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PARROQUIA “SAGRADA FAMILIA”

Guía para los altares

Procesión en honor al
“SEÑOR DE LOS MILAGROS”

2012
PRIMERA ESTACIÓN: LA SANTÍSIMA TRINIDAD
MONITOR: Hermanos y hermanas nos congregamos, movidos por la fe, para celebrar
nuestra adoración a Jesucristo, el Hijo de Dios, a través de la venerada imagen del Señor de
los Milagros Con actitud humilde participemos en este recorrido procesional, pidiendo al Cristo
Morado fortalezca nuestra fe en el Dios uno y trino.

LECTOR: Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos: (Rom 11,33-36)

¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y la ciencia de Dios! ¿Cómo indagar sus decisiones o
reconocer sus caminos? ¿Quién entró jamás en los pensamientos del Señor? ¿A quién llamó
para que fuera su consejero? ¿Quién le dio primero para que Dios tenga que devolvérselo?
Todo viene de él, por él acontece y volverá a él. A él sea la gloria por siempre. ¡Amén!
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

La primera lección que nos da el Señor de los Milagros, es el más importante de nuestra
Religión: La Santísima Trinidad. En efecto, aparece en él el Padre Eterno, con el mundo entre
sus manos creadoras, el Hijo crucificado en amor y el Espíritu Santo en forma de una paloma
blanca entre las dos primeras personas. Muchas veces la Escritura nos habla de la Trinidad.
Uno de los ejemplos más claros es su manifestación en el bautismo de Jesús:

- El Padre deja oír su voz para hacerse perceptible a uno de nuestros sentidos;
- El Hijo se relaciona con todos;
- El Espíritu Santo toma la forma sensible de una paloma.

Por su parte Jesús nos habla continuamente del Padre, cuya voluntad hace siempre y del
Espíritu de amor consolará, fortalecerá e instruirá a los discípulos. Él llevará a la Iglesia a la
plenitud de la verdad. Y hay algo más: el Misterio Trinitario se realiza en el interior del hombre
que libremente se abre a Dios: “Yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno me abre, entraré y
cenaré con él y él conmigo”. Amarnos como hermanos e hijos de Dios que somos, será un
reflejo del amor infinito que en la Trinidad se tienen las tres Personas en la comunidad más
perfecta y jamás soñada. Si lo hacemos vida, si lo ponemos en práctica, gozaremos al oír que
un día Dios Padre nos dirá a cada uno de nosotros como a Jesús: “Este es mi hijo amado, en
quien tengo mis complacencias”.

PETICIONES: Presentemos a Cristo, el Señor de los Milagros, nuestras súplicas:

1. Por la santa Iglesia de Dios, para que adorando al Dios Uno y Trino, pueda vivir en la unidad,
la comunión y el amor. Roguemos al Señor.
2. Por los gobernantes de las naciones, para que en el ejercicio del poder permitan que los
ciudadanos puedan profesar y vivir su fe en Dios. Roguemos al Señor.
3. Por nuestros hermanos que sufren por causa de la enfermedad, para que sientan el amor
misericordioso de Dios en la cercanía solidaria de muchos hermanos. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que participamos en esta procesión, para que la gracia del Señor Jesús, el
amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, fortalezcan nuestra fe y nuestro compromiso
de discípulos y misioneros de Cristo. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones)

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Padre bondadoso, atiende nuestras súplicas, que te presentamos confiados en tu compasión y


misericordia, en tu clemencia y fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SEGUNDA ESTACIÓN: DIOS PADRE
MONITOR: Hermanos y hermanas, el motivo de nuestro gozo es saber que somos hijos de
Dios y que podemos llamarle con el dulce nombre de “Abba”, Padre querido. En este segundo
altar dedicado al Cristo Morado, reflexionemos en la Primera Persona de Dios Uno y Trino, que
es Dios Padre, el Padre de Jesús.

LECTOR: Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos: (Rom 8,14-16)

Todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios. Entonces no
vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los
hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea ¡Padre! El Espíritu asegura a nuestro espíritu que
somos hijos de Dios.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

De verdad Dios es Padre porque nos ha dado la vida. Más todavía; cuando por el pecado
perdimos los derechos que su amor nos había dado, nos amó tanto que nos dio a su propio
Hijo redimiéndonos y restaurando así todas las relaciones que el pecado había roto entre El y
nosotros. La palabra que más repite Jesús en el evangelio al hablarnos de Dios es PADRE.
Haciéndonos comprender que quiere que le invoquemos con este nombre y que actuemos
como hijos suyos y hermanos entre nosotros. Pero en realidad somos muchos los que hoy
llamamos a Dios Padre y pocos los que somos hermanos ya que, lejos de tratarnos como tales,
parecemos enemigos irreconciliables. La opresión de unos cuantos envilece a muchos que no
tienen cómo dar ni siquiera un paso hacia la cultura. Mientras unos mueren de hambre, otros
tienen todo en abundancia. Y hay algo más doloroso que el hambre: no poder ganar el pan. Sin
embargo, todos llamamos “Nuestro Señor” al Cristo de los Milagros. ¿Por qué? Llamamos
Padre al mismo Dios. ¿Con qué derecho?. Si nosotros pusiéramos el amor de Cristo en este
mundo, los que siembran el odio no tendrían nada que cosechar. Que el Señor de los Milagros
nos ayude a sembrar amor, para que no cosechemos tempestades.

