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HONORIO M.

VELASCO MAÍLLO
Catedrático de Antropología Social (UNED)
ÁNGEL DÍAZ DE RADA
Profesor Titular de Antropología Social (UNED)
FRANCISCO CRUCES VILLALOBOS
Profesor Titular de Antropología Social (UNED)
ROBERTO FERNÁNDEZ SUÁREZ
Profesor Tutor de Antropología Social (UNED)
CELESTE JIMÉNEZ DE MADARIAGA
Profesora Titular de Antropología Social (Universidad de Huelva)
RAÚL SÁNCHEZ MOLINA
Profesor Ayudante de Antropología Social (UNED)

LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN
Confianza y riesgo en sistemas experfór

Editorial universitaria
Ramón Areces
Primera edición: junio 2006
Primera reimpresión: octubre 2010

Índice

INTRODUCCIÓN 11
R.s El diseño de investigación 15
FICHA Sistema experto, institución, confianza, riesgo 18
La sonrisa de la institución 19
~DE irse 4 .9 0

,47-7.- res
Capítulo 1. "ACERCAR LA ADMINISTRACIÓN,AL CTUDADANb"
EL COMETIDO DE LA OFICINA DE ATENCIÓN
LA COMUNIDAD DE MADRID 27
11e> Fun Información, reclamaciones, quejas, iniciativas, .sugereñpjtas,
nes, alegaciones. El campo de acción de la oficida-d& atención al ciú-
dadano de la Comunidad de Madrid 31
Categorías de la acción 34
Reservados todos los derechos. Un horizonte extenso con limitaciones prácticas. Input y output de
Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse la oficina de atención 50
por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotoco- El espacio de la atención al ciudadano. Más allá de la información, las
pia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información
y sistema de recuperación, sin permiso escrito de Editorial Centro de
iniciativas y las reclamaciones 64
Estudios Ramón Areces, S.A. La oficina como entidad mediadora 66
La oficina como medio de refiexividad institucional 68
La proyección política de la oficina 69
El trato ¡orno rendimiento 74
O EDITORIAL CENTRO DE ESTUDIOS RAMÓN ARECES, S.A.
Tomás Bretón, 21 - 28045 Madrid "La administración como algo propio" 76
Teléfono: 915.398.659 Las prev&nciones del ciudadano 78
Fax: 914.681.952
Correo: cerasa@cerasa.es
Web: www.cerasa.es
,SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA. UN SERVICIO
Capítulo 2.:
ISBN: 978-84-8004-749-4 INTENSIVO DE NEONATOLOGÍA 85
Depósito legal: M. 44.606-2010 El servido Q 88
Un lugar 89
Impreso por: LAVEL, S.A. Los.roles del contexto y la entrada en el campo 93
Humanes (Madrid)
Las" rutinas del trabajo 95
Impreso en España/ Printed in Spain

ÍNDICE 7
superpuesto a la lógica distanciada del contrato. Pero ese sujeto que retorna es un
sujeto precavido, que anticipa los riesgos implícitos en su relación con el sistema
experto. De manera que cuando el sistema habla de confianza el ciudadano res-
ponde con diversas interpretaciones reflexivas, que resitúan el vínculo en un lugar
bien diferente de la ilusión de una ciega confianza interpersonal. Estas interpreta-
ciones, estos discursos, ayudan a entender qué pueden estar queriendo decir las
instituciones cuando hacen uso de tal metáfora de legitimación. ¿Qué es, en este
CAPÍTULO 2
campo, la confianza? Tal vez se trate de un horizonte inalcanzable, que se dibuja
por detrás de la crisis de legitimidad del modelo kafkiano, tras esos otros paisajes
más viables: la cooperación, la sospecha, el maquillaje, el cohecho y la influencia.
Saber clínico y crítica
Pero la eficacia simbólica de este modelo sobrevive a las racionalizaciones en la
idea de que, pese a todo, la administración ofrece "un trato más humano". médica. Un servicio intensivo
de neonatología
El mundo de la salud constituye uno de los ejes cruciales del desarrollo de las
sociedades modernas. La salud, en tanto representación medicalizada del cuerpo
correcto (completo y en equilibrio), es un requerimiento común que solemos
aplicar, en analogía apenas consciente, a las áreas más diversas de la vida,
demandando tanto un "cuerpo saludable", como una "familia sana", una "ciudad
sana" y hasta una política, una cultura, un ocio, un mundo, una mente "sanos".
En un sentido más trivial, es un requerimiento incuestionable de la vida contem-
poránea el que los poderes públicos, así como las empresas y hasta los particula-
res, ajusten su comportamiento a criterios de saludabilidad individual y colecti-
va. No se trata sólo de que el Estado moderno —especialmente en la medida que
es un Estado del Bienestar, es decir, un "estado saludable"— haya de velar por la
salud pública. El hecho realmente significativo es que esperamos y exigimos de
cada individuo que vele celosamente por su propia salud y por la de los demás.
En este contexto, en el cual todos velan por la salud de todos, pertenecer al todo
social se vuelve sinónimo de realizar ajustes en el propio comportamiento para
hacerse copartícipe de su saludable equilibrio. El concepto de salud cobra enton-
ces un significado especial: una especie de sinécdoque de la sociedad en su con-
junto. La sociedad tardomoderna es una sociedad de la salud.
El sistema hospitalario se halla en el centro de los mecanismos responsables
del mantenimiento de la salud. Foucault, Goffman, Ariés o Beck son algunos de
los autores que, desde disciplinas diversas, han señalado a los sistemas hospita-
larios como un lugar estratégico para comprender algunas características del
desarrollo de las sociedades contemporáneas. Unos han puesto de manifiesto su

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carácter de encarnación institucional de una episteme racionalista, guiada por un nómica y política. El hospital moderno sería inconcebible sin la aparición de
sentido panóptico y totalizante de vigilancia (Foucault, 1967; Goffman, 1970); grandes desarrollos tecnológicos en los campos médico, farmacológico y quirúr-
otros han señalado su incardinación en conceptos ilustrados del cuerpo, la higie- gico; pero tampoco podría entenderse sin referencia a las agencias estatales del
ne y la salud en general, resaltando el papel del sistema en una administración seguro social o sin un concepto universalizado de ciudadanía. En fin, este con-
tabuizada del dolor y la muerte en sociedades hedonistamente orientadas (Ariés, junto de factores contribuye a hacer que el hospital moderno sea, tanto para el
1982), o han reflexionado sobre las caracteristicas tecnológicamente autogenera- lego como para el experto, un locus social particular: un verdadero "mundo" en
tivas del riesgo sanitario (Beck, 1992). Si, siguiendo a Mary Douglas, debemos el sentido antropológico de la palabra.
considerar las categorías de contaminación, pureza y Peligro como ejes de clasi- Dicho sistema es experto por la inaccesibilidad de los saberes del estamento
ficación vertebradores de las culturas, en las nuestras el sistema hospitalario pare- profesional; pero también por la complejidad interna que entraña, organizada en
ce ser una de las principales agencias encargadas de la administración y aplica- servicios altamente específicos que abarcan gran número de ramas del saber
ción de tales categorías (cf. Douglas, 1981; 1996). médico, junto con disciplinas auxiliares e instancias de la propia administración
En este capítulo nos centraremos en un aspecto concreto del mundo hospita- y organización hospitalarias (desde servicios sociales hasta almacenes de mate-
lario: su condición de sistema experto, y los problemas de riesgo y confianza rial). El hospital provoca una profunda desorientación en el usuario de la calle.
derivados de dicha condición. Mediante el estudio en profundidad de una sala de Está gobernado por una normatividad difusa, si bien claramente segregada del
cuidados intensivos de un servicio de neonatología en un gran hospital de la mundo ordinario, que sólo una trayectoria prolongada en el hospital (a raíz de
Comunidad de Madrid trataremos de documentar etnográficamente algunos de estancias largas, complicaciones postoperatorias o casos de cronicidad) permiti-
esos problemas, así como los recursos culturales con que los agentes del sistema rá tornar familiar. Esto es especialmente cierto para el caso de los grandes hospi-
tales diseñados en el momento álgido del crecimiento poblacional y económico
(principalmente, los médicos neonatólogos) enfrentan las situaciones cotidianas,
de los años sesenta y setenta con el fin de hacer frente a una demanda desbor-
reducen la incertidumbre social y el riesgo tecnológico, manejan la interacción
dante —pero edificados también como emblemas o símbolos visibles de un poder
con los demás agentes, controlan los resultados del proceso y tratan de determi-
tecnocientífico en alza—. Los más recientes han sido reconceptualizados a una
nar un resultado médica y socialmente satisfactorio.
escala más cercana al usuario. Aun así, lo definitorio del sistema es su carácter
Al hablar del hospital como sistema experto enfatizamos, en primer lugar, su de unidad espacial y temporal cerrada, autocontenida.
carácter de "sistema". Con ello no queremos dar a entender un supuesto de corte
La condición de "sistema experto" lo convierte automáticamente en un sis-
funcionalista, de homeostasis autorregulada. Queremos decir que sus distintos
tema de riesgo, entendiendo por tal un sistema de resolución de problemas que
elementos se hallan engranados, articulando entre sí comportamientos, represen-
tiende a generar nuevos problemas. En ese sentido, la crítica antimédica popu-
taciones y saberes de agentes heterogéneos. El sistema hospitalario tiene su cen-
lar ("un médico cura, dos dudan y tres, muerte segura") percibe intuitivamente
tro en la articulación de la interfase médico-paciente, pero característicamente
algo que el análisis sociológico viene tematizando: las grandes soluciones tec-
ésta se halla complicada por otras zonas limítrofes: la relación médico-familiares
nológicas son también fuente de muchas consecuencias indeseadas o imprevis-
del paciente; las relaciones entre distintas clases corporativas de personal hospi-
tas (Beck, 1992).
talario (médicos-enfermería, personal sanitario-personal no sanitario, administra-
dores-profesionales de la salud); las relaciones paciente-paciente, las cuales En el caso que nos ocupa esa problematicidad adopta numerosas caras. La
constituyen una fuente de contacto y alteridad; la relación del hospital como un más evidente es la posibilidad siempre presente del error en el acto médico. Pero
todo con el resto del sistema nacional de salud (el engranaje entre sistema de hay muchas otras: la producción de secuelas que constituyen inevitablemente el
salud primaria-sistema hospitalario, sanidad pública-sanidad privada, o las vin- coste humano del tratamiento; la incertidumbre asociada a la adopción constante
culaciones reticulares entre servicios homólogos en distintos hospitales). Este de nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos; los costes en eficacia del
carácter de sistema se hace particularmente ostensible si consideramos, como proceso de aprendizaje por parte de profesionales en un larguísimo periodo de
Beck, la complejidad de funciones que el contexto monopoliza: investigación, formación; la saturación de servicios, con listas de espera en determinadas con-
diagnóstico, tratamiento y formación de nuevos médicos (1992: 204). Más aún sultas y un desbordamiento cotidiano de las urgencias; las ansiedades, sobrefati-
cuando se contempla cómo su conformación histórica ha estado crecientemente ga e insatisfacción del personal de los cuerpos sanitarios; la crítica a los niveles
detenninada por un entrecruzamiento de las lógicas científica, demográfica, eco- comúnmente admitidos de iatrogenia (es decir, de producción indeseada de pato-

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logía por la propia intervención sobre el paciente); la queja de muchos pacientes
tiones de confianza interpersonal y sistémica 17 . El espacio-tiempo idiosincrático
por el trato recibido; la judicialización del ejercicio médico (juicios por impru-
de las salas de incubadoras resulta de un entrecruzamiento particular de, por un
dencia o negligencia); la llamada "medicina defensiva" como forma de autopro-
lado, fuertes tendencias institucionales de racionalización y, por otro, estrategias
tección por parte de los estamentos sanitarios; los desarrollos institucionales de
locales de reapropiación y personalización de las relaciones. Esa articulación
la gestión hospitalaria orientados a incrementar controles de calidad, introducir
compleja entre compromisos abstractos y presenciales puede ser ilustrada en una
reaseguros en los procedimientos y atenuar las quejas a través de servicios de
diversidad de planos: (a) un entorno de acción donde convergen tareas con ele-
atención al paciente y de estudios de satisfacción entre los usuarios. Y aún cabría vadas demandas, recursos de conocimiento muy estructurados y fuentes de ries-
identificar algunas fuentes más sutiles y menos publicitadas de incertidumbre: las go omnipresentes; (b) la actitud natural de los intensivistas tendente a "tornar
relacionadas con diferencias de poder interno entre especialidades o servicios; los doméstico lo experto" mediante una constante repersonalización de la relaciones
efectos de sobrecarga en algunos de ellos a partir del desarrollo de nuevas apli- en el contexto de la cura; (c) la noción clave de "saber clínico" como una forma
caciones tecnológicas; el disparo de los gastos en ciertos sectores del sistema (p. diferencial de práctica médica; (d) las contradicciones doblevinculares experi-
e. el gasto farmacéutico) con repercusiones negativas en el financiamiento del mentadas en el acto de información a los padres (a un tiempo incluidos y exclui-
conjunto; la sensibilización (continua o coyuntural) de grupos de pacientes de dos del proceso de tratamiento); (e) la presencia larvada de conflictos corporati-
riesgo hacia diversas enfermedades, con la imprevista sobrecarga hospitalaria; la vos que expresan localmente diferencias estructurales de poder, ideología y
emergencia de problemas éticos vinculados a la incondicionalidad del juramento práctica profesional entre distintas categorías de sanitarios; (f) las formas de
hipocrático, en conflicto con prácticas de eutanasia encubierta o de daño selecti- reflexividad crítica que tienden a visibilizar los problemas éticos y comunicati-
vo en individuos o grupos; los problemas de comunicación de decisiones de alto vos de la práctica sanitaria por encima de los meramente técnicos.
riesgo a pacientes y familias.
No es un dibujo apocalíptico del escenario del hospital. Es la cotidianidad
que dan por supuesta los expertos, sobre la cual construyen las certezas que les
permiten ejercer su profesión. "La medicina es así", suelen decir. "Si uno se detu- Un lugar
viera a pensar sobre el hospital, no se atrevería a ponerse en sus manos", "Si la
gente supiera cómo es por dentro, tal vez no vendrían, a no ser que no les que- El servicio Q está situado en el interior de uno de los edificios de medicina
materno-infantil. El camino puede resultar laberíntico. Las primeras veces que
dara más remedio". Se asume que el ejercicio del saber médico implica estos ejes
acudí iba acompañado por un médico del hospital ubicado en otra planta, y que
de problematicidad; que son el núcleo íntimo de la vida hospitalaria. Aún cuan-
me llevaba en cada ocasión por pasillos diferentes. Necesité varios ensayos hasta
do se hable de "problemas" y hasta de "caos", el hospital no es nunca un esce-
nario de azar sin dirección. Es un delicado y potente mecanismo de riesgo. aprenderlo.
La desorientación de las personas en el hospital no es sólo espacial. En direc-
ción al servicio de neonatología, por ejemplo, mi amigo iba deteniéndose a salu-
dar a distintas personas, muchas de ellas vestidas con batas blancas o verdes.
Luego me explicaba: "Este es un jefe de servicio", "Esta auxiliar es muy buena
EL SERVICIO Q persona", "La asistente social". Cualquiera de ellos hubiera podido ser cualquier

