Está en la página 1de 13

1

Queridas hermanas: Hace mucho tiempo que vengo leyendo y buscando material sobre las
Bienaventuranzas y cada vez, me siento más apasionada. Descubrir el verdadero mensaje que
hay en ellos y tratar de ponerlo en práctica, paso a paso porque ellas encierran “la vida misma
de Jesús”. Él enseña con su ejemplo, con su vida. Tratar de imitar a Jesús y optar por lo que Él
optó es vivir a pleno las Bienaventuranzas. Por eso, quiero compartirlas con ustedes.

INTRODUCCIÓN A LAS BIENAVENTUANZAS:

El Papa Francisco no cesa de exhortar a los cristianos a vivir las bienaventuranzas, único
camino a la verdadera felicidad y también único medio para reconstruir la sociedad.

El mundo actual está lleno de orgullo, de avidez insaciable, de riqueza y de poder, y no puede
sanarse sino acogiendo este mensaje. Hay una llamada muy fuerte en la actualidad a oír esta
enseñanza esencial de Jesús, que quizás aún no hemos comprendido verdaderamente ni la
hemos puesto en práctica. El Espíritu Santo quiere actuar con fuerza en esta dirección hoy,
incluso para sacudir, a veces, a su Iglesia. Es absolutamente necesario que cada cristiano
propague el perfume del Evangelio, perfume de paz, de dulzura, de alegría y de humildad.

1
2

Este pasaje evangélico no es fácil de comprender, es paradójico e incluso chocante; pero


gradualmente nos damos cuenta de que es n texto extraordinario, que contiene toda la
novedad del Evangelio y su sabiduría. El pasaje de las bienaventuranzas se sitúa a continuación
de los versículos que nos describen la llegada de multitudes que viene de todas partes a
escuchar a Jesús. (Mt 4, 23-25). Las multitudes que se acercan a Jesús tienen sed de sanación,
de luz, de felicidad. Él responde a esa sed; da a estas personas sufrientes una respuesta
grandiosa de felicidad.

Las bienaventuranzas en el Evangelio de Mateo constituyen la introducción al Sermón de la


Montaña, que se describe en los capítulos 5 al 7. Este primer gran discurso de Jesús lo presenta
como el nuevo Moisés, que proclama la Ley nueva del Reino. Ella nos propone un recorrido de
identificación con Cristo, de descubrimiento del Padre, de apertura a la acción del Espíritu
Santo. Sólo el Espíritu es capaz de darnos la verdadera inteligencia de las bienaventuranzas y
permitirnos aplicarlas a nuestra vida.

Las bienaventuranzas son el secreto del corazón de Jesús mismo. Él durante toda su vida y
especialmente en su pasión, es el único verdadero pobre, afligido, paciente, hambriento y
sediento de justicia, misericordioso, limpio de corazón, artesano de la paz, perseguido por
practicar la justicia.

Jesús afirma en Jn 14, 9: “El que me ha visto, ha visto al Padre.” Por lo tanto, las
bienaventuranzas nos muestran también el verdadero rostro del Padre. Las bienaventuranzas
nos revelan la increíble humildad y la infinita misericordia de Dios. Si el Padre es infinitamente
rico y todopoderoso, también hay en el ser divino un misterio de pobreza, pues no es más que
amor y misericordia; es enteramente don, desprendimiento de si para que exista el otro; no
vive para sí mismo sino para sus hijos, como lo manifiesta en la parábola del hijo prodigo.

Es necesario notar la importancia del Padre en el Sermón de la Montaña. Es allí donde Jesús
enseña la oración del padre nuestro.

La ley nueva es una promesa extraordinaria de transformación interior por la gracia del
Espíritu Santo. En ella hay un don mayor que hace posible este paso: la revelación de la
ternura del Padre, el ejemplo de Jesús, la efusión del Espíritu Santo. Las bienaventuranzas no
son otra cosa que la descripción de este corazón nuevo que el Espíritu Santo forma en
nosotros y que es el mismo corazón de Cristo. El Evangelio es una gracia, una efusión de
misericordia, una promesa de transformación interior por el Espíritu Santo. La pobreza, la
humildad, las lágrimas, el hambre y la sed de Dios, la misericordia, la pureza de corazón, la
comunicación de la paz, la alegría en la persecución, suponen un corazón transformado por
Espíritu.

Las bienaventuranzas hacen posible toda vida compartida. Sin humildad, misericordia,
paciencia…ninguna comunidad de vida se sostiene. La vida común es el lugar privilegiado para
vivirlas.

