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, considerados estos dos últimos como variantes posicionales para los fonemas /g/ y

/k/.2 Los dígrafos ch y ll tienen valores fonéticos específicos, por lo que en la


edición de 1754 de la Ortografía de la lengua española3 comenzó a considerárseles
como letras del alfabeto español, y a partir de la publicación de la cuarta edición
del Diccionario de la lengua española, en 1803,45 se ordenaron separadamente de c y
l,6 y fue durante el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, celebrado en Madrid en 1994, y por recomendación de varios organismos,
que se acordó reordenar los dígrafos ch y ll en el lugar que el alfabeto latino
universal les asigna, aunque todavía seguían formando parte del abecedario.7 Con la
publicación de la Ortografía de la lengua española de 2010, ambas dejaron de
considerarse letras del abecedario.8

En alemán, las palabras que comienzan con «sch-» (que constituyen el fonema alemán
«ʃ») se intercalaron entre las palabras que empiezan con «sca-» y las palabras que
empiezan con «sci-» (todas ellas, casualmente, palabras tomadas como préstamo de
otros idiomas), en vez de que este grupo gráfico apareciera después de la letra
«s», como si fuera una sola letra – una decisión lexicográfica que resulta
obligatoria en un diccionario de albanés, donde «dh-», «gj-», «ll-», «rr-», «th-»,
«xh-» y «zh-» (todos los cuales representan fonemas y se consideran letras por
separado) aparecen después de las letras «d», «g», «l», «n», «r», «t», «x» y «z»,
respectivamente. Asimismo, en un diccionario de inglés las palabras que inician con
«th-» tampoco tienen un lugar especial después de la letra «t», sino que quedan
incluidas dentro de esta, entre «te-» y «ti-». Las palabras alemanas con diéresis
se ordenan alfabéticamente como si no hubiera diéresis alguna – contrario a lo que
ocurre con el alfabeto turco, que supuestamente adoptó los grafemas «ö» y «ü»
alemanes, y donde una palabra como «tüfek» (‘arma’), aparece en el diccionario
después de «tuz» (‘sal’).

Los alfabetos danés y noruego terminan con «æ» – «ø» – «å», mientras que los
alfabetos sueco, finlandés y estonio colocan, convencionalmente, las letras «å»,
«ä», y «ö» al final.

Algunas adaptaciones del alfabeto latino se ven incrementadas con el uso de


ligaduras como, por ejemplo, «æ» en el inglés antiguo y en el islandés y la «Ȣ» en
el algonquín; a través de préstamos de otros alfabetos como, por ejemplo, la letra
thorn del inglés antiguo y del islandés, que provenían de las runas futhark, y a
través de la modificación de letras existentes, como la eth («ð» minúscula) del
inglés antiguo y del islandés, que es una modificación de la «d». Otros alfabetos
utilizan únicamente un subconjunto del alfabeto latino, como por ejemplo el
hawaiano y el italiano, que usa las letras «j», «k», «x» «y» y «w» únicamente en
las palabras de origen extranjero.

No se sabe si los primeros alfabetos tenían un orden definido. Algunos alfabetos


actuales, como por ejemplo la escritura Hanuno'o de algunas poblaciones originales
de las Filipinas, en la cual se enseña una letra a la vez, sin ningún orden en
particular, y no se usan para el ordenamiento alfabético. Sin embargo, varias
tablillas ugaríticas del siglo XIV a. C. preservan el alfabeto en dos secuencias.
Una de ellas, el orden «ABCDE», utilizado más adelante por los fenicios, se sigue
utilizando hoy en día, con cambios menores, en los alfabetos hebreo, griego,
armenio, gótico, cirílico y latino; la otra, «HMĦLQ», se utilizaba en el sur de
Arabia y actualmente se sigue usando en el alfabeto Ge'ez (véase también alfabeto
etíope).9 Ambos tipos de orden alfabético se han mantenido más o menos estables,
por consiguiente, por lo menos durante los últimos tres mil años.

Este ordenamiento histórico ya no persistió en el caso del alfabeto rúnico, ni


tampoco en el del alfabeto arábigo, aunque este último sigue usando el llamado
«orden abjadí» para la numeración.