PETICIONES: Presentemos al Señor de los Milagros, nuestras súplicas:

1. Por la Iglesia universal, para que el Señor le conceda la firmeza en la fe, el valor de la
esperanza y la entrega en el amor. Roguemos al Señor.
2. Por los pastores de la Iglesia, para que con apertura de mente y corazón, y con humildad y
sencillez, presenten a Cristo, como el único y verdadero salvador de la humanidad. Roguemos
al Señor.
3. Por nuestra Comunidad Parroquial, para que, la vivencia de estas fiestas del Cristo Morado,
promueva en sus fieles el deseo de vivir reconciliados como hermanos, haciendo vida una
auténtica convivencia fraterna. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones)

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Padre bueno, escucha nuestras súplicas, y haz que tu pueblo viva siempre del alimento que le
se ofrece en el altar, y que el gozo de la comunión lo lleve a dar testimonio ante el mundo de tu
amor y de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
TERCERA ESTACIÓN: EL MUNDO, OBRA DE DIOS
MONITOR: Hermanos y hermanas, en la imagen del Señor de los Milagros aparece el Padre
eterno con el mundo entre sus manos creadoras. ¡Qué maravillas han salido de la grandeza
omnipotente de Dios! ¡Todo es bello! ¡Todo es bueno!

LECTOR: Lectura del Salmo 8

“Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado… ¿Qué
es el hombre para que te acuerdes de él, y el Hijo del hombre para que lo cuides? Lo has
hecho poco menos que Dios, lo has coronado de gloria y honor. Le diste el señorío sobre las
obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies… Yavé, Señor nuestro ¡Cuán
magnífico es tu nombre en toda la tierra!
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

Dios creó toda la naturaleza que nuestros ojos ven, y lo que no alcanzan a ver. Dios creó al
hombre a imagen suya y le dijo: “crezcan, multiplíquense y dominen la tierra”. Así ponía todo en
nuestras manos para que lo trabajásemos. De ahí nace nuestra primera obligación con el
mundo, que es hacerlo más bello con nuestro esfuerzo. El trabajo nos dignifica al hacernos
colaboradores de Dios en su obra creadora. El mundo será más bello cuando los hombres
empleemos todas las fuerzas de nuestro cuerpo y de nuestra mente en hacerlo más perfecto.
Cada uno en su puesto y en las cosas pequeñas o grandes que dependen de él: la obra es de
todos. Pero al mismo tiempo hemos de recordar que Dios es el Dueño, el Señor de la historia y
de este mundo que ha puesto en nuestras manos. Unos ojos limpios nos ayudarán a descubrir
su paso entre nosotros. Dios mismo actúa en los grandes acontecimientos y cambios de
nuestros días y lleva a la humanidad hacia la plenitud en Cristo. Tengamos fe en este momento
histórico que nos ha tocado vivir y siempre mantendremos la paz, sabiendo que todo está en
las manos de Dios nuestro Padre.

PETICIONES: Elevemos al Señor de los Milagros, nuestras peticiones:

1. Oremos por tantos hermanos nuestros que caminan a nuestro lado víctimas del odio y
de la indiferencia. Pidamos por todos los que no tienen espacios para ser escuchados y
se sienten menospreciados y abandonados. Roguemos al Señor.
2. Oremos por todos nuestros jóvenes, que son negados por la sociedad, por sus
instituciones y por sus familias, para que vean en el Señor de los Milagros, un amigo en
quien confiar y de quien recibir confianza. Roguemos al Señor.
3. Oremos por nuestra comunidad, para que nadie se sienta negado. Que sepamos crecer
en el reconocimiento de los hermanos, fortaleciendo los espacios y las actitudes de
amistad. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones)

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Padre te pedimos por todas las personas que sufren por enfermedad, soledad, pobreza,
injusticia, incomprensión, etc. Acompáñalas en su dolor, fortalécelas en la oración y llena de
sentido y fortaleza su sufrimiento. Te lo pedimos por tu hijo Jesús que vive y reina contigo por
los siglos de los siglos. Amén.
CUARTA ESTACIÓN: LA NOCHE DEL PECADO

MONITOR: Por causa de nuestros pecados, Jesús vivió y padeció los males de este mundo:
Fue sentenciado a muerte, y muerte en una cruz ¡Se burlaron de Él! Después de azotarlo lo
vistieron con un falso ropaje de rey y lo coronaron con espinas. Una grotesca degradación que
ilustra dolorosamente los males de nuestra convivencia. Sin embargo, ni los látigos ni las
espinas vulneraron su deseo de hacer la voluntad del Padre. En cada golpe y en cada gota de
sangre se anticipó la promesa de nuestra salvación. Hoy, muchos se sienten golpeados y
ofendidos por diversas situaciones. En todos ellos está Cristo. Por eso, queremos poner
especial atención en aquellos que han quedado atrapados en el flagelo del pecado del mundo:
la drogadicción, el alcoholismo, la lujuria, la violencia, el secuestro, el aborto, la prostitución.

LECTOR: Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (Rom 7,14-25)

Sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy hombre de carne y vendido al pecado. No
entiendo mis propios actos: no hago lo que quiero y hago las cosas que detesto. Ahora bien, si
hago lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena. No soy yo quien obra el mal, sino el
pecado que habita en mí, quiero decir, en mi carne. El querer está a mi alcance, el hacer el
bien, no. De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Por lo tanto, si hago
lo que no quiero, eso ya no es obra mía sino del pecado que habita en mí. Ahí me encuentro
con una ley: cuando quiero hacer el bien, el mal se me adelanta. En mí el hombre interior se
siente muy de acuerdo con la Ley de Dios, pero advierto en mis miembros otra ley que lucha
contra la ley de mi espíritu, y paso a ser esclavo de esa ley del pecado que está en mis
miembros. ¡Infeliz de mí! ¡Quién me librará de este cuerpo de muerte! Gracias sean dadas a
Dios por Jesucristo, nuestro Señor! En resumen: por mi conciencia me someto a la Ley de
Dios, mientras que por la carne sirvo a la Ley del pecado. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

