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AG U STI N I S M O

E N 2 0 LE C C IO N E S

(354-2003)

TERCERA EDICIÓN
Notablemente corregida y aumentada

Carlos E. Cardona Sánchez, OAR.


2

DEDICATORIA

A la Provincia de la Candelaria y a cuantos jóvenes de uno y otro sexo se


interroguen como san Agustín:

Lo que éstos y éstas han hecho, ¿por qué no lo puedo hacer yo? (Conf.
VIII,11,27)

Primera edición: noviembre de 1994, 2.000 ejemplares


Segunda edición: Septiembre de 1995, 5.000 ejemplares
Tercera edición:

Imprímase:

Carátula…
3

ÍNDICE

BIBLIOGRAFÍA
JUSTIFICACIÓN
PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN
LECCIÓN 1. LA PATRIA DE SAN AGUSTÍN (hoy Argelia)
1. África primitiva
2. África romana. Idiomas
3. África cristiana
4. Tagaste
LECTURA Las Confesiones de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 2. NACIMIENTO, INFANCIA Y PRIMEROS ESTUDIOS


(Edad: 1-15 años)
Nota preliminar
1. Nacimiento
2. Ambiente familiar
3. Influencia de Mónica
4. La escuela de Tagaste
5. La escuela de Madaura
6. Índole de san Agustín
LECTURA Valor histórico de las Confesiones
Cuestionario

LECCIÓN 3. LOS AÑOS DIFÍCILES. CARTAGO. (Edad: 16-17 años)


1. Adiós a Madaura
2. El alimento de la crisis
3. El robo de las peras
4

4. Rumbo a Cartago
5. La mujer amada. El hijo
LECTURA El verdadero Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 4. EN BUSCA DE LA VERDAD (Edad: 18-21 años)


1. El estudiante universitario
2. La primera conversión. El Hortensio
3. El primer intento bíblico
4. Racionalista. El vacío de la fe
5. Los maniqueos
6. Profesor en Tagaste
7. El sueño de Mónica
8. La muerte del amigo
LECTURA El Maniqueísmo
Cuestionario

LECCIÓN 5. CARTAGO - ROMA - MILÁN (Edad: 22-30 años)


1. De nuevo en Cartago
2. Autodidacta y profesor
3. Vendedor de palabras
4. El engaño maniqueo
5. La llegada de Fausto
6. Roma. El engaño a Mónica
7. Escéptico. Milán
LECTURA Los maniqueos
Cuestionario

LECCIÓN 6. DE LA LUCHA INTERIOR A LA PAZ DE LA VIDA


NUEVA (Edad: 31-32 años)
1. Ambrosio de Milán
2. Comienza la lucha interior
3. El problema de la castidad. Las mujeres. Intento de vida común
4. Los neoplatónicos
5. La segunda conversión
6. El segundo intento bíblico
7. Se agudiza la crisis
5

8. La escena del jardín. Conversión definitiva


LECTURA Esencia de la conversión
Cuestionario

LECCIÓN 7. LA PAZ DE CASICIACO. EL DOLOR DE LA


ORFANDAD (Edad: 33 años)
1. Casiciaco
2. Regreso a Milán. El bautismo. Obras
3. Roma. El éxtasis de Ostia
4. Enfermedad y muerte de Mónica
5. Actividad en Roma
6. De nuevo Tagaste
LECTURA Santa Mónica, madre de Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 8. MONJE, SACERDOTE Y OBISPO (Edad: 34... años)


1. El monasterio de Tagaste
2. Muerte de Adeodato
3. Hipona
4. ¡Agustín presbítero!
5. El segundo monasterio (de laicos)
6. Preparación espiritual e intelectual. La Biblia
7. La carga del episcopado
8. El tercer monasterio (de clérigos)
LECTURA San Posidio, primer biógrafo de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 9. EL PASTOR (Edad: 41-76 años)


1. Razón de una carga
2. El juez
3. El predicador
4. El polemista. Martillo de los herejes
LECTURA Los oyentes de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 10. LECTOR, ESCRITOR Y SANTO


1. Lector
6

2. Escritor
3. Místico y santo
4. Viajero contra su voluntad
5. Salud física
6. Vida privada
7. Última enfermedad y muerte
LECTURA Las reliquias de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 11. OBRAS PRINCIPALES


1. Temática general
2. Obras filosóficas
3. Las Confesiones
4. La ciudad de Dios
5. La Trinidad
6. Cartas
7. Sermones
8. Las Revisiones
9. Escritos apócrifos
LECTURA La autoridad de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 12. LA HERENCIA DE SAN AGUSTÍN: EL MONACATO


1. El espíritu sigue vivo
2. Empeño de vida común
3. El itinerario monástico de san Agustín
4. Fundaciones monásticas en tiempos de san Agustín
LECTURA El Monasterio agustiniano
Cuestionario

LECCIÓN 13. EL MONACATO AGUSTINIANO (SIGLOS V-XII)


EXPANSIÓN, ECLIPSE Y RESURGIMIENTO
1. Expansión
2. Contagio
3. Persecución
4. El Agustín Abreviado
5. Eclipse. La moda agustiniana
7

6. Los Canónigos Regulares de san Agustín


7. Resurgimiento definitivo
LECTURA La Regla de san Agustín
Cuestionario

LECCIÓN 14. LA ORDEN DE ERMITAÑOS DE SAN AGUSTÍN.


LA GRAN UNIÓN DE 1256 (Siglos XIII-XVI).
1. Origen
2. Ermitaños de san Juan Bueno
3. Ermitaños de Bréttino
4. Guillermitas
5. Ermitaños de Monte Favale
6. Ermitaños de la Orden de san Agustín de Toscana
7. LA GRAN UNIÓN DE 1256. NACIMIENTO DE LA OSA
LECTURA El eremitismo en la Edad Media
Cuestionario

LECCIÓN 15. LA RECOLECCIÓN AGUSTINIANA. ORIGEN Y


SIGNIFICADO (Siglo XVI)
1. Antecedentes
2. El movimiento recoleto en España
3. Características generales del movimiento recoleto
4. El movimiento recoleto en los siglos XIX y XX
5. NACIMIENTO DE LA RECOLECCIÓN AGUSTINIANA
(Diciembre 5 de 1588, España)
6. Nacimiento de la Recolección Americana: Colombia
LECTURA El padre Mateo Delgado de los Ángeles
Cuestionario

LECCIÓN 16. CONGREGACIÓN DE AGUSTINOS RECOLETOS


(1588-1911)
1. Primer período: origen y crecimiento. Se erige e provincia
(1588-1621)
8

2. Segundo período: se convierte en Congregación.


Supresión de conventos (1621-1835)
3. Tercer período: vicisitudes y restauración (1835-1911)
4. La Recolección en América
5. Restauración de la provincia colombiana
(1888-1912)
LECTURA Fray Ezequiel Moreno y Díaz
Cuestionario

LECCIÓN 17. LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS.


ESTRUCTURA
1. Cuarto período: se convierte en Orden religiosa (1912...)
2. Estadísticas
3. Figuras sobresalientes
4. Estructura de la Orden. Gobierno
5. Los Capítulos y las Provincias
6. Provincias actuales
7. La Recolección femenina
8. Fraternidad seglar - Orden tercera
LECTURA Propósito y carisma de la Orden
Cuestionario

LECCIÓN 18. FIN, ESPIRITUALIDAD Y APOSTOLADO DE LA


ORDEN
1. Finalidad
2. Espiritualidad
3. Nuestros santos
4. Apostolado
5. Las misiones
6. Las parroquias
7. Los enfermos
8. La educación
LECTURA Qué significa Recolección
Cuestionario

.LECCIÓN 19. PROVINCIA DE LA CANDELARIA (Colombia y Chile)


9

Generalidades
1. Convento noviciado del Desierto de la Candelaria, Ráquira,
Boyacá
2. Convento de la Popa y parroquia san Agustín, Cartagena
3. Colegio Agustiniano de san Nicolás (Agustiniano Centro).
Iglesia y residencia de
la Candelaria (Bogotá)
4. Parroquia del Sagrado Corazón, Manizales
5. Postulantado-filosofado, La Linda, Manizales
6. Convento de Suba: Teologado, parroquia, colegio, Bogotá
7. Parroquia de san Judas Tadeo, Cali
8. Parroquia de san Nicolás de Tolentino. Colegio Agustiniano.
Medellín
9. Colegio Agustiniano. Parroquia santa Rita de Casia, Palmira,
Valle
10. Casa Provincial. Parroquia de Nuestra Señora de la
Consolación. Barrio Boyacá
Real. Santafé de Bogotá
11. Parroquia san Joaquín, Barrio Las Ferias, Bogotá
12. Colegio Agustiniano. Parroquia. Bucaramanga
13. Colegio Agustiniano Norte. Parroquia de san Nicolás. Barrio
san Nicolás,
Bogotá.
14. Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Manare. Paz de
Ariporo, Casanare
15. Parroquia san Ezequiel Moreno, Pasto
16. Colegio Agustiniano Ciudad Salitre. Bogotá
17. Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. Barrio La Campiña,
Yopal, casanare
18. Vicariato Apostólico de Trinidad
19. Parroquia san Luis. Talca, Chile
20. Convento san Agustín. La Serena, Chile
LECTURA Vida claustral de la Provincia
Cuestionario

LECCIÓN 20. QUÉ ES SER AGUSTINO RECOLETO


10

1. El SER antes que el HACER


2. Requisitos para SER Agustino Recoleto
3. Los cinco valores agustinianos
LECTURA Agustín a los hombres de hoy
Cuestionario

LECCIÓN COMPLEMENTARIA
1. Datos cronológicos más importantes de la vida de san Agustín
2. Cuadro cronológico de las obras de san Agustín
3. Fechas más importantes de la historia de la Orden
4. Nuestro santoral
11

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

AGUSTÍN, san: Confesiones. Editorial BAC, Obras de san Agustín, Vol. II, 7ª.
edición, Madrid,
1979.
— Confesiones. Editorial Porrúa, S.A., 6a. ed., México, 1980.
BOLETÍN EXTRAORDINARIO No. 609, Provincia de la Candelaria en el
año 2000, 145ss.
CARDONA, Carlos, Itinerario Agustiniano, 10.000 pensamientos de san
Agustín,, Editorial
Kimpres, Bogotá, 1998.
— San Agustín y el libro abierto de la creación, Editorial Kimpres,
Bogotá, 2ª. Ed., 2002.
FITZGERALD, Allan D., Diccionario de san Agustín, Editorial Monte Carmelo,
Burgos, 2001.
GALINDO, José A., Pedagogía de san Agustín, Editorial Avgustinvs, Madrid,
2002.
MARTINEZ Cuesta, Angel: El movimiento recoleto en los siglos XVI y XVII, en
RECOLLECTIO 5,
1982, pp. 5-47.
— Historia de los Agustinos Recoletos, Vol. I. Ed. Avgvstinvs, Madrid
1995 (sigla: H.A.R.).
— La Orden de Agustinos Recoletos, Evolución Carismática,
CUADERNOS DE
RECOLECCIÓN, NÚMERO 1, Editorial Augustinus, Madrid, 1988
(sigla: la O.A.R.).
— La Orden de Agustinos Recoletos, en ACTA ORDINIS, Vol. XXVII,
Enero-Junio 1992,
Núm. 86, pp. 7-70.
— Reseña histórica de la Orden de Agustinos Recoletos, en ACTA
ORDINIS, Vol. XVIII,
Enero-Junio 1980, No. 70, pp. 9-32.
— San Agustín monje y padre de monjes, en MAYEUTICA (revista), Vol.
VI, 1980, No. 16, pp. 5-32.
12

MORRÁS Ursúa, Angel: Agustín de Hipona, 354-430. Ediciones Paulinas,


Caracas, 1982.
ONGAY, Julián: Semblanzas de san Agustín o el hombre más humano y más
divino. Editorial
ORSA, Manizales, Colombia, 1955.
OROZ Reta, José: San Agustín, semblanza para jóvenes. Librería Editorial
Augustinus. Madrid,
1966.
POSIDIO, san: Vida de san Agustín, Editorial BAC, Obras de san Agustín, Vol.
I, 5ª. edición, 1979.
RADA Alsina, José: Fundación del convento de Santa Cruz de la Popa en
Cartagena de Indias, en
RECOLLECTIO, Vol. IV, 1981, pp. 299-366.
RESTREPO Mesa, Alonso: Recuento Histórico, Provincia de Nuestra Señora
de la Candelaria,
1940-1989. Editorial Carrera 7a. Ltda., Bogotá, 1989.
SALAS Baptista, Daniel: Breve monografía de las casas y ministerios actuales
de la Provincia, en
BOLETIN DE LA PROVINCIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA
CANDELARIA, Abril-
Diciembre 1978, No. 558, pp. 137-186.
— Sumario de la obra misionera de la Iglesia Católica en los Llanos de
Casanare, en
BOLETIN DE LA PROVINCIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA
CANDELARIA, Mayo-
Agosto 983, No. 572, pp. 123-159.
SALAZAR, José Abel: Agustinos Recoletos, en BOLETIN DE LA
PROVINCIA DE SAN
NICOLÁS DE TOLENTINO, Enero-Junio 1983, pp. 5-29.
TRAPÉ, Agustín: San Agustín, el hombre, el pastor, el místico. Presentación y
traducción de Rafael
Gallardo García, O.S.A. Editorial Porrúa, S.A., México, 1987.
13

JUSTIFICACION

En 1983 se hizo la primera publicación, a modo de ensayo, del presente curso.


Era apenas eso: un ensayo tendiente a instruir a nuestros aspirantes a la vida
religiosa agustino-recoleta en los diferentes aspectos relacionados con todo lo
Agustiniano, de tal manera que no entraran completamente en ayunas de un
tema tan indispensable. Conocer es amar. Tal vez así, conociendo de antemano a
san Agustín y a la Comunidad, podrían amarlos más y animarse a entrar.

Los frutos no se hicieron esperar, y muy positivos; poco a poco se fueron


haciendo nuevas impresiones del curso de una manera, podríamos decir, casera,
empleando el mimeógrafo. Hoy, cuando han pasado 11 años de ese primer
intento, son ya varios los sacerdotes, muchos los estudiantes y muchísimos los
jóvenes beneficiados con el curso. Se sabe que otras provincias de la Orden lo
adoptaron con la misma finalidad.

Animado, pues, con estos resultados y por sugerencia del Gobierno provincial
de la Candelaria, he resuelto revisar, completar y hasta cambiar gran parte de
todo el curso, redactándolo de nuevo, especialmente las 11 primeras lecciones,
siempre con la misma finalidad y los mismos destinatarios: posibles aspirantes a
nuestra vida, que se encuentran en la etapa de seguimiento.

Es importante tener presente esto último a la hora de estudiar el curso; la


metodología y el contenido mismo están hechos pensando en los (las) jóvenes.
No se trata, pues, de un trabajo científico o de investigación; quienes intenten
emplearlo como fuen
14

te bibliográfica o de consulta les sugeriría más bien acudir a la bibliografía


indicada en el mismo.

Abundan las citas de los autores mencionados, tanto directas como indirectas, lo
que podría dar a este trabajo el aspecto de plagio. En realidad, no intentamos
inventar nada sino extraer y condensar en estas páginas 16 siglos de historia
agustiniana. De esa manera, el lector sabrá dónde se encuentra cada tema y
podrá acudir a la fuente como acudimos nosotros.

Se traen bastantes citas agustinianas extraídas de las Confesiones, entre otras


obras de san Agustín, sobre todo en las 11 primeras lecciones para hacer que el
lector se vaya entrenando en la lectura y comprensión del Santo. También se
traen aspectos del santo obispo de Hipona hasta ahora no muy conocidos por lo
sencillos y aparentemente intrascendentes; es el caso, por ejemplo, de la lección
10, nos. 4 y 5 sobre los viajes y la salud física del Santo; tienen por objeto
ilustrar e impresionar la mente del joven sobre los aspectos más humanos de san
Agustín.

Igualmente, la parte histórica, por ejemplo la lección 17, Nos. 4 y 5: se presenta


el tema tan desmenuzado que podría parecer superfluo a los religiosos de cierta
edad, no así a los jóvenes a quienes seguramente les interesa saber qué es, cómo
marcha y cómo está organizada nuestra Orden.

Los que ya llevamos años de vida religiosa agustiniana tenemos que confesar
que en el momento de entrar a la Comunidad, y aún después, era y sigue siendo
muy poco lo que sabemos sobre la misma, fuera de algunas frases sueltas de san
Agustín y unos cuantos datos de historia, no siempre exactos. Con el presente
trabajo se pretende, pues, llenar estos vacíos en los que tienen la misión de
sucedernos y tomar los puestos de vanguardia.

Finalmente, el curso es eso y solamente eso: AGUSTINISMO. Resulta muy


difícil, poco menos que imposible, resumir en unas pocas páginas 16 siglos de
historia; más difícil todavía salirnos del
15

tema para incluir, por ejemplo, técnicas de cultivo vocacional, documentos de la


Iglesia o aspectos relacionados con la formación cristiana de nuestros aspirantes.
Correría el riesgo de perderse la unidad y la finalidad del curso.

La dedicatoria lo dice todo: se trata de un modesto obsequio a la Provincia de la


Candelaria (y, por qué no, a toda la Orden si desea servirse de él), en momentos
en que el florecimiento, interés y trabajo vocacional están más vivos que nunca.
Y, ante todo, una ayuda a la juventud, masculina y femenina, para clarificar
ideales y dar sentido a sus vidas, ojalá dentro de nuestras filas agustinianas.

El autor.
16
17

PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN

Con mucho agrado ponemos a disposición de la Provincia de la Candelaria, y de


toda la Orden, esta tercera edición, completamente revisada y aumentada en
relación con las dos ediciones anteriores. Los cambios más notables son los
siguientes:

— Se han revisado cuidadosamente todas las citas y notas al pie de página que,
por la premura de las dos ediciones anteriores, no fueron bien elaboradas.
Igualmente, se han corregido algunos errores gramaticales y mecanográficos.

— Las continuas llamadas de una lección a otra o, si así pueden llamarse,


lugares paralelos, lo mismo que el uso de la negrilla, tienen una finalidad
pedagógica: ayudar al lector a estar refrescando y memorizando conocimientos.

— En cuanto al aumento, el curso se ha actualizado de acuerdo con datos y


hechos aparecidos últimamente y se han agregado varios temas que juzgamos de
mucha utilidad, como los consignados en las lecciones 11,7.9; 20,3 y
complementaria 4. La lección 19, sobre la Provincia de la Candelaria, también
ha sido revisada de modo especial y se han incluido las direcciones de las casas.
De la misma manera, se han agregado algunas LECTURAS que faltaban.

— Finalmente, juzgamos de suma utilidad el índice alfabético al final.


18
19

LECCIÓN 1. LA PATRIA DE SAN AGUSTÍN


(Hoy Argelia)

1. África primitiva

Antiguamente Europa estaba unida con África. Desde Gibraltar, sur de España,
se podía ir a pie o a caballo hasta Tánger, norte de África. Las costas de una y
otra, así como la flora y la fauna, no tenían mayores diferencias.

Con el correr de los siglos África y Europa se separaron: el mar se abrió paso a
través del estrecho de Gibraltar, produciéndose cambios sustanciales en el norte
de África; gran parte de la región se tostó por el sol, las tierras dejaron de ser
frescas y húmedas y apareció el actual desierto del Sahara. Sin embargo, el
litoral norte continuó siendo fértil y, por lo tanto, apto para el cultivo agrícola. El
pueblo que lo habitaba tenía, en su mayor parte, ojos azules, piel y cabellos
oscuros.

¿Cuándo sucedió todo esto?. Imposible saberlo con precisión, como tampoco se
sabe cómo ocurrieron otros cambios que ha tenido la tierra.
20

Seguramente los pobladores de estas tierras llegaron desde Europa por el


estrecho de Gibraltar, o también desde Italia o Grecia. Resistieron la dominación
de diferentes culturas, conservaron sus propias tradiciones e identidad y
perseveraron en la misma lengua.

Estos habitantes recibieron el nombre de Bereberes, que heredaron de los


romanos, quienes llamaron, al menos a algunas tribus, con el nombre de
Bárbaros.

Dentro de este pueblo se distinguen los Númidas, que habitaban la región o


provincia de Numidia, a la cual pertenecía la familia de Agustín. No constituían
una raza distinta sino que son variaciones de un mismo grupo racial: el de los
Bereberes. Eran de rostro más amarillento y oscuro, con características
secundarias propias de los fenicios, de los griegos, de los romanos y de los
judíos.

"No se ha estudiado a fondo la lengua de este pueblo, aunque todavía se


sigue hablando en muchas partes de los Bereberes de nuestros días. Los
filólogos parecen estar de acuerdo en que esa lengua pertenece a la misma
familia de la lengua hablada por los antiguos Egipcios"1.

Queda, pues, claro que la familia de san Agustín era númida, de la raza de los
bereberes.

2. África romana. Idiomas

Los romanos llegaron por primera vez al norte de África en el año 146 antes de
Cristo. La primera ciudad que conquistaron fue Cartago, que tanta importancia
tendrá después en la vida de san Agustín. Allí organizaron la más antigua de las
provincias de ultramar y desde allí extendieron las conquistas al resto de África
(lec. 3,4).

1
J. OROZ, San Agustín, semblanza para jóvenes, 12-13.
21

En cuanto a los idiomas, hay que decir que además de las lenguas indígenas,
propias de cada grupo como el púnico, juega un papel importante, aunque no
decisivo, el griego. Esclavos, comerciantes, marineros, empleados, médicos y
hasta gente de alguna cultura fueron llegando al norte de África desde el mundo
griego. Tal es el origen de esta lengua en tierras africanas.

Sin embargo, no es el griego sino el latín de los romanos el que va a dominar.


Son, pues, tres los idiomas que existen en el momento de nacer Agustín: el
púnico, que es la lengua de los pequeños pueblos y de los barrios marginados de
las grandes ciudades; el griego, hablado por comerciantes o filósofos; y el latín,
que usan los que se precian de poseer una buena educación, como san Agustín.

La fertilidad de las tierras, la facilidad de las comunicaciones con Roma y el


abundante intercambio comercial fueron convirtiendo poco a poco al África del
norte en uno de los graneros de Roma, expresión ésta que puede sonar a
espejismo, ya que

“la paradoja de África era alimentar a Roma y alimentarse mal a sí


misma. El granero del mundo antiguo apenas podía abastecer a su
población de unos seis millones de habitantes”2.

Muchos nobles romanos compraron posesiones y construyeron grandes y


elegantes mansiones en la tierra de san Agustín. Años más tarde el Santo hará
alusión a estas mansiones rodeadas de pobres por todas partes (ver sermón
345,1).

"En virtud de las circunstancias, el África romana se va latinizando poco a


poco, a medida que se debilita el elemento indígena y se afianza el poder
de los conquistadores. Se puede decir que el progreso de la conquista
anda paralelo con el avance de la romanización, como se puede ver por
los gráficos que ofrecen los autores. Cuando el cristianismo se implanta
en África, afianza

sus raíces en suelo latino, incluso más de lo que ha podido hacer en


2
A. G. HAMMAN, La vida cotidiana en África del Norte en tiempos de san Agustín, Talleres Ausonia S. A.,
Iquitos,
Perú, 1989, 140. Cf. lec. 11,7.
22

Roma. Tradicionalmente, la Iglesia de África es una Iglesia latina.


Precisamente, esa será su fuerza, pero también ahí estará su debilidad"3.

3. África cristiana

Los primeros documentos que nos hablan del cristianismo en el norte de África
con un pasado largo y glorioso datan del año 180; antes de esta fecha no
hay nada que nos diga cuándo llegó la fe a estas regiones; es de suponer
que muy temprano, aprovechando el intercambio cultural y comercial de
que se ha hablado antes.

La Iglesia no caló en las grandes masas, especialmente de campesinos, y sí


floreció en las grandes ciudades; es por lo tanto una Iglesia urbana. Tampoco
progresó en el mundo griego, y menos en el indígena, sino en el mundo romano;
es, por tanto, Iglesia latina, y solamente latina, hasta tal punto que para ser
verdaderamente cristiano había que hablar el latín (recordemos que el latín fue la
lengua oficial de la Iglesia hasta antes del Concilio Vaticano II).

Durante los siglos III y IV la Iglesia africana era muy fuerte y el episcopado
estaba muy bien organizado. El número de obispos era realmente numeroso; por
ejemplo: hacia el año 220 se reúnen 90 obispos africanos para juzgar a un colega
suyo. En el año 256, con san Cipriano a la cabeza, se reúnen 87 obispos para
examinar el problema del bautismo administrado por los herejes. En el año 335
se reúnen en Cartago 270 obispos donatistas, y en el 394 se reúnen otros 310 en
la Numidia. En el 411 una gran reunión enfrenta a 286 obispos católicos y 279
donatistas en la célebre Conferencia de Cartago, en la que Agustín desempeñó
el papel más importante4.

Aparentemente las cifras anteriores no tienen mucho interés hoy en día; pero sí
3
J. OROZ, ob. cit. 18.
4
Cf. J. OROZ, ob. cit. 19.
23

demuestran que la Iglesia africana era muy pujante e influyente en tiempos de


san Agustín.

Sin embargo, no todo era color de rosa; trabajar con las masas populares nunca
ha sido fácil; tampoco lo era en África. En muchas partes las grandes masas se
dejaron ganar por la cultura y el Evangelio; en el norte de África, por el
contrario, esas masas permanecieron rebeldes a todo lo que decía relación con la
cultura romana, incluso con el Evangelio; si alguna vez se doblegaban, era a la
fuerza y por salvar las apariencias; cuando tenían la oportunidad se rebelaban y
volvían a sus antiguos ídolos.

Había muchas Iglesias y con multitud de fieles, es cierto, pero también con un
cristianismo muy superficial; difícilmente aceptaban a Cristo y lo abandonaban
con facilidad. Este será uno de los temas preferidos por san Agustín en sus
predicaciones: la superficialidad de los cristianos.

Este carácter del cristianismo africano se manifestó muy pronto, incluso con
cismas y herejías, como en el caso de los donatistas, así llamados por su
fundador el obispo Donato. ¿Cómo sucedieron las cosas?

Cuando murió Mensurio, obispo de Cartago, eligieron para sucederle al obispo


Ceciliano, pero algunos opositores no quisieron reconocerlo, entre ellos Donato,
que era obispo de Numidia. En un concilio que hicieron los opositores en
Cartago, en el año 312, depusieron a Ceciliano y en su lugar eligieron a un tal
Mayorino, al cual sucedió muy pronto el mismo Donato, quien organizó muy
bien el partido de la oposición y dio nombre a la secta de los donatistas.
Enseñaban, entre otras cosas, que ellos eran la verdadera y única iglesia católica
en el norte de África, y que los sacramentos administrados por sacerdotes
indignos eran inválidos.

El donatismo tiene mucha importancia en la historia agustiniana porque san


Agustín, luchando contra ellos, tuvo la oportunidad

de desarrollar toda su doctrina sobre la Iglesia y los sacramentos. Afirmaba, por


24

ejemplo, que Cristo es el autor de los sacramentos y los obispos y sacerdotes son
simples ministros o canales por los que la gracia se comunica a las almas. Esta
ha sido siempre la doctrina de la Iglesia.

4. Tagaste (hoy Souk-Ahras)

Políticamente, Tagaste no era una gran ciudad; más aún, no pasaba de ser un
pueblo pequeño, pues sólo tenía los estudios que hoy podríamos llamar
primarios o elementales; los secundarios o bachillerato debían hacerlos en
otros lugares, como Madaura, a donde tuvo que ir san Agustín.

Sí tenía, por otra parte, cierta importancia comercial, pues se encontraba en el


cruce de caminos importantes que unían el norte con el sur y el oriente (Cartago)
con el occidente. No era, pues, un pueblo aislado sino que tenía la oportunidad
de codearse con muchos viajeros, especialmente comerciantes e intelectuales.

Geográficamente, pertenecía al amplio y fértil altiplano de la Numidia, a 675


m. sobre el nivel del mar, en un lugar ameno y fresco, lleno de bosques menores,
rico en cereales, frutas y pastos; formaba parte del granero de Roma.

"La Tagaste romana yace sepultada bajo las blancas casas de la moderna
Souk-Ahras (Argelia) o bajo el verde de los olivos en alguna de las
colinas vecinas. Pero las excavaciones que han sacado a la luz las
soberbias ruinas de otras ciudades de la antigua Numidia, nos permiten
darnos una idea de sus vías, de sus casas, de sus monumentos —el foro,
las termas, el teatro, el circo— y nos permiten también comprender —y
en parte excusar— aquel enfático título de 'ilustrísimo' de que se preciaba
el consejo municipal"5.

En cuanto al aspecto socio-económico, existían tres clases sociales bien


5
A. TRAPÉ, San Agustín, el hombre, el pastor, el místico, 4.
25

definidas, como en el resto del norte de África. Por una parte, la clase alta, la de
los ricos con grandes posesiones y elegantes mansiones; vivían exclusivamente
en las ciudades y no hablaban más que el latín. Por otra parte, la de los pobres,
casi miserables; la clase baja de los campos o de los cordones de miseria
alrededor de las mansiones de los ricos. No hablaban ni entendían más que el
púnico.

"Entre estos extremos opuestos se había formado una clase media,


africana de origen, mas romana de formación y de mentalidad, inserta ya
plenamente en la organización del imperio: era la clase de los pequeños
propietarios, que participaban en la dirección de los asuntos públicos y
aspiraban a hacer que sus hijos recorrieran todos los grados de la
instrucción para convertirlos, después, en magistrados, retóricos, juristas.
A esta clase pertenecía la familia de Agustín"6.

En relación con el aspecto cristiano, son pocas las noticias que se tienen hasta la
llegada de Agustín; con él, Tagaste sale del anonimato, sobre todo como iglesia.
Tal vez no se sabría nada de ella si no hubiera nacido allí san Agustín.

Como todos los centros urbanos del norte de África, Tagaste también sufrió la
invasión donatista, que dividió la Iglesia; pero, a diferencia de los demás centros
cristianos, muy pronto volvió al seno de la Iglesia Católica, hacia el año 349.
Mientras todos los obispos católicos tenían que tolerar al lado suyo a uno
donatista, el de Tagaste gozaba de paz completa en este sentido y él solo estaba
al frente de su grey.

En este estado de cosas, cuando la Iglesia de África se encontraba dividida, pero


la de Tagaste completamente unida alrededor de su obispo católico, viene al
mundo Agustín.

LECTURA
Las Confesiones de san Agustín.
6
A. TRAPÉ, ob. cit. 5.
26

Cuando se habla de Agustín, siempre se asocia su vida con el famoso libro


autobiográfico "Las Confesiones".

Este género literario tiene fama. Existen confesiones filosóficas y confesiones


piadosas; como también existe una infinidad de confesiones para atraer a un
público ávido de sensacionalismo. En cualquier librería y hasta en los puestos de
revistas, el lector actual, miembro de una sociedad de consumo, también
encuentra este falso alimento para aumentar la ola de erotismo que se extiende
por todo el mundo. Y compra este subgénero literario para matar el tiempo.

Las Confesiones de san Agustín no se parecen a este género de literatura fácil


que se lee y se echa a la basura. No creas que vas a encontrar relatos
impresionantes, escenas escabrosas como las que lees en algunas novelas, o algo
semejante al estilo de una fotonovela.

Para Agustín, la palabra Confesión, además de confesar pecados, significa


alabar a Dios y confesar nuestra fe en Él. Es un verdadero himno de alabanza de
un corazón arrepentido. He aquí sus propias palabras:

“Recibe, Señor, el sacrificio de estas confesiones por medio de esta


lengua que me diste y que excitas para que alabe tu nombre. […] Que te
alabe mi alma, para que pueda llegar a amarte; que te confiese todas tus
misericordias y por ellas de alabe. No cesa en tu loor ni calla tus
alabanzas la creación entera; ni las calla el espíritu, que habla por la boca
de quienes se convierten a Ti..."1.

A pesar de narrar sus extravíos, sus errores y sus pecados, la intención es mostrar
su pequeñez comparada con la grandeza y la misericordia de Dios. Son más una
oración dirigida a Dios que un discurso a los hombres. Continuemos con sus
1
Confesiones V,1,1.
27

propias palabras:

"Permíteme, sin embargo, hablar ante tu Misericordia, a mí, que soy


polvo y ceniza; déjame hablar, pues hablo a tu Misericordia, y no a un
hombre burlón que pueda reírse de mí. Quizás aparezco risible ante tus
ojos, pero Tú te volverás hacia mí lleno de misericordia"2.

Cuestionario
1. ¿A qué raza pertenecía san Agustín? Describe brevemente sus características.
2
Ib. I,6,7.
28

2. ¿Qué ambiente cultural y religioso existía en el momento de nacer Agustín?


3. ¿Qué parecidos y diferencias ves entre el cristianismo africano del siglo IV y
nuestro cristianismo de hoy?
a. Parecidos.
b. Diferencias.
4. Describe, con tus propias palabras, lo que entiendes por confesión en
sentido agustiniano.
5. ¿Sabes algo de san Agustín? Describe, con toda sinceridad y brevedad, lo
que en este momento sabes de él, antes de comenzar el presente curso.

Seguimos a Cristo en aquello en lo que lo imitamos (San Agustín, La santa


virginidad 27,27).
LECCIÓN 2. NACIMIENTO, INFANCIA Y PRIMEROS ESTUDIOS
(Edad: 1 a 15 años)

Nota preliminar

Todo lo que vas a leer acerca de san Agustín se apoya en dos fuentes muy
seguras: primero, las Confesiones del Santo, (lecturas 1 y 2); segundo, la "Vida
de san Agustín", escrita por san Posidio, compañero del Santo y a quien el
mismo Agustín llama "Santo hermano y coepíscopo mío"3. Es la biografía más
antigua que se conoce del obispo de Hipona (ver lección 8, lectura). Además,
tanto para la parte biográfica del Santo como para la parte histórica de la Orden,
se echa mano de autores connotados, pocos pero muy confiables. Son los que
aparecen en la bibliografía al comienzo. Sobresale en la actualidad, como
historiador de la Orden, Ángel Martínez Cuesta, OAR.

3
Carta 104,1,1.
30

1. Nacimiento

Agustín nació el 13 de noviembre del año 354. Aunque nacido de una madre
cristiana, no fue bautizado inmediatamente. Era común, sobre todo en el norte de
África, la costumbre de diferir el bautismo para una edad más avanzada.

“Se creía que los pecados cometidos después del sacramento de la


regeneración no podían ser expiados tan fácilmente como los cometidos
antes. Costumbre peligrosa que la Iglesia se apresuraría a condenar.
Muchos jóvenes, en efecto, animados a veces por sus padres: ‘Dejemos
hacer lo que quieran, porque no están todavía bautizados’, se
abandonaban a los vicios, con la seguridad de que un día el agua del
bautismo lavaría todas las manchas del pecado”4.

Mónica siguió la costumbre de su país y la tradición de la Iglesia, pero no dudó


en inscribir inmediatamente a su hijo entre los catecúmenos; el rito fue sencillo:
se hizo la señal de la cruz sobre su frente y en sus labios se puso un poco de sal
bendita. Así permanecerá por espacio de 32 años largos.

Juntamente con el alimento materno, la madre fue infundiendo en el corazón del


hijo el nombre de Cristo, nombre que nunca se apartará del corazón de Agustín,
ni siquiera cuando camine descarriado entre los herejes maniqueos (ver lección
4,5).

2. Ambiente familiar

“Agustín nos hizo saber poco acerca de su familia. […] Los especialistas
están de acuerdo en que los antecedentes raciales de Agustín eran
probablemente una mezcla de las razas predominantes en el norte de
África: bereber, fenicia y latina. […] La ortografía del nombre de la
madre de Agustín, Monica (Mónica), indica que ella era de origen
bereber”5.

La familia de Agustín no era rica pero sí distinguida y apreciada. Como se dijo


4
J. OROZ, ob. cit. 23; cf. Conf. I,11,18.
5
A. FITZGERALD, OSA, “Diccionario de san Agustín”. Editorial Monte Carmelo, Burgos, España, 2001,
556.
31

en la lección 1,1 y 4, pertenecía a la clase media. Su padre, Patricio, tenía una


pequeña propiedad y era empleado público: pertenecía al consejo municipal de
Tagaste. Mónica era noble y virtuosa, cualidades que la hacían respetable y
querida de todos.

De origen africano pero romanizado, la familia de Agustín hablaba latín y


solamente latín. Esta fue la lengua que él dominó completamente, en la que se
expresaba y escribía y la que le sirvió para su fecundo apostolado. La aprendió
desde niño, entre las caricias de las nodrizas, los juegos con los compañeros y
las enseñanzas de la madre6.

También aprendió el griego, pero apenas lo suficiente para consultar la Biblia


escrita en este idioma, e incluso para corregir las traducciones latinas que había
en el norte de África. Lo aprendió a la fuerza y bajo la amenaza de los castigos
en la escuela:

"Ni siquiera ahora acierto a comprender claramente por qué motivo


aborrecía yo las letras griegas, en las que se me había iniciado desde muy
niño"7.

Del púnico apenas conocía algunas palabras y nunca se expresaba en esta


lengua. Si alguna vez tenía que comunicarse con fieles que no sabían otro
idioma, debía usar intérprete.

Religiosamente, el hogar de Agustín era cristiano, aunque no totalmente:


Patricio era pagano y Mónica cristiana de tiempo completo. También había
diferencias de carácter: mientras el de Patricio era áspero y brusco, el de Mónica
era suave, persuasivo, paciente. El siguiente testimonio del mismo Agustín nos
habla de cómo andaban las cosas en su hogar:

"Era mi padre por una parte muy benigno y amoroso, por otra muy
6
Cf. Conf. I,14,23.
7
Ib. I,13,20.
32

iracundo y colérico; cuando ella lo veía enojado, tenía cuidado de no


contradecirle ni de obra ni de palabra; después, cuando la ocasión le
parecía oportuna, y pasado aquel enojo lo veía sosegado, entonces le
informaba bien del hecho, si acaso aquel enojo había nacido de su falta de
consideración y de no estar bien informado"8.

La paciencia de Mónica produjo excelentes resultados: logró que su esposo se


bautizara al final de su vida y muriera en la Iglesia Católica9.

Pero lo que más admiraba Agustín en su padre fueron los esfuerzos de éste para
darle una educación lo más completa posible, aún fuera de Tagaste:

“¿Quién no ponía entonces por las nubes a mi padre, un hombre que iba
más allá de las posibilidades de su fortuna para gastar con su hijo todo lo
que fuese necesario, incluso lo que ocasionara un lejano viaje por razón
de estudios? Porque muchos de sus conciudadanos, harto más ricos que
él, no se tomaban por sus hijos tal cuidado”10.

Seguramente querrás saber algo más sobre el resto de la familia de Agustín. De


hecho, hubo otros hijos en el hogar de Patricio y Mónica. Tuvieron, por lo
menos, dos hijos y dos hijas. Entre ellos, Navigio, quien se convirtió junto con
Agustín, y una hermana, cuyo nombre se ignora, aunque muchos la han llamado
Perpetua (pero sin fundamento alguno), que se casó, enviudó y fue superiora del
monasterio de Hipona fundado por san Agustín para mujeres (lec. 12,4 d); él
mismo la llama “La santa superiora, mi hermana” 11, pero sin dar el nombre.
¿Sería ella la madre del sobrino, de quien se hace mención en la lección 8,8?

“Cuando Agustín nació, Mónica tenía veintitrés años, pero él nunca


8
Ib. IX,9,19.
9
Cf. Ib. IX,9,22.
10
Conf. II,3,5.
11
Carta 211,4.
33

informó sobre el número o las edades de sus hermanos o hermanas. Así


que no podemos declarar con fiabilidad cuántos hijos dio a luz Mónica y
en qué orden. […] Agustín y Posidio mencionan una hermana, a quien la
tradición conoce con el nombre de Perpetua”12.

La figura de Aurelio Agustín, como se le llamó desde el principio, se destaca


rodeado de una intensa luz. Sus hermanos quedaron en la penumbra. De acuerdo
con las costumbres de la época, los apellidos no tenían importancia; por eso de
Agustín sólo se conoce el nombre.

3. Influencia de Mónica

Desde sus primeros años Agustín se manifiesta como un niño de ingenio vivo,
entendimiento despejado, muy amigo del juego y poco del estudio, fácil de
palabra y de encantadora conversación. Sin duda alguna era un verdadero líder,
el cabecilla del grupo, presagio del futuro dominador de almas.

Afortunadamente no tenemos que acudir a fábulas e imaginaciones para hablar


de la infancia de Agustín, como sucede a menudo con otros santos: si no se sabe
nada de ellos en sus primeros años, hay que inventar, echar mano de la
imaginación. En el caso presente, es el mismo Agustín el que nos habla de sí
mismo:

“No era desobediente por elegir otra cosa mejor sino por afición al juego.
Amaba en las competencias el orgullo de las victorias, me agradaba que
halagasen mis oídos con mentirosas fábulas, para sentir así más ardiente
comezón, y la misma ávida curiosidad hacía brillar más y más mis ojos
por los espectáculos, juegos de los mayores”13.

Mientras tanto ahí estaba Mónica, sembrando en su corazón la fe y la moral que


12
A. FITZGERALD, ob. cit. 557, columna. 2.
13
Conf. I,10,16.
34

ella había recibido en el hogar. Es el mismo Agustín el que habla de la madre en


varios textos de las Confesiones14; vale la pena leerlos con detención y, por qué
no, con veneración para darnos cuenta de cómo fue educada para luego educar a
sus hijos, empezando por el mismo Agustín, la gran esperanza de la familia.

Mónica había nacido en el año 331 en Tagaste, en el seno de una familia de


antiguas tradiciones cristianas. No se sabe cuándo se casó, pero sí sabemos,
como se acaba de decir, que tenía 23 años cuando nació Agustín, que parece fue
el primogénito de la familia. Su vida cristiana la describe así el Santo:

“Casta y sobria, asidua en la limosna, devota y sometida a tus santos; que


no dejaba pasar día sin llevar la ofrenda a tu altar; que dos veces al día,
mañana y tarde, sin fallar visitaba tu iglesia, y no para hablar vanamente y
charlar con las otras mujeres, sino para oír tu palabra y hacerte oír su
oración”15.

“En cierta ocasión, habiendo caído Agustín gravemente enfermo con una
violenta fiebre y fuertes dolores de estómago, hasta el punto de temerse
por su vida, pidió con insistencia el bautismo. Parece extraño este gesto
del niño, pero ciertamente se trata del efecto de las lecciones de la madre.
Mónica quiso satisfacer el deseo de su hijo; pero, de pronto, el enfermo
comenzó a mejorar, y el bautizo fue diferido para otra ocasión.

La influencia de Mónica en la formación de Agustín fue extraordinaria.


Eso se debe a la educación que ella misma había recibido en su casa
paterna”16 (ver lección 7, lectura).

4. La escuela de Tagaste

14
Cf. III,11 y 12; V,8 y 15; VI,1 y 2; IX,8-13.
15
Conf. V,9,17.
16
A. MORRÁS, Agustín de Hipona, 8.
35

Nada más duro para Agustín que tener que estudiar, a pesar de estar sobrado de
inteligencia frente a los otros niños de su edad. Prefería el juego, la calle, los
fraudes y las mentiras a estar sentado en los bancos de la escuela oyendo la
misma cantinela: “Uno y uno, dos; dos y dos, cuatro...”17.

Pero a lo que más le temía era a la férula o varita con la que el maestro castigaba
a los alumnos indisciplinados; por lo visto Agustín fue muchas veces castigado
con ella, pues no hay otra explicación de su sencilla oración de niño: “¡Oh Dios
mío, haz que no sea castigado hoy en la escuela!”18.

“Y no es que nos faltase, Señor, memoria ni inteligencia, que nos las diste,
por tu voluntad, suficientes para aquella edad. Pero nos agradaba jugar y
eso lo castigaban en nosotros quienes no obraban de otra suerte. Sólo que
las diversiones de los mayores llamábanse negocios y aunque las de los
niños sean de la misma especie, son éstos castigados por los adultos"19.

Ni la enfermedad anterior, ni los castigos, ni las amonestaciones de la madre


parecían corregirlo; al contrario, volvía a las fechorías siempre que se le
presentaba la ocasión.

“Cometía también hurtos en la despensa y en la mesa de mis padres, bien


dominado por la gula, bien para tener que dar a los muchachos que,
disfrutando en el juego tanto como yo, me vendían, no obstante, el jugar
conmigo. Y hasta en el juego hacía fraudes, dominado por mi vano afán
de sobresalir”20.

De todo lo anterior podemos deducir que no hay mayores diferencias entre el


niño Agustín y los niños de hoy. Se dice popular

mente que "los niños son iguales en todo el mundo" (y en todas las épocas).
Varían las condiciones ambientales y culturales, los sistemas de vida, los
progresos técnicos en que se levanta la niñez, pero, psicológicamente, parece
17
Conf. I,13,22.
18
Ib. I,9,14.
19
Ib. I,9,15.
20
Ib. I,19,30.
36

que… todos los niños son iguales.

No podemos deducir, por otra parte, que la niñez de Agustín hubiera sido
negativa y llena de pecados, como afirma él mismo en las Confesiones, donde se
da a sí mismo títulos despectivos como “Tan pequeño niño y tan gran
pecador”21; “Mis perversas sendas”22; “¿Qué cosa, en fin, más deforme a tus ojos
que yo mismo?23; “Quiero traer a la memoria las fealdades de mi pasado y las
carnales corrupciones de mi alma”24.

En el No. 6 se hablará de su índole, para luego sacar la conclusión de que en el


fondo era un muchacho bueno por naturaleza; y en la lección 11,3 se hablará del
fenómeno Agustín narrado y Agustín narrante (ver lectura de la presente
lección).

5. La escuela de Madaura (hoy Mdaourouch)

“Quizás era la primera vez que el niño Agustín salía de Tagaste. Madaura
21
Ib. I,12,19.
22
Ib. I,15,24.
23
Ib. I,19,30.
24
Ib. II,1,1.
37

presentaba el aspecto aristocrático de una gran ciudad, rica en


monumentos, sede importante de los estudios y de la cultura. Por todas
partes templos, arcos de triunfo, termas, pórticos, estatuas. Especialmente,
estatuas”25.

¿Por qué fue Agustín a Madaura? Ya se dijo (lec. 1,4): Tagaste sólo tenía
estudios elementales; lo que hoy podríamos llamar bachillerato había que
estudiarlo en otra parte.

Con miles sacrificios Patricio logró conseguir lo necesario para que su hijo
pudiera estudiar en Madaura durante 5 años (de los 11 a los 15).

Madaura estaba situada a 24 kilómetros de Tagaste. En su mayor parte era


pagana: Los monumentos, los estudios, la cultura en general era de contenido
pagano; sobre todo las estatuas, desnudas en su mayoría según la costumbre
pagana, impresionaron de tal forma la mente viva y sensible de Agustín, que
llegó incluso a identificarse con algunos de los personajes que representaban,
como es el caso de Apuleyo, hijo de Madaura, orador, filósofo, taumaturgo a lo
pagano; casi todos los africanos hablaban de él y sus paisanos prácticamente lo
divinizaron. Sus milagros eran considerados por los paganos como superiores a
los de Jesucristo.

Agustín estaba en la edad precisa de la imitación; es la época en que los niños y


adolescentes necesitan ídolos, modelos para imitar; probablemente se
despertaron en él los deseos de emular a Apuleyo y a otros.

La vida en Madaura no era apta, pues, para el cristianismo; la fe del niño


comenzó a debilitarse, los consejos de la madre fueron pasando a un segundo
plano y las prácticas religiosas,

ahogadas por el paganismo, no encontraron terreno abonado para seguir


existiendo. Por más que un muchacho de la edad de Agustín hubiera querido
perseverar, le hubiera sido muy difícil.
25
J. OROZ, ob. cit. 30.
38

“El hijo de Mónica se iba olvidando de las lecciones de su madre y, al


mismo tiempo, se alejaba del cristianismo. Y esto era el efecto no sólo de
la influencia, invisible y poderosa al mismo tiempo, de la vida de su
alrededor, sino también de la enseñanza profundamente imbuída de
paganismo”26.

¿Qué hizo Agustín en Madaura? Ante todo leyó mucho, especialmente los
clásicos latinos: Horacio, Ovidio, Cátulo, Plauto, Terencio y, sobre todo, Virgilio
que casi se lo aprendió de memoria y a quien recordará ya adulto en sus escritos.

Pero especialmente estudió lo que correspondía al “pensum” de su tiempo:


Gramática y Retórica o arte de hablar bien en público.

El estudio de la Gramática era realmente matador:

“El pasaje se leía primero en voz alta o se recitaba de memoria: se daba la


máxima importancia a la dicción y a la puntuación. La puntuación a veces
no era cierta, y entonces era precisa la ayuda del maestro. Como quiera
que los libros tenían que ser copiados a mano, se comprende que había
muchas variantes, y el maestro escogía la que más se conformaba con sus
gustos.

Ofrecía también comentarios sobre el estilo del pasaje: el comentario


literal y la explicación de cada una de las palabras contenidas en el texto.
La explicación literal comprendía una buena parte de etimología. La
explicación y el comentario eran tan exhaustivos que, con mucha
frecuencia, se perdía por completo el sentido general del pasaje, y el libro
como conjunto desaparecía para convertirse en palabras aisladas cuyas
sílabas y cuyas letras se analizaban hasta en sus más pequeños detalles”27.

El estudio de la Retórica era igualmente meticuloso; el autor preferido era


Cicerón.

“La enseñanza de la retórica era, en parte teórica, y en parte, práctica. La


26
J. OROZ, ob. cit. 30.
27
Ib. 31.
39

finalidad era la elocuencia, que se podía emplear para demostrar un


asunto, para probar una causa ante los tribunales, o para convencer a uno.
La teoría se remontaba más allá de la época de Cicerón: a los tiempos del
movimiento sofístico en Atenas a finales del siglo V a. de C. Apenas sí
había cambiado al pasar los años. Se enseñaba a descubrir lo que tenía
que decir y a emplear el orden debido en su exposición.

La práctica, sin embargo, era lo importante y ocupaba la mayor parte del


tiempo de las lecciones. El alumno se ejercitaba en cursos preparatorios
que iban aumentando la dificultad de modo creciente. Agustín parece
tener un recuerdo en las Confesiones en torno a uno de esos ejercicios
preparatorios, llamado ‘descripción del carácter’.

Aunque desde nuestro punto de vista, los métodos empleados entonces


pueden parecernos vacíos, fríos y carentes de interés, hay que confesar
que al menos se aguzaba el ingenio de los jóvenes. Y al margen de los
análisis formales, de las definiciones, divisiones y subdivisiones sutiles,
hechas según unos cánones ya fijos e invariables, hay que reconocer que
al menos en algunas ocasiones, las digresiones, la imaginación y la
emoción de los alumnos tenían suma importancia. Y, en todo caso, se
adquiría un conocimiento preciso y detallado del lenguaje.

Tal vez no era un conocimiento como el que pueda ofrecer la etimología


de nuestros días, pero el análisis meticuloso de las palabras, de las sílabas
e incluso de las letras ponía de manifiesto el sentido preciso de los
vocablos”28.

La cita anterior ha resultado extensa, pero precisa y clara para entender el estilo
que Agustín usará más tarde en todos sus escritos. La estadía en Madaura lo
marcó para toda su vida, pues

durante su ministerio pastoral echará mano de las técnicas aprendidas, por


ejemplo cuando da algunos preceptos de retórica en su obra sobre La Doctrina
cristiana, libro IV, o cuando se trata de vencer a los herejes.

28
Ib. 32s.
40

Patricio y Mónica se sentían orgullosos y tranquilos con su hijo, al menos en el


aspecto de formación intelectual, pues poco a poco lo iban sacando adelante y
cada vez ponían más las esperanzas en él.

6. Índole de san Agustín

“Grácil de cuerpo, vivacísimo de espíritu, Agustín tuvo por naturaleza un


ánimo bueno, afectuoso, señoril; pero a la vez decidido y fuerte. Cosa que
recordaba a su madre. Fue amante del orden, de la quietud, de la amistad;
pero sobre todo de la verdad. Se conmovía fácilmente, despreciaba la
iniquidad y, cuando la ocasión lo requería, era inconmovible en sus
propósitos”29.

Pero nadie más indicado que el mismo Agustín para decirnos quién y cómo era
él:

“Porque yo existía entonces y vivía y sentía y tenía cuidado de la


integridad de mi persona, vestigio de la secretísima unidad, de donde tuve
el ser. Guardaba también con un sentido interior la integridad de mis
sentidos y hasta en mis pequeños pensamientos sobre pequeños asuntos
me complacía en la verdad. No quería ser engañado, disfrutaba de buena
memoria, iba instruyéndome en el decir, me deleitaba en la amistad, huía
del dolor, de la bajeza, de la ignorancia; ¿Qué había en un ser viviente tal,
que no fuese admirable y digno de alabanza?”30.

Las dos citas anteriores no necesitan ni comentarios ni explicación; bastan por sí


solas para sacar las siguientes conclusiones sobre su índole o modo natural de
ser:

a. Intelectualmente estaba, como se dijo antes, sobrado; dos ejemplos lo


confirman: leyó y entendió por sí solo las famosas "categorías" de
Aristóteles; famosas no sólo por el contenido sino por el miedo que infundían
en los alumnos cuando llegaba la hora de estudiarlas en la escuela.
29
A. TRAPÉ, ob. cit. 18.
30
Conf. I,20,31.
41

Leyó también y comprendió por sí mismo todas las “artes liberales”, así
llamadas porque su estudio era monopolio de los libres y estaba prohibido a
los esclavos y (lec. 5,2).

b. Fue, por otra parte, muy expansivo y rico de fantasía; todo lo observaba con
atención, especialmente la naturaleza creada; esta su fantasía tuvo un terreno
muy bien abonado en Tagaste; ya se habló de su geografía (lec.1,4). En todos
sus escritos, especialmente en los sermones, se manifestará esta cualidad y le
ayudará a ser más agradable a los oyentes (lec. 6,4)31.

c. Delicado y respetuoso con sus padres, especialmente con la madre, la cual,


por boca de Agustín, da el siguiente testimonio de él:

“... me llamaba ‘buen hijo’, y mencionaba con un inmenso sentimiento de


ternura que jamás había oído salir de mi boca contra ella ni una palabra que
sonase a injuria”32.

d. Otra prueba de la índole naturalmente buena de Agustín es su rechazo a los


eversores o revoltosos; se trata de un grupo de estudiantes, inquietos y
perturbadores, expertos en sabotear las clases en las escuelas. No los soportó
ni como compañeros de estudio ni como alumnos en Cartago (lec. 5,6).

e. El otro aspecto que se ha de tener en cuenta es el sentimiento y el culto que


rindió a la amistad; sobre este tema habría mucho qué decir de san Agustín
(lec. 3,2 c; 4,8).

f. Junto a la amistad, el amor a la sabiduría, entendida no como simple ciencia


humana, como la de un “sabelotodo”, sino la sabiduría que nos une a Dios.

g. Finalmente, su amor a la verdad. Si había algo contrario a su naturaleza era la


hipocresía, la doblez, las verdades a medias. Aquí está en gran parte la razón
31
Cf. CARDONA, Carlos, San Agustín y el libro abierto de la creación, Ed. Kimpres, Bogotá, 2ª. edición,
2002.
32
Ib. IX,12,30.
42

del éxito que tuvo en su lucha contra los herejes: primero se informaba muy
bien sobre los hechos y luego los analizaba. Es lo que se llama “honestidad
científica” (lec. 9,4)

Agustín no era, pues, como suele decirse, un pervertido, un pecador


empedernido; era simplemente un hombre bueno pero descarriado, y el hecho de
andar descarriado no quiere decir que sea malo.

LECTURA
Valor histórico de las Confesiones

“Las Confesiones de san Agustín no son una autobiografía rigurosa, pero sí una
obra rigurosamente histórica, lo mismo cuando habla contra sí que cuando habla
en su favor. San Agustín era de un temperamento esencialmente sincero y amigo
de la verdad. Cuando escribe sus Confesiones se halla ya en las cumbres de la
santidad. Si a veces se hallan en ellas frases de extremado rebajamiento,
declarándose "el más pecador de los hombres", "un abismo de corrupción" o "un
monstruo de iniquidad", estas frases no tienen en él más sentido que el que
tienen en boca de los santos, que no implican sino un aspecto parcial y relativo
de la realidad objetiva. En las Confesiones hay que distinguir, además, el hecho
del comentario. San Agustín expone ordinaria

mente el hecho de modo escueto y riguroso, y sobre él se extiende luego en


amplios y sutiles comentarios. Véase, por ejemplo, el hecho del robo de las
peras, referido en el capítulo 4 del libro II, al que sigue luego un comentario de
varios capítulos"1.
1
Tomado de Las Confesiones, Edición BAC, 1979, Prólogo, 41.
43

Así comienza el libro II:

"Quiero ahora recordar las fealdades de mi vida pasada, las corrupciones


carnales de mi alma; no porque en ellas me complazca, sino porque te amo a Tí,
mi Dios. Lo hago por amor de tu Amor, recordando en la amargura de una
revivida memoria mis perversos caminos y malas andanzas. Para que me seas
dulce Tú, dulzura no falaz, dulzura cierta y feliz; para que me recojas de la
dispersión en la que anduve como despedazado mientras lejos de Tí vivía en la
vanidad".

Cuestionario

1. ¿Qué concepto había del bautismo en tiempos de san Agustín?


2. Crees que hoy también existen conceptos erróneos acerca del bautismo?
¿Cuáles?
44

3. Describe un hogar moderno, pero que tenga sus parecidos con el de Agustín.
4. ¿Qué entiendes por “índole” de una persona?
5. ¿Qué es lo que más te llama la atención de la índole de Agustín y por que?
6. Cuando oyes decir a alguien que san Agustín era un “pervertido”, un
muchacho “muy malo”, ¿qué le responderías?
7. De acuerdo con lo que has aprendido hasta ahora, ¿crees que san Agustín
manifestaba ya indicios de vocación religiosa o sacerdotal?
8. Escribe algunos parecidos entre un muchacho de hoy, de 7 a 15 años, y el
Agustín de la misma edad.

¿Cómo van a seguir a quien no quieren acercarse? Y ¿cómo se van a acercar a


aquel de quien no quieren aprender la enseñanza: “Que soy manso y humilde
de corazón?” (La santa virginidad 51,52).
LECCIÓN 3. LOS AÑOS DIFÍCILES. CARTAGO
(Edad: 16-17 años).

1. Adiós a Madaura

Hasta ahora hemos visto a Agustín evolucionando casi que normalmente, como
todos los muchachos, en los diferentes aspectos: intelectual, piscológico,
afectivo. Y, como a todos los muchachos que, pasada la adolescencia entran en
la juventud, también a él le llegó la crisis que se prolongó hasta la conversión.

La crisis aumentó cuando, terminados los estudios en Madaura, tuvo que


regresar a Tagaste.

“Precisamente aquel mismo año habíanse interrumpido mis estudios. Se


me había trasladado de Madaura, la ciudad vecina, por la cual había
empezado mis andanzas con el propósito de formarme en las letras y en la
retórica1”.

Ahora la mira estaba en Cartago, la gran metrópoli comercial e intelectual del


África romana. Era la ciudad más indicada para

1
Conf. II,3,5.
46

adelantar los estudios superiores, definitivos para estabilizarse en la vida como


profesional. Pero antes de realizar este viaje tendrá que pasar un año, fatal para
él, en Tagaste.

Regresó, pues, a Tagaste completamente cambiado, no sólo con un cuerpo más


desarrollado sino también con la mente vacía de Dios y llena de recuerdos poco
saludables; las lecturas de los clásicos lo seguían por todas partes; las estatuas
desnudas, el rapto de doncellas, la violación de jovencitas y los amores ilícitos
eran el pan que alimentaba su mente en crisis, todo esto descrito a lo pagano,
con elegante obscenidad. No significa que él hubiera caído en estos vicios, pero
sí lo afectaron profundamente.

Agustín permaneció un año entero en su casa paterna; no se sabe a qué se dedicó


—además del ocio—, si ayudaba a sus padres en los quehaceres de la casa y del
campo o si se ocupaba en otros menesteres útiles. Lo más seguro es que se
entregó a la vagancia y a las fechorías, ahora mayores que las de simple niño.
No es fácil que un muchacho, después de una estadía larga por fuera, regrese a
su tierra y trabaje en el campo.

Mientras tanto sus padres, y especialmente Patricio, comienzan a pensar en lo


económico; si antes pudieron tenerlo 5 años en Madaura a expensas de sus
propios recursos, ahora las cosas en Cartago harán cambiar el presupuesto
familiar. Los estudios superiores nunca han sido baratos; por eso deben buscar la
ayuda de algún amigo, que tardará un año en aparecer.

2. El alimento de la crisis

El libro II de las Confesiones está dedicado al año 16 de su existencia; es el año


que más recuerdos tristes dejó en san Agustín, el año de los pecados tan
vergonzosos como el famoso robo de las peras.
47

Podemos reducir a cuatro los principales hechos que alimentaron la crisis: el


despertar del amor y de la sexualidad, la ociosidad, las malas compañías y la
falta de control y disciplina.

a. El despertar del amor y de la sexualidad.

“Y ¿qué era lo que me deleitaba sino amar y ser amado? Pero yo no me


contenía en los límites de un cambio de alma a alma, hasta donde se
encuentra la frontera luminosa de la amistad. Por el contrario, del fango
de la concupiscencia carnal y de la efervescencia de la pubertad
exhalábase un vaho que cubría de nubes y ofuscaba mi corazón hasta el
grado de que no se distinguía la serenidad del afecto de la niebla de la
sensualidad”2.

“Amando amar, buscaba en qué depositar mi amor y detestaba la


seguridad y el camino sin tropiezos... Amar y ser amado me resultaba más
dulce cuando podía gozar también del cuerpo del ser amado”3.

No sé si habrá texto tan claro como los anteriores para decirnos cómo fue el
despertar de san Agustín al amor y a la sexualidad. Ni debe extrañarnos un
fenómeno que, por lo demás, es común a todos los seres humanos.

El amor en san Agustín será su bandera, el tema preferido en todos sus escritos;
por eso en muchas imágenes se lo representa con el corazón en la mano.

El ser humano ha nacido para amar; sin el amor es imposible subsistir


normalmente. El problema está en confundir el amor con la pasión desordenada,
y esto fue lo que le sucedió a san Agustín. Según sus propias palabras, “manchó
el amor” con amores desordenados:

“Porque hubo un tiempo en mi adolescencia, en que me abrasé por


saciarme de las cosas de acá abajo y no temí convertirme en

2
Conf. II,2,2.
3
Ib. III,1,1.
48

una selva de amores sombríos y diversos y se marchitó mi hermosura y


me descompuse a tus ojos por agradarme a mí y desear agradar a los ojos
de los hombres”4.

En otras palabras, se juntaron en su espíritu por una parte, la concupiscencia


carnal, propia de todo ser humano, y, por otra, la natural efervescencia de la
pubertad:

“Una y otra fermentaban mezcladas y arrebataban mi juventud sin apoyo


por los senderos abruptos de las pasiones y la sumergían en el abismo de
los vicios”5.

¿Cómo fue este abismo y hasta dónde bajó san Agustín? Es imposible saberlo,
pero de todas maneras debió caer muy profundo, pues él mismo lo repite varias
veces.

b. La ociosidad.

Madre de todos los vicios, lo es principalmente de las faltas contra la castidad.


Que san Agustín haya estado ocioso no hay lugar a dudas: lo afirma él mismo:

“Pero, cuando en aquel año decimosexto un intervalo de ocio impuesto


por las estrecheces familiares me dejó libre de ir a la escuela y comencé a
vivir en compañía de mis padres, se elevaron por encima de mi cabeza las
zarzas de la sensualidad sin que hubiera mano alguna que las arrancase”6.

Se queja san Agustín de que nadie le dio la mano. Es la misma excusa de


siempre: "no me dijeron", "no me explicaron", "no me advirtieron"... Son los
eternos mecanismos de defensa. Nunca ha sido fácil echarse la culpa a sí mismo;
es más cómodo echársela a los demás. Tal era la actitud de Agustín, la misma de
muchos jóvenes aun hoy día.

Pero en realidad, ¿estaba Agustín tan solo, abandonado a su propia suerte? De


4
Ib. II,2,1.
5
Ib. II,2,2.
6
Ib. II,3,6.
49

ninguna manera. Mónica se encontraba presente, no sólo con el cuerpo sino con
sus consejos y orientaciones. El problema estaba en él mismo y así lo reconocerá
más tarde:

“Quería ella […] que no fornicase, y, sobre todo, que no adulterase con la
mujer de nadie. (Pero) yo escuchaba los consejos de mi madre como los
discursos de una mujer a los que daría vergüenza obedecer”7.

c. Las malas compañías.

“...iba precipitándome con tan obstinada ceguera que, entre los


compañeros de mi edad, me avergonzaba de ser menos desvergonzado
que ellos, cuando los oía jactarse de sus bajezas y vanagloriarse tanto más
cuanto más torpes eran”. […] Ved en qué compañías recorría yo las largas
avenidas de Babilonia y me revolcaba en su barro”8.

Son muchísimas las veces que san Agustín habla de la amistad; por naturaleza
nunca podía vivir solo; desde niño hasta su muerte preferirá siempre vivir
acompañado, y esta será más tarde la condición o característica esencial de su
monacato. Adelantándonos un poco, podemos decir que él es el fundador de la
vida común en la Iglesia, o, por lo menos, el inspirador de un estilo peculiar de
ser comunidad (lec. 12,2).

La amistad tiene sus estadios, su proceso de desarrollo; en este momento de su


vida Agustín está experimentando los efectos de lo que él mismo llama “la
amistad enemiga”, refiriéndose al robo de las peras (ver No. 3).

d. La falta de control y disciplina.

Agustín se encuentra en la etapa psicológica en que se está saliendo de la


adolescencia para entrar en la juventud. Este

paso es delicado por la confusión que crea en el joven: actúa todavía como
7
Ib. II,3,7.
8
Ib. II,3,7.8.
50

adolescente y quiere que lo traten como adulto; rechaza la disciplina cuando más
la necesita; se siente hombre cuando todavía le quedan rezagos de niño; y, sobre
todo, se le despierta, al lado de la sensualidad y el amor, el sentido de la
independencia como resultado de todo lo anterior.

“Además, se me aflojaban las riendas para el juego, por un exceso de


moderación en la severidad, que conduce a un desenfreno de las diversas
pasiones, y en todo había una niebla que me ocultaba, Dios mío, la vista
de tu verdad serena. La iniquidad brotaba como de mi propia naturaleza”9.

