lentamente con la cabeza. "No, supongo que tan sólo
quisiera tenerlo para mí sola. No son más que celos; sólo significa que soy
egoísta."

Fue el turno de Hyppolyta de negar con la cabeza; "No, querida, sólo


significa que eres humana."

"¿Si? Porque a veces siento que me estoy convirtiendo en…"—Estuvo a


punto de decir Slytherin, pero cambió de opinión. Su madre era una
slytherin después de todo, y no quería ofenderla.—"…en algo que no soy.
Probablemente sea la influencia Malfoy."

"No seas tan dura contigo misma, Hermione. Eres probablemente la más
amable y agraciada miembro de esta familia, y eso no cambiará."

De repente, Hermione sintió la necesidad de abrazar a su madre, y así lo


hizo, sorprendiendo a ambas, ya que no era normal para Hyppolyta recibir
tales muestras de afecto de su hija. Y allí se quedaron por largos minutos,
en silencio absoluto, disfrutando de la compañía mutua.

A Draco Malfoy nunca le gustó discutir, ni con sus amigos ni con su familia.
Mucho menos con su demasiado-buena-para-ser-cierto esposa. Siempre
se había preguntado por qué tenía que ser tan perfecta. ¿Cómo es que
nunca se tropezaba y caía? ¿Por qué siempre tenía que ser la voz de la
razón y la conciencia? A pesar de que la amaba, a veces deseaba que
Hermione no tuviera la razón la mayor parte del tiempo, lo que fuera que

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los dejara a mano. Algo para balancear la bondad de ella con la
imperfección de él.

Pero no había nada que pudiera hacer que haría que todo estuviera bien
de una vez. Todo lo que le quedaba era su insistencia. Todo lo que podía
hacer era persuadirla con sus mejores técnicas románticas. Tenía que
ocurrírsele algo, lo que fuera que le ayudara a tenerla de regreso. Porque
eso era lo que él más quería: estar con ella otra vez.

¿Cómo podía hacerlo? No si lo que ella pedía era manchar su honor


disculpándose con una comadreja. Los Malfoys nunca se disculpan con sus
enemigos, su padre le había enseñado eso, y Draco estaba dispuesto a
tomar ese consejo. No, jamás se disculparía con un Weasley de todas las
personas. Y, si su esposa no podía comprender eso… tendría que aprender
a tolerarlo de todos modos, porque no había forma de que la dejara ir otra
vez. Draco la seguiría hasta el final del mundo si tenía que hacerlo, pero no
estaba dispuesto a perder su dignidad a otro hombre, o comadreja.

Un día entero había pasado desde su última discusión, y él ya sentía una


extraña necesidad de verla. Ansiedad y temor eran sus sentimientos
predominantes; temor, no por ella por supuesto, sino por perderla otra
vez.

"¿Qué haces allí, Draco? Te he visto mirando por esa ventana por no sé
cuánto tiempo." Era su madre quien preguntaba aquello. Qué estaba
haciendo… era difícil de explicar. A veces necesitaba hacer eso para
pensar, mirar a través de una ventana, observando nada en particular.

"Tan sólo estoy pensando, madre. Necesito encontrar una forma de volver
con Hermione." Replicó Draco, dándose vuelta para ver a su madre a la
cara mientras hablaban.

"Bueno, de seguro no la recuperarás mirando a través de una ventana. ¿Le


has enviado flores? Eso siempre es algo bueno."

Draco negó con la cabeza. "Eso no funcionó el otro día."

"Por supuesto que no, ¡porque se las tiraste!" Narcisa lo regañó con ojos
severos, tamborileando un pie.

"¿Cómo te enteraste de eso?" Preguntó un Draco sonrojado.

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"Hermione le dijo a su madre, su madre me dijo a mí. No puedo ni
empezar a decirte cuan avergonzada estaba. No te crié para tener tales
rabietas, Draco; ¡y a tu esposa de todo el mundo!" La mujer estaba al
borde de gritar, pero su crianza no se lo permitía. En vez, se aseguró de
agregar énfasis a sus palabras. Continuó: "No pude disculparme lo
suficiente, por supuesto que Hyppolyta me dijo que no era mi culpa, y
estoy de acuerdo en que tú eres el único que debe disculparse, pero
deberías haber sido más sensato, te criamos para ser un caballero…"

Su madre estaba empezando a culparse a sí misma, y eso nunca era


bueno. Lo último que necesitaba era tener que confortar a su madre, que
estaba próxima a deprimirse. Tenía que hacer algo rápido. Cualquier cosa.
Lo primero que se le vino a la mente fue uno de los mejores consejos que
su padre le dio sobre las mujeres: siempre estaban dispuestas a ayudar,
porque ayudar les hacía sentirse útiles.

"Necesito tu ayuda, madre." Él la interrumpió de repente, asombrando a


Narcissa, quien pensó que su hijo necesitaba trabajar en sus modales. Aún
así, sus palabras le llegaron al corazón, y así estuvo enseguida a su
disposición.

"¿Qué puedo hacer por ti, querido?" Preguntó con un tinte de curiosidad
en su expresión facial.

"Metí la pata; ¿cómo puedo enmendarlo?" Preguntó pasando una mano a


través de su sedoso cabello rubio.

"Me temo que no hay fórmulas mágicas de las que sepa que puedan
ayudarte, Draco. Tendrás que insistir y persistir, no veo otra opción.
Entrégale flores—de buena forma—chocolates, discúlpate tanto como
puedas, y, por la gracia de Merlín, hazlo en serio." Cuando terminó su
frase, caminó hacia adelante, acercándose a su hijo, y puso una mano
sobre su hombro. "Entiendo que quisieras tu venganza, querido,
¿pero…fue para tanto? ¿Por qué simplemente no lo golpeaste en el rostro
y lo amenazaste o algo así?"

"No comprendes, madre; cuando se besaron, recordé cuan poco


significaba para ella, cuanto me despreciaba a mí y al curso que su vida
había tomado, nuestro matrimonio. Y la comadreja… simplemente no
pude tolerarlo." Dijo Draco con furia en sus ojos, y especialmente en su
voz.

149
"Bueno, quizás Hermione debería escuchar eso." Comentó Narcissa, y
luego se dio vuelta y dejó la habitación.

Quizás, pensó Draco, ¿pero eso no sería mostrar debilidad? Una cosa era
confesarle sus sentimientos a su madre; era diferente cuando se trataba
de su esposa.