17 Los datos de observación fueron producidos entre octubre y diciembre de 1999. Con ante-
Situado en uno de los grandes hospitales madrileños, el servicio Q implica en rioridad y posterioridad a este periodo se realizaron entrevistas con médicos, así como una devolu-
su funcionamiento a más de un centenar de profesionales encargados del cuida- ción de información al equipo médico en su conjunto al final del proceso. La observación consis-
tió en seguir la rutina diaria de los doctores a lo largo del día, desde su entrada a las 8:30 hasta su
do y tratamiento de niños nacidos con poco peso y tiempo de gestación. Aunque
salida a las 16:00. Esto incluía participar como oyente en las sesiones de discusión de casos, seguir
la observación participante se concentró en la práctica cotidiana del equipo médi- a los médicos en su visita a los pacientes y su información a los padres, y permanecer libremente
co, permite identificar algunas características del servicio como punto de acceso en la sala de cuidados intensivos conversando con enfermeras y familiares y observando la atención
a los neonatos. El trabajo de campo incluyó también el seguimiento de guardias de fin de semana.
en el que se ventilaban permanentemente tanto decisiones de riesgo como cues-
Agradezco la intensa colaboración y cordial acogida de todo el personal hospitalario.

88 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN
SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 89
cosa. La aguda percepción de diferencias de status y función entre el personal Las dependencias del servicio se disponen a ambos lados de un largo pasillo:
interno —tan natural a sus ojos— aparece al público exterior como una zumbante del izquierdo se abre una serie de despachos; del derecho, tras una mampara de
y borrosa confusión. (De hecho, el personal hospitalario suele tomar a broma los vidrio, las diversas salas de atención. Al final se encuentra la Unidad de Cuidados
continuos deslices del público a la hora de atribuir status o responsabilidad; algo Intensivos y, tras un recodo, la sala de reunión de los médicos. Significativa-
que ocurre con especial frecuencia tratándose de doctoras de aspecto juvenil). mente, la sala de enfermeras se halla dentro de la propia UCI, protegida por un
El hospital es un escenario de gran orden interno. El primer aspecto percep- vidrio opaco.
tible de esa ordenación es el de un espacio acotado, cdrrado. En el caso del ser- La tradicional combinación de pintura blanca y baldosín produce una impre-
vicio neonatológico, un mostrador vigilado por un conserje restringe el acceso. sión fría, impersonal. En la entradilla, donde los familiares esperan turno, unas
Tras él, nuevos pasillos conducen a la entrada, anunciada por un cartel en la puer- sillas de plástico atornilladas al suelo, un tanto destartaladas, anuncian el absolu-
ta donde figuran las normas para padres y familiares. to predominio de la funcionalidad en el mobiliario de un espacio esencialmente
público. El mobiliario es heterogéneo, resulta de una acumulación histórica por
partidas y épocas diferentes. En cierta medida es una suerte de mobiliario modu-
Normas sobre la entrada de los padres en el servicio de neonatología
lar, hecho para ser intercambiado de unos lugares a otros al hilo de necesidades
también cambiantes; justo lo contrario del aparente salón burgués del médico pri-
El servicio está abierto a los padres 9-24 horas del día. El resto de las visitas entra- vado, con su estudiado encaje de cuadros, alfombras, cortinas a juego y figuritas
rán por el pasillo circundante de _ a _ de la tarde.
de arte exótico que despliegan, con su carácter estéticamente integrado, una pues-
La información sobre la evolución de su hijo la dará el médico entre las 12 y las 14
horas. El resto del tiempo y los fines de semana y festivos sólo se informará en caso ta en escena del médico como personalidad y de su consulta como lugar, como
de nuevas incidencias o ante niños recién ingresados. "casa". Aquí la mampara transparente, el cartel con normas e informaciones, el
Al entrar al servicio debe lavarse las manos hasta los codos antes de tocar a su hijo. neón y la silla de plástico instituyen inequívocamente eso que Hannah Arendt lla-
Si padecen procesos catarrales, aunque sean mínimos, usarán una mascarilla. mara "la luz dura del espacio público". El diseño de nuevas áreas hospitalarias
[El cartel continúa con normas ilegibles por el desprendimiento de las letras]. tiende a seguir el de las clínicas privadas en su definición de espacios semipúbli-
cos mediante el recurso a materiales modernos de tonos suaves y luz halógena, a
medio camino entre el fuerte sentido de privacidad de la consulta del médico par-
La clausura del espacio conlleva la entrada a una normatividad estricta y ticular y esta descarnada escenografía.
separada de la calle, en la que los usuarios se comprometen a someterse a res- No obstante, el no-lugar del hospital es territorializado intensamente por
tricciones como el horario, el número de personas, las preguntas al médico o quienes lo usan. Por doquier, en los pasillos y las salas, calendarios y posters con
lavarse hasta el codo. Desde el punto de vista sanitario son obvios requisitos fun- imágenes de niños y bebés —jugando, sonriendo, mamando— actúan como mar-
cionales. Desde el punto de vista del usuario, comporta la experiencia de un cadores de un perfil inequívocamente infantil. En las paredes pueden verse dibu-
espacio ajeno y restrictivo, que no siempre se respeta. La infracción más común jos escolares. En la sala de médicos, fotos de grupo rememoran comidas o cele-
es que entren más personas de las debidas. Pero también pueden ser motivo de braciones del equipo. Y en el centro del pasillo un gran mural exhibe fotografías
incomodidad la limitación de horarios o la limpieza de manos. Algunas madres de los neonatos allí curados, regaladas por los padres tiempo después del alta y
se quejaban de la pérdida de intimidad cuando tienen que extraerse leche del expuestas con orgullo a la mirada del público y los propios profesionales. A los
pecho. Y en la vecina sala de maternidad se habla de la aglomeración de visitan- padres angustiados que entran por vez primera en la unidad ver esas caras les
tes, el aumento de la temperatura ambiente y hasta el robo de niños. Aunque en tranquiliza. Para los profesionales son algo más: una suerte de restitución del vín-
general el público acepta comportarse según las normas prescritas, el orden es culo total con personas que "pasaron por sus manos", la inscripción pública de
siempre vulnerable, especialmente bajo condiciones de saturación. En una oca- una relación significativa, capaz de reconstruir de modo tangible el sentido glo-
sión, asistí a una situación en que el médico regañaba a padres que habían per- bal de su trabajo, no siempre fácil de asir. "Recompensa ver aquí a los niños, te
mitido entrar, mediante engaño, a otros familiares fuera de las horas autorizadas.
hace sentir que lo que hacemos vale la pena".
El extremo de la transgresión a la normativa lo constituyen ciertos casos de
padres de estratos marginales que, según se cuenta, han intentado vender sus Otro aspecto de esta territorialidad es la creación de espacios de repliegue,
hijos al personal de enfermería. como las salas de médicos y de enfermeras. La de los médicos es un remanso

90 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 91


para la reunión, el estudio, el trabajo intelectual durante las guardias: una mesa Los roles del contexto y la entrada en el campo
de juntas, varias estanterías con manuales y vademecums, un equipo de sonido,
un tablero con el calendario de guardias. Acoge un habitus letrado donde la tarea Los jefes de planta y de servicio no suelen estar presentes. El equipo médico
de los clínicos se perfila, sobre todo, como un trabajo de escritorio. La segrega- lo componen ocho doctores —dos con categoría de jefes de sección y seis adjun-
ción de espacios entre médicos y enfermeras expresa su nítida diferenciación tos—, mujeres en su mayoría. (En ocasiones se asume en tono de broma que eso
estatutaria. Por lo común, el personal de enfermería se abstiene de entrar en la imprime un estilo de género al servicio; una suerte de disposición al cuidado
sala de médicos, y viceversa. Los médicos se consideran expresamente desinvi- maternal18 ). Además, suele haber en todo momento cuatro o cinco residentes,
tados por un cartel en la puerta de la sala de enfermeras prohibiendo la entrada. destinados temporalmente durante su periodo formativo. Los residentes se clasi-
No obstante, se apropian tácitamente del espacio común, por ejemplo al discutir fican por años de antiguedad (entre R1 y R4), y pasan pocos meses. Incidental-
en alta voz con la puerta abierta. mente, asisten también grupos de estudiantes en prácticas a quienes les dan expli-
caciones y les enseñan a explorar a los bebés. El personal de enfermería alcanza
No es de extrañar que algunos padres, obligados a una estancia de meses
el centenar, entre enfermeras y auxiliares de los distintos turnos y salas; los varo-
mientras su hijo madura, echen en falta un espacio donde retirarse o pasar tiem-
nes son pocos. El personal no sanitario, de administración y limpieza, no perte-
pos muertos "entre toma y toma" de alimento del bebé. La visita a los niños
nece al servicio propiamente hablando, como tampoco la asistente social ni los
puede ser intensiva y agotadora. Y el espacio donde se mueven es un espacio
doctores de otras especialidades que, sin embargo, colaboran cotidiana y estre-
común, sometido a miradas ajenas y que los obliga a salir de la sala cada vez que
chamente con los neonatólogos (radiólogos, cirujanos, cardiólogos, oftalmólo-
hay que realizar alguna intervención sobre un paciente.
gos, tocólogos). Finalmente, están los padres de los niños, quienes pueden andar
El servicio está compuesto por cinco salas: una de cuidados intensivos, tres por las salas visitando a sus hijos. Normalmente se ven más madres; los padres
de cuidados intermedios (llamadas "boxes") y una denominada de "transición". acuden los fines de semana. A las cuatro de la tarde vienen también algunos fami-
En la de intensivos se encuentran las incubadoras, respiradores y demás aparatos. liares de visita, principalmente abuelos y tíos. Pueden entrar diez minutos, pero
Tiene capacidad para diez pacientes y el reparto de enfermeras por paciente es sin tocar a los niños.
más elevado que en las demás. En intermedios la mayoría de los niños está ya en
Mi entrada en el campo la hice de la mano de un médico. Tras entrevistar a
cunas y son alimentados por sus padres. En la sala de transición tienen a los niños
dos de las doctoras, solicité formalmente al conjunto del equipo, y posterior-
en observación para decidir altas o ingresos.
mente al jefe del servicio, autorización para realizar observaciones y entrevistas
La sala de cuidados intensivos, en la que se desarrolló la mayor parte del en la unidad. Con un extraordinario espíritu de transparencia me dieron libertad
estudio, se caracteriza por la profusión de máquinas en funcionamiento. de acceso, tanto a la actividad de las salas como a las reuniones en que discutí-
Permanentemente suenan timbres que las enfermeras identifican de manera an los casos y presentaban informes de investigación. Asistí a las explicaciones
rutinaria (la alarma se dispara en falso cada vez que un niño se mueve). Para dadas a estudiantes y residentes; a las operaciones de las enfermeras inyectan-
quien llega de fuera, el entorno es impactante. Los bebés, de pequeño tamaño
y aspecto inerme, se encuentran conectados a las máquinas, con vías en la
cabeza y los pies. En algunos son visibles las heridas de intervenciones qui- 18 En el contexto cotidiano, el tratamiento cortés a las doctoras las singulariza en femenino
rúrgicas. Como parte de una política de cuidado ambiental las incubadoras sue- ("doctora X"), y en ocasiones se pueden escuchar referencias a "las doctoras del servicio de neona-
len estar cubiertas por mantas, reproduciendo el entorno cálido y oscuro del tos". Sin embargo, el lenguaje público siempre designa corporadamente a "los médicos" o "docto-
res" en masculino. De modo que las doctoras tienden a autorreferirse, en este caso, como "nosotros,
medio uterino. Para el bienestar del neonato es fundamental el mantenimiento los neonatólogos", "los médicos intensivistas". El lenguaje socialmente heredado pone a las muje-
del calor y la humedad. Hay máquinas de colores rosa y azul celeste, y sobre res médicos en la disyuntiva entre singularizarse en exceso como mujeres o tener que asumir una
el cabecero de la cuna de los niños de más edad a veces se ven juguetes col- definición masculina de la identidad profesional. No obstante, para mis informantes en el contexto
cotidiano esto no parecía suponer un problema. Sabían manejar este dilema en clave de humor, por
gantes. Los ponen tanto los padres como las enfermeras. Al pie de cada cuni- ejemplo, haciendo bromas sobre la condición de minoría de los varones del servicio, o sobre la sor-
ta, en un ejercicio de personalización, cada niño anuncia su nombre en prime- presa de algún paciente al ser atendido por una joven. Sólo en situaciones de crítica o conflicto la
ra persona: "Mi nombre es M. Nací el 9-12-99, mi médico es la doctora L.". condición de género fue invocada peyorativamente, cuando algunos colegas tildaron de "madres" al
equipo médico. Al enfrentar este mismo dilema lingüístico en la redacción de la etnografía, he opta-
En alguna cuna, los familiares han pegado cromos de santos, o dibujos hechos do por seguir el camino de mis informantes, consciente del indeseado (pero inevitable) efecto de san-
por sus hermanos ción que supone hablar en masculino de "médicos neonatólogos" que son, de hecho, mujeres.

