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La historia del reciclaje hasta nuestros días
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La historia del reciclaje hasta nuestros días

Reciclar es un verbo que va intrínsecamente


ligado a la naturaleza humana. Desde el origen de la tecnología, el ser humano ha estado
reutilizando materiales, aunque el concepto como lo conocemos hoy en día es bastante
posterior.

Remontándonos a los orígenes, expertos en arqueología han encontrado vestigios de


materiales reciclados que datan de hace 2.400 años. De todos modos, tanto el concepto
como los métodos han variado y evolucionado mucho a lo largo de la historia.
Hay un punto de inflexión a la hora de hablar de la re-utilización de diversos elementos:
la Revolución Industrial. Fue en ese momento cuando la técnica posibilitó el desarrollo
de grandes factorías, el trabajo en cadenas de montaje y la fabricación en masa de
numerosos productos. Antes de este hito histórico que surgió en Inglaterra, era una
práctica habitual el re-empleo de diversas piezas y materiales, porque las cadenas de
montaje no estaban estandarizadas y la producción era mucho menor.

Con la llegada de las máquinas todo cambió. Ahora salía más barato y resultaba más
sencillo comprar un producto nuevo que buscar la pieza que faltaba para poder
emplearlo.

Con la expansión de la Revolución Industrial a los principales países del mundo la


producción en cadena se generalizó, relegando al reciclaje a un discretísimo segundo
plano.

Ya entrados en el Siglo XX tuvieron lugar varios sucesos relevantes, como fueron las
dos guerras mundiales, que modificaron la economía mundial. En pleno período de
entre-guerras, en 1929, tuvo lugar el famoso crack de la bolsa de Wall Street con el
consiguiente hundimiento de la economía estadounidense y la posterior Gran Depresión
que hundió a algunas de las principales naciones del mundo. Como consecuencia de
estas dificultades económicas, el desempleo y la escasez agudizaron el ingenio de la
población, que volvió a reciclar más como una necesidad que como un convencimiento.
Ya entrados en las II Guerra Mundial, el reciclaje se convirtió en un asunto de estado: la
escasez de alimentos, combustible y otros objetos de primera necesidad motivó una
cultura de re-utilización de productos que fue impulsada por primera vez por los propios
estados.

Una vez concluida la segunda Gran Guerra, el mundo y principalmente EEUU asistió a
uno de los períodos de bonanza económica más extraordinarios de la historia. La
confección de productos, bienes y servicios se multiplicó y el New Deal norteamericano
generó una corriente de necesidad de productos nunca antes vista. El capitalismo
imperante en los países occidentales llevó a cabo la vuelta al consumo masivo. La nueva
clase media quería nuevos coches, casas, electrodomésticos cada vez cada menos
tiempo.

Este período prolongado de prosperidad y crecimiento económico condujo a la


expansión de las sociedades modernas, conocida como la sociedad de consumo y al
desarrollo de un concepto del que aún hoy se habla poco, la obsolescencia programada,
en virtud de la cual, la vida útil de los productos que se fabrican y compran los
consumidores debe ser limitada. ¿El motivo? Que haya que seguir consumiendo
constantemente en una especie de rueda enorme que es la que mueve la economía
mundial.

Pero esto trajo consigo tal vez el peor problema al que se enfrenta el planeta en estos
momentos: el cambio climático como consecuencia de la contaminación.

Fue durante los años 70 y 80 cuando las sociedades modernas comenzaron a tomar
conciencia del problema. Décadas de excesos habían llevado al planeta a un punto de
inflexión.
En ese momento fue cuando se instauraron organismos como la Agencia de Protección
Ambiental, que estableció las bases del ahorro y la eficiencia energética.

En los años posteriores la conciencia ecológica fue calando en las sociedades europeas y
norteamericana, aunque el impulso de la industria, el consumo y la generalización del
automóvil en todo el mundo hacía insuficientes estos esfuerzos.

En los años 90 es cuando realmente despega la conciencia ciudadana por el medio


ambiente y el reciclaje. Las sociedades demandan energías y productos ecológicos,
respetuosos con el entorno y sostenibles. Este cambio en la perspectiva ciudadana
motivó que las propias empresas, industrias y corporaciones comenzaran a interesarse
por el reciclaje, la sostenibilidad y lo que se ha denominado la economía verde.
Asistimos al despegue de este nuevo tipo de sociedad, una sociedad limpia y eficiente
que es capaz de reciclar gran parte de lo que produce y consume.

Centrándonos en España uno de los pilares de este cambio de la mentalidad colectiva ha


venido de la mano de Ecoembes, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a la
recuperación de envases en todo el país, esta organización tiene un enfoque integral y
aporta soluciones de reciclaje de envases tanto para la ciudadanía como para las
empresas. Para Ecoembes la eficiencia medioambiental y económica son capitales y van
de la mano, por ello apuestan por conseguir que los resultados de reciclaje de envases
en España crezcan año tras año, hasta llegar a ser uno de los países europeos de
referencia en esta materia.

Lo que está claro es que el reciclaje no es cosa de una empresa, un estado o un


colectivo. Es cosa de todos, al fin y al cabo, el planeta es una responsabilidad colectiva.
Y es que, como hace unos meses afirmaba Óscar Martín, CEO de Ecoembes, en una
entrevista al periódico ABC, “la suma de los hábitos de los más de 7.000 millones de
personas que hay en el planeta convierte los pequeños gestos en grandes revoluciones”.

C
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