Draco regresó a la mansión Zabini. Allí fue recibido por el rostro severo de
Hyppolyta, quien a pesar de sus sentimientos no podía olvidar sus
modales.

"Buenas tardes, Draco; ¿buscas a Hermione? ¿O quizás a Blaise?"

"A Hermione. Y también quiero disculparme con usted, Señora Zabini, por
todo el dolor que le he causado a su hija."

Hyppolyta negó lentamente con la cabeza, con un poco de tristeza en sus


ojos, pero aun manteniendo un rostro severo. "Sé que quisiste hacer algo
bueno, Draco, pero no puedo estar menos de acuerdo contigo. No te
comprometí a mi hija para que la hirieras de esta forma."

"Es mi intención arreglarlo." Dijo él de forma confidente.

"Espero que puedas, por mi hija." Comentó Hyppolyta, y luego de una


corta pausa, continuó: "Hermione tuvo una desafortunada discusión con
su hermano y decidió que no podía vivir aquí con él por más tiempo; así
que empacó sus cosas y se fue a la casa de su padre… otra vez."

Una discusión con Blaise; conociéndolos a ambos, eso significaba que


tuvieron una inmensa pelea; de otra forma Hermione no se habría ido otra
vez. No era normal, dejar un lugar e irse a otro y luego a otro, no podía ser
bueno para ella. No podía ser bueno para nadie.

Así que Draco viajó a la casa del padre de Hermione, el lugar que por tanto
tiempo había llamado hogar. Estaba harto de aceptar límites, así que no
iba a estar dando vueltas, tan sólo iría al punto y sería tan certero como
fuera posible. Tuvo que volar allí, ya que Hermione no había conectado la
chimenea a la red flu, y no quería aparecerse, sería rudo que lo hiciera. Así
que, al arribar allí, tocó la puerta dos veces, y esperó pacientemente.

Un par de minutos pasaron, y ninguna respuesta. ¿Podría estar fuera? ¿O


quizás lo vio y se rehusaba a contestar la puerta? Ambas eran bastante

150
posibles. En vez de insistir golpeando nuevamente la puerta, intentó
chequear las ventanas, sólo para ver si estaba dentro. Miró a través de
tres, cuatro, cinco ventanas, pero no pudo ver a nadie. ¿Quizás en el
patio? Había una cerca que lo demarcaba, y no podía saltarla. Miró
alrededor; no había nadie a la vista, así que no habría problema si usaba
su escoba para ver el patio. Así que voló arriba del techo de la casa, y allí
los vio: La comadreja y su esposa, estaban tomando té en el patio, estaban
riendo.

Una repentina explosión de celos le sobrevino. Estaban felices juntos;


Hermione sonrió a Weasley y tomó su mano. ¿Por qué lo tenía de la
mano? Era probable que fuera la única forma de afecto que pudieran
mostrar sin ser lastimados. Y sin que Draco se pudiera enterar.

Le dolía hacerlo, pero no podía dejar de observarlos; no podía oírlos, ni


quería hacerlo, pero podía imaginarse qué tipo de charla estaban
teniendo, porque conocía la forma en que Hermione sonreía, y esa
sonrisa… había pensado que esa sonrisa era sólo para él. Agachándose en
el tejado, le tomó varios minutos decidirse a marchar. Viejos sentimientos
lo acompañaban, ya que pensaba que Hermione estaba mejor sin él…
después de todo, quería a la comadreja, ¿o no? Pero le había dicho a
Draco que lo amaba… había estado preocupada por él, quería que
viviera… y él estaba allí por ella, ¿o no? ¿Podría ser que hubiese cambiado
de opinión? No, no tenía sentido. Uno no le dice a una persona que la ama
y luego se arrepiente… Hermione tenía que amarlo aún. Tan sólo había
pasado un día; no podía haberlo superado en un día.

Se estaba poniendo ansioso, necesitaba algo… ¡café! Eso ayudaría. Así que
decidió ir a por una taza a una cafetería en el vecindario de mágico; no
podía regresar a casa, a su madre no le agradaría verlo sin Hermione, y
una mujer enfadada con él era suficiente por un día.

Entró, buscó una mesa vacía y se sentó en una oscura silla de madera con
una cara seria. Desde afuera nadie podía decir cuán dolido estaba, pero
eso era normal para él. Draco notó cómo una mujer del bar lo miraba, tan
interesada, como si fuera una presa. Era linda, pero no era Hermione, y,
de todos modos, no podía tenerla. Entonces recordó algo que su esposa le
había dicho algún tiempo atrás, le había preguntado si alguna vez había
gustado de alguien y luego… y luego se diera cuenta de que no había
forma de que pudieran estar juntos. Bueno, no lo había dicho de esa
forma, pero esa era la idea. Ahora mismo, en ese momento, Draco lo

151
comprendió, y lamentó no poder vengarse de ella. En ese momento, sólo
una maldición le impedía hacerlo. Cual era la razón de ser de esa
maldición, no tenía idea; probablemente hacerlo miserable… aunque,
viendo el lado positivo, era la única cosa impidiendo al amor de su vida
estar con otro hombre… o comadreja.

Si, Hermione era el amor de su vida, no porque ella era la única persona
con quien jamás podría estar, sino porque la amaba en verdad; de eso
estaba seguro. Y probablemente la había perdido. Había estado esperando
que su anillo ardiera; se sorprendió de que no hubiese sucedido ya…
Hermione y la comadreja se veían tan alegres juntos… debería haber sido
él quien estaba allí con ella, debería haber sido él quien recibiera sus
sonrisas. Debería haber sido él.

"¡Malfoy!" Una voz familiar lo saludó, apartándolo de sus pensamientos


por un momento. Se dio vuelta para ver a alguien que no había visto en
mucho tiempo: Theodore Nott, y una muchacha seria, notablemente
embarazada, a su lado.

Antes de que Draco pudiera replicar nada, Nott colocó una tercera silla en
la mesa e invitó a la chica, que de seguro era su esposa, a sentarse.
"¿Cómo has estado? Escuché que te casaste en una ceremonia bastante
rápida."

Maravilloso, no sólo se había encontrado a una persona que debería estar


en Azkaban, pero también tenía que hablarle… sobre su matrimonio sobre
todas las cosas. "Así es." Replicó Draco, y pasó a mirar a la muchacha
sentada en frente suyo, mientras Theodore se sentaba a su lado.