Si la ociosidad engendra los vicios, la falta de disciplina los alimenta y, podemos


decir, los da a luz; especialmente los vicios contra la castidad, como se dijo
antes. Los tres primeros capítulos del libro II de las Confesiones no hacen más
que repetir lo que se acaba de afirmar.

3. El robo de las peras

Vale la pena dedicarle unas líneas a este hecho, el que más lágrimas le costó a
san Agustín y al que dedica los capítulos 4 al 10 del libro II de las Confesiones.
Siguiendo nuestro método, exponemos el hecho tal como nos lo presenta el
Santo:

“Había en las inmediaciones de nuestra viña un peral cargado de peras,


que ni por su aspecto ni por su sabor eran tentadoras. A sacudirlo y
despojarlo corrimos una pandilla de muchachos en plena noche —pues
siguiendo una deplorable costumbre, hasta esas horas habíamos
prolongado en las eras nuestros juegos— y sacamos de allí una enorme
carga de frutas, no para comérnoslas sino para echárselas a los cerdos; y
aunque comimos algunas, lo esen

cial para nosotros era hacer lo que nos daba la gana precisamente porque
9
Ib. II,3,8.
51

estaba prohibido”10.

En un extenso comentario de 6 capítulos, es el mismo autor el que saca las


siguientes conclusiones:

a. Todas las malas acciones tienen una motivación, que consiste en la


inclinación inmoderada hacia los bienes inferiores o terrenos con
menosprecio de los superiores o celestiales. En otras palabras, las malas
acciones consisten o en usar mal de las cosas buenas, o en preferir las malas a
las buenas (cap. 5).

b. Las peras del vecino no eran mejores que las de su casa; tampoco las
necesitaba, pues en su hogar tenía comida suficiente. Luego lo único que
perseguía era el mal por el mal, el mal gratuito, que consiste simplemente en
pecar por pecar, por hacer el daño. Y aquí está la explicación de la
intranquilidad que este acto le produjo a Agustín: el haber pecado “por
deporte” (cap. 6).

c. Se necesita la gracia de Dios, no sólo para preservarse del mal, sino también
para borrarlo si se ha cometido (cap. 7).

d. Las compañías arrastran; san Agustín reconoce que él solo nunca habría
cometido tal robo y concluye:

“¡Oh amistad demasiado enemiga, inescrutable seducción del espíritu!


¡Ganas de perjudicar por juego y por burla! ¡Afán de hacer daño a otro sin
buscar provecho propio, sin asomo alguno de deseo de venganza! Basta
que se diga: ‘¡Vayamos! ¡hagámoslo!, y da vergüenza no ser desver-
gonzado"11.

e. Aún el pecado nos acerca a Dios si lo reconocemos y nos arrepentimos; por


eso el final del libro II es una corta y hermosa oración a Dios (cap. 10).

4. Rumbo a Cartago
10
Ib. II,4,9.
11
Ib. II,9,17; cf. capítulos 8 y 9 de este mismo libro.
52

“A fuerza de estrecheces y economías, sus padres pudieron reunir al


menos una parte de la cantidad necesaria que le permitiera realizar los
estudios en la gran metrópoli. Un rico compatriota, llamado Romaniano,
que no se sabe cómo se había encariñado de Agustín y que le testimonió
siempre un vivo afecto, completó lo que faltaba y puso generosamente
sus riquezas a su servicio. Ya nada retenía al joven en Tagaste, y Cartago
le esperaba. Sin duda alguna, Agustín considerará como uno de sus
mejores días la fecha en que pudo marchar a Cartago”12.

Ir a Cartago, para un joven como Agustín, era tan emocionante e impactante


como ir hoy al extranjero, y todos conocemos el entusiasmo que se siente con un
viaje como éste. Máxime si se tiene en cuenta qué era Cartago en esa época.

“Fundada como colonia en torno al 814 a. C. por navegantes fenicios […]


pronto se destacó como potencia mercantil y naval, sustituyendo a Tiro en
su condición de metrópoli. […] El auge de Roma provocó la aparición de
conflictos entre ambas potencias, que desembocaron en tres grandes
enfrentamientos armados, que se conocen como guerras púnicas. La
ciudad vivió un nuevo florecimiento en tiempos de Augusto. En 698 fue
destruida por los árabes”13.

Actualmente se sigue llamando con el mismo nombre: Cartago. En el momento


de llegar allí Agustín, estaba en todo el esplendor de su poder y de su riqueza,
pero también de sus vicios:

“Son muchos los testimonios de los antiguos coincidentes en señalar la


provincia de África como una de las más licenciosas del Imperio. Y
dentro de África se llevaba la palma la opulenta y celebérrima Cartago,
que mereció ser llamada la ciudad del placer. […] Salviano, quien nos ha
legado una patética descripción de las corrompidas costumbres de la
antigua metrópoli fenicia (De gubernatione Dei, VII,16), nos asegura en
términos retóricos que

resultaba tan difícil encontrar en África un africano casto, fuese o no


12
J. OROZ, ob. cit. 42.
13
NUEVO ESPASA ILUSTRADO (Diccionario), Ed. Espasa Calpe, S. A., España, 2000.
53

cristiano, como encontrar un africano que no fuera africano”14.

Destruida completamente por los romanos, de sus ruinas surgió una nueva
ciudad que no tenía parecido con la anterior. Pronto se convirtió en el primer
centro comercial del norte de África; sus comunicaciones eran especialmente
con Roma, Grecia y otros países del sur de Europa. La situación geográfica era
privilegiada y por eso muy pronto fue escogida por colonos romanos, griegos,
sirios y judíos como su nuevo lugar de residencia.

Se encontraban allí hombres de toda religión, raza y lengua, aunque seguía


predominando el latín; los comerciantes, empleados y marinos del puerto
hablaban el griego, mientras que los indígenas usaban su idioma, el púnico.

Pero ante todo Cartago era el centro cultural de África; los estudios no eran
mejores que los de Roma, Atenas o Antioquía, pero al menos sí más baratos y
más al alcance de los africanos. Era el único lugar donde los jóvenes podían
realizar sus sueños intelectuales: graduarse en retórica.

El que estudiaba y se especializaba en retórica tenía su futuro prácticamente


asegurado en algún tribunal, en otros centros educativos como profesor o, por
qué no, hasta en la misma corte imperial; este será el caso de Agustín cuando
viaje a Milán (lec. 5,7).

Cuando llegó a Cartago, a finales del año 370 o comienzos del 371, se vio entre
el grupo de los famosos eversores o revoltosos (lec. 5,6), pero ante todo, se vio
entre los vicios más degradantes del África romana; basta conocer la primera
impresión que tuvo al llegar allí, que no es ninguna exageración del Santo si se
tiene en cuenta lo que se dijo acerca de Cartago:

“Llegué a Cartago y por todas partes crepitaba en torno a mí un hervidero


de amores impuros. Aún no amaba, pero amaba amar y

con profunda indigencia me aborrecía a mí mismo por ser menos


14
Conf. III,1,1, nota, Editorial Porrúa.
54

indigente”15.

Esta primera impresión debió ser impactante: con crisis interiores y en un


ambiente abonado para la sensualidad, es de pensar que el traslado a Cartago, si
fue un alivio en el aspecto intelectual, fue también un agobio moral, pues allí las
pasiones siguieron haciendo estragos en su interior.

Este hervidero de amores impuros “tenía mucho que ver con el ardor de
Agustín”16. Si a los amores impuros de la ciudad se agregaban los que Agustín
llevaba por dentro, no es de extrañar que describa su llegada a Cartago de una
manera tan dramática. Cabe anotar que más tarde, ya de obispo, irá unas veinte
veces a Cartago (lec. 10,4; 13,1) y nunca volverá a hablar de amores impuros.
¿Se habían acabado éstos en la ciudad o en su interior? Lo más probable es lo
segundo.

5. La mujer amada. El hijo

“Con todo, incluso en sus mismas faltas, Agustín conservó siempre una
cierta reserva. No tardó en unirse a una sola mujer, con la que vivió
maritalmente y a la que guardó siempre perfecta fidelidad. Pronto esta
mujer le dio un hijo que llamó Adeodato. Tal vez él no lo había querido,
pero como Dios se lo dio no pudo por menos de amar con todo su corazón
a un niño que era suyo. Él lo conservó siempre consigo. Lo educó con
cuidado, y cuando plugo a Dios llamarlo para sí en la flor de la
adolescencia, experimentó una profunda tristeza"17.

Lo anterior sucedió un año después de su llegada a Cartago. El nombre de la


compañera nunca se ha sabido, pues el mismo

Agustín no lo da en ninguno de sus escritos 18, aunque sí describe la manera


15
Conf. III,1,1.
16
P. BROWN, Biografía de Agustín de Hipona. Ediciones Castilla, Madrid, 1970, 44.
17
J. OROZ, ob. cit. 44. “Adeodato” viene del latín a Deo Dato = dado por Dios.
18
El nombre de “Melania”, que se le ha dado a esta compañera, no tiene ningún fundamento; posiblemente se
55

como cayó en los “lazos del amor”:

"Vine a caer en el amor, del que deseaba ser presa. ¡Dios mío,
misericordia mía! ¡De cuánta hiel me rociaste aquella suavidad y cuán
bueno fuiste al hacerlo! Porque logré ser correspondido y llegué
secretamente al gozo que encadena y me iba enlazando alegremente con
nudos de miserias para ser azotado con las varas de hierro candente de los
celos, de las sospechas, de los temores, de las iras y de las contiendas”19.
Pero hay algo más, que Agustín juzga de suma gravedad y que a la hora de la
verdad no pasa de ser una aventura más: es el hecho de haber aprovechado la
iglesia para sus coqueteos:

"Me atreví a codiciar frutos de muerte y a intentar el modo de


procurármelo aun durante la celebración de tus solemnidades, dentro de
los muros de tu iglesia”20.

“Se acostumbra ver aquí una alusión a su primer encuentro con la que
había de convertirse en su fiel compañera y en la madre de su hijo, que,
desde luego, era cristiana”21.

Muchos hoy se admiran y hasta se escandalizan de que un santo de la talla de


Agustín, monje, sacerdote y obispo, haya vivido 14 años con una mujer y haya
tenido un hijo; y hasta se basan solamente en esto para decir que era un gran
pecador, como si el ser o no ser pecador se midiera únicamente por el sexo y los
afectos. Más adelante se verá que el principal pecado de Agustín tiene relación
con la fe católica, y no con el sexo. Precisamente cuando su madre Mónica no lo
reciba en su casa no será por llegar con una mujer sino por haber perdido la fe
(lec. 4,6). Pero, sobre todo, su pecado más grave es el orgullo. Por lo tanto,

“el juicio que no raramente se da de este episodio es inexacto y necesita


revisión. No fue un acto de disolución, sino un dique contra ella.

la ha
confundido con la Melania de que se habla en la lección 13,2, nota 2.
19
Conf. III,1,1.
20
Ib. III,3,5.
21
Conf. 3,5, nota, Ed. Porrúa.
56

Disolutos eran aquellos, muchos en verdad, que se abandonaban a una


vida vaga en el vicio, y que presumían de ella. Cartago era famosa por
esto. El incentivo venía de los teatros y de las celebraciones de la diosa
Celestis. Agustín se dio cuenta a tiempo del vértigo que lo iba
absorbiendo y quiso librarse, volviendo al aire libre de la honestidad. Se
empeñó, por tanto, en una forma estable de convivencia con una mujer
que, si no era todavía un verdadero matrimonio, era algo cercano, como si
fuera un matrimonio de ‘segundo orden”22.

Podemos hacer, pues, las siguientes aclaraciones sobre el caso que nos ocupa:

a. Agustín no era todavía cristiano, pues aún no estaba bautizado; luego no le


obligaban las leyes de la Iglesia Católica.

b. Tal actitud era lícita y hasta honorable a los ojos de la gran sociedad de
entonces. Más aún, el hombre eternamente soltero era mal visto.

c. Agustín fue siempre fiel a su compañera durante los 14 años que vivieron
juntos; si se tiene en cuenta que la fidelidad conyugal era escasa en esa
época, aún entre personas casadas por la Iglesia, hay que concluir que
Agustín en esto se nos presenta como un modelo de cumplimiento de las
leyes morales y no como su transgresor; por algo él insiste en el hecho de la
fidelidad en medio de un ambiente adverso a esta virtud. Estas son sus
propias palabras:

“En aquellos años tenía una mujer. No la había conocido en eso que se
llama unión legítima, sino que la había descubierto mi pasión errabunda,
carente de prudencia. Pero una nada más y le guardaba fidelidad en el
lecho”23.

d. No sobra insistir en el hecho de que esta unión le sirvió para apaciguar las
pasiones; de dos males, hay que escoger el menor, y era menor mal estar
22
A. TRAPÉ, ob. cit. 24s.
23
Conf. IV,2,2.
57

unido a una sola mujer, aunque fuera en unión ilegítima, por amor, que a
varias por pasión.

e. Finalmente, la manera como crió y educó a su hijo indica igualmente que era
la fidelidad en el amor y no la pasión lo que le impulsaba a tal acto.

LECTURA

El verdadero Agustín.

“La insistencia de Agustín en acusarse de haber ofendido la moral durante su


adolescencia y juventud suele dejar la impresión de que fue un gran pecador.
Pero la verdad es que resulta difícil tomar en serio las necedades que hacía
cuando frisaba en los quince años. Adolescente ocioso, frecuentaba los baños
públicos y correteaba por las calles, bien entrada la noche, con poco
recomendables camaradas. Pero no era tan vicioso como sus compañeros, lo
cual es ya un índice de dignidad moral y de aspiración hacia lo mejor. Uno de
sus futuros adversarios, el obispo donatista Vicente de Cartena, reporta que
Agustín era conocido entre los estudiantes como un muchacho tranquilo y
ejemplar. Juicio que resulta harto más verosímil que los de tantos autores que,
por haber tomado demasiado al pie de la letra la retórica agustiniana, nos lo
pintan como un estudiante escandaloso y bullanguero"24.

Cuestionario

24
Conf. II,3,8, nota 7, Editorial Porrúa.
58

1. Enumera algunos de los males que produjo la ociosidad en el joven Agustín.


2. Según sus propias palabras, ¿por qué Agustín no hacía caso a los consejos de
Mónica?
3. Cómo influía el qué dirán en el joven Agustín?
4. A propósito del robo de las peras, ¿qué conclusión sacó san Agustín sobre la
amistad?
5. ¿Estaba contento Agustín entre sus compañeros de Cartago?
6. En su interior, ¿era Agustín realmente tan perverso como aparece por fuera y
como se describe é mismo en las Confesiones?
7. ¿Crees que el hecho de haberse unido a una mujer le trajo algún bien a
Agustín? ¿Cuál?
8. ¿Qué opinas de los que hoy se escandalizan de que un santo como Agustín
haya vivido con una mujer y tenido un hijo?

Vuelve a ti mismo y allí encontrarás la guerra. ¿Empezaste a seguir a Dios?


Pues allí mismo encontrarás guerra (Tratados sobre el Evangelio de san Juan,
34,10).

LECCIÓN 4. EN BUSCA DE LA VERDAD


(Edad: 18-21 años)
59

1. El estudiante universitario

La llegada de Agustín a Cartago estuvo marcada por un hecho triste: la muerte


de su padre Patricio; allí recibió la noticia poco después de haber llegado. No
deja de ser extraño que mientras a Mónica le dedica, entre otros muchos, 6
capítulos (del 8 al 13) del libro IX de las Confesiones, hablando especialmente
de su muerte, de la de Patricio, por el contrario, apenas hace alusión de pasada;
el único texto donde se nos habla de este hecho es III,4,7: “... cuando tenía 19
años y hacía ya dos que había muerto mi padre”. No se trata de ausencia de
dolor; la ingratitud es ajena al corazón de Agustín. Ya se habló de su alabanza y
admiración por su padre a raíz de los sacrificios que se impuso para darle
estudio (lec. 2,2).

A partir de la muerte de Patricio, será Romaniano quien tomará su puesto en


cuanto al apoyo moral y económico.

Agustín llegó a Cartago con un grado de madurez y seriedad adquiridas a fuerza


de errores y hasta de pecados en Tagaste.

Pero sobre todo llegó muy motivado por los sacrificios y expectativas de sus
padres; no los podía defraudar, y de hecho no los defraudó. Se dedicó, pues, con
empeño a lo que hoy podríamos llamar estudios universitarios, término que,
60

desde luego, no se conocía en su tiempo.

Empieza por dedicarse al teatro:

“Me atraían las representaciones teatrales, repletas de imágenes de mis


miserias y de incentivos de mi fuego”1.

Las representaciones dramáticas lo subyugaban hasta tal punto que se


identificaba con los personajes y, como ellos, reía, sentía, se conmovía incluso
hasta derramar lágrimas:

“En aquel entonces participaba en el teatro del gozo de los amantes,


cuando torpemente gozaban el uno con el otro, por muy imaginarias que
fuesen esas acciones en la representación escénica. Y cuando se perdían el
uno para el otro participaba de su tristeza con cierta conmiseración, Y en
ambos casos me deleitaba”2.

El teatro era, pues, su medio de distracción. Pero no había venido solo a


distraerse; el estudio era lo principal y lo tomó con tanto empeño que se
convirtió en un autodidacta. No hay duda en afirmar que los maestros para él,
en muchas ocasiones, sobraban; solamente da el nombre de un tal Demócrates,
sin mencionar a otros.

Agustín, ahora más que nunca, se convierte en un gran lector de donde surgirá
más tarde el extraordinario escritor. Comprendía con facilidad hasta los temas
más difíciles, como el ya citado de las Categorías de Aristóteles (lec. 2, 6).
Sobre este tema vale la pena escucharlo:

“Y, ¿de qué me servía que habiendo llegado a mis manos, cuando yo tenía
unos veinte años, una obra de Aristóteles titulada las Diez Categorías —a
cuyo solo nombre, cuando el retórico cartaginés, mi maestro, las
1
Conf. III,2,2.
2
Ib. III,2,3.
61

mencionaba con la boca llena de suficiencia u otros que pasaban por


doctos, yo, suspenso como ante no sé qué cosa grande y divina, me
quedaba con la boca abierta—, la hubiese leído solo y la hubiese
entendido?

He hablado de ella con personas que declaraban haberla entendido con


dificultad escuchando a maestros competentísimos, que no se contentaban
con explicaciones orales sino que utilizaban numerosas figuras dibujadas
en la arena, y no han podido decirme acerca de ella otra cosa que lo que
yo solo había comprendido leyéndola por mí mismo”3.

Agustín reconoce que su inteligencia se la debe a Dios, y en esto tiene razón;


pero se duele de haberse enorgullecido hasta tal punto que él mismo suscitó otra
crisis en su interior: la crisis intelectual:

“Ya no se trata del peso de los pecados, sino de la dificultad de la verdad,


del destino del hombre y todos los problemas que han preocupado
siempre a las inteligencias más despiertas”4.

Es necesario prestar atención a este hecho, pues la conversión de san Agustín


será, primero que todo, una conversión intelectual, a la cual llegará después de
sucesivas conversiones.

2. La primera conversión (lec. 6,5.8). El Hortensio

Como acabamos de decir, san Agustín tendrá dos pequeñas pero importantísimas
conversiones antes de llegar a su gran conversión. La familia agustiniana
celebra ésta el 24 de abril, fecha en

que recibió el bautismo; en realidad su conversión comenzó hacia el año 373 —


19 años de edad—, cuando, por razón de los estudios debió tomar en sus manos
la famosa obra de Cicerón llamada el Hortensio.
3
Ib. IV,16,28.
4
J. OROZ, ob. cit. 46.
62

“Siguiendo el ciclo habitual de los estudios había llegado ya a la obra de


un tal Cicerón, cuya lengua casi todos admiran, no así el corazón. Aquella
obra suya contiene una exhortación del autor a la filosofía y se intitula
‘Hortensio’.

Pues bien, aquel libro cambió mis sentimientos, orientó hacia Tí, Señor,
mis oraciones e hizo que fueran otros mis deseos y aspiraciones. De
repente se tornó vil para mí toda vana esperanza y ansiaba con increíble
ardor del corazón la inmortalidad de la sabiduría y empecé a
incorporarme para volver a Ti”5.

No se necesita mucho esfuerzo intelectual para darse cuenta de que aquí se


contienen todos los elementos de una conversión, si por conversión entendemos
el cambio de las ideas, de los afectos y de las aspiraciones. Tampoco es difícil
entender que Agustín era consciente de que se encontraba lejos de Dios y ahora
empezaba a volver a Él. Tardará ¡trece años! para llegar a la conversión total.

¿A qué o a quién se convierte Agustín? A Dios por medio de la sabiduría. La


lectura de esta obra lo introduce en el mundo de las realidades invisibles y
espirituales, hecho tanto más importante cuanto que el joven universitario de
Cartago se encontraba en gran parte dominado por los placeres y realidades
materiales.

La obra de Cicerón se ha perdido; lo poco que se conserva de ella se le debe al


mismo Agustín, quien al leerla sacó la conclusión de que se debía seguir no esta
o aquella corriente filosófica, sino la filosofía como tal.

Otra conclusión a que llegó consiste en que la verdadera filosofía debe llevar a la
felicidad, que todos, aun los escépticos, anhe

lan; pero a esa felicidad no se llega sino por medio de la moralidad, condición
indispensable para alcanzar aquella. La moralidad nos ayuda a elegir el bien y a
rechazar el mal; cuando se hace lo contrario se cae en la mayor de las miserias.
5
Conf. III,4,7.
63

Una tercera conclusión sería el reconocimiento en sí de un alma inmortal, como


consecuencia de la aceptación de las realidades invisibles y espirituales. Esto
exige la dedicación a la búsqueda de la verdad, a la huida de los vicios y al
ejercicio de las virtudes.

Entre las virtudes que hay que ejercitar están las cuatro llamadas cardinales
(prudencia, justicia, fortaleza y templanza). Claro que, con toda seguridad, el
Hortensio no las trae con la misma terminología con que lo hace nuestro
catecismo católico; pero a la hora de la verdad coincide con éste.

Finalmente, “insistía además en la fuga de los bienes sensibles —las riquezas,


los placeres, los honores— que alejan al hombre de la búsqueda de la
sabiduría”6. La intensidad del pensamiento no va de acuerdo con la de los
placeres corporales; mientras más nos dejemos dominar por los estímulos de la
sensualidad, menos filósofos somos y… menos sabios. La búsqueda de la
sabiduría está, pues, en estrecha relación con la ascesis, es decir, con el espíritu
de mortificación.

Tales eran las ideas principales del Hortensio, muy apropiadas para dar quietud
y sosiego, al menos en parte, a la mente confusa de Agustín. Y decimos en parte
porque

“la única cosa que me desilusionaba en medio de tan gran ardor era que
no figurase allí el nombre de Cristo. Porque este nombre, por tu
misericordia, Señor, este nombre de mi Salvador, tu Hijo, lo había bebido
piadosamente mi tierno corazón ya en la misma leche de mi madre y lo
conservaba en lo más profundo y cualquier

obra que no tuviese este nombre, por muy literaria y cuidada y verídica
que fuese, no me atraía por completo”7.
6
A. TRAPÉ, ob. cit. 28.
7
Conf. III,4,8.
64

El nombre de Cristo estaba demasiado metido en su corazón para expulsarlo de


una vez a raíz de una lectura que, por otra parte, era de ambiente pagano. El
fruto que de ella sacó san Agustín dependió del hecho de haber leído una obra
pagana con mentalidad cristiana. Podemos afirmar que ese Cristo que él llevaba
dentro de sí lo iluminó para leer a lo cristiano lo que estaba escrito a lo pagano.
Y tenía que llegar la resolución: cambiar completamente el rumbo de su vida
intelectual y espiritual; renunciar a los goces terrenos para dedicarse a la
filosofía verdadera, o sea a la sabiduría.

“La lectura del Hortensio reveló a la mirada admirada de Agustín la


altísima vocación del hombre: nació en él, en ese momento, el filósofo,
que se convertirá después, con la luz y con la fuerza del Evangelio, en el
asceta, el contemplativo, el místico”8.

3. El primer intento bíblico (lec. 6,6)

“Ávido de encontrar la sabiduría, se dedicó al estudio de la Sagrada


Escritura. El hecho es digno de notarse como una señal de su formación
cristiana. Pero la Escritura, para quien la lea sin las debidas disposiciones,
puede reservar duras sorpresas; y se las reservó de hecho a nuestro joven
universitario. Dos sobre todo: el estilo tan sencillo para uno como él que
tenía el gusto refinado de la lengua ciceroniana; y el contenido tan oscuro
para uno que quería ver pronto las cosas, claras y sin velo”9.

Fue un intento pasajero, un fogonazo. Intelectualmente estaba más que


preparado para leerlas, pero le faltaba lo principal: la preparación espiritual y
moral. Dejemos que él mismo nos lo diga con sus propias palabras:

“Resolví, pues, aplicarme al estudio de las Santas Escrituras para ver


cómo eran. Y lo que veo es esto: que es algo que no se revela a los
soberbios ni se descubre a los niños, sino que, humilde en su pórtico,
8
A. TRAPÉ, ob. cit. 29.
9
Ib. 31.
65

muéstrase, a medida que se va entrando, sublime y velado de misterios.


No me encontraba en condiciones de poder entrar en ellas ni de inclinar la
cabeza para caminar por ellas. Pues no sentí como me estoy expresando
ahora cuando me apliqué a estas Escrituras, antes me parecieron indignas
de compararse con la dignidad de Marco Tulio (Cicerón). Es que mi
hinchazón repugnaba su modestia y mi enfoque no penetraba su fondo.
Aunque estaban hechas para crecer con los pequeños, yo desdeñaba ser
pequeño e, hinchado de presunción, me consideraba grande”10.

Las palabras de Agustín son tan claras y convincentes que no puedo resistir la
tentación de citarlas abundantemente, pues hablan por sí solas y una aclaración o
comentario las oscurecería, como es el caso del siguiente texto, cargado de
emoción, del sermón 51,6, predicado hacia el año 393:

“Yo que les estoy hablando fui engañado un tiempo, cuando de joven me
acerqué por primera vez a las Sagradas Escrituras. Me acerqué no con la
piedad del que busca humildemente, sino con la presunción de quien
quiere discutir. […] Tenía la osadía de buscar con soberbia lo que sólo los
humildes pueden encontrar. ¡Cuánto más felices sois vosotros ahora; […]
permanecéis como pichones en el nido de la fe y recibís la comida
espiritual! En cambio, ¡pobre de mí, que me creía idóneo para volar,
abandoné el nido y caí antes de poder volar! Pero el Señor misericordioso
me levantó y me puso en el nido antes que los caminantes me pisotearan”.

La Biblia quedará, pues, ahí en remojo hasta que llegue la hora, en un tercer y
definitivo intento, de convertirla en su alimento cotidiano (lec. 8,6).

4. Racionalista. El vacío de la fe

La lectura del Hortensio le trajo muchos bienes a Agustín, pero, al lado de esos
10
Conf. III,5,9.
66

bienes, le acarreó también un gran mal: lo volvió racionalista: por ahora no


aceptará nada que no pase por la razón.

¿Cómo cayó en el racionalismo? El Hortensio lo había animado a hacerse


discípulo, no del que impone creer, sino de quien enseña la verdad. Ahora bien:
si la fe católica impone creer sin más, hay que dejarla a un lado para adherirse a
la verdad por medio de la razón, y únicamente de la razón. La fe y la razón se le
presentaban como opuestas entre sí y no como colaboradoras mutuas, tal como
debe ser. Agustín se encuentra en una encrucijada: o la una o la otra, pero de
ninguna manera las dos al mismo tiempo.

Como casi siempre sucede, la cuerda se rompe por el sitio más débil, y en este
caso es la fe la que sale perdiendo. Su capacidad intelectual, los estudios y, sobre
todo, el orgullo le decían que debía abandonar la fe para poder darle culto a la
razón; y así lo hizo.

Desde luego, también salió perdedora la Iglesia Católica. Ella impone la fe: hay
que creer incluso lo que no se entiende, como son los misterios; esto es un
atentado contra la razón. Por lo tanto, dejada la fe había que dejar también la
Iglesia que, para el estudiante y profesor de Cartago, era la religión de los
débiles, de los ignorantes, de las “rezanderas”, empezando por su propia madre.
Era una institución desacreditada.

“Aceptó, pues, por buenas las críticas de los maniqueos contra ella, y se
alejó desdeñosamente. […] Y, alejándose de la verdad, le pareció que
andaba hacia la verdad. Una vez más lo cegó el orgullo”11.

5. Los maniqueos

“Por eso vine a caer entre unos hombres delirantes de soberbia, carnales y
11
A. TRAPÉ, ob. cit. 35.
67

locuaces en extremo, en cuya boca se ocultaban los lazos del demonio.


[…] Repetían: ‘¡la verdad, la verdad!’, y me hablaban mucho de ella. Pero
no se encontraba en ellos por ninguna parte, antes enunciaban falsedades,
no sólo acerca de tí, que eres verdaderamente la Verdad, sino también
acerca de los elementos de este mundo, creación tuya”12.

La expresión “por eso” indica de una vez por todas por qué se adhirió san
Agustín a los maniqueos: vacío de la fe y de las enseñanzas de la Iglesia
Católica, sus afectos no podían quedarse así. El corazón no puede tener vacíos: o
los llena Dios o los llenan las criaturas (san Agustín hablará mucho de este tema
en sus sermones).

Causa admiración el hecho de que una mente tan despierta como la del joven
estudiante de Cartago se haya dejado engañar tan fácil y rápidamente por unos
charlatanes, como eran los maniqueos. El paso fue intempestivo, aunque no
definitivo: se hizo maniqueo con reservas, para sustituir, quizá, el puesto de la
Iglesia Católica, o mientras encontrara una doctrina o sistema que colmara sus
anhelos.

¿Cuál fue la carnada que hizo caer a Agustín en la secta de los maniqueos?
Veámoslo brevemente:

a. Su hábil palabrería; eran expertos más en atacar a la Iglesia que en defender


sus propias ideas. Debieron calar muy bien en la mente de Agustín las
críticas contra ella.

b. La (falsa) promesa de explicarlo todo sin reservas y sin misterios. Era el


golpe de gracia al “fideismo” de la Iglesia.

c. La explicación definitiva del problema del mal, que para san Agustín era
motivo de una crisis dolorosa. “Tranquilo, Agustín, —parecían decirle—: el
mal que tú haces no viene de ti sino de un principio malo ajeno a ti”.
12
Conf. III,6,10.
68

Conclusión: nadie es culpable del mal que hace, fórmula precisa para un
corazón que ya empezaba a sentir el agobio de sus propios pecados. Los
maniqueos, en otras palabras, quitaban para siempre los remordimientos de
conciencia.

“Agustín creyó encontrar en el maniqueísmo lo que andaba buscando: La


sabiduría sin la fe, la ley moral sin la culpa, la vida cristiana sin la
mediocridad y las debilidades”13.

d. La solución definitiva a muchos interrogantes sobre el Antiguo Testamento;


hay allí muchas narraciones que van en contra de la infinita bondad de Dios:
guerras, asesinatos, pecados sexuales, injusticias etc. Imponer la fe en el
Antiguo Testamento es obligar a creer en estas narraciones absurdas.
¿Solución? Negar todo el Antiguo Testamento para no tener problemas. Es la
ingenuidad de quien, al sufrir de continuas molestias en los pies, por ejemplo,
optara por cortárselos en vez de buscar remedio en el calzado (lec. 6,1 a).

e. Pero sobre todo el grito propagandístico de “¡la verdad, la verdad!”; Agustín


se encontraba en el momento preciso de su búsqueda a raíz de la lectura del
Hortensio.

f. Tal vez, lo que más le llamó la atención de la secta maniquea era la promesa
de ayudarle a imitar a Cristo radicalmente; sobre todo a Cristo casto. Esto
indica, una vez más, el cristocentrismo de Agustín, aun antes de convertirse.

Se ve, pues, que los maniqueos se le aparecieron muy a tiempo. Agustín se


adhirió a ellos de una manera intempestiva y hasta se convirtió en su hábil
propagador; pero como sucede siempre, lo que se hace de repente, sin
reflexionar y madurar, desaparece

también de repente, aunque nueve años con los maniqueos parece un período
relativamente largo en relación con la manera poco reflexiva como se adhirió a
ellos (lec. 5,4).
13
A. TRAPÉ, ob. cit. 40.
69

6. Profesor en Tagaste

“En pleno entusiasmo de su primer fervor maniqueo, abandonó Cartago


para regresar a su pueblo natal. Había terminado sus estudios, y los
rétores de la gran metrópoli no tenían ya nada que enseñarle. En vez de
permanecer en la capital donde no tenía edad todavía para brillar entre los
más famosos, prefirió volver a Tagaste, y comenzar el aprendizaje de
profesor, enseñando gramática a los hijos de sus conciudadanos. Su madre
lo vio llegar con alegría envuelta en una cierta inquietud y tristeza”14.

La tristeza de Mónica no dependía tanto del hecho de verlo llegar con una mujer
y un hijo; la hizo sufrir, es cierto, este golpe a su delicadeza de madre católica,
pero no tanto como el otro, más duro, de verlo convertido en discípulo de
Manés, más aún, en el gran propagador del maniqueísmo. Era tanto el
entusiasmo por la nueva secta —nueva al menos para él— que, como en otras
ocasiones, no podía estar en ella solo, sin amigos, sin otros seguidores. Por eso

“desde su regreso a Tagaste, el joven profesor se convirtió en apóstol del


maniqueísmo. Llegó a conquistar a varias personas de relieve social.
Romaniano, su rico bienhechor, cuyos hijos se contaban entre sus
alumnos; Alipio, un joven de excelente familia, que había de ser el más
fiel de sus amigos; Honorato, distinguido ciudadano que hasta entonces
no había hecho profesión de la fe cristiana y que no sentía sino desprecio
hacia los maniqueos. Sin duda este último debió de constituir la más
hermosa de las conquistas de Agustín, cuyos discursos no habían obrado
todavía conversiones tan ruidosas”15.

En Tagaste se hospedó en casa de Romaniano; tal vez un presentimiento le


advirtió que Mónica, al verlo maniqueo, no lo recibiría en su casa, como de
hecho no lo recibió, al menos al

comienzo, y por eso se aseguró hospedaje en casa de su amigo y mecenas. La


narración que viene a continuación hará cambiar de actuación a la madre.

14
J. OROZ, ob. cit. 53.
15
Ib. 54.
70

7. El sueño de Mónica

“Mi madre, tu fiel sierva, me lloraba ante tí más de lo que lloran las
madres la muerte del cuerpo. Bien veía ella con la fe y el espíritu que de tí
había recibido, que yo estaba muerto. Y tú, Señor, la escuchaste. […] ¿De
dónde podía venir si no de ti aquel sueño con que la consolaste, hasta el
grado de que accedió a vivir conmigo y a compartir conmigo la misma
mesa en casa? Cosa a que ella se había negado anteriormente, en su
aversión y repugnancia por las blasfemias a que me empujaba mi error.

Vio, pues, en sueños que estaba de pie sobre una regla de madera, toda
triste y deshecha en llanto, y que venía avanzando hacia ella un joven
resplandeciente con rostro alegre y risueño y que le preguntaba la causa
de su dolor y de sus lágrimas cotidianas, no para saberla sino para
consolarla, como se hace con frecuencia. Respondióle que era mi
perdición lo que lloraba. Él entonces le ordenó y aconsejó, para su
seguridad, que observara atentamente: vería que donde ella estuviese
estaría también yo. Tan pronto como miró, me vio que estaba junto a ella
de pie sobre la misma regla”16.

Agustín, que en las Confesiones no omite nada que tenga relación con la obra de
Dios en él, vio que este sueño jugaba un papel importante en su propia historia
de salvación; por eso lo trae con lujo de detalles, y hasta con las dos
interpretaciones, la suya y la de Mónica:

“Y, ¿de dónde vino también que, narrándome mi madre esta visión y
queriéndola convencer yo de que significaba lo contrario y de que no
debía desesperar de que algún día sería también ella lo que era yo al
presente, al punto y sin vacilación alguna: ‘No, replicó, no se me dijo: allá
donde él está, allá estarás tu, sino: donde estás tú, allá estará también él”17.

El sentido materno de Mónica pudo más que la astucia de Agustín: él quería


cambiar el rumbo de las cosas, el sentido del sueño, pretendiendo osadamente
hacer maniquea a la madre; pero ésta, con firmeza y decisión, defiende el
16
Conf. III,11,19.
17
Ib. III,11,20.
71

verdadero sentido y Agustín debe ceder.

Mónica no descansa: reza por su hijo, lo aconseja y, además, pide consejo a


personas autorizadas que se lo pueden dar, como aquel famoso obispo, cuyo
nombre no dan las Confesiones. A él fue a pedirle que hablara con Agustín; la
respuesta del obispo fue inmediata: por ahora no hay nada que hacer; es mejor
dejarlo para más tarde. Ante la insistencia de Mónica el obispo le da otro
argumento en favor de la espera: él mismo, siendo niño, fue entregado a los
maniqueos por su propia madre, engañada a su vez por los herejes. Mónica
insiste por tercera vez hasta que el dicho obispo, impaciente, le dice aquellas
palabras que han resonado hasta hoy: “Vete, déjame en paz; es imposible que se
pierda el hijo de tantas lágrimas”18. Mónica las tomó como recibidas del cielo
y no insistió más.

8. La muerte del amigo

“Comprendemos con facilidad que las plegarias, las exhortaciones y los


ejemplos de su madre no hayan sido estériles sobre el alma tierna y
amorosa de Agustín. Quizás él mismo no se dio cuenta. Externamente
seguía siendo el mismo. Continuaba con sus clases de gramática, al
tiempo que atendía a los nuevos prosélitos que iba haciendo para el
maniqueísmo. En el fondo de sí mismo se sentía turbado. La seguridad de
Mónica le desconcertaba, y el fervor de sus plegarias acabó por
inquietarle. No sabía muy bien dónde estaba. Un triste acontecimiento
produjo en él una sacudida que iba a serle decisiva”19.

Al volver a Tagaste volvió también a sus amigos de infancia; entre ellos uno en
particular que le era especialmente querido, pues habían crecido, estudiado y
jugado juntos. Lo encontró y lo primero que hizo fue procurar atraerlo al
18
Ib. III,12,21.
19
J. OROZ, ob. cit. 56.
72

maniqueísmo.

Este amigo cayó enfermo; en estado inconsciente se le administró el bautismo y,


cuando volvió en sí, Agustín aprovechó para burlarse de él y del sacramento
recibido, esperando ser “acolitado” por su amigo. Pero las cosas le salieron al
revés: con una mirada enfurecida el amigo le dijo que, o dejaba las burlas o lo
perdía como amigo para siempre. Agustín quedó mudo. El amigo no se curó y
murió. Era la segunda muerte que tenía que lamentar nuestro profesor. Pero no
había comparación entre la muerte de su padre y la del amigo. Con este golpe
quedó fuera de sí, como si estuviera viviendo en tierra extraña.

“Con este dolor se entenebreció mi corazón y no veía más que muerte. La


patria era un suplicio para mí y la casa paterna una extraña desdicha. Todo
cuanto con él había compartido se había vuelto, sin él, atroz tortura.
Reclamábanle por doquier mis ojos, y me era negado. Y llegué a
aborrecer todas las cosas porque no lo tenían ni podían ya decirme: ‘mira,
ya viene’, como cuando vivía y estaba ausente. Yo me había convertido en
un gran interrogante para mí mismo. […] Sólo las lágrimas me eran
dulces y habían ocupado el lugar de mi amigo en las delicias de mi
alma”20.

Es de admirar la fidelidad de Agustín a la amistad. En la Lección 3,2 c se habló


de la amistad enemiga, estadio por el cual pasó. Ahora atraviesa por otro
estadio, la amistad humana21, la que se escandaliza y desespera ante la muerte
del amigo. Más tarde entrará al estadio definitivo de la amistad, la sobrenatural,
fundamento de la vida común agustiniana (lec. 8,1).

Llevaba poco más de un año en Tagaste. No le convenía estar más tiempo allí,
no se sabe si por la muerte del amigo, por el deseo de una profesión más ilustre
o por ambas razones a la vez.

“El hecho es que, después de la muerte de su amigo, la estancia en


Tagaste le resultó insoportable. Y un día, sin haber dicho nada a nadie, a
excepción de su amigo Romaniano, cerró su escuela y emprendió de
20
Conf. IV,4,9.
21
Cf. Conf. IV,9,14.
nuevo el camino de Cartago”22.

LECTURA
El maniqueísmo

El maniqueísmo tomó su nombre del fundador Manes, o Manés o Mani, que


vivió hacia el año 216; él pretendió dar solución a los problemas del universo,
sobre todo conocer y enseñar cuál es el origen del mal. Según los maniqueos, el
mundo y todo lo que en él se contiene se halla integrado por dos principios
soberanos y coeternos: uno bueno y otro malo; el cuerpo del hombre no procede
del Dios bueno sino del malo; existe en el hombre una partícula del Dios bueno
y una sustancia mala, parte del malo, la cual se identifica con la concupiscencia.
Las virtudes son los triunfos del principio bueno y los vicios las victorias del
principio malo. Sus seguidores se dividían en dos clases: los electos o santos y
los auditores u oyentes. No tenían comunicación alguna entre sí, y los electos
eran muy pocos, pero estaban encargados de entrenar a los oyentes. Agustín no
pasó nunca de la categoría de oyente, pero llegó a conocer muy a fondo toda su
doctrina y su conducta; por eso, después de convertido, pudo refutar a los
maniqueos tan completamente que fue como el martillo que los deshizo.

Cuestionario

1. ¿Qué efecto produjo en san Agustín la lectura de El Hortensio?


22
J. OROZ, ob. cit. 58.
74

2. ¿Por qué la obra de Cicerón no lo satisfizo completamente?


3. ¿Por qué no quiso seguir leyendo la Biblia?
4. Según lo anterior, ¿qué virtud se necesita para leer y asimilar la Biblia?
5. ¿Por qué le agradó tanto la doctrina de los maniqueos?
6. Además de rezar, ¿qué más hacía Mónica por su hijo?
7. Agustín olvidó completamente los consejos que recibió de su madre siendo
niño; ¿es esto cierto?
8. ¿Estaba realmente Agustín demasiado lejos de Dios?
9. Según las Confesiones IV,4,7, y de acuerdo con lo que has aprendido hasta
ahora, haz una breve redacción sobre el siguiente tema: AGUSTIN Y LA
AMISTAD.

No fueron elegidos por ser buenos quienes no serían buenos si no hubiesen sido
elegidos (Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 86,2):
LECCIÓN 5
CARTAGO - ROMA - MILÁN
(Edad: 22-30 años).

1. De nuevo en Cartago

Agustín llegó a Cartago por segunda vez a finales del 375 o comienzos del 376.
La muerte del amigo precipitó la salida de Tagaste, pero también había otras
razones: de ordinario los pueblos pequeños no acarrean buena fortuna a los
profesionales como él; había que buscarla, pues, en la capital. Además,
necesitaba darse a conocer por fuera, pues “ningún profeta es bien recibido en su
propia patria”1; o tal vez la mujer con la que vivía lo empujaba a vivir en la
ciudad. Aquí permaneció por espacio de 8 años, entregado al estudio personal y
a las clases de retórica. Romaniano continuaba ayudándole desde Tagaste.

No fue fácil la estadía en Cartago; estos 8 años constituyen uno de los períodos
más agitados de su vida, pues su inteligencia fue descubriendo que las cosas no
eran como se las pintaban, por ejemplo, los maniqueos. El mismo Agustín
resume este período de 8 o 9 años así:

1
Mt 13,57.
76

“A lo largo de aquel período de nueve años —que abarca desde los 19 de


mi edad hasta los 28—, vivíamos seducidos y seduciendo, engañados y
engañando, juguete de diversos apetitos. […] En materia de estudios
perseguíamos la quimera de la gloria popular hasta los aplausos del teatro,
los certámenes poéticos, las competencias por coronas de paja, las
frivolidades de los espectáculos y la intemperancia de las pasiones. En
materia de religión, deseosos de purificarnos de estas sordideces,
llevábamos alimentos a quienes eran llamados elegidos y santos, para que
con ellos nos fabricasen, en el laboratorio de su estómago, ángeles y
dioses que nos liberasen”2.

Estudio y religión son, pues, las actividades centrales de este período de su vida.
Antes de hablar de lo intelectual, conviene hacer alguna aclaración sobre el
aspecto religioso.

Agustín fue fiel a las prácticas religiosas de los maniqueos. Este profundo
sentido religioso lo heredó de su madre que, como se vio antes (lec. 2,3),
visitaba la iglesia dos veces al día. Pero existe una gran diferencia entre las
prácticas católicas y las maniqueas: éstas limitan con lo ridículo, como la
costumbre de llevar alimento a los elegidos. Conviene dar una breve explicación
al respecto.

En la creación en general y, particularmente en los alimentos, se encuentran


mezcladas ciertas partículas malas (principio malo) y partículas buenas
(principio bueno, o sea Dios); ambas viven en una lucha sin cuartel hasta que las
buenas se purifiquen separándose de las malas. Cuando los elegidos toman
ciertos alimentos, al digerirlos se van liberando partículas buenas o divinas que,
separadas de las malas, terminan su lucha y vuelven al descanso eterno. En otras
palabras, los estómagos de los elegidos son algo así como altares donde se
purifican las partículas buenas. Sobre este tema y otros de los maniqueos san
Agustín tiene un buen resumen en su obra sobre Las herejías, No. 46. Más tarde
se dolerá de haber aceptado y participado en semejantes tonterías3.

2
Conf. IV,1,1.
3
Cf. Conf. III,10,18.
77

Otro aspecto que le hacía difícil la vida allá era el económico:

“Desde el principio tuvo que luchar con urgentes necesidades materiales.


Tenía que proveer al sostenimiento, no sólo de la mujer y del hijo, sino
quizás también al de su madre, y tal vez al de sus dos hermanos”4.

2. Autodidacta y profesor

San Agustín tiene fama de excelente escritor; nunca la habría alcanzado si no


hubiese sido antes un lector empedernido (lec. 4,1; 10,1).

“Entre tanto se aplicó con pasión al estudio de las artes liberales. Leyó
todos los tratados que pudo tener. Entre ellos en primer lugar los nueve
tratados Sobre las disciplinas de Varrón, el más docto de los romanos,
dedicados respectivamente, según la opinión más común, a las siguientes
materias: gramática, dialéctica, retórica, geometría, aritmética,
astronomía, música, medicina, arquitectura. Estudió sobre todo la
filosofía, tuvo un particular interés en la astronomía, llevó su curiosidad,
que pronto se convirtió en obstinada pasión, hasta la Astrología”5.

Las anteriores palabras vienen corroboradas por las del mismo Agustín, así:

“Y ¿de qué me servía haber leído y comprendido por mí mismo todos los
libros que pude de las artes que dicen liberales, si era en aquel entonces
esclavo perversísimo de mis malas pasiones? […] Todo lo que se refiere
al arte de la elocuencia y de la dialéctica, todo lo que se refiere a las
dimensiones de las figuras y a la música y a los números lo entendí sin
gran dificultad y sin que nadie me lo explicara”6 (lec. 2,6 a).

En cuanto a los estudios de filosofía, hay que anotar que éstos eran muy
4
J. OROZ, ob. cit. 59.
5
A. TRAPÉ, ob. cit. 42.
6
Conf. IV,16,30.
78

descuidados en las escuelas; no obstante, Agustín la estudió con tanto empeño


que más tarde será la base de su ininterrumpida polémica contra los distintos
herejes, a quienes va derrotando con el estilo y manera de argumentar
aprendidos durante esta época. Además,

“tomó parte en un concurso de poesía, y fue declarado vencedor. El


79

médico Vindiciano, procónsul a la sazón, colocó la corona del triunfo en


su ‘cabeza enferma’7.

Fruto de todo este esfuerzo es su primer escrito, un tratado de estética llamado


Lo bello y lo conveniente (en latín, De pulchro et apto), que no ha llegado
hasta nosotros porque se perdió. (lec. 10,3).

3. Vendedor de palabras

Pero tal vez el fruto más palpable de todo este esfuerzo autodidacta, al menos en
ese momento, consistió en haberse convertido en un vendedor de palabras:

“Enseñaba yo en aquellos años el arte de la retórica y, vencido por la


codicia, vendía la locuacidad que permite vencer”8.

Tal vez Agustín exagera y se rebaja demasiado, pues sus enseñanzas no eran tan
vacías como él mismo dice. Por el contrario, tenían un fondo espiritual, moral y
filosófico tal que sus alumnos se dieron cuenta muy pronto de la calidad del
profesor que les había tocado en suerte. Mientras más enseñaba más aprendía, y
mientras más aprendía mayor autoridad iba adquiriendo para seguir enseñando.

“Y aquí tenemos al joven Agustín dedicado por completo a su oficio de


vendedor de palabras. La atención de los jóvenes no tardó en dirigirse
hacia el joven profesor que daba pruebas de dotes intelectuales y de
cualidades oratorias. En su escuela se daban cita no pocos de los alumnos
de Tagaste, a los que se sumaron otros. Así podemos encontrar a Licencio,
hijo de Romaniano, a Eulogio, a Honorato, a Nebridio, Alipio, que debía
suceder en el corazón de Agustín al amigo muerto. Nuestro profesor
conoció

muy pronto una fama extraordinaria, hasta el punto de poder competir con
7
J. OROZ, ob. cit. 62.
8
Conf. IV,2,2.
80

los más célebres maestros de Cartago”9.

En la lección 2,6 se habló de la índole naturalmente buena de Agustín. Este


modo de ser lo llevó a unir la retórica con la enseñanza moral; le preocupaban
no sólo las buenas ideas sino también las buenas costumbres, como en el caso de
su amigo Alipio, a quien indujo a dejar su afición a los juegos del circo.

“Me había dado cuenta de que estaba perdidamente aficionado al circo y


me angustiaba grandemente, porque me parecía que iba a malograr tan
hermosa esperanza. […] El caso es que él, a consecuencia de mis
palabras, saltó fuera de aquella fosa tan profunda […] y se le
desprendieron todas las inmundicias del circo y no volvió a poner en él
los pies”10.

4. El engaño maniqueo

La manera como san Agustín fue descubriendo la falsedad de los maniqueos


tiene relación con su esfuerzo de autodidacta: nadie se lo tuvo que enseñar sino
que él mismo lo descubrió. Hay que seguir insistiendo en el hecho de que el
Agustín de esta época no está haciendo otra cosa que preparándose, sin darse
cuenta, para el Agustín pastor. Será característico en él el espíritu de
investigación y profundización en la verdad. Por eso, entregado a los maniqueos,
se dedicó a estudiar a fondo su doctrina y muy pronto se fue dando cuenta de las
fallas y engaños que tenía.

Su mayor anhelo era la conquista de la verdad, que esperó encontrar en los


maniqueos. Por aquí empieza precisamente su desilusión. En la lección 4,5
vimos algunos de los aspectos por los cuales se adhirió, aunque con reservas, a
ellos. Ahora veamos brevemente los puntos que lo desilusionaron.

a. La verdad está muy lejos de ellos; hasta ahora no se la han dado ni ve


9
J. OROZ, ob. cit. 60s.
10
Conf. VI,7,11s.
81

esperanzas de que se la den algún día. La desilusión comienza en el plano


científico, más concretamente en el de la astronomía: los científicos han
explicado con precisión cómo acaecerán, por ejemplo, los eclipses del sol y
de la luna, así como los solsticios o diferentes posiciones de la tierra en
relación con el sol, que dan lugar a las cuatro estaciones 11. Este tema era
muy común entre los maniqueos, aunque usando más de las extravagancias
y de la vana palabrería que de los datos científicos. Agustín comparó
detenidamente unos datos con otros y llegó a la conclusión a que tenía que
llegar: abundaban los disparates:

“Retenía, no obstante, en mi memoria muchas de las verdades que habían


anunciado sobre la creación misma y encontraba su explicación en los
números y en el orden de las estaciones y en los testimonios visibles de los
astros. Y los comparaba con las afirmaciones de Mani, que escribió mucho
sobre estos temas, disparatando copiosamente”12.

b. Los principios diversos y opuestos del bien y del mal no pueden existir,
pues se destruiría la Omnipotencia de Dios. La lucha entre las tinieblas y
Dios no tiene razón de ser; una de dos: o las tinieblas le pueden hacer algún
daño a Dios, y en este caso no sería incorruptible, o no le pueden hacer
absolutamente nada, y en este caso la lucha es inútil. No hay, pues, base ni
científica ni religiosa. El tema había sido propuesto por el amigo Nebridio,
a modo de pregunta, que Agustín no supo responder con base en lo que
sabía por boca de los maniqueos13.

c. Otra desilusión vino a propósito del tema Antiguo-Nuevo Testamento: no


hay concordancia entre los dos porque

“los escritos del Nuevo Testamento habían sido falsificados, no se sabía por
quién, con el propósito de infundir la ley de los judíos en la fe cristiana.
11
Cf. Conf. V,3,4.
12
Conf. V,3,6.
13
Cf. Conf. VII,2,3.
82

Pero a esta afirmación no seguía ninguna prueba, ni mostraban ningún


ejemplar que no estuviera interpolado”14.

d. El problema del mal lo aclarará más tarde. Por ahora los maniqueos no
hacen más que sembrarle inquietudes y confusiones sobre el mismo.
Destruida la doctrina sobre la existencia de los dos principios, uno bueno y
otro malo, queda completamente en el vacío cuanto el maniqueísmo pueda
decir sobre el origen del mal en nosotros.

e. Otro punto flaco de los maniqueos es el relacionado con Cristo mismo.


Ellos celebraban el aniversario de la muerte de Mani en la misma fecha que
la Pascua de los cristianos, pasando ésta desapercibida para Agustín, que
tan vivos recuerdos tenía de ella en su infancia. Al preguntarles si esto no
significaba poner al discípulo, Mani, por encima del maestro, Cristo, le
respondían que la muerte de Mani había sido real mientras que la de Cristo
fue en apariencia, puesto que su cuerpo fue también un cuerpo aparente. Ya
se ha visto que para san Agustín Cristo lo era todo; prácticamente intocable
para él.

f. Y siempre en relación con Cristo, entra también en juego el tema de los que
se preciaban de ser sus auténticos seguidores, los elegidos:

“Si éstos llevan una vida moral irreprochable, ¿no es indicio de que la
doctrina que les dirige hacia la santidad es verdadera? Pero este motivo deja
de ser válido ya que más tarde se da cuenta de que los que hacen profesión
de virtud y de santidad, no pasan de ser unos farsantes hipócritas. Beben
vino, comen carne, se bañan como todos los hombres, a pesar de las
prohibiciones más absolutas. Incluso muchos de entre ellos han sido
acusados de haber seducido a la esposa del prójimo. En cierta ocasión él
mismo es

testigo presencial de una escena francamente escandalosa, que nos refiere

14
A. TRAPÉ, ob. cit. 44.
83

en Costumbres de los maniqueos, 19”15.

g. Para terminar esta serie de hechos que motivaron la desilusión, no pasamos


por alto otro que raya en lo ridículo: Los maniqueos prohiben matar los
animales; Agustín lo toma tan en serio que no se atreve ni siquiera a matar
una mosca. Ellos le explican que no se trata de los animales pequeños sino
de los grandes; pero Agustín continúa: ¿en dónde está el límite entre los
grandes y los pequeños? La discusión se volvería interminable, pero el
desengaño no se dejó esperar más.

5. La llegada de Fausto

Aunque el maniqueísmo está muriendo en el corazón de Agustín, éste no rompe


todavía con la secta; aún no tiene a qué aferrarse para encontrar la verdad.
Además, sus correligionarios hacen lo posible por no dejarlo escapar: su
inteligencia les es demasiado valiosa para no aprovecharla, y por eso lo animan
a que acepte una entrevista con Fausto. Este era un númida, como él. Llegó a ser
obispo muy famoso de los maniqueos del África a finales del siglo IV. Sus
colegas lo consideraban autoridad en materia de consejería y aclaración de
dudas.

“Fausto llegó a Cartago en el 383. Agustín le escuchó, le habló, lo


encontró elocuente, amable, simpático; pero tan incapaz de resolver sus
dudas que no aceptó ni siquiera entrar en conversación. La modestia de
Fausto agradó a Agustín: se hizo amigo y se puso a disposición de él
como maestro de retórica. Pero interiormente se alejó del maniqueísmo o,
más exactamente, la confianza puesta en la secta, sufrió una grave grieta y
comenzó a enfriarse”16.

El mismo Agustín lo describe de la siguiente manera:


15
J. OROZ, ob. cit. 65s.
16
A. TRAPÉ, ob. cit. 44s.
84

“Luego que pude proponerle algunas de mis dificultades, conocí que no


tenía siquiera noción de las artes liberales, a excepción de la gramática,
que la sabía medianamente y de un modo muy común. Mas como había
leído algunas oraciones de Cicerón y unos pocos libros de Séneca,
algunos pasajes de poetas, algunos libros que tendría de su secta, escritos
en latín limado y culto; y como, por otra parte, estaba ejercitando todos
los días el hablar, había adquirido facilidad para expresarse en buen estilo,
que él lo convertía en agradable y engañoso, gobernándolo con la destreza
de su ingenio y cierta gracia natural que tenía”17.

Conclusión: Agustín queda ya del todo desilusionado de los maniqueos y Fausto


se ganará una de tantas obras escritas por el Santo: Contra Fausto, el maniqueo
(año 400).

6. Roma. El engaño a Mónica

En este momento Agustín tiene 29 años de edad. Ya es hora de buscar otros


horizontes, correr nuevas aventuras, siempre en busca de la verdad, como
primera medida, sin descuidar otros fines.

Después de 8 años tiene ya su propio círculo de alumnos y amigos quienes, al


terminar sus estudios, deben ir buscando también sus propios horizontes. Alipio,
por ejemplo, ha ido a Roma a estudiar derecho; imposible que su maestro se
quede atrás.

Por otra parte, el ambiente cartaginés se hace cada vez más pesado con la
presencia de los eversores o revoltosos. Pero, en concreto, ¿Qué es lo que hacen
éstos? Como siempre, oigamos la descripción que de ellos hace el mismo
Agustín:

“En Cartago, por el contrario, es vergonzosa e intemperante la licencia de


los estudiantes: irrumpen insolentemente en las aulas y, con descaro de
locos furiosos, perturban el orden que cada

maestro ha establecido para el progreso de sus alumnos. Cometen con


17
Conf. V,6,11.
extraña estupidez desmanes sin cuento”18.

Además, es necesario aspirar a un sueldo más alto, pues el que tiene no le está
alcanzando para él, la mujer y el hijo, sus hermanos en Tagaste y su misma
madre en Cartago, a donde llegó no se sabe por qué motivo ni en qué tiempo.
Este será el comienzo de una maternal “persecución” de Mónica a su hijo,
buscando siempre lo mejor para él.

Los amigos lo convencen de lo bien que, posiblemente, le irá en Roma; y si a


esto se suman los informes sobre los estudiantes de la capital del imperio, que
tienen fama de ser mejores que los cartagineses, no hay para qué esperar más.

“No quise ir a Roma por acrecentar mis ganancias ni mi prestigio, como


me lo prometían los amigos que me lo aconsejaban —aunque también
esos argumentos pesaban en mi ánimo por aquel entonces—. La razón
principal y casi única era el oír que allí los jóvenes eran más pacíficos en
sus clases y que eran mantenidos en calma por el apremio de una
disciplina más ordenada y que, lejos de entrar en tropel y a cada paso en
las aulas de quienes no eran sus maestros, en modo alguno eran admitidos
si el maestro no lo permitía”19.

Mónica se dio cuenta de los preparativos del viaje y le puso dos condiciones: o
no lo dejaba marchar, o se iba ella con él. Las cosas estaban tan bien preparadas
que ya no se podía echar pie atrás; era necesario acudir incluso a la mentira y al
engaño para que ella no se diera cuenta de la hora de la partida. Es el mismo
Agustín el que nos narra con detalles su escapada a Roma:

“Mas, por qué salía yo de Cartago y me iba a Roma, tú lo sabías, oh Dios,


y no lo revelabas ni a mí ni a mi madre, que lloró amargamente mi partida
y me siguió hasta el mar. Sino que la engañé

cuando me detenía violentamente, o para hacerme volver o para partir


18
Ib. V,8,14.
19
Ib.
86

conmigo, y fingí que no quería dejar solo a un amigo hasta que,


levantándose el viento, se hiciese a la mar. Y mentí a mi madre, y a una
madre como ella, y me escapé. […] Y como, a pesar de todo, rehusara
volver ella sin mí, a duras penas logré persuadirla que pasase aquella
noche en un lugar cercano a nuestra nave, en una capilla dedicada a la
memoria del bienaventurado Cipriano. Pero aquella noche partí
furtivamente y ella no; se quedó orando y llorando. […] Sopló el viento e
hinchó nuestras velas e hizo desaparecer a nuestros ojos la playa donde mi
madre, llegada la mañana, se volvía loca de dolor y llenaba tus oídos de
quejas y gemidos”20.

Dramática fue, pues, la partida para Roma, no sólo por las peripecias de la
misma, sino por el engaño a la madre. Agustín reconocerá más tarde que este
viaje fue providencial; así se lo dirá al mismo Dios:

“Pero, en realidad, eras tú, esperanza mía y porción mía en la tierra de los
vivientes, quien querías hacerme cambiar de país terrestre por la salud de
mi alma”21.

“Roma no fue propicia a este romano de África. […] Al arribo le esperaba


una grave enfermedad y dos amargas experiencias: la costumbre de los
escolares de abandonar al profesor en el momento de tenerle que pagar el
salario establecido […] y el descubrimiento de la ineficiencia práctica del
maniqueísmo”22 (lec. 10,5).

Al llegar a la ciudad, sin conocidos y sin en donde alojarse, no tuvo más remedio
que acudir a los maniqueos; un tal Constancio lo hospedó en su casa. Era un
oyente entusiasmado por la secta y deseoso del ideal de perfección propuesto
por Manés. Incluso había intentado llevar vida común —una especie de
monasterio maniqueo— con oyentes y elegidos; pero surgieron las dificultades,
especialmente por parte de estos últimos que comenzaron a echar

se en cara las fallas y a sacar a la luz pública cuanto de negativo sucedía al


interior de sus reuniones. Otro hecho más que aumentó la desilusión de Agustín.
20
Ib. V,8,15.
21
Ib. 8,14.
22
A. TRAPÉ, ob. cit. 45.
87

Al llegar a Roma, pues,

“muy pronto logra reunir algunos oyentes, que le traen otros. Pero al
momento se da cuenta de que los estudiantes de Roma no son más
constantes y más serios que los africanos. Además, tienen otro defecto
muy grave: no pagan a sus profesores. Asisten durante algún tiempo a sus
clases, pero cuando deben pagar la cuota de las lecciones desaparecen y
ya no es fácil volver a encontrarlos. El inconveniente es muy grave para
quien tiene necesidad de dinero. Agustín no puede soportar esta falta de
delicadeza y busca a toda costa una ocasión para abandonar Roma”23.

7. Escéptico. Milán
Abandonada la Iglesia Católica antes, desilusionado de los maniqueos ahora,
sólo le queda un camino: el escepticismo.

Los escépticos eran incrédulos filosóficos; afirmaban que la verdad sí había que
buscarla pero sin esperanza de encontrarla, porque es imposible. Esta fórmula,
por el momento, le agradó a Agustín, que no se resignaba a renunciar a ella.
Permanecerá escéptico por muy poco tiempo. Ahora el vacío intelectual y
afectivo es completo y … providencial: alguien vendrá, en Milán, a llenar ese
vacío.

“Cuando se dirigió de Milán un mensaje al prefecto de Roma, para que


proporcionase a aquella ciudad un profesor de retórica, corriendo los
gastos del viaje por cuenta del Estado, yo mismo solicité […] que, una
vez pasada la prueba del discurso propuesto, me enviase allá el prefecto
Símaco”24.

Agustín, hábil como siempre para la amistad, procuró ganarse la de Símaco,


algo así como el entonces alcalde de Roma, pagano y muy influyente en la
23
J. OROZ, ob. cit. 72.
24
Conf. V,13,23.
88

residencia o corte imperial, que en ese tiempo estaba en Milán. Recomendado


por los maniqueos, el prefecto vio en el nuevo aspirante una esperanza a favor
del paganismo y, probablemente, esta fue una de las razones por la que aceptó su
candidatura.

A finales del 384 parte para Milán, después de un año escaso en Roma. Cuenta
entonces 30 años de edad. Llegó justo a tiempo para pronunciar el panegírico
que le ganó aplausos:

“Recitaba una serie de mentiras seguro de ser aplaudido por hombres que
conocían perfectamente la verdad”25.

Se refiere, posiblemente, al discurso que pronunció el 1o. de enero del 385 en


honor del cónsul Bautón, o también a otro del 22 de noviembre del mismo año
en honor del emperador Valentiniano II con motivo de las fiestas del 2o.
aniversario de su reinado. Sea lo que sea, eran discursos adulatorios, llenos de
vanas palabrerías, donde lo que importaba era la elegancia del lenguaje, arte en
que Agustín era ya un experto. Lo curioso del caso está en el hecho de haber
tenido que deshacerse en alabanzas de un emperador, Valentiniano II, que aún no
había hecho nada en el Imperio, pues era un niño de cuatro años cuando heredó
el trono; reinaba por él su madre Justina (lec. 6,1). En el 383 asumió
oficialmente como emperador, cuando tenía apenas doce años de edad.

De un momento a otro sucede lo inesperado: aparece Mónica, no se sabe cómo


ni cuándo. Había quedado sola, llorando en Cartago la partida de su hijo. Es
probable que hubiera llegado a Roma y, al no encontrarlo, tuvo que seguir para
Milán. Basta repasar, mapa en mano, la ruta Cartago-Roma-Milán para darse
cuenta de los sacrificios de una madre por salvar a su hijo.

Posiblemente ella le contó cómo había sido el viaje y pudo, entonces,


transmitírnoslo así:
25
Ib. VI,6,9.
89

“Ya había venido a mi lado mi madre, fuerte en su piedad, siguiéndome


por tierra y por mar, segura de ti en todos los peligros. Tanto que, en los
momentos críticos de la travesía, animaba hasta a los propios marineros,
que son los que suelen dar ánimo a los pasajeros no acostumbrados a la
mar en los momentos de peligro, y les aseguraba que llegarían al puerto
sanos y salvos, porque tú, en una visión, se lo habías prometido.

Y me encontró en grave peligro, como era de suponer, desvanecida la


esperanza de encontrar la verdad. Con todo, cuando le manifesté que, en
realidad, ya no era maniqueo, aunque tampoco cristiano católico, no saltó
de alegría como si oyera una nueva inesperada”26.

El grave peligro en que lo encontró se refiere, probablemente, al estado


escéptico de su mente y de su corazón: lo encontró algo así como sin patria y
sin Dios. Mas pronto brillará la luz en medio de tantas tinieblas.