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do, poniendo vías, haciendo curas y manipulando los aparatos; a las rutinas del de conjunto de la situación —esto es, alguien que colabora en producir definicio-
trabajo diario de la sala de intensivos; a la información médica a los padres al nes adecuadas de la realidad.
pie de la cuna del niño; a tomas de decisión entre neonatólogos y otros especia-
Esta forma de entrada limitó no obstante mi acceso a otros puntos de vista
listas, y a algunas otras situaciones cotidianas. Éstas incluyeron también distin-
como el del personal no sanitario y el de enfermería. Un conflicto larvado desde
tas escenas conflictivas entre los neonatólogos; entre éstos y la enfermería; y
hacía meses entre ambos cuerpos se desató a poco de iniciar yo mi estancia, con
entre éstos y doctores de otras especialidades, en las que me mantuve discreta-
lo que mis conversaciones con las enfermeras nunca pasaron de un nivel superfi-
mente presente.
cial, ante la percepción obvia de que yo estaba allí en calidad de colega del esta-
Esta forma de entrada me permitió una visión muy cercana de la vida médi- mento médico.
ca en el servicio. Los doctores asumieron mi presencia con curiosidad e interés.
Por sí mismas, las facilidades que se me concedieron son indicativas de una
A partir de mis explicaciones, tradujeron de dos maneras mis objetivos. Por una
posición particular de este servicio en el conjunto del sistema. Por expresarlo
parte, lo codificaron como algo extraño y original —en cierto modo exótico— y por
figuradamente, el hospital tiene zonas "duras" y "blandas"; ésta era, obviamente,
tanto tan distante como inofensivo: "Este viene a estudiar la tribu de las focas",
una de las más blandas. Se trata de una unidad que ha hecho ejercicio público y
"Todo eso [que estudias] son chismes, ¿no?". Al mismo tiempo, a veces se toma-
reiterado de reflexividad crítica, planteando por ejemplo sesiones sobre comuni-
ban demasiado en serio mi papel como "observador de la conducta", introdu-
cación a los pacientes, sobre problemas éticos y biomédicos, sobre maltrato
ciendo con ello expectativas de evaluación de calidad o de diagnóstico de dis-
infantil y cuestiones sociales del abandono de niños, sobre seguimiento y correc-
funciones organizativas con una aplicabilidad inmediata a los problemas del
ción de errores de medicación. Las decisiones de riesgo se discuten colegiada-
servicio. Hice un esfuerzo por negociar mi presencia en la situación a medio
mente. Hacen gala de una cultura de transparencia y de "decir las cosas", sus-
camino entre ambas identidades: la absolutamente distanciada (e inútil) del "estu-
ceptible de provocar fricciones con otros sectores del hospital. Consideran
dioso de tribus" y la insidiosamente involucrada del "técnico en grupos de traba-
importantes los aspectos de comunicación con los padres, se preocupan por iden-
jo". Aunque no siempre tuve éxito.
tificar lagunas en su conocimiento del contexto sociocultural, relativizan cons-
Finalizado el periodo de investigación, realicé una devolución de información tantemente la autoridad del saber clínico y la eficacia de la intervención médica.
al equipo que fue, además de gratificante, significativa. Los médicos hicieron (Por otra parte, el prestigio de este servicio en términos de eficacia es indiscuti-
aprecio de mi mirada sobre ellos; se reconocieron en cosas sabidas pero nunca do, tanto dentro del hospital como en el medio neonatológico nacional: por ejem-
formuladas; disintieron en puntos concretos que yo no había llegado a captar; se plo, en cuanto a sus bajos niveles de mortalidad en niños de poco peso). Es obvio
sonrieron por efecto de la ironía etnográfica. En algún sentido la devolución nos que una investigación en servicios más "duros" de la cultura médica —las cirugías,
alivió a ambos. Es que en los sistemas expertos modernos el carácter comprensi- por ejemplo— hubiera ofrecido otro tipo de resultados, y seguramente también
vo del método etnográfico se convierte en un arma de doble filo, cuando la pre- muchas trabas a la observación. Por un conocido mecanismo de selección de
sencia de un "experto entre expertos" dispara la posibilidad de evaluaciones informantes, uno acaba buscando, sin quererlo, a sus iguales. Sea como fuere, es
mutuas. Los beneficios de la comprensión, cuando se dan, se hacen esperar importante reconocer en este proceso selectivo un dato clave: el valor de la trans-
durante meses. Entre tanto, el rol del investigador se ve sometido a la presión de parencia como síntoma de corrientes actuales de crítica médica (es decir, de dis-
estándares de racionalidad extraños a su propio sistema de conocimiento. cursos fundamentados en los criterios de racionalidad del propio sistema exper-
El dilema que se produce en este tipo de etnografía es pues el siguiente: o to, pero permeables a otras formas de racionalidad social).
hacerse cargo, como "experto", de una demanda excesiva, donde el investigador
colabora en aportar soluciones a los problemas de la organización (sin, por tanto,
permitirse cuestionar sus fines); o aceptar una situación descomprometida como
lego entre expertos, donde a lo más que aspira es a que su merodeo sea tolerado Las rutinas del trabajo
sin pedirle cuentas. La experiencia en el servicio de neonatología sugiere una ter-
cera posibilidad: el etnógrafo, no como experto ni como intruso, sino como —en Mi observación etnográfica seguía, por tanto, la rutina diaria del equipo. Ésta
términos de Marcus (1995)— un "activista circunstancial", capaz de comprome- comienza a las 8:30, con la "sesión" en el cuarto de médicos, dedicada a la expo-
terse posicionalmente con las gentes con quienes trabaja en producir una imagen sición de algún tema de investigación por parte de los adjuntos, los residentes o

94 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 95


algún ponente invitado de otros servicios. Asistí a sesiones impartidas por un epi- mos llamar la mirada clínica se integran los datos recogidos en los análisis y las
demiólogo, una oftalmóloga y varios cardiólogos. A cambio, "sesioné" también gráficas, y éstas se contrastan con la impresión del médico ante el paciente. Esa
en una ocasión. La sesión dura en torno a una hora. Además de una función de impresión recibe varias fuentes. (a) Por un lado, preguntan a las enfermeras por
actualización permanente, permite revisar criterios comunes, plantear ajustes en detalles del comportamiento y reacciones del niño, así como por su impresión per-
los protocolos y formar a los residentes en la exposición y el debate. En realidad, sonal. En el caso de algunas enfermeras experimentadas, sus valoraciones pueden
los residentes entran poco en acción —se suelen sentar en los márgenes e interve- merecer mucha credibilidad al médico, orientando su mirada. (b) En segundo
nir sólo en las ocasiones en que les corresponde hacer alguna exposición con lugar, hay una exploración del cuerpo del bebé, un "tocar" y "ver" que suele tra-
fines didácticos—. Según me explicaron, pocos residentes escogen quedarse en ducirse en juicios holistas sobre el estado del neonato: "No lo veo bien", "Tiene la
neonatología, "le tienen miedo" al régimen de debate que allí se estila. En reali- tripilla blanda, no la tiene perfecta", "Está muy rojo", "No sé, se le toca ahí algo
dad, los adjuntos no califican formalmente a los residentes a su paso por el duro", "Está estupendo, de engorde". Es de destacar cómo los estudiantes y resi-
mismo ("Antes se hacía, pero decían que les perjudicaba"), de modo que lo que dentes han de efectuar todo un aprendizaje mimético antes de llegar a este ver-con-
se considera temible es la autoridad moral de médicos con mayor experiencia. las-manos, mirar-con-el-oído o tocar-con-los-ojos, en el acto total de la mirada clí-
nica. "Le oigo un soplo", decía en una ocasión una residente, explorando con su
Tras la sesión, cada médico marcha por su lado a "ver a los niños". La pri-
fonendoscopio. "No, oye bien", le replica el adjunto, "Oye bien y verás que lo que
mera parte del trabajo es de gabinete: "rellenar las gráficas" donde está registra-
tiene son mocos". En el tacto de esa misma paciente, conversan la adjunto y la
da la información diaria de cada enfermo, la medicación, la alimentación, los
residente negociando su valoración: "Esta tripa se ve blanda, no está perfecta. No
análisis y las constantes vitales registradas a lo largo de la guardia anterior. Es un
está bonita del todo". "Hombre, tampoco está completamente fea". "Está feíta".
trabajo rutinario, minucioso. Los residentes apuntan mientras los médicos hacen
Otra vez, una doctora enseñaba cómo "mirar al ras" la respiración de los niños,
números a su lado con una calculadora, previendo peticiones de medicación y ali-
inclinando la cabeza sobre el lateral de la incubadora, para ver los "movimientos
mento. O bien comentan las incidencias del cuadro y las decisiones adecuadas. en sierra", con desincronización de torax y abdomen, propios del distress neona-
La segunda parte es, en sentido estricto, "ver a los niños". Cada niño tiene su tal. Aún otro ejemplo: "oir bien" cómo se ventila es importante a la hora de entu-
médico. Normalmente, quien está de guardia no cambia las prescripciones ni bar a un niño, para colocar el punto exacto del bronquio en el tubo evitando la des-
toma decisiones importantes, salvo en caso de que resulte necesario. Cada médi- nivelación de los pulmones y un exceso de reacciones reflejas, "que el niño se
co "lleva" sus propios pacientes. Esto, obviamente, origina una fuerte vincula- pone a morir". (c) En tercer lugar, el proceso de la curación sigue un curso de
ción con niños cuya estancia puede prolongarse durante meses. Es una fuente de ensayo y error según los médicos intentan soluciones observando las reacciones
compromiso, pero también de encariñamiento excesivo. "Otros colegas nos han del enfermo. Un ejemplo: se trataba de deshabituar al respirador de nitrógeno a un
dicho alguna vez en plan despectivo: vosotros no pareceis médicos, pareceis niño que había generado dependencia del mismo. La doctora le intentó bajar los
madres". Pondré dos ejemplos. La doctora M. estuvo llevando a una niña con niveles de suministro, pero tuvo que volver a subirlos al comprobar que el neona-
una larga cadena de complicaciones, en espera de ser operada. La madre pasaba to "se ponía negro" (cianótico). En el pase de visita de ese día se plantearía la
el tiempo a pie de cuna, sufriendo. Ante la madre, la doctora manifestaba gran necesidad de que "alguien consiguiera retirarle a ese niño el gas".
solidez; no así en las reuniones internas, donde expresaba de distintas formas su Durante la visita, esta integración de las exploraciones clínicas se da, a su vez,
angustia, recabando apoyo intelectual y afectivo del resto del equipo. Otro ejem- en un contexto multifuncional donde de manera simultánea los doctores exploran
plo es el de un niño ya algo mayor ("un niño viejo"), con muy mal pronóstico y acarician (a los niños), informan, animan e instruyen (a los padres), ordenan y
por una afección cardiaca, rechazado por los padres y del que las enfermeras se preguntan (a las enfermeras) y enseñan (a los residentes y estudiantes). De modo
encariñaron. Asistí a una situación en la que una de ellas pedía por favor a su que es una situación de "acción" en el pleno sentido goffmaniano: actos integrados
colega que le pusiera la vía central: "Prefiero que el daño se lo hagas tú". El capaces de demostrar carácter ante la incertidumbre (Goffman, 1970: 165 y ss.).
dolor de infligir dolor, asociado a una relación personalizada con los sujetos, Alejados por un momento del habitus letrado que caracteriza la disgregación de
implica el riesgo de derrumbarse cuando la enfermedad se prolonga o amenaza parámetros del análisis abstracto (en el trabajo sobre gráficas, analíticas, etcétera)
acabar con la vida del niño. y que permite, por así decirlo, un repliegue del médico entre los protocolos y las
Lo característico de la acción de "ver a los niños" es su carácter empírico- fórmulas, es en este contexto donde los mejores clínicos muestran su plenitud de
práctico. Se trata de una exploración básicamente corporalizada. En lo que pode- facultades en lo que más caracteriza al buen intensivista: la relación con su pacien-

