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Del Miedo y La Seguridad A Las Luchas Et PDF
Del Miedo y La Seguridad A Las Luchas Et PDF
[Artículo publicado en: Isabel Cassigoli y Mario Sobarzo (Ed.). Biopolíticas del Sur. Santiago:
Editorial ARCIS, 2010, pp. 275-290]
La rebelión de los jóvenes es fruto de estas condiciones: su sustrato será la crítica, más o menos
conciente, de la modernización y se expresará, ya en la generalización del uso de drogas, ya como
restitución de los nexos comunitarios (las comunidades cristianas de base), ya como recuperación de
principios de identidad colectiva (el allendismo) o simplemente, como revuelta anómica, vale decir,
como agresión desestructurada contra el orden social.
Eduardo Valenzuela. La Rebelión de los Jóvenes.1
Así nos encontramos con Eugenio Tironi, quien haciendo un recuento de los
principales aportes y discusiones de aquel evento, sostendrá que “la transición es un
tiempo eminentemente político e institucional y, por lo tanto, constituye un escenario apto
1
Valenzuela, Eduardo. “La rebelión de los jóvenes”. En revista Proposiciones. Santiago: Ediciones SUR,
Vol.11, septiembre 1984, p. 51.
para los Partidos, no para los Movimientos Sociales.” 2 Más aún, se precisa que en los
procesos de transición las demandas sociales, o las demandas por transformación, tienen
que quedar subordinadas a las exigencias de orden político. Para Tironi, entonces, sería
necesaria una (momentánea) desarticulación entre lo político y lo social. La cuestión de la
re-articulación entre el campo político y el social, entre partidos y movimientos sociales,
quedaría entonces como un problema propio de la etapa de consolidación democrática.
2
Tironi, Eugenio. “Marginalidad, movimientos sociales y democracia”. (Introducción). En Eugenio Tironi
(editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia. Revista Proposiciones. Santiago: Ediciones SUR,
Vol.14, agosto, 1987, p. 17.
3
Valenzuela, Eduardo. Op. Cit. p. 50.
capaz de historia”.4 Es de este modo que logran avizorar sólo ‘sujetos parciales’, cuyas
identidades, dificultosamente logradas, son débiles y fragmentarias.
Marcando distancia con estas miradas, tenemos que en 1990, a poco tiempo de
iniciada la ‘transición’, en la introducción de su investigación acerca de la “Violencia
Política Popular en Chile”, Gabriel Salazar sostendrá que la oposición entre el ‘generalismo
abstracto’ condensado en el Estado, y la ‘particularidad conflictiva’ de las clases populares,
configuraría el principal problema político de la sociedad chilena; y no, así, la oposición
entre dictadura militar y gobierno democrático representativo. Para Salazar, de este modo,
el problema de fondo consistiría en la incapacidad del Estado para representar la
conflictividad del pueblo como conjunto de particularidades sociales en movimiento. “Es
eso, al final de cuentas: el temor a la irreductibilidad histórica del ‘bajo pueblo’, lo que ha
regido y sigue rigiendo la nerviosa vigilancia armada de las capaz dirigentes. Es ese
miedo, más que otros. Pues no es lo mismo monopolizar las estructuras y sistemas, que
4
Agurto, Irene et al. Juventud chilena: razones y subversiones. Santiago: ECO-FOLICO-SEPADE, 1985, p. 10.
5
Garretón, Manuel Antonio. “Las complejidades de la transición invisible. Movilizaciones populares y
Régimen Militar en Chile”. En Eugenio Tironi (editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia.
Revista Proposiciones. Santiago: Ediciones SUR, Vol.14, agosto, 1987, p. 130.
6
Garretón, Manuel Antonio. Op. Cit. p. 131
monopolizar la historia”.7 Bajo estas premisas, el historiador chileno seguirá el recorrido
por un siglo XX marcado por la confrontación entre las necesidades frustradas de la clase
popular, y las estabilidades amenazadas de la institucionalidad nacional.
7
Salazar, Gabriel. La violencia política popular en las grandes’ alamedas’. La violencia en Chile 1947-1987
(una perspectiva histórico popular). Santiago: LOM, 2006, p. 60.
