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PRUEBA ACADÉMICA DE EVALUACIÓN A DISTANCIA.

RECENSIÓN DEL LIBRO DE LECTURA:

LADD, G. Teología del Nuevo Testamento. Editorial Clie. Barcelona, 2002

1.- FICHA BIBLIOGRÁFICA.

• Nombre del autor: George Eldon Ladd.


• Título: “Teología del Nuevo Testamento”
• Editorial que lo publica: Clie; Barcelona 2002
• Editorial que lo publicó originalmente: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co.
• Título original: A Theology of the New Testament: Revised
Edition.
• Copyright: 2002, ISBN: 978-84-8267-334-9
• Lugar de Impresión edición: Colombia.
• Edición y Fecha: 1ª Versión en Español 2002

2.- FICHA FORMATO.

• Nº páginas: 885
• Introducción: 23-55
• Prólogo: No contiene prólogo del autor.
• Prefacio: Contiene dos, uno a la Edición Revisada por Donald A. Hagner, y
otro a la Primera Edición(1974) por el propio autor
• Ilustraciones: No contiene
• Medidas: 14,5X 23 X 3,5
• Índice del contenido temático en páginas 5 y 6

3.- INTRODUCCIÓN.

La Teología del Nuevo Testamento de Ladd, realmente se configura como un


manual imprescindible para el estudiante que quiera profundizar en la reflexión
teológica, no sólo por la visión general que a modo de panorama, representa de todo
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el Nuevo Testamento, sino por la contribución tan específica que realiza al estudio
de cada uno de los textos que lo conforman.
Tanto su lenguaje, dinámico, ágil y –relativamente sencillo- para el estudiante
que posee ya ciertas destrezas en el estudio y la reflexión teológica, lo convierten en
un documento recomendable para conocer el contexto teológico del Nuevo
Testamento.
Sin duda alguna, la lectura de este libro, es profundamente motivadora. Ladd
trata cada temática de forma que cobra un máximo interés; alrededor de un
planteamiento sencillo e inquietante, plantea las diferentes cuestiones que la teología
trata de responder, y como si fuese, casi a modo de discurso, él mismo nos va
guiando hacia las respuestas. Introduce el pensamiento de diferentes teólogos y
pensadores pero, posicionándose sin temor alguno -como autoridad de relevancia
que es- en los diferentes postulados que presenta. De este modo la teología fluye
fácil, el lector, no permanece impasible a la misma, es inducido a pensar, a
cuestionar y finalmente, tomado de la mano del autor del libro, a descubrir sus
propias respuestas.
No es –en absoluto- impedimento alguno el no coincidir con Ladd, él mismo
es ejemplo palpable de que la diversidad de pensamiento enriquece. Pero uno
percibe que en tan magna marea de pensamientos, preguntas y soluciones, lo que
cabe es arrodillarse ante el texto bíblico, percatarse que se trata de la doctrina de
Dios, que se refiere a Él y rogar la intervención del Espíritu Santo a fin de poder ser
iluminados en una comprensión que enriquezca y repercuta tanto a nivel personal,
como eclesial y definitivamente social, pues tal es el propósito de nuestra existencia
como creyentes. Así la obra de Ladd sencillamente nos acerca a la paradoja de que
sí, pero todavía no; de que es simple, pero inmensamente complejo; que es fácil,
pero que entraña una profundidad inquietante, ¿cómo no anhelar lanzarse…?

4.- PRESENTACIÓN DEL CONTENIDO DEL LIBRO.

El libro está divido en seis secciones o partes: Evangelios Sinópticos; El


cuarto Evangelio; La Iglesia Primitiva; Pablo; Hebreos y las Epístolas Generales y el
Apocalipsis, incluyendo un Apéndice al final.

En la primera sección, se trata de explicitar la teología de los Evangelios


Sinópticos, comenzando desde la presentación del ministerio de Juan el Bautista, su
mensaje y transcendencia nos dirige hacia la realidad del mensaje del Reino de Dios,
que es, pero todavía no; confirmando como lo escatológico, futuro, se hace al mismo
tiempo presente, pues se ha de vivir como tal, de forma que la simbiosis del presente
implica el uso del imperativo que se habrá de conjugar a lo largo del mensaje
Escritural del Nuevo Testamento, de forma que es futuro, sí, pero también es
presente; es humano, pero es divino; es palpable, pero es un misterio. Igualmente
contrasta los conceptos de Reino e Iglesia, la ética del Reino y las caracterizaciones
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de Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios y el Cristo. Será desde esta base que trata
ahora la cuestión del Jesús de la Historia y el Jesús Histórico. Entonces, se introduce
en el estudio de los diferentes bloques analizando el carácter teológico de conceptos
como es la cristología, la soteriología, el discipulado, la vida cristiana, el Espíritu
Santo…
Un aspecto de relevancia que el autor tocará de manera alusiva siempre será el
problema crítico: entre Juan y los sinópticos, el dualismo juanino, griego y hebreo, la
escatología, la teología de los Hechos, y el pensamiento y psicología del apóstol
Pablo como elementos de consideración en sus afirmaciones epistolares. A partir de
aquí la quinta y sexta parte avanzará muy precisa y rápida sobre la teología en las
epístolas generales, en hebreos y finalmente en el Apocalipsis.