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te como un todo y la capacidad de controlar prácticamente las complejidades de c)9
tener el calor y humedad de la piel, intubar con rapidez, mover la posición del
una situación crítica mediante el razonamiento y la decisión. niño) tiene una importancia fundamental sobre la salud neonatal. Por eso se per-
No es de extrañar que una de las dificultades que los médicos encuentran en cibe un sentido de verdadero vértigo en algunas de estas manipulaciones. "¿Es
su trabajo cotidiano sea, por tanto, la de concentrarse. La visita a los niños es iti- arteria o vena?", pregunta una enfermera joven a otra de más experiencia antes
nerante, implica ir de sala en sala, a menudo con interrupciones en los pasillos por de pinchar, mientras la toca a ver si late. "¿Será lo bastante grande?". "Es una
parte de padres y colegas. En esta tarea, de carácter más bien discontinuo, se pasa deformación profesional", me explicaba otra, "ya ves una vena gorda y dices, 'uy,
el resto de la mañana, así como en registrar minuciosamente los resultados de las qué apetitosa'". Son estas tareas manipulativas las que "dan estrés" e imponen
decisiones y la petición de viales de medicación y alimento a los laboratorios una presión en la labor de enfermería, especialmente cuando no salen bien.
correspondientes. Los trabajos de corte administrativo tienden a concentrarse en Además de esas tareas, las enfermeras se encargan del baño diario de los
alguno de los médicos de mayor rango. Por turnos, uno de los doctores atiende en niños, cambiarles de pañales, hacerles cambios posturales y darles masajes con
otra planta las consultas de seguimiento a niños dados ya de alta. Cuando los doc- aceite. Están al tanto de su alimentación por vías o con leche materna, y llevan un
tores tienen ratos libres o andan escribiendo alguna investigación, se recluyen en registro meticuloso de la medicación y observaciones clínicas (peso diario, cons-
la biblioteca. Y a lo largo de la semana pueden asistir a sesiones conjuntas con tantes corporales). Cada acción de este tipo lleva al lado la firma de la enfermera.
otros servicios, como las realizadas con las urgencias y los pediatras.
Cuando están presentes, los padres asumen algunas de estas tareas. Es de des-
Las enfermeras hacen su trabajo "a pie de cuna". Hay siempre diez por turno, tacar cómo la labor de la enfermera las salpica con ese tipo de comunicación que
junto con unas seis auxiliares. En intensivos, según me explicaba una, suelen los psicólogos denominan baby-talk. Les hacen caricias al bañarlos. Les ponen
tocar a "dos niños y medio por enfermera", lo cual significa que el reparto de muñecos y sonajeros. Les susurran. Les tocan cariñosamente en la nariz o el
tareas se hace por pacientes, no por funciones. Con la desventaja de una menor labio. Les agarran las manos o los pies, para ejercitarlos. Les pasan la palma de
división de la responsabilidad del trabajo (y por tanto, de un menor control), esta la mano por la barriga. Les hablan en alta voz, simulando conversaciones o rega-
organización de la enfermería tiene a su favor el convertir la persona del pacien- ños. Les tiran besos cuando los niños se quedan mirando. También se los dan. Les
te en objeto integral de los cuidados. En la sala de intensivos la ayuda mutua entre cantan "Pon, pon, dineritos al bolsón", "Cinco lobitos". Les hacen carantoñas.
enfermeras es constante, sobre todo cuando se trata de hacer operaciones com- Los llaman "mi rey moro", "angelito", "angel mío", "bribón", "preciosísimo". La
plicadas sobre un niño —por ejemplo, una enfermera puede cogerlo mientras otra soltura y espontaneidad maternal de este trato contrasta con la timidez con que
le coloca la vía—. "Pero cuando hay uno muy grave, se lo queda una sola". El algún padre, inhibido por la situación, trata de ensayar, a media voz, algún tipo
apoyo es especialmente importante en situaciones de emergencia: "En diez minu- de relación de apego con su hijo. Por ejemplo, un padre que agachado, medio
tos se te va un niño. Por eso no podemos dejar de mirarlos". avergonzado, habla al suyo sin tocarlo. U otro que, en actitud petrificada, se limi-
Esta descripción emergencial —vertiginosa e intensa— de las labores de la ta a mirar inmóvil.
enfermería es un modelo ideal que enfatiza la obligación de cuidado permanen-
te. Sin embargo, dista mucho de la realidad cotidiana, caracterizada más bien por
una rutina tranquila y lenta, salpicada por las bromas entre enfermeras, los mimos Baby talk
en alta voz y, sobre todo, el aire de imperturbabilidad con que se abordan tareas Una enfermera baña a un niño cardiópata mientras otra le suministra el oxígeno.
agresivas como entubar, poner sondas o vías centrales a los neonatos (finos tubos "¿Por qué lloras, mi rey? ¡Si luego te gusta!". "Venga, gordo, si ya está". Relajado en
que les llegan por el brazo hasta el corazón). Cuando las venas están muy carga- la cuna, le acaricia levísimamente el labio inferior con la punta de la uña. "¡Ajo! ¡Di
das, las vías fácilmente se salen o se rompen. Por ejemplo, en una situación en la ajo! Sí, claro que sí. ¿Qué dices? ¿Que estás bien? ¡Claro que está bien mi pequeño,
claro que te ríes, bribón!"
que colocando la vía salía mucha sangre, le preguntaban al médico —medio en
broma, medio en serio— si no había que tomar una analítica "para aprovechar".
Durante estas operaciones echan del lugar a los padres, para no ponerlos ni La conjunción entre el cuidado amoroso de los niños y el tener que hacerles
ponerse nerviosos. Extremadamente hábiles, se comportan como "manos" del daño es en sí misma dolorosa y se maneja, entre otras formas, a través del humor.
sistema. Frecuentemente los médicos les piden ayuda en tareas como desentubar En repetidas ocasiones escuché a las enfermeras presentar irónicamente su labor
o regular un monitor. Y es que lo que se denomina "el manejo" del sujeto (man- como una forma de maltrato. "¡Qué la hacéis, qué la hacéis! Sois crueles".

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"Pobre, el daño que te están haciendo, ay que ver qué malos, qué malos". "¡A este permanente anticipación y recodificación del trabajo médico por parte de la
niño no hay que darle mimos! ¡No hay que darle mimos, hay que darle palizas!" enfermera experta, el mecanismo de alerta en que consiste la unidad sería inope-
"Pero ¡Si los maltratamos! Les tenemos odio a éstos. ¿Verdad, cariño?". rante: estaría permanentemente en sobrevigilancia. Apreciar la gravedad de los
indicios —aprender a distinguir lo leve de lo grave— es, de por sí, una de las habi-
Por comparación con otras plantas del hospital, el trabajo de enfermería con
lidades precisas en este ejercicio de filtro entre el paciente y el doctor.
los neonatos está marcado por un vínculo de apego y la imposibilidad de otra
forma de relación adulta con ellos a través del lenguaje. "Estamos todas lloran- Es significativo que, más allá de las informaciones escritas en la gráfica del
do, porque se ha puesto otra vez malito. Es un niño Ya grande, de tres meses, le paciente, no exista un contexto sistemático de trasvase de información entre
tenemos mucho cariño". En relación con otros servicios, se dice, la UCI de neo- médicos y enfermeras. Éste tiene lugar de manera informal y depende mucho de
natos "da más miedo, porque son muy pequeños". Suscita "temor a hacerles la calidad de la relación entre ambos. Las enfermeras tienden a salvarse la cara
daño". A cambio es gratificante porque es "más tierno". En comparación, por mutuamente con una firme solidaridad de cuerpo. Por ejemplo, en una ocasión en
ejemplo, con una UVI de adultos, "aquello es el final; esto es la vida". Sin embar- que el peso de un niño no había sido anotado en la gráfica correspondiente: "¿Es
go, al contrario de lo que sucedería en aquélla, en ésta los pacientes no pueden que ninguna de vds. ha pesado hoy a este niño?", "Lo ha pesado F., pero no lo
agradecer los cuidados. Y al decir de una, "Los [padres] agradecidos son los debe de haber apuntado". La enseñanza a las enfetineras nuevas sí se transmite
menos". Pero después de un tiempo suelen volver por la sala, cuando los niños de forma sistemática, a través de la figura de la enfermera docente, liberada de
ya están grandes, para que las enfermeras los vean. otras cargas.
Una función importante que cumplen las enfermeras es el apoyo directo y con- El trabajo de enfermería está sometido a la evolución petinanente de las téc-
tinuo a las madres. Dado que ellas, al contrario que los médicos, "están allí", pasan nicas. Un ejemplo es la forma de colocación de las vías en brazos y pies, que
más tiempo con ellas y recodifican la información suministrada por aquéllos de antes se hacía por la cabeza. De modo que cada nueva propuesta implica un
modo que las madres puedan asimilarla mejor. Es común "explicar la explica- esfuerzo de reconversión de las prácticas. Es interesante observar la existencia de
ción", repitiendo o detallando lo dicho por el doctor. A veces los pueden desdecir traducciones locales de los nombres ingleses o científicos de los utensilios:
bajo cuerda, teatralizando una especie de complicidad entre enfeimera y madre en "palomillas" (butterflies), "epi" (catéter epicutáneo), significativa de una especie
relación con el mundo constrictivo del hospital. "¿Por qué la has desvestido?" "Ha de economía tendente a reanclar la técnica en sus condiciones locales de aplica-
sido la doctora R". "No importa, vuélveselo a poner". A veces adoptan con las ción. De modo que una fuente de roce con los médicos la constituyen las resis-
madres un código confianzudo, de apoyo infoimal: una especie de tono solidario tencias al cambio frente a nuevas prácticas más demandantes en atención y tiem-
entre mujeres que rara vez se aprecia en la comunicación entre madre y médico. po. No se trata tan sólo de la incorporación permanente de nuevos aparatos, sino
"¡Cómo la vas a sacar a la calle sin ponerle las polainas! ¿Tú no te pones abrigo? también del paso recientemente introducido en la teorización de la enfermería del
¡Que estamos a dos grados! ¡Y que no te acojones! No te queremos ver aquí de "curar" al "cuidar". "Antes tenían que estar los niños bien iluminados, en mitad
vuelta a los diez minutos. Llévatela y dale un buen paseo". O le dice al niño: "Tú de la incubadora. ¡Y menudas broncas que nos echaban si los cogíamos!". Estas
pórtate bien, hazme el favor, cuando esté tu madre delante". Pero pocos minutos tendencias pueden ser percibidas, en cierta manera, como modas médicas:
"Cosas que llegan de fuera", "de los americanos". Con la reserva añadida de que
más tarde desplegará una complicidad más real del lado de los médicos. "¿Cómo
las técnicas no pueden implantarse sin más, al margen de las condiciones labora-
hará la madre ésta, con todo lo que llora y lo pintada que viene, para que no se le
corra el rimel?". "Eso es la calidad del producto". "Es que no sé si se ha fijado, les: "Ellos tienen más personal y más medios".
con lo que llora y nunca se la corre la pintura". Por la misma razón, una doctora
puede, en un determinado momento, escenificar con las enfermeras su común
identidad frente a otros médicos especialistas: "Me voy a pelearme con los ciruja- La revista conjunta a los niños
nos", dice la doctora M. mientras se remanga, "hoy me van a oír".
Las enfermeras cumplen también una función importante de cara a la infor- El día de trabajo concluye con el llamado "pase de visita", durante el cual se
mación al médico sobre el neonato. "Por las noches, la mayoría de las veces no da revista al estado de los niños, se discuten las decisiones y se pone al tanto a
avisamos al médico. O lo avisas, pero le vas poniendo lo que le haga falta. O los que se quedan de guardia. Hablando estrictamente, en otros servicios esta reu-
dices: voy a variarle esto, a ver cómo reacciona". Es fácil comprender que sin una nión tiene el sentido funcional de ser un mero "pase de la guardia", es decir, sim-

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ple trasvase de infoimación. A los neonatólogos del servicio no les gusta ese con- pas están un poco plastas", "Tiene unos restos muy feos", "La niña está bien, está
cepto. Utilizan deliberadamente el pase como un mecanismo colegiado de corres- contenta, ahorrando potasio como una loba", "La arteria pulmonar está puta
ponsabilidad en las decisiones. madre", "Es un niño que está bien, muy gordo y muy rico", "Está francamente
espantoso, cuando se pone hipóxico no se puede manejar", "El niño estaba gua-
El pase de visita suele durar hora y media. El procedimiento es sistemático,
písimo y venía guapísimo, pero ha hecho un [...]. Pasan de buenos a morirse",
riguroso, convergente: por orden, cada doctor va exponiendo el caso, la patolo-
gía, los antecedentes y evolución, los resultados de análisis y exploraciones diag- "Mi interpretación: que al niño le duele el culo que no puede más", "Le saqué
nósticas, las decisiones tomadas y la evolución prévisible. A veces se comentan unos mocos feísimos", "Estaba séptica perdida", "El niño tiene una cara de
también la información dada a los padres o las reacciones de éstos. Los demás mayor, de enfermito crónico", "Estaba quejicosa, mortecina", "Hoy lo he visto
doctores interrumpen con preguntas y apreciaciones críticas. No es infrecuente comer tan ricamente".
que se produzcan pequeñas digresiones tratando de valorar explicaciones alter- Este vocabulario mixto tiene una función de comunicación crítica, en el sen-
nativas a los aspectos oscuros de un caso, a partir de referencias a la experiencia tido de hacer comunicables para los colegas impresiones insuficientemente cate-
acumulada en el servicio ("¿Os acordais de aquél que tenía...", "A ver si va a ser gorizadas (Lehrer, 1982), como, por ejemplo, al tratar de describir la textura de
lo mismo que nos pasó con..."). En su exposición, la diferencia entre residentes y un pus "espeso de narices, como muy seco, como muy organizado, como muy
adjuntos se hace notar en el formalismo y rigidez de razonamiento de aquéllos, viejo". También constituye un medio de simplificar las explicaciones a base de
por contraste con una mayor flexibilidad de éstos; un distanciamiento irónico que sobreentendidos, una suerte de informal economía cognitiva. Para ciertas cosas,
sólo se permite quien domina los procedimientos del campo. en situación de confianza, algunos galenos cortocircuitan las categorías científi-
La racionalidad de la discusión es gobernada por un sentido agudo del tiem- cas, buscando el atajo contundente del habla común: "Se puso muy malito". Por
po como valor escaso. Se exige a los expositores que vayan "directos al grano", otro lado, estas formas de hablar van sedimentando un hábito que permite "evi-
que "no se enrrollen". Existe un principio de libre comentario ("Aquí se dicen las tar que se nos escapen cosas incomprensibles al hablar con las familias". Este
cosas. Hay gente a la que contraría que la contradigan"), pero siempre orientado hábito hace habitus: acaba constituyendo un rasgo de identidad, un estilo profe-
convergentemente a la decisión. No obstante, algunos sienten que sus reuniones sional, en la medida en que humaniza y reancla el razonamiento abstracto al
son desordenadas, poco sistemáticas. "La objetividad es sólo apariencia", me enmarcar los "datos fríos" en el ejercicio subjetivo (e intersubjetivo) de la mira-
explicaban, "lo que tratamos es de vender nuestros niños al resto". Vistas desde da clínica. "A veces la analítica está así o asao, pero dices, 'no lo veo bien, no
fuera, estas reuniones resultan escrupulosas, precisas y ágiles, guiadas por un está guapo'. Esta identidad contrasta con —y se contrapone a— la de sectores
fuerte espíritu de disciplina conceptual. médicos que utilizan el formalismo del lenguaje como pauta de prestigio, con una
El sujeto de la enunciación es siempre oscilante, entre el "yo" del médico que jerga técnica, precisa, atenida a la evidencia, distanciada del habla común y deli-
asume la responsabilidad de las decisiones y el "nosotros" del equipo, que aflo- beradamente "educada".
ra permanentemente como sujeto colegiado de las mismas; un "nosotros", por Los niños son nombrados de varias maneras. Hay un esfuerzo explícito, polí-
otra parte, frecuentemente opuesto al "ellos" diferencial de otras especialidades ticamente correcto, por llamarlos por su nombre de pila, escrito siempre al pie de
médicas, en particular los cirujanos. la cuna. Sin embargo, subrepticiamente se introducen otros códigos que minan
El rigor analítico va de la mano de una laxitud en el vocabulario que da espa- esta voluntad personalizadora. El primero es, obviamente, el numérico: los niños
cio, en los resquicios del lenguaje de cálculo diagnóstico, a otras foinias de se cuentan según una serie ordinal, por la que acaban siendo "el cuatro" o "el
expresión como el diminutivo afectuoso, la hipérbole, la palabrota, la ironía, el nueve". Otro es el de motes o variaciones en el nombre, sobre todo cuando se
chiste morboso. "Nos pasamos de coloquiales", dicen. Eso permite reubicar el trata de nombres extranjeros de difícil aprendizaje. A un niño con muchas com-
ejercicio médico en un lugar alejado de una enunciación científica por entero plicaciones, por ejemplo, se le acabará llamando "Canallat" o "Cabronat". A uno
desubjetivizada. El resultado lingüístico es un híbrido curioso: combina la jerga chino, "chu-chú" o, sencillamente, "el chino". A uno japonés, muy hinchado: "el
técnica más estricta con apreciaciones de sentido común, llenas de afectividad y sumo". Otra variante de sobrenombre deriva de especificaciones por la familia o
carga connotativa, especialmente al describir el aspecto clínico de los bebés: el recomendador: "un niño muy fino del Dr. B."; "el de la madre adolescente",
"Está precioso", "Se le ve tan rico, estupendo", "Está de engorde", "Se pone a "el de los padres tímidos", "el recomendadísimo", "el de G., el ginecólogo". Pero
morirse", "Hemos visto otros hidros, pero ¡éste tiene tan mal aspecto!", "Las tri- la forma de sobrenombre más reveladora es la que podemos llamar sinécdoque

