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Dice el profeta Isaías: "Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu
hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unci6n" (Isaías 10:27).
Dios habla de romper el
yugo de la esclavitud del pecado; Él sabe que lo que se necesita
para levantar la pesada carga de nuestros pecados es la unción
del Espíritu Santo.
Así como Dios quitó la carga del yugo de la esclavitud de Israel,
también remueve el yugo de nuestras vidas. Satanás ha puesto el
pesado yugo de la esclavitud espiritual sobre todos los hombres y
mujeres que nacen en este mundo. Pero Jesús dijo que este yugo
SANIDAD DIVINA
SANIDAD
DIVINA
Caprtulo 7
La sanidad divina es una de las áreas ministeriales menos entendidas, y muchas veces mal
interpretada. La pregunta que lleva a muchos creyentes a la incredulidad y la duda es: "¿Por qué
algunos
son sanados y otros no?" Muchos siervos de Dios responden diciendo: "Yo realmente no lo sé".
Sin embargo, la Escrituras otorgan la evidencia de que el precio de nuestra sanidad fue pagado
por Cristo en el Calvario, y lo que debemos hacer es usar la fe no
solo para creerlo, sino para orar creyendo que Dios ya sanó al enfermo por el cual podamos
orar.
Así lo dice 1 Pedro 2:24: "Quien llev6 él mismo nuestros pecados
en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados".
Mateo 8:16 dice que "le llevaron a él muchos endemoniados y con
la palabra ech6 fuera a los demonios y san6 a todos los enfermos" (énfasis mío).
En realidad Jesús obró sanidad sobre las tres áreas del ser humano: espiritual, emocional y física
SANIDAD ESPIRITUAL
Nuestra sanidad espiritual viene a través de una vida entregada
al Señor Jesucristo. Dice Romanos 6:23: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro". Y 1 Juan 1:9 declara que "Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad". Pablo escribió a los Romanos 10:10:
"Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación". Esta sanidad obra en el momento mismo de nuestra conversión a
Cristo y continúa durante toda
nuestra existencia. Así como lo expresa la carta a los Hebreos
9:14: "¿Cuanto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin mancha ante Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" El Señor nos salva y su
sangre sana nuestras conciencias, de
manera que las purifica y limpia de toda maldad.