En el cuadro del Señor de los Milagros, hay estrellas que nos hablan de noche y de pecado.
Muchos hombres pretenden negar la realidad del pecado. Quizá buscan acallar así su
conciencia. Pero es una triste realidad que jamás podremos negar en sí misma ni en sus
consecuencias. La voz rebelde de los primeros padres en el paraíso, el fratricidio de Caín, el
orgullo de Babel, la lujuria de Sodoma y Gomorra, se repiten a diario por desgracia en nuestra
sociedad. Pero Cristo nos trae redención. Más de uno pensará: ¿Me perdonará Dios? No lo
dudes. Él es Padre y perdona siempre. Pero se requiere arrepentimiento, y no perder el tiempo.
Olvidarnos de nuestros intereses personales: somos fermento en el reino de Dios. La única
conversión auténtica es ponernos al ritmo de Cristo para llevar a su plenitud el Plan de
salvación que Dios tiene sobre la humanidad entera. Que el Señor de los Milagros nos dé
generosidad hasta dar la vida como Jesús, y nos consagremos plenamente a Él.

PETICIONES: Elevemos a Cristo el Señor de los Milagros, nuestras oraciones:

1. Por nuestra Iglesia, para que todos quienes la integramos, vivamos de manera
coherente nuestra fe en Dios y la vida cotidiana. Roguemos al Señor
2. Por los que viven alejados de Dios, víctimas del pecado, para que Dios toque sus
corazones, y se arrepientan de sus errores y pecados cometidos. Roguemos al Señor
3. Oremos por nuestras comunidades, para que siguiendo el ejemplo de Jesús, seamos
signo de fraternidad, respeto y comunión con todas las personas. Roguemos al Señor.
(Pueden agregarse otras peticiones)

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA: Señor de los Milagros, te pedimos por los que son crucificados
diariamente en nuestra familia, nuestro barrio, nuestra empresa, nuestro mundo. Ayúdanos a
tender nuestra mano solidaria a cada uno de ellos, porque es a ti mismo a quien acogemos. Te
lo pedimos a ti, Señor Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
QUINTA ESTACIÓN: EL SOL DE LA GRACIA
MONITOR: Hermanos y hermanas, siguiendo nuestro recorrido procesional con la imagen
del Señor de los Milagros, recordemos los momentos cuando Jesús, el Hijo de Dios cargaba la
cruz por causa de nuestros pecados. Caída tras caída, hasta su muerte en la cruz. Ël nos ha
salvado del pecado y de la muerte, y nos ha devuelto la gracia de Dios. Meditemos esta
promesa salvífica de Dios.

LECTOR: Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 1,14-17)

Y el Verbo se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria; la Gloria que
recibe del Padre el Hijo único; en él todo era don amoroso y verdad. Juan dio testimonio de él;
dijo muy fuerte: ¡De él yo hablaba al decir: El que ha venido detrás de mí ya está delante de mí,
porque era antes que yo.” De su plenitud hemos recibido todos, y cada don amoroso preparaba
otro. Por medio de Moisés hemos recibido la Ley, pero la verdad y el don amoroso nos llegó
por medio de Jesucristo”. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

También en la sagrada imagen del Señor de los Milagros aparece este sol que viene de lo alto
para iluminar a “los que viven en tinieblas y en sombra de muerte”. Cristo se comparó al sol
porque su luz brilla en las tinieblas para poner en el camino de la verdad a todo el que viene a
este mundo. El sol es vida, es luz, es guía. Todas éstas son comparaciones con que la Biblia
nos habla de la vida que nos ha dado Cristo en el bautismo y que podemos recobrar también
acercándonos al sacramento de la reconciliación, si la perdemos por el pecado. La gracia es
esa vida interior, que brota en nosotros, como un surtidor, en expresión de Jesús a la
samaritana: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que dice dame de beber, tú le pedirías
a Él y Él te daría a ti agua viva”. Esta fuente de agua viva es la vida de Dios en nosotros. Dice
Jesús: “El que me ama será amado de mi padre y vendremos a El y moraremos en El”. Y es
que entre Dios y el alma en gracia, se establece una comunión de vida que a la par que hace
que Dios se adueñe de nosotros, nos eleva a las cumbres del gozo y del amor que es Él
mismo. Debemos cumplir nuestra misión como cristianos: Ser luz en el mundo como Cristo es
la luz, y así a través de nuestras buenas obras, los hombres glorifiquen al Dios Padre que está
en los cielos y se acerquen a él.

PETICIONES: Presentamos al Señor de los Milagros, nuestras peticiones:

1. Oremos por nuestro país, para que el respeto a la vida sea defendida por todos. Se
respeten los derechos de los demás, y siempre se dé cabida a todos. Por el derecho de
vivir, crecer y realizarse de todos, especialmente de los jóvenes. Roguemos al Señor
2. Oremos por todas las familias para que cumplan su vocación de engendrar a la vida y el
amor. Para que unidos a Cristo siempre encuentren los caminos para superar las
dificultades. Roguemos al Señor.
3. Por todos nuestros difuntos que murieron en pecado mortal, para que Dios con su
infinita gracia y misericordia los perdone y les admita en su reino. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Señor, queremos vivir en tu gracia, pero nuestro apego al mundo nos vuelve desordenados y
nos aleja de ti. Somos consientes de que el seguimiento de tu propuesta de vida no es fácil. A
veces no queremos recorrer el camino con la cruz a cuestas, pues preferimos que las cosas
fueran más fáciles, menos riesgosas, menos conflictivas. Pero el camino será más ligero y la
cruz más llevadera, si contamos con tu presencia alentadora y solidaria. Te lo pedimos a ti,
Señor Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
SEXTA ESTACIÓN: MARÍA, MADRE NUESTRA
MONITOR: La Virgen María estuvo unida a cada momento de Jesús. Nos consta que
guardaba todo en su corazón. El mismo Jesús desde la cruz nos dice, como a Juan, que la
consideremos a María Santísima, nuestra Madre. Pues, María creyó en la palabra de Dios, por
eso Dios obró grandes cosas en ella, y por ser la madre de Cristo Jesús, fue llevada asunta al
cielo, en cuerpo y alma.