102 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 103


del diagnóstico: "Elena, la gastroesquisis", "la disencefalia de intensivos", "el mamente al ámbito de la trastienda del sistema 19 . Como en el caso del conser-
infeccioso éste", "el de la invaginación". je que guardaba la horchata y el gazpacho en la morgue para ofrecerlos luego al
En realidad, la forma más común de referirse a ellos es genérica: se trata resto del personal, el humor surge de esa inevitabilidad del contacto entre la
sobre todo de "niños", "el niño" o "un niño". Ese uso se impone a su identifica- cotidianidad y el dolor, la vida y la muerte, la horchata y los cadáveres. La vida
ción particularizada; y también a la mayoría de los discursos abstractos en los que hospitalaria está plagada de anécdotas, chistes e imágenes donde el humor
el niño se toma "un paciente", o, más raramente, "un neonato". Así, en el dis- negro traduce una vivencia del contacto con el dolor y la muerte y, al mismo
curso habitual predomina una imagen concreta pero genérica de la persona: "un tiempo, de la necesidad de superarlos, de trascenderlos por medio de la risa. Se
niño". Por supuesto, ese perfil es susceptible de particularizarse por completo en trata de una experiencia cultural e individual. Tiene claves locales ("los chistes
el caso de niños que pasan estancias prolongadas, con los que los profesionales de médicos") porque se trata de algo compartido colectivamente, aunque exis-
se encariñan y que terminan, por la fuerza de los hechos, por ser personas caba- tan obvias diferencias individuales en la proclividad a hacer bromas sobre tales
les, con nombre, historia y rostro propios: Alicia, Juan, Paula. Así, vemos que la asuntos. El humor representa, psicológicamente, un sistema de defensa contra
constitución del sujeto de intervención en el discurso cotidiano de los neonatólo- el dolor. Pero es siempre algo más: un necesario complemento cognitivo del
gos resulta de un juego de contrapesos entre (a) la voluntad consciente de perso- rigor dentro del sistema. La seriedad metódica y el razonamiento clínico serían
nalizar su identidad, (b) la tendencia abstracta del campo médico a reducirla a incapaces por sí solos de dotar de sentido a ese contacto vivido entre dos mun-
objeto y (c) la deformación profesional que selecciona perceptivamente como dos. Más bien tienden a disociar la enfermedad y el dolor del mundo "normal",
rasgos de identificación los parámetros médicos pertinentes de la actividad sani- tratándolos de manera segregada. El hospital como tal es la expresión institu-
taria. En cualquier caso, ya en la misma atribución de una identidad genérica de cional de esa segregación. El funcionamiento ordinario del sistema, a través de
"niño" al neonato cabría reconocer, de por sí, un acto institucionalizado de otor- la seriedad profesional, impone restricciones severas sobre lo que de la expe-
gamiento de identidad. Pues pocos seres se hallan en realidad tan carentes de ella riencia hospitalaria puede ser expresado, y sobre los modos formales de expre-
—en estado, por así decirlo, incompleto— como los neonatos de las incubadoras. sarlo. El humor rompe esas barreras, junta de golpe lo que la racionalidad ins-
trumental disocia, y libera la experiencia vivida por seres de carne y hueso. Por
En resumen, la conversación neonatológica informal combina un uso del len-
eso el chiste médico consiste, prototípicamente, en llamar por su nombre a lo
guaje tan esmeradamente funcional en el contenido como coloquial en el tono.
que todos ven, tocan y hasta huelen, en la experiencia cotidiana del curar. "Que
"El problema no es grave; me toca las narices dejara este niño entubao, pero nada
la criatura tiene dolores, y ya está. A mí me recuerda a mi intervención de
más", "Le he aumentado la cantidad de chicha en la parenteral". Como es fácil
de imaginar, el humor, y en particular el humor negro, constituye un ingrediente hemorroides. Y no digo más".
de esta coloquialidad. "Al que le quite el tubo a ese niño le dan cigalas", "Con las
tripas que debe tener, a saber dónde tiene la vejiga", "Con esta madre, tenemos
leche guardada que debemos andar ya por los veinte litros. Así que, por favor, si
empieza a cagar esta niña dadle de comer. Y si os quereis hacer un café con Un régimen de clausura
leche...", "Podríamos ofrecer este niño [lleno de complicaciones] al doctor N.
para el examen de adjunto", "Ha estado deponiendo hasta que le han dejado el Finalizado el pase de visita, quedan en la guardia un adjunto y un residente.
colon como una patena", "No tenemos ni idea, como siempre y para variar. La Se sigue un turno diario, que deja fuera a los doctores de más edad. Las guardias
dije que le pusieran paños, porque ya no sé qué cojones decir", "Quita que [los tienen un componente de dureza física, implican quedarse noches en blanco y tra-
ginecólogos] no le pegaran un tajo a la placenta". Sobre un niño a quien, al reti- bajar sin interrupción veinticuatro horas. Tocan aproximadamente a una cada
rarle una costra negra, se le desprende un trozo de oreja: "Es lo mínimo que le ocho días. "Cuando tienes una guardia, al día siguiente es todo como irreal. Te
podría haber pasado. Eso, con un poquito de pelo largo, se disimula". Y ante una cuesta mucho volver a retomar la normalidad". El viernes es especial, hay más
placa muy negativa: "¡ Jodé, qué pulmones más negros! Este niño lo tiene todo...
Todo lo de la medicina, vamos".
La casa de Dios,
El humor negro, así objetivado, toma una apariencia cruel; escuchado en su 19 Con mirada francamente etnográfica, la novela de Daniel Shem (1995)
auténtico libro de cabecera de los estudiantes de medicina norteamericanos, recrea esta dimensión
contexto no lo es. Es una clave natural de la vida hospitalaria que pertenece ínti- a un tiempo jocosa y morbosa de la vida cotidiana de los residentes.

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trabajo porque se trata de dejar encargados los viales de todo el fin de semana masiva inversión de energía para reforzar —no siempre con éxito— los eslabones
para que los que se quedan de guardia no tengan que variar sino lo imprescindi- más débiles de esa cadena.
ble. El régimen de guardias de enfermería es diferente. Existen tres turnos (maña- El régimen espacio-temporal del contexto lo convierte por tanto en una uni-
na, tarde y noche). El turno de las enfermeras no es calendarial: se rota cada quin- dad aislada, diferenciada del mundo exterior. De ahí su carácter de "institución
ce días, y vienen a tocar a una semana de guardias nocturnas al mes. Está total", que se manifiesta en términos culturales en una aglomeración de funcio-
jerarquizado en términos de antigüedad, de modo que las de la mañana son mayo- nes integradas; en la posesión de un lenguaje propio; en la visibilidad de aspec-
res y las de la tarde jóvenes. La edad es un criterio de jerarquización interna más tos dolorosos de la vida humana socialmente negados (la enfermedad y la muer-
importante entre enfermeras que entre médicos. te); y en la existencia de rutinas de aislamiento entre sus miembros (a las que
Aunque el orden temporal de las tareas tenga en principio una unidad circa- coadyuvan fenómenos como la endogamia profesiona120). Todos estos rasgos
diana, se ve crucialmente afectado por una variable de carácter continuo, el esta- convergen en un efecto de clausura. Se trata de formas de conocimiento experto
do de salud de los niños, que obliga a articular un sistema de vigilancia ininte- que tienden a configurar un estilo de vida.
rrumpido, un tiempo propio de la unidad que nunca descansa y se articula de
distintos modos con el tiempo general hospitalario y el tiempo de la calle. El
ciclo temporal del punto de acceso se halla gobernado por la convergencia entre
cuatro tipos de ritmos no coincidentes: (1) el de la lógica del trabajo de los
expertos; (2) el de su jornada laboral; (3) el de la asistencia de público; y (4) el
de la salud de los bebés. Por eso, aunque montado sobre la unidad temporal del ¿EXISTE UNA CULTURA NEONATOLÓGICA?
día, el tiempo del servicio es profundamente heterocrónico respecto a los ritmos
generales de la vida social ordinaria. Esto lo expresan bien los profesionales al
comentar la dureza de las guardias, un esfuerzo que pocos desean realizar a par-
tir de ciertas edades. "Te afecta al estómago, al sueño, al carácter y a la relación
El equipo médico
con tu familia". Ese impacto negativo no es sólo resultado del sobreesfuerzo,
sino también de la desincro- A la hora de realizar una valoración de conjunto de los datos etnográficos, lo
nización del profesional con primero que salta a la vista es la existencia de un sujeto peculiar: el equipo médi-
el ocio y el descanso de sus Soñar con casos co. Probablemente, hace algunas décadas el ejercicio del saber hospitalario en
redes sociales fuera del hos- Al principio iba con los problemas a casa. España se hallaba más individualizado, concentrado en la personalidad carismá-
pital —obligado a vivir en el Soñaba con los casos. Me despertaba por la noche tica de ciertas figuras de autoridad. Hoy resulta representativo hablar de una orga-
presente continuo de la emer- repasando los errores que había cometido. nización de la toma de decisiones de un tipo más horizontal y colegiado, en un
Llamaba todo el rato para corregir algo, o para ver equipo humano dotado de identidad propia. Eso hace posible formas emergentes
gencia hospitalaria, a faltar cómo andaba todo.
de casa en días festivos, a lle- de cultura profesional forjadas en la acción común, las relaciones de interdepen-
varse los problemas al hogar dencia mutua y unos criterios de actuación (clínicos, éticos y comunicativos) en
y vivir literalmente conectado al servicio—. Esa conexión permanente, que es estado de negociación permanente. En nuestro caso, el trabajo en común hace
afectiva tanto como temporal, constituye un rasgo distintivo del contexto. A posible identificar particularidades en las maneras de autoconcebirse, de ejercer
menudo llaman desde la guardia a un médico para consultarle decisiones de tras- la neonatología y de presentar al grupo profesional ante el exterior (el resto del
cendencia sobre su paciente. Pero otras veces —y esto es lo significativo— es él hospital, el cuerpo profesional de la especialidad y los públicos usuarios). El
mismo quien llama. saber médico es un saber sólo relativamente desanclado: tiende a desarrollar
algunos enganches con contextos de trabajo concretos, reanclándose en coorde-
Además de ese impacto de los ritmos laborales sobre los personales, este
régimen temporal tiene como consecuencia una ininterrumpida demanda sobre el
trasvase diario de información entre los distintos turnos. Las personas pueden
rotar, pero la información sobre los pacientes ha de producirse en serie continua. 20 Los cónyuges de la mayoría de los médicos de este servicio, por ejemplo, estaban a su vez
La ruptura de la cadena informativa puede resultar fatal. De modo que hay una relacionados profesionalmente con el mundo de la salud.