"Esta es mi esposa, Druscilla Nott." Dijo un orgulloso Theodore. —"Nos


casamos hace diez meses."

Por el rostro de la chica, y todo lo que él sabía sobre la familia Nott, Draco
podía deducir que se habían casado en las mismas circunstancias que
Hermione y él. Era notorio que ella no estaba enamorada de él, de hecho,
parecía despreciarlo. Mientras Theodore era todo sonrisas, Druscilla se
veía tremendamente seria, probablemente estaba enfadada por tener que
estar allí.

"Mis condolencias." Dijo Draco, medio bromeando. Por suerte Theodore


lo tomó como una broma y rio, mientras Druscilla sólo le mostró una

152
media sonrisa, ya que se había dado cuenta de que Draco lo decía en serio
para ella.

"¿Y dónde está tu esposa? No la he visto desde…"—Los juicios, pensó


Draco para sí mismo, pero de seguro Theodore no iba a mencionar eso. —
"…desde Hogwarts, creo."

Draco había percibido que Theodore no había mencionado quien era su


esposa, probablemente omitía esa información por cortesía, porque era
obvio que quería hablar de ello. Draco no tenía ganas.

"En casa." Contestó Draco, no era que le importara mentirle a Nott de


todo el mundo. Se preguntó, sin embargo, cómo era su matrimonio, pero
no podía preguntarle allí en público y en frente de su esposa. De todos
modos, cambió su atención a la esposa de Theodore y le sonrió con
amabilidad. —"¿Cómo te está yendo?" No lo mencionó abiertamente,
pero todos comprendieron que se refería al embarazo de la muchacha.

"Horrible."—Contestó la chica, y ninguno de los chicos en la mesa sabía


con seguridad si se refería al embarazo o al matrimonio. Draco creía que
probablemente era lo último.

"Vamos, querida, no puede ser tan malo." Nott habló, tomando una de sus
manos entre las suyas y apretándola gentilmente. Draco notó que ella no
respondía al tacto, pero sí hacía una cara de sentirse disgustada por este,
pero ello Theo lo ignoró o simplemente no lo percibió.

"Créeme, querido, puede serlo."—Ella le replicó sin mirarlo a la cara, y


claramente diciendo "querido" sin sentimiento alguno.

Ahora, ese era un matrimonio del que estaba agradecido no tener.


Conocía a Nott, no mucho, pero lo suficiente, y estaba seguro de una cosa
sobre él: no era nada bueno, diez veces peor que él. La esposa de Nott
probablemente sufría un montón, porque su esposo no era una persona
fácil con quien estar, no era como Draco, paciente y amable, era más
agresivo y peligroso. No habría esperado a su esposa, la habría forzado.
Eso habría llevado al odio, y era claro que Druscilla odiaba a su esposo. No
estaba sólo enojada, como Hermione había estado tantas veces con él por
tantas distintas razones, Druscilla simplemente lo odiaba, y no podía
alejarse de él.

153
"Así que… ¿varón o mujer?" Preguntó Draco fingiendo interés mientras al
mismo tiempo cambiaba de tema.

"Por suerte un varón." Curiosamente, ambos respondieron lo mismo al


mismo tiempo. Se miraron el uno al otro arqueando cejas. La escena
habría sido graciosa de no haber habido tanta tensión en el aire.

"…Así no tengo que tener más." Terminó Druscilla.

"Y mi familia tendrá un legítimo heredero para continuar con el apellido."


Dijo Nott. Sonrió orgulloso, y luego continuó hablando con Draco. —
"Sabes, si tu esposa tiene una niña…"

Druscilla se mordió el labio, pero no dijo nada. Probablemente temía a su


esposo, así que no era como que podía decir lo que pensaba. Draco, por el
otro lado, no temía a Nott. "¿Estás de broma? Sólo el hecho de tener un
hijo sería demasiado pedir de ella."—Y si lo tuviéramos, ningún arreglo
sería hecho… y mucho menos con un Nott, pensó Draco. No había forma
de que él aceptara comprometer ni a un niño ni a una niña con un Nott.

"¿Por qué?" Preguntó Nott.

"Simplemente no le interesa. Quiere estudiar y luego tener un trabajo; es


moderna, tu sabes." Replicó Draco encogiéndose de hombros. En verdad,
ni siquiera estaba seguro de que Hermione quisiera hijos, él de seguro
tenía más ganas que ella.

Ambos Nott se vieron asombrados, pero ninguno habló. "No es que


necesitemos el dinero, sería sólo un pasatiempo para ella." Dijo Draco en
respuesta a su pregunta silenciosa.

"Bueno… tu esposa siempre estuvo… muy interesada en estudiar."


Comentó Nott, y su esposa sintió curiosidad.

"No nos conocemos, pero suena como una persona interesante." Dijo
Druscilla. "¿Crees que nos podamos conocer? Me encantaría invitarla a
tomar el té." Estaba pidiéndole permiso a su esposo, era algo
desagradable de ver y oír.

"Seguro, querida, sería genial." Replicó Theodore y le sonrió a su esposa;


era la primera vez que Draco veía a la muchacha devolverle la sonrisa. Era

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posible que no se le permitiera tener una vida social en general. —"De
hecho, deberíamos todos cenar alguna vez."

A Hermione no le interesaban los encuentros sociales, así que


probablemente rehusaría la invitación; sin embargo, sería bueno para ella
conocer a la señora Nott, así se daría cuenta de cuanta suerte tiene de
tenerlo a él como esposo.

"Le hablaré sobre ello." Dijo Draco en respuesta a la sugerencia de Nott.


No tenía idea de cómo convencería a Hermione de ir, pero tendría que
perdonarlo algún día…

Theodore estaba ligeramente sorprendido, probablemente porque no


podía imaginarse tener una esposa que no acataba órdenes de su esposo.
Y su esposa se veía melancólica, de seguro querría un esposo como Draco.

Luego de hablar por un rato con los Nott, Draco decidió ir de regreso a la
casa de Hermione. No le importaba si estaba aún con la comadreja, los
interrumpiría. Su anillo no había ardido en lo más mínimo, así que no
habían sido demasiado cercanos. Y eso era un buen signo.

Así que, por segunda vez ese día, se paró frente a la puerta de la casa de
Hermione. Él no consideraba aquella casa como de él, aunque
técnicamente lo era, porque siempre había pertenecido a Hermione. De
todos modos, golpeó la puerta, sin darse cuenta de que había un timbre.