LECTURA

26
Conf. VI,1,1.
90

Los maniqueos

“Afirman que es también naturaleza de Dios esta luz corpórea que agrada a los
ojos de los animales mortales, no sólo en esas naves —el sol y la luna—, donde
creen que la luz es purísima, sino también en otras cualesquiera cosas lúcidas, en
las cuales, según ellos, es retenida con la mescolanza, y creen que para ser
purgada. En efecto, para la gente de las tinieblas dan cinco elementos que han
engendrado sus propios príncipes, y a esos elementos los llaman con los
nombres siguientes: humo, tinieblas, fuego, agua y aire. En el humo han nacido
los animales bípedos, de quienes piensan que proceden los hombres; en las
tinieblas, los reptiles; en el fuego, los cuadrúpedos; en las aguas, los natátiles; en
el aire, los volátiles. Para vencer a estos cinco elementos malos han sido
enviados del reino y de la sustancia de dios otros cinco elementos, y en esa lucha
quedaron mezclados: la atmósfera con el humo; la luz con las tinieblas; el fuego
bueno con el fuego malo; el agua buena con el agua mala; el aire bueno con el
aire malo. Pero distinguen aquellas naves, es decir, los dos luminares del cielo,
de tal modo que sostienen que la luna fue hecha del agua buena y el sol del
fuego bueno.

Que en esas naves existen las virtudes santas, que se transfiguran en hombres
para atraer a las mujeres de la gente mala, y a su vez en mujeres para atraer a los
hombres de la misma gente mala, y al ser conmovida mediante esta tiniebla la
concupiscencia que hay en ellos, huya la luz que retenían mezclada entre sus
miembros, y sea tomada para su purgación por los ángeles de la luz, y como
purgatorio se les imponga que tienen que transportarla en esas naves hasta sus
propios reinos”27.

Cuestionario

27
SAN AGUSTÍN, “Las herejías” 46,7s.
91

1. A la enseñanza de la retórica, Agustín unía la doctrina moral; ¿qué nos dice


este detalle acerca del verdadero espíritu del Santo?
2. Enumera los siete temas o aspectos que ayudaron a Agustín a descubrir el
engaño maniqueo.
3. ¿Qué conclusión sacó Agustín de su encuentro con Fausto?
4. ¿Quién era Alipio?
5. ¿Qué atractivo tenía Roma para el joven Agustín?
6. ¿Cuándo y cómo se desvaneció este atractivo?
7. ¿Qué es el escepticismo?
8. ¿Por qué Agustín cayó en el escepticismo?
9. ¿De qué manera se le organizó el viaje a Milán?
10.Traza el recorrido de Mónica para encontrarse con su hijo en Milán.

Dios no elige a los buenos, sino que hace buenos a quienes ha elegido (Tratados
sobre el Evangelio de san Juan, 86,3).
93

LECCIÓN 6.
DE LA LUCHA INTERIOR A LA PAZ DE LA VIDA NUEVA
(Edad: 31-32 años)

1. Ambrosio de Milán

Así como Agustín se identifica con Hipona, Ambrosio en su tiempo se


identificaba con Milán. Nació en Tréveris (Alemania) hacia el año 339 de
familia romana perteneciente a la más alta sociedad y de profundas convicciones
cristianas. Se educó en Roma en las letras griegas y latinas, y adquirió una
formación amplia y sólida. A la edad de 34 años era prefecto de la Provincia de
Emilia, Liguria, cuando el pueblo lo aclamó como obispo de Milán para suceder
al que estaba, de nombre Auxencio. Como aún no era bautizado, recibió el
sacramento de manos del santo sacerdote Simpliciano, y casi simultáneamente
las órdenes sagradas y el episcopado a finales del 373.

Juntamente con el buen Simpliciano tenía la Iglesia de Milán muy bien


organizada en el plano intelectual y ascético. Se volvía poeta cuando hablaba de
la Virgen María. Era admirador y cantor de la virginidad:
94

“En el mismo Milán había un monasterio, lleno de santos hermanos, fuera


de la ciudad, sostenido por Ambrosio, y nosotros ni nos habíamos dado
cuenta”28.

Dos hechos, sobre todo, hicieron crecer más la fama de Ambrosio: en el 385
Justina, madre del emperador Valentiniano II, que era arriana (de Arrio, hereje
que negaba la divinidad de Jesucristo, y contra el cual luchó san Agustín), pidió
para los herejes una de las basílicas de la ciudad; el pueblo se unió alrededor de
su obispo y no se la dejó quitar 29. En segundo lugar, el encuentro y traslado de
los cuerpos de los mártires Protasio y Gervasio; mientras eran llevados en
procesión a la basílica de Ambrosio sucedieron muchos milagros30.

La fama de Ambrosio llegó también a oídos de Agustín, quien lo consideraba


feliz según el mundo y no según Dios. Tan pronto llegó a Milán pensó en
hacerle una visita por simple diplomacia y curiosidad. Por diplomacia porque
era costumbre visitarse las dos autoridades, la civil y la eclesiástica, y Agustín
ahora había entrado a formar parte de los empleados oficiales. Por curiosidad
porque le habían hablado de lo bien que Ambrosio se expresaba y quería
comprobar por sí mismo si era cierto. Muy pronto desaparecerán estos motivos
superficiales y vendrán los encuentros directos o indirectos, que lo llevarán a la
conversión definitiva.

“Y llegué a Milán al obispo Ambrosio, uno de los hombres más eminentes


y de universal notoriedad .
[…] Acogióme con gesto paternal aquel hombre de Dios […] y comencé
a amarlo viendo al principio en él, no al doctor de una verdad que yo no
esperaba en modo alguno de tu Iglesia, sino a un hombre bondadoso
conmigo; escuchábale con interés en sus explicaciones al pueblo, mas no
con la intención que hubiera debido yo tener, sino sondeando, por así
decirlo, su elocuencia,

para comprobar si estaba a la altura de su fama o si era más o menos


28
Conf. 8,6,15.
29
Cf. Conf. IX,7,15.
30
Cf. Ib. IX,7,16.
95

fluida de lo que se aseguraba.

Mi atención estaba pendiente de sus palabras, pero me mantenía


indiferente y desdeñoso por el contenido. Me agradaba el encanto de su
lenguaje; aunque más cultivado, menos gracioso y seductor que el de
Fausto, por lo que a la forma se refiere. Que en cuanto al fondo no cabía
comparación; el uno divagaba a través de las falsedades maniqueas,
mientras que el otro exponía, de una manera muy saludable, la doctrina de
la salud”31.

El encuentro con Ambrosio se realizó en dos etapas: primero, la del diálogo


directo, en privado, que no surtió mucho efecto; era un obispo demasiado
ocupado para dedicarle al joven Agustín el tiempo que tal vez necesitaba para
otras personas; además, es muy probable que Ambrosio lo conociera ya de oídas
y supiera de sus andanzas por el maniqueísmo y por el mundo de la filosofía
pagana.

“No se me daba oportunidad alguna de consultar las cosas que quería con
aquel santo oráculo vuestro, que en su pecho moraba, sino cuando podía
oírlo con brevedad. Y en cambio, los vivos desasosiegos míos requerían
un consultor muy desocupado a quien comunicarlos, y nunca lo
hallaban”32.

“Parece raro que Ambrosio no prestase la atención que merecía aquel


profesor que ‘permanecía largo rato sentado y en silencio’ ante él. Tal vez
su actitud fuese premeditada para que la conversión no se realizara por
caminos intelectuales y sí por el camino de las lágrimas de Mónica”33.

En vista de este fracaso parcial Agustín, llevado siempre por la divina


Providencia, como lo reconoce en las Confesiones, opta por otro método más
cómodo y práctico: asistir a sus sermones en la iglesia.

“Al menos lo escuchaba todos los domingos exponer cumplidamente al


pueblo la palabra de la verdad y más y más se afirmaba en mí la
31
Conf. V,13,23.
32
Ib. VI,3,3.
33
J. OROZ, ob. cit. 76.
96

certidumbre de que podían ser desatados todos los nudos de maliciosas


calumnias que urdían contra los Libros divinos los impostores que nos
engañaban”34.

Se refiere a los maniqueos (lec. 4,5 d). El fruto de estas visitas a la iglesia no se
dejó esperar. ¿Qué aprendió Agustín de la predicación ambrosiana?

a. Primero que todo, aprendió a ver el sentido espiritual de las Sagradas


Escrituras; los maniqueos le enseñaron a quedarse con la letra, con lo
material sin llegar al fondo de su contenido:

“Expuestos, pues, en sentido espiritual numerosos pasajes de aquellos


libros, echábame ya en rostro mi falta de esperanza” 35. “Y escuchaba con
gozo a Ambrosio, que repetía con frecuencia en sus sermones al pueblo,
como inculcándola encarecidamente, la siguiente regla: la letra mata pero
el espíritu vivifica; cuando aquellos pasajes que, tomados al pie de la
letra, parecían enseñar alguna perversidad, levantando el velo místico, los
exponía en sentido espiritual”36.

b. Poco a poco se fue viendo libre de las ideas materialistas sobre Dios; no
podía concebir el ser divino sin cuerpo material, y esto porque los maniqueos
interpretaban mal Génesis 1,26: si el hombre fue hecho a imagen y
semejanza de Dios, entonces Dios tiene cuerpo como el hombre, decían.
Agustín aprende de Ambrosio el verdadero sentido: es el hombre el que tiene
alma espiritual como Dios. Abandonaba, pues, el materialismo maniqueo.

c. Se decidió a dejar definitivamente el maniqueísmo y a inscribirse como


catecúmeno en la Iglesia Católica, mientras encontraba algo o alguien hacia
el cual dirigir sus pasos.

d. Descubrió poco a poco la grandeza y autoridad, no sólo de las Sagradas


Escrituras, sino de la fe católica, lo que indicaba empezar a aceptar la Iglesia.

34
Conf. VI,3,4.
35
Ib. V,14,24.
36
Ib. VI,4,6.
97

Pero Ambrosio no sólo le dió la mano a Agustín; también Mónica quiso entrar
en contacto con él:

“…Y corría a la iglesia con mayor solicitud y estaba pendiente de los


labios de Ambrosio. […] Amaba mi madre a aquel varón como a un ángel
de Dios, porque se había dado cuenta de que por su medio había yo
llegado mientras tanto a ese estado de incertidumbre y de fluctuación”37.

Cuando llegó a Milán, Mónica quiso seguir la costumbre africana de llevar


alimentos a las tumbas de los mártires, costumbre que también existía en Milán
y que Ambrosio había tenido que prohibir; la madre acató la prohibición sin
discutir, pues vio que venía de una persona santa y autorizada. Y, como lo hacía
en su tierra, también continuó visitando la iglesia de Ambrosio tan
frecuentemente que éste, en coloquios con Agustín, hablaba muy bien de ella y
lo felicitaba por tener semejante madre,

“al punto de que no pocas veces, cuando me veía, prorrumpía en elogios


sobre ella, felicitándome por tener tal madre, sin saber qué clase de hijo
tenía ella en mí”38.

2. Comienza la lucha interior

La crisis se inició recordando el pasado:

“Y me maravillaba, sobre todo al tratar de recordar cuán largo espacio de


tiempo había transcurrido desde el año decimonono de mi edad, en que
había comenzado a arder en el deseo de la sabiduría, resuelto, cuando la
hubiese encontrado, a dejar todas

las hueras esperanzas y las engañosas locuras de los vanos deseos”39.

Once años después le parece que poco ha progresado en el camino de la


sabiduría y que ahora anda más confuso que cuando leyó el Hortensio.
37
Ib. VI,1,1.
38
Conf. VI,2,2.
39
Ib. VI,11,18.
98

“Y me veía ya en el año trigésimo de mi edad, nadando en el mismo


lodazal, ávido de disfrutar de los bienes presentes que se me escapaban y
me traían disipado y disperso mientras me decía: ‘Mañana encontraré;
aparecerá la evidencia y me aferraré a ella”40.

Quizá por primera vez, en una crisis profunda, Agustín piensa seriamente en la
muerte y se duele de haber perdido un tiempo precioso:

“¡Perezca todo! ¡Dejemos estas hueras vanidades! Dediquémonos


únicamente a la búsqueda de la verdad. La vida es miserable, la muerte
incierta. Si nos sorprendiera de repente, ¿en qué estado saldríamos de este
mundo?”41.

Agustín se encontraba entre la espada y la pared, y esta era precisamente la


lucha: por una parte, quería dejar la dulzura de la vida presente y aferrarse a la
eterna; por otra, las pasiones lo incitaban a seguir gozando de ellas mientras,
poco a poco, rompía con las mismas, para gozar definitivamente de los bienes
espirituales.

“¿Por qué, pues, titubeamos en abandonar las esperanzas del siglo para
consagrarnos por entero a la búsqueda de Dios y de la vida
bienaventurada? Pero aguarda; también son agradables las cosas de acá
abajo; tienen su dulzura que no es pequeña; no hay que cortar a la ligera
el impulso que nos lleva hacia ellas, porque sería humillante volver a ellas
de nuevo”42.

Para terminar la descripción de esta lucha interior, presentada por él mismo,


démonos cuenta de que él era el primer convencido de la necesidad de
convertirse, pero le daba temor lanzarse a esta aventura —no hay que olvidar
que la conversión es eso: una aventura—.

40
Ib.
41
Ib. No. 19.
42
Ib.
99

“Mientras tales cosas decía y estos vientos contrarios empujaban


alternativamente mi corazón de un lado a otro, iba pasando el tiempo y yo
tardaba en convertirme al Señor y difería de día en día el vivir en ti y no
difería el morir en mí mismo cada día. Amando la vida feliz, temía
encontrarla donde tiene su asiento y la buscaba huyendo de ella”43.

Nadie más indicado para describir una crisis que la misma persona que la
padece; por eso he preferido traer estos párrafos de las Confesiones para no tener
que acudir a la imaginación. El testigo más seguro de uno mismo es su propia
conciencia, que para Agustín en este momento se encontraba en todo su
despertar.

3. El problema de la castidad. Las mujeres. Intento de vida común

Entramos a la parte más humana de san Agustín, la que toca su afectividad más
de cerca. El aspecto sexual y la relación con la mujer, ha sido siempre el centro
de la atención en el hombre. San Agustín no estuvo exento de él; ya lo vimos en
la lección 3,5. Ahora volvemos al mismo tema bajo otra perspectiva.

La crisis en este sentido la promueve su amigo Alipio. ¿Cómo?

“Oponíase Alipio a que me casara con la cantilena de que si lo hacía nos


sería absolutamente imposible vivir juntos una vida de sosiego en el amor
a la sabiduría, como hacía ya tiempo veníamos deseando. Era él, en esta
materia, aún entonces, sumamente casto, cosa que no dejaba de
sorprender ya que, al comienzo de

su juventud, había llegado incluso a tener experiencia del acto carnal,


pero lejos de apegarse a ello, había sentido dolor y menosprecio y vivía en
perfecta continencia desde entonces”44.

43
Ib. No. 20.
44
Ib. VI,12,21.
100

Agustín, empeñado en tomar mujer y formar un hogar estable, hace lo posible


por rechazar la postura de Alipio:

“Pero le contradecía yo oponiéndole los ejemplos de aquellos que siendo


casados habían cultivado la sabiduría, habían merecido el favor divino y
habían guardado lealtad y afecto a los amigos”45.

Fue en el campo del matrimonio en donde tal vez más intervino Mónica: quería
a toda costa ver a su hijo casado, y bien casado, ojalá antes del bautismo; incluso
llegó a pedirle al Señor que, por medio de algún sueño, a lo que ella estaba
acostumbrada, le revelara algo sobre el futuro matrimonio de su hijo; pero como
los caminos del Señor no eran los de Mónica ni los de Agustín, no la escuchó.

“Y se me presionaba sin desmayo a que tomara esposa. Ya la pedía yo; ya


estaba prometida, gracias, sobre todo, a los esfuerzos de mi madre. […] Y
si bien es verdad que ella, movida por mis ruegos y por mi deseo, te
suplicaba cada día con fuerte clamor de su corazón que le mostrases, en
visión, alguna cosa sobre mi futuro matrimonio, tu nunca quisiste”46.

Sea lo que sea, las cosas siguieron adelante, siempre con miras hacia el
matrimonio, que no podía ser con su compañera durante catorce años,
posiblemente por su posición social: ella era de origen esclavo y Agustín, libre;
las leyes romanas prohibían esta clase de matrimonios. Mónica hacía lo posible
por separarlos, y lo logró.

“Seguíase insistiendo, sin embargo, y se había pedido la mano de una


niña. Faltábanle casi dos años para ser núbil, pero como nos resultaba
agradable, se esperaba”47.

Y en medio de todas estas idas y venidas, llegó el momento decisivo, uno de los
más dolorosos para Agustín: la separación definitiva de su compañera.

“Multiplicábanse entretanto mis pecados y cuando fue arrancada de mi


lado, como un obstáculo para el matrimonio, mi compañera habitual de
45
Ib.
46
Ib. VI,13,23.
47
Ib.
101

lecho, mi corazón quedó desgarrado y vulnerado por donde estaba


adherido, dejando un reguero de sangre.

Ella se volvió a África, haciéndote voto de no conocer a otro hombre y


dejando en mi poder al hijo natural que había tenido de ella”48.

La sed de amor era insaciable; la necesidad de una compañera, irresistible; la


costumbre de vivir al lado de una mujer estaba profundamente arraigada.
Afectivamente solo, desesperado por unirse a la que habían elegido como
esposa, y que no podía antes de dos años, Agustín se siente en la necesidad de
conseguirse, mientras tanto, una tercera compañera:
“Pero yo, desventurado, incapaz de imitar ni siquiera a una mujer, no
pudiendo soportar la espera, ya que hasta después de dos años no había de
recibir a la mujer que pretendía, como no era amante del matrimonio sino
esclavo de la pasión, me procuré otra”49.

Lejos de escandalizarnos debemos más bien admirar, en san Agustín, su


profundidad humana, y en la divina Providencia, sus misteriosos designios.

Al margen de estos hechos hay otro muy interesante, que revela la vocación
oculta del futuro inspirador de la vida común monástica. Es el intento que unos
diez amigos hicieron de vivir vida común; todo lo tenían muy bien organizado
pero

“cuando se sometió a consideración si estarían de acuerdo en ello las


mujeres que algunos de nosotros tenían ya y que otros queríamos tener,
todo aquel hermoso proyecto, que tan bien íbamos

confeccionando, reventó en nuestras manos, se hizo añicos y fue


desechado”50.

Un poco más adelante Agustín volverá a expresar lo difícil que para él resultaba
guardar la continencia:
48
Ib. VI,15,25.
49
Ib.
50
Ib. VI,14,24.
102

“Pero yo, adolescente desventurado en extremo, había llegado a pedirte a


Ti la castidad diciendo: ‘Dame la castidad y continencia, pero no ahora”51.

4. Los neoplatónicos

Como en otro tiempo, cuando tenía 19 años, el Hortensio de Cicerón vino en su


ayuda y produjo en él lo que se podría llamar la primera conversión, ahora son
los neoplatónicos quienes vienen en su auxilio, y a ellos deberá en gran parte el
paso decisivo hacia la conversión.

“Por lo que me procuraste, a través de un individuo, henchido de un


monstruoso orgullo, ciertos libros de los platónicos, traducidos del griego
al latín”52.

Muy agradecido quedó Agustín con la ayuda de esos “ciertos libros”


pertenecientes a algunos discípulos de Platón. Su lectura fue tan benéfica que
produjo en él la segunda conversión (núm. 5).

“Aquella lectura […] ha llamado la atención de muchos estudiosos,


quienes con gran aparato de erudición han buscado establecer quién sería
ese desconocido que le procuró los libros de los platónicos, de qué
platónicos se trataba, qué libros leería, qué influjo ejercerían estos libros
en su conversión”53.

Los filósofos neoplatónicos que Agustín venera y recuerda más seguido son
Plotino y Porfirio. Hay que distinguir lo que encontró en ellos, lo que no
encontró y lo que encontró y no aceptó54.
a. Encontró, ante todo, la invitación a la interioridad, que consiste en entrar
dentro de uno mismo para encontrar y contemplar allí la verdad.
51
Ib. VIII,7,17.
52
Ib. VII,9,13.
53
A. TRAPÉ, ob. cit. 66s.
54
Cf. Ib. 67.
103

b. También aprendió a distinguir entre lo sensible y lo inteligible; le costaba


mucho entender la existencia de realidades que no fueran corpóreas; el
mismo Dios, como se vio antes, no lo concebía sino bajo la forma corporal.

c. También encontró el principio de la participación “según el cual todas las


cosas provienen de Dios y son a la vez una participación y una imitación de
Dios”55.

d. Finalmente, encontró la solución al problema del mal, que tanto lo hacía


sufrir. Era un problema mal enunciado por los maniqueos: ¿De dónde viene
el mal? De un principio malo, decían los herejes. Los neoplatónicos le
enseñaron a enunciarlo de otra manera: ¿Qué es el mal? No es una sustancia
sino una privación o corrupción del bien; luego depende de éste y está
íntimamente relacionado con la libertad humana, que es la base del pecado y
del mérito en el hombre. El mal no puede existir sin el bien, pero éste sí
puede existir sin aquél. Este tema será ampliamente desarrollado por san
Agustín a lo largo de todas sus obras.

e. También encontró, o intentó encontrar, la primera parte del Evangelio de san


Juan sobre la divinidad del Verbo.

No encontró la segunda parte del Evangelio de san Juan, que trata de la


Encarnación, tan esencial al cristianismo como la

primera parte. Más aún, los neoplatónicos consideraban la Encarnación del Hijo
como una bárbara mitología, imposible de aceptar.

a. Encontró y rechazó de inmediato el politeísmo de los neoplatónicos.

“Ellos, realmente, aun admitiendo la unidad de Dios, no excluían el culto de


55
A. TRAPÉ, ob. cit. 68.
104

divinidades inferiores; o sea, aceptaban en la práctica y justificaban en teoría


la idolatría tradicional”56.

b. Posiblemente encontró también y rechazó la metempsícosis o


transmigración de las almas. Plotino, siguiendo a Platón, admitió esta
transmigración en los cuerpos hasta de los animales; Porfirio la admitió sólo
en nuevos cuerpos de hombres.

c. Porfirio mandaba huir de toda cosa corpórea como condición indispensable


para alcanzar la felicidad. Con el correr de los años, san Agustín se valdrá
precisamente de la creación para llegar a Dios; más aún, esta será la base de
toda su espiritualidad (lec. 2,6 b).
d. Finalmente, encontró, aceptó pero después corrigió el espiritualismo neoplatónico cambiándolo por el
espiritualismo cristiano. “Se comportó, así lo dice alegóricamente él mismo, como los hebreos que al salir
de Egipto llevaron consigo el oro de los egipcios: hizo suyo cuanto de verdadero encontró en aquellos libros,
dejando los errores”57. (estos dos son de la pág. 104)
“Hemos de pensar que, al igual que en Cartago la lectura del diálogo de Cicerón, en Milán los libros de los
neoplatónicos iniciaron en Agustín una etapa de liberación de ideas falsas que du

rante tanto tiempo había sostenido en su interior. Concretamente las doctrinas


de los maniqueos. Por eso, se ha podido hablar de una conversión
neoplatónica anterior a la verdadera que tendrá lugar en el silencio del jardín
de Milán”58 (cf. No. 8).

5. La segunda conversión (lec. 4,2; 6,8)

“Amonestado a volver a mí mismo por aquellos libros, entré en la


intimidad de mi ser bajo tu guía, y pude hacerlo porque Tú me ayudaste.
Entré y vi con el ojo de mi alma, como quiera que él fuese, por encima
de ese ojo de mi alma, por encima de mi inteligencia, la luz inmutable,
no la que es ordinaria y visible a toda carne, ni una especie de luz del
mismo género que fuese más grande y que resplandeciese, pongo por
caso, con un incomparablemente mayor resplandor y que ocupase todo
el lugar con su grandeza. No, no era así aquella luz, sino otra cosa, muy
diferente de todas nuestras luces.
Y no estaba sobre mi inteligencia como el aceite sobre el agua, ni como el
cielo sobre la tierra. Estaba sobre mí porque fue ella la que me hizo, y yo
56
Ib. 70.
57
Ib. 71.
58
J. OROZ, ob. cit. 80.
105

debajo de ella porque por ella fui hecho. Quien conoce la verdad conoce
esa luz y quien la conoce, conoce la eternidad. La Caridad es quien la
conoce.
¡Oh eterna verdad y verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios.
A ti suspiro día y noche. Cuando te conocí por vez primera, me levantaste
para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era todavía capaz
de ver.
Deslumbraste la debilidad de mi vista con la violencia de tu calor sobre
mí, y me estremecí de amor y de horror. Y descubrí que estaba lejos de ti,
en la región de la desemejanza, como si oyese que tu voz me decía desde
lo alto: ‘Soy alimento de grandes; crece y me comerás. No me
transformarás tú en tí, como asimilas el alimento de tu carne, sino que te
transformarás tú en mí…
Y oí, como se oye en el corazón, y no había el más mínimo lugar a dudas.
Más fácilmente dudaría de mi vida que de la existencia de la verdad que,
a través de las cosas creadas, se deja ver a la inteligencia”59.

Se trata, pues, de una auténtica conversión a la luz de la VERDAD, así, con


mayúscula, para entender de una vez por todas que san Agustín se iba acercando
a Dios.

Muchos autores han querido ver en este texto un primer éxtasis de carácter
filosófico, que hace juego con el famoso de Ostia (lec. 7,3), de carácter místico.

6. El segundo intento bíblico (lec. 4,3)

“De manera que agarré, con la mayor avidez, las obras venerables de tu
Espíritu y, con preferencia a todas las demás, las del apóstol Pablo.

Desvaneciéronse entonces las dificultades que un día tuviera, cuando me


había parecido en contradicción consigo mismo y en desacuerdo con los
testimonios de la Ley y de los Profetas, en el tenor literal de sus palabras.
Y se me descubrió el único rostro de las palabras santas y aprendí a
alegrarme con temblor”60.

Si la primera vez que tomó las Escrituras en sus manos fracasó por exceso de
59
Conf. VII,10,16.
60
Conf. VII,21,27.
106

orgullo, ahora triunfa porque se hace humilde. Agustín descubrió a Cristo


mediador, cuya humildad es indispensable para ser mediador. La humildad fue el
camino que recorrió Cristo para venir al mundo; debe ser también el camino que
recorrerá el hombre para ir a Dios.

“Y buscaba el camino de adquirir el vigor que me hiciese capaz de gozar


de ti y no lo encontraba hasta que me hube abrazado

con el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo, que es


sobre todas las cosas Dios bendito por todos los siglos…

Es que no podía poseer a mi Dios, el humilde Jesús, porque yo no era


humilde ni sabía qué enseñanza proporciona su debilidad”61.

Este segundo intento será definitivo y lo preparará para familiarizarse después


con las Sagradas Escrituras (lec. 8,6).

7. Se agudiza la crisis

“Habíanse adherido a mis entrañas tus palabras y por todas partes me


hallaba sitiado por ti. […] Por lo que se refiere a mi vida temporal, se
bamboleaba todo. Era menester purificar del viejo fermento el corazón.
Me gustaba el camino, el Salvador mismo, pero me daba miedo todavía el
pasar por sus estrechos desfiladeros”62.

Agustín se encontraba, pues, entre la espada y la pared, entre Cristo y él mismo:


o se quedaba en sí, lejos de Cristo, o salía de sí —renuncia— para unirse
definitivamente con Cristo. Este es, en pocas palabras, el contenido de la crisis.

Conviene aludir a ciertos hechos que precipitaron la crisis y terminó en la escena


61
Ib. VII,18,24.
62
Ib. VIII,1,1.
107

del jardín:

a. El mendigo gozoso. Se preparaba Agustín para pronunciar el famoso


discurso en honor del emperador (lec. 5,7); de pronto ve en la calle a un
mendigo embriagado, riéndose y haciendo reír. La conclusión fue clara:
“No poseía aquél, seguramente, la verdadera alegría, pero yo, por mi parte,
buscaba una mucho más falsa con aquellas mis ambiciones. Y, en definitiva,
él estaba alegre y yo ansioso; él tranquilo y yo sobresaltado”63.

b. El encanto de la música

“El año 386, Ambrosio asediado en la basílica con el pueblo por los soldados
de la emperatriz Justina, para aliviar el tedio de aquellas interminables horas
de espera había concebido la feliz idea de componer himnos, que cantaban
los fieles. Agustín tal vez se vio mezclado entre aquella multitud que
entonaba himnos. No nos dice si escuchó los discursos del Obispo, pero sí
cuenta la emoción que sintió al escuchar la melodía de los himnos: ‘¡Cuánto
lloré con los himnos y cánticos vuestros, emocionado por las voces de
vuestra Iglesia, que canta tan dulcemente! Aquellas voces entraban en mis
oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón; y de ahí se enardecía el
afecto y la piedad y corrían sin duelo las lágrimas, que me sabían a miel”64.

Agustín era un apasionado por la música; a este arte dedicará una obra,
compuesta entre los años 387-391.

c. Simpliciano. Fue, como se dijo antes (lec. 6,1), quien bautizó, acompañó y
luego sucedió a Ambrosio en la sede de Milán.

“Me inspiraste la idea, que pareció buena a mis ojos, de acudir a Simpliciano.
Teníale yo por un buen servidor tuyo y brillaba en él tu gracia”65.

La conversación giró en torno a la conversión del profesor de retórica, Mario

63
Conf. VI,6,9.
64
Conf. IX,6,14. Cf. J. OROZ, ob. cit. 83s.
65
Conf. VIII,1,1.
108

Victorino66, quien acostumbraba leer la Biblia y por medio de ella se


convirtió. En el diálogo con este anciano, Agustín aprendió algo que le
impactó: “Contemplaba la Iglesia llena y que uno andaba de una manera y
otro de otra”67, es decir, unos elegían el estado del matrimonio y otros el de la
continencia. El ejemplo de tantos que en la Iglesia procuraban alcanzar la
perfec

ción, y especialmente el de Mario Victorino, le hizo sentir deseos ardientes


de imitarlo, pero aún no se atrevía68.

d. Las dos voluntades. A la voluntad anterior, materialista y sensual, se le


sumaba otra que era “La nueva voluntad que acababa de nacer en mí,
voluntad de servirte gratuitamente y de desear gozarte” 69. Estas dos
voluntades luchaban entre sí como disputándose la posesión de Agustín,
quien apenas podía dirigirle a Dios “sólo unas palabras lentas y soñolientas:
‘Ahora’, ‘ahora mismo’, ‘déjame un poco’. Mas aquel ‘ahora y ahora’ no
tenía término y el ‘déjame un poco’ iba para largo”70.

e. Ponticiano.

“Paisano de Agustín, dignatario de la corte de Milán. Con sus palabras y su


ejemplo determinó una crisis saludable en el espíritu atormentado de su
amigo, en el otoño del 386”71.

La crisis saludable se debe a la narración que éste le hizo de la vida de Antonio


el ermitaño, egipcio, y de los muchos monasterios que había en Egipto. Agustín
quedó nuevamente impactado con esta narración y, especialmente, con otra no
menos aleccionadora: dos jóvenes militares de Tréveris (Alemania), después de

66
Cf. Conf. VIII,2,3.
67
Conf. VIII,1,2.
68
Cf. Conf. VIII,5,10.
69
Ib.
70
Ib., No. 12.
71
J. OROZ, ob. cit. 164.
109

haber leído la vida de Antonio, se decidieron a dejar cada uno su


correspondiente novia para consagrarse al Señor. El hecho no pudo llegar más a
tiempo a Agustín, que se encontraba precisamente decidiendo sobre su futuro
matrimonio.

Repentinamente Agustín se dirige a Alipio:

“¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué estamos soportando? ¿Qué es lo que has


oído? Se levantan los ignorantes y arrebatan el cielo y nosotros con
nuestra ciencia, faltos de corazón, ¡mira dónde nos

estamos revolcando! ¡En la carne y en la sangre!. ¿Es que por ventura,


con el pretexto de que nos han precedido, nos da vergüenza seguirlos y no
nos la da en cambio el no seguirlos?”72.

8. La escena del jardín. Conversión definitiva (lec. 4,2; 6,5)

La crisis tocó fondo y el desenlace no se hizo esperar. Aunque resulte extenso,


que sea el mismo Agustín el que nos cuente cómo sucedieron los hechos:

“Me decía a mí mismo en mi interior: ‘Este es el momento. Ahora ha de


ser, ahora ha de ser’. Y estaba a punto de pasar de la palabra a los hechos.
Ya casi lo hacía, pero no lo hacía. No volvía a caer, con todo, en las cosas
de antaño, sino que me detenía muy cerca y tomaba aliento. […] Y podía
más en mí lo malo inveterado que lo bueno a que no estaba
acostumbrado.

Lo que me retenía eran esas bagatelas de bagatelas, esas vanidades de


vanidades, viejas amigas mías. Jalaban con leves tirones de mi vestido de
carne y murmuraban por lo bajo: ‘¿Nos vas a dejar?’ Y ‘a partir de este
momento ya no volveremos a estar jamás contigo’. Y ‘a partir de este
momento jamás te será permitido esto o aquello’. […] Vacilaba en
arrancarme y sacudirme de ellas y saltar adonde era llamado, en tanto que
72
Conf. VIII,8,19.
110

el hábito, tirano, me decía: ‘¿Crees que podrás pasarte sin ellas?’. Pero
esto me lo decía ya muy tibiamente. Porque del lado hacia donde había
vuelto yo mi rostro y por donde temblaba de pesar, se me mostraba la
casta dignidad de la continencia, serena y de una alegría contenida,
invitándome con su noble encanto para que me acercase a ella. […]
¡Había allí tantos jóvenes y tantas jóvenes! Allí una multitud de adultos y
de gentes de toda edad […] y en todos la misma continencia, no estéril,
sino madre fecunda de hijos de alegría. Y se reía de mí con una risa
alentadora, como si dijese: ‘¿No podrás tú lo que pueden éstos y éstas?’…

Y me sentía todo lleno de confusión porque aún oía el murmullo de


aquellas bagatelas y seguía todo indeciso, todo lleno de dudas…

La soledad me parecía un lugar más a propósito para llorar. Me retiré muy


lejos, de modo que ni siquiera la presencia de Alipio pudiera servirme de
estorbo. […] Tal era entonces mi estado. […] Y me tendí no sé cómo
debajo de una higuera, solté la rienda al caudal de mis lágrimas y brotaron
dos ríos de mis ojos; […] te dije una gran cantidad de cosas: ‘Y tú, Señor,
¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo, Señor, has de estar siempre enojado?’.
[…] Esto decía y lloraba con la más profunda amargura de mi corazón
contrito. Y he aquí que, proveniente de una casa vecina, oigo una voz
como de un niño o de una niña, no sé, que decía cantando y repetía con
frecuencia: ‘¡Toma, lee!, ¡Toma, lee!’. […] Así que volví a toda prisa al
lugar donde estaba sentado Alipio, pues allí había dejado el libro del
Apóstol cuando me levanté de allí. Lo agarré, lo abrí y leí en silencio el
primer capítulo en que se posaron mis ojos: ‘No andéis en comilonas ni
en borracheras, no en amancebamiento y libertinaje, no en peleas y
envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo y no os entreguéis a la carne
para satisfacer sus concupiscencias’.

No quise leer más, ni era necesario. Al instante, con las últimas palabras
de ese pensamiento, como si una luz de seguridad se hubiese difundido en
mi corazón, se disiparon todas las tinieblas de la duda”73.
73
Conf. VIII,11 y 12.
111

La conversión fue total y definitiva. La escena del jardín tuvo lugar a finales de
agosto o comienzos de septiembre del año 386. El curso estaba para terminar.
No quiso avisar nada a los alumnos para no dar motivo a habladurías ni ponerlos
en la penosa necesidad de conseguir otro profesor ya finalizando el curso. Debía
renunciar a las clases y la oportunidad de hacerlo, sin dejarse notar, se la
proporcionó la mala salud:

“La humedad del clima milanés le había ya producido una especie de


bronquitis crónica. El enfermo respiraba mal, sufría de dolores en el
pecho y su voz sonaba opaca y oscura”74 (lec. 10,5).

LECTURA
Esencia de la conversión

La descripción de su conversión, que Agustín ofrece en las Confesiones y que él


presenta como una liberación gratuita y sobrenatural, puede servirnos como vivo
retrato de toda conversión:

¡Qué dulce me resultó de golpe carecer de la dulzura de las frivolidades!


Antes tenía miedo de perderlas y ahora me gustaba dejarlas. Eras tú quien
las iba alejando de mí. Tú, suavidad verdadera y suprema, las desterrabas
lejos de mí y entrabas en lugar de ellas. Tú, que eres más suave que todos
74
J. OROZ, ob. cit. 90.
112

los placeres, aunque no para la carne y la sangre. Tú, que eres más
resplandeciente que toda luz, más escondido que todos los secretos, más
encumbrado que todos los honores, aunque no para los que están
encumbrados a sus propios ojos. Mi espíritu estaba libre ya de las
angustias inquietantes que entraña la ambición el dinero, el revol

carse y rascarse la sarna de las pasiones. Y dialogaba contigo, Señor Dios


mío, claridad mía, mi riqueza y mi salvación (9,1.1).

Así, pues, la conversión aparece como liberación de la pasada esclavitud, como


nuevo gozo, como la experiencia de una presencia íntima con Dios, como una
dulce y deliciosa gracia, […] que será una parte tan importante de la teología
agustiniana y que tendrá gran importancia en la historia de otras conversiones1.

Cuestionario

1. ¿Qué efectos produjeron en Agustín los sermones de san Ambrosio?


2. Agustín se sintió influido por san Ambrosio de la siguiente manera:
A) Dialogando a solas con él.
B) Escuchándolo en la iglesia.
C) Leyendo sus escritos.
(Subraya la que creas más acertada).
3. En pocas palabras describe las tres luchas principales de Agustín:
A) en lo económico (lec. 5,6).
B) en lo moral.
C) en lo espiritual.

1
A. D. FITZGERALD, ob. Cit. 332, col. 2.
113

4. Desde antes de convertirse, Agustín ya sentía inclinación por la vida común


(vida religiosa); ¿Cuál
era su principal dificultad a este respecto?
5. ¿Qué libros de la Biblia lo iban acercando más y más a la conversión?
6. Una de tantas frases famosas de san Agustín es: “¿No podrás tu lo que pueden
éstos y éstas?”
Explica su origen.
7. Ponticiano dio el último empujón espiritual a Agustín para que se convirtiera;
¿Cómo?
8. En Romanos 13 se encuentran los versículos claves en la conversión de
Agustín; búscalos y
completa la siguiente cita: Rom. 13, (escribe solamente los números de los
versículos claves).
9. Haz una comparación entre la conversión de san Agustín y la de san Pablo
(Hechos de los
Apóstoles, 9).
10. De acuerdo con la LECTURA, ¿qué es lo esencial de toda conversión?

¿Qué elegimos, a no ser que antes seamos elegidos nosotros? (Sermón 34,2).
114
LECCIÓN 7. LA PAZ DE CASICIACO. EL DOLOR DE LA ORFANDAD
(Edad: 33 años)

1. Casiciaco

Se llamaba así una villa o quinta en las cercanías de Milán, perteneciente a


Verecundo, amigo de Agustín; aquél la puso a disposición de éste y en los
primeros días de noviembre se trasladó allí un buen grupo de amigos deseosos
de discutir sobre temas filosóficos mientras se preparaban para el bautismo:
Agustín, su madre y su hermano Navigio; el amigo Alipio y sus paisanos y
discípulos Trigezio y Licenzio, lo mismo que sus primos Lastidiano y Rústico;
por supuesto, también su hijo Adeodato, de quien el mismo Agustín habla así:

“Juntamos también con nosotros al joven Adeodato, que era mi hijo


natural, fruto de mi pecado; pero Tú, Señor, lo dotasteis de unas
cualidades muy buenas y excelentes. Aún no tenía quince años, y ya
aventajaba en inteligencia a otros muchos que por la edad y literatura
pasaban por hombres graves y doctos”1.

1
Conf. IX,6,14.
Mónica da un toque familiar a la casa, prepara y preside las comidas, lleva en
general la administración y, como la finca es amplia, pueden incluso dedicarse
un poco al trabajo material.

Pero lo principal es el estudio y la reflexión; las discusiones comenzaron entre el


9 y el 10 de noviembre. Al cabo de unas quince sesiones, que trataron de la
certeza, la felicidad y el mal, había material suficiente para que Agustín
compusiera cuatro obras: Contra los académicos, La felicidad, El Orden y
Los Soliloquios. Esta última es fruto de las meditaciones personales y a solas
del Santo; reflejan el grado de vida interior a que había llegado, aun antes del
bautismo (lec. 11,2).

“Su jornada se abría y se cerraba con la oración. Mitad de la noche la


pasaba en la meditación, bañándola frecuentemente con lágrimas. Durante
el día se ocupaba en las discusiones filosóficas, en cuidados domésticos,
en la instrucción impartida a los discípulos Trigezio y Licenzio. En la
mesa se entretenía poco: comía cuanto era estrictamente necesario para
calmar el hambre, al punto de poder decir en broma que el principio de
los alimentos coincidía con su fin”2.

2. Regreso a Milán. El bautismo. Obras

Al acercarse la Cuaresma del año 387, todos tienen que abandonar el retiro de
Casiciaco para regresar a Milán, en donde Agustín, Alipio y Adeodato deben
prepararse para recibir el bautismo.

“En Milán, a donde volvió a primeros de marzo para inscribirse entre los
bautizados, Agustín continuó sus búsquedas y sus ascensiones. Siguió la
catequesis bautismal, tomó parte en las celebraciones litúrgicas, se
conmovió y lloró con el canto de los himnos sagrados, meditó largamente
sobre la historia de la salvación, llena de misericordia y de misterio, visitó
el monasterio de Ambrosio

2
A. TRAPÉ, ob. cit. 84s; cf. “Contra los académicos” 3,4,7.
fuera de las murallas, recibió el bautismo la noche del Sábado Santo (24 y
25 de abril del 387)”3.

Agustín, a veces tan abundante de palabras al presentar ciertos hechos, usa ahora
unas pocas pero muy valiosas para describir su bautismo: “Fuimos bautizados y
desaparecieron de nuestra vista todos los remordimientos de nuestra vida
pasada”4. El bautismo lo recibió de manos de san Ambrosio.

Mientras se preparaba para este gran sacramento, no descansó su pluma: escribió


algunos apuntes sobre La inmortalidad del alma, con los cuales pensaba
completar los Soliloquios, pero se quedaron sólo en eso, en apuntes, y dieron
origen a la obra del mismo nombre. Escribió también un tratado sobre La
Gramática, que se ha perdido. Dejó apuntes sobre dialéctica, retórica, geome-
tría, aritmética y filosofía, también perdidos.

Entre tanto andaba buscando el lugar más apropiado para realizar mejor su
programa de estudio y ascetismo; convinieron en que ese lugar era Tagaste, pues
todos eran de allí, había campo suficiente para cultivar la tierra y quedaban las
posesiones paternas disponibles para Agustín. Era un lugar solitario y apartado
de los grandes centros urbanos, pero al mismo tiempo con buenas
comunicaciones. Seguramente que Mónica influyó en esta decisión: cumplida su
misión de ver a su hijo cristiano católico, desearía volver a la tierra donde estaba
la tumba de Patricio. En resumidas cuentas, ninguno tenía interés en quedarse
más tiempo en el extranjero.

“Algunos meses después del bautismo, antes de terminarse el verano, algo


antes de que comenzara el mes de septiembre, se pusieron en viaje para el
regreso. Esta vez Agustín no viajaba con los gastos por cuenta del Estado,
sino a costa propia, con menos lujo y con más dificultades. El viaje pudo
durar unos veinte días”5.

3. Roma. El éxtasis de Ostia


3
A. TRAPÉ, ob. cit. 86.
4
Conf. IX,6,14.
5
A. TRAPÉ, ob. cit. 87.
“Debió serles doloroso despedirse del obispo que los había atendido con
solicitud paternal. Del generoso Verecundo, al que debían el retiro
bienhechor de Casiciaco y que no pudo recibir con ellos el bautismo. De
Teodoro, a quien dedicó el libro De la vida feliz, y de tantos otros que les
habían mostrado un afecto especial. Pero no es la primera vez que van a
gustar las amarguras de la separación. La preparación de su partida puede
llevarles algunas semanas. Y a finales del verano todo este grupo de fieles
se ve ya reunido en Ostia donde han de embarcarse para el África”6.

Ostia era el puerto oficial de Roma. Allí llegaron nuestros viajeros con la
intención de embarcarse para el África, y allí tuvieron lugar los hechos que
vienen a continuación.

“Como las ocasiones de viajar no eran muy frecuentes, tuvieron que


detenerse algunos días en Ostia. Para ello se alojaron en casa de una
familia cristiana, lejos del rumor de la multitud y lejos también del
movimiento pluriforme del puerto. Ostia, en aquel entonces, era un centro
comercial muy importante, y uno de los puntos de desembarque para los
viajeros que llegaban de los puertos del Mediterráneo. Una multitud
cosmopolita, de diferentes lenguas y costumbres, se agitaba en sus calles
con un tumulto ensordecedor. Barcos, cargados de aceite, de trigo y de
toda clase de mercancías, llenaban el puerto y se escuchaban en los
malecones las voces extrañas de los marineros”7.

Agustín y Mónica gozaban en la oración y contemplación de las cosas


celestiales; el retiro de Casiciaco les dio material suficiente para entretener su
espíritu en largos y saludables pensamientos. Un día, apoyados en la ventana
que da al jardín de la casa donde se hospedaban, la madre y el hijo se
desprendieron un poco de este mundo y, por unos momentos, saborearon las
cosas del cielo. La historia ha registrado este hecho con el nombre de El éxtasis
de Ostia, y el mismo Agustín nos lo presenta así:

“En la inminencia del día en que debía de salir de esta vida, aconteció, a
6
J. OROZ, ob. cit. 95.
7
J. OROZ, ob. cit. 96.
lo que yo creo por amorosa y oculta providencia vuestra, que yo y ella
estuviésemos solos arrimados a una ventana, de donde se descubría la
huerta de la casa en que morábamos, en los aledaños de la ciudad de Ostia
sobre el Tíber. Allí, apartados del ruido de las gentes, tras la fatiga del
largo camino, nos rehacíamos para la navegación. Hablábamos, pues,
solos los dos, con gran dulzura recíproca.

Olvidando lo pasado y proyectándonos hacia lo porvenir, buscábamos


juntos, a la luz de la verdad presente que eres Tu, cuál sería la vida eterna
de los santos, que ‘ni ojo vio, ni oído oyó ni subió al corazón de hombre’.
Abríamos la boca del corazón, anhelante y sedienta a los soberanos
raudales de nuestro manantial, fuente de vida que está en Ti; para que,
rociados desde arriba, según nuestra capacidad, de alguna manera
pudiéramos considerar materia tan sublime.

… Levantándonos con ímpetu más ardiente hacia el Ser mismo,


recorrimos grado por grado todas las cosas corporales y el mismo cielo de
donde el sol y la luna y las estrellas resplandecen sobre la tierra.

Y subíamos más arriba, pensando interiormente en Ti, hablando de Ti y


admirando tus obras. Y llegamos a nuestras almas y las traspasamos hasta
llegar a aquella región de abundancia indeficiente, donde apacientas para
siempre a Israel con el alimento de la verdad. Allí la vida es la Sabiduría
hacedora de todas estas cosas y de las que fueron y de las que han de ser.
Mas ella no es hecha, sino que tal es como fue y así será siempre. […] Y
lanzamos un hondo suspiro y dejamos prendidas y palpitantes allá arriba
estas primicias del Espíritu. Y luego tomamos, ¡ay dolor!, el camino del
descenso al son de nuestra boca, donde nace la palabra y muere la
palabra. ¿Y qué cosa existe semejante a tu Verbo, Señor nuestro, que
permanece siempre en Sí, sin envejecer, y que renueva todas las cosas?

… Tales cosas decía, aunque no de este modo y con estas palabras. No


obstante, Tu sabes, Señor, que aquel día, durante aquel coloquio, en el
cual ese bajo mundo con sus placeres todo se nos cubría de vileza, mi
madre me decía: ‘Hijo, por lo que se refiere a

mí, ninguna cosa me deleita en este mundo. No sé qué más hago yo aquí,
ni porque estoy todavía aquí, consumada y colmada ya toda esperanza en
este siglo. Una sola cosa había por la que deseaba quedarme algún tiempo
en esta vida: verte cristiano católico antes de morir. Dios me lo ha
concedido más que colmadamente, ya que has llegado a despreciar la
felicidad terrena y te veo siervo suyo. ¿Qué hago yo aquí?”8.

No fue la única vez que san Agustín entró en éxtasis. Ya se hizo alusión al
“éxtasis filosófico” que tuvo a raíz de la lectura de los neoplatónicos (lec. 6,5).

4. Enfermedad y muerte de Mónica

“No me acuerdo bien de lo que a esto respondí, sino que dentro de los
cinco días siguientes, cayó en la cama con fiebres. En el curso de su
enfermedad, un día perdió el conocimiento. Corrimos hacia su cama, pero
pronto volvió en sí y, mirándonos a mi hermano y a mí, dice: ‘Aquí
debéis enterrar a vuestra madre’. Yo callaba y reprimía el llanto, pero mi
hermano pronunció no sé qué palabras indicando que no deseaba verla
morir en tierra extraña. […] Y luego ella nos dijo a los dos: ‘Pongan este
cuerpo dondequiera, y no tengan más cuidado de él. Una cosa les ruego:
que se acuerden de mí ante el altar del Señor…’

Así, pues, a los nueve días de su enfermedad, a los cincuenta y seis años
de su edad y treinta y tres de la mía, fue liberada del cuerpo aquella alma
religiosa y pía.

Cerraba yo sus ojos, mas una tristeza inmensa afluía a mi corazón, y ya


iba a convertirse en lágrimas, cuando al punto mis ojos, al violento
imperio de mi alma, se contenían hasta secarlas, padeciendo con tal lucha
de modo imponderable. Entonces fue cuando, al dar el último suspiro, el
niño Adeodato rompió a llorar a gritos; mas reprimido por todos nosotros,
calló. De ese modo era también reprimido aquello que había en mí de
pueril, y me pro

vocaba al llanto, con la voz juvenil, la voz del corazón, y callaba. Porque
8
Conf. IX,10,23-26.
juzgábamos que no era conveniente celebrar aquel entierro con quejas
lastimeras y gemidos, con los cuales se suele frecuentemente deplorar la
miseria de los que mueren o su total extinción; y ella ni había muerto
miserablemente, ni había muerto del todo…

Llevamos a enterrar el cadáver de mi madre, lo acompañamos y volvimos


sin soltar una lágrima. Ni aún en aquellas oraciones que te hicimos,
cuando se ofrecía por ella el sacrificio de nuestro rescate, puesto ya el
cadáver junto al sepulcro, antes de ser depositado, ni aun en estas
oraciones, digo, lloré, sino que todo el día anduve interiormente muy
triste, pidiéndote, como podía, con la mente turbada, que sanases mi
dolor; mas Tú no lo hacías. […] Asímismo me pareció bien tomar un
baño, por haber oído decir que el nombre de baño venía de los griegos
quienes lo llamaron ‘bálanion’ (=arrojar), por creer que arrojaba del alma
la tristeza. Mas he aquí que, habiéndome bañado, me hallé después del
baño como antes de bañarme. Porque mi corazón no trasudó ni una gota
de la hiel de su tristeza.

Después me quedé dormido; desperté y hallé en gran parte mitigado mi


dolor. […] Mas de aquí poco a poco tornaba al pensamiento de antes,
sobre tu sierva y su santa conversación. […] Y sentí ganas de llorar en
presencia tuya. […] Y solté las riendas a las lágrimas, que tenía
contenidas, para que corriesen cuanto quisieran”9.

Las descripciones sobre el éxtasis de Ostia, la enfermedad, muerte y sepultura de


Mónica forman parte de uno de los temas más extensos y detallados de las
Confesiones: el tema de la madre; a ella dedica los capítulos 8-13 del libro IX,
que prácticamente es el último. Y en muchos otros lugares anteriores, siempre
que podía, hablaba de su madre, lo que indica que ella tuvo una influencia
decisiva en la grandeza de alma de Agustín. Si “detrás de cada hombre grande se
esconde una gran mujer”, esto es cierto con más veras en el caso de Agustín, y
sigue teniendo aplicación hoy y siempre.

“En la actualidad, entre las columnas y las ruinas de la antigua ciudad de


9
Ib. IX,11s.
Ostia, se alza una capilla que, según la tradición, señala el lugar donde
estaba la casa que habitaron Mónica y Agustín. Este lugar es glorioso y
venerable porque señala el coloquio estático de la madre y el hijo, y
porque fue testigo de la muerte admirable de una santa, y del dolor
religioso y humano al mismo tiempo de uno de los espíritus más grandes
que han brillado en la historia de la Iglesia y de la humanidad”10.

Agustín quedó tan agradecido con su madre que termina la primera parte de las
Confesiones precisamente con una hermosa oración por ella:

“Sea, pues, en paz con su marido. Nadie antes de él y nadie después de él


la tuvo como esposa. Y ella le sirvió llevándote a ti el fruto de su
paciencia, a fin de ganarlo a él también para ti. […] E inspira, Señor mío,
Dios mío, inspira a tus siervos, mis hermanos, a tus hijos, mis señores, a
cuyo servicio pongo mi corazón, y mi voz y mis escritos, que todos
cuantos leyeren estas líneas se acuerden ante tu altar de Mónica, tu sierva,
y de Patricio, que fue en un tiempo su esposo; por cuya carne me
introdujiste en esta vida, sin que yo sepa cómo. Acuérdense con un
sentimiento de piedad, de ellos, mis padres en esta luz pasajera, mis
hermanos en ti, nuestro Padre, y en la Iglesia Católica, nuestra Madre, mis
conciudadanos en la Jerusalén eterna, por la cual suspira tu pueblo en
peregrinación, desde la partida hasta el regreso.

De esta suerte, el ruego postrero que ella me dirigió le será más


abundantemente concedido por las oraciones de muchos, gracias a estas
Confesiones, que por mis solas oraciones”11.

La santidad de Mónica no ofrece dudas. Su fiesta se celebra en toda la Iglesia el


27 de agosto, víspera de la fiesta de san Agustín.

Con esta oración prácticamente terminan las Confesiones, al menos en su


proyecto original. Los cuatro últimos libros están

dedicados a temas tan distintos que, se nota claramente, no estaban en la mente


10
J. OROZ, ob. cit. 102s.
11
Conf. IX,13,37.
de Agustín (lec. 11,3). Estos temas son:

Libro X: Disposiciones actuales de Agustín.


Libros XI y XII: Meditación sobre la Escritura.
Libro XIII: Valor espiritual de la creación.

5. Actividad en Roma

Después de la muerte de Mónica, Agustín cambió de planes: no se embarcó


inmediatamente para África sino que permaneció casi 10 meses en Roma, no se
sabe exactamente por qué motivo; los estudiosos señalan dos causas posibles:
primero, se acercaba el invierno y era peligroso navegar en esa época; segundo,
llegaron noticias de que las costas de África estaban siendo azotadas por el
usurpador Máximo, en lucha con el emperador Teodosio. Así pues,

“Agustín volvió con los amigos a la ciudad eterna hasta después de la


muerte del usurpador Máximo, que ocurrió, según las diversas fuentes, o
el 28 de julio o el 29 de agosto del 388. La muerte de Mónica había
ocurrido antes del 13 de noviembre del año precedente, cuando Agustín
todavía no había llegado a los 34 años de edad”12.

Lo cierto es que en Roma aprovechó muy bien el tiempo; ante todo se dedicó a
visitar y conocer monasterios, tanto de hombres como de mujeres, con la
intención de fundar alguno en Tagaste.

“En Roma supe de muchas comunidades regidas siempre por quien más
sobresalía entre ellos en gravedad, prudencia y ciencia de lo divino, y
vivían juntos una vida cuya respiración era la caridad, la santidad y
libertad cristianas. […] Y no eran solamente hombres los que practicaban
estas austeridades; imitaban también su ejemplo las mujeres”13.

Se dedicó también a profundizar en la doctrina espiritual, de cuyo trabajo salió


12
A. TRAPÉ, ob. cit. 87s.
13
SAN AGUSTÍN, “Costumbres de la Iglesia Católica y de los maniqueos” 1,33,70.
otra obra: La dimensión del alma; igualmente comenzó su tratado sobre El
libre albedrío.

Pero ante todo dedicó sus esfuerzos a conocer mejor las costumbres de sus
antiguos correligionarios, los maniqueos, empezando así la polémica contra
ellos. De ahí sale la primera obra contra la secta, llamada Costumbres de la
Iglesia Católica y costumbres de los maniqueos. Se trata de dos libros en una
sola obra, donde compara unas costumbres con otras para confirmar la
conclusión a que había llegado antes (lec. 5,4): los maniqueos son unos
mentirosos, mientras que la verdad se encuentra en la Iglesia Católica.

En medio de todas estas ocupaciones literarias, recibe de Milán una noticia


triste: Verecundo, su amigo y bienhechor en Casiciaco, acaba de morir, después
de haber recibido el bautismo: “Se hizo cristiano y fiel y salió de esta vida. Así
te apiadaste no sólo de él sino también de nosotros”14.

6. De nuevo Tagaste

Muerto Máximo,

“las circunstancias se hicieron más favorables y permitieron a Agustín y a


sus compañeros embarcarse para el África. Esta vez el adiós a Italia va a
ser definitivo. Agustín no regresará nunca ni a Roma ni a Milán, en donde
ha pasado unos años tan fecundos y tan visiblemente bendecidos por la
gracia divina. A pesar de la fama que muy pronto ha de correr fuera de su
propia diócesis y de los límites de África, Agustín no saldrá ya más de su
país natal. Tan sólo los viajes, a veces muy frecuentes (lec. 10,4), por las
principales capitales de África, sobre todo Cartago que, con Hipona, será
el centro de sus predicaciones”15.

En agosto o septiembre del 388 la comitiva llegó a Cartago. Allí ya no encontró


14
Conf. IX,3,5.
15
J. OROZ, ob. cit. 104.
el crepitar de los amores impuros de otra época (lec. 3,4), ni tuvo que acudir a
engaños para escapar de la mirada de Mónica (lec. 5,6). Todos estos recuerdos,
seguramente, le vendrían a la memoria, pero no con el tormento del pecador sino
con el alegre arrepentimiento del convertido.

Muy poco se detuvieron en Cartago, apenas unos días; les interesaba llegar lo
antes posible a Tagaste, donde empezaría la obra que ha continuado hasta
nuestros días: el monacato.

NOTA: a partir de la muerte de Mónica y del regreso de Agustín a Tagaste, se


cierra un período de su vida y se inicia un camino nuevo. Si se quiere echar
mano de fuentes seguras hay que acudir a otros escritos del Santo y,
especialmente, a la Vida de san Agustín, escrita por san Posidio, compañero del
Santo por cerca de 40 años (lec. 2, nota preliminar; lec. 8, lectura). En otras
palabras, san Posidio comienza donde las Confesiones terminan, lo cual quiere
decir que ya las conocía bien cuando escribió la Vida. Este es su testimonio:

“No tocaré todas las cosas que el mismo beatísimo Agustín dejó escritas
en sus Confesiones acerca de su vida antes y después de recibir la
gracia”16.

LECTURA

Santa Mónica, madre de Agustín

“Nació en Tagaste (Argelia), en el 331 o 332, de una familia de buena posición


social y profundamente cristiana. Se desposó en plena juventud con Patricio, aún
no cristiano, modesto propietario de Tagaste y miembro del consejo municipal.
Fuerte de ánimo, ardiente en la fe, firme en la esperanza, de brillante
inteligencia, sensibilísima a las exigencias de la convivencia, asidua en la
oración y en la meditación de la Sagrada Escritura, encarna el modelo de la
esposa ideal y de la madre cristiana. Gana para Cristo a su esposo. Logra la
conversión de san Agustín, ‘el hijo de tantas lágrimas’. Asiste a su bautismo con
gozo exultante. Cuando con él y los suyos viaja de retorno a África, muere en
Ostia Tiberina (Roma) hacia el mes de octubre, ciertamente antes del 13 de
noviembre del año 387, a los 56 años de edad. Unos catorce días antes, madre e
hijo habían tenido el dulce éxtasis de Ostia. En él llegaron a tocar un poco en
un supremo vuelo del corazón la Sabiduría hacedora de todas las cosas,
dejando allí prendidas las primicias del espíritu. En el siglo XII se comenzó a
celebrar su memoria litúrgica el 4 de mayo. […] Sus reliquias se veneran en la
iglesia de san Agustín de Roma”. (Tomado de la LITURGIA AGUSTINIANA
DE LAS HORAS).

En la actualidad su fiesta se celebra en toda la Iglesia el 27 de agosto, víspera de


la fiesta de san Agustín.

Cuestionario
16
Vida de san Agustín, Prólogo.
1. En la historia agustiniana, ¿qué importancia crees que tiene la reunión de
amigos en Casiciaco?
2. ¿Quiénes eran los siguientes personajes? Escribe lo más sobresaliente de cada
uno de ellos:
a) Verecundo:
b) Alipio:
c) Adeodato:
3. Según las palabras de Agustín, ¿qué efecto produjo en él el bautismo?
4. ¿Qué obras escribió Agustín antes del bautismo?
5. Frente a cada uno de los siguientes lugares escribe lo más sobresaliente de la
vida de san Agustín:
a) Casiciaco:
b) Milán:
c) Ostia:
6. ¿Qué importancia tiene Santa Mónica en la primera comunidad de Casiciaco?
7. ¿Qué le sucedió a Santa Mónica después del éxtasis de Ostia?
8. ¿Qué pedía Mónica a sus hijos antes de morir?
9. Qué opinas: ¿por qué a san Agustín le dolió tanto la muerte de su madre?
11.A pesar de su dolor y lágrimas, ¿consideró Agustín la muerte de su madre
como una tragedia? Da razones.
12.De acuerdo con la LECTURA y con lo que has aprendido hasta aquí,
describe brevemente la personalidad de Santa Mónica.
12. ¿Qué hizo Agustín en Roma, antes de viajar al África?

Sólo está excluido de la llamada del Señor aquel que no se afana en este mundo
(Sermón 88,18).
LECCIÓN 8. MONJE, SACERDOTE Y OBISPO
(Edad: 34-40 años)

1. El monasterio de Tagaste (lec. 12,4 a)

“Después de recibir el bautismo juntamente con otros compañeros y


amigos, que también servían al Señor, plúgole volverse al África, a su
propia casa y heredad; y una vez establecido allí, casi por espacio de tres
años, renunciando a sus bienes, en compañía de los que se le habían
unido, vivía para Dios, con ayunos, oración y buenas obras, meditando
día y noche en la divina ley. Comunicaba a los demás lo que recibía del
cielo con su estudio y oración, enseñando a presentes y ausentes con su
palabra y escritos”1.

Así resume san Posidio la estadía de Agustín en Tagaste. Allí se sentía a sus
anchas, disfrutando de la naturaleza como le agradaba a él y, sobre todo, de la
paz y tranquilidad que ya había empezado a gustar en Casiciaco. Ni siquiera
aceptó la invitación que le hizo el amigo Nebridio para que se trasladara a
Cartago a descansar un poco. La vida en Tagaste estaba resultando agitada para
él2 (lec. 10,5).

1
SAN POSIDIO “Vida de san Agustín”, 3.
2
Cf. Carta 5, nota.
La disciplina de esta especie de primer monasterio no debía ser muy rígida, pues
apenas estaba empezando. De la anterior cita de Posidio se deducen las
actividades de Agustín, que podemos resumir en los siguientes puntos o
características:

a. Poco a poco fue renunciando a sus bienes para dárselos a los pobres de
Tagaste. Vemos aquí el comienzo de nuestro voto de pobreza, fundamento de
la vida común agustiniana.

b. La compañía de los que se le habían unido indica, pues, el grado de


sociabilidad y amistad a que había llegado y que será, junto con la renuncia a
los bienes, la segunda característica de nuestro modo de ser. Adeodato,
Alipio, Evodio y otros conforman esta pequeña comunidad que muy pronto,
con la fama de Agustín, irá creciendo. El Santo ha alcanzado ya el tercer
grado de la amistad, la sobrenatural (lec. 3,2 c y 4,8).

c. La dedicación a Dios por medio de las buenas obras, la oración, el ayuno y


la meditación conforman la tercera característica. Una comunidad
agustiniana que no ore, ni es comunidad ni es agustiniana.

d. El apostolado constituye la cuarta característica: enseñaba “a presentes y


ausentes con su palabra y escritos”. Y ¿qué enseñaba? Lo que recibía del
cielo en la oración. Estas dos últimas características son inseparables en una
comunidad agustiniana: en la oración se aprende a ser apóstol y el apostolado
ilumina la oración.

Agustín será ante todo eso: un apóstol incansable (lec. 9). No pierde oportunidad
de ejercerlo: su viaje a Hipona (ver No. 3) será precisamente en plan de
apostolado vocacional.

No olvida a los amigos ausentes y, como no les puede hablar de viva voz, ejerce
con ellos el apostolado epistolar: escribe cartas a Nebridio, Romaniano, Paulino
de Nola. Su correspondencia lle
ga a otras regiones del norte de África, a Italia, España y Palestina. Adquiere
fama de excelente consejero y por eso no lo dejan descansar, especialmente sus
conciudadanos de Tagaste (lec. 11,6).

Pero ante todo se dedica al apostolado intelectual. Dialogando con su hijo


Adeodato compone la obra El Maestro. Continúa la lucha contra los maniqueos
escribiendo El Génesis contra los maniqueos; compone también la excelente
obra sobre La verdadera religión, que viene a ser como una introducción a la
grandiosa obra La Ciudad de Dios (lec. 11,4). Y, mientras más escribía, mayor
fama iba ganando; le hacían muchas preguntas de doctrina espiritual, de
filosofía, de teología y de Sagrada Escritura; fue reuniendo en pequeñas hojas de
papiro todas las respuestas que, una vez organizadas, se convirtieron en otra
obra: Las 83 diversas cuestiones.
2. Muerte de Adeodato

Una pausa, por demás dolorosa, se interpuso en medio de toda esta actividad: la
muerte de su hijo. Como en el caso de su madre, Agustín hace una descripción
de él, así:

“Juntábamos también con nosotros al joven Adeodato, el hijo de mi carne


y de mi pecado. Habías hecho de él un hermoso modelo. Era como de
quince años y sobrepasaba en inteligencia a muchos hombres graves e
instruidos. […] Yo nada tenía en aquel niño fuera del pecado. El que le
criásemos nosotros en tu doctrina, tú, que no otro, nos lo habías inspirado.
Te confieso tus dones.