8
Salazar se hará cargo de responder a estas acusaciones en el Prefacio a la segunda edición de “La violencia
popular en las grandes Alamedas”, editado por LOM en el año 2006. Especial relevancia tiene la discusión
que sostiene con Tomás Moulian, quien fuera el primero en plantear esta crítica a inicios de los años noventa.
9
En los resultados de un estudio realizado sobre “Organizaciones Poblaciones”, que Guillermo Campero
presenta en el seminario ya aludido, las organizaciones estudiadas, tipificadas como ‘organizaciones de
sobrevivencia económica’ (talleres laborales, comprando juntos, ollas comunes); ‘organizaciones de jóvenes’
(colonia urbana juvenil, grupo juvenil de derechos humanos, centro cultural juvenil, comunidad cristiana
juvenil); ‘organizaciones intermedias’ (coordinadoras poblacionales, comunales, zonales), entre todas,
sumarán alrededor de 50 agrupaciones. Ahora bien, tal como ha sido el tono de las demás lecturas expuestas,
Guillermo Campero, luego de plantear que la acción social de los pobladores debe ser interpretada como la
expresión de un anhelo inclaudicable de integración social, sostendrá que, por esta misma razón, los
pobladores seguirán confiando en la acción asistencial del Estado para que los defienda de los procesos de
exclusión. De esta forma, cuando se retorne a la democracia, lo más probable es que el movimiento de
pobladores retome sus formas clientelistas. “El escenario global, que muestra cómo, de haber alguna
transición, ella tendría fuertes componentes de negociación e institucionalidad, los presiona también para
buscar la representación que les permita tener algún lugar en el proceso. El problema –que no es nuevo- es
si será posible una representación estructurada de estos sectores y si acaso el vínculo entre ellos, un
gobierno y otros sectores sociales, no sea más bien el viejo y conocido ‘clientelismo’ de los propios partidos,
de las agencias de integración social y del Estado”. Campero, Guillermo. “Organizaciones de pobladores
bajo el Régimen Militar”. En Eugenio Tironi (editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia.
Revista Proposiciones. Santiago: Ediciones SUR, Vol.14, agosto, 1987, p. 93.
.
por parte de la sociedad civil (más no fuese aquella que se canalizara a través del
dispositivo tecnocrático de la focalización de recursos, vía fondos concursables). Siendo
partícipes de este proceso, y de esta matriz de sentido, tenemos que, ya sea, producto de la
rigidez de sus marcos teóricos, o por sus particulares visiones políticas, o, directamente,
por el compromiso doctrinal con los gobiernos que se iniciaban, cualquiera sea el caso,
desde estas lecturas transitológicas no se consideró explorar en las posibilidades concretas
que pudieran potenciar, dar continuidad y cabida a las, muchas veces bien estructuradas,
experiencias autonómicas, aún existentes al término de la dictadura. Por el contrario, el
énfasis estuvo puesto en sancionar su inhabilitación para participar de la transición.10
10
Transcurridos varios gobiernos de la ‘alianza concertacionista’, podemos apreciar cómo es que, desde estas
perspectivas, se seguirá enfatizando sobre la preeminencia del Estado -como espacio de lo político- y del
‘sistema partidista’ -en último término, única actoría válida del entramado democrático. Esta vez no serán las
urgencias de la transición, sino que la radicalización de formas de fragmentación e individualización, el
marco de referencia desde el cual se negará cualquier relevancia de los movimientos sociales. "Las
transformaciones socio-económicas de las últimas décadas y los cambios culturales y políticos han
modificado profundamente el panorama de los actores sociales[…] Hoy la exclusión parece adquirir el
carácter de ghettos separados de la sociedad[…] Los sectores excluidos están fragmentados y sin vinculación
entre ellos, lo que dificulta enormemente cualquier acción colectiva”. Garretón, Manuel Antonio. La
sociedad en que vivi-remos. Introducción sociológica al cambio de siglo. Santiago: LOM, 2000, 140.
Negación aún más flagrante, toda vez que desde las páginas de El Mercurio, Manuel Antonio Garretón,
sentenciará que el movimiento de estudiantes secundarios del año 2006, la ‘revolución pingüina’, sería el
primer movimiento social en democracia. Insistiendo, con ello, en la invisibilización y borradura del aquel
cúmulo de experiencias de acción colectiva que han venido, insistentemente, desenvolviéndose en la post-
dictadura. “Sociólogo: Secundarios representan ‘el primer movimiento social’ en democracia”. El Mercurio,
Santiago, Viernes 2 de Junio de 2006.