Hay evidentemente, en las bienaventuranzas del Evangelio de Mateo, un aspecto escatológico:


la felicidad que prometen no se vivirán en plenitud hasta que venga el Reino de Dios. En la
tierra, tendremos una cierta participación, un saborcito. El Reino esta allá en medio de
nosotros; si emprendemos con determinación y fidelidad el camino que nos señalan,
experimentaremos su profunda verdad y recibiremos una parte de los bienes y la felicidad que
nos prometen. Caminamos en la fe y en la esperanza. Todavía no en la luz y en la posesión. Si
caminamos con la sinceridad de nuestro corazón, no dejaremos de conocer el consuelo del

2
3

Espíritu Santo y recibir la herencia prometida, de manera aun parcial pero suficientemente real
y fuerte como para alentarnos con fuerza a perseveran viviendo según la sabiduría del
Evangelio.

1. FELICES LOS QUE TIENEN ALMA DE


POBRE
Porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
“El único bien es amar a Dios con todo el corazón
Y ser aquí abajo pobre de espíritu”.
“Se experimenta una gran paz siendo absolutamente pobre,
Por no contar más que con el buen Dios”.
“No temas, cuánto más pobre seas, más te amará Jesús”.
Teresa de Lisieux.
Esta primera bienaventuranza es la fuente de todas las demás y las contiene en germen.
En el centro del Evangelio y de la persona de Jesús, hay un misterio de pobreza que es
esencial.8
Esto no es fácil de comprender. Hay una pobreza negativa miseria material o moral,
vacío interior… que, por supuesto, hay que combatir. Pero hay también hay una
pobreza que es buena, fuente de vida y de alegría, a la que Jesús nos invita y de la que
son testimonio los santos. Esta pobreza espiritual es, esencialmente, na forma de
libertad, la libertad de recibirlo y darlo todo gratuitamente.
Cuando Jesús envía a sus apóstoles a misionar, les dice así:
“Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que
tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo
gratuitamente”. Mateo 10:8
Esta última frase resume la esencia de la vida cristiana, de la existencia según la lógica
del Reino.
Esta lógica consiste, por un lado, en recibirlo todo gratuitamente del amor y la
misericordia de Dios, no según nuestros méritos, sino según la riqueza de su
generosidad y de su bondad. Comprender que los dones de Dios no son para
conquistarlos sino para acogerlos, lo que es muy diferente. Por otro lado, consiste en
dar todo lo que hemos recibido, en compartirlo con la misma generosidad y gratuidad
de la que nos hemos beneficiado por parte de Dios.
Reflexionamos sobre lo que esto nos dice personalmente.
La pobreza en el Antiguo Testamento
Para comprender bien el sentido de la pobreza de espíritu y cómo adquirirla
progresivamente, vamos a comenzar por examinar las raíces de esta noción en el
3
4

Antiguo Testamento. Al proclamar las bienaventuranzas, Jesús saca a la luz la novedad


del Evangelio, pero esta novedad encuentra su preparación en la historia de Israel. En
el Antiguo Testamento, sobre todo después de la destrucción de Jerusalén y el exilio de
Babilonia, se ve desarrollar poco a poco una visión positiva de la pobreza, una
espiritualidad de la pobreza se podría decir, con la emergencia de la figura de “los
pobres de Israel”
¿Quién es el pobre en el Antiguo Testamento? Es una persona que se encuentra en una
situación humana dolorosa, de precariedad, de sufrimiento, de humillación o cualquier
otra cosa análoga, y que, a causa de esa situación, no puede contar más que con Dios.
Sin apoyo ni socorro en la tierra, desamparado, objeto frecuente del desprecio de los
ricos y poderosos, no le queda más que una cosa, clamar ante el Señor. Pero, por ello
mismo, esta persona tiene, antes o después, la experiencia de la bondad y la fidelidad
de Dios para quien confía en él. Aquí se tiene pues el punto de partida de una realidad
dolorosa y negativa, pero que se vuelve extremadamente positiva. Toda la riqueza de la
bondad, de la misericordia, de la ternura de Dios termina por manifestarse para este
pobre, que entra así en un verdadero conocimiento de Dios. Esto ya no es una palabra
vacía, un concepto abstracto sino el Dios vivo y misericordioso, el Dios de la ternura y
piedad que cantan los salmos. Esto supone, que la pobreza no solo es una situación de
hecho, sino que, poco a poco, provoca actitudes interiores de humildad, de pequeñez,
de apertura a Dios, de esperanza confiada en su misericordia. Se encuentran en la
Escritura algunos bellos ejemplos de este sentido de pobreza, en personas
materialmente ricas. Es el caso de David, que se convertirá en un ejemplo de pobreza
interior a raíz del arrepentimiento. La oración de la reina Ester es otro lindo ejemplo:

3 Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: "¡Señor mío, ¡nuestro Rey, tú eres el
Único! Ven a socorrerme, porque estoy sola, no tengo otra ayuda fuera de ti y estoy
expuesta al peligro.
14 ¡Líbranos de ellos con tu mano y ven a socorrerme, porque estoy sola, y no tengo a
nadie fuera de ti, Señor! Tú, que lo conoces todo,
19 ¡Dios, que tienes poder sobre todos, oye la voz de los desesperados: líbranos de las
manos de los perversos y líbrame a mí de todo temor!".
Los pobres ya no tienen apoyo, seguridades humanas, pero se vuelven a Dios, que se
convierte en su refugio y descanso.
La ternura de Dios para con el pobre:
Una de las afirmaciones más recurrentes en el Antiguo Testamento, y de los salmos en
particular, es la de la ternura de Dios para con el pobre que acude a Él.
Veamos algunos ejemplos:
Isaías 49:13-16
13 Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh
montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá
misericordia.

4
5

14 Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.


15 ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de
su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.
16 He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están
siempre tus muros.
Isaías 57:15
15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el
Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de
espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los
quebrantados.
Isaías 66:1-2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion
66 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la
casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?
2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero
miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
Salmos:
SALMO 25, 9
9Dirige a los humildes en la justicia,
Y enseña a los humildes su camino.
34,7
"7. Este pobre gritó y el Señor lo escuchó, y lo salvó de todas sus angustias."
34, 19
"El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido."
113,7-8
"7. Al pobre lo recoge desde el polvo, de la mugre retira al desvalido,
8.para darle un asiento entre los nobles, con los grandes de su pueblo."
Una de las afirmaciones fundamentales de la Escritura es que, en los tiempos
mesiánicos, los pobres serán privilegiados. Habrá un cambio de situación: los que eran
humillados y excluidos, serán ubicados en el primer lugar.

LA PRUEBA DEL TIEMPO:


Las promesas de las bienaventuranzas, a veces, parecen refutadas por la
realidad: ¡Cuántos pobres parecen olvidados!¡Cuántas personas lloran y
no son consoladas! ¡Cuántos tienen hambre y sed de justicia y no son

5
6

saciados! Sin embargo, Dios es fiel y todas sus promesas se cumplirán. La


intervención de Dios, a veces, se hace esperar, tiene sus retrasos que son
misteriosos. Siempre aparece la duración del tiempo,, de la duración, del
aparente silencio de Dios… Un grito de desamparo de muchos Salmos

"Salmos, 13 2. ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta


cuándo me ocultarás tu rostro?

3. ¿Hasta cuándo sentiré angustia en mi alma y tristeza en mi corazón, día


tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará a costa mía?"
La respuesta de Dios es segura pero nunca es previsible ni programable…
Es el tiempo de la paciencia dolorosa, pero que, sin embargo, termina por
ser positiva. La respuesta de Dios será tanto más hermosa y rica, cuánto,
más larga y penosa sea la espera.
Una de las formas de la pobreza interior que debemos aceptar, es
experimentar que no somos dueños de los tiempos y momentos, que no
podemos manipular a Dios. Su intervención sigue siendo libre y soberana,
imprevisible.
"12. Pero él respondió: «En verdad, se lo digo: no las conozco.»
13.Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora."
Esta pobreza de no controlar los tiempos y momentos es dolorosa, pero
engendra, poco a poco, la paciencia, la humildad y la mansedumbre.
La pobreza como espera y como gracia.
La experiencia del desierto.
Un texto fundamental del Antiguo Testamento para comprender la pobreza
espiritual es el capítulo 8 del Deuteronomio. Es un discurso de Moisés al
pueblo sobre la experiencia del desierto.
"Deuteronomio, 8 1.Cuiden de cumplir con todos los mandamientos que
hoy les ordeno. Si lo hacen, vivirán y se multiplicarán y serán dueños de la
tierra que prometió Yavé con juramento a sus padres. 2.Acuérdate del
camino que Yavé, tu Dios, te hizo recorrer en el desierto por espacio de
cuarenta años. Te hizo pasar necesidad para probarte y conocer lo que
había en tu corazón, si ibas o no a guardar sus mandamientos. 3.Te hizo
pasar necesidad, te hizo pasar hambre, y luego te dio a comer maná que ni
tú ni tus padres habían conocido. Quería enseñarte que no sólo de pan vive
el hombre, sino que todo lo que sale de la boca de Dios es vida para el
6
7

