A fines del año 2017 termine una relación con una ex novia y
comencé otra historia, pero cualquier historia, esta es una de amor
que aún perdura. Se preguntaran, ¿Tan rápido se enamoró? (suspiro) La verdad que sí, me enamore muy rápido, desde aquella tarde de diciembre que lo vi por primera vez (pausa), no me enamore de un pibe, no, para nada, me enamore de un fierro, si, mejor dicho un fierraso y no es un revolver. Ahí estaba, en la carpintería del tío Andrés, esperándome, lleno de tierra y oxido, pero tan hermoso mi fiel compañero el R-12, no cualquier R-12, este es un modelo 85 y break, caja de cuarta oxidada, rueda de auxilio oxidada, gato oxidado, matafuego oxidado, palo de las gomas, por más que sea de madera, también oxidado, tapizado medio gastado con ese olor a ratón galponero que me hace acordar al viejo tractor de mi nono, y de yapa 10 kilitos de tierra mezclada con más oxido, hermoso, hermoso total, con su verde flamante y largo como piropo de tartamudo, lo bautizamos anfibio, así como docena, verdolaga, verdurita, ecto uno, etc,etc. Así comenzó nuestra historia de amor.
Al mes de conocernos ya programamos un viaje con mi hermano
Josecito a visitar a nuestro hermano Limón a Villa Yacanto, ya me parezco testigo de Jehová diciendo hermano a todos. Así encaramos un lunes a la mañana para las sierras, firme y parejo por la ruta 8. De entrada nos dio la bienvenida la caminera en Arias, un pitufo se presentó al lado del auto, “carnet de conducir y tarjeta verde por favor”, si, ¿cómo no? Señor pitufo, ¿Para dónde van?, pal lado de Yacanto, ¿vio? Podes creer que apenas pasamos el control y los tipos se cagaban de risa diciendo “estos no llegan ni a la Carlota con ese cachivache”, estaaaaaa, llegamos hasta Rio Cuarto, para la altura de la famosa ciudad cordobesa que hasta quiso independizarse de la provincia, son bravos, cuando iba a dedo y me dejaban en Rio Cuarto, se agarraban la cabeza, suerte flaco, suerte que te levanten. En fin, la docena empieza a zapatear, ¡racaquete, racaquete, racaquete, pum, pum, pum!!! Parecia que ensayaba para el número de malambo del pre-cosquin.
Preocupados encaramos para la YPF, llego y se empaco, clavado
los frenos, duro como tenaza recién encontrada. Va que levantamos el capot, y capuuuummmm!!! Esparrago quebrado y flauta de válvulas partida al diome, y las válvulas, las válvulas estaban como los flacos que se quedan en el medio del boliche bailando solos del pedo que tienen.
De la nada misma, como luz en la oscuridad, apareció la salvación,
pero no tan salvación, aunque en fin, la salvación. Un Peugeot 504 conducido por un personaje que vende alfajores en la ciudad de Rio Cuarto, muy bizarro y con ese acento cordobés, pero no cualquier acento cordobés, era bien marcado. “Che negrito, ¿Qui ti hace falta?, ¿Qui ti ha pasado?, Yo te ayudo, es una papa, con mi viejo arreglamos R-12 toda la vida. Aahh, si ti ha partido la chaucha, eto hay qui consegui un repuesto. Yo te llevo, lo único ayúdame pa la nafta”. ¿Como no buen señor?, así que echamos nafta y partimos en el 504.
Termino en el medio de una villa de la ciudad, en un desarmadero
cuyo galpón estaba lleno de R-12, va, llenísimoooooo. Un tipo en el fondo, pucho en la boca; ¿Sabe de 12 vo?; algo me defiendo; bueno, ahí tene el motor y la caja de herramientas, saca lo que te haga falta. Manos a la obra y a desarmar hasta conseguir la flauta, según Ricardito “la chaucha”. De regreso a la estación y pasadas un par de horas, cambiamos el repuesto y todo a la normalidad.
Ahí estaba Ricardito, parado y manitos atrás, le doy las gracias y
antes de sacar mi billetera para remunerar, el me pide una remuneración, pero no cualquier remuneración, claro, el tipo se pensaba que era uno de esos Hippies con OSDE que se aventuró con un R-12 por amor al arte, aires silvestres, abrazar árboles y a la neoconsteloalineacion del chacra universal. Creía que tenía 50 lucas en la billetera y 50 más que me esperaban en un cajero, yo estaba crocante de seco y no va que Ricardito me empieza a apurar para que le largue la tarasca, no sé si fue por obra de magia, pero automáticamente manotie el palo de las gomas y Ricardito desapareció de inmediato. Hasta el día de hoy sigo buscando a Ricardito por Rio Cuarto para darle las gracias….