LECTOR: Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 19,25-27)

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de
Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más
quería, dijo a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu
madre”. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

De pie, valiente y dolorida, aparece María en la imagen del Señor de los Milagros. Es nuestra
Madre, el gran regalo que Jesús nos hace en el último momento. Cuando lo estábamos
matando y despojándolo de todo, el redentor mira en torno a sí. No tiene nada. Nunca había
tenido nada hasta el punto de decir un día: “Los pajaritos tienen nidos y las raposas
madrigueras, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. ¿Qué le queda?
¿Será su Madre? Sí. Quiere que ella cuide de nosotros para que podamos aprovechar su
redención, ayudados por sus desvelos maternales… Nosotros, curtidos por el dolor de la vida y
por la pena de nuestras propias ingratitudes, podemos acudir a María y decirle: ¡Madre,
ayúdame! Así nos lo explica la Iglesia: “María, cooperando en la redención con Cristo, al formar
su cuerpo virginal, al alimentarlo, enseñarle y hacer todos los quehaceres de una madre para
con su hijo, colaboró con el Señor, dando de esta suerte, vida también a nuestras almas. Por
eso es nuestra madre espiritual”. ¿Y qué cristiano habrá que no invoque diariamente a María y
le repita una y mil veces en su vida: Madre, “ruega por mí, ahora y en la hora de mi muerte”?
Después de tantos siglos de Cristianismo, María ve que en sus entrañas virginales, faltan
muchos millones de hombres que aún no han conocido a Cristo ni su Cuerpo Místico y tampoco
la han aceptado a Ella por Madre. Tenemos una doble misión que cumplir: imitar a María en su
entrega al plan de Dios y hacerla conocer de muchos hermanos nuestros, para que juntos
todos la podamos llamar: ¿Madre! Y Ella nos llevará a Jesús.

PETICIONES: Oremos al Señor de los Milagros, por nuestras necesidades:

1. Por la salud del Papa Benedicto XVI, para que guiado por el Espíritu de Jesucristo
comunique siempre el don de la Vida en todas sus tareas apostólicas. Roguemos al Señor.
2. Por la salud e intenciones de nuestro Obispo de Chimbote, Monseñor Ángel Francisco, por
los sacerdotes, religiosos y religiosas, para que a ejemplo de María, sigan las instrucciones
de Jesucristo siendo fieles y perseverantes a la voluntad del Señor. Roguemos al Señor.
3. Para que el Señor de los Milagros conceda a quienes integramos esta Comunidad
Parroquial Sagrada Familia, alejar aquello que nos separa de Dios y los hermanos; y
busquemos siempre la gracia de vivir en armonía unos con otros. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Jesús, danos el valor de la Virgen María para seguirte y colaborar en la misión de liberar a la
humanidad, aun hasta el suplicio de la cruz. Danos entrañas de misericordia ante el sufrimiento
de tantos hermanos nuestros, que viven en el pecado y en la miseria. Concédenos un espíritu
de solidaridad y compasión. Te lo pedimos a ti, Señor Jesús, que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
SEPTIMA ESTACIÓN: LA ESPADA Y LA CRUZ
MONITOR: Hay algo en primer plano y muy llamativo en la venerada imagen del Señor de
los Milagros: la cruz de Cristo y la espada hundida en el corazón de María. ¡Qué metida en su
alma debía tener la pena aquel encarcelado que pintó el cuadro! Bajo aquellos signos estaba
todo lo horroroso de la cárcel en que le tocó vivir. Posiblemente uno de los grandes atractivos
del cuadro de nuestra devoción está en esto: nos vemos metidos de lleno en el cuadro del
Señor de los Milagros.

LECTOR: Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo (1 Tim 2, 8-13)

Quiero, pues, que en todo lugar donde los hombres estén orando levanten al cielo manos
limpias de todo enojo y discusión. Asimismo, que las mujeres sepan revestirse de gracia y buen
juicio, en vez de adornarse con peinados rebuscados, oro, joyas o vestidos caros. Que se
adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que se tienen por piadosa.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

Sí: la enfermedad nos atenaza, la incomprensión nos duele, el accidente aquél acabó con la
vida de un ser querido, el terremoto destruyó la casa, el río llevó las tierras. La muerte en
cualquier momento o lugar me puede llevar lejos de todo lo que he ido acumulando con tanto
esfuerzo. Quizá no le encontremos razón a todo esto, hasta que miramos a Jesús y a María y
nos preguntamos: ¿Fueron ellos peores que nosotros? Su Santidad nos hace ver qué necio
sería afirmar esto y terminamos buscando en la Providencia de Dios la respuesta que no
entendíamos. Y es Jesús quien nos dice que, si Dios cuida pájaros y flores del campo, mucho
más nos quiere y busca a nosotros que somos sus hijos. Por eso, frente al dolor, necesitamos
una fe grande y una gran confianza en la Providencia. Por eso, mirando a nuestro Señor de los
Milagros, entendemos que sólo unido al de Jesús y al de María nuestro dolor será fecundo. Y
entendemos a San Pablo que goza en sufrir a semejanza de Jesús porque “Si padecemos con
Cristo, con Él viviremos. Si sufrimos con Él, con Él reinaremos…” Lo triste del mundo por el que
peregrinamos, no es que haya tanto dolor, sino que se pierda este sufrimiento. Pidamos al
Señor de los Milagros que nos ayude a descubrirlo a Él en cada sufrimiento que llame a
nuestra puerta.