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nadas situadas que dotan de racionalidad práctica a las abstracciones del razona- relajación respecto del permanente estado de vigilancia. A nivel práctico eso se
miento científico. En lo que sigue trataremos de identificar algunos de estos ras- traduce en turnos de guardia menos gravosos. La confianza implica, en el caso de
gos en la práctica de nuestros informantes. una actividad con consecuencias de vida o muerte, un doble deber: tanto el de
El grupo médico se autorreconoce como tal. El "nosotros" de los neonatólo- "fiarse" (de los demás) como el de "responder" (a la confianza depositada). Se
gos del servicio es un nosotros fuerte, a veces vivido incómodamente por los establecen así importantes solidaridades. En el caso de las guardias, quienes no
demás especialistas que colaboran con ellos. Por ejemplo, en una reunión con- tienen planes familiares pueden ofrecer espontáneamente sus días de fiesta a
junta con cardiólogos, estos últimos pueden abupdar en hablar de "nuestros quienes sí los tienen; se libera a las madres jóvenes y los médicos de mayor edad;
pacientes" tratando de establecer una identidad común de referencia, mientras se ayuda a quienes estén preparando oposiciones. Otros mecanismos de solidari-
que para los neonatólogos "nosotros" es ante todo su propio servicio, sólo secun- dad surgen en caso de conflicto con la autoridad hospitalaria, el cuerpo de enfer-
dariamente la pertenencia al hospital, y sólo en tercer plano su condición de mería u otros servicios. Y algunos rebasan el propio grupo de neonatólogos, con
médicos. los intercambios de favores entre plantas del hospital o los cuidados a "niños
recomendados". Los médicos del servicio, por ejemplo, suelen ver a los hijos de
las enfermeras cuando éstas lo requieren.
Parecéis mamás Esta cohesión no excluye roces y disputas. A menudo estas personas expre-
Yo es que no quiero estar en ningún otro sitio. A mí me gusta ser neonatóloga de san la conciencia de "ser muy diferentes" entre sí y de vivir agudamente sus
aquí. Yo, si tuviera que estar de neonatóloga en un sitio donde los padres no pueden peleas. No obstante, eso crea un medio humano con perfil. En alguna ocasión me
pasar, o donde resulta que es mejor neonatólogo el que pone más máquinas, pues claro, llamó la atención oir aplicar al servicio la metáfora de la "casa". Una doctora que
yo no encontraría la misma satisfacción. [...] Luego, hay gente que nos considera... Ya
nos lo han dicho, en plan despectivo: "Vosotros, en vez de neonatólogos, es que pare- había realizado una estancia en un servicio neonatológico norteamericano la uti-
céis papás y mamás". Sí, como si jugáramos a las cocinitas. Que estas cosas a las que lizaba para contrastar el ambiente sociolaboral de ambos hospitales. "Me decep-
nos dedicamos, como que no son de médicos. El médico tiene que estar a la máquina, cionó mucho. Sentí una gran soledad. Nadie se hace turnos, apuntan las horas, no
al monitor, el electro y no se qué. cuentan nada sobre su vida privada, son formalísimos en el lenguaje médico. Los
americanos están como niños ingresados: no tienen el cólico del lactante.
Nosotros estamos en casa. Nosotros sí que lo tenemos, pero también desarrolla-
Cierto que en otros contextos —por ejemplo, ante un puntual conflicto corpo- mos la sonrisa social". Es decir: nos peleamos porque nos relacionamos. Lo inte-
rativo con enfermería— este nivel de identidad genérico en tanto clase médica resante de la metáfora es que aparece como una metáfora doméstica (el hospital
puede tomar repentinamente un gran relieve. Pero normalmente, en la vida coti- es una casa), pero en realidad se trata de una metáfora médica (la casa como
diana del servicio, se asume en segundo plano, hasta el punto de posibilitar las segundo hospital). Es preciso aclarar el fenómeno de que los neonatos, mientras
bromas permanentes de un discurso antimédico, dirigido de preferencia en con- están ingresados, no desarrollan ni la "risa social" espontánea, ni el llamado
tra de los cirujanos. Así, pueden hacer bromas irónicas sobre los residentes, "cólico del lactante". Ambos expresan, junto con el llanto, la reacción natural del
"éstos que todavía creen en la medicina".
niño a su entorno doméstico.
Podemos preguntarnos de dónde deriva ese "nosotros", cuáles son las fuen- Indirectamente, la metáfora alude a una dimensión afectiva que, aunque no
tes de cohesión interna. En primer lugar, la toma de decisiones colegiada, respe- públicamente reconocida, constituye un factor importante de cohesión del equi-
tando la autonomía facultativa de cada uno de los doctores, les obliga a justificar po. Me refiero a la expresión y vivencia del dolor. Al igual que ocurría con el per-
racionalmente sus decisiones, vistiéndolas mediante evidencia clínica ante el sonal de enfermería, los médicos no disponen de un contexto para liberar la
resto. Lo que constituye el principal elemento de cohesión es, por tanto, una angustia provocada por los aspectos dolorosos de su práctica. En esa medida, el
pauta de prestigio, un modelo consensuado de comportamiento profesional. grupo mismo provee mediante las reuniones diarias de revisión de casos un reser-
Un segundo elemento de cohesión lo constituye el andamiaje de confianzas vorio de apoyo moral y afectivo ante situaciones de crisis, pacientes prolongados
mutuas en el seno del grupo como procedimiento de economía laboral. La con- o desorientación en la toma de decisiones. El sentido del grupo es estar unidos
fianza interpersonal abre la posibilidad de delegar sobre los demás tareas y res- por los éxitos en la curación, pero también el de estar unidos por las muertes y
ponsabilidades de alto riesgo. Sobre todo, hace viable algún grado de descanso y los errores vividos en común.

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Las demandas del trabajo y los recursos del sistema o sobrevigilancia; asumir decisiones de excesivo riesgo o dejar de asumirlo por
temor; caer en manos de personajes conocidos en el hospital ya sea por su incom-
La cultura profesional del equipo pasa por un contexto de acción práctica carac- petencia o su inescrupulosidad.
terizado por el elevadísimo nivel de las demandas —en términos del esfuerzo des- 2. Sobrediagnóstico, sobreintervención y terapias agresivas: "buscar cosas
plegado, los requerimientos técnicos del saber experto y las expectativas sociales y raras" en cuadros aparentemente ordinarios; producir secuelas físicas por el entu-
legales de responsabilidad que depositan tanto la institución como los usuarios—. bamiento, cirugía o medicación; complicaciones sobrevenidas en cadena por
Las demandas de la tarea implican (a) prontitud extrema ("Tenemos que decidir y alguna de las razones anteriores; encubrimiento de la causa de la enfermedad por
tenemos que decidir ya. Con una invaginación, un niño se te puede ir en cualquier el tratamiento de los síntomas; costes excesivos de los programas de prevención
momento"); (b) precisión en el resultado (registrado, por ejemplo, en forma de esta- o "cribado"; experimentación con técnicas, medicamentos y aparatos nuevos.
dísticas sobre las altas e incidencias); (c) grandes cantidades de registro (tanto dia-
rio como durante períodos más largos; tanto sobre cada caso individual como en 3. Descoordin aciones y fallas en la transmisión de información: omitir
información en los informes escritos o su transmisión oral; escritura incompren-
valoraciones de conjunto); (d) grandes cantidades de memoria (los protocolos cons-
sible o ambigua; errores de cálculo numérico en la confección de las gráficas;
tituyen una memoria institucional, normalizada, pero cada clínico hace uso a su vez
inercias rutinarias de la enfermería; delegación indebida de tareas sobre un resi-
de un fondo de experiencia que constituye su particular capital médico); (e) justifi-
dente; acciones incongruentes entre distintos especialistas.
cación racional de las decisiones (no basta con actuar: hay que ser capaz de expli-
car cada actuación en tiempo y forma); (f) un gran esfuerzo de atención (buena parte 4. Manejo del tiempo: falta de reacción ante una emergencia; olvidar o
de los errores cometidos obedecen al despiste o la incapacidad para concentrar toda pasar por alto una tarea; acumulación de trabajo por no tomar decisiones resolu-
la atención en la actividad del momento, cuando se cruzan exigencias dispares o se tivas; adelantar o retrasar demasiado una intervención, asumiendo costes innece-
producen repentinas saturaciones en el servicio); (g) orientación al caso (como sarios; actuar con prisas; cortes de atención durante la realización de una tarea
hemos visto, el compromiso con la persona del paciente conlleva una suerte de importante; agotamiento durante las guardias.
implicación artesanal con todos y cada uno de los casos, que no pueden ser trata- 5. Manejo de la imagen: perder la cara como profesional al asumir errores
dos, digamos, de forma genérica, compensando errores con aciertos. El modelo de muertes imputables a otros servicios y doctores; tener que informar de una
o
control de calidad aquí nunca puede ser porcentual, exige la perfecta performance). muerte o un mal pronóstico; recibir manifestaciones de hostilidad o desconfian-
Ante un contexto de acción tan exigente, el sistema no deja inermes a los exper- za por parte de los padres; ser agredido por un familiar; ser demandado por negli-
tos, los provee de herramientas poderosas. Sin embargo, el error y sus consecuen- gencia; "curarse en salud" trasladando toda información sobre el caso a un medio
cias están siempre presentes, forman parte del sentido común local. El resultado es escrito y protocolizado; tener que conciliar informaciones incongruentes de dis-
peculiar. La conjunción de ambos rasgos (alto nivel de riesgo y poderoso sistema tintos especialistas; dañar a un paciente por ceder ante otros médicos, "dejando
de conocimiento) se manifiesta en el despliegue, por parte de los expertos, de lo que pasar" decisiones inadecuadas; causar alarma general entre el público o los cole-
podríamos describir como un vivir en el filo del riesgo en actitud rutinaria. Buena gas; dañar la imagen de otros colegas o del hospital.
parte del duro aprendizaje de los residentes consiste en llegar a asumir ese ethos
6. Efectos sobre la familia: a corto plazo, sufrimiento, inacción, retiro o
rutinario ante los aspectos más demandantes de la situación. "Vivimos sobre el rechazo del niño; a largo plazo, ruptura familiar, separación de la pareja, sobre-
error", me explicaban, "nunca es suficiente lo que hagas para eliminar las equivo-
protección al niño neonato, traumas personales e interpersonales.
caciones. Todos las cometemos, es imposible no cometerlas. No somos Dios".
7. Efectos sobre el sistema sanitario: aumento de las secuelas infantiles en
Es importante señalar que no pasó un sólo día en el trabajo de campo en el
cifras absolutas; retraso creciente en los embarazos, con la adopción generaliza-
que no registrara en el diario algún error real o potencial, entendiendo por tales
da de técnicas de fecundación por parte de los ginecólogos; emergencia de nue-
toda suerte de desviaciones respecto a las definiciones ideales de control del pro-
vas culturas reproductivas caracterizadas por la irresponsabilidad de los padres
ceso. Tales desviaciones, entendibles como fuentes de riesgo, pueden agruparse
respecto a las consecuencias de sus decisiones y por la exigencia de soluciones
del modo siguiente:
mágicas al médico; generación de un mercado reproductivo en expansión; posi-
1. Ausencia de diagnóstico, mal diagnóstico o mala intervención: pasar por cionamiento de la neonatología como garage terminal de decisiones de riesgo
alto información valiosa de algún caso; actuar, por el contrario, con obsesividad adoptadas en otros puntos del sistema.

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8. Efectos sobre el público: proyección indeseada de una imagen de omni- calidad de vida de los pacientes. Ese esfuerzo conlleva también una considerable
potencia; percepción del público como fuente de contaminación y desorden. inversión personal e intelectual por parte de profesionales saturados de exigencia
Este abanico de riesgos, susceptible de ilustrarse hasta la saciedad mediante y trabajo. Y tiene sus principales satisfactores en el prestigio profesional del ser-
los casos vividos o relatados durante cualquier jornada en el servicio, trasciende vicio y la publicación de sus logros.
una noción restringida del riesgo como mero "error" en la manipulación tec- Considerado de foinia global, resulta claro que el sistema provee a los exper-
noinstrumental. Muestra la existencia de una diversidad de fuentes de incerti- tos de más y mejores recursos para el manejo de las fuentes tecnoinstrumentales
dumbre entre las que se incluyen tanto los individuas como el equipo, el servi- de riesgo que para enfrentar las formas sociales de incertidumbre asociadas a su
cio, el hospital, las familias, el sistema sanitario, los agentes externos y las labor. Esto es fácilmente visible al considerar los problemas comunicativos, tanto
relaciones mutuas entre estas instancias. en la relación con los padres como con los otros especialistas.
Sin embargo, si las elevadas demandas de la tarea configuran un contexto al Por una parte, el neonato es un paciente que no habla, de modo que en la
filo del riesgo, la actitud rutinaria está fundamentada en las certezas y seguridades práctica el sujeto de la intervención es siempre un grupo familiar. Este hecho sen-
ofrecidas por un sistema experto de impresionante cobertura y articulación. Se tra- cillo empuja a los doctores a cuidar la relación con los padres: hablar lo suficiente
baja siguiendo rutinas bien estructuradas, fluidas, rigurosas. La organización se vuelve necesidad técnica. Pero, al mismo tiempo, hablar equivale a exponerse.
social del trabajo, superespecializada y protocolizada, ofrece recursos para cada Existe una probabilidad nada desdeñable de crearse complicaciones, ya sea por
momento de duda del especialista. Éste no se enfrenta nunca sólo ante la enfer- el imperativo de salvar la cara al cuerpo, al servicio o el hospital, ya sea por la
medad, sino siempre amparado, como pieza de un sistema mayor. Dos mediacio- posibilidad de generar bloqueo o angustia en los padres con exceso de informa-
nes fundamentales intervienen de forma clave: los recursos escritos y los desarro- ción. Por eso las frases que más se escuchan en las reuniones de los médicos son
llos tecnológicos en maquinaria y medicamentos. Por una parte, el trabajo del "¿Qué les digo?", "¿qué les habéis contado?". El resultado comunicativo es
neonatólogo pasa por un constante ejercicio de registro, escritura y cálculo (andan doblevinculante: un semidiálogo en el que, midiendo siempre las palabras, los
siempre por la mañana con las hojas de gráficas en la mano; y los residentes, con doctores tratan de dar pasos en dirección a un diálogo genuino, pero sin perder
pequeñas libretas de bolsillo donde anotan las observaciones de los adjuntos). El nunca la posibilidad de batirse en retirada en caso necesario —corrigiendo térmi-
corpus de investigación sistemática y directivas protocolizadas disponible en el
campo médico es apabullante (al menos para un antropólogo). El sistema de pro-
tocolos de cada servicio es continuamente consultado para contrastar o refrescar Informando a un padre
detalles de la toma de decisiones. Por otra parte, sin el desarrollo constante de nue- Frente a su hijo, un padre de aspecto deprimido trata de consolarse. "Es la naturale-
vas máquinas y medicamentos no se entendería tampoco el notable progreso de la za. La propia naturaleza hará que esto no sea nada. Es lógico que por nacer tan pron-
especialidad —tanto, que en ocasiones ese hecho es pasado por alto por los clíni- to tenga problemas, si la cosa no es natural". Me da a entender que los distintos médi-
cos como parte de su particular sentido común—. La introducción en arios recien- cos "se echan la pelota". "Ahora quien ha de dar las explicaciones es este doctor".
tes de la ventilación asistida, los corticoides prenatales, los surfactantes y las vías El doctor C. se acerca a infounar. Comienza exponiendo la situación en la que llegó
el niño: "Nos encontramos con dos sorpresas: una anemia y una acidosis. No sabemos
centrales han supuesto un incremento importante en los niveles de éxito de estos
el porqué de la anemia". El padre cuenta que la madre también tuvo anemia. Además
servicios (medido por indicadores como el peso de los neonatos y los porcentajes le fue transfundida sangre en el quirófano. El doctor C. pone cara de póker —ese hecho,
de altas tempranas). que nunca fue comunicado por la planta de maternidad, explica fácilmente las compli-
Puesto que los servicios hospitalarios son tanto unidades de diagnóstico y tra- caciones del niño—.
tamiento como de investigación, el desarrollo del saber experto constituye un La información es considerablemente técnica en su vocabulario: acidosis, leucocitos,
distress. "Bueno, que se quede aquí, que es donde mejor puede estar", dice el padre.
recurso pero también, por sí mismo, una nueva fuente de exigencia. Los profe- "No", interrumpe el doctor, "donde mejor puede estar es con su madre. Aquí está por-
sionales se ven obligados a conjurar esa presencia cotidiana del riesgo con la que tiene un problema y necesita vigilancia, pero en cuanto podamos lo mandamos a
revolución y mejora permanente de los procedimientos. El avance tiene un doble la planta de arriba".
filo: es alivio y trampa. Así, en el servicio de neonatología no pierden oportuni- El padre pregunta alarmado por las puntuaciones de las máquinas. "Usted no mire
dad para tratar de sacar ventaja científica, por así decirlo, de cada situación que eso, eso no significa nada. Usted mire al niño nada más. ¿Está bien? Eso es lo que tiene
haga factible un nuevo aprendizaje, una reducción de errores, una mejora en la que mirar".

