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Política Publica .

Para entender qué son las políticas públicas, es necesario diferenciar dos conceptos que en nuestro idioma no
tienen traducción: Politics (política), policies (políticas). El primero es entendido como las relaciones de poder, los
procesos electorales, las confrontaciones entre organizaciones sociales con el gobierno. El segundo tiene que ver
más con las acciones, decisiones y omisiones por parte de los distintos actores involucrados en los asuntos
públicos.

Una política es un comportamiento propositivo, intencional, planeado, no simplemente reactivo, casual. Se pone
en movimiento con la decisión de alcanzar ciertos objetivos a través de ciertos medios: es una acción con sentido.
Es un proceso, un curso de acción que involucra todo un conjunto complejo de decisiones y operadores (AGUILAR
VILLANUEVA, Luis. El estudio de las políticas públicas)]. La política también es una actividad de comunicación
pública.

Las políticas son el diseño de una acción colectiva intencional; el curso que toma la acción como resultado de las
decisiones e interacciones que comporta son los hechos reales que la acción produce. En este sentido, las políticas
son “el curso de acción que sigue un actor o un conjunto de actores al tratar un problema o asunto de interés. El
concepto de políticas presta atención a lo que de hecho se efectúa y lleva a cabo, más que a lo que se propone y
quiere. Las políticas se conforman mediante un conjunto de decisión, y la elección entre alternativas” (Aguilar,
2003a:25)

El estudio científico de las políticas públicas, promovido por Harold Lasswell, se inició en la década de 1950 en
Estados Unidos con el nombre de Policy Sciences, que buscaba “avanzar en la averiguación científica del proceso
de producción y ejecución de las políticas”, con el fin de racionalizar el proceso político, hacer un uso más eficiente
de los recursos disponibles y fortalecer la democracia (Lasswell, 1951). Estas Policy Sciences debían apoyarse en los
mejores métodos científicos disponibles, en particular de la economía y la psicología, para resolver los problemas y
necesidades políticas y sociales más apremiantes de la sociedad.

Estas actividades científicas contribuyeron a la construcción del Welfare State, o Estado de bienestar, como un
nuevo modelo de Estado pensado como capaz de intervenir racional, eficaz y eficientemente en el seno de la
sociedad, “para que el mundo sea mejor” (Goodin, Rein y Moran, 2006, p. 3). Se esperaba entonces que la
investigación en Policy Sciences proveyera a los gobiernos el conocimiento y los instrumentos adecuados para
alcanzar de manera eficiente los objetivos de la Great Society propuesta por el presidente Johnson (EE. UU.) en los
años sesenta. En este sentido, el campo de investigación en políticas públicas acompañó y legitimó la construcción
del Estado de bienestar durante unas tres décadas. Esto constituye la primera etapa de los estudios de políticas
públicas, en correspondencia con una concepción del Estado que consideraba que mediante una acción pública —
estatal— adecuada, racional y eficiente, era posible resolver o mitigar cualquier problema público.
En América Latina el concepto de política pública se difundió más ampliamente a partir de la reforma del Estado
que se concretó en los principios establecidos en el Consenso de Washington de 1989 y en los de la Nueva Gestión
Pública (Osborne y Gaebler, 1992). Así, la difusión del análisis de políticas públicas en América Latina se amplió a
partir de una perspectiva fundamentada en los trabajos de la teoría económica, en particular la teoría de la
elección pública. Es de anotar que las teorías de la elección racional y de la elección pública postulan que la teoría
económica podía ser aplicada a la decisión gubernamental y a la decisión ciudadana (Mueller, 1976; Buchanan,
1986), razón por la cual también fueron preponderantes en gran parte de la Ciencia Política, particularmente la
norteamericana.

Una primera aproximación al concepto de política pública es aquella que la define como “el resultado de la
actividad de una autoridad investida de poder público y Fernando M. Jaime, Gustavo Dufour, Martín Alessandro y
Paula Amaya 58 de legitimidad gubernamental” (Meny y Thoenig, 1992: 89). Esta primera definición resalta el
espacio institucional (las estructuras de autoridad) en el cual la política pública se origina, y lo que le brinda su
legitimidad de origen. El gobierno, o las autoridades que transitoriamente ocupan las posiciones de autoridad en
una sociedad, y que acceden a ellas a través de los mecanismos institucionalmente establecidos (conjunto de
reglas), aparecen aquí como el actor decisivo o “autor” de la política en cuestión. Seguidamente los mismos
autores señalan que una política “se presenta bajo la forma de un conjunto de prácticas y normas que emanan de
uno o varios actores públicos” (1992: 89), reconociendo así que la política pública puede cristalizarse en normas
(de distinto nivel), pero que también abarca aquellas prácticas (informales) que las ponen en funcionamiento.