La lectura de la obra deja de manifiesto de manera clara y concisa las claves


del estudio en el acercamiento teológico al texto del N. Testamento. No es sólo lo que
se dice, sino el tratar de explicitar, para verificar el significado último, la
interpretación adecuada, el porqué, la motivación de tal afirmación, en la que
necesariamente hay que descubrir el contexto, sea referido a la situación coyuntural,
sea al pensamiento de la época, sea a la formación y pensamiento propio del autor
“No se puede entender el mensaje y los milagros de Jesús a no ser que se interpreten
en el marco de la idea acerca del mundo y de la humanidad, y de la necesidad de la
venida del Reino”… Todo ello es lo que configurará el mensaje como
verdaderamente fiable, y de este modo, habrá de ser la herramienta para su
transmisión fidedigna.
Ladd contrapone en esta investigación las respuestas diversas de teólogos y
pensadores a lo largo de la historia, y a modo de pregunta, indaga, reflexiona,
investiga y nos entrega su respuesta, al tiempo que nos invita en la misma a ser parte
activa ¿cuál es la nuestra?.
Ladd presentará el desarrollo, progreso y diversidad del significado que se
plasma en los sucesos redentores de la Teología del Nuevo Testamento.
Será la diversidad en el tratamiento teológico una de las claves relevantes del
libro, que de la mano de Ladd se percibirá no como un peligro, sino como la muestra
del vasto asunto que tenemos entre manos y que –como señalamos al principio- no
puede ser de otro modo, pues se trata de la Ciencia de Dios. Pero diversidad no es
un enemigo, sino un enriquecimiento, la diversidad nos enseña y en medio de ella,
Ladd nos demostrará que sí es posible alcanzar la respuesta de la Verdad en Dios.

Éste es principalmente el gran desafío al que nos confronta el autor. Hemos


estudiado del Reino, entonces en ¿qué medida es una realidad hoy? ¿en qué medida
el Espíritu Santo es Paracletos? ¿de qué forma la nueva vida en Cristo es una
realidad que nos transforma como cristianos, como hijos de Dios?... Todo el libro es
en realidad una respuesta, en el que a modo de colofón cuando en el apéndice se
trata el tema de la unidad y la diversidad del Nuevo Testamento, refleja su
conclusión que –en definitiva- es la respuesta que emerge de todas las páginas del
texto, pues todo apunta a Cristo, como el Autor, y el Consumador de la Fe. Es Cristo
el eje, la respuesta, la diferencia, y es el mensaje de Cristo como Mesías, como Rey,
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como Salvador, como Redentor, como… el que Ladd desentraña en su magnífica
reflexión teológica sobre la totalidad del texto del Nuevo Testamento.

Particularmente interesante es el tema que dedica al estudio del Jesús


Histórico. Plantea el problema confrontando al Jesús de la Historia con el Jesús
Histórico, demostrando cómo la descripción que se hace de Jesús en los evangelios
es también histórica y completamente fiable, sea a través de la realidad de que la
tradición evangélica siempre estuvo bajo el control de los testigos oculares (1ª Co
15:6), como de la comprobación lingüística de que el término Cristo, aunque podía,
no se usó como nombre propio retrospectivamente en los Evangelios y otras para
concluir que, “en realidad el Jesús Histórico es una mera hipótesis, un jeroglífico en
lo que respecta a los Evangelios”

De significada relevancia tiene dentro de todo el corpus de estudio la


referencia a la intervención del Espíritu Santo, la implicación al nuevo nacimiento,
la llenura del Espíritu Santo y el estudio de la escatología individual, aunque en
algunos de estos aspectos no comulguemos plenamente con lo aportado por el autor.
Pero el tratamiento de estos y de todos los asuntos, los realiza desde una óptica
plural, y respetuosa con todos, que es recibida –en consecuencia- como una
aportación de especial interés.

5.- COMENTARIO ANALÍTICO Y CRÍTICA PERSONAL.

Ladd, nos ha llevado en su estudio teológico de la mano de diferentes


teólogos. La diversidad en el tratamiento de cada temática, es una de las claves de
este trabajo. Hemos visto a C.H Dood, minimizar de manera sorprendente el mensaje
escatológico en los evangelios, las interpretaciones de Culllman, de J. Jeremías, de
Bultmann, y de todo un discurrir de pensadores y teólogos tan diferentes sobre todos
los contenidos que el autor dedica al estudio, pero a pesar de todo, Ladd encuentra
un hilo conductor tanto en la temática como en el desarrollo histórico de los asuntos
que estudia, no es necesariamente un patrón común, pues –a menudo- contradice
abiertamente las afirmaciones de unos y de otros, pero es capaz de conducirnos , en
medio de tanta diversidad, hacia una afirmación clara, de su posición teológica, en la
que de ninguna manera es dogmática, sino que –de alguna manera- pareciera que
aún queda abierta a la propia inferencia del estudiante.