11
Salazar, Gabriel. Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Santiago: Sudamericana, 2007, p.15.
Originalmente ligada a los círculos conservadores norteamericanos, el concepto de
‘gobernabilidad’ aparece por primera vez en la ciencia política en 1975 en una publicación
de la ‘Comisión Trilateral’ (fundación privada creada por David Rockefeller a partir de la
iniciativa de empresarios y políticos de distintos países primer mundistas). En el documento
titulado Informe sobre la gobernabilidad de las democracias, sus autores, entre ellos
Samuel J. Huntington, plantean una radical crítica al Estado de bienestar, a las políticas
keynesianas y a las aspiraciones democráticas de los movimientos sociales. Se sostuvo
entonces que era necesaria una reconfiguración de los modelos de pensamiento, de política,
de autoridad, de cultura y de relaciones sociales. Es así como las movilizaciones sociales,
de ahora en adelante, serán vistas como signos de una crisis de los instrumentos de
autoridad, la participación ciudadana se vio como peligrosa, particularmente en los países
pobres. En definitiva, y como indicara la comisión trilateral: “un exceso de democracia
significa un déficit en la gobernabilidad. 12
Tal como indica Antonio Camou, en America Latina, gestada en la década de los
ochenta, la discusión sobre gobernabilidad, estuvo enmarcada por tres procesos; “El
proceso de crisis, ajuste y reestructuración económica; el agotamiento del modelo del
Estado interventor y su consiguiente reforma, y el cambiante itinerario de las transiciones
13
y consolidaciones democráticas”. Con todo, la importación del concepto de
gobernabilidad a Latinoamérica debemos inscribirla en aquel interregno en donde se
buscaba, por un lado, evitar la regresión a gobiernos autoritarios y, por otro, avanzar en la
consolidación de sistemas democráticos.
12
Murillo, Susana. Colonizar el dolor. La interpelación ideológica del Banco Mundial en América Latina. El
caso argentino desde Blumberg a Cromañón. Buenos Aires: CLACSO, 2008, p. 86.
13
Camou, Antonio. “Gobernabilidad”. En Laura Baca Olamendi et al. Léxico de la política. Mexico D.F.:
FLACSO/FCE, 2000. p. 283.
autoritarios”, y producto del rescate de la Constitución del 1980 –, la noción de
“gobernabilidad” nos parece, en efecto, desempeñar un papel de discurso ordenador”.14
De este modo, adentrándose en los discursos públicos del periodo post-dictadura, Cecilia
Baeza-Rodriguez se concentrará en el papel jugado por los discursos de la gobernabilidad
en Chile. Así nos relata que en 1992, el BID organiza uno de sus seminarios en Chile. El
evento, realizado en el Senado chileno en Valparaíso, tiene como tema “Un Gobierno para
el Desarrollo Humano”; Gabriel Valdés, entonces presidente del Senado, expone lo que
son, según él, las enseñanzas obtenidas de la ‘experiencia’ histórica chilena:
14
Baeza-Rodríguez, Cecilia. “Los discursos públicos sobre la gobernabilidad en Chile como relatos de acción
pública: un enfoque cognitivista sobre la importación de las ideas”. En Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En
línea], Coloquios, 2008, p. 2. Disponible en http://nuevomundo.revues.org/index11042.html
15
Baeza-Rodríguez, Cecilia. Op. Cit. p. 6.
Ahora bien, para finalizar, tenemos que, a propósito de todo este análisis, la
cientista política sostendrá que: “Si los discursos sobre la ‘transición’ y la
‘gobernabilidad’ funcionan tan bien en Chile, es porque ambos se apoyan en los miedos
del pasado (los del Golpe de Estado y de la dictadura), al mismo tiempo que los siguen
alimentando”.16 Esta conclusión resultará crucial para las pretensiones de nuestro propio
trabajo; y no sólo porque permite clarificar la estrecha relación entre estos dispositivos
discursivos y el miedo, sino que, además, nos permite ubicarnos en otra de las locaciones
desde las cuales estamos pretendiendo enmarcar la emergencia de las nuevas luchas
libradas en el Chile de hoy.