Hay un libro nuestro que lleva por título El Maestro. Es el propio


Adeodato quien dialoga allí conmigo. Tú sabes bien que son suyos todos
los pensamientos que allí se ponen en boca de mi interlocutor, cuando
frisaba en los dieciséis años.

Conocí de él por experiencia muchas otras cosas bien dignas de


admiración. Me asustaba aquella inteligencia. Y ¿quién, fuera de ti, pudo
ser el artífice de tales maravillas? Te diste prisa en arrancar su vida de la
tierra. Y ahora me acuerdo de él con más seguridad, no temiendo nada por
su infancia, nada por su adolescencia y absolutamente nada por su vida de
hombre”3.

La muerte de Adeodato acaeció tal vez al final de su estadía en Tagaste. Aunque


Agustín ya había sufrido otras cuatro muertes cercanas (Patricio, el amigo,
Mónica y Verecundo), el dolor no estuvo ausente; nadie se acostumbra a la
muerte, máxime un hombre de sensibilidad tan viva como él.

3. Hipona

Tal vez hoy nadie sabría mayor cosa de Hipona si no fuera por Agustín; él la
inmortalizó como ha sucedido en tantos otros casos de la historia. Pensemos, por
ejemplo, en Francisco y Asís,

3
Conf. IX,6,14.
Ignacio y Loyola, Teresa y Ávila… Basta decir El obispo de Hipona para que
cualquier persona de mediana cultura entienda que se refiere a san Agustín.

Había dos ciudades con el mismo nombre: Hipona Zarita proconsular e Hipona
Regia, la de san Agustín. Se trata de una antigua ciudad fenicia, colonizada por
los romanos, con unos 30.000 habitantes. Actualmente

“a unos dos kilómetros al norte se halla Bona, y sobre una colina cubierta
de vegetación, y dominando las ruinas de la antigua Hipona, se eleva la
basílica de san Agustín, de estilo bizantino moro, construida según los
planos de Pougnet, arquitecto también de la catedral de Cartago”4.

Dos hechos motivaron el viaje de Agustín a Hipona:

a. Los amigos de Tagaste lo asediaban demasiado; prácticamente no lo dejaban


en paz. Era, pues, necesario tener un refugio en otra parte donde no fuera tan
conocido y famoso. Nació entonces la idea de fundar un monasterio lejos de
Tagaste, y la elección cayó sobre Hipona.

b. Además, la oportunidad no se podía haber presentado mejor: un empleado


público, negociante de Hipona, buen cristiano y temeroso de Dios, al oír
hablar del estilo de vida que estaba empezando Agustín, manifestó deseos de
seguirlo; esto llegó a oídos del Santo; de inmediato se puso en comunicación
con él y organizó viaje para ir a verlo personalmente.

4. ¡Agustín presbítero!

Valerio, como se llamaba entonces el obispo de Hipona, era ya anciano y poco


podía hacer por su grey; además, como era de origen griego, no dominaba bien
el latín, menos el púnico. Tanto él como los fieles

4
SAN POSIDIO, ob. cit. capítulo 4, nota 6.
“estaban convencidos de que era preciso colocar al frente de la Iglesia de
Hipona un hombre joven, activo, originario del lugar y, sobre todo, dotado
de tales dotes de ingenio para ser capaz de oponerse a los herejes y
cismáticos que pululaban por doquier. Mientras Agustín se encontraba en
Hipona, cierto día que Valerio predicaba en la basílica se lamentaba de la
falta de presbíteros en la iglesia. Agustín estaba entre los oyentes. Fue
reconocido y la multitud se ‘precipitó sobre él y lo condujo a los pies del
anciano obispo gritando: 'Agustín, presbítero; Agustín, presbítero’.
Valerio, sin oponerse un momento a los deseos del pueblo y alegrándose
de que se le presentara tan buena ocasión, ordenó al solitario de Tagaste y
lo asoció como valioso colaborador”5.

Treinta y cinco años después, en el 425, el mismo Agustín, predicando al pueblo


el sermón 355,2, recordaba este acontecimiento así:

“Yo, en quien por misericordia de Dios veis a vuestro obispo, vine siendo
joven a esta ciudad. Muchos de vosotros lo sabéis. Buscaba dónde fundar
un monasterio para vivir con mis hermanos. Había abandonado toda
esperanza mundana y no quise ser lo que hubiera podido ser; tampoco, es
cierto, busqué lo que soy. […] Hasta tal punto temía el episcopado que,
cuando comenzó a acrecentarse mi fama entre los siervos de Dios, evitaba
acercarme a lugares donde sabía que no tenían obispo. Me guardaba bien
de ello y gemía cuanto podía para salvarme en un puesto humilde antes
que ponerme en peligro en otro más elevado. Mas, como dije, el siervo no
debe contradecir a su Señor. Vine a esta ciudad para ver a un amigo al que
pensaba que podría ganar para Dios viviendo con nosotros en el
monasterio. Vine tranquilo, porque la ciudad tenía obispo, pero me
apresaron, fui hecho sacerdote, y así llegué al grado del episcopado. Nada
traje; vine a esta iglesia con la sola ropa que llevaba puesta”.

Se refiere, pues, al año 391, cuando fue aclamado sacerdote.

Esta manera de elegir a un presbítero era común en la época; así fueron


arrebatados para el sacerdocio Paulino de Nola, Pauli

5
J. OROZ, ob. cit. 108.
niano, hermano de san Jerónimo, y un tal Firmo a quien había convertido san
Agustín.

No quería ser sacerdote por dos motivos: en primer lugar, consideraba el


sacerdocio demasiado elevado para él; un extraño sentimiento de inferioridad y
de incapacidad para ejercer el ministerio, especialmente el de la predicación, lo
alejaban de toda aspiración sacerdotal; quería ser solamente monje, lo que hoy
llamamos “fraile” o “hermano no clérigo”..

En segundo lugar, el contraste que veía entre el orden sagrado y el monacato. Le


parecía que aquél era un impedimento, incluso un estorbo para vivir éste.

“De esta dolorosa experiencia nació un cambio radical no sólo en la vida


cotidiana de Agustín, sino también —y esto es lo que más importa—, en
su modo de concebir el servicio de Dios. A la dimensión monástica se
agregó la dimensión sacerdotal. En Milán había descubierto la Iglesia
como garante de las Escrituras, en Roma la descubrió como madre de
todos los cristianos, en Hipona la descubría como necesitada de la ayuda
de sus mismos hijos. Desde ese momento continuó, es cierto,
promoviendo la vida monástica, pero recomendó insistentemente a los
monjes el aceptar, cuando la Iglesia lo demandara, el sacerdocio”6.

La última parte de la cita anterior nos dice porqué aceptó el sacerdocio ahora y
porqué aceptará el episcopado después: por amor y obediencia a la Iglesia.

Agustín lloró, y sus lágrimas fueron muy mal interpretadas, pues más de uno
pensó que lo hacía porque no lo ordenaban obispo de una vez; en realidad

“gemía por los muchos y graves peligros que veía cernerse sobre sí con el
régimen y gobierno de la Iglesia; y por eso lloraba”7.

6
A. TRAPÉ, ob. cit. 98. Cf. Carta 48,2.
7
SAN POSIDIO, ob. cit. cap. 4.
5. El segundo monasterio, de laicos (lec. 12,4 b)

“Ordenado, pues, presbítero, luego fundó un monasterio junto a la iglesia,


y comenzó a vivir con los siervos de Dios según el modo y la regla
establecida por los apóstoles. Sobre todo miraba a que nadie en aquella
comunidad poseyese bienes, que todo fuese común y se distribuyese a
cada cual según su menester, como lo había practicado él primero,
después de regresar de Italia a su patria”8.

El sermón antes citado, 355,2, continúa así:


“Y como había proyectado vivir en un monasterio con los hermanos, al
conocer mi propósito y mi deseo, el anciano Valerio, de feliz recuerdo, me
dio el huerto donde se halla ahora el monasterio. Comencé a reunir
hermanos con el mismo buen propósito, pobres y sin nada como yo, que
me imitasen. Como yo había vendido mi escaso patrimonio y dado a los
pobres su valor, así debían hacerlo quienes quisiesen estar conmigo,
viviendo todos de lo común. Dios sería para nosotros nuestro grande, rico
y común patrimonio”.

Desde un principio Agustín insistió en la vida común, vida de fraternidad y de


amistad, como distintivo de su fundación; es lo que se llama carisma (lec. 18,2).

“La regla del convento no era demasiado austera, ni excesivamente


blanda. Con su espíritu eminentemente práctico, Agustín había
comprendido que la mejor regla de conducta en la vida era saber
conservar la justa medida entre los excesos opuestos. Había hecho escribir
en la pared del refectorio un dístico latino que, traducido, decía así: ‘El
que gusta de calumniar de los ausentes, sepa que es indigno de sentarse a
esta mesa’. Un día, nos cuenta san Posidio […] que, como algunos de sus
amigos y colegas en el episcopado hubieran olvidado esta sentencia, los
reprendió con severidad y dijo, lleno de un caritativo rigor, que o habían
de borrarse aquellos versos o él se retiraría inmediatamente”9 (lec. 10,6).

8
Ib. cap. 5
9
J. OROZ, ob. cit. 108. Cf. SAN POSIDIO, Vida de san Agustín, cap. 22.
Un aspirante a ser agustino recoleto debe ser sociable, amistoso, capaz de
relacionarse con los demás; desde la comunidad se ora, se es apóstol…, se es
todo (lec. 20,2 e).

La vocación de Agustín fue ser monje antes que presbítero. Cuando las
circunstancias cambiaron para él, al ser ordenado sacerdote, hizo lo posible por
no renunciar ni a lo uno ni a lo otro; nunca se preguntó si debía ser sólo monje o
sólo sacerdote, como era la costumbre; pensó en ser las dos cosas a la vez, y lo
logró: monje porque esa era su inclinación natural; sacerdote por obediencia a la
Iglesia. Nace así un nuevo estilo de vida, que no se conocía ni en oriente ni en
occidente: el monje presbítero: monje para enriquecer a la Iglesia y presbítero
para sostener al monje.

“Agustín promovió la vida monástica, la defendió, la organizó con


verdadera pasión; sin hacer caso de la incomprensión por parte del clero,
de la oposición por parte de los donatistas, de las deficiencias por parte de
los mismos religiosos. Veía en aquella forma de vida no sólo un alto ideal
evangélico que resumía y adaptaba, extendiéndola a todas las condiciones
sociales, el estilo sapiencial de los antiguos filósofos; sino también un
medio eficaz para resolver la suerte de la Iglesia africana. Mirando
alrededor se percató de la triste situación en que ésta se encontraba: el
paganismo todavía influyente, la vida cristiana en muchos aspectos sin
vigor, las insidias del maniqueísmo, la lucha despiadada del donatismo,
las infiltraciones del arrianismo. Aguijoneado más que atemorizado por
las dificultades de la empresa, se propuso darle un rostro nuevo a aquella
Iglesia de Cipriano, de Perpetua y de Felicidad. Para este fin debía
servirle el movimiento monástico con la fuerza del ejemplo y la potencial
reserva de los doctos y píos sacerdotes”10.

El monasterio de Agustín se convirtió en un semillero de vocaciones para la


Iglesia, hasta tal punto que

10
A. TRAPÉ, ob. cit. 101.
“con grandes instancias comenzó —la Iglesia— primero a pedir y recibir
obispos y clérigos del monasterio que había comenzado a existir y
florecía con aquel insigne varón: y luego lo consiguió. Pues unos diez
santos y venerables varones, continentes y muy doctos, que yo mismo
conocí, envió san Agustín a petición de varias iglesias, algunas de
categoría. Y ellos también, siguiendo el ideal de aquellos santos, dilataron
la Iglesia, y fundaron monasterios”11.

6. Preparación espiritual e intelectual. La Biblia

“Agustín ejercía en Hipona el cargo de presbítero, de superior del


convento y de apóstol. Atendía a la predicación y a la instrucción de los
catecúmenos. Defendía a la Iglesia contra los disidentes. Trataba a toda
costa de eliminar los abusos introducidos en la comunidad, a causa de la
condescendiente debilidad del viejo obispo Valerio”12.

En cuanto al ministerio de la predicación, que será, junto con la lucha


antiherética, el distintivo del obispo de Hipona, san Posidio dice que fue la
primera vez que un presbítero recibía el encargo de predicar en la iglesia,
facultad reservada únicamente al obispo.

“Después, propagándose la fama de este hecho, como de un buen ejemplo


precursor, algunos presbíteros, facultados de sus obispos, comenzaron
también a predicar al pueblo delante de sus pastores"13.

Con Agustín, pues, se van introduciendo cambios esenciales en la marcha de la


Iglesia de África; cada cambio, cada paso que da el Santo hacia adelante,
contribuyen a su engrandecimiento y santidad.

El mayor anhelo de san Agustín fue siempre dedicarse a la investigación y al


11
SAN POSIDIO, ob. cit. cap. 11.
12
J. OROZ, ob. cit. 110.
13
Vida, 5.
estudio teológico, especialmente a raíz de la responsabilidad que se le vino
encima como sacerdote. Ya antes, en Tagaste, quería hacerlo pero no tenía
tiempo; ahora en Hipona tampoco lo tiene pero la urgencia lo obliga a
emprender la tarea de autoformarse teológicamente, empresa que duró hasta la
muerte.

“Se entregó por eso con extraordinario empeño al estudio de la teología,


que quería decir, en concreto, estudio de la Escritura y de los autores
eclesiásticos”14.

La Biblia será para él el texto casi único de estudio y meditación; llegará a


recitar y a citar de memoria innumerables textos a lo largo de todas sus obras.
Peter Brown, en su obra citada (lec. 3,4, nota 14), p. 42, afirma que san Agustín
cita la Biblia 42.816 veces en todas sus obras; pueden ser un poco menos o
mucho más; lo que importa es darse cuenta de que el teólogo auténtico es el que
se hace Biblia en mano y, sobre todo, en largos ratos de oración como nuestro
Santo que “meditaba día y noche en la divina ley”15.

Esta autoformación teológica comenzó a producir frutos, no sólo espirituales


sino también intelectuales. En efecto: contra el racionalismo maniqueo (lec. 4,4)
escribió una obra sobre La utilidad de creer; se refiere sobre todo a la
credibilidad de la fe católica.

En el año 393 sucedió otro caso curioso, que indica la confianza que tenían en el
joven presbítero Agustín y la nueva excepción que hicieron con él: todos los
obispos africanos se reunieron en un concilio plenario en Hipona; a él le
encomendaron un discurso que, recogido en un libro y publicado por voluntad
de sus amigos se convirtió en otra obra: La fe y el símbolo. Se trata de una
rápida síntesis de doctrina católica según los artículos del

Credo. Es muy importante para darnos cuenta de los avances del autor en
14
A. TRAPÉ, ob. cit. 104.
15
SAN POSIDIO, Vida, cap. 3.
materia teológica en ese momento.

Al mismo tiempo (no hay que olvidar que Agustín trabajaba en varias obras
simultáneamente) abordó otros tres temas: la explicación del Génesis, la doctrina
de la salvación según san Pablo y los preceptos morales del Evangelio. Nacieron
entonces las siguientes obras: Del Génesis a la letra, incompleto, Exposición
de algunos textos de la carta a los romanos, Exposición de la carta a los
Gálatas, Exposición incoada de la Carta a los Romanos, Cuestiones de los
Evangelios y Sobre la doctrina cristiana (tres de los cuatro libros que la
componen. El cuarto versará sobre normas prácticas de predicación, muy útil en
este aspecto; Lec. 9,3).

A medida que pasa el tiempo aumentan las necesidades y también las


responsabilidades, como se verá a continuación.

7. La carga del episcopado

Agustín era un verdadero tesoro para la Iglesia africana, y especialmente para la


de Hipona. Su monasterio se convirtió muy pronto en un semillero de
vocaciones para la Iglesia (No. 5), entre ellos Alipio, que fue obispo de Tagaste,
y el mismo Posidio, después obispo de Calama.

Valerio tenía miedo de que se lo llevaran como obispo para alguna sede vacante;
en cierta ocasión, cuando vinieron, como de costumbre, al monasterio a buscar
obispo para otra ciudad, Valerio lo escondió. Y como aumentaban los rumores
de un posible episcopado fuera de Hipona, el anciano obispo, después de
consultar a la máxima autoridad, Aurelio, obispo de Cartago y primado de
África, se decidió a consagrarlo obispo contra la legislación eclesiástica que
prohibía elegir obispo antes de morir el anterior, para que no hubiera dos en la
misma sede. De nuevo se hacía una excepción con Agustín.

No faltaron los contratiempos: el que debía consagrarlo era Megalio, obispo de


Calama y primado de Numidia, pero se negó al principio llevado por alguna
falsa acusación de los donatistas, a quienes Agustín ya empezaba a atacar. Lo
acusaban, en efecto, de haber participado en un maleficio amoroso (o brujería)
contra una mujer, incluso con la aprobación del marido de ésta (¡ridícula
acusación!). Cuando Megalio se dio cuenta de que todo era una calumnia, pidió
perdón públicamente y accedió a consagrarlo.

“La consagración episcopal de Agustín no fue menos agitada que la


ordenación sacerdotal. También en este caso el obispo insistió, el
candidato resistió, el pueblo aclamó”16.

La aclamación del pueblo formaba parte del rito. No resisto la tentación de citar
la carta 213,2, muy curiosa, que habla del nombramiento de sucesor del mismo
Agustín el 26 de septiembre del año 426.

“Cuando Agustín dijo: Quiero que mi sucesor sea el presbítero Heraclio,


el pueblo aclamó veintitrés veces: ‘¡Alabado sea Dios!, ¡Alabado sea
Cristo!’; después por deieciséis veces: ‘¡Cristo, escúchanos! ¡Viva
Agustín!’; después por ocho veces: ‘¡A ti padre, a ti obispo!’. Y poco
después el pueblo gritó treinta y seis veces: ‘¡Gracias a Dios!, ¡Alabado
sea Cristo!’; por trece veces: ‘¡Cristo, escúchanos! ¡Viva Agustín!’; por
ocho veces: ‘¡A ti padre, a ti obispo!’; por veinte veces: ‘¡Es digno y
justo!”… (Siguen las aclamaciones).

Más o menos así debió ser la consagración de Agustín 31 años antes, hacia el
395, pues no hay seguridad absoluta sobre la fecha de su consagración
episcopal. La mayoría de los estudiosos la colocan en este año.

El episcopado fue para él una carga pesada: nunca la amó como dignidad sino
como servicio a Dios a través de la Iglesia. El lema

de estos 35 años de ministerio episcopal será: Presidir es servir17.


16
A. TRAPÉ, ob. cit. 109.
17
Cf. Sermón 340 A, 3, nota (Edición BAC, Vol. XXVI).
8. El tercer monasterio, de clérigos (lec. 12,4 c)

La principal razón que motivó la fundación de este tercer monasterio, ahora para
clérigos, la da el mismo Agustín:

“Llegué al episcopado, y vi la necesidad para el obispo de ofrecer


hospitalidad a los que sin cesar iban y venían, pues al no hacerlo se
mostraría inhumano. Delegar esa función al monasterio parecía
inconveniente. Por esa razón quise tener en esta casa episcopal el
monasterio de clérigos. He aquí cómo vivimos. A ninguno le está
permitido en la comunidad el tener nada propio”18.

Entre los que formaban este monasterio se cuenta el monje Jenaro, famoso
porque san Agustín lo declaró traidor cuando descubrió que tenía bienes a
escondidas, como narra en los sermones 355 y 356. Este monasterio estaba
formado por presbíteros, diáconos y subdiáconos. El mismo Agustín tenía allí un
sobrino llamado como su padre, Patricio; no dice qué orden sagrada tenía. La
vida que allí se llevaba era siempre de estilo comunitario agustiniano, dejando,
claro está, más cabida al apostolado clerical.

Agustín tenía su residencia en este monasterio. No quiso vivir solo en el palacio


para no contradecir su tendencia natural a vivir en comunidad (lec. 10,6, nota
30). Todos se prestaban mutuos servicios: él a ellos dirección, organización,
mística comunitaria, bienes espirituales, etc. (lec. 8,1); ellos a él, ayuda en la
copia de códices (lec. 10,2; 12,4 c; 13,1).

También fundó un cuarto monasterio, para vírgenes, con las mismas exigencias
y orientaciones que los de varones (lec. 12,4 d).
18
Sermón 355,2.
LECTURA
San Posidio, primer biógrafo de san Agustín

“‘Santo hermano y coepíscopo Posidio’19. Ese es san Posidio: un santo hermano


de san Agustín, ligado a él no sólo con el vínculo de la más antigua biografía,
sino también por una amistad ejemplar, sostenida a lo largo de cuarenta años de
comunicaciones, de luchas y victorias comunes…

No se conoce el origen de la amistad sellada entre ambos, pero fue uno de los
primeros religiosos que abrazaron la vida común en Hipona y el que nos
conservó los recuerdos y secretos de su gran amigo. Sin duda fue africano, y
probablemente de Calama o Guelma, cuya sede episcopal ocupó durante
muchos años. Con Alipio, Severo y Evodio perteneció al círculo más íntimo de
los atraídos por el prestigio y la fuerza de simpatía de san Agustín, y convivió
con él en el monasterio de Hipona, formándose en su escuela de santidad. Aquel
monasterio fue un plantel de obispos aguerridos, cuyo recuerdo perdura en estas
palabras del Santo: ‘Yo os confieso delante del Señor, que escruta el fondo de mi
alma y es testigo de lo que digo, que desde que me consagré a su servicio, así
como difícilmente he hallado hombres mejores que los formados en los
monasterios, tampoco he visto peores que los

que cayeron allí. Y si nos entristecen algunas escorias, también tenemos el


consuelo de hallar muchas piedras preciosas…
19
Carta 104,1.
Posidio fundó en Guelma un monasterio de religosos para vivir con ellos en vida
común, lo mismo que en Hipona y Tagaste”20.

Cuestionario

1. Un amigo te pregunta: ¿qué pasó con Adeodato? Respóndele.


2. En pocas palabras, describe la vida de Agustín en Tagaste.
3. ¿A qué fue Agustín a Hipona en el año 391?
4. ¿Qué le sucedió allí?
5. Según dice el mismo Agustín en el sermón 355, 1-2, ¿deseaba ser sacerdote
y obispo?
6. Al ser ordenado sacerdote, ¿continuó Agustín la vida de comunidad con sus
amigos?
7. ¿Cómo colaboró el obispo Valerio para que san Agustín continuara su vida
de comunidad?

8. Hubo una mala interpretación en la ordenación sacerdotal de Agustín;


explícala.
20
Tomado de OBRAS DE SAN AGUSTÍN, BAC, Vol. I, Introducción a la “Vida de san Agustín”.
9. También en la ordenación episcopal; explícala.
10. Al ser ordenado obispo, ¿qué hizo san Agustín para no tener que renunciar
a su vocación de
monje?

El Señor se comportó distintamente con tres hombres. A uno que se ofreció a


seguirlo, lo rechazó; a otro que no se atrevía, lo animó a ello; por fin, a un
tercero que lo difería, lo censuró (Sermón 100,1).
LECCIÓN 9. EL PASTOR
(Edad:41-76 años)

1. Razón de una carga

“Agustín tenía razón de insistir sobre el peso del episcopado. En el siglo


IV, en África, en una ciudad como Hipona, a cuyo puerto se acercaban
forasteros de todas partes, en cuyas plazas se encontraban hombres de
cultura y paisanos de tierra adentro, en medio de un pueblo afectuoso,
pero rudo y violento, religiosa y socialmente dividido, la tarea de un
obispo estaba lejos de ser fácil. Sobre todo cuando se trataba de un
hombre del temple y de la radicalidad de Agustín.

La predicación, la catequesis, los sacramentos, el cuidado de los pobres,


la defensa de los humildes y de los pequeños, la formación del clero, la
visita a los enfermos, la administración de los bienes eclesiásticos y, sobre
todo, la administración de la justicia eran tareas que reclamaban tiempo,
empeño, energía. Sin decir nada de la tarea más universal de defender la
integridad de la fe contra las herejías, y la unidad de la Iglesia contra el
cisma.

Era particularmente pesado para Agustín —y podemos pensar que no lo


fuese para él sólo— la administración de la justicia. Sentarse por horas y
horas en el tribunal, escuchar, amonestar, decidir, era
una tarea fatigosa y extenuante. Agustín se mantenía ahí sin descanso,
dedicándole gran parte de la jornada, a veces hasta la hora de la
meditación, o todo el día, en ayunas”1.

La extensa cita anterior nos dice cómo era la responsabilidad de un obispo en la


época de Agustín. Desde luego, no todos trabajaban con la misma intensidad;
nuestro obispo se impuso mucho más de lo que se le exigía, por ejemplo en el
campo de la apologética o defensa de la Iglesia y de la fe. Nadie antes que él
había tomado tan en serio la lucha contra las herejías, al menos en el norte de
África, lucha que le valió el título de martillo de los herejes (No. 4).

2. El juez

¿Qué clase de justicia administraba san Agustín? Muy distinta de la de hoy,


aunque no menos pesada y comprometedora. Hoy el juez escucha a los reos,
examina sus causas, dicta sentencia sin importarle el estado del alma de los
contendientes.

Para un obispo como Agustín lo más importante no era el veredicto condenatorio


o absolutorio en sí, sino la salvación del alma, que se adquiere con el
cumplimiento de ambas leyes: la humana y la divina; a un juez hoy no le
interesa sino la primera; a san Agustín le interesaban las dos y, sobre todo, la
segunda; así nos lo hace saber san Posidio:

“Y siempre miraba en todo el estado espiritual de los cristianos,


interesándose de su aprovechamiento o defección de la fe y buenas
costumbres; y, según la oportunidad, instruía a los contendientes en la ley
de Dios, inculcando su cumplimiento y dándoles consejos de la vida
eterna, sin buscar en los favorecidos más que la devoción y la obediencia
cristiana, debidas a Dios y a los hombres”2.

1
A. TRAPÉ, ob. cit. 112. Cf. POSIDIO, Vida, cap. 19.
2
Vida, cap. 19.
No sólo administraba justicia directamente sino también, podemos decir,
indirectamente, o sea, intercediendo por los reos ante otros jueces, pero de tal
manera que no incomodara.

“Cuando él se veía en la necesidad de interceder por alguien, lo hacía con


tanta modestia y recato que no causaba ninguna molestia y pesar, sino
admiración”3.

Y esta delicadeza que usaba en sus peticiones obtenía buenos resultados, como
el caso en que tuvo que interceder por un reo ante un vicario de África, llamado
Macedonio; cuando éste recibió la carta de Agustín quedó admirado de su
sabiduría y humanismo y le respondió:

“Porque tú no apremias, como hacen tantos otros aquí, exigiendo que a


todo trance se haga lo que pide el solicitante, sino con mucho tacto y
prudencia indicas la solución más razonable que puede seguir el juez,
sobre quien tantos cuidados pesan, y éste es el más delicado proceder
entre los buenos. Por eso inmediatamente he procurado complacer tu
deseo en favor de los recomendados”.4

3. El predicador (lec. 11,7)

San Posidio resume así casi cuarenta años de ministerio de la palabra:

“Hasta su postrera enfermedad predicó ininterrumpidamente la palabra de


Dios en la iglesia con alegría y fortaleza, con mente lúcida y sano
consejo”5.

Y Agustín Trapé, en su obra citada, anota:


3
Ib. cap. 20.
4
Ib.
5
Vida, cap. 31.
“Aunque frágil de salud, débil de voz, buscador insaciable de quietud para
el estudio y la meditación, Agustín predicó mucho. No sólo en su Hipona,
sino en todas las iglesias del África a donde fue invitado o llegó de paso,
especialmente en Cartago”6.

Predicaba de ordinario dos veces por semana, sábados y domingos; con


frecuencia todos los días y, en ocasiones, dos veces por día. Si consideramos que
predicó durante casi cuarenta años, podemos deducir la cantidad de sermones
que pronunció; de éstos hoy conservamos apenas una mínima parte: 695, sin
contar 28 descubiertos en 1993 en Maguncia, Alemania.

La predicación constituía para él una gran fatiga y un tormento: fatiga por el


esfuerzo físico, pues como se dijo antes, su voz era débil (lec. 10,5); y tormento
porque no veía proporción entre su preparación y la grandeza de la Palabra de
Dios.

Su principal fuente de inspiración era la Sagrada Escritura y la vida real: la


creación, los acontecimientos humanos, las celebraciones, especialmente
litúrgicas, etc.

Se preocupaba mucho porque el pueblo le entendiera; sin descuidar la elegancia


y los recursos literarios, prefería a veces usar términos populares a fin de que el
pueblo le entendiera.

No tenía acepción de personas en el sentido de predicar unos temas a los cultos y


otros a los ignorantes, sino que todos los temas eran para todos pero
acomodándose a cada clase social; tomemos, por ejemplo, un tema tan difícil y
profundo como el de la Santísima Trinidad: a todos se lo predicaba por igual,
pero a unos de una manera y a otros de otra. ¿Cómo hacía, por ejemplo, para
explicar que “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” sin dejar de ser
Dios? Con una comparación (recurso muy frecuente en él): Yo les estoy
hablando —les dice—: mi voz llega a ustedes, a cada uno en particular, con el
mensaje

que les quiero transmitir, el cual no se aparta de mí y sin embargo sale de mí


6
Pág. 114.
para llegar a todos ustedes7.

Era un verdadero psicólogo de las multitudes: captaba fácilmente en qué grado


de atención y disponibilidad estaban los fieles, y no dudaba en decirles esto o
algo parecido: “Veo que están cansados; les pido un poco de paciencia para
terminar el tema”; o “Como los veo tan atentos, me voy a extender un poco
más”; incluso uno puede adivinar hoy hasta el grado de calor que había en el
momento de predicar: “Los veo inquietos; esto se debe al calor que está hacien-
do”8.

No recitaba de memoria sino que llevaba esquemas, muy bien preparados, sobre
el tema y las lecturas del día y los iba desarrollando a medida que las
circunstancias se lo permitían; mientras tanto, amanuenses o taquígrafos iban
tomando apuntes (a ellos debemos la conservación de los sermones que
tenemos). Pero no le costaba improvisar, como un día, cuando el lector se
equivocó y leyó el texto que no era 9, o en el caso de la conversión de un tal
Firmo, presente en la iglesia, para hacer cambiar al cual Agustín varió
completamente el tema, como nos dice san Posidio10.

Teniendo presente que en ese tiempo el obispo predicaba sentado y los fieles
escuchaban de pies, es de admirar el hecho de que

“el pueblo lo seguía con atención, con avidez, con inteligencia:


reaccionaba, interrumpía, aplaudía. El orador, por su cuenta, aprovechaba
tales reacciones para una útil digresión, pero no se apartaba de la idea
principal. Ni se turbaba por los aplausos, aun cuando eran frecuentes y
prolongados”11.

La predicación de Agustín se divide en tres categorías: comentarios al Evangelio


7
Cf. Sermón 119,7.
8
Cf. Sermones 37,27; 99,4; 287,1; 294,19…
9
Cf. Sermón 352,1.
10
Vida, cap. 15.
11
A. TRAPÉ, ob. cit. 118.
y a la primera Carta de san Juan (tres volúmenes), comentarios a los salmos
(cuatro volúmenes) y sermones varios (seis volúmenes).

“Hoy mismo, al leer sobre el papel los discursos de Agustín, sentimos que
nos transmiten algo de la grandeza de su alma; pero para sentir toda su
fascinación habría que escucharlo, tenerlo cerca, convivir con él. Nos lo
asegura Posidio, el primer biógrafo, que convivió con él por casi cuarenta
años. Se lo podemos creer”12.

A pesar de acomodarse al pueblo, incluso con términos populares e inteligibles,


se preocupaba siempre de hacerlo con altura, dignidad y buen uso del idioma; y
no solo esto, sino que también se preocupó por dejar normas de buena
predicación. Este es el contenido del libro IV de la obra sobre La doctrina
cristiana (lec. 8,6).

4. El polemista. Martillo de los herejes

Como el carpintero golpea y golpea el clavo con el martillo hasta hundirlo


completamente en la madera, así Agustín martillaba y martillaba con su palabra
y sus escritos hasta convencer a los herejes del error en que estaban, o al menos
lograr callarlos

De la misma manera que el Agustín-juez y el Agustín-predicador tiene sus


características, así también tiene las propias el Agustín-polemista.

“El obispo de Hipona es sin duda un polemista formidable. Madura en el


estudio sus ideas y las defiende con fuerza, con claridad, con habilidad.
No se pierde en los detalles, sino que va derecho a lo esencial. Con segura
intuición ve las consecuencias de un principio errado y las saca con lógica
inexorable. Dialéctico consumado, descubre las cavilaciones del
adversario y lo pone en condiciones de tener que defenderse, obligándolo
con el arma inexorable del dilema. Para él hay un solo modo de ser
coherentes: ceder a la verdad; cuya victoria no humilla, sino que eleva. Él
está cierto de su fe, y sabe poner en el terreno todos los argumentos para
defenderla. A quien, a falta de argumentos, contesta en vano, recuerda, no
sin apenada ironía, que no hay peor condición que la de quien no sabe ni
12
A. TRAPÉ, ob. cit. 119.
hablar ni callar.

Pero la polémica agustiniana nace del amor y es alimentada por el amor;


un amor tierno y conmovido por la verdad, en cuya fuerza de atracción
siempre confía, y por los errantes. Es una polémica constringente; pero
además humilde, generosa, honesta, constructiva.

El obispo de Hipona nunca olvidará su pasada experiencia del error. Este


recuerdo lo hace modesto y longánimo”13.

Podemos resumir, con otras palabras, las características del polemista en los
siguientes puntos:

a. Confianza absoluta en la fuerza de la verdad. Enamorado toda la vida de


esta virtud, la buscó a toda costa y fue la principal táctica en su lucha
antiherética. A este deseo de andar siempre en la verdad se debe su
honestidad científica, consistente en enterarse cuidadosamente por sí mismo
de los hechos y de los escritos de los herejes para refutarlos; nada de "me
contaron", "me parece que oí decir", "eso es lo que se oye por ahí"… Su
criterio en las reuniones y discusiones públicas con los herejes era siempre el
mismo: que los taquígrafos tomaran nota de todo para que después "no
dijeran que dije lo que no dije, o dejé de decir lo que sí dije" 14. En una
ocasión en que estaba a punto de empezar una controversia pública con un
hereje, lanzó la mirada a todas partes y, al no ver a los taquígrafos
preparados, mandó postergar el comienzo hasta que éstos llegaran15.

b. Pero, sobre todo, era la fuerza del amor lo que más le movía a polemizar:
amor a la Iglesia y amor a los enemigos, que eran especialmente los herejes.
13
Ib. p. 164.
14
Cf. SAN POSIDIO, Vida cap. 17. Carta 238,1.2.
15
Todo lo que se saliera del amor y de la verdad no entraba en sus esquemas
mentales. De ahí su famoso lema: hay que amar a los hombres y no a los
vicios de los hombres16.

c. Del amor nacía el respeto hacia la persona de los adversarios. “Quieran o no,
son nuestros hermanos. No serán más nuestros hermanos solamente cuando
ya no digan más: ‘Padre nuestro”17. Si algo les dolía a los donatistas era eso:
que Agustín los llamara "hermanos". Este movimiento de su corazón no
podía nacer sino del amor.

d. Y con el respeto, la generosidad, llevada hasta el extremo de hacer firmar a


los obispos católicos un compromiso: si eran vencidos por los donatistas,
dejarían sus episcopados en favor de ellos; pero si salían derrotados los
herejes, no se les obligaba a hacer lo mismo.

A veces la polémica se volvía fuerte y vivaz hasta el punto de cruzarse los


adversarios algún insulto, como en el caso de Juliano, un violento e impulsivo
hereje pelagiano, mucho más joven que Agustín, y que trató al Santo de
“Patrono de los asnos”, recibiendo de éste exactamente el mismo trato (estaban
discutiendo sobre el pecado original y la necesidad del bautismo):

“¿Qué es lo que dices, oh calumniador de los católicos y colaborador de


los maniqueos? ¿Qué cosa dices? Te deberías avergonzar de tanta
estupidez aunque tuvieras cabeza de asno. […] ¿Por qué no entiendes,
asno, que […] los hombres no pueden nacer sin pecado y sí pueden nacer
los asnos? […] Reconoce, pues, la concupiscencia y la naturaleza de las
bestias y la pena del hombre, si no tienes un alma de asno”18.

La lucha antiherética duró toda la vida. Para tratar de llevar algún orden,
diremos que empezó atacando a los maniqueos en Roma, después de la muerte
de Mónica; no había terminado con ellos cuando empezó la lucha contra los
16
Cf. Sermón 49,5.
17
Comentarios al salmo 32,29.
18
Contra Juliano, obra incompleta, 4,56.
donatistas, casi hasta el final de su vida. Y cuando estaba en plena controversia
con ellos, aparecieron los pelagianos; la muerte lo sorprendió luchando
especialmente contra estos. También fueron objeto de sus ataques los arrianos y
otros herejes menores.

Además de toda esta actividad, no olvidemos que Agustín también era monje.
Debía preocuparse continuamente por la formación de quienes vivían en los
monasterios fundados por él, incluso el de vírgenes, dirigirles cartas, visitarlos
con frecuencia, velar por la guarda de la vida común, etc. (lec. 8,8; 10,6; 12).

LECTURA
Los oyentes de san Agustín

“Dentro de la variedad de gentes que acuden a la escucha del sermón de


Agustín, podemos concluir de la lectura de sus sermones cómo se dan cita las
más variadas personalidades y ambientes, según las circunstancias y los tiempos.
Personas del pueblo rústico y de la clase más elevada, personas de mínima
formación y personas que todavía necesitan una catequesis continuada y
elemental. Tiene ante él un público de lo más heterogéneo, tanto a nivel
ideológico como social, y a éste trata de responder en sus discusiones y
disquisiciones en torno al Evangelio. Se siente frecuentemente preocupado por
los más necesitados, sobre todo desde el punto de vista cultural, y trata de
responder a sus exigencias colocándose a su nivel. Otras veces

nos encontramos con alusiones de asistencia entre el público de personas


consagradas”1.
1
Tomado de “Introducción general” a los sermones, Ed. BAC, 1981, Vol. VII, 16.
Cuestionario

1. Enumera algunos de los oficios que tenía un obispo en tiempos de san


Agustín.
2. ¿Cuál fue el ministerio que más ejerció el Santo toda la vida, “sin
interrupción?.
3. Hablando de la predicación, ¿qué diferencia ves entre la actitud de los fieles
en tiempos de san
Agustín y la que toman los cristianos de nuestros tiempos?
4. ¿Quién era mayor en dignidad: Aurelio, obispo de Cartago, o Agustín, obispo
de Hipona?
5. Cuando alguna iglesia necesitaba obispo, iban a buscarlo a Hipona; ¿por qué?
6. ¿Cómo era la justicia que administraba Agustín?
7. ¿Cómo se prueba que Agustín era psicólogo de las multitudes?
8. Enumera algunas características del Agustín polemista.

¿Acaso nos eligió el Señor porque éramos buenos? No eligió a quienes eran
buenos, sino a quienes quiso hacer buenos (Sermón 229 F,2):
LECCIÓN 10. LECTOR, ESCRITOR Y SANTO

1. Lector

Se habla mucho del Agustín-escritor y poco del Agustín-lector. Es de suponer


que el escritor debe ser un gran lector para poder escribir. Agustín, es cierto,
tenía una inteligencia superdotada, pero esto no le era suficiente para dejarnos la
producción literaria que tenemos de él.

Él mismo dice, refiriéndose a Varrón, uno de sus autores preferidos:

“Leyó tantas obras que nos maravilla tuviera tiempo para escribir algo; y
escribió tantas cuantas apenas podemos creer capaz a alguien de leer”1.

Esta frase se la podemos aplicar a él mismo; en las lecciones 2,6 y 5,2 se hizo
alusión a la capacidad que tenía de leer y asimilar rápidamente, aunque no
estaba exento de la limitación que tenemos todos: olvidar pronto lo que se ha
leído y tener que repetirlo:

“A mí mismo me ha sucedido que al terminar de leer una página tengo


que volver a leerla porque no me acuerdo de su contenido”2.

Exceptuada esta limitación, hay que afirmar que Agustín era un lector ágil y
rápido, dato más de admirar cuanto que no contaba con los métodos de lectura y
comprensión rápidas de que disponemos hoy.

¿Qué leía? Todo lo que le servía según las circunstancias y épocas de su vida. De
estudiante leyó, como se dijo antes, a Varrón, Cicerón, Porfirio, Plotino… y, en
general, todos los temas relacionados con la literatura griega y romana (lec. 4,1 y
5,2). Cuando se hizo maniqueo, se adentró de tal manera en los escritos de esta
secta que después le sirvieron para atacarla de modo contundente.

Dominaba los temas relacionados con la astronomía y la astrología, sobre todo


lo que hoy correspondería a los horóscopos, aceptados y admirados por él en un
principio y rechazados después, aun antes de la conversión. Pero sobre todo
1
La Ciudad de Dios, VI,2.
2
La Trinidad, II,8,15.
dominó el tema de la mitología griega, que le será de gran utilidad en la
composición de la monumental obra La ciudad de Dios (lec. 11,4); lo mismo
que la historia, ciencia de la cual se vale para responder a las acusaciones de los
paganos contra los cristianos: los hechos históricos —les dice— prueban que al
Imperio romano no le llegaron los males cuando llegó el cristianismo, como
afirmaban ellos, sino que mucho antes del nacimiento de Cristo ya los estaba
sufriendo. Y para probarlo enumera una serie de hechos (guerras, pestes,
fenómenos naturales, degradaciones, inmoralidades…) que, necesariamente,
aprendió del estudio aplicado de la historia.

Pero especialmente llegó a dominar, a través de una continua y cuidadosa


lectura, la Biblia. Una vez convertido, se dio cuenta de que tenía que profundizar
en la fe y de que el único medio eran las Sagradas Escrituras, de las cuales
adquirió tal dominio que las citaba espontáneamente (lec. 8,6), no como
acostumbramos hoy, para acuñar o dar fuerza a nuestras ideas, sino como son en
realidad: fuente de vida y crecimiento espiritual. Gran parte del éxito en su
polémica contra los herejes se debe a que los atacaba Biblia en mano. La fuente
de sus argumentos contundentes e irrebatibles era doble: la razón, formada y
educada en las leyes de los silogismos filosóficos, y las Sagradas Escrituras,
cuyas verdades no se discuten.

Leía también cuidadosamente todos los escritos de los herejes hasta tal punto
que muchas de las obras, totales o parciales que se conservan de ellos, se deben
a Agustín, que las copiaba al pie de la letra para irlas refutando párrafo por
párrafo. A esto se le llama honestidad científica, como se dijo antes (lec. 9,4).
Su capacidad y espíritu de lectura se ven reflejados en el difícil trabajo que
emprendió al final de su vida: leer todas sus obras para revisarlas y corregirlas
(lec. 11,8).

No sobra decir que era también un lector de la creación, donde el alma del
místico encuentra a veces mucho más que en los libros (cf. No. 3)3.

2. Escritor

Escribir era su fuerte:

3
Cf. nuestra obra San Agustín y el libro abierto de la creación, Ed. Kimpres, Bogotá, 2002, 2ª. edición.
“Fue tanto lo que dictó y escribió, lo que disertó en la iglesia, lo que
extractó y enmendó, ya en publicaciones lanzadas contra los diversos
herejes, ya en escritos ordenados para la declaración de las Escrituras
canónicas y edificación de los fieles, que apenas un hombre estudioso
bastará para leerlos y conocerlos”4.

Si atendemos a los títulos, son 123 las obras entre grandes y pequeñas que nos
quedan del Santo; actualmente están publicadas en 41 volúmenes en español y
latín, por la Editorial BAC de España (lec. 11,1).

Agustín fue un trabajador incansable, que no sabía lo que era perder el tiempo, a
lo cual hay que agregar el método de estudio, muy práctico y eficaz: tomaba
apuntes mientras leía y meditaba, pues no se confiaba de la memoria.

“Por mi parte, continuaré meditando, si no día y noche, sí, al menos en los


fugaces momentos en que me es posible, y para no olvidar mis soliloquios
los confío a la pluma 5.

Algunas veces hacía anotaciones marginales directamente sobre el texto bíblico,


las cuales, reunidas después por sus discípulos, a veces sin saberlo él mismo,
terminaban por formar un libro; ese es, por ejemplo, el origen de la obra
Anotaciones al libro de Job.

El método que seguía era muy didáctico y disciplinado: concebía la obra en la


mente, leía fuentes (=bibliografía), tomaba apuntes y poco a poco iba
componiendo la obra, no una después de otra, sino varias simultáneamente.
Muchos de los apuntes se quedaron solamente en eso: apuntes, como los que
empezó con la intención de componer la gran enciclopedia sobre Las
disciplinas, que se han perdido (lec. 7,2). Otras veces se publicaron antes de
tiempo, sin permiso del autor, y tomaron el nombre de una obra completa; así
nació, por ejemplo, La inmortalidad del alma.

“Sobre todo hay que recordar un hecho: cuando Agustín hablaba en la


iglesia —en Hipona, en Cartago y dondequiera que se encontrara— los
notarios apuntaban sus palabras con sorprendente habilidad. El orador,
entonces, revisaba el discurso y permitía su difusión. Hablando, pues, no
4
SAN POSIDIO, Vida, cap. 18.
5
La Trinidad, I,3,5.
pensaba sólo en los oyentes, sino también en los lectores”6.

Otros dos hechos hay que anotar en relación con Agustín escritor: primero, su
preparación retórica, que le era de gran ayuda en la redacción y dictado de su
obras; segundo, la ayuda de los religiosos o monjes, que debió ser invaluable
para ordenar los volúmenes en la biblioteca, consultar o confrontar los textos etc.
(lec. 8,8).

Agustín fue escritor toda la vida. Nunca se le oyó decir: “ya no más, estoy
viejo”. Todo lo contrario, mientras más se acercaba el final de su vida más
trabajaba con la pluma; incluso redujo notablemente el ritmo del trabajo pastoral
a fin de dedicarse con más intensidad a leer, meditar y escribir. He aquí su
testimonio:

“Ahora, con ayuda de la misericordia de Cristo, voy a hacer lo que hasta


ahora no he hecho. Bien sabéis lo que hace algunos años quise hacer y no
me dejasteis. En atención al estudio de las Escrituras, que los colegas en
el episcopado, padres y hermanos míos, se dignaron imponerme en los
dos concilios de Numidia y Cartago, convinimos vosotros y yo en que
nadie me molestase durante cinco días de la semana. Se levantó acta y
vosotros lo aclamasteis. Hago que se lea vuestro asentimiento y vuestras
aclamaciones. Por muy poco tiempo se cumplió por lo que a mí respecta,
pues en seguida volvisteis a irrumpir con violencia y no se me permite
dedicarme a lo que quiero”7.

El momento en que habla a los fieles (26 de septiembre del 426) es el segundo
intento que hace de dedicar cinco días a la semana al estudio y redacción de
obras; en esta ocasión tiene mejor suerte. Fruto de esta especie de retiro es la
terminación de varias obras, especialmente contra los herejes, y el comienzo de
otras tres que quedarán inconclusas en el momento de morir: Las herejías, Las
revisiones y Contra Juliano, obra incompleta.

3. Místico y santo

Hasta ahora no se ha encontrado una razón que explique cabalmente el origen de


6
A. TRAPÉ, ob. cit. 199.
7
Carta 213,5.
tanta actividad. Es cierto que Agustín tenía una inteligencia asombrosa, un gran
amor a la Iglesia y una disciplina y método de trabajo poco usuales. Pero esto no
es suficiente para explicar cuanto se ha dicho en los dos números anteriores. La
explicación hay que buscarla más arriba; es de ca

rácter sobrenatural. Agustín era ante todo un santo, un místico.

San Posidio resume así toda una vida de santidad:


“Vivía para Dios con ayunos, oración y buenas obras, meditando día y

noche en la divina ley”8.

El verdadero santo es al mismo tiempo verdadero apóstol (lec. 8,1):

“Tal era su ocupación, trabajando de día y meditando por la noche. Era


como aquella gloriosísima María, tipo de la Iglesia celestial, de la que está
escrito que, sentada a los pies del Salvador, escuchaba atenta su palabra”9.

El apostolado de san Agustín era, pues, fruto de su santidad; una especie de


desahogo espiritual, que lo llevaba a hacer partícipes a los demás de las delicias
que encontraba en la oración.

Era también un amante de la belleza, un místico. Su primera obra, recordemos,


llevaba por título Lo bello y lo conveniente, en “dos o tres libros”, dice él
mismo, y que seguramente manifestaban los sentimientos del joven Agustín,
amante siempre de lo bello y armónico; es una lástima que no tengamos esta su
primera obra, que se le perdió a él mismo (lec. 5,2): “Lo tengo ya olvidado y no
los conservo por habérseme extraviado no sé cómo”10.

El amor de Dios era su norte; “Ama y haz lo que quieras” 11, su consigna. ¿Qué o
quién es Dios para él? Es difícil responder y él mismo prefería decir qué no era
Dios para tratar de aproximarse a lo que realmente era. Tal es el tema del
hermoso capítulo 6 del libro X de Las Confesiones.

“No me cabe duda alguna, antes estoy plenamente seguro en mi


8
Vida, cap. 3.
9
Ib. cap. 24.
10
Conf. IV,13,20.
11
Sermón 163 B,3.
conciencia, Señor, de que te amo. Golpeaste mi corazón con tu palabra y
te amé. Además, el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, me están
diciendo por dondequiera que te ame y no cesan de decírselo a todos los
hombres, para que no tengan excusa…

Mas, ¿qué es lo que amo cuando te amo? No es la belleza de un cuerpo, ni


el encanto de un tiempo, ni el esplendor de la luz, amable a mis ojos de
aquí abajo, ni las dulces melodías de cualquier suerte de cantilenas, ni el
suave olor de las flores, de los perfumes, de los aromas, ni el maná, ni la
miel, ni los miembros acogedores a los abrazos de la carne. No es eso lo
que amo, cuando a mi Dios amo.

Y, no obstante, amo una luz y una voz y un olor y un alimento y un


abrazo, cuando a mi Dios amo: luz, voz, olor, alimento, abrazo del
hombre interior que está en mí, donde brilla para mi alma lo que no cabe
en lugar, y donde resuena lo que no arrebata el tiempo, y donde se exhala
una fragancia que el viento no dispersa, y donde se saborea lo que la
voracidad no disminuye, y donde se anuda un abrazo que la saciedad no
afloja. Esto es lo que amo cuando a mi Dios amo.

Y ¿qué es esto? Pregunté a la tierra y contestó: ‘No soy yo’. Y todo lo que
hay en ella hizo la misma confesión…

Y dije a todos los seres que rodean las puertas de mi carne: ‘Decidme de
mi Dios, ya que no lo sois vosotros, decidme algo de él’. Y exclamaron
con una voz potente: ‘El nos ha hecho’. Mi pregunta era mi
contemplación y su respuesta, su hermosura”.

La anterior cita es apenas una muestra del grado de santidad y misticismo a que
había llegado san Agustín. Este misticismo natural puede ser una de las razones
que explican el hecho de sentirse tan gran pecador al recordar las faltas de la
vida pasada, frente a la infinita misericordia que Dios tuvo con él; pero también
explica la gran actividad que desarrolló durante toda su vida.

4. Viajero contra su voluntad

El hecho de que Agustín no hubiera vuelto al extranjero no quiere decir que no


hiciera muchos viajes dentro de su propia patria. Es muy común imaginarnos a
un Agustín sedentario, moviéndose únicamente entre la oficina y la iglesia; y en
verdad que esa era su tendencia natural, y así habría vivido si los compromisos
pastorales no lo hubieran hecho salir frecuentemente de su querida Hipona. La
solicitud del pastor no era solamente por ésta su sede, sino también por el resto
de las iglesias de África.

“…La participación en los concilios (que estaban en programa cada año,


aunque no siempre se tuvieron), y la invitación de los colegas. Estos
deberes lo forzaban a viajar seguido: viajes por tierra, como se ha dicho,
pero largos y azarosos, que le ocupaban mucho tiempo. Fue muchas
veces, unas veinte, a Cartago, recorriendo una u otra de las tres vías que
conducían desde Hipona, distante entre 280 y 340 kilómetros, según la vía
que se escogía: la del litoral, que era la más corta, o aquella que pasaba
por Tagaste y descendía hacia Sica Venerea, que era la más larga. El viaje
podía durar, sin contar las desviaciones suplementarias, de ocho a diez
días”12.

En los viajes que hizo dentro de Numidia visitó Cirta, Calama, Milevi, Thiave,
Tagaste y otros.

Un día, a la edad de 64 años, fue, como de costumbre, a Cartago; el papa


Zósimo le pidió no regresar todavía a Hipona sino que se dirigiera en misión
pastoral a Cesarea de Mauritania, al occidente. Esta vez recorrió alrededor de
2.000 km., así: Hipona-Cartago, 300; Cartago-Cesarea de Mauritania, 1.000;
Cesarea de Mauritania-Hipona, 700.

A la edad de 70 años emprendió otro viaje en compañía de su amigo Alipio,


obispo de Tagaste, a la Fortaleza romana de Tubune, situada en los límites del
Sahara; allí se encontraba su gran amigo, el conde Bonifacio, encargado de velar
por la paz romana en aquella región; Agustín quería visitarlo y compartir un rato
con él. No se sabe qué ruta siguió, pero de todas maneras el recorrido fue entre
800 y 1.000 km.

Sin temor a exagerar se puede afirmar que solamente durante su episcopado


pudo haber recorrido alrededor de 20.000 km, que equivalen a un viaje de ida y
regreso Bogotá-Madrid-Bogotá. El dato no significa mayor cosa si lo
comparamos con los tiempos modernos; pero en la época de Agustín se viajaba a
12
A. TRAPÉ, ob. cit. 196.
pie o a caballo, y es entonces cuando uno se queda pensando…

5. Salud física

Frente a tanta actividad, y considerando su existencia relativamente larga (76


años), nos preguntamos cómo era su salud física y, tal vez antes de tener la
respuesta de su propia pluma, estemos tentados a pensar que era una salud
excelente, una especie de superman, que no sentía el peso del tiempo, ni la
fatiga del trabajo, ni los agobios de la vejez. Todo lo contrario: su salud era
frágil, aunque resistente; sana pero sujeta a continuas enfermedades.

La primera enfermedad de que se tiene noticia la padeció siendo todavía muy


niño:

“Tu viste, Señor, cómo cierto día, siendo aún niño, fui presa
repentinamente de un dolor de estómago que me abrasaba y puso en
trance de muerte”13 (lec. 5,6).

Recién llegado a Roma, después de escapar de Cartago, otra enfermedad no


precisada lo puso también al borde de la muerte:

“Aquí fui yo recibido con el azote de una enfermedad corporal, que


estuvo a punto de mandarme al sepulcro”14.

En Milán, por los efectos del clima y el excesivo trabajo como profesor de
retórica, se sintió tan afectado del pulmón que llegó casi a perder la voz.
Acababa de pasar la escena del jardín o conversión definitiva (lec. 6,8):

“Así que cuando en este mismo verano, debido al excesivo trabajo


literario, había empezado a resentirse mi pulmón y a respirar con
dificultad, sintiendo los dolores de mi pecho herido, no podía emitir una
voz clara y prolongada”15.

Tampoco estuvo exento del dolor de muelas, como le sucedió en el retiro de


Casiciaco:
13
Conf. I,10,17.
14
Ib. V,9,16.
15
Ib. IX,2,4.
“¿Cuándo podré recordar todo lo de aquellos días de vacaciones? Pero lo
que no he podido olvidar ni voy a callar es la aspereza de tu azote y la
admirable rapidez de tu misericordia.

Me atormentabas en aquellos días con un dolor de muelas. Y llegando a


agravarse hasta el extremo de que no podía hablar, surgió en mi espíritu la
idea de recomendar a todos los míos que allí se encontraban que te
rogasen por mí, oh Dios de toda salud.

Lo escribí en una tablilla y lo di para que lo leyesen. Apenas doblamos las


rodillas en un sentimiento de súplica desapareció el dolor aquel. Pero ¡qué
dolor! Y ¡qué manera de desaparecer! Quedé espantado, lo confieso,
Señor mío”16.

Recién llegado a Tagaste, a su regreso de Italia, escribió a su amigo Nebridio,


que se encontraba en Cartago, diciéndole que la debilidad corporal le impedía
hacer todo lo que quería. ¡Y eso que todavía no empezaba su actividad de
pastor! (lec. 8,1).

“Añádase a esto la debilidad corporal, por la que, como sabes, tampoco


yo puedo lo que quiero y tengo que renunciar en absoluto a querer más de
lo que puedo”17.

En el año 397, desde Hipona, le escribía así a Profuturo, su colega en el


episcopado:

“Estoy bien por lo que toca al espíritu […] pero en cuanto al cuerpo, estoy
en cama. Ni puedo caminar, ni mantenerme en pie, ni sentarme, por la
hinchazón y dolor de las hemorroides”18.

Hacia el año 410, a los 56 años de edad, tuvo que salir de Hipona a convalecerse
de una enfermedad, que le repitió unos días después; así se lo hace saber a un tal
Dióscoro, a quien le escribe la Carta 118:

16
Ib. IX,4,12.
17
Carta 10,1.
18
Ib. 38,1.
“De todos modos, yo no hubiese osado tratarlos (se refiere a los
problemas que Dióscoro le había propuesto) si no me hubiese sacado de
Hipona una convalecencia. […] Algunos días después se me han
presentado de nuevo la fiebre y los achaques”19.

En el mismo año 410 presentaba excusas a un colega en el episcopado y a todos


los fieles por no poder viajar cuanto hubiera querido a causa de sus achaques:

“No ha sido la falta de voluntad, sino la deficiente salud corporal, la que


me ha excusado siempre de esas otras fatigas”20.

Agustín tenía tres amigos especiales: Albino, Piniano y Melania, nobles romanos
que más tarde se decidieron a vivir la vida común agustiniana en sus respectivas
casas (lec. 3,5; 13,2). A ellos les dice lo siguiente a comienzos del 411:

“No puedo tolerar el frío, o por mi estado de salud o por mi complexión.


Pero nunca padecí mayores ardores que en este cruel invierno, al no poder
correr ni volar a veros, ahora que estáis tan cerca”21.

El 18 de diciembre del año 425 predicó en la iglesia un largo sermón que


terminaba así:

“Mucho he hablado; disculpad a esta vejez locuaz, pero tímida y débil.


Como veis, los años me acaban de hacer anciano, mas por la debilidad de
mi cuerpo lo soy desde hace ya tiempo”22.

Cuando tenía 73 años, su amigo el conde Bonifacio fue a visitarlo a Hipona y lo


encontró tan desmejorado que apenas podía hablar:

“Bien sabes cómo me viste en Hipona, cuando te dignaste venir a verme,


pues apenas me permitía hablar mi agotamiento”23.

La vejez y el frío eran, pues, los mayores inconvenientes que tenía Agustín para
realizar lo que hubiera querido: viajar más. Poco antes del 430, año de su
19
Ib. 118,5.34.
20
Ib. 122,1.
21
Ib. 124,1.
22
Sermón 355,7.
23
Carta 220,2.
muerte, un tal Nobilio, obispo, lo invitó a visitarlo; él se excusa nuevamente y,
en forma poética, se expresa así:

“Mi voluntad arrastraría a mi cuerpecillo para ir si no lo retuviese la


enfermedad. Podría ir si no estuviésemos en invierno. Podría despreciar el
invierno si fuese joven. El frío de la estación lo soportaría el valor de la
edad, o el calor del verano templaría el frío de la edad”24.

Finalmente, son muchas las veces en que, sobre todo predicando, confesaba
estar cansado y pedía mucho silencio para hacerse oír (lec. 9,3):

“Mi voz es sólo suficiente con un gran silencio” 25. “Les pido silencio y
quietud para que mi voz, después del esfuerzo de ayer, pueda sostenerse
con algún vigor”26.

He querido traer todas estas citas para que nos demos cuenta de que el amor a
Dios, al trabajo y a la Iglesia es capaz de suplir lo que la salud no da.

6. Vida privada

"Sus vestidos, calzado y ajuar doméstico eran modestos y convenientes:


ni demasiado preciosos ni demasiado viles, porque estas cosas suelen ser
para los hombres motivo de jactancia o de abyección, por no buscar por
ellas los intereses de Jesucristo, sino los propios. […] La mesa era parca y
frugal, donde abundaban verduras y legumbres, y algunas veces carne,
por miramiento a los huéspedes y a personas delicadas. […] Usaba sólo
cucharas de plata, pero todo el resto de la vajilla era de arcilla, de madera
o de mármol; y esto no por una forzada indigencia, sino por voluntaria
pobreza. Se mostraba también siempre muy hospitalario. Y en la mesa le
atraía más la lectura y la conversación que el apetito de comer y beber.
Contra la pestilencia de la murmuración tenía este aviso escrito en verso:

¿El que es amigo de roer vidas ajenas,


no es digno de sentarse en esta mesa’.
24
Ib. 269.
25
Sermón 68,1.
26
Comentario al salmo 50,1. Cf. Sermones 42,1; 94; 320; 348,4; 350,2; Tratados sobre el Ev. de san Juan
10,20.
Y amonestaba a los convidados a no salpicar la conversación con chismes
y detracciones; en cierta ocasión, en que unos obispos muy familiares
suyos daban rienda suelta a sus lenguas, contraviniendo a lo prescrito, los
amonestó muy severamente, diciendo con tristeza que o habían de
borrarse aquellos versos o él se levantaría de la mesa para retirarse a su
habitación. De esta escena fuimos testigos yo y otros comensales” 27 (lec.
8,5).

Tal vez sea demasiado poco lo que nos dice san Posidio sobre la vida privada de
Agustín, pero sí es suficiente para tener una idea general de cómo vivía. En
cuanto a la pobreza y administración de los bienes, dice su biógrafo:

“Alternativamente delegaba y confiaba la administración de la casa


religiosa y de sus posesiones a los clérigos más capacitados. Nunca se vio
en su mano una llave o un anillo y los ecónomos llevaban los libros de
cargo y data. A fin de año, le recitaban el balance, para que conociese las
entradas y salidas y el remanente en la caja, y se fiaba en muchas
transacciones de la honradez del administrador, sin verificar una
comprobación personal minuciosa. No quiso nunca comprar casa, campo
y hacienda, pero si alguna persona los ofrecía para la Iglesia en donación
o con título de legado, no los rehusaba, sino mandaba aceptarlos”28.

“No se interesaba tampoco por las edificaciones nuevas para evitar la


disipación de su espíritu, que quería conservarlo siempre libre de todo
afán temporal: con todo, no cortaba los ánimos a los emprendedores de
obras nuevas, salvo a los inmoderados. Cuando estaban vacías las arcas
de la iglesia, faltándole con qué socorrer a los pobres, luego lo ponía en
conocimiento del pueblo fiel. Mandó fundir los vasos sagrados para
socorrer a los cautivos y otros muchísimos indigentes, cosa que no
recordara aquí, si no supiera que va contra el sentido carnal de muchos.
Lo mismo dijo y escribió que era un deber hacerlo en semejantes
necesidades Ambrosio, de santa memoria. Amonestaba también alguna
vez al pueblo del descuido en la colección de las limosnas y el suministro
de lo necesario para el servicio del altar. Y me recordaba a mí el Santo
cómo, cuando asistía a los sermones de san Ambrosio, le oyó tocar este
27
SAN POSIDIO, Vida, cap. 22.
28
Ib. cap. 24.
punto”29.

La vida común, nuestra mejor herencia del Santo, era su punto de mira (lec. 8,8):
“Vivían con él los clérigos con casa, mesa y ajuar común”30. La comunidad de
bienes y de almas es el tema esparcido a lo largo de todas sus obras,
especialmente cuando se refiere al monacato.

7. Última enfermedad y muerte

En mayo del año 430, los vándalos que venían de Europa hacia el sur,
arrasándolo todo y sembrando de muerte las regiones por donde pasaban,
atravesaron el estrecho de Gibraltar y, a finales del mismo mes o comienzos de
junio, ya estaban en los alrededores de Hipona a la que mantuvieron en asedio.
El conde Bonifacio, gran amigo de Agustín, reunió allí todo su ejército para
tratar de impedir la acción de los bárbaros invasores, pero no pudo hacer nada.

“Penetraron en nuestras provincias, dejando en todas partes huellas de su


crueldad y barbarie, asolándolo todo con incendios, saqueos, pillajes,
despojos y otros innumerables y horribles males. No tenían ningún
miramiento al sexo ni a la edad; no perdonaban a sacerdotes y ministros
de Dios, ni respetaban ornamentos, utensilios ni edificios dedicados al
culto divino”31.

En cuanto a Hipona,

“catorce meses duró el asedio completo, porque bloquearon la ciudad


totalmente hasta de la parte litoral. Allí me refugié yo con otros obispos, y
permanecimos durante el tiempo del asedio”32.

¿Cómo reaccionó Agustín, ya sin fuerzas físicas pero con la mente abierta y
lúcida?

29
Ib.
30
Ib. cap. 25.
31
Ib. cap. 28.
32
Ib.
“Más de lo acostumbrado se alimentó del pan de lágrimas día y noche; y
los últimos días de la senectud llevó una existencia amarguísima y más
triste que nadie. Pues veía aquel hombre las ciudades destruidas y
saqueadas; los moradores de las granjas, pasados a cuchillo o dispersos;
las iglesias, sin ministros y sacerdotes; las vírgenes sagradas y los que
profesaban vida de continencia, cada cual por su parte”33.

Parecía, pues, venirse a tierra cuarenta años de trabajo pastoral, y en realidad así
fue si miramos las cosas desde afuera, solamente bajo el aspecto material; en
cuanto a lo espiritual, este fue el comienzo del crecimiento de Agustín hasta hoy.

Los últimos momentos fueron emocionantes, como los de todos los hombres
grandes:

“Y una vez, estando y conversando en la mesa con él, nos dijo: ‘Habéis de
saber que yo, en este tiempo de angustia, pido a Dios, o que libre a la
ciudad del cerco de los enemigos, o, si es otro su beneplácito, fortifique a
sus siervos para cumplir su voluntad, o me arrebate a mí de este mundo
para llevarme consigo’. […] Y he aquí que en el tercer mes del asedio, el
Santo enfermó con unas fiebres, y aquella fue la última prueba de su vida.
No privó Dios a su buen siervo del fruto de su plegaria. Porque para sí y
para la misma ciudad alcanzó oportunamente la gracia que con lágrimas
pidiera. Me consta también que él, sacerdote y obispo, fue suplicado para
que orase por unos energúmenos, y con llanto rogó al Señor, y quedaron
libres del demonio. En otra ocasión, un hombre se acercó a su lecho con
un enfermo rogándole le impusiera las manos para curarlo. Le respondió
que si tuviera el don de las curaciones, primeramente lo emplearía en su
provecho. El hombre añadió que había tenido una visión en sueños y le
habían dicho: ‘Vete al Obispo Agustín para que te imponga las manos y
serás salvo’. Al informarse de esto, luego cumplió su deseo, e hizo el
Señor que aquel enfermo al punto partiese de allí ya sano”34.