hombre. 4.Ni tu vestido se ha gastado, ni tu pie se ha lastimado a lo largo


de estos cuarenta años. 5.Comprende, pues, que del mismo modo que un
padre educa a su hijo, así Yahvé te ha educado a ti. 6.Guardarás los
mandamientos de Yahvé, tu Dios y seguirás sus caminos; a él habrás de
respetar. 7.Pues Yahvé, tu Dios, es el que te introduce a esa tierra buena,
tierra de arroyos y de vertientes, de aguas subterráneas que brotan en los
valles y en las montañas,"
El Señor quiso hacer pasar a Israel, como a cada uno de nosotros, por una
experiencia paradójica, un camino doloroso de pobreza, de humillación,
pero, al mismo tiempo, una bella experiencia de fidelidad por parte de la
Providencia: Dios alimentó a su pueblo, su ropa no se gastó ni su pie se
hinchó.
El propósito de esta experiencia de pobreza, es despertar en el corazón del
hombre un hambre nueva, el hambre de Dios. En la pobreza, en el centro
de la prueba, el hombre descubre que ningún alimento, ninguna
satisfacción ni seguridad humana puede bastarle. Entonces el Señor se da
a conocer y le da un alimento nuevo, el maná.
De la misma manera, al pobre que confía en él, Dios se dona a sí mismo
como alimento. Este hermoso misterio encuentra su cumplimiento supremo
en la eucaristía.
¿Cómo un hombre se convierte en el hombre más humilde de la
tierra?
Este título que se da a Moisés del “más humilde de la tierra” es muy
hermoso. Vemos una prefiguración de la humildad y mansedumbre de
Cristo.
Podemos decir, que la humildad proviene de dos fuentes diferentes. Hay
una que viene del sufrimiento, de las pruebas, en las que el hombre hace
experiencia de sus limitaciones y se va haciendo progresivamente más
humilde. Pero hay otra fuente de humildad, mucho más profunda y radical,
la experiencia de Dios. Si Moisés era tan humilde, más que todos los
demás, es porque su experiencia de Dios era mucho más profunda. Se
podría decir que existe una pobreza “desde abajo” y otra pobreza “desde
arriba”: una, que surge de la experiencia humana; otra, de los
empobrecimientos más radicales, que opera el Espíritu Santo- Añadiría
también que el hombre, a medida que profundiza en su experiencia con
Dios, descubre la extraordinaria humildad de Dios, que se abaja hasta él,
habla su lenguaje, , se pone a su altura de la debilidad humana. Sólo Dios

7
8

es verdaderamente humilde, sólo Dios es capaz de anonadarse, como


vemos en el misterio de Cristo.
EL resto pobre de Israel
Hay un texto de Sofonías donde el misterio de la pobreza es central. Éste es
un profeta del siglo séptimo a. C.
Como en muchos libros proféticos, encontramos en primer lugar,
invitaciones a la conversión y luego una mirada sobre el porvenir,
anunciando una intervención de Dios y desembocando en magníficas
promesas de restauración para Jerusalén. Pero el cumplimiento de estas
promesas se producirá después de un tiempo de dolorosas humillaciones y
purificaciones.
La conversión a la que invita el profeta es esencialmente una eliminación
de todo orgullo.
Sofonías 2:3
“Busquen al SEÑOR, Todos ustedes, humildes de la tierra Que han
cumplido Sus preceptos; Busquen la justicia, busquen la humildad. Quizá
serán protegidos El día de la ira del SEÑOR.”
Más adelante Sofonías ve al pueblo del porvenir, al Israel renovado.
"Ese día ya no tendrás que avergonzarte de todas esas faltas que cometes
contra mí, pues de en medio de ti yo arrancaré a aquellos que se jactan de
su orgullo y tú no seguirás vanagloriándote de mi montaña santa. 12.Yo
dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, que esperará en el
nombre del Señor, 12. Dejaré dentro de ti a un pueblo humilde y pobre,
que buscará refugio sólo en el Nombre de Yahvé."
Sofonías, 3
En este texto podemos destacar que Israel será curado de su pecado y de
las fechorías cometidas contra Dios, será principalmente una curación de
todo orgullo o pretensión humana. Dios no dejará subsistir en Israel más
“un pueblo humilde y pobre”
Pero los frutos de esta purificación serán muy positivos: este resto
encontrará refugio en el nombre del Señor. Este pequeño pueblo se
establecerá en la verdad. Cada uno estará cara a cara ante Dios, ante sí
mismo, ante los demás.