16
Op. Cit. p. 3.
17
Politzer, Patricia. Miedo en Chile. Santiago: CESOC, 1984, p. 10.
18
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe de Desarrollo Humano en Chile: las paradojas
de la modernización. Santiago: PNUD, 1998, p. 129.
En conexión con lo anterior, tenemos que las psicólogas Elizabeth Lira y María
Isabel Castillo, como resultado de una investigación cuyo objetivo era estudiar el
significado de la amenaza política y el miedo bajo el régimen militar, van a concluir que;
“La dictadura militar chilena caracterizada como terrorismo de Estado, ejerció una
amenaza política, la que al ser percibida por los sujetos los llevó a modificar conductas y
someterse”.19 En el contexto de abandono por parte del Estado del marco jurídico, la
masificación de las violaciones de derechos humanos tales como torturas, las ejecuciones
políticas, el desaparecimiento de personas, afectará, como marca indeleble, la
representación colectiva de los miembros de la sociedad.
Transportados a la actualidad, nos encontramos con que entre los años 2003 y 2008
se llevó a cabo una investigación denominada Identidad e Identidades: La construcción de
la diversidad en Chile.20 El eje central de este proyecto giraba en torno a los rasgos
culturales de la sociedad chilena contemporánea. Transcurridos algunos años desde su
inicio, y con la investigación aún en curso, José Bengoa, coordinador general del proyecto,
en la introducción a La comunidad reclamada, texto que recoge una serie de artículos
elaborados en distintos momentos por el autor, ya extraía una de las conclusiones
medulares del estudio. “En primer lugar, el terror de Estado a que fue sometida la
sociedad chilena, toda, durante casi veinte años, provocó el refugio de las personas en sus
mundos privados. En segundo lugar, ese terror produjo un enorme ‘miedo al otro’, junto a
inseguridades, competencias y, finalmente, rupturas básicas de la sociedad”.21 La
sociedad chilena aparece, así, como una sociedad traumatizada, con poca capacidad de
análisis de su historia reciente, incapaz de expresar sus temores y esperanzas. Tales son las
repercusiones del autoritarismo sobre la sociedad, de modo que llevan a Bengoa a plantear
la existencia de toda una ‘función social del terror’22. El terror de Estado en Chile rompió
con solidaridades básicas y espacios públicos, los que aún no se han podido reconstruir. El
individuo contemporáneo se enfrenta, así, solitario al mercado, como masas consumidoras,
19
Lira, Elizabeth y María Isabel Castillo. Psicología de la amenaza política y del miedo. Santiago: ILAS,
1991, p. 48.
20
Avances de investigación en Bengoa, José (editor). Chile: identidad, identidades. Revista
Proposiciones. Santiago: Ediciones SUR, Vol.35, marzo, 2006. Ver también página web www.identidades.cl
21
Bengoa, José. La comunidad reclamada. Identidades, utopías y memorias en la sociedad chilena actual.
Santiago: Catalonia, 2006, p. 18.
22
Bengoa, José Op. Cit. 147.
provocándole una permanente sensación de inseguridad. Sobre esta cuestión nos
concentraremos a continuación.
23
Lechner, Norbert. Las sombras del mañana: la dimensión subjetiva de la política. Santiago: LOM, 2002, p.
46.
24
Conceptualizados, ya sea, como ‘preocupaciones’ o, de otro modo, como ‘problemas’, las preguntas que
abordan estas categorías incorporan las siguientes alternativas de respuesta :
-Respecto del miedo categorizado como ‘preocupaciones’:
1)Perder el trabajo; 2)Dificultad para encontrar trabajo; 3)Ser víctima de delito; 4)Que un miembro del grupo
familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción; 5)La inestabilidad económica del hogar; 6)No tener acceso
a la vivienda propia o perderla; 7)Incertidumbre en la vejez (salud, previsión, desamparo); 8)Que usted o
alguien de su familia no tenga acceso a una educación de calidad; 9)No contar con un sistema de salud que
cubra enfermedades o accidentes.