Por suerte, Hermione abrió la puerta. Tenía el ceño ligeramente fruncido


cuando lo vio. "¿Qué haces aquí?" Preguntó de forma cansina.

"¿Qué crees? Estoy aquí por ti." Replicó Draco, cruzando sus brazos sobre
su pecho. —"Mira, arruiné todo otra vez; ¿pero no podemos al menos
hablar de ello?"

"¿Qué hay para hablar?"—Cuestionó ella. —"No quiero tener nada que
ver contigo."

Draco se mordió el labio por un momento, y luego continuó. "Si que


quieres, me amas como yo te amo a ti. Quieres que funcionemos juntos.
Tan sólo estás enfadada."

Hermione cruzó sus brazos sobre su pecho, cerró los ojos y tomó aire
profundamente antes de contestar. No quería perder su paciencia;

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tampoco quería ver a su esposo en ese momento, pero así era la vida para
ella. No iba a obtener lo que quería.

"Ni siquiera eres capaz de disculparte por lo que hiciste y aún así quieres
que te escuche." Era una frase llena de ironía y agresión.

"Si me disculpara con él, no significaría nada porque él me importa un


comino."—Dijo en una forma resuelta. —"Pero puedo disculparme
contigo y decirlo en serio."

"¿Se supone que eso debe ser emotivo?" Preguntó ella con sarcasmo en
su voz.

"Es la verdad." Dijo él amargamente.

Hermione se quedó allí, observándolo con una cara seria. Bueno, al menos
estaba haciendo contacto visual, pensó Draco.

"Vamos, Hermione; no llegaremos a ninguna parte si continuamos de esta


forma."

Ella estaba a punto de decir algo, pero obviamente cambió de opinión y


dijo algo diferente. "Está bien, entra." Hermione se movió para dejarlo
pasar. Cuando él entró, pudo ver el lío que era la sala de estar: parecía que
nadie había limpiado desde que había sido puesta en cuarentena. Había
polvo por todos lados, manchas de humo naranja, y un curioso olor a
madera vieja.

Draco estuvo a punto de preguntar si debía sentarse allí, pero se lo pensó


dos veces y decidió que no. Prefería mantenerse parado.

"Lo sé, es un desastre. No he tenido tiempo de limpiar la casa entera."


Comentó una cansada y enfadada Hermione. Inconscientemente estaba
parada al lado de Draco, observando la habitación como hacia él.

"Sabes que no tienes porque…." Empezó a decir él, pero fue rápidamente
interrumpido.

"Sé que no necesito limpiarla yo misma. Pero me gusta hacerlo; es una de


las pocas cosas que tengo de mi antigua vida." Dijo Hermione,
curiosamente no parecía haber nada de melancolía en su voz, tan sólo
estaba seria.

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Había tensión en el aire, era bastante claro. Draco se acercó a Hermione y
se quedó en frente de ella. Ella arqueó una ceja y lo observó con una
mirada curiosa; en cualquier otra circunstancia no le habría importado,
pero ahora mismo él estaba demasiado cerca para que estuviera cómoda.

"No." Susurró cuando se percató de que Draco se estaba acercando para


besarla. "No puedes arreglar las cosas con un beso."

Draco suspiró y dio un paso atrás. "¿Cómo puedo hacerlo?" Preguntó.

"No lo sé."—Dijo ella con honestidad. —"Simplemente no lo sé."


Hermione se encogió de hombros al decir eso, y sus rasgos mostraban
tristeza. Draco quería decirle que todo estaba bien, tranquilizarla, pero
ella no iba a dejarlo.

"Déjame intentarlo."—Dijo él, y luego recordó la invitación de Theodore.


—"Un viejo amigo nos invitó a cenar, deberíamos ir."

"¿Un viejo amigo?"—Preguntó Hermione con sospecha. —"La mayoría de


tus amigos están en Azkaban." Ella arqueó una ceja y esperó
pacientemente por su respuesta. Era claro que él no quería responder a
eso, pero aún así lo hizo.

"Bueno, si, la mayoría. Pero este tuvo una muy buena defensa en los
juicios y… se las arregló." Incómodo, terminó la oración, esperando un
milagro.

"¿Y por qué querría cenar con… ¿quién es? ¿Lo conozco?"

Draco asintió con la cabeza y tragó saliva. "Theodore Nott."

Hermione abrió mucho los ojos y lo observó sorprendida. "¿Quieres que


cene con Theodore Nott? ¿Estás de broma?"

"Y su esposa Druscilla; estoy segura de que te agradaría ella." Dijo Draco
suspirando profundamente. "Por supuesto que si no quieres…"

"Por supuesto que no quiero. ¡Por Merlín, Draco! ¿Por qué creíste otra
cosa? ¿Y qué hacías hablando con ese tipo? ¡Se supone que no debes
encontrarte con ex mortífagos!" Exclamó.

"Estaba en una cafetería y él se acercó a mí; no fue mi culpa. No podía


ignorarlo."

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"No quiero que te veas con ese tipo de gente, Draco."—Dijo Hermione con
una nueva emoción: preocupación. Estaba preocupada por él; eso no
podía ser malo.

"¿Así que te importo?" Preguntó Draco con una pícara sonrisa que hizo
suspirar en desesperación a Hermione.

"Por supuesto que me importas… te amo, idiota." Murmuró en una suave


voz.—"Tan sólo no puedo encontrar perdón en mi corazón aún; ¿por qué
lo hiciste, Draco? ¿Por qué?"

Entonces Draco recordó lo que su madre le había dicho: 'Quizás Hermione


debería escuchar eso.' Y él estuvo resuelto a decirle, justo en ese
momento; incluso si lastimaba su orgullo.

"Cuando lo besaste…"—Expresó las palabras con repulsión, como si el


recuerdo lo hiriese.—"Cuando me enteré, recordé cuanto me
despreciabas, y no podía tolerarlo, Hermione. Quería que te importara de
mí, quería tener una vida contigo, pero no sabía cómo… y Weasley, lo
tenía todo tan fácil, y tú lo querías a él y no a mí… Tenía que alejarlo de ti."

"No tenías derecho." Dijo Hermione.—"Puedo comprender tus celos,


puedo comprender tu furia… pero no puedo comprender como pudiste
hacer algo así, luego mentir sobre ello…¿y estar conmigo? Estuvimos
juntos por meses, y toda la alegría que me diste se convirtió en… en esto…
Es como si haber estado contigo hubiese sido una mentira."

