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1. INTRODUCCIÓN
Se puede definir el mutismo selectivo como la dificultad que presentan algunos niños-
as para comunicarse verbalmente en entornos y situaciones sociales poco familiares
y/o con personas poco conocidas.
Esta definición indica, por una parte, que los niños con mutismo selectivo tienen una
competencia lingüística y comunicativa ajustada a su edad comprobada en el
ambiente familiar próximo y, por otra, que esta buena competencia no se pone en
práctica en otros ambientes y con otras personas.
La escuela suele ser el primer entorno social diferente al familiar al que se enfrentan
los niños y, por ello, es el escenario en el que, en primer lugar, se hacen evidentes las
dificultades de interacción y comunicación verbal y donde puede detectarse con mayor
facilidad el mutismo incipiente.
Las propuestas que se presentan en este artículo, están más próximas a esta segunda
conceptualización, considerándolo como un problema del comportamiento derivado de
un trastorno de ansiedad. Desde nuestro punto de vista, las condiciones,
características y funcionamiento del mutismo nos hablan de un problema multicausal.
El mutismo progresivo o total cuenta generalmente con una historia previa de mutismo
selectivo y/o de aversión a hablar muy intensa. La experiencia demuestra que si se
deja que el problema se mantenga en el tiempo, no sólo no desaparecerá sino que con
mucha probabilidad se agravará, el niño-a irá ampliando el rechazo a hablar en más
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situaciones y con más personas. De ahí la importancia de intervenir lo más
tempranamente posible. La intervención se realiza de forma paralela en los dos
ámbitos: familia y escuela
2. ESTRUCTURACIÓN DE LA OBRA
3. PALABRAS CLAVE:
Discriminación, Comunicación, Familia, Escuela, Socialización.
Es relativamente frecuente que los padres y madres de niños con mutismo selectivo
no sean conscientes del problema, considerando que es una cuestión de timidez que
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se resolverá con la edad. Otros, por el contrario, manifiestan gran ansiedad y
exigencia excesiva respecto al habla del niño. El problema debe ser abordado en su
justa dimensión, no debe dejarse que evolucione sin tomar medidas, ni mostrar
excesiva ansiedad y preocupación ya que con ello únicamente se conseguirá
incrementar la ansiedad y el bloqueo del niño-a.
• Incidir en lo positivo, destacando sus puntos fuertes, reforzando las tareas que
el niño realiza adecuadamente y utilizando con frecuencia el refuerzo social.
• Jugar con él y otros niños a juegos que requieran una limitada producción
verbal (el parchís; la oca; dominós; juegos de cartas, quién es quién,...)
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• Reforzar todas las aproximaciones verbales y no verbales del niño hacia otros
compañeros (comentar con él lo agradable que resulta estar y jugar con otros,
tener amigos, invitar a amigos a casa…)
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• Incrementar dentro de la programación de aula las actividades que impliquen
contacto físico entre los niños (hacerse cosquillas, formar “montones”, darse
abrazos…)
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• Planificar las actividades en las que se requiere al alumno una emisión fonética
o verbal, teniendo en cuenta tres ejes fundamentales, que deberán graduarse
siempre de menos a más:
• Organizar en torno a los rincones del aula pequeños grupos de trabajo y/o de
juego en los que se le facilite al niño el intercambio verbal con compañeros. Es
importante que los agrupamientos sean establecidos previamente por el
profesor cuidando especialmente la composición de los grupos (inicialmente
con los niños con los que tiene una mayor relación).
• Por último señalar que las recomendaciones que se sugieren no van a producir
los mismos cambios en todos los niños: para algunos serán suficientes estas
pautas, en otros, sin embargo, no producirán los efectos deseados. En estos
últimos se deberá profundizar en la evaluación psicopedagógica y desarrollar
un programa más específico en función de ella.
6. BIBLIOGRAFÍA
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-ECHEBURÚA. E. Y ESPINET,A.(1990). Trtatamiento en el ambiente natural de un
caso de mutismo electivo. Madrid: Pirámide.