La familia brahámica de alfabetos que se usa en la India aplica un orden único que
se basa en la fonología: las letras se ordenan en función de cómo y dónde se
generan en la boca. Esta organización se utiliza en el sureste de Asia, en el
Tíbet, en el hangul coreano, e incluso en el kana de Japón, que no es un alfabeto.

Los nombres de las letras fenicias, cada una de ellas asociada con una palabra que
inicia con ese sonido, siguen usándose en los alfabetos samaritano, arameo, sirio,
hebreo y griego. Sin embargo, dejaron de usarse en el alfabeto árabe, en el
cirílico y en el latino.

Alfabetos especiales
alfabeto Braille
alfabeto Morse
alfabeto por palabras
hangul coreano
Véase también
Abyad
Abúgida
escritura
Grafema
Historia de la escritura
Historia del alfabeto
Sistema de escritura
Wikipedia:Alfabetos y escrituras del mundo
silabario
Ver el portal sobre Educación Portal:Educación. Contenido relacionado con
Educación.
Referencias
El contenido de este artículo incorpora material de la Gran Enciclopedia Rialp que
mediante una autorización permitió agregar contenidos y publicarlos bajo licencia
GFDL. La autorización fue revocada en abril de 2008, así que no se debe añadir más
contenido de esta enciclopedia.
«The Serabit el-Khadim Sphinx» (en inglés). Consultado el 4 de noviembre de 2015.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2010),
Ortografía de la lengua española, Madrid: Espasa Calpe, p. 64, ISBN 978-6-070-
70653-0.
5.4.1.1 Letras y dígrafos: el estatus de ch y ll
Como ya se ha explicado (v. § 5.2), solo son propiamente letras los grafemas, esto
es, los signos gráficos simples. Por esta razón, no deben formar parte del
abecedario las secuencias de grafemas que se emplean para representar ciertos
fonemas.
En español, además de las veintisiete letras arriba indicadas, existen cinco
dígrafos o combinaciones de dos letras, que se emplean para representar
gráficamente los siguientes fonemas:
a) El dígrafo ch representa el fonema /ch/: chapa, abochornar.
b) El dígrafo ll representa el fonema /ll/ (o el fonema /y/ en hablantes yeístas):
lluvia, rollo.
c) El dígrafo gu representa el fonema /g/ ante e, i: pliegue, guiño.
d) El dígrafo qu representa el fonema /k/ ante e, i: queso, esquina.
e) El dígrafo rr representa el fonema /rr/ en posición intervocálica: arroz,
tierra.
«Desde la segunda edición de la ortografía académica, publicada en 1754, venían
considerándose letras del abecedario español los dígrafos ch y ll (con los nombres
respectivos de che y elle), seguramente porque cada uno de ellos se usaba para
representar de forma exclusiva y unívoca un fonema del español (antes que la
extensión del yeísmo alcanzara los niveles actuales y diera lugar a que hoy el
dígrafo ll represente dos fonemas distintos, según que el hablante sea o no
yeísta). Es cierto que se diferenciaban en esto de los demás dígrafos, que nunca
han representado en exclusiva sus respectivos fonemas: el fonema /g/ lo representa
también la letra g ante a, o, u (gato, goma, gula); el fonema /k/ se escribe además
con c ante a, o, u y con k (cama, cola, cuento, kilo, Irak); y el fonema /rr/ se
representa con r en posición inicial de palabra o detrás de consonante con la que
no forma sílaba (rama, alrededor, enredo).

Sin embargo, este argumento no es válido desde la moderna consideración de las


letras o grafemas como las unidades mínimas distintivas del sistema gráfico, con
independencia de que representen o no por sí solas una unidad del sistema
fonológico. Por lo tanto, a partir de este momento, los dígrafos ch y ll dejan de
ser considerados letras del abecedario español, lo cual no significa, naturalmente,
que desaparezcan de su sistema gráfico; es decir, estas combinaciones seguirán
utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas. El cambio
consiste, simplemente, en reducir el alfabeto a sus componentes básicos, ya que los
dígrafos no son sino combinaciones de dos letras, ya incluidas de manera individual
en el inventario. Con ello, el español se asimila al resto de las lenguas de
escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del abecedario los
signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de grafemas para
representar algunos de sus fonemas.». Citado en RAE y ASALE (2010), Ortografía de
la lengua española, Madrid: Espasa Calpe, pp. 64-65, ISBN 978-6-070-70653-0.
Ch, en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española

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