"No fue una mentira." Replicó Draco, sorprendido por sus palabras. En
verdad, no había pensado sobre eso de esa forma. "Nuestra vida juntos
jamás ha sido una mentira, Hermione."

"¿No lo ha sido?" Preguntó ella con un mohín en su rostro. Hubo una corta
pausa en la que ella intentó elegir sus palabras muy cuidadosamente,
entonces continuó: "Hemos tenido vidas difíciles, y un matrimonio
especialmente complicado. Me enamoré de ti, pero cuando eso sucedió,
pensé que eras diferente, que no me traicionarías."

Las palabras hicieron eco en la mente de él y corrieron hasta su corazón;


le dolía escucharla decir eso. ¿Realmente le había causado tanto dolor? Él
observó, atontado, a sus hermosos ojos marrones, se veía tan triste, y era
todo culpa de él. ¿Cómo podía arreglarlo? ¿Cómo podía perdonarse a sí

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mismo? Y luego la gente se preguntaba por qué no le importaba haber
arriesgado su vida con una maldición de ocultamiento.

"Lo siento tanto, Hermione." Esta vez, su disculpa sonó tan sincera que
llegó a los oídos de Hermione. "Nunca quise lastimarte."

Ella lo observó; se veía tan vulnerable, Hermione nunca lo había visto de


esa forma. Draco Malfoy siempre tenía paredes construidas alrededor
suyo, paredes muy difíciles de penetrar. Sólo había unas cuantas
emociones que él mostraba, como alegría y furia; pero… ¿dolor? En su
mente, y sólo en su mente, mostrar dolor significaba mostrar debilidad, y
los Malfoy no debían mostrarse débiles. Al menos eso era lo que él
siempre decía. Sorprendido por sus propios sentimientos, Hermione quiso
ir con él y confortarlo, cuando se suponía que era ella quien debía estar
herida. Algo, sin embargo, la detuvo, y Draco cerró sus manos en puños,
lastimándose los dedos en el proceso.

Antes de que Hermione pudiera decir nada, él habló: "Quiero hacer las
cosas bien. Así que no te pediré que me perdones. Adiós." Luego de decir
eso, se dio la vuelta y caminó, yéndose. Hermione lo observó mientras se
iba, incapaz de hablar.

Una vez que la puerta se cerró tras de sí, Hermione pareció volver a tener
consciencia, y repitió las últimas palabras en su mente. ¿Por qué había
dicho adiós?

Había un fuerte olor a alcohol y a suciedad en aquel bar, ruidos de risas y


una música innecesariamente fuerte. Era un lugar horrible para estar, y
aún así, a la gente que estaba allí parecía gustarle. ¿Qué era lo que
buscaban? Uno podía decirlo por sólo mirarlos: hombres, mujeres, dinero,
o, a veces, como en el caso de Draco Malfoy, tan sólo querían estar solos
en una multitud y olvidar el dolor.

Él no era el tipo de persona que andaba en bares, tampoco era el tipo de


persona que se embriagaba; era bueno controlando su bebida, pero aquel
día, quería emborracharse. Quería emborracharse lo suficiente como para
olvidar por qué estaba allí y despertar en un callejón desierto sin saber
cómo había llegado allí. O, mejor aún, no despertar jamás.

¿No sería lindo? Ir a dormir plácidamente y jamás despertar… A veces,


cuando uno está seriamente deprimido, la idea puede pasarse por la

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cabeza con facilidad. ¿Y por qué no? Quizás si ingiriera suficiente alcohol…
su hígado fallaría y podría simplemente morir.

Morir le traería alivio, tanto para él como para Hermione. Si moría, ella
podía simplemente ir hacia ese inútil Weasley y casarse con él y vivir
felices para siempre.

"¿Te puedo ofrecer algo más? ¿Quizás un viaje a casa?" Le preguntó la


camarera que tenía en frente. Era hermosa, con su largo cabello rojo y
ojos azules, sus grandes labios rojos y dientes blancos debajo. Tenía un
tatuaje al costado de su rostro, largas líneas oscuras con forma de raíz.
Quería alcanzar ese tatuaje y tocarlo; quería ver por sí mismo si realmente
se estaba moviendo como una víbora.

"¿Se está moviendo tu tatuaje o estoy demasiado ebrio?" Preguntó entre


curioso y preocupado.

"Estás demasiado ebrio." Replicó ella intentando reprimir un suspiro de


disgusto.

"Sabes," Él empezó a decir, "no necesitas ese tatuaje, apuesto a que te


verías mejor sin él."

"Gracias," Dijo la chica, "Pero me gusta así."

"Me acabo de dar cuenta de qué puedes ofrecerme." De repente, mostró


una sonrisa brillante. "Otro trago."

"Creo que has tenido suficiente." Insistió la camarera, con una mirada de
preocupación en su lindo rostro.

"¿Sabes cuál es el problema con vosotras las mujeres?" Preguntó él, pero
no espero réplica alguna y continuó inmediatamente: "Vosotras siempre
pensáis que estáis en lo correcto. Y necesito otro trago." Así que sacó su
billetera y le ofreció una considerable cantidad de galeones a la
muchacha.

La camarera estaba tentada de aceptarlos, pero, en vez, prefirió ser una


mejor persona. Notó el anillo en su dedo, y decidió que al hombre le
podría servir hablar.

"¿Problemas con la esposa?" Le preguntó.

160
"Ni hablar." En ese punto, Draco apenas podía pensar bien. "Te diré todo
si me traes otro trago."

"No te daré otro trago. Y estoy segura de que tu esposa no aprobaría que
estés aquí."

"¿La conoces?" Arqueó una ceja, con sospecha. ¿Podría ser que Hermione
tuviera una espía en ese bar? Estando tan ebrio, cualquier pensamiento
loco era posible.

"Nunca antes te he visto aquí, y puedo imaginarme que no eres del tipo de
beber. Por lo tanto, tu esposa probablemente tendría un problema al
descubrir que estuviste rondando un bar."

"Pues adivina qué: mi esposa es la magnifica Hermione Granger. No


perdona nada." Proclamó él, incapaz de mirar a los ojos a la chica,
presionó sus manos contra su frente.