33
Ib.
34
Ib. cap. 29
(Aquí podemos ver la respuesta a quienes preguntan curiosamente: “¿Hizo san
Agustín algún milagro?”).

El enfermo se iba agravando poco a poco y, convencido de que todo cristiano,


por más santo que sea, debe hacer penitencia antes de partir de este mundo,
ordenó que le escribieran los salmos de David que se llaman penitenciales y,
teniéndolos delante de sí en la pared, los miraba y leía llorando copiosamente;
pedía insistentemente que lo dejaran solo para estar mejor con el Señor.

“Y al fin, conservando íntegros los miembros corporales, sin perder ni la


vista y el oído, asistido de nosotros, que lo veíamos y orábamos por él, se
durmió con sus padres, disfrutando aún de buena vejez”35.

Era el 28 de agosto del año 430

“Asistimos nosotros al sacrificio ofrecido a Dios por la deposición de su


cuerpo y fue sepultado. No hizo ningún testamento, porque, como pobre
de Dios, nada tenía que dejar. Mirando a los venideros, mandaba siempre
que se guardasen con esmero toda la biblioteca de la iglesia y los códices
antiguos”36.

35
Ib. cap. 31.
36
Ib.
LECTURA
Las reliquias de san Agustín

Los restos de san Agustín fueron depositados en la Basílica de La Paz, en


Hipona, donde el Santo había ejercido su ministerio pastoral. Al cabo de casi 70
años, ante el peligro de ser profanados por las bandas invasoras, los obispos de
África los trasladaron a la isla de Cerdeña (Italia), donde permanecieron 223
años, en la iglesia de san Saturnino de Cagliari. Cuando la isla cayó en poder de
los sarracenos, el piadoso rey de los lombardos, Luitprando, los rescató por
70.000 escudos de oro, y los trasladó en el año 730 a la ciudad de Pavía, Italia,
depositándolos en la iglesia de san Pedro ‘en Cielo Áureo’. Varios papas
prohibieron su exhibición pública, pues se estaban robando parte de los mismos.
Por este motivo se perdieron las noticias y la memoria del sitio donde estaban,
hasta que en el año 1695, con ocasión de hacerse algunas reparaciones en la
iglesia, se descubrieron nuevamente en una caja de plata con esta inscripción:
Augustinus. El papa Benedicto XIII las declaró auténticas. En 1832 el Obispo
de Pavía las trasladó a la catedral de la misma ciudad por miedo a nuevas
profanaciones debidas a los trastornos políticos de Italia, hasta que en el año de
1900, el padre Tomás Rodríguez, Superior General de la Orden Agustiniana,
logró que fueran devueltas a la iglesia de san Pedro, propiedad de los Agustinos;
allí reposan actualmente.

A estos sagrados restos faltan el brazo que fue enviado a Cartago el año 1842 a
petición de Monseñor Dupunch, primer Obispo de Argel, y el corazón que se
conserva en Lyon37.

37
Cf. ONGAY, Julián, Semblanzas de san Agustín, Editora ORSA, Manizales, Colombia, 1955, 499s.
Cuestionario

1. Trata de explicar el significado de los siguientes títulos dados a san Agustín:


a) Martillo de los herejes.
b) Águila de Hipona.
2. ¿Qué pedía Agustín a Dios durante el asedio de Hipona?
3. San Agustín gozó de una excelente salud física hasta el momento de su
muerte; ¿es esto cierto?
4. En su lecho de muerte Agustín recordaba todo su pasado así (subraya lo que
creas verdadero):
a) con indiferencia.
b) con una tremenda angustia.
c) con una gran paz y tranquilidad de conciencia.
5. En qué consistió el testamento de Agustín?
6. ¿Qué significa el hecho de que san Agustín haya recomendado tanto el
cuidado de su biblioteca?
7. San Agustín perdió el conocimiento antes de morir; ¿es esto cierto?
8. Para la Iglesia, la fiesta de un santo es el día de su muerte; ¿cuándo es,
entonces, la fiesta de san
Agustín?
9. Se dice que san Agustín es “El más santo de los humanos y el más humano de
los santos”; ¿cómo
se entiende esta frase?

El enemigo ha dispersado por todas partes hartos hipócritas con hábito de


monje (El trabajo de los monjes 28,36).
LECCIÓN 11. OBRAS PRINCIPALES

1. Temática general

En la LECCION COMPLEMENTARIA, número 2, se da la lista completa de


todas las obras de san Agustín que se conservan actualmente. La única Editorial
en el mundo que las ha publicado en español es la BAC (Biblioteca de Autores
Cristianos) de España (lec. 10,2).

Para mejor información, esta es la clasificación por temas de todas las obras y
los volúmenes que comprenden cada tema. La Lección Complementaria trae la
localización de cada una en la BAC.

CARTAS: Vols. VIII, XIa y XIb.


CONFESIONES: Vol. II.
ESCRITOS APOLOGÉTICOS: Vols. IV, V, XVI, XVII.
ESCRITOS BÍBLICOS: Vols. XV, XVIII, XXVII, XXVIII, XXIX.
ESCRITOS FILOSÓFICOS: Vols. I, III.
ESCRTOS HOMILÉTICOS: Vols. VII, X, XIII, XIV, XIX, XX, XXI, XXII,
XXIII, XXIV, XXV,
XXVI.
ESCRITOS MORALES: Vol. XII.
ESCRITOS ANTIMANIQUEOS: Vols. XXX, XXXI.
ESCRITOS ANTIDONATISTAS: Vols. XXXII, XXXIII, XXXIV.
ESCRITOS ANTIPELAGIANOS: Vols. VI, IX, XXXV, XXXVI, XXXVII.
ESCRITOS ANTIARRIANOS Y OTROS: Vols. XXXVIII, XXXIX, XL.
ESCRITOS ATRIBUIDOS ( o APÓCRIFOS): Vol. XLI.
(INDICES GENERALES: Vols. XLII, XLIII, todavía no publicados).

2. Obras filosóficas

El retiro de Casiciaco fue el período más filosófico de Agustín. Allí compuso las
cuatro obras de que se hace mención en la lección 7,1.

a. Contra los académicos


Dichos libros fueron escritos en el retiro de Casiciaco en el año 386, los
días 11, 12, 20, 21 y 22 de noviembre, y dedicados a su bienhechor
Romaniano. […] Los compuso para robustecer el anhelo profundo y
esperanza de hallar la verdad, debilitada por los argumentos de los
escépticos. Al problema de la certeza consagró las primicias de su
pensamiento, liberado de la duda”1.

b. De la vida feliz

“Es el triduo de conversaciones filosóficas con que san Agustín obsequió


a la colonia de Casiciaco el día de su cumpleaños y los dos siguientes (13-
15 de noviembre del 386) […] La cuestión debatida era de perenne
actualidad: ¿’Dónde se halla la Bienaventuranza? ¿Cómo el hombre
puede ser feliz?’[…] Por eso la tesis capital de este librito es la siguiente:
la vida feliz consiste en el perfecto conocimiento de Dios. […] Esta
doctrina alimentará siempre el pensamiento agustiniano. No consiste,
pues, la felicidad en la posesión y disfrute de ningún bien creado y
transitorio, sino del Bien absoluto y perfecto”2.

c. Del orden

Los dos libros acerca del orden fueron fruto de tres conversaciones
tenidas sobre la Providencia divina en los días 16, 17 y 23 de noviembre
del año 386, y nos descubren una de las facetas del espíritu agustiniano.
[…] Constituyen el primer intento de sondeo de los problemas del
universo, y en ellos se manifiesta un agudo sentimiento de la naturaleza,
que ha influido en la educación de la sensibilidad del espíritu de Europa”3.

Todas las criaturas han sido hechas con medida, hermosura y orden. Al orden
establecido por el Creador se opone el desorden impuesto por la criatura, que
es el origen del mal. Tal es, muy brevemente, el contenido de esta obra.

d. Los soliloquios
1
“Contra los académicos”, Introducción, Ed. BAC, Vol. III, 1982, 18.
2
“De la vida feliz”, Introducción, Ed. BAC, Vol. I, 1979, 537.539.
3
“Del orden”, Introducción, Ed. BAC, Vol. I,1979, 589.
“Los compuso en Casiciaco a fines del año 386 o a principios del
siguiente, dándoles forma dialogada, cuyos interlocutores son la razón y
san Agustín. Su tema central es el doble conocimiento de Dios y del alma,
pues para san Agustín hay conexión entre ambos. Dios y el alma son dos
luces hermanas que mutuamente se ayudan e iluminan. […] Son los libros
más religiosos de Casiciaco, según lo comprueba la maravillosa oración
que les sirve de pórtico”4.

c. Otras obras filosóficas: El libre albedrío, La dimensión del alma, El


maestro, Naturaleza y origen del alma, La naturaleza del bien.

3. Las Confesiones

Las Lecturas 1 y 2 hablan sobre Las Confesiones de san Agustín. Fueron


escritas al comienzo del episcopado, cuando había cumplido ya los 40 años de
edad. ¿Por qué las escribió? Hay muchas suposiciones: tal vez lo presionaron
algunos amigos, entre ellos Paulino de Nola, para que pusiera por escrito lo que
les contaba verbalmente; o tal vez, acosado por tantas alabanzas y fama, quiso
defenderse de ellas contando su vida; o a lo mejor para buscar un consuelo en
las duras fatigas del apostolado o romper el silencio de la soledad en que muchas
veces se sentía en la casa episcopal.

“Las Confesiones ciertamente son una larga carta a Dios, en la cual el


autor trata todo lo que le concierne y le interesa: los hechos de su vida, los
misterios de la gracia, la profundidad de la filosofía, la interpretación de la
Escritura.

Las ascensiones interiores, las maravillas de lo creado. Las Confesiones


se convierten por eso en autobiografía, filosofía, teología, mística y poesía
juntas. Esta riqueza de aspectos ha hecho de la carta agustiniana a Dios
una obra de la literatura universal, muy leída ayer y más leída hoy […].
La nota dominante es por tanto la alabanza, como lo pide precisamente la
palabra bíblica confesión. Agustín explica con frecuencia que hay una
doble confesión: la confesión de alabanza y la confesión de pecados.
Más aún, la segunda está ligada íntimamente a la primera, porque
4
“Soliloquios”, Introducción. Ed. BAC, Vol. I, 1979, 429.
confesar los propios pecados es ya un alabar a Dios”5.

"Ciertamente las Confesiones no son un libro fácil. Para captar los


diversos aspectos y sobre todo para comprender su estilo y el tono es
necesario entrar bien a fondo en el ánimo del autor, en el cual se traban
juntas agudas exigencias intelectuales y profundas aspiraciones místicas,
un vivo sentido del pecado y una trepidante espera de la salvación.

En las Confesiones Agustín se pone a narrarse a sí mismo; pero no narra


todo de sí; narra solamente lo que entra en su perspectiva, que es aquella
de la conversión: conversión a la fe y conversión al servicio de Dios. lo
que no entra en esta perspectiva no le importa y lo deja fuera. Por esto,
con grande pesar nuestro, encontramos que acorta algunos períodos aun
importantes, como la segunda permanencia en Roma, con un rápido ‘Me
dejo muchos acontecimientos, porque voy con mucha prisa’6. Por esto
omite el nombre del amigo cuya muerte imprevista le causó tan vivo
dolor. Por esto no nos dice nada o casi nada de su vida de profesor en
Cartago, que duró ocho años.

Pero también en los hechos que narra hay que distinguir los hechos
mismos y los juicios sobre los hechos; aquellos —los hechos—,
pertenecen al Agustín narrado; éstos —los juicios—, al Agustín
narrante. Son dos Agustines, pero ambos verdaderos y auténticos. El
autor de las Confesiones narra fielmente los hechos como ocurrieron,
como la memoria los había recogido y los conservaba -dice estar cierto
cuando está cierto, dudar cuando duda, no recordar cuando no recuerda-
pero de aquellos hechos da el juicio que le sugería la conciencia formada
y afinada en la escuela del Evangelio”7.

No se sabe por qué les agregó los últimos tres libros (XI, XII y XIII), cuyo estilo
y contenido es muy diferente de los nueve primeros; el X también es diferente
de todos (lec. 7,4). Posiblemente más de uno le pidió completar las Confesiones
exponiendo la vía que solía recorrer para llegar a Dios. Para este tema le pareció
más conveniente elegir como fuente de inspiración el Génesis.

5
A. TRAPÉ, ob. cit. 209.
6
Conf. IX, 8,17.
7
A. TRAPÉ, ob. cit. 211.
4. La ciudad de Dios

“Obra grande y ardua”8, la llama el mismo autor; y tenía razón: duró casi 14
años componiéndola (se calcula que durante estos años compuso alrededor de
¡36 obras más!).

Fueron los paganos quienes, culpando a los cristianos de los males que caían
sobre el mundo romano, incitaron a Agustín a salir en defensa de éstos, pues

“las acusaciones contra el cristianismo atacaban la dogmática y la moral,


la historia, la credibilidad, la eficacia. Se proclamaba absurda la
Encarnación, imposible y dañina la moral del amor del los enemigos y del
perdón, ridículo el cambio entre el Viejo y el Nuevo Testamento, vana la
esperanza en la vida futura, locura la resurrección de los muertos”9.

Muchos amigos, entre ellos el tribuno Marcelino, acudieron a Agustín para que
dijera algo que pusiera las cosas en claro; él respondió, no sólo verbalmente sino
por escrito en cartas y sermones.

“Pero el tribuno Marcelino no quedaba satisfecho e insistía para que


escribiera una obra de gran envergadura. ‘Te ruego que escribas un libro
sobre este argumento, libro que, eliminando todas estas dudas, pueda
ayudar de manera extraordinaria a la Iglesia sobre todo en los tiempos que
ahora vivimos.

Esta demanda, que venía de un amigo, el cual era también un óptimo


cristiano, fue la chispa que puso en movimiento un grandioso proyecto
que Agustín llevaba en mente desde hacía mucho tiempo: nació La
Ciudad de Dios. Una obra fatigosa y gigantesca, que es a la vez apología
del cristianismo, filosofía y teología de la historia, política y
espiritualidad”10.

8
La ciudad de Dios 1, prólogo.
9
A. TRAPÉ, ob. cit. 178.
10
Ib. 180.
Consta de 22 libros publicados a intervalos: en el año 414 salieron a la luz
pública los primeros tres; en el 415, el cuarto y el quinto; en el 417, del sexto al
décimo; el 14 lo publicó durante los años 418-419; y hacia el 425-26, los
restantes cuando ya tenía 70 años de edad.

“Aunque elaborada en tantos años y publicada en tiempos diversos, la


obra responde a un proyecto original. […] El plan es simple y a la vez
grandioso: comprende la historia de la humanidad, que se resume en la
historia de sólo dos hombres —Adán y Cristo— y se concretiza en torno
a dos grandes amores: de sí y de Dios. Com

prende dos partes: una polémica —los diez primeros libros— y otra
doctrinal —los otros doce—. La primera está destinada a refutar el
paganismo, la segunda a exponer la doctrina cristiana. Las dos partes
están divididas en cinco secciones: dos en la primera y tres en la segunda.
Los primeros cinco libros demuestran la impotencia social del paganismo,
esto es, la insuficiencia del culto de los dioses para procurar la
prosperidad terrena; los otros cinco están dedicados a demostrar la
impotencia espiritual del paganismo: el culto pagano no estaba en
condición de procurar la felicidad eterna. La segunda parte está dividida
en tres secciones de cuatro libros cada una, que describen respectivamente
el origen, el curso y el destino de las dos ciudades, de Dios y del mundo.
Los 22 libros desarrollan cada uno un argumento particular en el ámbito
de las secciones y de las partes. La arquitectura es perfecta, aun cuando
las digresiones, que responden a las exigencias del momento, sean
muchas.

El mismo método es simple, pero no fácil. Consiste esencialmente en tres


puntos comprometedores: oponer a la sabiduría pagana, sobre la cual
confiaban los epígonos de la antigua religión, la sabiduría cristiana; poner
de relieve todo lo que en aquella era válido y laudable; demostrar que
todo esto, perfeccionado, se encuentra en el cristianismo”11.

El tema central es el de las dos ciudades, compendiado en esta célebre frase:

11
Ib.
“Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta
el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí,
la celestial”12.

Este tema no es nuevo en san Agustín; por el contrario,

“la idea de las dos ciudades nació muy pronto en su pensamiento. La


encontramos ya esbozada en la obra La verdadera religión, escrita de
laico en el 390; más explícitamente enunciada, después de diez años, en la
otra obra sobre el Modo de catequizar a

los simples; confirmada en el Génesis según la letra, donde se promete


ya la Ciudad de Dios”13.

Es tal vez la obra más trabajada, mejor pensada y la que más información exigió
a san Agustín (lec. 10,1). Es, como se dijo antes, apología del cristianismo,
filosofía y teología de la historia, política y espiritualidad; ¡una verdadera
enciclopedia!

5. La Trinidad

Esta obra tomó más tiempo y no menos esfuerzo que la Ciudad de Dios, pues

“los libros sobre la Trinidad, sumo y verdadero Dios, los comencé siendo
joven y los he publicado ya anciano”14.

En efecto, comenzados en el 399, apenas se terminaron de componer un poco


después del 420. La obra la dictó a intervalos y se detuvo en el libro 12 (son 15
en total); a Evodio le decía lo siguiente en el año 415:

“Ni siquiera quiero continuar ahora los libros sobre La Trinidad, que
desde hace tiempo traigo entre manos y que aún no he concluido. Me dan
demasiada fatiga, y me imagino que son pocos los que podrán
entenderlos; más me urgen los que, según mi esperanza, serán útiles a
12
La ciudad de Dios, XIV,28.
13
A. TRAPÉ, ob. cit. 186.
14
Carta 174.
muchos”15.

La publicación de esta obra fue agitada, como lo demuestran los siguientes


hechos: los amigos, cansados de esperar que la terminara, se apoderaron de los
12 libros ya compuestos, posiblemente con la complicidad de algún clérigo del
monasterio agustiniano, y los publicaron sin permiso del autor; Agustín se
disgustó muchísimo, pues no había autorizado la publicación porque aún no

había revisado este tema tan difícil, negó la paternidad, o sea, la autoría de los
mismos y prometió no escribir más sobre el tema. Pero los amigos le rogaron
calmarse y continuar la obra, especialmente Aurelio, obispo de Cartago, quien
tenía una gran influencia sobre el ánimo de Agustín; al fin éste accedió, revisó,
completó y terminó la obra.

Estos libros tan fatigosamente compuestos son una poderosa obra de teología y
de filosofía; pero son también una profunda obra de mística. Los motivos, en
efecto, que los inspiraron fueron dos: teológicos y místicos. Terminando las
Confesiones, Agustín habla del misterio trinitario en términos de profundo
estupor:

“¿Quién llegará jamás a comprender la Trinidad omnipotente? ¿Y quién


no habla de ella, si es que de ella habla? Rara es el alma que, cuando
habla de ella, sabe lo que dice”16.

Agustín teólogo quería aclarar algunas dudas y preguntas que los santos Padres
no habían hecho.

“Para responder a estas preguntas Agustín se propone exponer, defender,


formular, ilustrar el dogma trinitario. Lo expone estudiando las
manifestaciones de la Trinidad en la economía de la salvación (estudio de
la Escritura: libros 1-4), lo defiende (contra los argumentos de los
arrianos) profundizando la doctrina de las relaciones (libros 5-7), aclara la
formulación a través de la doctrina del lenguaje (libros 5-7), nos ilustra el
15
Carta 169,1.
16
Conf. 13,11,12.
profundo misterio recurriendo al misterio del hombre, el cual, por haber
sido creado a imagen de Dios, es una misteriosa trinidad (libros 9-15).
Vasto programa teológico, rico de originalidad aun en el surco de la
tradición, que aquí no es posible exponer. Basta haberlo indicado”17.

6. Cartas

Las Cartas de san Agustín pueden considerarse como el complemento de la


maravillosa producción literaria del santo. A pesar de las que se han perdido, que
deben ser muchas, poseemos una abundante colección que asciende a 276. No
todas son de Agustín: entre esas hay 53 que sus destinatarios le han dirigido a él.
Hay 29 más descubiertas últimamente.

Estas Cartas son más que todo de carácter didáctico y pastoral. Siempre tiene
que demostrar, esclarecer o defender la verdad. De aquí el tono de gravedad
solemne, doctrinal, catedrático, que se asemeja un poco a los tratados y a los
sermones.

Las Cartas agustinianas son importantes porque nos dan a conocer un aspecto
más de la actividad del obispo de Hipona, la evolución de su pensamiento y las
condiciones intelectuales, morales y culturales de la época. Una multitud de
religiosos, de laicos, de políticos, de herejes, de virtuosos, de culpables escriben
y reciben cartas de Agustín.

7. Sermones y catequesis

Constituyen toda la obra retórica del Santo. En la lección 9,3 se habló de la


predicación agustiniana. Allí se hizo alusión más que todo a las cualidades
morales, intelectuales y espirituales del “Agustín predicador”. No sobra volver
sobre el mismo tema, el que más caracteriza al Santo y el que lo mantuvo en
tensión toda la vida. En este apartado nos referimos más que todo a la
producción que nos queda de él en materia de predicación, y que se puede
dividir en dos grandes bloques: sermones, llamados también discursos, y
catequesis.

a. Sermones
17
A. TRAPÉ, ob. cit. 220.
“Su perenne preocupación no fue otra que la de prestar su riqueza
personal para ponerla al servicio continuo de la Palabra, viviendo
diariamente a la escucha de la misma con el fin de poderla traducir al
lenguaje del pueblo que le oye, permaneciendo siempre fiel a ella”18.

¿A qué “riqueza personal” se refiere la cita anterior? Ante todo a la riqueza


literaria. Para nosotros, lectores del siglo XXI, se nos hace a veces pesado y
alambicado el estilo agustiniano. No olvidemos los siguientes detalles: primero,
san Agustín escribió y habló en latín, y latín romano, o sea, culto. Los
traductores, frecuentemente, se ven en apuros al traducir ciertos giros del Santo.
Segundo, todas las normas de retórica que había aprendido como alumno y
como profesor universitario las aplicaba a la predicación, siempre y cuando le
sirvieran para aclarar, nunca para oscurecer la idea. Recordemos lo que se dijo
en la lección 2,5 sobre el método que se seguía en la enseñanza de la gramática y
la retórica, bastante distinto al de hoy. Tercero, san Agustín, cuando predica, con
mucha frecuencia se vuelve circunstancial, es decir, echa mano de las
circunstancias concretas de su tiempo, de su pueblo, de su querida diócesis de
Hipona. Muchas expresiones e ideas no se entienden si no es estudiando un poco
la historia antigua —civil y eclesiástica—, especialmente del norte de África.
Existen buenas obras que nos pueden servir al respecto, entre ellas la ya citada
de A. G. HAMMAN (lec 1,2, nota 2).

¿Qué forma tiene la elocuencia agustiniana?

“Los sermones de san Agustín se distinguen esencialmente por el


movimiento y la vivacidad; el giro es rápido; las frases, ordinariamente
cortas, se precipitan entrelazadas; el tono familiar y primerizo hace
frecuentemente del sermón un coloquio entre el predicador y el
auditorio”19.

18
Sermones, Introducción General, ed. BAC, 1981, 3.
19
C. Lambot, Crítica interna y sermones de san Agustín en Sermones de san Agustín, BAC, Vol. VII,
Introducción
General, 1981, 9
La predicación agustiniana es eminentemente bíblica. Abundan las citas, casi
siempre espontáneas, de la Sagrada Escritura. Ya se habló de lo que ésta
significaba para él (lec. 8,6).

Los lugares en donde más predicó fueron Hipona, Cartago, Tagaste y otros a
donde llegaba ocasionalmente.

“Nombrado obispo, predicaba la palabra de salvación con más


entusiasmo, fervor y autoridad; no sólo en una región, sino dondequiera
que le rogasen, acudía pronta y alegremente, con provecho y crecimiento
de la Iglesia de Dios, dispuesto siempre para dar razón a los que se la
pedían de su fe y esperanza en Dios”20.

Cartago, por ser ciudad cosmopolita, gran centro cultural y comercial, le


inspiraba sermones literalmente elevados, bien trabajados en materia de retórica,
para oyentes en general cultos, incluyendo clérigos, monjes y monjas.

En su predicación, el Santo no tiene reparos en hablar de todos los temas del


momento; si de herejes se trata, habla de ellos directa e indirectamente de tal
manera que los oyentes se dan cuenta de que está hablando de los donatistas, de
los maniqueos o de los pelagianos; en otras palabras, no les tiene miedo. Habla
también de los grandes problemas sociales de la época: el odio entre pobres y
ricos, las injusticias de todo género, los pecados más comunes como la
borrachera, la infidelidad conyugal, la envidia, la soberbia, etc. En una palabra,
sus sermones no se quedan en simples palabras bonitas sino que van directo a la
mente, al corazón y, sobre todo, a la voluntad.

Finalmente, muchos se preguntan: ¿cómo han llegado sus sermones hasta


nosotros? ¿Los escribía personalmente, tal como nos han llegado hoy? Ya se
habló de esto en la lección 10,2.
b. Catequesis

Dentro de este bloque ocupan un papel destacado las Enarraciones o


comentarios a los 150 salmos de la Biblia. Se catalogan entre los sermones, pero
20
SAN POSIDIO, Vida de san Agustín, IX.
su estilo es más de catequesis que de sermón propiamente dicho. Algunos
salmos, por su extensión o por su importancia, han dado origen a más de una
catequesis. Sobre el salmo más extenso de la Biblia, el 118, pronunció ¡32
catequesis!

La mayor parte fueron predicadas en Cartago o en Hipona, sin excluir otros


lugares. En cuanto al auditorio, más concretamente el de Cartago, se dice lo
siguiente:

“El mero hecho de presentarnos como teatro de la palabra agustiniana


Cartago supone para nosotros la imagen de un auditorio mixto, de la más
diversa calidad y hecho a las más variadas emociones y expresiones.
Agustín, al adaptarse al público, tendría, en efecto, que tener en cuenta la
diversidad de psicología y acomodar su expresión a los diversos tipos que
aparecen en ese mundo. Desde los marineros y cargadores del puerto
hasta los intelectuales de alta alcurnia, que se acercarían a la cátedra de
Agustín, cuyo recuerdo de escolar y de retórico perturba en la gran urbe,
oirían los comentarios (a los salmos). Un auditorio, pues, de la más
compacta garantía y de la máxima dificultad para el predicador. Agustín
no temía al público, porque sabía ganarse la confianza y sabía atraerse la
atención de sus oyentes”21.

Los temas tratados son diversísimos, de acuerdo con el auditorio. Ante todo
Cristo y la Iglesia. Estas catequesis son eminentemente cristológicas y
eclesiológicas. También habla de la perfección o santidad, del drama de la
existencia humana, de las tribulaciones y sufrimientos, de la vida presente como
puente hacia la eternidad, de la oración cristiana, del monacato y, en general, de
mística y contemplación. Abunda también la exégesis bíblica al estilo
agustiniano, que es el mismo de la época: cargado de alegorías.

Dentro de este bloque catequético podemos incluir también los 124 tratados o
comentarios al Evangelio de san Juan y los 10 tratados o exposiciones sobre la
primera carta de san Juan.

8. Las Revisiones

21
Comentarios a los salmos, Introducción General, BAC, Vol. XIX, 17
Se llaman también Retractaciones; este término no quiere decir retractar,
desdecir, desmentir, sino tratar de nuevo, reexaminar, revisar. Es la obra
más original de san Agustín; pensó en componerla por primera vez en el año 412
pero sólo la empezó 14 años después. No la escribió por motivos de vanagloria y
de orgullo, sino con un profundo sentido de religiosidad y responsabilidad:
quiere juzgarse a sí mismo para no ser juzgado por Dios.

Para escribirla debió leer de nuevo cuidadosamente todas sus obras, lo que
confirma lo dicho en la Lección 10,1 sobre el Agustín lector.

“Agustín, pues, se confiesa de nuevo. Esta vez no de su vida, sino de sus


escritos. De cada uno da a los lectores el argumento, la ocasión, el orden
cronológico, la clave interpretativa: no quiere que lo sigan cuando se ha
equivocado, pero tampoco que le atribuyan errores que no ha cometido.
Un examen de conciencia y una apología a la vez, que se vuelve para
nosotros una guía insustituible para conocer la obra literaria, el
pensamiento y el ánimo de Agustín ya mayor de 70 años.

Tenía como programa repasar los libros, las cartas y los discursos. Las
gravosas ocupaciones de los últimos años no le permitieron,
desgraciadamente, llevarlo a término. […] Así, las cartas y los discursos,
que eran muchos, se quedaron sin la guía preciosa que el autor pensaba
ofrecer a los lectores. ¡Lástima!”22.

9. Escritos apócrifos

¿Qué es un apócrifo? Podemos decir, de una manera muy sencilla, que es un


escrito de origen desconocido pero atribuido a un autor conocido y famoso, en
este caso, san Agustín. Los apócrifos casi siempre se refieren a temas sagrados.

El mismo Agustín define los apócrifos como fábulas de origen oscuro 23, que
salieron de no sé que fuente secreta, ignoro por presunción de quién24.

Así como existen Evangelios apócrifos, también existen, pues, escritos


agustinianos apócrifos, lo cual prueba una vez más la fama e influencia de que
ha gozado el Santo a lo largo de la historia. Además de los Soliloquios escritos
22
A. TRAPÉ, ob. cit. 226.
23
Cf. La ciudad de Dios 15,23,4.
24
Contra Fausto el maniqueo 11,2.
por él (lec. 7,1), existen los Soliloquios del alma a Dios junto con otros escritos
atribuidos al Santo. Todos fueron compuestos durante el siglo XIII y divulgados
durante el siglo XIV. De estos escritos se han tomado algunos apartes y
oraciones falsamente atribuidas al obispo de Hipona, como la siguiente oración:

“Señor y Dios mío, haz que mi corazón te desee, y deseándote te busque, y


buscándote te encuentre, y encontrándote te ame, y amándote se purifique de
todas las malas obras para que no las vuelva a cometer jamás…”. Se trata de la
oración número 10 de san Anselmo (1034-1109), con la que comienza la obra
agustiniana apócrifa llamada Meditaciones, aparecida en Italia en la Edad
Media.

Los apócrifos agustinianos, y en general todos los de la Edad Media, son


meditaciones piadosas, de mucho uso y provecho espiritual en la época en que
fueron compuestas. Están inspiradas en diferentes obras de san Agustín y de
otros autores.

En marzo de 2002 la Editorial BAC publicó el volumen 41 de las OBRAS


COMPLETAS DE SAN AGUSTÍN, que contiene las principales obras apócrifas
del Santo, entre ellas las siguientes: El amor a Dios, Soliloquios del alma a
Dios, Meditaciones, Manual de elevación espiritual, Combate entre los vicios y
las virtudes, etc.

LECTURA
La autoridad de san Agustín

Así se expresa sobre san Agustín el historiador protestante Hans von


Campenhausen:

Agustín es el único Padre de la Iglesia que continúa siendo hoy una autoridad
espiritual. Atrae a paganos y cristianos, a filósofos y teólogos, sin diferencia de
tendencia ni de confesión, y los induce a estudiar sus escritos y a reflexionar
sobre sus ideas y su persona. Su influencia se hace sentir también de manera
mediata, como tradición consciente o inconsciente, en las Iglesias occidentales y,
a través de ellas, con más o menos cambios o restricciones, en la conciencia
cultural general… Agustín es un genio: el único Padre de la Iglesia que puede
reclamar sin miedo ese pretencioso título con que se valora modernamente la
personalidad1.

Cuestionario

1. En el aspecto literario, ¿qué hizo Agustín durante el retiro de Casiciaco?


2. ¿Cuántos personajes crees que aparecen en Los Soliloquios?
3. ¿Por qué las Confesiones se pueden llamar “Carta a Dios”?
4. Explica los motivos que llevaron a Agustín a componer la Ciudad de Dios.
5. La Ciudad de Dios es una obra circunstancial; trata de explicar esto.
6. Narra brevemente el disgusto que tuvo san Agustín con los libros sobre la
Trinidad.
7. ¿Qué diferencia crees que hay entre una carta que recibes o escribes a un
amigo y las cartas que
escribía san Agustín?
8. ¿Cuál es la fuente o bibliografía más usada por san Agustín en la predicación?
9. ¿Qué son las Revisiones? ¿Por qué se las llama Las últimas confesiones?
10. Existen dos obras con el nombre de Soliloquios; ¿cuál es de san Agustín y
cuál no? ¿A qué género pertenece esta última?

No diré: “¡Oh Señor!, di a mi hermano que divida conmigo la herencia”, sino:


“di a mi hermano que la posea conmigo” (Comentarios a los salmos 18,II,6).

1
H. KÜNG, Grandes pensadores cristianos 69 (lec. 12,4 c, nota 13).
LECCIÓN 12. LA HERENCIA DE SAN AGUSTÍN: EL MONACATO

1. El espíritu sigue vivo

Ya se dijo en la lección 10,7 que san Agustín murió sin dejar testamento;
exceptuada la biblioteca y las recomendaciones sobre la conservación de la
misma, ninguna otra cosa material quedó de él.

Conservamos, sin embargo, su espíritu: esa manera característica de ser


cristiano, de ser santo, de ser pastor y... de ser monje; y aquí está precisamente
lo más valioso de su herencia, no sólo para los agustinos, sino también para la
Iglesia universal (lec. 8).

No es fácil resumir en una lección el ideal monástico de san Agustín. Entre todos
sus escritos no encontramos uno dedicado exclusivamente al monacato, aunque
algunos sí lo hacen de manera más detenida. Las ideas sobre el mismo se
encuentran esparcidas a lo largo de todas sus obras. No obstante, hay que decir
que
“la Regla, los opúsculos sobre el Trabajo de los monjes y la Santa
virginidad, varias de sus cartas, sermones y comentarios a los salmos,
así como las Confesiones y algún capítulo de la Ciudad de Dios han
servido de alimento a incontables generaciones de religiosos”1.

Ser monje, para el obispo de Hipona, es ser Agustín mismo; es decir, toda su
vida está dominada por esta idea. Antes y después de la conversión, durante el
sacerdocio y los largos años del episcopado, en sus predicaciones al pueblo, en
sus cartas, polémicas y demás escritos vibra siempre el ideal de ser monje. Por
eso a san Agustín se le puede dar el título de Monje y padre de monjes.

Es cierto que “Agustín conoció el monacato por casualidad y en edad


relativamente tardía”2; pero en el fondo, repito, su vocación era la de monje aun
sin darse cuenta él mismo. Siempre buscaba algo; ese “algo” era el monacato,
que no lo entendió y aclaró sino después de la conversión.
1
A. MARTÍNEZ, La Orden de Agustinos Recoletos, Evolución Carismática. Cuadernos de Recolección,
número 1,
Editorial Augustinus, Madrid, 1988, 18 (sigla: O.A.R.).
2
Ib. 11.
El obispo de Hipona era intelectualmente curioso, pero con una curiosidad de lo
divino; su afán de ser monje sólo se entiende a la luz de la búsqueda de Dios. Ya
se habló también de sus luchas por encontrar la verdad. Ser monje en san
Agustín significa y exige adentrarse en el misterio de Dios, conocerlo por la fe y
poseerlo a través del amor.

2. Empeño de vida común

Poco antes de convertirse hace un primer intento de vida común, pero todo se
viene al suelo ante las dificultades presentadas por el matrimonio (lec. 6,3).
Después de convertido, en Casiciaco, en Tagaste y durante los primeros años en
Hipona logra hacer que la idea del monacato sea una realidad, pero una realidad
un poco idealista: se conmueve ante la belleza de la naturaleza, vive un tanto
apartado del bregar diario de sus contemporáneos, absorto en la reflexión sobre
Dios y el alma. La experiencia pastoral, la polémica antimaniquea y el estudio
más atento de san Pablo le abren un panorama más real y universal.

La ordenación sacerdotal hace cambiar a Agustín su concepción sobre el


monacato. Se da cuenta de que debe liberarse de esa especie de egoísmo
espiritual y entregarse a la obra de la Iglesia. Quería estar dedicado por entero a
la oración, a la meditación y contemplación y al estudio de la Sagrada Escritura;
pero la inmensa comunidad llamada Iglesia es más importante que la pequeña
comunidad agustiniana. Ante el servicio de la Iglesia de Cristo es necesario, a
veces, sacrificar el retiro y la tranquilidad del monasterio.

De acuerdo con lo anterior, quien quiera vivir la herencia espiritual de san


Agustín, tiene que saber ser religioso y pastor, activo y contemplativo,
estudiante y maestro, hombre de oración y misionero. Todo esto al mismo
tiempo. Pero tiene que ser ante todo obediente: a la Iglesia y a la comunidad.

3. El itinerario monástico de san Agustín

San Agustín tuvo que recorrer todo un camino para llegar a convertirse en
Monje y padre de monjes. Es lo que se llama con el nombre de el itinerario
monástico del santo3.

El descubrimiento de su vocación de monje tuvo lugar el año 386, a los 32 años


de edad, cuando Ponticiano, Cristiano de largas y frecuentes oraciones4, narró a
Agustín algunos detalles de la vida de Antonio el ermitaño y de otros más (lec.
6,7), de lo cual Agustín nada sabía. La narración se clavó en su alma de tal
manera que desencadenó en ella aquella feliz tempestad que lo llevó a la
conversión definitiva5.

Agustín era ya un creyente antes del encuentro con Ponticiano: creía en Dios, en
Cristo, en la espiritualidad del alma y en otras verdades del cristianismo. El
ejemplo de Antonio y de los cortesanos de Tréveris, que habían abandonado a
sus respectivas novias para consagrarse a Dios en la vida monástica, vino en
ayuda de su flaca voluntad, sacudió su cobardía, la despegó de la carne y la
condujo a la victoria final.

Después de convertido, Agustín no sería más un cristiano ordinario. La lucha lo


había renovado y salía de ella sin deseo de mujer ni esperanza alguna en este
siglo6.

En Casiciaco inaugura un plan de vida que no responde plenamente a ningún


modelo precedente. En este sentido se puede hablar de san Agustín, no sólo
como fundador sino también como inventor de un nuevo estilo de ser monje.
Allí, en compañía de sus amigos, dedica largas horas al estudio de la Escritura,
al trabajo manual, al rezo de los salmos y a la contemplación religiosa. Pero era
un ensayo primerizo que necesitaba urgentemente de retoques, correcciones y
complementos, y Agustín no tardará en introducirlos. La experiencia y el estudio
le manifiestan poco a poco el verdadero rostro del monacato. Recordemos los
viajes que hizo visitando monasterios y conociendo diferentes estilos de vida
monacal para escoger el suyo (lec. 7,5).

Admira a los anacoretas por el retiro y la soledad, pero no se siente atraído por
ellos; también tiene simpatía por los cenobitas, que son anacoretas de vida
común, pero tampoco lo satisfacen plenamente; él tiene sus preferencias: la vida
común, la concordia de los corazones, el desprendimiento de los bienes de la
3
Cf. A. MARTÍNEZ, obras citadas en la bibliografía, especialmente en MAYÉUTICA…
4
Confesiones VIII,6,4.
5
Cf. A. MARTÍNEZ, San Agustín monje y padre de monjes, en MAYÉUTICA…, 7ss.
6
Conf. VIII,12,30.
tierra, la moderación y la libertad en el uso de las cosas, el trabajo manual, el
estudio y, sobre todo, la caridad. La caridad es la reina de los monasterios. Ella
regula el alimento, las palabras, el vestido, el semblante. Cuanto ofende a la
caridad es inmediatamente arrojado del monasterio pues saben que “Cristo y los
apóstoles la recomiendan tanto que donde falta, todo es vano y donde está
presente, todo es pleno”7.

Este será entonces el estilo del monacato agustiniano: una copia lo más fiel
posible del estilo de vida de los primeros cristianos8.

4. Fundaciones monásticas en tiempos de san Agustín9

a. Tagaste

A fines del año 388 Agustín funda su primer monasterio en Tagaste y comienza
a vivir en comunidad con sus amigos.

Desgraciadamente sabemos poco de la vida cotidiana de este grupo de amigos.


No tenemos horarios ni reglamentos que nos informen sobre la distribución de
los días y de las horas, sobre los requisitos para entrar a formar parte de la
comunidad, sobre las obligaciones de sus miembros y sus relaciones con el
superior. Ni siquiera sabemos cuántos eran y si todos estaban bautizados. Con
seguridad sólo consta la presencia de Adeodato, el hijo de Agustín, y de Alipio,
Evodio y Severo. San Posidio hace un resumen de la manera como vivían (lec.
8,1).

Lo que hizo Agustín en Tagaste fue un ensayo de vida común, mucho más
estructurada y organizada que en Casiciaco, pero todavía sujeta a cambios y
perfeccionamientos.

b. Hipona. Monasterio del huerto

En Tagaste Agustín era un simple monje, contento de ser el último en la casa del
Señor10. Pero en el año 391 su vida da un giro de 90 grados. Con la ordenación
sacerdotal se da cuenta de que no puede dedicarse exclusivamente a lo que él
7
Costumbres de la Iglesia Católica I,33,73.
8
Cf. Hechos 4,32-35.
9
Cf. A. MARTÍNEZ, Historia de los Agustinos Recoletos, Vol. I, 37-44 (sigla: H.A.R.).
10
Sermón 355,2.
llama el “ocio santo”, es decir, la vida de oración y contemplación de la Verdad
Suprema.

La ordenación sacerdotal pudo haber echado por tierra la vida y el ideal


monástico del Santo, ya que en su tiempo la vida sacerdotal era incompatible
con la vida monacal: o lo uno o lo otro, pero no las dos cosas a la vez.
Afortunadamente el anciano obispo Valerio comprendió la necesidad que sentía
Agustín de vivir en compañía de sus hermanos y le dio permiso de fundar otro
monasterio junto a la iglesia de Hipona, en el huerto, donde siguió viviendo el
estilo de vida de Tagaste.

Al principio este monasterio se nutrió de monjes venidos de Tagaste, aunque con


seguridad sólo podemos identificar a Evodio. Pero muy pronto el proselitismo
de Agustín encontró nuevas vocaciones, pertenecientes a todas las edades y a
todas las clases sociales (ver LECTURA). A todos se les exigía la renuncia a sus
bienes y a la perfecta vida común.

“Comencé a reunir hermanos de buena voluntad que, al igual que yo,


nada poseyeran y estuvieran dispuestos a imitar mi modo de vivir, es
decir, que como yo había vendido mi pobre patrimonio y había repartido
el fruto entre los pobres, hicieran lo mismo quienes quisieran vivir
conmigo y todos viviéramos del común. En cambio, todos poseeríamos en
común un campo grande y fertilísimo, al mismo Dios”11.

En Hipona, al ideal monástico de san Agustín se le agrega el ideal apostólico.


Cuando la madre Iglesia pide nuestra colaboración, no se le puede negar; este es
el lema del Santo. Al apostolado lo llama el negocio justo, así como a la
contemplación la llama el ocio santo.

c. Hipona. Monasterio de clérigos

“La ordenación episcopal fue otro momento delicado en el itinerario


monástico de Agustín. Había que conciliar la soledad y retiro propios del
monasterio con la actividad pastoral y las exigencias sociales del
episcopado. Al parecer, tendría que renunciar a la vida común. Pero esta
renuncia era demasiado dolorosa. Agustín no había nacido para vivir solo.
Necesitaba de la compañía de los hermanos, y esa necesidad aguzó su
11
Sermón 355,2.
imaginación y le permitió eludir el obstáculo y transformarlo en estímulo:
abriría las puertas de la casa episcopal a los clérigos y con ellos
compartiría techo, mesa y ajuar.

En ella acogió a cuantos clérigos estaban dispuestos a vivir en común y a


compartir el ideal de la pobreza evangélica. Este monasterio le servía,
además, para formar el clero de la diócesis, según el alto concepto que él
tenía del sacerdocio.

La vida en este monasterio descansa sobre las mismas bases que en el


huerto: vida común perfecta, absoluta pobreza individual, equilibrio entre
la acción y la contemplación. Sólo el trabajo manual desaparece, o al
menos, mengua notablemente, para dejar paso al trabajo apostólico. Todos
los clérigos participan acti-vamente en la vida de la diócesis. Diariamente
acuden a la iglesia para la Eucaristía y el rezo de las horas litúrgicas. Los
sacerdotes substituyen alguna vez al obispo en la celebración de la
Eucaristía, en la predicación y en la administración de los sacramentos12.

“Agustín continuará siendo obispo durante treinta y cinco años, viviendo


hasta su muerte de modo diferente a los demás obispos, casados en su
mayoría: en una ‘vida en común’, rigurosamente organizada, junto con
sus sacerdotes, diáconos y otros clérigos, separado del pueblo por los
votos de celibato y pobreza y por el hábito negro (varios de ellos fueron
después obispos)”13.

d. El monasterio de las vírgenes

La vida virginal apareció pronto en la iglesia africana. Sus dos grandes doctores,
Tertuliano y san Cipriano, la promovieron con entusiasmo, fomentando la unión
y la colaboración de unas vírgenes con otras.

San Agustín fundó, al menos, un monasterio de vírgenes en Hipona, del cual fue
superiora por muchos años su hermana (lec. 2,2), y al que se retiraron también
12
A. MARTÍNEZ, San Agustín monje y padre de monjes, MAYÉUTICA… 16.
13
KÜNG, Hans, Grandes pensadores cristianos, Una pequeña introducción a la Teología, Editorial Trotta,
Madrid,
1995, 75.
algunas de sus sobrinas. No consta la fecha exacta de su fundación. San Agustín
amó este monasterio con especial afecto. Amor que brotaba espontáneo de su
estima de la virginidad y de la vida religiosa14.

De su régimen de vida y de su orientación espiritual sabemos muy poco. Todo,


sin embargo, autoriza a suponer que no se diferenciaba gran cosa de la de los
monjes. Practicaban la vida común perfecta y dividían la jornada entre la oración
y el trabajo, sin excluir, quizá, la lectura y la copia de códices o manuscritos
antiguos15.

“El número de monjas debió de ser bastante elevado. Agustín habla de


una copiosa congregación. La mayoría eran vírgenes, pero se admitía
también a algunas viudas. La hermana de Agustín entró en él a la muerte
de su esposo. Consta también de la presencia de algunas niñas
huérfanas”16.

LECTURA
El Monasterio Agustiniano.

El monasterio de san Agustín se convirtió en un auténtico mosaico de caracteres


humanos. Los moradores eran muy diversos unos de otros por edad, ilustración
y origen social. La mayoría provenía de las capas inferiores de la sociedad.
Agustín habla de esclavos, libertos, agricultores, obreros y artesanos. Pero no
faltaban miembros de familias acaudaladas y aun senatoriales. Había monjes
ilustrados y monjes ignorantes, aunque los analfabetos debían de constituir una
exigua minoría. Al que, al ingresar en el monasterio, no sabía leer, se le instruía
inmediatamente. También la edad variaba. Consta de la presencia de algunos
niños y jóvenes. Al parecer, “entraban en el monasterio en calidad de pupilos”, y
sólo a los 16 o 18 años se decidía su retorno al siglo o su definitiva
incorporación al monasterio. La casi totalidad de los monjes eran legos, o sea,
hermanos no clérigos. Pero, en algún tiempo, quizá ingresara algún clérigo y,
con certeza, algunos monjes fueron agregados a la clerecía. Monjes del
monasterio del huerto, en Hipona, Fueron Evodio, Posidio, Severo y Antonio,
obispos, respectivamente, de Uzala, Calama, Milevi y Fussala, así como varios

14
Cf. A. MARTÍNEZ, San Agustín monje y padre de monjes, MAYÉUTICA, 20s.
15
Ib.
16
Ib. 21.
otros17.

Cuestionario

1. A los monasterios agustinianos entraban muchas personas, con todas las


diferencias habidas y por
haber; ¿qué las unía a todas entre sí?
2. Además de sus escritos, ¿qué se conserva y se conservará siempre de san
Agustín?
3. ¿Cuándo descubrió su vocación de monje?
4. ¿Cuál crees que debe ser la principal preocupación de un agustino recoleto,
según el espíritu de san Agustín?
5. El monacato o estilo de vida de san Agustín es (subraya):
a) Copia de Antonio el ermitaño;
b) Invento suyo;
c) Copia de los anacoretas y cenobitas.
5. Todas las comunidades religiosas tienen más o menos los mismos elementos:
APOSTOLADO,
VIDA COMUN, ORACION, TRABAJO, ESTUDIO. Ordena estos
elementos según la
importancia que deben tener para un agustino recoleto:
1. 2. 3. 4.
5.

6. Lee Hechos 4,32-35; de los cuatro versículos escribe el que crees que es el
más importante en una
comunidad agustino recoleta.
8. ¿Cuál crees que es el principal requisito de un aspirante a la vida agustino
recoleta?
9. Escribe el significado de las siguientes expresiones:
17
Ib. 14.
a) Ocio santo:
b) Negocio justo:
10. ¿Por qué un agustino recoleto tiene que ser apóstol?
11. Según esta lección, ¿cuántos monasterios fundó san Agustín?

Las almas de muchos hombres son muchas también; pero, si se aman, son una
sola alma (Tratados sobre el Evangelio de san Juan 14,9).
LECCIÓN 13. EL MONACATO AGUSTINIANO:
EXPANSION, ECLIPSE Y RESURGIMIENTO.
(Siglos V-XII).

1. Expansión

La obra monástica de san Agustín no se limitó solamente a su tiempo y a su


diócesis, sino que por el contrario desbordó todos los límites y se fue abriendo
paso a través de los siglos y en distintos lugares.

“Pocas cosas deseó con tanto ardor como el florecimiento de la vida


común. Durante toda su vida luchó por difundirla, defenderla y
perfeccionarla de palabra, por escrito y por medio de amigos y discípulos.
Y ni siquiera la muerte pudo contra su afán proselitista: su palabra ha
continuado resonando, con muy breves pausas, a lo largo de los siglos y
todavía hoy encuentra acogida en el corazón de los hombres…

Cartago era entonces el centro civil, cultural y religioso de toda el África,


y Agustín necesitaba acudir a sus archivos y bibliotecas en busca de
documentación para sus polémicas. Los monjes podrían consultarlos con
facilidad, recoger el material necesario y remitirlo a Hipona. Las demás
ocupaciones serían muy semejantes a las de los monjes de Hipona”18.

Además de los monasterios mencionados en la lección anterior, ya de simple


sacerdote Agustín había logrado establecer otro en Cartago hacia el año 392, al
amparo del obispo metropolitano Aurelio. Lo que Valerio fue para Agustín en
Hipona, lo fue Aurelio en Cartago.

La fama de los monjes formados por Agustín hacía que los obispos los aceptaran
con agrado en sus diócesis y los dedicaran a la predicación, cargo que era propio
de los obispos.

2. Contagio

Toda institución religiosa se propaga, no sólo por obra de su fundador, sino


18
A. MARTÍNEZ, San Agustín monje y padre de monjes, MAYÉUTICA, 22.
también de los amigos y seguidores de éste. Así, Evodio, Severo, Posidio,
Profuturo y Fortunato, obispos, fundaron monasterios clericales en sus sedes, y
algunos de ellos también monasterios de laicos y de vírgenes. Incluso hubo dos
obispos, Novato y Benenato que, sin ser abiertamente discípulos de Agustín,
fundaron monasterios con el espíritu del mismo, gracias a las relaciones que
mantenían con el Santo. También Alipio fundó su monasterio clerical en
Tagaste.

En el año 411 sucedió algo digno de mención en Tagaste: una pareja de nobles
esposos, Piniano y Melania (santa), venidos de Roma, decidieron renunciar al
uso del matrimonio y, movidos por el ejemplo de los monjes agustinos,

“en África continuaron desprendiéndose de sus inmensas riquezas,


repartiendo su fruto entre los pobres y dotando generosamente a los
monasterios e iglesias de la región, mientras que ellos mismos se decidían
a abrazar la vida común. Melania vivió en comunidad con sus 130
siervas; y Piniano, con sus 80 esclavos. Seis o siete años se prolongó su
estancia en Tagaste, entregados a una vida de trabajo y penitencia.
Melania se distinguió por sus austeridades y, también, por la atención
prestada a la instrucción de sus monjas y a la transcripción de códices. De
la vida de Piniano y sus monjes no quedan detalles. En el año 417 la
noble pareja abandonó el África y viajó a Jerusalén para establecerse
definitivamente en el monte de los Olivos”19.

Del monasterio clerical de Hipona salieron dos sacerdotes, Leporio y Bernabé,


que fundaron otros dos monasterios.

Hacia el año 400 Cartago tenía ya varios monasterios. En alguno de ellos


comenzaron a circular ideas contrarias al trabajo manual; el obispo Aurelio pidió
a Agustín que interviniera, y con este motivo escribió la obra El trabajo de los
monjes20.

Consta que en vida de Agustín existían ya 17 monasterios, aunque cada uno

19
Ib. 23. Se ha dicho que la compañera con que vivió Agustín 14 años se llamaba Melania. Esta afirmación no
tiene
ningún fundamento, puesto que el Santo no da su nombre, y pudo haberse confundido con la Melania de que
se
viene hablando. Cf. lec. 3,5, nota 18.
20
Cf. A. MARTÍNEZ, ib. 24.
estaba vinculado con el Santo de manera diferente:

“Tres de ellos, es decir, el laical de Tagaste y los dos primeros de Hipona,


eran obra exclusiva suya; él les dio el ser, la orientación espiritual y la
estructura jurídico-material. Otros, por el contrario, sólo mantuvieron con
él contactos esporádicos, de carácter circunstancial.

De los nueve restantes no hay noticias que permitan aquilatar sus


relaciones con Hipona y Agustín. Pero probablemente serían frecuentes y
profundas. No parece exagerado afirmar que nacieron y crecieron a la
sombra benéfica del santo. Todos ellos eran criaturas de amigos y
discípulos suyos, que no hicieron más que tras

plantar a sus sedes la experiencia vivida y asimilada en su compañía. Y, al


instalarse en sus respectivas diócesis, ninguno rompió los vínculos con
Hipona. Agustín seguía siendo el maestro y mentor del grupo, a quien se
acudía en momentos de apuro.

Estos monasterios no constituían unidad jurídica alguna. No había entre


ellos ni reglas comunes ni vínculos legales: todavía no había sonado en la
Iglesia la hora de las congregaciones religiosas. Sólo se sentían ligados
entre sí por el origen, el común reconocimiento del ascendiente de
Agustín y las costumbres generales de la época. Por lo demás, cada
monasterio era una comunidad autónoma, que se gobernaba por estatutos
particulares y por la legislación de los concilios. El abad gozaba de gran
libertad a la hora de escoger y aplicar las normas concretas. Los
monasterios clericales dependían del obispo diocesano”21.

Se pueden contar, pues, unos 26 monasterios existentes en vida de san Agustín,


fundados con el espíritu del Santo.

3. Persecución

El empuje de las fundaciones agustinianas comenzó a retroceder muy pronto


21
A. MARTÍNEZ, ib. 25s.
debido a las invasiones de los vándalos; Genserico (429-477) y su hijo Hunerico
(477-484), que eran arrianos, se ensañaron contra los obispos y religiosos. Se
calcula que entre el año 430 y el 484 el episcopado africano perdió casi cien de
sus miembros, bajando el número de 675 a 584. Los monasterios que más
sufrieron fueron los de clérigos y de vírgenes.

En febrero del año 484 Hunerico dio el golpe final deportando a la casi totalidad
de los obispos y entregando a los moros los monasterios de hombres y mujeres.

“Pero la persecución no acabó con todos los monasterios africanos.


Precisamente la del año 484 nos descubre la existencia de dos

monasterios en Gapsa y Bigua. El primero era un monasterio de laicos y


clérigos, habitado por siete monjes: Liberato, Bonifacio, Severo, Rústico,
Rogato, Séptimo y Máximo. Todos ellos sellaron sus vidas con el martirio
y fueron enterrados en el monasterio Cartaginés de Bigua”22.

La Orden celebra su fiesta el 26 de Agosto.

4. El Agustín Abreviado

Entre los santos agustinos más antiguos e importantes se cuenta a san Fulgencio
(462-527), obispo de Ruspe, actual Rosfa, en Túnez. Era recaudador de
impuestos en Cartago. Se sintió movido a abrazar la vida religiosa después de
leer el comentario de san Agustín al salmo 36. Cultivó intensamente la doctrina
agustiniana, como lo denotan sus obras. Su vida monástica se ajusta en líneas
generales a la mentalidad y al estilo de vida de san Agustín. Ha sido llamado con
razón el Agustín abreviado. Amó profundamente la vida de comunidad y la
comunión de vida. No acertaba a vivir sin monjes. Por eso fundó varios
monasterios, lo mismo en su patria que en el destierro de Cerdeña, Italia, a
donde había sido deportado por el rey Trasamundo, junto con otros sesenta
obispos. Viajó mucho, unas veces por iniciativa personal y otras por motivos
políticos. Al fin pudo regresar a Ruspe, donde murió probablemente el día 1 de
22
Ib. 26.
enero del 527 tras larga y penosa enfermedad. Su fiesta, en toda la Orden, es el 3
de enero.

“No menos de diez monasterios aparecen en su biografía. En el segundo


monasterio de Cagliari instauró un sistema de vida lleno de resonancias
agustinianas: amor a la vida común, delicadeza con cada religioso,
preferencia por el trabajo intelectual”23.

5. Eclipse. La moda agustiniana

San Fulgencio fue, pues, el hombre más ilustre de África después de san Agustín
en lo que se refiere al monacato agustiniano. Después de su muerte, las tinieblas
vuelven a cubrir la historia de dicho monacato y ni los arqueólogos ni los
epigrafistas han logrado aclararnos lo que sucedió en esta época. Existen
noticias pasajeras acerca de la existencia de monasterios durante el siglo VI. Las
noticias sobre el siglo VII son todavía más fragmentarias. Ni un solo documento
escrito ha llegado hasta nosotros sobre el monacato africano de orientación
latina y agustiniana. Sin embargo, consta de la existencia de unos 12
monasterios africanos durante esta época, y no hay duda de que había otros
muchos.

No obstante, el influjo de san Agustín se hizo notar de alguna manera durante


estos dos siglos mediante la llamada moda agustiniana de los siglos VI y VII:

23
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 17s.
“Durante el siglo VI y parte del VII san Agustín ejerció un influjo dominante en
la vida religiosa occidental. Adalbert de Vogüé, uno de los máximos estudiosos
del monacato antiguo, ha podido hablar de ‘una moda agustiniana’. Los
legisladores de la época copian su Regla, la parafrasean o, al menos, se apropian
de sus ideas más características”24.

Además de África, hubo monasterios de orientación agustiniana también en


Italia, España y Francia.

No solamente los vándalos perjudicaron el desarrollo del monacato agustiniano;


también los árabes le dieron el golpe de gracia durante el siglo VII. Pero
semejantes catástrofes no lograron opacar la figura de san Agustín; su influencia
sigue en pie, y se nota en algunas de las reglas monásticas de la época, como la
de san Benito y otras; todas

“deben a san Agustín el sentido de la persona y sus relaciones dentro de la


comunidad, la puesta en común de los bienes y la atmósfera de amor
evangélico que templa el verticalismo de su regla”25.

Durante los siglos VII y VIII el monacato en general todavía no tenía una
24
A. MARTÍNEZ, H.A.R. 53.
25
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 20.
estructura definida. Cada monasterio era autónomo y se gobernaba por leyes
propias; no se podía, pues, hablar de una orden religiosa clara y definida.

Poco a poco se fue imponiendo la reforma monástica; influyeron en esto los


emperadores, especialmente Carlomagno, que en el año 787 mandó sacar una
copia auténtica de la regla de san Benito, multiplicándose y dándose a conocer
hasta tal punto que san Agustín y su monacato quedaron relegados a un segundo
plano.

6. Los Canónigos Regulares de san Agustín

Pero la vida religiosa no era vivida solamente por los monjes. Había un grupo de
clérigos que también la vivían: eran los canónigos o consejeros del obispo.
Estos prefirieron el espíritu de san Agustín y no el de san Benito, pues les
llamaba más la atención la vida común perfecta y la pobreza individual
proclamada por san Agustín.

No todos los canónigos compartían esto último. Hubo muchas reformas y


divisiones entre ellos mismos. Unos, los no reformistas, se convirtieron en clero
diocesano; otros, los reformistas, siguieron el espíritu agustiniano: fueron los
CANONIGOS REGULARES DE SAN AGUSTIN (regular = el que sigue una
regla), quienes después de muchos experimentos optaron por quedarse con la
Regla del santo obispo de Hipona, la cual suplantó poco a poco a las demás
reglas hacia los años 1120-1130.

“Entre 1120 y 1130 la Regla de san Agustín comienza a suplantar a las restantes
reglas y se convierte poco a poco en la Regla oficial de todas las comunidades
canonicales”26.

26
A. MARTÍNEZ, H.A.R., 66.
7. Resurgimiento definitivo

A partir del papa Inocencio II (1130-1142), la Santa Sede asigna la Regla de san
Agustín a todas las comunidades de canónigos. Con ello recobra un puesto
eminente en la historia religiosa occidental, y su Regla emprende una brillante
carrera que llega hasta el día de hoy.

“A fines del siglo XII y principios del XIII la adoptan varias


congregaciones nuevas dedicadas al servicio de los enfermos, a la
redención de los cautivos o a la predicación”27.

Hasta el momento, son 146 Órdenes y Congregaciones masculinas y 212


femeninas las que se inspiran y siguen la Regla de san Agustín. Entre las
masculinas más importantes tenemos los mercedarios, hospitalarios, dominicos,
etc.

No en todas las congregaciones tuvo la misma importancia. En una de esas


alcanzó, sin embargo, mayor relieve. La carencia de un fundador concreto y de
prestigio induce a sus miembros a acentuar el culto a la persona de san Agustín y
al estudio de su doctrina. Poco a poco esta congregación va identificando a san
Agustín como fundador y padre y hacia él vuelve los ojos en busca de
inspiración e ideales. Así nace la ORDEN DE ERMITAÑOS DE SAN
AGUSTÍN, de cuya historia se ocupará la lección siguiente.

27
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., 22.
LECTURA
La Regla de san Agustín

Desde sus comienzos, las comunidades religiosas se han constituido alrededor


de una regla de vida. Las reglas, unas veces son escritas por el mismo fundador;
otras, por algún discípulo del fundador pero aprobadas por éste; o bien, han sido
escritas por varios autores, pero siempre aprobadas por el fundador. En otras
ocasiones, una congregación toma la regla de otra, como ha ocurrido con la de
san Agustín.

San Agustín escribió su propia regla, llamada "Regla a los siervos de Dios",
posiblemente para los monjes del monasterio laical de Hipona, hacia el año 397;
estos dos últimos datos no son completamente seguros, pero sí los más
probables. Es el documento monástico más importante de san Agustín, pero
también el más controvertido. Unos dicen que es adaptación de la carta 211
dirigida a las monjas de Hipona; otros, que es una simple acomodación de los
sermones 355 y 356 de san Agustín. Después de muchas investigaciones, los
estudiosos agustinólogos han descubierto que dicha regla sí fue escrita
directamente por san Agustín y para varones. Consta de 8 capítulos y comienza
así: “Ante todo, queridos hermanos, amemos a Dios; después, también al
prójimo, porque éstos son los mandatos principales que se nos han dado”.
Cuestionario

1. ¿Qué circunstancias favorecieron la fundación de un primer monasterio en


Cartago?
2. ¿Quiénes eran y qué hicieron Piniano y Melania?
3. ¿Por qué escribió san Agustín El trabajo de los monjes?
4. ¿Cuántos monasterios había en tiempo de san Agustín y qué relación tenían
con él?
5. Completa esta frase: el empuje de las fundaciones agustinianas no duró
mucho tiempo debido a:
6. ¿Qué bien produjo la persecución del 484?
7. ¿A quién y por qué se le llama “Agustín abreviado”?
8. Explica las influencias de Carlomagno y del papa Inocencio II,
respectivamente, en la difusión de la Regla de san Agustín.
9. Explica el origen de los Canónigos regulares de San Agustín.
10. En la vida religiosa, ¿a qué se llama “Regla”?

Cualquier cosa que posea mi hermano, si no siento envidia por ello y lo amo, es
mío (Sermón 162 A,4).
LECCIÓN 14. LA ORDEN DE ERMITAÑOS DE SAN AGUSTÍN
LA GRAN AUNIÓN DE 1256
(Siglos XIII-XVI)

1. Origen

El origen de la Orden de Ermitaños de san Agustín es muy oscuro. Todo se ha


ido en leyendas y narraciones poco fundamentadas; lo que se sabe se debe a la
historia general de la época. Muy poco es lo que sabemos acerca de los
ermitaños y, concretamente, de sus casas. Sin embargo, las investigaciones
históricas avanzan lentamente y nos permiten llegar a las siguientes
conclusiones: 1) la formación de la Orden fue lenta y difícil; 2) no entronca
directa ni indirectamente con las fundaciones de san Agustín; 3) fue el resultado
de la unión de varios grupos eremíticos independientes, que existían en Italia; 4)
en esa unión tuvo una influencia decisiva la Santa Sede, especialmente a través
del Cardenal Annibaldi28.

28
Cf. A. MARTÍNEZ, H.A.R., 69s.
“Algunos de estos eremitorios se remontan a mediados del siglo XII;
otros eran de creación más reciente. Sus moradores eran hombres
sencillos, con un alto concepto de la majestad de Dios, a quien, de
acuerdo con las ideas del tiempo, creían servir mejor en la soledad. Su
espiritualidad era muy heterogénea, ya que cada grupo era libre de
organizarse según sus preferencias. El trabajo manual, las prácticas
penitenciales y la recitación reiterada de oraciones vocales llenaban su
jornada. A veces cuidaban de alguna capilla rural o atendían a los
caminantes”29.

Desde mediados del siglo XIII las cosas empezaron a cambiar: este género de
vida se había quedado anticuado y era necesario optar por

“una mayor inserción en la vida social, un apostolado más intenso y una


organización más centralizada y homogénea”30.