8
9

Podrán apacentarse, Dios les dará el alimento que necesitan. El profeta


anuncia, pues, que pasarán por un empobrecimiento radical, pero con
frutos de santidad, verdad, libertad, paz, fortaleza.
Dios permite al pueblo pruebas y humillaciones dolorosas para preparar
un resto del que nacerá el Mesías.
Recalquemos finalmente que el texto de Sofonías también expresa la
pedagogía de Dios para cada uno de los creyentes.” Erradicaré de ti todo
orgullo y dejarás de presumir, no dejaré subsistir en ti más que un corazón
humilde y pobre y entonces encontrarás a Dios, tu único refugio, tu verdad,
tu alimento, tu fuerza y tu paz.”
Ser pobres en relación con Dios
Es reconocer que todo lo hemos recibido como un don gratuito de su
misericordia.
Santa Teresita decía: "Ser pequeño, es también no atribuirse a sí mismo
las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de alguna cosa, antes bien
reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la virtud en la mano de su
pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo necesite; pero siempre es el
tesoro del buen Dios.”
La humildad verdadera no tiene nada de triste, es, por el contrario, una
fuente de alegría. Alegría de recibirlo todo gratuitamente de la mano de
Dios y agradecérselo.
La alabanza inmola y destruye el orgullo del hombre. Quien alaba a Dios
da gloria a Él. En la alabanza se esconde la humildad.
¿Por qué los seres humanos tenemos tendencia tan fuerte a apropiarnos de
los dones de Dios e inflar nuestro ego?
Ser pobre en relación con uno mismo
Un aspecto esencial es reconocer nuestra pobreza y nuestros límites.
Aceptarme tal como soy en mi debilidad, en mi fragilidad, en mis
imperfecciones. De esa manera, pondré mi esperanza sólo en Dios.
La pobreza radical reconocida y aceptada, se convierte en un lugar de
efusión del Espíritu Santo.
Ser pobre en relación con el prójimo
Esta pobreza puede ser expresada de diferentes maneras.

9
10

- La pobreza de corazón consiste en renunciar a todo dominio sobre


el otro y conformarse con esperarlo humildemente, con la
mansedumbre y paciencia, sin presionarlo, sin apropiármelo. Por
supuesto, hay situaciones, que en virtud de la responsabilidad que
nos incumbe(educativa, eclesial, social), podemos exigirle algunas
cosas, pero eso es para un servicio al bien común y el de la persona.
- Ser pobre ante el otro significa también rebajarse por amor.
- Esta actitud de pobreza la vemos en Juan el Bautista:

"Un día los discípulos de Juan tuvieron una discusión con un judío sobre
la purificación espiritual. 26.Fueron donde Juan y le dijeron: «Maestro, el
que estaba contigo al otro lado del Jordán, y en cuyo favor tú hablaste,
está ahora bautizando y todos se van a él.» 27.Juan respondió: «Nadie
puede atribuirse más de lo que el Cielo le quiere dar. 28.Ustedes mismos
son testigos de que yo dije: Yo no soy el Mesías, sino el que ha sido
enviado delante de él. 29.Es el novio quien tiene a la novia; el amigo del
novio está a su lado y hace lo que él le dice y se alegra con sólo oír la voz
del novio. Por eso me alegro sin reservas. 30.Es necesario que él crezca y
que yo disminuya."
Evangelio según San Juan,3.
- Otro aspecto esencial de la pobreza de corazón hacia el prójimo es
la misericordia y el perdón. Renunciar a todo rencor, a cualquier
deseo de venganza, a hacer justicia por mano propia, perdonar las
deudas supone una gran pobreza de corazón.
- Ser pobre ante el prójimo tampoco es querer tener siempre la última
palabra. Eliminar siempre el orgullo de tener siempre la razón.

Enumeramos ejemplos de ser pobre ante el otro.