"¿Hermione Granger? ¿La mejor amiga de Harry Potter?" Exclamó la


muchacha, de repente, algunas personas de alrededor se dieron vuelta
para verlos a ambos, quienes los ignoraron lisa y llanamente.

"¿Por qué todo el mundo piensa de ella como la mejor amiga de Potter?
¿Por qué no pueden pensar de ella como mi esposa? ¡Es una Malfoy por
las barbas de Merlín!" Casi, casi gritó, pero sus cuerdas vocales estaban
sofocadas de alcohol. Si es que eso era posible.

"Bueno, es una heroína nacional." Razonó la camarera, aún asombrada.


"Deberías estar orgulloso de estar con ella."

Draco asintió con la cabeza lentamente ya que le dolía un poco. "Debería


importarme, pero sinceramente no me interesa eso." Explicó él. Más
cabezas se tornaron para verlo y escucharlo, algunos con furia en sus ojos,
otros con asombro. "Resulta que la quiero por quien es, por lo que ha
hecho."

"Oh, Draco." Para su propio asombro, fue Hermione quien dijo eso.
Rápidamente se dio vuelta, sonrojándose levemente, probablemente por
el alcohol, aunque también podía ser por vergüenza. Así estaba ella,
parada entre una docena de persona que la observaban de distintas
formas: algunos le sonreían y la saludaban con palabras amables, otros

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murmuraban entre ellos, asombrados de verla, y otros brindaban en su
honor. Draco quedó sorprendido al ver cuan apreciada era su esposa.

"Su esposa es bondad pura, Señor Malfoy." Escuchó a alguien decir.


"Felicitaciones." Dijeron otros.

Pero Draco los ignoró a todos; tan sólo tenía oídos y ojos para su
Hermione. Se veía tan hermosa, incluso a pesar de que se veía todo
borroso a su alrededor, y la visión doble hacía que pareciera que tuviera
dos cabezas. "¡Hermione!" Con un equilibrio pobre, se levantó de su
asiento, y tratando de no perder su balance, caminó hacia ella. "¿Qué
haces aquí? Este no es un lugar para ti." Logró decir.

Mirándola desde más cerca, Draco se percató de que tenía el ceño


ligeramente fruncido. Parecía que no podía respirar como le hubiese
gustado. "Tampoco lo es para ti." Replicó. "Vamos a casa, Draco."

"¿A casa?" Rió sonoramente. "¿A cuál? Está la casa de tus padres, la de tu
madre y hermano, nuestra mansión italiana, nuestro chateau francés, la
mansión Malfoy…"

"Por supuesto que me refiero a la mansión Malfoy, Draco." Dijo ella,


disgustada por verlo en un estado tan deplorable. "¡Por Merlín Draco!
¿Cuánto has bebido?"

Él se acercó más a ella y descansó su mentón sobre su hombro lentamente


permitiendo que todo su peso fuese soportado por el cuerpo de
Hermione. Ella abrió los brazos para él, temiendo que pudiera caer si no lo
sostenía. "Aquella chica de allá dijo que había bebido demasiado." Susurró
en su oído.

"¿Crees que puedes aparecerte?" Le preguntó Hermione reprimiendo un


suspiro.

"No sin vomitar." Replicó con un curioso humor.

Hermione suspiró esta vez, no era común en Draco emborracharse. Tan


sólo había pasado una hora desde el pequeño episodio que habían tenido;
no le había gustado nada aquel "adiós" suyo, lo pensó seriamente y temió
que Draco hiciera algo estúpido por milésima vez. Así que, después de un
rato, decidió intentar usar el lazo que compartían para encontrarlo.
"Vamos, Draco, saquémoste de aquí."

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Les tomó más tiempo de lo normal salir de aquel bar, ya que Draco tenía
una gran dificultad para caminar solo y era complicado ayudarlo ya que
era mucho más alto y pesado que Hermione. Al menos estaba de buen
humor, pensó ella, sería más difícil con un borracho deprimido.

"Sabes, creo que esa camarera estaba coqueteando conmigo." Le


comentó a Hermione mientras caminaban por la calle llena de gente.
Hermione estaba intentando con mucha dificultad que caminara, y no
tenía ganas de reír.

"Creo que tenemos cosas más importantes sobre las que hablar."
Murmuró una cansada Hermione mientras ambos continuaban caminando
en dirección a un parque a unas pocas calles del bar.

"No te preocupes; me gustas más que ella."

"Lo sé." Dijo ella poniendo los ojos en blanco. Cuando llegaron al parque,
Hermione ayudó a Draco—quien había estado apoyado sobre ella todo el
tiempo—a sentarse en un banco. Ella se mantuvo parada en frente de él.

Draco estaba luchando contra sus ganas de caer dormido tanto en el piso
como en el banco.

"¿Por qué te has embriagado?" Preguntó Hermione, brazos cruzados


sobre su pecho, molestia en su rostro.

"¿Por qué viniste a rescatarme?" Draco preguntó, posiblemente pensando


que era una buena respuesta.

"Eres mi esposo."—Dijo ella.—"Temía por ti."

"¿En serio?" Quería pararse para confrontarla y verle mejor la cara, pero
sus ojos dolían y no podía sentir sus piernas. Así que se mantuvo allí,
intentando con todas sus fuerzas continuar observando sus ojos. "Pensé
que viniste porque te importaba de mí;" Dijo él, y entonces, pensándolo
mejor, agregó: "o quizás para reprenderme."

"Sabes que me importas, Draco."

"¿Porque soy todo lo que puedes tener?"

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Hermione se había hecho la misma pregunta mil veces. Estaba segura de
que lo amaba, ¿pero qué tal si tuviera una opción? De alguna forma, ya no
parecía relevante. "No, porque te amo. Y no quiero volver a perderte."

Hermione descruzó los brazos y los dejó caer a sus costados por un
momento antes de sentarse al lado de su esposo. Draco aún la miraba, ella
hizo lo mismo. "¿Entonces me perdonas?" Preguntó él con curiosidad en
su voz.

Su esposa se mantuvo en silencio, pensativa mientras observaba sus ojos


grises. Le tomó un momento abrir su boca y hablar: "¿Qué tal si te
perdono? ¿Qué pensarás? ¿No te preguntarás si no te he perdonado
porque no tengo otra opción?"