La Iglesia intervino: el concilio IV de Letrán (1215) había aprobado


oficialmente tres reglas: la de san Benito, san Basilio y san Agustín; algunos
grupos eremíticos de Italia fueron obligados a acogerse a una de estas tres reglas.
Los grupos que ya existían en el momento de la Gran Unión, tres de los cuales
29
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., 24.
30
Ib.
se habían acogido a la Regla de san Agustín, son los siguientes:

2. Ermitaños de san Juan Bueno (1169-1249)

“Juan Bueno nació en Mantua, Italia, hacia el año 1169. De joven vivió
desordenadamente, recorriendo campos y ciudades en calidad de juglar.
Hacia 1210, tras una enfermedad, se retiró a las soledades de Bertinoro y
Butriolo (Cesena). No consta la fecha exacta de este último traslado, pero
debió de tener lugar hacia el año 1217. Aquí comenzó a congregar
discípulos, con quienes compartía la vida penitente de los ermitaños de la
época, sin reglas ni vínculos jurídicos especiales. Esa vida, un tanto libre,
no respondía a las direc

trices de los papas, empeñados en un vasto programa de organización de


la vida religiosa”31.

Entre las normas que había dado la Santa Sede estaba la ya mencionada: cada
grupo debía acogerse a una de las reglas existentes y aprobadas por la Iglesia.

Juan Bueno sintió la urgencia de dar estabilidad a su fundación, y fue entonces


cuando se acogió a la regla de san Agustín, impuso el hábito de ermitaños a sus
compañeros y todos comenzaron a vivir regularmente, es decir, de acuerdo con
una regla ya elegida. Esto ocurrió hacia el año 1225. Su estilo de vida varió muy
poco: silencio, ayunos prolongados, vestido pobre, repetición de oraciones
vocales… Andaban descalzos y vivían de limosna. Nada de esto nos ha de
extrañar puesto que ese era el modo como vivían los ermitaños de la época.

31
A. MARTÍNEZ, H.A.R., 72s.
Una nota curiosa: rasgos agustinianos no aparecían por ninguna parte; adoptaron
la regla de san Agustín simplemente porque tenían que acogerse a alguna, pero
no por conocer y seguir al santo obispo de Hipona. El verdadero maestro y
fundador continuaba siendo Juan Bueno, que tenía fama de líder y de santo.

Como casi todos los miembros de esta comunidad eran laicos, el apostolado
quedaba en un segundo lugar; poco a poco fueron entrando sacerdotes o se
ordenaron ermitaños laicos, con lo cual el apostolado adquirió gran importancia.
El mismo Juan Bueno, al ordenarse sacerdote, fue un gran apóstol.

La fundación creció rápidamente hasta tal punto que Juan Bueno, ya viejo,
analfabeto y enfermo, tuvo que renunciar a la dirección de la comunidad, que en
el año de su muerte (1249) contaba con más de 15 casas en el norte de Italia. En
este mismo año la comunidad se dividió en dos bandos por diferencias de
opiniones y criterios, pero se volvió a unir en 1252, preparándose así para la
Gran Unión de 1256. La Orden celebra la fiesta de san Juan Bueno el 16 de
octubre, junto con la de san Guillermo el ermitaño.

3. Ermitaños de Bréttino

Por la misma época, y sólo a unos 60 kilómetros de donde había surgido el


grupo anterior, nace uno nuevo en la localidad de Bréttino, siempre en Italia,
para luchar allí contra los vicios de la carne y alcanzar la vida eterna. Nada se
sabe del fundador, origen, número, posición social y primeros pasos de estos
solitarios. En 1227 disponían ya de una iglesia dedicada a san Blas, con regla y
organización bajo la protección de san Pedro. Pero ni su regla ni sus costumbres
eran las aprobadas por la Iglesia, y por eso tuvieron que acogerse a la regla de
san Agustín a quien, como los anteriores, poco conocían. En 1235 ya poseían
constituciones y organización propias, aprobadas por la Santa Sede. Tenían
algún acto común, pero el centro de su vida lo ocupaba

el ascetismo manifestado en el hábito humilde, en la pobreza privada y común, y


en los ayunos severos y prolongados32.

La pobreza era muy rígida; vivían del trabajo y en momentos de escasez pedían
limosna, como los demás ermitaños de la época. A este respecto tuvieron
problema con los franciscanos, pues como vestían casi el mismo hábito que
éstos, los fieles los confundían y les daban a ellos las limosnas destinadas para
los ermitaños de san Francisco. Estos se quejaron ante la Santa Sede, la cual
solucionó el problema dándoles hábito distinto a los unos y a los otros.

Al igual que otros movimientos eremíticos de la época, también los Brettinenses


fueron evolucionando hacia una forma de vida más apostólica y comunitaria, y
menos eremítica. Hacia 1238 ya estaban muy extendidos por el norte de Italia.
En 1243 la Santa Sede los aprobó como comunidad apostólica y jurídicamente
organizada, permitiendo la entrada a la Orden de laicos y sacerdotes. En medio
de este florecimiento llegaron a la Gran Unión de 1256.

4. Guillermitas

Deben su nombre a san Guillermo el Grande, llamado también de Malavalle,


32
A. MARTÍNEZ, ib. 77.79.
muerto en 1157, y sobre el cual se han tejido muchas leyendas. Sólo se sabe que
era un militar francés y que, a raíz de su conversión en 1145, se retiró primero a
Pisa y luego a Malavalle (Italia), donde llevó una vida penitente y solitaria. En el
momento de su muerte sólo contaba con dos discípulos: Alberto y Rainaldo.
Alberto se encargó de cuidar su sepulcro, convertido en lugar de peregrinación
por la fama de las virtudes y milagros obrados por el Santo33.

Pronto se fueron reuniendo más discípulos alrededor de los dos que había
dejado su fundador, hasta tal punto que la nueva orden comenzó a extenderse
fuera de Italia por Francia, Alemania, Hungría y otros países. El papa Gregorio
IX les impuso la regla de san Benito en 1238. A diferencia de los dos grupos
anteriores, los guillermitas no quisieron dedicarse al apostolado en las ciudades
ni a la petición de limosna. A pesar de haber tenido la Regla de san Benito,
fueron incluidos en la Gran Unión pero no perseveraron en ella, excepto algunos
conventos alemanes.

5. Ermitaños de Monte Favale

No es segura su participación en el nacimiento de la ORDEN DE ERMITAÑOS


DE SAN AGUSTÍN, de acuerdo con la siguiente cita:

“Estos ermitaños reciben su nombre del yermo de san Benito, situado en


Monte Favale (Pésaro). Eran una simple rama de los Guillermitas, de los
que se separaron hacia el año1225. En 1255 elevaron un memorial al
capítulo general del Císter, solicitando su incorporación a dicha orden.
Tras las informaciones de rigor, el Císter acogió la súplica, y el yermo
quedó convertido en abadía cisterciense. No parece que llegara a formar

33
Cf. A. MARTÍNEZ, ib. 80s.
parte de la orden agustiniana”34.

6. Ermitaños de la Orden de san Agustín de Toscana

Casi por la misma época de los grupos anteriores aparecieron, también en Italia,
diferentes casas de ermitaños que, por estar situadas en lugares deshabitados y
solos, recibieron el nombre de yermos.

En cada yermo vivían varios ermitaños, completamente independientes de los


demás. Cada yermo se regía por leyes propias y llevaban diferentes estilos de
vida. Nada se sabe sobre su origen, fundador, posición social, etc. No tenían,
pues, un líder identificado que los aunara a todos.

Los yermos fueron aumentando rápidamente en número, hasta que los mismos
ermitaños tomaron la iniciativa de unirse por un vínculo común. Con este fin
enviaron cuatro delegados a Roma a finales de 1243 y el papa Inocencio IV
aceptó su petición, asignándoles la Regla de san Agustín. De este modo todos
comenzaron a girar alrededor del obispo de Hipona.

Se tiene así una primera unión: la de todos los yermos en 1243, con el nombre
de Ermitaños de la Orden de san Agustín de Toscana, terminando así su
completa independencia y uniéndose, no sólo por la Regla de san Agustín, sino
también por otros aspectos: el apostolado, la liturgia, la vida común, etc.

Parece que la unión no fue fácil al principio, ya que algunos yermos se


resistieron a entrar en ella; con todo,

“para 1250 ya habían entrado en la unión no menos de 61 yermos


toscanos, y en todos ellos se tenía conciencia de pertenecer al único
34
Ib. 81s.
cuerpo, con la consiguiente obligación de vestir un mismo hábito, de
obedecer a un mismo superior y de acomodar su vida a una misma regla y
constituciones”35.

Entre ellos había sacerdotes y laicos. El papa Inocencio IV se preocupó mucho


de que no se salieran de las líneas agustinianas.

La unión de 1243 favoreció enormemente la expansión territorial de la orden. En


1245 ya había traspasado los confines de Toscana, extendiéndose por Inglaterra,
Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, España y Portugal. A fines de 1250 o
principios de 1251 se establecieron en Roma.

Este es el grupo más agustiniano de los 5, y el que se considera como el tronco


de la Orden de Ermitaños de san Agustín.

7. LA GRAN UNION DE 1256. NACIMIENTO DE LA OSA

Se llama así a la unión de todos los grupos anteriores. Por orden del papa
Alejandro IV todos los grupos enviaron delegados al capítulo36 que se reuniría
en Roma y que daría origen a la nueva comunidad religiosa.

“El capítulo tuvo lugar en marzo de 1256 en la iglesia romana de Santa


María del Pópolo: en él los cinco grupos renunciaron a su autonomía y se
fusionaron para dar vida a una nueva orden religiosa con nombre, hábito,
gobierno, observancias y objetivos únicos y propios. Se llamaría ORDEN
DE ERMITAÑOS DE SAN AGUSTIN37, vestiría hábito negro, se
dedicaría al apostolado y, de acuerdo con el modelo mendicante, no
podría poseer bienes terrestres. El nueve de abril el Papa ratificaba los
acuerdos del capítulo en su bula Licet Ecclesiae"38.
35
Ib. 90.
36
Sobre lo que es un “capítulo” ver lección 17,5.
37
Hoy se llama ORDEN DE SAN AGUSTÍN. Sigla: OSA.
38
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 26. Así comienza dicha Bula: “Contribuye a la integridad de la Iglesia
Católica…”.
“El capítulo impuso la unión a los cinco grupos asistentes y les señaló el
apostolado como fin específico. Ninguno de los dos objetivos era fácil de
lograr. Los ermitaños de san Guillermo y de Monte Favale, que seguían la
regla de san Benito y los estatutos del Císter, no se sintieron a gusto en
una orden que nacía bajo el signo de san Agustín y el modelo mendicante;
ambos abandonaron inmediatamente la unión. Sólo unos monasterios
guillermitas prefirieron continuar en ella”.39

La historia de la nueva Orden se puede resumir así:

Primer período: 1256-1303. Es el período de acoplamiento y progresiva


expansión de la Orden por toda Europa. En el momento de la Unión la Orden
contaría con unos 170 conventos y unos 2000 frailes, número que fue
aumentando considerablemente. Se organizó en provincias con superiores
generales y provinciales elegidos periódicamente. Poco a poco fueron dejando
los eremitorios y se trasladaron a las ciudades para atender el apostolado. Ya en
1284 se elaboraron las primeras constituciones que, con algunas enmiendas,
estuvieron vigentes hasta 1581.

Segundo período: 1303-1350. Esplendor y florecimiento espiritual

“Para el año 1300 los agustinos ya han completado su evolución. En


cuatro decenios de esfuerzo admirable habían acomodado su legislación y
su vida al modelo mendicante. Eran ya frailes plenamente reconocidos
por la curia romana, con casas en las principales ciudades y villas de la
cristiandad, completamente integrados en el apostolado y en el mundo
universitario. El laico había cedido el puesto al clérigo, el yermo al
convento, la soledad a la ciudad, y la devoción ingenua y sencilla al
estudio y al apostolado.

En 1295 la Orden estaba dividida en diecisiete provincias situadas en


39
Ib. 27s.
Italia, Francia, Inglaterra, Alemania y España. Poco más tarde aparecieron
tres nuevas en Alemania, dos en Francia y una en España. Hacia 1350
contaba con unos cinco mil frailes distribuidos en quinientos
conventos”40.

A esta época pertenecen algunos de los santos más importantes de la Orden, lo


que prueba su florecimiento espiritual: san Nicolás de Tolentino ( ? -1305)

“fraile afable, muy dado a la oración y a la penitencia; se distinguió


también por su amor a las almas, su dedicación al confeso

nario y a la predicación y su devoción a las almas del purgatorio”41.

Su fiesta es el 10 de septiembre.

Santa Clara de Montefalco (1268-1308), que

“fue una mujer de singular energía, prudente y enamorada de la pasión de


Cristo; procuró el bienestar de la comunidad durante los diecisiete años
que la gobernó y la preservó de las insidias de falsos maestros”42.

Fiesta: 17 de agosto.

También son de esta época los Beatos Clemente de Ósimo, Agustín de Tarano,
Santiago de Viterbo y Simón de Casia.

Poco a poco aumenta el interés por la persona y obra de san Agustín. En 1376 el
papa Gregorio XI le da por primera vez el título de FUNDADOR.

Tercer período: 1350-1539. Decadencia y confusión. Al esplendor anterior


siguieron dos siglos de decadencia por el relajamiento de las costumbres, de la
40
Ib. 29s
41
Ib. 30.
42
Ib.
pobreza individual y comunitaria y de la vida espiritual en general, aunque
también hubo movimientos de observancia que se pueden considerar como
antecedentes al nacimiento de la RECOLECCION (lec. 15,1).

Entre otras, se suelen citar las siguientes causas de ese relajamiento: 1) la peste
negra (1348-1350) o bubónica (de “bubón”, tumor), que mató cerca de 40
millones de habitantes de los 80 que tenía Europa; 2) el cisma de occidente
(1378-1417), que así como dividió a la Iglesia dividió también a la Orden con
dos Superiores Generales al mismo tiempo; 3) el secularismo de la vida religiosa
que trajo como consecuencia ideas paganas del primer renaci

miento; 4) las guerras locales que obligaban a los frailes a abandonar los
monasterios; 5) la paulatina desaparición del ideal primitivo con el consiguiente
oscurecimiento del carisma.

El fruto más negro de este relajamiento fue la defección de Lutero (padre del
protestantismo) en Alemania, que, junto con la de Enrique VIII en Inglaterra,
causó un desgarrón en la Iglesia. Prácticamente desaparecieron todos los
conventos de observancia que había en Alemania; también los diez que tenía la
provincia de Tierra Santa, pero esta vez debido al avance de los turcos por el
Mediterráneo oriental.

LECTURA
El eremitismo en la Edad Media

A mediados del siglo XI el eremitismo occidental comienza un período de


esplendor que se prolongó hasta bien mediado el siglo XIII. Por todas partes
aparecen almas inquietas, deseosas de lo absoluto y enamoradas de la soberanía
divina que, en grupos o en solitario, abandonan la naciente civilización urbana y
corren hacia la soledad. Generalmente se establecen en lugares inhóspitos, al
borde de la selva, y allí se entregan a una vida de trabajo, penitencia y oración.
Otros abrazan el eremitismo para hacer penitencia de sus pecados y otros, en fin,
para seguir la corriente de la época o atraídos por el magnetismo de algún
ermitaño famoso de la región.
El ermitaño no es necesariamente un ser huraño, enemigo del mundo y
reconcentrado todo él sobre sí mismo y sobre una falsa idea de la divinidad. De
ordinario, es una persona de gran inquietud religiosa, con un alto concepto de la
majestad de Dios y de la perfección cristiana, insatisfecha con los modelos
religioso-morales que ofrece el mundo circundante. En consecuencia, huye del
mundo y se refugia en la soledad para correr en ella con absoluta libertad tras su
ideal. Practica la hospitalidad. A menudo abandona el retiro y recorre campos y
poblados predicando la penitencia y la conversión. Otras veces se establece a la
vera de los caminos o junto a alguna ermita para prestar ayuda a peregrinos y
caminantes. Casi todos reúnen discípulos, a quienes dirigen por la vía de la
perfección43.

Cuestionario

1. ¿Cómo le explicarías a un grupo de jóvenes el origen, formación y desarrollo


de la ORDEN DE
ERMITAÑOS DE SAN AGUSTÍN?
2. ¿En qué país nació la ORDEN DE SAN AGUSTÍN?
3. ¿Qué papa y en qué año dio a san Agustín el título de FUNDADOR?
4. ¿A qué se llama “eremitismo”?

En cuanto a bienes espirituales, considera tuyo lo que amas en el hermano, y él


considere suyo lo que ama en ti (Sermón 205,2).

43
A. MARTÍNEZ, H.A.R. 70.
LECCIÓN 15. LA RECOLECCIÓN AGUSTINIANA
ORIGEN Y SIGNIFICADO
(Siglo XVI)

1. Antecedentes

No todo era tinieblas en la Orden de Ermitaños de san Agustín: “Algunos priores


generales se esforzaron en atajar estos males, pero su acción no surtió mayores
efectos”44.

El éxito lo alcanzaron algunas congregaciones o grupos de observantes que,


viviendo en conventos separados, optaban por la vertiente ascética de la vida
religiosa agustiniana: silencio, clausura, austeridades, oración y vida común.

Hubo conventos observantes en Italia, Alemania y España. La de Lombardía, en


Italia, llegó a tener ¡80 casas!. La de Sajonia, en Alemania, albergó entre sus
hijos a Staupitz y al tristemente

44
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 32.
célebre, Lutero. La de Castilla, en España, absorbió todos los conventos de
dicha provincia. Es la que más nos interesa, pues de ella nacerá la Recolección45.

También estos movimientos de observancia produjeron grandes santos, como


san Juan de Sahagún (1430?-1479):

“Ingresó en el convento de Salamanca siendo ya sacerdote, se distinguió


por su piedad eucarística, su asiduidad en el confesonario y su audacia en
el púlpito. Salamanca lo venera por patrón por haberla liberado de los
bandos que la tenían convertida en plaza de armas”46.

Fiesta: 12 de junio.

También se cuenta a san Juan Stone ( ? -1539); pertenecía a la observancia de


Canterbury, Inglaterra. Fue martirizado por los anglicanos debido a su fidelidad
al papa, y canonizado por Pablo VI el 25 de octubre de 1970. Su fiesta es el 25
de octubre. También han sido beatificados otros doce religiosos de esa época.

Entre las monjas se cuenta a las beatas Magdalena Albrici, muerta en 1465 y
perteneciente a la observancia de Lombardía, y Verónica de Binasco, muerta en
1497, que alcanzó la santidad en las tareas domésticas y pidiendo limosna por
las calles.

“Pero la más célebre fue santa Rita de Casia (1380?-1447), tan popular
entre el pueblo cristiano como desconocida por la historia: con certeza
sólo sabemos el año de su muerte, cuando contaba setenta de edad, que
era menuda de cuerpo, que perteneció a una familia acomodada, que vivió
durante cuarenta años en el monasterio agustiniano de Casia, que su vida
fue un continuo sufrir y que durante quince años soportó con ánimo
alegre y esforzado los dolores de una espina en la frente. Su fama de
taumaturga comenzó con su muerte. A diez años de la misma el

45
Ib.
46
Ib. 33.
notario recordaba ‘los muchos milagros y prodigios’ que Dios obraba por
su intercesión. Los jueces del proceso de 1626 mencionan doscientos
deieciséis milagros47.

2. El movimiento recoleto en España48

No es fácil entender lo que significa Recolección Agustiniana si antes no se


habla de lo que fue El movimiento recoleto en los siglos XVI y XVII en
España.

Este movimiento surgió para reformar la vida religiosa. Se tiene así una primera
explicación: recolección equivale a reforma. En España comenzó significando
soledad, apartamiento, recogimiento. Pero muy pronto fue adquiriendo otros
significados, por ejemplo, repliegue del alma sobre sí misma, interiorización y
recogimiento de las potencias del alma. Entre los franciscanos del centro de
Europa equivalía a espíritu de oración.

El movimiento recoleto no apareció solo; ya durante los siglos XIV y XV había


aparecido otro muy similar, el de la observancia, como se vio en el número
anterior; en los mismos siglos de la recolección, XVI y XVII, apareció la
descalcez, llamada así porque los reformados andaban descalzos. Los Agustinos
Recoletos se llamaban también Agustinos Descalzos. Tenemos entonces tres
movimientos de reforma en España: la observancia, la recolección y la
descalcez.

El movimiento recoleto es de origen franciscano. San Francisco admitió la


existencia de casas especiales a las que podían retirarse quienes deseaban
dedicarse día y noche a las alabanzas divinas.

47
Ib. 34.
48
Cf. A. MARTÍNEZ, El movimiento recoleto en los siglos XVI y XVII, RECOLLECTIO, Vol. V, 1982, 5-47.
Las casas recoletas comenzaron a tener forma y organización propias en 1502.
Pero fue de 1523 en adelante cuando el movimiento recoleto tuvo mayor auge,
siempre entre los Franciscanos, extendiéndose por toda Europa.

Hubo otras órdenes que también admitieron dentro de sí el movimiento recoleto:


los Carmelitas, Trinitarios, Mercedarios, Benedictinos, Dominicos y, desde
luego, los Agustinos.

El movimiento recoleto se extendió también dentro de la rama femenina; así


nacieron las Agustinas Recoletas, Bernardas Recoletas, Brígidas Recoletas,
Trinitarias Recoletas etc.

3. Características generales del movimiento recoleto

Todas las órdenes religiosas, que admitieron dentro de sí el movimiento recoleto,


tienen ciertas características generales y comunes a todas ellas, así:

a. Aprecio de la regla primitiva

Se trata de un aprecio casi idolátrico de la regla de los fundadores y de un afán


por restaurar observancias antiguas, especialmente las que tenían los observantes
de los siglos XIV y XV. Las excepciones y adaptaciones que se habían hecho de
las reglas primitivas son eliminadas y comienzan a observarse en toda su pureza
y rigor.

b. Vida común y pobreza individual

“El cumplimiento literal de la regla entrañaba casi siempre la pobreza


individual, con la abolición del peculio y de toda clase de privilegios y
exenciones. Y, efectivamente, las recolecciones son todas inflexibles en
cualquier práctica que violara la pobreza individual o quebrantara la vida
común. Todos los religiosos gozan
en ellas de los mismos derechos y están sujetos a las mismas
obligaciones. Nadie puede disponer de cosa propia, por mínima que sea, y
el trato en el vestido, alimento, cama y cualquier otro aspecto es idéntico
para todos. Los títulos honoríficos quedan totalmente desterrados. Sólo
los enfermos merecen atenciones especiales, y no hay reformador recoleto
o descalzo que no lo afirme explícitamente”49.

c. Asperezas y penitencia

La pobreza individual exige necesariamente privaciones, renuncias y


estrecheces. Abrazaban la pobreza porque querían compartir realmente las
humillaciones y privaciones de Cristo pobre e indigente. Esta pobreza se
manifestaba no solamente en el alimento y en el vestido sino también en las
duras y largas penitencias que hacían.

d. Pobreza común

No solamente el individuo tenía que ser pobre; también la comunidad como tal,
pues “sólo admitían la propiedad del convento y del huerto circundante,
rechazando rentas y herencias”50.

e. Espíritu de oración y recogimiento

“Su rasgo distintivo, el que mejor lo diferencia y define, es el


recogimiento, la interiorización, el espíritu de oración que, por lo demás,
es el que le ha dado el nombre. Sus casas son auténticas casas de oración
y recogimiento, y sus frailes viven totalmente entregados a ella.

Preocupación fundamental de sus textos legislativos es la creación de un


clima favorable a la oración. A ese fin van dirigidos los horarios y hasta
sus mismas disposiciones sobre el silencio, el retiro en las celdas, la
lectura espiritual, el apartamiento de los negocios e incluso

49
Ib. 28s.
50
Ib. 31.
sobre las mismas mortificaciones. El religioso debe guardar silencio para
conservar la concentración”51.

Todas las recolecciones muestran una marcada preferencia por la oración


mental. En todas ellas ocupa el centro de la jornada. En torno a ella giran el
silencio, la clausura, la lectura espiritual y hasta el Oficio Divino. Imponen, al
menos, dos horas de oración mental al día.
f. Estudios y apostolado

Este aspecto no tuvo mayores problemas dentro de las ramas femeninas, ya que
las monjas poco se dedicaban al estudio y al apostolado. Más complicado resultó
en las comunidades masculinas.

“En general, al menos al principio, tanto el apostolado como el estudio


ocuparon un puesto marginal, ya que no se avenían bien con el ideal de
vida que guiaba sus pasos. El estudio favorecía más la ilustración que la
devoción y abría la puerta a privilegios y dispensas que atentaban contra
la vida común. El apostolado era difícilmente compaginable con su
marcada tendencia al silencio y al recogimiento. Pero el cambio no tardó
en llegar. Las necesidades de la Iglesia y del propio instituto, la
legislación general de la orden y otras circunstancias particulares les
obligaron a organizar los estudios y a participar en el apostolado activo y
directo. No todos los recoletos se ajustaron a este esquema”52.

g. Comunidades pequeñas

Todas las recolecciones preferían las comunidad pequeñas; cada orden religiosa
fijaba el máximo de religiosos en cada casa; se puede hablar de 15, como
término medio. Unos lo hacían así para guardar más fácilmente la pobreza
(Franciscanos), otros para conservar mejor la caridad (Agustinos Recoletos y
Carmelitas), y otros por motivos diversos.

51
Ib. 32s.
52
Ib. 36.
4. El movimiento recoleto en los siglos XIX y XX

¿Qué pasó con el movimiento recoleto? ¿Queda en la actualidad? Son las


preguntas que más de uno se estará haciendo.

“La revolución francesa, las guerras napoleónicas y los disturbios


político-sociales de la primera mitad del siglo XIX incidieron
profundamente sobre todo el movimiento recoleto, modificando
substancialmente su orientación. La revolución francesa y las guerras de
Napoleón disolvieron las comunidades recoletas de Francia, Bélgica,
Holanda y Alemania. Sus religiosos buscaron su salvación en el exilio y la
clandestinidad, y sus conventos pasaron a propiedad del Estado. En Italia
y España los efectos no fueron tan desastrosos. A la caída de Napoleón,
pudieron reagruparse y reanudar la vida común. Pero pronto tuvieron que
afrontar nuevos
y más graves obstáculos. Las leyes desamortizadoras de Mendizábal en
España (1835-1837) y de Mosquera en Colombia (1861), así como
disposiciones antirreligiosas en Italia (1848-1873) los colocaron al borde
del naufragio total, al igual que a las restantes familias religiosas”53.

Pero se conservaron algunas casas que luego resurgirían más pujantes, aunque
su espíritu recoleto era muy distinto al de los padres de los siglos XVI, XVII y
XVIII:

“Las dos horas de oración, la clausura, el recogimiento, los ayunos, la


pobreza habían cedido el paso al trabajo apostólico en escuelas,
hospitales, parroquias y misiones"54.

Así ha llegado el movimiento recoleto hasta los tiempos actuales. Entre los
Agustinos Recoletos ha habido últimamente (década de 1970) algunos intentos
de volver al antiguo espíritu recoleto, pero nada en concreto se ha logrado ni se
han clarificado objetivos.

Concluyendo: del movimiento recoleto de los siglos XVI y XVII prácticamente


no queda nada. Nosotros somos los únicos que mantenemos el nombre de
“Recoletos”; conservamos el espíritu de los siglos mencionados, pero la forma
de vivirlo ha variado notablemente. Ni siquiera entre los Franciscanos, primeros
recoletos en la historia de la Iglesia, se conserva el nombre. Se sabe que, entre
ellos, “las Constituciones de 1973 ordenan que cada provincia ponga a
disposición de sus religiosos casas de oración o eremitorios”55.

Este es, pues, el ambiente eclesial y agustiniano en que nace la Recolección,


ambiente por lo demás bastante bien abonado y preparado para dar origen a una
nueva familia religiosa en la Iglesia.

5. NACIMIENTO DE LA RECOLECCIÓN AGUSTINIANA: diciembre 5


53
Ib. 45s.
54
Ib. 46.
55
Ib. 47.
de 1588, España

“La elevación al gobierno de la Orden de Seripando, futuro cardenal y


presidente del concilio de Trento, fue el primer paso firme por el camino
de la reforma. En doce años largos de gobierno (1538-1551) recorrió las
provincias de la Orden dejando por doquier normas precisas, que luego
procuraba urgir con constancia y energía…”56.

A esta época pertenecen religiosos tan ejemplares e ilustres como santo Tomás
de Villanueva (1486-1555), fiesta el 25 de noviembre; Luis de Montoya (1497-
1569) y san Alonso de Orozco (1500-1591), que fue beato hasta el 19 de mayo
de 2002, cuando lo canonizó el papa Juan Pablo II.

Algunos religiosos

“no se contentaban con el cumplimiento de las constituciones vigentes;


eran más radicales: aspiraban a una vida de pobreza real, de más oración,
de más silencio, de más austeridad y de más igualdad”57.

De todas las provincias en que estaba dividida la Orden de san Agustín, había
una especialmente floreciente: la de Castilla, en España. Esta provincia celebró
capítulo provincial58 en Toledo el año 1588 y salió elegido como Prior Provincial
el padre Pedro de Rojas. Por orden del Padre General, que se llamaba Gregorio
Petrochini, el P. Rojas reunió el Definitorio, o sea, el grupo de religiosos que le
servían de consejeros, 9 en total, el 5 de diciembre para discutir y aprobar 18
puntos, llamados Definiciones, que habían resultado como conclusión del
Capítulo Provincial. La definición V habla de la Recolección y dice así:

“Porque hay entre nosotros o, al menos, puede haber algunos más amantes
de la perfección monástica que deseen seguir un plan de vida más austero
cuyo legítimo deseo debemos favorecer para no poner obstáculos al Espíritu
56
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 36.
57
Ib. 37.
58
Sobre lo que es un capítulo provincial, ver lección 17,5.
Santo, consultado previamente nuestro reverendísimo padre general e
implorada su venia, determinamos que en esta nuestra provincia se señalen
o se funden de nuevo tres o más monasterios de varones y otros tantos de
mujeres, en los que se practique un género de vida más austero, del modo
que, tras madura reflexión, reglamente el padre provincial con su
definitorio”59.

La Definición V es como el Certificado de nacimiento de la Recolección


Agustiniana. No se puede hablar de un fundador propiamente dicho, sino que es
voluntad de una colectividad y responde a un ideal que flotaba en el ambiente: la
reforma de la Iglesia Católica en general, y las reformas que se estaban llevando
a cabo en España, en particular.

Es justo, sin embargo, recordar algunos nombres de religiosos que actuaron


directamente en el nacimiento de la Recolección Agustiniana: P. Jerónimo
Guevara, P. Pedro de Rojas y Fray Luis de León (1528-1591), gran poeta lírico
español y que fue el primero en hacer una legislación llamada Forma de vivir
los frailes agustinos recoletos, redactada en 14 capítulos.

Esta Forma de vivir o Constituciones leoninas fueron aprobadas el 20 de


septiembre de 1589 y en octubre se asignó al grupo de religiosos que querían
vivir según ellas el convento de Talavera, de reciente fundación y muy pobre,
adecuado, por tanto, para iniciar la reforma. Así comienza a andar la
Recolección Agustiniana en España.

“La oración debería impregnar la vida entera de los recoletos: dedicarían


dos horas diarias a la oración mental, restringirían al

máximo sus salidas del convento y se esforzarían por crear en él una


atmósfera de quietud y de paz que favoreciera la contemplación; de vez
en cuando podrían intensificar la soledad y recogimiento retirándose a las
59
Acta 5ª. del capítulo de Toledo.
ermitas que debería haber en todos los conventos; el noviciado se
prolongaría durante dos años y, al final de los estudios eclesiásticos, los
religiosos retemplarían su espíritu con un nuevo año de recogimiento.

El amor a la vida común brillaba en la abolición de toda clase de


privilegios y exenciones, en la proscripción del peculio y en la insistencia
en la absoluta igualdad de los religiosos. La tendencia ascética se
materializa en la abundancia de ayunos y disciplinas, en la tosquedad de
los edificios, celdas y vestuario, así como en la pobreza real, tanto privada
como común”60.

6. Nacimiento de la Recolección Americana: Colombia

La Orden de san Agustín se había hecho presente en América poco después del
descubrimiento. Junto con los Mercedarios, Dominicos y Franciscanos, los
Agustinos también llegaron al Nuevo Mundo con fines netamente
evangelizadores. El primer agustino que llegó al Nuevo Reino de Granada se
llamaba Vicente de Requesada; vino hacia 1527 como capellán del ejército de
Nicolás de Federmán. Le cupo la fortuna de celebrar la segunda misa en la
altiplanicie de Bogotá en un altar portátil, y de ser el primer cura de la hidalga
ciudad de Tunja.

En América existía la provincia agustina Nuestra Señora de la Gracia del


Nuevo Reino de Granada (que comprendía lo que es hoy Colombia). En el
momento de nacer la Recolección aquí, era provincial el padre Vicente Mallol,
que la favoreció mucho.

La Recolección americana nació independientemente de la de España, aunque


con los mismos fines, la misma orientación y el mismo espíritu. Así se expresa
tímidamente A. MARTÍNEZ:
60
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 40s.
“En 1604 surgió entre los Agustinos colombianos un movimiento similar
al de Castilla. Fue un movimiento autóctono, natural de América, donde
se desarrolló durante algunos años sin dependencia ni relación directa con
Castilla, aunque no quepa negar un influjo indirecto de ésta sobre sus
promotores y encauzadores. Este influjo aumentó rápidamente, favorecido
por la identidad de propósitos de ambos movimientos y también por
razones de índole práctica61.

Es un hecho que, por falta de más estudio e investigación, no se le ha dado al


nacimiento de la recolección americana la importancia que merece. Estos son los
hechos más sobresalientes sobre sus orígenes:

“En los últimos años del siglo XVI el padre Mateo Delgado (1526-1631),
misionero de Ráquira (Boyacá), entró en contacto con unos ermitaños que
acababan de construir una ermita en honor de la Candelaria a orillas del
río Gachaneca. El padre Mateo les aconsejó que buscaran el apoyo de los
superiores de su Orden. Con él no les sería difícil asegurar la pervivencia
de la ermita; incluso podrían transformarla en convento regular e
implantar en él el sistema propio de las recolecciones”62.

Los ermitaños hicieron caso: en mayo de 1604 ofrecieron la ermita a los


Agustinos con la condición de que la atendieran los frailes recoletos; el consejo
provincial la aceptó el 29 de Junio, encomendando al padre Vicente Mallol la
redacción de los estatutos. Cuando todo estaba listo, el padre provincial mandó a
un delegado suyo, el padre Francisco Cerezo, quien, el doce de agosto del
mismo año, tomó posesión de la ermita, impuso el hábito recoleto a los tres
primeros aspirantes, a saber: Antonio

Correa, Juan Rodríguez y Mateo Delgado, quien quedaba como superior. Así
nacía la Recolección en Colombia, de donde se extendería poco a poco al resto
de América, sin querer decir que todas las fundaciones del continente americano
61
El movimiento recoleto… 15.
62
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 62.
hubieran salido de El Desierto de la Candelaria, pues se sabe que muchas
llegaron a los diferentes países directamente de España o de otras naciones (lec.
16,4 y 19,1).

“Poco después estaban listos los estatutos. En doce puntos breves


plasmaban un proyecto de vida sumamente austero y silencioso,
totalmente orientado a la oración y a la ascesis. Las dos horas diarias de
oración mental, la misa conventual, la liturgia de las horas con maitines a
media noche y el oficio de la Virgen constituían el esqueleto de la jornada.
Y lo rellenaban con ayunos frecuentes, disciplinas tres veces por semana
y la total exclusión de bienes raíces”63.

Muy pronto el convento se llenó de aspirantes recoletos. Uno de ellos, el padre


Alonso Paredes, viajó a Cartagena y allí puso en práctica en 1606 la fundación
del segundo convento de la Recolección en América; seis años más tarde surge
el tercero en la ciudad de Panamá. Estos son, pues, los tres conventos más
antiguos construidos por los recoletos en toda América (y en todo el mundo).

La Recolección americana siempre estuvo unida a la española y buscó su apoyo,


pues con ella se sentía plenamente identificada, ya que el padre Mateo Delgado
traía en su mente la idea de la Recolección española y buscaba la manera de
vivirla en América. En 1616 los estatutos del padre Vicente Mallol son
sustituidos por las normas de fray Luis de León, mejor elaboradas y más propias
de una recolección incipiente. En 1629 el papa Urbano VIII separa los conventos
recoletos de la provincia agustiniana (OSA), y así se prepara su incorporación a
la Recolección española.

Queda, pues, claro que la Recolección Agustiniana tiene dos orígenes distintos e
independientes, aunque con el mismo ideal e idénticos fines: el 5 de diciembre
de 1588 en Toledo, España, fecha que siempre se ha considerado la oficial, y el
63
Ib. p. 63.
12 de agosto de 1604 en el Desierto de La Candelaria, Vereda del municipio de
Ráquira, Boyacá, Colombia.

LECTURA
El padre Mateo Delgado de los Ángeles

Nació en Antequera (Andalucía, España), en 1526. Sus padres, Andrés Delgado


y Catalina de Borja, lo educaron muy bien y cristianamente. Estudió medicina
en la universidad de Alcalá de Henares y se graduó en 1576. Contrajo
matrimonio con María de Ocón y tuvieron un hijo y una hija. En 1585, previo
convenio con su esposa, se retiró al convento de Sevilla de los Padres Agustinos.
Tenía entonces 59 años. Su esposa y su hija entraron a un convento de monjas
agustinas y su hijo fue ordenado sacerdote. Hizo su profesión religiosa el 7 de
agosto de 1586. Habiendo estudiado la sagrada teología, fue ordenado sacerdote
en Sevilla.

No se sabe exactamente en qué año llegó a América. Inicialmente parece que iba
con otros agustinos para el Perú, mas por motivos de enfermedad, al llegar a
Cartagena, le aconsejaron dirigirse al convento de san Agustín, en Santafé de
Bogotá. Luego pasó a predicar a Tunja. Con certeza se sabe que en 1597 ya
estaba predicando en Villa de Leyva, región que estaba bajo el cuidado espiritual
de los Padres Agustinos (OSA).

Cerca de Villa de Leyva, en la región de El Desierto de la Candelaria, a unos


siete kilómetros de Ráquira, existía un grupo de ermitaños que habían levantado
una ermita en honor de Nuestra Señora de la Candelaria. Los ermitaños le
pidieron al padre Mateo, quien se encontraba catequizando en la vereda de Tijo,
municipio de Tinjacá y cercana a Ráquira, que los asistiera como director
espiritual y fundara un convento de su comunidad junto a la ermita. Así lo hizo,
vistiendo el hábito de recoleto el 12 de agosto de 1604 e iniciando la
Recolección en América. Murió el primero de noviembre de 1631 en el Desierto
de La Candelaria, a la edad de 105 años, dejando fama de santidad. Su tumba no
ha sido hallada, por más que se la haya buscado.

Siempre se ha dicho que fue médico de cabecera del rey Felipe II, en España; se
ha comprobado que esto no es cierto, sino simples especulaciones de un
historiador OAR64.

Cuestionario

1. ¿Cómo explicarías a un compañero el significado de la palabra Recoleccion?


2. Completa la siguiente frase: el movimiento recoleto comenzó en la Orden
64
SALAZAR, José Abel, OAR, El padre Mateo Delgado. Nuevos datos para su biografía, RECOLLECTIO,
III
(1980), 119-145.
de…
3. De las siete características generales del movimiento recoleto, ¿cuáles crees
que son las de más
actualidad y deben seguirse cultivando entre nosotros?
4 ¿Por qué los estudios y el apostolado no ocupaban un lugar importante dentro
del movimiento
recoleto, al menos al principio?
5. ¿Cuántos años más o menos llevaba de existencia la Orden de san Agustín en
América, cuando
nació aquí la Recolección?
6. ¿Se pusieron de acuerdo ambas Recolecciones, la de España y la de América,
para iniciar su vida
como movimiento de reforma?
7. Explica brevemente el nacimiento de la Recolección, el 5 de diciembre, en
España.
8. ¿Por qué se dice que la Recolección en América nació exactamente el 12 de
agosto de 1604?

Lo que poseo se llama caridad, que cuanto más sean los poseedores, más se
dilata (Sermón 340 A,12).

LECCIÓN 16. CONGREGACIÓN DE AGUSTINOS RECOLETOS


(1588-1911)
Desde el momento de su fundación hasta hoy se pueden distinguir cuatro
períodos en la historia de la Recolección Agustiniana, así: primer período:
origen y crecimiento; se erige en provincia (1588-1621); segundo período: se
convierte en congregación. Supresión de conventos (1621-1835); tercer
período: vicisitudes y restauración (1835-1911); cuarto período: se convierte
en Orden religiosa (1912...)65.

En esta lección se hablará de los tres primeros períodos, dejando el cuarto para
la lección siguiente.

1. Primer período: origen y crecimiento. Se erige en provincia (1588-1621)

La Recolección, como se dijo antes, comenzó su vida en el convento de


Talavera, España, el 5 de diciembre de 1588, y en el Desierto de la Candelaria,
65
Cf. A. MARTÍNEZ, La Orden de Agustinos Recoletos, ACTA ORDINIS, Vol. XVIII, En.-Jun 1980, No. 70,
9ss.
Colombia, el 12 de agosto de 1604.

Tras el convento de Talavera se destinan a la reforma dos más: el de Portillo


(mayo de 1590) y el de Nava del Rey (junio de 1591). Muy pronto los tres
conventos se llenan de nuevos miembros. Con esto el progreso es notable, pero
también comienzan las dificultades.

Los reformados andaban descalzos, como era costumbre en los movimientos


recoletos de la época (de ahí también el nombre de Agustinos descalzos para los
recoletos, y Calzados para los agustinos). En 1592 es nombrado prior provincial
de los Calzados de Castilla el padre Gabriel de Goldáraz, quien manda calzar a
los recoletos aduciendo como razón las frecuentes enfermedades que sufren; es
un golpe de muerte contra la Recolección, pues calzarse significaba
prácticamente renegar de ella. Obedecen los priores de Portillo y Nava, pero no
el de Talavera, que acude al Rey de España, Felipe II. En esa época los reyes
tenían poderes sobre lo eclesiástico, y por eso dicho rey ordena al padre Gabriel
que no cambie nada en Talavera, ya que la Recolección había nacido en Castilla
bajo su “real voluntad”. Así se salva el movimiento recoleto dentro de la Orden
agustiniana.

Para esta época comienza el apostolado y el estudio entre los recoletos. En Nava
se establecen los estudios de filosofía en 1596. En este mismo año se funda otro
convento muy importante en Madrid, que pronto se convertirá en el principal
convento de la comunidad. La Provincia de Castilla, de la OSA, se siente
recelosa con cuatro conventos recoletos y trata de impedir nuevas fundaciones.

Continúan las dificultades, pues en 1597 la Provincia de Castilla traslada a los


líderes de la Recolección a diferentes conventos de frailes calzados, hasta que
interviene la Iglesia dando más autonomía a la Recolección. El 11 de mayo de
1601 dicha Provincia renuncia a todos sus derechos sobre los Descalzos.
En diciembre de ese mismo año los recoletos se reúnen en Capítulo y piden al
papa Clemente VIII la facultad de poder elegir entre ellos un prior Provincial. Se
les concede el 11 de febrero de 1602, y se forma una provincia independiente
con el nombre de Provincia de san Agustín de frailes recoletos de España.
Queda dependiendo directamente del prior General, quien nombra un
representante para que vele por los intereses de la Recolección: el padre
Gregorio de Alarcón de santa Catalina.

Así la recolección queda con dos líderes, que la conducen hacia el éxito: el padre
Alarcón, en España, y el padre Mateo Delgado, en Colombia.

En junio de 1602 se celebra el primer capítulo provincial; sale elegido prior


provincial el padre Juan de san Jerónimo, a quien cabe la gloria de enviar los
primeros recoletos a las islas Filipinas, en el oriente. Aumentan tanto los
conventos que entre 1588 y 1606 se fundan más de 18.

Algunas acusaciones contra los recoletos y contra el padre Alarcón hicieron que
el papa Pablo V suprimiera la provincia el 16 de julio de 1608. Todas sus casas
fueron reincorporadas a las provincias calzadas, según su distribución
geográfica.

El padre Alarcón acude al Papa, quien acepta las explicaciones y restituye


nuevamente la provincia el 23 de enero de 1610, nombrando provincial al
mismo padre Alarcón. Con este nuevo triunfo vienen inmediatamente otras
fundaciones, tanto en España como en Roma y Filipinas. Surgen nueve
conventos más.

Por lo que respecta a América, el ejemplo del fervor y observancia de la nueva


comunidad del Desierto se propaga y muy pronto se suman otros conventos, con
los cuales se forma una Vicaría provincial de España el 10 de agosto de 1621,
aunque con deseos de independizarse y constituirse en provincia aparte.
2. Segundo período: se convierte en Congregación. Supresión de conventos
(1621-1835)

Para el año 1621 la Recolección tiene ya 28 conventos en España y Filipinas, sin


contar los de América. Se siente la necesidad de una nueva forma de régimen y
para eso se piensa dividirla en varias provincias y elevarla a la categoría de
CONGREGACIÓN, siempre dentro del ámbito de la Orden agustiniana. El papa
Gregorio XV decreta la erección de la Congregación de los Descalzos de
Ermitaños de san Agustín, el 5 de junio de 1621. La Congregación se compone
entonces de tres provincias en España y una en Filipinas.

En este mismo año la Recolección americana ya había conformado su vida a la


Forma de vivir de Fray Luis de León, y en julio de 1629 consiguió que
“Urbano VIII segregara sus conventos de la provincia calzada de Colombia y los
anexionara a la congregación recoleta de España”66, hasta que Alejandro VII en
1661 y Clemente IX en 1668 la aprueban como la quinta provincia de la
Congregación con el título de La Candelaria o Tierra Firme, incluyendo los
conventos de El Desierto, Panamá, Cartagena, Bogotá y otros.

De esta manera, la Congregación quedó enmarcada dentro del triángulo


geográfico España-Filipinas-Colombia, como centros de operaciones y de
expansión hacia otros lugares.

Durante este período se distinguen dos épocas:

a. Epoca de consolidación (1621-1688)

66
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 64.
Durante el primer siglo de vida la Recolección logra su máximo progreso y
esplendor. Como Congregación, goza de independencia, tiene superiores
generales propios y desarrolla gran actividad en el plano apostólico y espiritual.
Siente la necesidad de darse leyes propias y se publican las primeras
Constituciones (1630) y otros libros oficiales. Se establecen en España nueve
casas de formación para aspirantes a la vida agustino-recoleta y se inicia el
apostolado misional en Filipinas, Colombia y Japón, como signo de vitalidad de
la Congregación; se fundan nuevos conventos en España, el último de los cuales
tuvo lugar en 1688, exactamente un siglo después del nacimiento de la
Recolección. De aquí en adelante pasarán 136 años antes de que se realice otra
nueva fundación.

b. Epoca de estancamiento y crisis (1688-1835)

Esta época coincide con la aparición en Europa de una malsana ideología (el
liberalismo), que ahoga toda idea de jerarquía, disciplina, religiosidad
sobrenatural etc., con la intromisión del poder civil en las instituciones
eclesiásticas, con frecuentes revoluciones y con una decadencia de los valores
religiosos, en general. Como consecuencia, se debilita en los claustros el ideal
religioso, mientras crece el deseo de títulos honoríficos, exenciones y
privilegios, con la comprensible relajación de la vida común.

La Recolección se vio profundamente afectada por este ambiente y entra en una


gran crisis. Dos intervenciones de la Santa Sede y una del Rey de España no
logran sacarla de esa crisis y estancamiento. La invasión napoleónica de España
y las guerras de independencia en Colombia son el comienzo de la crisis fuerte.
Tanto en España como en América, a medida que avanza el siglo, se promulgan
leyes anticlericales que hacen la vida religiosa cada vez más difícil y consiguen
reducir considerablemente el

número de sus miembros. De 1820 a 1823 España estuvo bajo la dominación del
liberalismo, que fue fatal para la vida religiosa: se disolvieron los conventos
pequeños y se fomentó descaradamente la secularización de religiosos.
No todo, sin embargo, son sombras: continúa la solicitud de los capítulos
generales y provinciales por mejorar la observancia; se dan algunas leyes,
aunque no resultan muy eficaces; se conserva, e incluso aumenta, el interés en
favor de las misiones, que a la larga serán las que salvan la Recolección; la
Congregación participa intensamente en la piedad popular a través de cofradías
y misiones populares.

3. Tercer período: vicisitudes y restauración (1835-1911)

“Este período comienza en ambiente de persecución destructora; pero


termina, por favor del cielo, con signos de resurrección y restauración”67.

La actitud anticlerical del gobierno español se manifiesta ante todo en las leyes
que terminaron en la gran ley de la desamortización, dictada el 27 de julio de
1837, mediante la cual se despojaba a todas las comunidades religiosas de sus
conventos y posesiones, ya que el gobierno los consideraba bienes muertos que
había que poner a producir. El contenido de estas leyes inicuas es el siguiente:

“Quedan extinguidos en la península, islas adyacentes y posesiones de


España en África todos los monasterios, conventos, colegios,
congregaciones y demás casas religiosas de ambos sexos. […] Se
exceptúan de lo dispuesto en el artículo anterior los colegios de
misioneros para las provincias de Asia, establecidos en Valladolid, Ocaña
y Monteagudo, los cuales subsistirán con las

denominaciones de Colegios de la Misión de Asia. El gobierno fijará el


número de individuos que deben componer cada colegio, según lo exijan
las circunstancias, y arreglará lo correspondiente a su buen régimen y lo

67
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 17.
relativo a la admisión de novicios”68.

La ley hizo que desaparecieran completamente comunidades enteras, como los


basilios y los jerónimos, de los cuales apenas se tiene memoria. La Recolección
tenía 33 conventos, de los cuales sólo quedó uno, el de Monteagudo, gracias a la
excepción de la ley, que permitía mantener aquellos conventos donde se
formaran misioneros; el de Monteagudo había sido fundado en 1828 para formar
misioneros destinados a las islas Filipinas (lec. 18,5).

“No es más afortunada la Provincia de la Candelaria, porque también en


Colombia corren los mismos vientos huracanados. Suprimidos primero
los conventos menores, no le queda más que el convento de Bogotá, y,
por breve tiempo aún, el noviciado de El Desierto. Por fin, el año 1861
todos los religiosos son expulsados de sus casas y sus bienes adjudicados
al gobierno. La Recolección se ve reducida, pues, al noviciado de
Monteagudo y a las Islas Filipi

nas, a las que ayuda ahora más que nunca. Mientras tanto, en la Península
como en Colombia, mueren los religiosos unos tras otro en obligada

68
Cf. A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 17.
exclaustración”69.

La recolección cambió de rumbo: desapareció la vida común y con ella sus


valores más estimados: la oración, el silencio y el retiro. Los religiosos,
expulsados de sus conventos, o se relajaron o se dedicaron a vivir
independientemente, cada uno en su apostolado.

Mientras tanto, la provincia filipina gozaba de una época de esplendor; en 1837


tenía sólo 86 religiosos; en 1898 contaba con 560, sin mencionar los que
vinieron a restaurar la provincia colombiana. La misión de Palawan recibe un
gran impulso con la llegada del padre Ezequiel Moreno en 1872.

En España, la única provincia superviviente comienza a revivir y tiene ánimos


para enviar a Colombia la primera misión restauradora de la Provincia, que
prácticamente está muerta; esta misión llega en el año de 1888, compuesta por el
padre Ezequiel Moreno, cuatro sacerdotes más y dos hermanos. Siguen luego las
misiones restauradoras y así surge nuevamente la Provincia colombiana (Cf. No.
5).

De repente, ahora le toca el turno a la Provincia filipina, que sufre un


contratiempo con la revolución filipina de 1898. Muchos religiosos abandonan
las islas, 20 sacerdotes y 7 hermanos son martirizados, sin contar los presos.
Pero esto es providencial: los religiosos, en su huida, se trasladan a América, ya
bastante calmada, y así llegan a Panamá, Venezuela, Brasil y otros países.
Algunos regresan a España (lec. 18,5).

En 1905 se vuelve a abrir el noviciado en Monteagudo y en 1907 regresan


nuestros religiosos a las islas Filipinas y fundan en China. Los lazos con la
Orden agustina se van debilitando y se prepara el gran acontecimiento de 1912.

“El siglo XIX se cierra con un suceso de gran significado espiritual para
la Congregación: la beatificación de los mártires del Japón en 1867, PP.
69
Ib. 17s.
Vicente de san Antonio y Francisco de Jesús —fiesta el 28 de septiembre
—. Son los primeros recoletos elevados al honor de los altares. En 1888
es beatificada Sor Josefa María de Benigánim” —fiesta el 22 de enero—.

Y el siglo XX se abre con otro acontecimiento no menos importante: la


muerte en olor de santidad del P. Ezequiel Moreno en 1906, tras una vida
que encarna perfectamente el espíritu de la Recolección”70.

4. La Recolección en América

“Durante dos siglos los recoletos colombianos vivieron una vida serena,
sin altibajos ni relieves de consideración. De ordinario eran unos 100, que
alternaban el retiro conventual con la actividad apostólica. Una de sus
características más notables es su acendrada devoción mariana: el amor a
la Virgen preside la vida entera de la provincia desde su misma
incubación en el Desierto; en 1606 el padre Mallol la llama fundadora de
este convento y como a tal la veneran sus fundadores a lo largo de los
siglos; algunos no aciertan a desprenderse de ella y la llevan consigo a las
nuevas fundaciones de Cartagena, Honda, Bogotá, las misiones de la
costa del Caribe (Urabá); por todas partes propagan su culto y le dedican
sus iglesias. La Candelaria es su Virgen. El pueblo cristiano no tarda en
captarlo y, ya en el siglo XVII, los llama por doquier ‘padres
candelarios”71.

El apostolado ministerial y misional fue verdaderamente pujante: entre 1626 y


1638 el convento de La Popa en Cartagena envió misioneros a los indios de
Urabá y Darién; la de Urabá terminó en 1632 con el martirio de tres religiosos.
También trabajaron en el Chocó y en la isla caribeña de santa Catalina.

En 1662 llegaron los primeros recoletos a las misiones de Casanare, donde


permanecieron hasta 1999, cuando el territorio misional fue elevado a la
categoría de diócesis y se creó el nuevo Vicariato de Trinidad. La Orden aseguró
70
Ib. 21s.
71
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 65.
su permanencia en los dos territorios, encomendados siempre a la Provincia de
la Candelaria, así: en la actual diócesis de Yopal, capital de Casanare, con dos
parroquias: una en la capital y otra en Paz de Ariporo (lec. 19); y en el nuevo
Vicariato de Trinidad con la dirección pastoral del mismo. De esa manera quedó
asegurada, repetimos, la permanencia de la Orden en esa parte del territorio
colombiano, que tantas gloria le ha dado a la Provincia de la Candelaria, sobre
todo en la persona de sus primer obispo, san Ezequiel Moreno.

5. Restauración de la provincia colombiana: 1888-1912


En 1861 el gobierno liberal del general Mosquera despojó a todas las
comunidades religiosas colombianas de sus bienes y los frailes quedaron
exclaustrados. Milagrosamente se salvó el convento de El Desierto y parte del
de Bogotá. Lo que antes había sufrido España con la desamortización, lo sufría
ahora Colombia con el gobierno anticlerical del General Mosquera.

Cuando las circunstancias fueron más favorables, los religiosos sobrevivientes,


con el P. Victorino Rocha a la cabeza, entonces provincial, comenzaron a pedir
ayuda a España; ésta tardó un poco en llegar pero al fin se hizo presente: en
diciembre de 1888 llegó el grupo restaurador (7 religiosos) con el padre
Ezequiel Moreno a la cabeza.

“La empresa era ardua, pero lograron llevarla a término gracias a la


abnegación de los siete restauradores, al prestigio de su superior y a las
circunstancias políticas que facilitaron la incorporación de otros 58
religiosos españoles entre 1890 y 1898. En 1906 la restauración estaba
plenamente asegurada.

En todo el proceso restaurador, san Ezequiel tuvo muy presentes los


diversos elementos de la espiritualidad recoleta: vida común, celo
apostólico y sobriedad de vida. Ante todo se preocupó de implantar la
vida común en El Desierto; luego reavivó la tradición misionera de la
provincia con el retorno a Casanare (1891) y la creación allí del primer
vicariato apostólico de la Orden y de la nación (1893). Cada centro
misional quedó convertido en un pequeño convento: sus tres moradores
eran auténticos religiosos con oración y administración común, sin
peculio y sujeto a las prácticas religiosas compatibles con el apostolado.

La provincia vivió con intensidad la problemática socio-religiosa de la


nación. Dio la pauta san Ezequiel, quien desde su entrada en Pasto (1896)
hasta su muerte fue el representante más autorizado de la jerarquía en su
enfrentamiento con el liberalismo. En esta misma contienda brillaron
Nicolás Casas, su sucesor, tanto en el gobierno de la provincia (1893)
como en el vicariato de Casanare (1895), y Marcelino Ganuza. Poco
después apareció la figura polifacética del padre Pedro Fabo (1873-1933).
Otros padres fueron muy activos en el púlpito, la prensa y la vida
eclesiástica de la nación”72.

LECTURA
Fray Ezequiel Moreno y Díaz

72
A. MARTÍNEZ, La O.A.R. 81-82.
Nace el Beato Ezequiel Moreno en un hogar humilde y sencillo de Alfaro
(Logroño, España), el 9 de abril de 1848. A los 17 años profesa en la Orden de
Agustinos Recoletos en Monteagudo (Navarra). Cuatro años más tarde viaja a
Filipinas, recibiendo la ordenación sacerdotal en Manila, el 3 de junio de 1871.
Se inicia en el trabajo misionero con su hermano fray Eustaquio y distintos
ministerios conocen su ardiente celo apostólico y su cálida predicación en los 15
años que transcurre en el archipiélago filipino. En 1885 es nombrado superior
del convento noviciado de Monteagudo y en los tres años de priorato se muestra
verdadero modelo de religiosos y excelente formador. A fines de 1888 parte
para Colombia al frente de un grupo de religiosos, con la difícil misión de
restaurar la Orden en esta nación. Hasta 1906, Colombia es el escenario de su
múltiple actividad. Vitalizador de la provincia religiosa de la Candelaria,
instaurador de la nueva época misional colombiana, primer Vicario Apostólico
de Casanare (1894-1896), Obispo de Pasto (1896-1906), predicador incansable,
director excelente y guía espiritual de almas selectas, apóstol de los enfermos.
Fue amante de los pobres y de los humildes, devotísimo de Jesucristo en la
Eucaristía y enamorado de la Virgen, adalid de la causa católica que defiende y
propaga de palabra y por escrito, siempre devoto incondicional de la Santa Sede.
Su vida fue de gran austeridad y penitencia y le pidió siempre al Señor trabajos
y sacrificios, con gracia para sobrellevarlos. Víctima de cáncer en el paladar, que
le invadió internamente la cabeza y que soportó con fortaleza de mártir y de
santo, tras dos tremendas operaciones en Madrid, pidió ser llevado a morir al
lado de la Virgen del Camino a Monteagudo. Murió el 19 de agosto de 1906 y su
cuerpo se conserva entero y momificado. Un proceso de 50 años lo ha llevado a
la gloria de los altares. El 1o. de noviembre de 1975 ha

sido beatificado por el papa Pablo VI y su fiesta señalada para el 19 de agosto”


(P. Sebastián López).
El 11 de octubre de 1992, el papa Juan Pablo II lo canonizó en Santo Domingo,
en el marco de las celebraciones del V centenario de la evangelización de
América y de la IV Asamblea general del episcopado latinoamericano,
proponiéndolo como modelo de pastores y evangelizadores.

Cuestionario

1. La Recolección agustiniana nació en dos fechas distintas; ¿Cuál de las dos


crees que es la más
importante?
2. ¿Cuál es el origen del nombre Descalzos?
3. ¿Cómo se llaman los dos líderes de la Recolección:
a) en España:
b) en América:
4. ¿Qué medio empleó la Recolección de El Desierto de la Candelaria para
propagarse? (subraya):
a) el testimonio de vida de los nuevos recoletos;
b) la predicación en los alrededores;
c) la propaganda escrita y hablada.
5. Según lo anterior, ¿Cuál crees que es el mejor medio de atraer nuevas
vocaciones para la Iglesia?

6. ¿Qué sucedió el 5 de junio de 1621?


7. ¿Qué importancia han tenido las misiones para la Recolección?
8. Los tres primeros siglos de existencia de la Orden se pueden resumir así
(completar):
a) primer siglo:
b) segundo y tercer siglo:
9. ¿Quién es el líder de la restauración recoleta en América?
10. ¿Qué importancia crees que tiene para la Recolección el haberse dedicado
siempre a las
misiones, por ejemplo en Filipinas?
11. Resume brevemente el papel que desempeñó san Ezequiel Moreno en la
Provincia de la
Candelaria.

El amor es alegre entre los verdaderos hermanos, pacientísimo entre los falsos
(Sermón 350,3).
LECCIÓN 17. LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS. ESTRUCTURA.

1. Cuarto período: se convierte en Orden religiosa (1912…)

A comienzos de siglo los recoletos prácticamente ya no se sentían parte


integrante de la Orden agustiniana; tres siglos de historia y un género de vida
diverso habían hecho de ellos una comunidad religiosa independiente, con
autonomía e identidad propias. Sólo faltaba el decreto de la Iglesia, que se
aceleró en 1908 cuando los agustinos intentaron impedir que la Congregación
Recoleta celebrara capítulo general. En efecto, el 18 de julio de 1911 la
Congregación de Religiosos desligó completamente a los recoletos de la Orden
agustiniana. El vicario general tendría en adelante autoridad suprema sobre la
Recolección.

Un año más tarde llega la tan deseada autonomía jurídica con un documento del
papa san Pio X, llamado Religiosas Familias, del 16 de septiembre de 1912,
mediante el cual la Recolección obtiene su perfección jurídica constitutiva. Es
decir,
“no será más una Congregación de la Orden agustina, sino una Orden
jurídicamente independiente y una familia autónoma dentro del monacato
agustiniano. En lo sucesivo el supremo moderador de la Congregación,
que hasta el presente se llamaba Vicario General, puede y debe llamarse
Prior General de la Orden de Eremitas Recoletos de san Agustín”73.

Al ser ya Orden religiosa, se crea en la Recolección una nueva conciencia


colectiva. Es algo así como una mayoría de edad, y esta prerrogativa la impulsa
hacia nuevas metas y nuevos progresos.

2. Estadísticas

La Recolección no ha sido un instituto religioso numéricamente grande. A lo


largo de su historia no ha superado la cifra de 1.500 miembros; esta cifra se
alcanzó hacia el año 1770 y se repite en 1964. Las estadísticas anteriores al siglo
XIX o no existen o son muy incompletas. Se sabe que sus miembros eran unos
1.092 en 1808; 406 en 1912; 666 en 1931; 894 en 1949. En 1971 la Orden,
dividida en 7 provincias y difundida en 20 naciones, contaba con 1.380
religiosos profesos; al finalizar 1979 tenía 1.235. En 1998, según datos
presentados para el último capítulo general, el número de religiosos era de
1.258. En la actualidad (2003) tiene 17 obispos, cuatro de los cuales son
colombianos.

En la época postconciliar experimentó las defecciones que se dieron en todos los


institutos religiosos, así como la generalizada escasez de vocaciones. En la
última década, por el contrario, ha experimentado un saludable repunte
vocacional, especialmente en América y Filipinas.

En su historia ha tenido diferentes nombres: Congregación de Ermitaños


Descalzos de san Agustín de España y de las

73
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 22.
Indias (1621); Orden de Ermitaños Recoletos de san Agustín (1912); Orden
de Recoletos de san Agustín, O.R.S.A (1927); y Orden de Agustinos
Recoletos, O.A.R. (1966), como se conoce actualmente.

Además de la Regla de san Agustín, su libro oficial son las


CONSTITUCIONES, cuyo texto adaptado y renovado según la mente del
Concilio Vaticano II, fue aprobado por la Santa Sede el 13 de noviembre de
1982, fiesta de todos los santos de la Orden.

Durante este período nacen nuevas provincias y con ellas se extiende la Orden
por el mundo: Estados Unidos (1917), Argentina (1925), República Dominicana
y Puerto Rico (1927), Inglaterra (1932), Perú (1939), Méjico (1942), Nicaragua
y Guatemala (1958), El Salvador (1961), Formosa y Costa Rica (1963),
Alemania (1965), Guam (1974)74. Las casas recoletas de Nicaragua, El Salvador
y Alemania ya no existen.

3. Figuras sobresalientes

En una comunidad religiosa es muy importante conocer los nombres de los


religiosos que no solamente han hecho historia, sino que nos estimulan a
continuar su obra. Algunos de los religiosos agustinos recoletos más notables de
este período son75:

Padre Enrique Pérez (1854-1925), último Vicario General y primer Prior


General, hombre de gran capacidad y principal artífice de la reorganización de la
Orden.

Padre Francisco Sádaba (1871-1925), Procurador ante la Santa Sede y a quien,


juntamente con el anterior, se debe la preparación del documento Religiosas
Familias.

74
Cf. A. MARTÍNEZ, Ib. 23.
75
Cf. Ib. 22.
Padre Pedro Corro (1864-1934), gran conocedor de las tradiciones de la
Orden.

Padre Pedro Fabo (1872-1933), escritor y cronista general.

Padre Eugenio Cantera (1880-1955), muy competente en la legislación de la


Orden, que él adaptó al nuevo Derecho Canónico.

San Ezequiel Moreno y Díaz (1848-1906), misionero por excelencia en


Filipinas y Colombia, primer obispo de Casanare y luego obispo de Pasto (lec.
16, lectura).

4. Estructura de la Orden. Gobierno

La Orden está gobernada por un Prior general, que tiene su sede en Roma; la
casa donde vive se llama Curia Generalicia o Casa General. Es ayudado por
seis religiosos llamados Consejeros Generales, que ordinariamente viven con él
y tienen su orden así: primer consejero, segundo consejero, tercer consejero, etc.
El primero recibe también el nombre de Vicario General, y hace las veces de
Prior General cuando éste se ausenta o muere durante el cargo. También existe
el oficio muy importante de Secretario General.

El Prior General dura seis años en su cargo y puede ser reelegido para otros seis,
pero no más. Durante el período debe visitar por lo menos una vez todas y cada
una de las casas de la Orden (en todo el mundo); es lo que se llama visita de
renovación.

Existen también los Secretariados Generales, que ayudan al Prior general en el


gobierno de la Orden y están distribuidos según el campo que les corresponde,
así: Secretariado general de Espiritualidad: todo lo relacionado con la vida
espiritual,
comunitaria y religiosa; Secretariado general de Formación: todo lo que tiene
relación con las vocaciones y los seminarios en la Orden; Secretariado general
de Apostolado: se encarga de todo lo que sea ministerio pastoral; Secretariado
General de Economía: la recta administración de todos los bienes materiales. Al
frente de cada Secretariado hay un presidente, ordinariamente uno de los
consejeros generales; los miembros de cada Secretariado son los presidentes de
los Secretariados respectivos de cada Provincia; por lo tanto son siempre ocho
porque ocho son las provincias de la Orden.