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nos, afirmando su autoridad y acotando responsabilidades—. Del otro lado de ese las máquinas. El patrón clínico del que estamos hablando encarna de forma
doble vínculo, los padres tratan de superar la desorientación y el bloqueo median- implícita los valores de (a) el libre escrutinio racional de la evidencia; (b) la par-
te estrategias divergentes para reafirmarse y dotarse de algún control sobre la simonia y precisión en su expresión (una determinada relación económica entre
situación: preguntas dispares y desordenadas; inhibición y retirada; intentos más saber y tiempo, pues el saber del clínico no es tal si no está disponible como diag-
o menos ingenuos de vigilar el sistema desde dentro mediante la confidenciali- nóstico acertado en el momento preciso); (c) lo que hemos denominado "mirada
dad con alguna enfermera o el recurso a amigos médicos. clínica", es decir, una valoración holista y corporalizada de las reacciones y
aspecto totales del sujeto enfermo. La mirada clinica trabaja sinestésicamente,
Por otro lado, la relación con el hospital como uit todo constituye la mayor
implica el conjunto de los sentidos del diagnosticador: el tacto, la visión, la vigi-
fuente de roce para los médicos de este servicio. El exterior de la unidad es vivi-
lancia, el cuidado. Este componente no implica en absoluto una deconstrucción
do como causa de conflictos crónicos y resistencia a la autocorrección. Consti-
crítica del momento más puramente instrumental y estadístico del proceso,
tuyen zonas de fricción las relaciones con enfermería (por las luchas en torno al
momento marcado principalmente por el recurso a protocolos estandarizados,
status y la resistencia al cambio), con la dirección (por los estilos de liderazgo),
apoyos en la literatura neonatológica y uso masivo de pruebas analíticas de labo-
con la administración (por la percepción de las tareas administrativas como "car-
ratorio. Pero sí lo enmarca en un contexto más general, donde el sujeto que cura
gas"), con otros especialistas (por las distintas ideologías médicas y, en particu-
se deja invadir por las señales del cuerpo y el comportamiento del paciente, y
lar, la atribución dispersa de responsabilidades sobre los pacientes). El resulta-
también por el capital de experiencia acumulado con casos similares (una suerte
do es que este grupo se ha ganado dentro del hospital la imagen de "ser unas
de memoria del curso seguido por otros enfermos), de modo que pueda aflorar
brujas" (eficientes pero molestas), a la cual se corresponde su tentación (a menu-
do explícita) de retirar toda inversión de esfuerzo en estas relaciones externas de algún insight sobre las causas de la dolencia. Esta forma de operar implica una
la unidad. distancia consciente respecto a la aplicación mecánica de recetas. O al menos, es
eso lo que marca la diferencia entre profesionales, en aquellos casos que se resis-
ten empecinadamente a ser reducidos a receta y que constituyen el meollo inte-
lectual de la vida médica en servicios como éste. El buen clínico se deja notar por
El saber clínico como pensamiento complejo su capacidad para detectar errores en los análisis, trazar relaciones insospechadas
o percibir anomalías en un cuadro a partir de una especie de "sexto sentido"
hecho de intuición y capital experiencial. Y de reconstrucción indicial, a lo
El recurso que mejor identifica la cultura laboral del equipo es la pauta pro- Sherlock Holmes. La analogía no es mía: en palabras de una de las doctoras,
fesional que hemos caracterizado como "saber clínico". Esta pauta es clínica en "Esto es como lo de Mrs. Marple. Ella sabe quién es el asesino, aunque no sepa
el sentido de configurarse por contraste con las maneras de hacer propias de otras porqué". Lo que tienen en común esta faceta del razonamiento clínico y la pes-
especialidades médicas 21 . Al caracterizar su trabajo, los neonatólogos enfatizan
quisa detectivesca es que ambos trabajan con señales e indicios, a partir de la per-
el componente de razonamiento y diagnóstico por oposición a la acción directa cepción de anomalías (es decir, de desviaciones respecto a un patrón conocido).
sobre el cuerpo del paciente —un modus operandi predominantemente asociado a
La detección de anomalías es siempre una actividad holista. Por eso, en la cons-
los cirujanos—. "Como lo suyo es cortar, empalmar y desguazar, la gente se cree trucción de un modelo ideal de la competencia neonatológica, estos médicos
que esos sí que curan", "Viene y me dice: mira, mira qué gloria de absceso. Pues enfatizan el momento de apertura, de pensamiento divergente, frente a la movili-
no, no es ninguna gloria", "No les interesa la persona completa, sólo el corazón", zación protocolizada de la gran masa de saber convergente con que se cuenta en
"Del que diagnostica ningún padre se acuerda; el que cura es el que le corta al otros puntos del proceso. Por ejemplo, es frecuente escucharles declarar: "Veo
niño un trozo de hueso y le deja la cabeza bien". Nuestros neonatólogos se con- algo que no me gusta", "No sé, no me cuadra", "No me deja tranquilo", "Me da
sideran a sí mismos "gente de ideas" más que "de manos", por ejemplo, a la hora mala espina", "No me tiene contento", "No me fío un pelo de este crío". En la
de reconocerse sin rebozo torpes en la manipulación de aparatos, poco afectos a visita a los niños es común el "irse a dar una vuelta", retornando más tarde sobre
ellos tras una toma de distancia.
Este modo de actuar, unido al empirismo práctico del que venimos hablando,
21 Por esa razón, el desarrollo cabal de este estudio exigiría una puesta en relación de estas
conlleva un mecanismo de tensión o disonancia cognitiva en torno a la posesión
observaciones sobre la cultura médica de un grupo concreto de profesionales con la estructura
general del campo sanitario. de un diagnóstico válido. Todo el trabajo del clínico se proyecta a obtenerlo.

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Estar sin diagnóstico es "estar a ciegas", inerme. De ahí que llegar a él constitu- Los neonatólogos del equipo tienden a enfatizar ese momento intuitivo del
ya el alivio por antonomasia. Cuenta más aquí el saber que el poder. Puede ocu- saber clínico para contrastarlo, como seña de identidad diferencial, con otras for-
rrir que, alcanzado el diagnóstico, el pronóstico sea malo, o la gravedad incura- mas de práctica médica. Con ello subrayan algo no reconocido comúnmente ni
ble, pero en estos casos el médico siente una seguridad personal fundada en haber por el público general, ni por otros sectores del estamento médico: que su capa-
hecho todo lo posible en función del conocimiento disponible. Y, a la inversa, cidad de curar está asociada al saber abstracto, pero también a unas maneras de
curar sin saber no les parece un horizonte satisfactorio. hacer, a formas empíricas (¿locales?) de ejercicio de tales saberes. Depende de su
En este punto hallamos dos lógicas divergentes. Para el usuario concreto, un capacidad para hacer doméstico lo experto.
saber sin resultados no es más que un fiasco. De cara 'al experto, por el contrario,
un resultado sin saber (es decir, sin acumulación de saber, que es el producto gno-
seológico de su actividad) es un excedente bienvenido, pero conceptualmente
insatisfactorio. Esta divergencia de puntos de vista raramente se vuelve conflic- Hacer doméstico lo experto
tiva, salvo en aquellos casos en que se levantan sospechas hacia los médicos o
incluso acusaciones de "estar experimentando" con los pacientes. No obstante, es En tanto traducción local del imperativo hipocrático, el saber clínico integra
una fuente potencial de desencuentro entre ambos mundos. La tendencia a la un lenguaje mixto, entre el puramente técnico y el de la sensorialidad y el senti-
reducción del sujeto humano a "caso" es inherente a la construcción del sistema do común. Hibrida la mediación tecnológica de las incubadoras y respiradores
médico como un saber generalizador, donde el aprendizaje se obtiene no sólo de con el peso de la mirada y el tacto. Hibrida también el precepto profesional de no
los éxitos, sino también de los errores y las muertes 22. "Tener un diagnóstico es involucrarse con los enfermos con una moral del cuidado que deja espacio para
lo fundamental. Una vez que sabes qué es lo que tiene, ya respiras, aunque sea el compromiso afectivo y es la principal fuente de satisfacción en el trabajo. Una
grave". En alguna ocasión, escuché formular lacónicamente: "Si se muere, por lo pauta de este tipo se traduce, finalmente, en un esfuerzo racional y programático
menos que sepamos de qué ha sido". Así, el sistema hospitalario se desarrolla a por recuperar al sujeto individual y social de la intervención médica, a través de
ojos de los usuarios fundamentalmente como un instrumento terapéutico, y a ojos la atribución de nombre propio a los pacientes, la información continua a los
de sus expertos como un repositorio de diagnósticos. De creer a Ulrich Beck padres, un seguimiento prolongado tras las altas y otras medidas repersonaliza-
(1992: 204), la fisura creciente entre las capacidades diagnóstica y terapéutica del doras. Ese esfuerzo para conservar el rostro humano de los casos en el proceso
sistema (tal y como se encarna, por ejemplo, en fenómenos como el crecimiento de actuación médica responde a tres fuentes diferenciadas. (a) En alguna medi-
de ciertos tipos de cáncer, la habituación de los microorganismos frente a los anti- da, se trata de una cuestión de simple habitus, de disposiciones amorosas hacia la
bióticos o el envejecimiento general de la población) vaticina una radicalización infancia. Como vocacionales madres y padres, al poco tiempo de estar entre ellos
de esta divergencia entre práctica clínica y percepción de los usuarios. me espetaron la pregunta clave: "Y tú, ¿no tienes niños?" 23 (b) Más importante
aún, se trata de directrices explícitas del servicio a partir de un análisis estratégi-
Evocando la idea moriniana del "pensamiento complejo" cabría preguntarse,
co sobre la mejora de la eficacia a partir de la calidad en el trato (esto se revela,
frente a la tradición ilustrada que ha visto en el ejercicio de la medicina una racio-
por ejemplo, en su programa de altas tempranas). (c) Expresa, finalmente, una
nalidad arquitectural, cuál de estos diferentes momentos del acto clínico es el
puesta al día en tendencias recientes de la neonatología y la medicina internacio-
"simple" y cuál el "complejo" (cf. Morin, 1984: 97 ss.). El caso estudiado nos
nal, respondiendo a una pauta de vanguardia en ese subcampo de la medicina.
permite formular la hipótesis de que probablemente lo simple (en términos de
racionalidad) es lo que viene ya preanalizado, compartimentalizado y protocoli-
zado en el gigantesco corpus de conocimiento disponible. El pensamiento de la
23 Obviamente, para poder hacer una etnografía de prácticas neonatológicas no es requisito
complejidad es más caótico e imprevisible: se enfrenta a la incertidumbre a par- haber dado a luz. Sin embargo, la pregunta de los informantes iluminaba las deficiencias de mi
tir de la apertura, la analogía, la impresión, por caminos no siempre rectos. posición como observador supuestamente neutro. Del mismo modo que los médicos jóvenes tien-
den a desconocer, por razón de sus limitadas experiencias vitales, el significado social de la enfer-
medad y el dolor, los antropólogos varones, solteros y sin hijos pueden muy bien malinterpretar el
significado de una maternidad vivida en las condiciones extremas de la sala de intensivos. Desde
22 Esta dinámica parece común a otros sistemas tecnocientíficos de la modernidad, como por este punto de vista, el requisito metodológico para una etnografía como la que nos ocupa no con-
ejemplo en el caso del desarrollo de la navegación aérea, donde con frecuencia se dice que "volar siste en haber experimentado el dolor o el amor de las madres, pero sí al menos el dejarse interpe-
se ha hecho a base de accidentes". lar por tales experiencias.