"No importa, probablemente no merezco tu perdón de todos modos. Me


comporté como un idiota. Pero es complicado estar contigo, ¿sabes?
Nunca te comportaste como una esposa adecuada," Hermione decidió
dejar pasar eso. "Nunca me lo pusiste fácil. Tuve que luchar mi camino
hacia tu corazón, un corazón que ya había sido reclamado por alguien
más."

"Lo sé." Dijo ella con honestidad, y lentamente descansó su cabeza en el


hombro de Draco. Él se sorprendió por su actitud y no sabía cómo sería
mejor reaccionar. Sería mejor ver eso como algo positivo, pensó.
Hermione continuó hablando: "Me tomó tiempo darme cuenta, pero
ahora sé que si tuviera la oportunidad, te escogería a ti por sobre Ron en
cualquier momento."

"¿Y eso por qué?" Preguntó él con sospecha. Era sorprendente en verdad
escucharla decir algo así, y de alguna forma difícil de creer. Pero Hermione
era bondad pura, como le habían dicho en el bar, no mentiría.

"Mucho tiempo atrás me di cuenta de que me hacías sentir bien sobre mí


misma en tantas formas que Ron no. Con Ron tenía que ser muy
cuidadosa para no hacerlo sentirse inferior, así que tenía que intentar
mantener un perfil bajo alrededor suyo. Contigo, siento que puedo ser yo
misma, podemos pelear, podemos discutir, podemos hacer cosas
estúpidas, si, ambos dos; y aún así siempre me aceptas por ser quien soy.
Sé que Ron me amaba sinceramente, como yo a él… pero no puedo evitar
sentir que tú eres mucho mejor para mí, intelectualmente e incluso
emocionalmente. Tú lo dijiste una vez, somos más parecidos de lo que
crees. Ahora sé que es verdad."

164
Un dolor muy fuerte se expandió por la cabeza de Draco; así que
lentamente se masajeó la frente. Hermione notó esto y se apartó de su
hombro. Lo miró a la cara con preocupación, y nuevamente preguntó:
"¿Por qué te emborrachaste, Draco?"

"Quería olvidarme de ti, olvidar el dolor que te causé, y olvidar cuan


estúpido fui." 'Y quizás tener una falla en el hígado.' Pensó. "Y hasta ahora
no lo he logrado."

Hermione consideró sus palabras cuidadosamente, y luego de una larga


pausa, habló otra vez: "¿Me prometes Draco, que nunca me mentirás otra
vez? ¿No más engaños?"

Draco buscó una de las manos de ella y la sostuvo. Miró a sus manos
entrelazadas por un momento, y entonces observó su rostro otra vez. "No
más engaños." Dijo, y ella lo besó.

-15 años más tarde.

Una niña estaba corriendo por los jardines de la mansión Malfoy, reía
tanto como podía al correr. Era una hermosa niña de 4 años de edad, con
su cabello lacio y rubio que apenas le llegaba a los hombros, sus ojos color
marrón claro brillaban mientras miraba a su alrededor inocentemente,
piel pálida como porcelana; sus pequeñas piernas apenas eran lo
suficientemente rápidas para mantener el ritmo del juego. Había tenido
suerte de que sus hermanos le hubiesen permitido participar.

Un niño, apenas unos tres años mayor que ella, la vio y corrió a su
encuentro. Era muy parecido a su hermana pequeña, con su piel pálida y
cabello lacio y rubio, sus ojos, sin embargo, eran grises. "Vamos, Hecate,
¡Corre!" Buscó la mano de su hermana y la tomó, intentando hacerla
correr más rápido.

Ambos niños lograron ocultarse detrás de un árbol. Aquel árbol era lo


suficientemente grande como para mantenerlos fuera de vista por un
tiempo. Estaban jadeando cuando lograron llegar allí. Hecate
inmediatamente se sentó en el suelo, sin importarle que la tierra y el
césped arruinaran su vestido color celeste.

"No te sientes, Hecate. No tenemos tiempo de descansar." Dijo el


muchacho sin paciencia, aunque él también estaba cansado de correr.
Había sudor en toda su ropa y rostro.

165
Hecate lo observó. Su sonrisa ahora había sido reemplazada por una
preocupación infantil. "Estoy cansada, Darien." Dijo lamentándose.

"Bueno, hace media hora estabas quejándote porque querías jugar con
nosotros. Ahora que estas jugando, ¿te vas a rendir?" Preguntó algo
exasperado, aunque nunca perdía la paciencia con su hermana pequeña.

"No, no me voy a rendir." Dijo la niña con una determinación muy similar a
la de su madre. Entonces, miró a lo alto del árbol. "¿Crees que podamos
escalar este árbol? No nos alcanzarán allí arriba."

"A excepción que nos vean y nos atrapen, no podemos correr allí arriba."
Replicó Drien, y entonces, agregó en un apuro: "Vamos, Megara está
viniendo."

Megara era la prima de ellos, una Zabini con largo cabello marrón
hondulado, su piel era blanca, pero no pálida como la de los Malfoys, tenía
un leve bronceado. Grandes pestañas decoraban sus ojos salpicados de
verde. Mucho más alta que sus pequeños primos, tenía once años de
edad, era la mayor de sus hermanas. Vestida con un vestidito verde que
combinaba con su color de ojos, los alcanzó antes de que Hecate
empezara a correr.

"¡Esperad!" Su grito los hizo detenerse de inmediato, y la niña mayor


aprovechó la oportunidad para tirarles globos de agua a ellos. Ambos
globos colisionaron perfectamente con los niños, quien instantáneamente
quedaron empapados. "¡Estáis fuera!" Dijo ella entre risas, ya que sus
primos pequeños eran tan fáciles de engañar.

"¡Eso no es justo!" Gritó Hecate, a punto de tener una rabieta. Miró


arriba, a la cara de su prima, con ojos furiosos, su voz infantil podía
escucharse a millas de distancia. "Pensé que había algo malo."

"Esa era la idea, tontita." Replicó Megara mientras caminaba hacia ellos.
Tomó un pañuelo de su bolsillo y lo usó para secar la cara de Hecate.
Darien ya estaba secándose con sus manos.

"¿Cómo es que Julian y tú siempre ganais?" Se preguntó la niña más


pequeña.

166
"Porque somos mayores." Replicó Megara. Julian era el mayor de los niños
Malfoy, sin embargo, a sus trece años de edad, se consideraba demasiado
grande para aquellos juegos infantiles.

