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PULSIÓN DE APODERAMIENTO 328

Término utilizado ocasionalmente por Freud, sin que su empleo pueda codificarse con
precisión. Entiende por tal una pulsión no sexual, que sólo secundariamente se une a la
sexualidad, y cuyo fin consiste en dominar el objeto por la fuerza.
El término Bemdchtigungstrieb resulta difícil de traducir (a). Los términos
«pulsión de sometimiento» o «instinto de posesión», a los que suele recurrirse, no
parecen muy adecuados: sometimiento hace pensar en una dominación controlada,
posesión evoca la idea de tener que conservar, mientras que sich bemachtigen
significa apoderarse o dominar por la fuerza. Hemos creído que hablando de
pulsión de apodera-miento (fi) respetábamos mejor este matiz.
¿Qué es esta pulsión para Freud? La investigación terminológica permite
destacar esquemáticamente dos concepciones:
1.a En los trabajos anteriores a Más allá del principio del placer (Jen-seits des
Lustprinzips, 1920), el Bemdchtigungstrieb se describe como una pulsión no
sexual que sólo secundariamente se une a la sexualidad; al comienzo se dirige
hacia un objeto exterior y constituye el único elemento presente en la crueldad
primitiva del niño.
En los Tres ensayos sobre la teoría sexual (Drei Abhandlungen zur
Sexualtheorie, 1905) Freud invoca por vez primera tal pulsión: él origen de la
crueldad infantil se atribuye a una pulsión de apoderamiento que en su origen no
tendría como fin el sufrimiento del otro, sino que simplemente no lo tendría en
cuenta (fase previa tanto a la compasión como al sadismo) (1 a); sería
independiente de la sexualidad, «[...] aun cuando puede unirse a ella en una fase
precoz merced a una anastomosis próxima a sus puntos de origen» (1 b).
En La predisposición a la neurosis obsesiva (Die Disposition zur
Zwangsneurose, 1913) se trata del problema de la pulsión de apoderamiento a
propósito del par antitético actividad-pasividad*, que predomina en la fase anal-
sádica*: así como la pasividad se apoya en el erotismo anal, «[...] la actividad se
debe a la pulsión de apoderamiento en sentido amplio, pulsión que especificamos
con el nombre de sadismo cuando la encontramos al servicio de la pulsión sexual»
(2).
En la edición de 1915 de los Tres ensayos, volviendo a examinar el problema
de la actividad y de la pasividad en la fase anal-sádica, Freud considera la
musculatura como el soporte de la pulsión de apoderamiento.
Por último, en Las pulsiones y sus destinos (Trieb und Triebschick-sale, 1915),
donde se expone claramente la primera tesis freudiana acerca del
sadomasoquismo*, se define el primer fin del sadismo como la humillación y el
dominio por la violencia (Überwaltigung) del objeto. El hacer sufrir no forma
parte del fin originario; el fin de producir dolor y la unión con la sexualidad
aparecen en la vuelta hacia el masoquismo: el sadismo, en el sentido erógeno del
término, constituye el efecto de una segunda vuelta, el del masoquismo sobre el
objeto.
2.a Con la obra Más allá del principio del placer y la introducción del
concepto «pulsión de muerte»*, el problema de una pulsión específica de
apoderamiento se plantea en forma diferente.
329 PULSIÓN DE APODERAMIENTO

La génesis del sadismo se describe como una derivación hacia el objeto de la


pulsión de muerte que originariamente apunta a destruir el propio sujeto: «¿No
nos vemos inducidos a suponer que este sadismo, hablando en propiedad, es una
pulsión de muerte que ha sido expulsada del yo por la influencia de la libido
narcisista, de forma que sólo se pone de manifiesto al referirse al objeto?
Entonces entra al servicio de la función sexual» (3a).
En cuanto a la meta del masoquismo y del sadismo (que a partir de entonces
se conciben como avatares de la pulsión de muerte), ya no se hace recaer el
acento en el apoderamiento, sino en la destrucción.
¿Qué sucede con la tendencia a asegurarse el apoderamiento del objeto? Ya no
se atribuye a una pulsión específica; aparece como una forma que puede adoptar
la pulsión de muerte cuando ésta «entra al servicio» de la pulsión sexual: «En la
fase oral de la organización de la libido, el apoderamiento en el amor
(Liebesbemachtigung) coincide todavía con la aniquilación del objeto; más tarde
la pulsión sádica se separa y finalmente, en la fase en que se ha instaurado la
primacía genital, con vistas a la reproducción, asume la función de dominar el
objeto sexual en la medida en que le exige la realización del acto sexual» (3 b).

Por otra parte, conviene señalar que, junto al término Bemachtigung, se


encuentra con bastante frecuencia el de Bewaltigung, de significación bastante
similar. Esta última palabra, que proponemos traducir por «control», Freud la
utiliza casi siempre para designar el hecho del control de la excitación, sea ésta de
origen pulsional o externo, y ligarla (véase: Ligazón) (y). Con todo, esta distinción
terminológica no es absolutamente rigurosa, y sobre todo, desde el punto de vista
de la teoría analítica, existen más de un punto de conexión entre el apoderamiento
asegurado sobre el objeto y el control de la excitación. Así, en Más allá del prin-
cipio del placer para explicar la repetición, tanto en el juego del niño como en la
neurosis traumática, Freud propone, entre otras, la hipótesis de que podría «[...]
atribuirse esta tendencia a una pulsión de apoderamiento [...]» (3 c). Aquí el
apoderamiento sobre el objeto (estando éste simbólicamente a la total disposición
del sujeto) corre parejas con la ligazón del recuerdo traumático y de la energía que
lo catectiza.

Uno de los pocos autores que intentó utilizar las indicaciones dadas por Freud
acerca del Bemáchtigungstrieb fue Ivés Hendrick, quien, en una serie de artículos,
trató de replantear el problema dentro de una psicología genética del yo inspirada
en las investigaciones sobre el aprendizaje (learning). Sus tesis pueden resumirse
esquemáticamente así:

1) existe un instinct to master, necesidad de controlar el ambiente, que los


psicoanalistas han descuidado a expensas de los mecanismos de búsqueda del
placer. Se trata de una «pulsión innata a hacer y a aprender a hacer» (4a);
2) esta pulsión es originariamente asexual; puede libidinizarse secun-
dariamente, aliándose al sadismo;

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