PETICIONES: Presentemos al Señor nuestras peticiones:

1. Por nuestras comunidades, para que siguiendo el ejemplo de Jesús, seamos signo de
fraternidad, respeto y comunión con todas las personas. Roguemos al Señor.
2. Por nuestros jóvenes, que en tales circunstancias se sienten vulnerados por las
estigmatizaciones y prejuicios sociales, para que en torno a ellos se puedan gestar
espacios de encuentro, que los integre y los valore en lo que son. Roguemos al Señor.
3. Por nuestro Perú, para que se convierta en una nación en la que todos nos sintamos
acogidos y movidos a trabajar Juntos por una patria más humana. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Jesús, la guerra, el hambre, la muerte, la corrupción van matando nuestras esperanzas y


llenando de un llanto de clamoroso el mundo entero. Llena nuestro corazón de verdaderos
sentimientos de solidaridad. Danos la luz para diseñar alternativas de vida para que otro mundo
sea posible. Un mundo impregnado de amor solidario y justo un mundo sin dolor y sin llanto. Te
lo pedimos a ti, Señor Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
OCTAVA ESTACIÓN: LA NEGACIÓN Y EL OLVIDO
MONITOR: “En ese momento cantó un gallo por segunda vez, y Pedro recordó lo que Jesús
le había dicho: “antes de que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”. Y lloró
amargamente.” Jesús se encuentra detenido en el palacio del sumo sacerdote. Solo, lejos de
los suyos, cercado por los verdugos que lo interrogan y lo maltratan. Pedro quiere saber que
está pasando con Jesús y se revuelve con la servidumbre y la guardia del palacio. Alguien
insignificante lo descubre y lo señala. Y Pedro, sintiéndose acorralado, no encuentra más
remedio que negar enfáticamente haber tenido algo con Jesús y su movimiento. El hombre
entusiasta ahora muestra el colmo de su fragilidad. Nos debe llevar a preguntarnos ¿Cuántas
veces hemos dejado sólo a Jesús? ¿Cuántas veces le hemos negado más que tres veces al
Señor de los Milagros?

LECTOR: Lectura del Evangelio según San Marcos (Mc 15, 21-22)

Los soldados sacaron a Jesús fuera para crucificarlo. En ese momento, un tal Simón de Cirene,
el padre de Alejandro y de Rufo, volvía del campo, y los soldados le obligaron a que llevara la
cruz de Jesús. Lo llevaron al lugar llamado Gólgota, o Calvario, palabra que significa “calavera”.
Palabra del Señor.

REFLEXION

Según la costumbre de la época, el condenado a muerte tenía que llevar el travesaño


horizontal, además de un cartel colgado al cuello en que se leía el motivo de la condena. Los
curiosos agolpados al paso del condenado lo insultaban y golpeaban. Jesús, extenuado por la
tortura física, moral y psicológica, se siente desfallecer. Entonces un hombre de Cirene es
obligado por los soldados a cargar con la cruz. Más allá del relato gráfico nos encontramos
aquí con el modelo del discípulo de Jesús. Aquél que carga con su cruz y sigue las huellas del
maestro. Seguir a Jesús significa su proyecto de vida como propio. Y la cruz es parte esencial
del proyecto de Jesús. Cargar con la cruz significa sentirse responsable de su propia historia
pero a la vez solidario con la historia del pueblo. La cruz de Jesús es el camino hacia la gloria,
es decir hacia la plenitud de la vida, hacia la liberación, hacia una humanidad restaurada por
Cristo.

PETICIONES: Presentemos al Señor nuestras peticiones:

1. Por quienes en la Iglesia y en el mundo trabajan por la integración social de los pobres,
discapacitados y más necesitados, para que Dios por medio de la Iglesia los renueve en
su vocación. Roguemos al Señor.
2. Por tantos hombres, mujeres y muchos jóvenes que en la hora de la prueba pierden el
sentido de la vida, para que en este tiempo de misión encuentren la esperanza en
Jesús. Roguemos al Señor.
3. Oremos por nuestros seres queridos que padecen alguna enfermedad. Para que el
Señor de los Milagros les brinde consuelo y salud. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACION

Jesús, enséñanos a obedecer la voluntad del padre hasta últimas consecuencias. No permitas
que nos quedemos a medio camino. Ayúdanos descubrir que la cruz asumida como despojo de
si mismo y donación a los demás llena de sentido nuestra existencia porque se asocia a tu
propia cruz que trae salvación y vida abundante para todos. Te lo pedimos a ti, Señor Jesús,
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
NOVENA ESTACIÓN: CRISTO DE LA VIDA
MONITOR: En el cuadro del Señor de los Milagros aparece Jesús dando la prueba más grande
del amor: entregar la vida por los amigos. Por amor acepta la cruz y en ella el peso de nuestros
pecados. Los hombres introducen los clavos en los pies y manos de Jesús, y se ríen de Él, y le
desprecian hasta el último instante. Es un ajusticiado entre dos ladrones. Pero él perdona a los
mismos que le están crucificando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

LECTOR: Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (Ef 1,15-23)

He sabido cómo ustedes viven la fe en Cristo Jesús y el amor para con todos los santos, por lo
que no dejo de dar gracias a Dios y de recordarlos en mis oraciones. Que el Dios de Cristo
Jesús nuestro Señor, el Padre que está en la gloria, se les manifieste dándoles espíritu de
sabiduría y de revelación para que lo puedan conocer. Que les ilumine la mirada intelectual,
para apreciar la esperanza a la que han sido llamados por Dios, la herencia tan grande y
gloriosa que reserva Dios a sus santos, y la fuerza incomparable con que actúa en favor de los
que creemos. Es la misma fuerza todopoderosa que actuó en Cristo cuando lo resucitó de
entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en la morada celestial, por encima de todo
poder, autoridad, dominio, soberanía, por encima de todo poderío que se pueda nombrar en
este mundo y en el otro. Dios colocó todo bajo sus pies, y lo constituyó Cabeza de la Iglesia.
Ella es su cuerpo y en ella despliega su plenitud el que lo llena todo en todos. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