Pobreza en relación con la vida


-Frente a todo lo que nos da la vida de bueno y agradable, la actitud
justa es acogerlo con sencillez y agradecimiento, pero sin apegarse
a ello de manera posesiva e inquieta.
"21. empezó a decir: «Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo
allá volveré. Yahvé me lo dio, Yahvé me lo ha quitado, ¡que su
nombre sea bendito!»"
Job, 1 –

10
11

El único bien al que debemos apegarnos definitivamente es a Dios,


todo lo demás es relativo.
- Ser pobre también es aceptar las pérdidas que la vida trae consigo,
materiales, afectivas, espirituales…
Será bueno recordar que las verdaderas pobrezas, no son las que se
eligen, son las que la vida nos impone, que, aunque suelen ser
dolorosas, cuando las aceptamos son fuentes de gracia. Nos hacen
descubrir el amor y la fidelidad de Dios como la única verdadera
riqueza.
- Ser pobre significa aceptar nuestra vida y no dominarla ni
controlarla. Una de las enfermedades del mundo moderno es querer
controlarlo todo, planificarlo todo, decidirlo todo, someter por
completo la realidad a la voluntad humana.
- Ser pobre significa saber abandonarse, dejarse conducir
confiadamente por los caminos imprevisibles de la vida. Aceptar la
realidad. Pasar de una sabiduría humana a la sabiduría misteriosa
de Dios.
- Cuál es mi actitud de fondo frente a la vida’
- Si pudiéramos elegir eventos de nuestra vida ¿qué criterios
emplearíamos? ¿Sabemos de verdad lo que es bueno para nosotros?
- Otra manera de vivir la pobreza de corazón es concentrarse en el
instante presente. Aceptemos el pasado y confiemos el porvenir a la
providencia divina, sin hacer previsiones.
- Nuestra única seguridad es la misericordia infinita de Dios.

II- FELICES LOS AFLIGIDOS,


Porque serán consolados.

Si por la noche se derraman lágrimas,


por la mañana renace la alegría”. Sal 30, 6

"Tu has cambiado mi duelo en una danza, me quitaste el luto y me


ceñiste de alegría."
Salmos, 30 -12

"19. Cuando las preocupaciones me asediaban, tus consuelos me


alegraban el alma."
Salmos, 94 -19

11
12

La segunda bienaventuranza es una promesa de consuelo para los


afligidos. Toda lágrima, toda aflicción será objeto de un consuelo del
que se encargará el mismo Dios. Esta promesa puede requerir un
tiempo para verse cumplida y es preciso saber perseverar en la
espera y la paciencia. L os tiempos de Dios no siempre son los
nuestros…Pero Dios es fiel y el momento de la consolación llegará.
“Los que siembran entre lágrimas, cosechan entre canciones.”

El tema del consuelo es uno de los más bellos de la Escritura, tanto en el


Antiguo como en el Nuevo Testamento. Empieza a aparecer especialmente
en la segunda parte del libro de Isaías, a partir del capítulo 40, al que se
suele llamar Libro de la consolación. Después de la destrucción del
Templo cambia el tono de la predicación y llega un mensaje de consuelo y
esperanza.
Las palabras más tiernas para expresar el misterio de Dios que consuela a
sus hijos afligidos, son las que encontramos en el capítulo 66.
"12. Porque así dice Yahveh: Mirad que yo tiendo hacia ella, como río la
paz, y como raudal desbordante la gloria de las naciones, seréis
alimentados, en brazos seréis llevados y sobre las rodillas seréis
acariciados. 13.Como uno a quien su madre le consuela, así yo os
consolaré (y por Jerusalén seréis consolados)."
Isaías, 66 –
En la tradición judía, el Consolador (en hebreo Menahem) es uno de los
nombres del Mesías. Esta palabra hebrea se ha convertido en un
pronombre, y se usa así en el mundo judío hasta el día de hoy.
El relato de la presentación de Jesús en el Templo, en el evangelio de
Lucas, nos habla del anciano Simeón como un hombre justo y religioso,
que esperaba el consuelo de Israel. Tuvo la satisfacción de ver cumplida su
esperanza el día en que sostuvo en sus brazos al Niño Jesús, según la
promesa del Espíritu Santo de que no vería la muerte antes de haber
contemplado a Cristo, el Mesías del Señor.
También el tema del consuelo aparece frecuentemente en San Pablo. Habla
de Dios como aquel que consuela a los afligidos. "Pero Dios, que consuela
a los humildes,"
"5. Que Dios, de quien procede toda perseverancia y consuelo, les conceda
también a todos vivir en buen acuerdo, según el espíritu de Cristo Jesús"
12
13

Carta a los Romanos, 15 –

13

También podría gustarte