Megara tomó la mano de Hecate y la sostuvo con cariño, hizo lo mismo


con Darien; los caminó a ambos a través del inmenso jardín hasta un deck
con sillas y pequeñas mesas donde los adultos estaban hablando. Draco,
Hermione, Blaise, su esposa, Narcissa, Hyppolyta y Julian estaban
sentados allí. Era una reunión familiar que tenían todas las semanas, en la
que los adultos hablaban y los niños jugaban; todos menos Julian, que
prefería leer sus libros sobre magia, muy del tipo de su madre. De hecho,
estaba allí leyendo, sólo quitó la vista del libro para observar el rostro de
su hermana.

"Papi, perdí otra vez." Se quejó Hecate con su padre. Draco Malfoy tuvo
que reprimir una risa. Megara dejó la mano de su prima y caminó con una
brillante sonrisa hacia su padre. Draco tomó su varita mágica y murmuró
un hechizo secador para sus dos hijos empapados.

"Ahí está; ahora puedes jugar otra vez." Replicó él, pero Hecate negó con
la cabeza, no quería jugar más, en vez, fue hacia su padre y se sentó en su
falda, descansando su cabeza contra su pecho. Sus pequeños ojos
marrones estaban serios por la furia.

"Es sólo un juego, querida." Intervino Hyppolyta, intentando darle ánimos.

"Si, además, mejorarás cuando crezcas." Dijo Darien mientras se sentaba


entre sus abuelas. Las mujeres mayores adoraban malcriar a sus nietos, y
estaban ya ofreciéndole té y escones.

"Cuando crezca no me gustará jugar, como a Julian." Dijo Hecate. "No


quiero creer jamás."

Todos los adultos rieron, e incluso Julian sonrió. Julian era un muchacho
alto y delgado, con cabello castaño enrulado como el de Hermione, y ojos
grises como Draco. Aunque era físicamente idéntico a su padre, su actitud
era mucho más como la de su madre: calmado y concentrado, siempre
resuelto, y tan inteligente—si no más. Siempre estaba leyendo, era la
obsesión de su vida. Cuando era pequeño, eran los libros para niños, al
crecer, se percató de que tenía que prepararse para Hogwarts, y empezó a
leer libros de magia. A sus trece años de edad, ya estaba en su tercer año

167
en Hogwarts, y era el mejor alumno de su clase. Le gustaba volar, sin
embargo, pero prefería leer sobre todas las cosas.

"Simplemente descubrirás que hay más en la vida que jugar, Hecate." Dijo
Hermione sonriéndole dulcemente a su hija. Siendo la menor de cuatro
hijos, era la consentida de la familia.

La niña escuchó cuidadosamente a su madre, pero, sin embargo, no quería


creer sus palabras. Quería jugar por siempre y para siempre. No podía
comprender por qué los adultos eran tan distintos de los niños. ¿Por qué
no les gustaba correr bajo el sol? ¿Perseguir mariposas y construir castillos
en la arena? ¿Por qué lo único que hacían era hablar? ¿Habían olvidado lo
bueno que era ser un niño? De acuerdo con su hermano preferido, Darien,
cuando los niños llegaban a Hogwarts, la escuela los cambiaba. Su teoría
estaba basada en el hecho de que Julian solía jugar con sus hermanos
hasta que tuvo la edad suficiente para ir a la escuela. Desde entonces sólo
lo veían durante los veranos, y no estaba dispuesto a disfrutar de la vida
como solía hacerlo. Así que, en secreto, Hecate no quería ir a Hogwarts,
temía que cambiara por culpa de la escuela. Pero no podía decirle a sus
padres, no quería decepcionarlos; ya estaban discutiendo en qué casa
estaría, ya tenían un niño en Slytherin, y el próximo, Lysander—quien
tenía once años—acababa de recibir su carta; su madre estaba apostando
a que sería un Gryffindor.

Lysander, sin embargo, no se parecía en nada a Julian, ni a su madre de


hecho. En realidad, era más como su tío Blaise. Amante de la diversión,
siempre dispuesto a jugar, pícaro. Tenía los ojos de su madre, cabello
rubio oscuro como su abuela Hyppolyta, pero lacio como el de su padre.
En aquel momento estaba jugando con el resto de sus primas. Los Zabini
tenían cuatro hijas, y una quinta en camino—para desgracia de Blaise,
parecía que nunca tendría un hijo para continuar con el legado familiar.
No había nada en el mundo que Hyppolyta amara más que pasar tiempo
con todos sus nietos.

Hyppolyta estaba sosteniendo a una bebé de dos años, con cabello


castaño oscuro y grandes ojos azules, vestida en un pequeño vestido
rosado con flores violetas. Darien le hacía caras a su prima bebé. Hecate
estaba pensativa, miró al bebé, luego a la creciente barriga de su tía. Sus
tíos escogieron nombres griegos para todos sus hijos: Megara, las gemelas
Ariadne y Athena, y Persephone. Hecate, a pesar de no ser una Zabini,
tenía un nombre griego también, a diferencia de sus hermanos que tenían

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nombres latinos. Le habían dicho que era una tradición que iba de
generación en generación de madre a hija, llamar a la primera hija nacida
con un nombre griego que empezara con H, era la forma que las mujeres
tenían de pasar su legado griego. Hecate había sido llamada así por la
diosa griega de la brujería, lo cual le gustaba bastante a la niña, ya que
había empezado a mostrar sus habilidades mágicas desde muy temprana
edad. El Ministerio se había quejado por Hecate docenas de veces, pero
no era su culpa, no podía controlar su magia, y tampoco podían sus
padres.

El tiempo de cenar estaba llegando, y las abuelas empezaron a llamar al


resto de los niños para que entraran en la mansión. Cuando los adultos se
levantaron para dejar los jardines, Draco y Hermione se tomaron de las
manos y sonrieron el uno al otro. Con tantos niños apenas tenían tiempo
el uno para el otro; era uno de esos momentos en los cuales apreciaban
cuanto habían logrado juntos.

"Te amo, Draco." Hermione susurró en su oído, ignorando a los niños


riendo y corriendo alrededor de ellos.

"Te amo, Hermione." Replicó él y la besó tiernamente en los labios. A


pesar de todos los años que habían pasado, él aún sabía igual, se sentía
igual. Y también Hermione. Justo en ese momento, mientras el sol se
ponía y la familia estaba toda reunida, fue uno de esos extraños
momentos de su vida en que Hermione estaba agradecida con su madre
por haberla obligado a casarse con él.

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