A Jesús, su padre Dios lo deja en la más profunda desolación y soledad que le hacen
exclamar: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Su cuerpo extenuado, reclama
agua: “Tengo sed”. Solo, levantado entre el cielo y la tierra desde la ignominia de la cruz, va a
morir. Pero lo hace libremente y para salvarnos, por eso da una gran voz, imposible para un
simple agonizante: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Mientras, se rompen las
piedras, el sol se eclipsa como si sintiera el horror del deicidio, los hombres se hieren el pecho
y regresan a la ciudad, repitiendo con el centurión: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de
Dios”. Tú, hermano, hermana, hoy después de recordar cómo Cristo te ha dado la vida,
regresarás a tu casa también. Ojalá lo hagas golpeándote el pecho y repitiendo:
verdaderamente el Señor de los Milagros era el Hijo de Dios. Le he dicho que lo amo y lo he
invocado muchas veces. No es justo que después de haberlo conocido, siga mi vida de pecado
que tanto le ofende. Y comenzará una vida nueva para ti, a la sombra protectora del Señor de
los Milagros, que te ha dado su vida…porque te amaba...

PETICIONES: Elevemos a Dios nuestras peticiones:

1. Oremos por nuestro Perú, para que sea un país con más oportunidades, donde todos
puedan tener un empleo digno, con salarios justos. Roguemos al Señor.
2. Por tantos hombres y mujeres que sufren por los golpes de la pobreza y flagelos de la
existencia. Que Dios permita hayan manos generosas de poder ayudarlos y se sientan
escuchados, acompañados y animados a vivir en el amor y la paz. Roguemos al Señor.
3. Por nosotros, para que con actitud valiente, leal y obediente de Jesús nos anime a seguirlo
día a día, cargando nuestras cruces con dignidad y esperanza. Roguemos al Señor.
(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Jesús, que aceptaste cargar la cruz, enséñanos a cargar nuestra propia cruz que conduce a la
plenitud de la vida. Danos el valor para llevarla. Danos un corazón amplio para caminar con
todos los crucificados del mundo. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.
DÉCIMA ESTACIÓN: JESUCRISTO DEMOSTRÓ CUÁNTO NOS AMA
MONITOR: Jesús de Nazaret, abrió el nuevo camino de salvación, cuando se abstuvo de
responder a las injurias; cuando no buscó vengarse de lo que le hicieron. Sus sufrimientos nos
redimieron a todos nosotros, porque nos amó en el sufrimiento y sufrió en el amor. ¡Líbranos,
Señor, de los deseos injustos y de los hábitos perniciosos que nos dominan! ¡Oh Jesús, redime
a los pobres que han sido clavados a la cruz de la indigencia, a causa de la explotación y el
indigno comportamiento de los poderosos! Redime a todos los hijos que son crucificados por el
comportamiento de sus padres. Redime, Jesús, cualquier crucifixión y tensión que exista entre
los gobiernos y los pueblos. ¡Ayúdanos a crucificar toda pasión, toda ira, toda soberbia, para
que en su lugar puedan nacer la paz y el amor, la reconciliación y la comprensión!

LECTOR: Del Evangelio según san Mateo ( Mt 25,34-36)

Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, y tomen
posesión reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve
hambre y ustedes dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron beber. Fui forastero y
ustedes me recibieron en casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a
visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

Señor de los Milagros, rostro humano de Dios y destello de su misericordia que eres al mismo
tiempo el rostro divino del ser humano y símbolo de los profundos anhelos que anidan en
nuestro corazón. Somos tu pueblo y buscamos tu rostro. Venimos ante ti para alabarte y
bendecirte, para glorificar tu nombre e invocar tu bondad. Un día, hace ya cuatro siglos, se
pensó que eras una imagen sin belleza, que no inspiraba devoción y se ordenó arrojarte al
fuego. Pero, como la zarza ardiente ante Moisés, resultaste señal incombustible de la
presencia de Dios. Y desde entonces nos sigues diciendo: «Yo soy el que soy», yo soy
vencedor en la prueba, yo soy fortaleza en los momentos de dificultad. Por eso acudimos a ti,
Señor, porque sigues repitiendo tus maravillas entre nosotros y vas demostrando cuán
poderosa es tu obra. Cuando nos veas afligidos y confundidos, sumidos en la crisis, la
tentación y el dolor, recuérdanos que ya has vencido la prueba y que contigo podemos salir
victoriosos.

PETICIONES: Elevemos a Dios nuestras peticiones:

1. Para que el Cristo Morado, que es luz que alumbra el camino de los hombres, ilumine
nuestra vida con una sincera y auténtica conversión. Roguemos al Señor.
2. Por todos nosotros, para que el Señor de los Milagros abra nuestros corazones para ser
solidarios y fraternos con todos nuestros semejantes. Roguemos al Señor.
3. Para que el Espíritu de Dios entusiasme nuestra mente y corazón para que seamos más
asiduos a la lectura de la Palabra de Dios, y lo pongamos en práctica. Roguemos al Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Jesús, frecuentemente hemos dudado en hacer el bien. En su lugar hemos preferido a menudo
hacer nuestra voluntad y las consecuencias de ello nos han hecho mal. ¡Sánanos de la
incredulidad y de las resistencias que hemos puesto; las veces que nos hemos negado a
aceptar la voluntad del Padre! Creemos en ti y confiamos en ti. Nos ponemos totalmente en tus
manos. Hágase en nosotros tu voluntad, Señor; en la salud y en la enfermedad; en el éxito y en
el fracaso; en las alegrías y en las tristezas; en la vida y en la muerte; en el presente y en la
eternidad. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
UNDÉCIMA ESTACIÓN: AY DE AQUÉL QUE SE AVERGUENZA DE MÍ
MONITOR: Dios Padre misericordioso, ha querido enviarnos a su Hijo como peregrino entre
nosotros para proclamar la novedad de su Reino. Sabemos que Cristo, su Hijo, es nuestro
Señor y Salvador, nuestro amoroso Redentor, que desde el árbol de la cruz nos sigue dando
lecciones de amor y de compasión. Sabemos también que hay muchas personas alejadas de
Dios y muchas que no le conocen. Nuestra misión sea hacerle conocer y hacer que otros le
amen. Hemos de proclamar por todas partes su misericordia y su bondad sin límites que se
expresan en su poder para sanar y su ternura para guiar nuestros pasos.