También existen cuatro Institutos o centros de investigación, así: Casa san


Ezequiel Moreno, que antes se llamaba “Augustinus”; es el encargado de todas
las investigaciones y publicaciones sobre san Agustín. Fue fundado el 23 de
noviembre de 1970 y tiene su sede en Madrid, España. Instituto Histórico, que
maneja todo lo relacionado con la historia de la Orden. Fundado el 25 de
diciembre de 1957, tiene su sede en Roma. Instituto de Espiritualidad. Como
su nombre lo indica, tiene a su cargo todo lo relacionado con nuestra
espiritualidad y carisma OAR. Fue fundado el 19 de marzo de 1966 y su sede
está en Madrid, España. Instituto de Agustinología, que se encarga más
específica y directamente de los estudios sobre san Agustín. Fundado el 20 de
octubre de 1994, tiene la sede en Madrid, en la misma Casa San Ezequiel
Moreno.

Otro cargo muy importante es el de Procurador general, al cual corresponde


tramitar todos los asuntos de la Orden ante la Santa Sede.

La Curia Generalicia o Casa General ha tenido como residencia los siguientes


lugares: Madrid, España, hasta 1930; Roma, de 1930 a 1942; nuevamente
Madrid, de 1942 a 1950; finalmente, Roma, desde 1950 en adelante.
5. Los Capítulos y las Provincias

La máxima autoridad en la Orden no la tiene el Prior General sino el Capítulo


General, que es una reunión que se hace cada seis años, a nivel de Orden, para
estudiar el estado de la misma y nombrar los religiosos que han de desempeñar
los cargos anteriores, empezando por el de Prior General. El último capítulo fue
en 1998, luego el próximo será en 2004, y así sucesivamente.

Todos los capítulos generales se habían hecho en Europa (Roma o España); el de


noviembre-diciembre de 1992 se hizo, por primera vez, en un país de América
para conmemorar los 500 años de su descubrimiento y evangelización. Se
escogió Colombia, y dentro de esta nación, nuestra casa Teologado de Suba,
Bogotá.

Para un mejor gobierno, la Orden se divide en Provincias, algo así como la


nación colombiana, que se divide en Departamentos. Al frente de cada Provincia
hay un Prior Provincial, cuya sede se llama Casa o Curia Provincial. Es
elegido para un período de tres o cuatro años, dependiendo de la costumbre de
cada provincia; en la Candelaria el período dura cuatro años, pudiendo ser
reelegido para otro período, pero no más.

Al Prior provincial le ayudan cuatro consejeros, por orden, como los consejeros
generales; el primero se llama Vicario Provincial y, en la Provincia, hace lo
mismo que el Vicario General en la Orden. También existe el Secretario
Provincial y los Secretariados provinciales con un presidente y varios
religiosos como miembros.

La máxima autoridad en la Provincia la tiene el Capítulo provincial, reunión a


nivel de provincia que se hace cada tres o cuatro años para examinar el estado de
la misma y nombrar los religiosos para los cargos anteriores.

Cuando la Provincia es muy extensa, con casas en varios países, suele tener
partes llamadas Vicarías provinciales o Delega
ciones provinciales, al frente de las cuales se nombra un Vicario o un
Delegado, respectivamente, dependientes del Prior provincial.

Cada Provincia se compone de casas (ministerios) o comunidades locales; el que


las preside se llama Prior o Superior local.

En 1621 las provincias en la Orden eran cuatro, así: san Agustín, El Pilar, santo
Tomás de Villanueva y san Nicolás de Tolentino. Luego, con la Recolección
colombiana, se formó la quinta: Provincia de la Candelaria (o de Tierra Firme),
en el Nuevo Reino de Granada, lo que es hoy Colombia. Sólo las dos últimas
resistieron el vendaval del siglo XIX (lec. 15,4 y 16,3). Ningún convento
antiguo queda actualmente en España, excepto el de Monteagudo. Como dato
curioso, los tres conventos más antiguos, construidos por los recoletos y que
siguen siendo propiedad de ellos, están en América: dos en Colombia (El
Desierto de la Candelaria, en Ráquira, Boyacá, y La Popa, en Cartagena) y uno
en Panamá —que antes era Colombia— (San José) (lec. 15,6).

6. Provincias actuales76

Son ocho, a saber:

a. Provincia de san Nicolás de Tolentino. Erigida el 31 de agosto de 1622,


tiene su curia provincial en Madrid, España. Es el baluarte misional de la
Orden. Todo lo que se ha dicho de Monteagudo se aplica a ella. Al conservar
su noviciado, logra aumentar el número de sus miembros y puede no sólo dar
un gran impulso a las misiones de Filipinas, sino también contribuir a la
restauración de la Provincia de la

76
Cf. A. MARTÍNEZ, La O.A.R. ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 23ss —. Informe del Prior General (Fr.
Javier
Pipaón) al capítulo general de 1998 —. ACTA ORDINIS, Vol. XXXIII, 1998, No. 93. 52º —. CAPÍTULO
GENERAL, 1998, Mensaje, Ordenaciones, Elecciones.
Candelaria. En 1907 da origen a la Provincia de santo Tomás y en 1948 a la de
san José. Actualmente tiene casas en España, Inglaterra, México, Costa Rica,
Estados Unidos y Brasil. Tiene a su cargo las misiones de Shangqiu (China) y
Lábrea (Brasil).

b. Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria (lección 19)

c. Provincia de santo Tomás de Villanueva. En 1907 se revive la antigua


Provincia del Pilar con algunas casas y ministerios, tanto de España como de
otros países, pertenecientes a la Provincia de san Nicolás. Dos años más tarde
se cambian los límites de acción y toma el título actual. Fue erigida el 10 de
junio de 1909 y su Curia Provincial está en Madrid. Se encuentra en España,
Argentina, Brasil y Venezuela. Tiene a su cargo la misión de Marajó (Brasil).
En 1960 da origen a la Provincia de santa Rita.

d. Provincia de san Agustín. Se funda el 29 de diciembre de 1943 por división


de la Provincia de la Candelaria y con casas y ministerios que ésta tiene en
Estados Unidos, República Dominicana y Puerto Rico. Su Curia Provincial
se encuentra en Estados Unidos y actualmente tiene casas en este país y en
México.

e. Provincia de san José. Nace de la Provincia de san Nicolás el 1 de octubre


de 1948; su Curia Provincial se encuentra en Madrid. Se le da el famoso
monasterio de san Millán de España y en la actualidad tiene casas en España,
Venezuela y Perú. Además, tiene a su cargo el territorio misional de Chota
(Perú).

f. Provincia de santa Rita. Se funda el 29 de junio 1960 con parte de las casas
y ministerios de la Provincia de santo Tomás de Brasil; entre ellas la casa de
Ribeirao Preto, que es la primera fundación canónica de la Orden en ese país.
Por eso tiene allí su Curia Provincial. Solamente tiene casas en Brasil.

g. Provincia de Nuestra Señora de la Consolación. Se erige el 12 de julio de


1961 con personal y casas de la Provincia de la Candelaria en España y
Centroamérica. Su Curia Provincial se encuentra en Madrid. Al presente está
extendida por España, Panamá, Guatemala y República Dominicana.
Administra el territorio misional de Bocas del Toro (Panamá).

h. Provincia de san Ezequiel Moreno. Es la última de las provincias de la


Orden. Nació mediante el Decreto del 28 de noviembre de 1998, al concluir
el 52º Capítulo General del mismo año. Su Curia Provincial está en Manila,
Filipinas, y se le asignan todas las casas que la Provincia de san Nicolás tenía
en este país, además las de Linyuan y Santimen en Taiwan (República de
China), y la reciente misión de Sierra Leona, en África.

7. La Recolección femenina

Dentro de la gran familia agustino-recoleta hay que hacer mención también de la


rama femenina. San Agustín se cuidó muy bien de extender el monacato entre
las mujeres, para lo cual fundó el monasterio de vírgenes en Hipona (lec. 12,4
d.). Recordemos que la “partida de nacimiento” de la Recolección habla también
de fundar otros tantos (monasterios) de mujeres (lec. 15,5).

Se habla siempre de tres Órdenes agustino-recoletas: la primera es la rama


masculina, de la que hemos venido hablando. La segunda está formada por las
Monjas agustinas recoletas de clausura.

“Las agustinas recoletas contemplativas son hijas del mismo movimiento


reformista que dio origen a los agustinos recoletos. También
ellas nacieron de la definición quinta del Capítulo de Toledo, que
ordenaba la fundación de tres o más conventos para las religiosas
deseosas de mayor perfección. Su primer convento, el de la Visitación,
surgió en Madrid el día 24 de diciembre de 1589. En su fundación
intervino de modo determinante el beato Alonso de Orozco77, pero el
auténtico responsable de su ‘fundación, institución y dotación’ fue el
provincial de Castilla”78.

Como todas las comunidades contemplativas, nuestras monjas recoletas nos


acompañan con sus oraciones y con ellas hacen fecundo nuestro apostolado. En
la actualidad se encuentran especialmente en España, México, Filipinas y
Estados Unidos.

Otra rama no menos importante son las Agustinas Descalzas; también se


llaman de san Juan de Ribera (1532-1611), quien fue su fundador. Era
Arzobispo de Valencia, España; admirador del movimiento recoleto o descalcez
del siglo XVI en esa nación, en 1597 reunió en Alcoy a un grupo de siete
religiosas, cuatro agustinas y tres carmelitas descalzas, quiso que se llamaran
Agustinas Descalzas y para eso les dio la regla de san Agustín, la correa y el
hábito de las agustinas

“y las constituciones de santa Teresa, que, como es sabido, reproducen


fielmente los ideales del movimiento recoleto y descalzo de la época”79.

Pronto se extendieron por toda España; a ellas pertenece la beata Inés de


Benigánim (fiesta el 22 de enero). San Ezequiel Moreno era muy devoto de ella
y le encomendó la restauración de la provincia de la Candelaria.

Lo anterior por lo que respecta a las monjas de clausura. Dentro de la rama


femenina de vida activa se cuentan las siguientes:

Agustinas recoletas de Filipinas, fundadas por dos hermanas llamadas Dionisia


77
Hoy santo.
78
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, Vol. XXVII, 1992, No. 86, 49.
79
Ib. p. 60.
(1691-1732) y Cecilia Rosa Talangpaz (1693-1731); en 1719 se establecieron
junto al convento de san Sebastián de Manila, de los padres Agustinos
Recoletos. El 6 de agosto de 1725 recibían de los recoletos el hábito de
terciarias agustinas recoletas. Entre 1902 y 1910 echaron las bases para
constituirse en una rama más de las fundaciones recoletas femeninas.

a. Un poco más cercanas a nosotros, en Venezuela, tenemos las Agustinas


Recoletas del Corazón de Jesús. Nacieron en Maracay, en 1893, fruto del
encuentro del sacerdote caraqueño Vicente López Aveledo y la señorita Laura
Cardozo (1875-1967), deseosa de consagrarse a Dios en la vida
contemplativa; el sacerdote la encaminó hacia el servicio de los enfermos,
víctimas de la peste, y en 1902 cambió su nombre por el de María de san José
(lec. 18,3). En 1902 ya eran Congregación religiosa, con la Regla de san
Agustín.

b. Misioneras Agustinas Recoletas, MAR

“Esta comunidad hunde sus raíces en el doble subsuelo contemplativo y


apostólico de la Orden. Tres de sus fundadores eran recoletas de clausura, y
el cuarto trabajaba en Kweiteh, la vanguardia misionera de la orden. En 1931
Monseñor Francisco Javier Ochoa (1889-1976) llevó consigo a China a tres
religiosas —Esperanza Ayerbe (1890-1967), Ángeles García (1905-1980) y
Carmela Ruiz (1909)— para que administrasen el orfanato de la prelatura y
formaran a algunas jóvenes chinas que se sentían llamadas a la vida religiosa.
En 1935 les confió la formación de las ‘agustinas catequistas de Cristo Rey’,
una congregación nativa que acababa de fundar, y en 1937 las incorporó a las
agustinas recoletas de Filipinas”80.

En 1941 ven la necesidad de fundar un noviciado en Monteagudo, España;


llegan a Santafé de Bogotá en 1945; luego se separan de las agustinas filipinas y
en 1947 toman el nombre de

Agustinas Recoletas Misioneras de María. Actualmente la congregación tiene


80
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1992, No. 86, 69.
más de 260 religiosas y están en España, Colombia, Brasil, Venezuela, China,
Argentina, Ecuador, Cuba, Perú, Taiwan y México.

En cuanto a su llegada a Colombia, hay que decir lo siguiente:

“En 1945 llegan de España las primeras Agustinas Recoletas, quienes se


establecen en casa cercana al colegio (se refiere al Colegio Agustiniano
Centro, lec. 19, 3), y comienzan su labor al frente del Kínder del
Agustiniano, el cual se les entrega para su dirección en forma
independiente del colegio”81.

c. Agustinas Recoletas de los enfermos, ARE. Fueron fundadas el 18 de enero


de 1985 por el sacerdote agustino recoleto Sebastián López de Murga en
Santafé de Bogotá, para apoyar espiritual y apostólicamente la Fundación san
Ezequiel Moreno (lec. 18,7).

8. Fraternidad seglar - Orden tercera

“Se llaman Órdenes terceras, o con otro nombre adecuado, aquellas


asociaciones cuyos miembros, viviendo en el mundo y participando del
espíritu de un instituto religioso, se dedican al apostolado y buscan la
perfección cristiana bajo la alta dirección de ese instituto”82.

La Regla de vida de los agustinos recoletos seglares, en el número 4, se expresa


así:

“La Fraternidad seglar agustino-recoleta acoge a los cristianos que,


impulsados por el Espíritu Santo a la perfección de la caridad, se
comprometen a vivir el Evangelio a la luz de la experiencia y de la
espiritualidad de la Orden de Agustinos Recoletos.

Sus miembros pertenecen plenamente a la familia agustiniana y participan


81
A. RESTREPO, Recuento histórico, Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria, 184.
82
Código de Derecho Canónico c. 303.
de su ideal, de sus gracias y de su fecundidad. Son hijos de la Recolección
agustiniana en la comunión fraterna de sus bienes espirituales, y son
llamados a la misión de servicio a la Iglesia y al mundo desde su
condición de seglares”.

Antiguamente se llamaban terciarios (santa Magdalena de Nagasaki era


terciaria, primero dominica y después agustina recoleta); hoy se llama orden
tercera, agustinos recoletos seglares o Fraternidad seglar. Este último
término es el más común.

Entre los años 1950-1986 la Orden tercera prácticamente estuvo desaparecida


debido a los cambios obrados en la Iglesia, especialmente con el concilio
Vaticano II. A partir de 1986 ha surgido nuevamente el interés por la
Fraternidad seglar, que en 1992 ya se encontraba establecida en España,
Filipinas, Colombia, Perú, Brasil, Venezuela, República Dominicana, Panamá,
Méjico, Estados Unidos y otros. En la actualidad todas las provincias tienen la
Fraternidad Seglar. En 1998 había 2.879 profesos y 355 novicios en toda la
Orden.

LECTURA
Propósito y carisma de la Orden

El propósito de la Orden de Agustinos Recoletos es el propio de una familia


religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la
autoridad de la Iglesia: sus miembros, viviendo en comunidad de hermanos,
desean seguir e imitar a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y
están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la
caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la primitiva legislación
y, muy especialmente, de la llamada Forma de vivir. El carisma agustiniano se
resume en el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en
convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres
para ganarlos y unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. El espíritu de la primitiva
legislación se expresa en la Definición 5a. del Capítulo de Toledo […]. Este
propósito fue el de los fundadores y ha ido realizándose a lo largo de la historia
de la Orden. La Orden de Agustinos Recoletos es, con pleno derecho, heredera
de la familia religiosa fundada por san Agustín. Patrimonio espiritual de la
Orden son la vida, la doctrina y la Regla de san Agustín, como también los
ejemplos de santidad y los desvelos por el reino de Dios de tantos hombres
ilustres que, a lo largo de los siglos, han dado esplendor a la gran familia
agustiniana83.

Cuestionario
83
Constituciones de la Orden de Agustinos Recoletos, números 6s.
1. ¿Qué importancia tiene para la Recolección Agustiniana el 16 de septiembre
de 1912?
2. ¿Qué es una Orden religiosa?
3. Haz una comparación entre la manera como está organizada una nación, por
ejemplo Colombia, y
la Orden de Agustinos Recoletos.
4. Cuando la Orden tiene que tramitar un asunto ante la Santa Sede, ¿Quién lo
hace?
5. Escribe las definiciones de los siguientes términos:
a) Capítulo general:
b) Capítulo provincial:
6. ¿Cómo se llama la última provincia de la Orden y en qué país se encuentra?
7. De todas las comunidades de monjas agustinas recoletas, ¿cuál es la más
antigua?
8. ¿Qué es la Fraternidad Seglar Agustino–recoleta? ¿Existe en el lugar donde
vives?
9. Cómo se prueba que la Orden de Agustinos Recoletos es heredera de san
Agustín?

No quiero tener hipócritas. Mala cosas es caer de un propósito, pero peor es


simularlo (Sermón 355,6).
LECCIÓN 18. FIN, ESPIRITUALIDAD Y APOSTOLADO DE LA ORDEN

1. Finalidad

Como ya se ha dicho, la Recolección agustiniana nació bajo el impulso de una


aspiración a mayor perfección que el Espíritu Santo despertó en algunos
religiosos de la Provincia agustina de Castilla (lec. 15,5). Por eso la Forma de
vivir hace que todos vivan, al principio, una vida de

“rigurosa observancia, áspera penitencia, continua oración, asidua


contemplación y, en algunos lugares, incluso de soledad eremítica. En
algunos conventos el fervor induce a los hermanos a hacer votos
especiales de humildad y de recolección; en uno, el Desierto de la Viciosa
(España), los religiosos pasan la mayor parte del día en adoración del
Santísimo”84.

Inicialmente no se le daba mucha importancia al apostolado, pero poco después


se vio la necesidad de dedicarse al mismo, y esto por tres motivos principales: a)
El rápido desarrollo de la

Recolección; b) el decreto del papa Clemente VIII del 5 de octubre de 1600, que
le da permiso de fundar casas en España y sus colonias; c) el ardiente fervor
misionero de los recoletos. Así se determina, en 1605, enviar la primera misión
apostólica a las Islas Filipinas. También la Recolección colombiana se lanza, en
1625, al apostolado misional en la región de Urabá, que tantos mártires le dará
después a la Recolección, como el cofundador de La Popa, el P. Alonso García
de Paredes.

Una vez que se ha dado el paso, nunca se ha vuelto atrás en el apostolado; éste
se tiene como parte esencial del carisma agustino recoleto:

“La comunidad es apostólica y su primer apostolado es la comunidad


misma: dedicada a la oración y a la práctica de las virtudes y unida en el
santo propósito de la vida común, es ya una obra apostólica.

84
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 24s.
Y, así como la contemplación reúne a los hermanos en la verdad y en el
amor, igualmente los debe ‘arrebatar en el servicio de la predicación
evangélica’. Por ello, la comunidad, atenta siempre a las necesidades de la
Iglesia, busca el lugar y el modo de ser más útil al servicio de Dios”85.

Pero de todas maneras, la Recolección siempre ha tenido en gran estima esa


tendencia contemplativa en la que nació. Los conventos de la Viciosa en España,
de la Candelaria en Colombia y otros, están invitando continuamente a la vida
de oración y recogimiento.

Recordemos que en todos los conventos de la Recolección debían construirse


ermitas para retirarse allí a orar quienes quisieran hacerlo con más intensidad;
esta es la explicación de la ermita que, según se dice, había en la huerta superior
del Desierto de la Candelaria, detrás de la iglesia actual, a donde el padre Mateo
Delgado se retiraba con frecuencia a orar.

2. Espiritualidad

La espiritualidad de la Orden es eminentemente agustiniana, ya que la


Recolección es un movimiento dentro de la Orden de san Agustín; es un brote
del viejo tronco agustiniano. Los dos documentos básicos han sido y seguirán
siendo la Regla de san Agustín y la Forma de vivir.

La espiritualidad de la Orden está resumida en las Constituciones, y queda ya


expuesta en la lección 17, lectura.

Dos son, pues, los elementos esenciales de la Orden: lo agustiniano y lo


recoleto. El primer elemento nos hace descendientes, herederos y continuadores
de Agustín de Hipona; el segundo nos compromete a vivir una vida de oración,
recogimiento y apostolado.

85
Constituciones de la Orden, 25.
Un agustino debe procurar cultivar en sí los aspectos que alimentaron la vida
espiritual del obispo de Hipona, así:

a. Elemento cristológico. Cristo era para Agustín el centro de toda su vida.


Cuando leyó el Hortensio (lec. 4,2), se desilusionó porque no encontró en él
el nombre de Cristo. Cuando aparecen los maniqueos se adhiere a ellos
porque le prometen ayudarle a seguir radicalmente a Cristo; también se
desilusiona cuando se da cuenta de que lo engañan alejándolo más bien de él
(lec. 20,2 b).

b. Elemento eclesial. Agustín siempre estuvo al servicio de la Iglesia; no quería


ser sacerdote pero aceptó porque la Iglesia, los fieles, se lo pedían; tampoco
deseaba el episcopado, y también lo aceptó por obediencia y amor a la
Iglesia. Deseaba vivir únicamente vida de comunidad con sus hermanos y,
sin embargo, tuvo que dedicarse primero que todo a su diócesis de Hipona
(lec. 20,2 c).

c. Elemento primario de la caridad, virtud que modera todos los ejercicios de


acción y contemplación. De ahí la insistencia del Santo en tener una sola
alma y un sólo corazón en Dios.

d. Elemento comunitario. Agustín, recordemos, es el inspirador y fundador de


la vida común. Ser comunidad es algo esencial al agustino; vivir en
comunidad ha de ser su mayor aspiración (lec. 20,2e).

Un agustino recoleto no debe alejarse de la meta agustiniana ni del espíritu de la


Forma de vivir. Naturalmente que ahora no podemos vivir con las formas y
maneras del siglo XVI, pero sí tenemos que seguir conservando el espíritu.

3. Nuestros santos (Cf. lec. complementaria 4: santoral).


Todos los santos de la Orden se han identificado con las directrices espirituales
de lo agustiniano y de lo recoleto.

Constituyen parte del genuino tesoro de nuestra espiritualidad la devoción a san


José, “especial protector de la Orden”86, proclamado tal en 1669, y la Virgen
María, “en cuya válida protección se apoya la Recolección agustiniana87” bajo el
título de MADRE DE LA CONSOLACIÓN, nuestra patrona, y cuya fiesta es el
4 de septiembre. Casi todas nuestras casas están dedicadas a la Virgen bajo las
más variadas advocaciones. Recordemos, entre nosotros, la Virgen de la
Candelaria.

Patrimonio espiritual nuestro son las vidas de los santos y santas; ya hemos
enumerado algunos a lo largo de esta segunda parte del curso; veamos otros:

El 18 de octubre de 1987 fue canonizada la beata María Magdalena de


Nagasaki, japonesa, cruelmente martirizada en septiembre de 1634. Murió
como terciaria agustina recoleta y por eso fue declarada patrona de la
Fraternidad seglar el 14 de enero de 1989. Su fiesta es el 20 de octubre.

El 23 de abril del mismo año fueron beatificados los padres Martín de san
Nicolás y Melchor de san Agustín, martirizados también en el Japón el 11 de
diciembre de 1632 (fueron quemados vivos). Fiesta, el 28 de septiembre.

Ya se habló también de la tan anhelada canonización de san Ezequiel Moreno, el


11 de octubre de 1992 (lec. 16, lectura). Su fiesta es el 19 de agosto.

El 7 de mayo de 1995 fue beatificada la primera santa venezolana, madre María


de san José, fundadora de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, en
Venezuela (lec. 17,7c). Su fiesta es el mismo día 7 de mayo.
86
Constituciones 80.
87
Ib. 78.
Durante la guerra civil española, por los años 1932ss, fueron martirizados
(fusilados) el P. Vicente Soler, que había sido superior general de la Orden, y
otros siete compañeros; todos fueron beatificados el 7 de mayo de 1999; se los
llama los mártires de Motril por haber sido asesinados en esta ciudad del sur de
España. Su fiesta es el 4 de mayo.

El último canonizado es san Alonso de Orozco (lec. 15,5).

Hay varios procesos abiertos, entre ellos el de Sor Mónica de Jesús, monja
agustina recoleta española; la hermana Cleusa Carolina Rody Coelho, MAR,
martirizada en el Brasil el 28 de abril de 1985 por defender los derechos de los
pobres; la madre Esperanza Ayerbe, cofundadora de las misioneras agustinas
recoletas.

Lo anterior indica que la Recolección agustiniana sigue viva espiritualmente y


que la santidad no es algo de ayer solamente, ya pasada de moda, sino que el
Espíritu Santo continúa dando a la Iglesia, en este caso a través de la
Recolección, frutos de santidad.

4. Apostolado

“Los recoletos no vieron incompatibilidad alguna entre el apostolado y la


vida común, entre la ascesis y el amor a las almas, entre el retiro del
mundo y la presencia salvadora; más bien creyeron que ambos polos de la
vida religiosa son interdependientes y reciben aliento de un mismo núcleo
o ecuador, que es el amor de Dios”88.

88
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., 67.
La Recolección agustiniana no quiso, pues, ni pudo marginarse del apostolado,
como tampoco lo hicieron otras comunidades que abrazaron el movimiento
recoleto. En su labor apostólica se pueden distinguir dos períodos: del 1605 al
1898 y del 1898 a nuestros días.

“En el primer período (1605-1898) la Recolección ejerce el apostolado en


España, Filipinas y Colombia. En España se dedican sus miembros a la
vida conventual y al ministerio entre los fieles; fuera de España
predomina la acción evangelizadora (misiones) en Filipinas, Japón,
Arabia, las Marianas y Colombia”89.

El segundo período, que abarca desde 1898 hasta nuestros días, coincide con las
guerras de la independencia en Filipinas, donde se encontraba más del 80 % de
la Congregación, y la subsiguiente huida de muchos religiosos hacia América,
principalmente, iniciándose la expansión de la Recolección por todo el
continente americano. Recordemos que este segundo período coincide también
con la restauración de la Provincia de la Candelaria por san Ezequiel Moreno y
seis religiosos más (lec. 16,5).

5. Las misiones

“Filipinas es nuestro primer campo de acción misional. La importancia de


las misiones filipinas en nuestra historia es tal que, humanamente
hablando, si la Recolección no desaparece completamente en el siglo
pasado, se debe a ellas”90.

Ya se dijo que los primeros misioneros recoletos llegaron a Filipinas en 1606


(lec. 16,3); entre ellos se encuentra el padre Miguel de la Madre de Dios, quien
al año siguiente fue martirizado como san Esteban, ya que murió apedreado en
Manila.

Filipinas es la única nación católica en el Extremo Oriente; y la orden de


Agustinos Recoletos es la quinta y última de las corporaciones religiosas que
89
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1980, No. 70, 27.
90
Ib. 28.
dejan su huella espiritual allí. No menos de 40 recoletos derramaron su sangre
en defensa de la fe, sin contar las 27 víctimas de la revolución de 1898.

Un dato muy significativo: más de 15 de las jurisdicciones eclesiásticas


(diócesis) erigidas en este siglo están situadas en territorios evangelizados
exclusivamente, o por largo tiempo, por nuestros religiosos.

“Filipinas es como el cuartel general de donde salen expediciones


misionales en el Oriente. Se preparan varias misiones al Japón en los años
1623-1632, pero sólo dos, cada una formada por dos religiosos, pueden
llegar a su destino. Son años de persecución; cuatro de nuestros religiosos
conquistan la palma del martirio: los padres Francisco de Jesús, Vicente
de san Agustín, Martín de san Nicolás y Melchor de san Agustín; todos
son quemados vivos en 1632, tras haber sido diversamente torturados”91.

Los dos primeros habían sido declarados beatos en 1867, junto con otros
mártires de la Iglesia. Los dos últimos el 23 de abril de 1987, como se acaba de
decir (número 3).

“No es menor la intrepidez del espíritu evangélico que demuestra la


provincia colombiana. Su primer lugar misional es la región del Golfo de
Urabá. Durante los ocho años (1626-1634) que dura la misión se fundan
15 pueblos y se bautizan 15.000 indígenas. Todo ello a un alto precio: en
1633 mueren alanceados y asaeteados, víctimas de la ira de un cacique al
que le reprenden su mala conducta, los padres Alonso de la Cruz,
Bartolomé de los Ángeles y Miguel de la Magdalena.

Sa pasa después a evangelizar, hasta el año 1637, en las regiones del


Darién y del Chocó, en donde se distingue el padre Andrés Miranda, y
también en la Isla de santa Catalina. La empresa dura poco por falta
absoluta de protección.

Es en los llanos de Casanare, sin embargo, donde la Provincia de la


Candelaria prodiga sacrificios sin cuento desde el principio (1662) hasta
91
Ib.
el presente. […] Las autoridades del Vicerreinado encomian el progreso
de estas misiones y la dedicación de los religiosos al aprendizaje de los
dialectos indígenas. Desgraciadamente, leyes adversas merman el
personal de la Provincia y ésta se ve obligada a dejar varios ministerios en
1828; y sale de Casanare en 1855. En 1890 vuelve un grupo de
misioneros presidido por el padre Ezequiel Moreno. Tres años más tarde,
en 1893 el padre Ezequiel es nombrado primer Vicario Apostólico de
Casanare; con esta jurisdicción comienza la reorganización de los
territorios misionales en Colombia.

La segunda etapa misionera (1898)— se inicia con la salida precipitada de


muchos religiosos de las Islas Filipinas, que se dispersan por la América
meridional. […] Por el año 1915 se nota una orientación hacia las grandes
ciudades, dejando los lugares más aislados”92.

Por esta época se fundan casas en Sao Paulo, Caracas y Río de Janeiro. También
se comienza a trabajar por conseguir misiones especialmente encomendadas a la
Orden por la Santa Sede. En la actualidad son ocho los territorios de misión
encomendados a la Orden: Shangqiu en China, Lábrea y Marajó en Brasil,
Taiwan

en Taiwan, Makeni en Sierra Leona (África), Chota en Perú, Bocas del Toro en
Panamá y Trinidad en Colombia.

6. Las parroquias

El ministerio apostólico es parte esencial de nuestro carisma e identidad recoleta.


La Orden también se ha dedicado intensamente al ministerio parroquial. Son
muchísimos los templos y casas parroquiales construidos por nuestros religiosos,
especialmente en Filipinas y en América. Así leemos en el Informe del Prior
General sobre el estado de la Orden, 1998, p. 22, 6.1:

“Los religiosos de la Orden administran 189 parroquias en distintos países


y con enormes variantes respecto del número de feligreses, lengua, nivel
socio-cultural, y otros factores. En estos ministerios trabaja más de un
92
Ib. 29s.
tercio de los frailes agustinos recoletos; ello indi

ca la importancia que este apostolado y lo relacionado con él tienen para


nuestra comunidad. El número de parroquias distribuido por provincias es
el siguiente: Curia general, 1; san Nicolás, 66; Candelaria, 15; santo
Tomás, 30, san Agustín, 8; san José 29; santa Rita, 9; La Consolación
31”93.

7. Los enfermos

“El ministerio parroquial entre los enfermos se ejerce en varios lugares;


desde 1917 hasta 1936 en el leprosorio venezolano de Caboblanco, y de
1917 hasta muy recientemente en el de la isla de la Providencia. Ya hace
varios años que los recoletos administran en la ciudad de Méjico una
93
Cuando se elaboró el informe todavía no había sido erigida la Provincia de san Ezequiel; por lo tanto sus
parroquias se restan del número de las de san Nicolás (66), a la que pertenecía Filipinas.
parroquia singular, la cual comprende dos hospitales generales y once
especializados, con un promedio de 8.000 enfermos permanentes.

En 1976, antes de cumplirse el año de la beatificación del padre Ezequiel


Moreno, el padre Sebastián López de Murga concibe la Fundación Beato
Ezequiel (hoy san Ezequiel), en Colombia, cuyo fin inicial es visitar a
los enfermos, sobre todo cancerosos, sin discriminación de categoría
social, económica o ideológica, para llevarles consuelo, aliento y cariño
cristianos. A los enfermos muy pobres se les pasa una ayuda económica
fija mensualmente. Y a su muerte se da a su familia una ayuda especial
para los gastos del funeral. […] Los miembros de la Fundación colaboran
con dinero, si pueden; visitan de hecho a los enfermos, o rezan por la
obra, como las religiosas de clausura. La Fundación se inició en Bogotá
con proyección ilimitada”94.

En la actualidad prácticamente está extendida por toda Colombia. Hay sedes en


35 ciudades, apoyadas, como se dijo antes, por las hermanas ARE (lec. 17,7 d).

8. La educación

“La educación de la juventud es una actividad reciente entre los agustinos


recoletos. Si se prescinde de las escuelas misionales y de algunos tanteos
locales, entre los que cabe mencionar un colegio en Cartago (Costa Rica)
a mediados del siglo XVII y de los colegios filipinos de Vigan, en la isla
de Luzón, y Bacólod, en la de Negros, a finales del siglo XIX, está casi
totalmente ausente en la vida diaria de los religiosos. A finales del siglo
XIX y principios del XX algunos religiosos comienzan a advertir su
utilidad y dan vida a algunas escuelas que, sin embargo, rara vez rebasan
el nivel primario. Las constituciones de 1912, 1928 y 1937 hablan de él,
pero sólo en las postconciliares encontrará plena ciudadanía.

La vida corrió un poco más de prisa que las leyes. Ya en 1922 la provincia
brasileña piensa seriamente en la apertura de algún colegio; en 1940 la
94
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1980, N. 70, 31.
filipina ordenó la apertura inmediata de ‘colegios o gimnasios de
enseñanza primaria y superior’. Fruto de esta acta capitular será la
fundación simultánea del colegio santo Tomás de Villanueva, en san
Carlos (Filipinas), san Sebastián, en Manila, y Fray Luis de León, en
Caracas. Los tres abrieron sus puertas en el año escolar 1941-42; en los
años siguientes aparecieron colegios en Bogotá (1944), Río de Janeiro
(1946), Cebú (1947), Buenos Aires (1947), Panamá (1954), Caracas
(1954 y 1960), Motril (1956), Volta Redonda, en el estado brasileño de
Río de Janeiro (1956). […] La orden dirige dos universidades, tres centros
de rango universitario… 95.

En la actualidad,

“La Orden tiene la responsabilidad de numerosos centros de enseñanza en


los que ejercen el apostolado de la educación cerca de doscientos
religiosos. […] Los centros educativos están situados en

diversas naciones: Filipinas (8), España (9), Colombia (7), Venezuela (5),
Brasil (2), Perú (2), Argentina (3), Panamá (1), México (1), Costa Rica (1)
y República Dominicana (1)”96.

LECTURA
Qué significa Recolección

La especial vocación del agustino recoleto es la continua conversación con


Cristo, y su cuidado principal es atender a todo lo que más de cerca lo pueda
encender en su amor. El hombre, por la soberbia, se aparta de Dios; cae en sí
mismo y resbala hacia las criaturas, disipándose en la dispersión de las cosas
temporales. Sólo con la ayuda de Cristo, mediante la purificación por la
95
A. MARTÍNEZ, La O.A.R., ACTA ORDINIS, 1992, número 86, 46.
96
Informe al Capítulo General, 1998, p. 24.
humildad, puede el hombre recogerse y entrar otra vez en sí mismo, donde
comienza a buscar los valores eternos, reencuentra a Cristo y reconoce a los
hermanos. Esta es la interiorización trascendida agustiniana, principio de toda
piedad. Este es el recogimiento o recolección de la Forma de vivir, camino que
lleva derechamente a la contemplación, a la comunidad y al apostolado.

Efectivamente, Recolección es un proceso activo y dinámico por el que el


hombre disgregado y desparramado por la herida del pecado, movido por la
gracia, entra dentro de sí mismo donde ya lo está esperando Dios e, iluminado
por Cristo, maestro interior sin el cual “el Espíritu Santo no instruye ni ilumina a
nadie”, se trasciende a sí mismo, se renueva según la imagen del hom

bre nuevo que es Cristo y se pacifica en la contemplación de la Verdad.

Es también espíritu y ejercicio de oración. Es, finalmente, espíritu de penitencia


y de continua conversión, que limpia el corazón para ver a Dios, y es
manifestación de ese mismo espíritu en las obras externas por las que aparece lo
que hay dentro97.

Cuestionario

1. La especial vocación del agustino recoleto es la conversación con Cristo;


¿cómo crees que se lleva a cabo esto?
2. La Orden se lanzó al apostolado misional así (completa):
97
Constituciones de la Orden, 11s.
a) en 1605:
b) en 1625:
3. ¿Cuál debe ser el primer apostolado de la comunidad?
4. ¿Cuáles son los dos documentos básicos de la Recolección Agustiniana?
5. ¿Cómo debe manifestar un agustino recoleto su amor a la Iglesia?

6. ¿Quién es la Patrona de la Orden? ¿Cuándo es su fiesta?


7. ¿Qué importancia tiene Filipinas en la historia de la Orden?
8. ¿En qué año llegó la Orden por primera vez a los llanos de Casanare?

Preferí tener cojos a llorar muertos. En efecto, quien es hipócrita está muerto
(Sermón 356,14).
LECCIÓN 19. PROVINCIA DE LA CANDELARIA
(Colombia y Chile)

Generalidades

El título le viene de la devoción que profesó desde su cuna al misterio de la


Purificación de Nuestra Señora, cuya fiesta es el 2 de febrero, celebrada de
modo especial en El Desierto, en la iglesia de la Candelaria de Bogotá y en el
convento de la Popa, Cartagena.

La provincia prácticamente comenzó el 12 de agosto de 1604, cuando el P.


Mateo Delgado y dos aspirantes más vistieron el hábito de recoletos en El
Desierto de la Candelaria. En 1629 la recolección americana, futura provincia de
la Candelaria, fue separada de la O.S.A. en América e incorporada a la
recolección española (lec. 15,6). Sin embargo, se tiene como fecha oficial de su
erección canónica el 15 de abril de 1663. La curia provincial está en Bogotá.
Tiene casas en Colombia y Chile.

Los historiadores colombianos, sobre todo los antiguos, llaman a nuestros


religiosos padres candelarios. En 1943 da origen

a la provincia de san Agustín y en 1961 a la de Nuestra Señora de la


Consolación. Tuvo encomendadas las misiones de Casanare hasta que dicha
jurisdicción eclesiástica fue elevada a la categoría de diócesis en 1999; se creó
entonces el nuevo Vicariato de Trinidad y fue encomendado a la Provincia (lec.
16,4). Su apostolado abarca también parroquias y centros educativos.

La historia de la provincia se identifica en gran parte con la historia de la


Recolección en América (lec. 15,6 y 16,4); ésta y la provincia de san Nicolás son
las más antiguas de la Orden. Ha tenido muchas casas y ministerios en
Colombia, gran parte de los cuales se han ido dejando por diferentes motivos,
especialmente por falta de personal, otros pocos se han mantenido y han
aparecido algunos nuevos. He aquí las casas actuales por orden de antigüedad98:

1. Convento noviciado de El Desierto de la Candelaria, Ráquira, Boyacá.

“Es la Casa Madre de la Provincia de la Candelaria, y una de las más


venerables de toda la Orden. Su origen se remonta al año 1597, lo que la
hace el convento más antiguo de Colombia, existente hasta el presente
como tal. Porque aunque, se construyeron en la colonia española otros en
años anteriores, no obstante, desaparecieron, o no existen en el momento
como conventos propiamente tales. Esa circunstancia hace que el Desierto
de La Candelaria, tenga una gran respetabilidad historial en Colombia y
que sea altamente apreciado a nivel nacional”99.

Hacia 1597 comenzó a formarse lo que es hoy la vereda de La Candelaria; un


grupo de ermitaños llegó a la región y comenzó a construir chozas pajizas y una
capilla dedicada a la Virgen.

Poco tiempo después, alrededor de 1604, el padre Mateo Delgado se encontraba


catequizando en una vereda cercana a Ráquira, llamada Tijo. Durante los años
98
Cf. D. SALAS, Breve monografía de las casas y ministerios actuales de la Provincia, BOLETÍN DE LA
PROVINCIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA, abril-diciembre 1978, No. 558, 137-182.
99
Ib. 138s.
1601-1603 los ermitaños se habían dirigido varias veces por carta a los padres
Vicente Mallol, provincial de los agustinos en Colombia, y Mateo Delgado, para
que la comunidad se hiciera presente en la Candelaria. Al fin aceptó el padre
Mateo y fue allí donde concibió la idea de fundar el convento en 1604 (lec.
15,6), con la autorización del P. Vicente Mallol, a quien la Recolección en
América le debe mucho, pues la apoyó y la favoreció desde un principio. Él es el
auténtico y principal fundador de los conventos de El Desierto en Ráquira y La
Popa en Cartagena (lec. 15,6 y 16,4).

La vida espiritual y religiosa era tan intensa que muy pronto fueron llegando
novicios en abundancia; por eso el convento inició su vida como casa noviciado
de la Recolección, y el padre Mateo Delgado desempeñó el cargo de maestro de
novicios por muchos años. La nueva fundación no sólo fue semillero de
vocaciones sino también de fundadores: de allí salieron los que fundaron en
Cartagena, Bogotá, Panamá, Tunja, etc., y los que conformaron la Recolección
para toda América.

Igualmente se escogió el Desierto como centro de reuniones y capítulos


provinciales. La vida allí fue, pues, muy activa y dinámica hasta los años de la
Independencia, en que se vio envuelto en los trastornos de la época. En 1861 las
leyes anticlericales del dictador Mosquera obligó a los religiosos a retirarse y
dejar el convento en manos del Estado (lec. 16,3); no sufrió daños mayores
gracias a que algunos religiosos siguieron cuidándolo, a pesar de las muchas
dificultades, entre ellos el padre Norberto Valbuena, hasta que la restauración de
1889, con san Ezequiel Moreno a la cabeza, lo recuperó definitivamente para la
comunidad, aunque ya lo había hecho jurídicamente el citado padre Valbuena. El
15 de diciembre de 1876 fue abierto oficialmente como casa noviciado, con
carácter de perpetuidad,. Desde entonces la provincia lo sigue queriendo y
cuidando con esmero

como casa de retiros, reuniones y formación, especialmente noviciado, con


algunas cortas interrupciones.
“A través de estos últimos cuarenta años la presencia de la comunidad de
los Agustinos Recoletos, en el convento de la Candelaria, no se ha visto
interrumpida y los claustros se han mantenido generalmente con un
nutrido grupo de religiosos”100.

De 1977 para acá el convento ha recobrado su identidad como casa noviciado,


incluso para novicios extranjeros.

Dentro de sus joyas artísticas hay que mencionar el cuadro de la Virgen de la


Candelaria, pintado en 1597 por Francisco del Pozo, artista italiano que vivía en
Tunja. Ha tenido varias restauraciones; en la actualidad se encuentra
exactamente como lo pintó el artista. El papa Pablo VI le concedió la coronación
canónica en 1963, hecho que se llevó a cabo el 2 de febrero de 1964 por el
entonces Vicario Apostólico de Casanare, Monseñor Nicasio Balisa.

En cuanto a mejores y restauraciones del edificio, son muchas pero solamente


cabe mencionar dos: la apertura de las actuales hospederías en 1978 y la
construcción del tramo nuevo en 1989 para conmemorar los 400 años de la
Recolección y con miras a prestar un buen servicio, no sólo a nuestros religiosos
huéspedes, sino a otros que quieran venir a hacer sus retiros espirituales, como
de hecho está sucediendo. Se perfila así este sitio como futura sede de una casa
de retiros, además de seguir siendo casa de formación. Hay terreno suficiente
para una futura construcción con este fin. En la actualidad se ha construido un
nuevo tramo y se han hecho reparaciones en los techos de la vieja edificación,
con motivo del IV centenario (2004) de la Recolección en América.

2. Convento de la Popa y parroquia san Agustín, Cartagena (Tels. 6662331.


Parroquia: 6663356)
100
A. RESTREPO, Recuento histórico, 48.
En las postrimerías del siglo XVI, el cerro de la Popa era un lugar salvaje, donde
las tribus existentes rendían culto al demonio.

Los primeros agustinos llegaron a Cartagena en 1580. Ya en 1606 había un


grupo de recoletos en La Popa. Dos son los fundadores del convento: el padre
Vicente Mallol, provincial de la provincia agustiniana del Nuevo Reino de
Granada, a quien se considera como el fundador jurídico puesto que hizo las
diligencias ante el gobierno civil y eclesiástico de Cartagena y obtuvo licencias
para la fundación los días 5 y 6 de diciembre de 1606.

Al padre Alonso García Paredes, o Alonso de la Cruz, también se le tiene como


fundador, ya que fue designado por los superiores para consolidar la fundación
y levantar el edificio. Nunca fue prior de La Popa sino vicario prior en tres
ocasiones. Posteriormente se fue a las misiones de Urabá, donde fue martirizado
en 1633101. La fundación comenzó por la instalación de una gran cruz, símbolo
de la expulsión del demonio y la implantación de la fe cristiana. De ahí también
el nombre de Santa Cruz de la Popa.

Durante dos siglos, tanto el convento como la iglesia, dedicada a Nuestra Señora
de la Candelaria, fueron foco de irradiación espiritual, científica y misionera. En
1815, cuando Morillo sitió a Cartagena, el convento quedó tan averiado que
tuvieron que abandonarlo. En 1822 el Libertador Simón Bolívar decretó la
expropiación de todos los conventos menores y, aunque luego derogó el decreto,
los recoletos no pudieron volver a pesar de los intentos por lograrlo. Así el
convento pasó a manos del Estado que lo empleó, entre otras cosas, como
hospital militar, terminando en ruinas y en un completo abandono.

En 1961, cuando las autoridades civiles quisieron restaurar el convento con fines
turísticos, invitaron de nuevo a la Comunidad, que aceptó gustosa después de
101
Cf. C. CARDONA, La Popa, resumen histórico, Editorial Kimpres, Bogotá 2002, 28ss.
algunas conversaciones. Las obras de restauración se iniciaron de inmediato;
fueron concluidas oficialmente el 28 de agosto de 1966, fecha en que los
recoletos volvieron a vivir en su antigua casa, y ahí continúan hasta hoy.

Mientras duraba la restauración los agustinos se hicieron cargo de la parroquia


de Ntra. Señora de las Mercedes, en el barrio El Cabrero. El Arzobispado de
Cartagena creó luego la parroquia de San Agustín, en el barrio Canapote, el 21
de septiembre de 1965 y le fue encomendada a la Comunidad a cambio de la
anterior.

“En 1965 las fiestas patronales de la Virgen de la Candelaria de la Popa,


se engalanaron de singular solemnidad. El fervor mariano del cristiano
costeño, muy particular en su forma de practicarlo y vivirlo, se manifestó
en su plenitud gracias al empeño y a la preparación de las festividades
realizadas por los Religiosos Agustinos Recoletos.

Las fiestas se vieron coronadas con un acontecimiento que emocionó a


todos y cada uno de quienes participaron en ellas. El Sr. Alcalde de la
ciudad Dr. Juan Pupo Mora, […] la declara PROTECTORA DE LA
CIUDAD Y DE SUS CONTORNOS…

Veinticinco años del regreso de la comunidad a Cartagena, pedían una


solemnidad especial para conmemorar un tan grandioso acontecimiento.
[…] El anhelado 6 de julio […] la entusiasta multitud dio una bienvenida
calurosa a su santidad Juan Pablo II.

Con gran solemnidad su Santidad coronó la pequeña imagen de la


Candelaria o Virgen de la Popa, como allí se le llama”102.

3. Colegio Agustiniano de san Nicolás (Agustiniano Centro). Modalidad:


masculino.
102
A. RESTREPO, ob. cit. 125-127.130.
Iglesia y residencia de la Candelaria. Bogotá (Calle 11 3-18. A.A. 4975.
Conmutador 5621980)

En el año 1631 se fundó un pequeño hospicio en las cercanías del río San
Francisco (hacia la actual calle 16) para hospedaje de los religiosos que tenían
que venir a Santafé desde El Desierto de la Candelaria. Pero por las
inundaciones del río en tiempo de lluvias, aquel sitio no resultó favorable y se
hizo una permuta por el lugar actual (Calle 11 con carrera 4), en donde entre
1635 y 1703 se fundó, primero, el Hospicio de san Nicolás de Tolentino,
juntamente con la iglesia de la Candelaria.

El Gobierno anticlerical del dictador Tomás Cipriano de Mosquera le quitó esta


casa a la Comunidad en 1861 y pasó a poder del Estado, que la usó como
cuartel, colegio de artes y escuela de ingeniería. En 1880 la Curia primada de
Bogotá la negoció con el Gobierno y la convirtió en Seminario conciliar.
Cuando dicha Curia construía su propio Seminario en el norte de la ciudad, puso
en venta el claustro agustiniano y la Comunidad lo compró en 1943. El 15 de
diciembre comenzaron los trabajos de adaptación de las diferentes dependencias
para salones de clase. Desde entonces funciona allí el colegio, que es el primero
de los fundados por los recoletos en Colombia.

El colegio abrió sus puertas en el mes de febrero de 1944; en 1948 comenzó a


prestar también sus servicios como internado hasta el año 1958. Al principio
colaboraron las Hermanas Agustinas Recoletas, MAR, llegadas a Colombia con
este fin en 1945 (lec. 17,7 c).

Debido a los altos costos de mantenimiento del edificio, ya muy viejo, y de las
dificultades para transitar por el centro de la ciudad, se ha hablado mucho de
trasladar el colegio a otro sitio; incluso los dos colegios, el Agustiniano Norte
(No. 13) y el Ciudad Salitre (No. 16), inicialmente se construyeron con este fin;
a

la hora de la verdad, han sido dos colegios más en la capital colombiana y el


viejo claustro sigue funcionando como centro educativo, el primero de la
Provincia.

La pequeña residencia que se llamó de la Candelaria, tuvo su origen a finales del


siglo pasado, cuando se inició la restauración de la provincia y lo único que
quedaba como propiedad de la Comunidad era un pequeño lote adyacente a la
sacristía de la iglesia. Al llegar los padres restauradores, con el padre Ezequiel
Moreno a la cabeza, levantaron en dicho lote una pequeña casa de tres pisos, que
entonces se consideró como un lujo, y fue esa residencia la que sirvió como casa
provincial hasta 1975 (No. 10).

El culto y apostolado en la iglesia de la Candelaria fue realmente admirable


hasta hace relativamente poco tiempo, cuando el barrio del mismo nombre dejó
de ser residencial y se convirtió en comercial103. Un terremoto, hace años, dejó la
iglesia de la Candelaria muy averiada; en la actualidad se ha emprendido en
serio su restauración, con muy buenas perspectivas y con fondos oficiales.

4. Parroquia del Sagrado Corazón, Manizales (Cra. 19 18-53. A. A. 329. Tel.


8822638)

El 12 de marzo de 1901 llegaron los primeros recoletos a Manizales y fundaron


la primera casa en el mismo año. La Comunidad de Agustinos Recoletos fue la
primera radicada en Manizales. Uno de los religiosos más notables fue el padre
Julián Ongay Arbe, fallecido en Manizales en 1979, y al cual todavía venera la
ciudad. Reconstruyó el templo actual y fundó un colegio agustiniano en la
antigua casona vieja, el cual fue clausurado en 1971. En la actualidad ya no
existe la casona sino un moderno edificio, construido entre los años 1974 y 1977
para residencia de la Comunidad, locales comerciales y vivienda.

En cuanto a la historia de la iglesia, podemos resumirla así: el 21 de junio de


1914 se colocó la primera piedra del gran templo, que se construiría en honor del
103
Cf. ib. 150s.
Sagrado Corazón de Jesús; durante los días 10-13 de febrero de 1923 se tuvieron
los actos de inauguración. Gran parte de la construcción se hizo en madera, y
esto fue fatal para el templo: el 5 de septiembre de 1955 un rayo provocó un
incendio que, aunque sofocado rápidamente, lo dejó muy averiado. Por esto fue
necesaria su reconstrucción, obra monumental que se inició el 30 de julio de
1956 y se concluyó totalmente en 1972.

5. Postulantado-filosofado, La Linda, Manizales (A. A. 262. Tel. 8708212/29)

En 1904 los padres agustinos recoletos de Manizales compraron el primer


terreno y construyeron una casita con capilla adyacente para descanso de los
mismos y atención espiritual de los fieles que la rodeaban. Nunca se imaginaron
que llegaría a ser lo que es hoy: la primera casa de formación de la Provincia, y
una de las más queridas de todos los frailes ya que prácticamente es paso
obligado de todos en la primera etapa de formación.

La Vereda queda a 7 kilómetros de Manizales. Durante los años 1920-1930 se


agrandó la construcción con miras a convertirla en Colegio Apostólico o
Seminario menor de la Comunidad, que funcionaba en Suba, Bogotá. La casa
fue erigida canónicamente el 6 de mayo de 1930, y el 27 de junio del mismo año
era constituida oficialmente como Seminario menor, con capacidad para unos 35
alumnos. Más tarde se fueron ampliando, tanto el terreno como el edificio, hasta
tal punto que podía albergar a más de 100 alumnos internos.

La primera piedra del actual edificio se colocó en 1954, con motivo del XVI
centenario del nacimiento de san Agustín, pero surgieron muchas dificultades y
sólo el 8 de junio de 1959 se iniciaron las obras, que culminaron felizmente el
28 de agosto

de 1960, al menos el primer tramo (el de los alumnos); el segundo (de los
padres) se inauguró en enero de 1963.
En la actualidad la casa presta servicios, primero que todo a la Provincia como
casa postulantado-filosofado (desde el año 1983), de retiros y sede de varias
reuniones, especialmente capítulos provinciales. También sirve a la Orden, pues
desde que se iniciaron en 1979 los cursos de Renovación o actualización para
todos los religiosos de América, ésta ha sido la casa preferida para tales
encuentros.

7. Convento de Suba: Teologado, parroquia, colegio. Modalidad: mixto.


Bogotá (Calle 144 89-
39. Tel. 6847543).

El 27 de octubre de 1906 fue erigida la casa como residencia de la Comunidad.


La parroquia lleva el título de la Inmaculada Concepción. La edificación tiene
tres tramos completamente diferenciados: el que da a la plaza, de principios del
siglo, fue la antigua residencia y seminario de la Comunidad; ahora funciona allí
el Colegio Agustiniano de Suba. Otro intermedio, cuya construcción comenzó el
15 de noviembre de 1948 y terminó el 23 de junio de 1949. Fue por muchos
años noviciado y teologado; hoy es parte del colegio. Y el tramo superior,
moderno, cuya construcción se inició el 13 de septiembre de 1965 y se inauguró
el 17 de septiembre de 1967, con capacidad para unos 38 religiosos.

Poco a poco se han ido restaurando, adaptando y construyendo nuevos tramos


para ampliar las instalaciones del colegio; el último data de 2002.

El 14 de agosto de 1906 el arzobispado de Bogotá confió a la Comunidad la


administración de la parroquia.

En cuanto al templo parroquial, hay que decir lo siguiente:

“El 6 de septiembre de 1948 y previo consentimiento del Definitorio


Provincial, se inició la reconstrucción de la iglesia con planos elaborados
por el Dr. Gabriel Largacha M. y la dirección del maestro de obra Sr.
Abraham Piñeres. Obra muy necesaria, porque para esas fechas el
vecindario parroquial había crecido mucho y el templo continuaba siendo
la pequeña capilla colonial, que ya no era suficiente”104.

Su estilo no es definido y, más que restauraciones, ha tenido simples obras de


mantenimiento. Durante más de veinte años fue la parroquia más extensa de
Bogotá; se entiende, entonces, la cantidad de parroquias nuevas que han salido
de ella desde 1966, cuando dio origen a las parroquias del Batán, san Bartolomé
y san Juan Crisóstomo.

7. Parroquia de san Judas Tadeo, Cali (Avenida 6 norte 14-30. Tel. 6612899)

La Comunidad llegó a Cali por primera vez en 1917 y se hizo cargo de la


Parroquia de san Nicolás de Bari, que era la segunda de la entonces diócesis de
Cali. Gracias al empuje de los agustinos se logró construir e inaugurar un gran
templo en 1923; en noviembre de 1946 la Comunidad entregó la parroquia a la
diócesis y recibió lo poco que había, una pequeña casa y una humilde capilla, en
el sitio actual, Avenida 6ª. Norte.

La construcción de la actual iglesia en honor de san Judas Tadeo comenzó el 15


de julio de 1946 y terminó en marzo de 1952, aunque faltándole algunos detalles
que poco a poco se fueron completando. Es parroquia desde 1954. La casa o
residencia de la Comunidad se bendijo e inauguró solemnemente el 13 de
noviembre de 1954, para conmemorar el XVI centenario del nacimiento de san
Agustín.

La actual residencia de los religiosos comenzó a construirse el 21 de abril de


1951 y se concluyó el 13 de noviembre de 1954, XVI centenario del nacimiento
de san Agustín.
104
A. RESTREPO, ob. cit. 200s.
8. Parroquia de san Nicolás de Tolentino. Colegio Agustiniano. Modalidad:
mixto. Barrio
Aranjuez, Medellín (Cra. 49 93-38. A. A. 1417. Tel. 5213788; 2361741)

La Comunidad llegó a Medellín el 25 de julio de 1929. Los religiosos vivieron


primero en la casa provincial de las hermanas de la Presentación, barrio los
Ángeles, y en otros lugares. Desde que llegaron, los recoletos tuvieron la

“grata aceptación por parte del Sr. Arzobispo Manuel José Caicedo, quien
en gesto de generosidad y reconocimiento, otorga en propiedad a la
Comunidad el templo de san Francisco de Paula, que se construía en
Aranjuez y un pequeño terreno cercano, en donde la comunidad, luego de
adquirir algunas propiedades anexas, se instala definitivamente.

Esta grata aceptación, en momentos en que el Sr. Arzobispo se negaba a


recibir a otras comunidades religiosas, se debió a que Monseñor Caicedo
había conocido, tratado y querido entrañablemente a nuestro Beato (hoy
san) Ezequiel Moreno, pues éste siendo Obispo de Pasto, había viajado
hasta Popayán, para imponerle el Palio Arzobispal a Monseñor
Caicedo”105.

Queda, pues, claro el origen de los agustinos recoletos en Medellín. El interés y


devoción del padre Gonzalo Cárdenas, que fue superior allí de 1953 a 1961, a
san Nicolás de Tolentino, movió multitudes de peregrinos alrededor del Santo.
Esto hizo que la actual iglesia, que se comenzó a construir en 1929 y se terminó
algunos años después, se convirtiera en un auténtico santuario; había sido creada
la parroquia en honor de san Francisco de

Paula en 1961, pero el 20 de mayo de 1976 se le cambió el nombre por el de san


Nicolás de Tolentino

105
Ib. 363.
En el mes de enero de 1965 se inician las obras del actual colegio, que poco a
poco y con sucesivos arreglos va tomando la forma y el auge que tiene
actualmente. Inició labores en 1968. Se pensó también en una nueva residencia
para los religiosos, pues la anterior resultaba incómoda por lo vieja y poco
funcional. En 1986 se aprobó definitivamente el proyecto, se iniciaron las obras
en la primera semana de mayo de 1987 y se concluyeron oficialmente el 17 de
Agosto de 1988, fecha en que se inauguró la casa.

9. Colegio Agustiniano. Modalidad: mixto. Parroquia santa Rita de Casia,


Palmira, Valle (Calle 35 27-86. A. A. 507. Tel. 2736354)

En 1903 pasó por Palmira el padre Angel Vicente, acompañando al padre


Ezequiel Moreno, que iba de Manizales a Pasto. Los fieles pidieron al padre
Vicente que la Comunidad fundara en Palmira, mas la escasez de personal no lo
permitió por el momento. Es el 22 de febrero de 1940 cuando

“la Curia General concede la respectiva licencia para la fundación de una


nueva casa de los Agustinos Recoletos, ubicada en Palmira, departamento
del Valle, la cual había sido solicitada con insistencia por el Sr. Arzobispo
de Popayán, Maximiliano Crespo, en cuya jurisdicción se encontraba en
aquella época la ciudad de Palmira”106.

El 24 de noviembre de 1941 se inició la construcción de la iglesia en honor de


santa Rita de Casia; se suspendieron las obras el 22 de diciembre de 1943 para
dar impulso a la construcción del convento o residencia de los religiosos, que se
había iniciado el

30 de agosto de 1942. A comienzos de septiembre de 1944 se da por terminado


el convento y se reanudaron las obras de la iglesia, que se inauguró, aun en obra
106
Ib. 427.
negra, el 22 de mayo de 1943, fiesta de santa Rita de Casia. Para 1954 la obra ya
estaba totalmente concluida.

En cuanto al Colegio Agustiniano, hay que decir que

“el año de 1963 fue de gran actividad pues había sido aprobado por parte
de la dirección Provincial la creación del plantel. Venía ahora el trámite
respectivo ante la Secretaría de Educación y especialmente la adecuación
de la casa para convertirla de convento en colegio”107.

El primero de octubre de 1963 el nuevo colegio abría las puertas a los alumnos
de Palmira. Hoy la casa es incómoda y ya se ha iniciado la construcción en otro
sitio.

Como el colegio comenzó a funcionar en lo que era la residencia de los


religiosos, fue necesario construir ésta en otro sitio adyacente a la iglesia; en
enero de 1972 se comenzó la actual casa, pequeña pero suficiente para las
necesidades de entonces, y se inauguró el 28 de agosto del mismo año.

10. Casa Provincial. Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, Barrio


Boyacá Real,
Bogotá (Cra. 73 A 69 A-69. A. A. 56456. Tel. 2516886; 2529924)

En 1945 se construyeron una pequeña capilla y residencia; los domingos un


sacerdote venía desde la Candelaria a celebrar la santa Misa. El 7 de febrero de
1948 se inició la construcción de una capilla más grande, con cuatro
habitaciones adyacentes para despacho parroquial y para guardar los objetos del
culto.

El 5 de septiembre se adquirieron dos lotes, con lo cual se iba preparando una


futura construcción mayor. Mientras tanto el culto y el ministerio seguían
aumentando cada vez más, hasta que el 8 de diciembre de 1960 el entonces
107
Ib. 439.
Cardenal Arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis Concha Córdoba, creó la
parroquia de Nuestra Señora de la Consolación.

“La casa parroquial y el templo, en realidad eran insuficientes para esta


zona. Se inicia un fuerte movimiento de parte de los religiosos de la
parroquia, como de los fieles (sic), quienes prometen su decidido apoyo.

En Consejo Provincial habido el diez de Noviembre de 1964 se aprueba la


construcción tanto de la casa como de la iglesia”108.

En marzo de 1966 se erigió la nueva casa residencia de los religiosos; el 4 de


septiembre de 1965, fiesta de Nuestra Señora de la Consolación, el entonces
Obispo coadjutor de Bogotá, Mon

señor Rubén Isaza Restrepo, bendijo la primera piedra para la construcción del
nuevo templo parroquial que, después de algunos contratiempos por deficiencias
del suelo, pudo construirse y terminarse completamente en 1983.
108
Ib. 235.
De 1966 a 1969 esta casa fue sede de la Curia Provincial, que siempre había
estado en la Candelaria (No. 3); las dificultades de comunicación y otras
deficiencias del barrio incipiente motivaron el regreso a su antigua sede, la
Candelaria; sólo a partir de 1975 se fijó como sede de la Curia Provincial, que
sería prácticamente definitiva, pues el 4 de abril de 1989 el Consejo Provincial
dio vía libre a la construcción de una nueva casa provincial, la cual se realizó en
1992.

11. Parroquia san Joaquín, barrio Las Ferias, Bogotá (Cra. 65 76-93. Tel.
2314460)

Esta parroquia es de la Arquidiócesis, pero dada en administración a la


Comunidad el 14 de septiembre de 1948. Al principio la parroquia fue
administrada desde la finca de Segovia, hoy Agustiniano Norte (No. 13), de
propiedad de la Comunidad.

La parroquia fue creada el 26 de octubre de 1953. Comprendía cerca de 20


barrios, todos comenzando a formarse; su extensión se puede calcular por el
número de parroquias que han salido de ella hasta 1989: 16 en total.

En 1953 se concluyó la pequeña casa cural en el costado sur de la iglesia; el 1 de


diciembre de 1969 se inició la construcción de la nueva casa, en el costado
norte, que se inauguró en 1973, cuando se cumplieron 25 años de la llegada de
los recoletos al lugar. El 8 de octubre de 1960 se comenzó a construir la iglesia
actual con una celeridad tal que el 19 de marzo de 1961 la bendijo Monseñor
Emilio de Brigard.

13.Colegio Agustiniano. Modalidad: mixto. Parroquia. Bucaramanga


(Autopista Floridablanca
Km. 6. A. A. 50147. Conm. 6386250)
La Comunidad llegó por primera vez a Bucaramanga el 17 de febrero de 1964.
Los religiosos daban clases en algunos colegios de la ciudad y se encargaron de
la Vicaría parroquial de Jesús Obrero (barrios La Pedregosa, La Libertad y
Caldas). Cuando ya la Comunidad se sentía firme en Bucaramanga, gracias a la
donación de un terreno por parte del Sr. Víctor Martínez, esposo de la Sra.
Teresa Rueda, hermana de nuestro religioso el padre Jaime Rueda, se pensó en
fundar allí un colegio agustiniano, decisión que fue tomada en 1966. En febrero
de 1967 inició labores el colegio, empleando para ello una casona vieja en el
centro de la ciudad. Se vio la necesidad de una mayor amplitud y comodidad y
se compró el terreno actual (a cambio del que nos habían donado), donde se
inició una moderna construcción en 1972; para 1973 ya estaba el colegio
agustiniano en sus nuevas instalaciones, que se han ido ampliando poco a poco.

La parroquia que administraba la Comunidad comprendía solamente el barrio


Caldas; se inauguró en 1970 bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.
Siempre se había hablado de cambiarla por una más cercana al colegio, donde
tiene su residencia el párroco; esto al fin se realizó en 1991: el 1 de diciembre
del mismo año la Arquidiócesis de Bucaramanga erigió oficialmente la
parroquia San Agustín y se la ofreció a la Comunidad, la cual tomó posesión de
la misma el 17 de diciembre de dicho año en el barrio Lagos I, relativamente
cercana al colegio. Poco después se iniciaron las obras de construcción del
nuevo templo, el cual fue inaugurado el 27 de agosto del año 2000.