116 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 117


Un rasgo del discurso de estos médicos es su reflexividad múltiple. Aglutina estos problemas. Al contrario de lo que sucede en otras especialidades, el avance
niveles muy heterogéneos de construcción de su autoimagen como profesionales de la neonatología vuelve manifiesta la convencionalidad de los valores de "la
y como personas: del humor a la formalidad, del rigor conceptual a la intuición vida", "la humanidad" o "la salud" sobre los que se asienta toda práctica médica.
sensorial, del cuidado a la distancia. Y trae a primer plano los problemas éticos y
Los trabajos de Margaret Lock sobre el trasplante de órganos y la reinvención
comunicativos de la práctica hospitalaria. Esto tal vez se deba al talante ideoló-
de la muerte médica en Japón y Estados Unidos (2002) apuntan en esta misma
gico de este grupo particular, proclive al escrutinio y la autocrítica; pero también
dirección. En el otro extremo del continuum de la vida, el de la certificación
a la especialidad misma, cuyo desarrollo es, por así decirlo, retrógrado. Pues el
médica y legal de la muerte, los criterios tradicionales de defunción, basados en
avance en neonatología consiste en una permanente rebaja en el peso de los neo-
una batería múltiple de indicadores cuyo principal criterio era la cesación de fun-
natos susceptibles de ser "sacados adelante" (si bien con un crecimiento correla-
ciones vitales, hubieron de ir dando paso a lo largo del siglo XX a conceptos
tivo de secuelas en términos absolutos). Cuanto más se desarrolla la técnica, más
como los de la "muerte cerebral", o incluso la "muerte cortical", que tratan de
inmaduros son los niños a los que se aplica. A esta contradicción estructural la
digitalizar lo que de hecho es un proceso continuo. Tales nociones, dice esta auto-
acompañan otras, como el hecho de que los avances neonatológicos repercutan ra, no son independientes de la propia capacidad del sistema tecnológico para
en un aumento indirecto de la oferta de fertilización artificial por parte de los
crear una realidad nueva. Como en los ciborgs de la ciencia ficción, la invención
ginecólogos, con el consiguiente aumento de los partos prematuros y la pobla-
del ventilador permitió mantener vivos los órganos de un sujeto muerto, el neo-
ción neonatal. O el hecho de que la intervención hospitalaria pueda salvar en un
mort: un cadáver latiente que mantiene activas buen número de las funciones del
momento dado al niño, pero no el vínculo de éste con sus padres, quienes debi- sujeto vivo, aunque no la actividad cortical. Al hacer posible la realidad del trans-
do a la experiencia traumática de la internación pueden rechazarlo hasta el punto plante de órganos, ambicionada durante décadas, este avance redefinió las fron-
de no desear que viva.
teras entre la vida y la muerte, desplazándolas hacia terrenos nuevos que carecían
Estas y otras contradicciones implican una gran visibilidad de aspectos éti- de estándares culturales, éticos, legales y procedimentales.
cos, biomédicos y sociales corrientemente sustraídos del campo de operación del En el caso de la neonatología se produce de continuo un desplazamiento
acto médico. Al bajar los umbrales a partir de los cuales una decisión curativa se parecido, aunque en este caso se trata de la emergencia gradual de la vida y no
vuelve socialmente arbitraria, la aceptabilidad de los riesgos disminuye y es sus- de su extinción. La redefinición tecnológica de esos límites genera incertidum-
ceptible de verse cuestionada. Por un lado, impulsa a los médicos hacia aspectos bre en las áreas de decisión que Kristina Orfali ha denominado "zonas grises"
tradicionalmente excluidos de su rol, ante los cuales pueden adoptar posiciones del pronóstico (Orfali y Gordon, 2004). Dada la inmadurez de los bebés, existen
reactivas: "¿Por qué voy a tener que decidir yo sobre la vida del niño?" El caso márgenes muy amplios, que llevan a distinguir, por ejemplo, entre "pronóstico
extremo es el de la decisión sobre vida o muerte de niños con muchas secuelas y de vida" y "pronóstico de calidad de vida". En general, se dice que la mayoría
mal pronóstico de vida —implica decisión de reanimar, de no reanimar, incluso de de las muertes en el servicio y el hospital son "muertes negociadas", en brazos
desenchufar respiradores o retirar medicaciones en aras de la evitación de un de sus padres. Las muertes sobrevenidas por sorpresa son raras. Por ello, los
dolor innecesario—. Por otra parte, aparecen padres que preferirían liquidar el pro- médicos hablan en estos casos de tomar una actitud, convenida con los padres,
blema, o que el médico lo hiciera, ante la perspectiva de un hijo con secuelas gra- de "confort" y de "no resucitar" al bebé en caso de colapso de sus constantes
ves. Pero lo más frecuente es, al contrario, el temor de los padres a enfrentarse a vitales. Pues "con todas esas máquinas que tenemos aquí, resulta bastante difí-
decisiones terribles en relación con la vida de un niño desahuciado, debido a la
cil morirse".
culpa que esto genera ("¿Cómo puedo yo querer que muera mi hijo?"). El resul-
Kristina Orfali (2004) ha tipificado comparativamente los estilos decisiona-
tado de estos casos críticos es una negociación en la que los padres tienen la últi-
les de los médicos neonatólogos en Francia y Estados Unidos, caracterizándolos
ma palabra, pero en la que los médicos sensibles se verán forzados, mal que les
respectivamente como un modelo "paternalista" y de "autonomía". Mientras que
pese, a involucrarse. Lavarse las manos equivaldría a generar dolor gratuito o, en
los médicos franceses tenderían a asumir los aspectos éticos de decisiones de reti-
los casos más terribles, destruir una familia.
rada de cuidado al margen de los padres, los neonatólogos americanos tenderían,
En otras palabras, la lógica del sistema, al trabajar sobre los límites de la vida a la inversa, a prescindir de éstos a la hora de continuar la intervención a toda
humana —llevándolos cada vez más lejos de su anterior umbral "natural", el del costa. En ambos casos, lo que se revela es la dificultad que suscita, tanto entre los
parto no provocado— genera como subproducto fundamental la visibilidad de médicos como entre los familiares del niño, el manejo negociado de los dilemas

118 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 1 19


éticos en decisiones de vida o muerte. En este aspecto, los neonatólogos de nues- un retorno a los fundamentos de la disciplina). No expresan descreimiento, dis-
tra unidad combinaban aspectos de ambos modelos. tanciamiento o cinismo. Bien al contrario, suponen una interiorización tan pro-
A diferencia de las barreras protectoras que en otras especialidades separan funda del ideal sistémico que lleva a percibir las disfunciones y limitaciones pro-
ritualmente al médico del enfermo y sus familiares, en el servicio neonatológico pias del contexto de trabajo como un "desbarajuste", un "lío" y hasta un "caos".
paciente, familia y sanitarios están abocados a un espacio de interacción. En cier- Esta interiorización del orden raya en un anhelo de perfección o, mejor, de rege-
to modo los expertos están aquí encerrados con la familia: condenados a enten- neración del sistema, algo susceptible de ser ironizado desde fuera: cosa de
derse con ella. "puros" o "talibanes", como les denominaron recientemente en el hospital.

Estas prácticas liminales en torno a las fronteras éticas de la medicina se ali- A veces, el discurso antimédico aflora en forma de bromas o declaraciones de
mentan de formas de reflexividad crítica respecto a convenciones de ejercicio "no creer en la medicina". En realidad, lo que expresa es la creencia radical en
médico más defensivas y opacas. De otros estilos neonatológicos, por ejemplo, se algunos de sus principios básicos y en la figura humana del médico como "apoyo",
dice que "creen mucho en la máquina", que "cualquier cosa que lata, la entuban". mas no en su entramado institucional, ni en la imagen de omnipotencia derivada
También se critican actitudes inhumanas como "no desenchufar la máquina, al del monopolio tecnocientífico de la salud. Esta imagen, que el estamento médico
tiempo que dices con absoluta certeza: se va a morir". En este tipo de discurso cultiva, pesa a muchos doctores como una losa inadecuada y deformante.
tiene un lugar especial la conciencia aguda del dolor médicamente provocado, el
cual encuentra su teorización clásica en el concepto de iatrogenia. La base del
mismo es una identificación proyectiva con el neonato como ser sufriente. Creer en la medicina
Claro que crees en la medicina. Y a mí me gusta ser médico. Y me gusta mucho lo
que hago. Pero no puedo creer en la medicina que a mi me vendieron en la carrera, por
ejemplo. O sea, a lo mejor ahora está cambiando, pero la manera en que yo la estudié,
Empatía pues es que yo iba a curar a los pacientes con "cosas". Y resulta que, por lo menos los
Imagínese a usted mismo en una sala brillantemente iluminada, desnudo, indefenso, pacientes que yo he elegido, resulta que se curan mejor cuantas menos cosas, cuanto
con los ojos doliéndole a causa del nitrato de plata. Le han puesto una venda sobre los más tranquilos los dejas. Cuanto menos los tocas, menos les pinchas, menos vías les
ojos, tiene frío y está envuelto en una suave neblina. Da boqueadas y se afana por res- coges, menos medicamentos les pones y antes les quitas las máquinas, menos se mue-
pirar, se atraganta y tiene arcadas por el moco. No puede aclararse la garganta ni toser. ren. Realmente, a mí me parece que cuando yo me enfrento a un paciente, sé muy
Le han colocado una máscara en la cara y el aire penetra a golpes en sus pulmones. poco. A veces, por ejemplo, yo, que sé lo que sé yo; sé bastante de lo que saben mis
Alguien le introduce una sonda en la boca, a veces demasiado profundamente, provo- compañeros; y sé bastante de lo que saben los pediatras de la casa —que en general
cándole arcadas y vómitos. Está sobrecogido, atemorizado por ruidos extraños (de ins- saben mucho para lo que se puede saber, o sea, que no estoy diciendo que sepan poco,
trumentos electrónicos, de voces, de respiradores, de teléfonos, de radios, de la propia ni que no estudien—. No, no, son gente estudiosa, gente que sabe y tal. Yo, por ejem-
incubadora). [...] Le duele la cabeza, quizá como nunca le había dolido. Sufre por falta plo, si tuviera un hijo mío gravemente enfermo, para mí sería horroroso, porque sé que
de sueño. Cada vez que se queda dormido, alguien empieza a preocuparse por usted. se le está tratando con muy pocos conocimientos reales. Claro, ¿qué pasa? Que los
Creen que ha entrado en coma. [...] Cada pocas horas alguien le practica un corte en el padres en general te creen a ti, que sabes muchísimo y que puedes hacer muchísimo
pie o le clava una aguja en el cuero cabelludo o en una arteria. Tiene sujetos los bra- por su hijo. Y es que lo que podemos hacer y lo que sabemos son cuatro cosas. Lo que
zos y las piernas con correas. Le han colocado electrodos en el pecho. Se encuentra pasa es que, en general, funcionan. Pero realmente sabemos muy poco, muy poco.
inmovilizado, ni siquiera puede rascarse si siente algún picor. Manos frías y rudas le
palpan una y otra vez el abdomen para explorar su hígado, sus riñones o su vejiga. Tras
unos pocos días de tales cuidados, está agotado e incluso necesita ayuda para seguir
respirando: se encuentra demasiado exhausto para hacerlo por sí mismo. En ese "saber que no se sabe" hay una reflexividad estrictamente científica, de
autoaplicación de la duda metódica a la propia actividad clínica. Además, tales dis-
J. E Lucey, 1977: 756 ss. cursos son también sintomáticos de la permeación en el sistema experto de otras
sensibilidades sociales. Los propios médicos adoptan la condición de usuarios en
Podemos calificar tales formas de reflexividad como "críticas" en la medida determinados momentos. Y esa experiencia, como en un juego de espejos, tiende
en que comportan expresiones de disconfoimidad desde dentro del propio campo a relativizar la pureza de la lógica científica, introduciendo otros criterios en ella.
científico con respecto a algunas de sus consecuencias indeseables. Al mismo Lo que cabría discutir, entonces, es el grado de permeabilidad del sistema tec-
tiempo constituyen manifestaciones fundamentalistas (en la acepción literal de nocientífico respecto a tales lógicas —defendido como se halla, según hemos visto,

120 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN SABER CLÍNICO Y CRÍTICA MÉDICA 121


por una férrea clausura respecto al mundo cotidiano—. ¿En qué medida afectan
estos discursos la operatoria médica y su eficacia? ¿En qué medida reformulan sus
prácticas? Concebido en términos normativos, el hospital parecería responder al
imperativo de salvar vidas a cualquier coste. Pero ésta no es más que una auto-
concepción ideal, desmentida no sólo por la práctica, sino también por la econo-
mía real del sistema público de salud: existen elecciones de objetivos prioritarios
y, por tanto, "vidas" sacrificadas a otras "vidas" en la contabilidad efectiva del sis-
tema. Como muestra la etnografía, en el contexto institucional del hospital el
CAPÍTULO 3
imperativo hipocrático de "salvar vidas" tiende por fuerza a traducirse en patrones
de excelencia profesional y prestigio local —en modos de hacer que no se limitan
a evitar las muertes, sino que buscan maximizar los beneficios de la acción médi-
El precio del dinero.
ca, así como su buena imagen y la de sus portadores—. En el campo neonatológi-
co, algunos de esos criterios son la superación de la dificultad de un diagnóstico, Etnografía de una Entidad
la disminución del peso de los "grandes prematuros", la capacidad de actuar a
tiempo, el aumento de altas tempranas, las bajas tasas de mortalidad en el servi-
cio. Sin ellos, el precepto hipocrático se tornaría inasible, una abstracción vacía.
Bancaria
Una segunda matización al imperativo abstracto de salvar vidas deriva de la
valoración de la "calidad de vida" del paciente; es decir, de un criterio implícito
sobre la dignidad de la vida, sobre la cualidad de una vida digna de ser vivida. Actualmente las entidades financieras se han vuelto casi imprescindibles, son
Las valoraciones de calidad de vida hacen irrumpir en los patrones técnicos de necesarias y están presentes en la mayoría de nuestros actos cotidianos. La
prestigio médico la consideración social sobre su integridad humana y obligan al modernidad nos ha sometido a una vinculación ineludible con el sistema finan-
sanitario a relacionarse con la vida de su paciente como algo más que un mero ciero, difícilmente podemos escapar de él (en algún momento tendremos que
dato biológico. domiciliar recibos, cobrar un talón o, sencillamente, cambiar dinero). El alcance
que ha adquirido esta actividad en el mundo moderno la sitúa entre los más
El imperativo de eficacia, expresado en el mantenimiento de la vida, es un
importantes servicios públicos. Es la base de toda actividad industrial y mercan-
criterio incuestionable de la práctica medica que pertenece al sistema; la consi-
til de nuestra sociedad y permite, mediante la concesión de créditos, la realiza-
deración sobre calidad de vida se centra en la figura del paciente. A éstas hemos
ción de proyectos personales y la creación y desarrollo de empresas, industrias y
de añadir una tercera fuente de sentido de la práctica médica contemporánea: la
comercios. Sin embargo no podemos olvidar que la banca es, en definitiva, un
que reposa en la comunicación interpersonal —en nuestro caso, con la familia—.
negocio que se fundamenta en un valor harto complejo: el dinero.
Como hemos mostrado, este criterio de actuación viene ganando importancia,
hasta el punto de suscitar reformulaciones al imperativo de eficacia entendido de El escenario bancario proporciona una gran riqueza de contenidos para docu-
forma plana. Al hablarme, por ejemplo, de su maestro más admirado, una de estas mentar etnográficamente los problemas de confianza/riesgo en la relación que se
doctoras lo describía así: "Lo ves con los residentes, cómo habla con sus fami- establece entre sistema experto y cultura de los usuarios. Se caracteriza por ser
liares, con los pacientes, el respeto que inspira, el carisma, la apertura personal. un sistema con elevado nivel de abstracción, con un proceso de trabajo basado en
Lo que sabe..." La imagen es la del sabio que cura y escucha, sin disociar su saber el desanclaje de la acción de los agentes respecto a condiciones locales de pre-
de los demás aspectos de su humanidad: un conocimiento que no sólo es exper- sencia, donde se destaca una alta especialización de tareas y coordinación entre
to. En ese sentido, el trato (al paciente, a la familia) no es codificado como un las partes, apoyado por tecnología punta y el uso de medios de comunicación e
plus de calidad en el servicio sanitario, sino como una dimensión consustancial intercambio a larga distancia. Además, la complejidad de la actividad financiera
de la cura. En qué medida tales discursos llegarán a penetrar en la organización se distingue por estar integrada en macroestructuras y depender de múltiples fac-
racional-instrumental del sistema o se mantendrán en sus márgenes es una cues- tores de orden global como las directrices de la política económica del Estado, el
tión por dilucidar, a la que la etnografía puede prestar un valioso aporte. mercado internacional y las grandes compañías multinacionales.

122 LA SONRISA DE LA INSTITUCIÓN EL PRECIO DEL DINERO 123

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