LECTOR: De la Segunda Carta del Apóstol Pablo a Timoteo (Tim1, 10-12)

Cristo Jesús, nuestro Salvador, ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su


Evangelio la vida y la inmortalidad. Este es el mensaje para el que fui hecho predicador,
apóstol y maestro, y por el que ahora padezco persecución. Pero no me avergüenzo, porque sé
en quién he puesto mi confianza y estoy convencido de que tiene poder para guardarme hasta
el final.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:

Señor de los Milagros, cercanía de la ternura de Dios Padre y de la unidad en el Espíritu Santo,
míranos ante ti y reconócenos como hermanos necesitados. Estamos aquí en tu presencia,
como tantos que por más de cuatro siglos han venido ante tu imagen para implorar tu
protección, para experimentar tu misericordia, para obtener la salud del alma y del cuerpo. La
historia de peregrinos y devotos es incontable. Llegan ante ti quienes te imploran y quienes te
agradecen, los que vienen desde muy lejos y los que desde su infancia te conocen y te
veneran. Todos, Señor, te buscamos y te expresamos nuestra devoción, porque eres el imán
que atrae nuestros corazones. Recuerda, Señor, que tu bondad no tiene límites, y permite que
te invoquemos con el nombre glorioso de Señor de los Milagros. No te pedimos que nos
ayudes a escapar de los problemas sino a tener la sabiduría de tu Espíritu para fortalecernos
en ellos. Y que incluso en los fracasos experimentemos también el apretón de tu mano.

PETICIONES: Elevemos a Dios nuestras peticiones:

1. Para que Dios nos llene siempre de gozo y bendiciones por nuestra fe en su Hijo Jesús, el
Cristo Morado. Roguemos al Señor.
2. Para que Dios que es un Padre misericordioso, nos purifique de todo pecado que hayamos
cometido, y nos promueva hacia el sacramento de la reconciliación. Roguemos al Señor.
3. Para que el Espíritu de Dios nos ayude a ser coherentes de palabra y obra. Roguemos al
Señor.

(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA:

Señor de los Milagros, te reconocemos como el único Rey y Salvador. Edificaste tu casa entre
nosotros para seguir comunicándonos tu reino de paz, justicia y amor. Venimos con los pies
cansados a poner en tus manos amorosas, nuestro ser y nuestra labor. Míranos misericordioso
a todos los peregrinos que acudimos buscando tu ayuda, necesitados del pan, la salud y la
protección. Que tu Palabra permanezca en nosotros para cosechar los frutos del amor.
Regálanos el don de tu Espíritu Santo para construir el Reino de Dios. Tú eres nuestro tesoro,
oh Cristo Milagroso, reina en nuestra patria y en nuestras familias, para que seamos mansos y
humildes de corazón. Amén.
CONSAGRACION

Señor de los Milagros, porque te amo, he venido a visitarte, para alabarte, para bendecirte,
para darte gracias por tantos favores como me has concedido. Señor de los Milagros, porque te
amo, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido y con los cuales te he crucificado
de nuevo en mi corazón: yo te prometo comenzar desde hoy una vida nueva.

Señor de los Milagros, porque te amo, he venido a suplicarte como el leproso del Evangelio:
«Señor, si quieres, puedes curarme» (Marcos 1,40). Cúrame, Señor, de la enfermedad del
pecado y de las demás enfermedades que me hacen sufrir. Señor de los Milagros, porque te
amo, yo me consagro a tu servicio con mi familia, con mis seres queridos, con mis trabajos, mis
problemas y mis alegrías. Señor de los Milagros, porque te amo, yo quiero vivir siempre contigo
durante la vida, para vivir siempre contigo en el cielo. Oh María, Madre del Perpetuo Socorro,
presenta tú misma esta consagración a tu Divino Hijo. Amén.

Oración de homenaje

Señor de los Milagros, te presentamos el homenaje de nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro
amor. Creemos en ti, Hijo de Dios, Hermano y Salvador nuestro. Confiamos en tu bondad y
poder. Queremos amarte siempre cumpliendo tus mandamientos y sirviéndote en nuestros
hermanos. Te damos gracias porque nos amas, nos atraes con tu imagen, nos acoges en tus
brazos, nos guías con tu palabra y nos brindas tu perdón. Señor de los Milagros, te
consagramos nuestras familias: consérvalas en la armonía; nuestras casas: ilumínalas con tu
presencia; nuestras alegrías: santifícalas con tu amor; nuestras preocupaciones: acógelas en tu
bondad; nuestras dolencias: remédialas con tu misericordia; nuestro trabajo: fecúndalo con tu
bendición. Señor de los Milagros, te imploramos la firmeza en la fe, la fidelidad a tu Iglesia, el
donde la paz y la gloria eterna.

Oración para hacer petición: Padre bueno, concédeme tu gracia para que pueda desde ahora
llenarme de gozo, mientras me preparo a encontrarme contigo en el sacramento de la
reconciliación (como fruto de esta novena, una buena confesión).Haz que desaparezcan en mí
todo miedo y vacilación, de tal suerte que sepa reconocer mis faltas y confesarlas. Envía tu
Espíritu sobre mí, para que recuerde todos mis pecados y sienta dolor por ellos. Dame el valor
para reconstruir en el arrepentimiento y la conversión toda mi existencia.