-Respecto del miedo categorizado como ‘problemas’:
1)La pobreza; 2)La situación económica; 3)La contaminación ambiental; 4)El tráfico de drogas; 5)La
educación; 6)El desempleo; 7)La salud; 8)La delincuencia; 9)Consumo de drogas; 10)La corrupción
A continuación presentamos las preguntas y respuestas correspondientes a estos dos ítems.
-Indique en orden de importancia las tres situaciones que más le generan “preocupación”:
1ª) Ser víctima de delito: 20.9%
2ª) La inestabilidad económica del hogar: 14.1%
3ª) Que un miembro del grupo familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción: 11%
-¿Cual de los siguientes “problemas” de actualidad nacional tiene mayor importancia para usted?
1ª) La delincuencia: 21.3%
2ª) La pobreza: 16.8%
3ª) El tráfico de drogas: 12.5%
Fuente: ENUSC 2008. Disponible en http://www.ine.cl
En el temor a ser víctima de un delito, en el peligro que representa la precariedad
laboral y la inestabilidad económica, o en el desasosiego de tener que enfrentar que un
miembro del grupo familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción, del conjunto de
estos miedos podemos apreciar la incardinación de un contexto, tantas veces, signado por el
arribo de las ‘fuerzas del mercado’. Es desde acá que pueden ser explicados los archivos de
la ENUSC; los cuales nos hablan, por medio del ‘lenguaje de las cifras’ 25 (Rotker 2000), de
los temores del Chile de hoy.
En nuestras ‘ciudades pánico’, como las denomina Paul Virilio, se nos anuncia más
criminalidad que las criminalidades realmente existentes. Desembocando actualmente en la
estandarización de los comportamientos y, lo que es peor, en la sincronización de las
25
Rotker, Susana. “Ciudades escritas por la violencia. (A modo de introducción)”. En Susana Rotker
(editora). Ciudadanías del miedo. Caracas: Nueva Sociedad, 2000.
26
Rosas, Pedro. Rebeldía, subversión y prisión política. Crimen y castigo en la transición chilena 1990-2004.
Santiago: LOM, 2004. p. 95.
27
Ramos, Marcela y Juan Andrés Guzmán. La guerra y la paz ciudadana. Santiago: LOM, 2000, p. 36.
emociones. “Tras la larga historia de la estandarización de la opinión pública de la época
de la revolución industrial, y de sus sistemas de reproducción idéntica, entramos en la era
de una sincronización de la emoción colectiva que favorece un’ individualismo de masa’,
puesto que cada uno, uno por uno, padece en el mismo instante el condicionamiento mass-
mediático”.28. Efecto espectacular en donde la imagen audio-televisiva deviene herramienta
de construcción de una determinada realidad.
Si, tal como hemos venido constatando, ya sea desde el campo de producción de
saberes de las ‘Ciencias Sociales’, o a partir de los discursos de la ‘gobernabilidad’, o en
función de la actual doctrina de la ‘seguridad ciudadana’, articulados todos en torno al
miedo, que en gran medida está remitido a la experiencia del terror de Estado vivenciado
durante la dictadura militar, si de todo lo anterior podemos concluir que la democracia a la
que se transita se ha hecho con exclusión de los movimientos sociales; la pregunta que
28
Virilio, Paul. Ciudad Pánico. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2006, p. 47.
29
Foucault, Michel. Nacimiento de la Biopolítica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007.
30
Foucault, Michel. Seguridad, Territorio y Población. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006,
pp. 67-68.
cabe hacerse es desde dónde, entonces, si estando en una situación de orfandad más
absoluta respecto a experiencias organizativas anteriores, en un contexto de la casi
inexistencia de discursos y programas alternativos a la programación neoliberal, desde
dónde se pudieron generar prácticas organizativas en el Chile actual.
31
Gamboa, Andrea e Ivan Pincheira. Organizaciones Juveniles en Santiago de Chile.
Invisibles_Subterráneas. Santiago: LOM, 2009.