Muller (2002, p. 30) ha dicho que “política pública es un proceso de mediación social, en la medida que el objeto
de cada política pública es tomar a cargo los desajustes que pueden ocurrir en un sector y otros, o aún, entre un
sector y la sociedad global”. En este sentido el desajuste entre los diseñadores de la política y los requerimientos
técnicos es un tema que puede abordar en el marco de la gobernanza institucional y el empoderamiento en
equipos de alto desempeño que creen las sinergias necesarias para que los currículos lleguen a ser verdaderas
ventanas al mundo global.
Las políticas públicas son objeto de un amplio debate acerca de sus beneficios o perjuicios. En sociedades
democráticas la fuente de la autoridad política es el pueblo, y por lo tanto, las políticas son construidas, defendidas
y debatidas, en nombre del “interés del pueblo” o el interés general. La definición de este Pueblo y sus intereses
entonces se presenta con frecuencia como una fuente de controversias. Las nociones que justifican los cursos de
acción de un gobierno como el interés general o incluso algo mas concreto como problema público, son definidas
en el marco de los procesos políticos y por ello son objeto de debate. De hecho, aún cuando los actores están más
o menos de acuerdo sobre ciertos problemas que deben ser atendidos, no lo estarán necesariamente acerca de la
forma en que estos deben ser resueltos y en qué orden de prioridad, sobre la cuota de recursos públicos
destinados a cada uno; tampoco, por supuesto, sobre los impactos de las acciones una vez que estas han sido
realizadas, etc.

Un gobierno dirige a su sociedad mediante varios actos de autoridad, que toman la forma de acciones coactivas,
legales, políticas, financieras y administrativas, que son diferentes en asuntos, fines, instrumentos, destinatarios,
duración, alcances. Un subconjunto específico y sobresaliente de la acción pública de gobierno son las políticas
públicas. Por PP se entiende: a) un conjunto (secuencia, sistema, ciclo, espiral) de acciones intencionales y
causales. Son acciones intencionales, por cuanto se orientan a realizar objetivos considerados de valor para la
sociedad o a resolver problemas cuya solución se considera de interés o beneficio público, y son acciones causales,
por cuanto son consideradas idóneas y eficaces para realizar el objetivo o resolver el problema; b) un conjunto de
acciones cuya intencionalidad y causalidad son definidas por gobierno y sociedad según el tipo de interlocución
establecido que tiene lugar entre el gobierno y sectores de la ciudadanía; c) un conjunto de acciones a emprender
que han sido decididas por las autoridades públicas legítimas y cuya decisión las convierte formalmente en
públicas y legítimas; d) un conjunto de acciones que son llevadas a cabo o implementadas por actores
gubernamentales o por éstos en asociación con actores sociales (económicos, civiles) o por actores privados y
sociales que han sido empoderados o autorizados por el gobierno para hacerlo; e) un conjunto de acciones que
configuran un patrón de comportamiento del gobierno y de la sociedad.

La política pública se inscribe como un proceso de planeación que define una visión de largo plazo que sobrepasa
los periodos de administración de los gobiernos y orienta el proceso de cambio frente a realidades sociales
relevantes. Es un instrumento de planeación orientado a la acción para lograr objetivos prioritarios, fruto de un
proceso de concertación intersectorial y co-creación, en el que participa la administración distrital, la ciudadanía, la
sociedad civil, los gremios, la academia, etc3. Este proyecto colectivo, como instrumento que favorece la
cooperación entre diferentes sectores de la sociedad, exige un trabajo intersectorial por parte de las entidades del
Gobierno Distrital y de estas con la ciudadanía, para establecer de forma conjunta la manera de abordar las
necesidades más importantes de la ciudad, los enfoques de derechos humanos, género, poblacional, diferencial y
territorial, así como sus alternativas de solución. También es un proceso que demanda un conocimiento sobre la
situación desde diferentes perspectivas, contemplar alternativas de solución y la identificación de tensiones entre
las personas involucradas, para llegar a acuerdos sobre: las metas que se quieren alcanzar, la manera para lograrlo,
la inversión requerida y el tiempo proyectado para generar el cambio. Como quiera que la política pública
pretenda generar un resultado que impacte las diferentes realidades sociales, es necesario dotar de sostenibilidad
en el tiempo a los acuerdos logrados entre quienes participan, innovar en cuanto a las acciones propuestas para
lograr el cambio y las fuentes para financiarlo; al mismo tiempo la política debe ser flexible para incorporar los
cambios siempre presentes en esa realidad que se interviene. En consecuencia, el proceso de formulación debe ser
exigente desde lo técnico y no solo centrarse en acuerdos “políticos” que surjan entre diferentes actores

