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Articulo Trans
Articulo Trans
A lo largo de los años, sus seguidores han saciado su sed a través de sus libros,
conferencias, entrevistas y las columnas en el periódico francés Libération, reunidas
ahora en su libro más autobiográfico, Un apartamento en Urano (Anagrama). En él,
Preciado reflexiona sobre temas actuales mientras narra qué ocurre con el relato de su
vida al decidir vivir según su identidad sexual.
Comenzó a publicar estas columnas en 2013 cuando vivía en París. “Ese año se hizo
visible en Francia el movimiento nacional-católico y de extrema derecha (el equivalente
a Hazte oir) contra la libertad sexual y de género, y era necesario producir un discurso
público capaz de reaccionar, en tiempo real, frente a lo que sucedía en las calles y la
banalización de las agresiones machistas, homófobas, transfobas y racistas”, dice. La
escritora feminista Virginie Despentes, quien fuera su pareja en los años de la Barcelona
del posporno, firma el prólogo y le dice: “Les niñes nacides después del año 2000
leerán tus textos, entenderán lo que propones y te amarán. Desde tu pensamiento, desde
tu horizonte, desde tus espacios. Escribes para un tiempo que aún no ha sucedido.
Escribes para les niñes que aún no han nacido y que vivirán, como tú, en esta transición
constante, que es lo propio de la vida”.
La infancia está muy presente en sus columnas. ¿Por qué afirma que “el colegio es
un campo de batalla”? El cuerpo infantil es el primer lugar sobre el que operan todas
las técnicas de normalización. Evidentemente este proceso se lleva a cabo en dos
instituciones tremendamente violentas y normativas: la familia y el colegio. Dos
enclaves patriarcales regidos por la epistemología de la diferencia sexual y racial. El
colegio es el lugar en el que se fabrica la identidad nacional, de género, sexual, a través
de la injuria, la exclusión, la repetición de coreografías corporales que funcionan con la
recompensa y la punición. Es el lugar en el que la persona débil es castigada y
eliminada. Y las débiles son mis favoritas. Ser trans es, entre otras cosas, desafiar la
narración temporal y concederse una segunda infancia que permite a la débil construir
su propio mundo. Yo hago filosofía para las débiles. Lo único que me interesa es pensar
a partir de la vulnerabilidad, la disidencia e inventar desde ahí la libertad.
¿Qué libro cree que debería ser obligatorio leer en la adolescencia? No creo en las
obligaciones ni en las recetas universales. Un libro que es liberador aquí y ahora, puede
no serlo para la adolescencia en Uganda o en Jordania. Cuando hablamos de libros
tendemos hacerlo de manera eurocéntrica. Cada generación imagina e inventa el libro
que puede salvarla.
Y a usted, ¿cuál fue el primer libro que le salvó? Recuerdo la primera vez que leí los
poemas de Cernuda cuando tenía ocho o nueve años en una edición de bolsillo que
vendían en los quioscos. Esa quizás fue una de mis primeras experiencias del libro-
libertad. Pero el libro no es solo un instrumento de libertad. También es la inscripción
de la norma. En la casa donde nací no había libros, aparte de la Biblia y de un
diccionario. Me acuerdo cuando busqué en el diccionario la palabra homosexualidad y
el efecto que tuvo en mí encontrar algo parecido a: “Concúbito entre personas de un
mismo sexo. Vicio de sodomía y bestial bruteza”. Ahí experimenté la violencia del
libro-ley.
¿Cuántos idiomas habla? Cuatro o cinco. Pero escribo y hablo sobre todo en español,
francés e inglés. Son tres territorios que transito cotidianamente, a veces sin darme
cuenta de que paso de uno a otro. El español es mi lengua materna. El inglés y el francés
son lenguas que me han servido para emanciparme cultural y políticamente. En ellas
aprendí casi todo lo que sé. Leí por primera vez a autores que me salvaron la vida:
Monique Wittig, Michel Foucault, Derrida, Susan Sontag, Judith Butler, Donna
Haraway, Teresa de Lauretis. Estudié filosofía en Madrid, pero tuve que irme a Nueva
York para aprender los rudimentos críticos de la filosofía feminista y queer. Fue como
un exilio intelectual y sexual porque era imposible hacer la filosofía que yo quería hacer
en el contexto académico del Estado español en los años 90. Para mí, hablar varias
lenguas es tan importante como la disidencia de género o la pansexualidad. Es otra
forma de construir la libertad.
¿Por qué cierra el libro con Carta de un hombre trans al antiguo régimen sexual?
Quise empezar con el primer texto que escribí en 2013, en reacción al movimiento
neoconservador en Francia, y acabar con esta carta, escrita en 2018, en reacción al
manifiesto que varias mujeres francesas escribieron contra el movimiento #MeToo
porque este libro recoge las crónicas de una nueva revolución sexual en curso. Trata de
inventar un lenguaje capaz de responder al nuevo frente conservador que se perfila cada
vez con mayor nitidez.
¿Por eso no le gusta que le hagan fotos? En su última rueda de prensa pidió no ser
fotografiado… No me gustan las fotos porque crecí con una deformidad congénita de
mandíbula y antes y después de las distintas operaciones quirúrgicas por las que pasé
me hicieron cientos de ellas. Quizás por eso siento la fotografía, especialmente el
retrato, como una técnica de control y clasificación del cuerpo.
En el 2015 sufrió la censura cuando era jefe de Programas Públicos del Macba.
¿Lo esperaba? No. ¡Era una simple escultura en papel! Había hecho otros muchos
proyectos mucho más radicales y arriesgados en el Macba y en otros museos, que
exponer la escultura de Ines Doujak. La filósofía a veces es ingenua. Después de años
de trabajar sobre el cuerpo político, no pensé en las consecuencias que podría tener la
representación del cuerpo desnudo del rey en el museo. Pero creo que lo que sucedió en
el Macba sólo se entiende ahora, a la luz de los conflictos por la soberanía en el
contexto catalán y de la enorme represión que suscita toda forma de disidencia. Creo
que la censura del Macba fue paradigmática de un proceso de represión institucional
democrática que se ha extendido después a muchos otros contextos
¿Ha sufrido más censura a lo largo de tu vida? Nunca había sufrido una tan explícita
como esa. Me sorprendió el silencio y la inmovilidad que suscita. La censura
institucional se parece a la violación. Cuando te sucede te dicen: “Aguanta y calla”.
Hablar es ponerse en peligro, arriesgarse a que se reproduzca la agresión. Por eso es tan
importante hablar del tema. No hay que pensar la censura como una excepción, como
algo extraordinario que sucede en raras ocasiones, sino como un proceso de represión
política constante que delimita lo que se puede decir, lo que se puede mostrar e indica
quién puede hablar y de qué.
¿Qué significa para usted que la revista Art Review le sitúe en el número 23 de la
lista de personajes más influyentes y poderoses del mundo del arte? Nada muy
importante o definitivo. Son listas hechas con criterios que a veces no son tan
relevantes. Supongo que entré por haber sido comisario de Documenta 14 y porque
muchos artistas contemporáneos dialogan con mis textos.
Quienes le conocen afirman que usted vive sin nada material. ¿Hay algo que le
acompañe siempre? Sí. Un retrato enmarcado de Pepa, mi perra bulldog maravillosa
que murió hace siete años.
No es extraño que la foto del perfil del Whatsapp de este filósofo sea una instantánea en
blanco y negro de Buster Keaton sentado junto a su bulldog. Pausado y reflexivo. Como
Paul B. Preciado.