13. Colegio Agustiniano Norte. Modalidad: masculino. Parroquia de san


Nicolás, barrio san Nicolás, Bogotá (Transv. 53 112-12, o Diagonal 111 52-50.
A. A. 85173. Conm. 6245903)
“En el año de 1945 se conmemoró el séptimo centenario del nacimiento
de san Nicolás de Tolentino; y en el año de 1946 el quinto centenario de la
canonización del mismo Santo. El Capítulo Provincial, con motivo de tan
faustas fechas, ordenó que se rindiera homenaje especial al gran
taumaturgo. Al efecto se expidió una circular con fecha 7 de febrero de
1946 en que ordenaba una serie mínima de festejos”109.

Este fue uno de los motivos por el cual se compró la finca de Segovia, al norte
de la ciudad, hacia 1946. Además, podría servir en el futuro como reemplazo de
la casona ya vieja del agustiniano Centro o de san Nicolás. En enero de 1967 el
Definitorio Provincial aprobó la construcción del nuevo colegio, que inició
clases el 2 de febrero de 1969.

Ya antes de iniciarse la construcción del colegio se había pensado en una iglesia


en honor de san Nicolás de Tolentino. El 10 de abril de 1970 la Comunidad
aceptó la nueva parroquia, erigida el 9 de mayo siguiente. En febrero de 1973 se
inició la construcción del templo actual, que fue bendecido e inaugurado el 10
de septiembre de 1976.

14.Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Manare, Paz de Ariporo,


Casanare (Cra. 9 10-
71. Tel. 8-6373298)

Paz de Ariporo

“es población nueva, fundada en 1953, en reemplazo de la antigua


Moreno, que fue arrasada en la época de la ‘violencia polí

tica’. Vino también a reemplazar a la antigua Manare, y ha quedado, por


lo mismo en ella el Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de

109
Ib. 247.
Manare, Patrona de los Llanos de Casanare desde tiempo inmemorial”110.

La historia de los Agustinos Recoletos en Paz de Ariporo es parte de su historia


en Casanare. El 5 de agosto de 1993 el Vicario Apostólico de Casanare,
monseñor Olavio López Duque, OAR, entregó esta parroquia a la Comunidad,
con carácter perpetuo, mediante Protocolo 493; incluye también el Santuario de
Nuestra Señora de Manare.

15. Parroquia san Ezequiel Moreno. Pasto (Cra 3 este 16 B-37. Tel. 27-
306959)

El 10 de septiembre de 1993 el entonces obispo de Pasto, Monseñor Arturo


Salazar Mejía, OAR, se expresaba así:

“Con motivo de la canonización de san Ezequiel Moreno, Agustino


Recoleto, el Prelado de la Diócesis solicitó a los Superiores de la
Comunidad la presencia recoleta en esta Diócesis, por motivos históricos
muy vinculada a ella, y de manera especial por la figura de san Ezequiel
quien regentó la Diócesis de 1896 a 1906. […] Manifiéstase
complacencia por la aceptación de la Comunidad de Agustinos
Recoletos. […] Asígnase el Santuario de Ntra. Sra. de La Merced […]
para que desarrollen su ministerio”111.

Desde 1993, pues, la Provincia está haciendo presencia en Pasto; los primeros
recoletos se hospedaron inicialmente en la casa del Obispo hasta que la
Comunidad adquirió casa propia cerca a lo que es hoy el mercado de Bomboná;
desde aquí atendían el Santuario en mención, que es el principal de Pasto y de
todo Nariño; a la Virgen de La Merced la llaman cariñosamente

la Gobernadora de Pasto. La Comunidad atendió el Santuario hasta el 28 de


agosto de 2003, cuando la diócesis se hizo cargo del mismo.
110
D. Salas, ob. cit. 179.
111
Decreto episcopal No. 563, en BOLETIN DE LA PROVINCIA DE LA CANDELARIA, No. 594, Julio-
diciembre,
1993.
En 1980, el entonces obispo de Pasto, monseñor Arturo Salazar Mejía, OAR,
fundó la parroquia san Ezequiel Moreno. El 18 de julio de 1999 monseñor
Enrique Prado Bolaños, actual obispo de la diócesis, entregó dicha parroquia al
cuidado pastoral de la Comunidad.

15.Colegio Agustiniano Ciudad Salitre. Modalidad: mixto. Bogotá (Calle 34


69 B-01. Conm.
4272365)

Se presentó una buena oportunidad de adquirir un terreno relativamente


económico en lo que sería el séptimo colegio de la Provincia en Colombia y el
cuarto en la Capital. El 26 de abril de 1996 el entonces provincial, padre Jaime
Escobar Guzmán, bendecía el terreno para el futuro colegio, cuya construcción
se inició de inmediato. El 24 de junio del mismo año el Consejo Provincial

“erigió la casa no formada COLEGIO AGUSTINIANO CIUDAD


SALITRE, que está en proceso de construcción y que iniciará labores
próximamente en febrero de 1997”112.

Las cosas anduvieron de manera tan normal y rápida que el colegio abrió sus
puertas, tal como estaba previsto, el 22 de febrero de 1997, para primaria y algún
curso de bachillerato, con un total de 1.240 alumnos; de inmediato se inició la
construcción del bachillerato y otras dependencias hasta dejarlo todo terminado.
Hoy cuenta con un teatro según las últimas técnicas, para más de 1.000
personas, y una excelente capilla semipública.

17. Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. Barrio La Campiña, Yopal,


Casanare (Cra. 9 25-04. Tel. 8-6357373)
112
Protocolo 174/96; V,25,96.
En 1981 un grupo de fieles del naciente barrio La Campiña manifestó al obispo
el deseo de construir una capilla. La primera piedra se bendijo el 2 de febrero de
1982, y el 14 de julio del año siguiente la bendijo el Señor Nuncio, monseñor
Ángelo Acerbi.

El 27 de diciembre de 1996, Monseñor Olavio López, OAR, Vicario de


Casanare, se dirigió al Gobierno Provincial y le pidió, entre otros servicios, que
la Comunidad asumiera la dirección pastoral de esta parroquia. El 7 de enero de
1997, el Consejo Provincial, reunido en sesión extraordinaria, decidió

“asumir de inmediato por el término de un año la Parroquia de Nuestra


Señora de la Candelaria, esperando que el Capítulo Provincial próximo se
pronuncie al respecto”113.

Efectivamente, el Capítulo Provincial del mismo año vio muy conveniente


seguir con la parroquia; fue entonces cuando monseñor Olavio López dio el
siguiente Decreto el 23 de marzo de 1998:

“ARTÍCULO PRIMERO. Encomiéndase a perpetuidad la Parroquia de


Nuestra Señora de la Candelaria de Yopal a la Provincia del mismo
nombre de la Orden de Agustinos Recoletos, a tenor del canon 520”114.

Al principio la Comunidad vivió en una pequeña casa, bastante incómoda,


propiedad del Vicariato y cercana al templo. El 19 de agosto de 2003 se
inauguró contigua al templo una muy cómoda residencia para unos diez
religiosos, propiedad de la Provincia.

18. Vicariato Apostólico de Trinidad. Casanare

113
Protocolo 02/97; 1,08,97.
114
Protocolo 851/19/98.
A) Casanare

Antes que todo, digamos algo sobre el antiguo Vicariato Apostólico de Casanare,
hoy Diócesis de Yopal, que tantas glorias le dio a la Provincia de la Candelaria.

Todo cuanto se diga sobre las misiones de Casanare es demasiado poco; ya se ha


hablado del mismo (lec. 16,4-5), pero no sobra agregar algo más.

La historia de la Provincia de la Candelaria está ligada a las misiones. Los


Agustinos Recoletos llegaron por primera vez a Casanare en 1662, y se
encargaron de todo el sureste. El resto estaba en manos de los Jesuitas y otras
comunidades. A partir de agosto de 1767, por la expulsión de los Jesuitas,
Casanare quedó en manos de Dominicos, Capuchinos y Agustinos. Un poco más
tarde se retiraron las dos primeras comunidades, quedando solamente los
Recoletos, ayudados siempre por otras comunidades, tanto masculinas como
femeninas.

Entre los años 1773 y 1794 fundaron seis pueblos. Las guerras de la
Independencia, primero, y las leyes anticlericales de Mosquera, después, trajeron
la crisis para Casanare y el retiro casi completo de los religiosos. En 1891
comenzó la restauración misionera con el padre Ezequiel Moreno a la cabeza.
En 1893 el papa León XIII separó Casanare de la Diócesis de Tunja, a la que
pertenecía, y lo convirtió en el primer Vicariato Apostólico de Colombia, siendo
su primer Obispo el padre Ezequiel Moreno, que fue consagrado en Bogotá el
primero de mayo de 1894. Desde entonces el trabajo ha sido arduo y continuo,
sin interrupciones ni mayores contratiempos, excepto en la época de la violencia
política, década de 1950.

Estos son los obispos agustinos recoletos que tuvo Casanare desde que fue
creado Vicariato (o sea, episcopado):
1. San Ezequiel Moreno y Díaz: 1894-1896.
2. Monseñor Nicolás Casas y Conde: 1896-1906.
3. Monseñor Santos Ballesteros y López: 1906-1921; 1921-1933.
4. Monseñor Pablo Alegría Iriarte: 1934-1939.
5. Monseñor Nicasio Balisa Melero: 1941-1965.
6. Monseñor Arturo Salazar Mejía: 1966-1977.
7. Monseñor Olavio López Duque: 1977-

B) Trinidad (Calle 5 3-54. Tel. 8-6371026)

El Vicariato de Trinidad, fue creado por la Santa Sede en octubre de 1999, fecha
en que Casanare fue elevado a la dignidad de diócesis. Se llama de Trinidad
porque es en esta ciudad en donde tiene su sede el Vicario, monseñor Héctor
Javier Pizarro Acevedo, OAR, quien fue consagrado obispo en la catedral de
Bogotá el 27 de enero de 2001 por el entonces Nuncio Apostólico, monseñor
Beniaminno Stella; tomó posesión del Vicariato el 11 de febrero del mismo año,
constituyéndose así en el primer Vicario Apostólico de Trinidad.

La dirección pastoral del nuevo Vicariato quedó a cargo de la Orden mediante la


Provincia de la Candelaria, continuando así su gloriosa y larga tradición
misionera.

“El nuevo Vicariato quedó constituido de la siguiente manera: 27.000


Km.2, enmarcados por los ríos Meta (que atraviesa todo el Vicariato del
sur occidente al noroeste) y el Casanare al norte. Civilmente, en el
momento de la división, comprende íntegramente cuatro municipios
casanareños: Orocué, Maní, San Luis de Palenque y Trinidad y parte de
otros tres municipios: Hato Corozal, Paz de Ariporo y Tauramena.
Eclesiásticamente son cinco parroquias correspondientes a los primeros
cuatro municipios más la de Bocas del Pauto que tiene su cabecera
enclavada en la parte extremo oriental del municipio de Trinidad.

Los límites del Vicariato son: al norte Arauca, Hato Corozal, Paz de
Ariporo, Pore, Nunchía, Yopal, Aguazul y Tauramena; al occidente
Villanueva y Monterrey; al sur con Meta y al oriente con Vichada”115.

19. Parroquia san Luis Gonzaga. Talca, Chile (8 Norte 5 y 6 1241. Tel. 5671-
229152)

Desde 1961, cuando nació de la Candelaria la nueva provincia de la


Consolación, formada por las casas de España y Centroamérica, la Provincia
quedó reducida a solo Colombia. Mucho se hablaba de fundar en el extranjero;
incluso se hizo una experiencia en Puerto Píritu, Venezuela, en donde la
Provincia de la Candelaria estuvo desde el 22 de octubre de 1996 hasta el 2 de
noviembre de 1998; también se intentó fundar en Ecuador pero sin resultados
positivos. La oportunidad se presentó en Chile, cuando el Señor Obispo de la
diócesis de Talca, monseñor Horacio Valenzuela, invitó a la comunidad a fundar
en dicho país.

El 1 de mayo de 2000 tres religiosos de la Provincia, con el P. Alonso Restrepo a


la cabeza, entonces Provincial, viajaron a Talca para hacer un primer sondeo.
Nuestros hermanos agustinos OSA los recibieron y hospedaron con el cariño de
siempre. Del encuentro con el Obispo se dedujo que la oferta era viable y
conveniente. Fue así como empezó a prepararse todo, con calma y prudencia,
hasta que el 29 de abril de 2001 la Comunidad tomó oficialmente posesión de la
Parroquia San Luis, que tiene unos 35.000 habitantes y está a tono con el
desarrollo pastoral de Chile.

20. Convento Nuestra Señora de la Consolación. La Serena, Chile


(Contournet 705. Casilla 395. Tel. 5651-211788)
115
PIZARRO A., monseñor Javier, Las misiones agustino recoletas en el Vicariato Apostólico de Trinidad de
cara al
nuevo milenio, BOLETÍN DE LA PROVINCIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA, No.
612,
julio-diciembre 2001, 197.
Para dar la mano a nuestros hermanos los agustinos de la Provincia Nuestra
Señora de Gracia, Chile, y para salvaguardar mejor el espíritu comunitario OAR,
la Comunidad aceptó, mediante documento de comodato y por un tiempo
prudencial de tres años, la dirección espiritual de este convento, en el que se
celebran oficios religiosos para los fieles. La casa es cómoda, recién restaurada y
puede albergar ocho religiosos. Se trata, pues, de un ministerio sin carácter
parroquial que nuestros hermanos OSA, sus legítimos dueños, no podían
atender debidamente por falta de personal. Allí llegaron y se instalaron dos
religiosos de la Provincia el 24 de febrero de 2002.

Ahora la mira está puesta en la capital, Santiago, en donde se ven posibilidades


de una tercera fundación, sobre todo con miras a robustecer la vida comunitaria
en el país austral.

LECTURA

Vida claustral

El primer siglo de la provincia fue de clara tendencia claustral. Sus centros


neurálgicos fueron fueron siempre los conventos. Hasta el último cuarto de
siglo, los de El Desierto, Cartagena y Panamá. Después se les sumaron los de
Bogotá, que a finales de la centuria ya había escalado la cúspide, Tunja y Honda.
Su sistema de vida, descrito en las normas del padre Mallo y, desde 1616, en la
Forma de vivir, preveía unas seis horas diarias de oración, con marcada
preferencia por la mental y la litúrgica; clausura y silencio; ayunos prolongados,
disciplinas tres veces

por semana y asperezas varias en habitación, vestido y calzado; pobreza


individual y colectiva; simplicidad, igualdad de trato y proscripción de grados y
títulos honoríficos116.

Cuestionario

1. ¿Cuándo se celebra la fiesta de la Provincia de la Candelaria?


2. ¿Con qué otro nombre se ha conocido a los agustinos recoletos en Colombia?
3. ¿Qué importancia tiene la Provincia de la Candelaria en el conjunto de la
Recolección americana?
4. ¿Qué relación tiene el 12 de agosto de 1604 con la historia de la Provincia de
la Candelaria?
5. ¿Cuál es la fecha oficial del nacimiento de la Provincia de la Candelaria?
6. ¿Cuántas provincias han salido de ella?
7. ¿Cuál es el apostolado que más ha honrado a la Provincia durante toda su
historia?
8. ¿Qué importancia tiene para la Provincia —y para la Orden— el convento de
El Desierto de la
Candelaria?

9. En términos generales, ¿qué le sucedió a la Provincia en 1861?


9. Escribe el año y un poco de historia de la llegada de los recoletos al lugar
116
A. MARTÍNEZ C., H.A.R, 426.
donde vives, o al más
cercano.
10.En cuanto al gobierno de la Provincia, ¿cuál de todas las casas te parece más
importante y por
qué?
11.Escribe, por orden, los nombres de las tres primeras casas en donde vivirás, si
entras a la
comunidad; anota también algunos datos históricos de las mismas:
1.
2.
3.
13. ¿Quién fue el primer obispo de Casanare?
14. ¿Cuándo fue creado el actual Vicariato de Trinidad? ¿Cómo se llama su
obispo?
15. ¿Cuándo llegó la Provincia por primera vez a Chile, y a qué sitio?

Os confieso ingenuamente delante de Dios, que es testigo de mi sinceridad


desde que empecé a servir a Dios: difícilmente hallé personas mejores que las
que adelantan en el monasterio, pero no las he encontrado peores que las que
en el monasterio cayeron (Carta 78,9).
LECCIÓN 20. QUÉ ES SER AGUSTINO RECOLETO

1. El SER antes que el HACER.

Son muchos los jóvenes que nos preguntan: ¿Qué se necesita para entrar a la
Comunidad? Esta pregunta quedaría mejor formulada así: ¿Qué se necesita ser
para entrar a la Comunidad (y a cualquier comunidad)? El ser es más importante
que cualquier otra cosa. Siempre que se trate de una opción, de una elección de
carrera, se debe analizar detenidamente lo que se es, antes que lo que se tiene o
se hace. De ahí que al hablar de una comunidad religiosa tampoco se debe
preguntar, por ejemplo: ¿Qué hacen los Agustinos Recoletos?, sino: ¿Qué son
los Agustinos Recoletos? Entonces vendrá la respuesta: somos comunidad,
hombres de oración y recogimiento, hombres apostólicos…

A partir, pues, de ahí, del ser, nace el quehacer: trabajamos en misiones,


parroquias, colegios, casas de formación... En conclusión: hacemos ésto porque
somos aquéllo. En esta lección se tratará de lo que se necesita en el orden del ser
más que en el orden del hacer.
Nuestro PLAN DE FORMACIÓN, o normas básicas para formar a un agustino
recoleto, resume lo que debe ser y hacer el candidato a nuestra vida en estas tres
cosas: VIVIR BIEN, ORAR BIEN, ESTUDIAR BIEN.

2. Requisitos para SER Agustino Recoleto

a. Ser persona

Podría parecer extraño este enunciado, pero esa es la realidad. No es fácil


preparar bien una personalidad para entregársela al Señor; máxime que al Señor
se le debe entregar lo mejor y bien preparado. Este es precisamente el objetivo
de toda la formación, o sea, la carrera para ser sacerdote y religioso: prepararse
bien para la entrega al Señor más que para ser un profesional como tantos.

Ser persona abarca una serie de requisitos y condiciones, tanto en lo físico como
en lo intelectual, espiritual y moral. Juega un papel importante la afectividad y el
equilibrio emocional. De ahí que un joven con enfermedades o defectos físicos
notables, o con un psiquismo desviado o enfermo, no debe aspirar a ésta ni a
ninguna comunidad; lo más seguro es que el Señor no lo llama, aunque él se
crea llamado.

El Concilio Vaticano II nos da un resumen de las condiciones humanas que


deben tener los que se preparan para ser ministros del Señor:

“Por medio de una formación sabiamente ordenada, hay que cultivar


también en los alumnos la necesaria madurez humana, cuyas principales
manifestaciones son la estabilidad de espíritu, la capacidad para tomar
prudentes decisiones y la rectitud en el modo de juzgar sobre los
acontecimientos y los hombres. Habitúense los alumnos a dominar bien el
propio carácter; fórmense en la reciedumbre de espíritu y, en general,
sepan apreciar todas aquellas vir
tudes que gozan de mayor estima entre los hombres y avalan al ministro
de Cristo, cuales son la sinceridad, la preocupación constante por la
justicia, la fidelidad a la palabra dada, la buena educación y la moderación
en el hablar, unida a la caridad”117.

b. Ser cristiano.

No es fácil ser cristiano comprometido. La vida religiosa es una consagración a


Dios por medio de los votos de castidad, pobreza y obediencia; pero hay que
tener presente que esa consagración trae su origen y tiene su base en la
consagración bautismal. He ahí la diferencia, y al mismo tiempo la unión entre
las dos consagraciones, la bautismal y la religiosa:

“El cristiano […] ya por el bautismo había muerto al pecado y estaba


consagrado a Dios; sin embargo, para traer de la gracia bautismal fruto
copioso, pretende, por la profesión de los consejos evangélicos, liberarse
de los impedimentos que podrían apartarle del fervor de la caridad y de la
perfección del culto divino y se consagra más íntimamente al servicio de
Dios”118.

Ser cristiano es apreciar, recibir y aprovechar los elementos de santificación que


nos dejó Cristo: los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. Vivir una vida
sacramental intensa puede ser signo de un llamamiento especial del Señor.

c. Ser Iglesia

Sentirse Iglesia es sentirse ya parte de una comunidad, la reunión de todos los


creyentes en y por el Espíritu Santo. Eso es la Iglesia: la primera gran
comunidad de los bautizados.

Todas las comunidades religiosas nacen y viven para la Iglesia. La vocación


religiosa es “un don divino que la Iglesia recibió de su Señor, y que con su
gracia conserva siempre”119.
Nunca puede nacer ni desarrollarse una vocación sagrada al margen de la
117
Decreto sobre la Formación sacerdotal, 11.
118
Ib., Constitución sobre la Iglesia, 44.
119
Ib. 43.
Iglesia. Sentirse Iglesia es sentirse responsable del progreso espiritual de la
misma.

La Iglesia llega a nosotros a través de la Diócesis y de la Parroquia; el que crea


sentirse llamado por el Señor, ha de sentirse unido a su Diócesis, a su Parroquia.
Hay cristianos que se llaman así pero ni siquiera saben quién es su párroco,
dónde queda la iglesia; son cristianos de nombre. El aspirante a ser religioso
sacerdote debe ser cristiano de nombre y de hechos; debe sentirse unido a la
Parroquia, porque ella es el “hogar de las vocaciones”120.

Para san Agustín, ser Iglesia es ponerla por encima de todo, incluso de nosotros
mismos, de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones y tendencias:

“Si la Iglesia reclama vuestra colaboración […] obedeced a Dios con


humilde corazón llevando con mansedumbre a quien os gobierna a
vosotros. […] No antepongáis vuestro ocio a las necesidades de la Iglesia,
pues si no hubiese buenos ministros que se determinasen a asistirla,
cuando ella da a luz, no hubiésemos encontrado medio de nacer”121.

La Iglesia es como la madre que nos da a luz espiritualmente por medio del
bautismo; alguien nos bautizó a nosotros, es decir, ayudó a la Iglesia a darnos a
luz; procuremos nosotros colaborar con la Iglesia en el nacimiento de nuevos
hijos suyos; tal es la idea de san Agustín.

d. Ser apóstol dentro de la Iglesia.

Una cosa es ser apóstol y otra ser apóstol dentro de la Iglesia. Hay muchos
cristianos que quieren ser apóstoles a su modo: fundan movimientos o participan
en ellos pero al margen del

Párroco o del Obispo; esa no es la voluntad de Cristo, pues Él mismo dijo: Que
120
Primer Congreso Nacional de Vocaciones, Bogotá, 1983.
121
Carta 48,2.
todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en tí, que ellos también sean uno en
nosotros122. La unidad de los católicos alrededor del Papa, del Obispo, del
Párroco es el mejor medio de apostolado: Para que el mundo crea que tú me has
enviado123 (Ib.).

Ser apóstol es anunciar que Cristo vino a nosotros, murió y resucitó por
nosotros; subió al cielo y desde allí nos invita a seguirlo por uno de estos dos
caminos: el del bautismo, general y común a todos los cristianos; o el de la
consagración religiosa, especial para algunos.

Ser apóstol es preocuparse por la salvación de los demás; no contentarse


solamente con la misa dominical o con asistir a las fiestas religiosas principales
y nada más; es ante todo estar al servicio de los demás, no simplemente a través
de un trabajo social, porque eso lo puede hacer incluso el que no es cristiano,
sino a través de un trabajo espiritual, de evangelización para todos.

Pero el principal apostolado es el que se hace en favor de la misma Comunidad,


una vez que se está en ella, según san Agustín:

“Si manifiestas tu vida para que te aproveche a tí y no a otros, te


manifiestas a tí mismo, no a Dios. Por el contrario, si manifiestas de tal
modo tu vida que induces a otros a recibir la vida que tu recibiste, tendrás
una gran recompensa, porque no fuiste desagradecido por haberla
recibido”124.

e. Ser capaz de vivir en comunidad.

Una cosa es vivir en grupo y otra vivir en comunidad. Se vive en grupo en una
fábrica, en un colegio, en un club deportivo. Vivir

en comunidad es mucho más profundo; es “tener una sola alma y un solo


corazón en Dios”, como dice san Agustín en su Regla. Y en otro lugar también
122
Jn. 17,21.
123
Ib.
124
Comentarios a los salmos 55,14.
afirma:

“En realidad tu alma no es sólo tuya sino de todos los hermanos, como
sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas juntamente con la
tuya no son varias almas sino una sola, la única alma de Cristo”125.

El ser humano es sociable por naturaleza; mucho más lo debe ser el cristiano. La
sociabilidad se expresa en la amistad; ser capaz de vivir en comunidad es ser
capaz de hacer amigos; pero la amistad que exige la vida religiosa es la
sobrenatural, la que arranca de Cristo y va hacia Él (lec. 3,3). No se ha de
confundir la amistad con la “compinchería” ni con el simple “compañerismo”.
San Agustín es modelo de auténtica amistad: aquella que lleva a Cristo por el
mejor de los caminos: la virtud.

La Comunidad agustiniana exige actualmente, entre otras cosas, que el aspirante


a la misma tenga experiencia de lo que es el trabajo en grupo, la vivencia de la
sociabilidad; por eso se pide que haya participado en algún grupo de carácter
apostólico: de oración, de acólitos, vocacional, de catequesis…

Saber vivir en comunidad no es fácil; es algo que se va haciendo poco a poco.


Exige adaptabilidad, colaboración, generosidad, relaciones humanas en general.
Todo esto se va aprendiendo en la misma comunidad. En otras palabras, el arte
de la vida comunitaria no se aprende desde afuera, a través de charlas y
conferencias; se aprende simplemente así: viviendo en comunidad.

3. Valores pedagógicos agustinianos

A san Agustín lo podemos considerar como un auténtico pedagogo.


Prácticamente toda su vida la pasó enseñando. Desde los 18

hasta los 32 años fue profesor de retórica, antes de convertirse; un período


sumamente rico, aunque él se exprese despectivamente de sí mismo durante este
125
Carta 243,4.
período (lec. 5,1).

Después de convertido cambió el estilo y el contenido de la enseñanza, pero no


dejó de enseñar. La predicación durante toda su vida de pastor (lec. 9,3 y 11,7)
no fue más que eso: una continua enseñanza; y de esta actividad podemos
deducir cinco valores que definen y valoran al hombre según san Agustín 126.
Estos valores son:

a. La interioridad127

El principio de la interioridad agustiniana, inspirado en los filósofos


neoplatónicos, es característico del Santo, quien lo enuncia así: No quieras
derramarte fuera, entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior habita
la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo128.

Se entra dentro de uno mismo para encontrar la Verdad a través de las verdades,
es decir, a Dios, suprema Verdad y suprema felicidad, a través de las realidades
exteriores, pero sobre todo interiores, ya que Dios es más interior que lo más
íntimo mío129. Eso es, pues, interiorizar: buscar y encontrar a Dios dentro de uno
mismo.

Se interioriza también para descubrir las muchas riquezas que existen en el


interior de cada uno; bien se dice que el hombre medio no alcanza a aprovechar
ni el 25% de las capacidades que posee: ¡Cuántas riquezas no oculta el hombre
dentro de sí, y, sin embargo, no cava!130.

Pero ¿qué método se debe seguir para interiorizar? ¿Qué es, realmente,
interiorizar? Es poner a funcionar los “sentidos interiores”, cuya sede principal

126
GALINDO, José A., OAR, Pedagogía de san Agustín, Editorial Avgustinvus, Madrid, 2002, 13.
127
Cf. CARDONA, Carlos E., OAR, Itinerario Agustiniano, 10.000 pensamientos de san Agustín, Editorial
Kimpres,
Bogotá 1998, tema INTERIORIDAD. (Se citará simplemente Itin.).
128
La Verdadera religión 39,72. Itin. 5711.
129
Conf. 3,6,11; Comentarios a los salmos 118,22,6. Itin. 3835.
130
Coment. salm. 76,9. Itin. 5678.
es el corazón131: En mi corazón soy lo que soy132. Según san Agustín, todos
venimos a este mundo con diez sentidos: cinco exteriores y cinco interiores:
Tenemos otro sentido del hombre interior, mucho más excelente que el sentido
corporal, por el que percibimos lo justo y lo injusto133.

Ojos

En realidad, tenemos dos pares de ojos: los exteriores y los interiores; éstos se
alimentan por medio de aquéllos. Muchas cosas que no vemos con los ojos del
cuerpo, las vemos con los ojos del alma. Vemos con los ojos exteriores,
miramos con los interiores. Dios te puso los ojos en la cara y la razón en el
alma; despierta esta razón, despierta al que mora dentro de tus ojos, asómese a
esas sus ventanas y mire por ellas la creación divina134.
— Los ojos interiores son, pues, jueces de los exteriores, […] pues los interiores
ven muchas cosas que los exteriores no ven135.
— Todo nuestro esfuerzo, hermanos, en esta vida ha de consistir en sanar el ojo
del corazón con que ver a Dios136.

Oídos

Tenemos también dos pares de oídos: con los exteriores oímos, con los
interiores escuchamos. Cuando oigo, sin prestar atención, una melodía musical,
no hago más que eso: oír (ruidos); pero cuando me detengo en esa melodía,
saboreándola y disfrutándola, escucho. Esto tiene aplicación especial a la
palabra de Dios (la Biblia): muchos la oyen, pocos la escuchan. ¿Por qué

quieres hablar y no oír? […] El que te enseña está dentro. […] En el interior

131
Cf. C. CARDONA, ob. cit., tema CORAZÓN.
132
Conf. 10,3,4. Itin. 1804.
133
La ciudad de Dios 11,27,2. Itin. 5672.
134
Sermón 126,3. Itin. 5694. Cf. C. CARDONA, san Agustín y el libro abierto de la creación, Editorial
Kimpres,
Bogotá , 2002, 2ª. edición.
135
Carta 147,17.41. Itin. 5708.
136
Serm. 88,5. Itin. 1915.
oímos la verdad137.
— ¿Quién soy yo, que no oigo lo que en mi interior se habla y quiero que otros
oigan lo que por mí se dice? […] Oiré lo que en mi interior habla el Señor
Dios138.
— Si escuchas a tu prójimo como te escuchas a ti mismo, de seguro que
perseguirás los pecados y no al pecador139.

Gusto

Tenemos dos paladares o sentidos del gusto. Con el paladar exterior gustamos,
por ejemplo, los alimentos; con el interior gustamos la palabra de Dios y todo lo
relacionado con la vida espiritual. Cuando me aburren las cosas de Dios (ir a
misa, rezar, meditar), es porque no las gusto ni las saboreo; estoy enfermo del
paladar interior. Alza tu vuelo sobre el cuerpo y experimenta el sabor del alma;
eleva tu vuelo después sobre el alma y experimenta y gusta a Dios140.
— La caridad es muy dulce para todos aquellos que tienen sano el paladar del
corazón para gustar del pan de Dios141.
— El hombre interior tiene su boca interior, y el oído interior la descubre142.

Lengua

De la misma manera, tenemos dos lenguas: la exterior y física, con la que nos
comunicamos por medio de palabras, y la interior, que se identifica con el
corazón. Dejemos que sea el mismo Agustín el que nos hable sobre éste:
¡Cuántos gritan con la boca y son mudos de corazón! Y, por el contrario,
¡cuántos enmudecen en los labios y claman con el afecto!143.

A este propósito podemos deducir lo que es la sinceridad: concordancia entre lo


que dice la lengua y lo que dice el corazón: Hartas cosas hay que con la boca
137
Coment. salm. 139,15. Itin. 4135.
138
Coment. Salm. 49,23. Itin. 7348.
139
Serm. 13,8. Itin. 5686.
140
Tratados sobre el Evangelio de san Juan 20,11. Itin. 192.
141
Tratados sobre la primera Carta de san Juan, prólogo. Itin. 1109
142
La continencia 2,4; Coment. salm. 137,2. Itin. 5713, 5683.
143
Coment. Salm. 119,9. Itin. 1876.
del cuerpo las callamos y con el corazón las gritamos144.
— Concuerden tus labios con tu corazón…145.
— Vayan de acuerdo la realidad y las palabras; no afirme la lengua lo que
niega la conciencia146.
— Como hablo, así está mi corazón147.

Olfato

Ni el olfato se le escapa al Santo: Si alguno tiene sano el olfato del alma,


percibe el hedor de los pecados148 Por lo tanto, el que no reconoce sus pecados,
o los empequeñece agrandando los del prójimo; el que siempre está echando la
culpa a los demás; el que no ve la viga en el propio ojo por estar mirando la paja
en el ojo ajeno (Mt 7,3), está mal del olfato interior.

Frente

Igualmente, tenemos dos frentes: Hay una frente en el rostro y otra en la


conciencia. A veces, cuando se toca la frente interior, se ruboriza la exterior,
enrojeciéndose por el pudor o palideciendo por el temor149. Cuando siento
miedo, ira, vergüenza, etc., la frente interior hace que todos estos movimientos
se manifiesten por medio de la exterior.

Tacto

¿Y del tacto? Habla mucho san Agustín de los efectos que produce en el alma el
acto de tocar, y lo relaciona, por ejemplo, con la fe, como en el caso de la
hemorroisa (Mt 9,20-22): “Si tocare

aunque sólo fuera”. […] Cuando lo dijo, tocò. A Cristo se le toca con la fe. Se
acercó, tocó y se hizo lo que creyó150.
144
La Continencia 1,2. Itin. 1967.
145
Coment. Salm. 39,16. Itin. 1831.
146
Serm. 229,3. Itin. 1514
147
Conf. 11,25,32. Itin. 1805. “De lo que rebosa el corazón habla la boca” (Lc. 6,45).
148
Coment. Salm. 37,9. Itin. 144.
149
Serm. 107,7. Itin. 1512.
150
Serm. 63 B,1. Itin. 7997.
— Aquel tocar simboliza la fe. Toca a Cristo quien cree en Él151.
— Esta mujer tocó al Señor tanto más cuanto más creyó; así también el
centurión, cuanto más creyó, tanto más se acercó a Él152.

Para no ir muy lejos, todos tenemos experiencia de lo que se transmite con una
caricia o con un puñetazo…

b. La libertad153

“La libertad agustiniana, la verdadera, consiste: a) en vivir liberado de las


esclavitudes morales, esto es, de los vicios, defectos y malas acciones; b)
en la capacidad para ser personas según opciones, actitudes y actos con y
en los que se ama a Dios y a los hermanos. Somos verdaderamente libres
cuando procedemos con rectitud moral. Entonces es cuando no estamos
atados a nada ni a nadie. En esto consiste la auténtica ‘madurez personal’,
de donde nace la felicidad posible en este mundo”154.

La verdadera libertad consiste, pues, en vivir libres de pecados y de vicios. A


esta libertad san Agustín la llama “libertad mayor”. La primera libertad
consiste, pues, en no tener pecados155. En este sentido sólo el justo, es decir, el
hombre bueno, es libre156. La libertad está en la voluntad; hay que ir
fortaleciendo ésta para que crezca aquélla: La libre voluntad será tanto más
libre cuanto más sana. Y tanto más sana cuanto más subordinada esté a la
misericordia y gracia divina157.

Esta libertad no se ha de confundir con la disciplina, el reglamento, el orden y la


obediencia a la autoridad. Quien intente liberarse de todo esto, cae en la mayor
de las esclavitudes, que son sus propias pasiones, pues pierde la libertad interior,
151
Serm. 243,2. Itinerario 7999.
152
Concordancia de los evangelistas 2,20,50. Itin. 8001.
153
Cf. C. CARDONA, Itinerario, tema LIBERTAD.
154
J. A. GALINDO, ob. cit. 19.
155
Tratados sobre el Evangelio de san Juan 41,9.10. Itin. 6004.
156
Serm. 161,9.
157
Carta 157,2.8. Itin. 6007.
que es la mejor garantía de que somos imagen y semejanza de Dios. Si en algo
nos parecemos a Dios es en la libertad, entendida como la entiende san Agustín.
Liberarse de todo orden y reglamento para esclavizarse del pecado, san Agustín
lo llama “libertad menor”158.

c. La amistad159

En las lecciones 2,6 e, 3,2 c y 4,8 se habló un poco de los tres grados de la
amistad en san Agustín. La amistad es una variante del amor; más aún, el amor
se manifiesta en la amistad, y ésta alimenta el amor.

Nadie, que sea crea normal, puede vivir sin amigos: En toda condición, lugar y
tiempo, o tengan amigos o búsquenlos.160.

Así como el cuerpo necesita salud, el alma necesita amigos: En este mundo son
necesarias estas dos cosas: la salud y el amigo161.

Ahora bien, ¿para qué sirve la amistad? ¿Hacia dónde nos debe conducir? .
Primero que todo, a Dios: A Dios debemos llevar a los que amamos y ser
llevados por los que nos aman162. En segundo lugar, la amistad nos debe llevar al
conocimiento del mismo Dios y del alma: Pero te pregunto: ¿por qué quieres
que vivan o permanezcan contigo tus amigos, a quienes amas? Para buscar en
amistosa concordia el conocimiento de Dios y del alma. De este modo, los
primeros en llegar a la verdad pueden comunicarla sin trabajo a los otros163.

d. El amor164

Entendemos que la sede del amor está en el corazón; de ahí la expresión,


158
Ib. 20.
159
Cf. C. CARDONA, ob. cit. tema AMISTAD.
160
El orden 2,8,25. Itin. 357.
161
Serm. 299 D,1. Itin. 8716.
162
La ciudad de Dios 10,3,2. Itin. 317.
163
Soliloquios 1,12,20. Itin. 1456.
164
Cf. C. CARDONA, ob. cit. temas AMOR-CARIDAD, CARIDAD-AMOR.
empleada por el mismo Dios: “amar con todo el corazón”. A san Agustín
muchas veces se lo representa con el corazón en la mano, lo que quiere decir que
el amor fue el centro de gravedad de toda su vida. Lo expresa gráfica y muy
sinceramente en las Confesiones: Amar y ser amado era la cosa más dulce para
mí, sobre todo si podía gozar del cuerpo del amante 165. El hombre es un eterno
mendigo de amor, no solo del de las criaturas, sino principalmente del de Dios.

El amor en san Agustín es un tema de nunca acabar. Todo lo que el Santo nos
puede decir acerca del amor lo resume en la frase lapidaria suya: Ama y haz lo
que quieras; o también: ama y dí lo que quieras166. Es una sentencia peligrosa si
se entiende mal. Muchos jóvenes dicen: me acuesto con mi pareja y, como lo
hago con tanto amor, no es pecado. Nada más erróneo. No basta hacer las cosas
por amor para juzgarlas buenas. Por amor al dinero se atraca, se roba, se
cometen injusticias, se roban los bienes del Estado y hasta se asesina.

A la sentencia agustiniana habría que agregarle una frase: “ama con amor
ordenado y haz lo que quieras. Esto es lo que quiere decir san Agustín: Nos
interesa principalmente saber qué es el amor verdadero, o mejor, qué es el
amor. Sólo el amor verdadero merece el nombre de amor; lo demás es pasión167.
No quiero que no ames nada, pero quiero que ordenes tu amor 168. Ahora bien,
¿qué es el amor ordenado? También lo dice claramente el Santo: ¿Quieres que
obedezca tu cuerpo a tu alma? Que tu alma sirva a Dios169.

— Donde el cuerpo manda y el espíritu obedece, es una casa en la que reina el


desorden170.
— Quien no ordena los valores superiores e inferiores, poniendo cada cosa en
165
Conf. 3,1,1. Itin. 377.
166
Serm. 163, B,3; Tratados sobre la 1ª. carta de san Juan 7,8; Exposición de la carta a los Gálatas 57. Itin.
453,
1116, 580.
167
La Trinidad 8,7,10. Itin. 505.
168
Serm. 335 C,13. Itin. 473.
169
Serm. 128,5. Itin. 7265.
170
Tratados sobre el Evangelio de san Juan 2,14. Itin. 7269.
su lugar, no será apto para el reino de los cielos171.
— Si no obedeces al Señor, te atormentarán los siervos (es decir, las
pasiones)172.

Sobran los comentarios a san Agustín. Terminemos diciendo con el Santo que
cada uno vive conforme a lo que ama173.
— Mi peso es mi amor; él me lleva doquiera soy llevado174.

Lo anterior lo podemos resumir así: dime qué amas y te diré quién eres.

d. La comunidad175

Se trata de la “solidaridad humana y comunión eclesial” 176. Hoy se habla mucho


de solidaridad, de relaciones interpersonales e internacionales. El espíritu
comunitario y solidario arranca del amor, ya que el amor no puede estar solo177,
ni tampoco puede estar ocioso178; en consecuencia, es necesario que arrastre179,
ya que el amor es una especie de apetito180.

El término “comunidad” en san Agustín no se aplica solo a la vida religiosa; por


extensión, todos somos o debemos ser comunitarios: el género humano es
comunidad por su origen, que es uno y único, Dios; la Iglesia es comunidad en
razón de su Funda

dor, Cristo; cada instituto religioso es comunidad en razón de su respectivo


fundador; la familia es comunidad si hay papá, mamá e hijos… Podemos decir,
pues, que el espíritu comunitario es innato en el hombre.

171
La verdadera religión 34,63. Itin. 7275.
172
Coment. Salm. 143,6. Itin. 7258.
173
La Trinidad 13,20,26. Itin. 523.
174
Conf. 13,9,10. Itin. 381.
175
Cf. C. CARDONA, ib., tema COMUNIDAD.
176
J. A. GALINDO, ob. cit. 37.
177
Serm. 349,1. Itin. 481.
178
Coment. Salm. 31,2,5. Itin. 394.
179
Coment. salm. 121,1. Itin. 416.
180
Ochenta y tres cuestiones diversas 35,2. Itin. 606.
“El hombre agustiniano busca y encuentra la verdad por la vía de la
interioridad; vive intensa y ordenadamente el amor para con todas las
personas como norma universal de conducta; cultiva la amistad como
ámbito en que se construye una feliz y provechosa convivencia humana
abierta a la más alta caridad; por lo mismo, alcanza la realización personal
en la auténtica libertad; es solidario y comunitario con los demás, hasta el
punto de que, en algunos casos, vive en comunidad para realizar mejor
todos esos valores y todos los demás que lleven el sello de lo humano y/o
de lo cristiano181.

LECTURA
Agustín a los hombres de hoy

“A este hombre extraordinario queremos preguntarle, antes de terminar, qué


tiene que decir a los hombres de hoy. Pienso que tenga realmente mucho que
decir, tanto con su ejemplo como con sus enseñanzas.

A quien busca la verdad le enseña que no pierda la esperanza de encontrarla. Le


enseña con su ejemplo —él la encontró después de muchos años de laboriosa
búsqueda— y con su actividad literaria, cuyo programa fija en la primera carta
que escribió después de su conversión. “A mí me parece que hay que conducir

de nuevo a los hombres […] a la esperanza de encontrar la verdad” (Carta 1,1)


A los teólogos, que justamente se afanan por comprender mejor el contenido de


181
J. A GALINDO, ob. cit. 44.
la fe, deja Agustín el patrimonio inmenso de su pensamiento, siempre válido en
su conjunto, y especialmente el método teológico al que se mantuvo firmemente
fiel…

Hablando un poco más a propósito sobre las enseñanzas de Agustín a los


hombres de hoy, a los pensadores les recuerda el doble objeto de toda
investigación que debe ocupar la mente humana: Dios y el hombre…

A los hombres de ciencia los invita también a reconocer en las cosas creadas las
huellas de Dios y a descubrir en la armonía del universo las “razones seminales”
que Dios ha depositado en ellas…

Para terminar, voy a dedicar una palabra a los jóvenes, a quienes Agustín amó
mucho como profesor antes de su conversión, y como Pastor, después. El les
recuerda su gran trinomio: verdad, amor, libertad; tres bienes supremos que se
dan juntos. Y les invita a amar la belleza, él que fue un gran enamorado de ella.
No sólo la belleza de los cuerpos, que podría hacer olvidar la del espíritu, ni sólo
la belleza del arte, sino la belleza interior de la virtud, y sobre todo la belleza
eterna de Dios, de la que proviene la belleza de los cuerpos, del arte y de la
virtud. De Dios, que es “la belleza de toda belleza” (Conf. 3,6,10), “fundamento,
principio y ordenador del bien y de la belleza de todos los seres que son buenos
y bellos” (Sol. 1,1,3). Agustín, recordando los años anteriores a su conversión, se
lamenta amargamente de haber amado tarde esta “belleza tan antigua y tan
nueva” (Conf. 10,27,38), y quiere que los jóvenes no le sigan en esto, sino que,
amándola siempre y por encima de todo, conserven perpetuamente en ella el
esplendor interior de su juventud.

He recordado la conversión y he trazado rápidamente un panorama del


pensamiento de un hombre incomparable, de quien

todos en la Iglesia y en Occidente nos sentimos de alguna manera discípulos e


hijos. Una vez más manifiesto el vivo deseo de que se estudie y sea ampliamente
conocida su doctrina y de que se imite su celo pastoral, para que el magisterio de
tan gran Doctor y Pastor continúe en la Iglesia y en el mundo en beneficio de la
cultura y de la fe”182.

Cuestionario

1. Responde a las siguientes preguntas:


a) ¿qué es un agustino recoleto?
b) ¿qué hacen los agustinos recoletos?
2. ¿Por qué se debe tener cuidado en el cultivo de la persona para entregársela al
Señor?
3. La Iglesia visible está representada, además de los fieles, en el Papa, el
Obispo y el Párroco;
responde:
¿Cómo se llama tu Obispo?
¿Cómo se llama tu Párroco?
4. ¿De qué manera estás vinculado actualmente a tu parroquia?
5. ¿En qué crees que se distingue un agustino recoleto de otras comunidades?

6. De los cinco valores agustinianos, ¿cuál es el que más te llama la atención?


9. En 1986 se conmemoraron 1.600 años de la conversión de san Agustín; ¿con
qué documento se
182
Juan Pablo II: Carta Apostólica Agustin de Hipona. Ed. Paulinas, 1986, IV.
hizo presente el papa Juan Pablo II?.
8. Al terminar este curso, ¿con qué impresión quedas?

¿De qué te sirve conocer, si eres perezoso en elegir? (Comentarios a los salmos
53,2).

LECCION COMPLEMENTARIA
1. Datos cronológicos más importantes de la vida de san Agustín.

354. Nace en Tagaste, norte de África, el 13 de noviembre.


361. Estudia las primeras letras en Tagaste. Grave enfermedad.
367. Va a Madaura a estudiar Gramática.
370. Interrumpe los estudios. Permanece un año en Tagaste. Comienzan los
desórdenes morales.
371. Prosigue los estudios en Cartago. Muere Patricio. Comienza a vivir con la
madre de Adeodato.
372. Nace Adeodato. Lee el Hortensio; intento de leer la Biblia. Se adhiere al
maniqueísmo.
374. Vuelve a Tagaste y enseña Retórica.
375. Muere su amigo.
376. Con la ayuda de Romaniano se establece en Cartago, donde abre escuela de
Retórica.
380. Escribe el tratado Lo apto y lo conveniente, perdido.
383. Encuentro con Fausto. Engaña a su madre y sale para Roma, como profesor
de elocuencia.
Grave enfermedad. Comienza a alejarse del maniqueísmo.

384. Pasa a Milán con el mismo fin y comienza a ser oyente de los sermones de
san Ambrosio.
Decide ser catecúmeno de la Iglesia Católica.
385. Pronuncia el panegírico del emperador Valentiniano II y el de Bautón.
Llega Mónica. Luchas
interiores. Simpatía por la Iglesia Católica y por las Escrituras.
386. Proyecto de matrimonio y de vida común. Lectura de los neoplatónicos y
de las epístolas de san
Pablo. Entrevista con Simpliciano y Ponticiano. Escena del jardín y
CONVERSIÓN. Se retira a
la granja de Verecundo, en Casiciaco, con su madre y amigos (hacia
septiembre).
387. Vuelve a Milán y de san Ambrosio recibe el bautismo en la noche pascual
del 24-25 de abril.
Emprende el regreso a África con su madre, que muere en Ostia del Tíber.
Se detiene en Roma
casi un año.
388. Parte para África, deteniéndose en Cartago algún tiempo. Funda el primer
monasterio
agustiniano en Tagaste, donde permanece tres años.
389. Muere Adeodato.
391. Va a Hipona y es ordenado sacerdote allá, para ayudar al obispo Valerio.
Funda el segundo
monasterio en el huerto donado por el obispo.
392. Disputa con Fortunato, maniqueo, en Hipona, el 28 de agosto.
393. Sínodo de Hipona (8 de octubre), donde predica sobre la fe y el Símbolo.
395. Es nombrado obispo auxiliar de Valerio y lo consagra Megalio, obispo de
Numidia.
397. Asiste a un concilio en Cartago. Muere Valerio y le sucede en la Sede
Episcopal.
398. Controversia con Félix, maniqueo, quien se convierte a la fe católica.

399. Entrevista con Crispín, obispo donatista de Calama.


401. Asiste a un concilio de Cartago. Lucha con los donatistas.
404. Va a otro concilio de Cartago.
410. Saqueo de Roma por los godos.
411. Conferencia en Cartago entre católicos y donatistas (1-8 de junio). Principio
de la polémica
antipelagiana.
413. Comienza la Ciudad de Dios.
414. Pablo Orosio, sacerdote español, llega a Hipona para consultar a san
Agustín, que lo comisiona
para ir a Palestina (415) con motivo de la cuestión pelagiana.
416. Asiste al concilio de Milevi, contra los pelagianos.
419. Asiste a otro concilio en Cartago.
426. Termina la Ciudad de Dios y nombra a Heraclio obispo auxiliar.
428. Conferencia con Maximino, obispo arriano.
429. Los vándalos, capitaneados por Genserico, invaden Numidia.
430. Genserico sitia a Hipona en Junio.
430. Muere san Agustín el 28 de agosto y su cuerpo es depuesto en la basílica de
la Paz.
504. Se trasladan sus restos a Cágliari, en Cerdeña, Italia.
722. Por obra del rey Luitprando, de Cágliari, se trasladan a Pavía, a la basílica
de san Pedro en Cielo
de oro.
1832. Son llevadas sus reliquias a la catedral de Pavía.
1900. Se devuelven a la misma basílica de san Pedro, donde actualmente
reposan, en Pavía, Italia.

2. Cuadro cronológico de las obras de san Agustín.

Título Año Vol.


redacción BAC

Contra los académicos 386 3


La vida feliz 386 1
El orden 386 1
Soliloquios 387 1
La inmortalidad del alma 387 39
La dimensión del alma 387-88 3
La música 387-91 39
Las costumbres de la Iglesia y las de los maniqueos 388 4
Comentario al Génesis contra los maniqueos 388-90 15
El libre albedrío 388-95 3
El maestro 389 3
La verdadera religión 389-91 4
Ochenta y tres cuestiones diversas 389-96 40
Utilidad de la fe 391-92 4
Las dos almas del hombre 391-92 30
Actas del debate contra el maniqueo Fortunato 391-92
30
La fe y el Símbolo de los apóstoles 393 39
Comentario literal al Génesis, incompleto 393 4
El sermón de la montaña 393-96 12
Salmo contra la secta de Donato 393-96 32
Réplica a Adimanto, discípulo de Manés 393-96 30
Exposición de algunos textos de la Carta a
los Romanos 393-96 18
Exposición de la Carta a los Gálatas 393-96 18
Exposición incoada de la Carta a los Romanos 393-96
18
Carta 28 a Jerónimo 393-96 8
La mentira 394-95 12
La continencia 394-95 12
Cuestiones diversas a Simpliciano 396-97 9

El combate cristiano 396-97 12


Réplica a la Carta de Manés, llamada "del
Fundamento" 396-97 30
La doctrina cristiana 396-97 15
Cuestiones de los Evangelios 397-400 (18)
Anotaciones al libro de Job 397-400 29
La catequesis a los principiantes 400 39
Las Confesiones 400 2
Réplica a Fausto, el maniqueo 400 31
Concordancia de los Evangelios 400 29
El trabajo de los monjes 400 12
La fe en lo que no vemos 400 4
Réplica a la carta de Parmeniano 400 32
Tratado sobre el bautismo 400 32
La bondad del matrimonio 400 12
La santa virginidad 400-401 12
Réplica a las cartas de Petiliano 401 33
Carta a los católicos sobre la secta donatista
(la unidad de la Iglesia) 402 34
La Trinidad 400-416 5
Comentario literal al Génesis 401-415 15
Actas del debate con el maniqueo Félix 404 30
Naturaleza del bien 405 3
Respuesta al maniqueo Secundino 405-406 30
Carta 82, a Jerónimo 405-406 8
Réplica al gramático Cresconio, donatista 406 34
La adivinación diabólica 406-411 40
Carta 93, a Vicente Rogatista 408 8
Seis cuestiones contra los paganos (carta 102) 408-409 8
Carta 108, a Macrobio 409 8
Carta 118, a Dióscoro 410 8
Carta 120, a Consencio 410 8
El único bautismo (Réplica a Petiliano) 410 33
Resumen del debate con los donatistas 411 32
Mensaje a los donatistas después del debate 412 33
Carta 137, a Volusiano 412 11a
Carta 138, a Marcelino 412 11a

Carta 140, a Honorio 412 11a


Consecuencias y perdón de los pecados,
y el bautismo de los niños 412 9
El espíritu y la letra 412 6
La fe y las obras 413 39
Carta 147 (la visión de Dios), a Paulina 413 11a
La Ciudad de Dios (1o., libros 1-10) 413-426 16
La Ciudad de Dios (2o., libros 11-22) 413-426 17
La bondad de la viudez 414 12
Carta 157, a Hilario 414 11a
La naturaleza y la gracia 415 6
La perfección de la justicia del hombre 415 35
Naturaleza y origen del alma 415 3
Carta 167, a Jerónimo 415 11a
A Orosio, contra los priscilianistas y
origenistas 415 38
Comentarios a los salmos (1o.): 1-40 391-415 19
" " " " (2o.): 41-75 391-415 20
" " " " (3o.): 76-117 391-415 21
" " " " (4o.): 118-150 391-415 22
Tratados sobre el Evang. de S. Jn., 1-35 416-417 13
" " " " " " " , 36-124 416-417 14
Tratados sobre la 1a. Carta de san Juan 416 18
Las actas del proceso a Pelagio 417 9
Carta 186, a Paulino 417 11a
La gracia de Jesucristo y el pecado original 418 6
Carta 194, a Sixto 418 11b
Sermón a los fieles de la iglesia de Cesarea 418 33
Actas del debate con el donatista Emérito 418 34
La paciencia 418 12
Las uniones adulterinas 419 12
Cuestiones sobre el Heptateuco 419 28
El matrimonio y la concupiscencia 420 35
Réplica a las dos cartas de los pelagianos 420 9
Contra la mentira 420 12
Réplica a Gaudencio, obispo donatista 420 34
Réplica al adversario de la Ley y los Profetas 420 38

Réplica a Juliano 421 35


Manual de fe, esperanza y caridad (Enquiridion) 421 4
La piedad con los difuntos 421 40
Respuesta a las ocho preguntas de Dulquicio 422 40
Carta 211 423 11b
La gracia y el libre albedrío 426-427 6
La corrección y la gracia 426-427 6
Las Revisiones 426-427 40
Carta 217, a Vidal 427 11b
Espejo de la Sagrada Escritura 427 27
Debate con Maximino, obispo arriano 428 38
Réplica al mismo Maximino, arriano 428 38
Las herejías, dedicado a Quodvuldeo 428 38
Tratado contra los judíos 428 38
La predestinación de los santos 428-429 6
El don de la perseverancia 428-429 6
Réplica a Juliano, obra incompleta,libs. 1-3 430-… 36
" " " " " ,libs. 4-6 430-… 37
Cartas: 1-123 386-430 8
" 124-187 386-430 11a
" 188-270 y otras 386-430 11b
Sermones 1-50 7
" 51-116 10
" 117-183 23
" 184-272B 24
" 273-338 25
" 339-396 26

3. Fechas más importantes de la historia de la Orden.

388. San Agustín funda el primer monasterio en Tagaste.


391. Funda el segundo monasterio en el huerto de Hipona.
395. Al ser nombrado obispo, san Agustín funda el monasterio para clérigos en
Hipona.

? Funda el monasterio para vírgenes.


400. Existencia de varios monasterios en Cartago.
430. Comienza la gran persecución en el norte de África. Desaparecen muchos
monasterios (dura
hasta el 484).
484. La persecución de este año hace descubrir, providencialmente, la existencia
de los monasterios
de Gapsa y Bigua.
527. Muere san Fulgencio, que había dado gran impulso y realce al monacato
agustiniano.
787. Carlomagno ordena imprimir y difundir la Regla de san Benito. San
Agustín queda relegado a
un segundo plano. Comienza la existencia de los Canónigos Regulares de
san Agustín.
1130. La Regla de san Agustín vuelve a suplantar a las demás reglas. Comienza
el pontificado del
papa Inocencio II, que asigna la Regla de san Agustín a todas las
comunidades de canónigos.
1243. Con la unión de todos los yermos existentes nacen los Ermitaños de la
Orden de san
Agustín de Toscana.
1256. Mediante la GRAN UNIÓN nace la Orden de Ermitaños de san
Agustín, cuyos períodos
más sobresalientes son:
1256-1303: Acoplamiento y expansión;
1303-1350: Esplendor y florecimiento espiritual;
1350-1539: Decadencia y confusión.
1527. Llega el primer agustino, Vicente de Requesada, al Nuevo Reino de
Granada.
1588. Nace la RECOLECCIÓN AGUSTINIANA en Talavera de la Reina,
España, el 5 de
diciembre.
1604. Nace la Recolección en América, el 12 de agosto, en El Desierto de la
Candelaria, Colombia.
Fundación del convento del mismo nombre.
1592. Primera crisis de la Recolección: el provincial de los agustinos manda
calzar a los Recoletos.

1601. La provincia de Castilla renuncia a todos sus derechos sobre los


Descalzos.
1602. Se constituye en provincia independiente con el nombre de Provincia de
san Agustín de los
Agustinos Recoletos Descalzos de España.
1605. Salen los primeros misioneros recoletos para Filipinas.
1606. Existen ya más de 18 conventos de Agustinos Recoletos.
1608. El papa Pablo V suprime la Recolección por malos entendidos.
1610. El mismo Papa restituye nuevamente la Provincia. Se fundan nueve
conventos más.
1621. El papa Gregorio XV decreta la erección de la Congregación de los
Descalzos de Ermitaños
de san Agustín. La Recolección Americana se une a la de España.
1629. El papa Urbano VIII anexa oficialmente la Recolección americana a la
española.
1662. Llegan los primeros Agustinos Recoletos a las misiones de Casanare,
Colombia.
1668. La Recolección americana se constituye en la quinta provincia de la
Congregación con el
título de La Candelaria o Tierra Firme.
1688. Termina el primer período y el esplendor de la Recolección. Se funda el
último convento de
este período. Pasan 136 años sin nuevas fundaciones.
1688-1835. Epoca de estancamiento y crisis.
1837. Se dicta, en España, la ley de la desamortización, que prácticamente
acaba con todos los
conventos, excepto en Filipinas.
1861. Las leyes anticlericales del dictador Tomás Cipriano de Mosquera, en
Colombia, dan otro
golpe a la Recolección americana.

1888. Llega san Ezequiel Moreno, con otros seis religiosos, a restaurar la
Provincia de la Candelaria.
1898. La revolución filipina da un duro golpe a la Recolección allí.
1906. Muere en olor de santidad el padre Ezequiel Moreno el 19 de agosto en
Monteagudo, España.
1907. Se revive la antigua Provincia del Pilar y nace la de santo Tomás de
Villanueva.
1912. El papa san Pio X convierte la Recolección en Orden, el 16 de septiembre.
Tendrá Superior
General propio y se llamará Orden de Eremitas Recoletos de san
Agustín.
1943. Se funda la Provincia de san Agustín por división de la Provincia de la
Candelaria.
1948. De la provincia de san Nicolás nace la de san José.
1957. Se funda el Instituto Histórico, el 25 de diciembre.
1960. Se forma la Provincia de santa Rita, de la de santo Tomás
de Villanueva, en Brasil.
1961. Nace la Provincia de la Consolación, con personal y casas de la Provincia
de la Candelaria.
1966. Recibe el nombre actual: ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
(OAR).
1966. El 19 de marzo se funda el Instituto de Espiritualidad.
1970. Se funda el Instituto o Casa Augustinus, el 23 de noviembre. Hoy se llama
Casa San Ezequiel
Moreno.
1975. Es beatificado el padre Ezequiel Moreno, por el papa Pablo VI, el 1o. de
noviembre.
1987. Es canonizada la Beata Magdalena de Nagasaki, por el papa Juan Pablo II,
el 18 de octubre.
1989. Son beatificados los padres Martín de san Nicolás y Melchor de san
Agustín, por el papa Juan
Pablo II, el 23 de abril.

1992. Es canonizado el Beato Ezequiel Moreno, por el papa Juan Pablo II, el 11
de octubre en Santo
Domingo.
1992. Por primera vez se celebra en América (en Colombia) un capítulo general
de la Orden, en los
meses de noviembre-diciembre. Es el capítulo no. 51.
1994. El 20 de octubre se crea el Instituto de Agustinología de la OAR.
1995. El siete de mayo es beatificada por el papa Juan Pablo II la madre María
de san José,
fundadora de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús y primera
santa venezolana.
1996. Se recibe el nuevo territorio misional de Sierra Leona, diócesis de Makeni,
África.
1998. Por decisión del 52º. Capítulo General, nace la provincia número ocho de
la Orden, con el
nombre de SAN EZEQUIEL MORENO, por división de la Provincia de
san Nicolás, en
Filipinas.
1999. El 7 de marzo son beatificados, por el papa Juan Pablo II, los padres
Vicente Soler y
compañeros mártires.
2002. El 19 de mayo es canonizado el beato Alonso de Orozco, por el papa Juan
Pablo II.

4. Nuestro santoral (común para toda la familia agustiniana)

ENERO 03 San Fulgencio


23 Beata Josefa María de Benigánim

FEBRERO 03 Beato Esteban Bellesini


7 Beato Anselmo Polanco
13 Beata Cristina de Espoleto
16 Beato Simón de Casia (¿?)

MARZO 19 San José, Protector de la Orden

ABRIL 23 Beata Elena de Údine


24 Conversión de N. P. S. A.
26 Ntra. Sra. del Buen Consejo
MAYO 03 Beatos Vicente Soler y compañeros mártires
7 Beata María de san José
8 N. Sra. de Gracia
12 Beato Guillermo Tirry
13 Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro
16 Santos Alipio y Posidio
18 Beato Guillermo de Tolosa
19 Beatos Clemente de Ósimo y Agustín de Tarano
22 Santa Rita de Casia

JUNIO 03 Beato Santiago de Viterbo


12 San Juan de Sahagún

JULIO 17 Beata Magdalena Albrici

AGOSTO 02 Beato Juan de Rieti


17 Santa Clara de Montefalco
19 San Ezequiel Moreno
26 Santos Liberato, Bonifacio y compañeros mártires
27 Santa Mónica
28 SAN AGUSTÍN

SEPTIEMBRE 04 La Consolación
10 San Nicolás de Tolentino
19 San Alonso de Orozco
28 Beatos mártires del Japón

OCTUBRE 09 Beato Antonio Patrizi


10 Santo Tomás de Villanueva
11 Beato Elías Socorro N.
14 Beato Gonzalo de Lagos
20 Santa Magdalena de Nagasaki
23 San Guillermo y Beato Juan Bueno
25 San Juan Stone

NOVIEMBRE 06 Fieles difuntos de la Orden


7 Beato Gracia de Cátaro
13 Santos de la Orden
29 Beato Federico de Ratisbona
ÍNDICE ALFABÉTICO

Adeodato
Agustín, abreviado
— escritor
— excepciones
— fundador
— lector
— narrado
— narrante
Agustinos calzados
— descalzos
Alarcón, Gregorio de
Albino
Alejandro IV
— VII
Alfaro
Alipio
Alma
Ambrosio
Amistad
Amor
Ángeles, Bartolomé de los
Annibaldi, cardenal
Antonio
— el ermitaño
— Vicente de san
Apellidos (de san Agustín)
Apócrifo
Apostolado
Apostólico
Arriano(s)
Artes liberales
Aurelio
Autodidacta
Benenato
Benito, san
Bereberes
Bernabé
Bigua
Bréttino
Bueno, Juan
Candelaria, la
Candelarios, padres
Canónigos regulares
Cantera, Eugenio
Canto
Capítulo general
— provincial
Caridad
Carlomagno
Cartagena
Cartago
Casanare
Casas, Nicolás
Casiciaco
Catalina, santa
Categorías de Aristóteles
Chocó
Cicerón
Cipriano, san
Clemente VIII
— IX
Confesiones
Congregación
Constancio
Constituciones
Conversión
Corro, Pedro
Cristo
Cristocentrismo
Darién
Delgado, Mateo
Desamortización
Descalcez
Desierto de la Candelaria
Donatismo
Elegidos
Escepticismo
Escépticos
España
Eulogio
Evodio
Eversores
Ezequiel, san
— Fundación san
Fabo, Pedro
Fausto
Felicidad
Filipinas
Filosofía
Formación OAR , plan de
Fortunato
Franciscano(s)
Fulgencio
Gachaneca
Ganuza, Marcelino
Gapsa
García P., Alonso
Gervasio
Gregorio XI
— XV
Griego
Guevara, Jerónimo
Guillermo el Grande
Honestidad científica
Honorato
Hortensio, el
Inocencio II
— IV
Jenaro
Jerónimo, Juan de san
Jesús, Francisco de
Latín
León, Luis de
Leporio
Liberalismo
Liberato
Licencio
López, Sebastián
Lutero
Madaura
Madre de Dios, Miguel de la
Madre (Mónica)
Magdalena, Miguel de la
Mallol, Vicente
Maniqueos
Marcelino
Mario Victorino
Mártires
Máximo
Megalio
Melania
Mendizábal
Milán
Miranda, Andrés
Mónica, santa
Monteagudo
Monte Favale
Moral(idad)
Mosquera
Mujer amada
Música
Navigio
Nebridio
Neoplatónicos
Nobilio
Novato
Observancia
Orgullo
Ostia
Oyentes
Pablo V
Panamá
Patricio
Paulino de Nola
Pérez, Enrique
Piniano
Pío X, san
Ponticiano
Prior general
— provincial
— local
Procurador general
Profuturo
Protasio
Púnico
Recolección
Regla
Retórica
Rocha, Victorino
Rojas, Pedro de
Roma
Romaniano
Sabiduría
Sádaba, Francisco
Secretariado(s)
Seminario
Severo
Símaco
Simpliciano
Soberbia
Superior local
Tagaste
Teodoro
Tertuliano
Tréveris
Unión, Gran
Urabá
Urbano VIII
Valerio
Varrón
Verecundo
Verdad
Vida común
Virtud(es)
Voluntad
Yermo(s)

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