INCLUSION FINANCIERA

la inclusión financiera tiene tres dimensiones: acceso, uso y calidad. El acceso significa la posibilidad de usar los
servicios y los productos de las instituciones del sistema financiero formal o la facilidad con la cual los individuos
pueden acceder a los servicios y productos financieros disponibles en las instituciones formales. El uso se refiere a
la utilización efectiva de los productos financieros, en cuanto a regularidad y frecuencia, así como también al
objetivo con el que se usa el sistema financiero. Finalmente, la calidad se especifica en términos de las
características del acceso y el uso (calidad y efectividad). Esto incluye una variedad de temas, como la
adaptabilidad del producto a las necesidades del cliente, la variedad de los servicios financieros, la regulación y la
supervisión de los productos, y la regulación y la protección del consumidor, entre otros.
el Consejo Nacional de Inclusion Financiera (CONAIF, 2015) la define de la siguiente forma: “El acceso y uso de
servicios financieros formales bajo una regulaci´on apropiada que garantice esquemas de proteccion al consumidor
y promueva la educaci´on financiera para mejorar las capacidades financieras de todos los segmentos de la
poblaci´on” (CONAIF, 2015: 1). Dados los fines del presente estudio y su enfoque en el caso mexicano, esta
definici´on es la que se usa para fines de medici´on y la estimaci´on estad´ıstica.

La inclusión financiera debe ser entendida como el acceso y utilización de los servicios financieros formales por
parte de la población excluida. La inclusión financiera es un amplio concepto que conecta varios elementos
complementarios: i) un entorno regulatorio propicio; ii) una oferta de productos adecuados (pagos, ahorros,
créditos, seguros), iii) cobertura, con acceso a canales transaccionales tradicionales y no tradicionales para recibir
servicios de calidad a precios razonables, que permitan realizar transacciones de forma segura y eficiente, iv)
fomento y difusión de educación y cultura financieras, y v) protección al usuario de servicios financieros y la
transparencia de información. ”. (p. 20-21).

La inclusión financiera es considerada, de unos años para acá, como una de las rutas más promisorias para la
promoción de la integración social y para la reducción de la pobreza y la desigualdad. De esta manera, el concepto
se ha movido al centro de la agenda de los principales organismos financieros multilaterales, entre los que
destacan el G20, el Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que, entre otras acciones, han
promovido acuerdos y compromisos nacionales, así como la integración de bases de datos y la realización de
estudios que contribuyen a un mejor entendimiento del tema, y que buscan ayudar a mejorar el diseño políticas
públicas en la materia. la inclusión financiera es una palanca eficaz para ayudar a la superación de la pobreza, y
promueve, entre otras cosas, que las autoridades financieras de los países afiliados asuman compromisos y metas
concretos en la materia, entre los que se encuentra la definición de políticas nacionales para su promoción, así
como el acopio y difusión de información para la elaboración de indicadores y reportes periódicos sobre el avance
logrado.

“La inclusión financiera se refiere al acceso que tienen las personas y las empresas a una variedad de productos y
servicios financieros útiles y asequibles que satisfacen sus necesidades. El acceso a cuentas que permitan realizar
transacciones es el primer paso para generar procesos de mayor inclusión debido a que permite a las personas
guardar dinero y realizar pagos, además de abrir las puertas a otro tipo de servicios”. (Banco Mundial, 2016).

Se propone también una definición con orientación política por parte de la Declaración Maya (Alianza para la
Inclusión Financiera, 2011) como conjunto global de compromisos medibles para aumentar el acceso a los servicios
financieros que propone que la evaluación de la inclusión financiera se basa en el estudio de aspectos como el
entorno para el adecuado aprovechamiento de la tecnología y los servicios financieros digitales, la implementación
de una regulación equilibrada entre la oferta y la demanda de los servicios financieros, el afianzamiento de los
conocimientos por medio de la educación financiera y el adecuado uso 28 de los datos que proporciona la
inclusión financiera para una adecuada toma de decisiones.
Según Failiche (2014) La Inclusión Financiera es el acceso para toda la población adulta de un país a los productos y
servicios financieros por medio de un sistema institucional formal. El
concepto expuesto por Sarma, confluye con la definición aportada por Failiche ya que hace alusión
al acceso y utilización del sistema financiero formal por parte de todos los miembros de la
comunidad económica (2008, p.1).

Según Trivelli (2014) la IF como instrumento para la superación de la pobreza, está compuesta por
dimensiones que son elementos claves para abordar temas sobre: cómo, cuándo, quién y con qué
se pretende impulsar la Inclusión Financiera. A continuación, se relacionan, desde la definición de
diferentes autores, las dimensiones que componen la IF.

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