Señor de los Milagros, presencia cercana del amor de Dios Padre por el Espíritu Santo, hasta ti
hemos venido para implorar tu auxilio y bendición.
Creciste milagrosamente, porque no querías ser la joya de unos pocos sino el tesoro de todo
un pueblo. Y rompiste las ataduras de madera, como un día habías roto las ataduras de la
muerte. Escucha ahora nuestra plegaria confiada y respóndenos con tu poder salvador. Señor,
enséñanos a crecer incluso en los momentos de crisis y tensión, cuando quisiéramos
encerrarnos en el miedo y la tristeza. Ayúdanos a romper las cadenas que nos atan a nuestros
pecados y dolencias. Si caminamos en tu nombre, la fe nos impulsará para seguir adelante, a
pesar de las dificultades. La esperanza nos hará avanzar más allá de nuestros miedos. Y el
amor nos obligará a ampliar los límites de nuestro corazón para perdonar a los que nos
ofenden y sentir como propios los sufrimientos y triunfos de todos los seres humanos. Señor de
los Milagros, danos la paz, Amén.

Oración en silencio para hacer petición: Señor, haz que el fuego de tu amor y la gracia de tu
sanación iluminen mi oscuridad y derritan el hielo del mal que aún habita en mí. Renueva
completamente mi capacidad de amar. Que a partir de ahora pueda amar yo a los demás con
todo mi corazón, incluso a aquellos que me han lastimado. Muy a menudo he sido incapaz de
perdonarlas injurias. Perdona, Señor, las veces que me he agobiado a mí mismo y otros
también, con la envidia y los celos. ¡Cúrame de la ausencia de Dios en mis pensamientos,
palabras y obras!

Oración

Señor de los Milagros, presencia clara del amor del Padre y del fuego glorioso que por tu
Espíritu en el mundo arde. Es cierto que conoces la intimidad oculta de mi vida; y sabes los
secretos que te voy confesando día a día. Tus ojos entreabiertos, no parecen la mirada de la
muerte, porque no los cerraste para que en ellos yo pudiera verme. Pero, además, no puedes
cicatrizar la llaga del costado: tu corazón tras ella noches y días me estará esperando. Y si
sigues clavado a ese tosco madero de la cruz es sólo porque quieres que yo oriente mi vida
hacia tu luz. Amén.

DUODÉCIMA ESTACIÓN: CRISTO RESUCITÓ


MONITOR: En realidad qué duro sería vivir si todo terminara con la muerte; pero no, Cristo
resucitó. Está vivo y su resurrección también está representada en la venerada imagen del
Señor de los Milagros. ¿Cómo? Han pasado casi veinte siglos y las muchedumbres se apegan
junto a su imagen por millones y lo aman y lo gritan: ¡Viva el Señor de los Milagros! Y lo pasean
por la ciudad y le hablan y le piden favores y llevan su estampa en la cartera y colocan su
imagen sobre la cabecera de la cama. Todo esto no se hace con un ser muerto hace dos mil
años, sino con un ser vivo que nos sigue acompañando y queremos que nos bendiga a
nosotros y todo lo nuestro. Y todo esto es porque el Evangelio nos cuenta que Cristo resucitó.

LECTOR: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 28,1-10)

Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra
María a visitar el sepulcro. De repente se produjo un violento temblor: el Ángel del Señor bajó
del cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó sobre ella. Su
aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. Al ver al Ángel, los guardias
temblaron de miedo y se quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: “Ustedes no
tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha
resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto, pero
vuelvan en seguida y digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les
adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo dije todo”. Ellas se fueron al
instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la
noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: “Paz a
ustedes”. Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo: “No
tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán”.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

De verdad el Espíritu de Jesús vive. Su Espíritu llena el tiempo y la eternidad y vive en Cristo,
en la Iglesia y en cada uno de nosotros. Por eso creemos que el mismo Espíritu que resucitó a
Jesús porque vivía en Él, nos resucitará a una vida nueva que empieza en el tiempo y se
prolonga por toda la eternidad. Esto explica que, hoy como ayer, haya jóvenes valientes que
dejan todo para seguir la vida sacerdotal o religiosa. Esto explica que hay en la Iglesia laicos
plenamente comprometidos con el Reino y esto explica también que nosotros nos
comprometamos de verdad con el Señor de los Milagros. Llevados de esta fe en el Espíritu,
repitamos ya al final de esta procesión el grito de la Iglesia de todos los tiempos, llamando al
Esposo para el triunfo definitivo: ¡Ven, Señor Jesús!

PETICIONES: Elevemos a Dios nuestras peticiones:

1. Para que guiada por el espíritu de Dios, la Iglesia promueva siempre un mundo de justicia
y paz entre todos los habitantes del mundo. Roguemos al Señor.
2. Por la salud e intenciones del Papa Benedicto XVI, por nuestro Obispo, Monseñor Ángel
Francisco, por los sacerdotes, religiosos y religiosas, para que guiados por el Espíritu,
sigan con fidelidad y perseverancia las instrucciones de Jesucristo. Roguemos al Señor.
3. Para que nuestra fe en Cristo Resucitado la vivamos con alegría, y su gracia divina nos
permita ser colaboradores de su reino con nuestro testimonio de vida. Roguemos al Señor.
(Pueden agregarse otras peticiones).

Padre Nuestro….. Dios te Salve, María….Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

ORACIÓN CONCLUSIVA: Señor, que siempre seamos capaces de amar. Tú eres el


amor: que nuestro amor sea semejante al tuyo. Cristo se ofreció por amor: que seamos
capaces de vivir sirviendo. El Espíritu es llama de amor: que habite en nuestras vidas .Te lo
pedimos a ti, Señor Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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