32
Se podría sostener que habrían dos momentos en que los feminismo aparecen como fundantes de este
desplazamiento hacia las luchas ético/políticas. El primero se vincula a la instalación en el debate de “Lo
privado es político” y “Democracia en el Estado y en el hogar”. A partir de estos enunciados, que buscando
materialización en el espesor de lo real, o al menos incriptándose en la memoria colectiva, se anota
claramente esta vocación por la cotidianidad de la lucha política. El segundo momento nos refiere la cuestión
de los métodos anticonceptivos. Es así que en las luchas por la masificación de la anticoncepción, podemos
leer cómo, en la cuestión de la reproducción y el manejo de la propia sexualidad, existe un opción
ética/política desde el momento que son quienes comparten la cotidianidad del ‘yo’ los que deciden, en
última instancia, sobre la propia sexualidad. Decisión ética/política que se transforma en lugar de disputa y
de empoderamiento; disputa desde el momento que enfrenta a los espacios oficiales que pretenden direccionar
la sexualidad; empoderamiento desde el momento en que me doto de la capacidad de optar qué hacer y qué no
hacer con ella.
Pero estas luchas también son estético/políticas, en tanto, no son sólo modos de
conciencia (falsa o verdadera conciencia, según cierto marxismo) los que están puestos en
juego, sino que, desde el instante que es el devenir cotidiano el lugar de disputa y de
empoderamiento, no es el puro enunciado, la pura consigna, la pura concientización de la
masa lo que emerge en estas luchas micropolíticas; sino que será la corporalidad en su
integralidad y sus puestas en escena lo que efectivamente se pone en juego. Es así como en
el actual ciclo de la luchas sociales, los aparecimientos, las formas, las imágenes, las
puestas en escenas, las intervenciones sobre el cuerpo/piel, las perfomances callejeras de las
tribus urbanas, aparecen a todas luces, como siendo parte de un conjunto de prácticas
estético/políticas.33
No obstante lo anterior, surgía la pregunta sobre cuáles podrían llegar a ser los
grados de afectación de estas prácticas sobre lo social y su campo institucional. Estando en
este punto es que, al igual que el conjunto de la sociedad chilena, nos veremos remecidos
por la irrupción del movimiento de estudiantes secundarios de mayo del 2006. Será,
precisamente, la ‘revolución pingüina’ quien nos proporcionará las claves interpretativas
que nos permitirán responder a la cuestión acerca de si estas prácticas son capaces de
afectar al conjunto de lo social y su entramado institucional.
De este modo nos atrevemos a señalar que estas luchas micropolíticas, efectivamente,
sí llegan a afectar el espacio mayor de lo social. Por cuanto son justamente quienes
participan de estos agrupamientos (okupas, gays, lesbianas, animalistas, objetores de
conciencia, los seguidores de animación japonesa, colectivos culturales), a quienes
veníamos siguiendo por más de un año, los que llegaron a conformar el grueso de los
estudiantes movilizados. Serán justamente esos agrupamientos micropolíticos el campo de
ensayo de la revolución pingüina. Es acá donde los secundarios ya venían cuajando una
33
Será precisamente a partir de la irrupción de los feminismos que se revela la importancia del cuerpo y la
necesidad de re-ubicarlo al interior de relaciones sociales. El cuerpo, especialmente el cuerpo de mujer, ya no
se nos aparece como un compuesto orgánico que se desarrolla con independencia de los avatares de lo social.
Por el contrario, el cuerpo es el lugar de enquistación de significaciones, interpretaciones, juegos de poder
que lo entienden, lo significan y lo ubican en distintas posiciones de subordinación. El cuerpo al ser inscrito
en lo social (y siendo tensionado por las relaciones de poder que cruzan a éste) aparece como campo de
disputa y de empoderamiento; disputa en tanto debe enfrentarse a las ideologías, técnicas y tecnologías que lo
intentan disciplinar para normalizarlo y hacerlo productivo; campo de empoderamiento en tanto territorio
abierto re-significaciones e intervenciones. Cuando el territorio moderno, y todo su institucional
socializadora, se desmorona, pareciera que es el cuerpo uno de las nuevas regiones a ocupar.
practica de la no representatividad, de la horizontalidad, del trabajo en asambleas, de la
relación con los medios de comunicación, con las autoridades de gobierno, de la
comunicación vía chat, coordinación de marchas a través de mensajería celular,
información de acuerdos por blogs. Serían en los espacios invisibles de la cotidianidad
donde, rompiendo con los miedos de la post-dictadura, se cuajó la irrupción del ‘mayo
chileno’.