Para este lector, con una vívida expresión de la Pneumatología, sorprende que
el autor no se detenga en posicionamientos desde, el mismo marco de la diversidad
de la que es un referente, de teólogos pentecostales. Afirmaciones al respecto del
Bautismo, anunciado por el “Bautista” y su conexión con la recepción del bautismo
del Espíritu Santo, no parecen que se le dedique un tratamiento muy ecuánime,
atendiendo a la teología pentecostal; Juan 20:21, 22 es analizado como una metáfora,
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igualmente la interpretación que señala de Hech 19 afirmando que aquellos
creyentes efesios, lo eran, no en Cristo, sino en cuanto al arrepentimiento de Juan el
Bautista; dejando definitivamente abierto a que la experiencia del Bautismo del
Espíritu Santo se diluya en la experiencia del nuevo nacimiento, sin argumentar
nada al respecto del pensamiento pentecostal. Si bien, ya hemos admitido que la
historia como tal, tiene que ser subjetiva “toda buena Historia es Historia
interpretada” y hemos de reconocer que el autor tiene un pensamiento, un corazón
determinado, pero a pesar de ello, sea en este asunto, o cuando trata la cuestión
dispensacionalista o la realidad del estadio intermedio, son diferentes aspectos en los
que pareciera que “pasa de puntillas”, a modo de ejemplo podríamos argumentar su
conclusión sobre la realidad del castigo del infierno en la que recoge: “ La esencia
del infierno es la exclusión de la presencia de Dios y del disfrute de sus bendiciones”
que sin dejar de ser cierto, se nos antoja demasiado superficial para una obra y
reflexión teológica de tal calado como la que tenemos entre manos.

Estudiando la realidad de la nueva vida en Cristo, Ladd afirma –nos sorprende


igualmente- que sostenga que: “la afirmación paulina de que en Cristo lo viejo ha
pasado y ha llegado lo nuevo, es escatológica” pues siéndolo, hemos de afirmar en
consonancia con Juan 1:18-19, que de igual manera se produce una transformación
en la persona humana, una realidad por la que el Espíritu Santo mora en el
Creyente, una capacidad sobrenatural, por cuanto Dios interviene y hace posible que
Dios en Cristo sí esté con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Tomando la
lección aprendida del autor, definimos que si es escatológica, tanto como lo es
presente. Dios que es, presente, pasado y futuro, eternidad sin principio ni fin, nos
incluye en esa realidad, haciéndonos herederos en el plano escatológico como en el
plano de la vida real y cotidiana que el cristiano tiene el privilegio de vivir.
Cierto que Ladd aclara, a este respecto que los cristianos viviendo en el siglo
viejo, por cuanto están en Cristo han de vivir conforme a los parámetros que
expresen su nueva vida, en el siglo nuevo, pero no nos parece que aclare
significativamente que en este proceso no estamos solos, sino que Dios mismo, a
través de su obra y transformación en el Espíritu Santo lo hace posible. Pues no es
de nosotros, sino don de Dios. Ya no vivo yo sino vive Cristo en mi, Ladd dirá que es
un hecho escatológico, nosotros defendemos que siéndolo, es igualmente una
experiencia que sí afecta a la naturaleza del ser humano y que le conforma como
capaz para vencer a las asechanzas del diablo. Nos parece que en estas cuestiones
Ladd discurre demasiado por encima siendo que a él le parezca obvio, pero
necesariamente no nos parece –insistimos- tener en cuenta a teólogos desde la
perspectiva pentecostal.

En realidad, esto nos enfoca hacia un desafío, el que se pueda desarrollar una
teología de carácter pentecostal, que complemente con autoridad y relevancia todo
el quehacer teológico tanto referido al Nuevo como al Antiguo Testamento. No es
que sea una intención ambiciosa, sino que –entendemos- el propio autor infiere esta
intención, pues la investigación, de ninguna manera está cerrada, mientras haya
pensamiento, mientras haya inquietud intelectual, mientras haya devoción por la
Palabra, la Escritura sigue dispuesta a seguir siendo no solo objeto de estudio, sino
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elemento de transformación interior y por ende de la sociedad, tal y como habremos
de ser luz en medio de tinieblas.

Con todo, la obra de Ladd se nos antoja de máximo interés. Dejando al lector
la inquietud por seguir avanzando en el estudio de la reflexión teológica, conectando
la realidad inmensa de Dios con las enormes simplicidades del ser humano, que
aunque ahora vemos como por espejo, somos llamados por Dios a conocerle a Él y
por lo tanto a desentrañar las riquezas insondables de Su Palabra.

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